Estomba (2013) El Voseo Americano
Estomba (2013) El Voseo Americano
Estomba (2013) El Voseo Americano
Diego Estomba
Resumen
Como es sabido, el voseo americano plantea una diversidad de problemas:
distinción entre voseo verbal y pronominal, coexistencia de tiempos verbales
voseantes y tuteantes, y persistencia de pronombres tuteantes en ciertos casos
sintácticos. En cambio, es constante en toda América hispanohablante la
utilización de ustedes en detrimento del vosotros para la segunda persona del
plural. En este trabajo intentamos explicar unificadamente estos fenómenos,
partiendo de la base de analizar el vos de cortesía del español medieval como vos
mayestático, semánticamente cercano a una tercera persona. Proponemos que el
correlato morfosintáctico de este tipo de plural es un rasgo adicionado a [PL], que
denominamos “[*]”, es decir, en suma, un rasgo [PL*]. Siguiendo el marco teórico
de la Morfología Distribuida (Halle & Marantz 1993), proponemos que en España el
rasgo [PL*] se empobreció para dar lugar a [PL], en tanto que en América sucedió lo
contrario, perdurando el rasgo [*], lo cual explica de manera unificada que América
desconozca el vosotros e interprete al vos como singular. Por su parte, con el voseo
americano se establece un sistema donde vos carece de flexión de caso, y donde,
dada la ausencia del paradigma de segunda persona del plural en América, las
formas pronominales acusativa, dativa y genitiva deben ser suplidas dentro del
paradigma tuteante. Finalmente, para explicar las alternancias entre voseo verbal
(tú sos) y pronominal (vos eres) se propone la ocurrencia de un ulterior
empobrecimiento del rasgo [*] en el paradigma pronominal y verbal,
respectivamente.
1 Introducción
solo uno desciende a hablar con el resto de los mortales, en tanto que los
otros quedan ausentes o “quasi-ausentes”.12
Este uso se opone a la lectura no marcada de la primera persona del
plural, donde se hace referencia a varios hablantes y participantes
efectivos del acto de habla.
(2) a. Hoy estamos dispuestos a ganar este partido.
b. La estamos pasando muy bien.
c. Hoy estamos, mañana no estamos.
En estos ejemplos, más allá de que el hablante efectivo sea uno solo,
esta diferencia de yoes no se halla presente: todos los yoes a los que
refiere la primera persona del plural con sus rasgos [+AAH, +PAH, +PL]
son los que efectivamente se presentan en el discurso, sea en el caso del
jugador de fútbol que habla en solidaridad con los diez jugadores
restantes (2.a), o del padre que lo hace en representación de su familia
(2.b) o del que filosofa incluyéndose en el conjunto de toda la humanidad
(2.c).13
De acuerdo al sistema de Halle (1997), podemos asignar a la primera
persona del plural los rasgos [+AAH; +PAH; +PL]. En este caso, se
interpreta que todos los individuos que participan del acto de habla son
también autores de este último. Es lo que denominaremos “la lectura
democrática” de la primera persona del plural, o en términos más
propiamente lingüísticos, un plural inclusivo.14
Por su parte, el plural mayestático que expresaba el nos medieval no
era, evidentemente, un plural inclusivo, aunque tampoco se trataba de
un plural exclusivo, ya que es parafraseable de manera opuesta al
walpiri, es decir, no como “yo y otros pero no ustedes”, sino como: “yo,
pero no los otros”, donde los otros, una vez más, están constituidos por
los componentes atómicos alejados o quasi-ausentes del acto de habla.
De modo tal que de ese yo tan grande solo se muestra el yo que
efectivamente se dirige a sus súbditos.
12 Esta última expresión quiere ser un recurso para distinguir a estos casos respecto de la
tercera persona, donde tanto el autor como el participante del acto de habla están “del todo”
ausentes.
13 Estos ejemplos neutros se pueden deslizar fácilmente hacia otras formas marcadas de
primera persona del plural como los plurales de modestia y sociativo (véase también Mare
2011:96 para el plural “asociativo”), donde tampoco se registra la “quasi-ausencia” propia del
plural mayestático.
14 Se ha cuestionado el hecho de que el sistema de Halle (1997) contemple la existencia de
una primera persona “realmente” plural (Saab 2009), siendo que “no hablamos a coro” (Harley
& Ritter 2002:31). Nosotros consideraremos que, más allá de esta evidencia pragmática
(discutible por otra parte, ya que en un coro cada integrante sigue siendo un individuo), la
Sintaxis “ve” el plural de la primera persona (véase, por ejemplo, Rezac 2011 para el caso del
chino, que si bien es una lengua aislante, admite flexión de número para el pronombre de
primera persona).
15 Por ejemplo, la afirmación de Brown y Gilman (1960) de que el vos latino dirigido al
Emperador se habría originado en el hecho de que el Imperio se había dividido en un sector
oriental y otro occidental, cada uno con su propio Emperador, hipótesis cuya inverosimilitud
pone en relieve Pountain (2003).
