Trabajo Psicopatía

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 12

Iria Espinosa Vázquez

PSICOPATÍA Y
RECONOCIMIENTO
EMOCIONAL EN
POBLACIÓN INFANTO-
JUVENIL

Revisión Teórica

Psicología de la educación

Profesora: Dra. Ma Poveda Fernández Martín!

Psicopatía y reconocimiento emocional infanto-juvenil , página 1


Iria Espinosa Vázquez

Psicopatía y reconocimiento emocional en población infarto-


juvenil

Resumen

La presente revisión teórica reúne evidencias recogidas de varios estudios orientados


hacia el reconocimiento emocional y/o dureza emocional como rasgos predictivos de
psicopatía infanto juvenil. El termino psicopatía aplicado a niños y adolescentes es un área
que ha sido foco en los últimos años de investigación. Sabemos que la psicopatía infantil es
un termino que no suele utilizarse debido a la gran dificultad tipológica debido a que no se
diagnostica hasta los 18 años, por lo que muchas veces se diagnostican trastornos de
conducta, antisocial y/o negativista desafiante.

La psicopatía en niños y adolescentes se ha estudiado como un trastorno complejo


que se desarrolla tempranamente. Originalmente conceptualizada como un trastorno crónico
de la personalidad en adultos, la psicopatía en jóvenes se caracteriza por la falta de empatía,
tendencia al engaño, encanto superficial y búsqueda de sensaciones. Se han identificado
factores como "Dureza/insensibilidad," "Impulsividad/problemas de conducta" y
"Narcisismo" para comprender sus dimensiones.

Teorías como la hipótesis del bajo miedo y el modelo de mecanismos de inhibición


de la violencia buscan explicar la disfunción emocional y la socialización deficiente en estos
niños. Estudios neurocognitivos sugieren fallos atencionales y disfunciones emocionales
como modelos para entender la psicopatía juvenil.

La falta de respuesta emocional, en particular la falta de miedo, se asocia con rasgos


clave de la psicopatía. Instrumentos como la Child Psychopathy Scale, Psychopathy
Screening Device y Psychopathy Checklist: Youth Version se utilizan para medir la psicopatía
adolescente.

La intervención precoz se enfoca en abordar rasgos insensibles emocionales para


prevenir el desarrollo de la psicopatía en niños y adolescentes. El DSM-V incluye
especificadores de edad de inicio y gravedad, con la adición de emociones prosociales
limitadas como un nuevo subtipo. Factores de riesgo incluyen aspectos neurológicos,
neuropsicológicos y estilos de crianza.

En resumen, la psicopatía juvenil es un trastorno complejo que requiere un enfoque


multidimensional para comprender sus raíces, características y riesgos asociados,
destacando la importancia de la intervención temprana.

Palabras claves: psicopatía, Reconocimiento emocional, infanto-juvenil, antisocial, trastorno.

Psicopatía y reconocimiento emocional infanto-juvenil, página 2


Iria Espinosa Vázquez

La psicopatía fue inicialmente concebida como un trastorno crónico de la


personalidad que se definía por la falta de empatía, la tendencia al engaño, un encanto
superficial y la búsqueda de sensaciones (Cleckley, 1976). Gracias a la cantidad de estudios
e instrumentos utilizados sabemos que la psicopatía no es únicamente en población adulta,
si no, que se desarrolla en la primera infancia.

En líneas generales, la psicopatía puede describirse como una entidad


psicopatológica compuesta por un núcleo afectivo e interpersonal, así como un conjunto de
rasgos conductuales estrechamente vinculados con una historia de comportamientos
antisociales (PCL-R; Hare, 1991, 2003).

