TEMA 7. El Teatro de 1939 A 1975. Antonio Buero Vallejo

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Tema 7. El teatro de 1939 a 1975.

Antonio Buero Vallejo


TEMA 7. EL TEATRO DE 1939 A 1975. ANTONIO BUERO VALLEJO

INTRODUCCIÓN

Como en otros géneros, la Guerra Civil fue un corte profundo para la trayectoria de nuestro teatro. Al
terminar la contienda, unos dramaturgos han muerto (Valle-Inclán, García Lorca...); otros sufren el exilio
(Alejandro Casona, Jacinto Grau, Rafael Alberti, Max Aub) pero continúan escribiendo, experimentando.
De escaso interés es lo que aún producen viejos maestros como Benavente o Arniches.

Comparado con el bullir de experiencias del teatro extranjero (Bertolt Brecht, Antonin Artaud, Ionesco,
Beckett...), el panorama general de la escena española desde principios del siglo XX resulta pobre debido
a condicionamientos comerciales e ideológicos (recordemos que las innovaciones de Valle-Inclán,
Unamuno o Lorca no son las que triunfan sobre los escenarios). El teatro que triunfa, el teatro comercial,
es el de la comedia burguesa.

A finales de los 40, y durante los 50, aparece un teatro inconformista existencialista, realista aunque con
mucha importancia de los símbolos. Se posiciona frente al teatro comercial llevando a escena problemas de
mayor hondura. Algunos dramaturgos empezaron a incluir en sus creaciones temas como la injusticia
social, la falta de libertad o la pobreza material y moral de la época que, al igual que la novela y la poesía,
trataba de dar testimonio de los problemas sociales más candentes. Es el teatro inconformista y
existencialista. Autores más significativos: Antonio Buero Vallejo y Alfonso Sastre

En los sesenta aparecen autores que cultivan un teatro comprometido y testimonial, de corte realista, en
el que emplean técnicas propias de los sainetes grotescos, el expresionismo y el esperpento de Valle-
Inclán: Lauro Olmo, José Martín Recuerda o José María Rodríguez Méndez.

Ya a comienzos de la década de los 70, el realismo testimonial entra en crisis. Aparecen autores que
experimentan con el lenguaje teatral (Francisco Nieva...) y nuevos grupos de teatro independientes. Este
neovanguardismo mantiene el compromiso social a la vez que se convierte en teatro simbólico, que
requiere la complicidad del espectador.

Por supuesto, en las tres décadas el teatro que siguió triunfando fue la comedia burguesa.

1. EL TEATRO EN LA INMEDIATA POSGUERRA: EL TEATRO DE EVASIÓN (AÑOS 40)

Tal situación persiste tras la guerra con algunos agravantes más: las compañías siguen dependiendo de los
intereses comerciales de unos empresarios que, a su vez, se someten a las exigencias de un público
burgués de gustos dudosos. Junto a ello, se agravan hasta extremos impensables las limitaciones
ideológicas, ejercidas por una censura férrea.

Impera la comedia burguesa, todo imitando la comedia burguesa de Jacinto Benavente. Los motivos son lo
inadecuado del momento para mantener posturas renovadoras, que no suelen ser “negocio” o que son
tachadas de “perniciosas”. Los empresarios teatrales preferían, para evitar problemas, piezas acordes con
el gusto burgués, de ahí que perdure un teatro de diversión. Esta comedia fue cultivada por José María
Pemán o Juan Ignacio Luca de Tena, entre otros.

Otra corriente que tiene gran éxito en esta época es el teatro humorístico. Los autores más destacados
serán Enrique Jardiel Poncela y Miguel Mihura (publicará casi todas sus obras después de los años 50), que
practican una comicidad basada en lo ilógico o lo incongruente.

Enrique Jardiel Poncela. A su teatro se lo ha llamado teatro de lo inverosímil porque busca la comicidad a
través de situaciones ilógicas y disparatadas. Suele acumular datos inexplicables en los primeros actos que
luego cobrarán sentido. Sus personajes también resultan cómicos por sus manías, tics y diálogos ingeniosos
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y disparatados. Las situaciones en los que los pone son grotescas, ridículas o increíbles. Después de la
guerra tuvo mucho éxito Eloisa está debajo de un almendro.

