Identidad Cultural Un Concepto Que Evoluciona

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IDENTIDAD CULTURAL UN CONCEPTO QUE EVOLUCIONA

Para poder comprender el concepto de identidad cultural, es necesario conocer la evolución del concepto de
cultura y cómo ha llegado hasta nuestros días.

1. Cultura Adam Kuper (2001) elabora una historia interesante sobre la evolución del concepto de cultura, en la
cual explica que esta palabra tiene su origen en discusiones intelectuales que se remontan al siglo XVIII en
Europa. En Francia y Gran Bretaña, el origen está precedido por la palabra civilización que denotaba orden
político (cualidades de civismo, cortesía y sabiduría administrativa). Lo opuesto era considerado barbarie y
salvajismo. Este concepto se va articulando con la idea de la superioridad de la civilización, por lo tanto, de la
historia de las naciones que se consideraban civilizadas. El concepto evoluciona y se introducen niveles y
fases de civilización, y el significado de la palabra se asocia a progreso material.
Inicialmente, en Alemania el concepto de cultura era similar al de civilización utilizada en Francia, pero con el
tiempo se introducen matices que terminan por diferenciar los significados de las dos palabras.
Para los alemanes, civilización era algo externo, racional, universal y progresista, mientras que cultura estaba
referida al espíritu, a las tradiciones locales, al territorio. Se dice que el término se tomó de Cicerón quien
metafóricamente había escrito la cultura animi (cultivo del alma). Kultur implicaba una progresión personal
hacia la perfección espiritual.
Antropológicamente cultura se asociaba básicamente a las artes, la religión y las costumbres. Recién hacia
mediados del siglo XX, el concepto de cultura se amplía a una visión más humanista, relacionada con el
desarrollo intelectual o espiritual de un individuo, que incluía todas las actividades, características y los
intereses de un pueblo.
Para entender la diversidad de conceptos sobre cultura, entre 1920 y 1950 los científicos sociales
norteamericanos crearon no menos de 157 definiciones de cultura (Kuper, 2001). En el siglo XIX numerosos
intelectuales reconocen el plural del concepto cultura, que equivale a reconocer la no existencia de una
cultura universal y las diferencias de ver y vivir la vida por parte de los diferentes pueblos en el mundo.
Ya en el siglo XIX, T.S. Eliot escribía: “la deliberada destrucción de otra cultura en conjunto es un daño
irreparable, una acción tan malvada como el tratar a los seres humanos como animales [...] una cultura
mundial que fuese una cultura uniforme no sería en absoluto cultura. Tendríamos una humanidad
deshumanizada” (Kuper, 2001: 57).
En los 50, la palabra cultura podía ser vista como un obstáculo al progreso y desarrollo material. Así lo
expresa un documento realizado por expertos de Naciones Unidas en 1951: “Hay un sentido en que el
progreso económico acelerado es imposible sin ajustes dolorosos. Las filosofías ancestrales deben ser
erradicadas; las viejas instituciones sociales tienen que desintegrarse; los lazos de casta, credo y raza deben
romperse y grandes masas de personas incapaces de seguir el ritmo del progreso deberán ver frustradas sus
expectativas de una vida cómoda. Muy pocas comunidades están dispuestas a pagar el precio del progreso
económico” (OEA, 2002: 1).
El cambio y evolución del pensamiento se ve reflejado en esta declaración, realizada por expertos de la
UNESCO en los años 90: “La UNESCO defiende la causa de la indivisibilidad de la cultura y el desarrollo,
entendido no sólo en términos de crecimiento económico, sino también como medio de acceder a una
existencia intelectual, afectiva, moral y espiritual satisfactorio. Este desarrollo puede definirse como un
conjunto de capacidades que permite a grupos, comunidades y naciones proyectar su futuro de manera
integrada” (OEA, 2002: 2).
Aunque existen diversas definiciones, en general, todas coinciden en que cultura es lo que le da vida al ser
humano: sus tradiciones, costumbres, fiestas, conocimiento, creencias, moral. Se podría decir que la cultura
tiene varias dimensiones y funciones sociales, que generan:
a. Un modo de vivir
b. Cohesión social
c. Creación de riqueza y empleo
d. Equilibrio territorial.

“La cultura es algo vivo, compuesta tanto por elementos heredados del pasado como por influencias
exteriores adoptadas y novedades inventadas localmente. La cultura tiene funciones sociales. Una de ellas es
proporcionar una estimación de sí mismo, condición indispensable para cualquier desarrollo, sea este
personal o colectivo” (Verhelst, 1994: 42).

2. Identidad cultural

El concepto de identidad cultural encierra un sentido de pertenencia a un grupo social con el cual se
comparten rasgos culturales, como costumbres, valores y creencias. La identidad no es un concepto fijo, sino
que se recrea individual y colectivamente y se alimenta de forma continua de la influencia exterior.

