TEMA 1. Prehistoria A Edad Moderna
TEMA 1. Prehistoria A Edad Moderna
TEMA 1. Prehistoria A Edad Moderna
La Prehistoria es el término con el que se designa al periodo que abarca desde los
primeros homínidos hasta la invención de la escritura.
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Durante la etapa del Neolítico, en la zona de levante se desarrolló un arte muy
singular. Representaciones de figuras humanas muy esquematizadas, monocromas, con claro
sentido narrativo (cazando, danzando, recolectando). Las más interesantes están en las
cuevas de Valltorta (Castellón) y Cogul (Lérida).
LOS IBEROS.
Los iberos se asentaron en el sur de la península y en la costa mediterránea. Eran un
conjunto de pueblos sin unidad política entre ellos. Su economía se basaba en la agricultura y
en la ganadería. Establecieron relaciones comerciales con fenicios, griegos y cartagineses.
Acuñaron moneda. Los poblados estaban amurallados y se localizaban en zonas de fácil
defensa.
El arte estuvo muy influenciado por los pueblos griego y cartaginés. Era un arte
figurativo en el que predominaba la funcionalidad religiosa o funeraria. Sus esculturas
representan figuras humanas y de animales, tanto reales como imaginarios. Piezas destacadas
son la Dama de Elche y la Dama de Baza.
LOS CELTAS.
Pueblo de origen indoeuropeo que se asentó en la península a comienzos del primer
milenio. Procedían de centro Europa y ocuparon la meseta y el noroeste peninsular. Aportaron
numerosos avances como el uso de la metalurgia del hierro. Sus asentamientos más
característicos fueron los castros. Su actividad principal fue la ganadería.
EL REINO DE TARTESSOS.
La cultura tartesia alcanzó su máximo apogeo entre el siglo VIII y VI a.C. Tuvo su
centro geográfico en el sur de Andalucía y baja Extremadura. Disponemos de pocas fuentes
para el estudio de esta cultura, al margen de alguna que otra referencia en las obras de los
historiadores griegos y en el estudio de yacimientos como los de Cancho Roano (Badajoz) y
Carambolo (Sevilla). Su economía se sustentaba en la minería (plata, cobre, oro), en la
ganadería y en la metalurgia del bronce. A partir del siglo VI a.C. esta cultura desapareció;
algunos historiadores sostienen que llegaron a fusionarse con los fenicios.
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2. LA PENÍNSULA IBÉRICA BAJO LA DOMINACIÓN ROMANA.
A partir del siglo III d.C. el imperio romano comenzó a padecer graves problemas que
marcaron el inicio de su decadencia. En el siglo V d.C. los pueblos germánicos acabarían con
el poder imperial y constituirán nuevos reinos: francos, suevos, visigodos... Los emperadores,
incapaces de organizar una defensa adecuada, se vieron obligados a pactar con estos pueblos
y cederles tierras y dinero, hasta la definitiva caída del Imperio romano de Occidente en el año
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476, al ser depuesto el último emperador, Rómulo Augústulo. Este hecho marcó el final de la
Edad Antigua.
Los visigodos eran un pueblo germano que se había asentado en la Galia. A principios
del siglo VI, tras ser derrotados por los francos se instalaron en la península, expulsando a
otros pueblos bárbaros como los suevos, los vándalos y los alanos, y donde crearon el reino
visigodo de Toledo. Los visigodos eran una minoría en comparación con la población hispano-
romana, y nunca se integraron plenamente con esta.
Desde el punto de vista político, el estado visigodo se aglutinaba en torno a una
monarquía fuerte. Destacaron monarcas como Leovigildo, Recaredo, quien se convirtió al
catolicismo, o Recesvinto que compendió la legislación (de origen romano) en el Fuero Juzgo,
que constituyó el principal legado visigodo a los futuros reinos peninsulares.
La sociedad visigoda era esencialmente rural. Las antiguas ciudades romanas se
hallaban en plena decadencia y la crisis comercial había fomentado la autosuficiencia. La
posesión de la tierra, determinaba el grado de riqueza; y esta estaba en manos de la nobleza.
También abundaban los esclavos y los siervos.
El siglo VIII fue una etapa de decadencia y descomposición, abundando las luchas
dinásticas; una de estas luchas, entre Don Rodrigo y los herederos del rey Witiza, abrió la
puerta a los musulmanes en la batalla de Guadalete en el año 711.
4. AL-ÁNDALUS (711-1492).
El emirato (714-929).
En al-Ándalus se estableció un emirato dependiente sometido a la autoridad del
califato de Damasco, centro político y religioso del mundo musulmán de esta época.
En el año 750 la dinastía Omeya, que hasta ese momento había gobernado en
Damasco, fue depuesta del poder violentamente y una nueva dinastía pasó a dirigir el califato:
la Abasí. Uno de sus primeros objetivos fue la eliminación de la familia Omeya.
