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El Cardenismo: La Expropiación Petrolera, el

Reparto Agrario y la Nacionalización de los


Ferrocarriles
Introducción

La administración de Lázaro Cárdenas del Río (1934-1940) es un periodo


crucial en la historia contemporánea de México. Su gobierno se caracterizó por
un profundo cambio social, político y económico, que consolidó las bases del
Estado moderno mexicano. En este contexto, tres de los actos más
emblemáticos de su gobierno fueron la expropiación petrolera, el reparto
agrario y la nacionalización de los ferrocarriles. Estos eventos marcaron un
antes y un después en el proceso de soberanía económica de México, con un
enfoque hacia la justicia social y la independencia nacional frente a las
potencias extranjeras.

El Contexto del Cardenismo

Lázaro Cárdenas asumió la presidencia en 1934, en un México profundamente


afectado por los efectos de la Revolución Mexicana, una guerra civil prolongada
que había dejado al país dividido y en busca de un nuevo orden. Aunque la
Revolución Mexicana había alcanzado algunos de sus objetivos con la
promulgación de la Constitución de 1917, muchas de las reformas sociales y
económicas no se habían implementado de manera efectiva. El país seguía bajo
el control de una oligarquía terrateniente y una economía dependiente de las
potencias extranjeras, principalmente de los Estados Unidos.
Cárdenas fue elegido en un contexto de grandes expectativas por parte de las
clases populares, campesinas y obreras, quienes buscaban una mayor
distribución de la riqueza y un Estado que protegiera sus derechos. El gobierno
de Cárdenas se apoyó en una política nacionalista, progresista y populista, que
tenía como objetivo asegurar la independencia económica del país y mejorar las
condiciones de vida de los sectores más desfavorecidos.

La Expropiación Petrolera

Uno de los actos más importantes del cardenismo fue la expropiación


petrolera del 18 de marzo de 1938, un hito en la historia económica y política
de México. Para entender la trascendencia de esta decisión, es necesario
situarnos en el contexto histórico y económico del país en los años anteriores.
Desde principios del siglo XX, la industria petrolera en México había estado en
manos de empresas extranjeras, principalmente estadounidenses y británicas,
que explotaban los recursos sin ofrecer una contraprestación justa al país.

Las concesiones otorgadas por el gobierno mexicano a estas empresas durante


el régimen de Porfirio Díaz y la posterior Revolución Mexicana habían
resultado en un control absoluto sobre los recursos petroleros de México,
mientras que el país no recibía una parte justa de las ganancias generadas por
este sector estratégico. Además, las condiciones laborales eran deplorables para
los trabajadores mexicanos en las compañías petroleras extranjeras, quienes
enfrentaban bajos salarios y malas condiciones de trabajo.

La conflictiva relación entre el gobierno mexicano y las empresas


extranjeras comenzó a escalar durante el gobierno de Cárdenas. En 1937, los
trabajadores del petróleo, organizados principalmente en el Sindicato de
Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM), demandaron
mejores condiciones laborales, incluyendo mejores salarios y seguridad social.
El gobierno de Cárdenas, que se identificaba con las causas sociales de los
trabajadores, respaldó sus demandas, lo que llevó a un conflicto con las
empresas petroleras.

El 18 de marzo de 1938, después de meses de negociaciones infructuosas, el


gobierno mexicano decidió nacionalizar la industria petrolera, decretando la
expropiación de las propiedades de las compañías extranjeras. Esta medida fue
una afirmación de la soberanía económica de México y marcó el inicio de la
creación de Pemex, la Petróleos Mexicanos, la empresa estatal que se
encargaría de la exploración, extracción, refinación y comercialización del
petróleo en el país.

La expropiación fue un acto valiente de afirmación nacional, aunque también


tuvo repercusiones internacionales, especialmente con Estados Unidos y Reino
Unido, que no estaban dispuestos a perder el control sobre los recursos
petroleros de México. A pesar de las presiones diplomáticas y las sanciones
económicas, la expropiación fue respaldada por una gran parte de la población
mexicana, que la vio como un acto de justicia social y soberanía.

