Palacios, M. (2011) - Pp. 99-138.
Palacios, M. (2011) - Pp. 99-138.
Palacios, M. (2011) - Pp. 99-138.
1 Esto se despr~nde de: la c:antidad y orden de: importanda de In~ d<X:umentns qur folTllOJn
el archivo del presidente Olava lh•1wra. E.l archivo. de la Academia Colomhian¡¡ de Hbtnlia.
tiene 94 cajas nrg¡¡nizada$ en carpe-tas y contiene miles de rolio.~. Ahon1 puede consuhan;t• t•n ._.¡
Archivo General de la Nación.
LA CUESTIÓN CAMPESINA Y LOS AVATARES DEL ESTADO LIBERAL OLIGÁRQUICO 101
'Baste menciona¡· que e.xiste una amplia \'conocida bibliograffa sohre la economfa cafete·
ra mundial y colombiana. Ha\" que tt""ner p1·t""~t'nte que en !o~ año~ treinta el cultivo de café no
tenía e<:onomfas de escala y era intensivo en mano de obra altamente estacional; que habla tie·
na y trabajo para ampliar la pmducdón 11acional; que est¡¡ban bajando los costos internos de
transporte y que lns mercados lllundialt~s el café presentaban bajas elasticidades de oferta .Y de·
manda. El ciclo climático del Brasil dctclminaba el ciclo de precios mundiales y las politicas
cafeterns de dicho pai.s . .v prokgian la econom!a cafetenl colombiana.
102 LA CUESTIÓN CAMPESINA Y LOS AVATARES DEL ESfADO LlBERAL OLIGÁRQUICO
'En este sentido so.v escéptico con respc•·to a la ~ugercnl'ia de Lapp (2004).
104 LA CUEsnÓN CAMPESINA Y LOS AVATARES DEL ESTADO LIBERAL OLIGARQUICO
los de ruana" (Jimenez y Chemick, 1993, pp. 61- 82). Denunciaron agravios y
reclamaron derechos. ln11mpieron por su cuenta en actividades políticas y,
en el camino, se estrellaron con poderes sodales y estatales reacios al cam-
bio. De este modo muchos conflictos de tierra y trabajo se saldaron con san-
gre. Este fue el caso de grupos campesinos de Fusagasugá y Viotá, localiza-
dos entre polos que contenían liderazgos ~ fuerzas radicales (Bogotá y el
puerto de Girardot) que saltaron a la arena pública en un país que parecía
entrar en la atormentada y tonuosa transición de la "repiiblica oligárquica"
a la "democracia de masas". Si hubo este tipo de democracia quedó incon-
clusa, porque en 1948, con el asesinato de Gaitán y en el contexto de la Gue-
rra Fria, Colombia pasó abruptamente de un tiempo de esperanza democrá-
tica, representada por el caudillo populista asesinado, a una hegemonía
plutocrática que disolvió el proyecto de inclusión sociaL
3. El tercer aspecto de la transfom1ación colombiana tiene que ver con la
fonna como afectó a la clase política. Los protagonistas del teatro político
popular de los años treinta pertenecían a una generación de reformadores
que, bajo la tutela de sus padres pmativos, los Centenaristas, y con clara vo-
luntad de poder y decisión de formar una nueva élite política, propusieron
visiones y concepciones de transfmmación social, aunque no consiguieron
escapar, si es que lo intentaron seriamente, del campo histórico del Estado
oligárquico. Demostraron, eso sí, capacidad para transformar las inconfor-
midades y agravios de colonos y arrendatarios en demandas congruentes al
Estado, y de inducirlo a elaborar doctrinas agrarias contra el latifundismo y
adecuar las instituciones legales para el cambio social. En este proceso f011a-
lecieron el Estado de derecho, pero sin reformar el derecho, ni la práctica
judicial. Puesto que pa11ían de la premisa liberal de que la ley se cambia con
la ley (y, por tanto, que esa era la vía de redefinir los derechos de propiedad,
pública, privada, de los resguardos) a medida que incorporaban nuevos elec-
torados tuvieron que dramatizar la centenaria discordia bipartidista.
La pacificación del contrato social laboral, es decir, la institucionaliza-
ción de las luchas ob1·eras con sus sindicatos y sus huelgas; la salida consen-
suada y gradual a los problcm;:¡s (.Tecien!(•s de pobreza urbana, y las solucio-
nes legales y judiciales a las demandas de tie1Ta de los campesinos y colonos
habían ganado un lugar en el discurso público. Más aun, se cuestionó "la
ametralladora oficial" como medio de confrontar la inconformidad de las
clases populares. Paradójicamente, el propósito se desnaturalizó al anudarse
a la mecánica de la lucha rojiazul. Por todo esto quedó notando la idea que
el cambio de la llamada República Liberal o Revolución Liberal no había
encontrado el cauce democ1"ático, extraviada en un laberinto de ilusiones y
artimañas legalistas.