Se identificaron dos factores que se asemejan a los encontrados originalmente en el


PCL-R, uno de ellos fue nombrado “Dureza/insensibilidad” y guarda ítems relacionados con
la falta de empatía, emociones superficiales y falta de sentimientos de culpa; el otro factor
“impulsibidad/problemas de conducta” y guarda ítems relacionados con el poder de control
de impulsos y con conductas arriesgadas y antisociales. Más tarde Frick et al., 2000 añadió
un tercer factor “Narcisismo”. Este se ha centrado principalmente en el factor
“Dureza/insensibilidad” como factor definitorio de la psicopatía. Esta dimensión parece
identificar, dentro de los niños con problema de conducta, a un subgrupo con indicadores
de conducta antisocial y agresión, falta de empatía, baja ansiedad, insensibilidad a signos
de castigo y nivel intelectual más alto ((e.g., Frick et al., 2005; Loney, Frick, Clements, Ellis y
Kerlin, 2003; Loney, Frick, Ellis y McCoy, 1998; O"Brien y Frick, 1995).

Hare (2003) divide la sintomatología de la psicopatía en dos categorías:


emocionales/interpersonales y de desviación social. Nos enfocaremos en los aspectos
emocionales/interpersonales, donde se destaca una personalidad superficial y simple. Estos
individuos exhiben ingenio, habilidades conversacionales atractivas, y cuentan historias
poco probables con respuestas rápidas e inteligentes. Presentan una personalidad
egocéntrica y presuntuosa con una visión narcisista, considerándose el centro de todo, seres
superiores que deben vivir según sus propias reglas. Muestran arrogancia, seguridad en sí
mismos y un deseo de poder y control sobre los demás.

La falta de remordimiento o culpa es evidente, ya que muestran poco interés en los


efectos devastadores de sus acciones en los demás. A menudo, admiten sus acciones sin
tapujos o sentimientos de culpa. Aunque pueden verbalizar cierto remordimiento, sus
acciones o declaraciones posteriores contradicen estas afirmaciones. En muchos casos, al
ser interrogados, los psicópatas recurren a hablar de pérdida de memoria, amnesias,
bloqueos, personalidad múltiple o incluso locura temporal.

La mentira y la manipulación son características distintivas, respaldadas por una


imaginación excepcional y un enfoque centrado en sí mismos. Los psicópatas parecen
ajenos a la posibilidad de ser descubiertos, manteniendo su capacidad para distorsionar la
realidad. La falta de empatía es evidente, ya que carecen de remordimientos, sus emociones
son superficiales y muestran una propensión al engaño. Su conexión con otros es
meramente intelectual, sin una conexión emocional profunda.

Finalmente, presentan emociones superficiales, lo que se traduce en una limitación


en la profundidad de sus sentimientos. Aunque afirman experimentar emociones intensas,

Psicopatía y reconocimiento emocional infanto-juvenil, página 3


Iria Espinosa Vázquez

son incapaces de describir sus diferentes estados afectivos. Por ejemplo, equiparan el amor
con la excitación sexual, la tristeza con la frustración y la rabia con la irritabilidad.

La sintomatología relacionada con la desviación social, hablamos de que estos tienen


problemas de conducta en la infancia (empiezan a mostrar problemas de conducta a
temprana edad, la mentira constante, el robo, ausentismo escolar, abuso de sustancias,
vandalismo, sexualidad precoz a los 12 o 13, etc. La crueldad temprana en animales
normalmente es un signo de problemas emocionales y conductuales, algunos psicópatas
adultos no muestran crueldad en la juventud).

Hare (2004) realiza una minuciosa organización de la dimensión afectiva en la


psicopatía, dando origen a la faceta dos en su Escala de Psicopatía Revisada (PCL-R).
Aunque la escala consta de veinte ítems en total, nos enfocaremos en aquellos relevantes
para este artículo, específicamente los vinculados a lo emocional, ya que esta faceta refleja
la interacción de los psicópatas con el mundo.

La Faceta Dos de la PCL-R de Hare (1985) comprende los siguientes elementos:

1. Carencia de remordimiento y culpabilidad (Reactivo 6): Este aspecto describe


a individuos que muestran desinterés por las consecuencias de sus acciones. No
manifiestan de manera convincente culpabilidad o arrepentimiento por su
comportamiento y sus efectos en los demás.

