Historia Del Ejercito de Chile Tomo 01 Compressed
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DEL
EJERCITO DE CHILE
TOMO 1
EL EJERCITO DEL REINO DE CHILE
1603 - 1810
(Edición corregida 1980 %3)-
ESTADO MAYOR GENERAL DEL EJERCITO
HISTORIA DEL EJERCITO DE CHILE
PLANIFICACION DE LA OBRA
COORDINADOR GENERAL
Coronel Virgilio Espinoza Palma
Oficial de Estado Mayor, Profesor Militar, Jefe de
Relaciones Internas del Ejército y 20 Vicepresidente de La
Academia de Historia Miütar.
PARTICIPARON EN ESTE TOMO
(1) Enterados los Reyes Católicos de las tierras descubiertas par Cristóbal Colón,
pidieron al Papa Alejandro VI que demarcara los territorias que les pertenecian,
Para precaverse de posibles problemas con la Corona portuguesa. en el futuro. Por
las Bulas Infer Cnetero de 3 y 4 de mayo de 1493, el Papa hizo donación a los
Reyes Católicos Y a sus sucesores en la Corona de Castiiia y de León de las tierras
descubiertas y por descubrir al occidente de una línea tlazada de polo a polo a
100 leguas de las islas del Cabo Verde, con cargo de proveer a la evangelización de
sus naturales. Los portugueses reclamaon a la Corona de Castilla por esta demar-
cación, firmándose finalmente el Tratado de Tordesillas el 7 de junio de 1494.
Por él se modificó la línea papal, disponiéndose que ella pasara a 310 leguas al
oeste de las islas del Cabo Verde. Posteriormente, este Tratado fue ratificada por
el Papa.
movible e indiscutible y su desconocimiento implicaba un acto de
rebelión. En esta forma el Rey podía mantener bajo su jurisdicción
todos los territorios en los que actuara el español.
En cuanto al aspecto militar, la autoridad también era centrali-
zada y jerárquica, basada en una disciplina rígida y su jefe ostenta-
ba el titulo de Capitán General.
Si en el aspecto del mando político y militar había unidad,
ésta no existía en cuanto al financiamiento de la empresa. Su cons-
titución económica era un proceso posterior a la creación de la
jefatura y comenzaba con el pregón de las capitulaciones o provi-
siones en las calles y plazas de ciudades españolas o indianas, para
reclutar gente. El jefe de la empresa era sólo un participante eco-
nómico más de ella; por lo general se hacía cargo de aportar los
elementos vitales, como víveres, cañones, municiones, etc. ' h s sol-
dados que se incorporaban, podían hacerlo a su propia costa o con
armas suministradas por el jefe, las cuales pagaban con la parte
correspondiente de su botín. La participación económica era de
diferentes tipos. Había desde el simple peón que se incorporaba,
con sus armas; el que llevaba armas y caballos; el que se incor-
poraba con soldados armados a sus expensas (como fue el caso de
Francisco de Aguirre en la empresa de Pedro de Valdivia a la Nue-
va Toledo); el que aportaba partes vitales a la empresa, tales como
víveres e instrumentos; o el que venía con una embarcación de su
propiedad. Finalmente, los beneficios de la empresa se repartían
de acuerdo con el grado de participación de cada uno. Podemos
decir que la empresa de Indias, en su aspecto económico, era "una
sociedad contractual entre un gran número de miembros a quienes
se repartía beneficios proporcionalmente a su grado de participa-
ción" (2).
Mucho se ha dicho que el motivo principal que tuvo el con-
quistador para venir a estas tierras fue la búsqueda y dominio de
territorios, muchas veces mitológicos, pletóricos de oro; recorde-
(2) Meza Villalobos, Néstoi. Estudios sobre la Conquista de América. Santiago, Edl
torial Univeisitaria, 1971, pág. 36.
mos la leyenda de El Dorado. Pero esta apreciación cae fácilmente
cuando constatamos que estos mitos y leyendas persistieron hasta
el siglo XVIII y que el impulso de conquista terminó al promediar
el siglo XVI. Podemos afirmar que el motivo vital que movió a los
jefes de empresas fue el deseo de dominio y ascenso social y que la
riqueza era sólo el medio para lograrlo.
"La riqueza del capitán de conquista está destinada a satisfacer
fines extraeco~iómicos,ajenos a la creación de nuevos valores eco-
nómicos: es un medio para alcanzar un fin político y social, poder
y honra -que sólo es posible mediante la conquista de un terri-
torio. La riqueza es el medio para alcanzarlo y sostenerlo... El capi-
tán de conquista busca la riqueza para alcanzar poder y posición
social y no poder para incrementar la riqueza" (3).
Esto queda claramente establecido por las palabras de Pedro de
Valdivia en una d e sus cartas al Emperador Carlos V:
(6) Oñat, Roberto y Carlos Roa, Régimen legal del Ejército en el Reina de Chile San-
tiago, Editorial del Pacifico, S.A., 1953.
Quedaron, por un lado, los criollos de raza blanca y los mestizos
con europea. Estos mestizos formaron la gran mayoría del pueblo
chileno. Ellos heredaron las notables vutudes militares del arauca-
no y del soldado español; virtudes que demostraron en las intermi-
nables campañas de Arauco, peleando codo a codo con sus proge-
nitores los españoles; luchando, más adelante, en las campañas de
la Independencia, en la Expedición Libertadora del Perú, en el
conflicto contra la Confederación Peni-boliviana y en la Guerra del
Pacifico.
Este proceso de mestizaje no se dio en los demás países de
América española. En México, Colombia, Perú y Bolivia, después
de una corta campana militar, las grandes masas de indígenas se
sometieron dócilmente, lo que permitió conservar hasta nuestros
días la numerosa población indígena.
Enorme importancia adquiere en la formación del mestizaje el
admapy que era "el conjunto de creencias, supersticiones, cos-
tumbres, tradiciones y. especialmente, las normas que reglaban la
conducta".
Obedeciendo a él, la mapuche casada prefería darse muerte
antes de entregarse; pero las solteras, que no estaban inhibidas por
esas prescripciones, rechazaban la posesión sólo por odio al inva-
sor; mas, cuando eran fecundadas, daban a luz dentro de sus pro-
pias tribus unos hijos mestizos que se fundían psicológicamente
con la raza de su madre, a pesar de que mostraban claramente los
rasgos antropológicos del padre español.
Sin embargo, el cruzamiento de las sangres araucana y española
no sólo siguió esa vía. El guerrero mapuche buscaba a la hembra
blanca con la misma avidez que la india chincha-chilena al varón
peninsular. En cada incursión y en cada ataque a fuertes o ciuda-
des, el botín predilecto de los combatientes araucanos eran las
mujeres españolas o las mestizas rubias, a quienes ocultaban en
lugares remotos fuera del alcance de los conquistadores. Otra for-
ma de aporte a esta fusión de razas fue la deserción. Son numero-
sos los casos de soldados espafíoles, mestizos, e incluso mujeres
blancas que, apremiados por el hambre en los interminables sitios
a los fuertcs, prefirieron pasarse al campo indio, en procura de
comida y constituyeron allí sus familias.
Como es natural, a medida que la colonización avanzaba, el
elemento.nativo, producto del cruce de europeos e indígenas, fue
en aumento hasta formar nuestro pueblo, que tuvo desde sus
comienzos, características distintas a otros del mismo origenen
Hispmoaniérica. Esto se debió a que tal amalgaiiia se realizó en el
crisol de la guerra, con especial intervención de la mujer aborigen.
Ella imprimió un sello particular a este pueblo y la raza que resul-
tó creció a la sombra de una cruz hecha con la iiiadera del canelo,
el árbol sagrado del mapuche.
El espaíiol, que vivia constantemente ocupado eii los asuntos
de la guerra, no estuvo en condiciones de dirigir la formación de
sus hijos. Fue la madre indígena quien tuvo a cargo esta tarea, de
acuerdo a los preceptos del admapu, a pesar dc que el conquista-
dor entregó su instrucción cristiana a la Iglesia. la que trat6 de
borrar de su alma las supersticiones y creencias en que hasta ese
entonces había vivido.
