Los Impactos Del Turismo

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 17

Espacio, Tiempo y Forma, Serie VI, Geografía, t. 12, 1999, págs.

43-56

Los impactos del turismo


T0MÁs FRANCO ALIAGA* Y OSCAR GARCÍA GUILLÉN*
*
RESUMEN

El turismo aparece, dentro de Profesor Titular de la


la economía española, como una UNED.
actividad determinante desde los Máster en Turismo y MBA.
años sesenta. Sus efectos SUMMARY
beneficiosos se han dejado sentir no
sólo en la Balanza de Pagos o en el
Tourism appears, within the
Producto Interior Bruto, sino que
también han impactado Spanish economy, as a
favorablemente en el empleo y en la determinant activity since
cultura. Sin embargo, esas the sixties. Its beneficial
repercusiones no han sido tan effects have showed not only
positivas en el medio ambiente, on the Balance of Payments
pues nuestras costas sufren or the Gross Domestic
numerosos problemas urbanísticos, Product, but also on
infraestructurales y de employment and the culture.
contaminación diversa. However, those effects have
not been as positive for the
environment since our coasts
PALABRAS are suffering a lot from
CLA VE Turismo, medio urbanism, infrastructure and
ambiente, contaminación, pollution problems.
empleo, cultura.
KEY WORDS Tourism,
environment, pollution,
employment, culture.

1. INTRODUCCIÓN

El turismo se comporta en España como una actividad


estratégica en tres aspectos fundamentales: en el equilibrio
de la Balanza de Pagos, en su aportación al Producto Interior
Bruto (PIB) y en el impulso al empleo. pero no acaban aquí

43
TOMÁS FRANCO ALIAGA Y ÓSCAR GARCÍA GUILLÉN

sus efectos beneficiosos porque también ha dado al país una


estampa internacional, decisiva «en una economía tan
globalizada y mediatizada por la imagen y el mercado como
la actual» (Vera, 1996: 337).
Sobre magnitudes de 1997, el PIB turístico asciende a 8,4
billones de pesetas, superando en un 42% el de la
construcción y triplicando el agrario y pesquero. Pero lo más
interesante de las actividades turísticas está en su incidencia
intersectorial y en su efecto multiplicador dentro de la
economía, ya que por cada 100 pesetas consumidas en el
subsector turístico se generan 171 en el conjunto del
sistema.
De forma directa e indirecta las actividades turísticas dan
trabajo al 10% de la población ocupada en España, aun
cuando éste carezca de un buen nivel formativo y adolezca
de un empleo poco estable. El impacto de las actividades
turísticas sobre el medio ambiente es uno de los borrones de
nuestro pasado y un reto para el futuro, que debe estar
orientado hacia el ecoturismo. Finalmente se hacen en estas
páginas algunas reflexiones sobre el impacto cultural que
produce el turismo tanto en los países emisores como en los
receptores, todos ellos anegados por esa inmensa avalancha
turística que se mueve en las proximidades de los trópicos
desde la década de los años 60.

2. EL IMPACTO ECONÓMICO

En las últimas décadas el turismo se ha convertido


en el hada madrina del desarrollo para numerosas
regiones con escaso nivel de vida. Su influencia
positiva ha empapado la casi totalidad de los
subsectores económicos: desde los transportes aéreos a
la hostelería pasando por la construcción, la artesanía o
tos espectáculos, Los gobiernos afectados, al margen
de su ideología, han abierto de par en par sus portones
legales festejando la llegada masiva de las inversiones
extranjeras en el subsector turístico, como ha sido el
caso de Cuba (W.T.O., 1993).
La demanda turística tiene dos vertientes, la interior del
propio país y la alimentada por corrientes llegadas de más
allá de sus fronteras. La primera se comporta como un
baremo del desarrollo y de la confianza de la gente en el

