Salinas Uribe _ Ayotitlán
Salinas Uribe _ Ayotitlán
Salinas Uribe _ Ayotitlán
recuerdo:
microhistoria de
Ayotitlán
José Edgar Salinas Uribe
GOBIERNO
DEJALISCO
PODER EJECUTIVO
SECRETARÍA DE CULTURA
JALISCO
G O B I E R N O DEL ESTADO D E JALISCO
I N S T I T U T O TECNOLÓGICO Y D E E S T U D I O S
SUPERIORES D E O C C I D E N T E
ISBN 968-5087-53-9
ÍNDICE
PREFACIO 7
INTRODUCCIÓN 15
L A MEMORIA ANTIGUA 19
L A M E M O R I A R E L I G I O S A Y FAMILIAR 39
La religiosidad 39
La primera capilla y las actividades religiosas 53
La familia ayotitlense 67
E L R E C U E R D O Q U E AÚN CAMINA 87
Desde la revolución hasta e l reparto agrario 89
Los años que todavía se v e n 119
La urbanización y los servicios públicos 132
EPÍLOGO 147
BIBLIOGRAFÍA 149
ANEXO 155
PREFACIO
las llama el historiador Luis González y González, es decir, las historias del
"mundo pequeño, débil, femenino, sentimental de la madre; es decir, la fami-
lia, el terruño". 2
En primer lugar, es necesario señalar que la historia matria contiene las súpli-
cas y deseos de una comunidad; sus problemas añejos y costumbres, las nece-
sidades cotidianas, los celos y revanchas, las aventuras y robos, las muertes y
las fiestas abiertas a todos, los momentos heroicos de quienes han participado
en historias de grupos más grandes (como los países), las novenas religiosas,
los dichos, las invenciones, los juegos, en resumen, las preguntas y respuestas
de esa comunidad en su conjunto.
En este sentido, la distinción nietzscheana de los modos de escribir historia
es pertinente para ahondar en esta breve consideración. Nietzsche habla de
tres tipos de historia: la monumental, la anticuaría y la crítica. La de tipo anticuaría
es la que se asimila a la historia matria, a la patronal. En cambio, la historia
divina tendría que ver con la historia monumental y sus grandes héroes y pro-
totipos. La anticuaría, tal como Nietzsche la describe en su Segunda considera-
ción intempestiva, es la historia que pertenece
[...] al que conserva y venera, al que con fidelidad y amor vuelve su mirada
hacia el lugar de donde viene, donde se ha formado [...] la historia de su
villa se convierte en su propia historia [...] la puerta con su vieja torre, las
ordenanzas municipales, las fiestas populares: todo esto es para él una
especie de crónica ilustrada de su propia juventud y en todo esto donde se
encuentra a sí mismo, donde encuentra su fuerza, su actividad, su alegría,
su juicio, su locura y su falta de conducta. 3
En este sentido, escribir historias matrias puede considerarse una actitud con-
servadora y abocada al rescate del olvido en el Hades, de aquello que consti-
tuyó la vida comunitaria en otros tiempos. Esta intención conservadora mani-
fiesta en las historias anticuarías, a pesar del aprecio que se le deba por su
voluntad de memoria, tan necesaria para el hombre, cae en cierto descrédito
frente a los ojos de Nietzsche, pues, en su opinión, ese instinto conservador de
la historia anticuaría no tiende a engendrar una nueva vida. Por ello se vuelve
1. García Oropeza, Guillermo. Jalisco, una invitación a su microhistoria, Banca Promex, Guadalajara,
1990, p.25.
2. González y González, Luis. Invitación a la microhistoria (SepSetentas, 72), Secretaría de Educación
Pública, México, 1973, p.14.
3. Nietzsche, Friedrich. Obras completas, vol.rv, Aguilar, Buenos Aires, 1962, p.89.
8
MEMORIA Y RECUERDO: MICROHISTORIA DE AYOTITLÁN
4. Ibidem, p.139-
5. Ibid, p.93.
6. En el prólogo que hace en Hegel, Georg Wilheim Friedrich, lecciones de filosofía de la historia
universal, Alianza Universidad, Madrid, 1980, p.17.
PREFACIO
10
MEMORIA Y RECUERDO: MICROHISTORIA DE AYOTTTLÂN
realidad que, al menos en el caso de las historias matrias, suele estar fragmen-
tada y a veces poco registrada? Nos parece que ante las dificultades que entraña
una historia matria, cabe muy bien la observación de Ricoeur en el sentido de
que la objetividad en historia es cualitativamente distinta de aquella que pudie-
ra darse, por ejemplo en física, más aún, puesto que la "vida humilde rara vez
deja huella", en palabras de Luis González y González, la veracidad en las
historias matrias tendrá que verse nutrida y orientada más que por una objetivi-
dad lógica por una de tipo ético. Desde luego ambas no son excluyentes, pero
esta última nos parece el asunto central. La veracidad en las historias matrias se
construye con base en las explicaciones a que den lugar las fuentes, tanto escri-
tas, como orales, pero y sobre todo, en una marcha intelectiva movida por la
búsqueda de verdad, esto es, de realidad humana, por lo demás, difícil de
aprehender en totalidad.
Ortega y Gasset ve el asunto de este modo: "la física no es el experimento,
la historia no es el documento [...] y la historia no es manipulación, sino descu-
brimiento de realidades". Así, la tendencia conservadora que pueda tener la
9
1i
PREFACIO
12
MEMORIA Y RECUERDO: MICROHISTORIA DE AYOT1TLÁN
requieren de una fijación, que en este caso se da por el logos en una dinámica 15
13- El logos en Zubiri es un momento de la intelección, en el cual se dice de una cosa qué es en
realidad. Zubiri plantea que en el acto de la intelección hay tres momentos, a saber: la aprehensión
primordial, el logos y la razón. Cfr. La trilogía Inteligencia y realidad, Inteligencia y logos e
Inteligencia y razón, publicados por Alianza/Sociedad de Estudios y Publicaciones, Madrid,
1980, 1981 y 1983, respectivamente.
13
PREFACIO
[...] como mazorcas, las familias se van desgranando [...] irse a Estados Unidos
es duro para todos, para los que se van y para los que se quedan [...] sí es
una manera de vivir mejor y por eso uno está contento, pero es triste porque
dejan a su familia, aunque algunos se la llevan, no se pueden llevar a todos
[...] se van para allá con las ganas de estar acá [...] es muy triste cuando
alguien se enferma y no pueden venir [...] sí hay beneficios allá: comen
mejor, visten mejor, tienen en qué moverse, mejor atención médica [...] aquí
estamos siempre pidiendo por ellos [...] todo el mundo pide por ellos, los
ausentes acercan a Dios [...] 14
14. Entrevistas a Margarita Santana García, Juan Santana, Laura López y Antonia Mendoza, entre
agosto y octubre de 1998.
14
INTRODUCCIÓN
Al salir de las cerradas y peligrosas curvas a la altura del kilómetro 112 por la
carretera federal 80 que va de Guadalajara a Barra de Navidad, se encuentra el
Colotepec, "el cerro de los alacranes". Es pequeño y pedregoso, pero su figura
puntiaguda es notoria, pues no hay más cerros alrededor. Al pie de esa peque-
ña montaña se encuentra el crucero que une la carretera 80 con la que va a
Chiquilistlán; esta carretera se terminó de construir en 1993- Si se toma esa vía
se puede llegar a Ayotitlán, pueblo ubicado a sólo cuatro kilómetros del crucero.
La población se descubre súbitamente al pie del cerro del Calvario; un ce-
rro pequeño y gordo, testigo mudo e indolente, pero fiel custodio natural. Des-
de el camino se divisan primero, por su altura, las torres flacas de ladrillo
aparente de la iglesia nueva donde se alberga la figura de san Bartolomé, el
apóstol protector de la comunidad, y entre cientos de copas verdes se asoman
como sombreros dispersos los tejados rojo oscuro de las casas. Cada vez son
menos los tejados de ese tipo; año con año las casas de material y bóveda
crecen en número, tamaño y comodidades.
La entrada principal está adornada por árboles pequeños; el pavimento
termina y el empedrado anuncia que ya se entró al pueblo. Aunque las piedras
son muy viejas, el empedrado de las calles es reciente y hasta parece nuevo y
descansado. Todavía son pocos los vehículos que lo pisan. El camión de volteo de
Jorge Puentes y los tractores de Juan Mendoza, Esteban Lepe y el "Güero Ruelas"
son las máquinas más pesadas, pero no las que más se escuchan: el camión de
pasajeros que viene de Tecolotlán en la mañanita y al mediodía es muy ruido-
so, sobre todo porque mientras avanza va anunciando con una corneta su paso
por el pueblo.
La calle principal se llama Constitución. Desde su inicio corre un pequeño
arroyuelo a un lado, seco casi todo el año, pero hace varios siglos proveía de
15
INTRODUCCIÓN
agua al centro del poblado que estaba a escasos metros. Allí estuvieron el
hospital, la cárcel y la primera capilla. De ellos sólo queda un recuerdo empol-
vado, unos débiles y tristes muros de adobe seco. Al avanzar por esa calle en
dirección este-oeste —ahora a la mitad del pueblo— se levanta firme e impo-
nente el nuevo templo de la iglesia y a un costado de éste, por la parte frontal
izquierda, una parte de la capilla que sustituyó a la más vieja.
Atrás del templo se encuentran los salones de lo que fue la primera escuela
oficial. La construcción se nota cansada, tal vez por eso le dicen "La escue-
la vieja". Parece que lo único que la mantiene en pie son los gritos de los
jóvenes que diario van a jugar voleibol allí y la música de las bodas y fiestas de
quinceañeras que se festejan en la cancha de la escuela. Frente a estos salones
se ubica la plaza o "cuadro". En torno al quiosco reposan cuatro enormes jardi-
neras y entre ellas algunas bancas de metal pintadas de blanco. Los domingos
por la tarde el cuadro se llena de paseantes; muchachas esforzadas por vestirse
bien caminan en grupos, ante la vista de los jóvenes que se colocan en la orilla.
El pueblo tiene una figura alargada, más gruesa en el centro. Es apacible, a
veces hace creer que es muy hospitalario, el tiempo parece reposar por largos
ratos allí, asoleándose y extrañando la rapidez, los cambios o a los hijos ausen-
tes, que son muchos.
A pesar de ser un pueblo viejo y grande, Ayotitlán es apenas Comisaría
municipal, un pueblo más del municipio de Tecolotlán; fue erigido como parro-
quia apenas en 1997. Esto es un indicador de la limitada relevancia que en lo
administrativo, político y religioso ha tenido el lugar. Como es de suponer, no
hay hasta ahora ningún estudio particular acerca de lo que ha sido Ayotitlán a
lo largo de su existencia.
En parte debido a lo anterior, pero sobre todo por el deseo de reconstruir el
pasado de este pueblo de una manera sencilla y cercana a los mismos
ayotitlenses, para que el paso de los años no lo oculte ni lo olvide, decidimos
emprender el presente trabajo.
Los archivos vivos, es decir, la memoria de los viejos, han servido de base
para la redacción de lo referente al siglo X X . En lo que toca a los siglos XVI al
xvil hemos recurrido a fuentes bibliográficas, pero por el volumen de datos, las
fuentes principales han sido los archivos, sobre todo a partir del siglo xvil y
hasta el XTX. Se consultaron los archivos del Arzobispado de Guadalajara, el de
Instrumentos Públicos del Estado de Jalisco, el Agrario Nacional en Guadalajara,
el General de la Nación, y los de las parroquias de Tamazulita y Ayotitlán, pero el
Municipal y el parroquial de Tecolotlán fueron las fuentes que mayor cantidad
de información proporcionaron.
16
MEMORIA Y RECUERDO. MICROHISTORIA DE AYOTITLÁN
l" 7
INTRODUCCIÓN
18
LA MEMORIA ANTIGUA
Los siglos x v i a l X V I I I
Primeras noticias
de Sayula era Cocula del que, a su vez, eran sujetos varios cacicazgos menores,
entre ellos Tecolotlán, pueblo que, como veremos a lo largo de este capítulo, es
punto de referencia ineludible para ubicar a Ayotitlán en los órdenes geográfi-
co, económico, político y religioso.
I. Razo Zaragoza, José Luis. Historia temática jalisciense, parte l , Universidad de Guadalajara,
Guadalajara, 1989, pp. 12, 13. E n cuanto a ia extensión territorial de Colima y sus pueblos
sujetos durante el siglo X V I , puede consultarse Reyes, Juan Carlos. La antigua provincia de
Colima: siglos XVI a XVIII, Universidad de Colima/Gobierno del Estado de Colima/Conaculta,
Colima, 1995.
19
LA MEMORIA ANTIGUA
Ayotitlán era un pequeño cacicazgo pocos años antes de la llegada de los espa-
ñoles a la región. Apoyado en un registro que describe las áreas de Milpa y
Purificación en el año de 1525, Gerhard consigna que el visitador encontró
varios pequeños estados gobernados por autoridades locales. Entre esos pue-
blos se encontraban Atengo, Ayotitlán, Ejutla, Ixtlahuacán y Tecolotlán. Si con-
sideramos lo anterior podemos indicar que al momento de la llegada de Fran-
cisco de Cortés a la región de Tenamaxtlán en 1525, Ayotidán, como otros lugares
vecinos, formaba parte de la provincia de Colima, dentro de la numerosa lista
de pueblos sujetos y dependientes del hueytlatoanazgo colímense. Lo anterior
se confirma en el informe del visitador Lebrón de Quiñones en 1551.
El nombre
2. Gerhard, Peter. A guide to the historical geography of New Spain, Cambridge University Press,
Cambridge, 1972, p.59.
3. Lebrón de Quiñones, Lorenzo. Relación breve y sumaria de la visita hecha por el licenciado
Lebrón de Quiñones, Junta Auxiliar de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística,
Guadalajara, 1951, pp. 47-^í8; Noticias varias de la Nueva Galicia. Intendencia de Guadalajara,
Gobierno de Estado de Jalisco, Guadalajara, 1878, y los libros de bautismo, matrimonio y
defunción del siglo X V I I del Archivo Parroquial de Tecolodán.
4. Corona Núñez, José. Diccionario geográfico tarasco-náhuatl, U M S N H , Morelia, 1993, p.14.
20
MEMORIA Y RECUERDO: MICROHISTOR1A DE AYOTITLÁN
La lengua
era el centro de una serie de poblaciones en las que se hablaba esta lengua.
Algunos de esos pueblos eran Talpa, Atenguillo, Atengo, Soyatlán, Tenamaxtlán,
Tecolotlán y, desde luego, Ayotitlán. Por su parte, el informe de Pedro de Ávila, 10
fechado en 1578, atestigua que en esta región se hablaban dos lenguas además
5. Arreóla, José María. Nombres indígenas de lugares del estado de Jalisco: estudio etimológico,
Instituto Jalisciense de Antropología e Historia/Gobierno del Estado de Jalisco, Guadalajara,
1997, p.10.
6. Noticias varias de la Nueva Galicia.., op. cit, p.327.
7. Ibidem, p.330.
8. Ibid, p.316.
9. Ramírez Flores, José. Lenguas indígenas de Jalisco, Gobierno del Estado de Jalisco, Guadalajara,
1980, p.39.
10. Noticias varias de la Nueva Galicia.., op. cit, p.322.
21
LA MEMORIA ANTIGUA
La encomienda
asignada a Martín Monje, cuyo hijo del mismo nombre aún mantenía la pro-
14
piedad en 1597.
La provincia de Tenamaxtlán incluía alrededor de 16 pueblos en el año de
la encomienda, es decir, alrededor de 1526. De ellos, todavía hoy existen:
15
22
MEMORIA Y RECUERDO: MICROHISTORIA DE AYOTITLÁN
23
LA MEMORIA ANTIGUA
corregidor Pedro de Ávila hizo una extensa descripción del territorio que com-
21
prendía las encomiendas de Monje y Gómez. Aunque las referencias que hace
de cada uno de los pueblos son escasas, esclarecen diversos aspectos del con-
junto social de la llamada provincia de Tenamaxtlán.
El número de habitantes de la provincia tenamaxdense en 1579 era, según
esta fuente, de alrededor de 2,500 personas; 860 eran indígenas tributarios
repartidos en todas las poblaciones de la provincia. La población había dismi-
nuido de manera notoria en relación con la de años anteriores, debido a las
frecuentes pestes que se sucedieron en todo el territorio después de la llegada
de los españoles. La provincia de Tenamaxtlán no fue la excepción a esta
22
respecto a las grandes mortandades que han tenido y tienen — y ellos sin con-
tar— las de atrás que redujeron a cuenta un número que, por las relaciones y
ruinas que vemos, parece debía ser innumerable de gente". Como lo señala 24
[...] ninguna nación les hace ventaja, es gente que dejándola a su libre albedrío
jamás usa de virtud ni caridad [...] ella es gente que ni agradece beneficio ni
perdona injuria son inclinados a beber y comer hasta embriagarse y si
algunos días lo dejan de hacer es porque les falta dinero con que comprarlo
20. Sauer, Cari. Colima de la Nueva España en el siglo xvi (Peña Colorada), Jus, México, 1976, p.97.
21. Noticias varias de la Nueva Galicia.., op. cit, p.324.
22. Ibidem, p.324.
23. Arregui, Domingo Lázaro de. Descripción de la Nueva Galicia, Gobierno del Estado de Jalisco,
Guadalajara, 1980.
24. Ibidem, p.88.
25. Noticias varias de la Nueva Galicia.., op. cit, p.324.
2-i
MEMORIA Y RECUERDO: MICROHISTORIA DE AYOTTTLÁN
que la voluntad siempre la tienen aguda. Es gente tan honrada que los unos
a los otros dan las parientas y hermanas y aun las mujeres tienen entre ellos
por infame a la mujer que hace alguna flaqueza con hombre español [..J 26
Sin duda le fue difícil a Pedro de Ávila registrar los rasgos positivos de esos
pueblos. Los testimonios fueron escritos desde el punto de vista español.