B. EL PUEBLO ARAUCANO
(7) González de Nájera, Alonso. Desengaño y Reparo de la Guerra del Reino de Chile
Santiago, lmprentaErcüLi, 1889. Rel. 111, págs. 48 Y 49.
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Pedro de Valdiia
CAMPAÑA DE PEDRO DE VALDWIA
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Ejercito de Chile. EMGE.
Una vez que los padres les estimaban aptos para la instrucción
militar, comenzaba su aprendizaje en el manejo de las armas, pn-
mero en forma particular y luego en equipos, donde eran objeto de
la más rígida disciplina. Así se iniciaban en el uso de la honda y del
arco, cuyo dominio debía permitirles cazar un ave en pleno vuelo.
Después venía el empleo de la lanza, tanto en la lucha cuerpo a
cuerpo como en el lanzamiento a distancia. Finalmente, a medida
que el incremento muscular lo permitía, se adiestraban en la prác-
tica de la macana y de la maza.
Cuando el mozo rendía satisfactoriamente las pruebas de resis-
tencia, destreza, valor y demás cualidades que se le exigían, era
admitido en el grupo militar de los "conas".
( 8 ) Lautaro. Mocetón araucano, sirviente del Gobernador Pedro de Valdivia que con
el nombre de Alonso, desempeñó el puesto de caballerizo. Huyó del campo espa-
601 y se incorporó a los mapuches, a quienes enseñó la forma de resistir a la caba-
llería hispana. Creó nuevas tácticas para combatir a sus adversarios, atacando en
sucesivos pelotones y guardando una reserva para el fmal del combate. Venció a
Valdivia en Tucapel y le dio muerte; a Francisco de Villapa en Maripüeiíu, siendo
vencido y muerto, a suvee, en d Combate dePeteroa.
destinados a cumplir una misión de histórica trascetidencia para
con su pueblo.
(9) Pedro de Vaidivia (1500-1554). Nació en Extremadura. A los 19 años entrá a ser-
vir en el Ejército español. Peleó en Flandes, Italia y prticipó en la batalla de
Pavia, bajo el manda del Maques de Pescara. Sirvió en Venezuela y en el Perú a
la3 Órdenes de Francisco Pizarro. En 1540 marchó a conquistar Chile y fundó la
ciudad de Santiago (12-11-1541)y otras ciudades. Fue el primer Gobernador de
(nile y combatió contra los mapuches capitaneados por Lautaro. Logró vencer en
algunos.combates y fuialmente fue vencida y muerto en Tucapel en 1554.
a los compañeros y amigos de cuya mantención se hacia cargo,
indios e indias de servicio, esclavos, armas, caballos para si y los
suyos, provisiones de boca y algiin ganado lanar para su manuten-
ción. Eran especies de pequefios señores feudales que sentaban a
su mesa a no pocos soldados.
Cuando las distintas partidas se ponían a las órdenes del capi-
tán de la expedición, se comprometían a guardar las reglas de la
disciplina, aunque mantenían bastante independencia, convirtién-
dose más en camaradas de sus jefes que en subordinados. Tal orga-
nízación daba mucha importancia a cada soldado y hacía posible
llevar a cabo algunas incursiones, toda vez que el Ejército, al igual
que las partidas, se procuraba la vida saqueando el país y despo-
jando a sus desgraciados habitantes.
Debieron haber acompafiado a Valdivia, además de los ciento
cincuenta españoles, unos mil y anaconas sacados del Perú. Aquellos
infelices eran bestias de carga que recibían menos cuidados que los
caballos y mulas. Don Crescente Errázuizuriz calculaba que murieron
en el camino no menos de doscientos de estos indios amigos, ade-
más de cuatrocientos que se fugaron a la altura de Coquimbo.
Sin embargo, la llegada de Valdivia y sus huestes al valle del
Mapocho debió haber sido pintoresca. Además de los soldados,
siete frailes mercedanos y una mujer blanca, Inés Suárez. Más
atrás, una turba de indios polvorientos, sus mujeres y los niños,
todos a pie, más gallinas, cerdos y caballos, que proporcionaban a
la cohmna un aspecto de éxodo bíblico.
Pero esos escasos guerreros montados constituían una enorme
fuerza militar, de gran rendimiento en la matanza contra las hordas
indisciplinadas y desarmadas de los indios. La agilidad con que se
movía el jinete era de vital importancia, ya que, empleando la lan-
za o la espada, podía herir o matar a varios enemigos en un minuto.
En cambio, el empleo del arcabuz era lentísimo, pues debido a
su gran peso había que afirmar el cafión en una horquilla y luego
encender la mecha. La faena de carga, entre tiro y tiro, tomaba
varios minutos; además, se corría el riesgo de que si llovía se moja-
ra la cuerda, inutilizando el arma. No obstante, a corta distancia
era mortífero y producía gran pavor entre los indios por la violen-
cia del estampido y el fogonazo.
Capitanes, tenientes y
alféreces Oficiales.
Sargentos y cabos Suboficiales
Trompetas y soldados Idem.
(10) Toro Dáuila, Agustín. Sinlesir Histórico Militar ,de Chile. S a n t i a ~ a Editorial
, Un<
versitsria, 1976.
Como servicios anexos existían los de Justicia Militar, Religie
so y Administrativo.
A poco de fundar la capital del Reino, Santiago del Nuevo
Extremo, Valdivia creó otras ciudades que, en un comienzo,
fueron meros fuertes, guarnecidos por algunos soldados colonos,
cuya misión era desarrollar la vida en la zona ocupada y mantener-
la protegida de los indios. Estos hombres, que acompailaban a
Valdivia, eran a la vez soldados y encomenderos. Manejaban las
armas por necesidad y empufiaban la esteva del arado o dirigían el
trabajo de los indios de su encomienda, cuando no había combate.
No puede hablarse, por ello, de fuerzas organizadas en la expe-
dición de Valdivia. Eran sólo aventureros que conformaban una
empresa de conquista. No obstante, con esta gente incursionó por
el territorio de los araucanos y logró algunos éxitos que le ani-
maron a continuar. Pero no advirtió a tiempo que había disemina-
do sus escasas fuerzas en un gran territorio y que esos indios, mas
allá del Bfo-Bío, eran diferentes a los que había conocido; ni
tampoco supo que en la maraña de la cordillera de Nahuelbuta
había surgido un nuevo caudillo, Lautaro, cuya organización y
estrategia pondrían fin a sus ambiciones y a sus días.
E. EL LEGADO DE LAUTARO
(11) Francisco de Villagra (1512-1563). Natural del Reino de León. En su juventud fue
paje del conde de Bavavente y de la marquesa de Astorga. Sirvió en el Ejército
español e hizo la campana de Túnez. En 1537 se embarcó para el Perú donde com-
batió contra los indios rnojos con Pedro Candia y contra los chriguanas can Diego
de Rojas. Llegó a Chile con Valdivia y lo reemplazó en la Gobernación a su muer-
te. El rey le nombró Gobernador de Chile en 1558. Fue el vencedor de Lautaro en
Peteroa.
(12) Téllez, lndalicio. Una Raza Militar. Santiago, Imprenta La Sud América, 1944,
pág. 45.
A la superioridad de las armas españolas, opuso la ventaja
numérica de su gente y les hizo combatir por escuadrones sucesi-
vos, que llegaban al campo con renovados bríos, hasta conseguir el
agotamiento total de soldados y caballos enemigos. Creó la aten-
ción de los heridos que se retiraban de la acción hacia lugares pre-
vistos, donde eran curados por sus mujeres.
Ideó el sistema de formación de piqueros en tres líneas, con
cien o doscientos hombres de frente que constituían una muralla
infranqueable, erizada de púas clavadas en tierra, capaz de destruir
cualquiera carga de caballería. Este tipo de formación fue usado
por Alejandro Magno con sus falanges macedónicas el año 334
A.C., contra los persas.
