RESUMEN Sem 3
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RESUMEN Sem 3
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En lo que se hizo, en lo que se hace, en lo que se está haciendo en lo tocante al
tratamiento de las psicosis, se aborda mucho más fácilmente las esquizofrenias
que las paranoias, el interés por ellas es mucho más vivaz, se espera mucho de
sus resultados. ¿Por qué en cambio para la doctrina freudiana la paranoia es la
que tiene una situación algo privilegiada, la de un nudo, aunque también la de
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un núcleo resistente?
Por supuesto, Freud no ignoraba la esquizofrenia. Se interesó de entrada y
esencialmente en la paranoia. Freud traza una línea de división de las aguas,
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si me permiten la expresión, entre por un lado la paranoia, y por otro, todo
lo que le gustaría, dice, que se llamase parafrenia, que corresponde con
toda exactitud al campo de las esquizofrenias. Esta es una referencia
necesaria para la comprensión de lo que diremos luego: para Freud el
campo de las psicosis se divide en dos.
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del orden simbólico? En el orden imaginario, o real, siempre hay un más y
un menos, un umbral, un margen, una continuidad. En el orden simbólico
todo elemento vale en tanto opuesto a otro.
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Ya que se trata del discurso, del discurso impreso del alienado, es manifiesto
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entonces que estamos en el orden simbólico. Ahora, ¿cuál es el material mismo
de ese discurso? ¿A qué nivel se despliega el sentido traducido por Freud?
¿Dónde se toman prestados los elementos de nominación de ese discurso? De
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manera general, el material, es el propio cuerpo.
La relación con el propio cuerpo caracteriza en el hombre el campo, a fin de
cuentas reducido, pero verdaderamente irreductible, de lo imaginario.
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reprimido siempre está ahí, y se expresa de modo perfectamente articulado en
los síntomas y en multitud de otros fenómenos. En cambio, lo que cae bajo la
acción de la Verwerfung tiene un destino totalmente diferente.
Todo lo rehusado en el orden simbólico, en el sentido de la Verwerfung,
reaparece en lo real.
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Se trata, como saben, del Hombre de los lobos, quien no deja de dar fe de
tendencias y propiedades psicóticas, como lo demuestra la breve paranoia que
hará entre el final del tratamiento de Freud y el momento en que es retornado a
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nivel de la observación. Pues bien, que haya rechazado todo acceso de la
castración, aparente sin embargo en su conducta, al registro de la función
simbólica, que toda asunción de la castración por un yo (Je) se haya vuelto
imposible para él, tiene un vínculo muy estrecho con el hecho de haber tenido
en la infancia una breve alucinación de la cual refiere detalles muy precisos.
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después de la cual resulta que no tiene nada, todo terminó, no hablemos más de
ello. La relación que Freud establece entre este fenómeno y ese muy especial
no saber nada de la cosa, ni siquiera en el sentido de lo reprimido, expresado en
su texto, se traduce así: lo que es rehusado en el orden simbólico, vuelve a
surgir en lo real.
Hay una estrecha relación entre, por un lado, la denegación y la reaparición en
el orden puramente intelectual de lo que no está integrado por el sujeto; y por
otro lado, la Verwerfung y la alucinación, vale decir la reaparición en lo real
de lo rehusado por el sujeto. Hay ahí una gama, un abanico de relaciones.
¿Qué está en juego en un fenómeno alucinatorio? Ese fenómeno tiene su fuente
en lo que provisoriamente llamaremos la historia del sujeto en lo simbólico. El
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Nuestro esquema, les recuerdo, figura la interrupción de la palabra plena entre
el sujeto y el Otro, y su desvío por los dos yo, a y a', y sus relaciones imaginarias.
Aquí está indicada una triplicidad en el sujeto, la cual recubre el hecho de que el
yo del sujeto es quien normalmente le habla a otro, y le habla del sujeto, del
sujeto S, en tercera persona. Aristóteles hacía notar que no hay que decir que el
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hombre piensa, sino que piensa con su alma. De igual manera, digo que el sujeto
se habla con su yo.
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Sólo que en el sujeto normal hablarse con su yo nunca es plenamente
explicitable, su relación con el yo es fundamentalmente ambigua, toda asunción
del yo es revocable. En el sujeto psicótico en cambio, ciertos fenómenos
elementales, y especialmente la alucinación que es su forma más
característica, nos muestran al sujeto totalmente identificado a su yo con
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El delirio no es deducido, reproduce la misma fuerza constituyente, es
también un fenómeno elemental. Es decir que la noción de elemento no
debe ser entendida en este caso de modo distinto que la de estructura,
diferenciada, irreductible a todo lo que no sea ella misma.
A todo esto quería llegar: la dificultad de abordar el problema de la paranoia se
debe precisamente al hecho de situarla en el plano de la comprensión. Aquí el
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fenómeno elemental, irreductible, está a nivel de la interpretación.
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Tenemos pues un sujeto para el cual el mundo comenzó a cobrar significado.
¿Qué se quiere decir con esto? Desde hace un tiempo es presa de fenómenos
que consisten en que se percata de que suceden cosas en la calle, pero
¿cuáles? Si lo interrogan verán que hay puntos que permanecen misteriosos
para él mismo, y otros sobre los que se expresa. En otros términos, simboliza lo
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Análisis del caso de Schreber → Tras una breve enfermedad, entre 1884 y 1885,
enfermedad mental que consistió en un delirio hipocondríaco, Schreber que
ocupaba entonces un puesto bastante importante en la magistratura alemana,
sale del sanatorio del profesor Flechsig, curado, según parece de manera
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completa, sin secuelas aparentes.
Lleva durante unos ocho años una vida que parece normal, y él mismo señala
que su felicidad doméstica sólo se vio ensombrecida por la pena de no haber
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tenido hijos. Al cabo de esos ocho años, es nombrado Presidente de la Corte de
apelaciones en la ciudad de Leipzig. Habiendo recibido antes del período de
vacaciones el anuncio de esta muy importante promoción, asume sus funciones
en octubre. Parece estar, como ocurre muy a menudo en muchas crisis
mentales, un poco sobrepasado por sus funciones. Es joven —tiene cincuenta y
LA
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nervios del sujeto y los nervios divinos, lo cual entraña toda una serie de
peripecias entre las cuales está la Nervenanhang, la adjunción de nervios, forma
de atracción capaz de colocar al sujeto en un estado de dependencia respecto a
algunos personajes, sobre cuyas intenciones el sujeto mismo opina de diversas
maneras en el curso de su delirio. Al comienzo distan de ser benevolentes,
aunque sólo fuese por los efectos catastróficos que experimenta, pero en el
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curso del delirio son transformados, integrados en una verdadera progresión, y
así como al inicio del delirio vemos dominar la personalidad del doctor
Flechsig, al final domina la estructura de Dios. Hay verificación, inclusive
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progreso característico de los rayos divinos, que son el fundamento de las almas.
Esto no se confunde con la identidad de las susodichas almas; Schreber subraya
claramente que la inmortalidad de las almas no debe reducirse al plano de la
persona. La conservación de la identidad del yo no le parece que deba ser
justificada. Todo esto es dicho con un aire de verosimilitud que no vuelve
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inaceptable la teoría.
