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Cuando leemos solemos incurrir de forma inconsciente en

ciertos vicios que ralentizan considerablemente nuestra


velocidad de lectura. Estos vicios son:

1.- Leer palabra por palabra: Es la forma que


aprendimos de pequeño. Lo leemos todo,
sustantivos, verbos, adjetivos, y también artículos,
conjunciones y preposiciones, con independencia
de que algunas de estas palabras apenas aporten
información.

Por ejemplo: "El colegio de mi hermana está cerca


de mi casa" Al leer esta frase iremos leyendo
todas sus palabras.

2.- Subvocalización: Al leer tendemos a ir


pronunciando las palabras, ya sea moviendo los
labios o mentalmente.

3.- Regresión: También tendemos continuamente


a dirigir la vista atrás, sobre lo que ya hemos leído,
para asegurarnos de que entendemos lo que
estamos leyendo.

Frente a esta lectura lenta, el estudiante debe tratar de leer


rápido ya que esto le reporta las siguientes ventajas:

1.- Ahorro de tiempo en la lectura: Tiempo que


podrá dedicar a avanzar en el estudio o
simplemente a descansar.

2.- Mayor concentración: La lectura rápida


predispone a prestar más atención, haciendo que
sea un tiempo de estudio más provechoso.
Hay que tratar de aproximar la velocidad de lectura a la
velocidad del pensamiento (la velocidad del pensamiento
suele ser entre 3 y 5 veces más rápida que la de lectura).

El estudiante debe comenzar midiendo su velocidad de


lectura.

Debe leer un texto durante 5 minutos y calcular el


numero de palabras leídas.

Para ello realizará un cálculo aproximado: cuenta


el número de palabras que hay en un renglón
estándar y el número de renglones leídos.
Multiplicando estas dos cifras obtiene una
aproximación del número de palabras leídas. Esta
cifra se divide por 5 y se obtiene una medida de la
velocidad de lectura (nº de palabras por minuto).

¿Qué se puede hacer para leer más rápido?

1.- Evitar la vocalización, tanto oral como mental.


Intentar no mover los labios, manteniendo la
boca relajada.

El pronunciar mientras se lee puede reducir la


velocidad de lectura hasta en un 50%. Hay que
aprender a reconocer la palabra por su aspecto y
no por su pronunciación.

2.- Evitar releer. No se debe volver la vista atrás


bajo ningún concepto, aunque pensemos que algo
se nos ha podido escapar. Con la práctica nos
habituaremos a poner la máxima atención en la
lectura, evitando de este modo perder
información.
Si no se comprende bien el texto es preferible
darle una segunda lectura completa que ir
constantemente releyendo. Se puede utilizar un
lápiz para señalar por donde va uno leyendo y
evitar de este modo saltos de línea.

3.- Reducir las fijaciones de los ojos. Aunque no


nos demos cuenta, cuando leemos vamos fijando
(parando) los ojos en cada palabra, y dentro de
ella en cada letra.

Hay que tratar de ir ampliando el campo de


visión: de una letra pasar a varias letras, luego a
una palabra, y después a varias palabras. Con una
fijación de la vista se puede llegar a leer hasta
tres palabras a la vez.

Los ojos deben realizar un movimiento suave,


continuo, y no una sucesión de breves paradas.
Es un aprendizaje complicado pero que con la
práctica se consigue.

4.- Centrar la atención en las palabras que


aporten significado. Hay que fijarse en los
sustantivos, verbos, adjetivos y adverbios,
desechando artículos, preposiciones y
conjunciones.

Por ejemplo: "El colegio de mi hermana está cerca


de mi casa"

Quedaría reducido a: "colegio hermana cerca


casa"

5.- Al final de la lectura se buscarán en el


diccionario las palabras que no se hayan
entendido. En lugar de ir interrumpiendo la
lectura cada vez que aparece una palabra que no
se entiende, es preferible anotarlas en un papel y
al final de la lectura buscarlas en un diccionario.

