2.1. Al Andalus. Evolución Política

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De la Prehistoria al reinado de los primeros

Borbones
La Edad Media en la Península Ibérica

2.1. Al Andalus: evolución política


La ocupación de la Península Ibérica por parte de los musulmanes se entiende
por dos razones muy evidentes: la primera es la debilidad de la monarquía visigoda y la
segunda la expansión del Islam por el norte de África.
El sistema de elección de monarcas lleva a una nueva guerra civil tras la
muerte de Witiza. La revuelta de Roderico (duque de la Bética) y su posterior
entronización tendrán como consecuencia la llegada de los musulmanes a la Península.

Conquista musulmana de la Península Ibérica


En el 711 el gobernador norteafricano Musa envía un ejército de bereberes a
las órdenes de Tarik, quien, tras desembarcar en Gibraltar, derrota al del rey en la
batalla de Guadalete. Un año después la llegada de tropas de refuerzo de origen árabe a
las órdenes de Musa permite la ocupación de Toledo y, con ello, la de prácticamente
toda la Península.
En solo tres años (711 – 714) había desaparecido el reino visigodo y se había
creado Al-Andalus (así llamaron los musulmanes a la Península Ibérica). Esto se explica
por varias razones: en primer lugar el escaso arraigo de la monarquía visigoda entre la
población llana; en segundo lugar la tolerancia musulmana con otras religiones
(cristianos y judíos eran considerados “gentes del Libro” por lo que, si no se resistían,
podían conservar sus propiedades a cambio del pago de un tributo –acuerdo de Tudmir);
finalmente también tendría gran importancia el interés de las tropas musulmanas por
conseguir parte del botín tras la conquista.

Emirato y Califato de Córdoba


La primera fase de la presencia musulmana tras la conquista va a ser la del
Emirato de Córdoba. Se denomina así porque el diregente andalusí será un emir que
gobierna en Córdoba y que es enviado por el califa de Damasco.

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Este periodo se va a dividir a su vez en dos partes: la del Emirato dependiente
(714 – 756) y la del Emirato independiente (756 – 929).
En la primera fase este territorio es dependiente política y religiosamente, por
lo que ha de contar con el beneplácito del califa para cualquier tema de importancia.
Fueron estos años de bastante inestabilidad provocada fundamentalmente por
las rencillas entre bereberes y árabes llegados tras la conquista. Los primeros son
musulmanes llegados del norte africano que se van a seguir dedicando al pastoreo en la
meseta central y en las zonas montañosas. Por su parte el origen de los árabes les coloca
en una posición privilegiada en Al Andalus, por lo que ocupan los principales cargos y
las mejores tierras (zonas de vega en el Guadalquivir o en el Ebro). El trato
discriminatorio va a provocar la primera revuelta en el 741, lo que se solventó con la
llegada de tropas sirias venidas desde el sur (que por otra parte rivalizarían también con
los gobernantes árabes por el control del territorio).
Es en este momento cuando tiene lugar la llamada “batalla de Covadonga”,
enfrentamiento muy tergiversado por las crónicas cristianas que en realidad no tendría
mayor importancia para los musulmanes. Tuvo lugar en el año 722 y se considera el
inicio del Reino de Asturias y de la mal llamada “Reconquista”. Sí que pudo ser un
poco más importante la derrota sufrida por los sarracenos en la batalla de Poitiers en el
732, ya que supuso el freno de la expansión del Islam hacia el norte.

El comienzo del Emirato independiente de Córdoba coincide con la rebelión


abasí y el asesinato del califa omeya de Damasco y de gran parte de su familia (750).
Uno de los pocos supervivientes de dicha matanza fue Abd al-Rahman I, quien escapa
hasta la Península y se hace con el poder político convirtiéndose en emir independiente
política pero no religiosamente. Su periodo de gobierno (756 – 788) supuso una fase de
reorganización y de consolidación, iniciándose además la construcción de la mezquita
de Córdoba.
Esta fase se alarga hasta el año 929, presentándose problemas como las
revueltas bereberes, las protestas mozárabes por sus obligaciones fiscales (revuelta de
Omar ben Hafsun en la zona de Málaga) o las rebeliones de los gobernadores de las
provincias periféricas.

El Califato de Córdoba se extiende entre los años 929 y 1031. Su creador es


Abd al-Rahman III, quien decide autoproclamarse califa para frentar el avance fatimí

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del sur y para conseguir, además de la supremacía política que ya tenía, la
independencia religiosa en Al Andalus. El nuevo dirigente y posteriormente su hijo
Alhakam II consiguen pacificar el territorio musulmán peninsular fortaleciendo el
Ejército, lo que se convierte en una fase de prosperidad política y económica que durará
más de cien años. Esta fase de gobierno también se caracteriza por el impulso que recibe
la cultura y el arte: por un lado se manda construir el Palacio de Medina Azahara y por
otro se patrocina la literatura (ampliándose la biblioteca de Córdoba hasta albergar más
de 400.000 libros).
A finales del siglo X surge la figura de Al-Mansur, primer ministro de Hixam
II que aparta del poder al califa para tomar las riendas del Califato. Su liderazgo militar
la lleva a realizar multiples campañas de castigo en suelo cristiano, arrasando ciudades
como Santiago de Compostela o Barcelona.
Tras su muerte, Al Andalus entra en recesión, abriéndose múltiples luchas
internas que terminan con la disolución del Califato. Todo termina con la disolución del
mismo en 1031 y con la división del territorio andalusí en taifas (reinos independientes
que van a permitir a los cristianos avanzar hacia el sur).