44
Los impactos del turismo

sistema económico: cuando la situación es boyante la


población se desplaza, busca lugares de asueto y consume
con largueza. Es el caso de España, donde el consumo
turístico de los residentes en 1997 supera al de los no
residentes, o propiamente turistas, en un 5,4% lo que
representa casi medio billón de pesetas sobre un total de 8,6
billones.
El turismo se ha convertido en la actividad que
mayores recursos moviliza a escala internacional y lleva
camino de seguir en cabeza porque «crece más
rápidamente que otras áreas de la economía» (loannides y
Debbage, 1998:92). Cada vez se viaja más porque los
niveles de renta son más elevados y las comunicaciones
más rápidas y porque al aumentar el grado de formación se
incrementa la curiosidad por otras culturas distintas con
que enriquecer o afirmar la propia.
En nuestro ámbito occidental consideramos el trabajo
como un recurso y, en consecuencia, también lo es el
tiempo dedicado a él (El tiempo es oro). Sin embargo, la
inactividad no tiene un fin en sí misma, no aparece como
la antítesis del esfuerzo remunerado sino que ha pasado a
generar una industria dedicada al cultivo del tiempo libre.
Paradójicamente, una sociedad condenada al trabajo según
uno de sus mitos fundacionales ha hecho del ocio su
recurso más cotizado, que canaliza a través del turismo.
Esta doble visión del fenómeno como descanso rentable ha
llevado a la Organización Mundial de Turismo (OM T) a
definirlo como «una serie de actividades que realiza una
persona al viajar y permanecer en un lugar fuera de su
entorno habitual durante un periodo de tiempo inferior a
un año y cuyo fin del viaje además de en sí mismo es
realizar una actividad remunerada en el lugar objeto de la
visita» (Joannides y Debbage, 1998: 36).
Del mismo modo que los occidentales y japoneses de
finales del siglo xx pasaron a disfrutar de los lugares de
recreo reservados a los ricos de comienzos de la centuria,
miles de millones de habitantes del resto del planeta,
según vayan mejorando sus condiciones de vida,
engrosarán la avalancha turística, integrada ya por 400
millones en 1994, que se transformarán en 650 millones en
el año 2000 (Francescutti, 1997).
Para que el turismo tenga un impacto destacable en la
economía de un país debe contar con varios factores. El
primero hace referencia al factor de producción, que

45
TOMÁS FRANCO ALIAGA Y ÓSCAR GARCÍA GUILLÉN

engloba tanto los recursos naturales como la abundancia


de mano de obra y de capitales para atender la demanda
turística. El segundo implica un desarrollo técnico
avanzado para rentabilizar los citados recursos de
producción. Conviene que los resortes utilizados sean
propios a medio plazo, aun cuando en un primer momento
haya de recurrirse a la importación de los mismos, porque
una dependencia exterior continuada hace inviable la
actividad. La aceptación social del hecho turístico es el
tercer factor imprescindible, ya que un rechazo
generalizado del mismo por parte de la población
autóctona inhibirá la presencia del viajero. Finalmente, el
lugar de destino precisa de una estabilidad social y
económica reconocida porque los conflictos internos y las
fluctuaciones monetarias al alza retraen o desvían la
corriente turística hacia otras regiones con menores
riesgos (Jiménez Moreno, 1997).
Antes de adentrarnos en el análisis de los impactos
específicos del turismo en la economía española conviene
señalar otra característica del mismo, lo que Cuadrado y
Arranz denominan «efectos multiplicadores y carácter
multisectorial del turismo» (1996: 205). Aunque no es fácil
su cuantificación, prácticamente todas las actividades del
sistema económico se ven afectadas en mayor o menor
medida por el fenómeno difusor del turismo, lo que por otro
lado demuestra la interdependencia de las partes dentro del
citado sistema. Para ser más concretos, este mismo autor
desglosa el origen sectorial del Valor añadido Bruto turístico
atribuyendo el 3,7% a la agricultura, el 20,1% a la industria y
energía, el 2,5% a la construcción y el 73,7% a los servicios.
A la vista de estos datos podemos concluir que, aunque
multisectorial, la economía turística gira fundamentalmente
alrededor de los servicios y a gran distancia, de la industria.
Las actividades turísticas crean un inmenso caudal
económico en forma de divisas y rentas que fluye desde las
tierras altas de los países desarrollados hacia las bajas de los
que están menos desarrollados, aunque ello no significa que
los primeros no reciban cuantiosos beneficios desde otras
zonas de desarrollo similar o intermedio. Para muchos países
ubicados en los más bajos niveles, los ingresos por turismo
han logrado aliviar, cuando no sanear, su balanza de pagos
incidiendo de manera decisiva en el PIB y en el empleo. Pero
si esto es así entre países también se repite el fenómeno en el
interior de los mismos: el flujo se trasvasa de unas regiones a
otras, aunque no siempre la corriente discurre de acuerdo con

46
Los impactos del turismo
la ley de la gravedad. A veces el atractivo turístico está en las
más desarrolladas, a donde acude la población en demanda
de empleo. El resultado es una mayor despoblación de las
regiones deprimidas y el recrudecimiento de los
desequilibrios regionales. Veamos seguidamente con cierto
detalle el impacto económico del turismo en esta última
década sobre la Balanza de Pagos, el Producto Interior Bruto
y el empleo en España.