4. Los políticos reformistas entendieron que la acción colectiva de distin-
tos campesinados ponía en evidencia las "imperfecciones" del sistema legal
de titularidad de la propiedad, de modo que un Estado moderno debía abolir
LA CUESTIÓN CAMPESINA Y LOS AVATARES DEL ESTADO LIBERAL OLIGÁRQUICO 105
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~En efecto, pueden cstah!cco;-rsc e5tm; porcentajes de !a "tasa de replante" rcafetos pl'oduc-
tivosl~-aft:kl!> "nuevos")( 100]: C.'lldas 13%, Cundinamarca S"k, Tolima 13.8%, Promedio Nacio-
nal 13.1%. Y en los municipio~ que nos conckmcn: El Cok•gio 3.3%, Fusagasugá 6.9o/c, La Mesa
2.9%, Nilo 2.3%, Pandi !1.9%, Quipilc 4.!1%, San Antonio 2.5%, San Bemardo 6.8%, Tibacuy
7.7%, Viotá l.Qo/.,, Cunda.v15.8"k, lconon:w 7.5%. Melgar 7,9o/.,. Federación Nacional de Cafete-
ros (1933, pp. 117-150).
108 LA CUESTIÓN CAMPESINA Y LOS AVATARES DEL ESTADO LIBERAL OUGÁRQUTCO
6 Esta enorme propiedad llevaba el nombre de un hermoso árbol (Eryhtrilla edu!is) que da
sombrlo al cafeto~ crece hasta 14 metros; produce una~ llores de color rojo cannesi. de semillus
comestibles; su madera se usa para cercar. En las zonas cafeteras de Cundinamarca se le llama
chocho, balú, chachafmro.
1 Estoy muy agradecido con la profesora Rodo Londoi'\o Botero por habenne facilitado copias
de los reglamentos de El Chocho. Hay que subrayar la rare1.a de este tipo de documentos. Ver.
Reglamento para los arre11datarios { 1896); Reglam~nlo de la Hacienda de El Chocho ( 1916; 1930).
LA CUESTIÓN CAMPESI~A. Y LOS AVATARES DEL ESTA[)O LIBERAL OLIGAROUICO 109
Fron1era "cerrada"
Causas del descontento Frontera "abierta"
El Tequ.endama y
campesino Su mapa;.
Fusagasugá
Propiedad de la tierra 3
Régimen labora] 3
Sistema mulli-empresarial 3
Ahora bien, la posición social del an--endatario era ambigua: decidía so-
bre los cultivos en su estancia (excepto sembrar café), pero no en los grandes
cafetales de las haciendas. De ahí la complejidad social de su ingreso mixto:
el de la estancia y el del jornal en la plantación, al que debe sustraerse el ca-
non en dinero por la parcela o estancia.
Poco se sabe, en cambio, del grupo de peones asalariados al que el PCC
asignó el papel de clase de vanguardia, aliado fundamental de los campesi-
nos en la "lucha antifeudal". Este grupo se abordará aqui en la medida en
que aparezcan en las fuentes.
Hasta mediados de la década de los veinte la hacienda de café había fun-
cionado mediante la combinación pragmática de diversos sistemas de arren-
damiento precapitalista y una organización laboral centralizada en cuanto a
disciplina del trabajo, metas y formas de producción de café (Palacios,
1979b, pp. 111-173). Es decir, mediante un equiliblio precalio que dejaba
latente el conflicto. Por eso en las haciendas de Viotá y Fusagasugá hubo es-
tallidos campesinos en el proceso de comercialización de los productos de
las estancias. En principio, la producción de éstas se repartió confonne al
patrón común de las economías campesinas: a) autoconsumo familiar: b)
fondos de reposición y ampliación, como semillas; e) excedente de intercam-
bio. En algunas haciendas el arrendatario no se obligó a pagar en trabajo
sino en alimentos producidos en la estancia, pero en la mayoría de casos el
excedente salió a los mercados locales aunque con restricciones: el arrenda-
tario pagaba peajes y "aduanillas" por utilizar los caminos de la hacienda;
debía estar al día en sus obligaciones y, finalmente, sólo podía sacar sus pro-
ductos un día a la semana, a pesar de que los pueblos tenían dos días de
mercado.
LA CUESTIÚN CAMPESINA Y LOS AVATARES DEL ESTADO LIBERAL OLIGÁRQUICO 111
Si. aparte de estos problemas internos, las haciendas habían sído desplaza-
das por las fincas medias y campesinas en el volumen de producción nacio-
nal, entonces, ¿en qué situadón quedaron los hacendados cafeteros de la re-
gión bogotana frente a los diligentes del Estado y a la clase alta como
conjunto?, ¿modificaba e~ta relación las trasformaciones inducidas por el
desan·ollo económico .Y los cambios en las configuraciones de poder regio-
nal, político y social?, ¿cómo fraccionaba el desarrollo económico los intere-
ses de la clase aha? En el estado actual de la investigación estas preguntas
sólo pueden ser absueltas parcialmente.
A lomo de la crisis mundial se debilitaba el prestigio social que los ha-
cendados de Cundinamarca ~·el Tolima habían consolidado en el último ter-
cio del siglo XIX. Los negociantes antioqueños del eje Medellín-Manizales ha-
bían tomado la delantera en la comercialización del café aunque, por otra
parte, dependían cada vez más de las estrategias de las casas tostadoras esta-
dounidenses que empezaban a buscar el control comercial a escala mundial.
