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El método. Epistemología. Descartes.

Descartes acepta únicamente como verdadero aquello de lo que hay alguna evidencia de que
lo es. Para ello, es necesario contar con un método adecuado que dirija bien la razón. Esta es igual en
todos los hombres. La diversidad de opiniones se debe a que conducimos nuestro pensamiento por
caminos diferentes. Dirigir bien la razón implica delimitar cuáles son sus modos de conocer y
elaborar un método adecuado a ellos.
Diferenciamos entre la intuición, un conocimiento indiscutible de las ideas simples, claras y
distintas (“naturalezas simples”), y la deducción, que se desarrolla a partir de dichas naturalezas y es
toda inferencia de ideas más complejas a partir de otros hechos que son conocidos con certeza.
Mediante la deducción la inteligencia reconoce conexiones entre las intuiciones y las recorre paso a
paso. Posee todas las propiedades que necesita la filosofía para avanzar en sus conocimientos. Para
Descartes, las matemáticas elaboran un método que pueda ser aplicado a todos los saberes,
Por otro lado, el método tiene cuatro reglas. La evidencia trata de no admitir como
verdadero nada dudoso y para ello es necesario evitar la precipitación. Mediante el análisis
descomponemos las ideas complejas para poder percibirlas del mismo modo que las ideas simples.
La síntesis es la suma de las intuiciones parciales de modo que podamos percibir la evidencia del
conjunto. La enumeración permite tener una intuición general y evidente del proceso en conjunto.
Para encontrar una verdad absoluta que sea la base de todo el saber es necesario eliminar
todo aquello que despierte la más mínima duda. Esta duda se conoce como duda metódica (por ser
el elemento para alcanzar la verdad) y tiene tres motivos. Según la falacia de los sentidos, la
información que estos nos ofrecen es equívoca y no puede ser fuente de certezas absolutas. La
imposibilidad de distinguir el sueño de la vigilia se debe a que a veces el mundo parece tan real en el
sueño como la vigilia. Hay que dudar de su existencia. Así, la realidad extramental tampoco puede
ser fundamento de ninguna certeza. La hipótesis del genio maligno sostiene que no puedo estar
seguro de mis pensamientos porque puede que mi entendimiento se equivoque necesariamente
siempre que cree captar la verdad, esto es que, haya sido creado por un genio maligno cuya
intención es provocar el engaño.
Descartes encontró una verdad que se resistía a toda duda: el hecho simultáneo del
pensamiento y de la existencia. Puedo dudar de todo excepto del hecho de estar dudando, que
además es necesario para poder dudar (“pienso, luego existo”). Esto es una intuición, una idea clara
y distinta. El criterio de certeza dice que todo lo que percibo con claridad y distinción será verdadero.
Además, considera que el pensamiento recae directamente sobre las ideas, por lo que solo
hay certeza de la existencia mental de estas. Para saber si a sus contenidos le corresponde una
realidad extramental, hace un análisis de las ideas y concluye que son actos mentales y poseen
contenido objetivo. Así, distinguimos entre las advertencias, que provienen de nuestra experiencia
externa, y las innatas, ideas de entendimiento que posee por sí mismo.

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