2.1 . Impacto del turismo sobre la Balanza de Pagos y


el PIB

La economía española se enfrenta desde tiempos


inmemoriales a una lacra estructural: el déficit de la Balanza
de Pagos, situación típica de un país de desarrollo
intermedio. En los años 60, época de la que arranca el
fenómeno turístico, dicho déficit se financiaba por tres vías:
ingresos por turismo, remesas de los emigrantes y entrada de
capital foráneo a largo plazo. De las tres fórmulas, la turística
fue la más importante por su volumen y por el impacto social
que supuso para el país. Durante esa década los ingresos por
turismo cubrieron como mínimo el 60% de la balanza
comercial, llegando a superarla ampliamente en fechas
posteriores (126% en 1971). En algún momento esta
afluencia de capitales por uno u otro conducto ha sido
considerada como nuestro particular Plan Marshall que nos
situó en la vía del desarrollo.
La crisis de los 70 trae nuevos saldos negativos en la
Balanza de Pagos por cuenta corriente e incluso en la
básica, y aunque los ingresos turísticos suavizan el
problema «se reducen las reservas de divisas y se aumenta
el endeudamiento exterior, con el fin de equilibrar la
situación financiera con el exterior» (Bote, 1990: 61). El
turismo representa ahora en nuestra economía el papel
reservado en el siglo XVI a la lana merina, en el siglo XIX
a los minerales y en el xx a los agrios. Se fundamenta en el
llamado monocultivo del sol, considerado como un recurso
inagotable para cuyo aprovechamiento no es preciso tomar
medidas especiales. Grave error porque en todo momento
ha de ser el turismo el que ayude a equilibrar la Balanza de
Pagos puesto que consigue siempre mejores resultados en
el mercado internacional que nuestros productos agrícolas
e industriales.

47
TOMÁS FRANCO ALIAGA Y ÓSCAR GARCÍA GUILLÉN
Según el cuadro 1, la cobertura del déficit comercial a
través de los ingresos turísticos refleja los altibajos de
nuestras relaciones económicas con el exterior. Sin
embargo, dichos vaivenes no se producen en el territorio
de las actividades turísticas, en permanente incremento,
sino en el de la economía española en su conjunto. Las
tasas de cobertura tanto sobre las importaciones como
sobre las exportaciones globales van decreciendo
paulatinamente a la par que se fortalece el resto de
nuestros subsectores económicos dentro del mercado
internacional.
No es fácil singularizar para su cuantificación los
ingresos y los gastos internacionales por turismo, que en
1997 ascendieron a un total de 3,9 billones y 662.000
millones de pesetas, respectivamente, lo que arroja un
saldo positivo de casi 3,3 billones de pesetas, un 13,7%
más que en el año anterior. Las distintas partidas que
conforman los ingresos son las siguientes: divisas
ingresadas por los diversos servicios, otras partidas que
corresponden a sueldos de españoles que trabajan en esta
actividad, beneficios obtenidos en inversiones turísticas
internacionales de bienes para consumo turístico interno,
compra de servicios en el exterior, sueldos que se
transfieren de los extranjeros que trabajan entre nosotros y
beneficios que emigran por inversiones en el subsector.
Cuadro 1 . Impacto del turismo en la Balanza de
Pagos Y el PIB

Año % sobre el déficit % sobre % sobre % sobre


comercial importaciones exportaciones
el PIB

1980 55,0 21 ,0 35,0


1 985 139,0 29,0 36,0
1990 65,6 23,4 35,9 9,34

1997 146,0 21 ,9 25,8


Fuente: Figuerola (1999b). Organización Mundial de Turismo (1999). Elaboración
propia. Datos reales de 1997: Importaciones 17,9 billones; exportaciones 15,2 billones;
déficit 2,7 billones; ingresos por turismo y viajes 3,9 billones; PIB 79,1 billones; PIB
turístico 8,4 billones.

