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Ediciones Loyola
São Paulo: 1997
Loyola Ediciones
Rua 1822, No. 347 - Ipiranga
04216-000 São Paulo, SP PO
Box 42.335 - 04299-970 São Paulo, SP Teléfono:
(011) 6914-1922 Fax: (011) 6163-4275.
ISBN: 85-15-01597-8.
RESUMEN
Presentación - 9
1ra parte
EL PARADIGMA NORTEAMERICANO
2da parte
LOS PARADIGMAS EUROPEOS SOBRE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES
3ra parte
EL PARADIGMA LATINOAMERICANO
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PRESENTACIÓN
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En cuanto a los primeros, pocos autores se dedican a definir o conceptualizar lo que entienden
por movimientos sociales. A esta brecha se suma la profusión de tipos y tipos de movimientos
sociales que han sido tratados de la misma manera,
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En la década de 1990, los movimientos sociales han sido diagnosticados por algunos
autores como en decadencia, en crisis, como pertenecientes al pasado, etc.
Pero si consultamos el mercado editorial académico, veremos que nunca ha habido
tantas publicaciones como ahora. ¿Lo que se pasa? Una
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PRIMERA PARTE
EL PARADIGMA NORTEAMERICANO
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CAPÍTULO I
TEORÍAS CLÁSICAS SOBRE LAS ACCIONES DE CLASE
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La acción no institucional se definió como aquella que no se guía por las normas
sociales existentes sino que se forma a partir del encuentro con situaciones
indefinidas o no estructuradas, entendidas como rupturas del orden imperante.
Estos procesos se darían antes de que actuaran los órganos de control social, o de
adecuada integración normativa, restaurando el viejo orden o creando uno nuevo,
que absorbería las demandas contenidas en las agitaciones colectivas. Durante
todo el proceso se observaron tensiones, insatisfacciones, frustraciones y agresiones
de los individuos que participaban en acciones colectivas (v. Cohen/Arato, 1992:
495).
Los autores clásicos analizaban los movimientos en términos de ciclos
evolutivos en los que su surgimiento, crecimiento y propagación se daban a través de
un proceso de comunicación que incluía contactos, rumores, reacciones circulares,
difusión de ideas, etc. Las insatisfacciones que generaron los reclamos fueron vistas
como respuestas a los rápidos cambios sociales y la posterior desorganización social.
La adhesión a los movimientos serían respuestas ciegas e irracionales de individuos
desorientados por el proceso de cambio que generó la sociedad industrial. En estos
enfoques, por lo tanto, se le dio gran importancia a la reacción psicológica de los
individuos ante los cambios, reacción considerada como un comportamiento no racional
o irracional.
ruptura del orden social imperante. Estos elementos, aliados a las ideologías
homogeneizadoras, fueron condiciones previas importantes para el surgimiento
de los movimientos sociales. El sistema político fue visto como una sociedad
abierta a todos, plural, permeable. Pero los movimientos sociales no tendrían la
capacidad de influir en ese sistema debido a sus características espontáneas y
explosivas. Solo los partidos políticos, los grupos de interés y algunos líderes
tendrían tal capacidad. Cohen y Arato señalan que el enfoque clásico trabajaba
con una concepción elitista y pluralista de la democracia en la que se observaban:
elecciones libres, competencia y participación activa de las minorías a través de
partidos y grupos de interés.
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No sólo los actos voluntarios tuvieron gran espacio. También las acciones
espontáneas. Las personas deberían descubrir por sí mismas el comportamiento correcto
en el contexto de la experiencia social. El conflicto también se consideraba natural e
inevitable, resultado del choque entre culturas y realidades diferentes. Pero se debe trabajar
en él. ¿Por quién?
Por los líderes, por supuesto. Luego vinieron los movimientos sociales.
Tales movimientos serían el resultado de conflictos generados entre multitudes.
Pero este resultado debe ser equiparado por los líderes, como focos
dinamizadores del cambio social. Los líderes no serían causas -desencadenantes-
de los movimientos, sino agentes apaciguadores.
