Geografia 2
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Para conocer con mayor certeza la calidad de vida de los habitantes de un lugar, además de los
indicadores demográficos, se analizan datos genera- dos a partir de indicadores
socioeconómicos, como los ingresos de las personas, la desigualdad en los ingresos o el
desarrollo humano.
Uno de los indicadores más utilizados para conocer las ganancias producidas por un país es el
producto bruto interno (Per). El PBI estima los ingresos producidos anualmente por la suma de
las distintas actividades económicas de un país: agricultura, ganadería, pesca, minería,
actividad forestal, energía, industria, comercio y servicios. Usualmente, para poder comparar
países y regiones a escala mundial, se utiliza el dólar estadounidense como divisa.
El total regional, es decir, la suma de las ganancias de los territorios de América Latina y el
Caribe en 2016 fue de 5,3 billones de dólares (para el mismo año, el PBI mundial fue de 75,9
billones de dólares). En el interior de esta región hay fuertes diferencias: dos economías
superan el billón de dólares por año, el Brasil, con 1,80 billones, y México, con 1,05. Otros
países se ubican en estratos intermedios de producción de ganancias, como la Argentina
(545.000 millones de dólares) y Chile (247.000 millones de dólares), y, finalmente, hay
economías más pequeñas, como la de Guate- mala (69.000 millones), Panamá (55.000
millones), el Uruguay (52.000 millones), Bolivia (34.000 millones) y Haití (8.000 millones). Los
países que poseen un par más alto son los más industrializados de la región. Para calcular los
ingresos medios de una población se divide el PBI total por la cantidad de población del
territorio. El indicador resultante es el PBI per cápita o por persona. También se mide
anualmente en dólares estadounidenses. En América Latina y el Caribe, el promedio del PBI per
cápita o por persona para el 2016 fue de 8826 dólares. Esta cifra, al ser un promedio entre el
per y la cantidad de población, no muestra las desigualdades en el interior de la región. Así,
mientras que algunos países latinoamericanos y caribeños tuvieron ese año un PBI per cápita
superior al promedio regional, como la Argentina (12.500 dólares), Chile (13.500 dólares),
Panamá (14.500 dólares), San Cristóbal y Nieves (16.200 dólares) y el Uruguay (15.200 dólares),
otros estuvieron por debajo de ese promedio, como Colombia (5800 dólares), Guatemala
(4100 dólares), Bolivia (3100 dólares), Nicaragua (2100 dólares) y Haití (700 dólares); y otros,
como México (8500 dólares) y el Brasil (8600 dólares), tienen ingresos promedios cercanos a la
media regional. Por otra parte, así como hay desigualdades muy marcadas en la región,
también las hay en el interior de cada país, con grupos que tienen enormes ganancias y
amplios sectores de la población con escasos ingresos. Al analizar estos datos, además de la
desigualdad, también hay que tener en cuenta el costo de vida que tiene la población, es decir,
cuánto debe pagar por los servicios de salud, transporte, educación y electricidad, por la
alimentación, la vestimenta, la vivienda, etc, por lo que dos países con un PBI per cápita similar
pueden tener diferente calidad de vida, relacionada con la capacidad de compra y con la
consiguiente posibilidad de ahorro.
El índice de desarrollo humano
Debido a las dificultades para medir el bienestar de una población sola mente a través de
indicadores económicas como el PBI o el pai per cápita el Programa de las Naciones Unidas
para el Desarrollo (PNUD) elaboró el índice de desarrollo humano (IDH)
Para las Naciones Unidas, el desarrollo humano tiene que ver con la cantidad de opciones que
tiene una persona para cubrir sus necesidades básicas y mejorar su calidad de vida. Cuanto
más amplia sea esa cantidad de opciones, mayor será el desarrollo humano; a menor cantidad
de opciones, menor desarrollo humano
El IDH es un índice compuesto, pues considera tres indicadores: la esperanza de vida al nacer,
el nivel educativo (por ejemplo, la cantidad de niños de entre 4 y 18 años que asisten a la
escuela, la tasa de analfabetismo-los que no saben leer y escribir- y la duración del sistema
educativo obligatorio) y el ingreso en dinero por persona, que mide el nivel de vida digno
(expresado a través del PBI per cápita).