48
Los impactos del turismo
En el año 1997 el déficit de nuestra balanza de pagos
fue de 2,7 bi[Iones de pesetas, ampliamente compensado
por unos ingresos turísticos que alcanzaron la cifra récord
de casi 4 billones de pesetas. Y lo que es más interesante, a
pesar de que los ingresos por turismo se incrementan año
tras año (un 12,5% con respecto a 1996), sin embargo
disminuye su índice de cobertura (25,8%) porque los
productos de otros subsectores de nuestra economía se
consolidan en el exterior a un ritmo más intenso.
El consumo turístico para 1997 arroja un total de 8,6
billones de pesetas, cantidad que recoge el consumo tanto
de los visitantes como de los residentes, este último algo
superior al primero. Para hallar el PIB turístico
multiplicamos la cifra de consumo por un factor de
transformación (0,9832), resultante de incorporar el IVA y
otros impuestos indirectos (Figuerola, 1999b). El resultado
es de 8,4 billones de pesetas, que alcanzan un 10,81% en el
PIB nacional, porcentaje en continuo ascenso según nos
muestra el cuadro 1.
Anteriormente hemos recalcado el efecto multiplicador
y el carácter multisectorial que poseen las actividades
turísticas hasta el punto de que casi ninguna zona de la
economía escapa a su beneficiosa influencia. Eso nos lleva
a valorar la producción turística global en 14,6 billones de
pesetas, cifra que resulta de multiplicar el volumen de
consumo turístico por un índice valorado en 1 ,71. Dicho de
otra manera, se calcula que para producir 100 pesetas en el
ámbito turístico hay que poner en circulación 171 en el
conjunto de la economía (Figuerola, 1999a).
Al igual que la construcción, la actividad turística es un
producto estructuralmente complejo que demanda y genera
numerosos flujos en todas las direcciones, desde los
agrarios con escaso valor añadido hasta los artesanales y
financieros en los que la materia prima apenas cuenta. El
impacto del turismo se deja sentir sobremanera en el
comercio local y en la construcción. En el primer caso, el
turista presiona sobre el consumo de bienes y servicios
locales, que adquiere en un mercado ávido de beneficios
rápidos porque su presencia se limita a un periodo corto de
tiempo. Es el estío del hormiguero, que debe almacenar
febrilmente para el largo invierno de la temporada baja. Hay
casos, como ocurre con Ceuta y Melilla, y otrora con
Andorra, en que los precios del mercado local son el objeto
directo de la marea turística. Por una subida generalizada de

49
TOMÁS FRANCO ALIAGA Y ÓSCAR GARCÍA GUILLÉN
los precios, esta situación de cierta desmesura comercial
puede originar problemas entre los residentes, muchos de
los cuales viven económicamente ajenos a la avalancha
turística.
La influencia sobre la construcción ha tenido efectos
inmediatos en la recalificación de suelos, aumento del
precio de las viviendas, caos urbanístico en numerosos
núcleos costeros, incremento de los niveles de
contaminación, pérdida de las mejores tierras agrícolas
para la construcción de infraestructuras y segundas
residencias, etc. Mencionamos estos aspectos negativos
porque entendemos que el impacto del turismo sobre la
economía, aunque globalmente positivo, ha dejado unas
secuelas amargas sobre el medio ambiente, algunas de
difícil por no decir imposible solución, de lo que
hablaremos más adelante.

2.2. Impacto del turismo sobre el empleo


Desde su aparición en la década de los años 60 el
turismo ha mostrado una gran capacidad para la
creación de empleo tanto en época de bonanza como
de crisis económica. Es considerado como una
actividad laboral intensiva, aun cuando muchas de
sus prestaciones están siendo sustituidas por procesos
mecanizados e informatizados. Pero el contacto
directo con el público es todavía insustituible en
numerosas fases de la citada actividad.
El empleo turístico se caracteriza por un elevado
nivel de inestabilidad, bajos sueldos, condiciones de
trabajo precarias y escasa cualificación. La
precariedad es una consecuencia lógica de la fuerte
estacionalidad o concentración de la mayor parte de
la demanda turística en los meses de verano. Cuando
el sol apenas calienta y hacen su aparición las
primeras lluvias del otoño los turistas vuelven a sus
tierras de origen. Se cierran numerosos
establecimientos cercanos a la costa y la mano de
obra va al paro. Ha concluido un ciclo estacional, que
cada vez se intenta que sea más largo con ofertas a la
tercera edad, congresos, reuniones, etc.

50
Los impactos del turismo

A pesar del fuerte incremento (88,5%) del numero de


turistas en los últimos 16 años, pasando de 25,3 millones en
1982 a 47,7 en 1998, la población activa ocupada en el
subsector ha aumentado sólo en un con unos efectivos
en torno a 1.300.000 personas, de las que «770.000 son
empleos directos y 530.000 pueden estimarse en empleos
inducidos, provocados por el multiplicador intersectorial de
la actividad turística» (Figuerola, 1999b: 301). Esta cantidad
supone en torno a un 10% del total de la población ocupada,
cuyas circunstancias sociolaborales representan uno de los
más bajos peldaños del conjunto. Un gran número de
trabajadores está contratado a tiempo parcial, mientras otros
han de prolongar su jornada por encima de las ocho horas.
Los salarios son reducidos y la cualificación escasa, de ahí
que sea frecuente echar mano de trabajadores llegados del
sector primario, de jóvenes sin completar su formación o de
estudiantes universitarios que buscan novedades, vacaciones
y algunos ingresos complementarios.
Al margen de estos aspectos negativos sobre la
eventualidad, salarios y nivel de formación del empleo, hay
que reconocer el cambio generacional que está sufriendo el
subsector con abundancia de cuadros surgidos de las escuelas
universitarias. Las nuevas modalidades de turismo invernal,
de ocio para la tercera edad y de congresos están
proporcionando una mayor estabilidad en el empleo aquí y
en otros subsectores de la economía.

