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NOVECENTISMO

Es una tendencia literaria formada por un grupo de escritores que irrumpen en el panorama literario en torno a 1914,
conocidos como Generación de 1914.
Muestran preocupación por el problema de la regeneración española. En el lenguaje encontramos la pulcritud
y la máxima depuración expresiva.
- Ensayistas: José Ortega y Gasset, Eugenio d’Ors, Gregorio Marañón, Manuel Azaña...
- Novelistas: Gabriel Miró, Ramón Pérez de Ayala.
- Poeta: Juan Ramón Jiménez.
El Novecentismo cultivó generalmente el ensayo. Cabe destacar a Ortega y Gasset (1883-1955). TEMAS:
➔ Filosóficos: expresa la doctrina del raciovitalismo →
“Meditaciones del Quijote” y “El tema de nuestro tiempo”
➔ Estéticos: sostiene que el arte nuevo busca el puro goce estético, distanciándose de lo afectivo y lo
sentimental. → “La deshumanización del arte”. “Ideas sobre la novela”.
➔ Sociológicos: sostiene que la crisis que padecen España y Europa se debe a la indocilidad de las masas
→ “La revelación de las masas”.
y a su vez España padece del mal del particularismo → “España Invertebrada”.
➔ Psicológicos: “Estudios sobre el amor”.
➔ Misceláneos: asuntos diversos (políticos, sociales) “El Espectador”.
En cuanto al género lírico, la poesía de esta generación se corresponde con la poesía pura de Juan Ramón
Jiménez: “Diario de un poeta recién casado” (1916) y “Eternidades” (1918).
Los novecentistas que cultivan el género narrativo son: Gabriel Miró, Ramón Pérez de Ayala,
Ramón Gómez de la Serna.

VANGUARDIAS
Movimientos que se extienden por lo general desde Francia y Alemania, hacia el mundo occidental a principios
del siglo XX y afectan a todas las manifestaciones artísticas: artes plásticas (pintura), literatura, música…
Son herederos del simbolismo, el impresionismo o el Modernismo, y repiten, exagerándolo, el espíritu
renovador de estos movimientos.. Extreman el interés por el mundo interior y su misterio.
Movimientos de las vanguardias: expresionismo, cubismo, futurismo, surrealismo, dadaismo…
El surrealismo se inició en 1924 por dadaístas liderados por André Bretón. Éstos intentan descifrar el sentido
último de la realidad → “Sobre los ángeles", de Alberti, “Poeta en Nueva York”, de Lorca.
El principal impulsor del vanguardismo en España es Ramón Gómez de la Serna (1888-1963) que rechaza el
subjetivismo y renuncia a reproducir la realidad. Defensor de un “arte nuevo” centrado en los objetos y
desligado de las “impurezas” divulgado en su revista Prometeo.
Hallazgo de la greguería, género con el que pretende aprehender la realidad mezclando la metáfora y el
humor: “El caballero del hongo gris”.
TEATRO ANTERIOR A 1939

En el primer tercio del siglo XX dos grandes tendencias se consolidaron en los escenarios españoles:
el teatro comercial y el teatro innovador.

1. El teatro comercial
Los géneros que gozan del favor del público y que triunfan en las salas comerciales son:
a. Teatro poético (defensor de los ideales nobiliarios, en la línea del tradicionalismo).
En la primera década del S. XX resurge un teatro poético en verso vinculado, en un primer momento, a la estética
modernista y, posteriormente, al drama romántico del siglo anterior. Destaca Eduardo Marquina, autor de
dramas históricos como "Las hijas del Cid”.

b. Teatro cómico (signo costumbrista, heredero del popular “género chico” del S. XIX)
Integrado por el sainete de Carlos Arniches y los hermanos Álvarez Quintero, la tragicomedia grotesca en “La
señorita de Trévelez” de Arniches y el astracán de Pedro Muñoz Seca, en “La venganza de don Mendo”.

c. Comedia burguesa (portadora de una amable crítica de costumbres)


Nuevo teatro realista en el que lo esencial es la exposición de los comportamientos y costumbres de la burguesía, a
través de unos personajes refinados y cultos que dialogan con soltura y elegancia.
La figura más destacada es Jacinto Benavente (1866-1954 con su farsa “Los intereses creados”.

2. Teatro innovador.

a. El teatro de la Generación del 98


Exploran nuevas formas de expresión dramática en consonancia con las corrientes que se abren camino en Europa.
La culminación de esa tarea innovadora es obra de Valle-Inclán, con su hallazgo del esperpento, y Lorca, quien ha
sido capaz de poner al desnudo, desde la máxima depuración expresiva, las pasiones humanas.