A pesar de todo, uno de sus miembros, Abd al-Rahman I, logró sobrevivir y huyó a al-
Ándalus (755), donde conservaba apoyos, proclamándose emir de al-Andalus y fijando su
capital en Córdoba. Surge así en Al -Ándalus un emirato independiente, aunque se siguió
respetando la autoridad religiosa del califa de Bagdad, nueva capital del mundo islámico.
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Los almorávides y los almohades (1086-1246)
Los almorávides eran bereberes del norte de África que profesaban los principios
más estrictos del islam. Esas creencias inspiraron un movimiento político-religioso que los llevó
a crear un verdadero imperio en el Magreb.
En 1086 los almorávides cruzaron el estrecho de Gibraltar, derrotaron a los
castellanos e iniciaron la ocupación de amplias zonas del centro y del sur de la península. Su
dominio se basó en la ocupación militar y en la imposición de una estricta ortodoxia
religiosa. Posteriormente, los almorávides serían sustituidos por los almohades,
ideológicamente muy semejantes a los almorávides, que seguirían sus enfrentamientos con los
reinos cristianos. Durante este periodo la capital de al-Ándalus se trasladó a Sevilla.
La derrota de los almohades en la batalla de Las Navas de Tolosa (1212) frente al rey
castellano Alfonso VIII marcó el principio de la decadencia de estos pueblos del Magreb en al-
Ándalus.
En este contexto, los principales enclaves del reino fueron cayendo en manos cristianas.
Finalmente, los Reyes Católicos conquistaron Granada en 1492, expulsando al último
rey nazarí, Boabdil. Desaparecía así el último vestigio del dominio musulmán en la Península.
La economía.
La sociedad andalusí fue urbana y mercantil. Tanto la artesanía como el comercio
alcanzaron un gran desarrollo. No obstante, la agricultura, muy avanzada, era la ocupación
de la mayoría de la población.
La agricultura. La gran propiedad agraria era el tipo de explotación más frecuente.
Los principales cultivos eran la tríada mediterránea: cereales, vid (para pasas y vino, a
pesar de la prohibición coránica de consumirlo) y olivo.
Las zonas más fértiles se localizaban en las vegas de los ríos. Allí se desarrolló el regadío, a
partir de redes de acequias y de norias. Se cultivaba arroz, hortalizas, algodón, etc. También
fue muy importante el cultivo de la morera para la cría del gusano de seda.
La artesanía. El sector textil fue la actividad manufacturera más importante,
especialmente la producción de seda. También destacó el trabajo del cuero, la fabricación de
vidrio y cerámica, las armas, la orfebrería y la construcción naval.
El comercio. El comercio alcanzó una notable importancia gracias a una extensa red
urbana y un eficaz sistema de comunicaciones, tanto marítimo como terrestre. En las
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ciudades, las principales zonas comerciales eran los zocos (mercados), que solían situarse
cerca de la gran mezquita.
La cultura andalusí
Al-Ándalus alcanzó un gran desarrollo cultural gracias a la prosperidad económica y a
una cierta tolerancia intelectual, especialmente durante el periodo califal.
El principal impulso vino de las cortes califales, que reunieron importantes bibliotecas y
alentaron la creación y la investigación. Así, Córdoba se convirtió en uno de los referentes
culturales y científicos del siglo X, tanto en el mundo islámico como cristiano.
En el campo literario brilló especialmente el género poético, la filosofía y la historia, con
autores como Averroes. En el campo científico proliferaron los estudios astronómicos, las
matemáticas y la medicina donde sobresalieron los estudios de Abulcasis.
A nivel artístico cabe destacar los magníficos ejemplos arquitectónicos creados por los
andalusíes:
• La mezquita era el principal edificio religioso, se organizaba en torno a la quibla, donde
se localizaba el mihrab. La más sobresaliente es la mezquita de Córdoba. Se empezó a
construir en el siglo VIII, sobre el antiguo solar de la iglesia visigoda de San Vicente y
se terminó en el siglo X, tras varias ampliaciones.
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• El palacio y la alcazaba constituían los principales edificios de la arquitectura civil y
militar. Entre los palacios destacan el de Medina Azahara o la Aljafería de Zaragoza;
entre las alcazabas señalamos las de Málaga, Almería o Badajoz.
• El arte nazarí tiene como obra más emblemática la Alhambra de Granada, un conjunto
compuesto por palacio, jardines y fortaleza, que servía como alojamiento al sultán y a
la corte nazarí. La riqueza y suntuosidad decorativa invade todo este espacio a pesar de
la decadencia política que vivía la corte nazarí, obligada a pagar tributos (parias) a los
reinos cristianos.