3. IMPACTO DEL TURISMO SOBRE EL MEDIO


AMBIENTE
El turismo es una consecuencia del desarrollo económico
y del estilo de vida. Detrás del fenómeno hay un
planteamiento hedonista que da prioridad al consumo y al
disfrute del entorno sin preocuparse por los ritmos de la
naturaleza, por la renovación de los recursos y por la estética
del medio. No pretendemos, sin embargo, dar la sensación de
que las relaciones entre el medio ambiente y la actividad
turística han sido un fracaso total. De hecho numerosas
regiones han salido del subdesarrollo tras esta unión y se han
agrandado las fronteras por el conocimiento de los pueblos.
Pero el medio ambiente ha pagado un alto precio debido a
nuestros impulsos depredadores, resumidos en esa fórmula

51
TOMÁS FRANCO ALIAGA Y ÓSCAR GARCÍA GUILLÉN
tan en boga, pero medioambientalmente suicida, de usar y
tirar.
En un primer momento pudo parecer que la preocupación
por el medio tenía un carácter cultural o político limitado a
grupúsculos ecologistas con ribetes exóticos. Años más tarde
se ha convertido en un problema también para la economía
porque el medio ambiente es ya un bien escaso no sólo por el
consumo de materias primas (suelo, bosques, etc.) sino
también por la pérdida de otros bienes más intangibles como
el paisaje, las áreas de retiro y relajación, o el confort.
La fórmula propuesta por la OCDE (Organización de
Cooperación y Desarrollo Económico) en 1975, quien
contamina paga, ya no nos parece un principio de estricta
justicia para restablecer la equidad sino una autorización
encubierta. Si le damos la vuelta al precepto, éste
abandona su tono conminatorio y se convierte en si puedes
pagar, contamina Es lo que de hecho ocurre debido a las
multas irrisorias que se imponen, a la falta de controles
públicos y a la insensibilidad de la Administración, la
primera en incumplir los tratados internacionales sobre
niveles de contaminación atmosférica.
Si es inevitable un punto de contaminación en algunos
procesos económicos, también debe serlo la valoración de
la misma para incorporar sus costes en los citados
procesos. Es la llamada deseconomía externa a corregir
con un impuesto equivalente a la diferencia entre el coste
social y el privado (Díaz Alvarez, 1996). No es justo que
dicho coste sea cero para la empresa mientras la sociedad
invierte enormes sumas de dinero para descontaminar ríos,
playas o bosques. A la corta esta medida es un mal menor,
pero a la larga los individuos y la sociedad entera deben
convencerse de que no hay mejor sistema sanitario que el
preventivo, ya hablemos del medio ambiente o de nuestro
organismo. Las medidas a tomar irían desde las netamente
represivas a las que estimularan con subvenciones y
ventajas fiscales una producción limpia y respetuosa con el
medio (Franco Sala, 1995).
El impacto del turismo sobre el medio ambiente ofrece
una gama variadísima de tropelías y de enloquecidos palos
de ciego: edificios gigantescos a pie de playa, chalets
colgados de los riscos, basuras repartidas sin control, aguas
contaminadas, carreteras intransitables, ruido hasta el
amanecer, pérdida de tierras fértiles, degradación de
monumentos históricos, etc. Toda esta serie de desmanes

52
Los impactos del turismo
aparece bien en la fase de iniciación de las actividades
turísticas o en la de explotación de las mismas. El proceso
de puesta en marcha conlleva un impacto estructural sobre
el medio que se traduce en la construcción de carreteras,
conducciones de agua y edificaciones. La siguiente fase de
explotación turística incide sobre el consumo de recursos
(agua), acumulación de vertidos (basuras) y contaminación
atmosférica (automóviles, calefacciones e incendios).

