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¿Crisis del hispanismo?

Visiones contra-canónicas
y discursos críticos
Jean-François Botrel & Maria Vittoria Calvi1
Université de Rennes & Università degli Studi di Milano

Abstract: Desde su asentamiento como disciplina académica se ha venido cuestio-


nando el frágil estatuto epistemológico del hispanismo. A partir de los años 1980,
se intensificaron las críticas a un hispanismo académico volcado hacia España,
estricta o mayoritariamente filológico y clásico, que abrieron paso a visiones
contra-canónicas. Con la mirada puesta en este proceso, pero sin desestimar la
pujante vitalidad del hispanismo, en el presente artículo se analizan los efectos
sobre la disciplina de la crisis de las humanidades y de la globalización. Sin pre-
tensión a establecer un «nuevo paradigma», se contempla la necesidad, para el
hispanismo, de tomar conciencia del peligro de una desconexión entre la tradi-
ción universitaria y las expectativas de la sociedad. Se aboga por un hispanismo
comprometido con su momento histórico y su función crítica ; un hispanismo
no hegemónico ni unívoco, sino abierto y plural y, al mismo tiempo, crítico y
combativo.
Keywords: hispanismo, hispanista, estudios hispánicos, crisis humanidades;
globalización, lengua española, hispanoproclividad, estudios areales.

¿Crisis del hispanismo?


Puede parecer extraña –incluso incongruente– tal pregunta, cuando el
español en el mundo, en sus distintas modalidades, está gozando de buena
y hasta excelente salud, con el crecimiento del número de hispanohablantes
en su espacio histórico y fuera (un 18% de hispanohablantes en los Estados
Unidos de América: 57, 5 millones), con el auge de la enseñanza del español
en el sistema de formación secundaria y superior de los cinco continentes
(cfr. el caso espectacular de Brasil donde hasta 2016 el español fue lengua
obligatoria en la enseñanza media) y el consiguiente aumento del número
de profesores de español e hispanistas potenciales. Un proceso expansivo
que ha aumentado enormemente el ámbito de la hispanoproclividad −para
emplear la nueva categoría semántica propuesta por Ángel López García
(2014)– es decir, el conjunto de las personas que lo hablan como lengua ex-

1 Jean-François Botrel (Universidad de Rennes 2, Francia. Presidente de Honor AIH), Presi-


dente de mesa & Maria Vittoria Calvi (Università degli Studi di Milano). Con la colaboración
de Pedro Álvarez de Miranda (Académico de la RAE. Universidad Autónoma de Madrid);
Fausta Antonucci (Universidad Roma Tre, Italia); Maria Augusta da Costa Vieira (Universi-
dad de São Paulo, Brasil); Eugénie Eyeang (Gabón); Abeer Mohamed Abdel Salam Zahana
(Universidad de El Cairo, Egipto); Jelena Spasojević (Presidenta de la Asociación de Hispa-
nistas de Serbia).
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DOI 10.22015/V.RSLR/67.3.8 Versants 67:3, fascículo español, 2020, pp. 83-96.


