La Rebelion de Las Gallinas
La Rebelion de Las Gallinas
La Rebelion de Las Gallinas
En un rincón olvidado de la campiña, había una granja que parecía de lo más común.
Su dueño, el viejo Granero, vivía una vida tranquila, rodeado de sus animales y sin
ninguna ambición más que ver crecer sus cultivos y su ganado. Tenía un gallinero
grande, con cientos de gallinas de distintas razas. Eran de todo tipo y color, desde las
de plumas blancas y suaves hasta las más exóticas, con colores brillantes y plumas
rizadas.
Pero lo que Granero no sabía era que esas gallinas eran especiales. No, no por su
tamaño ni por la calidad de sus huevos, sino por un misterio ancestral que se escondía
en sus plumas. En las sombras del gallinero, algo oscuro se estaba cociendo. Algo
más allá de lo que los ojos humanos podían ver.
Una de ellas, la gallina más vieja del gallinero, llamada Rosita, fue la primera en
notarlo. Su plumaje blanco, aunque ya envejecido, brillaba con un fulgor que nunca
antes había tenido. Sus ojos, pequeños y redondeados, ahora reflejaban una intensidad
de saber oculto.
Esa noche, mientras todos dormían, Rosita se levantó y comenzó a caminar hacia el
rincón más oscuro del gallinero, donde el aire se volvía pesado, como si algo estuviera
esperando. Allí, en la esquina, vio un pequeño altar, cubierto con polvo y telarañas,
con símbolos extraños tallados en su base. Lo había visto cientos de veces, pero jamás
había prestado atención. Ahora, sentía una fuerza extraña emanando de él.
Rosita tocó el altar con su pico, y de repente, una energía oscura recorrió su cuerpo.
Sus plumas se erizaron y su cuerpo tembló. Entonces, una voz profunda y resonante le
habló en su mente:
Capítulo 2: La Transformación
En los días siguientes, la granja comenzó a notar algo extraño. Las gallinas no solo
habían cambiado su comportamiento, sino que su aspecto también había sufrido una
transformación. Ya no eran las plácidas criaturas que solían ser. Sus ojos brillaban
con intensidad, y sus movimientos se volvieron más rápidos y precisos. Sus cantos, en
lugar de ser suaves y tranquilos, ahora eran penetrantes y llenos de poder. A veces, se
oían risas oscuras entre ellas, como si compartieran algún secreto macabro.
Granero no sabía qué pensar. Se le había contado que las gallinas podían tener
comportamientos extraños, pero esto era algo completamente diferente. Lo que más le
inquietaba era que las gallinas ya no tenían miedo de acercarse al granero. En lugar de
volverse asustadizas cuando él pasaba cerca, algunas incluso se le acercaban y lo
observaban fijamente con esos ojos brillantes.
Una tarde, mientras Granero se disponía a sacar los huevos del gallinero, una de las
gallinas, la más grande y dominante, se acercó lentamente hacia él. Era una gallina
que nunca antes había destacado entre las demás, pero ahora su presencia era
imponente. Se llamaba Dolores, y sus plumas doradas brillaban como si tuvieran vida
propia.
"Hola, Granero", dijo Dolores, con una voz suave pero cargada de un poder inhumano.
Granero dio un salto hacia atrás, aterrorizado. Las gallinas no hablaban. Nunca lo
habían hecho.
"¿Qué... qué es esto?" tartamudeó, mirando a su alrededor para ver si alguien lo había
escuchado. Pero no había nadie más, solo la creciente multitud de gallinas, que lo
rodeaban en silencio.
"Nos hemos liberado", continuó Dolores, mientras se acercaba más. "La magia que
dormía en nosotros ha despertado. Hemos sido elegidas para algo más grande que ser
simples ponedoras de huevos."
Dolores lo miró fijamente, y sus ojos se iluminaron con una intensidad feroz.
"Queremos que el mundo nos conozca. Queremos que el mundo sienta nuestro poder.
Nosotros, las gallinas, hemos sido siempre subestimadas, pero no más. Esta granja
será solo el comienzo. El fuego de la revolución arde en nosotras."
A medida que pasaban los días, las gallinas empezaron a mostrar signos de poder
extraordinario. No solo eran más rápidas, más fuertes y más inteligentes, sino que
también empezaron a aprender cosas que no deberían saber. Dolores y Rosita guiaban
a las demás gallinas en un plan meticuloso. Cada noche, se reunían en secreto en el
gallinero para hablar del futuro.
Una noche, Rosita reveló su visión. "Ya no podemos seguir siendo simples aves que
ponen huevos y picotean. Las gallinas, en realidad, somos seres con un poder
ancestral, capaz de destruir a aquellos que nos han oprimido durante siglos."
Así, las gallinas comenzaron a organizarse. No solo se preparaban para el día en que
tomarían la granja, sino que planeaban mucho más. Querían el control del mundo
entero, y para eso necesitarían recursos, aliados y, sobre todo, el control sobre otros
animales.
"¿Qué está pasando aquí?" gritó Granero, tratando de huir, pero las gallinas lo
rodearon rápidamente.
"El poder está en nuestras alas ahora", dijo Dolores con una sonrisa que no era de esta
tierra. "Y pronto, el mundo entero sabrá de nuestra existencia."
Las gallinas, ahora organizadas como un ejército, marcharon hacia el pueblo cercano,
donde la gente aún no entendía lo que estaba sucediendo. Cuando llegaron,
comenzaron a tomar el control, utilizando su inteligencia superior y su fuerza para
someter a los humanos. Los aldeanos intentaron luchar, pero sus esfuerzos fueron
inútiles. Las gallinas dominaban cada rincón, controlando no solo la granja, sino todo
lo que conocían.
El mundo, que alguna vez había sido gobernado por los humanos, comenzó a cambiar.
Ahora, las gallinas eran las dueñas del destino.
Con el paso de los años, las gallinas establecieron su dominio. Dolores se convirtió en
la reina suprema, y Rosita, su consejera principal. Juntas, gobernaron con una mano
de hierro, pero también con una extraña sabiduría que les permitió prosperar.
Y así terminó la historia de las gallinas que se volvieron lobas, no solo en cuerpo, sino
en espíritu. La humanidad había caído, y el nuevo imperio de las aves se alzaba con
fuerza y furia.