Síntomas

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Síntomas

Los síntomas de la ELA varían de una persona a otra. Los síntomas dependen de
las células nerviosas afectadas. La ELA suele comenzar con debilidad muscular
que se extiende y empeora con el tiempo. Los síntomas pueden incluir los
siguientes:

 Dificultad para caminar o hacer las actividades diarias habituales.


 Tropezones y caídas.
 Debilidad en las piernas, los pies o los tobillos.
 Debilidad o torpeza en las manos.
 Dificultad para hablar o problemas para tragar.
 Debilidad asociada a calambres musculares y espasmos en brazos, hombros
y lengua.
 Llanto, risa o bostezos intempestivos.
 Cambios en el pensamiento o comportamiento.
La ELA suele comenzar en las manos, los pies, los brazos o las piernas. Luego se
extiende a otras partes del cuerpo. Los músculos se debilitan a medida que
mueren más células nerviosas. Con el tiempo, esto afecta la masticación, la
deglución, el habla y la respiración.

Generalmente, no hay dolor en las primeras etapas de la ELA. Además, el dolor es


poco común en las etapas avanzadas. La ELA no suele afectar el control de la
vejiga. Tampoco suele afectar los sentidos, que incluyen la capacidad del gusto,
olfato, tacto y oído.
Causas

En alrededor del 10 % de las personas con ELA, se puede identificar una causa
genética. En el resto de los casos, se desconoce la causa.

Los investigadores continúan estudiando las posibles causas de la ELA. La


mayoría de las teorías se centran en una interacción compleja entre genes y
factores ambientales.

Factores de riesgo

Estos son algunos de los factores de riesgo establecidos para la ELA:

 Genética. En alrededor del 10 % de las personas con ELA, el gen de riesgo


fue trasmitido por un familiar. Esto se conoce como ELA hereditaria. La
mayoría de los hijos de personas con ELA heredada tienen un 50 % de
probabilidades de heredar el gen.
 Edad. El riesgo aumenta después de los 75 años. La ELA es más común
entre los 60 y los 85 años.
 Sexo. Antes de los 65 años, la ELA es un poco más común en hombres que
en mujeres. Esta diferencia de sexo desaparece después de los 70 años.
Se han asociado factores ambientales, como los siguientes, a un riesgo mayor de
padecer ELA.

 Fumar. Las pruebas demuestran que fumar es un factor de riesgo ambiental


de ELA. Las mujeres que fuman parecen tener un riesgo incluso mayor,
especialmente después de la menopausia.
 Exposición a toxinas ambientales. Algunas pruebas sugieren que la
exposición al plomo u otras sustancias en el lugar de trabajo o el hogar
podría estar relacionada con la ELA. Se han hecho muchos estudios, pero no
se ha asociado de forma consistente ningún elemento causante ni sustancia
química con la ELA.
 Servicio militar. Los estudios indican que las personas que han formado
parte del servicio militar tienen un mayor riesgo de presentar ELA. No está
claro qué factor del servicio militar podría desencadenar la ELA. Podría ser la
exposición a ciertos metales o sustancias químicas, lesiones traumáticas,
infecciones virales o esfuerzo intenso.
Fisioterapia y rehabilitación
Los pacientes de ELA también suelen realizar fisioterapia y ejercicios de
rehabilitación para afrontar la debilidad muscular.

Si los problemas de movilidad son muy graves, se proporcionan dispositivos como


una silla de ruedas eléctrica para facilitar la movilidad del paciente de la forma más
autónoma posible.

La ELA daña los nervios que activan los músculos respiratorios y causa
alteraciones en la capacidad de respirar y de toser. A medida que la enfermedad
avanza, los pacientes requieren, en mayor o menor medida, ayudas para que los
músculos respiratorios ejerzan bien su función. El neumólogo será el que
determine, en cada caso, qué aparatos requiere cada paciente y a partir de qué
momento.

El tratamiento con fisioterapia contribuye a mejorar la calidad de vida de los


pacientes con ELA y minimiza el riesgo de contraer posibles infecciones, una de
las complicaciones de la enfermedad. Se trata de una de las consideraciones que
hace el Colegio Profesional de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid
(Cpfcm). “Los fisioterapeutas indican al paciente cómo trabajar y fortalecer esa
musculatura respiratoria desde el inicio, enseñando una correcta respiración
diafragmática y manteniendo la movilidad y elasticidad de la caja torácica”,
explican.

Para el abordaje de los pacientes con ELA, la fisioterapia cuenta con técnicas
activas, pasivas y educacionales, que se van aplicando y adaptando en función de
la fase o el estado de la enfermedad.