“La identidad cultural de un pueblo viene definida históricamente a través de múltiples aspectos en los que
se plasma su cultura, como la lengua, instrumento de comunicación entre los miembros de una comunidad,
las relaciones sociales, ritos y ceremonias propias, o los comportamientos colectivos, esto es, los sistemas de
valores y creencias (...) Un rasgo propio de estos elementos de identidad cultural es su carácter inmaterial y
anónimo, pues son producto de la colectividad” (González Varas, 2000: 43).

¿Qué es la identidad? Es el sentido de pertenencia a una colectividad, a un sector social, a un grupo


específico de referencia. Esta colectividad puede estar por lo general localizada geográficamente, pero no de
manera necesaria (por ejemplo, los casos de refugiados, desplazados, emigrantes, etc.). Hay manifestaciones
culturales que expresan con mayor intensidad que otras su sentido de identidad, hecho que las diferencias
de otras actividades que son parte común de la vida cotidiana. Por ejemplo, manifestaciones como la fiesta,
el ritual de las procesiones, la música, la danza. A estas representaciones culturales de gran repercusión
pública, la UNESCO las ha registrado bajo el concepto de “patrimonio cultural inmaterial” (Romero Cevallos,
2005: 62).

“La identidad sólo es posible y puede manifestarse a partir del patrimonio cultural, que existe de antemano y
su existencia es independiente de su reconocimiento o valoración. Es la sociedad la que a manera de agente
activo, configura su patrimonio cultural al establecer e identificar aquellos elementos que desea valorar y
que asume como propios y los que, de manera natural, se van convirtiendo en el referente de identidad (...)
Dicha identidad implica, por lo tanto, que las personas o grupos de personas se reconocen históricamente en
su propio entorno físico y social y es ese constante reconocimiento el que le da carácter activo a la identidad
cultural (...) El patrimonio y la identidad cultural no son elementos estáticos, sino entidades sujetas a
permanentes cambios, están condicionadas por factores externos y por la continua retroalimentación entre
ambos”(Bákula, 2000: 169).

La identidad está ligada a la historia y al patrimonio cultural. La identidad cultural no existe sin la memoria,
sin la capacidad de reconocer el pasado, sin elementos simbólicos o referentes que le son propios y que
ayudan a construir el futuro.

3. Identidad cultural y desarrollo territorial


La cultura juega un papel importante en el desarrollo de un territorio, a tal punto que muchos pueblos y
lugares en Europa y en América Latina han apostado por una revalorización de lo cultural, de lo identitario
(recreando incluso nuevas identidades culturales) y patrimonial como eje de su propio desarrollo.
“El desarrollo local se ha convertido en el nuevo activador de las políticas de patrimonialización. Mientras la
sociedad de los lugares se convierte en la sociedad de los flujos, parece como si los lugares se hayan
involucrado en una obra de construcción identitaria, que privilegia la dimensión local o ciudadana por encima
de las nacionales, estatales y globales. La identidad es el viejo territorio del patrimonio y no es de extrañar
que entre los objetivos reconocidos por la mayor parte de actuaciones patrimoniales que se realizan en estos
ámbitos, figure la (re) construcción de las identidades locales” (García, 2002: 66).
Esta recreación o potenciación identitaria, no sólo puede revivir, volver a poblar áreas rurales, despertar
interés en una población apática, lograr cohesión social, sino que además puede desencadenar actividades
económicas y con ello mejorar los ingresos y la calidad de vida de la colectividad. Usualmente estos ingresos
están relacionados con la oferta de productos, bienes y servicios, que se colocan oportunamente en el
mercado, que van desde lo agropecuario hasta actividades orientadas al turismo.
En los servicios, el caso del turismo tiene una particular relación histórica con el patrimonio. De acuerdo con
Hernández (2002: 356) se podría hablar de turismo cultural desde la época griega y romana, y es el siglo XVIII
el que estrecha la relación viaje – patrimonio cultural, al aparecer los primeros museos públicos y lo que
actualmente se conoce como recorridos turísticos culturales. Estos últimos aparecen con el Grand Tour (que
duraba entre dos y tres años), que era la visita realizada por aristócratas ingleses a los lugares históricos,
artísticos y naturales más destacados de Europa. En el siglo XIX aparecen las colecciones de guías de viaje y el
concepto patrimonial abarca lo etnológico. En el siglo XX surge el turismo de masas y otras formas de
turismo relacionado con lo patrimonial: ecológico, temático y activo y cultural.
Para que una o varias identidades culturales generen desarrollo territorial es necesaria una voluntad
colectiva (política, comunal, empresarial, asociativa, etc.) y un reconocimiento del pasado, de la historia.

Del patrimonio histórico monumental a lo inmaterial como patrimonio El patrimonio no es sinónimo de


monumentos y objetos sin vida, arquitectónicos, artísticos o expuestos en un museo. El patrimonio es la identidad
cultural de una comunidad y es uno de los ingredientes que puede generar desarrollo en un territorio,
permitiendo equilibro y cohesión social.

