Resumen Sobre "Ut Unum Sint"

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UT UNUM SINT

DEL PAPA JUAN PABLO II

Alumno: Manuel Galindo Rodríguez


Profesora: Dra. Dña. Claire Marie Stubbemann
Asignatura: Historia y teología del ecumenismo

2024
Historia y Teología del Ecumenismo 1

INTRODUCCIÓN

Ut unum sint es la décimo segunda encíclica escrita por el Papa Juan Pablo II en
1995 que se centra en el ecumenismo, es decir, en la búsqueda de la unidad de
todos los cristianos. Que sean uno1 es el clamor y el deseo de la oración del
mismo Jesús que nos llega hasta nosotros.

El desarrollo del ecumenismo ha sido muy importante desde el Concilio Vaticano


II hasta nuestros días, siempre acompañado por el pontificado de Juan XXIII.
También clave para empezar a integrarlo en el seno de la Iglesia Católica, pues
hasta entonces hay que reconocer que eran otras confesiones o iglesias cristianas,
como por ejemplo la anglicana, las que más se acercaban para encontrar la
unidad.

Pablo VI dio un paso crucial con aquella declaración conjunta del 7 de diciembre
de 1965 y el reconciliador abrazo con Atenágoras I.

El mismo Juan Pablo II, autor de la presente encíclica como ya he dicho, ya había
adelantado su preocupación en su carta apostólica Tertio Millennio Adveniente
sobre la falta de unidad entre los cristianos y el anti testimonio que ello conlleva
para la evangelización mundial2.

En Ut unum sint Juan Pablo II recalca el valor de la fraternidad y la solidaridad


como caminos de unidad para los cristianos.

El resumen que quiero hacer será rescatando las ideas más esenciales de cada
parte para poder entender la enjundia de esta encíclica, que sin ninguna duda es
una de las publicaciones de la Iglesia Católica más influyentes en este campo tan
fundamental para los cristianos: el ecumenismo.

1
Jn 17, 21-23
2
TMA 34
Historia y Teología del Ecumenismo 2

RESUMEN

0. En la introducción de Ut unum sint se recuerda lo significativo de buscar los


puntos comunes de unión más que de sospecha y división entre los cristianos. Por
ejemplo, los mártires tanto católicos como de otras Iglesias y confesiones
cristianas son un motivo de orgullo y de ver la misma causa por Cristo entre los
cristianos. También el significado de la cruz como verdadera base de concordia,
pues Cristo es el auténtico punto de comunión para todos. Por lo tanto, lejos de
las discordias en aspectos doctrinales, habría que centrarse en una auténtica
conversión del corazón, en la alegría del Evangelio y en la oración, pues esos
nexos limpian los prejuicios y pecados de siglos pasados.

1. En el primer capítulo, compuesto por los números del 6 al 40, se trata más en
profundidad el camino de diálogo y comprensión ecuménicos desde el punto de
vista de la Iglesia Católica.

Sabemos verdaderamente y por fuentes escriturísticas que el mandato del Señor


“amaos unos a otros” (Jn 13, 34) y el deseo de “que sean uno” (Jn 17, 21ss) van
inexorablemente unidos al mandato para la misión universal encomendada a los
Apóstoles: “Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes, bautizándolas en el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (Mt 28, 19). Pues el proyecto
de Dios no es otro más que todos los hombres se salven y se reúnan ante Él.
Como se veía en la última cita, el Bautismo es la raíz de todos los cristianos y se
debe buscar en la misa fe en el Dios Uno y Trino, en los sacramentos y en la
jerarquía.

«Este santo Sínodo exhorta a todos los fieles católicos a que, reconociendo los
signos de los tiempos, participen diligentemente en el trabajo ecuménico». (Decr.
UR 4). El Concilio Ecuménico Vaticano II abre el camino en el seno de la Iglesia
Católica a reforzar la labor ecuménica: por una parte, animando a todos a
deshacerse de ofuscaciones, y por otra, alentando a aceptar lo bueno de las otras
Confesiones cristianas pues, aunque no gocen del grado pleno de comunión con
la Iglesia Católica, pueden ser medios de salvación. Por ejemplo, lo ya dicho
sobre que el sacramento del Bautismo es común para todos, ayuda que algunos
mantengan la Sagrada Escritura o la imagen de la Virgen María y otras formas de
oración y ritos.

«No hay verdadero ecumenismo sin conversión interior» (UR 7). En el primer
párrafo ya mencionaba uno de los principios que hay que tener en cuenta. El
ecumenismo no es unir a lo mío a los demás, como si uno no tuviera culpa de
Historia y Teología del Ecumenismo 3

nada y pudiera despreciar a su antojo, sino saber integrar lo del otro en una
misma doctrina objetiva manteniendo igual alguna pequeña diferencia. Pero todo
ello va precedido, repito, de una metanoia. Como para tantas cosas, el sentido
común, la lógica y la buena voluntad tienen que ir por delante para poder cambiar
uno su mentalidad y abrirse. Sabiendo que tampoco nos tenemos que ir al otro
extremo del “todo vale” y cargarnos Tradición o Magisterio, por ejemplo. No, la
unidad se da en la diversidad, pero siempre con motivos inamovibles, por
ejemplo, la doctrina. Pues la Verdad siempre va a ser verdad, por esto el
consenso humano alejado de la verdad de Dios no nos llevaría a ningún sitio.
Pero sí ayuda la Verdad, que es Cristo, el Credo, los sacramentos y los ministros.