Al comienzo de la patología, el tratamiento se enfocará más en terapia activa


basada en ejercicios globales y específicos para mantener la funcionalidad
musculoesquelética y cardiorrespiratoria; después, se irá evolucionando hacia las
técnicas activas-asistidas y pasivas, utilizando la terapia manual, movilizaciones,
estiramientos y el tratamiento postural.

Es muy importante la educación del paciente en el autotratamiento y en el manejo


de ayudas técnicas, así como de la propia familia. En este punto, es clave la
información y la formación. Información sobre la enfermedad y formación sobre
cómo abordarla dando recomendaciones y enseñando ejercicios, posturas
antiálgicas o movilizaciones.

Qué es
La esclerosis lateral amiotrófica (ELA, enfermedad de Lou Gehrig o de
Stephen Hawking) es una enfermedad neurodegenerativa progresiva
que afecta rápidamente a las neuronas motoras del cerebro y la médula
espinal, que dejan de funcionar y, por lo tanto, de enviar mensajes a los
músculos, ocasionando debilitamiento muscular e incapacidad de
movimiento.

Como consecuencia se produce una debilidad muscular que avanza hasta


la parálisis, afecta la autonomía motora, el habla, la deglución y la
respiración, aunque se mantienen intactos los sentidos, el intelecto y los
cúmulos de los ojos.

A nivel mundial, la incidencia anual se encuentra en torno a una tasa bruta


de 1.75/100.000 habitantes y una tasa estandarizada por la población
mundial de 1.68/100.000.

Se dice que la ELA es la tercera enfermedad neurodegenerativa en


incidencia tras la demencia y la enfermedad de Parkinson. Se estima que la
edad media de inicio de la ELA se encuentra entre 58-66 años con un pico
de incidencia a los 70.75 años y una disminución en edades superiores. Los
casos de ELA con origen hereditario presentan un inicio a edades más
tempranas, unos 10 años antes muchas ocasiones. En general la incidencia
en los hombres es ligeramente superior a las mujeres.
¿Cómo se diagnostica y se trata la esclerosis lateral amiotrófica?
Diagnóstico

No existe una sola prueba que definitivamente pueda diagnosticar la esclerosis


lateral amiotrófica. Su proveedor de atención médica realizará un examen físico y
revisará su historial médico completo. Un examen neurológico evaluará sus
reflejos, fuerza muscular y otras respuestas, y se llevará a cabo a intervalos
regulares para evaluar si los síntomas como debilidad muscular, atrofia muscular y
espasticidad están empeorando de manera progresiva.

 Las pruebas musculares y de imágenes para descartar otras enfermedades


y confirmar el diagnóstico incluyen:
 La electromiografía (EMG) es una técnica de registro que detecta la
actividad eléctrica de las fibras musculares y puede ayudar a diagnosticar la
esclerosis lateral amiotrófica.
 Un estudio de conducción nerviosa mide la actividad eléctrica de los nervios
y los músculos al evaluar la capacidad del nervio para enviar una señal a lo
largo de este o al músculo.
 La resonancia magnética (también conocida como MRI, por sus siglas en
inglés) es un procedimiento no invasivo que utiliza un campo magnético y
ondas de radio para producir imágenes detalladas del cerebro y la médula
espinal.
 Se pueden hacer análisis de sangre y de orina, según los síntomas y los
resultados de las pruebas y del examen del doctor. Un médico puede
solicitar estas pruebas para eliminar la posibilidad de otras enfermedades.
 Se puede realizar una biopsia muscular si el médico cree que puede tener
una enfermedad muscular distinta a la esclerosis lateral amiotrófica. Bajo
anestesia local, se extrae una pequeña muestra de músculo y se envía al
laboratorio para su análisis.
ELA: tratamiento desde la fisioterapia en personas mayores
Servicio de Fisioterapia
Residencia de Mayores Cruz Roja San Fernando Cádiz
Una atención dirigida a aliviar los síntomas de ELA y a mejorar la calidad de vida
de los afectados
En la Residencia de mayores, atendemos a mayores y no tan mayores con
Esclerosis Lateral Amiotrófica o ELA, a los que prestamos una atención integral
asistida por un equipo multidisciplinar: psicólogos, fisioterapeutas, médicos,
enfermeros, etc. La atención que les ofrecemos va dirigida a aliviar los síntomas
de la enfermedad ya mejorar su calidad de vida y la de sus familias.

Cabe destacar que varios estudios publicados han venido demostrando desde
hace años que la atención integral y multidisciplinar, por parte de un equipo de
profesionales especializados en la enfermedad, mejora la calidad de vida de las
personas afectadas de ELA y la de sus familias, hasta el punto de contribuir a
alargar el proceso de evolución de la enfermedad.