1. Algo de historia conceptual

Al igual que el término cultura, patrimonio es un término que ha evolucionado en el tiempo y ha pasado
de ser un concepto relacionado con lo monumental, lo artístico (básicamente pintura y escultura) a lo
inmaterial como las costumbres y las tradiciones. “Los bienes que integran el patrimonio cultural existen
desde el mismo momento en que el hombre deja testimonios materiales de su presencia y actividades,
dando lugar a objetos de todo tipo, desde obras de arte hasta objetos de carácter utilitario” (González
Varas, 2000: 21).

“Los monumentos son considerados de modo pleno como testimonios que representan etapas
especialmente destacadas en el desarrollo evolutivo del ser humano. En él se condensan distintos
significados simbólicos (ideológicos, artísticos, estéticos, culturales, etc.)” (González Varas, 2000: 38).
Con la Revolución Francesa no sólo surge el concepto de patrimonio y de monumento histórico, sino los
primeros intentos institucionales por conservar estos monumentos, los cuales se consolidan en el siglo
XIX a través de la creación de los registros e inventarios, la aparición de las primeras teorías sobre
restauración, los primeros museos públicos, el enriquecimiento de los criterios para definir si un
monumento es un bien patrimonial cultural e histórico, entre otros.
El concepto de patrimonio histórico va evolucionando hacia el de bien cultural, el cual se utiliza por
primera vez en el siglo XX, en los años 50 (no es casual que sea luego de la Segunda Guerra Mundial), en
la Convención para la protección de los bienes culturales en caso de conflicto armado, impulsada por la
UNESCO. A partir de entonces, se utilizan como sinónimo, en muchas ocasiones, las palabras bien cultural,
patrimonio cultural, patrimonio histórico.
El patrimonio cultural es importante para una sociedad porque es la historia entre la memoria individual y
la colectiva, es parte de la transmisión de lo que ha sucedido en un territorio determinado. “Nadie puede
vivir sin recordar y nadie puede vivir tampoco sin los recuerdos de la historia (...) la historia está allí
orientando nuestros juicios a cada instante, formando nuestra identidad, determinando la fuente y toma
de conciencia de nuestros valores” (De Romilly, 1998: 45).
Destruir un patrimonio o dejar que se deteriore es negar una parte de la historia de un grupo humano, de
su legado cultural. El patrimonio que ha producido a lo largo de su historia y ha logrado conservar un
pueblo, es lo que lo distingue, lo que logra identificarlo, lo que alimenta su identidad cultural y lo que
define mejor su aporte específico a la humanidad.

2. Patrimonio material
En la UNESCO, se creó un Comité del Patrimonio Mundial que tiene como objetivo estudiar las
nominaciones que los países hacen para que un bien cultural sea considerado patrimonio de la
humanidad. Este Comité está integrado por varios estados que forman parte de la UNESCO, y por
representantes de instituciones internacionales intergubernamentales o no gubernamentales que tienen
reconocimiento por su trabajo en el tema. Algunas de ellas son la Unión Internacional para la
Conservación de la Naturaleza (UICN), el Comité Internacional de Jardines Históricos (IFLA), el Consejo
Internacional de Monumentos y Lugares de Interés Artístico e Histórico (ICOMOS), principalmente.
Como menciona González Varas (2000: 476) “la declaración de un bien cultural como Patrimonio Mundial
no sólo implica ayudas materiales y técnicas o prestigio para el país sobre el que recae el nombramiento,
sino que también supone asumir responsabilidades y obligaciones para su conservación”.
Las siguientes definiciones forman parte de la Convención de 1972 y de la Recomendación sobre la
Protección de los Bienes Culturales Muebles de 1978.
Se considera patrimonio cultural:
 Los monumentos: obras arquitectónicas, de escultura o de pinturas monumentales, elementos o
estructuras de carácter arqueológico, inscripciones, cavernas y grupos de elementos que tengan
un valor universal excepcional desde el punto de vista de la historia, del arte o de la ciencia.
 Los conjuntos: grupos de construcciones aisladas o reunidas, cuya arquitectura, unidad e
integración en el paisaje les dé un valor universal excepcional desde el punto de vista de la
historia, del arte o de la ciencia.
 Los lugares: obras del hombre u obras conjuntas del hombre y la naturaleza, así como las zonas
incluidos los lugares arqueológicos que tengan un valor universal excepcional desde el punto de
vista histórico, estético, etnológico y/o antropológico.

Se consideran bienes culturales muebles todos los bienes movibles que son la expresión o el testimonio
de la creación humana o de la evolución de la naturaleza y que tienen un valor arqueológico, histórico,
artístico, científico o técnico, en particular los que corresponden a las categorías siguientes:

 El producto de las exploraciones y excavaciones arqueológicas, terrestres y subacuáticas.