El ecumenismo espiritual es todo lo relacionado con la oración común a todos.


Sólo la oración nos puede preparar realmente a la búsqueda de la unidad. Por eso
podemos recitar casi el mismo Credo y Padrenuestro.

El diálogo es parte medular del ecumenismo y la siguiente a la oración. Como ya


he dicho anteriormente, por parte de la Iglesia Católica existe esta disposición a
entablar diálogos, pero ha de esperarse el mismo espíritu reconciliador por parte
de todas las Confesiones eclesiales.
El diálogo tiene naturaleza de una búsqueda común de la verdad, también de
examen de nuestro pasado y nuestra conciencia, para saber reconocer los pecados
cometidos.
El “diálogo de conversión”3, por supuesto que es “diálogo de salvación”4.

Quiero recordar que el amor a la verdad y la humildad son la base más


trascendental para la plena comunión. No vale imponer al otro ni caer en el
consensualismo, sino que hay que comprender al otro en su cultura, mente y
época sin fanatismos ni parcializaciones.

Por último, saber trabajar juntos, pues se me viene ahora a la cabeza la frase de
“la doctrina separa, el servicio une”5 que hemos estudiado en Eclesiología como
uno de los modelos de ecumenismo. La colaboración, la predicación y la acción
de lo mismo es signo visible de unidad.

3
Ut Unum Sint 35
4
Ecclesiam Suam III
5
J. L. CABRIA ORTEGA, HACIA UN IGLESIA CREÍDA, PENSADA Y CREÍBLE, Monte Carmelo, Burgos 2014,
318.
Historia y Teología del Ecumenismo 4

2. En el segundo capítulo, que abarca de los números 41 al 76, se habla de las


ganancias del ecumenismo desde el Vaticano II hasta ahora.

Cuando Juan XXIII llamó “hermanos separados” a los demás cristianos no


católicos que se habían separado, fue un punto de inflexión en la manera de
concebir la fraternidad que verdaderamente nos debe unir.

Como humanos que somos, a la vez que cristianos, vivimos en una sociedad que
nos impulsa a convivir en comunión, en solidaridad, concordia, hermandad del
mundo. Porque cuando primeramente experimentamos la unidad en aspectos
sociales, por ejemplo, es más fácil llegar a comprender que no nos separan tantas
cosas cuando nuestra única causa es Cristo y el Evangelio por parte de dirigentes
y de fieles.

También se subraya de nuevo la idea de reconocer lo bueno que tienen las demás
Confesiones cristianas y volver a fijarse en lo común y santo que tenemos todos:
el misterio de Cristo y el regalo de su gracia.

En cuanto a la Biblia, han contribuido mucho las traducciones ecuménicas. Han


sido una aportación con un pensamiento no de egoísmo o particularismo, sino de
cristocentrismo. Es decir, se vuelve a poner el énfasis en que es el mismo Cristo
en el que creemos.

Yendo a las situaciones concretas con cada Iglesia o Comunidad:


Las Iglesias Orientales Católicas son apoyo para todos los católicos. En
referencia a que los cristianos que están ligados a Roma viviendo con una
espiritualidad oriental profundamente más marcada son un lazo de comunicación
para con los ortodoxos.

Las Iglesias ortodoxas orientales cierto es que desde que se vivieron las primeras
separaciones en los primeros siglos de la historia del cristianismo siempre se han
mantenido, al menos, los sacramentos y la sucesión apostólica. Lo que se había
perdido era la misma confesión de fe por culpa de las herejías. El mayor avance
lo ha dado el diálogo ecuménico con algunas de ellas para poder confesar al
mismo Jesucristo, verdadero Dios y hombre. Logros muy luchados por los
últimos Papas.

Iglesia ortodoxa del Este: ya sabemos que mantenemos la misma fe y los mismos
sacramentos, si bien discrepan en la comunión con la Sede petrina. Estos puntos
han de servir de referencia y enriquecimiento mutuo entre Oriente y Occidente,
Historia y Teología del Ecumenismo 5

pues el culto, la espiritualidad y la doctrina unen y todo debe aprovecharse para


el bien, sin excluirse.
Las reuniones ecuménicas anuales de oración han madurado muchos frutos.
Además, Juan Pablo II nombró a los santos hermanos Cirilo y Metodio
copatronos de Europa junto con san Benito. Este binomio Constantinopla-Roma
no se pierde de vista, pues así se hace visible la raíz de una espiritualidad y de
otra, siempre complementándose.
Se acabó la incomprensión y vernos como extraños, hay que volver al ser
“iglesias hermanas”. Debemos formarnos todos en conocer más sobre el otro,
sobre la Eucaristía y sobre los modos de alabanza al Padre, pues son elementos
que nos unen y nos abren más la mente.
Las “iglesias hermanas” ya viven en paz y sin excomunión.