Fisioterapia respiratoria y ejercicio físico en personas mayores


Las imágenes son generales, no tienen por qué corresponder a los casos de los
que se habla en el artículo.
ELA o Esclerosis Lateral Amiotrófica
¿Qué es la ELA?
La Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) es una enfermedad neurológica
degenerativa y progresiva, que se caracteriza por la muerte progresiva de las
motoneuronas centrales y periféricas, un tipo de células nerviosas que controlan el
movimiento de la musculatura voluntaria. Se manifiesta principalmente con
debilidad muscular, amiotrofia (disminución de masa muscular) e hiperreflexia
(aumento de los reflejos).

Es una enfermedad poco frecuente, siendo la edad media de su aparición de 56


años por causas que aún se desconocen, aunque en el 10% de los casos hay un
componente genético.

En la Residencia, atendemos a mayores y no tan mayores con esta enfermedad, a


los que prestamos una atención integral asistida por un equipo multidisciplinar que
propone un tratamiento específico para cada caso, en función de la fase clínica y
del estadio evolutivo.

Durante el tratamiento, es preciso hacer un seguimiento pormenorizado para


controlar la tolerancia del residente así como sus necesidades. Y siempre
intentando mantener la máxima independencia y funcionalidad.

Objetivos principales para el tratamiento de residentes con ELA


Los objetivos principales de este abordaje multidisciplinar, son:

Disminuir, en la medida de lo posible, la progresión de la sintomatología del


paciente.
Tratamiento sintomático de los problemas concomitantes.
Aumentar la capacidad funcional de los pacientes, mejorando su calidad de vida.
Abordaje fisioterapéutico de la ELA en la Residencia
En estos casos, desde el Servicio de Fisioterapia de la Residencia, realizamos en
primer lugar, un examen exhaustivo y una evaluación del paciente, atendiendo
también a los informes del resto de profesionales del equipo multidisciplinar del
Centro.

En este examen debemos valorar las disfunciones del paciente con ELA, que
pueden ser susceptibles de tratamiento de fisioterapia (debilidad muscular,
limitación de la movilidad, estado de la marcha, espasticidad….).

Objetivos específicos para residentes con ELA


Los objetivos específicos que nos proponemos con el abordaje en fisioterapia son:

Prevenir la aparición de contracturas musculares y deformidades osteoarticulares.


Mantener la amplitud articular.
Conservar el tono muscular y postural.
Aliviar las algias.
Favorecer las transferencias.
Favorecer la bipedestación y la marcha (cuando aún la conserve)
Prevenir las complicaciones respiratorias.
Tratamiento ELA – Fisioterapia
Los tratamientos que empleamos para obtener estos resultados son:

Cinesiterapia pasiva: Movilizaciones realizadas por el fisioterapeuta.


Cinesiterapia activa: Movilizaciones realizadas exclusivamente por el residente.
Cinesiterapia activo-asistida: Movilizaciones realizadas por el paciente con la
asistencia del fisioterapeuta.
Estiramientos suaves.
Hidroterapia: los ejercicios en el agua favorecen algunos movimientos y trabajan la
fuerza con la resistencia del agua. Además, tiene efecto sedante y de relajación
muscular.
Fisioterapia respiratoria, evitando el drenaje postural y la percusión: Ejercicios y
técnicas respiratorias dirigidos a mantener la máxima capacidad respiratoria
posible, y a evitar el acúmulo de secreciones. Se debe evitar el drenaje postural
(posturas específicas que favorecen la eliminación de secreciones por lóbulos
pulmonares) y percusiones ( palmoteo rítmico sobre el tórax, realizado por el
fisioterapeuta, que favorece el despegue y eliminación de secreciones), ya que
ambas técnicas pueden fatigar al paciente.
Ejercicios de control postural.
Fisioterapia analgésica (electroterapia, crioterapia, termoterapia): Fisioterapia para
aliviar el dolor, y que engloba distintas técnicas, tales como la termoterapia
(terapia con calor), crioterapia (terapia con frío) y electroterapia (terapia que utiliza
corrientes de baja, media y alta frecuencia).
Masoterapia relajante o estimulante: Masajes relajantes de la musculatura
contracturada o masajes estimulantes de la musculatura hipotónica (que ha
perdido tono muscular).
Uso de órtesis posturales o ayudas técnicas, si precisa.
Ejercicios de coordinación y movimientos globales.
Deambulación asistida y transferencias (cuando se mantenga aún la capacidad).
Personalización del tratamiento
La pauta de tratamiento siempre será diseñada y controlada continuamente por los
fisioterapeutas, y adaptada a la capacidad del paciente.

Los fisioterapeutas asesoran y forman tanto al paciente como a sus cuidadores, en


los diferentes aspectos relacionados con el tratamiento, manejo y cuidados
necesarios para el paciente en las diferentes etapas de la enfermedad.

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