Actividades para 4to. Catequesis Familiar

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NOS PREPARAMOS PARA RECIBIR EL SACRAMENTO DE LA RECONCILIACIÓN

1. Buscamos un momento y un lugar tranquilo.

Antes de comenzar la catequesis y leer la Palabra de Dios, hacemos juntos la señal de la cruz.

Jesús enseñaba su mensaje con parábolas, es decir, pequeñas historias que todos pudieran
entender. Hoy vamos a compartir La parábola del Padre Misericordioso. Pero antes de leer la
Biblia, conversamos:

En esta parábola aparecen tres personajes principales: el padre y


los dos hijos. Ellos forman una familia.

2. Hablamos sobre nuestra familia:


 cómo es, cuántas personas nos quieren, nos protegen y nos dan amor...
 ¿Cómo te sientes cuando estás con tu familia?
 ¿Y cómo te sientes cuando, por algún motivo, estás lejos de ella?

3. Leemos la Palabra de Dios: Lucas 15, 11- 32.

4. Compartimos lo que nos sugieren las imágenes: Nos fijamos bien en los dibujos y lo
que expresan a la luz del texto de la parábola.

Respondemos en la carpeta:

a. ¿Qué sentimientos se producen en nosotros al contemplar estas


imágenes?
b. Si yo fuera el hijo mayor, ¿cómo me sentiría al ver la fiesta que
mi padre le prepara a mi hermano por su regreso?
c. Si yo fuera el hijo menor, ¿cómo me sentiría al regresar a casa?
d. Si yo fuera el padre, ¿cómo reaccionaría al ver que mi hijo
regresaba a casa?
Reflexionamos junto a los chicos:

En esta parábola Jesús nos revela de modo


singular el rostro amoroso y misericordioso del
Padre. Dios es Padre y nos ama tanto que nos
busca y nos perdona cualquier cosa siempre y
cuando estemos dispuestos a volver a Él. Su amor
y su misericordia no conocen límites. El único
límite se lo podemos poner nosotros, si es que nos
negamos a recibirlo. Esta parábola nos habla de
reconciliación. En este sentido, la historia del
padre y sus dos hijos es la historia de la
humanidad. Pero es también la historia repetida
en la existencia de cada uno de nosotros. El relato
toca de manera tan aguda diversos aspectos de
nuestra vida y llega tan hondo al corazón que por
momentos podemos identificarnos con el hijo
menor, en otros con el hermano mayor o incluso
en algunos con el mismo padre que espera paciente la
vuelta del hijo perdido, estalla en alegría con el reencuentro y sufre la incomprensión de su
primogénito. El mensaje de reconciliación que transmite esta historia es una caricia a cualquier
herida que podamos tener; es una llamada a la conversión, a entrar en nosotros mismos, a
abandonar el pecado y a volver con confianza a los brazos de un Padre que nos ama
entrañablemente; es también una invitación a perdonar y vivir la reconciliación entre nosotros;
es, en fin, una fuente de alegría inacabable porque Jesús nos está revelando el rostro de Dios
en el que encontramos una mirada de amor y misericordia que nos llena de paz.

Con esta parábola Jesús nos muestra el amor inmenso que Dios Padre tiene a sus hijos, a
quienes siempre perdona y recibe con los brazos abiertos.

La Palabra de Dios, escrita hace miles de años, sigue siendo algo totalmente actual: Palabra
que nos interpela, nos habla...

En nuestra vida, quizás en algún momento fuimos como el hijo menor, que decide pecar, pero
en la tristeza del pecado se abre de nuevo y redescubre la alegría del perdón y del amor o
como el hijo mayor, poseído de sí mismo, que se cree puro, perfecto, exigiendo ser
reconocido, que vive ensimismado en sí mismo, sin enterarse del amor de su padre.

Hacemos un poco de memoria...

 ¿Cuándo nos comportamos cómo el hijo menor? ¿Y cómo el hijo mayor? …


 Nos detenemos ahora en la figura del padre. Esta parábola la conocemos como
“Parábola del Hijo pródigo”, pero, también se le conoce como “Parábola del padre
misericordioso”. ¿Qué nombre te gusta más? ¿Por qué? ¿Crees ver reflejadas en tus
padres las actitudes de este padre de la parábola?

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