Combirii, la formación de piqueros en línea con el ataque de
los honderos por los flancos. Los honderos, como cuerpo militar,
fueron usados por Anibal contra los romanos el año 21 1 A.C.
¿Cómo pudo conocer Lautaro estas tácticas?
Imaginó y enseñó a sus soldados el arte del mimetismo y de
avanzar en sigilo, confundiéndose con la naturaleza, sin descubrir
su presencia. En muchas ocasiones, cuidadosamente ocultos,
dejaron pasar a los españoles para atacar sorpresivamente su reta-
guardia.
Convenció a sus naturales de que la propia retirada no era
cobardía, sino que podía usarse como un ardid, cuidando siempre
de retroceder por lugares estudiados de antemano.
Estableció el procedimiento de explorar los terrenos antes del
combate y siempre él escogió el campo de batalla, lo que le permi-
tió realizar los planes que había ideado, aprovechando el lugar con
maestría.
. .
- , . REFERENCIAS
, MAPUCHES 5.000
' ' ESPAROLES 50
Elército de Chile EMGE
fue intentado por el Virrey del Perú Andrés Hurtado de Mendoza,
Marqués de Cañete, al enviar a su hijo don García, al mando de
una fuerte expedición.
"A fines de 1556, había reunido en Lima más de 500 caballos
y no menos de 450 soldados" ( 13). Además, por cuenta del tesoro
real, se acumularon grandes cantidades de armas, municiones y
todo género de elementos bélicos.
Antes de iniciar el cruce del Bio-Bío y tras haber sufrido el
ataque al fuerte de San Luis, García Hurtado de Mendoza (14)
logró reunir alrededor de quinientos soldados españoles, cuatro mil
indios amigos y mil caballos (lS), que organizó de la siguiente
manera:
(13) Encina, Francisco Antonio. Historia de Chüe, desde la prehistoria hasta 1891.
Santiago,Editorial Nascimento, 1947. Tomo i,pág. 487.
(14) Garcia Hurtado de Mendoza (1535-1609). Natural de Cuenca. Segundo hijo del
Marqués de Cañete. Gobernador de Chile, designado por su padre el Virrey del
Perh Andrés Hurtado de Mendoza Combati.6 contra los araucuio3. a l a que vtn-
ció en Lagunalas, Millaiapue y Quiapo. Fundó algunas c ~ d a d e en
s Chile y fue
relwado por ei Rey en 1560. Fue más tarde Viney del P ~ N Bajo
. su Gobierno,
Ladrüiero exploró y tomó posesión para Chile del. Estredto de Magaüaneg Su ad-
ministración se caracterizó por au actividad.
(15) ErrázuriE, Crescente. Don García Hurtado de Mmdozs. Santhgo, Imprenta Uni-
versitaria, 1914, págs. 135 y 136.
Alférez a cargo de los
arcabuceros a caballo Pedro del Castillo
Capitán de Artilleria Francisco Alvarez de Berrío
Reemplazante del alférez
General (por su edad) Juan Jufré
(16) Téuez, Indalicio. Historia Militar de Chile. Santiago, Imprenta del Ministerio de
Guerra, 1931, pág. 112.
(17) Declaración do Martin de Guzmán en la cobranza de servicios de don García de
Mendoza y Manrique. (XXVII, 114).
(18) Góngora Marrnolejo, Alonso de. Historia de Chile desde su Descubrimiento hasta
1575. Madrid, Imprenta de la Real Academia de Historia, 1852.
ticaran una abertura y lograran atacar a los indios por la retaguar-
dia que habían descuidado. Quiapo fue la última acción de impor-
tancia que ocurrió durante el Gobierno de García Hurtado de Men-
doza, quien se retiró de Chile convencido de haber pacificado to-
talmente la Araucanía.
Sin embargo, en la segunda rebelión del pueblo mapuche en
1561, los espafioles sufrieron una desastrosa derrota en Lincoya y
los indios mantuvieron su enconada resistencia durante el transcur-
so de los &os sin que la Corona se decidiera a crear una organiza-
ción militar estable.
F: ARAUCO
REFERENCIAS
MAPUCBES 5.OW
ESPAROLES 180 h. y 6 cañones
Ejército de Chile. EMGE.
Francisco de Villagra
Museo Histórico Nacional
CAPITULO 11
(20) Maloias = incursiones que hacian los españoles contra los araucanos
Malones = las que hacían los araucanos contra los españoles.
52
armas, cambiando. las batallas campales por la guerrilla de monto-
neras en las que eran hábiles artífices de argucias y estratagemas.
Cada ataque sorpresivo les aportaba una nueva cantidad de elemen-
tos bélicos, especialmente caballos, hasta llegar a poseer una caba-
llería más numerosa y mejor que la castellana.
González de Nájera informa al Rey que los indios "acostum-
bran en campaña no menos de dos y tres mil caballos y haciendo
algún esfuerzo, aún los llegan a los cuatro mil; y que a su respecto
es muy inferior el número de los que tienen los nuestros, pues
ordinariamente, campeando los veranos, no juntan más de cuatro-
cientos; y en caso que se reforzasen (para lo cual será necesario
sacar los pocos de la guardia y guarniciones que tienen en algunos
fuertes) no pasarían de seiscientos, porque se han ido disminuyen-
d o en los nuesttos, al paso que en los indios se han ido aumentan-
do" (21 ).
Las cabalgaduras españolas servían no sólo para la guerra, sino
también para el transporte y la carga. Las tropas que partían de'la
capital debían recorrer más de cien leguas de trabajoso camino y
cruzar nueve ríos para llegar hasta el teatro de operaciones, donde
se enfrentaban a enemigos montados en caballos frescos y bien
alimentados.
El nombramiento de Martín García Oñez de Loyola como
Gobernador, no fue el más atinado para los momentos que Chile
vivía en esos Últimos años del siglo XVI. Siendo un militar valeroso,
de gran corrección y dignidad, carecía de la astucia y perspicacia
para luchar contra los araucanos.
Lleno de ingenuidad y candidez, inició una campafia de paci-
ficación, tratando de atraer a los indios con halagos y presentes.
Cuando hacia prisioneros, los devolvia a sus tierras cargados de
herramientas para el trabajo agrícola, cuchillos, hachas, comida y
vestidos. En esta forma, durante cuatro a cinco años, fue aportan-
do todo l o necesario para la gran sublevación que los mapuches
(22) Eyzagui~re, Jaime. Historia de Chile. Santiago, Empresa Editora Zigzag, S.A.,
1973. Tomo1, pág. 96.
(23) Encina, Francisco Antonio. Obra citada. Tomo 11, pág. 155.
García Hurtado de Mendoza
Museo Histódco Nadond
CAMPARA DE GARCIA HURTADO DE MENDOZA - 1557
REFERENCIAS
MAPUCHES 3.000
ESPAROLES 600
Cjercito de Chüc. EMGE.
"Curalaba sorprendió a los españoles agotados material y
moralmente y a los mapuches, en el máximum de eficiencia militar
que hasta ese momento habían alcanzado..." (24).
Estos graves sucesos movieron a la Corona a confiar el Gobier-
no del Reino de Chile a un jefe militar de especial capacidad para
el mando y la conducción, capaz de llevar a cabo la pacificación
del Arauco indómito. Pidió, pues, al Consejo de Indias que le pro-
pusiera el profesional más indicado para el caso. El Consejo con-
sultó al más connotado general de los tercios españoles, el Duque
de Fuentes y éste recomendó a uno de sus mejores oficiales: el
Sargento Mayor Alonso de Ribera (25). En 1599, cuando Felipe 111
le confió el honroso cargo, contaba este con unos 40 años de edad
y 24 años de relevantes servicios en las guerras de Flandes y de
Francia. Su nombre aparecía ligado a los hechos más heroicos en
Chatelet, Dourlens, Cambrai, Calais, Huls, Maestrich, Amberes,
Corbeil y Chapelle. Era, además, de una cultura sobresaliente para
su época y que., n o satisfecho con su preparación profesional,
había profundizado en el conocimiento de las matemáticas.