Jean-François Botrel & M aria Vittoria Calvi

tranjera o segunda, por razones no meramente prácticas, sino por los va-
lores interculturales que encierra, ante otras lenguas occidentales (López
García 2010).
Sea lo que fuere, siquiera como hipótesis de escuela, la existencia de una
posible crisis de crecimiento, de identidad, etc., del hispanismo es un salu-
dable suponer por la dimensión epistemológica que conlleva y la reflexión
–casi podríamos decir el examen de conciencia– a que obliga por parte de
cualquier hispanista amigo de pensar su propio ser y quehacer y la historia
ya secular del hispanismo.
Unos cuestionamientos consustanciales del hispanismo. Este cuestiona-
miento viene de muy atrás –podríamos decir que coincide con los principios
del hispanismo– y, entre los hispanistas, es como constitutivo y consustan-
cial de una neo-disciplina de unos aún imprecisos contornos el hispanismo
científico vs la hispanofilia en tiempos de Morel-Fatio y Menéndez y Pelayo,
la diferencia entre hispanistas hispanólogos y los hispanistas hispanófilos,
según Rafael Altamira (apud Botrel 2014), el hispanismo no únicamente de
templa serena por el que, en 1920, abogaba Menéndez Pidal o sea no de pura
erudición sino «más vivo, más amplio, más directo» y que aunara los aspec-
tos literario, lingüístico y utilitario –así lo decía (Botrel 2014)– o un hispa-
nismo que se interesara por el trasfondo popular de una «authentic Spain»
reivindicado por algunos filólogos o folkloristas como Aurelio M. Espinosa,
Krüger, Kmemme, Schindler en el Entreguerras, la hispanística en su pro-
ceso de independización de la romanística (en Alemania no sucede hasta los
años 1980) y su coexistencia, desde el punto de vista geográfico/areal, has-
ta hoy, con el americanismo o el hispanoamericanismo2..Observemos que,
si bien el hispanismo científico se fue constituyendo a partir de la filología
(lengua y literaturas) y de la historia, al principio, la afición de los hispanis-
tas «al estudio de la lengua y la literatura españolas y de las cosas de Espa-
ña», como decía el diccionario de la Real Academia Española, o «al estudio
de las lenguas, literaturas o cultura [sin plural] hispánicas» como dijo des-
pués, pudo ser mucho más amplio3 , y que el propio término “hispanismo”
no ha llegado a ser totalmente unívoco: además de significar un barbarismo
en otros idiomas, hispanismo es todavía sinónimo de una sensibilidad pe-
culiar en el campo de la creación 4 y, a partir de los años 1920, bajo el primer

2 El primer congreso de la Société Américaine se celebró en Nancy (Francia) en 1875. En 2018,


en el 56° Congreso internacional de americanistas, celebrado en Salamanca, caben todas las
disciplinas (cfr. http://ica2018.es).
3 Se calcula, por ejemplo, que un 16 % de las tesis de tema hispánico leídas en Francia hasta
1980 versaban sobre medicina y un 48% sobre derecho o ciencias económicas (cfr. Guittard
1993).
4 Cfr. por ejemplo, los textos dedicados a Camões y su hispanismo (Viqueira 1972) o al hispa-
nismo de los sefardíes levantinos (Bernardete 1963) o «el hispanismo y el italianismo musical
en la época de la tonadilla», según José Subirá (1924).

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franquismo y aún hasta hoy, se ha entendido como proyecto ideológico y


voluntad de proyección propios de España: de ahí la asociación entre nacio-
nalismo e hispanismo por Andrenio, los discursos de Martín Artajo como
motivo del Día o Fiesta de la hispanidad entre 1947 y 19555 , la fundación por
iniciativa del Ministerio español de Asuntos Exteriores de una Asociación
del Hispanismo Internacional, con su revista Clavileño (Mainer 2002) hasta
hoy, en la web, donde «hispanismo.org» está dedicado «a los hechos pasados
y presentes desde una óptica hispanista». Algún proyecto muy científico se
propone «analizar el hispanismo» de algunas colecciones conservadas en
las bibliotecas de Ginebra, etc.
Lo cierto es que el hispanismo en su acepción y vertiente académica –la
que se va a contemplar aquí6 – ha tardado bastante 1º en percibirse como
algo específico entre los profesores de las lenguas modernas y luego romá-
nicas (o “meridionales”) e incluso ibéricas, y en conquistar su autonomía
en el ámbito de la filología románica o de la romanística ; 2º en aplicarse a
unos “nuevos” espacios como Hispanoamérica o la América del Norte his-
panófona, con los llamados estudios areales cuyos límites, por la historia o
la geoestrategia, pueden variar según desde dónde se mire (la americanidad
englobadora o disgregada, la latinidad vs el mundo anglosajón, el multilin-
guismo dentro de la misma nación, la visión europea de España e Hispa-
noamérica, etc.) (Botrel 2019) ; y 3º, en general, en hacerse reconocer como
disciplina cabal ya que todavía le cuesta imponerse como una corriente
aglutinadora de intereses con amplia base socio-cultural7.
También se puede observar que el hispanismo y los hispanistas, de al-
guna manera, siempre han manifestado, con mayor o menor intensidad y
de manera más o menos explícita, unas preocupaciones actuales, o sea con-
temporáneas o de permanente actualidad. Muy sabido es que, en muchos
países –caso de Inglaterra, Francia e Italia–, lo que después se llamaría his-
panismo nació con la enseñanza de la lengua con finalidades económicas o