El reino asturleonés
El reino asturiano se asentó bajo los reinados de Alfonso II (791-842), que restableció
la legislación visigoda, y de Alfonso III (886-910), que aprovechó la crisis del emirato
cordobés para iniciar la expansión hasta el Duero. En el siglo X, se trasladó la capital a
León, pasando a denominarse reino de León.
En su zona occidental se constituyó el condado de Castilla, zona fronteriza con los
musulmanes gobernada por condes dependientes del reino leonés. En la segunda mitad del
siglo X, el conde de Castilla, Fernán González, aprovechó los problemas dinásticos del reino
asturleonés para proclamarse independiente.
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En el siglo XIII, se unificarían definitivamente los reinos de Castilla y León bajo el
mando de Fernando III, formándose así la Corona de Castilla.
El reino de Navarra
En la Alta Edad Media, el reino cristiano más poderoso es el de Navarra, que prolonga
su hegemonía durante más de un siglo gracias a las políticas matrimoniales y de las relaciones
de vasallaje, y la utilización de la fuerza militar cada vez que encontraba resistencia
La Corona de Aragón
En el siglo XII la expansión aragonesa se aceleró, gracias a la ayuda francesa. Además,
mediante matrimonio entre sus herederos se unifican lo territorios aragoneses y los condados
catalanes, dando como resultado la Corona de Aragón.
La nueva Corona orientó su expansión hacia las costas mediterráneas integrando por
cuatro territorios: Aragón, Cataluña, Valencia y Baleares.
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El proceso de «reconquista» y la repoblación
A partir del siglo VIII los reinos y condados cristianos se extendieron a costa de los
territorios musulmanes, que fueron conquistados en un lago proceso que duró varios siglos y
culminó con la toma de Granada en 1492. Este proceso se conoce como Reconquista. El
concepto fue definido por Alfonso II de Asturias (791-842) que justificó la expansión sobre Al-
Ándalus autoproclamándose heredero de la monarquía visigoda.
La Repoblación es un proceso estrechamente unido a la Reconquista, mediante
la cual los reinos cristianos de la península Ibérica, asientan a pobladores en las tierras
ganadas a los musulmanes, asegurándose así los territorios conquistados.
El proceso varió a lo largo de los siglos, utilizándose distintos modelos según las
características de los repobladores, intenciones de los reyes cristianos, situación política, etc.
Hasta el siglo X, desde el norte penínsular hasta el río Duero (donde los territorios
estaban prácticamente despoblados) y al sur de los Pirineos, las tierras fueron ocupadas por
campesinos libres, a los que se les reconocía su propiedad con solo cultivarlas, lo que se llamó
presura o aprisio.
Entre los siglos XI y XII se llevó a cabo la llamada repoblación concejil en las zonas
comprendidas entre el los valles del Duero y el Tajo en Castilla y León, y el valle del Ebro
en el este peninsular. Consistía en dividir el territorio en alfoces –el equivalente a nuestros
términos municipales- con una ciudad o villa en la que se asentaban los pobladores y los
representantes del poder real. Estas ciudades y villas se gobernaban a través del concejo
(ayuntamiento), y una vez que se constituía éste, el rey otorgaba a la ciudad un fuero o una
carta puebla que venía a ser una serie de privilegios y exenciones para atraer a pobladores.
A partir del siglo XIII los protagonistas de la repoblación serán las órdenes
militares (Calatrava, Santiago, Alcántara, Montesa...), instituciones de monjes-guerreros que
surgen en Tierra Santa para luchar contra el Islam y que se instalaron también en España,
participando en la reconquista de tierras de Extremadura, la Mancha, Teruel y norte de
Castellón. Por todo ello recibieron extensas zonas, poco pobladas, con lo que predominará el
latifundio que se orientará a la explotación ganadera.
En la segunda mitad del siglo XIII se repuebla el valle del Guadalquivir y el
litoral levantino. Aquí la forma típica fue el repartimiento: tras la conquista de las ciudades
se hacía inventario y se repartían los bienes entre los que habían participado en ella. Esto
determinó el predominio del latifundio en manos de la nobleza y la Iglesia.
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6.2. LA ORGANIZACIÓN POLÍTICA DE LOS REINOS CRISTIANOS
La sociedad.
La sociedad medieval se dividía en tres estamentos: nobleza, clero y estado llano. La
nobleza y el clero disponían de privilegios fiscales, sociales y jurídicos. El pueblo llano abarcaba
a la inmensa mayoría de la población carente de privilegios.
1 Mayorazgo: Institución que aparece en la Edad Media por la cual gran parte de las propiedades (generalmente tierras) de una familia noble
tiene que pasar obligatoriamente en herencia a uno de sus hijos y no puede ser vendida ni dividida.
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El estado llano
Los campesinos constituían la mayoría de la población, y entre ellos existían notables
diferencias: en el norte, abundaban los campesinos libres dueños de pequeñas
propiedades; en los territorios que se fueron conquistando a los musulmanes en la mitad sur
de la Península, se establecieron grandes señoríos nobiliarios o eclesiásticos, y allí los
campesinos no eran propietarios de las tierras.
