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Los mitos más increíbles sobre la vida de William

Shakespeare
La figura de William Shakespeare sigue más que vigente y
su obra sigue fascinando e influyendo a artistas de todo el
mundo.

William Shakespeare es uno de los escritores más grandes de la

historia de la humanidad y los mitos que giran en torno a su vida


están casi a la altura de su leyenda como autor. ¿En verdad existió?
¿Por qué pasó sus últimos años sin escribir? A continuación,
mencionamos algunos de los más destacados y compartimos todo lo
que hay que saber al respecto. El mito que dice que en realidad
William Shakespeare no existió y que fue una figura ficticia
A modo de comienzo, basta con decir que no se conoce con precisión
cuál es la fecha de su nacimiento. Al respecto, se sabe que recibió el
bautismo el 26 de abril de 1564, lo que lleva a suponer a que nació
unos días antes de aquella jornada debido a que, por entonces, la
costumbre era la de bautizar a los niños apenas nacidos.

Autor de una innumerable cantidad de obras que siguen vigentes


(Hamlet, Macbeth, Romeo y Julieta, Julio César y El Rey Lear, entre
otras), toda su vida, tanto la personal como la artística, está cubierta
de un aura de enigma debido a que pocos son los datos certeros que
quedaron sobre ella
En parte esto se debe a que, a pesar de ser un actor y un autor
exitoso, no gozaba ni de cerca del prestigio que fue ganando con el
paso de los siglos. Por entonces, y en palabras de Jorge Luis
Borges, el teatro era “un género subalterno” para la literatura, por lo
que no se le daba la misma relevancia que se le comenzó a dar luego.
Al mismo tiempo influye el hecho de que no se conserva ningún
manuscrito completo de Shakespeare. Es más: la primera versión de
sus obras completas apareció en 1623, 7 años después de su muerte,
por lo que no fue supervisada en vida por su propio autor.

Esto, sumado a otros motivos, llevó a que muchos postulasen que en


realidad Shakespeare no existió, y que estas obras fueron escritas
por otros autores que buscaban cierto anonimato.

En el texto que le dedica a Macbeth en su libro Prólogo, con un


prólogo de prólogos, Borges aclara que esta idea recién apareció
hacia el siglo XIX y que “en el curso de más de 200 años a nadie se le
había ocurrido pensar que Shakespeare no fuera el autor de su obra”.

William Shakespeare: el silencio de sus años finales y el


misterio de su tumba
Hablar de fechas específicas es un tanto vano debido a lo que se
mencionó con anterioridad, esto es, la escasez de documentos
históricos que acompañan su vida.

Autor prolífico e incansable, se sabe que entre 1611 y 1613 William


escribió sus últimos trabajos. No obstante, falleció en 1616 y uno de
los mayores enigmas que giran en torno a su figura es el que se
refiere precisamente a por qué dejó de escribir cuando podría haber
seguido haciéndolo.

Borges conjetura que “Shakespeare, para escribir, precisaba el


estímulo de las tablas, la urgencia del estreno y de los actores”. En
este sentido, cerrado el teatro en el que se representaban sus obras,
el autor ya no habría tenido un claro incentivo en seguir componiendo.

Para finalizar, otro de los grandes mitos acerca de Shakespeare es el


que se refiere a la supuesta maldición que tiene su tumba. Muerto en
1616 de causas desconocidas, fue enterrado en la iglesia de la
Santísima Trinidad de Stratford.

Allí hay una lápida que contiene una inscripción que habría ordenado
el mismo William en vida. En ella se pide a las generaciones venideras
que se dejen descansar sus restos en paz y se maldice a todo aquel
que ose cambiarlos de lugar.

Esto llevó a que muchos especularan con que en dicha tumba hay,
además de los restos del escritor, misteriosos tesoros como pueden
ser textos inéditos.

¿Qué dices? ¿Estabas al tanto de todos estos mitos que tienen


a William Shakespeare como protagonista?

Ana Frank, la autora del diario más famosa del mundo


Me siento como un pájaro con alas cortadas, que se tira contra los
barrotes de la jaula. ¡Déjame salir!, grita una voz dentro de mí".
Este relato de Anne Frank forma parte del diario que escribió entre el 12 de
junio de 1942 y el 1 de agosto de 1944 en el contexto de la II Guerra Mundial.
La adolescente judía se escondió del régimen nazi en
una casa de Ámsterdam durante la invasión alemana a los
Países Bajos.

La Fundación Ana Frank reconoce


finalmente que el padre fue el autor de la
novela
POR AM NOTICIAS DE ARRECIFES EL 14/09/2017
‘El diario de Ana Frank’ se enfrenta a una disputa por derechos de autor. El
Fondo Anne Frank mantiene que el padre de la niña es coautor de los escritos y
que los derechos de emisión, que expirarían en 2016, deben seguir vigentes hasta
2050.

BRUSELAS.- El diario de Ana Frank se enfrenta a una disputa legal entre quienes
defienden que la obra debe estar libre de derechos de autor a partir de 2016 y el Fondo
Anne Frank de Basilea (Suiza), que reclama que los derechos de emisión deben seguir
vigentes.

Esta fundación con sede en Suiza, que es la propietaria actual de los derechos de edición
de los diarios, reclama que el padre de Ana Frank, Otto Frank, es coautor de estos
escritos, por lo que los derechos de autor no expirarían en 2016, informó hoy el
periódico neerlandés Volkskrant.

La ley vigente en Países Bajos establece que los derechos de autor de una obra expiran
70 años después del fallecimiento del autor, y Ana Frank falleció en marzo de 1945 en
el campo de concentración alemán de Bergen-Belsen.

Dado que Otto Frank, hasta ahora considerado solo editor del diario, falleció en 1980, la
fundación exige que esta obra siga bajo derechos de autor hasta 2050.
Un calígrafo pudo comprobar, además, que todo había sido escrito por la
misma mano y que, por tanto, no podía ser la de Anne Frank. Se trata de
Minna Becker, perito calígrafo judía, quien afirmó ante el juez, repetidamente,
que toda la escritura del diario pertenece a una misma mano (35). Para
dilucidar este tema sólo ha hecho falta acceder a las cartas auténticas que
Anne Frank escribió de niña a unas amigas, publicadas en los Estados Unidos;
la letra de estas cartas sí tiene el aspecto normal de una niña de 10 ó 12 años,
lo que no es el caso del “manuscrito original”, que nos revelan a un autor de
mayor edad.
La Fundación Anne Frank anunció incluso que ya prepara el lanzamiento de
una nueva edición, libre de copyright, de los diarios de Ana Frank, una obra
que cuenta con el reconocimiento internacional y está dentro de la lista de
patrimonio de la literatura mundial y documental de la Unesco.

Sus diarios, símbolos del horror de la Segunda Guerra Mundial, han sido
traducidos a 70 lenguas y vendidos en 100 países diferentes, y han inspirado a
ocho producciones cinematográficas.

El Diario de Ana Frank relata la conmovedora historia de Annelies Marie Frank,


una joven judía que se ocultaba de los nazis durante la ocupación alemana de
Ámsterdam. El libro tenía previsto pasar a formar parte del patrimonio cultural
libre el uno de enero de 2016, pero algo se lo ha impedido. Ahora resulta que
tiene un nuevo autor.

Las leyes europeas prevén que una obra pasa a formar parte del patrimonio
público 70 años después de la muerte de su autor. Anna Frank murió en 1945,
así que su diario iba a pasar a liberarse el 1 de enero de 2016. A la fundación
suiza que gestiona los derechos del libro (y cobra por ello) no le ha gustado
esto, así que han encontrado una treta legal para impedirlo.