1. Ramón María del Valle-Inclán y el esperpento


Innovador del teatro español, rechaza el realismo burgués y propone una total renovación de la escena española en
todos sus aspectos, experimentando diversos métodos.
El crítico Francisco Ruiz Ramón divide su extensa producción:
1. Ciclo mítico: “Comedias bárbaras”, “El embrujado” y “Divinas palabras”.
2. Ciclo de la farsa: “Farsa infantil de la cabeza del dragón” o “La marquesa Rosalinda”. En esta etapa,
contrapone lo sentimental y lo grotesco para afrontar de otra manera la realidad.
3. Ciclo del esperpento: nueva visión del mundo desde una posición crítica que coincide con un movimiento de
protesta contra la sociedad burguesa. Se inicia con “Luces de bohemia”. Después escribe “Martes de carnaval”,
que reúne tres esperpentos: “Los cuernos de don Friolera”, “Las galas del difunto”, y “La hija del capitán”.

b. El teatro de la Generación del 27.


Destacados miembros del 27, como Pedro Salinas, Rafael Alberti y Miguel Hernández, contribuyen a la
renovación de la escena española gracias a: el acercamiento de la actividad teatral a las clases populares, la
exploración de nuevas técnicas inspiradas en las vanguardias y la depuración del “teatro poético”.
Sin embargo, es Lorca quien alcanza unos niveles inigualables de calidad artística. Su actividad dramática se
desarrolla en 3 etapas: en sus comienzos cultiva un teatro de filiación modernista, en verso (“El maleficio de la
mariposa”, “Mariana Pineda”); más tarde, se afana en la búsqueda de nuevas vías experimentando, primero la
farsa (“Retablillo de don Cristóbal”), y luego otro de inspiración vanguardista (“El público”); en los últimos años
de su vida se inclina por una fórmula dramática con la que logra la expresión desnuda de las pasiones humanas
→ “Bodas de sangre”, “Yerma”, “Doña Rosita la soltera” y “La casa de Bernarda Alba”.
LA POESÍA DE LA GENERACIÓN DEL 27
La generación del 27 es el grupo de poetas más importantes de la poesía española del siglo XX. Se trata de un
grupo de escritores que realizó una síntesis entre las vanguardias europeas (1918-1939) y la tradición
poética de la literatura española. Surgió de la fusión de lo nuevo con lo antiguo. Los poetas del 27
reivindicaron la obra de Góngora porque vieron en él un precursor de las vanguardias.
Sus integrantes son Pedro Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre,
Federico García Lorca, Rafael Alberti, Luis Cernuda, Emilio Prados, entre otros. Pertenecieron también
mujeres artistas: Concha Méndez, María Zambrano, Rosa Chacel, Carmen Conde… La obra de estas
mujeres quedó casi anulada al final de la guerra a causa del exilio, la clandestinidad o las represalias políticas.
En el desarrollo del grupo poético del 27 fueron primordiales la influencia de la generación anterior:
Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez (Diario de un poeta recién casado, 1917).
Dentro de las características poéticas de estos autores, destacan:
• El uso de formas métricas tomadas de la tradición culta, como el soneto o la décima.
• De la tradición popular, heredaron el romance.
• De la vanguardia surrealista, cogieron el verso libre extenso, y mantuvieron el ritmo poético mediante
anáforas, paralelismos y repeticiones.
• Destaca como rasgo fundamental el uso de la metáfora.
Si revisamos la obra de cada uno de los autores citados veremos que:
- PEDRO SALINAS se caracteriza por su exaltación del amor erótico como plenitud de la vida y camino de
unión con el Universo. Tal exaltación se expresa en una poesía de emociones muy intensas y de lenguaje
aparentemente sencillo → “La voz a ti debida”
- JORGE GUILLÉN entonó una celebración de la perfecta armonía del Universo, sentida abiertamente en
la contemplación de la Naturaleza y en la intimidad de las vivencias cotidianas. Así lo expresa en su extenso
volumen titulado “Cántico”.
- GERARDO DIEGO conjugó en sus inicios la tradición poética española con otros poemas de corte
creacionista. Tanto en los libros clasicistas (“Versos humanos”) como en los vanguardistas (“Imagen”).
- FEDERICO GARCÍA LORCA creó unos poemas de misterioso simbolismo a través de ritmos
tradicionales (“Romancero gitano”) o de versos surrealistas (“Poeta en Nueva York”), en los que la libertad
individual y el deseo amoroso se ven trágicamente amenazados por un destino implacable y cruel.