En consecuencia, se reorganizó el poder gremial como se aprecia en los
cambios internos de estructura organizacional y estilo de liderazgo de la FNC,
a raíz de la gerencia de Ma1·iano Ospina Pérez, y se adoptó una odentación
campesinista, respaldada en el Censo Cafetero de 1932. Los pequeños cafi-
cultores eran los héroes de la nueva Colombia: con sus cultivos de pan coger
parecían imbatibles frente a la drástica caída del precio internacional del
grano (Ospina, 1934). De este modo. la política económica del Estado y la
estrategia de la FNC se orientaron a incrementar la productividad en la co·
men:ialización y a ampliar la base campesina de la caficultura, antes que a
resolver los pmblemas financieros y de manejo de las haciendas.
Entre tanto, las haciendas más extensas fueron más propensas al connic-
to. En búsqueda de explicadont's puede pensarse, en primer lugar, que tales
unidades tenían una masa crilica de UITcndatarios que, a su tumo, podían
moviliza!· a sus familian~s v dependientes como los subarrendatarios. Segun·
do, estas haciendas no p{)dínn comrolar grandes extensiones de reserva mon-
tañosa y enfrentaban invasiones clandestinas. Visto el fenómeno más de cerca,
y con informaciones fragmentarias, puede decirse que la mayoría de conflictos
se presentó en unidades en las cuales fue baja la relación entre la superficie
explotada (superficie de las estancias + supedicie de la plantación de café +
superficie de potrems y cañaduzales) y la superficie predial. En Calandaima
y Buenavista de Viotá, sólo el 10°1,., de la Sliperllcie total estaba explotada en
los ténninos descritos. De los pocos informes sobre parcelación de hacien-
das puede deduciJ-se que en El Chocho, Ceilán, Florencia y Liberia el porcen-
taje de tierra explotada oscilaban entre el 12% y el 21% de la cabida predial
(Palados, 1979b, pp. 135-136) Por el contrario, haciendas que pudiemn evitar
112 lA CUESTIÓN CAMPESlNA Y LOS AVATARES DEL ESTADO LlBERAL OLIGÁRQUICO
Noticia aparecida Espectador a~er poniendo sobre a\·iso todo vecindario hará in-
fluctuosa comisión pensaba organizar semana con fin constatar quienes son res-
ponsables tala de bosques. Respetuosamente permítame opinar debe rectificarse
noticia en sentido decir alcalde no saber por el momento si individuos destruyen
bosques son en realidad miembros-liga campesina o trátese bandoleros mero-
dean esta región (Archiw Mtmictjwl de Vt"otá, Correspondencia, 1937).
FRACCIONAMIENTOS
los gabinetes de la primera administración lópez salieron de las gerencias seccionales del B.A H,
d más eminente de lo.~ cuales flre Darin Echandfa, ex gerente en Arml"'nia.
1 14 LA CUESTIÓN CAMPESINA Y WS AVATARES DEL ESTADO LIBERAL OLIGÁRQUICO
ciendas sacándolas prácticamente del mercado. Esto fue evidente en las ope+
raciones del BAH o de la Gobernación de Cundinamarca.
Las haciendas Java, Ceilán y Buenavista, en Viotá, negociaron la venta
de parcelas a comienzos de 1930. En El Colegio le entraron al juego Entre-
rrios, Santa Helena, San José y Golconda. Bajo la dictadura derechista de
Laureano Gómez y Alberto Urdaneta Arbeláez, así como en la de Rojas Pini-
lla, se aceleraron las parcelaciones voluntarias en El Colegio y Viotá. Al co-
menzare! Frente Nacional quedaba muy poco deJas viejas haciendas: Misio-
nes en El Colegio y Java y Atala en Viotá. La Violencia había hecho retroceder
el país, pues, como en los años veinte, una invasión de trabajadores y arTen-
datarios a la hacienda Florencia de Viotá se consideró caso de "orden públi-
co". Según el respectivo boletín interno de las Fuer7..as Armadas la invasión
había comenzado con SO personas pero "ahora llegan a diario SO, 80 y 100";
se aseveró que muchos eran ex guerrilleros de Villanica, que habían instala-
do un cuartel sobre el que ondeaba el pabellón nacional. que habían fijado
un puesto de observación y que la ciudadanía del casco estaba alannada 12 .
Con todo, la época habfa cambiado; aunque sobrevivirian grandes hacien-
das, como Aguadita y Usatama en Fusagasugá y muchas en Viotá, su preemi-
nencia social era cosa del pasado, como lo puso de presente la "incori7.ación"
en el oriente del Tolima en la década de los sesenta.
El proceso de parcelación puede considerarse un laboratorio de actitu-
des y pautas sociales en el repa110 limitado, controlado y selectivo de la tie-
rra que contribuyó a contener el movimiento de protesta, tal como se infiere
en el Cuadro IV. t.
El número de municipios afectados, muchos de tierra frfa, que aparente·
mente no conocieron expresiones de descontento rural organizado, rebasa
considerablemente el número de municipios cafeteros afectados por éstas,
como se aprecia en el Cuadro IV.2. Aquí se muestra el aJto grado de relación
entre haciendas con algún tipo de conflicto, y parcelaciones privadas o gu+
bemamentales.