2. Superficialidad afectiva (Reactivo 7): Se refiere a personas incapaces de


expresar emociones intensas de manera auténtica. Sus manifestaciones emocionales
parecen actuadas, transmitiendo una sensación de falta de significado genuino. Sus
estados afectivos son dramáticos, superficiales, de corta duración y más aparentes que
experimentados de manera profunda y madura.

3. Falta de empatía/callosidad emocional (Reactivo 8): Caracteriza a individuos


que consistentemente muestran insensibilidad, desconsiderando los sentimientos,
derechos y felicidad de los demás.

4. Ausencia de asunción de responsabilidad por sus propias acciones


(Reactivo 16): Describe a personas incapaces o renuentes a aceptar la responsabilidad
personal de sus actos. Suelen encontrar excusas para su comportamiento, ya sea
mediante racionalizaciones o atribuyendo la culpa a otros, como la sociedad, su familia,
cómplices, víctimas, el sistema judicial, entre otros.

En el intento de explicar la disfunción emocional y la pobre socialización en estos


individuos, se destacan dos teorías interesantes: la hipótesis del bajo miedo (Patrick CJ,
1994) y el modelo de mecanismos de inhibición de la violencia (Blair RJ et al., 2002, 2004).

La hipótesis del bajo miedo postula que la falta de éxito en la socialización se debe a
una capacidad disminuida para experimentar el miedo, lo que conlleva a una reducida

capacidad para ajustar el comportamiento ante las consecuencias negativas de las acciones.
La evidencia empírica respalda esta hipótesis a través de investigaciones relacionadas con
la incapacidad para potenciar el reflejo de sobresalto frente a estímulos negativos. En
individuos normales, los estímulos asociados a experiencias dolorosas o castigos previos

Psicopatía y reconocimiento emocional infanto-juvenil, página 4


Iria Espinosa Vázquez

generan una disposición defensiva que inhibe la aproximación en el comportamiento,


motivada por el temor a ser castigados o a que otros sufran las consecuencias de sus
acciones.

La teoría del modelo de inhibición de la violencia plantea la existencia de un sistema


que responde principalmente a las emociones de miedo y tristeza, siendo crucial su correcto
funcionamiento para la socialización. En este contexto, las personas saludables aprenden a
evitar conductas que puedan generar tristeza o miedo en los demás, dado que resulta
aversivo para los observadores.

Una estructura de tres factores, como la mencionada anteriormente, parece ofrecer


una representación más precisa de los datos (tri-dimensional). En el APSD, la evaluación de
niños en aspectos tan inferenciales como "no mostrar emociones o sentimientos" o "tener
emociones superficiales y poco auténticas" a través de escalas de clasificación simple puede
resultar desafiante. Esto ha sido objeto de discusión entre otros autores, ya que dichos
aspectos pueden ser amplificados por entornos psicosociales adversos, con carencias
afectivas sustanciales, lo que conlleva a dificultades en el desarrollo emocional y de la
empatía en tales situaciones. Además, el estudio revela una correlación significativa en el
factor "conducta antisocial/insensibilidad" con agresión (Romero et al., 2005).

Los estudios neurocognitivos centrados en la psicopatía han generado dos modelos


fundamentales. El primero propone un fallo atencional (Hiatt & Newman, 2006), mientras que
el segundo sugiere que la psicopatía refleja una forma específica de disfunción emocional
(Blair, Mitchell, & Blair, 2005; Kiehl, 2006).

En cuanto a las herramientas para medir la psicopatía adolescente, Salekin (2006)


destaca una amplia investigación en este ámbito, mencionando tres instrumentos
específicos.

1. Child Psychopathy Scale (CPS): Desarrollada por Lynam en 1997, la versión


revisada del CPS consta de 55 ítems que evalúan 13 aspectos de la PCL (negligencia,
falta de veracidad, susceptibilidad al aburrimiento, manipulación, falta de culpa, pobreza
de afecto, insensibilidad, estilo de vida parasitario, descontrol conductual, falta de
planificación, impulsividad, falta de fiabilidad y falta de responsabilidad). La versión más
reciente incluye una modalidad autoinforme, donde los ítems se clasifican como 0 = no
y 1 = sí.