 Los objetos antiguos tales como instrumentos, alfarería, inscripciones, monedas, sellos, joyas,
armas y restos funerarios, en especial las momias.
 Los elementos procedentes del desmembramiento de monumentos históricos.
 Los materiales de interés antropológico y etnológico.
 Los bienes que se refieren a la historia, incluida la historia de las ciencias y las técnicas, la historia
militar y social, así como la vida de los pueblos y de los dirigentes, pensadores, científicos y
artistas nacionales y los acontecimientos de importancia nacional.
 Los bienes de interés artístico, tales como: pinturas y dibujos hechos enteramente a mano sobre
cualquier soporte y en toda clase de materias (con exclusión de los dibujos industriales y los
artículos manufacturados decorados a mano); estampas originales, carteles y fotografías que
constituyan medios originales de creación; conjuntos y montajes artísticos originales cualquiera
que sea la materia utilizada; producciones del arte estatuario, cualquiera que sea la materia
utilizada; obras de arte y de artesanía hechas con materiales como el vidrio, la cerámica, el metal,
la madera, etc.
 Los manuscritos e incunables, códices, libros, documentos o publicaciones de interés especial.
 Los objetos de interés numismático (monedas y medallas) o filatélico.
 Los documentos de archivos, incluidas grabaciones de textos, mapas y otros materiales
cartográficos, fotografías, películas cinematográficas, grabaciones sonoras y documentos legibles
a máquina.
 El mobiliario, los tapices, las alfombras, los trajes y los instrumentos musicales.
 Los especímenes de zoología, de botánica y de geología.

Como patrimonio natural se considera a:

 Los monumentos naturales constituidos por formaciones físicas y biológicas o por grupos de esas
formaciones, que tengan un valor universal excepcional desde el punto de vista estético o
científico.
 Las formaciones geológicas y fisiográficas y las zonas estrictamente delimitadas que constituyan el
hábitat de especies animal y vegetal amenazadas, que tengan un valor universal excepcional desde
el punto de vista estético o científico.
 Los lugares naturales o las zonas naturales estrictamente delimitadas que tengan un valor universal
excepcional desde el punto de vista de la ciencia, la conservación o de la belleza natural.
3. Patrimonio oral e inmaterial
Uno de los mayores avances realizados por la UNESCO y otras instancias dedicadas al tema cultural, ha
sido el de generar un reconocimiento internacional del patrimonio que no es monumental, que forma
parte de los pueblos, de su creatividad e identidad cultural: el oral e intangible.
En marzo del 2001 en Turín, en una reunión realizada por la UNESCO, se definió patrimonio oral e
inmaterial como “las creaciones de una comunidad cultural fundadas en las tradiciones expresadas por
individuos que responden a las expectativas de su grupo, como expresión de identidad cultural y social,
además de los valores transmitidos oralmente. Son testimonio de ello la lengua, la literatura, la música, la
danza, los juegos, la mitología, los ritos, las costumbres, los conocimientos ancestrales, la arquitectura y la
manufactura de artesanías”.
En octubre del 2001, la Conferencia General de la UNESCO consignó que: “el patrimonio inmaterial abarca
los procesos adquiridos por las personas junto con las competencias y la creatividad heredadas y que
continúan desarrollándose, los productos que manufacturan, los recursos, el espacio y otras dimensiones
de corte social y natural necesario para que perduren e inspiren dentro de sus comunidades, un
sentimiento de continuidad y nexo con las generaciones procedentes; ello revierte en una importancia
crucial para la identidad, salvaguardia, diversidad cultural y creación de la humanidad”.
El Convenio Internacional para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial fue adoptado en
octubre del 2003 y entró en vigor el 20 de abril del 2005. De acuerdo con esta Convención, se entiende
por patrimonio cultural e inmaterial “los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas –
junto con los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que les son inherentes– que las
comunidades, los grupos y en algunos casos los individuos reconozcan como parte integrante de su
patrimonio cultural. Este patrimonio cultural inmaterial que se transmite de generación en generación, es
recreado constantemente por las comunidades y grupos en función de su entorno, su interacción con la
naturaleza y su historia, infundiéndoles un sentimiento de identidad y continuidad y contribuyendo así a
promover el respeto de la diversidad cultural y la creatividad humana” (artículo 2).

El artículo 2 de este Convenio, además dice que el patrimonio cultural inmaterial se manifiesta en
particular en los siguientes ámbitos:
a. Tradiciones y expresiones orales, incluido el idioma como vehículo del patrimonio cultural inmaterial;
b. Artes del espectáculo;
c. Usos sociales, rituales y actos festivos;
d. Conocimientos y usos relacionados con la naturaleza y el universo;
e. Técnicas artesanales tradicionales.

“Lo inmaterial se convierte totalmente en material cuando se protege, se conserva, se preserva y archiva.
Cuando se establecen políticas de preservación cultural a través de imágenes fotográficas, filmaciones en
video, o grabaciones sonoras, los resultados se perciben en las producciones de materiales concretos y
físicamente corpóreos: cintas de video/ sonido, análogas o digitales, material fotográfico, material fílmico
y similares (…) Es decir, se conserva el patrimonio inmaterial a través de medios materiales” (Romero
Cevallos, 2005: 46).