Esa treta ha sido nombrar a Otto Frank, padre de Ana, co-autor del diario.
Hasta ahora, Otto Frank era solo el editor del libro, la persona encargada de
recopilar y publicar los trabajos de su hija. Según la fundación con sede en
Basilea, Suiza, el trabajo de Otto Frank a la hora de editar los diarios le hacen
merecedor del título de autor, algo que no se había reclamado nunca antes y
que resulta muy conveniente para la Fundación. Otto Frank murió en 1980, así
que nombrarlo coautor asegura retener los derechos sobre el libro en territorio
europeo hasta 2050. El problema no afecta a Estados Unidos, donde los
derechos sobre el libro expiran en 2047, 95 años después de su primera
publicación.

La maniobra ha generado un problema imprevisto para el Museo de Ana Frank


en Ámsterdam. La fundación sin ánimo de lucro que gestiona el museo llevaba
tiempo preparando ediciones comentadas online del diario que se iban a
publicar cuando expirasen los derechos. Maatje Mostart, representante de la
casa museo, ha explicado que la publicación de estos trabajos divulgativos
gratuitos aún no se ha decidido y siempre se hará de acuerdo a la legalidad. No
obstante, Mostart ha rechazado la idea de que ni Otto ni ninguna otra persona
puedan ser coautores del diario. El Museo de Ana Frank conserva buena parte
de los cuadernos y manuscritos originales de la adolescente.
Juicio esclarecedor

Mayores sospechas nos asaltan, lógicamente, al estudiar el pleito en que se


enzarzaron el conocido escritor judío norteamericano Meyer Levin y el padre de
Anne Frank. El juicio transcurrió entre 1956 y 1958 ante el County Court House
de la ciudad de Nueva York, obteniendo el demandante Meyer Levin un fallo a
su favor que condenaba a Otto Frank a abonarle una indemnización de 50.000
dólares de la época por “fraude, violación de contrato y uso ilícito de ideas”; el
pleito, que se arregló privadamente después de la sentencia por obvio mutuo
interés, versaba sobre la “dramatización escenográfica” y venta del “Diario”. El
juez, así mismo judío, era Samuel L. Coleman, quien dictó sentencia en el
sentido de que Otto Frank debía pagar a Meyer Levin “por su trabajo en el
diario de Anne Frank” (25).

Para cualquier interesado, todo lo referente al caso Levin-Frank está archivado


en la Oficina del Condado de Nueva York (N. Y. Country Clerk’s Office) con el
número 2241-1956 y también en el New York Supplement II, Serie 170, y 5 II
Serie 181 (26). Así pues, la sentencia del juez -y juez judío- en el sentido de
que el autor del Diario es Meyer Levin y no la niña, existe (27).

Lo que interesa hacer notar es que de la lectura

de la numerosa correspondencia privada de Otto Frank y de Meyer Levin que


fue aportada al juicio como prueba de las partes, surge la grave presunción
“juris tantum” de que el “Diario” “es substancialmente una falsificación” (28), y
que el autor material de esa falsificación fue el igualmente judío Meyer Levin.
Levin, en legítima defensa de sus derechos de autor, además de demandar al
Sr. Frank por cuatro o cinco millones de dólares por su labor de parafrasear el
manuscrito “para el fin que tenía que cumplir…”, pleiteó igualmente contra el
productor de cine Kiermit Bloombarden, pues en la película -del mismo título
que la obra- aparecen también escenas escritas por él y que no estaban
contenidas en el Diario original (29).

Meyer Levin había sido corresponsal en España durante la guerra civil de 1936
a 1939 y más tarde enviado de la Agencia Telegráfica Judía durante los
enfrentamientos con los palestinos entre 1945 y 1946. La Enciclopaedia
Judaica le reconoce como “el primer escritor en poner en escena el Diario de
Anne Frank (1952)” (Vol. 11, pág. 109) (30).
Un timo moral

Richard Verrall (que publica bajo el nombre literario de Harwood) advierte que
la falsedad del mito de Anne Frank va mucho más allá, es muchísimo más
profunda que la eventual falsificación del texto. Reside en la “unilateralidad” y
en la “recurrencia infinita” del tema: una perfecta aplicación política de la
propaganda actual del viejo tema de la niña inocente atrapada por la maldad
exclusiva de los otros, pero que triunfa incluso después de muerta. El mito de
Anne Frank, por la fuerza de su impacto sobre la sensibilidad colectiva, se
convierte no sólo en símbolo de la “inocente” nación judía perseguida, sino más
aún y contra todas las reglas de la lógica, en “prueba indiscutible” de la maldad
intrínseca, inmedible, de los perseguidores.

Dresde, Alemania 1945. Reconozcámoslo pronto, en efecto, no importa desde


un punto de vista humano que el “Diario” de Anne Frank sea una falsificación o
no. Esta niña falleció, víctima del tifus -y no en una “cámaras de gas”
inexistente en Bergen o convertida en “pastillas de jabón” que se han revelado
una falacia, todo hay que decirlo-; y el padecimiento y muerte de cualquier niño
es siempre lamentable.

Pero es importante constatar que los posibles sufrimientos de una niña judía de
14 años, en tiempo de guerra, no son más significativos por el “hecho” de que
hubiese escrito un diario, que los sufrimientos tanto o más terribles de otros
posibles niños judíos; o que las desgracias infinitamente más numerosas de
otros niños alemanes, italianos, japoneses, polacos, rusos o de otras
nacionalidades que han sufrido horriblemente por muchos otros motivos en esa
misma guerra: despedazados, quemados vivos a millones, mutilados o
inválidos para toda la vida a causa de los bombardeos masivos de población
civil efectuados por los aliados contra ciudades abiertas alemanas;
abandonados en medio del caos ante la muerte o desaparición de sus padres;
violados, corrompidos por la barbarie de buena parte de las tropas enemigas.
Sólo en el Holocausto alemán de Würzburg, durante los últimos días de la
guerra, fueron quemadas 5.000 personas, de entre las cuales más de 100
niñas y mujeres se llamaban Anna, convertidas en cenizas durante la noche del
16 de Marzo de 1945 (44).

Pero quién se acuerda de tal suma de horrores sufridos por los no judíos?
¿Quién llora por el niño alemán que, en Dresde, junto a otros 450.000 civiles,
mujeres y niños principalmente, corre aullando envuelto en el fuego
inextinguible del fósforo líquido? ¿Quién por la niña alemana violada varias
veces hasta la muerte por una sucesión de bestias animadas a ello por el judío
soviético Ilya Ehrenburg? ¿Quién escribe novelas lacrimógenas por los no
menos reales e inocentes niños japoneses de Hiroshima y Nagasaki? ¿Quién
por los niños de la misma edad de Anne Frank, masacrados en Paracuellos del
Jarama, que en su propio país tampoco cuentan con una calle?. Nadie.

No hay “best sellers” para ellos, no hay “dramatizaciones”, ni 50 ediciones, ni


cine, ni teatro, ni bombardeo televisivo, ni campañas en su nombre, ni
recogidas de firmas, ni movilizaciones entre los partidos políticos del sistema y
sus parlamentarios, ni manifestaciones públicas cincuenta años después, ni
nadie que quiera recordarles cambiando el nombre de una calle, por pequeña
que esta fuera. ¿Por qué? ¿Tal vez porque no cuentan con un lobby que haga
del dolor un negocio sin precedentes? ¿Porque les falta la conveniente
orquestación de los “mass-media”, que hacen del sufrimiento ajeno un arma
política, con la intención de desarmar moralmente a quienes denuncian
semejante hipocresía? ¿O deberíamos ser más atrevidos y decir que,
simplemente, porque no son judíos?. Entonces habría que denunciar y
perseguir igualmente a aquellos que por dinero o por oscuros intereses
políticos y personales hacen, con los niños que han padecido en el pasado,
discriminaciones en razón de su raza, religión o ideas políticas de los padres y
sólo se acuerdan de unos niños muy concretos y minoritarios, soslayando a los
demás. Se trata, sin duda, de un agravio comparativo.

