2.3 Ética, DDHH y SC

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UNES Altos Mirandinos

PNFA: Seguridad Ciudadana


1er semestre
Unidad Curricular: Ética, Derechos Humanos y Seguridad Ciudadana

Unidad II:

EL EJERCICIO DE LOS DERECHOS HUMANOS

2.3.- El ejercicio de los funcionarios de seguridad ciudadana y del sistema penitenciario y


la garantía de los Derechos Humanos

Seguridad ciudadana
La seguridad ciudadana como ya la conocemos, puede entenderse como el conjunto de
acciones democráticas en pro de la seguridad de los habitantes y de sus bienes, y
ajustadas al derecho de cada país.

El derecho penitenciario
Es la rama del derecho centrada en la aplicación de las penas que privan de derechos a
los condenados, especialmente la libertad. El sistema penitenciario Está formado por las
instituciones que se encargan de establecer los castigos penales y garantizar el
cumplimiento de los castigos.

Las garantías de los Derechos Humanos


Conjunto de instrumentos y acciones -jurídicos y extrajurídicos- que, en cuanto forma de
poder social, tienden a reconocer la vigencia y normativas de los Derechos Humanos y a
asegurar del su cumplimiento social.

Seguridad
Etimológicamente, la palabra Seguridad proviene del latín securitas, que a su vez deriva
de securus (sin cuidado, sin precaución, sin temor a preocuparse), que significa libre de
cualquier peligro o daño, y desde el punto de vista psicosocial se puede considerar como
un estado mental que produce en los individuos (personas y animales) un particular
sentimiento de que se está fuera o alejado de todo peligro ante cualquier circunstancia.
La seguridad es la garantía que tienen las personas de estar libre de todo daño, amenaza,
peligro o riesgo; es la necesidad de sentirse protegidas, contra todo aquello que pueda
perturbar o atentar contra su integridad física, moral, social y hasta económica.

DERECHOS HUMANOS Y RESPONSABILIDADES DEL ESTADO


Las obligaciones del Estado frente al delito y la violencia
a.- Fuente de las obligaciones del Estado en materia de derechos humanos
Cuando se habla de la responsabilidad del Estado en esta materia se ingresa en un
terreno estrictamente jurídico. El Estado adquiere obligaciones jurídicas de respetar,
promover y proteger los derechos humanos, y, por lo tanto, esas obligaciones son
exigibles conforme al marco jurídico interno y a las normas internacionales.
Se destaca en este sentido que: Las sociedades humanas sienten la necesidad de
plasmar en normas legales los valores éticos y sociales por los cuales quieren regirse. El
surgimiento del Derecho nacional e internacional para la protección de los derechos
humanos es un claro reflejo de ese fenómeno.
El respeto a la dignidad humana, idea básica sobre la cual se funda este derecho, creció
a lo largo de los años hasta alcanzar un consenso de tal magnitud que hizo
imprescindible su expresión en normas legales, con el fin de proteger eficazmente a la
persona humana frente a los actos que violaban o amenazaban violar su dignidad.

b.- Los derechos humanos especialmente comprometidos en la política pública de


seguridad ciudadana
El Derecho Internacional de los Derechos Humanos consagra, en términos generales, el
derecho de toda persona “a la seguridad”. En este sentido lo establecen la Declaración
Universal de los Derechos Humanos en su Artículo 3, así como el Artículo 7 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos.
Las obligaciones positivas y negativas del Estado respecto a la seguridad ciudadana
también comprometen el derecho a las garantías procesales y a la protección judicial; el
derecho a la privacidad y a la protección de la honra y la dignidad; el derecho a la libertad
de expresión; el derecho a la libertad de reunión y asociación; y el derecho a la
participación en los asuntos de interés público

c.- Concepto de violación de derechos humanos


Conforme a lo sostenido en los párrafos anteriores, se produce una violación a los
derechos humanos cada vez que el Estado no cumple con las obligaciones que, en esta
materia, le impone el ordenamiento jurídico vigente.
Como parte de ese ordenamiento jurídico, la Convención Americana sobre Derechos
Humanos establece, claramente, en su Artículo 1 que: “Los Estados Partes en esta
Convención se comprometen a respetar los derechos y libertades reconocidos en ella y a
garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona que esté sujeta a su jurisdicción, sin
discriminación alguna por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones
políticas o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica,
nacimiento o cualquier otra condición social”.
En el ámbito del Sistema Universal de protección de los derechos humanos, la Comisión
de Derechos Humanos de Naciones Unidas identifica el alcance de los compromisos
internacionales del Estado en esta materia haciendo referencia a que éstas implican las
obligaciones de respetar, asegurar que se respeten y aplicar las normas sobre derechos
humanos.