2. Psychopathy Screening Device (APSD): Diseñado por Frick y Hare en 2001, el


APSD consta de 20 ítems y fue inicialmente concebido para ser completado por padres
y maestros. Existe también una versión autoinformada dirigida a jóvenes de 13 a 18 años.
La escala se clasifica en un sistema de 3 puntos (0 = nada cierto, 1 = a veces cierto y 2
= definitivamente cierto). Sus dimensiones abarcan el control deficiente de impulsos,
irresponsabilidad, narcisismo, comportamiento antisocial (factor de
Impulsividad/Problemas de conducta) y un estilo interpersonal insensible y poco
emocional (Dureza/Insensibilidad). Las estimaciones de confiabilidad oscilan entre 0,82
y 0,92.

3. Psychopathy Checklist: Youth Version (PCL: YV): Creada por Forth, Kosson y
Hare en 2003, esta lista de 20 ítems utiliza una escala de 3 puntos (0 = no, 1 = quizás, 2

Psicopatía y reconocimiento emocional infanto-juvenil, página 5


Iria Espinosa Vázquez

= sí). Diseñada para adolescentes de 13 a 18 años, se estructura en cuatro factores: estilo


interpersonal-engañoso, deficiencias en el afecto, tendencias impulsivas y búsqueda de
sensaciones, y comportamiento antisocial. Los estudios indican una alta confiabilidad
para los cuatro factores (factor 1 = .75, factor 2 = .71, factor 3 = .70 y factor 4 = .78).

Siguiendo la línea de las correlaciones, otro estudio enfocado en los factores


emocionales que influyen en el desarrollo de la personalidad psicopática sostiene que existe
una conexión entre la psicopatía y la emoción, destacando la carencia de estado afectivo
como la característica más relevante para comprender este trastorno (Celedón et al., 2008).
Diversos autores han sugerido que la psicopatía implica un déficit selectivo, especialmente
en la reactividad emocional negativa (Marsh & Blair, 2008).

Gray (citado en Heym, 2010) distingue dos sistemas fundamentales: el Behavioral


Activation System (BAS), que responde a señales apetitivas condicionadas, activando
conductas de aproximación a estímulos placenteros, y el Behavioral Inhibition System (BIS),
que responde a estímulos aversivos, suprimiendo la conducta ante señales de castigo o no
recompensa. La sobreactivación del BAS ha sido relacionada con la psicopatía,
específicamente con el Factor II, caracterizado por comportamiento impulsivo y antisocial
(Wallace, Malterer, & Newman, 2009). Algunos autores han teorizado sobre la posibilidad de
un BIS hipoactivo relacionado con el Factor I, lo que podría llevar a un perfil de niños "poco
miedosos", según la descripción de Kochanska.

Las carencias emocionales frente a estímulos emocionales negativos se han


asociado con altas puntuaciones en rasgos de insensibilidad emocional (CU), hipoactividad
del BIS y el Factor I, que incluye características como la grandiosidad, la crueldad, la falta
de empatía, la ausencia de remordimientos y sentimientos de culpa, la frialdad emocional y
la capacidad para manipular a los demás (Wallace et al., 2009).

Además, existe una definición de psicopatía que engloba todas las características
estudiadas a lo largo de los años. Vinet (2010) la describe como un constructo polémico pero
clínicamente relevante, utilizado para referirse a personas con un trastorno antisocial severo,
crónico y de difícil tratamiento. Se aplica tanto a delincuentes adultos con altas tasas de
delitos y reincidencia como a individuos con un estilo de vida antisocial caracterizado por
encanto, manipulación y el uso de diversas estrategias para alcanzar sus objetivos,
recurriendo a la violencia cuando otras tácticas no son efectivas.

Por último, Vicente J (2011) destaca tres esferas de la psicopatía: cognitiva, afectiva
y de actividad interpersonal, centrando la atención en la esfera afectiva. En ella, se observa
un manejo inadecuado de la ira, falta de empatía (entendida como la incapacidad para
identificar y asumir la perspectiva y rol emocional de los demás), y ausencia de
remordimiento o culpa por sus acciones, incluso deshumanizando a sus víctimas.

