Virtualia 10 Fleischer, Deborah Angustias Actuales
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SUMARIO
#10 Julio / Agosto
2004
DEBATES
De la utilidad social de la escucha ¿El psicoanálisis está bajo amenaza?
Por Jacques-Alain Miller Por Leonardo Gorostiza
APORTES
Sexo y lógica en la escritura ¿Es posible pensar el holding de Win-
de Lewis Carroll nicott en relación con la posición del
Por Heloisa Caldas
analista en el contexto del psicoanáli-
La cuestión preliminar en la época del sis lacaniano?
Por Astrid Àlvarez de la Roche
Otro que no existe
Por Massimo Recalcati
Acción Lacaniana en Santa Fe
Por Marcela Romero
La actualidad de la transferencia
Por Monica Prandi
COMENTARIOS DE LIBROS
Nuevos síntomas, nuevas angustias
Por Graciela Ruiz Condiciones de la práctica analítica
de Samuel Basz, Colección Diva, 2004
La angustia y la certeza Por Anibal Leserre
Por Ricardo Seldes
El psicoanálisis con niño. Los funda-
PUNTUACIONES
mentos de la práctica
Lo singular en la resonancia Comp.: Silvia Salman, Grama ediciones, 2004.
Por Silvia Salman Por Karina Lipzer
Freud le da importancia a la angustia causada por la separación; Lacan dirá: “...la angustia aparece en la separación, no causada,
ya que la angustia es sin causa (pero no sin objeto)”. En cuanto al peligro, para Lacan, está ligado al carácter de momento
constitutivo del objeto “a”, momento de función de la angustia, que es anterior a la cesión del objeto. En ese sentido, una de
las características del objeto “a” es su carácter de ser cesible y este carácter subraya ciertas formas donde el “a” se encarna
como resto (placenta, pecho, heces, pene) en la medida que ya estas partes del cuerpo poseen anatómicamente la condición de
objetos separables, enganchados, en cierta manera pegados. En seminarios posteriores al de La angustia incluirá como especies
de “a” a la voz y a la mirada.
En Lituraterre Lacan recurre a una experiencia que le acontece al sobrevolar Siberia. “Se me apareció: de entre las nubes, el
resplandor, única huella en aparecer, por operar allí más aún que por indicar su relieve en esta latitud, en lo que hace de Siberia
planicie, planicie desolada de otra vegetación más que de reflejos, que empujan a la sombra lo que no los refleja”. Homologa
esa huella a la dimensión de la escritura que introduce al Otro como tal; el vacío es contorneado con el Uno que se extrae del
Otro. El Uno en más viene allí, dice Lacan, a amueblar la angustia de la A-cosa porque introduce al Otro que sustituye a la
angustia desolada de la Cosa, pasaje de la inexistencia, el cero, a la existencia porque hay el al menos Uno. La angustia de la
Cosa puede cubrirse por el Uno, también por el peluche, indicará Lacan, ese objeto transicional winnicottiano que es un paso
previo a la constitución del plus y del que el niño se agarra ante la angustia que le provoca la desaparición del Otro primordial.
Se agarra no como consuelo, sino como posibilidad de constitución del objeto de uso. Ese objeto transicional supone la op-
eración de alineación, operación a su vez que se realiza a partir de la escritura. Cuando el Otro se fue, uno se aferra, dirá Eric
Laurent[1], al propio carretel, para modelar la angustia de la A-cosa. Cuando el Otro ya no es el lugar donde se aliena, sino que
se vuelve el desierto de la A-cosa, el sujeto se aferra al objeto a y la letra se vuelve litoral.
El resplandor es, entonces, la aparición del S1, huella que no representa nada, pero que a diferencia del desierto del Otro, del
vacío de la A-cosa, introduce el agujero en la a-cosa que puede llenarse con el objeto plus. El S1 es una necesidad de estructura
para que lo que habla se humanice, para que haya rastro humano.
Así como al comienzo distinguimos el desborde de angustia, del funcionamiento de la angustia como señal de lo real dentro del
marco del fantasma, a nivel del susto, especifica Freud, se está a merced de lo que invade bruscamente, algo inesperado que
irrumpe, algo que sorprende. En cambio en la angustia como señal hay algo que protege contra el susto. Es decir que a nivel
del susto no está ni la función sujeto ni la angustia señal, el desvalimiento implica a un ser hablante sin recursos, sin el plus, sin
semblante respecto de lo real y que en mucho casos se presentifica como la imposibilidad de estar solo, la necesidad imperiosa
de la presencia del Otro para soportar la desolación del desierto de Siberia. La nada conduce a la angustia
Lo que aparece como pánico implica, lo que del goce no puede entrar en la contabilización del inconsciente y que Freud ya
describiera en la crisis de angustia; el pánico de la Cosa es lo contrario al plus. El ataque de pánico es el desborde de angustia
cuando no funciona la angustia como señal.
Para finalizar este primer apartado quiero señalar que en la dirección de la cura debemos evitar considerar a la angustia como
un fenómeno patológico a eliminar o a diluir como lo encara el discurso médico, dado que la función de la angustia como
bisagra indica la hiancia que separa el goce del deseo. Este fenómeno estructural y constitutivo se podrá dosificar cuando se
extravía, pero es una brújula en la experiencia analítica, en tanto señal de la emergencia de la subjetividad y umbral del acto
verdadero
Punto 2
En este apartado enumeraré algunas consideraciones para abrir la pregunta sobre si hay nuevas angustias y sus causas, si las
hubiere.
Si consideramos que la angustia es referida inicialmente por Lacan al deseo del Otro y posteriormente a un acontecimiento de
Real.
Si además tenemos en cuenta que la inexistencia del Otro hace que el goce recaiga sobre el sujeto.
Si contamos actualmente con el discurso de la ciencia y con la atmósfera permisiva después de la Segunda Guerra mundial.
Si los objetos de consumo gobiernan al sujeto convirtiéndolo en un proletario reducido a su cuerpo, anticipado por la tesis de
Lacan” todos proletarios.”
Notas
1- Eric Laurent, Síntoma y nominación. Colección Diva, Buenos Aires, 2002