Sus tareas serían desmovilizar el conflicto, disolver el movimiento. ¿Como?
Transformándolas en instituciones sociales atendiendo a las demandas en cuestión.
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Podemos observar que Blumer, a pesar de sus ideas conservadoras, fue un astuto
analista de la realidad social de su tiempo, señalando la importancia de fenómenos
que solo se hicieron muy visibles muchas décadas después, como el caso de los
medios de comunicación -que él percibe en los movimientos de moda.
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2- Este pedido está sujeto a un proceso de cambio muy lento, durante el cual
algunas personas quedan insatisfechas.
3- En sociedades estables, bien integradas, con muy pocas tensiones
sociales o grupos alienados, hay pocos movimientos sociales.
4- Los movimientos sociales son, por lo tanto, características de sociedades
en proceso de cambio, por lo tanto desorganizadas.
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3- para que los movimientos sociales sean controlados (esta es una gran
preocupación de los analistas) sería necesario esperar su ciclo de evolución
(malestar, excitación, formalización e institucionalización).
Observamos que estos análisis homogeneizan diferentes movimientos
social debido al punto de partida adoptado, las acciones colectivas.
Pero al mismo tiempo, son vistos como una fuerza social para el cambio y como
ayudas para la sociedad democrática: "Si bien no son racionales y a veces
aburridos, los movimientos sociales ayudan a la sociedad democrática a hacer
frente a las brechas culturales y permanecer razonablemente integrados" (Horton
y Hunt, 1980: 420).
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Rechazan las afirmaciones de que las acciones del movimiento son más emocionales o
irracionales que otras formas institucionalizadas. La emoción y la razón no son
necesariamente irreconciliables, y dividir las acciones en racionales e irracionales significa
la complejidad del comportamiento humano (cf. Gamson, 1992: 54).
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CAPITULO DOS
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Olson (1965) fue un autor que contribuyó en gran medida a los cambios en la
paradigma tradicional. Le siguieron los trabajos de Oberschall (1973),
McCarthy y Zald (1973), Gusfield (1970). Autores, como Tilly (1978), con
enfoques específicos de carácter más histórico -como presentaremos a
continuación- también contribuyeron al desarrollo de la RM.
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sirvió de base para los primeros estudios de RM. McCarthy y Zald, por ejemplo,
investigaron movimientos de derechos civiles (la Asociación Nacional para el Avance de los
Negros, la Unión Estadounidense de Libertades Civiles, etc.); movimientos de mujeres (NOW
- Organización Nacional de Mujeres, y otros).
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búsqueda racional de intereses por grupos; las demandas y los reclamos son
productos permanentes de las relaciones de poder y no pueden explicar la
formación de movimientos; los movimientos se forman debido a cambios en los
recursos, la organización y las oportunidades para la acción colectiva; el éxito
de un movimiento implica el reconocimiento del grupo como actor político o el
aumento de beneficios materiales; y, finalmente, la movilización implica
organizaciones formales a gran escala, burocráticas y con fines especiales. Los
autores concluyen que la organización y la racionalidad son palabras clave en
este enfoque (Cohen/Arato, 1992:498).
Piven y Cloward (1992) argumentaron que MR comete un error cuando
señalar la similitud entre el comportamiento convencional y el de
protesta, sin entender sus diferencias. RM tendió a normalizar la protesta
colectiva, olvidando las diferencias entre los modos de actuación legales
-permitidos- y los prohibidos por el orden establecido, es decir, por la ley.
Como resultado, el impacto de las acciones colectivas también es normalizado
por la RM, así como otras formas convencionales de organización, reduciendo
las protestas políticas populares a estallidos irracionales y apolíticos.
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Tilly es uno de los objetivos de las críticas de Piven y Cloward. Afirman que
Tilly confunde lo no normativo con lo normativo, ignorando el poderoso papel
de las normas en la regulación de la vida social, especialmente en el ámbito
de la dominación y la subordinación. Los autores señalan que las protestas
son contra la política formal; la gente busca romper las reglas definidas, los
modos permisibles de acción política.