Los rayos divinos: están obligados a ello, deben hablar. El alma de los
nervios se confunde con cierta lengua fundamental definida por el sujeto,
como se los mostraré por la lectura de pasajes apropiados, con gran finura.
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Teoría de los rayos divinos y la libido → Freud señala al final de su análisis del
caso Schreber, que nunca hasta entonces había visto algo que se asemejase
tanto a su teoría de la libido, con sus desinvesticiones, reacciones de separación,
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enfermedad.
También se asegura que las determinaciones iniciales de la psicosis de Schreber
deben buscarse en los momentos en que se desencadenan las diferentes fases
de su enfermedad. Saben que tuvo hacia 1886 una primera crisis, y se intenta,
gracias a sus Memorias, mostrar sus coordenadas: había presentado en ese
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entonces, nos dicen, su candidatura al Reichstag. Entre esta crisis y la segunda,
o sea durante ocho años, el magistrado Schreber es normal, con la salvedad de
que su esperanza de paternidad no se ve colmada. Al término de este período,
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ocurre que accede, de modo hasta cierto punto prematuro, al menos en una edad
que no permitía preverlo, a una función muy elevada: presidente de la Corte de
apelaciones de Leipzig. Esta función, de carácter eminente, le confiere, se dice,
una autoridad que lo eleva a una responsabilidad, no exactamente entera, pero
si más plena y pesada que todas cuantas hubiese podido esperar, lo cual crea
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que la misma se vio colmada desde el exterior, de un modo que se califica casi
como inmerecido. Se otorga a ambos acontecimientos el mismo valor
desencadenante. Se hace constar que el presidente Schreber no tuvo hijos, por
lo cual se asigna a la noción de paternidad un papel primordial. Pero se
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El decir psicótico → La ambigüedad de la significación misma del delirio, que
aquí concierne a lo que habitualmente se llama el contenido, y que preferiría
llamar el decir psicótico.
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Experiencia que cuenta Lacan con una paciente → El interrogatorio sobrepasó
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ampliamente la hora y media antes de que apareciese claramente que en el
límite de ese lenguaje, del que no había modo de hacerla salir, había otro. El
lenguaje, de sabor particular y a menudo extraordinario que es el del delirante.
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Lenguaje en que ciertas palabras cobran un énfasis especial, una densidad que
se manifiesta a veces en la forma misma del significante, dándole ese carácter
francamente neológico tan impactante en las producciones de la paranoia. En
boca de nuestra enferma del otro día, por fin surgió la palabra galopinar,
que rubricó todo lo dicho hasta entonces.
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Dos tipos de fenómenos donde se dibuja el neologismo: la intuición y la
fórmula.
Intuicion delirante → La intuición delirante es un fenómeno pleno que tiene
para el sujeto un carácter inundante, que lo colma. Le revela una perspectiva
nueva cuyo sello original, cuyo sabor particular subraya, tal como lo hace
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Schreber cuando habla de la lengua fundamental a la que su experiencia lo
introdujo. Allí, la palabra es el alma de la situación.
Fórmula → En el extremo opuesto, tenemos la forma que adquiere la
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significación cuando ya no remite a nada. Es la fórmula que se repite, se
reitera, se machaca con insistencia estereotipada. Podemos llamarla, en
oposición a la palabra, el estribillo.
Ambas formas, la más plena y la más vacía, detienen la significación, son
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que la diferencia de la relación del sujeto al objeto, es el fingimiento, revés de la
fides. Están en presencia de un sujeto en la medida en que lo que dice y hace
—es lo mismo— puede suponerse haber sido dicho y hecho para engañarlos,
con toda la dialéctica que esto entraña, incluyendo en ella el que diga la verdad
para que crean lo contrario. Conocen el cuento judío, puesto en evidencia por
Freud, del personaje que dice: Voy a Cracovia. Y el otro responde: ¿Por qué me
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dices que vas a Cracovia? Me lo dices para hacerme creer que vas a otro lado.
Lo que el sujeto me dice está siempre en una relación fundamental con un
engaño posible, donde me envía o recibo el mensaje en forma invertida.
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Ven pues la estructura bajo sus dos fases, las palabras fundantes y las
palabras mentirosas, engañosas en cuanto tales.
Por mi parte, dentro de la noción de comunicación en tanto que generalizada,
especifico qué es la palabra en tanto hablar al otro. Es hacer hablar al otro en
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cuanto tal. Escribimos, si les parece bien, ese otro con una A mayúscula.
La razón delirante es aquí la siguiente. Tú eres mi mujer: después de todo, ¿qué
sabe uno? Tú eres mi amo: de hecho, ¿cómo estar seguro? El valor fundante
de estas palabras está precisamente en que lo apuntado por el mensaje,
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Designé así, en mi primera comunicación al grupo de Evolution psychiatrique,
que en ese momento tenía una originalidad bastante notable, lo que apunta a las
afinidades paranoicas de todo conocimiento de objeto en cuanto tal. Todo
conocimiento humano tiene su fuente en la dialéctica de los celos, que es una
manifestación primordial de la comunicación. Esta es una noción genérica
observable, conductalmente observable. Entre niños pequeños lo que sucede
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entraña ese transitivismo fundamental que se expresa en el hecho de que un
niño que le pegó a otro puede decir: el otro me pegó. No miente: el es el otro,
literalmente.
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El objeto humano se distingue por su neutralidad y su proliferación indefinida. No
depende de la preparación de ninguna coaptación instintiva del sujeto, como hay
coaptación, enganche de las valencias químicas entre sí. El hecho de que el
mundo humano esté cubierto de objetos se fundamenta en que el objeto del
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Esta distinción entre el Otro con mayúscula, es decir el Otro en tanto que
no es conocido, y el otro con minúscula, vale decir el otro que es yo, fuente
de todo conocimiento, es fundamental. En este intervalo, en el ángulo
abierto entre ambas relaciones debe ser situada toda la dialéctica del
delirio. La pregunta es la siguiente: en primer término ¿el sujeto les habla?;
en segundo, ¿de qué habla?
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El psicótico les habla de algo que le habló → ¿De qué les habla? De él, sin duda,
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pero primero de un objeto diferente a los demás, de un objeto que está en
la prolongación de la dialéctica dual: les habla de algo que le habló. El
fundamento mismo de la estructura paranoica es que el sujeto comprendió algo
que él formula, a saber, que algo adquirió forma de palabra, y le habla. Nadie,
obviamente, duda de que sea un ser fantasmático, ni siquiera él, pues siempre
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El primer modo de negación es decir: no soy yo quien lo ama, es ella, mi
consorte, mi doble. El segundo, es decir: no es a él a quien amo, es a ella. A este
nivel la defensa no es suficiente para el sujeto paranoico, el disfraz es
insuficiente, no alejó suficientemente el golpe, hace falta que intervenga la
proyección. Tercera posibilidad: yo (je) no lo amo, lo odio. Aquí tampoco basta la
inversión, eso al menos dice Freud; es necesario que intervenga también el
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mecanismo de proyección, a saber: él me odia. En este punto hemos llegado al
delirio de persecución.