Por aquellos años, Tecolodán, Ayotitlán e Ixtlahuacán eran cabeceras, eran
lugares importantes de la región, pero el pueblo de Atengo era el que tenía el
mayor número de habitantes. De Ávila dice que en los años anteriores a la
llegada de los españoles, los pueblos de la región pretendían dominarse unos
a otros, por lo que las guerras eran frecuentes. Incluso los principales de cada
lugar eran los guerreros más valientes y la gente les obedecía. Y aunque no se
les daba ningún tributo, la población se encargaba de que no les faltara "basti-
mento". Cuando alguno de los principales faltaba, era nombrado otro de entre
los valientes. El elegido tenía que demostrar sus habilidades en las peleas que
se preparaban para la ocasión. Luchaban con arco y flecha y, si se les termina-
ban, entonces hacían uso de "macanas" que solían traer en su fajo. Aquellos
que caían prisioneros durante la batalla eran vendidos y esclavizados hasta que
su familia hiciese otra "guerra para redimirlos de su cautiverio". Si lograban
27
liberarlos, los llevaban consigo de regreso, si no, era común que murieran en el
cautiverio.
De Ávila explica que los pueblos de Martín Monje tenían guerra con los de
la provincia de Ameca. Uno de los motivos de la confrontación era ocupar los
territorios de caza de cada pueblo. La declaración de guerra se hacía a través de
un tlantlí, una especie de embajador que desde un punto cercano a los pueblos
enemigos gritaba que el señor de tal pueblo los desafiaba por haber entrado a
cazar a su territorio o por haber matado a alguno de sus hijos o vasallos. Les
decía también que "en tal parte los esperaba, si eran hombres para ello, y que
quería satisfacerse de tal agravio". Al parecer, al embajador no se le hacía
28
25
LA MEMORIA ANTIGUA
[...] acostumbraban tener todas las mujeres que cada uno podía sustentar y
si el vecino veía que en alguna forma no las sustentaba conforme al uso que
tenían iba a la casa del otro y le quitaba las mujeres que le podía quitar,
como no hubiese parido, del que sí tenía hijos suyos no se las quitaban
aunque no las pudiesen mantener [...] aunque se hubiesen quitado las
mujeres los unos a los otros no por eso dejaban de ser amigos [...] 33
Las casas eran de adobe, de paredes altas y techadas con paja. Solían dormir
fuera, excepto en época de lluvias. Se cree que en cada casa vivían entre 30 y 40
personas. Su alimentación consistía, sobre todo, en maíz, frijoles y chiles. Acer-
ca de la religión, antes de ser impuesta la católica, De Ávila señala que
[...] las adoraciones que tenían era el demonio que algunas veces con ellos
dentro de ídolos de piedra labrada hechos figuras de personas y otros hechos
en figura del diablo, a estos llamaban ellos pupuca porque echaban humo
por la boca, estos ídolos diabólicos les avisaban las guerras que contra
2b
MEMORIA Y RECUERDO: MICROHISTORIA DE AYOTITLÁN
ellos se armaban dos y tres días antes que los enemigos llegasen a sus
pueblos y les aconsejaban lo que habían de hacer para defenderse o para
darse paz. 34
Noticias varias
2~
LA MEMORIA ANTIGUA
podían mudarse de sitio a menos que tuvieran autorización del rey, el virrey y
la audiencia. Una de las leyes para estos pueblos prohibía la salida de los
36
que fueran a varias provincias del sur de Jalisco con la intención de terminar de
reducir o congregar diversas poblaciones. A ambos comisionados se les enco-
mendó, entre otros muchos lugares, que visitaran Ayotitlán. Es de lamentar que
el infonne de esa visita no ha sido localizado; sólo se ha rescatado la descrip-
ción correspondiente del pueblo de Tuxpan. 40
Por esos años, Diego Muñoz encabezó el trabajo de los frailes francisca-
41
28
MEMORIA Y RECUERDO: MICROH1STORIA DE AYOTITLÁN
Uno de los documentos que guardaba con más celo la comunidad indígena era
el título virreinal que amparaba la propiedad de sus tierras. Sin embargo, dada
su antigüedad, sufrió muchos daños y tuvo que ser remplazado periódicamen-
te, por lo que se obtuvieron varias copias o documentos. El primero carecía de
43
la aprobación del juez privativo de tierras, aunque las tierras sí fueron poseídas
por la comunidad. Aquel documento, del que no tenemos fecha, se presentó,
ya muy dañado, al comisario Diego de Savalsa en 1727 para que sirviera de
referencia en las nuevas mediciones. El segundo documento fue producto de las
diligencias practicadas por Diego de Savalsa en octubre de ese año y recibió la
aprobación del juez privativo y quedó bajo el resguardo de las autoridades del
pueblo.
A principios de 1800, el segundo documento se encontraba muy maltratado
por lo que se solicitó a las autoridades correspondientes uno nuevo, que fue
entregado en 1804. El cuarto ejemplar corrió aún peor suerte que los anteriores,
pues se perdió. Se cree que debido al temor suscitado durante la revolución fue
enterrado y cuando se quiso recuperar ya estaba destruido. Sin embargo, es
difícil aceptar esta versión, pues contrasta con lo que se dice en una carta en-
viada al señor Elpidio González, presidente municipal de Tecolotlán, registrada
en el archivo municipal de Tecolotlán el 2 de octubre de 1925. En ésta, el señor
Octaviano de León informa al munícipe que "Luciano Cortés le prestó a Ladislao
Aguilar varias cajas para compostura, entre ellas una que contenía los títulos de
este lugar". Al parecer, los títulos se perdieron. Otra versión sobre el destino
de este ejemplar dice que los documentos fueron llevados a Autlán por Jesús
Ramírez y de allí trasladados a Guadalajara, sin precisar a qué archivo. 44
42. Paso y Troncoso, Francisco del. Epistolario de la Nueva España, t.XIII, Antigua Librería Robredo
de José Porrúa e hijos, México, 1939, p.44. Los tributarios generalmente eran cabeza de familia.
43. En el texto del título se hace referencia a esos daños. La actual comunidad indígena guarda
celosamente su copia del título, de la misma manera que lo hicieron las diferentes directivas de
la comunidad del siglo X X , según nos informó Félix García, miembro de esa comunidad.
44. Félix García, entrevista.
29
LA MEMORIA ANTIGUA
A raíz de los conflictos por tierras que se originaron en los años treinta en Ayo-
titlán, se inició una búsqueda exhaustiva del documento: en Audán, en Guadala¬
jara y en la ciudad de México. Al parecer, se encontró una copia en Guadalajara
y fue la que sirvió para el trabajo paleogràfico de José Luis Razo. 45
45. En el anexo I presentamos la versión completa del título, según el informe presentado por José
Luis Razo.
30
MEMORIA Y RECUERDO: MICROHISTORIA DE AYOTITLÁN
46. Según Aurea Zafra Oropeza, en su libro Las cofradías de Cocula (Ágata, Guadalajara, 1996), las
repúblicas de indios eran llamadas así en la documentación colonial "al común indígena y su
cuerpo de gobierno que ejercía funciones gobernativas, administrativas y judiciales en el ámbito
de un pueblo, cabecera y sus sujetos". En cuanto a los alcaldes los había de dos tipos, mayores,
que eran como jueces de letras del pueblo, y ordinarios, quienes hacían un trabajo similar a un
juez municipal. Los regidores eran concejales de una población (c/r. pp. 139 y 144).
31
LA MEMORIA ANTIGUA
el documento estaba muy maltratado y convenía sacar una copia para evitar
mayores problemas. El 25 de septiembre de 1804, los representantes de la co-
munidad se presentaron ante José de Elias Vallejo, teniente general de la juris-
dicción de Autlán, quien en ese momento residía en Tecolodán debido a la
enfermedad del subdelegado. Le expusieron los motivos de su visita y dejaron
los documentos del título para obtener una copia nueva y certificada. Ese día, los
principales de la comunidad presentaron el siguiente escrito:
[...] Basilio Toribio, Alcalde; Juan de Dios, Regidor; y demás yndios prin-
cipales de la República y Común del pueblo de Ayotitíán, de esta jurisdicción,
como más haya lugar en derecho, ante Vuestra Señoría decimos que el Título
del Fundo Legal de nuestro Pueblo son las Diligencias originales que en
Octubre del año de mil setecientos veinte y siete practicó el Comisario Don
Diego de Savalsa y de la Cueva [...] Compuesto dicho Título o Diligencias de
seis foxas útiles y porque aunque perceptible se halla bastante maltratado y
roto, de modo que con el tiempo podrá dificultarse su lectura, para su
remedio lo exhibimos debidamente, sirviéndose la justificación de Vuestra
Señoría mandar que compulsándose Testimonio a la letra autorizado en
pública forma, se nos facilite para resguardo, y se nos devuelvan las mismas
Diligencias originales exhibidas, que así es de justicia, que juramos,
ymplorando el oficio y lo necesario, etc.; a nombre de los presentantes,
Yldefonso Timoteo, escribano de República. 47
47. Cfr. en el anexo I, copia paleografiada del Fundo Real de la comunidad de Ayotitíán.
32
MEMORIA Y RECUERDO: MICROHISTORIA DE AYOTTTLÁN
sembrados de trigo, caña y jitomate. Los árboles frutales más comunes eran el
aguacate, el ciruelo, el guayabo y el guamúchil.
A lo largo de los siglos, el cultivo que más extensión ocupó fue el maíz. En
el año de 1793 en Ayotidán se tenían registrados 108 indios (padres de familia)
empleados en sembrar maíz, frijol y otras semillas como el trigo. En 1822 se 48
48. Menéndez Valdés, José. Descripción y censo general de la intendencia de Guadalajara 1789¬
1793, Gobierno del Estado de Jalisco, Guadalajara, 1980, p.96.
49. Roa, Victoriano. Estadística del estado libre de Jalisco, Gobierno del Estado de Jalisco, Guadalajara,
1981, p.96.
50. Juan Martínez, entrevista.
51. Bárcena, Mariano. Ensayo estadístico del estado de Jalisco, Gobierno del Estado de Jalisco,
Guadalajara, 1983, p.23.
33
LA MEMORIA ANTIGUA
cas. Apenas comienza la cuaresma, los árboles de ciruelo se adornan con cien-
tos de florecillas que poco a poco dan paso a pequeñas bolitas verdes. En
mayo, de los ciruelos ya cuelgan cientos de frutos rojos y amarillos: es tiempo
de cortar las ciruelas. De esta fruta se hace salsa dulce y picante, conserva, agua
fresca, pero como más gusta es recién cortada del árbol y de "chorlito", es decir,
suavecitas y jugosas. Aunque también hay ciruelas en Tamazulita, Ojo de Agua
y San Rafael, las mejores siguen siendo las de Ayotidán.
E l Siglo X L X
Jurisdicción política
52. Información contenida en la escritura pública núm. 4642, en la que se imponían 78,751 pesos
a las comunidades indígenas de las intendencias de Guadalajara y Zacatecas, lo que equivalía a
dos terceras partes de sus bienes.
34
MEMORIA Y RECUERDO: MICROHISTORIA DE AYOTITLÁN
El 8 de julio, una vez terminada la misa y con las campanas a todo vuelo, la
comitiva del templo salió en dirección del tablado donde se realizaría la cere-
monia de ese día. En el orden de la comitiva, iban delante los miembros de
"una lucida danza, que trajo el Alcalde, y principales del pueblo de Ayotidán
t...]" Era común ver esa danza en las fiestas de san Bartolomé, pero también en
54
53- Agraz García de Alba, Gabriel. Esbozos históricos de Tecolotlán, edición del autor, México,
1950, p.316.
5-t. Ibidem, p.316.
55. Organización municipal del estado de Jalisco, Gobierno del Estado de Jalisco, Guadalajara,
1982, pp. 146-147.
56. Colección de acuerdos, órdenes, y decretos, sobre tierras, casas y solares de los indígenas, Gobierno
del Estado de Jalisco, Guadalajara, 1876.
LA MEMORIA ANTIGUA
conflicto, el consejo opinó que, dadas las diferencias de opinión entre las partes,
se procediera a un fallo judicial de manera que se iniciara un juicio al respecto.
El proceso duró dos años y el 10 de mayo de 1849 el gobernador hizo valer
un breve acuerdo en el que informó que "resuelto ya el punto sobre la clase de
terrenos que deben repartirse a los indígenas, nada tiene que agregarse a las
solicitudes de los de Tecolotlán y Ayotitlán l . . . ] " 57
A partir de los pocos datos que tenemos sobre el número de habitantes durante
el siglo xrx, podemos constatar una tendencia del crecimiento poblacional. En
1836 había 319 habitantes; casi 20 años después, en 1853, Ayotitlán contaba
59
con 450 vecinos, y según Longinos Banda, para 1858 había 500 habitantes,
60 61
57. Idem.
58. Muría, José María (dir.) Historia de Jalisco, t.rv, Gobierno del Estado de Jalisco, Guadalajara,
1982, p.88.
59. Agraz García de Alba, Gabriel. Op. cit, p.243.
60. Archivo General de la Nación, distrito Etzatlán, año 1853¬
61. Banda, Longinos. Estadística de Jalisco (1854-1863), Gobierno del Estado de Jalisco, Guadalajara,
1982.
3(>
MEMORIA Y RECUERDO: MICROHISTOR1A DE AYOTITLÁN
ciones de vida, la mayoría lo hicieron hacia el centro del estado, sobre todo a
Guadalajara. De manera que la llegada a Ayotitlán de alteños coincide con un
periodo caracterizado por dificultades económicas serias en el campo de Méxi-
co y la alta migración que le siguió.
En cierta medida, el modelo de desarrollo del presidente Porfirio Díaz en-
traba en la fase aguda de los costos sociales reales que implicaba su política. El
malestar se generalizaba poco a poco, pero de manera contundente. Incluso
algunos hacendados comenzaron a pedir escuadrones del ejército para garanti-
zar su seguridad y evitar brotes de violencia. 64
gión les ofreció amparo y trabajo, con lo que podían satisfacer sus necesidades
primarias, no significaba que los habitantes de la zona gozaran de buenas con-
diciones de vida y menos aún que el bienestar fuera una constante, por lo
menos a mediano plazo.
En la segunda década del porfiriato, la mitad de las familias de la región
que comprende los municipios de Tecolotlán, Tenamaxdán, Juchitlán y Atengo,
vivía en chozas y jacales y 70% de la población no sabía leer ni escribir. Alrede-
dor de 80% de los hombres adultos trabajaba como peones de sol a sol en las
haciendas. El salario oscilaba entre los 18 y 23 centavos para una jornada de 12
horas. También había quienes trabajaban en las haciendas, aunque no vivían
66
62. Esta versión es la que suelen contar los ancianos de Ayotitlán. Más aún, al preguntarles sobre
quién les enseñó a trabajar el otate, afirman que fueron los "alteños" que llegaron en aquel
tiempo.
63. Muriá, José María. Op. cit, p.116.
64. Idem.
65. Castillo Girón, Víctor Manuel. Sólo Dios y el Norte, Universidad de Guadalajara, Guadalajara,
1992, p.31.
66. Ibidem, pp. 40-41.
37
LA MEMORIA ANTIGUA
en ellas sino en los ranchos y pueblos cercanos, eran los llamados "arquilines"
y varios eran de Ayotitlán. Su paga, como la de los otros peones, era mitad en
efectivo y la otra mitad con boletas para comprar mercancías en las tiendas de
raya de las haciendas. La situación laboral de los hombres era muy difícil, pues
estaba siempre supeditada a las necesidades de los hacendados. Su esperanza
por un temporal de lluvias que hiciera rendir sus pobres y escasos cuamiles, les
seguía en su diario trabajo. Fue entonces cuando comenzaron a salir por tem-
poradas a trabajar a las haciendas costeras a cortar coco. Estas condiciones de
vida contrastaban con la comodidad y oportunidades que tenían los ricos, due-
ños de las haciendas. Gente distinguida por sus propiedades, su dinero, su
educación y, desde luego, por dirigir la vida económica y política de la región,
además de las buenas relaciones que sostenían con los sacerdotes. 67
[...] 95 por ciento de las mujeres mayores de edad trabajaban por lo regular
en sus casas, donde con seguridad moler nixtamal, tortear a mano y cuidar
a sus numerosos hijos implicaba gran esfuerzo. Otras se empleaban como
criadas o sirvientas de las familias "acomodadas", y algunas más se dedicaban
a coser o lavar ropa, moler nixtamal y tortear ajeno, con ingresos muy bajos
comparados con la molida de espalda que a diario se daban al permanecer
inclinadas sobre el metate y el lavadero durante largas horas. 68
38
L A M E M O R I A RELIGIOSA Y FAMILIAR
L a religiosidad
Eran las cuatro de la tarde del 19 de enero de 1994, cuando Timoteo Ruelas,
que siempre acostumbraba ir a esa hora al centro del poblado, pasó por el
curato y escuchó que Abrahana, la hermana del señor cura José María Ávila
(conocido como el padre Chema), estaba llorando. Como el sacerdote se en-
contraba enfermo, Timoteo pensó que algo grave había ocurrido. Se acercó a
Abrahana para preguntarle qué estaba pasando y su sorpresa fue grande: la
imagen del patrono no estaba en su sitio; san Bartolomé no estaba ni en el
templo ni en la llamada capilla vieja.
Por aquellos días se hacían trabajos de pintura en la bóveda del templo,
por lo que la imagen del patrono había sido trasladada a la capilla chica, la que
desde la década de los treinta y hasta 1974 había sido la principal.
