Met tOMAS

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SEMINARIO DIOCESANO DE TIJUANA

FACULTAD DE FILOSOFIA

Apuntes para uso personal

Pbro. Lic. Rubén Betancourt

“LÍNEAS DE UN MÉTODO TOMISTA”

Introducción

1. Toda discusión sobre el método es siempre un


esfuerzo de renovación. Así sucedió con
Descartes y su Discurso del método, y más
recientemente con Lonergan y su Método en
Teología.
2. Un método renovador de la filosofía quería
ser la "fenomenología" que tanto prometió y
tan poco cumplió en la primera mitad de este
siglo.

3. Justamente los documentos pedagógicos


eclesiales recomiendan seguir en las escuelas
el "método", los principios y la doctrina de
Sto. Tomás de Aquino. Pero de ¿cuál método
se habla?

4. Intentaré responder siguiendo libremente,


con aportes y modificaciones personales, un
estudio de Luigi Bogliolo.
METODO DEL AMOR

1. Para Sto. Tomás de Aquino al comienzo de todo


está la "caridad". Ya S. Agustín, en pleno
acuerdo con Platón, había insistido que el
verdadero filósofo es "el que ama a Dios".

2. Sto. Tomás veía con la misma claridad que casi


toda la filosofía se ordena al conocimiento de
Dios.

3. Para enseñar filosofía hay que amar a los


alumnos y a la filosofía; pero también para
aprenderla el secreto está en el amor. S. Pablo a
los Efesios (4, 15) exhortaba a "hacer la verdad
en la caridad".
4. Por eso, según Sto. Tomás, cuando para un
estudiante y un estudioso la filosofía se vuelve
búsqueda sabrosa de la sabiduría, "nada resulta
más perfecto o más sublime, ni más útil o más
gozoso".

2. Confianza en la luz de la razón

1. Todos saben que a partir de la desacertada


"duda" cartesiana la filosofía moderna se ha
enredado en un escepticismo nefasto, endémico,
astutamente disfrazado y difícil de superar.

2. Sto. Tomás de Aquino arranca con más verdad


y seguridad de los "primeros principios de la
razón", que todos captan con facilidad como
claros y verdaderos.
3. Esta es la "puerta", por la cual todos pueden
entrar, aunque después en la augusta casa de la
filosofía haya muchos pasillos y pisos, y pueda
uno equivocarse de dirección o de lugar.

4. Por eso el estudio de la filosofía es al mismo


tiempo fácil, en sus primeros principios y difícil,
en sus laboriosas conclusiones.

5. La dificultad principal viene "de nosotros" y de


la limitación (defectum) de nuestra inteligencia.
La mente del que duda "está ligada". Es
ciertamente grave error y falta completa de
criticidad empezar a filosofar con una duda
radical sobre la inteligencia: se condena uno a un
suicidio intelectual, sin razones serias y
"críticas" para tanto disparate.
3. "Seducidos" por la verdad

1. "La verdad es fuerte y nada la hunde". "En el


orden especulativo lo máximo y potentísimo es la
verdad". Comentando un episodio del III de
Esdras, entonces creído auténtico, Sto. Tomás
demuestra que la verdad es superior al rey, al
vino y al sexo.

2. Por eso es consigna sagrada del método tomista


no hacer nunca polémicas: la verdad se defiende
sola. Como ya lo había enseñado S. Agustín: no
es bien que un hombre sea vencido por otro
hombre, sino por la verdad y de buena gana
(volentem) (=seducción). Anclada en el "ser", la
verdad es fuerte como él y como su Creador, con
el cual últimamente se identifica.
4. Veritas rerum

1. La filosofía es "ciencia de la verdad", ciencia de


las causas y de las últimas causas, y por eso
"máximamente ciencia de la verdad". Lo que
busca es "como sea la verdad de las cosas".
"Buscador de la verdad" es el filósofo,
investigador del ser.

2. Maestro y alumno van juntos hacia la más


atrevida aventura: descubrir juntos la verdad del
ser que es y "hace libres" (Jn 8, 32). Se buscan
no tanto "nombres" ni sólo "conceptos" con los
cuales jugar, sino la verdad profunda de las
cosas.
5. Arrancar desde la admiración

1. Las cosas son reales, y concretas: hay que


ponerse a su escuela. Dejarse instruir por el ser
en toda su inagotable plenitud. No se trata de
adorar a filósofos, o a corrientes filosóficas o a
libros.