Reinos de taifas e imperios norteafricanos


La muerte de Almanzor en 1002 supone el comienzo de una guerra civil que
tendrá como consecuencia el fin del Califato de Córdoba y el inicio de la
descomposición de Al Andalus en pequeños reinos de taifas. Un reino de taifas es un
pequeño territorio independiente con afinidades étnicas gobernado por un dirigente
musulmán.
La deposición de Hisham III en Córdoba en 1031 significa la ruptura definitiva
de la unidad y la creación de 27 taifas étnicas que competirán unas con otras, mostrando
las diferencias existentes entre distintos musulmanes peninsulares. Esta fase va a estar
marcada por los enfrentamientos entre reyes de taifas, lo que llevará a la sumisión de las
más pequeñas ante el poder de las más grandes (Sevilla, Badajoz, Toledo o Zaragoza).
La división de Al Ándalus permite el avance cristiano por el norte, solo ralentizado
gracias al pago de parias (pago a un rey cristiano a cambio de protección). Como único
aspecto positivo de esta fase se puede señalar la prosperidad económica y cultural que
sigue existiendo durante todo el siglo XI en Al Andalus.

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El retroceso territorial musulmán en la Península lleva a los reyes de taifas a
buscar ayuda en el norte de África. Tras la conquista de Toledo por parte de Alfonso VI
(1085), los dirigentes de Sevilla, Badajoz y Granada reclaman la llegada de los
almorávides, imperio con capital en Marrakech a las órdenes de Yusuf ibn Tashfin que
va a vencer a Alfonso VI en la batalla de Sagrajas en 1086.

De inmediato Al Ándalus pasa a formar parte del Imperio almorávide, potencia


norteafricana que recupera parte del territorio perdido (batalla de Uclés de 1108). A
pesar de todo, el descontento de musulmanes, cristianos y judíos por el fanatismo
imperante y el avance almohade en el norte de África hace que los almorávides vuelvan
a su lugar de origen, comenzando así el periodo de los Segundos Reinos de Taifas (1145
- 1170).

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La victoria almohade en el sur tiene como consecuencia la posterior invasión
de la Península, por lo que un nuevo pueblo norteafricano se hará con el control de las
taifas andalusíes. En 1172 cae la última taifa (la de Murcia, en manos del rey Lobo), por
lo que se recupera el radicalismo religioso y el estricto control del poder desde la nueva
capital, Sevilla.
La victoria almohade en Alarcos (1195) obliga al papa Inocencio III a convocar
una Cruzada en la Península. A esta llamada acuden casi todos los reyes cristianos del
norte y muchos caballeros del resto del continente. El enfrentamiento entre las dos
religiones tiene lugar en la batalla de las Navas de Tolosa (1212), dando como resultado
el comienzo del fin del poder almohade en Al Ándalus.
La marcha de los almohades da pie a una tercera fase de reinos de taifas,
pequeños reinos que poco a poco van cayendo en manos de los cristianos del norte.

Reino Nazarí
El único territorio que permanece independiente durante más de dos siglos y
medio es el Reino Nazarí (Nasri) de Granada. Este reino fue fundado por Muhammad I,
miembro de la dinástía de los nazaríes que se proclama sultán en 1232. Desde ese
momento hasta 1237 se va configurando un territorio que va a ocupar las actuales
provincias de Almería, Granada, Málaga y parte de Cádiz.
Su supervivencia se debe a varios factores. En primero lugar el pago de parias
a los reyes castellanos va a ser crucial para entender su evolución política. Los
problemas internos en Castilla y la ayuda en momentos puntuales por parte de pueblos
norteafricanos como los benimerines también favorecen la pervivencia de los nazaríes.
La política expansionista de los Reyes Católicos, los conflictos políticos
internos o las crisis socioeconómicas derivadas de la superpoblación (llegada masiva de
musulmanes de zonas previamente conquistadas por los cristianos) son las causas que
explican el final del reino nazarí. Isabel, con la ayuda de las tropas aragonesas, declara
la guerra a los califas nazaríes (1482), avanzando rápidamente hasta la ciudad
granadina. La capitulación de Boabdil tiene lugar el día 1 de enero de 1492, momento
que se considera el final de la presencia musulmana en la Península después de casi 800
años de pervivencia.

A pesar de los problemas políticos y sociales, esta fase se caracteriza por el


desarrollo de un sector primario ya muy avanzado. El aumento de la productividad

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agrícola se debe a la mejora de las técnicas de regadío, lo que genera unos excedentes
que se destinan al comercio local y provincial. A ello tenemos que sumar lo que aporta
la ganadería, la minería o la producción cerámica y textil.

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