d.- Naturaleza de las obligaciones del Estado en materia de derechos humanos


En el marco de lo señalado anteriormente, los organismos internacionales especializados
hacen una directa referencia a las “obligaciones positivas” del Estado respecto a sus
compromisos en materia de derechos humanos.
Esto es de alta significación en relación con la política pública de seguridad ciudadana.
En ese sentido, contrariamente a la posición tradicional que al vincular los derechos
humanos y la seguridad ciudadana se detuvo exclusivamente en las obligaciones de “no
hacer” u obligaciones “negativas” o “de abstención” a cargo del Estado, la más reciente
doctrina incorpora a éstas el cumplimiento de las obligaciones “de hacer” u obligaciones
“positivas” o “de prestación”.
Esto genera importantes efectos en las acciones del Estado en materia de seguridad
ciudadana, ya que éste asume, en el mismo plano, obligaciones jurídicas en relación con
la defensa, protección y promoción de los derechos humanos de las víctimas de la
violencia y el delito; de los y de las autoras de los hechos violentos o delictivos; y de las y
los agentes de las instituciones estatales directamente involucradas (personal policial;
de los jueces, fiscalías, defensorías públicas y también personal penitenciario).

Concretamente, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos manifiesta que “la


invocación efectiva de los derechos involucra obligaciones positivas y negativas en
cuatro niveles”:
1. Obligación de respetar: se define por el deber del Estado de no injerir, obstaculizar o
impedir el acceso al goce de los bienes que constituyen el objeto del derecho;
2. Obligación de proteger: consiste en impedir que terceros interfieran, obstaculicen o
impidan el acceso a esos bienes.
3. Obligación de asegurar: supone asegurar que el titular del derecho acceda al bien
cuando no puede hacerlo por sí mismo.
4. Obligación de promover: se caracteriza por el deber de desarrollar condiciones para
que los titulares del derecho accedan al bien”.
En definitiva, en el ámbito de su política sobre seguridad ciudadana, el Estado puede
violar derechos humanos, y, por lo tanto, ser responsabilizado por incumplir sus
obligaciones

e.- Violación de derechos humanos por conductas de los agentes del Estado: En este
caso, el Estado será responsable por las acciones u omisiones de sus agentes al amparo
de su carácter oficial, aun si actúan fuera de los límites de su competencia.
Al respecto, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos establece que:
La responsabilidad internacional del Estado se funda en actos u omisiones de cualquier
poder u órgano de éste, independientemente de su jerarquía, que violen la Convención
Americana, y se genera en forma inmediata con el ilícito internacional atribuido al Estado.
En estos supuestos, para establecer que se ha producido una violación de los derechos
consagrados en la Convención no se requiere determinar, como ocurre en el derecho
penal interno, la culpabilidad de sus autores o su intencionalidad y tampoco es preciso
identificar individualmente a los agentes a los cuales se atribuyen los hechos violatorios.

f.- Responsabilidad del Estado por conductas de particulares


La responsabilidad del Estado surge aquí de su deber de garantizar el respeto de los
derechos humanos.
Este punto tiene directa relación con el ejercicio de las funciones policiales, y se vincula a
la obligación positiva de “adoptar las medidas necesarias para asegurar la efectiva
protección de los derechos humanos en las relaciones inter-individuales”, lo que implica
el cumplimiento por parte del Estado de las siguientes obligaciones:
1. Prevenir: adoptar medidas para prevenir la vulneración de derechos humanos
vinculados a la seguridad ciudadana.
2. Investigar: realizar una investigación seria, imparcial y efectiva, por todos los medios
legales disponibles y orientada a la determinación de la verdad y el enjuiciamiento y
eventual castigo de los autores.
3. Obligaciones especiales en materia de violencia de géneros: En los casos en los que se
demuestre que hechos de violencia perpetrados contra una mujer se enmarcan en las
obligaciones asumidas por los Estados, corresponde determinar si las autoridades han
cumplido con su deber de garantía de los derechos afectados en cuanto a vida,
integridad personal, libertad, según corresponda.