2. Se trata de aprender de la infinita riqueza del ser,


"disponibles" frente a su revelación
inmensamente luminosa en su actualidad.

3. Cuando el filósofo está "bien dispuesto" y


"atentísimo" a la tradición de los mayores, antes
que instruir es instruido (docere te doceri) por la
verdad del ser, saldamente anclado a la realidad
objetiva, y sin desviaciones formalísticas (Kant)
y sujetivísticas (idealismo).
4. La admiración es la fuerza y la emoción de la
inteligencia iluminada y arrebatada por un
exceso de luz del ser: verdadero "principium
philosophandi". Quien queda admirado, empieza
a buscar, aunque podría ser que no se logre
aclarar plenamente la causa de lo que admira.

5. En ese caso la inteligencia aprende lo más


importante, es decir que "una infinidad de cosas
la superan", como dirá más tarde Pascal. La
inteligencia pasa entonces a la humildad de su
verdad, al "sentido del misterio", a la "oración",
a la "adoración", al silencio de plenitud amante,
como decía un gran filósofo santo, Antonio
Rosmini: "callar, adorar, gozar".
6. Pero no hay que hacerse ilusiones: muchas cosas
hay que dejar y muchas llamadas emotivas
inmediatas, superficiales y dispersivas hay que
hacer callar, para estar sinceramente y en
plenitud a la escuela atenta del ser. No se
estudia, no se enseña y no se aprende sin amor
y sin dolor.

6. Sentido de la historia

1. Un sentido vigilante de la historia y de la


tradición filosófica le ahorrará al filósofo, como
le sucedió a Tomás de Aquino, muchísimo
tiempo y muchísimos errores. "Venerando a
todos, se adueñó de la ciencia de todos" decía de
él con razón León XIII.
2. Es la sabia economía del genio: dar lo máximo
con el mínimo de dispendio, por tener estimación
de todos y estar dispuesto a aprender de todos.
Sto. Tomás sabe que se aprende de todos,
incluso de los que yerran, porque el ejercicio de
discutir el error hace la verdad "más límpida".

3. Por eso hay que estarles agradecidos (gratias


agere) a todos, incluso a los que superficialmente
se equivocaron. La verdad pasa de mano a mano,
de corazón a corazón, en una "traditio" continua
que es "relevo" espiritual de almas enamoradas
blandiendo alta la antorcha de la verdad. Por eso
no hay que tratar a nadie "como enemigos", sino
como árbitros y jueces entre las dos partes.
4. Cuando criticamos, como alguna vez hizo Sto.
Tomás con S, Agustín, en realidad “buscamos
con más profundidad (profundius) su intención”.

5. ¡Cómo es moderna y siempre actual esta


invitación a "buscar la verdad del error", y
acabar con verdadera inteligencia "poniéndose
de acuerdo en una verdad más alta", que en
último término es siempre la caridad, la más
grande de todas las verdades.

7. Universalidad de lo existente

1. El filósofo busca lo universalmente válido. Su


lenguaje usa inevitablemente fórmulas que
obligan a todos frente a la verdad: "ratio est,
oportet, necesse est, impossibile est, manifestum
est" (la razón es, se sigue, es necesario, es
imposible, está claro).

2. Sto. Tomás aborrece el innatismo, que no


acepta ni para los primeros principios de la
mente. Delante de su mente, y de toda mente, es
el existente que se impone con su plenitud
ontológica. Lo que no existe, no es acto, y por
eso, no es ni cognoscible. Y lo que se logra
conocer, es válido y es conocido como tal por
todos.

3. En todos los pueblos, en todos los tiempos y en


todos los lugares la mente humana es la
suprema facultad del ser, universalizadora de lo
existente.
4. Realismo, existencia y universalidad: tres
facetas del mismo diamante. "Nada está en la
mente, si antes no está en la realidad existente".

8. Inteligencia abierta a la fe

1. Es grave traición de Sto. Tomás de Aquino


resucitar la teoría de la "doble verdad", que él
tanto combatió en Siger de Brabante.

2. Posteriormente fue la "Ilustración" a repetir


hasta la náusea, que la fe era la muerte de la razón
y el fin de su libertad.

3. Todavía hoy en día hay filósofos que olvidan los


grandes "preámbulos de la fe", es decir la
metafísica y la teodicea, como si fuesen inútiles
o peor dañinas a la fe. Han olvidado que la razón
viene del mismo autor de la revelación.

