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A partir de la lectura del artículo, responda las siguientes interrogantes:

1. Identifique las variables predictoras de empoderamiento familiar en


atención temprana y discuta los resultados de esta investigación. R//
Dicho paradigma está compuesto por cuatro componentes. El primero de ellos,
las prioridades y preocupaciones de la familia. El segundo, los apoyos y
recursos, en términos de tipos de acompañamiento, atención e información,
asistencia, experiencias y oportunidades, para así abordar y responder a las
preocupaciones y prioridades de la familia. Los apoyos y recursos que se
consideran más apropiados son aquellos que involucran activamente a los
miembros de la familia para obtener ayuda, en lugar de brindarles esta ayuda sin
más. El tercero, las capacidades e intereses de los miembros de la familia, es
decir, sus fortalezas. Y el cuarto y último de los componentes son las prácticas
que ayudan a las familias a desarrollar capacidades existentes y recientemente
adquiridas. Los servicios de Atención Temprana con prácticas centradas en la
familia. Las prácticas centradas en la familia (PCF), promovidas desde la
Atención Temprana, han sido descritas como una asociación entre padres y
profesionales que se caracteriza por la confianza, el respeto y la comunicación
abierta para trabajar juntos en la toma de decisiones en el mejor interés del niño
y de la familia (García-Grau et al., 2019; García-Sánchez et al., 2014). Cuentan,
además, con evidencia científica que señala que Se consiguen mejores resultados
dado que se realizan en los contextos naturales, es decir en el hogar y en los
entornos comunitarios (Dalmau et al., 2017).
2. Argumente por qué la atención temprana centrada en la familia es el
modelo de la intervención recomendada y cuáles son sus ventajas.
R// Modelo centrado exclusivamente en el menor, hacia el modelo
psicopedagógico, donde se comienza a valorar la importancia de la familia y del
entorno del niño o la niña en todo el proceso. La Atención Temprana centrada en
la Familia va más allá, no obstante, de una mera manera de hacer, se trata de una
manera de pensar y entender la atención que los profesionales dispensamos a las
familias con las que trabajamos a diario; una nueva manera de posicionarnos
ante ellos y ellas que exige un importante ejercicio de reflexión por parte de los
profesionales y un cambio de rol respecto al que hasta ahora veníamos
desempeñando. Dicha transición, no es sencilla, pero si necesaria si entendemos,
tal y como demuestra la evidencia científica, la familia y el entorno del menor
como variables fundamentales en su desarrollo y si queremos que las familias
puedan participar de manera activa en los programas de Atención Temprana.
Considero que unas de sus ventajas son las siguientes: marcan tres condiciones
importantes a considerar, a partir de las prácticas profesionales de ayuda y
colaboración con la familia. La primera de estas condiciones hace referencia a la
proactividad de la intervención para la adquisición de competencias por parte de
la familia. La segunda condición, crear experiencias donde la familia pueda
poner en acción sus competencias. Y la última de las condiciones, el sentido de
control por parte de la familia, con relación a la toma de decisiones de sus
asuntos familiares, en unas de sus aportaciones más recientes, presentan un
modelo de intervención basado en cuatro componentes, específico para
favorecer habilidades del lenguaje en el niño/a. En primer lugar, considerar el
aprendizaje del niño/a basado en sus intereses. El segundo, considerar las
actividades de la vida diaria de la familia y su comunidad como fuente principal
de oportunidades de aprendizaje para la adquisición de habilidades lingüísticas.
El tercero, se refiere a los métodos y estrategias utilizadas para incrementar la
participación del niño/a en sus actividades de la vida diaria, y así aprovechar
todas esas oportunidades de aprendizaje a favor del desarrollo del lenguaje. Y
como cuarto componente, destacan la intervención del cuidador, es decir, el uso
repetido de los aprendizajes adquiridos para potenciar en el niño o la niña su
competencia lingüística (Dunst et al., 2013a, Dunst et al., 2013b).
En este trabajo, toma especial sentido reconocer que el empoderamiento en la familia se
favorece a través de una relación positiva entre el profesional y la familia, es decir, una
«colaboración» marcada por la confianza, el aprecio y el respeto a las características,
habilidades, talentos, recursos y aspiraciones familiares. Esta colaboración es
fundamental para una intervención dirigida a favorecer y potenciar el lenguaje del niño
o la niña (Dunst et al., 2012, Escorcia-Mora et al., 2016).