16 La cercanía semántica entre el trato cortés de la 2da persona (rasgo [¨PL*]) y la tercera
persona se ve avalada por el hecho de haberse usado esta última para el trato cortés en el
español medieval (véase Fontanella de Weinberg 1977, y Keniston 1937), e incluso mucho más
tarde, por ejemplo, en el sainete rioplatense colonial El amor de la estanciera: “Mi Padre, que es
lo que hace…” (Moure 2012). Asimismo, se registran alternancias entre el antecesor de usted,
vuestra merced, con la 2° persona, aun en una misma frase: “…vuestra merced ha hablado
como quien sois” (Keniston 1937:47).
17 Así, un pretendido “plural de modestia” como Hemos inaugurado nada menos que 300
escuelas este año, puede ser interpretado por algunos como megalómano o “mayestático”.
la Morfología Distribuida (Halle & Marantz 1993, Halle 1997, Embick &
Halle en prensa), que concibe a los elementos morfológicos como la
expresión de los nodos terminales de la Sintaxis, cuyo contenido está
dado por rasgos sintáctico-semánticos abstractos, tales como [+plural],
[+pasado], [+definido], [+perfectivo], etc. Estos morfemas abstractos no
tienen rasgos fonéticos, sino que estos se insertan en el componente
fonológico a partir de un Vocabulario listado. La otra clase de morfemas,
además de los rasgos abstractos, está constituida por las raíces, que
aportan el contenido “léxico” al sistema. Las raíces sí tienen, según suele
aceptarse, rasgos fonológicos inherentes, pero no rasgos abstractos de
ningún tipo. La raíz solo se limita a acoplarse a los núcleos funcionales
que constituyen los nodos funcionales de la Sintaxis (en realidad no
existen categorías propiamente léxicas en este sistema). Este acople se
establece, según un orden de prioridad o de competencia entre
exponentes, en virtud del cual tienen prioridad para insertarse aquellos
exponentes fonológicos que tengan más rasgos especificados en
coincidencia con el morfema abstracto. En cambio, no se admite que el
exponente fonológico presente algún rasgo del cual carezca el morfema
abstracto (“principio del subconjunto”). Si no hay otros exponentes
fonológicos que insertar, el último en insertarse será aquel que no tenga
ningún rasgo especificado, el cual pasa a insertarse “por defecto” en todos
los demás casos no especificados. A diferencia de otros enfoques
generativos, la Morfología Distribuida propone que en la Estructura
Morfológica siguen operando una serie de mecanismos a partir de los
nodos terminales de la Sintaxis (Ensamble, Descenso, etc.), que pueden
finalizar las tareas que esta “dejó sin hacer”. Además, el sistema
contempla, después de obtenido el orden lineal de constituyentes en el
ámbito fonológico, ciertas operaciones de ajuste de alcance mucho más
limitado. A su vez, los contenidos idiosincráticos que hacen a la
interpretación especial o atípica de palabras o frases están contenidos en
una lista aparte denominada Enciclopedia.
Entre las posibles operaciones descriptas en la Estructura
Morfológica, además del ensamble entre raíces y núcleos funcionales, las
más importantes son la Fusión (casos en que un solo exponente
fonológico lleva información de dos o más morfemas abstractos, como
Tiempo, Aspecto y Concordancia en amé), la Fisión (copiado de un
exponente fonológico adicional para un mismo morfema abstracto, como
el caso de los prefijos y sufijos del Imperfectivo en las lenguas
afroasiáticas), el Descenso (por ejemplo, el movimiento del núcleo
T(iempo) al núcleo verbal en lenguas como el inglés) y el
Empobrecimiento. Uno de los ejemplos típicos de esta última operación
se basa en el trabajo seminal de Bonet (1991) sobre los clíticos del
español y otras lenguas romances. Así, en los casos en que el clítico se
reemplaza al dativo le, como en yo se lo dí (cf. con *yo le lo di), el morfema
21 Una regla similar de Empobrecimiento a las que venimos utilizando, esta vez aplicada a un
rasgo de persona, nos permitiría explicar el fenómeno, común a España y América, del uso de
usted para el trato formal de la 2° persona:
(i) [PAH] → 0 / [ -AAH, __]
(13) Vos solo te querés a vos mismo y que te satisfagan tus caprichos.
Esta situación era distinta en el español peninsular medieval antes del
surgimiento de vosotros, cuando los pronombres plurales se aplicaban a
todos los casos, sin variantes morfológicas:
(14) Ejemplo hipotético español medieval hasta fines del s. XV
Vos solo vos comparáis a vos misma, y solo vos quiero satisfacer en
vuestros requerimientos.22
A partir del s. XVI, con la consolidación de vosotros (y de nosotros)
aparecerá la alternancia morfológica casual característica de las personas
del plural, donde vosotros y nosotros se tornarán “fuertes”. Lo que
queremos significar con esta última expresión es la exigencia de una
forma morfofonológica propia para el nominativo. Dicha forma es la
misma a su vez que la que aparece cuando el pronombre es término de
preposición, lo cual se explica por el hecho de que, al igual que sucede
con los pronombres de la tercera persona (con él, con ella, con ellos, con
ellas), dicha posición sintáctica no exige flexión interna casual del
pronombre.