En las ciudades vivían fundamentalmente artesanos y comerciantes. La expansión
comercial del siglo XIII potenció el crecimiento y la riqueza de las ciudades, en ellas se formó
una oligarquía urbana protegida por la monarquía.
En los primeros siglos de la Edad Media, en los reinos cristianos predominó una cultura
rural que se desarrolló en los monasterios. Allí los monjes crearon los escriptorios, donde se
copiaban a mano obras religiosas, o de la antigüedad clásica. De esta manera se fueron
creando pequeñas bibliotecas donde se preservó parte de la cultura antigua y del propio saber
de la época. La formación tenía lugar en latín, que era la lengua oficial de la Iglesia.
A partir del siglo XIII, el relevo de los monasterios lo tomaron las ciudades, donde se
crearon las escuelas catedralicias y las universidades. Los reyes apoyaron el surgimiento de
las universidades porque les permitía arrebatar a la Iglesia la exclusividad cultural. La primera
universidad creada en la península fue la de Salamanca (1218).
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La relación con la intelectualidad islámica y judía se plasmó en la colaboración de sabios
de las tres religiones. La Escuela de traductores de Toledo, desarrollada por el rey Alfonso
X el Sabio en el siglo XIII, comprendió al conjunto de traductores que a partir de ese siglo
desarrollaron su labor en dicha ciudad. Llevaron a cabo la traducción e interpretación de textos
clásicos greco-latinos, que habían sido traducidos del árabe o del hebreo al latín y al
castellano. Esto fue posible porque tras la conquista de la ciudad por los castellanos en 1085
permanecieron en la misma comunidades judías y musulmanas, lo que facilitó la comunicación
cultural de ambas comunidades con la cristiana. Los textos traducidos eran de diversa
temática, destacando los de filosofía, teología, astronomía, medicina y otras ciencias. La
actividad de esta Escuela ayudó al renacimiento filosófico, teológico y científico primero de
España y luego de todo el occidente cristiano.
Otro fenómeno cultural de gran importancia fue la aparición de la literatura en lenguas
vernáculas. El latín fue evolucionando desde la época visigoda y dio lugar a las lenguas
romances: castellano, gallego y catalán. A partir del siglo XIII dio lugar a una literatura
cortesana basada en temas amorosos y épicos (“Cantar del Mío Cid”).
El Camino de Santiago es una ruta de peregrinación que se ha mantenido viva desde
el siglo IX, cuando se descubrió el supuesto sepulcro del apóstol Santiago. Durante la Edad
Media fue un elemento fundamental para el desarrollo urbano y comercial del norte peninsular,
para cohesionar los diferentes reinos cristianos, y de conexión con el resto de Europa, siendo
la vía de entrada del arte románico a la península ibérica.
El reinado de los Reyes Católicos (RR.CC.) fue el punto de partida del Estado moderno
en España. Durante su gobierno tuvieron lugar la creación de la monarquía autoritaria, la
unificación dinástica de los territorios, el descubrimiento de América y la expansión
ultramarina, la conquista de Granada, y la unificación religiosa.
Desde 1516 hasta 1700 la dinastía de los Austrias ocupó el trono de España: durante el
siglo XVI los Austrias Mayores (Carlos I y Felipe II), y durante el siglo XVII los Austrias
Menores (Felipe III, Felipe IV y Carlos II). Si durante el siglo XVI la monarquía hispánica fue
el Estado más poderoso, durante el XVII se inicia el declive político que llevó a la pérdida de la
hegemonía mundial. Sin embargo, en el mundo artístico e intelectual, se impusieron el
Renacimiento y el Barroco con gran esplendor cultural.
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A pesar de que ambas Coronas estaban gobernadas por la misma dinastía –los Trastámara-, el camino hacia la unión dinástica entre Fernando e
Isabel fue complicado. Los RR.CC. se casaron en 1469. La boda fue en secreto porque las relaciones entre los dos reinos eran tensas. Al conocer la
noticia el rey castellano Enrique IV (el Impotente), hermano de Isabel y a la que él había nombrado heredera el año anterior, revocó su testamento
en favor de su hija Juana “la Beltraneja”.
A la muerte del rey castellano se inició una guerra dinástica (1474-1479) entre los partidarios de doña Juana –apoyada por Alfonso V de Portugal- y
los de Isabel -apoyados por los reyes de Aragón-. El desenlace tuvo lugar en la batalla de Toro, que consolidó a Isabel como reina, de hecho había
sido proclamada como tal en 1474. La victoria supuso la unión de los dos reinos más importantes de la península (Castilla y Aragón).
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comerciantes castellanos seguían considerándose extranjeros en Aragón o los valencianos en
Castilla.