- VICENTE ALEIXANDRE nos transmitió el deseo de unir al individuo con la totalidad del Universo y
de la sociedad humana, en versos de ritmo cambiante, que muchas veces se abren a las visiones surrealistas,
como ocurre en “La destrucción o el amor”.
- DÁMASO ALONSO escribió sus obras mayores después de la Guerra Civil. En ellas planteó su drama
fundamental: la necesidad de conocer a Dios para poder conocerse a sí mismo y a los demás seres
humanos (“Hijos de la ira” y “Duda y amor sobre el Ser Supremo”).
- RAFAEL ALBERTI comenzó asimilando la poesía popular (“Marinero en tierra”, 1925), aunque
llenándola de una intimidad siempre misteriosa. Después de pasar por el surrealismo, con su libro “Sobre los
ángeles” (1929), practicó una poesía de directo compromiso social y de testimonio nostálgico sobre su propia
existencia (“Entre el clavel y la espada”, 1941).
- LUIS CERNUDA evolucionó desde una inicial poesía pura a su lírica meditativa y confidencial de los
años 40 y 50, pasando por la influencia surrealista en la primera mitad de los años 30. Todos sus poemas
abordan el conflicto entre los deseos más íntimos y urgentes (en su caso, el erotismo y la amistad) y la
frustración en que acaban tales deseos. Su obra poética completa se titula “La realidad y el deseo”.
LA NARRATIVA POSTERIOR A 1939

◦ A partir de 1939 muchos jóvenes novelistas desarrollaron una larga producción en el exilio:
- MAX AUB, que recrea los distintos episodios de la Guerra Civil con un llamativo realismo, produciendo una fuerte
conmoción en el lector → “Laberinto mágico”.
- FRANCISCO AYALA, cuya crítica social se une a una indagación psicológica → “El fondo del vaso”.
- ROSA CHACEL, quien aborda cuestiones filosóficas → “Memorias de Leticia Valle”.

En España, durante los años 40 los autores más jóvenes apostaron por una narrativa de exploración existencial,
que buscaba un sentido para la vida individual en una atmósfera de incertidumbre, desesperanza. Destacan:

• “Nada” (1945), de CARMEN LAFORET: desengaño de una joven universitaria que trata de salvar su felicidad.
• “La familia de Pascual Duarte” (1942), de CAMILO JOSÉ CELA. Esta obra inauguró en España el
tremendismo, que se cultivó en los 40 y se caracterizó por trazar una imagen animalesca y monstruosa de la
existencia humana.
• En los años 50 la novela se centró en la miseria social de la época, por entender que era la falta de libertad y las
grandes diferencias sociales, la causa del malestar del individuo. Esa novela social también fue iniciada por
Camilo José Cela, que en 1951 publicó “La colmena”. La obra es como un gran mosaico de infinidad de
personas que viven en Madrid durante tres días de 1942, lastradas por el hambre, la humillación,
aburrimiento e hipocresía; aunque finalmente asoman gestos de una futura solidaridad humana. La
colmena inició el objetivismo novelesco.

En el objetivismo novelesco puro, el narrador sólo da cuenta de los hechos que ve y tal como los ve, de manera que los
personajes y los lugares son descritos con cierta frialdad, aunque dejando al descubierto un abismo de injusticia y de
hipocresía.

Ejemplos de esta técnica los tenemos en:


• “Los bravos”, de JESÚS FERNÁNDEZ SANTOS.
• “El fulgor y la sangre”, de IGNACIO ALDECOA
• “Fiesta al Noroeste”, de ANA MARÍA MATUTE.
• “Nuevas amistades”, de JUAN GARCÍA HORTELANO, entre otros.

Junto al objetivismo, surge otra técnica llamada realismo crítico. Por esto, el narrador valora la situación social, sin
descuidar la representación del espacio y de los personajes que forman esa sociedad injusta. Así sucede en:
• Las ratas, de MIGUEL DELIBES. • La piqueta, de ANTONIO FERRES.