Piven y Cloward también criticaron a Zald, McCarthy y Gamson por
incluir diferentes formas de acción colectiva con los movimientos sociales.
También intentaron demostrar que la refutación de los planteamientos
americanos clásicos, premisa básica en la primera fase de MR, también
estaba equivocada. Es decir, las teorías sobre la insatisfacción y la privación
tendrían muchos elementos para explicar los vacíos en la RM, como la razón
de los cambios en el comportamiento de las personas al incorporarse a
acciones colectivas y adoptar posturas no normativas, caracterizadas como
desorden o rebeldía por el enfoque tradicional. Además, señalaron los errores
de la teoría desde el punto de vista político: el de considerar los movimientos
de los subordinados en general como apolíticos e irracionales.
Pero la crítica metodológica más fuerte de MR fue hecha por
Margit Mayer (1992). Se refiere al individualismo metodológico implícito
en el enfoque. La sociedad no es vista como una organización compuesta
por clases sociales y sus relaciones, sino como un arreglo estático de
élites y no élites, relativamente homogéneo, en el que hay grupos incluidos
y excluidos. Se supone una sociedad abierta, en la que triunfarán diferentes
grupos según el grado de su organización.
Gamson (1975) y Jenkins (1985) sugirieron reformas sociales sui generis,
en las que el Estado sería el agente de institucionalización de los movimientos
sociales al reconocer su legitimidad.
Mayer señala que RM guarda silencio sobre el papel de las normas,
creencias y emociones en el comportamiento colectivo o en la sociedad de
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misa, según la tradición anterior. El enfoque creado por ella era apropiado
en los años 60 y 70, en la sociedad norteamericana, porque el sistema de
creencias de los movimientos estudiados era una extensión de conceptos
básicos del liberalismo, en la filosofía estadounidense.
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Ese enfoque tenía una fuerza motivacional e ideológica que coincidía con
valores ya consagrados en la sociedad local, y no necesitaba ser explicado.
Las categorías desarrolladas por MR para la interpretación de los métodos de
organización y movilización de los movimientos, si se aplican a otros períodos
históricos, resultan inadecuadas, según Mayer, porque los movimientos ya no
presentan esas características de los años 60 y 70 y no no parecen estar
impulsados por razones estratégicas. Así, varios movimientos actuales en la
sociedad norteamericana, y en otras partes del mundo, no encuentran lugar en el
esquema interpretativo de la RM, entre ellos el movimiento por la paz, los
ecologistas, los movimientos de mujeres, los de grupos locales que defienden
intereses de mejoras etnias etc. Todos ellos están descentralizados, formados
por grupos de afinidad y ocupan lugares que ellos mismos construyen. Sus
participantes están constantemente en riesgo (de ser arrestados, golpeados,
deportados, procesados, etc.). Tienen un sistema de creencias e ideologías que
juegan un papel importante en el proceso de movilización. Ninguna de estas
características se ajusta a la imagen construida y proyectada por MR. Por el contrario,
los movimientos deberían demostrar y probar, según Gamson, por ejemplo, una
clara división interna del trabajo, líderes que serían planificadores de decisiones
inteligentes, gestionando los recursos de forma centralizada. Las actividades de bajo
riesgo serían uno de los indicadores de éxito (Mayer, 1992: 179.).
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Afirman que "el comportamiento colectivo y los movimientos sociales han dado
forma a las instituciones contemporáneas y es probable que continúen
haciéndolo en el futuro" (Oberschall, 1993: 2). Deben estudiarse en conjunto
y son formas de acciones colectivas que se derivan de problemas públicos que
necesitan acciones conjuntas.
El comportamiento colectivo se refiere al espectro de comportamiento del
multitud desde piquetes huelguistas, manifestaciones y mítines públicos,
manifestaciones colectivas de ciudadanos que ejercen pacíficamente sus
derechos constitucionales de reunión, peticiones al gobierno, hasta acciones
potencialmente destructivas, de levantamientos populares. El autor afirma que
las conductas colectivas son episodios, no ocurren con frecuencia y son
infrecuentes. Atraen la curiosidad, provocan comentarios, condenas, apoyos, etc.