De acuerdo con la costumbre de los miembros de la asociación de la vela
perpetua, una persona (la madre Juanita en esa ocasión) debió haber estado de
guardia rezando en el templo, pero alrededor de las dos de la tarde salió a
comer, así que los únicos que estaban dentro eran los albañiles que pintaban la
bóveda del templo. Cuando se les preguntó si habían visto algo raro, dijeron
que no, que sólo observaron entrar a dos jóvenes con un portafolio, pero eso
no les causó mayor inquietud. Algunas personas que se encontraban en la calle
vieron salir a dos muchachos que corrían para subir a un auto. Se creyó, pues,
que fueron ellos quienes hurtaron la imagen de san Bartolomé.
39
LA MEMORIA RELIGIOSA Y FAMILIAR
Repicaron entonces las campanas, la grande y las dos chicas, y por el alta-
voz que estaba en la torre se dio el aviso de la desaparición de la imagen. En
pocos minutos, el templo estuvo repleto de hombres y mujeres que, al ver el
nicho vacío, salían llorando por lo sucedido. El pueblo de pronto se llenó de
tristeza.
La población se había alarmado; en una decisión tomada de manera comu-
nitaria, se notificó de inmediato el hecho ante el Ministerio Público en Cocula.
Además, se dio aviso a distintos periódicos de Guadalajara, mientras que en los
noticieros del canal 4, de la misma ciudad, y el de 24 horas, del canal 2 de
México, se dio a conocer la noticia. También en el programa Primer Impacto
de Univisión se reportó la desaparición de la imagen.
El Occidental publicó el acontecimiento el 28 de enero en las páginas
policiacas, decía: "Se llevaron la Venerada Imagen de San Bartolomé Apóstol en
Ayotitlán. Sospechan de Presuntos Traficantes de Obras de Arte". 1
La imagen, se afirmaba, tiene un gran valor, "ya que fue traída por los espa-
ñoles poco después de la conquista". A la imagen se le atribuyen muchos
2
milagros de manera que tiene además "un gran valor sentimental" para los
ayotitlenses. La nota incluía una foto de la pequeña escultura y se pedía que
cualquier noticia que se tuviera de ella fuera informada a la caseta telefónica a
la extensión 128 con el señor Juan Santana García. Pero antes de contar en qué
terminó la misteriosa desaparición de san Bartolomé, conviene hacer un poco
de historia en relación con su imagen.
El valor sentimental del que se habla en la nota se fue construyendo a lo
largo de más de tres siglos de presencia de san Bartolomé en este pueblo. No se
tienen datos precisos de la fecha en que fue nombrado patrono de Ayotitlán,
tampoco de quién pudo haberlo traído; pero hay una tradición que explica su
llegada en los primeros años del siglo X V I I . 3
Se cuenta que san Bartolomé era el patrono de Atemajac de las Tablas (hoy
de Brizuela) y que en Ayotidán tenían como patrona una advocación de la
Virgen. En ocasiones san Bartolomé visitaba Ayotidán y la Virgen, a su vez, a
Atemajac.
Se dice que en Atemajac vivían tres indios que se encargaban de recolectar
el dinero para celebrar la fiesta en honor de san Bartolomé. Ellos tenían una
40
MEMORIA Y RECUERDO: MICROHISTORIA DE AYOTITLÁN
mina, de manera que cuando la gente no les daba o no les alcanzaba el dinero,
podían sacar de la mina y hacerle la fiesta al santo.
En una ocasión, los ricos del pueblo de Atemajac no quisieron cooperar y
mucha gente tampoco lo hizo. Entonces, los tres indios tuvieron que recurrir a
la mina. Al ver esto, los ricos le dijeron a la gente que con seguridad los tres
indios eran unos ladrones, pues cómo era posible que sin pedir dinero pudie-
ran celebrar la fiesta a san Bartolomé. Así, cuando los indios fueron a la mina,
los ricos los espiaron y mataron a dos de ellos, el otro logró escapar.
Desde entonces, dicen, san Bartolomé comenzó a venirse solo para Ayotitlán,
pero la gente de Atemajac venía por él. Los ricos le ordenaron al sacerdote que
cerrara con llave el lugar donde guardaban la imagen y además se decidió tener
a un vigilante. Pero, para su sorpresa, al día siguiente san Bartolomé ya estaba,
otra vez, en Ayotitlán.
Cuando la gente vino de nuevo por él, pudieron ver las huellas del santo
por el camino. Quisieron llevárselo, pero cada vez que intentaban sacarlo de la
capilla, la imagen se volvía pesada y entonces tenían que regresarla al altar.
Comprendieron, pues, que san Bartolomé quería quedarse en Ayotitlán y lo
dejaron ahí.
Se dice que el día que llegó, las campanas del pequeño templo repicaron
solas. Desde entonces, san Bartolomé se convirtió en el patrono protector de
Ayotitlán.
Por ser una leyenda que se ha trasmitido de modo oral, hay algunas varian-
tes del relato. Por ejemplo, algunas personas cuentan que las huellas que deja-
ba san Bartolomé a lo largo del camino estaban tan marcadas en la vereda, que
hubo gente que recogió la tierra hollada por "los piecitos de San Bartolo".
Algunos dicen que llegó caminando un 24 de agosto procedente de Atemajac.
En ese pueblo, también hemos escuchado algunas versiones acerca de su
salida. María Guadalupe Sánchez Ramírez, de 90 años y originaria de Atemajac,
asegura que la leyenda de san Bartolomé es cierta y que la escultura original es
la que se encuentra en Ayotitlán. Ella cuenta que en Atemajac había una mina
ubicada en el cerro de La Lagartija, de donde se sacaban "pedazos de oro para
hacerle la fiesta a san Bartolo"; pero esa mina desapareció "porque después los
mayordomos no eran legales". Otros, continúa doña María, decían que desapa-
reció "debido a que algunos querían que con la misma mina se celebrara a la
Virgen de la Defensa". Los mayordomos tuvieron problemas y "de ver cómo se
peleaban por la mina y por la tornadera", san Bartolomé se fue para Ayotitlán,
"seguramente diciendo '¡hay se la virigúan! La mina quedó encantada. Ora se
friegan'".
41
LA MEMORIA RELIGIOSA Y FAMILIAR
[...] se sabe que habiendo sufrido los naturales de este pueblo [Juanacatlán]
ciertas vejaciones injustas, para poner remedio a ello se encaminaron hasta
México, acompañados de los naturales de Atemajac [...] para entrevistar al
Virrey, que lo era en ese entonces [...] don Juan de Palafox y Mendoza,
4. Tello, Antonio. Crónica miscelánea de la sánela provincia de Xalisco, Font, Guadalajara, 1945,
p.84.
5. Orozco, Luis Enrique. Los cristos de caña de maíz y otras venerables imágenes de Nuestro Señor
Jesucristo, t.II, s.e, Guadalajara, 1974, p.92.
6. Idem.
42
MEMORIA Y RECUERDO. MICROHISTORIA DE AYOTITLÁN
Esto sucedió entre junio y noviembre de 1642. De aquí surge una duda, ¿por
qué los indios de Atemajac acompañaron a los de Juanacatlán para pedir una
imagen defensora si ya tenían un patrono, supuesto protector de su pueblo?
No obstante la presencia de la Virgen de la Defensa en Atemajac, san
Bartolomé continuó como patrono del lugar, pues, en 1885, al erigirse la parro-
quia de Atemajac por instrucciones del arzobispo de Guadalajara, Pedro Loza y
Pardavé, se le llamó "de San Bartolomé de Atemajac de las Tablas". 8
7. Orozco, Luis Enrique. Iconografía mariana de la Arquidiócesis de Guadalajara, t.I, s.e, Guadalajara,
1954, pp. 213 y 214.
8. Idem.
9. Juan Martínez, entrevista.
43
LA MEMORIA RELIGIOSA Y FAMIUAR
Los "pasajeros" de Atemajac eran de todas edades pues "casi todo el pueblo
iba visitar a la virgen de Talpa". A los niños los metían en pequeñas canastas de
otate que subían en los burros. Las mujeres llevaban "muchos tacos y gorditas
de frijoles para el camino, también llevaban tamales y agua en bules. Cuando
ya casi se llegaba al lugar donde se iba a comer, el esposo se adelantaba a
preparar la lumbre para que las mujeres llegaran a calentar la comida". 12
ese lugar quedó despoblado. ¿Acaso aquellos indios que lograron huir sin ser
asesinados llevaron la imagen a Ayotidán?
La escultura de san Bartolomé apóstol mide 45 centímetros de largo, fue
hecha de pasta de caña de maíz y está estofada en oro. A esta imagen se le
atribuyen muchos milagros. Algunos de estos tienen relación con dos hechos
centrales en la historia de la población: el primero, la condición de "pueblo de
indios" en la que se mantuvo hasta el primer tercio del siglo XLX, y, el segundo,
la migración hacia Estados Unidos, muy significativa a partir de la segunda
mitad del siglo XX.
44
MEMORIA Y RECUERDO: MICROHISTORIA DE AYOTITLÁN
¿Por qué Ayotitlán fue pueblo de indios y los españoles no pudieron que-
darse en este lugar? se dice que: "en tiempo de la llegada de los españoles
querían entrar al pueblo [pero] vieron a tres personajes a caballo y atrás de
ellos un gentío, según ellos eran San Bartolomé, Santo Santiago y San Juan, los
cuales hicieron huir a los españoles". 14
[...] una vez Jesús Ruiz Ureña, Angel Mares Pérez, Sabino Ramírez Rodríguez,
Margarito Ramírez Silva, Agustín Ureña Escoto, Teófilo Brambila Cobián
iban por el desierto para Estado Unidos. Entraron por Algodones en el
estado de Sonora. Después del segundo día se extraviaron, y no sabían
para dónde darle. Al cuarto día, casi todos no podían caminar. Uno de
ellos, Margarito, oyó el ruido como de un ojo de agua y allí todos tomaron
agua hasta saciarse. De allí siguieron caminando y poco después salieron a
una carretera. Allí los encontró una patrulla de la migración y al verlos en
muy mal estado, les preguntaron que cuánto tiempo tenían y ellos
respondieron que tenían tres días sin haber tomado agua en el desierto.
Pero al cuarto día encontraron un pozo y allí pudieron tomar agua y recuperar
un poco de fuerza. El policía les contestó que él conocía bien la región y
que no sabía de ningún pozo de todo lo que conocía alrededor, pues era
puro desierto. Mientras sufrían la sed, ellos se iban encomendando a San
Bartolo y se cree que fue un milagro de él. 16
Todas estas personas ahora viven en Estados Unidos. Desde luego que, cuando
ha habido sequía, la gente ha acudido a san Bartolo para que consiga el agua.
Como dice Juan Martínez, "le pidemos cuando hay mucha sequedad, y nos echa
45
LA MEMORIA RELIGIOSA Y FAMILIAR
agua". Así, cuando hay mucha necesidad, la gente dice: "pos vamos sacando a
san Bartolo; pero cuando se trata de una función no dan nada dicen: estoy muy
jodido". Para mostrar que el santo sí ha conseguido el agua basta recordar
r
No ha sido la única ocasión: "Otra vez lo sacaron para el lado de los algo-
dones y por la tarde lo trajeron a la casa de Juan Santana; allí lo iban a velar en
la noche y al oscurecer se vino la llovizna y toda la noche fue llover". De 19
17. Idem.
18. Idem.
19. Idem.
20. Idem.
21. Idem.
tí
MEMORIA Y RECUERDO: MICROHISTORIA DE AYOT1TLÁN
22. Carta enviada por el comité organizador de la fiesta. Copia entregada por Hilario López.
47
LA MEMORIA RELIGIOSA Y FAMILIAR
mas, añadidas en 1997, son de Adán Brambila. El himno tiene la siguiente letra:
48
MEMORIA Y RECUERDO: MICROHISTORIA DE AYOTITLÁN
(Estribillo)
49
LA MEMORIA REUGIOSA Y FAMILIAR
El otro himno fue escrito por Hilaria Brambila Ruelas. El ritmo de la música es
ranchero y, en la estrofa del coro, guapango. Ésta es la letra:
Es mi Ayotitlán
linda tierra donde nací,
con todo el afán de mis padres
que hicieron por mí.
Es mi Ayotídán
muy humilde y muy sincero,
de todo su alrededor
para mí siempre es primero.
En las fiestas patronales
que se celebran cada año,
vienen muchos peregrinos
a visitar tu santuario.
Tú eres el patrón del pueblo
a quien tanto veneramos,
porque de ti recibimos
la bendición de tus manos.
todavía niño por entonces, venía de ensayar con la banda de música. Cuando
entraba a su casa, vio que en la calle Américas estaba estacionado "un auto
viejo ocupado por un señor, una señora y dos niños, que parecían pobres". El
señor llamó a Agustín y, después de darle dos pesos, dice él, por: "el mandado
que le iba a hacer, me dio el bulto y me dijo: 'se lo entregas al padre, al padre,
¡no a otra gente!'".
50
MEMORIA Y RECUERDO: MICROHISTORIA DE AYOT1TLÁN
esa misma noche, con su camioneta Nissan azul llena de cohetes y pólvora.
Durante la noche y madrugada todas las bandas estuvieron tocando, y se
produjo tal estruendo y luminosidad con los cohetes, que la gente en Tamazulita
se preguntaba: "¿Qué pasa en Ayotitlán que parece que se está quemando?" 28
51
LA MEMORIA RELIGIOSA Y FAMILIAR
La conquista religiosa
era Ayotidán.
De los conventos recién fundados en las poblaciones más grandes de la
región, salían los frailes franciscanos a realizar su trabajo religioso por los dife-
rentes pueblos, ranchos y estancias que comprendían la jurisdicción de los
mismos. Según fray Antonio Tello, el primer convento en esta zona fue el de
31
Zapotlán (Ciudad Guzmán) y desde ahí, Juan de Padilla y otros frailes, salían
en sus correrías que llegaban hasta Audán, Cocula y Tenamaxtlán por el po-
niente.
En 1546 se fundó el convento de San Salvador en Autlán, y Ayotidán fue
designado pueblo de visita de los religiosos de ese convento hasta 1576, año
en que se "adjudicaron los pueblos de Ateneo, Tenamastlan y Ayotidán" al 32
29. Agraz García de Alba, Gabriel. Esbozos históricos de Tecolotlán, edición del autor, México,
1950, p. 205.
30. Torres, Francisco Mariano de. Crónica de la sancta provincia de Xalisco, Instituto Jalisciense de
Antropología e Historia, Guadalajara, 1965, p.45.
31. Tello, Antonio. Op. cit, p.125.
32. Ibidem, p.58.
33. Agraz García de Alba, Gabriel. Op. cit, p.216.
=>2
MEMORIA Y RECUERDO: MICROHISTORIA DE AYOTITLÁN
Ayotitlán no tuvo una capilla del tamaño de los conventos o las sedes de doctri-
na (centros de jurisdicción religiosa) por ser pueblo de visita. Pero, antes de
1599, el pueblo tenía su hospital, y por lo tanto, una capilla.
37
53
LA MEMORIA REUGIOSA Y FAMILIAR
Esto hace suponer que en 1530 debió haberse construido una pequeña
capilla en Tecolodán. Debido a que en 1599 en San Agustín de Tecolodán y en
Ayotitlán ya había hospital, y que en ellos se construía una capilla dedicada a
la "Concepción Sanctísima de la Virgen Nuestra Señora", se deduce que la 39
socorrer a los enfermos tanto en su salud como en lo religioso. Los motivos que
tuvieron para la construcción fueron muchos:
[...] el primero y principal fue ver la suma pobreza y miseria que los indios
tenían en sus casas. Y la indecencia grande que en ellos había para
administrarles los sanctos sacramentos [...] en estos hospitales se da posada
a los caminantes pobres, y se curan no solo a los naturales sino también a
los pasajeros si caen enfermos. Y se les administran los sanctos sacramentos,
y el de la Comunión cuando el enfermo necesita de ella y es capaz de recibirla
porque las capillas de estos hospitales están con mucha decencia [...] 41
Los hospitales tenían funciones más amplias de las que hoy suponemos, pues
en ellos también se ofrecía hospedaje a los visitantes de los pueblos y, en cierta
medida, servicios religiosos.
Desde la fundación de su convento y hasta el siglo XX, la parroquia de San
Agustín de Tecolodán ha tenido varios pueblos y ranchos como visita parroquial,
ha sido una jurisdicción de gran tamaño; incluso, en un informe de 1770, se
dice que la "doctrina de Tecolotlán está dividida para su mayor administración
en cuatro partidos por ser muy dilatada. El primero es Tecolotlán, desde donde
se administran otros dos pueblos que son Juchidán y Ayotidán, tres haciendas y
dos ranchos [...] reside en este pueblo el cura fray Joan de Zamora y un ministro". 42
A finales del siglo XTX, Juchidán fue nombrada parroquia, por lo que la
jurisdicción de Tecolotlán quedó reducida.
43. Un excelente trabajo sobre la evangelización en la Nueva Galicia y que nos da cuenta de lo
anterior es el realizado por José Francisco Román Gutiérrez en su libro Sociedad y evangelización
en la Nueva Galicia durante el siglo xvi (Instituto Nacional de Antropología e Historia/El Colegio
de Jalisco/Universidad Autónoma de Zacatecas, Guadalajara, 1993).