La elevada síntesis que entraña esta construcción nos trae luces, pero ven que
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las preguntas siguen abiertas. La proyección debe intervenir como un
mecanismo adicional cada vez que no se trata de borrar el yo (je). No es
completamente inadmisible, aunque nos gustaría tener un suplemento de
información. Por otra parte, es claro que el no (ne), la negación considerada en
su forma más formal, en absoluto tiene, al ser aplicada a los diferentes términos
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Freud subrayó hasta qué punto de las relaciones del sujeto con la realidad no
son las mismas en la neurosis y en la psicosis. En particular, el carácter clínico
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neurosis, dice Freud, es algo muy diferente, porque la realidad que el sujeto elidió
en determinado momento, intenta hacerla volver a surgir prestándole una
significación particular, un sentido secreto, que llamamos simbólico. Pero Freud
no enfatiza este hecho de manera adecuada.
Muchos pasajes de la obra de Freud dan fe de que sentía la necesidad de una
plena articulación del orden simbólico, porque eso es lo que para él está en juego
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en la neurosis. A ella le opone la psicosis, donde en un momento hubo
ruptura, agujero, desgarro, hiancia, pero con la realidad exterior. En la
neurosis, es en un segundo tiempo, y en la medida en que la realidad no está
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rearticulada plenamente de manera simbólica en el mundo exterior, cuando se
produce en el sujeto huida parcial de la realidad, incapacidad de afrontar esa
parte de la realidad, secretamente conservada. En la psicosis, en cambio, es
verdaderamente la realidad misma la que está primero provista de un agujero,
que luego el mundo fantasmático vendrá a colmar.
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No basta con ver como están hechos los síntomas, que aún es necesario
descubrir su mecanismo de formación. Partamos de la idea de que un agujero,
una falla, un punto de ruptura en la estructura del mundo exterior, está colmado
por la pieza agregada que es el fantasma psicótico. ¿Cómo explicarlo? Tenemos
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insistencia que el uso dio a esta palabra— retorna del exterior.
Hay un momento que es el origen de la simbolización.
Seria mejor abandonar el término proyección. La proyección en la psicosis
es muy diferente a todo esto, es el mecanismo que hace retornar del
exterior lo que está preso en la Verwerfung, o sea lo que ha sido dejado
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fuera de la simbolización general que estructura al sujeto.
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Un delirio de a dos, entre su madre y su hija.
De todos modos me confío que un día, en el pasillo, en el momento en que salía
de su casa, tuvo que vérselas con una especie de mal educado, hecho que no
tenía por qué asombrarla, pues era ese malvado hombre casado que era el
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amante regular de una de sus vecinas de vida fácil. Al pasar —no podía
disimulármelo, todavía la hería— él le había dicho una palabra grosera, palabra
grosera que no estaba dispuesta a repetirme, porque, tal como ella lo expresaba,
eso la rebajaba. Me confiesa ese algo con más facilidad que lo que escuchó:
Vengo del fiambrero.
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ALUSIÓN → Vengo del fiambrero. Si me dicen que hay algo que entender ahí,
puedo muy bien articular que hay una referencia al cochino. No dije cochino, dije
puerco. Ella estaba muy de acuerdo, era lo que quería que comprendiese. Era
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de una muchacha que es amiga de nuestra enferma y muy implicada en el deseo
del que es víctima: ella es, no su centro, sino su personaje fundamental. Las
relaciones de nuestra sujeto con esta pareja son ambiguas. Son ciertamente
personajes persecutorios y hostiles, pero no son aprehendidos en forma
demasiado reivindicativa, como pudieron darse cuenta con asombro los que
estaban presentes en la entrevista. Las relaciones de la sujeto con el exterior se
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caracterizan más bien por la perplejidad: ¿cómo se pudo entonces, por chismes,
por una petición, sin duda, llevarlas al hospital? El interés universal que se les
concede tiende a repetirse.
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¿Qué es Marrana? Es, en efecto, su mensaje, pero ¿no es más bien su propio
mensaje?
Al comienzo de todo lo dicho, tenemos la intrusión de la susodicha vecina en la
relación de estas dos mujeres aisladas, que permanecieron estrechamente
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para nosotros en la realidad? ¿La realidad es precisamente cuando alguien nos
habla? El interés de las observaciones que hice la vez pasada sobre el otro y el
Otro, el otro con minúscula y el Otro con mayúscula, era hacerles notar que
cuando el Otro con mayúscula habla, no es pura y simplemente la realidad ante
la cual están, a saber, el individuo que articula. El Otro está más allá de esa
realidad.
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En la verdadera palabra, el Otro, es aquello ante lo cual se hacen reconocer.
Pero sólo pueden hacerse reconocer por él porque él está de antemano
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reconocido. Debe estar reconocido para que puedan hacerse reconocer.
Esta dimensión suplementaria, la reciprocidad, es necesaria para que valga esa
palabra cuyos ejemplos típicos di, Tú eres mi amo o Tú eres mi mujer, o también
la palabra mentirosa, que siendo lo contrario, supone de igual modo el
reconocimiento de un Otro absoluto, al que se apunta más allá de todo lo que
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por alusión.
Exclusión del gran Otro → Sólo hay dos maneras de hablar de ese S, ese
sujeto que somos radicalmente; o bien dirigirse verdaderamente al Otro,
con mayúscula, y recibir de él el mensaje que lo concierne a uno en forma
invertida; o bien indicar su dirección, su existencia bajo la forma de
alusión. Si esta mujer es estrictamente una paranoica, es que el ciclo, para
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ella, entraña una exclusión del gran Otro. El circuito se cierra sobre los
pequeños otros que son la marioneta que está frente a ella, que habla, y en la
que resuena su mensaje, y ella misma, quien, en tanto que yo, es siempre otro
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y habla por alusión. Esto es lo importante.
Habla tan bien por alusión que no sabe qué dice. ¿Qué dice? Dice: Vengo
del fiambrero. Ahora bien, ¿quién viene del fiambrero? Un cochino cortado en
pedazos. Ella no sabe que lo dice, pero de todos modos lo dice Le dice sobre sí
LA
misma a ese otro a quien le habla: Yo, la marrana, vengo del fiambrero, ya
estoy disyunta, cuerpo fragmentado, membra disjecta, delirante, y mi
mundo se cae en pedazos, al igual que yo.
Todavía hay otra cosa, que afecta la temporalidad. Resulta claro, a partir de los
FI
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Imaginario → Significación
El discurso concreto es el lenguaje real y eso, el lenguaje, habla. Los
registros de lo simbólico y de lo imaginario los encontramos en los otros dos
términos con los que articula la estructura del lenguaje, es decir el significado y
el significante.
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El material significante es lo simbólico.
Luego está también la significación, que siempre remite a la significación.