Miguel Mihura. Lo más característico de Mihura es su humor tierno. Aunque presente situaciones difíciles,
la imaginación resuelve el conflicto sin saña. Sus obras no pretenden reflejar, sino idealizar la vida por
medio de la humanización de sus personajes y el triunfo de la bondad y de la ternura. Su humor es
producto de la asociación inverosímil de elementos, de la exageración y de la distorsión de la causalidad
lógica. Su mejor comedia la escribió antes de la Guerra Civil, Tres sombreros de copa. Hacen referencia a
los sombreros que el protagonista, Dionisio, huérfano, tiene en la casa de huéspedes donde transcurre la
acción antes de casarse con una muchacha acomodada. Ninguno de los sombreros le sienta bien, lo que
simboliza que Dionisio no va a adaptarse al mundo de la burguesía en el que va a entrar con su matrimonio.

2. EL TEATRO INCONFORMISTA Y EXISTENCIALISTA (FINALES DE LOS 40 Y AÑOS 50)

En una línea muy distinta, hay que situar el nacimiento de un teatro grave, preocupado, inconformista,
paralelo a la poesía del momento, que podemos denominar existencial. Las características de este teatro
son similares a los otros géneros (traspasan al ámbito de lo personal los problemas sociales; los
personajes son seres angustiados y desarraigados que revelan el malestar social por la existencia precaria;
se expresa una doble angustia: personal y social, por la situación de miedo, represión y hambre; los temas
son el vacío personal, la soledad del hombre y el desarraigo; la lengua literaria se basa en la comunicación,
en pro de la claridad). Este teatro existencialista, de inconformismo social, se planteó dos alternativas:

 El teatro posibilista, representado por Antonio Buero Vallejo, que busca eludir la censura oficial.

 El teatro imposibilista, representado por Alfonso Sastre, que quiere expresarse con libertad aunque a
veces no consiga estrenar sus obras por culpa de la censura.

Dos fechas resultan claves: 1949, con el insólito estreno de Historia de una escalera (premio Lope de
Vega), de Buero Vallejo, y 1953, en que un teatro universitario presenta Escuadra hacia la muerte, de
Alfonso Sastre, que fue prohibida poco después. Obras como éstas son signos de un teatro distinto, que
quiere hacerse un sitio en la escena, frente a lo trivial o lo convencional. Hacia 1955, los autores iniciarán
un teatro social, como en otros géneros.

Alfonso Sastre. Busca una alternativa al teatro comercial mediante la creación de grupos teatrales. Para él
es más importante lo social que lo estético. Su teatro es un teatro existencial en el que también aparece la
preocupación por la injusticia y la opresión del poder sobre el individuo, en el que hay crítica social que
busca transformar la realidad política.

En Escuadra hacia la muerte recrea una supuesta tercera guerra mundial en la que un grupo de soldados
asesinan al cabo que los dirigía en una misión suicida, en la obra se tratan los temas de la opresión, que
llevan a la rebelión y el asesinato, los remordimientos y la expiación de la culpa. La obra se prohibió porque
se vio una crítica a la opresión que representaba la dictadura.

3. EL TEATRO SOCIAL DE PROTESTA Y DENUNCIA (FINALES DE LOS 50 Y AÑOS 60)

Alrededor de 1955 se marca el cambio, de lo existencial a lo social: Buero publica un artículo en 1955
contra la censura, por los problemas que va teniendo; Sastre estrena La mordaza y Ana Kleiber, ambas
suspendidas casi inmediatamente. Pasamos a una nueva etapa orientada hacia el teatro social (o «de
protesta y denuncia»). Ha aparecido un público nuevo, juvenil y universitario. Además, la censura se
relaja. Se fragua la concepción del realismo social. La temática de sus obras sería la burocracia
deshumanizada y la esclavitud del trabajador, las angustias de los jóvenes, la situación de los obreros
forzados a emigrar... Lo común sería el tema de la injusticia social y de la alienación. La actitud del autor

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será de testimonio o de protesta. En cuanto a la estética y la técnica, se inscriben en el realismo, aunque
con matices: recursos y lenguaje de sainete, rasgos esperpénticos, cierto simbolismo... Intentan crear un
teatro comprometido con los problemas de España: son muchas las piezas de estos autores que no llegaron
a los escenarios.