Otro artículo, enfocado en la neurociencia del proceso emocional, sostiene que la


psicopatía encuentra su origen en la infancia y adolescencia, sirviendo como predictor clave
de comportamientos criminales en la edad adulta. Específicamente, aquellos que obtienen
puntuaciones elevadas en el rasgo de insensibilidad emocional o "callous unemotional" (CU),
que abarca la falta de empatía, carencia de culpa, encanto superficial y restricción
emocional, junto con niveles elevados de comportamiento antisocial y desafío constante a

Psicopatía y reconocimiento emocional infanto-juvenil, página 6


Iria Espinosa Vázquez

las normas y autoridad. Estos individuos se caracterizan por ser fríos, manipuladores,
mentirosos, con dificultades para experimentar diversas emociones, especialmente el miedo,
lo que dificulta su proceso de aprendizaje a través de castigos y complica su socialización.
Este conjunto de dificultades emocionales vinculadas a la psicopatía juvenil obstaculiza el
desarrollo del proceso de socialización moral y aumenta significativamente el riesgo de
adoptar conductas antisociales (2013).

Siguiendo esta línea de investigación, en 2015 se publica un artículo que analiza los
indicadores neurofisiológicos del procesamiento emocional en la psicopatía juvenil. El
estudio aborda tanto los procesamientos emocionales como los atencionales presentes en
jóvenes con características psicopáticas, utilizando la técnica de potenciales evocados en
ondas de latencia corta (N100). Los resultados indican que se observa en estos jóvenes el
mismo déficit emocional presente en la psicopatía adulta.

La psicopatía se conceptualiza como un trastorno de personalidad compuesto por


dos factores principales: el factor I, que incluye rasgos como grandiosidad, crueldad, falta
de empatía, ausencia de remordimientos y sentimientos de culpa, frialdad emocional y
habilidad para manipular a los demás; y el factor II, que se refiere a un patrón de
comportamiento antisocial que puede abarcar impulsividad, inestabilidad crónica y
versatilidad delictiva. Se ha establecido una relación entre el factor II y una sobreactivación
del Behavioral Activation System (BAS).

Algunos estímulos emocionales, particularmente aquellos negativos como la


amenaza o el daño activan circuitos de procesamiento de manera urgente, con un propósito
adaptativo y evolutivo. Estos estímulos desencadenan respuestas, tanto a nivel conductual
como cerebral, más rápidas que los estímulos positivos (Carretié, Albert, López-Martín, &
Tapia, 2009). Este fenómeno es conocido como sesgo de negatividad, un tipo de
procesamiento que permite reaccionar con precisión ante peligros y amenazas externas
(Carretié, 2011). Aunque estos circuitos de urgencia también están presentes en respuesta
a estímulos positivos, en situaciones de alto arousal con estímulos intensos, prevalece el
sesgo de negatividad (Cacioppo y Gardner, 1999). El componente N100, asociado a
procesos atencionales, se examina al estudiar el sesgo de negatividad y positividad en la
presentación de estímulos emocionales (positivos, negativos y neutros) (Carretié, Hinojosa,
Martín-Loeches, Mercado, & Tapia, 2004).

Este estudio, vinculando la investigación del temperamento en población infantil con


los estudios de emoción en población psicopática, tiene dos objetivos principales: comparar
latencias y amplitudes generadas por el componente N100 en la presentación de imágenes
agradables y desagradables entre un grupo control y un grupo experimental. Se busca
analizar si los individuos con psicopatía exhiben un sesgo de negatividad disminuido
(relacionado con la presencia de Behavioral Inhibition System, BIS) y un sesgo de positividad
aumentado (relacionado con la presencia de Behavioral Activation System, BAS) en
comparación con el grupo de control (N100).