44. Ibidem, pp. 235-276.
5=>
LA MEMORIA RELIGIOSA Y FAMIUAR
56
MEMORIA Y RECUERDO. MICROHISTORIA DE AYOTITLÁN
Pero justo tres años antes, según referencia que hace Agraz García de Alba, la 47
A pesar del escueto registro que se hace, los inventarios de las capillas son
una fuente de información muy importante, ya que contienen datos que nos
permiten, por ejemplo, recrear el tipo de construcción de la capilla antigua, la
que se cayó en 1922. El inventario más antiguo del que se tiene conocimiento
es del 18 de mayo de 1836 y fue elaborado por el P. Rafael Homobono Tovar,
sacerdote distinguido de Tecolotlán, constructor, entre otros edificios, de lo
que ahora es el templo parroquial de ese lugar. Su informe describe el tamaño
y tipo de construcción de la capilla, lo que en ella se contenía y los vasos
sagrados que se guardaban. El informe es el siguiente:
46. Menéndez Valdés, José. Descripción y censo general de ¡a intendencia de Guadalajara 1789¬
1793, Gobierno del Estado de Jalisco, Guadalajara, 1980, p.56.
47. Agraz García de Alba, Gabriel. Op. cit, p.78. No menciona la fuente de su información.
48. Oliver Sánchez, Liliana V. La antigua Autlán de la Grana (Temática Jalisciense), Gobierno del
Estado de Jalisco, Guadalajara, 1983, p.44.
5-
LA MEMORIA RELIGIOSA Y FAMILIAR
49. Agraz García de Alba, Gabriel. Op. cit, pp. 241 y 243.
50. Archivo Parroquial de Tecolotlán, Inventarios, 1877.
58
MEMORIA Y RECUERDO: M1CROHISTORIA DE AYOTITLÁN
51. Archivo Parroquial de Tecolodán, Libro de Gobierno núm. 2, fojas 99v y 116.1881.
59
LA MEMORIA RELIGIOSA Y FAMILIAR
60
MEMORIA Y RECUERDO: MICROHISTOR1A DE AYOTITLÁN
61
LA MEMORIA REUCIOSA Y FAMILIAR
62
MEMORIA Y RECUERDO: M1CROHISTORIA DE AYOTITLÁN
lla provisional como san Bartolo estarían bien cuidados, quizá mucho más de
lo que en la presidencia municipal se deseaba.
Terminado el conflicto cristero, el señor cura de la parroquia, José de la
Torre, dirigió al presidente municipal de Tecolotlán un informe, hecho por or-
den de la Secretaría de Gobernación, en una pequeña hoja de cuaderno fecha-
da el 25 de octubre de 1930. Allí se menciona que en Ayotitlán hay una "capilla
que se destruyó por su antigüedad y que se está reedificando en la congrega-
ción". Lo que el P. De la Torre informó a las autoridades municipales quedó
62
63
LA MEMORIA REUGIOSA Y FAMILIAR
Martín Ramos, recibía honorarios (45 pesos mensuales) que pagaban los veci-
nos de Tamazulita. No obstante que contaban con un sacerdote en ese poblado,
63
las necesidades religiosas de los ayotitlenses no eran atendidas del todo. José
María Robles escribió en octubre de 1922 que en las rancherías de Palo Alto,
San Buenaventura y Ayotitlán, así como en aquellas donde no había aún capi-
lla, apenas eran "atendidas por falta de otro Sacerdote. Es, limo. Señor [obispo
de Guadalajara] una imperiosa necesidad que venga otro Ministro, para que
turnándonos en la administración, sin menoscabo de la Cabecera, vayamos a
esas abandonadas Rancherías necesitadas y sedientas del Sagrado Ministerio". 64
64
MEMORIA Y RECUERDO: MICROHJSTORIA DE AYOTTTLÁN
mucho tesoro: anillos de oro y plata, zarcillos, coquetas. Está del lado del altar,
allí también está la piedra fundamental que le dicen". En un bote de chiles de
66
tres litros hicieron la colecta del tesoro: Toña Ruelas le echó unas coquetas
de oro, Toño Pérez tres monedas de plata 0.720 y mucha gente echó también
cosas de oro y plata. Lo recolectado en el bote se pasó a una piedra de cantera
y se enterró a la altura del presbiterio. 67
65
LA MEMORIA RELIGIOSA Y FAMILIAR
66
MEMORIA Y RECUERDO: MICROHISTORIA DE AYOTITLÁN
ban la lucha del pueblo salvadoreño: "Cuando el pobre crea en el pobre, cons-
truiremos la fraternidad".
L a familia ayotitlense
El Libro de matrimonios
menos que fueran viudos—¡ que no eran parientes por ninguna línea, y que no
dieron palabra de matrimonio a ninguna otra persona.
Antes de presentarse a esta ceremonia, se hacían correr tres amonestaciones
donde se informaba a la comunidad parroquial de las pretensiones de la pare-
ja, dando tiempo a evitar que se casaran cuando existiera algún impedimento.
Los testigos afirmaban conocer a los contrayentes y decían que no existía impe-
dimento alguno para el casorio. Los novios se confesaban, recibían la comu-
nión y eran declarados marido y mujer. Después regresaban a Ayotidán para la
fiesta. Esta costumbre se siguió aún en las primeras décadas del siglo X X . 6 9
69. Archivo Parroquial de Tecolotlán, Libro de matrimonios. En cuanto a las costumbres seguidas en
las bodas en este siglo, la información fue proporcionada en entrevistas por Margarita Pérez,
Francisco y Juan Martínez, Zenaida Hueso.
70. Archivo Parroquial de Tecolotlán, Libro 3 de bautismos, junio de 1711 a enero de 1742, foja 5,
vuelta.
71. Archivo Parroquial de Tecolotlán, según los registros en los libros de matrimonios.
MEMORIA Y RECUERDO: MICROHISTORIA DE AYOTITLÁN
arribando personas a esta localidad durante los siglos X V I I I y XLX sobre todo,
aunque no se informa de los motivos que tuvieron para llegar a este pueblo.
Casi todos los que llegaron antes de 1800 eran considerados indios que vinie-
ron de Chiquilistlán, Atemaxac, Tapalpa, Ayuda, Tenamaxdán, Xuchipila, San
Martín, Ejutla, Ameca, Zapopan, Ixtlahuacán, Caxitidán, Tecolotlán, Zacoalco y
Cocula. Muchos de ellos eran viudos que se volvieron a casar en Tecolotlán
y decidieron vivir en Ayotitlán.
El Libro de defunciones
69
LA MEMORIA REUGIOSA Y FAMILIAR
ron los padres y uno o dos hijos. Muchos de los moribundos eran llevados al
hospital sólo unas horas, pues al cabo de un rato morían y de inmediato eran
enterrados. A consecuencia de esa peste, el mayordomo del hospital, Juan García,
su esposa y dos de sus hijos también murieron. Fueron 43 personas las que
murieron ese año terrible.
En 1744, la provincia franciscana de Santiago de Xalisco, realizó una des-
cripción de los pueblos de su jurisdicción. Con ella se conoció el estado del
trabajo pastoral y la situación social de la feligresía. El informe correspondiente
a la parroquia de Tecolotlán estuvo a cargo de fray Joan de Zamora.
El paisaje que describe es sumamente desolador. Y no era para menos,
hacía apenas seis años que la región había sido azotada por la peste de viruela
que afectó a Ayotidán.
Según la descripción del franciscano, las poblaciones sufrían de una aguda
pobreza, ahondada aún más por lo agreste de la geografía de la región. Estas
condiciones dificultaban el trabajo pastoral de los frailes, pues las subvencio-
nes apenas alcanzaban para su manutención, además de que en época de llu-
vias, era difícil que pudieran desplazarse a los pueblos y ranchos a realizar su
servicio. Muchas veces, los moribundos no recibían los últimos auxilios reli-
giosos, pues no se alcanzaba a avisar a los frailes, o bien, los arroyos y ríos
impedían el paso a varios de los pueblos. Según fray Joan de Zamora, en ese
año era poca la población. Los indios apenas se mantenían con maíz y frijol.
Sólo unos pocos españoles de Tecolotián alcanzaban a comer carne. Ello era
una muestra patente de la gran pobreza que se padecía en aquellos años en
toda la región y casi en toda la población.
El Libro de bautismos
70
MEMORIA Y RECUERDO. MICROHISTORIA DE AYOTITLÁN
71
LA MEMORIA REUGIOSA Y FAMILIAR
A principios del siglo XX, cerca de Ayotidán había tres ranchos de donde, a
mediados de la década de los veinte, primero, y de la década siguiente, des-
pués, varias familias emigraron hacia Ayotidán. Uno de esos ranchos era La
Joya, muy conocido en toda la región, pues era paso y lugar de descanso de los
arrieros y sus animales; allí solían comer y a veces pasar una noche, y también
alimentaban a sus muías y burros.
Entre otras, en La Joya vivían las familias de Ruperto Santana Navia, Juan,
Marcos y Doroteo Santana, León y Andrés López, Eugenio Lepe, Jesús Guzmán,
Trinidad y Manuel Espinosa, Fidencio y Alejandro Álvarez, Filiberto López, José,
Juventino y Florentino Lepe, Fausto López, Martín Aguilar, Octaviano de León,
72
MEMORIA Y RECUERDO. MICROHISTORIA DE AYOTITLÁN
Así, pues, Ayotitlán se fue agrandando con familias y personas que vinie-
ron, como ya se apuntó, de varios lugares, lo mismo de Chiquilistlán que de
Tepatidán, de Cocula que de La Joya. Unos vinieron a casarse, otros a buscar
sustento, otros a buscar refugio y hasta hubo quienes encontraron un pedazo
de tierra. ¿Por qué venirse a Ayotitlán? Donjuán Martínez dice que
[...] quién sabe cómo estarán las cosas, pues la gente que viene aquí se
ingre y no hay trabajo, muchos llegaron bien jodidos y aquí se remendaron
algo, aquí están a gusto y no hay trabajo, sabe... algunos nos vamos para
podernos mantener y otros mejor se vienen... será porque aquí uno es más
libre que en otros lados, porque hay pitayas, ciruelas, guamuchiles, hay
dondequiera, nomás uno trae su chiquihuite y se pone a cortar guamuchiles,
a lo mejor por eso nos ha gustado aquí. Además aquí se halla lo que uno
quiera, hay huaraches, ropa, comida, lo que se busque hay aquí... bueno,
casi. '
7
73
San Bartolomé Apóstol
Estatuóla legendaria venerada en Ayotitlán, hecha de pasta de maíz y estofada en oro. Mide 45
centímetros de altura. Se cree que fue traída por los españoles poco después de la conquista, en
el siglo X V I .
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: I
1. Cfr. Meyer, Jean. La cristiada, Siglo X X I , México, 1974. E n cuanto a la geografía y combatientes
en el conflicto, conviene consultar los tomos I y ID.
87
EL RECUERDO QUE AÚN CAMINA
veces ayudados por los hijos aún pequeños. Las mujeres, por su parte, molían
el nixtamal en casa y preparaban las gordas que, con frijoles y chile, acompaña-
das de un jarro de atole, eran la comida habitual en un día normal; lavar la ropa
en el río, bañarse en sus aguas un poco más temprano, apenas amanecía. Todas
las personas devotas una vez al año, celebraban en agosto tres días de fiesta en
honor de san Bartolomé con la visita del sacerdote de Tecolodán, entonces, los
que podían, estrenaban los calzones de manta blanca que habían sido hechos en
el pueblo, al igual que los huaraches de copal y las faldas largas hasta los
tobillos, tan largas como las trenzas de cabello negro brillante.
Pero, ¿cuáles son los cambios visibles durante el siglo X X en el modo de
vivir de los ayotitlenses? Las comparaciones siguientes tal vez sirvan de res-
puesta: del maíz y frijol al maíz y frijol; de las canastas de otate a más canastas
de otate; de la abundancia de ciruelas a la escasez de ciruelas; de los plantíos de
caña a los terrenos secos o construidos; del café natural del pueblo al Nescafé;
de la "lucida danza" al recuerdo de ella; de la capilla chiquita —y caída— al
templo grande, con torres, reloj, camioneta y sacerdote de planta y nueve días
de fiestas patronales; de moler en el metate de la casa a la tortillería de Rafael
Cisneros o a las tortillas Tía Rosa; de los huaraches de correllita y copal a las
botas vaqueras y los tenis; de la leña al gas; del baño en el río al agua caliente
en casa; de las noches de antorchas y velas al alumbrado público; de los baldes
de agua traídos del pocito del río o de los pozos de soga en las casas, al agua
potable y a la purificada Guadalupana, Santa Rosa y Roca Azul; de las parteras,
los remedios caseros y el doctor de Tecolodán, al Centro de Salud de la comu-
nidad, los remedios caseros y los doctores de Tecolodán, Cocula y Guadalajara;
de los burros, muías y algunos caballos a los dos taxis, las trocas americanas y
los camiones foráneos; del silabario y las clases para quienes podían pagar
unos centavos, a la telesecundaria; de las yuntas a cinco tractores, dos de Juan
Mendoza, dos de Alberto Lepe y uno del "Güero Ruelas"; de las faldas largas a
las minifaldas; de los calzones y fajo de manta, a los pantalones de mezclilla y
cinturón piteado; del "puro gusto", a dos plazas de toros con fiestas en diciem-
bre; de la rueda de san Miguel, al nintendo y al fútbol; del atrio, al cuadro
(plaza); de los mariachitos de Ojo de Agua y de Villegas, a las bandas y mariachis
del pueblo; del recadito o guiño del ojo y platiquita en la milpa de los que
coqueteaban, a las vueltas en el cuadro y los bailes; del "robo" y las "juidas" de
muchachas a las juidas nomás; de la ropa hecha en casa para casarse y los
padrinos de velación, a los vestidos y trajes comprados en Guadalajara y las
decenas de padrinos; de las tiendas en Tecolodán y el alcohol comprado allá, a
la tienda de Cundo Puentes y a los 20 comercios de abarrotes, cerveza y vino;
88
MEMORIA Y RECUERDO. MICROHISTORIA DE AYOTITLÁN
1910 tenía raíces hondas y calentadas, pues varias veces se pensó en una rebe-
lión en contra del gobierno central; también los proletarios se habían rebelado
en fábricas y haciendas. Los obreros de Río Blanco, Veracruz, y Aquiles Serdán, en
Puebla, jalaban hacia la lucha por un cambio profundo en el país. En el norte,
Madero lidereaba el movimiento. Fue en noviembre cuando estalló de manera
oficial la revuelta que aglutinó, en un principio, a miles de descontentos. El 20
de ese mes, bajo el lema "Sufragio efectivo. No reelección" de la campaña
presidencialista de Madero (y 30 años antes del mismo Porfirio Díaz) y confir-
mado en el Plan de San Luis, comenzaron los primeros días de la revolución
mexicana. 2
2. Cosío Villegas, Daniel et al. Historia mínima de México, El Colegio de México, México, 1997,
pp. 137-147.
3- Pereyra, Carlos. México falsificado, Polis, México, 1949, p.201.
89
EL RECUERDO QUE AÚN CAMINA
lentos y ratos de relativa calma. Uno de los conflictos duró casi tres años, cuan-
do el presidente era Plutarco Elias Calles. Fue el conflicto cristero o cristiada: la
lucha armada entre la iglesia católica y el gobierno. En esa guerra participaron
en el frente, miles de campesinos; miembros del ejército federal y del cristero.
Parte del balance: sacerdotes asesinados; cientos de muertos; robos y clausura
de los templos; mexicanos en el exilio; comunidades asoladas, y, para variar,
arreglos cupulares. Después de Calles, se sucedieron tres presidentes en quie-
nes él influyó de manera considerable: Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio y
Abelardo Rodríguez. En 1934, asumió la presidencia Lázaro Cárdenas, estima-
do, entre otras cosas, por ser el más grande repartidor de tierras, a las que
tenían derecho millones de mexicanos empobrecidos.
bre de 1910, por lo menos hasta 1913, cuando inició en la zona, la presencia
constante de distintos grupos armados involucrados en el conflicto. El primero
fue el que dirigía Francisco Vallejo, quien andaba en las inmediaciones de Palo
90
MEMORIA Y RECUERDO: MICROHISTORIA DE AYOUTIÁN
Alto y Villegas. En marzo de ese año, se corrió el rumor de que "los hermanos
Soto estaban de nuevo en el rancho de Arroyo Hondo con credenciales de viva
Carranza". 8
8. Castillo Girón, Víctor Manuel. Sólo Dios y el Norte, Universidad de Guadalajara, Guadalajara,
1992, p.48.
9. Ibidem, p.49.
10. Archivo Municipal de Tecolotlán, libro de comunicaciones del presidente municipal de Tecolotlán
1909-1920, abril de 1912.
11. Ibidem, enero de 1914.
12. Ibid, febrero de 1914.
91
EL RECUERDO QUE AÚN CAMINA
pronto fue incendiado por los miembros del otro bando, "y a no ser por una
fuerte tormenta que apagó el fuego, se hubiera convertido en la tumba de los
que ahí se ocultaban". 13
mentaba el miedo entre la gente cuando llegaban los del ejército o los cristeros
años más tarde.
No sólo se temía que robaran comida, también era común que se llevaran
las bestias. El ambiente era muy confuso. Donjuán Martínez cuenta una anéc-
15
dota de aquel tiempo, cuando fue con su papá a la costa y regresaron por
Cihuatlán. Durante el camino de vuelta vieron que mucha gente iba de Autlán a
la costa, y les advirtieron que mejor escondieran las muías pues los alzados
andaban por allí. Don Juan y su papá se fueron por Colima. Al llegar a Sayula
les dijeron que de un momento a otro iba a llegar Pedro Zamora, así que almor-
zaron y pronto siguieron el camino rumbo a Ayotitlán. Al llegar a Tapalpa pre-
guntaron qué se oía por allí, y les dijeron que Vallejo había mandado pedir la
plaza para ese día. Aunque ya se sabía que él no entraba el día que la pedía, de
todas maneras mucha gente se fue al cerro temerosa.