"Jamás el Rey había enviado a" sus lejanas posesiones de
América un soldado que poseyera antecedentes militares más dis-
tinguidos y mejor comprobados" ( 2 6 ) .
Ribera partió de Sevilla en 1600 y a su paso por Panamá se
detuvo a conversar con el ex Gobernador de Chile Alonso de
(24) Encina, Francisco ~ n t o n i o Obra
. citada. Tomo 11, pág. 156.
(25) Alonso de Ribera y Zambrano (1560-1617). Nació en Ubeda, Andalucía. Militar
desde muy joven, sirvió en numerosas campañas a las Órdenes de los mejores cap<
tanes de España, en Flandes, la Armada Invencible, y en Francia en 1590, 1594 y
1595, bajo el mando de Alejandro Farnesio, distinguiéndose en numerosas batallas -
y sitios de fortalezas.
En 1599 Felipe 111 lo designa Gobernador de Chile, donde arriba en 1600. Se le
considera el creador del Ejército de Chile, por haber sido quien concibió y consi-
guió del Monarca la fomacián de una f u e a a permanente, para guarnecer los fuer-
tes de la Frontera del Bío-Bío. Reemplazado en su cargo en 1605, volvió a ser
Gobernador desde 1610 a 1617. Hizo numerosas campañas contra los mapuches y
le tocó poner en práctica el plan del padre Luis de Valdivia, en la llamada Guerra
Defensiva. Falleció el 19 de marzo de 1617, habiendo sido uno de los mejores
Gobernadores de Chile.
(26) Barros Arana, Diego. Historia General de Chile. Santiago, Editorial Nascirnento,
1931. Tomo 111, pág. 367.
Sotomayor. Este se adelantó a informarlo ampliamente sobre la
situación de la Guerra de Arauco y las razones que la hacían inter-
minable.
El nltevo Gobernador y Capitán General desembarcó en
Concepción el 9 de febrero de 1601, con 260 hombres regular-
mente equipados. Empezó pronto a poner en práctica el plan de
operaciones que había concebido en el trayecto entre Panamá y
Chile y que resultó ser completamente distinto al de sus antece-
sores en el mando. Lejos de dtspersar sus fuerzas .en ciudades y
fortalezas en pleno campo enemigo (que las dejaba a merced de la
agresión permanente de la indiada) y en la imposibilidad de recibir
refuerzos, se propuso establecer una línea defensiva en la entrada
de la zona adversaria, a fin de ir penetrando gradualmente en el
corazón de la misma. A la par, con cada avance iríanse instalando
los fuertes destinados a afianzar las conquistas, de modo que
quedara siempre a la espalda la zona definitivamente pacificada.
Comprendió, en otras palabras, que el mayor error cometido
por sus antecesores había sido el dispersar sus fuerzas en tan vasto
y accidentado territorio. Y es así como, en vez de obedecer la
orden del Virrey de desembarcar en Valdivia a fin de socorrer a
Osorno, La Imperiai y Villarrica, prefirió hacerlo en Concepción.
Su aguda inteligencia le había hecho comprender que era indispen-
sable establecer una línea defensiva en el rio Bio-Bio, con miras a
evitar que los mapuches lo cruzaran, con el propbsito de caer sobre
Concepción o sobre Chillán. En la región al norte de éstas, los
habitantes podrían dedicarse, tranquilamente, a producir los ali-
mentos que el país tanto necesitaba. Paralelamente, la presencia
del fuerte de Arauco era una verdadera cuña enclavada en terri-
torio indígena y destinada a calmar las rebeldías de las tribus
aborígenes.
(27) Encina, Francisco Antonio. Obra citada. Tomo 11, pág. 338.
(28) Encina, Francisco Antonio. Obra cttada. Tomo 11, pág. 342.
Mientras en campaña, la tropa reposaba, los centinelas olvida-
ban su obligación de estar alertas y se entregaban al sueño w m o en
el mejor de los mundos. No es difícil, pues, explicarse la sangrienta
sorpresa de Curalaba, en diciembre de 1598.
Tampoco se guardaba la disciplina en el combate. "Cuando
(los castellanos) se ven con el enemigo, van tanteando -escribía
Ribera- y si el enemigo huye, lo siguen sin ningún orden ni con-
cierto, sin aguardarse capitán ni oficial, ni hacerse tropa para su
resguardo, ni otra ninguna prevención de soldados y no saber qué
es obediencia".
Panorama tan poco edificante movió al Gobernador a propo-
ner al Rey la creación de un Ejército permanente, numeroso y dis-
ciplinado. Escribió vanas cartas al Monarca; ellas y las constantes
súplicas de los particulares inclinaron a aquél a satisfacer tan apre-
miante necesidad. Efectivamente, por Real Cédula de enero de
1603 el Rey Felipe 111 disponía la creación de un Ejército de
1.500 hombres y hacia saber que pronto enviaría un socorro de
1.O00 soldados. En realidad, sólo fueron enviados 953, a las órde-
nes del Sargento Mayor Luis de Mosquera, debido a las dificulta-
des con que se tropezara en el reclutamiento. De éstos llegaron a
Santiago solamente 400, vía Buenos Aires, a las órdenes de los
Capitanes Pedro de Salinas, Gregorio de Puebla y Alonso Conzh-
lez de Nájera.
La Real Cédula de enero de 1603 autorizaba, asimismo, al
Virrey del Perú a fijar los sueldos que habría de percibir el perso-
nal militar. Para tal efecto el Monarca elevaba a 120 mil ducados
la subvención anual o Real Situado, que debía suministrar el
tesoro real del Virreinato a las fuerzas de Chile.
Con fecha 22 de enero de 1604 el Mandatario dispuso se
diera a conocer por bando tan feliz nueva. "Se hace saber lo
susodicho a los soldados y oficiales -se expresaba en su texto-
para que todos los que quisieran venir a sentar sus plazas debajo
de las dichas reales banderas en la orden que queda dicha, se les
darán los dichos sueldos, conforme a la plaza que cada uno sir-
BATALLA DE PETEROA
29.iV.1557
Ejército d e Chile. EMGE.
viere". Por otra parte y, a través de una Real Céddla posterior
(septiembre de 1604), el Monarca espaiiol tenia a bien fijar los
sueldos de la oficialidad y tropa del flamante Ejército del Reino.
El maestre de campo debía ganar 100 ducados al mes; el sargento
mayor 50; el capitán 50; el teniente y el alférez 20; el sargento 12;
el soldado 10; el cirujano mayor 250 al año; el vicario y capellán
300 al año, etc.
Enorme actividad hubo de desplegar el Goberiiador para orga-
nizar sus tropas. Hizo confeccionar en Santiago una buena canti-
dad de uniformes para los recién llegados, que venían casi desnu-
dos y sin armas. Recogió a todos los soldados que andaban disper-
sos en los alrededores de la capital y consiguió mayores auxilios
del Virrey del Perú.
Ribera tuvo que aplicar mano dura para restaurar la disciplina
y establecer las normas militares, tanto en los cuarteles como en
las campañas. Entre otras cosas, prohibió terminantemente la
entrada de naturales a los cuarteles y, cuando se presentasen en
embajadas a parlamentar, debían ser introducidos a los fuertes con
los ojos vendados, lo que fue un nido golpe para el servicio de
información de los indios. Igualmente, expulsó del Ejército a las
"rabonas o camaradas", que tantos desórdenes causaban.
A fin de no depender de los socorros que el Virrey buenamen-
te le quisiese o pudiese enviar, creó en Chile los medios que se
necesitaban para dar movilidad a las tropas. Estableció las primeras
industrias militares del país. Dispuso que funcionara en Melipilla
un taller para la confección de frazadas, telas burdas y cordellate
(cuero de cabra). En Santiago empleó a todos los artesanos exper-
tos en fabricación y reparación de armas, además de hilanderos,
zapateros, sastres y otros, que se dedicaron a la producción de
uniformes para sus soldados. Montó, también, una curtiduría y los
talleres necesarios para elaborar arreos, arneses, monturas y pren-
das de cuero. En Concepción organizó una fábrica de carretas, para
transportar las provisiones durante las campañas. Todo lo que se
confeccionaba era pagado, haciendo que las industrias desplegaran
inusitada actividad. Así evitaba las derramas, las cuales eran apor-
taciones en especie hechas más o menos en forma voluntaria, por
los pobladores.