3. I. Dificultades para la conservación del medio ambiente


Si la conservación del medio ambiente es un bien común
del que todos nos beneficiamos y su deterioro conlleva riesgos
de difícil control, parece lógico hallar un rápido consenso
sobre qué hacer al respecto. Sin embargo, no es así porque el
interés a corto plazo, y no la lógica, domina nuestras
actuaciones. Más aún, hasta fechas recientes el desarrollo
económico parecía reñido con la conservación del medio en
las áreas deprimidas. Tal ha sido el caso de numerosas islas del
Caribe o el de las Baleares (Morey, 1991) y las Canarias en la
década de los años 70, época en que un turismo descontrolado
imponía sus exigencias. Sobrevivir, mejorar el nivel de vida y
en muchos casos especular eran actividades prioritarias sobre
la protección del medio.
Con harta frecuencia muchas de las lacras
medioambientales que produce el turismo se generan en los
países de origen, donde la propaganda crea y orienta las
expectativas de tos futuros visitantes. Los touroperadores
venden un producto que pocas veces coincide con la
realidad y menos aún con los intereses de las zonas de
acogida. Según esto el turismo se presenta como un
fenómeno tridimensional: por un lado está la imagen
preconcebida del viajero en su lugar de origen, casi
siempre distorsionada; por otro aparece la realidad con la
que ese viajero se encuentra, poco o nada coincidente con
su esquema mental, y por último están las expectativas, ya
sean económicas o de comportamiento, que su llegada
suscita entre los paisanos.
Incidiendo más en alguno de tales aspectos, la imagen
que circula de un destino turístico en los países de origen
condiciona o incluso determina el segmento de mercado o
tipo de clientela. Ello no significa que sea fácil
seleccionarlo porque se trabaja con un amplio abanico de
naciones, a veces pertenecientes a culturas distintas.

53
TOMÁS FRANCO ALIAGA Y ÓSCAR GARCÍA GUILLÉN
No es el caso de los países europeos pues, como ha
demostrado la organización ESOMAR (The European
Society for Opinion and Market Research) (1998),
éstos poseen características muy similares en el plano
turístico, de las que también participa el resto de las
sociedades industrializadas.
En los lugares de destino el turista es percibido como
una fuente de divisas, sin que en ningún momento se lleve
a cabo un balance de pérdidas y ganancias globales,
incluido et medio ambiente. Algo está cambiando
últimamente esta postura como lo prueba la preocupación
por restringir el número de visitantes en algunas zonas,
llegándose incluso a proponer una tasa turística.
Las dificultades para valorar el impacto turístico en el
medio ambiente son obvias porque no es fácil prever el
nivel de saturación, ya sea en el plano físico
(infraestructuras, consumo de agua, sanidad, etc.), en el
medioambiental (contaminación, paisaje, ruidos) o en el
psicológico (grado de aceptación y respeto por ambas
partes). Como ya se ha escrito reiteradamente, los intereses
tanto de los visitantes como de los países receptores son
con frecuencia contrapuestos (Pearce, 1989).
En la Evaluación del Impacto Ambiental (EIA) entran
en juego numerosos aspectos que permiten restañar las
heridas abiertas y evitar los males futuros regulando por
ley el control de los recursos hidráulicos y mineros,
protegiendo las tierras más fértiles, el ecosistema o el
patrimonio cultural (Ruesca y Durán, 1995). Como
fuente de información y método de análisis la EIA es de
gran interés para la toma de decisiones porque ahorra
costes en la ejecución de proyectos y permite el
seguimiento de los mismos. Desde mediados de 1995
existe un Reglamento de la UE (Unión Europea) que
faculta a las empresas la adhesión a un sistema
comunitario de gestión y de auditoría ambiental.

3.2. El ecoturismo como alternativa

El ecoturismo es un nuevo concepto que introduce la


actividad turística dentro de la ecología, una rama de la
Biología que estudia relaciones entre el hombre y su
hábitat, y los efectos de la actuación del hombre con el

54
Los impactos del turismo
fin de evitar que se ponga en peligro la permanencia de
la vida sobre la Tierra (Blázquez, 1997).
Es una forma respetuosa con el medio ambiente que
va ganando cada vez más adeptos en la medida en que
aquél se degrada en las ciudades y en las zonas
tradicionales de veraneo. Es el modelo turístico del
futuro resumido en la fórmula gestión sostenible por la
que un lugar turístico limitaría el número de visitantes
cuando corriera el riesgo de preservarse su conservación.
Ya se está poniendo en práctica en algunos parques
naturales (Doñana), monumentos prehistóricos (Cuevas
de Altamira) y bosques singulares (Hayedo de Montejo
de la Sierra), entre otros puntos de interés turístico.
Hasta fechas recientes tanto los organismos públicos
como las empresas privadas del ámbito turístico han
considerado los recursos del medio como inagotables y
por tanto carentes de consideración. Los resultados están
a la vista: masificación costera, playas insalubres y
contaminación de muy variada índole, fenómenos todos
ellos en las antípodas del ecoturismo. Éste se está
imponiendo como una poderosa corriente flanqueada por
una filosofía o modo de entender el medio que nos rodea
desde nuevos criterios estéticos y hedonistas, y por un
estado de necesidad a la vista de los desequilibrios y aun
desastres que conlleva tanto descontrol y abuso. El medio
ambiente ya no es un bien libre sino económico por frágil
y escaso, y su consumo ha de realizarse en pequeñas y
equilibradas dosis para que permanezca intacto (Vera,
1992).
El movimiento turístico se ha convertido en un
imponente oleaje por encima de los 650 millones de
personas, cuya repercusión sobre el medio ambiente puede
ser catastrófica (ya lo ha sido en numerosos puntos de
nuestro litoral) si no se ataja desde los planteamientos del
ecoturismo. La gestión sostenible de la que hablábamos con
anterioridad recibe también, para este caso concreto, la
denominación de turismo sostenible, cuyo fin primordial no
es la búsqueda del beneficio económico sino la
conservación del medio implicando a los habitantes de la
zona. Sólo con su plena integración en el proyecto será
posible mantener el equilibrio entre naturaleza, disfrute y
realidad social, la armonía entre los agentes naturales y
sociales que Barkin (1996) denomina desarrollo dual.