En resumen, ahora el Estado oligárquico tenía que lidiar con una c1üis
de las fonnas de servidumbre en las haciendas cafeteras de Cundinamarca
que, no eran feudales. Más adecuado es comprenderlas con el concepto seu-
do sen-'idwnbre andina, que acuñó Juan Martfnez Alier, consideradas las con-
diciones de movilidad de la mano de obra (Martinez-Alier, 1977). Esas ha-
ciendas combinaban la plantación cafetera del hacendado y las estancias o
parcelas de subsistencia de los campesinos residentes. Los colonos, de su
lado, quisieron transfonnar la posesión parcelaria en plena propiedad y en-
frentaron otro tipo de hacendados y de intermediarios. Frecuentemente las
ll Archivo General de la Nación, Ministerio de Gobiemo, Caja 4, Caipeta 30. Despacho del Mi-
nistro. Boletfn Infonnali\1() de las Fue1?.as A1111adas n". 227, 19 de noviembre de 1958 y n• 229, 21
de no\~embre de 1958.
LA CUESTIÓN CAMPESINA Y LOS AVATARES DEL ESTADO LIBERAL OUGÁRQUICO 115
!""'
Parcelaciones hasta el Parcelaciones :>
Conflicto pendiente al (')
Municipios Haciendas Conflicto resuelto 31 de diciembre de voluntarias a cargo de e
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Viotá l. Argentina X X o
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2. Arabia X X :>
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6. Florencia XX X o
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El Colegio 8. Antioquia
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23. Nomcga X X "tl
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24. Piamonte NO z
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Quipile 25. Florc~ta X X -<:
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27. La Greda X N.O. N.O. N.O. ~
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28. El Empalit.ado X X
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29. Peñas Blancas X X V>
o
Alto Sumapaz 30. Doa X Expmpiada m
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tT1
31. Sumapat. X Expropiada V>
En 1937, el gerente del BAH, Alf1·edo García Cadena, explicó que las parcela~
dones de haciendas tenían el "objetivo supremo (. .. ) de evitar conmociones
violentas" como en México. En la parcelación, "el Banco actúa en perfecta
inteligencia con grandes o medianos propietarios en tierras cercanas a los
centros de consumo". En cuanto al futuro beneficiario, el Banco consideraba
que "todo trabajador campesino en cuya mentalidad y costumbres se haya
fonnado la cultura elemental, para llegar a ser propietario, puede adquirir
una parcela por medio del BAH". Este individuo era, según García Cadena,
aquel que "se sustrae de la tabema y del agitador profesional". El Banco,
sentenció, no es para el
radares de par.:elas", pues a Jus más pudientes se les admitieron hasta cinco
propuestas; no se reconocieron los derechos sobre las mejoras, o sea que "se
pagaban de nuevo". Reconocieron que la parcelación era buena pero no los
métodos: despotismo, "mbtedos", usurería y amenazas 1• El 6 de septiem~
bre los parceleros calificaron la operación como "sin plan cooperativo y de
previsión alguna. El que no compra sobre las bases que se le dan ... se va a la
cárcel" y sostuvieron que el "c¡iterio es de negocio". En 1935 era claro que el
asunto se habfa polilizo.úu completamente y que la parcelación se cmzaba
con el juego electoraP. En agosto de 1936 Claridad, periódico campesinista
de Erasmo Valencia, denunciaba que en El Choc-ho no había parcelación
sino un "comité electorero" en provecho de Carlos Lleras Restrepo (Uniris~
1110, no 151,24 de agosto de \936).
Dos años atrás, ell5 de mano de 1934,1os a1-rendatarios se habían diri~
gido al Gobernador, solicitándole fijar en $5 el precio de la fanegada. Cla1i~
dad sei'lalaba que el precio sería de $30 fanegada. Pero el "campesino (... )
afila la guadaña y siega la cabeza del patrón" (Claridad, n.n 134, 15 de diciem~
brede 1934, pp. 1~3).
SegUn los arrendatados se trataba de "rocas, laderas y esterilidad prove~
nientes del largo laboreo". Señalaron que varios cultivadores, "los más nece-
sitados", fueron "excluidos del favor social de la Gobernación porque los sec~
lores donde quedan sus parcelas ... no entran en la fabulosa negociación" y
denunciaban que los Caballero, dueflos de El Chocho, no vendieron cinco
potreros, cuya extensión no estaba delimitada en el documento, reservándo~
se el derecho "de captar el agua del Río Subia para establecer dos acequias a
tomas de agua que conducirá a los potreros"-'.
En los memoriales de [o¡., an-endatarios ha.v avalúos de la tien-a y las me~
joras. De estas liCITas, las más valiosas eran los pequeños cafetales; por ejem-
plo, de w1 avalúo por $1,519, $1 .489 con-espondían al cafetal y $30 alJ-ancho
(Unirismo, no 132, 19 dt> no\'iemb1-e de- 1934, p. 1).