Don Juan y su papá llegaron a Chiquilistlán, preguntaron a la gente "qué se
movía por allí. 'Nada' —les dijeron—, 'está silencio'". A la salida del pueblo, un
señor les dijo que Tapalpa había sido pedida por carrancistas; éstos habían
matado 14 reses para su gente y alardeaban que traían municiones para esperar
a cualquiera. Después apareció una gran columna de soldados. Estuvieron es-
condidos mucho tiempo mientras observaban el paso de esa gente, roídos por
el hambre. Donjuán le susurró a su papá que ya no aguantaría más tiempo sin
comer, el hombre le dio un pan y le dijo que se callara porque allí iban los carran-
cistas. La desconfianza era enorme. Dice don Juan que hasta a ellos los veían
con recelo; incluso una persona los apedreó diciéndoles "no se me arrimen, no
me platiquen". Don Juan trató de tranquilizarlo diciéndole: "mire, aquí traigo
familia". Ya confiado, aquel señor les enseñó otro camino para Ayotitlán, ade-
92
MEMORIA Y RECUERDO: MICROHISTORIA DE AYOTITLÁN
16. Antonio Santana, entrevista. Esta anécdota y la siguiente fueron contadas por él.
93
EL RECUERDO QUE AÚN CAMINA
gente: "Allá van los pelones, préstenme un rifle". Apuntó y disparó a los solda-
dos dándole en la lengua a uno de ellos; era muy buen tirador pues dicen que
para eso "tenía secretos malos". Los soldados se cubrieron y algunos caballos
comenzaron a asustarse, entre ellos el que montaba León López, quien aprove-
chando esto comenzó a gritar, aferrándose a la silla como quien no sabe mon-
tar, "¡Ay, Dios mío, ay, Dios mío!" Y se tambaleaba. No hubo tiroteo porque
Zamora siguió su camino. Al ver lo que León hacía, el capitán le dijo: "¡Díganos
por dónde seguimos y regrese a su casa!" El comisario les dio instrucciones y, ni
tardo ni perezoso, bajó del caballo como lo hace un vaquero experto. Entonces
el capitán vio como había desmontando y le dijo: "¿No que no sabía andar a
caballo? A mí se me hace que éste es un jefecito de ellos". "No, señor, de veras,
yo sólo soy un campesino", respondió asustado León. El capitán lo dejó ir. Los
del gobierno se fueron para Tamazulita y León López, con todo y reuma, se fue
a prisa para su rancho. A pesar de lo que se dice de ellos, hay gente en Ayotitlán
que recuerda que los de Pedro Zamora no se robaban la comida sino que la
pagaban; en cambio había otros grupos de bandoleros que sí lo hacían.
Más allá del miedo y los hechos más o menos aislados como los que ya se
han mencionado, la revuelta era conocida por los sitios en pueblos vecinos y
por lo que platicaban Ángel Santana, Isidro Brambila y Nepomuceno Caro, 17
hombres de este pueblo que se unieron a las fuerzas carrancistas. Ángel Santana
platicaba que no sabía ni cómo llegaba el parque, pero que tenían mucho.
Dicen que Isidro Brambila llegó a ser capitán. Pero no sólo hubo carrancistas
ayotitlenses sino un villista: el padrastro de Jesús Cisneros. Todavía en los
años cincuenta la muchachada le gritaba "¡Viva Carranza!" Y él les respondía:
"¡Viva Villa, hijos de su chingada madre!" 18
Así como no escapó a ese ambiente, tampoco quedó al margen de los cam-
bios que propició la lucha. Años más tarde, la jornada laboral de 12 horas que
se pagaba con 18 o 23 centavos, y las deudas que la mayoría de la población
17. Idem.
18. Andrea Santana, entrevista.
19. Castillo Girón, Víctor Manuel. Op. cit, p.39.
94
MEMORIA Y RECUERDO: MICROHISTORIA DE AYOTITLÁN
campesina tenía con los ricos eran cosa habitual, pasarían al lado triste de la
20
Pérez. Cuando Joaquín Sedaño fue asesinado, Andrea y sus hijos se fueron a la
ciudad de México, según cuenta don Juan Martínez.
En Ayotitlán había una epidemia de viruela que ahondaba la situación de
dolor. No sabemos con exactitud cuántas personas fallecieron; en el archivo
municipal de Tecolotlán se registró la mortandad que hubo en el pueblo en
1925. Según lo escrito en el archivo, el apoyo médico de parte del gobierno
federal había tardado en llegar, el presidente municipal pidió entonces apoyo a
las autoridades estatales. El 25 de marzo de 1925, suplicó ayuda especial y
urgente para Ayotitlán, se necesitaban vacunas antivariolosas. A pesar de esta
23
El 2 de julio de 1926, el presidente Plutarco Elias Calles dio a conocer las san-
ciones a que se harían acreedores todos los que no observaran el cumplimiento
de la ley en materia religiosa, es decir, todos aquellos que, entre otras acciones:
95
EL RECUERDO QUE AÚN CAMINA
El cura Robles fue baluarte y gran motivador de los católicos para que tomaran
diversas actitudes en defensa de lo que él consideró los derechos de su iglesia.
Su entrega pastoral e influencia entre los parroquianos se consolidó gracias a
su trabajo en la parroquia. Es famoso el juramento que hicieron al Sagrado
Corazón de Jesús miles de parroquianos en junio de 1923- En esa ocasión, se
decidió denominar a la cabecera municipal con el nombre de "Tecolotlán del
Corazón de Jesús", además de guardar como precepto ese día. De Ayotitlán, 27
96
MEMORIA Y RECUERDO: MICROHISTORIA DE AYOTTTLÁN
juraron, entre otros, Ruperto Santana, Alberto Santana, Ángel Santana, Juan
Martínez, y tenían que guardarlo incluso sus descendientes; romperlo era
riesgoso. Así, se recuerda que cuando Juan Santana rompió en una ocasión el
juramento, se le partió el yugo de su yunta; por su parte, Ángel Santana dijo a
su esposa que iría a trabajar, "que le echara bastimento porque iba a ir a la
salitrera". La esposa le contestó: "Pero tú fuiste a jurar, y hoy es el día", a lo que
Ángel respondió: "Sí, pero el Corazón no me mantiene". "No vayas", dijo la
esposa, pero él salió. Al llegar al lugar llamado El Tecolote el caballo se le
dejaba caer a cada rato; allí Ángel tomó conciencia de lo que había hecho
y decidió que nunca más volvería a romper el juramento. 28
La figura del padre Robles era protagónica, y así como encabezó a los cató-
licos de la región, fue centro de los ataques del bando contrario. En los meses
más peligrosos del conflicto tuvo que vivir escondido pero, fue descubierto y
en el camino a Quila fue colgado en un roble el 27 de junio de 1927, cuando
apenas tenía 39 años. Dicen que cuando su compadre Enrique Vázquez le iba a
echar la soga al cuello, el sacerdote le dijo: "Compadre, no te manches", y él
mismo se colocó la soga. 29
Una suerte similar había corrido el padre Jenaro Sánchez Delgadillo, res-
ponsable de la vicaría de Tamazulita, a la que acudía a oír misa la gente de
Ayotitlán. Él fue aprehendido por el capitán Arnulfo Díaz en las afueras de Ta-
mazulita y lo colgaron el 17 de enero de 1927 en la Loma. Cuentan que antes de
soltar la soga, les dijo a los soldados: "Bueno, paisanos, me van a colgar; yo les
perdono y que mi Padre Dios los perdone, y que siempre ¡Viva Cristo Rey!" 30
Ese día, Gonzalo López y su sobrino Juan Santana Navia fueron a Tecolotlán
a llevar leña y les tocó ver al padre Sánchez todavía pendiente de aquel árbol.
Al parecer llevaba poco tiempo ahí, porque "había como cuatro o cinco perso-
nas rezando, aunque un poco mas lejos había mucha gente que no se animaba
a llegar. El tío Gonza —dice don Juan— me dijo: 'Vámonos, vámonos, nos van a
detener' y se fueron de paso. El padre traía su sotana, era una tristeza, toda la
gente estaba comentando el suceso". El asesinato de su vicario motivó la su-
31
97
EL RECUERDO QUE AÚN CAMINA
En sus registros sobre el conflicto, el padre Robles hizo una lista de aque-
llas personas que, en su opinión, habían destacado durante la lucha cristera
para bien o para mal. En la foja 112 del libro cuarto de gobierno de la parroquia
de Tecolotlán, escribió su "Página de honor que consigna los nombres de los
valientes en las actuales luchas con y por Cristo Rey", en ella está la lista de
quienes, sobre todo eran responsables de algún cargo eclesial. Del pueblo de Ayo-
titlán y "por el fiel cumplimiento de su cargo", escribió el nombre de "Juan García,
jefe de la congregación de Ayotidán", en diciembre de 1926.
Debido a que en esos años aún no se había construido la capilla que sus-
tituiría a la que se había desplomado, no se presentaron los abusos de que fueron
objeto otros templos de la región; por ejemplo, el de Palo Alto, que sirvió de
caballeriza para el ejército gubernamental. No hubo, pues, mayor intervención
en los espacios físicos de la Iglesia en Ayotitlán. Los habitantes del pueblo
escuchaban misa algunas madrugadas en la hacienda de Aberrusco. De hecho,
varios tuvieron que hacer su primera comunión allí, de manos del P. Ruelas. En
esos años de persecución, era poca la gente que se animaba a tener imágenes
religiosas a la vista, pues les podía pesar si las fuerzas gubernamentales carea-
ban sus casas. Por eso, muchos las escondían, incluso, san Bartolomé, fue
escondido por algún tiempo.
La presencia de grupos armados causó temor entre la población. Era común
que, con la fuerza y el miedo que imponían las armas, algunos se metieran a las
casas y hurtaran el maíz para sus animales o mataran a las gallinas para
comérselas. La gente de La Joya y El Ranchito veía pasar con frecuencia las
columnas de armados, tanto populares como federales. Ante los abusos y el
miedo, los vecinos de esos lugares comenzaron a cambiar su domicilio; unos se
fueron a Tecolotlán, pero la mayoría, "bajó" a Ayotidán. En La Joya permaneció
por un tiempo sólo la familia de León López.
Resultaba difícil y peligrosa la llegada de los grupos armados que se habían
involucrado en la lucha. Cuando, los cristeros se hacían presentes en el pue-
blo, obligaban a que las personas les llevaran maíz hasta la hacienda de San
Rafael. Por eso, escribe Ramiro Valdés Sánchez:
[...] llegar a esa hacienda, además de lo peligroso del camino por el ambiente,
resultaba un arribo sumamente arriesgado, ya que si se encontraban allí las
fuerzas del gobierno, era fácil y común que martirizaran a la gente que
había ayudado, en este caso, a los cristeros. Un lugar donde guardaban
provisiones los cristeros era La Salitrera. Doroteo Santana y J. Ascensión
Ruelas fueron forzados por los cristeros para que les llevaran maíz.
9<s
MEMORIA Y RECUERDO: MICROH1STORIA DE AYOTITLÁN
ese tiempo era normal que se llevaran, si se podía, a las muchachas. Cuando
los bandoleros lograban llevarse alguna, solían violarlas y dejarlas lejos del
pueblo. A pesar de que esto le sucedió a varias mujeres de Ayotidán, la gente
procuró reincorporarlas a la comunidad "y en ocasiones podían rehacer su
vida". 35
tres años, llegó a su fin en virtud de los acuerdos celebrados entre la jerarquía
católica mexicana y el gobierno federal. Entre los puntos a cumplir en ese acuer-
do estaba la entrega de armas por parte de los cristeros. Los de la zona de
Tecolotlán tuvieron que depositar sus armas en Ameca, simbolizando el térmi-
no de la lucha armada; pero, por desgracia, los odios, envidias y rencillas entre
campesinos, unos agraristas, otros cristeros, no fueron fáciles de olvidar; eso
99
EL RECUERDO QUE AÚN CAMINA
37. González y González, Luis. Pueblo en vilo. Microhistoría de San José de Gracia, El Colegio de
Michoacán, Zamora, 1995, p.225.
38. Juan Martínez, entrevista.
39. Cfr lista definitiva de sujetos de dotación ejidal.
100
MEMORIA Y RECUERDO: MICROHISTORIA DE AYOTITLÁN
una ranchería de 495 habitantes que contaba con ocho hectáreas de riego, 112
de temporal, 49 estaban sin ser cultivadas, 49 eran ocupadas por pastos y, por
último, 140 eran de bosque. En total, sumaban 358 hectáreas. La cosecha de
granos ese año fue de 400 hectolitros de maíz y 30 de frijol con un valor calcu-
lado en 690 pesos. En 1910, la producción de frijol fue de 34 hectolitros, con un
valor de 175 pesos; de maíz de produjeron 200 hectolitros con un valor de 600
pesos; de miel de abeja se sacaron 200 kilogramos con un valor de 20 pesos. En
ese año, el jornal diario era de 0.31 centavos. En La Joya habían producido 500
kilogramos de miel de abeja con un valor de 50 pesos y habían cosechado 100
hectolitros de maíz con un valor de 200 pesos. 30 años más tarde las necesida-
41
Este monto de egresos se comparó con las utilidades anuales por hectárea
de sembradura, según el cuadro 2.
Cuadro 1
Concepto Monto anual
Alimentación con gasto diario de 1.34 pesos
Vestuario
Ropa de cama y demás servicios de dormitorio
Loza y objetos de
Medicinas
Suma $ 656.00
101
EL RECUERDO QUE AÚN CAMINA
Cuadro 2
Concepto Egresos Ingresos
Preparación de suelos $ 5-00
Ocho hectolitros de maíz a $3-50 c/u
•1$ 28.00 fl|
Dos hectolitros de garbanzo a $4.50 c/u 9.00
Al promediar los gastos anuales con las utilidades por hectárea, para el
ejido de Tecolotlán se necesitarían 20.5 hectáreas laborables por familia para
satisfacer las necesidades básicas. Ahora bien, como esa cantidad se promedió
con los resultados de Juchitlán, para la región de Tecolodán el promedio de
hectáreas por familia necesarias para cubrir sus gastos anuales resultó de 10.2
hectáreas. Si consideramos el número de solicitantes de tíerra en el censo agríco-
la para la dotación ejidal en Ayotitlán, es decir, 157, aun en el caso de que el
rendimiento de las tierras de Ayotidán fuera mayor, como de hecho lo era, para
cubrir las necesidades de tierra de todos los solicitantes las 358 hectáreas que
en 1902 poseía la comunidad resultaban a todas luces insuficientes.
El reparto de tierras que originó la conformación del ejido no fue fácil; tanto
la defensa legal que de sus tierras hicieron los hacendados como la división
interna de la población, fueron trabas al proceso de reparto que alargaron los
trabajos de solicitud y dotación hasta entrados los años cincuenta, y arrastraron
malos entendidos, rencillas y dificultades legales aún más tiempo.
documento estaba suscrito por Lucio Ibarra, Clemente Saldaña, Eulalio Ramírez,
José García, Bonifacio Muñoz, Félix Villalobos, José Ángel, A. Muñoz, Eleno
43. Toda la documentación en relación con la solicitud y dotación ejidal se halla en los expedientes
550 y 551 del Archivo del Registro Agrario Nacional en Guadalajara. Las citas las identificaremos
por legajo y foja. En este primer caso: 550/1.
102
MEMORIA Y RECUERDO: MICROHISTORIA DE AYOTTTLÁN
Era el comisionado estatal Miguel Silva Romero. Él se reunió esa misma tarde
con los solicitantes en la casa marcada con el número 15 de la calle Libertad en
el corazón de Ayotitián. Allí se pretendía nombrar al comité ejecutivo encarga-
do de llevar adelante el proceso de solicitud ya iniciado. Resultaron elegidos
por mayoría de votos, Lucio Hueso, Felipe Pérez y Félix Villalobos como presi-
dente, secretario y tesorero del comité de manera respectiva. Firmaron el acta
quienes sabían hacerlo y quienes no, estamparon su huella digital (550/4v).
Una vez nombrado el comité ejecutivo, lo siguiente era conocer los terrenos
afectables y hacer el levantamiento del censo. El comisionado se trasladó a
Tecolotlán para pedir información en la receptoría de rentas acerca de los pro-
pietarios de los terrenos que rodeaban Ayotidán en un radio de siete kilóme-
tros. Los únicos predios en esas condiciones eran los del Banco Nacional de
México y los de Tiburcio Ramírez. El comisionado les entregó notificaciones
46
para que se presentaran en Ayotitián junto con los miembros del comité ejecu-
tivo e iniciar las labores de levantamiento de censo.
En octubre se llevaría a cabo la reunión. A mediados de ese mes, se presen-
tó el comisionado y preguntó al señor Lucio Hueso, quien iba acompañado por
Félix Elizalde, Félix Villalobos, Félix Ortega, Arcadio y Cándido Brambila, Abel
44. Para esta información nos basamos sobre todo en la documentación referente al ejido de
Ayotitián existente en el Archivo del Registro Agrario Nacional con sede en Guadalajara. Para
abreviar la referencia, marcaremos entre paréntesis el legajo y la foja consultada en cada caso.
Para este primer caso consultamos del legajo 550/4.
45- Al principio del reparto, los ricos comenzaron a correr el rumor de que "el que venía a repartir
las tierras era el anticristo" ( J
u a n
Santana, entrevista).
46. Que al parecer había embargado varios años atrás al antiguo propietario debido a las deudas
contraídas y no pagadas por éste cuando construyó la presa de Los Guayabos (Juan Martínez,
entrevista).