3. Reflexione sobre estas interrogantes y argumente su respuesta


teniendo en cuenta las referencias bibliográficas sugeridas en la
asignatura. R// Actualmente en nuestro país existen dos vertientes muy
diferenciadas con respecto al tipo de intervención que se desarrolla en los
centros de atención temprana. Por un lado, se mantiene el enfoque clínico,
centrado en los déficits y en la rehabilitación de los mismos, donde se focaliza la
intervención sólo en el menor. Por otro lado, se implementan prácticas centradas
en la familia, donde la intervención se traslada a los entornos naturales y el
agente principal de la misma es quien más tiempo pasa con el niño o la niña.
Para lograr que las familias aprovechen las oportunidades de su contexto hay
que capacitarlos mediante el empoderamiento familiar. Es por ello, que se ha
diseñado un estudio mixto con el que se pretende medir el impacto que tiene el
tipo de intervención que se lleva a cabo con las familias sobre su nivel de
empoderamiento, para lo cual se comparan datos cualitativos obtenidos de un
formulario sobre el tipo de intervención que se desarrolla en dos centros de
atención temprana con datos cuantitativos obtenidos mediante una escala
validada sobre el nivel de empoderamiento que presentan las familias que
acuden a dichos centros.
En este trabajo, toma especial sentido reconocer que el empoderamiento en la
familia se favorece a través de una relación positiva entre el profesional y la
familia, es decir, una «colaboración» marcada por la confianza, el aprecio y el
respeto a las características, habilidades, talentos, recursos y aspiraciones
familiares. Esta colaboración es fundamental para una intervención dirigida a
favorecer y potenciar el lenguaje del niño o la niña (Dunst et al., 2012, Escorcia-
Mora et al., 2016). Además, se consideran otras variables que pueden interferir
en el empoderamiento familiar, como el tipo de diagnóstico, el tiempo
recibiendo el servicio de Atención Temprana o las actitudes profesionales. Tras
la recogida y análisis de los datos, se obtienen resultados poco concluyentes
acerca del impacto que ejerce la intervención sobre el empoderamiento puesto
que son numerosas variables las que pueden interferir en el nivel de capacitación
de familiar.

BIBLIOGRAFÍA

1-G.A.T. Grupo de Atención Temprana (2000) Libro Blanco de la Atención Temprana.


Edita: Real Patronato de Prevención y Atención a Personas con Minusvalía. Madrid.

2- Dunst, C.J., Trivette, C.M. & Hamby, D.W. (2007). Meta-analysis of family-centered
helpgiving practices research. DevelopmentalDisabilities Research Reviews, 13, 370–
378

3- Y 4 (2014) García-Sánchez, F.A., Escorcia, C. T., Sánchez-López, M C., Orcajada, N.


& Hernández-Pérez, E. (2014). Atención Temprana centrada en la familia. Siglo Cero.
Revista Española sobre Discapacidad Intelectual, 45(3),6-24.

4-Perpiñán, S. (2009) Atención Temprana y Familia. Cómo intervenir creando entornos


competentes. Ed. Nancea. Madrid.

5-https://www.ugr.es/~reidocrea/11-6.pdf
Dicho paradigma está compuesto por cuatro componentes. El primero de ellos, las
prioridades y preocupaciones de la familia. El segundo, los apoyos y recursos, en términos de
tipos de acompañamiento, atención e información, asistencia, experiencias y oportunidades,
para así abordar y responder a las preocupaciones y prioridades de la familia. Los apoyos y
recursos que se consideran más apropiados son aquellos que involucran activamente a los
miembros de la familia para obtener ayuda, en lugar de brindarles esta ayuda sin más. El
tercero, las capacidades e intereses de los miembros de la familia, es decir, sus fortalezas. Y
el cuarto y último de los componentes son las prácticas que ayudan a las familias a
desarrollar capacidades existentes y recientemente adquiridas.

en unas de sus aportaciones más recientes, presentan un modelo de intervención basado en


cuatro componentes, específico para favorecer habilidades del lenguaje en el niño/a. En
primer lugar, considerar el aprendizaje del niño/a basado en sus intereses. El segundo,
considerar las actividades de la vida diaria de la familia y su comunidad como fuente
principal de oportunidades de aprendizaje para la adquisición de habilidades lingüísticas. El
tercero, se refiere a los métodos y estrategias utilizadas para incrementar la participación del
niño/a en sus actividades de la vida diaria, y así aprovechar todas esas oportunidades de
aprendizaje a favor del desarrollo del lenguaje. Y como cuarto componente, destacan la
intervención del cuidador, es decir, el uso repetido de los aprendizajes adquiridos para
potenciar en el niño o la niña su competencia lingüística (Dunst et al., 2013a, Dunst et al.,
2013b).

En este trabajo, toma especial sentido reconocer que el empoderamiento en la familia se


favorece a través de una relación positiva entre el profesional y la familia, es decir, una
«colaboración» marcada por la confianza, el aprecio y el respeto a las características,
habilidades, talentos, recursos y aspiraciones familiares. Esta colaboración es fundamental
para una intervención dirigida a favorecer y potenciar el lenguaje del niño o la niña (Dunst et
al., 2012, Escorcia-Mora et al., 2016).

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