ARTICULOS DE LA CONSTITUCIÒN DE LA REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA,


RELACIONADOS CON LA SEGURIDAD CIUDADANA

Protección contra la delincuencia


Artículo 55. Toda persona tiene derecho a la protección por parte del Estado, a través de
los órganos de seguridad ciudadana regulados por ley, frente a situaciones que
constituyan amenaza, vulnerabilidad o riesgo para la integridad física de las personas,
sus propiedades, el disfrute de sus derechos y el cumplimiento de sus deberes.
Participación ciudadana
La participación de los ciudadanos y ciudadanas en los programas destinados a la
prevención, seguridad ciudadana y administración de emergencias será regulada por una
ley especial.
Abuso de los policías
Los cuerpos de seguridad del Estado respetarán la dignidad y los derechos humanos de
todas las personas. El uso de armas o sustancias tóxicas por parte del funcionario
policial y de seguridad estará limitado por principios de necesidad, conveniencia,
oportunidad y proporcionalidad, conforme a la ley.

Artículo 44 La libertad personal es inviolable; en consecuencia: 1. Ninguna persona


puede ser arrestada o detenida sino en virtud de una orden judicial, a menos que sea
sorprendida in fraganti...

El aumento de la inseguridad de las personas, no sólo en la calle sino hasta en su propia


casa, ha dado lugar a este artículo con la esperanza de que mejore la protección policial.
Incluso se prevé la participación de los ciudadanos en su defensa, para lo cual dice el
artículo que se dictará una ley especial. Este asunto tiene relación con el artículo 332 que
trata de la participación de las personas en su propia seguridad en colaboración con la
policía.

Artículo 332. El Ejecutivo Nacional, para mantener y restablecer el orden público, proteger
a los ciudadanos y ciudadanas, hogares y familias, apoyar las decisiones de las
autoridades competentes y asegurar el pacífico disfrute de las garantías y derechos
constitucionales, de conformidad con la ley, organizará: 1. Un cuerpo de policía nacional…

Los órganos de seguridad ciudadana son de carácter civil y respetarán la dignidad y los
Derechos Humanos, sin discriminación alguna.

La función de los órganos de seguridad ciudadana constituye una competencia


concurrente con los Estados y Municipios en los términos establecidos en esta
Constitución.

EL EJERCICIO DE LOS FUNCIONARIOS DE SEGURIDAD CIUDADANA, EL SISTEMA


PENITENCIARIO Y LA GARANTIA DE LOS DERECHOS HUMANOS.

Los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley han de atenerse a normas muy
estrictas de disciplina en el desempeño de sus funciones en que se reconozcan tanto la
importancia como las exigencias particulares de las tareas que esos están llamados a
desempeñar, ya que pueden ser afectadas por el uso ilícito, innecesario o
desproporcionado de la fuerza.

Es esencial la práctica de procedimientos adecuados de examen y vigilancia, con miras


a garantizar el apropiado equilibrio entre las competencias discrecionales ejercidas a
título individual por los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley y la necesaria
responsabilidad jurídica y política del organismo encargado de hacer cumplir la ley en
conjunto.

De acuerdo a los instrumentos jurídicos internacionales:

El derecho de todo individuo a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona se


proclama en el Artículo 3 de la Declaración Universal de Derechos Humanos
(DUDH). Los mismos derechos se formulan también en los artículos 6.1 y 9.1 del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP).

De conformidad con el artículo 6.1 del PIDCP, «El derecho a la vida es inherente a la
persona humana. Este derecho estará protegido por la ley. Nadie podrá ser privado de la
vida arbitrariamente».

Según el Artículo 9.1 de ese mismo instrumento, «Todo individuo tiene derecho a la
libertad y a la seguridad personales. Nadie podrá ser sometido a detención o prisión
arbitrarias. Nadie podrá ser privado de su libertad, salvo por las causas fijadas por ley y
con arreglo al procedimiento establecido en ésta». Otros tratados internacionales que
contienen garantías para la protección del derecho a la vida son: La Carta Africana sobre
Derechos Humanos y de los Pueblos (CADHP, artículo 4) la Convención Americana de
Derechos Humanos (CADH, artículo 4); y el Convenio Europeo de Derechos Humanos
(CEDH, artículo 2).
El derecho a la vida es el derecho humano por excelencia, ya que si no existieran
garantías efectivas para protegerlo, los otros derechos humanos carecerían de sentido.
Por esta razón, esta disposición encabeza los derechos subjetivos enumerados en la
Parte III del PIDCP, como en el artículo 2 del CEDH. La importancia especial del
derecho a la vida se destaca con el adjetivo «inherente», utilizado solamente en el
Artículo 6.1, y empleando el presente (declarativo) «es» en lugar de «será».