Por Pedro Varela


Temas / Grecia Antigua
LITERATURA DE LA ANTIGÜEDAD

homero, el misterio del


gran poeta de grecia
homero, el misterio del
gran poeta de grecia
homero, el misterio del
gran poeta de grecia
HOMERO EL MISTERIO DEL GRAN POETA DE GRECIA

homero, el misterio del


gran poeta de grecia
Aunque los griegos estaban convencidos de que Homero
fue un poeta ciego nacido en Jonia, los historiadores
modernos han puesto en duda su existencia y que fuese
el autor de la 'Ilíada' y la 'Odisea'.
Grecia Antigua Mitología Escritores
El poeta ciego. La tradición ha mantenido que el autor de la Ilíada y la Odisea
era ciego, como se muestra en esta escena, en la que el aedo tañe una lira y
recita sus poemas ante un público escogido. Óleo por Auguste Leloir. Siglo XIX.
Museo del Louvre, París.
Foto: Hervé Lewandowski / RMN-Grand Palais

Ángel Narro. Universidad de Valencia.

Actualizado a 19 de abril de 2022 · 13:50·Lectura:11 min


son numerosas las incógnitas alrededor del personaje de
Homero. ¿Quién fue? ¿Existió de verdad? ¿De dónde procedía?
¿Cómo pudo crear unas obras de las proporciones de la Ilíada y
la Odisea en una época tan remota? Éstas son algunas de las
preguntas que el filólogo alemán Friedrich August Wolf
planteó en un ensayo publicado en 1795 (Prolegómenos a
Homero) y que todavía hoy parecen no tener respuesta.

CRONOLOGÍA

homero a través de los siglos


Siglos XIII-XII a.C.
En una fecha a caballo entre estos dos siglos tiene lugar la
guerra de Troya, conflicto narrado en la 'Ilíada' de Homero. Sin
embargo, muchas escenas y motivos tanto de la Ilíada como de
la Odisea remiten al siglo VIII a.C, pese a que la acción se sitúe
en los años de la guerra de Troya.

Siglos XII-VIII a.C.


Probablemente a lo largo de este período se componen y
difunden los poemas atribuidos al aedo Homero. Las diferentes
versiones de la biografía de Homero muestran que el gran poeta
épico griego se convirtió en la Antigüedad en una figura mítica.

Siglo VIII a.C.


Se extiende la escritura alfabética en Grecia. Algunos autores
sitúan en este siglo el origen de la 'Ilíada' y la 'Odisea'. Todavía
hoy se mantiene en discusión si hubo un mismo poeta que
compuso las dos obras.

Siglo VI a.C.
El tirano ateniense Pisístrato ordena compilar por escrito una
versión canónica de los poemas homéricos.

Siglos III-II a.C.


Los filólogos de Alejandría elaboran una versión depurada de la
'Ilíada' y la 'Odisea' homéricas.
En la antigua Grecia nadie dudaba de la existencia de Homero,
de la misma manera que nadie –o casi nadie– negaba la
autenticidad de los dioses del panteón. Sin embargo, lo que los
escritores griegos antiguos dicen sobre la biografía y la
procedencia de Homero es muchas veces fruto de la
especulación y de las leyendas que circulaban sobre su
figura. Sus testimonios, varios siglos posteriores a la época en
que supuestamente vivió el poeta, el siglo VIII a.C., merecen
escasa credibilidad. El más antiguo se encuentra en el Himno a
Apolo Delio, una composición incluida en los llamados Himnos
homéricos, un conjunto de textos atribuidos por tradición a
Homero, pero que, en realidad, son obra de distintos autores de
diferentes períodos. En el verso 127 del citado himno, el poeta
afirma en primera persona que es «un hombre ciego, que habita
la escarpada Q
La patria de Homero. En la imagen, una playa rocosa de la isla de Quíos, en
el mar Egeo, de donde, según una tradición, era originario Homero, autor de los
dos poemas épicos mayores de Grecia: la Ilíada y la Odisea.
Foto: Franck Guiziou / Hemis / Gtres

A partir de este supuesto testimonio autobiográfico,


generaciones de lectores y de estudiantes repitieron la idea
de Homero como un poeta ciego originario de Jonia, región
de la costa oeste de la actual Turquía en la que se incluían
también las islas próximas, como Quíos.

UN ORIGEN POLÉMICO
No era ésta la única teoría que circulaba sobre el origen de
Homero. En su Descripción de Grecia, Pausanias recoge
diferentes tradiciones que sitúan su nacimiento en la isla de Íos,
también jonia, o en Chipre. «Los de Íos –escribe este geógrafo
del siglo II– enseñan un sepulcro de Homero en la isla y en otro
lugar uno de Clímene, y dicen que Clímene era la madre de
Homero». En la misma época, Luciano de Samósata escribió un
relato de ficción en el que el propio autor se encontraba con
Homero en la isla de los Bienventurados y le preguntaba cuál
era su origen. «Soy consciente –le contestaba Homero– de que
algunos piensan que soy de Quíos, otros que de Esmirna y
muchos que soy de Colofón; pero, en verdad, soy de Babilonia y
entre mis compatriotas mi nombre era Tigranes. Más tarde,
cuando fui prisionero entre los griegos, cambié mi
nombre». Esta última alusión al tiempo en que Homero
fue prisionero explicaría su nombre, pues en
griego hómeros significa rehén o prisionero de guerra.
Estas diferentes versiones de la biografía de Homero muestran
que el gran poeta épico griego se convirtió en la Antigüedad en
una figura mítica, sobre la que a cada momento podía surgir una
nueva leyenda o tradición. Hoy no podemos saber a ciencia
cierta si Homero era ciego, si recibió su nombre al haber sido
hecho prisionero de guerra o si fue descendiente de alguno, ni si
procedía realmente de la isla de Quíos.

En la Odisea, Homero pone en boca de un aedo o cantor el relato de la


conquista de Troya por los aqueos, representada en este óleo de Jean
Maublanc. Siglo XVII. Museo de Bellas Artes de Besançon.
Foto: Scala / Firenze
Pese a ello, en esta visión tradicional de Homero hay una parte
de verdad. Desde un punto de vista lingüístico y literario
es imposible negar la relación de la Ilíada y la Odisea con
Jonia y con su tradición poética. Ambos poemas están
compuestos en una lengua poética, artificial, fruto de la mezcla
de diferentes dialectos griegos que existían en la época arcaica
(siglos VIII-VI a.C.) y que se mantuvieron vivos hasta, al menos,
la época clásica (siglo V a.C.). Entre esos dialectos destaca
claramente el jonio. Igualmente, el análisis lingüístico permite
situar la fecha aproximada de composición de ambos poemas en
el siglo VIII a.C. Muchas escenas y motivos de la Ilíada y
la Odisea remiten también a esa época, pese a que la acción se
sitúe en los años de la guerra de Troya, que se considera que
tuvo lugar entre los siglos XIII y XII a.C.