Las condiciones de la parcelación de la hacienda Cdl:in de Viotá en 1948,
fueron similares: la propiedad eswba "detetiorada" 'Y aumentaba la presión
campesina. Los dueños, una empresa denominada cOFEX, estaban aún más
acosados por deudas hipotecarias .v el proyecto fue, en realidad, del acree~
dor, el Banco Francés. La parcdación voluntaria de Ceilán comprendía 111
propiedades que serían su utilidad neta en la nper.¡ción. Contrataron a los
prestigiosos abogados bogotanos Francisco Um.rtia Holguin y Camilo Silva
de Bl'igard, con el ob.ietn de obtener de la Gobemación de Cundinamarca un
1Ver Vnir"ismo, n" 4. "i de juli" de !9l4: n" ó. 1Y de julio J,· 1Y.<4: n" l!. 2 d~· agoslo de" 1934: nQ 9,
3 de" ago..to dt> 1934 v n" 13. !í dC" ~<'pllemb•~ dl· 1Y.~4.
1 Ver por t"jcmplo los ddx1h."~ d,· la Asamblea d(.· Cundinaman;;•. lran~eritos en 1::1 1"irmpo
dcl4 al 11 de julio de t935.
1
Ver Unirismo, no 128. 15 J,• rn;;r1o d<' 19.,4. p. 1; n" 131. 9 de julio de t935, p. 1 y n" 141. 12
dca¡!os!nde t935,p.l.
122 EL ESTADO LIBERAL INTERVENCIONISTA
Demenosde$100 12.7%
Entre$ 100 y$ 200 13.4%
Entre$ 201 y$ 300 11.8%
Entre $ 300 y $ 400 36.7%
Más de$ 400 25.4%
Total de 952 parcelas 100.0%
fueron a esa entidad con razones fuera de la verdad a gestionar para que no se
vendiera esa parcela. que los fines de esos sellares son cogerse como ya lo han
hecho las parcelas sin vender sin que hasta el momento hayan llegado a esa enti-
dad a gestionar ninguna negociación X así violando todos los principios de la ley
(A.c.A., "El Chocho").
Las haciendas que resuelven parcelar sus lierras, preferirán siempre, en la venta
de parcelas, a sus trabajadores-arr:endatalios, en igualdad de condiciones esta·
blecidas en ellas. En circunstancias análogas se procederá cuando las parcelas
vayan a darse en an-endamicnto. Además. declaran los patronos y los trabajado-
res que el gobierno es el llamado a hacer las parcelaciones en ejercicio de la ley
lOO de 1944, procedimiento de solución que de antemano aceptan las partes en
toda su amplitud, como el único efectivo .Y viable para obtener la parcelación de
las dichas haciendas en beneficio de los trabajadores actuales ("Convención Co-
lectiva", 29 de marzo de 1946).
124 El. ESTADO LIBERAL INTERVENCIONISTA
Anhelo que el parlamento liberal expida esta ley (la 200 de \936, MP) en cuvo estu-
dio intervinieron, desde 1933, juristas conservadores tan distinguidos como los
doctores Esteban Jarnmillo, Rafael Escallón, Enrique Casas, Guillermo Ama~·a
Ramfrez; que responde a postulados nacionales de justicia, que comenzaron a in-
teresar el gobierno desde la Administración dd Presidente Abadía Méndez, quien
supo considerarlos con levantado criterio social. que vo recuerde por su Ministro
de Industrias, doctor José Antonio Montalvo, cuyo pensamiento quedó fijado en
la notable resolución sobre el latifundio de Burila, v por su Ministro de Gobierno,
doctor Alejandro Cabal Pombo, quien dictó, para favorecer a los colonos y campe-
sinos, el justiciero decreto 992 de 1930 ( ... ) ( Martinez, 1939. pp.\26-7).
( 1927). En esa década se dieron los primeros pasos para establecer institu-
ciones encargadas de atender los conflictos laborales y, desde su fundación
en 1923, la OGT intervino en los frentes urbano :v mml {Ministerio de Indus-
trias, 1928).
Aunque en 1929 el régimen pagaba caro la feroz represión militar al mo-
vimiento huelguístico de la zona bananera de Santa Marta de diciembre del
año anterior, no había consenso en las clases dirigentes sobre cómo estable-
cer una línea que demarcara "la cuestión soda]" y el '"orden público".
En agosto de 1929 apareció el Boletff1 de la ()fici11a General del Trabajo
que, en el siguiente número. cambió la voz '"geneml'" por "nacional". La Ofi-
cina conservó el nombre y de ese año en adelame se la cita como OGT. El bo-
letín representaba una corriente modernizadora que subrayaba la necesidad
de que el Estado colombiano se pusiera en línea con los mandatos y reco-
mendaciones intemacional~s; es una fuente indispensable para seguir el
contlicto agrario de Cundinamarca y el Tolima. En el primer párrafo procla-
mó la superiotidad de la ciencia para entender la "organización del trabajo"
y en una sala frase soltó las expresiones "trabajos de sociología", "investiga-
ciones científicas" y "la e.c;tadística". Declaró que seguía el modelo de comu-
nicación "de la OIT con su revista, su boletín mensual, el informe anual, nu-
merosos documentos y estudios de los más connotados sociólogos del
mundo" (Boletín. de la O{icilza Ce11eral de Trabajo, n"' L agosto de 1929, p. 1).
Ni por un instante imaginamn los editores que, del primer número de 1929
al 81 de 1942, fijarían el sentido institucionalista del discurso oficial en el
campo de las relaciones de trabajo. Tampoco les debió pasar por la cabeza
que aquel agosto empezaba el último año de casi medio siglo de regímenes
Conservadores.