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Obviamente, significante puede quedar metido ahí dentro a partir del momento
en que le dan una significación, en que crean otro significante en tanto que
significante, algo en esa función de significación. Por eso podemos hablar del
lenguaje. La participación significante-significado sin embargo se repetirá
siempre. No hay dudas de que la significación es de la índole de lo
LA
significación personal los arrastra mucho más lejos. Como existe ese maldito
sistema del significante del cual no han podido aún comprender ni cómo esta
ahí, ni cómo existe, ni para qué sirve, ni adónde los lleva, él es quien los lleva a
ustedes. Cuando habla, el sujeto tiene a su disposición el conjunto del
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otra de estas palabras, para él problemática, pero que él sabe que tiene un
sentido particular. Por lo demás, habla de todo esto en un discurso que es en
verdad el nuestro, y su libro, debo decirlo, está escrito notablemente, claro y ágil.
Más aún, es tan coherente como muchos de los sistemas filosóficos de nuestra
época, en que a cada rato vemos a algún señor a quien le pica de golpe, en una
vuelta del camino, no sé qué bicho que le hace descubrir que el bovarismo y la
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duración son la clave del mundo, y reconstruye todo el mundo alrededor de esa
noción, sin que uno sepa por qué escogió ésa y no otra. No me parece que el
sistema de Schreber sea menos valioso que el de esos filósofos cuyo tema
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general acabo de perfilar. Y Freud descubre, cuando llega al término de su
desarrollo, que en el fondo ese tipo escribió cosas estupendas, que se parecen
a lo que yo, Freud, he descrito.
Este libro, escrito entonces en discurso común, señala las palabras que
adquirieron para el sujeto ese peso tan particular. Lo llamaremos una
LA
OM
que vemos. En el medio, están los objetos. Y luego, a nivel del S hay algo que
es de la dimensión de lo imaginario, el yo y el cuerpo, fragmentado o no, pero
más bien fragmentado.
TEMÁTICA Y ESTRUCTURA DEL FENÓMENO PSICÓTICO
V DE UN DIOS QUE ENGAÑA Y DE UNO QUE NO ENGAÑA
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¿Qué es la represión para el neurótico? Es una lengua, otra lengua que
fabrica con sus síntomas, es decir, si es un histérico o un obsesivo, con la
dialéctica imaginaria de él y el otro. El síntoma neurótico cumple el papel
DD
de la lengua que permite expresar la represión. Esto hace palpar realmente
que la represión y el retorno de lo reprimido son una única y sola cosa, el
revés y el derecho de un sólo y único proceso.
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LA
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no están vinculados necesariamente con la persistencia de sueños dolorosos,
nacen en cambio a menudo, parece, cuando esos sueños del día son de
naturaleza apaciguante, pero expresan satisfacciones interiores. Todos esos
pensamientos prohibidos son reemplazados en este concepto manifiesto del
sueño por su contrario. El carácter esencial de los sueños de castigo me parece
entonces ser el siguiente: los produce no un deseo inconsciente originado
.C
en lo reprimido, sino un deseo de sentido contrario que se realiza contra
éste, deseo de castigo que aunque inconsciente, más exactamente
preconsciente, pertenece al yo.
DD
¿Qué relación hay entre la emergencia en el yo del pensamiento sería
hermoso ser una mujer sufriendo el acoplamiento, y la concepción en la
que florecerá el delirio llegado a su punto culminante, a saber, que el
hombre debe ser la mujer permanente de Dios? Hay razones, sin duda
alguna, para relacionar ambos términos: la primera aparición de ese
LA
se presenta legítimamente como el atisbo del tema final. Pero no por ello
debemos descuidar las etapas, las crisis que lo hicieron pasar de un
pensamiento tan fugaz a una conducta y a un discurso tan firmemente delirantes
como los suyos.
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relaciones en las cuales podemos analizar el discurso delirante. Este esquema
no es el esquema del mundo, es la condición fundamental de toda relación. En
sentido vertical, tenemos el registro del sujeto, de la palabra y del orden de
la alteridad en cuanto tal, del Otro. El punto pivote de la función de la
palabra es la subjetividad del Otro, es decir el hecho de que el Otro es
esencialmente el que es capaz, al igual que el sujeto, de convencer y
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mentir. Cuando dije que en ese Otro debe haber un sector de objetos totalmente
reales, es obvio que esta introducción de la realidad es siempre función de la
palabra. Para que algo, sea lo que fuere, pueda referirse, respecto al sujeto
DD
y al Otro, a algún fundamento en lo real, es necesario que haya en algún
lado, algo que no engañe. El correlato dialéctico de la estructura fundamental
que hace de la palabra de sujeto a sujeto una palabra que puede engañar, es
que también haya algo que no engañe.
LA
Según esta teoría cada nervio del intelecto representa la entera individualidad
espiritual del hombre, lleva inscrito, por así decir, la totalidad de los recuerdos.
Se trata de una teoría sumamente elaborada, cuya posición no sería difícil de
encontrar, aunque sólo fuese como una etapa de la discusión, en obras
científicas reconocidas. Por un mecanismo de imaginación que no es
excepcional, palpamos el vínculo de la noción de alma con la de perpetuidad de
las impresiones. Hay algo irresistible cuando el sujeto se considera a sí
mismo: no sólo no puede no concebir que existe, sino más aún, no puede
no concebir que una impresión participa de su perpetuidad.
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lo llama.
Relación erótica → No hay contradicción lógica, hay una contradicción
vivida, viviente, seriamente planteada y vivazmente experimentada por el
sujeto, entre el Dios casi espinoziano cuya sombra, cuyo esbozo
imaginario conserva, y ese que mantiene con él esa relación erótica de la
que le da fe perpetuamente.
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Nuestro trabajo es situar estructuralmente el discurso que da fe de las
relaciones eróticas del sujeto con el Dios viviente, que es también el que,
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por intermedio de esos rayos divinos, y de toda una procesión de formas y
emanaciones, le habla, expresándose en esa lengua desestructurada
desde el punto de vista de la lengua común, pero asimismo reestructurada
sobre relaciones más fundamentales, que él llama la lengua fundamental.
Dios no comprende a los hombres → A fin de cuentas, Dios sólo tiene una
LA
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prestadas algunas referencias a la literatura analítica, que gran parte de sus
fantasmas, de sus alucinaciones, de su construcción milagrosa o maravillosa,
está hecha con elementos en que se reconocen claramente toda suerte de
equivalencias corporales. Pero el pivote de estos fenómenos, es la ley, que
aquí esta enteramente en la dimensión imaginaria. La llamo transversal,
porque se opone diagonalmente a la relación de sujeto a sujeto, eje de la
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palabra en su eficacia.
VI EL FENÓMENO PSICÓTICO Y SU MECANISMO
DD
A esta exigencia responde mi pequeño cuadrado, que va del sujeto
al otro, y en cierto modo de lo simbólico a lo real, sujeto, yo, cuerpo y en
sentido inverso, hacia el Otro con mayúscula de la intersubjetividad, el Otro
que no aprehenden en tanto es sujeto, es decir, en tanto puede mentir, el
Otro, en cambio, que siempre está en su lugar, el Otro de los astros, o si
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diferencia del sujeto normal para quien la realidad está bien ubicada, él tiene una
certeza: que lo que está en juego —desde la alucinación hasta la
interpretación— le concierne.
En él, no está en juego la realidad, sino la certeza. Aún cuando se expresa en el
sentido de que lo que experimenta no es del orden de la realidad, ello no afecta
a su certeza, que es que le concierne. Esta certeza es radical. Significa para él
algo inquebrantable.