Para abastecer a su Ejército, creó haciendas que proporcio-
naran pan, trigo, carne, caballos y otros alimentos. "Dedicó la isla
Santa María y tres estancias, la de Loyola, entre Chillán y Concep-
ción; la de Catentoa, entre el Maule y Chillán; y la de Quillota, a
este fin" (29). "En 1604, cosechó 7.410 fanegas de trigo, 500 de
cebada y 200 de papas. La estancia de Loyola tenia 6.000 ovejas y
la de Longaví 6.000 vacas. Cosechó también cáfiamo, para hacer
cuerda y mechas para los arcabuces. En 1607, la estancia de Loyo-
la dejó de utilidad $ 53.192,80 y la de Catentoa $75.180" (30).
Como vemos, la diligencia del Gobernador no sólo le permitió
abastecer su Ejército, sino además consiguió aumentar los recursos
económicos para la Guerra de Arauco. En esta forma dejó libres a
los particulares para continuar exportando sus productos al Perú,
con lo que se normalizó el comercio exterior de Chile. La aventa-
jada mente de Ribera le había hecho comprender que no se podía
crear un país y al mismo tiempo hacer la guerra. Por ello, era tam-
bién importante preocuparse del problema politico. Sus medidas
hicieron que todo el territorio al norte del Bio-Bío desarrollara en
paz sus actividades comerciales, agricolas y mineras, alcanzando el
máximo de producción. La prosperidad comenz6 a llegar, por fin, a
esta tierra tan vapuleada.
Junto a estas medidas, consigui6 que los sueldos se pagaran
oportunamente a los soldados y logró incrementar su niimero con
nuevos refuerzos que le llegaron. El establecimiento de las formas
militares, el cumplimiento riguroso de las disposiciones y la severa
disciplina, consiguieron transformar a las desorganizadas huestes
que recibió, en un ejercito permanente y profesional.
Obtuvo, tambikn, que el Monarca fijara una escala de remunera-
ciones y ofreció repartimientos de indios a los soldados que se dis-
(31) Archivo Nacional. Papeles del sigla XVI. Legajo 472. "D. Antonio ParKi, Procura-
dor del Reyno de Chile, contesta un Memorial presentado por el padre Luis de
Valdivia al Rey en el año 1670".
que en un comienzo se enviaba parte en mercaderías y parte en
dinero, en el siglo XVII representó un aumento del poder compra-
dor de los militares que se calcula en unos $ 100.000 a $ 120.000
al año.
Las guarniciones militares constituyeron un evidente estimulo
para el desarrollo económico de la Colonia. En el siglo XVIII la
sola plaza militar de Valdivia consumía 1.450 raciones diarias, lo
que mensualmente representaba una demanda de 326 quintales
de charqui y 420 fanegas de harina. En carta de Juan Clarke al
Gobernador Joaquín del Pino se informa que Vicente Agüero,
Manuel Básquez, Javier Carrasco y José Arriagada, agicultores y
vecinos de Valdivia, se han comprometido vender a la guarnición
de la plaza 1.400 fanegas de harina (cada fanega de seis arrobas) y
3.950 quintales de charqui.
CAPlTULO 111
REFERENCIA
MAPUCHES
ESPAROLES -
Eiercito de Chile. EMGE
-
Arcabucero espafiol del siglo XVII
Ejérc~tode Chile. EMCC.
Méjico, llevándose los caballos y todo el bagaje, decidió al Gober-
nador a despoblar el fuerte de Boroa y a mantenerse en la linea
defensiva del Bio-Bío.
Tarde comprendía García Ramón el valor de la estrategia tra-
zada por Alonso de Ribera. El resto de su Gobierno, salvo débiles
incursiones, significó la vuelta a la guerra gradual planteada por 61.
El padre Valdivia, al ver la inutilidad de sus esfuerzos, se había
replegado a la retaguardia del Ejército del Gobernador y, a media-
dos de 1606, regresaba a Lima.
El Rey dispuso que las arcas reales del Perú libraran 20.000
pesos a los vecinos de Monterrey, Cañete y Arauco, para que se
surtiesen de "simiente, ganados, bueyes y otros útiles necesarios
para su sustento" y se les otorgaran cómodos plazos para cancelar-
los. Asimismo, ordenó que se enviaran a Chile quinientos hombres
tan pronto se recibieran sus órdenes y otros quinientos un año más
tarde. Estableció, además, que se enviaran 10.000 pesos por la vía
de Bdenos Aires, "en ropa, para que vendida, se comprasen y remi-
tiesen a Chile 1.500 caballos y últimamente para que no faltase
tropa en aquel reino y por eso se frustrase la sujeción de los indios
y su conversión a la fe católica, dispuso su real piedad, que el
Gobernador de Chile, consultando antes al Virrey del Perú, arregla-
se el número de ella y los sueldos que debían gozar, poniéndola en
el pie de dos mil hombres y para la subsistencia consignó 212 mil
ducados. Se dio cumplimiento a esta real resolución a fines del año
1608, en virtud de real provisión despachada en Linia a 24 de
marzo de dicho año" (32).
37
.
9*
Ayudante 27 pesos, ., ,,
Capellán
Cirujano Mayor
Cirujanos ?O"
34 pesos. 5 reales ,.
28 pesos, 5 reales
20 pesos, 5 reales
33
*>
.
,7
(32) Carvallo Goyeneche, Vicente. Relacian Histórica Geográfica del Reino de Cliile.
Santiago. Editorial ,Andrés Bella. 1889. Colección de Historiadores de Chile.
Can. XCIV.
(33) Carvallo Goyeneche. Vicente. Obra citada
Intérpretes 17 pesos, 5 reales al mes
Capitanes reformados 17 pesos, 7 reales 3,
,>
Capitanes de Infantería 68 pesos, 6 reales
.,
77
3>
Capitán de Caballería
Alférez de Caballería
Cabo de Escuadra
80 pesos, 4 reales
27 pesos, 4 reales . *>
7,
h a s ' " L
la disciplina y el orden, evitando así que cayeran en la molicie.
Pero las cosas, así llevadas, no podían durar largo tiempo. Los
mismos capitanes franceses con quienes había comerciado y algu-'
nos de sus antiguos socios que se hallaban descontentos, hicieron
llegar al Consejo de Indias un memorial con las acusaciones de sus
andanzas mercantiles y, tras un largo proceso, fue separado del
cargo en 1716.
137
Guardia de la Casa Real espanola del siglo XVII
"Le costume et les armes des soldats de toas l a tempJ ', Liliane et Fred Funcken
Jos6 Antonio Manso de Velasco
Museo del Carmen de MaipÚ
CAPITULO VI11
(36) José Antonio Mansa de Velasco (1684-1763). Natural de San Joíéde Logroño sir-
vió desde muy joven en el ejército en Aragón, Cerdefis, Catalma, Ceuta e Italia.
Sobresalió en su vida mili^ nor su buen iuicio v dotes de administrador. Nombra-
~~~~
(38) Oñat, Roberto Y Carlos Roa. Régimen Legal del Ejército en el Reino de Chüe.
Santiago, Editorial del Pacifico S.A., 1953. Pág. 113.
influencia se nota en los uniformes de la época. Nada hay de raro
si se considera que los Reyes de la Casa de Borbón eran de origen
galo. Así, también, se comenzaron a organizar regimientos con sol-
dados extranjeros como el de Saboya, al estilo de los suizos del
Monarca francés.
El reglamento alcanzó a las colonias y fue el último y más
importante de cuantos rigieron al Ejército del Reino, no sólo por
lo que significó en cuanto a organización y a la meta de una evolu-
ción de siglos de nuestro derecho militar, sino porque su efectiva
aplicación colocó a nuestras Fuerzas Armadas en el mismo plano
administrativo que las más perfectas de las grandes potencias de la
epoca.