El grupo experimental consistió en 22 varones, todos cumpliendo los criterios del


Antisocial Process Screening Device (APSD) y de la Psychopathy Checklist: Youth Version
(PCL: YV). El grupo control estuvo compuesto por 25 varones con puntuaciones inferiores a
15 puntos en el APSD. Los resultados revelaron que el grupo experimental respondió más

Psicopatía y reconocimiento emocional infanto-juvenil, página 7


Iria Espinosa Vázquez

rápidamente y con mayor intensidad (en el componente N100) ante la estimulación


placentera, destacando el sesgo de negatividad asociado al Factor II mencionado
anteriormente. Estos hallazgos indican que los déficits emocionales encontrados en la
literatura sobre psicopatía en adultos también están presentes en jóvenes.

En contraste, los resultados obtenidos en la muestra de control reflejan un


funcionamiento normal de la atención ante la estimulación emocional, priorizando el sesgo
de negatividad sobre el de positividad.

Estos resultados pueden explicar la presencia de rasgos como la crueldad o la


insensibilidad emocional que caracterizan a la CU, distinguiendo a un grupo de jóvenes con
un BIS hipoactivo cuyo comportamiento antisocial podría atribuirse a una incapacidad
manifiesta para experimentar estimulación desagradable (tanto en latencia como en
amplitud). Como se ha destacado en la literatura, muchas descripciones clínicas de la
psicopatía han subrayado la incapacidad para experimentar emociones o comprender el
significado emocional de los acontecimientos (Blair, 1995; Cleckley, 1988; Kiehl, 2006).

Adicionalmente, estos resultados también podrían explicar la presencia de BAS en


individuos con estos rasgos. Responder de manera más rápida y con mayor intensidad
(según el N100) a estímulos agradables que desagradables podría estar asociado con
puntuaciones en el Factor II, vinculado a impulsividad e incapacidad para retrasar la
gratificación, así como a la personalidad antisocial.

Las características de carencia de culpa, remordimiento, emocionalidad y empatía,


junto con el uso manipulativo de los demás en beneficio propio, constituyen el distintivo de
la psicopatía en poblaciones infantiles y adolescentes. Este desafío radica en caracterizar
estos aspectos asociados a la psicopatía de manera que puedan ser investigados y
evaluados tempranamente (Sánchez, J, 2015).

Los resultados sugieren que la psicopatología se manifiesta en etapas tempranas del


ciclo vital, con los principales factores de riesgo abarcando aspectos neurológicos,
neuropsicológicos, heredabilidad y estilos de crianza (Yesuron, 2017). Este término se define
como "la idea de un hombre sin escrúpulos que llama la atención porque realiza actos
extraños y de extrema violencia, más propios de enajenados mentales. Sin embargo, este
hombre sin escrúpulos tiene intacta la inteligencia" (Yesuron, 2017).

Harvey Cleckley, un psiquiatra estadounidense, ofreció la primera explicación


detallada de la psicopatía en su obra "La máscara de la cordura". En esta obra, Cleckley
describió minuciosamente los rasgos esenciales de la psicopatía, unificándolos en diversas
características conductuales y rasgos de personalidad que sirvieron como base para el
diagnóstico del trastorno (Yesuron, 2017). Las características mencionadas por Cleckley
incluyen:

1. Encanto superficial e inteligencia normal.

2. Ausencia de delirios y otros signos de pensamiento irracional.

3. Ausencia de nerviosismo y manifestaciones psiconeuróticas.

4. Informalidad.

Psicopatía y reconocimiento emocional infanto-juvenil, página 8


Iria Espinosa Vázquez

5. Falsedad e insinceridad.

6. Incapacidad para experimentar remordimiento o vergüenza.

7. Conducta antisocial irracional.

8. Falta de juicio o dificultad para aprender de la experiencia.

9. Egocentrismo patológico o incapacidad de amar.

10. Pobreza en las relaciones afectivas.

11. Pérdida específica de la intuición o comprensión social.

12. Poca respuesta a las relaciones interpersonales.

13. Conducta desagradable y exagerada, a veces con consumo exagerado de


alcohol.