103
EL RECUERDO QUE AÚN CAMINA
104
MEMORIA Y RECUERDO: M1CROHISTORIA DE AYOTTTLÁN
en manifestar interés por el asunto agrario del lugar. En esta reunión también
participaron el representante del Banco de México y el comandante de defensa
y presidente del comité de la comunidad agraria de Cofradía de Duendes, y
Francisco Partida.
Debido a lo anterior, la Comisión Agraria Local dictaminó que
105
EL RECUERDO QUE AÚN CAMINA
Una vez realizado el censo respectivo, el ingeniero Ramón Barreda fue comisiona-
do para llevar a cabo la delimitación de terrenos que conformarían la dotación
ejidal. El ambiente que rodeaba a los trabajos era peligroso por el bandoleris-
mo y por la posición de la comunidad indígena en relación con el ojo de agua
que los abastecía que se encontraba en sus terrenos y que ahondó las dificulta-
des, como adelante se verá, y las de los probables hacendados afectados.
Efraín González Luna, del Banco Nacional de México, S.A. (en ese tiempo
propietario de la hacienda Ojo de Agua) le hizo varias observaciones y un par
de objeciones al censo agrícola del 27 de marzo. El connotado político jalisciense
señaló, apoyado en los antecedentes del levantamiento censal frustrado, que
era objetable el censo de marzo porque, además de aquellas dos situaciones,
[...] los vecinos de Ayotidán cuentan con las tierras suficientes para llenar
sus necesidades, según lo dicho por los mismos vecinos, expresado por los
CC. representantes del gobierno en las distintas ocasiones [...] existiendo
además el antecedente de que en la actualidad aún cuentan con ejidos que
les fueron concedidos en tiempos de la dominación española [...] [por lo
que] no üenen derecho a recibir parcela por dotación por no llenar los
requisitos de los incisos (a) y (b) del artículo 44 del Código Agrario las
listadas en el casillero correspondiente a los sujetos con derecho agrario
[...] son objetables por el concepto indicado: los números 7, 16, 18, 19, 27,
106
MEMORIA Y RECUERDO. MICROHISTOR1A DE AYOTTTLÁN
34, 35, 38, 39, 43, 50, 52, 58, 74, 104, 118, 128, 134 son objetables en virtud
de que son viudas que no tienen a su cargo familia y además no se dedican
a la agricultura [...] (550/32-33) excepto Tomás Ibarra que tiene tres meses
en el pueblo. 47
47. Los números se refieren a la lista presentada en el informe del censo agrícola.
48. Con la Ley de Nacionalización y Desamortización de junio de 1856, no sólo se afectaron los
bienes del clero sino los de las comunidades indígenas y a sus tierras comunales. Muchas de
esas tierras fueron repartidas como propiedad particular, pero fueron rápidamente absorbidas
por los hacendados. La política de fomento a la colonización del presidente Porfirio Díaz
ahondó aún más la desigualdad y la latifundización, pues a las comunidades indígenas, sobre
todo, les fue difícil atender a la tramitación que se les pedía para conservar sus propiedades.
Para una mejor comprensión de esta situación véase Rouaix, Pastor. Génesis de los artículos 27
y 123 de la Constitución Política de 1917, Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución
Mexicana, México, 1959.
49. Esto se puede colegir de lo contado por Félix García, Juan Martínez y Juan Santana en entrevistas
respectivas. Cabe decir que en relación con el conflicto entre las comunidades, y al suscitado
después al interior de la comunidad indígena, han sido muy breves en sus comentarios.
107
EL RECUERDO QUE AÚN CAMINA
de este pueblo y además como sucede por regla general, debido a las
maniobras de los terratenientes que probablemente se verán afectados por
la dotación, quienes no cesan de entorpecer mis funciones constantemente
y por todos los medios posibles, por otro lado la continua amenaza de las
partidas de rebeldes que merodean en los alrededores y que no han dejado
de amagar tanto a los campesinos como a mí.
La división que existe entre la masa de campesinos se deriva en principio
de una antigua rencilla ocasionada por los derechos del uso de un manantial
que se encuentra dentro del perímetro de la población y en un pequeño
predio perteneciente a un grupo de campesinos no identificados con los
principios de la revolución quienes se hacen llamar comunidad indígena,
dicha comunidad aconsejada por los terratenientes, impidió el uso del agua
a los miembros de la comunidad agraria ocasionando un verdadero perjuicio
entre todos los habitantes, por ser este manantial el único dentro de esta
población. El incidente mencionado ha causado un sin número de odios y
rencillas personales que han culminado en ocasiones con la muerte de alguno
de los miembros de la comunidad [...] (550/46).
108
MEMORIA Y RECUERDO: MICROHISTOR1A DE AYOTLTLÁN
[...] ha sido entorpecida con frecuencia [su labor] en las más de las veces
arrancan las estacas [que señalaban los terrenos deslindados] personas mal
intencionadas a quienes no he podido descubrir aun [...] Las condiciones
económicas de los campesinos son apremiantes y con frecuencia me veo
obligado a aceptar a que me cambien los ayudantes que en su mayoría se
disponen de muy poco tiempo, y que la temporada de lluvias les proporciona
escasísimas treguas para atender a sus siembras [...] Por ser este lugar
muy montañoso, las lluvias casi no han dejado de caer a diario, siendo muy
frecuente que amanezca lloviendo y el cielo no se limpie sino hasta después
del mediodía (550/46).
Por si no fueran suficientes esas dificultades, Barreda tenía que hacer frente a
otro tipo de zancadillas, y a veces se veía obligado a no salir
[...] por la amenaza del rebelde J. González, pues como decía éste ha andado
merodeando muy cerca del poblado, hace algunos días atacaron el poblado
del Saucillo y anoche el de Loma Blanca, algunos agentes de él se han
atrevido a venir al pueblo así como a enviarme amenazas con las personas
a quienes ha asaltado. Las garantías que tan oportunamente fueron
solicitados para mí se han concretado a 4 rifles y un cabo proporcionados
por las defensas rurales de Ojo de Agua y una autorización del jefe de
dichas fuerzas para actuar aquí como su representante (550/47).
109
EL RECUERDO QUE AÚN CAMINA
tinúen los escándalos y griterías que a diario se sucedían en las noches por
algunos grupos de indígenas quienes deliberadamente lo hacían para nulificar
cualquier intento de vigilancia que se hiciera, mi proceder a este respecto ha
sido un tanto enérgico pero efectivo [...]" (550/48). Para favorecer una mayor
identificación con la causa agrarista, Barreda obligó a realizar juntas periódicas
donde se instruía al vecindario sobre los artículos del Código Agrario que les
afectaban de modo directo. En lo referente a los trabajos de campo y al dibujo
del terreno, el topógrafo informaba que:
50. Los 157 individuos capacitados para recibir parcela ejidal (de entre ellos, seis mujeres que
aparecían como titulares, una de ellas la viuda de Joaquín Sedaño) eran los siguientes: Félix
García, Cornelio Brambila, Cesárea Brambila, Cipriano Ruelas, Ruperto Ruelas, Rafael Ruelas,
Arcadio Brambila, Ladislao Brambila, Santiago Brambila, Ofelia Brambila, Eulalia Zandasari,
110
MEMORIA Y RECUERDO: MICROHISTORIA DE AYOTLTLÁN
La suma total era de 2088 hectáreas, para 157 ejidatarios y parcela escolar, así
como los terrenos necesarios para cubrir las necesidades colectivas del vecin-
dario. Rafael Rincón fue el representante agrario encargado de terminar la larga
aventura. Por cierto, también miembros de la comunidad indígena recibieron
dotación ejidal. Se nombró al Comisariado Ejidal y al Consejo de Vigilancia. En
Epifanio Santana, Dionisio Pérez, Salvador Plascencia, Salvador Santana, Cirilo Lepe, Leovigildo
Santana, Andrés Guerrero, Ángel Pérez, Eduardo Plascencia, Fernando Plascencia, Ángel Plascencia,
Tomás Ibarra, Emilio Santana, Agustín Hueso, Trinidad Hueso, Cesáreo Aviña, Pomposo Ruiz,
Eulalio Ramírez, Paulino Pérez, Daniel Mendoza, Manuel, Gabriel, José Mendoza, Primitivo
Ruelas, Guadalupe Ruelas, Juan Ruelas, Juan Ruelas, Pablo Ruiz, Eutiquio Ruiz, Cirilo Ruelas
hijo, Jesús Ramírez, Cirilo Ruelas, Ismael Ruelas, Ángel Santana, Candelario Ruiz, Juan Ruiz,
Ponciano Fuentes, Santos Puentes, Narcisa Santana, Gervasio Silva, Marcos Santana, Isidra Ortega,
Cleofas Ortega, Candelario López, Doroteo y Jesús Santana, Jesús Santana, Juan Lepe, Cayetano
Cortés y Esteban Santana, José, Jesús Juan Lepe, Dionisio Santana, Nepomuceno Caso, Pedro
Caro, Manuel Morales, Clemente Santana, Justino Santana, Lucio, Camilo, Eutiquio y Manuel
Brambila, Ascención Ruiz, Abraham Ramírez, Pánfilo Ruiz, Filemón Ruiz, Cristina Ramírez,
Idelisa Ruelas, Pedro Ramírez, Salvador Lepe, Andrés Zamora, Esteban Guerrero, Victoriano
Guerrero, Vidal Ramírez, Félix Ramírez, Doroteo y Fidel Brambila, Basilio Monroy, Saturnino y
Francisco Martínez, David Caro, Catarino y Herminio Santana, Encarnación Ruelas, Ciprino
Ortega, Basilio Ortega, Carlos Ruelas, Trinidad Ruelas, Agustín Ruelas, Juan Martínez, Salvador
Guijarro, Antonio Guijarro, Victoriano Muñoz, José Ramírez, Tranquilino Pérez, Hilario López,
Santiago Vázquez, Ladislao López, Benito Pérez, Luciano Cortés, Manuel Cortés , Ponciano
Martínez, Félix Ortega , Víctor Guzmán, Librado Guzmán, Isaac Quintero, Félix Ortega, Librado
Núñez, Julián Ureña, Gregorio Ureña, Ildefonso Muñoz, Jesús Ruiz, Pioquinto Bracamontes,
Andrés Quintero, Silvestre Guzmán, Lucas Guzmán, Agustín Guzmán, Benito Guzmán, Jesús
Ortega, Froilán Ortega, Víctor Ortega, Miguel Escoto, Rodolfo y Vicente Ruelas, Jesús Ortega,
Francisco Lomelí, Pedro Ortega, Juan Ortega, Pedro Mendoza, Pedro Medina, Salvador Santana,
Dionisio Santana, Raymundo Santana, Francisco Santana, Lucio Santana, Clemente Lepe, Esteban
Lepe, Gregorio López, José López, José de Jesús López J . Jesús Ramírez, Manuel Ramírez,
Andrea Castro, Alañano Maldonado, Alfredo Brambila. 23 de julio de 1937.
111
EL RECUERDO QUE AÚN CAMINA
Una vez que comenzó la posesión de los terrenos, hubo problemas y enfren-
tamientos entre vecinos y al interior de las comunidades agraria e indígena. El
primer enfrentamiento fue porque al parecer los miembros del ejido estaban
cortando la caña de la comunidad indígena y el comisariado ejidal recibió ins-
trucciones para que esto no sucediera.
La respuesta de los ejidatarios fue inmediata. En cartas dirigidas a los inge-
nieros Victorino Zepeda y Rafael Ruiz, funcionarios de la Comunidad Agraria,
la directiva del ejido definía su posición y hacía un breve bosquejo de las cau-
sas del conflicto. En relación con los terrenos plantados de caña, explicaba: "un
simple solar y a costa del vecindario se puso en condiciones de cultivo y pro-
ducto, una vez estando en buenas condiciones dicho solar, entonces hicieron
división entre dichos indígenas [de la comunidad] y después se dividieron vien-
do las injusticias y se adhirieron —algunos de la comunidad indígena— con
nosotros [...]" (550/ 98). No todos los de la comunidad indígena estaban en
contra el ejido. En esa ocasión, se señalaba a tres familias que alegaban que los
ejidatarios no tenían derecho del producto de ese terreno "y lo dejan para hacer
función de San Bartolo que veneran y en gruesas de cuetes" (550/98), el cual
nunca había sido propiedad de ningún individuo, había sido siempre para
beneficio del pueblo y, según los ejidatarios, con [...] faenas y cuotas lo cerca-
ron y comenzaron a trabajar y una vez estando en buenas condiciones comen-
zaron a decir que eran bienes de San Bartolo para poderse aprovechar de los
productos y fueron desconociendo [algunos de la comunidad de indígenas] a
los que les habían prestado su ayuda y su trabajo personal [...] son siete indivi-
duos los que mangonean dicha propiedad [...] (550/100).
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MEMORIA Y RECUERDO: MICROHISTORIA DE AYOTITLÁN
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EL RECUERDO QUE AÚN CAMINA
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MEMORIA ¥ RECUERDO: MICROHISTORIA DE AYOTITLÁN
dos por ejidatarios de Ayotitlán. El deslinde con los ejidatarios de san Rafael se
dio hasta diciembre de 1956.
Del mismo modo se hizo evidente la incapacidad para cubrir las necesida-
des de sustento de la población. La brecha entre el precio del maíz y la de los
artículos de consumo básico era amplia. En 1954, el kilogramo de maíz se ven-
día a 80 centavos, mientras que el arroz "sonora" costaba dos pesos, la sal a 40
centavos por kilogramo, siete pesos el kilogramo de lomo, a 5.50 la carnaza
limpia y a 3.80 la carne con hueso; la de res a seis por kilogramo de carne pura,
a 6.50 la de filete y a 2.80 la de retazo con hueso; el petróleo diáfano costaba 19
centavos por litro y el jabón de lavandería a 2.25 pesos por kilogramo.' Diez 51
Agua, ocurrió algo similar, los campesinos solicitaron una ampliación ejidal, en
los términos siguientes:
51. Archivo Municipal de Tecolotlán, Lista de precios de artículos de consumo popular en Tecolotlán
en 1954.
52. Néstor Ruelas, entrevista.
EL RECUERDO QUE AÚN CAMINA
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MEMORIA Y RECUERDO: MICROHISTORIA DE AYOTITLÁN
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EL RECUERDO QUE AÚN CAMINA
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MEMORIA Y RECUERDO. M1CROHISTORIA DE AYOTITLÁN
Los a ñ o s que t o d a v í a se v e n
Trabajo y migración
La actividad laboral y fuente local de empleos hasta la década de los setenta del
siglo XX, ha sido la agricultura: el cultivo del maíz, frijol, chile, caña de azúcar,
garbanzo y árboles frutales como ciruelo, naranja, plátano y café. Sin embargo,
los ingresos económicos obtenidos de estos productos han sido insuficientes
para la manutención familiar y el ahorro que permitan adquirir mayores bienes y
servicios y de mejor calidad. Así pues, otras actividades se han realizado para
obtener mayores ingresos. A principios del siglo XX, algunos ayotitlenses ven-
dían leña en Tecolotlán, y durante el periodo de cosecha, varios se iban a las
haciendas de la costa de Colima a cortar coco. Otros se empleaban como peo-
nes en los trabajos de las haciendas cercanas a la población. Con el reparto
agrario se consiguió una importante mejora en el nivel económico, a decir de
los vecinos que han vivido antes y después del reparto, aunque se tornó 58
58. Es significativo el comentario que a propósito hace d o n j u á n Martínez: "ya se encuentra todo en
el pueblo, no como antes". De los ancianos entrevistados, la mayoría afirma una mejoría tras el
reparto agrario, por lo menos ya tenían una fuente de ingreso familiar segura y, por un tiempo,
suficiente.
59. Durand, Jorge. Política, modelos y patrón migratorios. El Colegio de San Luis, San Luis Potosí,
1998, p.26.
119
EL RECUERDO QUE AÚN CAMINA
Se cuenta que los que fueron a Estados Unidos en los cincuenta, ya comen-
zaban a hacer dinero, pues algunos lograban ahorrar dos dólares diarios. Cuando
se les acababa el dinero antes de cruzar la línea, se ponían a vender paletas en
la frontera: "con vergüenza gritaban: ¡paletas!., le sufrieron mucho para acomo-
darse, ahora ya no. Ya están las familias allá". En opinión de Juan Santana, ya
62
están mejor ahora los migrantes; antes mandaban cartas que decían: "estamos
bien, trabajando, ganando poco [ahora, dice él] si malos se ponen, los aviones
en un rato los cambian pa' ca". 63
uno de los requisitos a cumplir, era la apariencia física del campesino, pues
incluso revisaban que sus manos estuvieran callosas. En las dos décadas si-
120
MEMORIA Y RECUERDO. MICROHISTORIA DE AYOTITLÁN
Simpson-Rodino, que les permitió reunirse con sus familiares que no tenían
documentos y que estaban en México.
A pesar de no contar con un censo exacto, se calcula que, en la actualidad
casi la mitad de los ayotitlenses se encuentra en Estados Unidos. El núcleo de 66
65. Uno de los estudios más completos acerca de la migración a Estados Unidos de pobladores de
la región de Tecolotlán, es el que elaboró Víctor Manuel Castillo Girón y de él tomamos estos
datos; sin embargo, en lo referente a cifras aún no se ha elaborado un estudio que permita
contar con información precisa acerca de los volúmenes de migración, sus destinos, sus trabajos,
etc. Castillo Girón estima que en las tres últimas décadas del siglo X X , alrededor de 21% de la
población de esta región emigró a Estados Unidos.
66. Desconocemos si hay un censo exacto. Por la experiencia de haber convivido con ellos en
Salinas y Los Ángeles, California, podemos decir que el número de familias establecidas en el
norte rebasa las 100, sólo en esos dos lugares. Además hay jóvenes que viven en departamentos
y trabajan entre ocho y diez meses para después regresar un tiempo a Ayotitlán.