4. Según Sto. Tomás las verdades participadas


suponen siempre la verdad primera; y los sabios
son sabios participando de la sabiduría divina.

5. El filósofo cristiano tiene el derecho y el deber


de tener en cuenta los valores filosóficos
transmitidos por la fe. No por nada para Sto.
Tomás el libro supremo era Cristo, porque
contiene a su manera, en suprema síntesis divina,
personal y revelada, toda la ciencia humana
habida y por haber.

6. Iluminada por la fe, “estrella amiga, la razón se


vuelve más razón y cuando las dos se
encuentran, se ayudan y se confirman
mutuamente”. La razón va hacia arriba, la fe baja
desde lo alto: pero la vía es la misma. La
sabiduría divina revelada contiene también los
primeros principios de la razón, infundidos por
Dios, ya que él es también "autor de la
naturaleza".

7. La fe no es por nada una suprema oprimente


"autoridad" como imaginaron los racionalistas
de la Ilustración, porque no es que la
comunicación de la "primera verdad": en Dios
autoridad y verdad coinciden, y la verdad es
siempre liberadoras.

9. Dinamismo actualizador
1. La doctrina del aprendizaje es para Sto. Tomás
muy bien interpretable en términos de potencia y
de acto. Se pasa de un conocimiento confuso
universal, propio de los primeros principios, a
un conocimiento claro, en acto, propio de cada
cosa existente. Aprender es pasar de un
conocimiento potencial a uno propio y actual. Es
paso de un conocimiento virtual a uno actual.

2. El maestro que enseña no parte de cero; ni se


limita sólo a hacer recordar; se trata de activar
la mente del alumno, para que crezca. Pero si él
no colabora con su potencia activa, no se logra
nada. Esta doctrina tan respetuosa y tan realista,
no permite ningún fácil y barata optimismo en la
enseñanza y en el aprendizaje.
3. Todo el saber, individual y colectivo, crece
lentamente en un devenir histórico siempre
imprevisible, con una línea "moderadamente
optimista" y ascendente.

10. Realismo integral

1. Es gloria del "neotomismo" haber desarrollado


en este siglo en manera espectacular el alma
auténtica, original y profunda del sistema
tomista: la primacía total del "esse" en su sentido
fuerte de "acto de todos los actos", "forma de
todas las formas", "perfección de todas las
perfecciones". Racimos de textos documentan
esta intuición de fondo, que ha hecho de Sto.
Tomás uno de los más grandes metafísicos de
todos los tiempos.
2. La célebre acusación de Heidegger, de que el
Occidente olvidó el "ser" para quedarse sólo con
"esencias", no es ciertamente válida por Sto.
Tomás. El constituye una gloriosa excepción con
una metafísica totalmente nueva, que el mismo
Heidegger no tuvo la fortuna de conocer y tanto
menos de comprender a fondo.

11. Intelectualismo Plenario

1. En el tiempo de Sto. Tomás había pánico por las


negaciones de Averroes. Una de ellas, muy grave
desde el punto de vista de la fe, consistía en negar
la libertad de la creación: Dios creaba
necesariamente, "ab aeterno"... La reacción
cristiana no se hizo esperar: por todas partes se
ensalzaban himnos a la absoluta libertad de Dios,
que puede hacer siempre "todo lo quiere". Se
llegó hasta decir, que él puede hacer incluso lo
absurdo y que el mal es mal sólo porque Dios lo
prohibió... "Voluntarismo" radical, que se creía
paladín de la fe y de los derechos de Dios, e
incluso creía asegurar así la absoluta primacía
del "amor", en Dios y en las creaturas
espirituales.

2. Sto. Tomás cuidó muy bien de no enredarse en


semejante "pasticho" teológico y metafísico.
Para él sea en Dios como en el hombre la
primacía es siempre de la inteligencia. Dios no
puede hacer lo absurdo, por la sencilla razón que
"no es nada"; y el mal está prohibido porque
Dios "ve" en sí mismo que es mal, y no viceversa.

3. Es el luminoso "intelectualismo" tomista, por el


cual el hombre es hombre radicalmente y ante
todo por su inteligencia. Es la inteligencia que
capta el acto de ser, base de todo conocimiento y
de todo acto de voluntad libre. "Totius radix
libertatis est in ratione constituta" (la raíz última
de toda libertad está en la razón).