El príncipe troyano Héctor parte al combate en su carro en presencia de su


padre, el rey Príamo, y de su madre, la reina Hécuba. Cerámica. Siglo VI a.C.
Museo del Louvre, París.
Foto: Hervé Lewandowski / RMN- Grand Palais

Lo que se mantiene en discusión es si hubo un poeta que


compuso la Ilíada y la Odisea del mismo modo que el romano
Virgilio escribió la Eneida, la obra cumbre de la poesía latina.
Desde Wolf y la filología del siglo XIX, el debate –la llamada
«cuestión homérica»– se ha planteado entre dos posturas. Por
un lado están los que defienden que la Ilíada y la Odisea son dos
poemas completos, creados como un todo; es la interpretación
«unitaria». Frente a ellos, los «analíticos» sostienen que los dos
poemas fueron creados por agregación de cantos, es decir, por
una suma de episodios independientes que se fueron uniendo a
posteriori. Unos consideran que los poemas homéricos se
deben a un único autor; los otros creen que fueron fruto
de una larga tradición poética.

El escudo de Aquiles, recreado por Philip Rundell. En 1810 según la


descripción de este objeto en la Ilíada.
Foto: Royal Collection Trust © Her Majesty Queen Elizabeth II, 2021 /
Bridgeman / ACI

EL DIFÍCIL TRABAJO DE LOS AEDOS


En el siglo XX, esta polémica se vio renovada por las
investigaciones filológicas que el estudioso
norteamericano Milman Parry llevó a cabo en la década
de 1920. Su aportación clave fue destacar la importancia que
tuvo la transmisión oral de los poemas homéricos. Parry observó
que en ambos textos aparecían una serie de epítetos o versos
que se repetían de manera constante –como «Aquiles, el de los
pies ligeros», o «Héctor, el de tremolante casco»–, del mismo
modo que se repetían secciones donde se describían acciones o
escenas más complejas usando prácticamente siempre las
mismas palabras. Estos elementos «formulares» –en el sentido
de que eran fórmulas constantemente repetidas– indicaban, en
opinión de Parry, que los poemas de Homero eran recitados por
aedos, cantores que se acompañaban de una cítara.

Estatua de Homero por Philippe-Laurent Roland. Siglo XVIII. Museo del


Louvre, París.

Foto: Scala / Firenze

Gracias a un intenso entrenamiento, los aedos eran capaces de


recitar extensos poemas, que memorizaban, pero que también
variaban introduciendo una improvisación tras la que retomaban
el hilo de la narración. Así, se puede decir que en cada
recitación el aedo ofrecía una versión nueva de la Ilíada o
la Odisea, aun manteniendo la esencia de la historia. Otro
indicio del carácter oral de los poemas homéricos está en su
métrica. Ambas obras están compuestas en hexámetros
dactílicos, un tipo de verso de seis pies en los que se alternaban
las sílabas largas y breves de un modo que confería a la
recitación un ritmo característico.

El cíclope Polifemo. Esta decoración de un ánfora ática de figuras negras


muestra el momento en que el héroe Ulises ciega al cíclope Polifemo para
escapar de él, una escena narrada en la Odisea de Homero. Siglo V a.C. Museo
del Louvre.
Foto: Hervé Lewandowski / RMN- Grand Palais

POETAS CANTORES
Mediante estos recursos poéticos, los aedos podían recitar unos
poemas tan extensos como la Ilíada y la Odisea sin necesidad de
apoyarse en un texto escrito. Se ha calculado que una
recitación de corrido de ambos poemas duraría unas 24
horas. Hoy en día esto nos parece una gesta extraordinaria,
pero nuestra visión está distorsionada por la cultura escrita en la
que nos movemos. Parry comparó a los aedos de la antigua
Grecia con los guzlari de la antigua Yugoslavia, poetas
analfabetos, la mayoría pastores, que ayudados por un
instrumento de cuerda, la guzla, eran capaces de improvisar
largas composiciones apoyándose en el ritmo y en el uso de
recursos formulares. Cabe señalar que la música es un elemento
esencial en la actividad de los aedos, al igual que en la de los
guzlari. Música y poesía eran inseparables en la Antigüedad.
Había música sin poesía, pero no podía haber poesía sin música.

Recitar cantando. En el siglo XVII, el pintor Pier Francesco Mola actualizó la


imagen tradicional de Homero haciéndole tocar una viola de gamba.
Colecciones de Arte Estatales, Dresde.
Foto. Erich Lessing / Album

Al constatar el papel que tuvieron los aedos en la elaboración de


la Ilíada y la Odisea, se ha planteado que éstas serían obra de
un colectivo de poetas orales, entrenados y familiarizados con la
tradición de recitación de ambos ciclos épicos. Habría que
concebir ambos poemas como el fruto de la participación
colectiva y de una larga tradición poética, que habría ido
puliendo la técnica y los medios de expresión. Esto habría
dado como como resultado la narración de la cólera de Aquiles
en el décimo y último año de la guerra de Troya (el tema de
la Ilíada) y del retorno de Odiseo o Ulises a su Ítaca natal con
otros diez años de penitencia entre medias (tal como se relata
en la Odisea)tras la soberbia con la que había tratado al dios
Poseidón al herir y burlarse de su hijo, el cíclope Polifemo. Por
otra parte, los dos poemas pertenecían a un repertorio más
abundante: el ciclo épico troyano, un conjunto de poemas sobre
la propia contienda, como la Ilíada, o sobre el regreso de los
héroes que participaron en ella.

El caballo de Troya. En esta ánfora del siglo VII a.C. se representó el mito del
caballo de Troya, en cuyo interior se ocultaron los guerreros griegos para
penetrar en Troya. Esta escena es narrada en la Odisea. Museo Arqueológico,
Mikonos.
Foto: Dea / Scala, Firenze

EL MISTERIO PERMANECE
A la luz de lo anterior, podría parecer sorprendente que los
griegos de la época clásica estuvieran tan convencidos de que
sus dos grandes poemas épicos fueran obra de un único autor,
un escritor genial capaz de crear los dos extraordinarios relatos
sobre Aquiles y Odiseo. Pero esta percepción se explica
porque Homero era visto desde la perspectiva de una
época en la que se reconocía el mérito y el trabajo del
autor poético.
En ese momento, además, la escritura en Grecia ya se hallaba
plenamente introducida. El alfabeto griego, adaptado del fenicio,
se usaba habitualmente en todo el territorio y se suponía que lo
mismo ocurría en la época en que se compusieron la Ilíada y
la Odisea. En lugar de reconocer que una larga tradición
poética había sido la responsable de la creación de estos
poemas, se optó, simplemente, por atribuir esas obras a
un autor concreto.

La musa de Homero. Calíope, la principal de las nueve musas según Hesíodo,


fue considerada por los griegos posteriores como la patrona del género épico.
Bajo estas líneas, Calíope en una pintura de Pompeya.
Foto: Mondadori / Album

También fue en la época clásica cuando se fijó por escrito el


texto de los dos poemas, por orden del tirano ateniense
Pisístrato, a mediados del siglo VI a.C., lo que dio lugar a una
paradoja: por un lado, garantizó la supervivencia del
poema para las generaciones venideras, pero a la vez
causó la muerte de la tradición oral épica que los había
conservado y transmitido durante siglos. Más tarde, los
filólogos de Alejandría (siglos III-II a.C.) se dedicarían a pulir el
texto en busca de la versión más fidedigna.