En América Latina, la sede del Centro Regional para la Salvaguardia del Patrimonio Inmaterial se
encontrará ubicada en Cusco.
IDENTIDAD CULTURAL UN CONCEPTO QUE EVOLUCIONA

Para poder comprender el concepto de identidad cultural, es necesario conocer la evolución del concepto de
cultura y cómo ha llegado hasta nuestros días.

4. Cultura Adam Kuper (2001) elabora una historia interesante sobre la evolución del concepto de cultura, en la
cual explica que esta palabra tiene su origen en discusiones intelectuales que se remontan al siglo XVIII en
Europa. En Francia y Gran Bretaña, el origen está precedido por la palabra civilización que denotaba orden
político (cualidades de civismo, cortesía y sabiduría administrativa). Lo opuesto era considerado barbarie y
salvajismo. Este concepto se va articulando con la idea de la superioridad de la civilización, por lo tanto, de la
historia de las naciones que se consideraban civilizadas. El concepto evoluciona y se introducen niveles y
fases de civilización, y el significado de la palabra se asocia a progreso material.
Inicialmente, en Alemania el concepto de cultura era similar al de civilización utilizada en Francia, pero con el
tiempo se introducen matices que terminan por diferenciar los significados de las dos palabras.
Para los alemanes, civilización era algo externo, racional, universal y progresista, mientras que cultura estaba
referida al espíritu, a las tradiciones locales, al territorio. Se dice que el término se tomó de Cicerón quien
metafóricamente había escrito la cultura animi (cultivo del alma). Kultur implicaba una progresión personal
hacia la perfección espiritual.
Antropológicamente cultura se asociaba básicamente a las artes, la religión y las costumbres. Recién hacia
mediados del siglo XX, el concepto de cultura se amplía a una visión más humanista, relacionada con el
desarrollo intelectual o espiritual de un individuo, que incluía todas las actividades, características y los
intereses de un pueblo.
Para entender la diversidad de conceptos sobre cultura, entre 1920 y 1950 los científicos sociales
norteamericanos crearon no menos de 157 definiciones de cultura (Kuper, 2001). En el siglo XIX numerosos
intelectuales reconocen el plural del concepto cultura, que equivale a reconocer la no existencia de una
cultura universal y las diferencias de ver y vivir la vida por parte de los diferentes pueblos en el mundo.
Ya en el siglo XIX, T.S. Eliot escribía: “la deliberada destrucción de otra cultura en conjunto es un daño
irreparable, una acción tan malvada como el tratar a los seres humanos como animales [...] una cultura
mundial que fuese una cultura uniforme no sería en absoluto cultura. Tendríamos una humanidad
deshumanizada” (Kuper, 2001: 57).
En los 50, la palabra cultura podía ser vista como un obstáculo al progreso y desarrollo material. Así lo
expresa un documento realizado por expertos de Naciones Unidas en 1951: “Hay un sentido en que el
progreso económico acelerado es imposible sin ajustes dolorosos. Las filosofías ancestrales deben ser
erradicadas; las viejas instituciones sociales tienen que desintegrarse; los lazos de casta, credo y raza deben
romperse y grandes masas de personas incapaces de seguir el ritmo del progreso deberán ver frustradas sus
expectativas de una vida cómoda. Muy pocas comunidades están dispuestas a pagar el precio del progreso
económico” (OEA, 2002: 1).
El cambio y evolución del pensamiento se ve reflejado en esta declaración, realizada por expertos de la
UNESCO en los años 90: “La UNESCO defiende la causa de la indivisibilidad de la cultura y el desarrollo,
entendido no sólo en términos de crecimiento económico, sino también como medio de acceder a una
existencia intelectual, afectiva, moral y espiritual satisfactorio. Este desarrollo puede definirse como un
conjunto de capacidades que permite a grupos, comunidades y naciones proyectar su futuro de manera
integrada” (OEA, 2002: 2).
Aunque existen diversas definiciones, en general, todas coinciden en que cultura es lo que le da vida al ser
humano: sus tradiciones, costumbres, fiestas, conocimiento, creencias, moral. Se podría decir que la cultura
tiene varias dimensiones y funciones sociales, que generan:
e. Un modo de vivir
f. Cohesión social
g. Creación de riqueza y empleo
h. Equilibrio territorial.

“La cultura es algo vivo, compuesta tanto por elementos heredados del pasado como por influencias
exteriores adoptadas y novedades inventadas localmente. La cultura tiene funciones sociales. Una de ellas es
proporcionar una estimación de sí mismo, condición indispensable para cualquier desarrollo, sea este
personal o colectivo” (Verhelst, 1994: 42).

5. Identidad cultural

El concepto de identidad cultural encierra un sentido de pertenencia a un grupo social con el cual se
comparten rasgos culturales, como costumbres, valores y creencias. La identidad no es un concepto fijo, sino
que se recrea individual y colectivamente y se alimenta de forma continua de la influencia exterior.