Esto constituye lo que se llama, con o sin razón, fenómeno elemental, o
también la creencia delirante.
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certeza conserva por sí mismo un carácter enigmático. ¿Qué podrá ser asesinar
un alma? Por otra parte, saber diferenciar el alma de todo lo que tiene que ver
con ella no le es dado a cualquiera, pero sí en cambio a este delirante, con un
matiz de certeza que confiere a su testimonio un relieve esencial.
Fenómeno de los celos → Deben adiestrarse a encontrar esa certeza delirante
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en cualquier parte que esté. Descubrirán entonces, por ejemplo, la diferencia que
existe entre el fenómeno de los celos cuando se presenta en un sujeto normal y
cuando se presenta en un delirante. No es necesario evocar en detalle lo que
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tienen de humorístico, inclusive de cómico, los celos de tipo normal que, por así
decirlo, rechazan la certeza con la mayor naturalidad, por más que las realidades
se la ofrezcan. Es la famosa historia del celoso que persigue a su mujer hasta la
puerta de la habitación donde está encerrada con otro. Contrasta
suficientemente con el hecho de que el delirante, por su parte, se exime de toda
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génesis.
Diré aún más: a medida que el delirante asciende la escala de los delirios, está
cada vez más seguro de cosas planteadas como cada vez más irreales. La
paranoia se distingue en este punto de la demencia precoz: el delirante articula
con una abundancia, una riqueza, que es precisamente una de sus racterísticas
clínicas esenciales, que si bien es una de las más obvias, no debe sin embargo
descuidarse. Las producciones discursivas que caracterizan el registro de las
paranoias florecen además, casi siempre, en producciones literarias, en el
sentido en que literarias quiere decir sencillamente hojas de papel cubiertas de
escritura.
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compleja; con todo, no puede dejar de impactarnos el hecho de que su texto
nada entraña que indique la menor presencia, la menor efusión, la menor
comunicación real, nada que dé idea de una verdadera relación entre dos seres.
Digamos que el largo discurso con que Schreber da fe de lo que finalmente
resolvió admitir como solución de su problemática, no da en lado alguno la
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impresión de una experiencia original en la que el sujeto mismo esté incluido: es
un testimonio, valga la palabra, verdaderamente objetivado.
Reconocimiento del Otro → ¿Sobre qué versan estos testimonios delirantes? No
DD
digamos que el loco es alguien que prescinde del reconocimiento del otro. Si
Schreber escribe esa enorme obra es realmente para que nadie ignore lo que
experimentó, e incluso para que, eventualmente, los sabios verifiquen la
presencia de los nervios femeninos que penetran progresivamente en su cuerpo,
objetivando así la relación única que ha sido la suya con la realidad divina. Es
LA
algo que de hecho se propone como un esfuerzo por ser reconocido. Tratándose
de un discurso publicado, surge el interrogante acerca de qué querrá decir
realmente, en ese personaje tan aislado por su experiencia que es el loco, la
necesidad de reconocimiento. El loco parece distinguirse a primera vista por el
FI
OM
sujeto como Schreber, las cosas llegan tan lejos que el mundo entero es
presa de ese delirio de significación, de modo tal que puede decirse que,
lejos de estar solo, él es casi todo lo que lo rodea.
En cambio, todo lo que él hace ser en esas significaciones esta, de alguna
manera, vaciado de su persona. Lo articula de mil maneras, y especialmente
por ejemplo, cuando observa que Dios, su interlocutor imaginario, nada
.C
comprende de todo cuanto está dentro, de todo lo que es de los seres
vivos, y que sólo trata con sombras o cadáveres. Por eso mismo todo su
mundo se transformó en una fantasmagoría de sombras de hombres
DD
hechos a la ligera, dice la traducción.
2
¿Cómo una construcción así puede producirse en un sujeto?
LA
OM
Es esencial introducir la categoría de lo real, es imposible descuidarla en los
textos freudianos. Le doy ese nombre en tanto define un campo distinto al de lo
simbólico. Sólo con esto es posible esclarecer el fenómeno psicótico y su
evolución.
A nivel de esa Bejahung, pura, primitiva, que puede o no llevarse a cabo,
se establece una primera dicotomía: aquello que haya estado sometido a
.C
la Bejahung, a la simbolización primitiva, sufrirá diversos destinos; lo
afectado por la Verwerfung primitiva sufrirá otro.
DD
En el origen hay pues Bejahung, a saber, afirmación de lo que es, o
Verwerfung.
Entonces, en el seno de la Bejahung, ocurren toda clase de accidentes. Nada
indica que la primitiva sustracción haya sido realizada de manera adecuada. Por
otra parte, lo más probable es que de aquí a mucho tiempo, seguiremos sin saber
LA
nada de sus motivos, precisamente porque se sitúa más allá de todo mecanismo
de simbolización. Y si alguien sabe algo de ello algún día, es difícil que ese
alguien sea el analista. En todo caso, con lo que queda el sujeto se forja un
mundo, y, sobre todo, se ubica en su seno, es decir, se las arregla para ser
FI
aproximadamente lo que admitió que era, un hombre cuando resulta ser del sexo
masculino, o, a la inversa, una mujer.
Si lo coloco en primer plano, es porque el análisis subraya claramente que este
es uno de los problemas esenciales. Jamás olviden que nada de lo tocante al
OM
malentendido, gracias a la cual sobrevivimos, o hacemos varias cosas a
la vez, o también gracias a la cual podemos, por ejemplo, cuando somos
un hombre, satisfacer completamente nuestras tendencias opuestas
ocupando en una relación simbólica una posición femenina, a la par que
seguimos siendo cabalmente un hombre, provisto de su virilidad, en el
plano imaginario y en el plano real. Esta función que, con mayor o menor
.C
intensidad es de feminidad, puede satisfacerse así en esa receptividad
esencial que es uno de los papeles existentes fundamentales. No es
metafórica: cuando recibimos la palabra de verdad recibimos algo.
DD
La participación en la relación de la palabra puede tener múltiples sentidos
a la vez, y una de las significaciones involucradas puede ser justamente
la de satisfacerse en la posición femenina, en cuanto tal esencial a nuestro
ser.
2) La Verdrängung (REPRESIÓN), la represión, no es la ley del
LA
devolver en todos los planos a la vez, y que, en otros términos, la ley nos
sea intolerable. No porque lo sea en sí misma, sino porque la posición en
que estamos implica un sacrificio que resulta imposible en el plano de las
significaciones. Entonces reprimimos: nuestros actos, nuestro discurso,
OM
esencial.
Pero desconocen en su esencia al principio de realidad, que expresa
exactamente lo siguiente: el sujeto no tiene que encontrar al objeto de su deseo,
no es conducido hacia él por los canales, los rieles naturales de una adaptación
instintiva más o menos preestablecida, y por lo demás más o menos
trastabillante, tal como la vemos en el reino animal; debe en cambio volver a
.C
encontrar el objeto, cuyo surgimiento es fundamentalmente alucinado. Por
supuesto, nunca lo vuelve a encontrar, y en esto consiste precisamente el
principio de realidad. El sujeto nunca vuelve a encontrar, escribe Freud, más que
DD
otro objeto, que responderá de manera más o menos satisfactoria a las
necesidades del caso. Nunca encuentra sino un objeto distinto, porque, por
definición, debe volver a encontrar algo que es prestado. Este es el punto
esencial en torno al cual gira la introducción, en la dialéctica freudiana, del
principio de realidad.