◦ A mediados de los 60, la proliferación de novelas sociales había creado un notable cansancio en el lector. Los
novelistas entendieron que la felicidad es también cosa del individuo, y trataron de explorar el drama de un
personaje individual dentro de una sociedad injusta. Ni el “yo” ni la “sociedad” tienen la última palabra, sino
el“yo-en-la-sociedad”. Junto a esto, se emprendió una renovación radical de la estructura y del lenguaje
narrativo. Se incorporaron recursos como:
◦ la ruptura del relato lineal.
◦ la mezcla caótica de diversos planos temporales.
◦ el monólogo interior.
◦ las diferentes tipografías en el mismo texto.
◦ la mezcla de otros tipos de discurso (periodístico, científico, jurídico) dentro del relato literario.

La novela que inició este cambio fue “Tiempo de silencio” (1962), de LUIS MARTÍN SANTOS. La obra despliega casi
todas las técnicas experimentales citadas para hacer una indignada denuncia de toda la sociedad española. A esto se
sumaron muchos narradores como CAMILO JOSÉ CELA y MIGUEL DELIBES “Cinco horas con Mario”)
Entre los narradores de esta década experimental también destacan:
◦ JUAN BENET, que elevó los problemas sociales y morales a una dimensión mítica de valor universal, como sucede en
sus novelas “Volverás a Región” y “Saúl ante Samuel”.
◦ JUAN MARSÉ, retrató la sociedad de su época con detalle, reflejando sus conflictos a través de una estructura
flexible y de un lenguaje lleno de ironía y parodia → “Últimas tardes con Teresa”.
◦ También debe reconocerse el auge de la novela lírica, con autores como FRANCISCO UMBRAL.
LA POESÍA A PARTIR DE 1939
A principios de los años 40, en España surgió una promoción posterior a la del 27: la “generación del 36”.
Estos jóvenes autores acudieron a la poesía para dar un sentido a su existencia. Se expresaban como creyentes y
les atraían la métrica clásica y los paisajes armoniosos. Colaboraban en las revistas Garcilaso y Escorial.
Entre ellos figuran JOSÉ GARCÍA NIETO, LUIS ROSALES, LEOPOLDO PANERO.
Junto a ellos estaban los “poetas desarraigados”, pues no encontraban una fe viva que los sostuviera y, ante la
angustia existencial, se expresaban en un verso libre, de lenguaje conversacional. Aquí debemos citar a
DÁMASO ALONSO, que en 1944 publicó “Hijos de la ira”. Y en este grupo también ha de incluirse a
MIGUEL HERNÁNDEZ, autor de libros tan importantes como “El rayo que no cesa” y “Viento del pueblo”.
También pertenecieron los jóvenes EUGENIO DE NORA, BLAS DE OTERO, JOSÉ HIERRO…

En los años 50, muchos autores de esa generación aprovecharon la poesía para fomentar la solidaridad, la
libertad y la justicia. Esta poesía social utilizó una expresión conversacional aún más llana, con el fin de
sintonizar con un amplio grupo de lectores y de suscitar en ellos el sentimiento de esperanza en un inmediato
futuro solidario. En esta corriente destacan BLAS DE OTERO, autor de “Pido La Paz y la palabra”, y
GABRIEL CELAYA, con sus “Cantos íberos”.

Desde finales de los 50 una nueva promoción, conocida como segunda generación de posguerra, acusó el
cansancio de la poesía social y la necesidad de indagar de modo nuevo en los conflictos del yo ante el paso del
tiempo, los cambios históricos y la inminencia de la muerte. La poesía se convirtió en un camino de
conocimiento propio, para lo cual practicaron saltos en el tiempo, contaron experiencias personales e
incorporaron -siempre con sobriedad- el humor, la ironía y el ingenio. Entre ellos destacan JOSÉ ÁNGEL
VALENTE, ÁNGEL GONZÁLEZ, JOSÉ MANUEL CABALLERO BONALD, JAIME GIL DE BIEDMA…

A finales de los años 60 comenzaron a publicar los poetas de una nueva generación, que se había educado con
mayores posibilidades de acceso a la cultura. Se los suele llamar “novísimos”. Estos autores sienten gran
aprecio por la poesía experimental de las vanguardias y por las conductas raras y “decadentistas”, así como por
el culturalismo. Se trata de GUILLERMO CARNERO, ANTONIO CARVAJAL, ANTONIO COLINAS…

En torno a 1980, los autores que se habían estrenado a finales de los 60 evolucionan, en torno a 1980, hacia una
escritura menos experimental e irracionalista, con un lenguaje más arraigado en la tradición. Su preocupación
se centra en:
• Las cuestiones existenciales del yo-poético: es el caso de LUIS ALBERTO DE CUENCA, de PERE
GIMFERRER, GUILLERMO CARNERO o de LUIS ANTONIO DE VILLENA.
• Las inquietudes espirituales más profundas, como sucede en la obra de MIGUEL D’ORS, ANTONIO
COLINAS, ANDRÉS SÁNCHEZ ROBAYNA o JOSÉ RAMÓN RIPOLL.