“La identidad cultural de un pueblo viene definida históricamente a través de múltiples aspectos en los que
se plasma su cultura, como la lengua, instrumento de comunicación entre los miembros de una comunidad,
las relaciones sociales, ritos y ceremonias propias, o los comportamientos colectivos, esto es, los sistemas de
valores y creencias (...) Un rasgo propio de estos elementos de identidad cultural es su carácter inmaterial y
anónimo, pues son producto de la colectividad” (González Varas, 2000: 43).

¿Qué es la identidad? Es el sentido de pertenencia a una colectividad, a un sector social, a un grupo


específico de referencia. Esta colectividad puede estar por lo general localizada geográficamente, pero no de
manera necesaria (por ejemplo, los casos de refugiados, desplazados, emigrantes, etc.). Hay manifestaciones
culturales que expresan con mayor intensidad que otras su sentido de identidad, hecho que las diferencias
de otras actividades que son parte común de la vida cotidiana. Por ejemplo, manifestaciones como la fiesta,
el ritual de las procesiones, la música, la danza. A estas representaciones culturales de gran repercusión
pública, la UNESCO las ha registrado bajo el concepto de “patrimonio cultural inmaterial” (Romero Cevallos,
2005: 62).

“La identidad sólo es posible y puede manifestarse a partir del patrimonio cultural, que existe de antemano y
su existencia es independiente de su reconocimiento o valoración. Es la sociedad la que a manera de agente
activo, configura su patrimonio cultural al establecer e identificar aquellos elementos que desea valorar y
que asume como propios y los que, de manera natural, se van convirtiendo en el referente de identidad (...)
Dicha identidad implica, por lo tanto, que las personas o grupos de personas se reconocen históricamente en
su propio entorno físico y social y es ese constante reconocimiento el que le da carácter activo a la identidad
cultural (...) El patrimonio y la identidad cultural no son elementos estáticos, sino entidades sujetas a
permanentes cambios, están condicionadas por factores externos y por la continua retroalimentación entre
ambos”(Bákula, 2000: 169).

La identidad está ligada a la historia y al patrimonio cultural. La identidad cultural no existe sin la memoria,
sin la capacidad de reconocer el pasado, sin elementos simbólicos o referentes que le son propios y que
ayudan a construir el futuro.

6. Identidad cultural y desarrollo territorial


La cultura juega un papel importante en el desarrollo de un territorio, a tal punto que muchos pueblos y
lugares en Europa y en América Latina han apostado por una revalorización de lo cultural, de lo identitario
(recreando incluso nuevas identidades culturales) y patrimonial como eje de su propio desarrollo.
“El desarrollo local se ha convertido en el nuevo activador de las políticas de patrimonialización. Mientras la
sociedad de los lugares se convierte en la sociedad de los flujos, parece como si los lugares se hayan
involucrado en una obra de construcción identitaria, que privilegia la dimensión local o ciudadana por encima
de las nacionales, estatales y globales. La identidad es el viejo territorio del patrimonio y no es de extrañar
que entre los objetivos reconocidos por la mayor parte de actuaciones patrimoniales que se realizan en estos
ámbitos, figure la (re) construcción de las identidades locales” (García, 2002: 66).
Esta recreación o potenciación identitaria, no sólo puede revivir, volver a poblar áreas rurales, despertar
interés en una población apática, lograr cohesión social, sino que además puede desencadenar actividades
económicas y con ello mejorar los ingresos y la calidad de vida de la colectividad. Usualmente estos ingresos
están relacionados con la oferta de productos, bienes y servicios, que se colocan oportunamente en el
mercado, que van desde lo agropecuario hasta actividades orientadas al turismo.
En los servicios, el caso del turismo tiene una particular relación histórica con el patrimonio. De acuerdo con
Hernández (2002: 356) se podría hablar de turismo cultural desde la época griega y romana, y es el siglo XVIII
el que estrecha la relación viaje – patrimonio cultural, al aparecer los primeros museos públicos y lo que
actualmente se conoce como recorridos turísticos culturales. Estos últimos aparecen con el Grand Tour (que
duraba entre dos y tres años), que era la visita realizada por aristócratas ingleses a los lugares históricos,
artísticos y naturales más destacados de Europa. En el siglo XIX aparecen las colecciones de guías de viaje y el
concepto patrimonial abarca lo etnológico. En el siglo XX surge el turismo de masas y otras formas de
turismo relacionado con lo patrimonial: ecológico, temático y activo y cultural.
Para que una o varias identidades culturales generen desarrollo territorial es necesaria una voluntad
colectiva (política, comunal, empresarial, asociativa, etc.) y un reconocimiento del pasado, de la historia.

Del patrimonio histórico monumental a lo inmaterial como patrimonio El patrimonio no es sinónimo de


monumentos y objetos sin vida, arquitectónicos, artísticos o expuestos en un museo. El patrimonio es la identidad
cultural de una comunidad y es uno de los ingredientes que puede generar desarrollo en un territorio,
permitiendo equilibro y cohesión social.