Aparecerán autores nacidos en torno a 1925, que toman como referente a Buero y Sastre, también al
neoexpresionismo (que presenta una realidad deformada que acentúa los rasgos grotescos en los
personajes, situaciones y el lenguaje) e incluso el esperpento de Valle-Inclán son: José Martín Recuerda (en
Las salvajes en Puente San Gil muestra con rasgos esperpénticos la convulsión que provoca en un pueblo la
llegada de una compañía de revista), Lauro Olmo (en La camisa presenta la dura vida de los obreros
venidos del campo a las chabolas de la ciudad) y José María Rodríguez Méndez (en Los inocentes de la
Moncloa presenta con gran realismo las angustias de un joven para sacar las oposiciones de notario
mientras su recién compañero de habitación en la pensión donde vive, al que apenas conoce, muere sin
que nadie se haya dado cuenta de lo enfermo que estaba).

4. EL TEATRO EXPERIMENTAL DE LOS AÑOS 70

Junto al teatro comercial y al teatro realista con influencias neoexpresionistas, a finales de los 60 aparece
un teatro underground o soterrado al margen de los circuitos comerciales. Técnicamente, experimentan
con el lenguaje teatral y se alejan del gran público. Temáticamente, como el teatro realista, rechaza la
situación española. Sus temas centrales son la falta de libertad, la injusticia y la alienación. A veces
incorpora elementos musicales, circenses o danzas. Presenta personajes deshumanizados y esquemáticos
(a veces animales) y situaciones y lenguaje alegórico, en alusión a la situación política española. Cuando
llegó la democracia decayó porque perdió parte de su sentido.

Autores que escribieron teatro experimental son José Ruibal y Francisco Nieva, este último escribió lo que
él llamo “teatro furioso”, basado en la libertad imaginativa y casi surrealista.

Fernando Arrabal. Se exilia en 1955 en Francia. Autor de teatro, novelas, ensayos... Uno de los máximos
representantes del por él llamado “teatro pánico”, que se caracteriza por la provocación y el desenfreno,
con un rechazo de la burguesía y del orden establecido, en medio de un mundo sin sentido y cruel. Recoge
elementos del Teatro de la Crueldad, de Artaud y del Absurdo. Está lleno de humor, pasión, vitalidad,
cuajado de situaciones cercanas al disparate, de juegos de palabras muy sugerentes, mezcla lo vanguardista
con lo esperpéntico, absurdo, superrealista, poético, cruel, para crear un continuo efecto de sorpresa,
contrario a los convencionalismos. Ejemplos de sus obras son Pic-Nic, El triciclo, El laberinto, El cementerio
de automóviles o El arquitecto y el emperador de Asiria. Posteriormente, su teatro adquiere tonos
políticos: Teatro de guerrilla (1969).

Francisco Nieva. Dramaturgo y escenógrafo. Hasta finales del franquismo no consigue estrenar sus obras. El
mismo Nieva divide sus obras en dos grupos: teatro furioso y teatro de farsa y calamidad, aunque, en
general, su obra destaca por el gusto por la complejidad, el elevado esteticismo lírico y la escena
barroquista. Ejemplos de obras son: La carroza de plomo candente, Coronada y el toro o Malditas sean
Coronada y sus hijas.

Antonio Gala. Autor de un teatro de carácter simbólico que trata los grandes temas humanos, como el
amor, la libertad, la muerte, el miedo…También escribió obras de corte histórico, como Anillos para una
dama (sobre Jimena, la esposa del Cid). Es un autor de grandes éxitos.

Grupos de teatro independiente, como Tábano, Los Goliardos (en Madrid), Els Joglars, Els Comediants, La
Fura dels Baus (en Barcelona), Akelarre (en Bilbao) o La Cuadra (en Sevilla). Tratarán de superar el modo
clásico de representación mediante el montaje de espectáculos, que sacan incluso a las calles [el
espectáculo de inauguración de los juegos olímpicos de Barcelona 92 corrió a cargo de La Fura dels Baus].