4. El hombre en un "ser metafísico" exactamente


porque su inteligencia capta el ser, y "es capaz
de ser de alguna manera todas las cosas", según
la célebre y genial fórmula del De Anima de
Aristóteles, tan repetida y comentada por Sto.
Tomás. Eso porque el "ser es lo primero" que cae
y es captado por la mente misma. "La mente
abarca todo el ser...".

5. Lo universal está en la pequeña mente de cada


hombre, verdadera imagen de Dios. Después de
la potencia creadora de Dios, nada es más grande
de la mente humana, constructora de un
"universal";

12. Humanismo tomista

1. Justamente Bogliolo ve en la síntesis tomista un


verdadero "humanismo", en línea con el clásico
de los antiguos, pero enriquecido con todo el
aporte cristiano. Dios "crea" por amor todo el
ser. El hombre lo "recrea" en su mente, que
abarca a todo el ser, y lo espiritualiza, mostrando
sus profundidades metafísicas.

2. El hombre es el "mediador" entre el Creador y la


santa creación; es un "horizonte" entre tiempo y
eternidad, "microcosmos" que en sí resume al
universo entero.

3. El catolicismo ha encontrado en el tomismo la


mejor filosofía, que sabe evita sea el nihilismo
que pierde al ser y al hombre juntos, sea la
ilusoria y mentirosa idolatría del filósofo
arrogante y autosuficiente que intenta olvidar
orgullosamente su condición de creatura y su
dependencia necesaria, continua e inmediata del
Creador.
13. "Nova et vetera": método evangélico

1. La confianza en la razón humana, facultad del


ser, permite una absoluta confianza en la fuerza
de la verdad que brilla en la mente.

2. De allí viene, como ya dijimos, no sólo la


"ausencia total de polémica", propia del método
tomista, sino el esfuerzo constante para recuperar
"la verdad del error".

3. Es el "optimismo tomista": descubrir y adueñarse


de todo lo verdadero que hay en cualquier error,
por cuanto grande, ya que es imposible una
mente totalmente errónea y sin ninguna verdad.

4. Pero toda verdad, como todo ser, tiene el


derecho y el deber de crecer, englobando
nuevos aspectos desconocidos e instaurando
nuevas relaciones y conexiones, antes
desapercibidas. "Nova et vetera", cosas antiguas
y cosas nuevas, decía ya el Evangelio (Mt 13,
52), aludiendo al tesoro del sabio.

5. El método tomista está siempre abierto al


crecimiento en la verdad, en todas sus
vertientes, científicas, filosóficas y religiosas,
naturales y sobrenaturales. Fidelidad a la
tradición y audacia innovadora, son dos caras de
la misma fidelidad a la verdad, que tienen raíces
tan lejanas en el tiempo, y flores todavía no
abiertas en todo su esplendor.

6. Y ciertamente está en pleno espíritu tomista el


Card. Newman con su famosa página sobre el
"crecimiento" de toda grande "idea",
comprendidos los "dogmas" de la Iglesia.

7. Así pensaba todavía reciente mente la "Comisión


Teológica Internacional", meditando este
profundo pero grandioso, vital y saludable
misterio del crecimiento de las verdades
cristianas.

8. También en metafísica, sería ofender a Sto.


Tomás con una total incomprensión de su estilo
y espíritu, limitarse sólo a conservar y repetir sus
textos.

9. Dante, admirador del Aquinate, decía


poéticamente que "nace al pie de la verdad la
duda". Muy bien dicho, entendiendo la duda en
su sentido positivo de "pregunta".
10. Con la verdad, aumentan la preguntas y las
nuevas dimensiones del ser que hay que
explorar. Interminable "marcha de la razón
hacia lo desconocido", como amaba decir Zubiri.

11. También hoy tenemos el derecho y el deber de


promover un "tomismo enriquecido" con los
grandes aportes de la cultura contemporánea; así
como se usa uranio "enriquecido" para conseguir
un máximo de energía. Es lo que hicieron
egregiamente y con una modernidad par a su
suma fidelidad, los grandes intérpretes del
tomismo actual, como E. Gilson y J. Maritain,
para citar sólo a dos entre muchos.

14. Fidelidad a la experiencia integral humana


1. La fidelidad a la "experiencia" es una de las
grandes exigencias del método tomista, basada
en la riqueza inagotable de la santa creación y en
la singularísima y polifacética psicología
humana.