Desde los inicios de la oGT sus abogados clasificaron los conflictos agrarios
en dos categorías: primera. ru;mdo Jos traha_jadort's no reconocían ningún
vínculo económico-laboral e, civil con un terrateniente y alegaban condición
de cultivadores de buena fe en tierras pú.blicas. "Las masas trabajadoras a
quienes cobija esta situación son de un enorme volumen y las extensiones
por ellas ocupadas se cuentan por centenares de miles de hectáreas" (Bolet{n
de la Oficina General del Tmba;o. n" 6, junio de 1930, p. 414). Un informe ante
la Cámara de Representantes ( 1932) cakuló en 10.000 el número de
hombres que hace mucho tiempo que vincularon todo cuanto son a aquellas tie-
rras, (del Sumapaz) y después de mucho tiempo de hallarse al frente de sus pro-
pios cultivos.(. .. ) les vinieron las persecuciones, primeramente po1· parte de los
propietarios, persecuciones que no solamente lrn; han molestado en sus bienes
126 EL ESTADO UBERAL INTERVENCIONISTA
las justas peticiones de los colonos, son tachadas de comunismo, cuando en rea-
lidad, los campesinos no entienden del coco del comunismo, sino por el contra-
rio, son gentes buenas y trabajadoras, amantes de la Patria, como pudimos ob-
servarlo por la gira por esas regiones. Con gran entusiasmo los colonos
contribuyeron para las bazares que en bien de la Patria se efectuaron en distin-
tos municipios. El verdadero comunismo lo está fomentando es el señor Gober-
nador de Cundinamarca, con la persecución de ordena contra los colonos, verda,
deros productores de riquet.a (Anales de la Cdmara de Represenlarttes, 11 de
noviembre de 1932, p. 767).
Hay que mencionar de pasada que estos bazares patrióticos hacían parte
de la formidable movilización de Olaya en "la guerra con el Perú", a la que se
opusieron, y hubieron de pagar caro por ello, los Comunistas colombianos y
peruanos.
El interés del régimen Conservador no se limitaba a la legislación de bal-
díos. La nación sería católica en la medida en que se conservase campesina.
De allí el interés en resolver el problema agrario que amenazaba con romper
equilibrios antiguos y la prestei'..a en buscar soluciones tradicionales, borbó-
nicas si se quiere, particularmente en las colonizaciones dirigidas.
La segunda categotía de conflictos de la OGT se presentaba en "haciendas
sin problema de titulación jurldica", y se debía al "doble carácter de la rela-
ción contractual", El trabajador era simuháneamente arrendatario de predio
rústico (confonne a la legislación civil estaba expuesto a la evicción) y man-
tenía una obligación laboral de hecho, puesto que los hacendados no se inte-
resaban en "obtener renta en dinero por arriendo de parcelas, sino disponer
de brazos necesarios para beneficio de la hacienda" (Boletfn, junio de 1930,
p. 414). Esta "doble relación contractual", junto con la disciplina laboral en
la plantación, fue impugnada con más frecuencia en las haciendas cafeteras
del Tequendama.
Como el boletín de la OGT daba buena cuenta de la preeminencia de la
economía agraria y cafetera y del atraso industrial del pafs, el tema central
de los primeros números li.ie la búsqueda de "una solución adecuada a las
diferencias surgidas entre trabajadores y patronos en las haciendas de Con-
dinamarca" (Bolet(n, junio de 1930, p. 2). En ese quehacer se plantea un nue-
vo discurso estatal frente a la cuestión campesina bajo estas líneas: a) alcan-
zar la igualdad civil en un doble ámbito: las relaciones de los campesinos
con las haciendas y con el Estado, y muy especialmenle con las autoridades
EL ESTADO LIBERAL INTERVENCIONISTA 127
El primer número del boletín reprodujo una circular de tono deferente, algo
quejumbroso, enviada en enero de 1929 por la OGT "a los principales cultiva-
dores de café en Cundinamarca" en relación con "el problema del trabajo
entre los cafeteros". Observaba la circular que las ''reclamaciones de los la-
briegos", atendidas por la OGT desde que había empezado a operar, hablan
sido recibidas "con indiferencia" por parte de los patrones que juzgaron "el
movimiento" como un mero resultado de '1a labor de propaganda que mu-
chos individuos, a título de socialismo y reivindicación de los derechos del
trabajador, llevaba a cabo con miras nada desinteresadas" (pp. 3-4). Ahora,
el editor se congratulaba puesto que la indiferencia patronal cedía y los gran-
des propietarios empezaban a estudiar seriamente el asunto. En este punto
la OGT puso sobre el tapete sus puntos de vista y estableció que el fondo "del
problema social" era el sistema de anendatarios o estancieros de las hacien-
das:
la emigración del pueblo mral hacin las ciudades en husca de trabajo (constmc-
ciones, fábricas, etc.), o h;-Kia las obras públicas, ha hecho disminuir sensible~
mente el número de arrendatarios y de voluntmios dedicados a las faenas agrico-
\as, al paso que ésta se ensanchan {pp. 4-5).
das que en algún momento registraron peticiones: t'ste Fue el caso de las más
conflictivas de Viotá, especialmente de 1930 a 1933.