Al rescate de Homero. Pisístrato, tirano ateniense, ordenó plasmar por escrito


la versión definitiva de la Ilíada y la Odisea que ha llegado hasta nosotros.
Detalle de un óleo de Jean-Auguste-Dominique Ingres. 1834.
Foto: Alamy / ACI

En definitiva, el panorama completo acerca de Homero y su obra


ofrece aún hoy más incógnitas que certezas. Su mito perdura
desde la Grecia antigua hasta nuestros días, igual que su
obra, de una viveza atemporal y de una humanidad que nos
acerca a una época en la que la palabra era «alada», como
decía el propio Homero, pero no se la llevaba el viento. La
retenía la memoria.
---

HOMERO, UN AEDO SIN IGUAL


El filólogo británico Geoffrey S. Kirk, en Homero y la tradición
oral (1976), desarrolló una nueva teoría para defender la
existencia de un único autor de la Ilíada y la Odisea. En su
opinión, Homero, se llamara o no así, fue un aedo del siglo
VIII a.C. familiarizado con la tradición de poemas épicos
sobre la guerra de Troya que decidió elaborar uno de
proporciones gigantescas. Según Kirk, aunque en la segunda
mitad del siglo VIII a.C. la escritura empezaba a ser conocida,
Homero siguió siendo un poeta oral, en la tradición de los aedos,
y sus poemas se transmitieron oralmente al menos hasta
mediados del siglo siguiente, quizás a través de los
«homéridas», la estirpe de cantores jonios que, según Píndaro,
habría preservado los poemas de Homero.
---

LA ODISEA, OBRA DE UNA MUJER


Entre las diferentes hipótesis acerca de la identidad de Homero
y la naturaleza y origen de su poesía se encuentra la que
propuso el escritor y filólogo inglés Samuel Butler a finales del
siglo XIX. Probablemente imbuido por los ideales del
romanticismo imperante en su época, Butler propugnaba que
en la composición de la Odisea –obra de la que hizo una
traducción en prosa al inglés– participó una princesa
siciliana que habría sido la responsable de la versión del
texto que ha llegado hasta nosotros. Esta teoría, con tan
poco rigor científico como muchas otras propuestas en la misma
época, fue convertida en novela histórica en 1955 por el
también escritor inglés Robert Graves –el conocido autor de Yo,
Claudio– con el título de La hija de Homero (Homer’s daughter).

Música y poesía. Una mujer sentada en una lujosa banqueta y acompañada


de un pequeño Eros tañe una lira de gran tamaño. Figura helenística del
siglo III a.C. Museo del Louvre, París.
Foto: Gérard Blot / RMN- Grand Palais

---

DEMÓDOCO, EL AEDO CIEGO DE LA ODISEA


En la Odisea, Homero hace intervenir a dos aedos o
cantores, Demódoco y Femio, que seguramente son fieles
representaciones
de los poetas orales que existían en su época.
Demódoco estaba al servicio de Alcínoo, el rey de la isla
de los feacios (Corfú), a la que Ulises llegó como un náufrago.
Sin saber quién era su huésped, Alcínoo le ofreció, hospitalario,
un banquete en su palacio. Para ello, el soberano hizo llamar a
Demódoco, «el aedo divino, / a quien dio la deidad entre todos
el don de hechizarnos / con el canto que el alma le impulsa a
entonar». Como Homero, Demódoco era ciego, pues «la Musa
otorgó con un mal una gracia: / lo privó de la vista, le dio dulce
voz». Situado en el centro del banquete, ante una mesa con
comida y una copa de vino, el aedo, inspirado siempre por la
Musa, se puso a cantar «hazañas de héroes», empezando por la
disputa entre Ulises y Aquiles. El recuerdo de aquel episodio de
su propia vida emocionó profundamente a Ulises mientras lo
escuchaba:
«Tal cantaba aquel ínclito aedo y Ulises, tomando en sus manos
fornidas la túnica grande y purpúrea, se la echó por encima y
tapó el bello rostro [...]. Mas tornaba el aedo a empezar su
canción, siempre a ruegos de los nobles feacios gustosos de
aquellas historias, y tapando su cara de nuevo volvía a los
sollozos».

Este artículo pertenece al número 216 de la revista Historia


National Geogra

Este 2019 se celebra 500 años de la muerte de Leonardo da Vinci.


El profesor Joan Campàs propone una revisión de la figura de
Leonardo en las artes, las humanidades y la ciencia, con el fin de
desmitificar algunos aspectos que han favorecido al culto de su
imagen como genio interdisciplinar.
Por Joan Campàs
Profesor de los Estudios de Artes
y Humanidades de la UOC

El culto a Leonardo comenzó en el siglo XIX, cuando se


«descubrió» el Renacimiento italiano y conocer su arte era casi
obligatorio entre las personas instruidas. Hasta entonces, el arte
italiano sólo había sido degustado por un pequeño círculo de viajeros e
intelectuales de las clases superiores, con fácil acceso a las casas
aristocráticas. Los que habían viajado antes a Italia buscaban, sobre
todo, el esplendor de Grecia y Roma. Durante los siglos XVIII y XIX el
artista italiano más conocido y admirado era Miguel Ángel. De
Leonardo casi no se hablaba antes del 1800 (aunque los grandes
maestros eran Miguel Ángel, Leonardo y Rafael). Pero en el siglo
XIX el Renacimiento se puso a la misma altura que la antigüedad
clásica, y se rescató a Botticelli, Piero della Francesca, Giotto,
Vermeer, Greco…

Hubert Robert (1733-1808): Diseño para la Grande Galerie del Louvre,


1796. Óleo sobre lienzo. 112 x 143 cm. Musée du Louvre, Paris
En la pintura de Hubert Robert, conservador jefe de pinturas del
Louvre, que imagina cómo sería la Grande Galerie del Louvre, vemos
la Sagrada familia de Rafael, pinturas de Guido Reni y de Tiziano…
pero de Leonardo y la Mona Lisa ni rastro.

En este cuadro de Vernet, Rafael está en el centro de la escena,


rodeado de amigos y admiradores mientras dibuja. En el primer
término, a la izquierda, Miguel Ángel con papeles, planos y una
reproducción de un fragmento de escultura; arriba de la plaza, el papa
Julio II inspeccionando futuros proyectos. A la derecha de todo, lejos,
Leonardo lo mira.

Horace Vernet (1789-1863):

Rafael en el Vaticano, 1832. Óleo sobre lienzo. 39,2 x 30 cm. Colección


privada.
En la actualidad, prescindir de La Mona Lisa en una selección de
pinturas representativas del Louvre sería iconoclastia deliberada. Sin
embargo, aunque ha acabado siendo la pintura más conocida del
mundo, Leonardo no se ha considerado nunca el pintor más grande.
Hay muchos estudios sobre Leonardo, pero la inmensa mayoría se
concentran en sus trabajos científicos y sus dibujos. Lo que contribuyó
a la construcción del culto a Leonardo fue que se le consideraba la vez
un gran pintor y un gran científico. Los franceses jugaron un papel
importante:

– en 1796, Napoleón, tras conquistar casi toda Italia, había vuelto con
algunos manuscritos científicos de Leonardo

– en 1797, Giovanni Battista Venturi, diplomático y erudito italiano,


pronunció una importante conferencia sobre las «Obras físico-
matemáticas de Leonardo da Vinci»

– Federico de Humboldt en Cosmos (cinco volúmenes, desde 1845


hasta 1862) y David Brewster en La vida de Isaac Newton (1831)
calificaban a Leonardo de Colón de la ciencia
En realidad, y en contra de lo que la gente cree, el papel de Leonardo
en la historia de la ciencia es muy secundario. Nunca hizo ningún
descubrimiento científico importante. En ingeniería y tecnología
estudió muchos casos, sobre todo de hidráulica, pero nunca dedujo
ninguna ley científica. Su aportación a la filosofía o a la metodología de
la ciencia es muy modesta en comparación con la de Bacon, Leibniz o
Hume. Lo más que se puede decir de sus dibujos de ingeniería es que
intuían avances, pero en ningún momento inventó nada notable. Sus
trabajos de tecnología hidráulica y sus máquinas militares eran
moneda corriente en la época. En la corte de Milán trabajaba como
ingeniero pero quienes dirigían las obras eran hombres como
Bramante; los cuadernos de notas cuando trabajaba para César Borgia
parecen diarios de un investigador de visita que tomara notas para
redactar un informe, no cuadernos del ingeniero en jefe[1].