4. Algo de historia conceptual

Al igual que el término cultura, patrimonio es un término que ha evolucionado en el tiempo y ha pasado
de ser un concepto relacionado con lo monumental, lo artístico (básicamente pintura y escultura) a lo
inmaterial como las costumbres y las tradiciones. “Los bienes que integran el patrimonio cultural existen
desde el mismo momento en que el hombre deja testimonios materiales de su presencia y actividades,
dando lugar a objetos de todo tipo, desde obras de arte hasta objetos de carácter utilitario” (González
Varas, 2000: 21).

“Los monumentos son considerados de modo pleno como testimonios que representan etapas
especialmente destacadas en el desarrollo evolutivo del ser humano. En él se condensan distintos
significados simbólicos (ideológicos, artísticos, estéticos, culturales, etc.)” (González Varas, 2000: 38).
Con la Revolución Francesa no sólo surge el concepto de patrimonio y de monumento histórico, sino los
primeros intentos institucionales por conservar estos monumentos, los cuales se consolidan en el siglo
XIX a través de la creación de los registros e inventarios, la aparición de las primeras teorías sobre
restauración, los primeros museos públicos, el enriquecimiento de los criterios para definir si un
monumento es un bien patrimonial cultural e histórico, entre otros.
El concepto de patrimonio histórico va evolucionando hacia el de bien cultural, el cual se utiliza por
primera vez en el siglo XX, en los años 50 (no es casual que sea luego de la Segunda Guerra Mundial), en
la Convención para la protección de los bienes culturales en caso de conflicto armado, impulsada por la
UNESCO. A partir de entonces, se utilizan como sinónimo, en muchas ocasiones, las palabras bien cultural,
patrimonio cultural, patrimonio histórico.
El patrimonio cultural es importante para una sociedad porque es la historia entre la memoria individual y
la colectiva, es parte de la transmisión de lo que ha sucedido en un territorio determinado. “Nadie puede
vivir sin recordar y nadie puede vivir tampoco sin los recuerdos de la historia (...) la historia está allí
orientando nuestros juicios a cada instante, formando nuestra identidad, determinando la fuente y toma
de conciencia de nuestros valores” (De Romilly, 1998: 45).
Destruir un patrimonio o dejar que se deteriore es negar una parte de la historia de un grupo humano, de
su legado cultural. El patrimonio que ha producido a lo largo de su historia y ha logrado conservar un
pueblo, es lo que lo distingue, lo que logra identificarlo, lo que alimenta su identidad cultural y lo que
define mejor su aporte específico a la humanidad.

5. Patrimonio material
En la UNESCO, se creó un Comité del Patrimonio Mundial que tiene como objetivo estudiar las
nominaciones que los países hacen para que un bien cultural sea considerado patrimonio de la
humanidad. Este Comité está integrado por varios estados que forman parte de la UNESCO, y por
representantes de instituciones internacionales intergubernamentales o no gubernamentales que tienen
reconocimiento por su trabajo en el tema. Algunas de ellas son la Unión Internacional para la
Conservación de la Naturaleza (UICN), el Comité Internacional de Jardines Históricos (IFLA), el Consejo
Internacional de Monumentos y Lugares de Interés Artístico e Histórico (ICOMOS), principalmente.
Como menciona González Varas (2000: 476) “la declaración de un bien cultural como Patrimonio Mundial
no sólo implica ayudas materiales y técnicas o prestigio para el país sobre el que recae el nombramiento,
sino que también supone asumir responsabilidades y obligaciones para su conservación”.
Las siguientes definiciones forman parte de la Convención de 1972 y de la Recomendación sobre la
Protección de los Bienes Culturales Muebles de 1978.
Se considera patrimonio cultural:
 Los monumentos: obras arquitectónicas, de escultura o de pinturas monumentales, elementos o
estructuras de carácter arqueológico, inscripciones, cavernas y grupos de elementos que tengan
un valor universal excepcional desde el punto de vista de la historia, del arte o de la ciencia.
 Los conjuntos: grupos de construcciones aisladas o reunidas, cuya arquitectura, unidad e
integración en el paisaje les dé un valor universal excepcional desde el punto de vista de la
historia, del arte o de la ciencia.
 Los lugares: obras del hombre u obras conjuntas del hombre y la naturaleza, así como las zonas
incluidos los lugares arqueológicos que tengan un valor universal excepcional desde el punto de
vista histórico, estético, etnológico y/o antropológico.

Se consideran bienes culturales muebles todos los bienes movibles que son la expresión o el testimonio
de la creación humana o de la evolución de la naturaleza y que tienen un valor arqueológico, histórico,
artístico, científico o técnico, en particular los que corresponden a las categorías siguientes:

 El producto de las exploraciones y excavaciones arqueológicas, terrestres y subacuáticas.


