Resumen Sobre "Ut Unum Sint"
Resumen Sobre "Ut Unum Sint"
Resumen Sobre "Ut Unum Sint"
2024
Historia y Teología del Ecumenismo 1
INTRODUCCIÓN
Ut unum sint es la décimo segunda encíclica escrita por el Papa Juan Pablo II en
1995 que se centra en el ecumenismo, es decir, en la búsqueda de la unidad de
todos los cristianos. Que sean uno1 es el clamor y el deseo de la oración del
mismo Jesús que nos llega hasta nosotros.
Pablo VI dio un paso crucial con aquella declaración conjunta del 7 de diciembre
de 1965 y el reconciliador abrazo con Atenágoras I.
El mismo Juan Pablo II, autor de la presente encíclica como ya he dicho, ya había
adelantado su preocupación en su carta apostólica Tertio Millennio Adveniente
sobre la falta de unidad entre los cristianos y el anti testimonio que ello conlleva
para la evangelización mundial2.
El resumen que quiero hacer será rescatando las ideas más esenciales de cada
parte para poder entender la enjundia de esta encíclica, que sin ninguna duda es
una de las publicaciones de la Iglesia Católica más influyentes en este campo tan
fundamental para los cristianos: el ecumenismo.
1
Jn 17, 21-23
2
TMA 34
Historia y Teología del Ecumenismo 2
RESUMEN
1. En el primer capítulo, compuesto por los números del 6 al 40, se trata más en
profundidad el camino de diálogo y comprensión ecuménicos desde el punto de
vista de la Iglesia Católica.
«Este santo Sínodo exhorta a todos los fieles católicos a que, reconociendo los
signos de los tiempos, participen diligentemente en el trabajo ecuménico». (Decr.
UR 4). El Concilio Ecuménico Vaticano II abre el camino en el seno de la Iglesia
Católica a reforzar la labor ecuménica: por una parte, animando a todos a
deshacerse de ofuscaciones, y por otra, alentando a aceptar lo bueno de las otras
Confesiones cristianas pues, aunque no gocen del grado pleno de comunión con
la Iglesia Católica, pueden ser medios de salvación. Por ejemplo, lo ya dicho
sobre que el sacramento del Bautismo es común para todos, ayuda que algunos
mantengan la Sagrada Escritura o la imagen de la Virgen María y otras formas de
oración y ritos.
«No hay verdadero ecumenismo sin conversión interior» (UR 7). En el primer
párrafo ya mencionaba uno de los principios que hay que tener en cuenta. El
ecumenismo no es unir a lo mío a los demás, como si uno no tuviera culpa de
Historia y Teología del Ecumenismo 3
nada y pudiera despreciar a su antojo, sino saber integrar lo del otro en una
misma doctrina objetiva manteniendo igual alguna pequeña diferencia. Pero todo
ello va precedido, repito, de una metanoia. Como para tantas cosas, el sentido
común, la lógica y la buena voluntad tienen que ir por delante para poder cambiar
uno su mentalidad y abrirse. Sabiendo que tampoco nos tenemos que ir al otro
extremo del “todo vale” y cargarnos Tradición o Magisterio, por ejemplo. No, la
unidad se da en la diversidad, pero siempre con motivos inamovibles, por
ejemplo, la doctrina. Pues la Verdad siempre va a ser verdad, por esto el
consenso humano alejado de la verdad de Dios no nos llevaría a ningún sitio.
Pero sí ayuda la Verdad, que es Cristo, el Credo, los sacramentos y los ministros.
Por último, saber trabajar juntos, pues se me viene ahora a la cabeza la frase de
“la doctrina separa, el servicio une”5 que hemos estudiado en Eclesiología como
uno de los modelos de ecumenismo. La colaboración, la predicación y la acción
de lo mismo es signo visible de unidad.
3
Ut Unum Sint 35
4
Ecclesiam Suam III
5
J. L. CABRIA ORTEGA, HACIA UN IGLESIA CREÍDA, PENSADA Y CREÍBLE, Monte Carmelo, Burgos 2014,
318.