5 Dedicados a «la hispanidad», «la gran familia hispánica», «la comunidad hispánica», «la
supranacionalidad hispánica», y, una vez, a «los pueblos hispánicos».
6 Tampoco podemos olvidar, sin embargo, que desde el mundo académico, el hispanismo
entendido como ideología ha sido sometido a un proceso crítico, que tiene su fundamento
teórico en las orientaciones más “heterodoxas” de la sociolingüística actual, del análisis del
discurso y de la glotopolítica (véanse, por ejemplo, del Valle & Gabriel-Stheeman 2004, del
Valle 2012).
7 Una encuesta sociolingüística tipo «¿Qué quiere decir hispanismo e hispanista?» en la mis-
ma España, no digamos en Hispanoamérica y en los países no hispanófonos seguro que nos
depararía muchas sorpresas, no todas muy gratas. En las 330 ocurrencias de “hispanismo” en
los descriptores o palabras claves utilizados por la Biblioteca Nacional de España (consulta de
14.6.2018), se observará que la casi totalidad remiten a la palabra existente en el título de la
obra o a la denominación de una editorial, y sólo excepcionalmente sirve para calificar una
obra, como Vida y obra de Concha Espina de Gérard Lavergne o Spain, an historical enigma de
Claudio Sánchez Albornoz (1975).

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geopolíticas, al margen de un interés meramente intelectual o sentimental;


algo que aún se puede notar en los hispanismos emergentes (Eyang 1997), o
en ciertas políticas estatales reductoras con respecto a la enseñanza del es-
pañol y de los idiomas en general. Pudo desembocar en algún aggiornamen-
to, como en el caso de la Associazione Ispanisti Italiani (AISPI), preocupada
por los aspectos didácticos del hispanismo y acogedora de los profesores
de enseñanza secundaria, por lo menos hasta la creación, en 1992, de una
asociación específica, AISPIScuola8.
El hispanismo se ha constituido dialogando con muchas disciplinas –
no digamos métodos– desde unas perspectivas casi siempre comparatistas
puesto que el hispanismo remite a una consustancial alteridad u otredad y
no se trata de una disciplina excluyente sino abarcadora y aglutinadora más
que integradora: a ningún hispanista se le ocurriría negar la necesidad de
pensar el judeo-español, el catalán, el gallego, las huellas árabes, el español
en África, las distintas lenguas amerindias, y todo lo que se les puede aso-
ciar como algo al mismo tiempo específico y parte de una historia común
no acabada9.
Querer poner límites al hispanismo o introducir fronteras dentro del his-
panismo es, pues, como querer poner puertas al campo, incluso hispánico.
Sin ser un cajón de sastre, el hispanismo de hecho, tal y como se desen-
vuelve y practica es, pues, una casa muy acogedora de intereses o apetencias
muy variopintos solo “unificados” por la referencia a un espacio lingüístico
y geográfico común, a un área. Estaríamos por decir que es una discipli-
na “polinómica” como lo son determinados idiomas (el corso, p. ej.) o sea
una disciplina de disciplinas cuya unidad es abstracta y resulta de un mo-
vimiento dialéctico y no de la simple osificación de una norma única y cuya
existencia estriba en la decisión masiva de los que la practican de atribuirle
un nombre peculiar y de declararla autónoma con respecto a las demás dis-
ciplinas10.
No todos los que cultivan los estudios relacionados con dicho espacio
lingüístico y geográfico se consideran a pleno título hispanistas, debido
también a las categorizaciones académicas. La política académica, por otra
parte, varía de un país a otro; el hispanismo inglés o el francés, por ejem-
plo, incluyen a pleno título los estudios históricos y los dedicados a las artes
visuales, mientras que en otros países abarca solo la lengua y la literatura.