El Comité de Derechos Humanos formuló los siguientes comentarios en relación con el


derecho a la vida:

«... Es el derecho humano por excelencia que no admite suspensión ni siquiera en


situaciones excepcionales que pongan en peligro la vida de la nación... Este derecho no
ha de ser objeto de una interpretación restringida...

... El Comité considera que los Estados tienen el deber supremo de prevenir las guerras,
los actos de genocidio y otros actos de violencia masiva que den lugar a la privación
arbitraria de la vida...

... La protección contra la privación arbitraria de la vida, explícitamente exigida en la


tercera frase del artículo 6.1 es de extrema importancia. El Comité considera que los
Estados Partes deben tomar medidas no solo para prevenir y castigar la privación de la
vida por actos criminales, sino también prevenir las ejecuciones extrajudiciales por parte
de sus propias fuerzas de seguridad. La privación de la vida por las autoridades del
Estado es una cuestión de suma gravedad. Por consiguiente, la ley debe controlar y
limitar estrictamente las circunstancias en que una persona puede ser privada de la vida
por esas autoridades... La expresión ‘el derecho inherente a la vida’ no puede
comprenderse adecuadamente de un modo restrictivo, y la protección de este derecho
exige que los Estados tomen medidas positivas para proteger el derecho a la vida...»

Por tanto, y de plena conformidad con lo señalado más arriba, los organismos
encargados de hacer cumplir la ley de todo el mundo dan la mayor prioridad a la
protección del derecho a la vida de todas las personas, haciendo lo posible para evitar
la privación deliberada de la vida y perseguir insistente y resueltamente a los
responsables de la muerte

El Comité de Derechos Humanos, constituido de conformidad con el Artículo 28 del


PIDCP, es un órgano cuya formación deriva de un tratado que, entre otras
funciones, se encarga de supervisar la integración efectiva de las normas contenidas en
el PIDCP al derecho interno de los Estados Partes. Con ese fin, «los Estados Partes en el
presente Pacto se comprometen a presentar informes sobre las disposiciones que hayan
adoptado y que den efecto a los derechos reconocidos en el Pacto y sobre el progreso
que hayan realizado en cuanto al goce de esos derechos...» (PIDCP, artículo 40.1).
En el párrafo 4 del artículo 40, se determina que «El Comité estudiara los informes
presentados por los Estados Partes en el presente Pacto. Transmitirá sus informes, y los
comentarios generales que estime oportunos, a los Estados Partes...» (Violenta) de un
congénere. La gravedad de este delito se refleja también en la severidad de la pena que
puede imponerse a la persona procesada por un tribunal si este la considera culpable de
homicidio o asesinato.

Pero, cabe preguntarse si la absoluta prioridad otorgada al derecho a la vida, como se ha


expuesto anteriormente, no está en desacuerdo con la competencia legal de ese mismo
organismo encargado de hacer cumplir la ley para emplear la fuerza cuando se estime
necesario e inevitable para aplicar lícitamente la ley. Especialmente cuando esa
competencia, en circunstancias especiales, incluye el uso letal deliberado de armas de
fuego. ¿No están tales poderes, atribuidos por el Estado a los funcionarios encargados
de hacer cumplir la ley, en contradicción directa con las gestiones positivas que, en
principio, ese mismo Estado debe emprender para proteger la vida? Si la respuesta a
estas preguntas es negativa, los casos en que los funcionarios encargados de hacer
cumplir la ley recurran al uso de la fuerza, y especialmente al uso letal deliberado de
armas de fuego, han de limitarse estrictamente a casos de circunstancias excepcionales.

Por consiguiente, las recomendaciones sobre la materia de Seguridad Ciudadana y


Derechos Humanos son las siguientes:

Generar la capacidad institucional en el sector público para la ejecución de las acciones


comprendidas en los planes y programas que componen la política pública sobre
seguridad ciudadana, disponiendo los recursos humanos, técnicos y económicos
adecuados. Esto implica, entre otros asuntos, mejorar el proceso de selección y
formación de las personas que integran las instituciones involucradas en la
implementación de la política sobre seguridad ciudadana (en especial: las fuerzas
policiales; el poder judicial; el ministerio público y el sistema penitenciario), del mismo
modo que la asignación de los recursos materiales que se requieren para brindar un
servicio de calidad a la población.