En la casa de Clos-Lucé, donde vivió durante los últimos años hay un


museo en el sótano del cual están las máquinas construidas a partir de
los dibujos de Leonardo con el patrocinio de IBM. Con los dibujos de
los contemporáneos o predecesores de Leonardo se habrían podido
construir máquinas similares. Pero ellos no pintaron La Mona Lisa.

En el Museo Leonardo, a Vinci, se exponen unas 55 máquinas y


maquetas basadas en sus dibujos (un cañón de tubos múltiples, un
tanque, un canal de paso con compuertas, una bicicleta –con una nota
que defiende su muy dudosa autenticidad. Además, con unos pedales
más largos que las ruedas, difícilmente se podría poner en
movimiento!). El mérito del museo es que sitúa las obras de Leonardo
en su contexto y expone también dibujos similares de Giovanni
Fontana, Francesco di Giorgio… En el folleto informativo se dice:
Leonardo «perfeccionó los aparatos y los mecanismos que ya
figuraban en la literatura técnica siglo XV» y admite que algunos
«inventos» se deben más a la imaginación de los reconstructores de
los dibujos que a las intenciones de Leonardo.

El Museo Ideale Leonardo, también en Vinci, rebate con más firmeza


las exageraciones que se han hecho sobre Leonardo, pero expone
inevitablemente las malditas máquinas.

Por tanto, la imagen popular de Leonardo que domina actualmente es


que fue un gran científico que, además, pintó La Mona Lisa y La última
cena. pero:

– La gigantesca figura ecuestre en memoria de Francesco Sforza, de


siete metros de altura, no se llegó a hacer (los militares necesitaron el
bronce para hacer cañones), pero es poco probable que se aguantara
ya que por los dibujos que tenemos se sabe que no estaban resueltos
los problemas técnicos derivados de sostener en la posición deseada
una obra tan monumental. El mismo Ludovico dudaba de la capacidad
de Leonardo para aportar soluciones y escribió a Lorenzo il Magnifico
para pedirle si en Florencia habría alguien con las habilidades
necesarias.[2]

– Los planes para desviar el curso del Arno y abrir un canal entre
Florencia y Pisa no se llevaron a cabo

– Su Última Cena comenzó a deteriorarse casi al momento de


concluirlo, dado que en lugar de pintarlo al fresco usó temple con
aceite.

– La batalla de Anghiari –la obra más importante que le encargaron en


toda su vida (1504) – quedó inacabada y las partes que terminó se
echaron a perder inmediatamente por haber utilizado ingredientes
indebidos.

– No entendió que la estructura muscular de los seres humanos no


podía producir energía suficiente para imitar el vuelo de las av es.
Imaginar un descubrimiento futuro no es lo mismo que contribuir a su
invención; también Julio Verne concibió un cohete para ir a la luna, pero
nunca se le ha considerado un científico.

El comentario de Vasari que Leonardo «empezaba muchas cosas y nunca


las acababa» recogía una opinión muy extendida entre sus contemporáneos.
[3] Este rasgo, en el siglo XIX, fue considerado digno de elogio, el signo del
verdadero genio. La lentitud en la ejecución se interpretó como afán de
perfeccionismo (en los 4 años que tardó en pintar La Mona Lisa, Miguel
Ángel pintó el techo de la Capilla Sixtina). Incluso se ha dicho que Leonardo
fue el precursor del ecologismo moderno porque previó la deforestación.[4]

La tremenda mitificación de Leonardo ha llegado al extremo de que se le ha


convertido en un genio capital, un genio en todo. No importa que de verdad
no inventara nada. Al contrario, si no hizo nada es porque tuvo la mala
suerte de nacer en un siglo que tecnológicamente y científicamente no era el
indicado. En una época de narcisismo como la nuestra, se necesitan mitos
como Leonardo. Construyendo mitos nos estamos diciendo a nosotros
mismos que somos superiores a las generaciones del pasado, más
inteligentes y sensibles, porque nosotros sí entendemos a los genios
incomprendidos en su época.

La construcción del culto a Leonardo como gran científico fue obra no de


científicos sino de literatos que no sabían nada de ciencia, como Stendhal
quien afirmó con entusiasmo: «cien años antes de Francis Bacon, Leonardo
había llegado ya a las conclusiones que hicieron grande a aquél. Su error
fue no publicarlas».[5]

En el siglo XX, Leonardo se había convertido en el típico científico


«tradicional», el inventor prolífico, lleno de ideas, que paría diagramas y
proyectos en la soledad de su laboratorio. Si pasaba con facilidad del arte a
la ciencia y viceversa –el hombre universal– es porque no había fronteras
rígidas entre ambos. El universalismo era una cualidad común a todos los
hombres dotados del Renacimiento, no un rasgo exclusivo de Leonardo.
«Los artistas más buscados por los dueños nobles (…) eran los que tenían
talento para el dibujo, la ingeniería y la arquitectura, así como un estilo
creativo y estético».[6] La moderna admiración por el universalismo como
signo del genio pertenece a la nostalgia romántica de una edad de oro
preindustrial, cuando el conocimiento aún no se había compartimentado. En
la época de Leonardo no se había inventado la especialización.[7]

El culto a Leonardo tiene también mucho que ver con el Risorgimento, que
debía rescatar Italia del oscurantismo eclesiástico y del despotismo
austríaco, así como con las ideas de los republicanos progresistas franceses
frente a los monárquicos católicos: el culto a Leonardo, en tanto que ejemplo
de pensamiento progresista y moderno, formaba parte de su proyecto
político e ideológico. Hippolyte Taine, en Viaje en Italia (1865), presenta a
Leonardo como un héroe de la época moderna: Leonardo era un individuo
que había superado todos los dogmas religiosos. A diferencia de Rafael y de
Miguel Ángel, nunca estuvo al servicio de los papas. Leonardo era
reivindicado al servicio de la Ilustración y de los ideales de la Revolución
Francesa. Por eso la Joconde se transformó en un producto de la cultura
francesa, y Leonardo en un francés adoptado, Léonard de Vinci.

Un culto suele necesitar un cuerpo a adorar o un lugar de peregrinación,


pero la ciudad de origen de Leonardo estaba demasiado lejos y su cadáver
no se había encontrado. En 1863, Arsène Houssaye, resuelto a encontrarlo,
excavó en la iglesia de Saint-Florentin de Amboise (destruida en 1808) y
desenterró varios cráneos. Seleccionó el que le parecía mejor y proclamó
que era lo que quedaba de Leonardo, aunque quedó desconcertado cuando
se enteró que había excavado donde no tocaba.[8] El cuerpo de Leonardo
aún no se sabe dónde está, aunque a los turistas de Amboise se les invita a
visitar su tumba.

La identidad del pintor es el determinante fundamental del valor de una obra.


Recordemos el caso del Proyecto de Investigación Rembrandt (iniciado en
1968): puso de relieve que muchos «Rembrandt» no eran de Rembrandt,
sino de sus aprendices. No tenía por qué repercutir en el valor estético de
los cuadros, pero repercutió y se rebajó la categoría de cientos de obras.
Y La Mona Lisa conquistó su posición especial por su vinculación con
Leonardo, no al revés. Conforme se consolidaba la reputación de Leonardo,
el retrato de Lisa Gherardini iba adquiriendo un significado nuevo en medios
literarios. Los románticos, para los que la ciencia era una forma de magia,
redefinieron a Leonardo el científico llamándole pintor del Eterno Femenino.
Sólo un mago podía haber pintado la mágica sonrisa de una mujer mágica.
Sólo un genio universal podía haber pintado a la Mujer Universal.
¿QUÉ ES LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL?