55
TOMÁS FRANCO ALIAGA Y ÓSCAR GARCÍA GUILLÉN
Entre los numerosos beneficios que fluyen de un turismo
sostenible, según la Organización Mundial de Turismo
(1993), destacamos los siguientes de carácter global: a)
mantenimiento del equilibrio del medio; b) mejora de la
calidad de vida de la comunidad receptora y c) oferta a los
visitantes de una experiencia de elevado nivel ecológico.
Para la OMT cualquier actuación debe estar guiada por
«principios éticos de respeto a la cultura y al medio
ambiente de la zona receptora, a su economía y forma
tradicional de vida» (1993: 59).

4. EL IMPACTO CULTURAL

Hacia finales de los años 60 Defert catalogó los recursos


turísticos en cuatro grandes grupos vinculados con las aguas
terrestres, marinas, termales, etc. (hidrom), con el relieve y
la vegetación (fitom), con los restos arqueológicos, museos
y monumentos (litom), y con el folclore y la artesanía
(antropom). El turismo cultural se alimenta sobre todo de
los dos últimos y aparece como un contrapunto a la
hegemonía tradicional del combinado SOJ y playa (Vera,
1997).
El fenómeno turístico es una expresión más de la
curiosidad humana, que se pone en movimiento cuando un
grupo social alcanza un nivel económico desahogado.
Podríamos añadir que actualmente ya es una forma de
terapia colectiva y de salida de escape al estrés laboral, lo
que no obsta para que las vacaciones tengan ocasionalmente
un marcado tinte de integración social con los lugares de
destino, donde se descubren valores olvidados por fas
sociedades industrializadas. En este sentido Europa vive
cada año un vasto movimiento migratorio desde las áreas
norteñas hacia las zonas del Mediterráneo buscando sol y
playa, en primer lugar, pero también gastronomía, folclore y
cultura.
El impacto turístico sobre los lugares de destino varía
en función de las características sociales de los usuarios,
como son el estilo de vida, el nivel cultural y los recursos
económicos disponibles (Cooper, 1993). De ello se deduce
que las culturas muy tradicionales se ven más afectadas
por presencias foráneas que aquellas otras caracterizadas
por su cosmopolitismo, como es el caso de nuestras

56
Los impactos del turismo
grandes ciudades y zonas costeras frente a las regiones
rurales del interior.
Son numerosos los factores socioculturales que han
impulsado esta modalidad más refinada y dispersa de
turismo, como la presencia de un amplio contingente de
jubilados con gran capacidad adquisitiva (The Economist,
1999), el incremento del periodo vacacional, la rapidez de
los transportes, la repulsa hacia los lugares congestionados
a la par que se exige una atención personalizada, y una
sensibilidad cada vez mayor por los temas culturales frente
a la hegemonía tradicional de los puramente recreativos.
Estos últimos ya no se ofrecen como un paquete cerrado,
sino que se acompañan con un abanico de visitas a museos
o de participaciones en actos culturales y folclóricos.
Según Cooper (1993) existen varios factores para medir
el impacto culturaJ producido por el turismo sobre una
pequeña comunidad: e] volumen de visitantes, el tipo de
economía local, el modelo turístico implantado, la
fragilidad del medio y las diferencias socioculturales entre
ambos grupos. La repercusión de una política turística
inadecuada sobre una población tradicional desprotegida
puede acabar destruyendo sus señas de identidad. La
población autóctona es un valor añadido irreemplazable
dentro de la oferta turística, que precisa de una
planificación minuciosa para preservar el equilibrio del
medio, sobre todo desde el punto de vista cultural (Taylor,
1995).
Finalmente, aun cuando estamos hablando del impacto
cultural del turismo, está claro que éste es difícilmente
deslindable del impacto económico, tanto entre los
visitantes como entre la población autóctona. Una vez de
vuelta a sus países, los turistas incorporan algunas
costumbres en su alimentación y forma de vestir que se
traducen en demanda de productos de los lugares visitados.
Y a la inversa, éstos se ven impelidos a la importación de
tecnología más avanzada para atender en viajes próximos
las exigencias de sus huéspedes.
Así pues, el turismo fomenta el progreso y las relaciones
culturales en ambos sentidos. Pero sobre todo rompe el
aislamiento y rebaja el exceso de autoestima a que tiende toda
cultura. Existen algunos riesgos para las culturas más débiles
al entrar en contacto con otras económicamente más
poderosas, aunque ésta es una situación inevitable en un
mundo sin fronteras y en el que el turista avanza victorioso
enarbolando el dólar y, en breve, también el euro.