8 Recuérdese que, a nivel nacional e internacional, existen, para la enseñanza media, varias
asociaciones nacionales de profesores de español. La Asociación Europea de Profesores de
Español fue fundada en 1968.
9 Para comprobarlo, véase, por ejemplo, el programa del XX Congreso de la Asociación In-
ternacional de Hispanistas (AIH) que se celebró en Jerusalén, en julio de 2019.
10 De ahí, tal vez, la pregunta de Marta López Suaces: «¿Qué queremos decir cuando decimos
hispanismo?» (2003).

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Pero, el hispanismo, a pesar de ser, pues, una conjunción y amalgama de


unas miradas entrecruzadas de múltiples enfoques, en su vertiente “oficial”
o “institucional” (el hispanismo académico y de investigación) queda más
centrado en la literatura y en la lengua y subsidiariamente en la cultura (la
de la España española clásica y contemporánea, las hispanoamericanas), y
menos en la historia que no sea la literaria y casi nada en los demás aspectos
del quehacer hispánico.
Conviene tenerlo en cuenta, para procurar entender e interpretar la re-
ciente corriente cuestionadora del hispanismo académico.

El hispanismo a debate desde los años 1980


Tras la relativa estabilización e institucionalización de lo que significa
el hispanismo científico o académico, se ha dado, a finales del siglo xx, una
corriente cuestionadora más o menos intensa y caudalosa según los países
o desde donde se mire, y, en los últimos años, se ha venido hablando de un
«nuevo hispanismo» –o, mejor dicho, de «nuevos hispanismos», en plural,
como consecuencia del proceso de renovación que ha interesado tanto a los
estudios literarios (Ortega 2010) como a la lingüística hispánica (Zimmer-
mann 2010), en una perspectiva transatlántica e interdisciplinar.
Dentro de la misma concepción abierta del hispanismo ofrecida por la
Asociación Internacional de Hispanistas en el artículo 3° de sus estatutos11,
desde los años 1980 se viene observando una creciente diversificación de las
miradas: nacionales, disciplinarias (el hispanismo filosófico), metodológicas
(semiótica e hispanismo en 1983), temáticas, geográficas (Cataluña, Galicia,
Perú, etc.), con incluso la emergencia de un hispanismo español, argenti-
no12, mexicano, “atino”. Unas tendencias “centrífugas” y “restringidas”, con
pretensión a la diferenciación y autonomización, unos cotos que sus propios
topógrafos saben que no pueden ser cotos cerrados, sino que siempre se tra-
ta de unos espacios de encuentro e intercambio. Esta corriente corre pareja
con una pertinaz voluntad por cuestionar algo no tan uniforme ni unívoco
a nivel internacional, pero que se tiene por hispanismo de referencia, do-
minante e incluso hegemónico, emisor y guardián al mismo tiempo de una
supuesta doxa hispanista de cuño fundamentalmente filológico, clásico y
español.

11 Según este art. 3°, los fines de la AIH son: «el fomento de los estudios hispánicos en todos
los países y el estudio de asuntos de interés común referentes a las lenguas y las literaturas
peninsulares e iberoamericanas y de los aspectos culturales relacionados con ellas».
12 En Argentina, según Raquel Macciuci (2006), hispanismo debe entenderse en el sentido
restringido de literatura española y la crítica que se ocupa de ella.