Adecuar las normas internas y el aparato estatal para asegurar la gobernabilidad


democrática de la seguridad ciudadana. Esto requiere que las autoridades políticas
legítimas del Estado asuman su responsabilidad en el diseño, ejecución y control de la
política pública sobre seguridad ciudadana, con el apoyo de equipos técnicos
multidisciplinarios.

Poner en funcionamiento procedimientos que hagan efectiva la rendición de cuentas de


todas las autoridades con responsabilidad en la política sobre seguridad ciudadana, a
partir de mecanismos de control internos y externos, favoreciendo de esa manera la
institucionalidad democrática; la transparencia en el ejercicio de la función pública; y las
medidas para enfrentar la impunidad y la corrupción.

Asumir el cumplimiento de sus obligaciones internacionales de protección y garantía de


los derechos humanos en su relación con la seguridad ciudadana a partir del diseño e
implementación de políticas públicas integrales, que desarrollen, en forma simultánea,
acciones específicas y planes estratégicos en el plano operativo, normativo y preventivo.
Estas políticas deben ser sustentables, lo que demanda la búsqueda de los consensos
políticos y sociales necesarios. A la vez, estas políticas requieren ser sometidas a
mecanismos de evaluación y rendición de cuentas permanentes, en un escenario de
amplia participación ciudadana

Asegurar los estándares especiales de protección que requieren aquellas personas o


grupos de personas en especial situación de vulnerabilidad frente a la violencia y el
delito, como los niños, niñas y adolescentes; las mujeres; la población indígena y
afrodescendiente y las personas migrantes y sus familias, sin perjuicio que las
obligaciones de protección y garantía de los derechos humanos comprometidos en la
política sobre seguridad ciudadana asumidas por los Estados Miembros incluyen a todas
las personas bajo su jurisdicción.

A su vez, se recomienda a los Estados Miembros lo siguiente:


1. Incorporar al marco normativo interno los “Principios Fundamentales de Justicia para
las Víctimas del Delito y el Abuso de Poder” de Naciones Unidas”, definiendo claramente
a las personas que se encuentran dentro de esa categoría, en especial incluyendo a la
víctima directa, así como a sus familiares, allegados y terceras personas que hayan
intervenido para asistir a la víctima en peligro o para prevenir la victimización;
2. A los efectos de combatir la impunidad, adecuar las normas jurídicas y
administrativas, así como los procedimientos y los planes operativos de las instituciones
con competencia en la política de seguridad ciudadana, con el objetivo de asegurar su
capacidad para prevenir, investigar y sancionar cualquier violación de los derechos
humanos que resulte de hechos violentos o delictivos, o de la acción u omisión de los
agentes estatales;
3. De acuerdo a los estándares internacionales, adoptar todas las medidas necesarias en
dirección de restablecer, cuando sea posible, todos los derechos lesionados de la víctima
como consecuencia de hechos violentos o delictivos;
4. Brindar formación y capacitación permanente a los funcionarios y funcionarias del
Estado con directa responsabilidad en procedimientos con víctimas de la violencia y el
delito, en especial respecto a aquellas personas que se encuentran en una situación de
mayor vulnerabilidad;
5. Diseñar e implementar protocolos de actuación comunes a todas las instituciones
vinculadas con la atención a víctimas del delito y la violencia, que aseguren una correcta
atención y eviten la revictimización;
6. Coordinar y complementar las intervenciones de las instituciones del sector público en
el plano nacional o local, con organizaciones de la sociedad civil especializadas en el
tema;
7. Asegurar la infraestructura y el equipamiento adecuados para la atención de aquellas
personas que han sido víctimas del delito y la violencia
8. Establecer las normas jurídicas que habiliten la participación de las víctimas en todas
las etapas de los procedimientos administrativos y judiciales;
9. Proporcionar una reparación integral a las víctimas de la violencia y el delito, cuando
exista responsabilidad del Estado en la generación de los daños, por incumplimiento de
sus obligaciones positivas o negativas de protección y garantía de los derechos
humanos.