El valor del IDH es un número que se encuentra entre o y 1: cuanto más cerca del 1 se halla el
IDH de un país más elevada es la calidad de vida de esa población. En cambio, si el número se
acerca a o, los indicadores de pobreza son mayores
Con estas cifras se establece un ranking de desarrollo y se agrupa a los países en cuatro
grandes categorías en relación con el grado en el que lo han alcanzado: muy alto, alto, medio y
bajo
De acuerdo con la medición publicada por el PNUD en septiembre de 2018, solo tres países de
América Latina y el Caribe se encontraban ubicados entre los de muy alto desarrollo: Chile, en
el puesto número 44; la Argentina, en el puesto número 47, y el Uruguay, en el puesto número
55 Entre los países con un desarrollo alto, se encuentran Costa Rica, Panamá, Cuba, México,
Venezuela, el Brasil y Barbados. Entre los países de desarrollo medio, están Bolivia, El Salvador,
Nicaragua, Guatemala y Honduras. En el polo de los países de desarrollo bajo se encuentra
Haití, en el puesto número 168
A pesar de que es el índice más utilizado para comparar la calidad de vida en los distintos
países del mundo, el IDH es muy cuestionado por algunos científicos sociales. Una de las
críticas que se le hace es que no sirve para medir la desigualdad entre la población de cada
país. Es decir, los valores promedio que arroja el IDH esconden desigualdades muy marcadas
dentro de cada territorio. Otro cuestionamiento tiene que ver con que el desarrollo humano
como tal es bastante más que la medición de solo tres variables.
Por eso, en la actualidad, las Naciones Unidas hablan de progreso multidimensional. Se
considera que el bienestar de las personas va más allá del ingreso que perciban, por lo que se
deberían tomar otras variables para determinar el desarrollo humano de un país, por ejemplo,
la igualdad de género, es decir si las mujeres tienen las mismas posibilidades que los va- rones,
el sistema de vida democrático, donde se espera que haya libertad política, el respeto por los
derechos humanos y las condiciones ambientales adecuadas
La pobreza es la situación por la cual una persona o una familia no alcanza a satisfacer sus
necesidades básicas. Esta es una de las problemáticas sociales más acuciantes de América. Hay
muchas maneras de medir la pobreza en el continente y, según cada país, se toman en cuenta
distintos indicadores para abordar el problema. Generalmente, se consideran los ingresos de
un hogar para determinar si las personas que lo conforman están por encima o por debajo de
la línea de pobreza.
La línea de pobreza es el límite de ingresos mínimos que hacen posible que las personas
puedan satisfacer o no las necesidades consideradas básicas y vitales. Otros indicadores son el
acceso a la alimentación, la salud, la vivienda y la vestimenta, también se considera el acceso al
trans porte o a los servicios básicos como la electricidad, el gas natural, el agua potable y las
cloacas. En los últimos años, además, se han incorporado como indicadores de pobreza la falta
de espacios de recreación y los problemas ambientales
La indigencia
La indigencia, llamada también pobreza extrema, se refiere a aquellos hogares y personas que
no logran satisfacer siquiera la necesidad de alimentación adecuada. La indigencia es
considerada parte de la pobreza.
La pobreza estructural
Existen personas que nacen en hogares en condiciones de pobreza extrema o estructural. Esa
realidad les impide, entre otras cosas, tener acceso a la educación y a buenas condiciones
sanitarias Los niños padecen a menudo situaciones de trabajo infantil mientras que para los
adultos es muy difícil conseguir un empleo a causa de la discriminación por su condición
socioeconómica La pobreza extrema se transforma en un círculo vicioso que hace que las
posibilidades de salir de ella sean mínimas o casi nulas, ya que las personas no solo no logran
escapar de esa situación, sino que, probablemente, sus condiciones se reproducirán en las
generaciones siguientes.