La política de los Reyes Católicos se basó en tres principios: el fortalecimiento del poder
real creando una monarquía autoritaria, la uniformidad religiosa y una política exterior
expansionista.
Tras Colón los españoles ocuparon casi todas las islas del Caribe y pasaron al continente.
El proceso de exploración y conquista del nuevo mundo tuvo varios hitos destacados:
• Vasco Núñez de Balboa atravesó el istmo de Panamá y descubrió el océano Pacífico
(1513).
• Entre 1519 y 1522, Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano, realizaron el
primer viaje de circunnavegación al mundo. En este viaje se tomó posesión de las islas
Filipinas.
• Entre 1519 y 1550 se llevaron a cabo las grandes conquistas en América:
o Hernán Cortés. Con pocas tropas, y la ayuda de pueblos indígenas enemigos
de los aztecas, emprendió la conquista del imperio azteca (1519-1521).
o Francisco Pizarro y Diego de Almagro conquistaron el imperio inca (1531-
1532), comprendido entre Ecuador, Perú y Bolivia.
En estas victorias fue importante la superioridad del armamento europeo (armas de
fuego, cañones, acero...) y, sobre todo, las desavenencias entre pueblos indígenas, que
jugaron a favor los españoles.
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Consecuencias de la conquista.
Desde el primer momento se planteó la legalidad de la misión colonizadora y para ello
el papa Alejandro VI concedió a la Corona de Castilla el derecho a evangelizar esos
territorios (según la mentalidad medieval el Papa es el dueño legítimo de los territorios
poblados por infieles).
Con respecto a las poblaciones indígenas, desde el punto de vista legal fueron
considerados vasallos de la Corona Castellana, igual que los peninsulares, pero en la práctica
fueron sometidos a innumerables abusos que con los siglos forjó la leyenda negra de las
Indias.
A cada colono español se le encomendaron varios indios para que procediera a su
evangelización, pero desgraciadamente fueron sometidos a trabajos forzados en
plantaciones y minas, aunque estaba prohibido. En poco tiempo la población indígena mermó
de manera considerable y escandalosa. La dureza de los trabajos forzados y el contacto de
estas poblaciones con enfermedades desconocidas como la viruela, la sífilis o el sarampión
produjeron una elevada mortandad e hizo necesario reemplazar en algunos casos a los
indígenas por esclavos africanos.
Los abusos que generaron las diversas formas de explotación de nativos americanos
fueron pronto denunciados por algunos misioneros, entre los que destacó fray Bartolomé de
las Casas. Las propuestas fueron escuchadas por Carlos V, que en 1542 promulgó las Leyes
Nuevas de Burgos destinadas a proteger a los indios, aunque los abusos continuaron en la
práctica.
El idioma español y portugués se impusieron en sus respectivas zonas de dominio, y la
religión católica pasó a ser dominante. Se produjo un mestizaje (criollo, mestizo, zambo),
consecuencia de las relaciones entre colonos e indígenas. Productos como el tabaco y
alimentos como el maíz, la papa (o patata), la batata, el cacao, la vainilla o el tomate
llegaron a Europa y se convirtieron en parte integral de la dieta.
A nivel económico, el hecho más destacado fue la masiva extracción de oro y la plata,
que ocasionó una revolución de los precios en Europa. La llegada de estos metales
preciosos, que inundaron el mercado monetario de Europa y el aumento de la cantidad de
dinero en circulación, produjo un espectacular aumento de precios, puesto que la oferta no se
ajustaba a la demanda de alimentos y productos. Esta fue una de las causas de la crisis
económica que afecto a Europa en el siglo XVII.
La herencia recibida.
Carlos I era hijo de Felipe “el Hermoso”, heredero de Maximiliano I de Austria y de María
de Borgoña, y de Juana “la Loca”, la heredera de los Reyes Católicos. La muerte de su padre y
la incapacidad de su madre dejaron en sus manos una combinación de reinos y territorios que
le convirtieron en el monarca más poderoso de su tiempo:
• De su abuela materna, Isabel de Castilla, recibe la corona de Castilla, Canarias, las
plazas norteafricanas y los territorios americanos.
• De su abuelo materno, Fernando de Aragón, obtiene la Corona de Aragón y sus
posesiones italianas (Cerdeña, Sicilia y Nápoles)
• De su abuela paterna, María de Borgoña, hereda los Países Bajos, Luxemburgo y el
Franco Condado.
• De su abuelo paterno, Maximiliano de Austria, recibe sus posesiones en Austria y
Alemania, y los derechos al trono imperial (Sacro Imperio Romano Germánico).
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religiosa (catolicismo) y el desarrollo de la idea de la monarquía universal.
Política interior.
Carlos I (nacido en Gante, Bélgica) llegó a España cuando apenas era un joven de
dieciséis años, sin conocer el idioma castellano y rodeado de un grupo de consejeros
extranjeros, principalmente flamencos. Esto dificultó su aceptación por castellanos y
aragoneses.