Los movimientos sociales son, a gran escala, esfuerzos colectivos para buscar el
cambio o resistirlo. Cambian la vida de las personas.
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otros ignorados? Afirma que muchos movimientos comienzan como una reacción a
cambios o nuevas políticas que afectan negativamente los intereses o la forma de
vida de muchas personas. Debido a que las autoridades son directa o indirectamente
responsables del cambio, los activistas organizan la oposición, atraen simpatizantes
y buscan la aceptación pública de sus metas y objetivos. El movimiento antimilitarista
en los Estados Unidos en la década de 1960 se cita como una reacción a la
intervención militar de ese país en Indochina. Por tanto, los movimientos no surgen
como resultado de un hecho abrupto o dramático, sino por el aumento de experiencias
percibidas como injustas y desiguales; y pueden ser estimulados por individuos que
aumentan su capacidad de actuar colectivamente.
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Todavía preocupado por los problemas abordados por las teorías norteamericanas
de acción social, Tilly publicó en 1981, junto con Louise Tilly y Robert Tilly,
_Class_Conflict_and_Collective_Action, una colección de textos en los que se
retoma su trabajo anterior en la línea que lo consagrará como uno de los grandes
investigadores norteamericanos sobre acciones colectivas: su estudio histórico
en los siglos XVIII y XIX. A partir del impacto de los cambios locales en las
estructuras de poder nacional, Tilly llamó la atención sobre los recursos
comunitarios en las primeras etapas del capitalismo, en particular las protestas
comunales. Destacará la importancia de tales recursos también para el siglo XX
en movimientos, en Estados Unidos, como el de los derechos civiles y el de los
estudiantes, retomando las tesis de Gusfield.
La serie de artículos publicados en 1981 por los Tilly buscaba responder a una
pregunta de Moore (1978): con qué frecuencia y bajo qué condiciones el conflicto
de clases proporciona las bases para la acción popular colectiva, es decir, indagaban
sobre las bases sociales de la rebeldía y obediencia. Optó por el término acción
colectiva, y no protesta, rebelión, desorden o cualquier otro, porque entendió que en
estos últimos términos hay un prejuicio, desde el punto de vista de las autoridades,
que dificulta la comprensión de la fenómenos. Además, Tilly argumentó que acción
colectiva es un término más amplio, no restringido a protestas y rebeliones, y
también engloba peticiones, marchas, manifestaciones colectivas, etc., en un
conjunto de acciones que incluso cuentan con el estímulo y/o apoyo de la
autoridades. Por tanto, concluye, las acciones colectivas no se limitan a las
manifestaciones contrarias al orden vigente y pueden definirse así: “Toda ocasión
en que un grupo de personas confía y aplica recursos, incluido su propio esfuerzo,
para fines comunes”.
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Pero, aún según Cohen y Arato, Tilly no ve en las acciones colectivas debido
al enfoque adoptado, que excluye la identidad política de los actores
colectivos, la creación de nuevos significados, nuevas organizaciones, nuevas
identidades y nuevos espacios sociales. Estos aspectos fueron destacados por
Cohen ya en 1985 cuando afirmó: “Él no se enfoca en la relación entre el
surgimiento de principios universalistas de nuevos espacios públicos y la nueva
identidad colectiva, basada en nuevas formas de vida asociativa, de actores
colectivos. dimensión de aquellos procesos que son relevantes para la movilización
de grupos organizados que compiten por el poder” (Cohen, 1985: 683).
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CAPÍTULO III
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Se estudiará con más detalle al final de este capítulo.1995, 1996), McAdams (1996),
Snow y Benford (1988 y 1992), Jenkins (1985), Gusfield (1996), Oberschall (1993),
Della Porta (1993) y el propio McCarthy (1996).
Los planteamientos de los autores no son uniformes, hay énfasis que remiten a la
creación de nuevos conceptos. Partiendo de una crítica al análisis inicial de
Olson, Zald y McCarthy, se llamó la atención sobre los recursos sociales de la
comunidad, el contexto político y la red de relaciones sociales.