Historia y Teología del Ecumenismo 4
Como humanos que somos, a la vez que cristianos, vivimos en una sociedad que
nos impulsa a convivir en comunión, en solidaridad, concordia, hermandad del
mundo. Porque cuando primeramente experimentamos la unidad en aspectos
sociales, por ejemplo, es más fácil llegar a comprender que no nos separan tantas
cosas cuando nuestra única causa es Cristo y el Evangelio por parte de dirigentes
y de fieles.
También se subraya de nuevo la idea de reconocer lo bueno que tienen las demás
Confesiones cristianas y volver a fijarse en lo común y santo que tenemos todos:
el misterio de Cristo y el regalo de su gracia.
Las Iglesias ortodoxas orientales cierto es que desde que se vivieron las primeras
separaciones en los primeros siglos de la historia del cristianismo siempre se han
mantenido, al menos, los sacramentos y la sucesión apostólica. Lo que se había
perdido era la misma confesión de fe por culpa de las herejías. El mayor avance
lo ha dado el diálogo ecuménico con algunas de ellas para poder confesar al
mismo Jesucristo, verdadero Dios y hombre. Logros muy luchados por los
últimos Papas.
Iglesia ortodoxa del Este: ya sabemos que mantenemos la misma fe y los mismos
sacramentos, si bien discrepan en la comunión con la Sede petrina. Estos puntos
han de servir de referencia y enriquecimiento mutuo entre Oriente y Occidente,
Historia y Teología del Ecumenismo 5
La historia y el trato con los protestantes sabemos es más duro por la lejanía en
temas doctrinales. Sin embargo, se buscan similitudes y acercamientos como por
medio de la veneración a la Sagrada Escritura, aunque rechazan el Magisterio,
puente básico de unión para no caer en errores de libre interpretación. Así como
con los sacramentos, con el Bautismo no hay problema, pero no ven lo mismo de
importante en el resto, en especial en el orden sacerdotal y, por tanto, tampoco en
la Eucaristía.
Es preciso, por todo ello, mantener diálogo con las demás Iglesias y
Comunidades cristianas, de tal manera que se puede ir profundizando en los
grandes temas de los que hemos hablado en este documento: Biblia, Tradición,
sacramentos, Magisterio, Romano Pontífice y María.
No debemos olvidar todos los frutos ya cosechados hasta ahora, impulsados por
el Espíritu Santo, que debemos acoger como propios y comenzar a darles vida.
La Iglesia Católica debe esforzarse para conocer mejor a las demás comunidades
cristianas, debe ser consciente de que en ella está la plenitud de la revelación sin
olvidar que en las demás también hay parte de verdad, tiene que defender el
primado petrino como “siervo de los siervos de Dios” y también hay que ser
conscientes del importante papel que desempeña en la evangelización y la
misión.
Historia y Teología del Ecumenismo 7
CONCLUSIÓN
En la Iglesia Católica debemos animarnos unos a otros, con el Papa y los obispos
a la cabeza, para que en la vida ordinario se puedan traducir los avances del
ecumenismo. Para que seamos uno. Para que el mundo nos vea y pueda creer la
coherencia entre anunciar la Buena Noticia de la salvación y la reconciliación
cuando nosotros también estemos reconciliados entre nosotros.
«Ofrezco mi vida por la Iglesia, por la continuación del Concilio Ecuménico, por
la paz en el mundo y por la unión de los cristianos... Mis días en este mundo han
llegado a su fin, pero Cristo vive y la Iglesia debe continuar con su tarea. Ut
unum sint, ut unum sint». Éstas fueron las últimas palabras de un Papa
verdaderamente preocupado por el testimonio de la Iglesia ante el mundo y al
que le dolía la separación de corazón.
Ojalá podamos nosotros, yo mismo, tener ese fervor y ese celo. Abrir la mente,
eliminar prejuicios, acercarnos a los otros cristianos, a los “hermanos separados”,
para que siendo uno, el mundo lo vea y diga: “¡Mirad cómo sea aman!” y puedan
dar gloria a Dios, no a nosotros por nuestros méritos.
Que sean el amor del Padre, la gracia del Hijo y la fuerza del Espíritu Santo lo
que nos impulse adelante. Siempre, y cierra así la encíclica, en acción de gracias,
oración y a alabanza a la Trinidad.