14. Amenazas de suicidio no consumadas.

15. Vida sexual impersonal, frívola y poco estable.

16. Dificultad para seguir cualquier plan de vida.

En 2017, según el DSM-V, se contemplan dos especificadores: edad de inicio y


gravedad, que se mantienen desde edades tempranas hasta la adolescencia. Se añade el
subtipo "no especificado" para casos en los que resulta difícil determinar el inicio del primer
síntoma antes de los 10 años. La novedad en el DSM-V es el especificador "con emociones
prosociales limitadas", que aborda los rasgos de "dureza e insensibilidad afectiva" (DIA).
Estos rasgos, relativamente estables en la infancia y adolescencia, se asocian con problemas
de conducta más graves, delincuencia, agresión, mayor heredabilidad y una respuesta al
tratamiento menos efectiva.

Se establece una relación asimétrica entre la psicopatía infanto-juvenil y el trastorno


de conducta. El DSM-V incluye criterios específicos, como intimidación, violencia, robo,
incendio deliberado, destrucción de propiedad, mentir para obtener favores, robo de objetos
de valor, desafío a prohibiciones y ausentismo escolar frecuente. Se destaca la importancia
de identificar el inicio (infantil, adolescente o no especificado) y especificar si hay emociones
prosociales limitadas, falta de remordimiento o culpa, insensibilidad, desinterés por el
rendimiento, afecto superficial o deficiente.

Otro aspecto crucial para el constructo de psicopatía infanto-juvenil es la empatía


deficiente y la frialdad emocional. El desarrollo de la conciencia y la internalización de los
valores sociales comienza en los primeros años, evidenciando que respuestas patológicas,
como frialdad e insensibilidad, pueden observarse en la infancia. Además, la influencia de
las prácticas parentales puede fortalecer o debilitar los primeros elementos de internalización
de la conciencia (Salekin, R., Andershed, H., y Clark, A., 2018).

Por último, en un artículo reciente sobre la intervención temprana en los rasgos


insensibles emocionales en niños y adolescentes, con el objetivo de prevenir la psicopatía

Psicopatía y reconocimiento emocional infanto-juvenil, página 9


Iria Espinosa Vázquez

(2022), se destaca la importancia de considerar otros factores de riesgo asociados a los


rasgos prepsicopáticos, particularmente los emocionales y cognitivos. El DSM-V identifica
las emociones prosociales limitadas (LPE) o rasgos de falta de empatía (CU) como
indicadores de un déficit emocional, sin especificar la naturaleza precisa de este déficit.

En este contexto, un niño con rasgos de falta de empatía no establece conexiones


entre el miedo u otras emociones aversivas y las acciones que conllevan riesgos, daño o
castigo. Comparados con niños que presentan trastornos de conducta pero carecen de
estos rasgos, aquellos con rasgos CU tienden a estar expuestos a mayores riesgos. Estos
rasgos se caracterizan por la ausencia o deficiencia de empatía, así como una sensibilidad y
culpa superficial, junto con emociones de corta duración. Dado que estos rasgos son
considerados como precursores de la psicopatía, se recomienda encarecidamente la
intervención temprana durante la infancia o adolescencia para prevenir el desarrollo de
trastornos antisociales de la personalidad o psicopatías en etapas posteriores de la vida.

En conclusión, la conceptualización de la psicopatía ha experimentado un desarrollo


notable desde sus primeras descripciones por Cleckley en 1976 hasta las revisiones actuales
del DSM-V en 2017. Inicialmente concebida como un trastorno crónico de la personalidad
en adultos, la comprensión de la psicopatía se ha expandido para incluir su manifestación
en la infancia y adolescencia.

A lo largo de su evolución, se establecieron factores clave que caracterizan la


psicopatía, como la falta de empatía, la tendencia al engaño, el encanto superficial y la
búsqueda de sensaciones. Estudios más recientes han destacado dimensiones emocionales
e interpersonales, dividiéndolas en factores como "Dureza/insensibilidad",
"Impulsividad/problemas de conducta" y "Narcisismo".