LA
al sujeto; algo diferente, que puede surgir, o bien bajo la forma esporádica de
esa pequeña alucinación que relata el Hombre de los lobos, o bien de modo
mucho más amplio, tal como se produce en el caso del presidente Schreber.
4
¿Qué es el fenómeno psicótico? La emergencia en la realidad de una
significación enorme que parece una nadería —en la medida en que no se
la puede vincular a nada, ya que nunca entró en el sistema de la
simbolización— pero que, en determinadas condiciones puede amenazar
todo el edificio.
Hay en el caso del presidente Schreber una significación que concierne al sujeto,
pero que es rechazada, y que sólo asoma de la manera más desdibujada en su
horizonte y en su ética, y cuyo surgimiento determina la invasión psicótica. Verán
hasta qué punto lo que la determina es diferente de lo que determina la invasión
neurótica, son condiciones estrictamente opuestas. En el caso del presidente
OM
Les indico por adelantado que se trata de la función femenina en su
significación simbólica esencial, y que sólo la podemos volver a encontrar
en la procreación, ya verán por qué. No diremos ni emasculación ni
feminización, ni fantasma de embarazo, porque esto llega hasta la
procreación. En un momento cumbre de su existencia, no en un momento
deficitario, esto se le manifiesta bajo la forma de la irrupción en lo real de
.C
algo que jamás conoció, de un surgimiento totalmente extraño, que va a
provocar progresivamente una sumersión radical de todas sus categorías,
hasta forzarlo a un verdadero reordenamiento de su mundo.
DD
Una significación que no remite a nada, pero que afecta al sujeto → ¿Qué sucede
pues en el momento en que lo que no está simbolizado reaparece en lo real? No
es inútil introducir al respecto el término de defensa. Es claro que lo que aparece,
aparece bajo el registro de la significación, y de una significación que no viene
LA
de ninguna parte, que no remite a nada, pero que es una significación esencial,
que afecta al sujeto. En ese momento se pone en movimiento sin duda lo que
interviene cada vez que hay conflicto de órdenes, a saber, la represión. Pero,
¿por qué en este caso la represión no encaja, vale decir, no tiene como resultado
lo que se produce en el caso de una neurosis?
FI
Antes de saber por qué, primero hay que estudiar el cómo. Voy a poner bastante
énfasis en lo que hace la diferencia de estructura entre neurosis y psicosis.
Cuando una pulsión, digamos femenina o pasivizante, aparece en un sujeto para
OM
cadena a nivel de lo imaginario, o sea en la contradiagonal de nuestro pequeño
cuadrado mágico.
Proliferación imaginaria → El sujeto, por no poder en modo alguno
restablecer el pacto del sujeto con el otro, por no poder realizar mediación
simbólica alguna entre lo nuevo y él mismo, entra en otro modo de
mediación, completamente diferente del primero, que sustituye la
.C
mediación simbólica por un pulular, una proliferación imaginaria, en los
que se introduce, de manera deformada y profundamente a-simbólica, la
señal central de la mediación posible.
DD
El significante mismo sufre profundos reordenamientos, que otorgan ese
acento tan peculiar a las intuiciones más significantes para el sujeto. La
lengua fundamental del presidente Schreber es, en efecto, el signo de que
subsiste en el seno de ese mundo imaginario la exigencia del significante.
LA
La relación del sujeto con el mundo es una relación en espejo. El mundo del
sujeto consistirá esencialmente en la relación con ese ser que para él es el otro,
es decir, Dios mismo. Algo de la relación del hombre con la mujer es realizado
supuestamente de este modo. Pero verán, cuando estudiemos en detalle este
FI
delirio, que por el contrario, los dos personajes, es decir Dios, con todo lo que
supone —el universo, la esfera celeste— y el propio Schreber por otra parte,
en tanto literalmente desarticulado en una multitud de seres imaginarios
que se dedican a sus vaivenes y transfixiones diversas, son dos
OM
de satisfacerse con él, dentro de un mundo donde toda comunicación no está
interrumpida.
VII LA DISOLUCIÓN IMAGINARIA
Hoy en día, se asume el narcisismo como si fuese algo comprensible de suyo:
antes de dirigirse hacia los objetos externos, hay una etapa donde el sujeto toma
.C
su propio cuerpo como objeto.
Lo que repugnaba al narcisismo del susodicho Presidente, era la adopción de
una posición femenina respecto a su padre, posición que implicaba la castración.
DD
Esto es algo que se satisfaría mejor en una relación fundada en el delirio de
grandeza, o sea que la castración no le importa a partir del momento en que su
pareja es Dios.
En suma, el esquema de Freud podría resumirse así, de acuerdo con las
LA
OM
la cura, sin permitir una resolución suficiente de lo que estaba en juego. Saben
que Freud creyó entrever en ella una relación conflictiva debida a su
imposibilidad de desprenderse de su primer objeto de amor, su padre, para ir
hacia un objeto más normal, a saber, otro hombre. Ahora bien, el objeto para
Dora no era sino esa mujer a la que se llama, en la observación, la señora
K., que es precisamente la amante de su padre.
.C
El señor K le sirve de yo a Dora → La historia, como saben, es la de un minueto
de cuatro personajes, Dora, su padre, el señor K., y la señora K. El señor K. en
DD
suma le sirve a Dora de yo, en la medida en que por su intermedio puede
sostener efectivamente su relación con la señora K.
La mediación del señor K. es lo único que permite a Dora mantener una
relación soportable. Este cuarto mediador es esencial para el mantenimiento
de la situación, no porque el objeto de su afecto sea de su mismo sexo, sino
LA
OM
cambio de mantener sus relaciones ambiguas con la mujer de este.
Para que estemos en la psicosis tiene que haber trastornos del lenguaje.
Dora experimenta respecto a su padre un fenómeno significativo, interpretativo,
alucinatorio incluso, pero que no llega a producir un delirio. No obstante, es un
fenómeno que está en la vía inefable, intuitiva, de la imputación a otro de
.C
hostilidad y mala intención, y a propósito de una situación en la que el sujeto
participó, verdaderamente, del modo electivo más profundo.
¿Qué quiere decir esto? El nivel de alteridad de este personaje se modifica, y la
DD
situación se degrada debido a la ausencia de uno de los componentes del
cuadrilátero que le permitía sostenerse. Podemos usar aquí, si sabemos
manejarla con prudencia, la noción de distanciamiento. La usan a diestra y
siniestra, sin ton ni son, pero no es una razón para que nos neguemos a usarla,
a condición de darle una aplicación más conforme a los hechos
LA
2
Estadio del espejo: La relación del narcisismo como la relación imaginaria central
para la relación interhumana (Relación erótica y relación agresiva) → ¿Qué
FI
una relación erótica —toda identificación erótica, toda captura del otro por
la imagen en una relación de cautivación erótica, se hace a través de la
relación narcisista— y también es la base de la tensión agresiva.