En todos ellos, y en muchos otros, se advierte una necesidad de expresar vivencias complejas o muy intensas en
un lenguaje aparentemente sencillo.

Al finalizar el siglo XX, entre los poetas se empieza a manifestar un rechazo al relativismo moral de las
tendencias predominantes en favor de un mayor compromiso social del poeta.

Fernando Beltrán publica una antología con el título “El hombre de la calle” (2001), que apuesta por una poesía
“entrometida”, en la que se abordan temas como la globalización, la ecología, el subdesarrollo. Es una poesía
rehumanizada, reflexiva, que manifiesta preocupaciones existenciales: la incertidumbre y la desubicación
espacial y temporal del individuo, con un tono de desarraigo y desolación. Entre los poetas destacan: Jorge
Riechmann (“El día que dejé de leer El País”), Ana Merino (“La voz de los relojes”) y Lorenzo Oliván (“Libro
de los elementos”).
TEATRO POSTERIOR A 1939

Tras la guerra civil se produce una importante ruptura con el teatro anterior. En España se representa un teatro
convencional, lleno de un humor superficial, al que acude un público de clase media que busca
entretenimiento.

1. El teatro de posguerra
Las dos tendencias más destacadas son:
• Teatro continuista burgués. Alta comedia. Obras bien construidas, con personajes de clase media que
abordan temas como el amor, la infidelidad y los conflictos entre padres e hijos. Comedias con un final
feliz que critica las costumbres burguesas sin violencia.
AUTORES: José María Pemán (“La viudita naviera”), Joaquín Calvo Sotelo (“La muralla”), Juan Ignacio
Luca de Tena (“¿Dónde vas, Alfonso XII?”).
• Teatro de humor renovado. Plantea situaciones ingeniosamente construidas, inverosímiles y absurdas
con un lenguaje agudo y crítico contra las convenciones burguesas.
AUTORES: Enrique Jardiel Poncela y Miguel Mihura.

2. El teatro existencialista y del realismo social


El estreno de “Historia de una escalera” (1949), de Antonio Buero Vallejo, marca una nueva etapa para un
teatro de testimonio y compromiso que aborda temas sociales: falta de libertad, marginación y desigualdad
social. Utiliza el drama y un lenguaje realista y crítico.
AUTORES: Antonio Buero Vallejo, que indaga en la condición humana.
Temas: la denuncia de la injusticia o el inconformismo ante un mundo hostil, la búsqueda de la verdad y la
lucha por la libertad.
Etapas: existencial (“Historia de una escalera”), social (“Hoy es fiesta”) y experimental (“Caimán”).
Otros autores: Alfonso Sastre, Lauro Olmo, Carlos Muñiz, Antonio Gala.

3. El teatro renovador y experimentalista


Influido por las vanguardias europeas, trata temas sobre realidad contemporánea: injusticia social, pobreza,
soledad, incomunicación… Las figuras simbólicas sustituyen a los personajes: el poder, la dictadura, la
opresión… El escenario se puebla de variada fauna, proyecciones y luces como una gran alegoría del mundo
moderno.
AUTORES: Francisco Nieva, Manuel Martínez Mediero y Fernando Arrabal.
Destacan los grupos de teatro independiente: TEI, Tábano, La Cuadra, Els Comediants…