Para una lectura rápida es importante también cuidar los


siguientes puntos:

1.- Iluminación: hay que contar con buena


iluminación. La luz natural es mejor que la
artificial, pero si no puede ser es preferible
combinar una luz central que ilumine toda la
habitación y otra luz (preferentemente bombilla
azul), no demasiado intensa, centrada sobre el
texto.

2.- Postura: el estudiante debe leer sentado, con


una postura cómoda (el cuerpo ligeramente
inclinado hacia delante) y con el libro centrado
(que las líneas queden horizontales) apoyado en la
mesa (la altura de la mesa debe ser la adecuada).

3.- Silencio. Una lectura rápida exige una gran


concentración, y para ello es necesario evitar
cualquier distracción. Si se quiere oír música que
sea tranquila, a ser posible sólo instrumental, y
con el volumen bajo.

Se puede mejorar considerablemente la velocidad de


lectura.

Hay diversos ejercicios para ello, si bien la mejor manera


de aprender a leer rápido es forzarse uno mismo a
hacerlo. Al principio se perderá mucha información, pero
con la práctica se irá dominando esta técnica.

Entre los ejercicios se pueden mencionar los siguientes:


1.- Localizar dentro de un texto una palabra
preseleccionada previamente. Por ejemplo: en
un artículo deportivo sobre fútbol tratar de
localizar la palabra "delantero". Hay que hacerlo
rápidamente y luego chequear que se han
localizado todas.

2.- Localizar informaciones específicas dentro


de un texto. Por ejemplo, en un artículo
periodístico sobre política localizar rápidamente
los nombres de todos los partidos políticos
mencionados. Luego chequear el resultado.

3.- Ampliar gradualmente el campo de fijación


del ojo. Tomar una hoja de un periódico
estructurada por columnas relativamente
estrechas (por ejemplo, 5 columnas por hoja).

Seleccionar una columna y trazar una línea


vertical por el medio. Leer la columna bajando los
ojos por la línea vertical, sin apartarse de ella.

Comprobar si se ha captado toda la información.

En definitiva, el estudiante debe tratar de mejorar su


velocidad de lectura pero sin comprometer una buena
comprensión del texto (puede perder algún detalle, pero
nunca información esencial).

Velocidad de lectura

Cada tipo de lectura tiene una velocidad diferente. Por ejemplo,


una novela excitante se lee de un modo más rápido que un
texto de biología.
Los libros de texto también varían de acuerdo a cuán bien
estén escritos, y en consecuencia algunos son más difíciles de
leer.

Cada trimestre, cronométrese a sí mismo leyendo un capítulo


de cada uno de sus libros de texto. Vea cuántas páginas por
hora puede leer. Una vez que tiene una estimación precisa de
su velocidad de lectura, puede planificar mejor su tiempo de
lectura y estudio.

Beneficios de las Técnicas de Lectura Veloz

• Permite leer textos y comprenderlos inmediatamente a una velocidad muy superior a la actual.
• Comprender y retener 100 páginas de 10 a 15 minutos, a partir de la segunda semana.
• Duplicar, triplicar o más su velocidad de lectura, ser un objetivo fácil de lograr.
• Leer y comprender manuales, libros y documentos técnicos rápidamente.
• Logra alcanzar mayores niveles de concentración permitiendo asimilar mas rápido lo
que lee.
• Gastar menos tiempo estudiando.
• Ejercita los músculos ópticos para agilizar y fortalecer la visión, permite dominar el
movimiento de los ojos y así poder encontrar con gran facilidad datos específicos
dentro de un amplio universo de palabras.
• Mejora la memoria, a partir de la segunda semana de ejercicios.
• Aumenta su conocimiento de acontecimientos actuales.
• Desarrolla las capacidades de visión periférica para captar detalles de rangos visuales
cada vez mas amplios.
• Detecta imágenes visuales con mayor velocidad, permitiendo identificar con gran
facilidad palabras claves dentro de textos amplios, lo cual le ayudar a determinar la
relevancia de la página que tiene enfrente, en pocos segundos.

La lectura veloz es un tipo de gimnasia mental que no sólo permite


comprender más rápido los mensajes escritos, sino que además es un
excelente entrenamiento que amplía el campo intelectual de las personas.