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5. EL TEATRO EN EL EXILIO

No podemos olvidar a los autores que ya publicaban teatro antes de la guerra y lo siguen haciendo en el
exilio: Jacinto Grau, Rafael Alberti (El adefesio, Noche de guerra en el Museo del Prado), Max Aub (San
Juan), Alejandro Casona (La dama del alba) o Pedro Salinas (Judit y el tirano). Desarrollado sobre todo en
México y Argentina, presenta diferencias estéticas con el cultivado en España. Su temática es variada y su
función es entretener e innovar, de ahí que opten por incluir en sus obras elementos vanguardistas.

6. ANTONIO BUERO VALLEJO (1916-2000)

Su biografía comienza en Guadalajara. Cursó estudios de Bellas Artes en Madrid. Durante la Guerra Civil
militó en el bando republicano y, al finalizar la contienda, fue condenado a muerte, compartiendo
cautiverio con Miguel Hernández. Su condena fue conmutada por la de treinta años de prisión. Tras
sucesivas rebajas de esta pena, salió en libertad condicional. Su labor teatral ha obtenido números
reconocimientos, entre ellos el premio Lope de Vega, el Nacional de Teatro y el premio Cervantes en 1986.
Fue miembro de la Real Academia.

En su teatro, Buero buscó la moderna tragedia española. Sus obras constituyen una síntesis de realismo y
simbolismo, y en ellas se oponen conflictivamente personajes contemplativos y personajes activos, los
cuales no despiertan admiración como los de las tragedias griegas, sino compasión. La temática suele girar
en torno al anhelo de realización humana y sus dolorosas limitaciones: la búsqueda de la felicidad, de la
libertad, se ve obstaculizada por una sociedad injusta, en un doble plano existencial y social. Por otro
lado, Buero no impone soluciones a los problemas planteados, sino que trata de buscar la reflexión en el
espectador, invitándole a captar, por debajo del contenido aparentemente amargo de sus obras, el
mensaje de esperanza subyacente, y a luchar contra la injusticia con las armas de la voluntad y la
solidaridad. Su producción puede dividirse fundamentalmente en tres grupos temáticos:

1) Teatro simbolista. En la ardiente oscuridad (1950) relata la historia de Ignacio, un ciego, el cual llega a
una institución de invidentes que viven felices, ignorantes de su limitación física. Ignacio opone a las
mentiras oficiales del centro una afirmación rebelde: la ceguera que todos padecen, símbolo de las
limitaciones humanas. También en este grupo están La tejedora de sueños e Irene o el tesoro.

2) Teatro de crítica social. Buero cultiva el drama social y existencial, del que se vale para indagar en la
frustración de la sociedad de la posguerra. Obra representativa del teatro inconformista y existencialista
de Buero es Historia de una escalera (1949). En un mismo decorado, la escalera de una casa de vecinos, y
en tres épocas (1919, 1929 y 1949), transcurre la vida de unos personajes condenados a la frustración al no
poder desarrollar sus anhelos, ni por la vía individual (Fernando) ni por la colectiva (Urbano) debido a la
situación social y a la falta de voluntad. La escalera, que se erige en protagonista de la obra y testigo del
paso del tiempo, simboliza el inmovilismo y las limitaciones vitales.

El tragaluz (1967), por su parte, se centra en las relaciones entre dos hermanos, Vicente y Mario, separados
tras la Guerra Civil y que, pasados los años, sitúan al primero en una buena posición social y al segundo
viviendo en una situación mísera, con el padre enajenado y la madre infeliz. El interés de ambos hermanos
por la misma mujer será el detonante de la trama. Es ejemplo del teatro social y de protesta.

Por último, como ejemplo de teatro experimental, otra obra importante es La fundación (1974). La acción
dramática transcurre al principio en una confortable habitación de una elegante fundación, que
progresivamente se va convirtiendo en la lóbrega celda de una cárcel de “un país desconocido”, donde
viven cinco hombres condenados a muerte por motivos políticos. En el drama aparecen los temas de la
tortura y las persecuciones políticas.

3) Drama histórico, con un tema central: el destino del pueblo en una sociedad injusta. Destacan Un
soñador para un pueblo (1958), sobre Esquilache; Las meninas (1960), sobre Velázquez; o El sueño de la
razón (1970), sobre Goya. Todas ellas plantean temas actuales ambientados en otras épocas de la historia.
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