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Esta corriente consistió primero, a principios de los años 1980, en afir-


mar lo nuevo con respecto a lo antiguo13 .
Luego, a principios de este siglo, a raíz de lo acuñado como «crisis del
hispanismo», muy especialmente a través del dossier sobre el hispanismo
publicado en 1995 por Quimera (139), y de «Hispanismo a debate» en la revis-
ta Lateral (diez contribuciones en 2002-2004) y sus prolongaciones (Subirats
2004, Epps & Cifuentes 2005, Moraña 2005, Resina 2009), se empezó –en los
Estados Unidos de América, sobre todo– a cuestionar el hispanismo acadé-
mico. Un hispanismo que, según sus detractores, se ha constituido como un
hispanismo filológico conservador (se denuncia su «anticuarismo») y positi-
vista (cfr. el «agudo positivismo de tantos profesores», señalado por Germán
Gullón 2002: 6), a pesar de tantas corrientes intelectuales novedosas, con
una «sacralización de los maestros» (Durán 2003) o la reproducción a través
del tinglado institucional de las esferas de poder, en detrimento de las nue-
vas generaciones. Un hispanismo centrado en la lengua española (cuando
en muchos países hispanófonos se da un plurilingüismo) y en la literatura
en español, cuando convendría «recuperar tradiciones y expresiones artísti-
cas y culturales marginadas y reprimidas». Un hispanismo excluyente que
no integrador (Epps 2003), que «suprime las diferencias respecto a la otre-
dad interna y transatlántica»14 , con la consiguiente reivindicación de otro
hispanismo que haga de la disciplina el lugar de encuentro para la coexis-
tencia abierta, plural y equitativa de las diferentes culturas que se desarro-
llan y existen hoy dentro del Estado español y en Hispanoamérica (Resina
apud Cornejo & Villamandos 2011: 13).
La verdad es que impresiona comprobar que lo que a muchos hispanistas
les parece una amable afición y un pacífico quehacer (el hispanismo) puede
desencadenar tanto encono y violencia a la hora de plantear y analizar una
«crisis del hispanismo» y en la retórica que acompaña. De «Desolación y
miseria del hispanismo » se ha hablado (Loureiro 1995), de «siete tesis contra
el hispanismo» es autor Eduardo Subirats (2004) y se ha llegado a denunciar
además del «sistema patriarcal, heteronormativo y logocéntrico» del espa-
ñol, un hispanismo incapaz de desarrollar un corpus teórico «en español
propio y de prestigio» (Cornejo & Villamandos 2011: 12) y hasta el «carácter
trasnochado y obsoleto del concepto mismo»15 .

13 Cfr., p. e., Nuevo hispanismo. Revista crítica de literatura y sociedad publicada por la Univer-
sidad Internacional Menéndez Pelayo a partir de 1982, de corta vida. Cfr. Álvarez León (2011)
o Nuevos caminos del hispanismo (2010), título de las Actas del XVI congreso de la AIH, celebrado
en París, en 2007.
14 Dicha «otredad» justifica la existencia de líneas de estudio e investigación específicas
sobre sub- u otras áreas culturales como Cataluña, Galicia, Perú, etc. A un «nuevo hispanismo
plural» se refiere Víctor Fuentes a propósito de Xoán González Millán (2007).
15 Cfr. «outmoded idea based on essentialist, ideologically driven, and Spain-centric notions that
will ultimaly do more to divide than to promote» (Shumway apud Cornejo & Villamandos 2011: 13).

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Muchos de estos cuestionamientos tienen que ver, por supuesto, con el