4. El teatro desde 1975


Tras el experimentalismo y la muerte de Franco, se siguen estrenando comedias burguesas, pero
principalmente los nuevos autores se inclinan hacia un realismo renovado.
Quieren hacer un teatro culto sin renunciar a un público amplio, adoptan un compromiso social, utilizan un
lenguaje urbano y muestran una actitud crítica ante lo que les rodea.
Prefieren personajes marginados, perdedores y fracasados. Tienden al culturalismo y utilizan el humor como
un factor distanciador.
AUTORES: José Luis Alonso de Santos, Fermín Cabal, Ernesto Caballero, Ignacio del Moral…
LA NARRATIVA A PARTIR DE 1975
La novela
A partir de 1975, los autores rechazan el experimentalismo de los 60 y vuelven a la tradición, recuperan
muchos de sus procedimientos narrativos y escriben historias transparentes que conectan con los lectores. La
novela que lo inaugura es “La verdad sobre el caso Savolta” (1975), de Eduardo Mendoza.
Características de la novela de las últimas décadas:
1. Variedad temática y estilística, ahora cabe también la fantasía y la subjetividad en el relato.
2. Simplificación de estructuras narrativas. Se prefiere la estructura lineal del relato.
3. Recuperación del argumento. Recuperan la trama, los personajes, las historias cerradas…
4. Resurgimiento de las novelas de género: policiacas, sentimentales, eróticas, históricas…
5. Abandono de la intencionalidad ideológica y el compromiso social.
El panorama general en la década de los 80 es complejo:
1. Publicación de obras censuradas en España (editadas en el extranjero con anterioridad).
2. Coexistencia de distintas generaciones de escritores: novelistas del realismo social (Miguel Delibes,
Camilo José Cela), experimentalistas (Juan Marsé y Juan Benet) y las nuevas generaciones de escritores.
3. Expansión de los grupos editoriales y de los premios literarios.
4. Incorporación de mujeres que aportan nuevos enfoques a la literatura. Ana María Matute, Dulce Chacón…
Los aspectos más significativos de la narrativa actual son:
1. El carácter aglutinador de la novela contemporánea, que acoge todas las tendencias y estilos.
2. La individualidad creadora: cada novelista busca su propio estilo y visión personal.
3. El triunfo de la novela de género: entre ellas destaca la novela policiaca y la histórica.
Novelas policiacas y de intriga: rescatadas en los 70 por Manuel Vázquez Montalbán, da importancia a
la construcción del relato, al suspense y a la intriga. Destaca Eduardo Mendoza con “La verdad sobre el
caso Savolta” (1975). Otros: Manuel Vázquez Montalbán (“Los mares del sur, 1979)...
Novela histórica: la novela “El nombre de la rosa” de Umberto Eco propicia el gusto por este género, para
escapar de la propia realidad cotidiana. En las últimas décadas son numerosas las obras de la Guerra Civil
española y la posguerra: “Beatus ille” (1986), de Antonio Muñoz Molina.
Novelas de reflexión intimista: se adentran en la interioridad del ser humano, se centran en la búsqueda
personal y la reflexión sobre la propia existencia. Son novelas psicológicas, de aprendizaje y crónicas
generacionales: “Mortal y rosa” (1975) de Francisco Umbral.
Novelas culturalistas y estilísticas: se dirigen a un lector minoritario. Destacan Javier Marías, con obras
como Corazón tan blanco (1992), o Álvaro Pombo, con El metro de platino iridiado (1990).
Novelas del realismo crítico y social: plasman el conflicto entre los personajes y el mundo, en espacios urbanos
y rurales: Miguel Sánchez-Ostiz (“Las pirañas”, 1992), Luis Landero (“Juegos de la edad tardía”).
Novela erótica: en los años 80 y 90 triunfa una novela erótica “Las edades de Lulú” de Almudena Grandes.
Novela alegórica, mítica y fantástica: incorpora lo racional, lo fantástico, lo soñado y lo simbólico. Obras
de Luis Mateo Díez (“La fuente de la edad”, 1986) y José María Merino (“El oro de los sueños”, 2010).
Novelas de aventuras: utilizan intriga, suspense, sentimentalidad, ambientación histórica, etc. Arturo
Pérez-Reverte (“El maestro de esgrima”, 1988) y Carlos Ruiz Zafón ("La sombra del viento”, 2001).

El cuento: Miguel Delibes (“La mortaja”, 1987) o Camilo José Cela (“Café de artistas”, 1953) son escritores
de cuentos pero realmente destacan: Jesús Fernández Santos, Ignacio Aldecoa y Ana María Matute.
Predomina la diversidad temática y diferentes estilos y enfoques: cuentos realistas, fantásticos, de ciencia
ficción, surrealistas... Su finalidad es impresionar, sorprender, inquietar... Es visible la influencia
latinoamericana (Julio Cortázar; Jorge Luis Borges).
José Luis Martín Nogales habla de tres tipos de cuentos en las últimas décadas:
1. Los líricos, que se aproximan a la poesía. En ellos no se relata una historia.
2. Los teóricos, en los que abunda la reflexión y carecen de elementos narrativos propiamente dichos.
3. Los dramáticos, que se basan en el diálogo y tienen un carácter teatral.
AUTORES: José María Merino, Luis Mateo Díez, Juan José Millás, Javier Marías, Juan Manuel de Prada...

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