Entre otros lineamientos internacionales relevantes están:


Garantizar la ejecución por parte de las fuerzas policiales de todas las actividades
operativas que permitan la implementación de las funciones de prevención, disuasión y
represión legítima de hechos violentos o delictivos, como parte de la obligación del
Estado de proteger y garantizar los derechos humanos comprometidos directamente en
la política de seguridad ciudadana. Lo anterior implica:

1. Regular la actividad de las empresas privadas de seguridad, estableciendo los límites


dentro de los cuales desempeñan sus actividades;
2. Hacer efectivo el funcionamiento de un registro público con el objetivo de asegurar
una adecuada información sobre los propietarios de este tipo de empresas; de sus
empleados; del armamento disponible y los contratos de prestación de servicios
vigentes;
3. Disponer que los empleados de las empresas privadas de seguridad deben ser
habilitados para trabajar por parte de las dependencias estatales competentes, luego de
acreditar cumplir, entre otros, con los requisitos de aptitud física y psicológica y de
capacitación (en especial para el uso de armas de fuego) necesarios para desempeñarse
en este tipo de empleo.
4. Incorporar en la legislación interna, en lo que sea pertinente, los Principios elaborados
por el Grupo de Trabajo de las Naciones Unidas sobre la utilización de mercenarios como
forma de violar los derechos humanos y de obstaculizar el derecho de los pueblos a la
libre determinación.

La implementación de la política de seguridad ciudadana debe realizarse teniendo en


cuenta el derecho a las garantías procesales y a la protección judicial. En especial, los
Estados Miembros deben tener en cuenta sus obligaciones respecto a:

1. Respetar los principios fundamentales de derecho penal reconocidos


internacionalmente: presunción de inocencia; nullum crimen sine lege, nulla poena sine
lege y non bis in idem;
2. Limitar la prisión preventiva, como medida cautelar, al plazo mínimo posible,
conforme a los principios de necesidad y razonabilidad;
3. Asignar competencia exclusiva en el juzgamiento de las infracciones penales a los
tribunales ordinarios, descartando la creación de jueces o tribunales ad hoc o especiales;
4. Asegurar la independencia de los tribunales de justicia para cumplir debidamente con
las garantías judiciales y el derecho a un juicio justo, a partir del establecimiento de la
carrera judicial y la profesionalización de jueces y magistrados;
5. Suministrar los recursos humanos y materiales necesarios para el buen
funcionamiento de la administración de justicia, a los efectos de asegurar el derecho a la
protección judicial de las víctimas de delitos y hechos de violencia.
6. Implementar los mecanismos necesarios para prevenir, investigar y sancionar
cualquier forma de corrupción que afecte el buen funcionamiento del sistema de
administración de justicia.
Generar las condiciones para la participación de la sociedad en asuntos vinculados con
la seguridad ciudadana, como forma de profundización de la democracia; para mejorar la
calidad de los servicios relacionados con la política de seguridad ciudadana; y para
desarrollar mecanismos de control y supervisión de la gestión de las autoridades
públicas. En todo caso, la participación de la sociedad en asuntos relacionados con la
seguridad ciudadana debe desarrollarse a partir de los siguientes criterios:

1. El Estado debe asumir el monopolio del uso de la fuerza legítima. En conclusión, el


ordenamiento jurídico interno debe adoptar previsiones para investigar y sancionar
cualquier forma de organización que tenga por objetivo la realización de actos de
violencia privada;
2. La participación de la ciudadanía debe orientarse a acciones de prevención social,
comunitaria y situacional de la violencia y el delito;
3. Toda forma de organización debe ser independiente de las autoridades del Estado o de
sectores político-partidarios;
4. El Estado debe generar los espacios para una adecuada articulación con las formas de
organización que ya existen en el seno de la sociedad, favoreciendo el diseño de planes
de prevención de la violencia y el delito, así como mecanismos ágiles de rendición de
cuentas;
5. Favorecer la responsabilidad de los gobiernos locales o municipales en la gestión local
de la seguridad ciudadana.

Así como Diseñar e implementar planes de prevención del delito y la violencia que
contribuyan a asegurar el derecho de todas las personas bajo su jurisdicción al disfrute
pacífico de los bienes. Sin perjuicio de las medidas generales para el logro de este
objetivo, los Estados deben brindar especial atención a las personas que, por su
situación social o económica, requieren acciones específicas de protección

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