Este reglamento, que se empleó en Chile hasta el advenimiento
de la vida independiente, está dividido en ocho tratados, que regu-
lan tanto las obligaciones de los superiores, como las funciones que
deben cumplir los subalternos, los procedimientos administrativos,
la instrucción, el servicio de guarnición, los honores fúnebres, los
ejercicios doctrinales y de guerra, el derecho, etc.
Los tratados se pueden resumir de la siguiente manera:
Primer Tratado. Composición y fuerza de las unidades mayores,
como los regimientos de Infantería, que se organizaban en dos o
tres batallones de nueve compañías cada uno, más una compañia
de granaderos; los regimientos de Caballería, compuestos por cua-
tro escuadrones de tres compañías cada uno; y los Dragones, de
igual organización que los últimos. El reclutamiento del personal
era voluntario; pero se fijaban condiciones de edades mínima y
máxima y físicas.
Segundo Tratado: Obligaciones de los grados, desde el de coro-
nel, comandante, sargento mayor, capitanes y oficiales, hasta sub-
alternos y soldados. Se especificaban los ascensos y la forma de
llenar las vacantes.
Tercer ~ m t a d o :Honores militares, guarnición, campafía y
honras fúnebres. Bendición de estandartes y banderas. Funciones
de los inspeclores generales en las unidades y confección de las Lis-
tas de Revista Comisario.
Lo primero que hizo fue citar a todos los cuerpos a una revis-
ta general y la impresión que se llevó no pudo ser peor. Las iini-
dades se presentaron muy disminuidas por la ausencia de ofi-
ciales y soldados. El vestuario. si tal podía Ilamarse, no se com-
padecía con el uniforme que los distinguía como soldados. El
armamento era escaso y se encontraba en pésimas condiciones.
(41) Reyno Cutiérrez, Manuel. José Miguel Carrera. Su vida, sus vicisitudes, su época.
Santiago, Editorial QuimantÚ Ltda., 1973. Págs. 27 Y 28.
156
CAPITULO XI
159
Composición Compafiía de caba- Compañía de
Ueria de Gines Alonso d e Cáceres
de Lillo 1 I
Peninsulares
Americanos
Chilenos
Europeos
Islas Canarias
1 Totales 1 44 1 66 1
La compañía de oficiales reformados de esos años se componía
de 47 hombres, todos españoles (43). Oficiales rcfonnados eran
aquéllos que habian cuinplido un periodo de servicio y, sin pasar al
retiro absoluto, se mantenían en la reserva activa instruyendo a las
tropas; en especial, a las milicias. Conservaban su grado y rango,
gozaban de fuero y constituían la escolta del Gobernador.
El elemento humano de origen chileno que participó junto a
los castellanos en la Guerra de Arauco fue, desde el coiiiiei~zo.de
enorme superioridad sobre otros criollos americanos. El propio
Rey de España, a pedido d e los Gobernadores de Chile, aconsejó al
Virrey del Perú reclutar soldados entre los peninsulares que había
en Lima, evitando la leva de mestizos, mulatos o pardos, por ser de
mala calidad, fáciles de desmoralizar y que huían cuando se en-
frentaban con los araucanos.
(43) Oñat, Roberto y Carlos Roa. Obra citada. Págs. 138 y 139.
160
Museo Eiistónca Nacional
Atlas de Gay - "CalecciÓn Iconográfica" -Donación Armando Braun Menindez Biblioteca Central de la Universidad de Chile.
CAPITULO XI1
A. REFORMA DE JAUREGUI
19 Capitanes de Amigos:
,,
AlfErez 25 " " "
Sargento 10 " 1 4 " " "
Sargento 20 " 12 " " "
,, " "
Cabo l o 10 "
,, " "
Cabo 2O 9 "
Tambor ,, 9 " " "
Pífano ,>
9 " " "
Soldado ,>
8 " " " .
, ,
Capellán 25 " " "
Plaza de Nacimiento:
1 Compañia de Dragones
Plaza de Puren:
1 Compañía de Dragones
Plaza de Tucapel:
1 Compañia de Dragones
Plaza de Yumbel:
1 Compañia de Infantería
C . EL UNIFORME
D. EL ARMAMENTO
En esa epoca la Infantería usaba fusil con bayoneta y un sable
corto para la lucha cuerpo a cuerpo. La Caballería llevaba carabi-
na, sable y lanza.
La Artillería usaba cañones de bronce, similares a los que se
empleaban en Europa. Las piezas ligeras se empleaban en campa-
ña y las pesadas se encontraban emplazadas en los fuertes.
E. ABASTECIMIENTO
G . LA INSTRUCCION. LA TACTICA
La instmcción del Ejército estaba a cargo del sargento mayor,
asesorado por los capitanes. El era responsable ante el maestre de
campo de la disciplina, preparacidn militar, alistamiento y todo lo
concerniente al buen desempeño de las unidades cuando eran
requeridas. Como la casi totalidad de estas fuerzas se hallaba en la
Frontera, resultaba indispensable mantenerla en tales condiciones
de eficiencia, que garantizara la buena defensa de la línea del Bío-
Bío en caso de que los araucanos iniciaran !a guerra.
A fin de asegurar la buena instrucción de las tropas, las dispo-
siciones reales habían previsto la necesidad de campos para el tiro
de la Artillería y las evoluciones de la Infantería y de la Caballería.
Allí los soldados debían ejercitarse en el manejo de las armas y
practicar las formaciones de combate en uso.
A. INSTRUCCION
Desde los primeros tiempos de la Conquista, las milicias se
formaron con todos los ciudadanos en estado de cargar armas, por
lo que no es amesgado asegurar que su' existencia es anterior al
Ejército de Línea. Ya en 1556 el Cabildo de Santiago se preocupa-
ba de que los vecinos concurrieran a detener a los mapuches que,
con Lautaro a la cabeza, marchaban victoriosos hacia el norte y
nombró a Diego García Altamirano como "caudillo" de las fuerzas
que se reunieran para tal efecto.
Hasta la llegada de Alonso de Ribera, fueron voluntarios los
que formaron en las filas españolas; sólo cuando se obtuvo del Rey
la creación de un Ejército regular y pagado, ésos cedieron paso a
los soldados. Pero las dificultades para mantener el terreno ya
conquistado continuaron haciendo necesaria la ayuda de los
colonos. Debe recordarse que el Gobernador Laso de la Vega hubo
de recurrir a los pobladores de Santiago, para detener la contra-
ofensiva que desencaden6 Lientur despues de las campeadas de
Fernández de Córdoba y de la gran victoria araucana en Las
Cangrejeras.
La principal particularidad de las milicias fue su carácter tem-
poral, ya que duraban sólo el tiempo de la campaña. No obstante,
estaban constituidas en batallones, regimientos y compaiiías. Así
eran convocadas por los Gobernadores en ocasiones de guerra y asi
concurrían a los ejercicios doctrinales y a la instmcción de cam-
PaHa que les impartía la "Asamblea de Caballería", formada por
grupos de oficiales encargados de su enseiianza y adoctrinamiento.
A principios del siglo XIX, la Asamblea de Caballería tenia la
siguiente oficialidad instructora:
ViUa de Putaendo:
1 Compañía de Milicias rurales, con pequefias unidades en:
Capilla de San Antonio, estancia de los Herrera, Rinconada
de Silva, San Andrés del Tártaro, Piguchén, Las Salinas y
Rinconada de los Capadores.
Estas unidades estaban al mando de tenientes de campaña.
Uniforme: Los dos Regimientos de Cabalieria llevaban casaca
y calzón encarnado, chupa, vuelta, solapa y colla-
rín blancos, botones dorados y tricornio.
4.- Corregimiento de Quiiíota
1 Regimiento de Caballería de Milicias disciplinadas "San Mar-
tin", formado por 4 escuadrones de 3 compañías, con 50
hombres cada una.
Uniforme: Casaca, chupa y calzón encarnados; vuelta, solapa y
collarín negro, botones dorados y tricornio.
1 Regimiento de Cabaltería de Milicias disciplinadas de "San-
tiago", formado por 4 escuadr~nesde 3 compaiíías, con 50
hombres cada uno.