2. Una experiencia que arranca con la "sensación"


en sus infinitos, emotivos y sonrientes matices,
pero que se ancla inmediatamente en el "ser" y
en los "primeros principios de la razón", ya que
sentidos y razón operan conjunta y
contemporáneamente en todo conocimiento
humano.

3. Nada de "agnosticismo" positivista,


suicidamente superficial; pero también nada de
"innatismo", ilusoria y obstinadamente incapaz
de reconocer la obligatoria y saludable
dependencia de lo real sensible.

4. La unidad profunda y colaboración mutuamente


enriquecedora de la experiencia humana integral
de sentidos e inteligencia del ser, es un mensaje
fundamental y siempre urgente del realismo
tomista a cualquier otra filosofía contemporánea.

5. "Experiencia" para Sto. Tomás es escudriñar las


leyes del ser a todos los niveles, como auténtico
"animal metaphysicum" que el hombre es. Es
penetrar hasta en lo más hondo y radical de cada
ser, hasta en su "actus essendi", luminoso
portador de toda perfección, cargado de
inagotables potencias y de innumerables actos.

15. "Sapientis est ordinare"


1. La consigna tomista es llegar a "ordenar" en un
conjunto armónico no sólo las varias ramas de la
filosofía, sino la filosofía y la teología, y hasta la
filosofía y las ciencias naturales y humanas.

2. "Es tarea del sabio poner orden". Tarea


inmensa, que no debe permitir nunca la
fragmentación de los tratados y secciones de la
filosofía en parcelas autónomas y sin conexión.

3. La "visión unitaria" es la gloria y la grandeza de


la Suma Teológica, resultado supremo del
método tomista.

4. Necesita en esto profundidad, genio y capacidad


de síntesis, para no dejarse: dividir y dispersar
por las "dicotomías" que parecen reductivamente
inconciliables a los espíritus superficiales:
cuerpo y espíritu, sentidos y razón, sujeto objeto,
"a priori"; "a posteriori", trascendencia-
inmanencia, racional y revelado, etc...

5. Dicotomías que todo buen filósofo cristiano y


tomista sabe tener vigorosamente unidas y
complementarias, como las piezas clave de un
mismo motor, en sinérgica unidad dinámica.

6. Se ha llamado justamente a Sto. Tomás "genio


del orden". Pero esta tarea es primordial y
urgente para todo filósofo que quiera seguir de
cerca y adueñarse fecundamente de su método.

16. Método crítico


1. El criticismo tomista evita el fácil y barato
"dogmatismo", siempre superficial y
tambaleante; pero evita también la "duda metódi-
ca radical" previa sobre el valor de la misma
inteligencia.
2. No hay ninguna razón que justifique esa actitud
extremosa, en realidad totalmente "acrítica". Los
dolorosos errores que a veces cometemos, son
bien controlables e individuales con la reflexión
atenta a todos los niveles y grados del saber.

3. El recurso supremo de la criticidad auténtica está


en la capacidad de la mente de hacer la "reditio
completa" sobre sí misma, exactamente mientras
está funcionando.

4. Suprema prueba de espiritualidad, pero al mismo


tiempo garantía radical de salvarse de errores in-
superables. Teniendo presente que se arranca
siempre de unas luminosas certitudes iniciales,
los primeros principios de la razón, que no ne-
cesitan de ninguna demostración por su
evidencia solar inmediata.

5. Docilidad a lo real y triunfo final de la


inteligencia universalizadora y espiritual, que ha
vencido a la duda: eso es el certero espíritu
crítico del método tomista.

6. Es evidente para Sto. Tomás que "no se puede


conocer nada sin que esté de "alguna manera"
en el sujeto que conoce". Este principio que
puede sonar extrañamente parecido al "principio
de inmanencia" de los idealistas, es al contrario
prudentemente lejano de tanto error.
7. Sto. Tomás dice "aliquo modo", "de alguna
manera", es decir en manera "intencional", y
está muy lejos de suponer el sofisma inmanentis-
ta de que "nada puede ser conocido sin que esté
sólo en el consciente".

8. La obligatoria "sujetividad" de todo


conocimiento respeta y se fundamenta para Sto.
Tomás en su necesaria, inevitable y obligatoria
"objetividad". No hay que decir: "cogito ergo
sum", sino: "Cogito cogita, ergo sumus" (pienso
cosas, por eso existimos, yo y las cosas: eviden-
cia suprema, radical e indudable).

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