¿Somos conscientes de los retos y principales


aplicaciones de la Inteligencia Artificial?
Hace tiempo que la inteligencia artificial abandonó el espectro de la ciencia
ficción para colarse en nuestras vidas y, aunque todavía en una fase muy
inicial, está llamada a protagonizar una revolución equiparable a la que generó
Internet. Sus aplicaciones en múltiples sectores —como salud, finanzas,
transporte o educación, entre otros— han provocado que la Unión Europea
desarrolle sus propias Leyes de la Robótica.

Las máquinas inteligentes imitan las funciones cognitivas de los humanos.

INTELIGENCIA ARTIFICIAL... ¿SÍ O NO?

¿Te apetece que alguien te lo cuente? Escucha este artículo. Para los que
quieren cambiar el mundo.
¿Quieres cambiar el mundo?
Escucha nuestro podcast y comprende lo que te rodea

La Inteligencia Artificial (IA) es la combinación de algoritmos planteados con


el propósito de crear máquinas que presenten las mismas capacidades
que el ser humano. Una tecnología que todavía nos resulta lejana y
misteriosa, pero que desde hace unos años está presente en nuestro día a
día a todas horas.

TIPOS DE INTELIGENCIA ARTIFICIAL

Los expertos en ciencias de la computación Stuart Russell y Peter


Norvig diferencian varios tipos de inteligencia artificial:

Sistemas que piensan como humanos

Automatizan actividades como la toma de decisiones, la resolución de


problemas y el aprendizaje. Un ejemplo son las redes neuronales artificiales.

Sistemas que actúan como humanos

Se trata de computadoras que realizan tareas de forma similar a como lo


hacen las personas. Es el caso de los robots.
Sistemas que piensan racionalmente

Intentan emular el pensamiento lógico racional de los humanos, es decir,


se investiga cómo lograr que las máquinas puedan percibir, razonar y actuar en
consecuencia. Los sistemas expertos se engloban en este grupo.

Sistemas que actúan racionalmente

idealmente, son aquellos que tratan de imitar de manera racional el


comportamiento humano, como los agentes inteligentes.

APLICACIONES PRÁCTICAS DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL

La IA está presente en la detección facial de los móviles, en los asistentes


virtuales de voz como Siri de Apple, Alexa de Amazon o Cortana de Microsoft
y está integrada en nuestros dispositivos cotidianos a través
de bots (abreviatura de robots) o aplicaciones para móvil, tales como: Lyli

Enlace externo, se abre en ventana nueva., un personal shopper en versión


digital; Parla Enlace externo, se abre en ventana nueva., concebida para
ayudarnos con el aprendizaje de idiomas; Ems Enlace externo, se abre en

ventana nueva., diseñada para hacernos un poco más llevadera la ardua tarea
de encontrar nuevo piso; o Gyant Enlace externo, se abre en ventana nueva.,

un asistente virtual de Facebook que emite 'diagnósticos' médicos. El objetivo


de todas ellas: hacer más fácil la vida de las personas.

Los avances en IA ya están impulsando el uso del big data debido a su


habilidad para procesar ingentes cantidades de datos y proporcionar ventajas
comunicacionales, comerciales y empresariales que la han llevado a
posicionarse como la tecnología esencial de las próximas
décadas. Transporte, educación, sanidad, cultura... ningún sector se resistirá a
sus encantos.
PRINCIPALES APLICACIONES DE LA
INTELIGENCIA ARTIFICIAL

ASISTENTES PERSONALES VIRTUALES

Conviviremos con chatbots interactivos que podrán sugerirnos productos,


restaurantes, hoteles, servicios, espectáculos, según nuestro historial de
búsquedas.

FINANZAS

Las tecnologías inteligentes pueden ayudar a los bancos a detectar el fraude,


predecir patrones del mercado y aconsejar operaciones a sus clientes.

EDUCACIÓN

Permite saber si un estudiante está a punto de cancelar su registro, sugerir


nuevos cursos o crear ofertas personalizadas para optimizar el aprendizaje.

COMERCIAL

Posibilita hacer pronósticos de ventas y elegir el producto adecuado para


recomendárselo al cliente. Empresas como Amazon utilizan robots para
identificar si un libro tendrá o no éxito, incluso antes de su lanzamiento.

CLIMÁTICAS

Flotas de drones capaces de plantar mil millones de árboles al año


para combatir la deforestación, vehículos submarinos no tripulados
para detectar fugas en oleoductos, edificios inteligentes diseñados
para reducir el consumo energético, etc.

AGRÍCOLAS

Plataformas específicas que, por medio de análisis predictivos, mejoran los


rendimientos agrícolas y advierten de impactos ambientales adversos.

LOGÍSTICA Y TRANSPORTE

Será útil a la hora de evitar colisiones o atascos y también para optimizar el


tráfico. Tesla ha desarrollado un sistema gracias al cual, cuando uno de sus
coches transita una ruta por primera vez, comparte la información con el resto.

SANIDAD

Ya existen chatbots que nos preguntan por nuestros síntomas para


realizar un diagnóstico. La recolección de datos genera patrones que ayudan
a identificar factores genéticos susceptibles de desarrollar una
enfermedad.

VER INFOGRAFÍA: Principales aplicaciones de la Inteligencia Artificial [PDF] Enlace


externo, se abre en ventana nueva.

LAS SEIS LEYES DE LA ROBÓTICA PROPUESTAS POR EL


PARLAMENTO EUROPEO

Esta vertiginosa irrupción de la IA y de la robótica en nuestra sociedad ha


llevado a los organismos internacionales a plantearse la necesidad de crear
una normativa para regular su uso y empleo y evitar, de este modo, posibles
problemáticas que puedan surgir en el futuro.
1. Los robots deberán contar con un interruptor de
emergencia para evitar cualquier situación de peligro.

2. No podrán hacer daño a los seres humanos. La robótica


está expresamente concebida para ayudar y proteger a las
personas.

3. No podrán generarse relaciones emocionales.

4. Será obligatoria la contratación de un seguro destinado


a las máquinas de mayor envergadura. Ante cualquier daño
material, serán los dueños quienes asuman los costes.

5. Sus derechos y obligaciones serán clasificados


legalmente.

6. Las máquinas tributarán a la seguridad social. Su


entrada en el mercado laboral impactará sobre la mano de obra
de muchas empresas. Los robots deberán pagar impuestos para
subvencionar las ayudas de los desempleados.

Ambas tecnologías ya están cambiando el mundo y las cifras son la mejor


muestra de ello: la consultora estadounidense Gartner estima que el mercado
de la IA pueda llegar a representar 127.000 millones de dólares en
2025, cifra muy superior a los 2.000 millones de 2015. Estados Unidos y China
se situarán a la cabeza en inversiones. La consecuencia es que, según el
Fondo Monetario Internacional (FMI), la IA acabará con 85 millones de puestos
de trabajo en cinco años, pero a cambio creará 97 millones.

Y aunque haya voces como la del filósofo sueco de la Universidad de


Oxford, Nick Bostrom, que anticipa que "existe un 90% de posibilidades de que
entre 2075 y 2090 haya máquinas tan inteligentes como los humanos", o la
de Stephen Hawking, que aventura que las máquinas superarán
completamente a los humanos en menos de 100 años, lo cierto es que lejos de
convertirnos en obsoletos, la IA nos hará más eficientes y nos permitirá
ejecutar acciones que nunca hubiéramos podido realizar debido a su
complejidad. ¿Te imaginas explorar partes del universo totalmente hostiles
para el ser humano? Gracias a ella, un día será posible.

¿Qué es capaz de hacer la Inteligencia


Artificial?