La historia y el trato con los protestantes sabemos es más duro por la lejanía en
temas doctrinales. Sin embargo, se buscan similitudes y acercamientos como por
medio de la veneración a la Sagrada Escritura, aunque rechazan el Magisterio,
puente básico de unión para no caer en errores de libre interpretación. Así como
con los sacramentos, con el Bautismo no hay problema, pero no ven lo mismo de
importante en el resto, en especial en el orden sacerdotal y, por tanto, tampoco en
la Eucaristía.

Actualmente está un poco más impregnada la preocupación ecuménica, gracias a


Dios. Se da entre nosotros una franca búsqueda de la caridad y de la comunión.
Si bien nos unimos para cuestiones más sociales y humanas, sabemos que en el
fondo es el mismo Cristo quien nos mueve. Una invitación clara de Juan Pablo II
en la encíclica es a la oración y a la acción. Todos los fieles estamos llamados a
rezar por la unidad de los cristianos y a poner de nuestra parte cuanto podamos.
Historia y Teología del Ecumenismo 6

3. En el tercer y último capítulo, que comprende de los números 77 al 99, se invita a


coger caminos claros de cara al futuro para seguir apoyando la causa ecuménica,
que debe de ser una de las mayores preocupaciones de todos los cristianos. Es
simplemente saber que rezar por esta intención claro que ayuda, Dios ilumina la
vida de tanta gente para abrirse al ecumenismo que en seguida se pasa de la
contemplación a la acción. Después del cambio de mente, de la penitencia y de la
conversión del corazón es cuando se puede dar un paso más para actuar y saber
ser prudente, entablar diálogos con otras Confesiones, no poner trabas. En
resumen, hacer visible a la Iglesia como una, santa, católica y apostólica en este
mundo a través de la celebración conjunta de la Eucaristía.

Es preciso, por todo ello, mantener diálogo con las demás Iglesias y
Comunidades cristianas, de tal manera que se puede ir profundizando en los
grandes temas de los que hemos hablado en este documento: Biblia, Tradición,
sacramentos, Magisterio, Romano Pontífice y María.

No debemos olvidar todos los frutos ya cosechados hasta ahora, impulsados por
el Espíritu Santo, que debemos acoger como propios y comenzar a darles vida.

Muy importante, volvemos a remarcar, como al principio del trabajo, el


testimonio no sólo de obras y doctrina, sino de la sangre. Ahí todos los cristianos
coincidimos: solo por ser seguidores de Cristo, cientos de cristianos en el mundo
son perseguidos por su fe. Esos santos son comunes a todos y debemos tenerlos
presentes, así como los que ya gozan de la vida eterna. Tenemos intercesores,
pidámosles ayuda para que la comunión se dé entre nosotros.

La Iglesia Católica debe esforzarse para conocer mejor a las demás comunidades
cristianas, debe ser consciente de que en ella está la plenitud de la revelación sin
olvidar que en las demás también hay parte de verdad, tiene que defender el
primado petrino como “siervo de los siervos de Dios” y también hay que ser
conscientes del importante papel que desempeña en la evangelización y la
misión.
Historia y Teología del Ecumenismo 7

CONCLUSIÓN

En la Iglesia Católica debemos animarnos unos a otros, con el Papa y los obispos
a la cabeza, para que en la vida ordinario se puedan traducir los avances del
ecumenismo. Para que seamos uno. Para que el mundo nos vea y pueda creer la
coherencia entre anunciar la Buena Noticia de la salvación y la reconciliación
cuando nosotros también estemos reconciliados entre nosotros.

«Ofrezco mi vida por la Iglesia, por la continuación del Concilio Ecuménico, por
la paz en el mundo y por la unión de los cristianos... Mis días en este mundo han
llegado a su fin, pero Cristo vive y la Iglesia debe continuar con su tarea. Ut
unum sint, ut unum sint». Éstas fueron las últimas palabras de un Papa
verdaderamente preocupado por el testimonio de la Iglesia ante el mundo y al
que le dolía la separación de corazón.

Ojalá podamos nosotros, yo mismo, tener ese fervor y ese celo. Abrir la mente,
eliminar prejuicios, acercarnos a los otros cristianos, a los “hermanos separados”,
para que siendo uno, el mundo lo vea y diga: “¡Mirad cómo sea aman!” y puedan
dar gloria a Dios, no a nosotros por nuestros méritos.

Que sean el amor del Padre, la gracia del Hijo y la fuerza del Espíritu Santo lo
que nos impulse adelante. Siempre, y cierra así la encíclica, en acción de gracias,
oración y a alabanza a la Trinidad.

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