El Reparto Agrario

Otro de los pilares del cardenismo fue la Reforma Agraria, que tuvo como
objetivo transformar la estructura agraria del país y otorgar tierras a los
campesinos. Durante la Revolución Mexicana, uno de los principales reclamos
de los campesinos fue la distribución de tierras, ya que el país estaba dominado
por grandes latifundios controlados por pocos terratenientes. La Constitución
de 1917 reconoció el derecho a la reforma agraria, pero la implementación de
esta reforma había sido muy limitada durante los gobiernos posteriores.
El presidente Cárdenas entendió que la tierra debía ser el eje para lograr la
justicia social y mejorar las condiciones de vida de los campesinos, quienes
constituían la mayoría de la población. A partir de 1934, el gobierno de
Cárdenas inició un proceso de redistribución de tierras, en el cual las tierras
de los latifundios fueron entregadas a los campesinos a través de la creación de
ejidos, que eran parcelas de tierra entregadas a los campesinos para su
explotación colectiva. El proceso de reparto agrario fue apoyado por la
Comisión Agraria y se implementó en varias etapas.

En el período de 1934 a 1940, el gobierno de Cárdenas repartió más de 18


millones de hectáreas de tierra a aproximadamente un millón de campesinos.
Esto representó una de las reformas más importantes de la Revolución
Mexicana, ya que transformó la estructura agraria del país y permitió que los
campesinos tuvieran acceso a la tierra.

Sin embargo, la reforma agraria también tuvo sus limitaciones. La falta de


infraestructura, de capital para el desarrollo agrícola y de asistencia técnica en
muchas regiones del país dificultó el éxito total de la reforma. A pesar de esto,
la Reforma Agraria cardenista constituyó un paso decisivo hacia la
democratización de la propiedad rural y fue un legado importante en la historia
de México.

La Nacionalización de los Ferrocarriles

El tercer gran acto del cardenismo fue la nacionalización de los ferrocarriles


en 1937. Durante muchos años, los ferrocarriles de México habían estado en
manos de empresas extranjeras, principalmente de capital estadounidense. Esta
situación había generado un gran descontento, ya que las empresas extranjeras
operaban los ferrocarriles de manera ineficiente y, en ocasiones, en detrimento
del desarrollo económico del país.

La nacionalización de los ferrocarriles fue parte de una serie de medidas que


Cárdenas adoptó para aumentar la soberanía económica de México y mejorar la
eficiencia del transporte ferroviario. En 1937, el gobierno mexicano decidió
expropiar las compañías extranjeras que operaban los ferrocarriles del país y
transferir su control a Ferrocarriles Nacionales de México. Esta medida fue
vista como un paso más hacia la independencia económica y un acto de
afirmación del poder del Estado mexicano frente a las corporaciones
extranjeras.
Al igual que la expropiación petrolera, la nacionalización de los ferrocarriles
fue una decisión controvertida a nivel internacional. Sin embargo, en México,
la medida fue ampliamente apoyada, ya que se percibió como un avance hacia
una economía más justa y autónoma.

Impacto y Legado del Cardenismo

Las reformas implementadas por Cárdenas durante su gobierno tuvieron un


impacto profundo en la estructura social y económica de México. La
expropiación petrolera, el reparto agrario y la nacionalización de los
ferrocarriles representaron pasos decisivos hacia la construcción de un Estado
mexicano más soberano y menos dependiente de las potencias extranjeras.

La expropiación petrolera consolidó a México como un actor clave en la


industria petrolera mundial, y la creación de Pemex sentó las bases de una
empresa estatal que, durante muchos años, sería uno de los principales motores
económicos del país.

El reparto agrario transformó la estructura del campo mexicano y permitió


que millones de campesinos tuvieran acceso a la tierra. Aunque no estuvo
exento de dificultades, el reparto agrario fue un paso clave en el proceso de
democratización de la propiedad en México.

La nacionalización de los ferrocarriles también fue un acto de soberanía que


mejoró la infraestructura de transporte del país y permitió un mayor control
sobre una de las áreas clave de la economía.

El legado del cardenismo perdura hasta nuestros días. Las reformas impulsadas
por Lázaro Cárdenas sentaron las bases para un Estado más fuerte y autónomo,
y su influencia se dejó sentir en las políticas posteriores del siglo XX. A través
de estos actos, Cárdenas no solo marcó un cambio en la estructura económica
de México, sino que también dejó un legado de justicia social que seguiría
inspirando a futuras generaciones de mexicanos.

Conclusión

El cardenismo fue un período de transformación y afirmación nacional para


México. La expropiación petrolera, el reparto agrario y la nacionalización de
los ferrocarriles son tres de los eventos más significativos de este periodo, que
sentaron las bases para la construcción de un México más independiente y justo.
Estos actos no solo cambiaron

la estructura económica del país, sino que también reflejaron el deseo de


Cárdenas por garantizar un futuro más equitativo para los sectores más
desfavorecidos de la población. En última instancia, el legado del cardenismo
sigue vivo en la memoria colectiva de México y continúa siendo una referencia
fundamental para entender el desarrollo del país en el siglo XX.

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