57
TOMÁS FRANCO ALIAGA Y ÓSCAR GARCÍA GUILLÉN
5. BIBLIOGRAFÍA
BARKIN, D. (1996) «Ecoturism: A Tool for Sustainable Development».
(Documento de Internet disponible en http://www.greenbuilder.com)
BLÁZQUEZ, F. (1997) Diccionario de las Ciencias Humanas. Estella:
Verbo Divino.
BOTE GÓMEZ, V. (1990) Planificación Económica del Turismo. México:
Trillas.
COOPER, C. ET AL. (1993) Tourism Principles and Practice. London:
Longman.
CUADRADO ROURA, J, R. y A. ARRANZ CALVO (1996) «Los
impactos económicos del turismo desde la perspectiva del análisis
input-output» en A. PEDREÑO MUÑOZ (dir.) Introducción a la
Economía del Turismo en España. Madrid: Civitas. págs. 181-216.
DÍAZ ÁLVAREZ, A. (1996) «Turismo y medio ambiente: Análisis
económico» en A. PEDREÑO MUÑOZ (dir.) Introducción a la
Economía del Turismo en España. Madrid: Civitas. págs. 275-
293.
ESOMAR (1998). Standard Demographic Classification. Amsterdam:
ESOMAR.
FIGUEROLA PALOMO, M. (1999a) «Contribución de la actividad
turística a la economía española» en V. BOTE GOMEZ (dir.) La
Actividad Turística Española en 1997. Madrid: O.M. T.
FIGUEROLA PALOMO, M. (1999b) «El turismo y el sistema económico
español» en M. BAYÓN MARINÉ (dir.) 50 Años del Turismo
Español. Madrid: Centro de Estudios Ramón Areces. págs. 281-301.
FRANCESSCUTTI, P. (1997) «Turismo en la aldea global» en M.
TOHARIA (dir.) El Futuro que viene. Madrid: Temas de Hoy. págs.
425-435.
FRANCO SALA, L. (1995) Política Económica del Medio Ambiente.
Barcelona: Cedecs.
IOANNIDES, D. y K. G. DEBBAGE (1998) The Economic Geography of
the Tourist Industry. London: RoutJedge.
JIMÉNEZ MORENO, F. J. (1997) Apuntes de Introducción al Turismo.
Ávila: fundación Cultural Santa Teresa.
MOREY I ANDREU, M. (1991) «L'impacte del tourisme sobre e/ medi
ambient» en M. MOREY I ANDREO (dir.) Turisme i Medi Ambient a
Les Illes Balears. Mallorca: El Tall.
ORGANIZACIÓN MUNDIAL DEL TURISMO (1993) Desarrollo
Turístico Sostenible. Madrid: O.M. T.
ORGANIZACIÓN MUNDIAL DEL TURISMO (1999) Compendio de Estadísticas
del Turismo. 1993-1997. Madrid: O.M.T.
PEARCE, D. (1989) Tourjst Development. Essex: Longman.
RUESCA, S. y G. DURÁN (1995) Empresa y Medio Ambiente. Madrid:
Pirámide.
TAYLOR, G. (1995) 'The Community Apágsroach: Does it really work?'
in Tourism Management, vol. 16, ne . 7.
THE ECONOMIST (1999) 'Ageing Working' in The Economist, 4 de
septiembre.

58
Los impactos del turismo
VERA REBOLLO, J. F. (1992) «La dimensión ambiental de la
planificación turística: Una nueva cultura para el consumo turístico»
en Papers de Turisme, 10: 23-39.
VERA REBOLLO, J. F. (1997) Análisis Territorial del Turismo.
Barcelona: Ariel.
VERA REBOLLO, J, F. y M. MARCHENA GÓMEZ (1996) «El modelo
turístico español: Perspectiva económica y territorial» en A.
PEDREÑO MUÑOZ (dir.) Introducción a la Economía del Turismo en
España. Madrid: Civitas. págs. 327-364.
WORLD TOURISM ORGANISATION (1993) Tourism to the Year 2000. Madrid:
W.T.O.

59

También podría gustarte