relativo desfase que casi siempre se puede observar entre la evolución del
propio objeto de estudio y la evolución de la disciplina ya que como recor-
daba Américo Castro en 1929 en un discurso leído en francés: «l’hispanisme
a évolué avec la nature de l’objet qui lui fournissait son thème» (1929: 34) y
no pocas consecuencias sobre las orientaciones del hispanismo ha tenido
la creciente pregnancia de lo hispanoamericano vs la tradición española y
“europea” y también la nueva organización del Estado español.
Con el paso del tiempo, el objeto de estudio se ha hecho cada vez más
abierto, dinámico y procesal, y se han dignificado aspectos marginales y
minorizados (formas literarias, culturas y lenguas). Al mismo tiempo, ha
evolucionado la perspectiva desde la que se enfocan los objetos de estudio;
en la lingüística hispánica tradicional, por ejemplo, el contacto entre len-
guas se concebía como mero trasvase de formas, mientras que en los nuevos
enfoques se han abierto las fronteras a otras disciplinas, como las ciencias
sociales (Zimmermann 2010). Todo esto ha derivado en la adopción de un
nuevo paradigma de pluralismo e hibridez.
A propósito del estatuto de lo hispanoamericano dentro del hispanis-
mo16, conviene tener en cuenta las relaciones entre las antiguas colonias y
la antigua potencia colonial –la «madre patria»– y todo el lastre de muchos
años de afirmación/imposición de una hispanidad o de una percepción muy
ideológica e imperialista del hispanismo concebido como

articulación de una sociedad transnacional sostenida en una identidad cul-


tural, basada en el idioma, la religión, la historia y las costumbres o usos
sociales; una comunidad imaginada que reunía España con el conjunto de
las repúblicas americanas, otorgándole a la antigua metrópoli un puesto al
menos de primogenitura cuando no de ascendente bajo la muy extendida
expresión de Madre Patria (Sepúlveda Muñoz apud Vila Vilar 2012: 29).

Esta visión o concepción del hispanismo que remite a una situación


histórica factualmente superada17, se ve que, además de unos pertinaces
recelos, tiene por consecuencia la muy limitada incorporación de los his-
pano-americanos en el hispanismo, por su escasa conciencia de ser hispa-
nistas y una tendencia a la autoexclusión, menos en Argentina y tal vez en
México, cuando de estudios relacionados con la cultura hispánica clásica
se trata.
Algo parecido puede observarse en las más o menos conflictivas rela-
ciones entre algunas comunidades culturales de España y la cultura «es-

16 Conste que existe un hispanoamericanismo que se reivindica como tal.


17 Cfr., sin embargo, Caballé & Pope (2014) donde parece privilegiarse el interés de los hispa-
nistas norteamericanos por España.

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pañola», con una marcada tendencia a la diferenciación dentro del propio


hispanismo y la fundación de asociaciones específicas de estudios catala-
nes, gallegos, etc.
Como consecuencia global de estas críticas más o menos convergentes,
de «las ideologías que subyacen » (Cornejo & Villamandos 2011: 19), se reivin-
dica para el hispanismo un nuevo paradigma que dé cabida a la diversidad
y heterogeneidad » (Cornejo & Villamandos 2011: 1) y también abandonar de
hecho el acuñado concepto de hispanismo para adoptar una denominación
más pragmática pero también de alcance mucho más limitado, como estu-
dios hispánicos o, con la voluntad de incluir unas áreas no hispanófonas,
ibéricos18, incluidas las lenguas y culturas de contacto y de migración.
Sin querer minimizar esa «crisis del hispanismo», tal vez convenga, no
obstante, relacionarla con unas evoluciones más generales.
Observar, por ejemplo, que de contribuidores natos al acervo crítico y
erudito, los hispanismos «de fuera» han pasado a ser meros colaboradores,
al afirmarse España y la investigación española y la de muchos países hispa-
noamericanos dentro del concierto científico hispanista. De un hispanismo
de sustitución se ha llegado a un hispanismo de cooperación (Botrel 2006),
lo cual no quita que siga haciendo falta una perspectiva «desde fuera» como
bien recuerda Morales Moya (apud Álvarez Barrientos 2011: 185).
Observar también que la «crisis del hispanismo» se ha de relacionar con
la crisis de las humanidades y con los efectos de la globalización.
Para el hispanismo, la crisis general de las humanidades (de «debacle»
hablan los más pesimistas –Talens 2003) se ve como acentuada por la per-
tinaz inferioridad y dependencia de la disciplina con respecto a las disci-
plinas dominantes en el establishment universitario (los estudios literarios
e históricos, por ejemplo) o a las corrientes más o menos innovadoras que
marcan la pauta intelectual como el tema del canon, del género, de lo margi-
nal, pero también propios de tal o cual Estado o país (por el plurilingüismo
o la pluriculturalidad como en la península ibérica o en Estados Unidos) y
de tal o cual sistema académico (los cultural studies «dominantes» en la uni-
versidades norteamericanas, por ejemplo (véase Labany 2007).
También son de tener en cuenta los efectos de la globalización señala-
dos por Gonzalo Navajas (2002: 6) y Jenaro Talens (2003)19, con la pérdida
de identidad o su reconstrucción con relación al mundo anglosajón que
acarrea la competencia que este le hace al hispanismo en muchos ámbitos,