Sin embargo, dada la naturaleza de las fuentes, es posible que la intensi-
dad de la agitación se haya subestimado, aunque no al grado de aceptar el
testimonio del dirigente Comunista Víctor Julio Mcrchán ( 1975) quien afir-
mó que se liquidaron 70 latifundios o haciendas grandes y regulares, con
una cabida de unas 300.000 fanegas y unas 70.000 familias campesinas
(Merchán, 1975, pp.llS-6). Los datos dbponiblcs nos hmian dividir por dos
el númem de haciendas afectadas .Y por 30 el de familias beneficiadas. Pare-
ce, pues, que se ha exagerado la magnitud y cobertura geográfica de las agi-
taciones de arrendatarios'. Aunque no hay cifras confiables, la agitación en
las zonas de baldíos fue más continua v, por su dispersión, más soterrada
que la de las zonas de hacienda cafetera.
En 1930, bajo el nuevo gobierno de la Concentración Nacional, la OGT
dio cuenta de sus arbitrajes en ocho conflictos de grandes haciendas de café,
cuatro de Viotá. dos de Fusagasugá v dos de El Colegio. El nuevo Ministro de
Industrias, Francisco José Chaux, quien duralia el cuatrienio y habria de con-
vertirse en personaje central de la transformación legal, cliticó las normas
que facilitaban la evicción de arrendatados (Boletín Nacional del Trabajo, no
7,_juniode 1930, pp. 419-33).
Volvió a la carga en una "circular a los Gobernadores, lnLendentes, Co-
misarios, Alcaldes, Agrónomos y Veterinarios". El campesino. subrayó, se
hallaba en medio de dos fuerzas, las autoridades que
' La~ hacienda!> Fbl-c•Kiil, Buc·n;~\·i.~t:!. C;~land;dn,;•. Uheria. J;na v Cdlán en Violá v El
Chndm t'"n Fusaga~ugá. Desde ,•~t¡¡~ la~ ;,git<Kionc·~ podían irradiar d" Viotá a El Cnlcgio o La
Mt>~ v de Fusagasugá a Tihacuv c· indusil·,· :JI Somap.u ll!limcnsc·.
130 El ESTADO LIBERAL INTERVENCIONISTA
con nuevas actitudes políticas. Esta forma de politización, plausible, aún está
por investigarse. Lo cierto es que para la OGT se había desplazado el eje del
conflicto de las haciendas cafeteras de Cundinama1·ca, convirtiéndose en un
movimiento por el libre cultivo de café en las estancias de los arrendatmios.
Según idea muy difundida, los cafeteros de Cundinamarca fonnan casla de seño-
res privilegiados, dueños de enormes fortunas. de costumbres bárbaras, señores
feudales que atemorizan a los vasallos con el látigo y a la¡, autoridades con su
EL ESTADO LIBERAL INTERVENCIONISTA 131
desprecio, algo así como eStls nobles ingleses del siglo pasado cuyos dfas pasa-
ban en la caz.a del zorro y las noches en festines que avergonzarían a Rabelais.
Los señores cafeteros en sus nueve décimas partes son hombres pobres, que tie-
nen necesidad de vivir en los cafl"tales en pésimas condiciones y después de ha·
ber trabajado por espacio de muchos años no lograron hacer una fortuna. Des-
piertos desde la hora que canta el gallo hasta la noche, sobre una mula muy de
mañana suben, bajan, luchan contra la sequía, contra el rastrojo que al menor
d1:scuido invade la plantación, escasos siempre de dinero. venden pnr adelantado
la cosecha y apegados a la tien·a pasan sus dias sobre ella. Hay necesidad de dar
mayor ilustración a los campesinos, de CO!Tegir ciertas deficiencias, de pagar a
buen precio el traba¡o del jomalero, de civiliza¡; pero esta obra de largos años no
podrá hacerse bajo el signo de Rusia como aspiran muchos individuos (p. 1290).
son las que (los campesinos) acatan y las que ordenan que no se respeten las
disposiciones de las autmidades legítimamente constituidas".
El Comité Cafetero concluyó que una vez el arrendatario "siembnl su
estancia de café, se convierte, por arte de los profesionales azuzadores, en
enemigo y elemento absolutamente perjudicial para la pacífica posesión, do-
minio y explotación" de las haciendas (pp. 1295-1296). Sostuvo que el peque-
ño propietario adolecía de graves deficiencias en el beneficio del café en pul-
pa, por lo que habría que construir "centrales de beneficio". Por lo dcmá:., :ü
el estanciero cultivaba café no estarta disponible para la cosecha del cafetal
de la hacienda; por el contrario, si sembraba otros productos su parcela det·i-
varía "abundante subsistencia", En suma, la caficultura de Cundinamarca y
el Tolima requería prescindir de fórmulas impracticables y "acabar con el
medio de azuzadores profesionales, que viven de los problemas que ellos
mismos crean entre los dueños de las haciendas y sus trabajadores" (pp.
1298-1999).