La falta de remordimiento, la superficialidad afectiva, la falta de empatía y la


manipulación son rasgos distintivos de la psicopatía, para Hare proponiendo una
organización detallada en la Escala de Psicopatía Revisada. Teorías como la hipótesis del
bajo miedo y el modelo de inhibición de la violencia han contribuido a explicar la disfunción
emocional en individuos psicopáticos.

La relación entre la psicopatía infantil y la psicopatía adulta ha sido respaldada por


investigaciones que demuestran la presencia precoz de déficits emocionales. Estudios
recientes han profundizado en la neurofisiología de la psicopatía juvenil, estableciendo un
sesgo de negatividad disminuido y un sesgo de positividad aumentado en estos individuos.

El DSM-V ha añadido especificadores, como la edad de inicio y la gravedad, y ha


reconocido la importancia de la empatía limitada en el diagnóstico de la psicopatía en la
infancia y adolescencia. La intervención precoz se ha establecido como crucial para prevenir
el desarrollo de trastornos antisociales en etapas posteriores de la vida.

En resumen, la evolución del concepto de psicopatía ha llevado a una mayor atención


a sus manifestaciones en la infancia, la identificación de factores clave y la importancia de la
intervención temprana para prevenir consecuencias más graves en la vida adulta.

Psicopatía y reconocimiento emocional infanto-juvenil, página 10


Iria Espinosa Vázquez

Bibliografía:
1. Romero, E., Luengo, M. Á., Gómez-Fraguela, J. A., Sobral, J., & Villar, P. (2005).
Evaluación de la psicopatía infanto-juvenil: Estudio en una muestra de niños
institucionalizados. Anuario de Psicología Jurídica, 15, 23-40. ISBN: 84-87566-33-7

2. Celedón Rivero, J. C., & Ruiz Arias, V. M. (2009). The study of emotional factors
that affect the Psychopathic personality development: State of the art on psychopathy
and affection. Revista de la Facultad de Psicología, Universidad Cooperativa de
Colombia, 5*(8)*, enero-junio 2009.

3. Halty L, Martínez A, Requena C, Santos JM, Ortiz T. Psicopatía en niños y


adolescentes: modelos, teorías y últimas investigaciones. Rev Neurol 2011; 52 (Supl 1):
S19-27.

4. Bowen, K. L., Morgan, J. E., Moore, S. C., & van Goozen, S. H. M. (2014). Young
Offenders !"Emotion Recognition Dysfunction Across Emotion Intensities: Explaining
Variation Using Psychopathic Traits, Conduct Disorder and Offense Severity. Journal of
Psychopathology and Behavioral Assessment, 36(1), 60–73. DOI: 10.1007/s10862-013-
9368-z.

5. Halty Barrutieta, L., & Prieto-Ursúa, M. (2015). Neurophysiological indicators of


emotional processing in youth psychopathy. Psicothema, 27(3), 235-240. DOI:
10.7334/psicothema2014.201.

6. Martínez Matute, A. M. (2020). Psicopatía Infanto-Juvenil: Una Revisión


Sistemática (Tesis de pregrado). Fundación Universitaria Los Libertadores, Facultad de
Ciencias Humanas y Sociales, Programa de Psicología, Bogotá, D. C.

7. García Hernández, B. (Fecha de publicación no proporcionada). Intervención


Precoz en los Rasgos Insensibles No Emocionales en Niños y Adolescentes con el Fin
de Prevenir la Psicopatía: Una Revisión (Tesis de grado). Universidad Alfonso X El Sabio,
Facultad Ciencias de la Salud, Grado en Medicina.

8. González-Araya, Rojas- Jara, Cornejo-Araya & Valenzuela-Stuardo.C. (2023).


Cuando el pasado nubla al presente: Una revisión sobre trastornos mentales en
adolescentes expuestos a experiencias adversas en la infancia. Veritas & Research, 5(1),
38-57

Psicopatía y reconocimiento emocional infanto-juvenil, página 11


Iria Espinosa Vázquez

Psicopatía y reconocimiento emocional infanto-juvenil, página 12

También podría gustarte