(15) Ejemplo hipotético del español peninsular a partir del s. XVI
a. Vosotros solo (v)os preocupáis por vosotros mismos y por vuestros
corceles.
b. Nosotros solo nos preocupamos por nosotros mismos y por nuestros
corceles.
A su vez, como surge de (15), las formas (v)os y nos pasan a ser átonas
y se reservan para los casos acusativo y dativo no preposicionales. Por su
parte, los genitivos nuestro(s) y vuestro(s), las únicas formas a las que se
oponían las formas nos y vos en la etapa diacrónica ejemplificada en (14)
tampoco fueron afectados por la innovación.
En cuanto al vos americano, también es un pronombre “fuerte” en el
sentido recién explicitado: al igual que el nosotros y el vosotros surgidos a
fines del s.XV en España, el vos americano tiene una forma nominativa
que no se identifica con las formas átonas acusativa y dativa, ya que,
como sabemos, estas últimas son adquiridas del paradigma tuteante.
Surge entonces la posibilidad de plantear el siguiente paralelismo: por un
lado, en España la irrupción de nosotros y vosotros instauró un nuevo
sistema en el que los exponentes del sistema viejo nos y vos pasan a
suplir el paradigma casual que dejaban vacante nosotros y vosotros. Es
decir, nos y vos en el nuevo sistema pasan a representar los casos que no
22 Este ejemplo hipotético del español medieval asume que el pronombre acusativo y dativo
vos recién se consolidaría en su forma actual os, con pérdida de la v inicial, hacia la segunda
mitad del s. XVI (véase Eberenz 2000), luego del surgimiento de vosotros. Así, mientras que en
la Gramática de Antonio de Nebrija de 1492 no aparece os, sí lo hace en el Diálogo de la lengua
de Juan de Valdés de 1535 (García et al 1990).
7 Conclusiones
Hemos procurado ofrecer una explicación unificada de ciertos
fenómenos asociados al voseo americano, tanto desde un punto de vista
sincrónico como diacrónico, tomando como marco explicativo las
propuestas teóricas de la Morfología Distribuida. El hecho sincrónico que
hemos tenido en cuenta como punto de partida es la universal ausencia
en América, tanto en las áreas voseantes como tuteantes, de formas
pronominales y verbales en segunda persona del plural (ausencia de
vosotros suplida por el uso de ustedes y la concordancia en tercera
persona para el trato formal e informal de más de un interlocutor). Este
hecho sugiere un empobrecimiento (en los términos de Halle 1997 y
Embick & Halle en prensa, entre otros) del rasgo [plural] ([PL]) para la
segunda persona en América. Esto posibilitó la utilización del pronombre
vos, vigente en la época de la conquista española de América (inicios
s.XVI), para el trato informal a un interlocutor. Desde un punto de vista
diacrónico, a su vez, la posibilidad de este trato a un solo interlocutor se
remite a la posibilidad que tenía el pronombre vos para funcionar como
plural mayestático, o, más exactamente, cortés en el español medieval
hasta aproximadamente inicios del s.XVI. El correlato morfosintáctico
propuesto para esta situación es la existencia de un rasgo que nos hemos
limitado a caracterizar como [*], en asociación con el rasgo [PL], es decir,
[PL*]. Así, en tanto que el español peninsular, con la consolidación del
vosotros en el s. XVI, empobreció el rasgo [*] para la segunda persona,
persistiendo solamente [PL], en el voseo americano sucedió precisamente
lo contrario, es decir, se perdió el rasgo [PL] y persistió [*].
A continuación hemos procurado explicar algunas complejidades del
voseo americano, a saber, la presencia universal de un paradigma
tuteante en los casos acusativo, dativo y genitivo en todas las áreas
voseantes, la existencia de tiempos verbales tuteantes también en todas
las variedades voseantes, así como el hecho de que haya áreas voseantes
que presentan voseo pronominal sin voseo verbal (“vos eres”) y voseo
verbal sin voseo pronominal (“tú sos”). Para explicar las alternancias
Agradecimientos
La base de esta presentación fue una monografía para un seminario
dado por Ángela Di Tullio en la Universidad del Comahue, a quien
agradezco por su aliento, sugerencias y observaciones. También
agradezco a Laura Kornfeld por sus orientaciones en una etapa posterior
del trabajo, a Andrea Bohrn y María Mare por su generosa asistencia, así
como también a Virginia Bertolotti por sus valiosos comentarios durante
el XIII Congreso de la SAL 2012 en que fue expuesto este trabajo.