Uniforme: Casaca y calzón azul, chupa anteada; vuelta, solapa
y collarín encarnados; botones blancos y triconii0.
1 Batallón de Infantería de Milicias provinciales urbanas, con
6 compañías, de 70 plazas cada una.
Uniforme: Casaca y calzón oscuros, chupa y vuelta encarna-
das, botones blancos y tricornio.
5.- Gobernación de Valparaíso
Valparaíso:
1 Batallón de Infanterja española (Milicia disciplinada y regla-
da), del "Infante de Asturias", con 4 compañías, de 77 pla-
zas cada una.
Uniforme: Casaca y calzón encarnados, chupa y vuelta azul
con ojal, botones de plata y tricornio con escara-
pela.
1 Compañia de Artillería de tropas regladas.
1 Escuadrón de caballeria de Milicias disciplinadas con 3 com-
pañías, de 50 hombres cada una.
Uniforme: Casaca y calzón azul de Quito; vuelta, solapa y
collarín encarnados; ojal de plata; botones blancos
y tricornio.
1 Compañía de Milicias urbanas de comercio.
6.- Corregimiento de Santiago
Santiago:
Asamblea veterana de Caballeria del Reino, organizada sobre
la base del cuadro traído desde España en 1768 por el Coronel
Baltazar de Senmatnat, cuya misión era instruir a las milicias.
Por ello, sus miembros se encontraban en permanente gira por
las unidades de provincias. Estos instructores eran oficiales
españoles nombrados por el Rey. A pesar de que la Asamblea
pertenecía a las unidades permanentes, se les consigna por su
misión de instructores del personal de las milicias.
1 Regimiento de Caballería de Milicias disciplinadas del Prin-
cipe, formado por 4 escuadrones de 3 compañías de 50 pla-
zas cada una.
Uniforme: Casaca y calzón azul; chupa, solapa, vuelta y colla-
rín encarnados, galón de plata y botones blancos,
tricornio con escarapela.
Plano de Santiago
"Relación del Vtqe por el Mar del Sur a las costas de Chtle y el Perú durante. los años de 1712-1713 y 1714", Amedé Frkier
Ejército de Chile. EMGE.
Fecha de creación: 1777
1 Regimiento de Caballería de Milicias disciplinadas de la
Princesa, con 4 escuadrones de 3 compaiifas, de 50 hombres
cada una.
Uniforme: Casaca y calzón encarnados; chupa, solapa y vuelta
azul, ojales y botón de plata.
Fecha de creación: 1777
1 Regimiento de Infantería de Milicias disciplinadas del Rey
compuesto por 12 compañías de fusileros, 1 compañía de
granaderos, 1 compañia de cazadores, de 60 plazas cada una.
Uniforme: Casaca y calzón azul de Quito; chupa, vuelta y
collarín encarnados, ojales a ambos lados bordados
sobrepuestos en oro, botones dorados y tricornio
con escarapela.
Fecha decreación: 1777
1 Batallón de Infantería de Milicias Urbanas del Comercio,
con 4 compañías. Esta unidad fue reorganizada en 1777, so-
bre la base de las primeras unidades creadas en 1609.
Uniforme: Casaca y calzón azules; chupa, collarín y vuelta
encarnada; galón y botones dorados.
4 Compañías Urbanas de "Pardos", con 50 hombres cada una.
Uniforme: Casaca y calzón encarnados; solapa, chupin (espe-
' cie de chaleco o pequeña chupa de faldones cortos)
y vuelta verde; ojal y botones de plata.
Fecha de.creación:
.. 1749, reformadas en 1777.
MelipiUa
2 Escuadrones de Caballería de Milicias urbanas "de Borbón",
con 3 compañías, de 50 plazas cada una.
Uniforme Casaca y calzón azules; chupa, vuelta, solapa y co-
llarín encarnados; botones blancos y tricornio.
Fecha de creacion: 9 de junio de 1790
1 Compañía de Milicias urbanas de Melipilla.
7.- Corregimiento de Rancagua
Rancagua:
1 Reginiento de Caballería de Milicias disciplinadas "Drago-
nes de Sagunto", formado por 4 escuadrones de 3 coiiipa-
fiias, con 50 hombres cada una.
Uniforme' Casaca amarilla, vuelta, chupa y calzón verde con
pestaña negra; doble abotonadura blanca y tricor-
nio.
Fecha de creacibn: 1779
2 Compafiías de Infantería de Milicias Urbanas de "Santa
Cruz de Triana".
8.- Corregimiento de Colchagua
1 Regimiento de Caballeria de Milicias disciplinadas "Brigada
de Carabineros", con 4 escuadrones de 3 coi~ipaiiiascon 50
plazas.
Uniforme: Casaca y calzón azules; chupa, vuelta y collarín
encarnados y guarnecido de plata; botones blancos
y tricornio.
Fecha de creación: 1779 (Disuelto el 12-XI-1810; sus elemen-
tos integraron el San Fernando).
1 Regimiento de Caballería de Milicias disciplinadas "San Fer-
nando", con 4 escuadrones de 3 compañías con 50 plazas
cada una.
Uniforme: Casaca y calzón encarnados; chupa, solapa. vuelta y
collarín azules, con galón de plata; botones blancos
y tricornio.
Fecha de creación: 1779
5 Compañías de Infantería, de 50 hombres cada una.
Uniforme: Casaca y calzón azules; chupa y vuelta encarnadas;
galón d e oro y botones dorados.
Fecha de creación: 1779
9.- Corregirniento de Maule
Cauquenes:
1 Regimiento de Caballeria de Milicias discivlinadas "del In-
fante", con 4 escuadrones de 3 compañias con 50 plazas
cada una.
Uniforme: Casaca y calzón azules; chupa, vuelta, solapa y
collarín encarnados; ojal de oro y botones dorados.
Fecha de creación: 1779
Curicó:
1 Escuadrón de Caballería de Milicias disciplinadas "San José
de Buenavista", con 3 compañias, de 50 plazas cada una.
Uniforme: Casaca y calzón azules; chupa, vuelta, solapa y
collarín anteados; galón de plata y botones blancos.
Fecha d e creación: 1779
1 Compañía de Infantería de Milicias urbanas de la villa del
Curicó.
Talca:
1 Regimiento de Caballeria de Milicias urbanas de Talca.
1 Compañia de Milicias urbanas de Talca.
Itata:
1 Regimiento de Caballeria provincial de Milicias disciplina-
das "de la Infanta", con 4 escuadrones de 3 compañias de
50 plazas cada una.
Uniforme: Casaca y calzóii azules; chupa, vuelta, solapa y
collarín anteados; galón de oro, botones dorados y
tricornio.
Fecha de creación: 1780
10.- Corregimiento de Chiiián
Chillán:
1 Regimiento de Caballeria de Milicias disciplinadas "Húsares
de Borbón", con 4 escuadrones de 3 compañias, de 50 pla-
zas cada una.
Uniforme: Casaca, calzón y chupa azules; vuelta, solapa y
collarín anteados; botones y galón de plata. al can-
to del collarín; tricornto.
Fecha de creación. 1780
1 Reginiiento de Caballería de Milicias disciplinadas "de Los
Andes", igual al anterior.
Uniforme: Casaca, calzón y chupa encarnados; vuelta, solapa y
collarín anteados; botones y galón dorado, al borde
del collarín tricornio.
Fecha de creación: 1780
Compañías de Milicias de Infantería, en número indctcrmina-
d o y existentes desde 1767.
hchacay:
1 Regimiento de Caballería de Milicias urbanas "de la Florida",
con 4 Escuadrones de 3 Compañías de 50 plazas cada una.
Uniforme: Casaca y calzón encarnados, chupa, vuelta, solapa y
collarín blancos con galón de oro y botones dora-
dos; tricornio.
Rere :
1 Regimiento de Milicias urbanas "de la Frontera", con 4
escuadrones de 3 compañías, de 50 plazas cada una.