Mientras el monarca se ocupaba de consolidar su gobierno, llegó la noticia de la
muerte de su abuelo Maximiliano I de Austria (1519), lo que le convertía en candidato a la
corona imperial. Inmediatamente marchó para ser coronado como el emperador Carlos V. En
esos momentos el rey valoraba más sus posesiones flamencas y alemanas que las españolas.
Mientras, en España, tuvieron lugar dos graves acontecimientos:
• En Castilla se extendió el malestar porque este reino pagaba la elección de Carlos como
emperador y porque el rey nombró a extranjeros para los altos cargos. El descontento
desembocó en la revuelta de las Comunidades (1520), una rebelión contra la
corona. Tras la derrota de los comuneros en la batalla de Villalar (1521) y la
ejecución de los cabecillas (Padilla, Bravo y Maldonado), Carlos I rectificó sus errores. A
partir de ese momento, la lealtad de Castilla a la corona será absoluta.
• En la corona de Aragón al mismo tiempo que la revuelta comunera pero sin ningún tipo
de conexión, surge el llamado movimiento de las Germanías (1520-1522). Se inició
en Valencia cuando los gremios se hicieron con el poder en la ciudad. Fue una pugna
entre la burguesía (artesanos) y la nobleza por el control de la ciudad, pero también
entre los campesinos y los señores en el mundo rural. Finalmente, los sublevados
fueron derrotados.
Ambos conflictos reforzaron la monarquía, que se impuso a las Cortes y demostró a la
nobleza que necesitaba del ejército real para contener el malestar social.
En 1556 Carlos I agotado tras una vida entera en los campos de batalla cedió los
títulos de emperador de Alemania a su hermano Fernando y abdicó en su hijo Felipe
el resto del Imperio. A continuación, ya enfermo, seretiró al monasterio de Yuste
(Extremadura) donde moriría en 1558.
Política interior.
A pesar del enorme poder que poseyó, Felipe II tuvo que hacer frente a varias
rebeliones, la más importante de las cuales fue la rebelión de los moriscos de las Alpujarras
(1568). Los moriscos eran descendientes de los antiguos musulmanes granadinos que se
rebelaron ante el mandato que les obligaba a abandonar su lengua, vestidos y tradiciones.
Ante la magnitud del conflicto y el peligro de que los 150.000 moriscos rebeldes recibieran
ayuda turca, Felipe II encomendó sofocar la revuelta a su hermanastro D. Juan de Austria.
Tras duros enfrentamientos parte de los moriscos abandonaron la península y el resto se les
dispersó por Castilla para forzar su integración, pero siguieron viviendo en comunidades
aisladas y rechazadas por los cristianos.
Pero el problema interno más grave durante todo el reinado de Felipe II fue la crisis de
la Hacienda a causa de la política exterior. El Estado se declaró en bancarrota hasta en tres
ocasiones.
Política exterior.
Felipe II fue el monarca más poderoso de su época, sobre todo a partir de la unión con
Portugal en 1580. Sin embargo, el mantenimiento de este extenso imperio no estuvo exento
de conflictos. En Europa hubo de hacer frente a la rebelión de los Países Bajos y a la
creciente hostilidad de Inglaterra. En el Mediterráneo, le esperaba de nuevo el imperio turco.
• Francia. Al comienzo de su reinado Felipe II liquidó los asuntos pendientes con Francia
derrotándola definitivamente en la batalla de San Quintín (1557). A partir de este
momento Francia quedó neutralizada.
• El imperio turco. El Imperio Turco volvía a avanzar con fuerza por el Mediterráneo
amenazando las posesiones españolas y las del Papado y Venecia. Con la colaboración
de estas potencias se formó la Santa Liga. Se preparó una enorme flota de galeras al
mando de Don Juan de Austria, en la que España aportaba la mayor parte de hombres
y barcos. El enfrentamiento naval tuvo lugar en Lepanto (1571) en lo que fue la
batalla naval más sangrienta de la historia. La victoria española fue aplastante y vivida
como un triunfo decisivo de toda la Cristiandad.
• Inglaterra había sido una aliada tradicional de España durante el reinado de Carlos I, y
el propio rey Felipe II fue rey consorte inglés gracias a su matrimonio con la reina María
I Tudor. Con la llegada al trono inglés de Isabel I (1558) las relaciones con España se
hicieron cada vez más tensas. La nueva reina, apoyó a los rebeldes protestantes de los
Países Bajos y fomentó las actividades de los corsarios ingleses en el Atlántico,
comenzando una campaña de acoso y rapiña a los barcos españoles procedentes de
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América. En 1588, Felipe II intentó la invasión de Inglaterra y para ello reunió una
poderosa flota en el Canal de La Mancha, pero la mala planificación y las adversidades
meteorológicas dieron al traste con sus barcos, sufriendo graves pérdidas. Así fracasó la
invasión y surgió el mito de la mal llamada “Armada Invencible”.