FIBK
11 | 11 | 2019
INTELIGENCIA

ARTIFICIALQUÉ ES IA

Cuales son las principales áreas tecnológicas de la Inteligencia Artificial y como


ha sido la evolución de su desarrollo.

El catedrático de la Universidad de Valencia José Hernández-Orallo, participante


en el seminario HUMAINT del Centro Común de Investigación (JRC-CAS) de la
Comisión Europea, enumera las áreas principales de la inteligencia
artificial:
 Representación del conocimiento mediante ontologías, diferentes tipos de lógica
o inferencia posible (X es un ave, luego X puede volar).
 Planificación y programación temporal y planificación probabilística.

 Aprendizaje automático: modelos lineales, árboles de decisión, redes neuronales.


 Reconocimiento de patrones.
 Visión artificial, reconocimiento facial, biometría.

 Procesamiento del lenguaje: reconocimiento del discurso, generación de lenguaje


natural, resumen, recuperación, traducción, etiquetado, análisis de sentimientos,
etc.

Olas de Inteligencia Artificial


El inversor y gurú chino de la IA Kai-Fu Lee enmarca el desarrollo de este
conjunto de tecnologías en cuatro diferentes olas:
1. El internet de la IA, una primera etapa de implementación
alimentada por la gran cantidad de datos que fluyen a través de la web,
que crean un perfil detallado de nuestras personalidades, hábitos, demandas y
deseos: la receta perfecta para un contenido más personalizado para
mantenernos en una plataforma determinada, o para maximizar los ingresos o
ganancias.
2. Inteligencia empresarial, con una IA caracterizada por la capacidad
de explorar las correlaciones ocultas que escapan a nuestra lógica lineal de
causa y efecto y que puede superar incluso al más veterano de los expertos.
3. Percepción inteligente, que se actualiza con los ojos, oídos y miles de
diferentes sentidos, que recopila nuevos datos que nunca antes se habían
capturado, que son usados para crear nuevas aplicaciones. Sensores y
dispositivos inteligentes como interfaces de voz o aplicaciones de visión
artificial son algunos ejemplos.
4. IA autónoma, “la ola más monumental, pero también la más compleja”,
según Lee. Esta integra todas las olas anteriores: da a las máquinas la
capacidad de sentir y responder al mundo que las rodea, de moverse de forma
intuitiva y de manipular objetos con la misma facilidad que un humano. Los
vehículos autónomos son su máximo exponente por el momento.
De estas diferentes capacidades de la IA emanan multitud de
aplicaciones posibles. ¿Qué es posible hacer ya? ¿Cómo la estamos usando e
incorporando a los negocios y a la vida cotidiana, activa o pasivamente?

Ejemplos de inteligencia artificial


Al pensar en ejemplos de inteligencia artificial, lo más habitual es que la mente
piense en androides sacados de películas de ciencia ficción. Sin embargo, a
continuación te presentamos cinco ejemplos que ya son reales hoy en día.
1. Asistentes de voz
Los asistentes de voz como Google Home o Amazon Echo son dos ejemplos
de inteligencia artificial que ya están presentes en muchos hogares del mundo
entero. Se trata de máquinas que utilizan el procesamiento de lenguajes
naturales para interpretar qué es lo que se les está comunicando y, de este
modo, poder responder a las necesidades humanas, ya sea verbalmente o
mediante la ejecución de una acción concreta.
2. Smartphone
Los Smartphone son otro buen ejemplo de máquinas que utilizan inteligencia
artificial de forma constante. De nuevo nos encontramos ante una máquina
que cuenta con un asistente de voz que responde a las peticiones humanas,
aunque la integración de la inteligencia artificial va mucho más allá, y está
presente en multitud de acciones que ni siquiera percibimos. Por ejemplo,
cuando seleccionamos el modo retrato de la cámara de fotos y es el propio
Smartphone el que arregla la foto de manera automática para que salgamos lo
más favorecidos posible. Eso también es gracias a la inteligencia artificial.
3. Análisis de hábitos
Otro de los ejemplos de inteligencia artificial que nos acompaña a todas partes
son las IA que se ocupan de analizar los datos que producimos de forma
continua y que permiten conocer nuestros hábitos. Gracias a la combinación de
tecnología Big Data e inteligencia artificial, se pueden analizar los hábitos de
consumo de cada persona, lo que también ofrece ventajas muy interesantes.
Gracias a esta actividad se puede ofrecer contenido personalizado
(especialmente en lo relativo a la publicidad que recibe cada usuario). Pero
también es fundamental a la hora de luchar contra el fraude digital, por
ejemplo en el sector bancario, financiero o de las aseguradoras.
4. Aplicaciones médicas
Aunque no formen parte de nuestro día a día, sí que son una realidad cada vez
más habitual en muchos hospitales. Gracias a la inteligencia artificial, las
máquinas trabajan mano a mano con los doctores y cirujanos. Estas máquinas
están programadas para llegar a donde el ojo clínico del médico no consigue
hacerlo y, de esta forma, tenemos desfibriladores, máquinas quirúrgicas y
máquinas de diagnóstico que se valen de una IA para ofrecer mejores
resultados.
5. Optimización de rutas
Otro de los ejemplos de inteligencia artificial que usamos a diario, y
que cumple un papel clave en el sector de la logística, son las IA que sirven
para la optimización de rutas. Estas inteligencias artificiales nos ofrecen la
mejor alternativa para realizar los desplazamientos a partir de la comparación
de multitud de datos, desde datos geográficos a datos relativos a la situación
actual del entorno en el que nos desplazamos (por ejemplo, condiciones
meteorológicas o información relativa al tráfico). De hecho, gracias a
aplicaciones como PlannerPro by Beetrack, se pueden planificar y diseñar las
rutas de reparto de la manera más eficiente posible, garantizando la
optimización de los recursos disponibles y ofreciendo la mejor calidad de
servicio a los clientes.
Como puedes ver, son muchos los ejemplos de inteligencia artificial que ya
forman parte de nuestra vida cotidiana sin que apenas nos demos cuenta. Esta
tecnología nos ayuda en multitud de tareas de nuestro día a día, y todo hace
pensar que sus aplicaciones no harán otra cosa que incrementarse
exponencialmente en los próximos años. ¿Estás listo para el futuro?
Cuáles son los principales temores que genera la IA?

Para la especialista keniata, no hay duda de que las ventajas superan a los
inconvenientes. "Mi entusiasmo supera a mis miedos, pero tenerlos, los tengo.
Como humanos que somos, disponemos del potencial para crear máquinas muy
inteligentes, pero el pasado también nos recuerda que hemos hecho un montón de
tonterías. Así que, si la gente no tiene la posibilidad de responsabilizarse de los
sistemas que está creando, entonces terminaremos produciendo tonterías,
máquinas que quizás al final causen un montón de problemas en el futuro",
vaticina.
Martin Ford es un "futurista". Con motivo de su último libro: "Architecs of
Intelligence" ha entrevistado a los investigadores y empresarios más destacados
en este campo. Según Ford, la Inteligencia Artificial, "es una especie de arma de
doble filo. Acarreará beneficios enormes en términos de avances científicos, en la
medicina, en cosas que contribuirán a que la sociedad mejore. Pero, también es
muy probable que la Inteligencia Artificial conlleve un aumento de la desigualdad y,
probablemente del desempleo, en algunos oficios en los que las personas realizan
un tipo de trabajo repetitivo. Para evitar que esto conduzca a una brecha social,
Ford esgrime que la necesidad de instaurar "un salario básico, algo que pueda
proporcionar a la gente, al menos un ingreso mínimo, para sobrevivir. Si no lo
implementamos, podríamos vernos abocados a mayor desigualdad, y algunas
personas podrían encontrarse en una situación realmente desesperada", comenta.

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