Uniforme: Casaca y calzón azules; chupa, vuelta, solapa y
collarin blancos con botones dorados; tricornio.
B. EL ARMAMENTO
El armamento que usaron las milicias era del Gobierno o de
propiedad particular y dejaba bastante que desear en las unidades
alejadas de Santiago. El 10 de noviembre de 1678, el Gobernador
Henríquez fundó en la capital la Sala de Armas, a semejanza de la
que existía en Concepción, reuniendo 278 arcabuces y mosquetes,
85 carabinas y 38 pares de pistolas, además de un número inde-
terminado de lanzas. En Santiago se encontraban inscritos 739
hombres en estado de cargar armas.
En 1671 había, tanto en los almacenes como en poder de los
particulares, 120 arcabuces, 3 mosquetes, 124 escopetas, 29 pares
de pistolas y 173 lanzas de hierro de Castilla.
En general se puede concluir que las milicias, como refuerzo
del Ejército de Línea, simieron para múltiples empleos, cuidando
fronteras y ciudades y manteniendo la vigilancia hacia los puntos
amagados por los indígenas. Su armamento no fue siempre todo lo
bueno que podía esperarse; pero ello no fue obstáculo para que
cumplieran las misiones que se les encargó.
C. GRADOS DE LA OFICIALIDAD
A continuación detallaremos someramente los grados del Ejér-
cito y de las Milicias en la época colonial:
Maestre de Campo General: Corresponde a nuestro actual con-
cepto de Comandante en Jefe del
Ejército.
Sargento Mayor del Reino
y Real Ejército: Inspector General de Instrucción
de las tropas.
Brigadier: Comandante de Brigada. Jefe de las
Unidades Veteranas y Tecnicas.
Coronel: a) de Ejército: Comaiidante de regiiniento o bata-
llón de Línea.
b) de Milicias: Comandante de re$iiiiiento o bata-
llón de Milicias.
Teniente Coronel: Idem al anterior, pero en el cargo de
20 Comalidante. o en propiedad,
cuando no se nombraba a u11 Co-
ronel.
Sargento Mayor: Jefe de Instrucción en los cuerpos
dc tropas de línea o de milicias.
Capitán Comandante: A cargo de un escuadrón de 3 com-
paiiias.
Capitán de Ejército: Coiiiandante de conipaíiia de cual-
quiera de las tres Armas.
Capitán de Milicias: Ideiii al anterior, pero en unidades
de Milicias.
Capitán de Amigos: Coinandante de una iiiiidad de in-
dios 3niifos. Este grado se enciten..
tra especialiiiente en los siglos XVI
y XVII.
Ayudante: De unidades niayores o iiieiiores.
con grado de capitán. teniente o
subteniente. Los había en el Ejerci-
to y en las Milicias.
En acciones de combate. su misión
era llevar órdenes a las unidades
empeñadas. Sii número era conside-
rable en los Estados Mayores que
asesoraban al Comandante. En niu-
chos casos se confunden con los
oficiales de órdenes.
Teniente o subtenieiites: De Ejército y Milicias en Infantería.
Alféreces: Especialniente en Caballería y Arti-
llería.
Porta estandarte o abande- Encargados de conducir las bande-
rados y porta insignias: ras o insignias de combate. Los lid-
bía en todas las Armas.
Cadetes: Figuran en todas las ordenanzas;
pero hubo pocos en Chile antes del
siglo XVIII.
Todos los oficiales fueron efectivos o graduados. Los últimos
usaban los distintivos de su graduación, pero recibían el sueldo de
su rango inferior. Los hubo tanto eii las fuerzas de línea como en
las milicias.
D. GRADOS DE TROPAS
Los grados de tropas fueron, más o menos, los mismos que
conocemos hoy.
E. OTRAS DESIGNACIONES
Además de lo consignado, hubo otras designaciones o cargos,
que fueron ejercidos tanto por oficiales como por personal de
tropa:
Prebostes, lenguaraces, intérpretes, veedores, armeros, tambo-
res mayores, múslcos, etc.
Uniforme deInfwte de Asturias, de fines del siglo XVIII
Ejercito de Cñile. EMGE.
Ejército de Chile. EMGE.
PAPEL DEL EJERCiTO Y DE LAS MILICIAS EN LA
DEFENSA DEL REINO
2.- LA IMPERIAL
4.- VILLARRICA
5.- TUCAPEL
6 . - LOTA
Vanos autores citan este fuerte, que habría estado al "sur del
Lago Villarrica". No se sabe la fecha de su fundación, pero sí que
se encontraba dentro de la encomienda de Hemando Aranda Vila.
Es posible que se trate del lugar llamado Antelupu o Antuleufe
(río del sol), ya que el vocablo Antepepe no existe en araucano.
Debe ser un río o estero afluente del Llancahue, que pasa af pie del
Cerro de Llancahue (39" 33' S. y 71" 55' W.). Hay citas de MariRo
de Lobera al respecto. La encomienda perteneció a Cristóbal
Aranda Valdivia, nacido en Sevilla en 1556, hijo de Pedro Aranda
de Valdivia y Catalina Saravia. Fue Capitán, Regidor perpetuo
de Santiago (Real Cédula de 9 de enero de 1579), cargo del que
se recibió en su nombre su hermano Martín Alonso, en mayo de
1581. Fue Alférez Real en 1586. Cuando en 1587 se hallaba a car-
go del fuerte de "Antepepe", fue muerto por los indios, al mando
de la cacique Janequeo. (Antepepe, a 7 leguas de Villarrica y 2
de Llivén).
24.- JESUS
26.- LUMACO
Villa situada al pie del cerro Niñe, en la orilla sur del Bío-Bío,
casi frente a la confluencia del Duqueco. Primeramente fue un
fuerte, levantado con el nombre de San Francisco de Borja, en la
orilla sur del Duqueco; de este lugar lo llevó Alonso de Ribera en
1603 a la cumbre del cerro. Cuando en 1622 se empezó a poblar
la villa, el fuerte se reconstruyó en el sitio primitivo, donde se
mantuvo hasta 1659, año en que lo destruyeron los indios. Se
reconstruyó en 1662. El Gobernador Amat le dio el título de Villa,
a Negrete.
35 .- SANTA FE
48.- HUEQUECURA
Lautaro
Pedro de Valdivia
Campaña de Pedro de Valdivia. 20.11.1550
Ciudades y Fuertes fundados por Pedro de Valdivia
BataUa de Tucapel. l o .I. 1554
Bataila de Marigüefiu. 23.11.1 554
Fraiicisco de Viilagra
García Hurtado de Mendoza
Campaña de García Hurtado de Mendoza. 1557
Batalla de Peteroa. 29.1V.1557
Armas españolas del siglo XVI
Alonso de Sotomayor
Tambor español del siglo XVI
Soldado español ddglo XVI
Alonso de Ribera
Plan de Alonso de Ribera, 1601
Arcabucero español del siglo XVII
Arcabuz espaAol del siglo XVI
Mortero español con su cuadrante de puntería del
siglo XVI
Cañón de campaña español del siglo XVI
Armas indígenas
Piqueros espaRoles del siglo XVII
Pistolas españolas del siglo XVII
Tipos indígenas
Batalla de las Cangrejeras. 15.V. 1629
Parlamento de Quillín. 6.1.1641
La Chueca
Guardia de la Casa Real española del siglo XVII
José Antonio Manso de Velasco
Manuel de Amat y Junient
Ambrosio O'Higgins
El Mal6n
Uniforme de Soldado del Regimiento de Dragones de la
Frontera, de fines del siglo XVIlI
Plano de Santiago
Uniforme de Oficial del Cuerpo de Ingenieros de fines
del siglo XVIII
Uniforme de Infante de Astunas de fines del siglo XVIII
Uniforme de Soldado delRegimientode Infantería Fijo
de Concepción de fines del siglo XVIII
Zonas de fuertes espafíoles en la Frontera
Castillo de "San Sebastián de la Cruz" (1645)
Castillo de Niebla "De la pura y limpia concepción de
Monfort de Lemus" (1645)
ORIENTACION BIBLIOGRAFICA