Se ha demostrado que el movimiento de derechos civiles en los Estados Unidos, por
ejemplo, no puede explicarse únicamente por variables económicas. Con base en
investigaciones empíricas, se argumentó que otros factores macroestructurales
facilitaron la generación de protestas sociales, tales como: el nivel de organización
del grupo en estado de necesidad y la realidad política de confrontación que plantearon
los líderes desafiantes, en una red de relaciones entre grupos colectivos.
un lado positivo para entender el cambio social. Esto se debe a que las protestas, por
ejemplo, se construyen socialmente y como tales generan nuevas energías. Existe la
necesidad de un compromiso intenso (personal y colectivo) de un objeto para lograr
metas.
El retorno del análisis cultural en la producción teórica sobre la acción
colectiva, especialmente en Estados Unidos, se dio de una manera un tanto
peculiar.
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ella engendró. Esto se debe a que los marcos de acción colectiva -concepto que se
discutirá más adelante- incorporaron el plan simbólico, proveniente de símbolos y creencias
preexistentes, así como de nuevos valores creados en oposición al statu quo actual, que
emergen en el curso de las luchas de los movimientos. Estos valores constituyen lo que
Bordieu llamó el capital cultural del grupo, traduciéndose en hábitos (Bordieu, 1984, 1990). v.
Taylor y N. Whitter (1995) señalan que se revisan factores como la educación, el género, la
raza, la entidad de clase y los antecedentes, generalmente vistos como factores estructurales
en las teorías producidas hasta el momento. Los grupos como conjuntos distintos de creencias
y habilidades, y recursos culturales, comienzan a incorporar nuevos enfoques. Alexander
(1990) ve en este proceso la formación de resistencia grupal.
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Es importante señalar que Goffman fue el teórico empírico más importante del
movimiento interaccionista simbólico. Desarrolló una sociología de la vida cotidiana en la
que buscaba mostrar la naturaleza tenue de la vida social. Es una sociología para entender
un mundo donde la vida es un drama, donde hombres y mujeres luchan por crear o proyectar
una imagen convincente de su "yo" a los demás. Se centró en los conflictos y tensiones
experimentados por los individuos, en diferentes contextos sociales, y sus esfuerzos por tratar
de preservar una imagen para otros individuos. Los interaccionistas, en el momento en que
produjeron sus teorías, fueron objeto de duras críticas por parte de sus oponentes, críticas quizás
más fuertes que las de algunos científicos sociales anteriores, que tenían perspectivas elitistas,
conservadoras o escépticas. Las críticas básicas de los interaccionistas se referían al tratamiento
que daban a temas como la objetividad, la racionalidad, etc.
más como problemas pero como soluciones, y muchos puntos de crítica que habían sido
vistos como negativos, como una pista para comprender las elecciones y opciones de
los grupos sociales, dentro de una red de relaciones sociales y contextos de
oportunidades políticas.
Aunque Snow and Benford (1992) y Gamson (1995) reelaboraron
varios postulados del interaccionismo -tratando de adaptarlos al análisis estructural-
político de MP-, la fuerza de los argumentos
nueva psicosocialesincluso
teoría. Inicialmente, es bastante fuerteenen la
pensamos
llamarlo MPC - Movilización Político-Cultural. Pero luego observamos que la concepción
de la cultura oscila entre dos extremos: o es restringida -muy cercana a una de las
versiones del enfoque antropológico de la cultura, que la trata como tradición, valor,
depositario del pasado; o es muy amplio e indeterminado - visto como un proceso de
representaciones. No se trabaja la dimensión de la praxis, de la cultura como fuerza
social transformadora, constitutiva de nuevas identidades sociales, pues pocos autores
de MP vinculan los propios movimientos a los procesos de cambio y transformación
social, prefiriendo abordarlos en los marcos teóricos dados por acción de los grupos de
interés en un campo de disputa por el poder (Kriesi, 1996).
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