18 Cfr., por ejemplo, Del hispanismo a los estudios hispánicos (Resina 2009), los dos volúmenes
dirigidos por Pérez Isasi (2013, 2017) o el International Journal of Iberian Studies.
19 «Nos movemos en entramados de redes y no en compartimentos estancos», escribe Talens
(2003).

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incluso lingüísticos20, causa de muchas dificultades y de una «pérdida de


aura» (Pope 2003: 6).
No todas estas observaciones y críticas pueden aplicarse a todos los his-
panismos, ni en muchos puntos al propio hispanismo “oficial”: obsérvese
que tienen mucho que ver con el hispanismo norteamericano y la “hispa-
nización” de muchos hispanistas “de fuera”, cada vez más oriundos de Es-
paña e Hispanoamérica21, y no se puede esperar que la situación actual del
hispanismo y la percepción de una eventual crisis sea uniforme; depende
de las distintas tradiciones y expectativas de los distintos hispanismos: el
hispanismo serbio, egipcio o guineoecuatoriano (Boleká 2018) no tendrán
las mismas características o preocupaciones que el hispanismo estadouni-
dense y un hispanismo emergente privilegiará la enseñanza de la lengua (no
desconectada de un entorno cultural, económico, etc.), antes de que se cons-
tituya una línea de investigación parecida a las de los hispanismos asenta-
dos (Zdzislaw 2012) y, sin embargo, pertenecen al hispanismo, dialogan con
los demás hispanismos22. Conste que para el hispanismo, la elaboración de
un diccionario pragmático español-árabe o la publicación de estudios sobre
los particularismos del español hablado en contextos plurilingües subsa-
harianos pueden tener tanta o más relevancia que una enésima edición del
Quijote.
Tantas interrogaciones a propósito del hispanismo «actual», como ya de-
cía Dámaso Alonso en 1965, del hispanismo «que viene» o de los «nouveaux
chemins de l’hispanisme»23 ¿serán, como sugiere Pozuelo (2003) un «paso

20 «El inglés se ha constituido paradójicamente en el vehículo fundamental de los escritos


críticos y teóricos del hispanismo contemporáneo, peninsular y latinonamericano y en
la universidad norteamericana se privilegian las publicaciones en inglés en editoriales
universitarias norteamericanas», observan Cornejo y Villamandos (2011: 19-20). Pero Culture
& History Digital Journal es una revista del Instituto de Historia del Consejo Superior de
Investigación Científica (CSIC) español y en su n° 7 dedicado a Cultural imaginaries in post-war
and spanish exile of 1939 se recogen, por ejemplo, contribuciones en inglés de Francisco Javier
Dosil, Consuelo Naranjo, Manuel Aznar, Dolores Fernández-Martínez, etc. El español es
una de las pocas lenguas que mantiene su vigencia como lengua de publicación en contextos
internacionales, aunque el inglés ha ido ganando terreno sobre todo entre los hispanistas
más jóvenes. Según observa Johannes Kabatek (Diez aspectos…), sin embargo, los hispanistas
elevarían más el prestigio del español en la comunicación científica participando más en foros
anglófonos. Por su parte, Angel López García (2010: 193) subraya la inadecuación del español
como lengua de la ciencia, junto con su avance como lengua vehicular complementaria en los
negocios.
21 Llama la atención el que la mayor parte de los colaboradores en el volumen dirigido por
Cornejo & Villamandos (2011) sea universitarios estadounidenses de origen español o hispa-
noamericano. Otra sensación se desprende del libro de García Cárcel y Serrano Martín dedi-
cado a los hispanistas franceses de raíz española (2009).
22 Véase, por ejemplo, el proyecto cultural y de investigación Casa de África, fundado en
1997, y la celebración, en 2017, de las II Jornadas de Literaturas Hispanoafroamericanas. Del Medi-
terráneo al Pacífico (cfr. http://casa-de-africa.blogspot.com/p/inicio.html).
23 Título del seminario anunciado por la Casa de Velázquez (16-17.10.2018) donde el hispa-