El estadio del espejo evidencia la naturaleza de esta relación agresiva y lo que
significa. Si la relación agresiva interviene en esa formación que se llama el yo,
es porque le es constituyente, porque el yo es desde el inicio por sí mismo otro,
porque se instaura en una dualidad interna al sujeto. El yo es ese amo que el
sujeto encuentra en el otro, y que se instala en su función de dominio en lo
más íntimo de él mismo. Si en toda relación con el otro, incluso erótica, hay
un eco de esa relación de exclusión, él o yo, es porque en el plano
imaginario el sujeto humano está constituido de modo tal que el otro está
OM
nacimiento. Su unificación nunca será completa porque se hace precisamente
por una vía alienante, bajo la forma de una imagen ajena, que constituye una
función psíquica original. La tensión agresiva de ese yo o el otro está
integrada absolutamente a todo tipo de funcionamiento imaginario en el
hombre. El comportamiento humano nunca se reduce pura y simplemente
a la relación imaginaria.
.C
El nombre del padre → El complejo de Edipo significa que la relación
imaginaria, conflictual, incestuosa en sí misma, está prometida al conflicto
y a la ruina. Para que el ser humano pueda establecer la relación más
DD
natural, la del macho a la hembra, es necesario que intervenga un tercero,
que sea la imagen de algo logrado, el modelo de una armonía. No es decir
suficiente: hace falta una ley, una cadena, un orden simbólico, la
intervención del orden de la palabra, es decir del padre. No del padre
natural, sino de lo que se llama el padre. El orden que impide la colisión y
LA
3
Ahora que tienen en mente la función de la articulación simbólica, serán más
sensibles a esa verdadera invasión imaginaria de la subjetividad a la que
OM
dice, de las cosas que me han sido reveladas. Y vemos así, a lo largo de toda
esta historia, un Flechsig fragmentado, un Flechsig superior, el Flechsig
luminoso, y una parte inferior que llega a estar fragmentada entre cuarenta y seis
almitas.
Este estilo, su gran fuerza de afirmación, característica del discurso delirante, no
.C
puede dejar de llamarnos la atención por su convergencia con la noción de que
la identidad imaginaria del otro está profundamente relacionada con la
posibilidad de una fragmentación, de un fraccionamiento Que el otro es
DD
estructuralmente desdoblable, desplegable, está claramente manifestado
en el delirio.
También está el caleidoscopio que se produce de esas imágenes entre sí.
Encontramos por una parte las identidades múltiples de un mismo personaje, por
otra, esas pequeñas identidades enigmáticas, diversamente punzantes y nocivas
LA
en su interior, a las que llama, por ejemplo, los hombrecitos. Esta fantasmática
sorprendió mucho la imaginación de los psicoanalistas, quienes se preguntaron
si eran niños, o espermatozoides o alguna otra cosa. ¿Por qué no serían
hombrecitos, sin más?
FI
mantienen su autonomía, lo que por cierto quiere decir que no pueden seguir
molestándolo, realizando la operación que llama el apego a las tierras, de cuya
noción carecería sin la lengua fundamental.
Es necesaria esa red de naturaleza simbólica que conserva cierta
estabilidad de la imagen en las relaciones interhumanas.
Dios también tiene sus pisos: hay uno anterior y uno posterior. De un extremo al
otro del delirio de Schreber se presentan fenómenos auditivos sumamente
matizados.
OM
auténtico, verdadero, y que le es dado siempre en formas verbales que merecen
retener la atención, hay varias especies que son muy sugestivas. Por otro está
lo aprendido de memoria, inculcado a algunos de los elementos periféricos,
incluso caídos, de la potencia divina, y repetidos con una total ausencia de
sentido, en calidad tan sólo de estribillo. A esto se agrega una variedad
extraordinaria de modos del flujo oratorio, que permiten ver por separado las
.C
diferentes dimensiones en las que se desarrolla el fenómeno de la frase, no digo
el de la significación.
DD
Palpamos ahí la función de la frase en sí misma, en tanto no lleva forzosamente
consigo su significación. Pienso en ese fenómeno de las frases que surgen en
su a-subjetividad como interrumpidas, y que dejan en suspenso el sentido. Una
frase cortada por la mitad es audicionada. El resto queda implícito en tanto
significación. La interrupción llama a una caída, que en una vasta gama puede
LA
ser indeterminada, pero que no puede ser cualquiera. Hay allí una valorización
de la cadena simbólica en su dimensión de continuidad.
Se presenta aquí, en la relación del sujeto con el lenguaje así como en el mundo
imaginario, un peligro, perpetuamente sabido: que toda esa fantasmagoría se
FI
Esto no es obvio, pero ilustra muy bien la relación del creador con lo que ha
creado. Retirarle su función y su esencia, deja en efecto al descubierto la nada
correlativa que es su lado de adentro.
La palabra se produce o no se produce. Si se produce, es, en cierta medida,
gracias al arbitrio del sujeto. Por tanto, el sujeto es aquí creador, pero también
está vinculado al otro, no en tanto objeto, imagen, o sombra del objeto, sino al
otro en su dimensión esencial, siempre más o menos elidida por nosotros, a ese
otro irreductible a cualquier cosa que no sea la noción de otro sujeto, es decir el
otro en tanto que él. Lo que caracteriza el mundo de Schreber es que ese él
está perdido, y que sólo subsiste el tú.
OM
Es la característica de todas las palabras de la lengua fundamental. Por otra
parte, ese Dios parece ser, él también, la sombra de Schreber. Padece de
una degradación imaginaria de la alteridad, que hace que sufra, al igual que
Schreber, de una especie de feminización.
Si hemos pues de esclarecer una nueva dimensión en la fenomenología de las
psicosis, será en torno al fenómeno del lenguaje, de los fenómenos de lenguaje
.C
más o menos alucinados, parásitos, extraños, intuitivos, persecutorios que están
en juego en el caso de Schreber.
DD
VIII LA FRASE SIMBÓLICA
1
Entonces se producen el descubrimiento del narcisismo. Freud se percata de
que hay modificaciones en la estructura imaginaria del mundo y que interfieren
LA
OM
tiene cuando se habla de defensa contra una tentación, y toda la dinámica del
caso Schreber es explicada a partir de los esfuerzos por enfrentar una pulsión,
llamada homosexual, que amenazaría su completitud. La castración no tiene
más sentido simbólico que el de una pérdida de integridad física. Se nos dice
terminantemente que el yo, no siendo lo suficientemente fuerte como para
encontrar puntos de ligazón en el medio exterior con el fin de defenderse contra
.C
la pulsión que está en el ello, encuentra otro recurso, que es fomentar esa neo-
producción que es la alucinación, y que es otra manera de actuar, de transformar
sus instintos duales. Sublimación a su manera, pero que presenta grandes
DD
inconvenientes.