67. Hilario López, entrevista.
121
EL RECUERDO QUE AÚN CAMINA
68. Escritura número 895, tomo segundo, libro primero, folio 2020, registrada ante el notario
Público número uno de Tecolodán, Jalisco.
69. Idem.
70. Todo relato acerca de sus actividades está basado en una entrevista a Ángel Quintero.
122
MEMORIA Y RECUERDO: MICROHISTOR1A DE AYOTITLÁN
otros. Los indios difícilmente creían; los mexicanos tenían miedo y los negros
fácilmente firmaban. Se sumaron al sindicato más o menos setenta trabajado-
res. Firmó la mayor parte."
Los citaron a una junta, para elegir representantes. Sus compañeros lo eli-
gieron; la situación era incómoda, pues él tenía sus niños y vivía en una casa de
la compañía. Pero se animó y le acompañó un hombre de color.
"Si tú haces ese viaje no quiero volver a verte aquí, agarras tu cheque y de
ahí te vas", le dijo el supervisor cuando Ángel le avisó a lo que iba. Pero la
gente de Chávez le dijo que no se creyera, pues si lo corrían les pondrían una
demanda. Ángel relata:
123
EL RECUERDO QUE AÚN CAMINA
Por presiones familiares y de salud, Ángel le dijo a César que tendría que dejar-
lo y él le contestó que lo comprendía, y añadió: "Los que comenzamos en los
sesentas, ya casi ninguno tenemos familia. Tú ya aprendiste cosas y puedes
hacer trabajos buenos". Lo recomendó para un trabajo, comenzó a trabajar en el
condado de Los Ángeles distribuyendo cupones para la gente que no tenía
dinero. Allí comenzó a ir a la escuela, tenía 28 años. En la noche iba a la
escuela y en la mañana al trabajo de contabilidad que tuvo. Pronto fue gerente
y se encargó de controlar unos 100,000 dólares diarios.
En su negocio de contabilidad alcanzó una cartera de 2,300 clientes. Des-
pués de nueve años dejó ese trabajo y se marchó de Estados Unidos. Se mudó
a Guadalajara porque tenía casas allí: "pero me sentí solo, entonces recordé
que nací en Ayotitlán y me vine, aunque ya sin familia". Cuenta que en Estados
Unidos algunos paisanos que llegaron a su oficina le decían: "No lo podemos
creer, ¿cómo le hiciste para tener una oficina y dirigirla hasta con cinco secreta-
rias si yo te conocí yendo al otate en una burra?"
La experiencia que Ángel adquirió en la organización que dirigía César
Chávez fue reveladora. En su opinión "organizar a la gente es más fácil con
gente del mismo pueblo porque ya se conocen". Con tristeza recuerda lo difícil
que fue para su generación tener acceso a niveles medios de educación. Ante
124
MEMORIA Y RECUERDO: M1CROH1STORIA DE AYOTITLÁN
esa situación lanza una pregunta: "¿Cómo podían [nuestros padres] darnos edu-
cación si apenas nos podían dar de comer?"
Así pues, a través de diversos medios los hijos ausentes han colaborado
con su comunidad; por conducto de LUDA, el apoyo se ha vuelto considerable
en Ayotitlán. En obras como el templo, la unidad deportiva y la plaza, los
migrantes han concretado sus envíos económicos con generosidad.
Pero no sólo a Estados Unidos han emigrado ayotitlenses; se han ido en
busca de mejores condiciones de vida también a lugares del interior de México.
Entre las poblaciones que destacan por el número de residentes encontramos a
Cualata, Colomos y San Buenaventura, en Colima; en su mayoría, se establecie-
ron en época del reparto agrario, allí pudieron obtener parcelas. En Jalisco, en
Cihuatlán, Guadalajara, El Grullo, Unión de Tula, Resolana, Lagunilla, Casimiro
Castillo y Ameca.
A finales del siglo XX, el maíz siguió siendo el principal cultivo, así como el
otate el auxiliar de más tradición. Sin embargo, se ha notado una diversifica-
ción en las fuentes de ingreso. Por un lado, en el trabajo en Estados Unidos
donde muchos se ocupan, y también se observa esa pluralidad en los empleos
en el pueblo: una decena de vecinos se han dedicado a la engorda de ganado
bovino y porcino. El pequeño comercio también ocupa un lugar importante en
el empleo e ingreso ayotitlenses; en 1997 había 17 tiendas de abarrotes, dos
taquerías, una fonda, una tortillería, dos molinos de nixtamal, dos carnicerías y
cinco pollerías. Por otro lado, en el magisterio más de 30 ayotitlenses encontra-
ron su área de trabajo. Ellos salieron a estudiar a las normales de Ciudad Guzmán
y Ocotlán; ahora casi todos trabajan cerca del pueblo y es notoria su influencia
en el ámbito político y educativo de la población. Una actividad que en los últi-
mos años se ha convertido en un empleo remunerado, sobre todo para los
jóvenes, es la música. En 1997, había dos grupos musicales, dos mariachis y tres
bandas. En la música decenas de jóvenes han podido obtener ingresos y colaborar
a la economía familiar. Ese mismo año, el pueblo contaba con 19 albañiles, un
carpintero, cuatro electricistas, seis fontaneros, dos herreros y tres mecánicos. 71
71. Información recopilada por Martín Santana y Edgar Salinas en septiembre de 1997.
125
EL RECUERDO QUE AÚN CAMINA
Ayotitlán inició el siglo X X con 495 habitantes y durante cuatro décadas el creci-
miento fue mínimo, en 1940 había 686. En 1970 el pueblo contaba con 1,163
habitantes. Sin embargo, a partir de entonces, el número se ha estabilizado e
incluso muestra una tendencia a decrecer. En 1975 había 1,257 personas y,
según el conteo del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática
( I N E G I ) de 1995, el pueblo contaba con 1,239 individuos, esto es, 18 menos que
en 1975. ¿Qué ha pasado? ¿Quién ocupa las 418 casas que en 1997 estaban
conectadas a la red de agua potable?
En 1975 había en el pueblo 630 mujeres y 627 hombres, en 1980 se contaron
689 mujeres y 585 hombres. 59 mujeres más en cinco años, pero 42 hombres
menos. Mientras que la población femenina creció un poco, la masculina comen-
zó a disminuir. A principios de los ochenta, el "quinto patio" de la Almonte
street, en East Salinas, comenzó a fungir como el corazón de la red de contacto
y alojo que los ayotídenses conformaron en aquella ciudad californiana. Allí
llegaban y de allí salían a buscar trabajo. Tanto las estadísticas como las cientos
de fotos que tapizan las paredes de las casas del pueblo, evidencian el decreci-
miento poblacional.
72. Hace falta realizar un estudio riguroso sobre el fenómeno de la migración en Ayotitlán. Una
pequeña investigación elaborada por alumnos de la carrera de sociología de la Universidad de
Guadalajara, mostró que el primer factor que orilla a nuestros paisanos a emigrar es económico
(la pobreza). El grueso de los recursos obtenidos sigue siendo usado para satisfacer necesidades
básicas de las familias, sin que aún llegue a pesar, por ejemplo, en la capitalización del campo,
ya sea en obras hidráulicas o técnico-ganaderas. También el pequeño comercio se ha visto
dinamizado con los dólares de los hijos ausentes.
73. E n el anexo presentamos las fuentes.
126
MEMORIA Y RECUERDO: M1CROHISTORIA DE AYOTITLÁN
en Ojo de Agua había otra con 35 alumnos; en San Buenaventura una con 80
alumnos y, otra en Tamazula con 110. En 1908, los responsables de las escuelas
se quejaban de la inasistencia generalizada. En Ojo de Agua, por ejemplo, mu-
chas veces sólo asistían dos niños y cinco niñas. 74
127
EL RECUERDO QUE AÚN CAMINA
[...] no es cierto que los vecinos de este hayan dicho a la directora Ma. del
Refugio Aguilar, que el padre de Tamazula nos prohibía darle garantías,
pues en asuntos oficiales no tiene nada que ver dicho sacerdote, ni nunca
se opone a asuntos ajenos [...] no nos conviene esa señora directora por su
comportamientos son malos e inaguantables, como lo podemos probar.
Firma: Cirilo Lepe, comisario de Policía el 17 de septiembre de 1926.
les enseñaban el canto de los agraristas. De esa canción, Andrea Santana re-
cuerda lo siguiente:
128
MEMORIA Y RECUERDO. MICROHISTORIA DE AYOTTTLÁN
Desde su creación y hasta 1965, el nombre que llevó el plantel escolar fue Lic.
Esteban García de Alba. Cuando era director de la escuela el profesor Salvador
Canales cambió de nombre, que desde entonces es 5 de Mayo, aunque el edifi-
cio era el mismo. Esa construcción se encontraba bastante dañada desde 1952,
cuando se pidió ayuda para la reparación completa del edificio.
Una vez que el profesor Canales dejó el puesto de director, en 1972, la
profesora Irma González de León, asumió esta tarea; en ese año la escuela
contaba con siete grupos atendidos por dos profesores y cinco profesoras en
siete aulas. El cambio de director disgustó a la mayoría de los padres de fami-
lia, pues apreciaban la labor social que había realizado el profesor Canales. Sin
duda, lo anterior condicionó el trabajo de la nueva directora, quien tuvo que
enfrentarse a la resistencia de algunos padres de familia que evitaron la campa-
ña de alfabetización de ese año, y al apoyo nulo del vecindario. Sin embargo, la
maestra Irma fue la encargada de proyectar la construcción de diez aulas más
129
EL RECUERDO QUE AÚN CAMINA
Para el siguiente ciclo escolar, los niños se repartieron en los dos planteles
escolares. El más nuevo no contó con energía eléctrica hasta 1976. En mayo de
ese año, Agustín Ramírez, director de la escuela, solicitó la intervención de José
Guadalupe Zuño Arce, vocal ejecutivo de la Comisión del Sur, para que se
introdujera energía en la nueva escuela. Un beneficio adicional que se espera-
ba con la introducción de ese servicio, era poder echar a funcionar el "aparato
de cine" que el mismo vocal había enviado para la comunidad ayotitlense.
Recurrir al vocal era un recurso que facilitaba la obtención de servicios. La
Comisión había nacido a raíz de la división administrativa por regiones que el
130
MEMORIA Y RECUERDO: MICROHISTORIA DE AYOTITLÁN
gobierno del estado había hecho en 1965. En el sur de Jalisco, ésta respondía a
la necesidad que planteaban las precarias condiciones de desarrollo en que se
encontraba esta zona del estado. En un principio, a falta de recursos suficien-
tes, la Comisión del Sur se dedicó a "promover, organizar y sobre todo coordi-
nar programas de infraestructura económica y social que hubieran sido aproba-
das de antemano por el Gobierno Federal en esa región [...] se logró que se
construyeran nuevos caminos, pequeñas aulas primarias y algunos centros de
salud L . ] "83
83. Alcántara Ferrer, Sergio. Industrias colectivas del pueblo. Un estudio de caso sobre industrialización
rural en el Sur de Jalisco, El Colegio de México, México, 1979, p.24.
84. Archivo Escuela Primaria 5 de Mayo, 1975-1976.
85. Hilario Ruelas, entrevista.
86. Información proporcionada por Hilario Ruelas.
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EL RECUERDO QUE AÚN CAMINA
para incorporarse al plantel Pedro Macías. Al principio mucha gente creyó que
los certificados de estudios no serían reconocidos, de manera que la participa-
ción del vecindario en la construcción de las instalaciones fue escasa. Los 2,500
metros cuadrados de construcción que albergan cinco aulas, un taller, un labo-
ratorio, dos bodegas, una sala para la dirección y los baños, se realizaron a
través del C A P F C E . Esta escuela ha sido motivo de orgullo para la comunidad,
pues en los concursos regionales de aprovechamiento académico y de música,
los alumnos han obtenido resultados sobresalientes. 87
De los habitantes que en 1995 eran mayores de 15 años, 747 eran alfabetas
y 84 no sabían leer ni escribir. De los niños entre 6 y 14 años, 626 sabían leer y
escribir, mientras que 25 no sabían. Los jóvenes que han terminado la
88
132
MEMORIA Y RECUERDO: MICROHISTORIA DE AYOTITLÁN
actual. Allí se encontraba la capilla, de la que ahora sólo quedan las ruinas de su
campanario. De frente a la puerta de esa capilla, el hospital y cárcel se encon-
traban a la derecha, separados de la construcción eclesial por una calle que
corría de norte a sur. Las casas se situaron en torno a este núcleo de construc-
ciones comunitarias.
La edificación de casas se fue corriendo hacía el sureste en los siglos colonia-
les. Hoy día sólo queda el recuerdo y, por las escasas ruinas, la suposición de
aquel caserío. A principios del siglo XX, el crecimiento poblacional paulatino
motivado por la inmigración de gente de la región de Tepatidán, el caserío se
amplió hacia el noreste del antiguo centro. El catalizador principal de la cons-
trucción de casas en dirección del cerro del calvario, fue la caída de la antigua
capilla y la construcción de la nueva donde ahora es el centro de la población.
Para los primeros años de la década de los treinta, la nueva capilla ya esta-
ba en uso. Se encontraba en un gran solar, protegido por una pequeña barda
pintada de blanco. En esa década, se construyó la primera aula de la escuela
vieja, de manera que el nuevo núcleo de la población se fue delineando con
mayor claridad. En 1935, el topógrafo Barreda, además de realizar su trabajo de
las cuestiones ejidales, organizó otra serie de actividades, según él mismo lo
consigna en el informe que envió a las autoridades agrarias:
133
EL RECUERDO QUE AÚN CAMINA
ese año laboraban en la primaria del pueblo. Para entonces, había dos salones
y se impartían clases por la mañana y por la tarde. Pronto constató el bajo nivel
escolar entre la población y tomó el liderazgo no sólo de la escuela sino de las
iniciativas para el mejoramiento urbano del lugar, que estaba lleno de casas
dispersas de adobe y teja y con tapancos para guardar sus cosechas de maíz y
frijol, algunas de ellas con corredores de ladrillo, todas iluminadas con "apara-
tos" y velas por la noche. La única calle bien definida en esos años era la que se
conoce actualmente como Constitución.
En 1967 el profesor Canales habló con personal de la Comisión Federal de
Electricidad para preguntar acerca de las condiciones para introducir la electri-
cidad. Después citó a una reunión al vecindario y planteó la necesidad de
energía y la manera en que podía accederse a la electrificación del pueblo. En
la Comisión le pedían 200,000 pesos por los trabajos. La misma noche de la
reunión con los vecinos, se recaudaron 100,000 pesos. Por las tardes que si-
guieron a esa reunión, el profesor Canales reunió el dinero que faltaba. Visita-
ba casa por casa en un caballo color tordillo que le había prestado Antonio
Santana. Los trabajos del cableado duraron casi siete meses. La inauguración
oficial del servicio eléctrico se hizo el mismo día en que, de manera oficial
también, se entregó la construcción de aulas para la escuela. Abelino Aguirre
de la Cerda, entonces director general de Educación en Jalisco, fue el encarga-
do de inaugurar las dos obras.
Para el día de la inauguración se preparó una gran fiesta: comida, bailables,
poesías y hasta chistes. Para el acto festivo se preparó un estrado de madera
para las autoridades y los invitados especiales. Al momento en que ellos subían,
el estrado se desplomó: nadie contuvo la risa. Una vez que la gente se calmó, se
levantó el tablado para que los visitantes pudieran disfrutar del festival.
La experiencia de unión y colaboración comunitaria que se tuvo con la elec-
trificación, motivó a todos a seguir trabajando para bien del pueblo. En la
siguiente reunión se acordó ampliar los callejones para convertirlos en calles
y empedrarlas. Las calles Constitución e Independencia fueron las primera en
ser empedradas; la gente iba a juntar la piedra a los potreros, y los alumnos de
la escuela se encargaron de juntar la piedra que se empleó para las calles que la
rodeaban. Antes de salir al recreo, los niños iban al río; su tarea consistía en
traer siete piedras cada uno. El trabajo de empedrado estuvo dirigido por Pedro
Ramírez Vázquez, albañil de Cocula. Había una máquina aplanadora y un ca-
mión de volteo.
Para el trazo de las calles, se formó una cuadrilla con los niños más grandes
de la escuela. El profesor Canales dibujaba y los niños quitaban postes de
134
MEMORIA Y RECUERDO: MICROHISTORIA DE AYOTITLÁN
alambrado para dejar libre el trazo. Prácticamente se siguió el trazo de los calle-
jones. Los niños de la cuadrilla recibieron un pago, gracias a la cooperación de
la gente. El trazo de las nuevas calles afectó algunas propiedades, lo que moti-
vó el descontentó de varios vecinos durante el tiempo que duraron los trabajos.
Entre quienes resultaron afectados con la apertura se encontraban: Secundino
Puentes, Ismael Ruelas, Jovita Castañeda, Emüio Santana, Luis Santana, Juan
Santana, Justo Santana, Cecilio Ruelas, Consuelo López, Raymundo Santana,
Félix Martínez, Lucas Guzmán, Heliodoro Puentes, Salvador Santana, José
Guadalupe Rodríguez, Máximo Guzmán, Ignacio Guerrero, Francisco Ruelas,
Agustín Brambila, Zenaida Hueso, Timoteo Ruelas, Basilio Ortega, Eugenio
Pérez e Irene Pérez. 91
faenas y cooperaciones.
Durante los primeros años de la década de los setenta hubo mucha activi-
dad en Ayotitlán en lo que se refiere a solicitud y construcción de obras de
servicio comunitario. En 1973, el comisario indicó al municipio que la comuni-
dad tenía más de 1,300 habitantes, de manera que el servicio telefónico era una
apremiante necesidad. Se decía allí que la comunidad contaba ya con agua
potable, puesta en servicio ese mismo año, pero que se requería el drenaje.