El Dr. Horacio Krell es un especialista en el tema y asegura que “se trata de


generar un nuevo tipo de conexión entre los dos hemisferios cerebrales,
para proyectar una especie de película cerebral con lo que se lee y
aprovechar acabadamente el campo mental de cada persona”.

Para que quede claro sería algo así, cuando leemos tal como aprendimos en
la escuela seguimos tres pasos ineludibles. Primero visualizamos la
información que recibimos a través de sílabas sueltas, luego fonetizamos
pasando a palabras los mensajes, y por último integramos lo que leímos a
nuestro campo cognitivo.

En cambio, los métodos que favorecen la lectura veloz integran estos tres
momentos en uno solo, imponiendo una visualización global de la
información a través de la percepción de palabras y frases enteras. Veamos
un ejemplo para comprender:

Intentá leer la mayor cantidad de letras sin sacar la vista del punto:

MRLDORWQMOKTETYZ

Ahora tratá de leer la mayor cantidad de palabras sin sacar la vista del
punto:

ESTUDIO CARA MODA LEYES

Y por último probá con esta frase sin sacar la vista del punto:

LA GUERRA DEL GOLFO


Se ve claramente que cuanto más fragmentada es la información que
percibimos, más acotada y lenta es la comprensión. “La lectura - dice el Dr.
Krell - está condicionada por la memoria, porque debemos remitirnos
siempre a conocimientos previos que tenemos, por eso para una lectura
comprensiva es fundamental que el lector esté entrenado en este
matrimonio indisoluble que forman lectura y memoria, porque para ganar
velocidad debe anticipar lo se que va a leer, y para eso necesita apelar a la
información previa que trae”.

Durante la lectura lenta el cerebro ocupa sólo el 10% de su capacidad, y


mientras tanto la parte inactiva nos distare disparando ideas parasitarias
que nos hacen pensar en otra cosa. “El que lee lentamente -dice el Dr Krell-
es igual a un conductor que maneja su auto muy despacio, y puede cometer
un error muy fácilmente porque divide su atención entre muchos estímulos,
tal vez va escuchando la radio, o fumando”.

Pero, si perseguimos otro objetivo y nos enfocamos, la mente se ajusta a


nuestras necesidades. “Quien maneja un auto a alta velocidad - continúa el
Dr. Krell- no puede distraerse ni un segundo, su mente se dirige en un 100%
a la actividad que está realizando, lo mismo pasa con el que lee rápido”.
Cuando se usa el 90% de la concentración cerebral, el espacio de
distracción se achica, porque la mente no está generando otras ideas que
nos obligan a cortar la lectura.

Las funciones vocales y auditivas que ponemos a la lectura requieren una


excesiva coordinación del cerebro y limitan el tiempo de lectura, porque está
probado que no se pueden hablar o escuchar más de 100 palabras por
minuto.

El secreto es dejar de fonetizar la lectura y en dejar de reaccionar ante los


sucesos para favorecer una amplia concentración. Hay algunas técnicas que
pueden ayudar a empezar con esta metodología:

1) Seguí el dedo como si fuera un puntero para marcar el ritmo de lectura.


La idea es subrayar con el dedo cada línea de margen a margen. Así vas a
lograr darle a tus ojos un enfoque definido evitando regresiones y relecturas
innecesarias.

2) Para adquirir mayor velocidad, tenés que agarrar un libro subrayando con
el dedo pero mucho más velozmente que en el consejo anterior. No importa
si no llegás a leer todas las palabras por donde pasaste el dedo. Si llegás a
leer todas las palabras, acelerá la velocidad del dedo, porque lo importante
de este ejercicio es que aprendas a captar las palabras y aceleres la
percepción.

3) Otra opción, una vez adquirido cierto training en la lectura veloz, es leer
haciendo movimientos de la mano en S sobre el texto. Esta técnica se usa
para simulacros de lectura, repasos y análisis previos. La mano define la
zona por la que deben pasar tus ojos, una especie de planificación previa de
la lectura que estás por encarar.

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