 Los objetos antiguos tales como instrumentos, alfarería, inscripciones, monedas, sellos, joyas,
armas y restos funerarios, en especial las momias.
 Los elementos procedentes del desmembramiento de monumentos históricos.
 Los materiales de interés antropológico y etnológico.
 Los bienes que se refieren a la historia, incluida la historia de las ciencias y las técnicas, la historia
militar y social, así como la vida de los pueblos y de los dirigentes, pensadores, científicos y
artistas nacionales y los acontecimientos de importancia nacional.
 Los bienes de interés artístico, tales como: pinturas y dibujos hechos enteramente a mano sobre
cualquier soporte y en toda clase de materias (con exclusión de los dibujos industriales y los
artículos manufacturados decorados a mano); estampas originales, carteles y fotografías que
constituyan medios originales de creación; conjuntos y montajes artísticos originales cualquiera
que sea la materia utilizada; producciones del arte estatuario, cualquiera que sea la materia
utilizada; obras de arte y de artesanía hechas con materiales como el vidrio, la cerámica, el metal,
la madera, etc.
 Los manuscritos e incunables, códices, libros, documentos o publicaciones de interés especial.
 Los objetos de interés numismático (monedas y medallas) o filatélico.
 Los documentos de archivos, incluidas grabaciones de textos, mapas y otros materiales
cartográficos, fotografías, películas cinematográficas, grabaciones sonoras y documentos legibles
a máquina.
 El mobiliario, los tapices, las alfombras, los trajes y los instrumentos musicales.
 Los especímenes de zoología, de botánica y de geología.

Como patrimonio natural se considera a:

 Los monumentos naturales constituidos por formaciones físicas y biológicas o por grupos de esas
formaciones, que tengan un valor universal excepcional desde el punto de vista estético o
científico.
 Las formaciones geológicas y fisiográficas y las zonas estrictamente delimitadas que constituyan el
hábitat de especies animal y vegetal amenazadas, que tengan un valor universal excepcional desde
el punto de vista estético o científico.
 Los lugares naturales o las zonas naturales estrictamente delimitadas que tengan un valor universal
excepcional desde el punto de vista de la ciencia, la conservación o de la belleza natural.
6. Patrimonio oral e inmaterial
Uno de los mayores avances realizados por la UNESCO y otras instancias dedicadas al tema cultural, ha
sido el de generar un reconocimiento internacional del patrimonio que no es monumental, que forma
parte de los pueblos, de su creatividad e identidad cultural: el oral e intangible.
En marzo del 2001 en Turín, en una reunión realizada por la UNESCO, se definió patrimonio oral e
inmaterial como “las creaciones de una comunidad cultural fundadas en las tradiciones expresadas por
individuos que responden a las expectativas de su grupo, como expresión de identidad cultural y social,
además de los valores transmitidos oralmente. Son testimonio de ello la lengua, la literatura, la música, la
danza, los juegos, la mitología, los ritos, las costumbres, los conocimientos ancestrales, la arquitectura y la
manufactura de artesanías”.
En octubre del 2001, la Conferencia General de la UNESCO consignó que: “el patrimonio inmaterial abarca
los procesos adquiridos por las personas junto con las competencias y la creatividad heredadas y que
continúan desarrollándose, los productos que manufacturan, los recursos, el espacio y otras dimensiones
de corte social y natural necesario para que perduren e inspiren dentro de sus comunidades, un
sentimiento de continuidad y nexo con las generaciones procedentes; ello revierte en una importancia
crucial para la identidad, salvaguardia, diversidad cultural y creación de la humanidad”.
El Convenio Internacional para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial fue adoptado en
octubre del 2003 y entró en vigor el 20 de abril del 2005. De acuerdo con esta Convención, se entiende
por patrimonio cultural e inmaterial “los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas –
junto con los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que les son inherentes– que las
comunidades, los grupos y en algunos casos los individuos reconozcan como parte integrante de su
patrimonio cultural. Este patrimonio cultural inmaterial que se transmite de generación en generación, es
recreado constantemente por las comunidades y grupos en función de su entorno, su interacción con la
naturaleza y su historia, infundiéndoles un sentimiento de identidad y continuidad y contribuyendo así a
promover el respeto de la diversidad cultural y la creatividad humana” (artículo 2).

El artículo 2 de este Convenio, además dice que el patrimonio cultural inmaterial se manifiesta en
particular en los siguientes ámbitos:
f. Tradiciones y expresiones orales, incluido el idioma como vehículo del patrimonio cultural inmaterial;
g. Artes del espectáculo;
h. Usos sociales, rituales y actos festivos;
i. Conocimientos y usos relacionados con la naturaleza y el universo;
j. Técnicas artesanales tradicionales.

“Lo inmaterial se convierte totalmente en material cuando se protege, se conserva, se preserva y archiva.
Cuando se establecen políticas de preservación cultural a través de imágenes fotográficas, filmaciones en
video, o grabaciones sonoras, los resultados se perciben en las producciones de materiales concretos y
físicamente corpóreos: cintas de video/ sonido, análogas o digitales, material fotográfico, material fílmico
y similares (…) Es decir, se conserva el patrimonio inmaterial a través de medios materiales” (Romero
Cevallos, 2005: 46).

En América Latina, la sede del Centro Regional para la Salvaguardia del Patrimonio Inmaterial se
encontrará ubicada en Cusco.

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