• En 1566, en los Países Bajos comenzó una rebelión contra Felipe II en la que se
mezclaban las causas políticas (deseos nacionalistas de los holandeses) y religiosas
(extensión del calvinismo). Finalmente, el territorio quedó dividido: las provincias
católicas del sur permanecieron fieles al Felipe (actual Bélgica) y las del norte
continuaron su lucha contra España. Estos territorios rebeldes pasaron a llamarse
Provincias Unidas (actuales Países Bajos) y se convirtieron en una de las grandes
potencias marítimas del momento y uno de los principales rivales de España, con quien
siguió en guerra hasta 1648.
• Unión con Portugal (1580). Felipe II tenía opción a heredar el trono de Portugal al ser
nieto de Manuel I. Al morir el rey portugués (Don Sebastián), Felipe reivindicó su
derecho al trono y lo consiguió con el apoyo de la nobleza portuguesa. Con esta unión
se creó el mayor imperio territorial y marítimo conocido hasta entonces.
Felipe III heredó el imperio más extenso y poderoso del mundo cuando accedió al trono
en 1598. Pero el joven rey se inclinaba más al ocio y a la vida cortesana que a las tareas
de gobierno. Por ello, con Felipe III se estrenó la figura del favorito o valido, una especie de
primer ministro, generalmente miembro de la alta nobleza, que adquiría plenos poderes en los
asuntos de Estado y que ejercía el mando como si fuese el monarca. Era un cargo de
designación real, por lo que su cese y nombramiento dependían de la voluntad del rey. Para
este cargo Felipe III designó al duque de Lerma.
Los validos se convirtieron en figuras habituales en la política española del siglo XVII,
casos del duque de Lerma y el de Uceda con Felipe III, el conde-duque de Olivares o el duque
de Haro con Felipe IV; aunque llegarían a existir hasta en el siglo XIX, caso de Manuel Godoy,
valido del monarca Carlos IV.
En muchas ocasiones, los validos ejercieron el poder en función de sus intereses
particulares, por lo que predominó el nepotismo y la corrupción. Además, algunos de ellos
accedieron al poder por el mero capricho del rey o de la familia real, sin méritos de ningún tipo
en el orden político o administrativo. Es por ello que se considera que sus actuaciones son una
de las causas de la crisis de la monarquía hispánica en el siglo XVII.
Política interior.
En el panorama interior dos cuestiones marcaron el reinado: la crisis financiera y la
expulsión de los moriscos:
• La crisis financiera de la monarquía tenía sus orígenes en el reinado anterior. Para
remediarla se impulsó una política exterior pacifista y una serie de reformas
económicas. Sin embargo, estas medidas, llevadas a cabo por los arbitristas, no
consiguieron acabar con la deuda, en gran parte por los desmedidos gastos de la corte.
El Estado declaró la bancarrota a comienzos del siglo XVII.
• La otra cuestión fue la expulsión de los moriscos en 1609. Los moriscos habían sido
dispersados por Castilla y Aragón tras la rebelión de las Alpujarras. El aislamiento en
sus comunidades, la pervivencia de sus costumbres, el rechazo popular, su elevado
crecimiento demográfico y las sospechas de su permanente contacto con los piratas
berberiscos fueron exacerbando el odio y preparando el terreno para la decisión de
Felipe III de expulsarlos de forma definitiva en 1609. Las repercusiones fueron graves
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en Valencia y Aragón donde la mayoría eran campesinos dóciles y hábiles en las labores
de regadío.
Política exterior.
La política exterior de Felipe III se puede considerar pacifista. El rey y su valido, el
duque de Lerma, llegaron al convencimiento de que mantener abiertos tantos frentes de lucha
supondría inevitablemente la ruina total de la monarquía. Por esta razón intentaron alcanzar
acuerdos de paz y acometer una reforma de la Hacienda que reforzase la monarquía. Para ello
se firmó la paz con Inglaterra, y con las Provincias Unidas (Holanda)se acordó la Tregua
de los Doce Años (1609-1621).
La paz en Europa y la excelente red diplomática que desplegó España han llevado a
hablar de Pax Hispánica al referirse a este reinado.
Felipe IV subió al trono en 1621, con sólo dieciséis años. Por ello desde el primer
momento estuvo bajo la tutela de su preceptor Gaspar de Guzmán, conde-duque de
Olivares, que asumió el papel de valido del joven rey. Ambos tenían más capacidad y visión
política que Felipe III y Lerma, lo que se plasmó en serios proyectos para mejorar la situación
interna y externa de la monarquía.
Política interior.