Señaló la necesidad de construir un camino adecuado entre Ayotitlán y
Tamazulita, y se urgía a algunos propietarios facilitasen el trazo del camino. 95
Ese mismo año, un enviado de la Comisión del Sur asistió a la localidad para
comenzar los trabajos de construcción de una "casa de salud". 96
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pues sabían que allí estaban cuatro jovencitas que eran de Chiquilistlán. Todos
se metían a los lugares donde se podía nadar y entonces los muchachos inten-
taban atrapar a las mujeres. Quienes alguna vez jugaron al "caimán", dicen que
"las agarraban de donde se podía"; si alguien no lograba agarrar a la muchacha,
ella se burlaba de él y, con una señal, le decía: "toma tu trucha caimán". Por
supuesto, este juego no se repitió muchos años, pues ellas dejaron de frecuen-
tar el río. A una de ellas le compusieron unos versos.
"El cedacito" era un juego donde los participantes se ponían en una fila;
frente a ella estaba uno con un fajo o con un rebozo, y a una señal, trataba de
alcanzar al de atrás de la fila para pegarle, si conseguía pegarle, el golpeado
tenía que agarrar el fajo o el rebozo.
"San Juan de las cardenillas": para este juego se colocaban en círculo, mien-
tras uno quedaba fuera. Éste se acercaba al círculo cantando: "San Juan de las
cardenillas, mandó su señoría, ¿cuántos peones hay en labores?", y los demás,
le respondían "Veintiún quemados". "¿Y quien los quemó?". "La perrita traidora,
quémenla, quémenla por habladora"; en ese momento todos se dispersaban
corriendo y el otro trataba de atrapar a quien pudiera.
El juego de "las cadenas" era para hombres. En este se agarraban trenzados
de las manos, mientras otro se lanzaba contra ellos tratando de romper la cade-
na. El que lograba romper la cadena se incorporaba a ella y el que se había
"ablandado" ahora debía romper la cadena. En "El chile", se colocaban en una
fila los niños, se acercaba a ellos el "comprador de chiles" quien iba mordiendo
los dedos de los participantes diciendo: "Qué bueno o qué mal chile", y los iba
sacando de la fila. Se trataba de aguantar el mayor tiempo posible la mordida
sin hacer ningún gesto.
Otro juego acostumbrado era denominado "El Cortés". Aquí, "El Cortés"
(que por mucho tiempo fue Jesús Ruiz) se subía a una vara de otate que se
suponía era su burro, y se acercaba a los otros bailando. Salía por las calles a
"echar guantazo", a veces se vestía de mujer con una corona y traía un machete
de guásima en la mano; cuando llegaba con alguien de inmediato lo azotaba y
el otro podía defenderse, por lo común lo hacía con una vara de otate, y "sien-
do hombre no respetaba fuera quien fuera". Otro juego, en el que participaban
sobre todo niñas era el llamado "huele la faja". En este juego se colocaban en
un círculo cantando: "Huele la faja, detrás de tu casa, comiendo un plato de
calabaza. Huele el ratón, detrás del cajón, comiendo un plato de requesón", en
ese momento una que quedaba fuera del círculo con un rebozo, se lo dejaba a
otra del círculo y tenían que correr para ocupar el lugar que había dejado aque-
lla que lo recibía.
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para servicios comunitarios. Durante los diez días hay corridas de toros y bai-
les. Se invita a los ganaderos de la región a que presenten corridas. Uno de
estos días se aprovecha para la llamada "charloteada", una fiesta con una déca-
da de antigüedad, en la que algunos hombres se visten de mujer y algunas
mujeres se ponen sombrero y bigotes postizos; acompañados de la banda de
música, los jóvenes bailan por las calles hasta llegar a la plaza de toros, donde
los hombres-mujer bailan felices con las mujeres-hombre.
Otro día festivo es el 3 de mayo, día de la Santa Cruz: la gente sube al cerro
del calvario y asiste a las carreras de caballos a Las Parejas, cerca de Tamazulita.
Muy por la mañana, una banda sube hasta la cruz del calvario donde, en medio
de mucha gente, ofrece su música a la cruz del cerro. Todo termina cuando el
sol avisa que ya viene; la gente baja al pueblo a desayunar y a preparar su
almuerzo que comerá en Las Parejas, en las carreras de caballos. Allí se grita, se
toma, se apuesta, se ríe, se busca novia o novio, se pelea, se come en familia y
entre amigos: se está en fiesta.
El 22 de noviembre también se ha convertido en un día especial. Ese día se
recuerda a Santa Cecilia, la patrona de los músicos. En la actualidad, Ayotitlán
es un pueblo de músicos: bandas de aliento, mariachi, grupo norteño. Desde
los tiempos de la orquesta que había en los años cuarenta se inició esta fiesta.
En esa época se lanzaban cohetes y se cantaba las mañanitas a Santa Cecilia;
destacaban las voces de Victoria Santana y de las cuatas Felicitas e Hilaria
Brambila, así como de su prima Trinidad Brambila. La celebración ahora co-
mienza muy temprano; los músicos llevan mañanitas a su patrona, por la tarde
se hace una peregrinación desde la entrada del pueblo y hasta el templo. La
peregrinación la encabeza un carro alegórico en el que se representa a Santa
Cecilia. Después de la misa, toda la gente se va a la plaza al baile. Esa noche las
bandas y grupos del pueblo presentes tocan de manera gratuita para todos los
jóvenes del pueblo y los que llegan de ranchos y poblaciones aledañas.
Además de días de fiesta, hay costumbres que mantienen el tono de cele-
bración. Durante la cuaresma, es una tradición subir al cerro del Calvario. Mu-
chas personas van a diario hasta la cruz en lo alto del cerro durante los cuarenta
días. Otros van, por lo menos, durante nueve días. Esta costumbre se inició
desde que pusieron una pequeña cruz de madera en la punta del cerro. Se
cuenta que muchos de los que se fueron primero a Estados Unidos, iban a
encomendarse a la cruz del Calvario antes del viaje, o como agradecimiento
cuando regresaban.
La noche del jueves, en la plaza, se representan las escenas de la última
cena y la captura de cristo. Después, quienes personifican a los discípulos y a
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MEMORIA Y RECUERDO: MICROHISTORIA DE AYOTITLÁN
Para acordar la fecha de la boda, los padres del novio pedían a la mucha-
cha. Por lo general, los novios no estaban presentes en ese momento. Solían
llevar una botella de vino y cigarros al papá de la novia y, si accedía a dar la
mano, ponía plazos para la celebración, unos "eran largos, otros cortos, unos
de seis meses y otros de 15 días, según le cayera el novio al padre de la mucha-
cha". En ocasiones, los padres del novio llevaban una canasta con pan, choco-
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EL RECUERDO QUE AÜN CAMINA
ra con la vihuela, Dolores Zárate con el guitarrón. Tocaban desde la tarde hasta
la noche alumbrada con ocotes. Cuando la fiesta se hacía en grande, había
100
Sin embargo, el gusto por la música en vivo tiene hondas raíces, lo que a la
fecha se corrobora por la cantidad de grupos, bandas musicales y mariachis
conformados por ayotitlenses. El mariachi de Ojo de Agua hizo escuela;
Candelario López se unió a Manuel y Lucio Brambila y a Adrián Quintero. Poco
a poco, se les unieron Antonio Ruiz, Marcos Santana, Daniel Quintero, José
Garibaldo, Bernabé Pérez y, a veces, Jesús Ruiz. 103
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tres horas. Pues las tres horas repitieron aquellas seis melodías. La banda aún
se mantiene activa. 105
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EPÍLOGO
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EPÍLOGO
miento; aún más, para la memoria el tiempo está ahí para agravar o sanar los
dolores de las cosas que nos suceden, nuestras historias matrias.
Ayotitlán permanece como centro simbólico de la identidad colectiva de
una comunidad separada por las fronteras, unida, sin embargo, por un origen
que puede ser reciente o lejano, motivo de orgullo y nostalgia, mezcla de dolor
y añoranza, de ignorancia y respeto.
Se puede y se debe hacer la microhistoria de todas las comunidades del
país, pues, al igual que esta población olvidada por los cartógrafos, hay mu-
chas otras que tampoco aparecen en los registros históricos oficiales y que, a
pesar de que tienen su historia propia, nunca ha sido escrita.
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BIBLIOGRAFÍA
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BIBLIOGRAFÍA
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MEMORIA Y RECUERDO: MICROHISTORIA DE AYOTITLÁN
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BIBLIOGRAFÍA
Archivos consultados
Entrevistas
Benito Guzmán
Juan Santana Navia
Pedro Ortega
Ignacio Guerrero
Alfonso Muñoz
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MEMORIA Y RECUERDO- MICROHISTOR1A DE AYOTITLÁN
Francisco Martínez
Néstor Ruelas
Doroteo Santana
Esteban Lepe
Dionicio Ruelas
David Santana
Estéfana Ruelas
Juan Santana
Félix García
Andrea Santana
Margarita Pérez
Agripina Ruiz
Juan Martínez Ruiz
Lucas Guzmán
María Dolores
Antonio Ruiz
Agustín Santana
Hilario López
Ángel Quintero
Zenaida Hueso
Juan Mendoza
Antonia Mendoza
Regino Santana
Eugenio Santana
María Guadalupe Sánchez Brambila
Pablo Ruiz
Pedro Ortega
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ANEXO
E L F U N D O REAL*
DOCUMENTO:
"TÍTULO D E M E R C E D Y M E D I D A S D E L F U N D O L E G A L D E L P U E B L O D E S A N BARTOLOMÉ
D E AYOTITLÁN, TECOLOTLÁN, J U R I S D I C C I O N D E AUTLÁN, V I R R E I N A T O D E N U E V A
ESPAÑA. 1727-1804.
... Auto, principio de estos; y entendido, dijo lo oye y se da por citado; y lo
firma conmigo y testigos= no firmó por no saber= Diego Savalsa y de la Cueva-
Salbador Ricardo Rodríguez y Castro - Antonio Narváez-
Razón de citación a José Guerrero, por Quila el Chico en el pueblo, dicho
día y mes y año. Yo, dicho comisario, habiéndo visto las citaciones fechas reco-
nocí que para el viento norte está un puesto que llaman Quila el Chico, cuyo
(roto) posee un fulano Guerrero, y por decirme los naturales que está muy
distante de este pueblo y que no tienen contradicción, ni la han tenido, con
cuyo hecho y por estar cerca una cerranía muy áspera, omití dicha citación que
puse por diligencia que firme con los testigos, doy fe - Diego de Savalsa y de la
Cueva.- Salvador Ricardo Rodríguez y Castro - Antonio Narváez.
Nombramiento de Oficiales. En dicho pueblo, dicho día, mes y año. Yo,
dicho comisario para el nombramiento de oficiales que está mandado hacer,
teniendo entero conocimiento del capitán Luis Rodríguez y D. Agustín Fernández
grande confianza los nombro por contadores; y para medidores a Martín de la
Cruz y Juan Andrés; indios de dicho pueblo; por Apuntadores a Mariano de
Mendoza y Esteban de la Cruz, los cuales parecerán ante mí, aceptan y juran
dichos cargos para que son nombrados.
Así lo proveí, mandé y firmé con los testigos, doy fe - Diego de Savalsa y de
la Cueva; Salvador Ricardo Rodríguez y Castro; Antonio Narváez.
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ANEXO
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ANEXO
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plirán con lo que se les manda, y no firmaron por decir no saber firmar, hiselo
yo y testigos con quienes con quienes actuó en la forma dicha; doy fe - Diego
de Savalsa y de la Cueva. Salvador Ricardo Rodríguez y Castro - Antonio Narváez.
Otro auto en que manda el mismo comisario dar cuenta con lo obrado al
señor Juez Privativo= En dicho de San Bartolomé de Ayotitlán, dicho día, mes y
año. Yo, dicho comisario y Testigos, habiendo visto estar conclusas estas dili-
gencias de medidas, de tierras de Un Sitio de Ganado Mayor , que por razón de
Pueblo deben haber y tener dicho Naturales, cuyas diligencias que me presen-
taron carecían de la aprobación de el Señor Juez Privativo, que lo era al tiempo
en que se les midió dicho su pueblo, porque debo mandar y mando se remitan
estas al Señor Juez Privativo a su aprobación, para que su Señoría en su vista
mande hacer lo que tuviere por más conveniente. Así lo proveí, mandé y firmé,
autando ante mí como Juez Receptor, con Testigos a falta de Escribano, que de
no haberlo en esta jurisdicción, doy fe.- Diego de Savalsa y de la Cueva-
Salvador Ricardo Rodríguez y Castro - Antonio Narváez.
Auto de aprobación del Sr. Juez Privativo de las medidas referidas= En la
ciudad de Guadalaxara, a trece días del mes de diziembre, de mil setecientos
veinte y siete años. El Señor Licenciado Don Fernando de Urrutia, Del Consejo
de Su Majestad, su Oidor, Decano de esta Real Audiencia y Juez Privativo Super-
intendente General de Ventas y composiciones de tierras de este Reino, el de la
Vizcaya y Provincias Subalternadas.
Habiendo visto estas diligencias de medidas ejecutadas, por don Diego
de Savalsa y de la Cueva, Comisario de Tiernas de este Juzgado en jurisdicción de
Autlán, el pueblo de San Bartolomé de Ayotitlán, las citaciones y la medida que
de dicho Pueblo ejecutó con lo que de ella consta= Dixo que aprobaba y Su
Señoría aprobó la referida medida ejecutada por don Diego de Savalasa de las
tierras que por razón de Pueblo le pertenecen al dicho de san Bartolomé de
Ayotitlán, sin embargo a que en la medida se advierte haberse dado de más
unos quantos cordeles, atendiendo a ser corta la cantidad de ellos y tierra muy
pedregosa e ynfructífera, como asienta el Comisario se las aplicaba, Su Señoría
aplicó y de dicha demasía les hizo y así a merced en forma y mandaba y mandó
se les devuelvan estas Diligencias y Auto original, para que les sirva de Título y
resguardo= Así lo proveyó, mandó y firmó - Licenciado Fernando de Urrutia-
Ante mí, Antonio Fernández, Escribano Real y Público.
Concuerda este Testimonio con las Diligencias originales que muy
malatratads presentaron los yndios del pueblo de Ayotitlán para que se les
Compulsase Testimonio íntegro de ellas, por no tener otro documento para en
Guarda de su Derecho de su Fundo Legal y demás terreno que les adjudicó el
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ANEXO
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MEMORIA Y RECUERDO. MICROHISTORIA DE AYOTTTLÁN
para conveniente constancia= Proveiolo así Yo, Don José de Elias Vallejo,
Theniente General de esta Jurisdicción de Autlán por enfermedad del Subdele-
gado de ella en las cuatro causas, por el Rey Nuestro Señor, Que Dios Guarde,
Don Tadeo de Terán, y lo firmé con dos testigos de asistencia, con quienes
actuó por receptoría a falta de todo Escribano en los términos prevenidos que
el Derecho previene, de que doy fee.- José de Elias Vallejo.- De asistencia,
Diego Moran.- De asistencia, Felipe Xirón.-
Notoriedad= Inmediatamente, estando presentes el Alcalde Basilio Toribio,
el Regidor Juan de Dios, Yndios principales y Común del pueblo de San
Bartolomé de Ayotitlán, con su Escribano de República Yldefonso Timoteo, les
hice Notorio el Auto antecedente; y bien enterados de su contenido, dixeron
que lo oyen, y por no saber firmar ninguno, lo hizo por todos su Escribano de
República, conmigo y los testigos de mi asistencia, autuando en la forma ordi-
naria; doy fee.- Elias Vallejo.- Yldefonso Timoteo, Escribano de República.- De
asistencia, Diego Morán.- De asistencia, Felipe Xirón.-
Diligencia de Recibo= Tecolotlán, y septiembre veinte y seis de mil ocho-
cientos quatro, en este día se les entregó a la República de Yndios del pueblo
de San Bartolomé de Ayotitlán el testimonio que tienen pedido, en doce foxas
útiles del sello Quarto, las Diligencias originales que les sirven de Título en las
mismas seis foxas útiles que las presentaron; y dándose por recibidos de uno y
otro intrumento lo firmaron (roto) conmigo y los testigos de mi asistencia con
quienes autuo por Receptoría en la forma ordinaria; doy fee.- Elias Vallejo.-
Yldefonso Timoteo, escribano de República.- De asistencia, Dioniso Gómez.-
De asistencia, Victoriano Delgado.-
Concuerda con sus originales (como lo han verificado) y lo firmé Yo, el
mismo Teniente General de Subdelegado, con los testigos de mi asistencia.-
Tecolotlán, septiembre veinte y seis de mil ochocientos quatro años. De todo
doy fee.-José Elias Vallejo (rúbrica).- De asistencia, Diego Morán, (rúbrica).- De
assa. Felipe Xirón (rúbrica).-
Guadalajara, 4 de enero de 1982. El director del Instituto Jalisciense de An-
tropología e Historia.Lic. José Luis Razo Zaragoza. (Rúbrica).
Certificado por el Ing. Javier Rangel Galvez, Secretario de la Comisión Agra-
ria Mixta, en Guadalajara el 14 de abril de 1982.
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Memoria y recuerdo:
microbistoria de Ayotitlán
se terminó de imprimir en septiembre de 2003
en los talleres de Editorial Pandora, S.A. de C.V.,
Caña 3657, Guadalajara, Jalisco, México, CP. 44470.
La edición, que consta de 1,000 ejemplares, estuvo a cargo de
la Oficina de Difusión de la Producción Académica del I T E S O .