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más en la dialéctica de la evolución de la disciplina»? Lo cierto es que el his-


panismo no peca por excesos de debates sobre su esencia y entre las vehemen-
tes tesis de Subirats se puede encontrar una recomendación muy sensata: «el
nuevo hispanismo debería examinar sus propias limitaciones conceptuales
y sus desfallecientes proyectos para revisar reflexivamente su pasado y abrir
una alternativa original para el futuro» (2004: 163).
Al hispanismo le conviene no quedarse varado y como ensimismado24 en
una «cómoda y halagüeña insularidad», seguir evolucionando, adaptándose
si cabe a unas nuevas condiciones y situaciones, y desenmismarse para todos
los efectos (Botrel 2007).
En un momento en el que el hispanismo por muy “en crisis” que esté,
goza de una envidiable salud y muestra una vitalidad que no se puede
ignorar, conviene tomar conciencia de los límites de un hispanismo estricta
o mayoritariamente filológico y clásico y ampliar la relación del hispanismo
con otras disciplinas académicas, pero también, tal vez, “salir del estrecho
círculo académico”, tomando en cuenta la utilidad social y económica del
hispanismo y los avances tecnológicos, sin renunciar, por supuesto, a su
crítica; tener conciencia del peligro de una desconexión entre la tradición
universitaria y las expectativas de la sociedad25 y abogar por un hispanismo
«comprometido con su momento histórico y su función crítica» (Cornejo &
Villamandos 2011: 16), por una disciplina «abierta y dinámica, basada en un
diálogo interdisciplinar, textual y teórico, y con unas fronteras cada vez más
porosas y precarias» desde una posición necesariamente «híbrida y dialógica».
Con esta saludable reflexión sobre lo que es el hispanismo, la pretensión
no es establecer un nuevo paradigma que resultaría de un hipotético “des-
centramiento” con respecto a otro paradigma «centrado en la cultura elevada
y una idea nacional preestablecida, un canon rígido y una teoría inflexible»
(Cornejo & Villamandos 2011: 15), pero sí abogar por un hispanismo no hege-
mónico ni unívoco, sino abierto, plural y al mismo tiempo crítico y combativo;
podría decirse: emprendedor.
Y sobre todo fomentar y fortalecer la conciencia de lo que es ser hispanis-
ta; de lo que es obrar como hispanista, al margen de las categorías académi-
cas, habida cuenta de que, si aceptamos el reto de la interdisciplinariedad,
la identidad de un estudioso no tiene por qué ser monolítica, sino más bien
flexible y abarcadora.

nista queda definido como «tout chercheur travaillant sur des thématiques liées à l’Espagne
et à l’Amérique latine comme espaces linguistiques, comme entités géographiques, comme
constructions historiques et culturelles».
24 Cfr. Luisa Elena Delgado (2004: 7). Un hispanismo «absorto y solipsista», según Cornejo
& Villamandos 2011.
25 «ajeno a la sociedad contemporánea de la que dice hacerse eco» (Cornejo & Villamandos
2011).

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