Felipe IV y, sobre todo, Olivares retomaron una política exterior ofensiva centrada en
mantener el prestigio de España, de ahí la implicación en costosas guerras en Europa. Esta
política exigía grandes cantidades de dinero, pero la Hacienda seguía en crisis, y todo el peso
económico y militar recaía fundamentalmente en Castilla, debilitada y exhausta por las
necesidades de la corona. Para solucionarlo, el conde-duque de Olivares ideó la Unión de
Armas (1625): la creación de un ejército de 150.000 hombres sostenido por todos los reinos
en función de su población y riqueza y no sólo Castilla, como era habitual. Detrás de este
proyecto estaba la idea de una mayor integración y uniformización de todos los
territorios de la monarquía y un reforzamiento del poder absoluto del rey. Pero esta idea
encontró una dura resistencia: Portugal y Cataluña iniciaron una guerra para
independizarse en 1640, cosa que logró Portugal en 1668.
Las rebeliones de la década de 1640 hicieron fracasar la política del conde-duque de
Olivares, quien se retiró del gobierno en 1643. La monarquía quedó sumida en una grave
crisis.
Política exterior.
Felipe IV abandona la política pacificadora de su padre e involucra a España en la Guerra
de los 30 Años (1618-1648), una serie de complejos enfrentamientos con raíces políticas y
sobre todo religiosos (católicos frente a protestantes) que afectaron a los Estados de la Europa
central y del norte (la monarquía española se vio arrastrada a la contienda por los vínculos
familiares y políticos existentes con los Habsburgo austríacos, también católicos).
Durante los primeros años de la guerra los Habsburgo llevaron la iniciativa. Pero la situación
se complicó militarmente para España al abrírsele al mismo tiempo nuevos frentes: en 1621
se reanudó la lucha en los Países Bajos tras la Tregua de los Doce Años. Simultáneamente se
enfrentó en el océano a los ingleses, que fueron rechazados en su intento de tomar Cádiz.
Además, Francia prestó una gran ayuda a los protestantes holandeses, hecho que
conseguiría la aniquilación de los tercios españoles en la batalla de Rocroi (1643).
En 1648, los países europeos, agotados por tantas guerras, se avinieron a firmar la Paz
de Westfalia, la cual ponía fin a la Guerra de los Treinta Años y suponía el reconocimiento por
parte de Felipe IV de la independencia holandesa.
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España y Francia resolvieron sus diferencias en la paz de los Pirineos (1659),
cediéndose a los franceses parte de Cataluña (el Rosellón y la Cerdaña). El tratado fue
refrendado con el matrimonio del rey francés Luis XIV con María Teresa de Austria, hija de
Felipe IV.
España, agotada militar y económicamente, perdió su hegemonía en Europa en favor
de Francia. No obstante, el imperio español conservó casi intactas las posesiones ultramarinas.
Carlos II era una persona enfermiza y débil física y mentalmente que siempre vivió
bajo perpetua tutoría. Hoy se cree que sus patologías eran seguramente el resultado de los
sucesivos matrimonios consanguíneos que realizaban entre sí los miembros de la casa de
Austria, pero en aquella época todos los males y deficiencias del rey se explicaban a través de
la superstición y la brujería, llegando a conocérsele como el “Hechizado”.
Esta incapacidad del monarca dio lugar a que el gobierno fuera controlado y disputado
por sucesivos validos.
Su reinado se caracterizó por el estancamiento administrativo y político, no
obstante, la crisis económica tocó fondo y en los últimos años del reinado asistimos a una
relativa recuperación económica y demográfica.
Hacia 1697 se sabía que el rey estaba próximo a morir. Como no tuvo hijos hubo que
buscar un heredero extranjero. Dos eran los candidatos con vínculos familiares: Felipe de
Borbón, duque de Anjou, candidato francés, y el archiduque Carlos de Austria, candidato
austríaco.
Tras fuertes presiones de ambos bandos, Carlos II dejó como heredero a Felipe de
Borbón, futuro Felipe V. Su decisión contaba con el apoyo de Francia, pero estaban en contra
el resto de potencias europeas (Inglaterra, Holanda y Austria). Por ello, tras la muerte del
monarca en 1700, se inició una guerra por el trono de España: la Guerra de Sucesión.
La sociedad.
El siglo XVI fue un periodo de crecimiento demográfico. La mayor parte de la
población residía en el campo. Las ciudades eran pequeñas y sólo Sevilla superaba los
100.000 habitantes.
A finales de siglo y durante todo el siglo XVII tuvo lugar una acusada crisis
demográfica y la población se estancó. Varias causas explican este estancamiento: las
epidemias de peste que afectaron a la península; las reiteradas malas cosechas, que
provocaban frecuentes crisis de subsistencia; y la expulsión de los moriscos (1609), que hizo
disminuir la población de algunos territorios hispanos: Valencia, Murcia y Aragón.
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7.9. CULTURA: LA ESPAÑA DEL SIGLO DE ORO.
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