El Sindicato de Propietarios abundó en los mismos argumentos, aiia-
diendo que los pequeños cultivadores no estaban en condicíones de sosrener
la calidad, indispensable para mantener el buen nombre internacional del
café colombiano y apuntó al aspecto político:
dó que "nadie viaja lejos en el carro del abuelo": la época actual no está para
el crudo individualismo de los laboriosos antepasados porque si se defienden
los intereses propios con ese criterio,
en otro sitio está agrupado al mismo tiempo otro gremio, el de los trabajadores,
que, a su vez, pretenden, siguiendo naturalmente el error de que nosotros les da-
mos ejemplo, que los intereses de la industria son Jos suyos solamente (pp. 1328-
1329).
e. El libre cultivo de café en las estancias, que era "el problema más di-
fícil de arreglar" (pp. 8-12).
Por su parte Claridad había denunciado dos años atrás el sistema de
multas y penas económicas que imponía El Chocho a los cultivadores. En
una especie de consolidado el periódico denunció que se habían impuesto
multas a 78 arrendatarios por $142,60; que no se habían pagado 59 jornales
y que se habfan decomisado un caballo y 403 cargas de carbón. Por otra par-
te, se había ordenado destruir tres mil matas de café (Clarldo.d, n"' 109, 20
agosto de 1932, p. 3).
Enunciadas las causas, pasó Lleras a descdbir la situación de los estra-
tos campesinos de El Chocho: de 950 arrendalatins, 100 estaban ubicados en
la tierra fría de Subia y Noruega, y 850 en liena templada que ocupaban
unas 5.500 hectáreas en "mejoras de café y potreros y producían anualmente
20.000 sacos de café. panela de excelente calidad y otros productos". De
acuerdo con sus datos, el tamaño promedio de las estancias en la zona cafe-
tera de El Chocho era de unas 6.5 hectáreas y la producción promedio de
cada estancia de unos 23 sacos de café pergamino. Conforme a las condicio-
nes de los cafetales de la zona, puede calcularse que esta producción reque-
ría unos 6.000 cafetos productivos por estancia que, en época de cosecha,
exigía el empleo de fuerza de trabajo extra familiat: Al respecto, el informe
señaló que "los arrendatarios de la región baja" e.mpleaban jornaleros volun-
tados cuyo número llegaba a dos mil.
Por entonces, la Federación de Arrendatarios de El Chocho denunciaba
la invalidez de los títulos de propiedad que exhibían los Caballero. La Fede-
ración, que planteó su lucha en tém1inos de un crudo legalismo, aceptó, sin
embargo, un sesudo concepto jurídico del .iefe del Departamento de Baldíos,
Guillermo Amaya Ramírez, del 29 de septiembre de 1933, publicado en el
boletín de la OGT (Ministerio de Industrias, Boletí11, n" 36~38, octubre-diciem-
bre de 1933, pp. 1549-1631 ). Pero no cesaron las presiones de revisión de tf.
tulos. y los periódicos de Jorge Eliécer Gaitán y Erasmo Valencia agitaban
consignas como "dos tercio~ de las tie1ns de El Chocho son bienes baldfos"<>.
El problema venía de atrás. En 192~ (farid(ld informó sobre el anibo a Fusa-
gasugá de una marcha de 200 cultivadores que se dirigían a Bogotá "en re-
presentación de todos los cultivadores" del "feudo El Chocho" contra el des-
pojo. las ev:lcciones, la prohibición de vender café y los cepos; marcha que,
según el periódico, recibió apo_vo de las autoridades localcs 7 • Seis años des-
pués, en un esfuerzo por ilustrar a sus lectores con "un vivo retratq de feuda-
lismo en Colombia", el primer número del periódico de UNIR transcribió un
~ver Unirismo, n' 8, 2 de agoMo de 19:14. p. 11: n" !J. t> d,. septiembre 1934. p. 1; Clan"do.d,
n" tl4, 12dejuniode l933,pp.l v~.
7
Claridad. n' 51, 24 de abril d~ 1928, "La tragedia d(' El Cll()cho contra Carlos y José M. Ca·
hall<' ro" p. 1; n' 52, 4 de mayo tk: !928; "Nu~·~us ,;argos de ln~ aiTcndatarios de la hacienda El
Chocho conlra Carlos~· José Manuel Caballem". p. 1.
ll6 EL ESTADO LIBERAL INTERVENCJONJSfA
El labriego -apuntó Forero- vivió sin ningún contacto con la civilización. En cali-
dad de arrendatario entró a las haciendas establecidas" y recibió un jornal, una
estancia que paga en trabajo, un área transitoria de limpia de monte o de potre-
ros. Estas son sus condiciones de productor. Su relación con el Estado también
era de opresión. El gobierno representaba para un arrendatario: (a) el alcalde
que lo mete a la cárcel por violar una disposición que ignoraba; (bJ la autoridad
que lo lleva a la cárcel por fabricar aguardiente, o por beber aguardiente de con-
trabando; (e) el que cobra peajes y pontazgos y (d) "la autoridad que se apresura
a lanzarlo de su estancia tan pronto como se lo pide el terrateniente (Forero.
1937. pp. 58).
tes) y dos cuchillos. Se llevaron también un anteojo de larga vista. En una época
que estuve enferma entrababan a mi casa sin permiso, abrían los baúles, los es-
culcaban, levantaban la paja de la casa {lnflm>te m1dido l"'r Ramón Wumo Garcts,
1935, pp. 1044-45).