Para Schreber, como para los homosexuales, se puede esquematizar la
transformación imaginaria del impulso homosexual en un delirio que hace del
sujeto la mujer de Dios, el receptáculo de la buena voluntad y de los buenos
modales divinos. Es un esquema bastante convincente, y podemos encontrar en
LA
Este es un sujeto que estuvo enfermo de 1883 a 1884, que tuvo luego ocho años
de respiro, y al cabo del noveno año posterior al inicio de la primera crisis, en
octubre de 1893, las cosas se vuelven a poner en marcha en el plano patológico.
Ingresa a la misma clínica donde había sido atendido la primera vez, que dirige
el doctor Flechsig, y permanecerá ahí hasta mediados de junio de 1894. Su
estado es complejo. Su aspecto clínico puede caracterizarse como una
confusión alucinatoria, e incluso como un estupor alucinatorio. Más tarde hará
un relato ciertamente distorsionado de todo lo que vivió. Es, no obstante, el
período más oscuro de la psicosis. Observen bien que sólo podemos saber de
él a través del delirio, porque igual no estábamos ahí, y sobre este primer período
los certificados de los médicos son pobres. Schreber lo recuerda seguramente
bastante bien en el momento en que va a dar su testimonio como para poder
OM
y ellas entrañan la pérdida de su autonomía. Esta perturbación profunda,
intolerable, de su existencia, motiva en él toda clase de comportamientos que
sólo indica de modo forzosamente oscuro, pero cuya indicación tenemos por la
manera en que es tratado: es vigilado, encerrado en una celda por la noche,
privado de todo instrumento. Aparece en ese momento como un enfermo en
estado agudo muy grave.
.C
Momento de transformación (febrero-marzo de 1894) → Las almas con las que
tiene intercambios en el registro de la intrusión o de la fragmentación somática,
son sustituidas por los así llamados Reinos divinos posteriores. Hay allí una
DD
intuición metafórico de lo que está detrás las apariencias. Estos Reinos aparecen
en forma desdoblada, Ormuz y Ahrimán. Aparecen también los rayos puros, que
se comportan de manera muy diferente a las almas llamadas examinadas, que
son rayos impuros. Los elementos que parten de las almas examinadas no dejan
de perturbarla, y hacen toda clase de jugadas a los rayos puros, intentando
LA
Los rayos puros hablan, son esencialmente hablantes, hay equivalencia entre
rayos, rayos hablantes, nervios de Dios, más todas las formas particulares que
pueden asumir, incluyendo sus diversas formas milagrosas, entre ellas las
tijeras. Esto corresponde a un período donde domina lo que Schreber llama la
Grundsprache, suerte de muy sabroso alto alemán que tiende a expresarse
mediante eufemismos y antífrasis: una penitencia que se llama una recompensa,
por ejemplo, y en efecto la penitencia es a su manera una recompensa.
En 1894, Schreber es llevado al sanatorio del Dr. Pierson en Koswitz, donde
permanece quince días. Schreber se queda ahí muy poco tiempo, y lo mandan
al asilo más viejo de Alemania, en el sentido venerable de la palabra, en Pirna.
OM
de hierro blanco, un lápiz, pedazos de papel, y donde comienza a escribir
pequeñas notas, a las que llama sus pequeños estudios. En efecto, además de
la obra que nos legó, existen unos cincuenta pequeños estudios, a los cuales
hace referencia de vez en cuando, que son notas tomadas en aquel momento, y
que le sirvieron de material. Es evidente que este texto, que en suma no fue
redactado antes de 1898, y cuya redacción se extiende hasta 1903, época de la
.C
liberación de Schreber, ya que incluye su procedimiento, da fe de un modo
mucho más seguro, más firme, del estado terminal de la enfermedad. En cuanto
al resto, ni siquiera sabemos cuándo murió Schreber, sino solamente que tuvo
DD
una recaída en 1907, y que fue nuevamente admitido en un sanatorio, lo cual es
muy importante
3
El icc es el discurso del Otro → Ese lenguaje, lo podríamos llamar interior,
LA
todo cálculo, que hacen precisamente que esa frase, digamos, interior, no
se inscriba de modo continuo. Esta estructura, que ya forma parte de las
posibilidades ordinarias, es la estructura misma, o inercia, del lenguaje.
OM
Somos los primeros en poder captarlo porque, en cierta medida, ya estamos
dispuestos a escucharlo.
En consecuencia, no tenemos ninguna razón para negarnos a reconocer esas
voces en el momento en que el sujeto nos da fe de ellas como de algo que forma
parte del texto mismo de su vivencia.
.C 4
Esto dice el sujeto en un complemento retrospectivo a sus Memorias. El
enlentecimiento de la frase en el curso de los años, es referido por él
DD
metafóricamente a la gran distancia a la que se han retirado los rayos de Dios.
No sólo hay enlentecimiento, sino demora, suspensión, postergación. Para
nosotros es muy significativo que varíe y evolucione con el correr de los años la
fenomenología misma bajo la que se presenta la trama continua del discurso que
lo acompaña, y que el sentido muy pleno del inicio se vacíe luego de sentido.
LA
Por cierto, las voces hacen también comentarios sumamente curiosos, del estilo
del siguiente: Todo sin-sentido se anula.
El lenguaje juega enteramente en la ambigüedad, y la mayor parte del
tiempo, ustedes no saben absolutamente nada de lo que dicen.
FI
1
La relación del sujeto con lo simbólico es fundamental. En su fondo, el
inconsciente está estructurado, tramado, encadenado, tejido de lenguaje.
Y el significante no sólo desempeña en él un papel tan importante como el
significado, sino que desempeña el papel fundamental.
El significado no son las cosas en bruto, dadas de antemano en un orden abierto
a la significación. La significación es el discurso humano en tanto remite
siempre a otra significación.
OM
Al igual que todo discurso, un delirio ha de ser juzgado en primer lugar como un
campo de significación que ha organizado cierto significante, de modo que la
primera regla de un buen interrogatorio, y de una buena investigación de la
psicosis, podría ser la de dejar hablar el mayor tiempo posible
2
.C
¿Acaso no sabemos nosotros, los psicoanalistas, que el sujeto normal es en lo
esencial alguien que se pone en posición de no tomar en serio la mayor parte de
su discurso interior? Observen bien en los sujetos normales, y por ende en
DD
ustedes mismos, la cantidad de cosas que se dedican fundamentalmente a no
tomar en serio. Es tal vez, sencillamente, la primera diferencia entre ustedes y el
alienado. Por eso en gran medida, el alienado encarna, sin pensarlo siquiera,
aquello en lo cual iríamos a parar si empezáramos a tomar las cosas en serio.
LA
3
Primero, ¿hay un interlocutor? Sí, hay uno, que en el fondo es único. El delirio
de Schreber, a su manera, es un modo de relación del sujeto con el
conjunto del lenguaje.
FI
Lo que Schreber expresa nos muestra la unidad que él percibe en quien sostiene
ese discurso permanente ante el cual se siente alienado, y al mismo tiempo una
pluralidad en los modos y los agentes secundarios a quienes atribuye las
diversas partes del discurso. Sin embargo, la unidad es efectivamente
OM
instalándose Schreber al mismo tiempo en una posición megalomaníaca. Ya
sea al comienzo del delirio, cuando está en juego la inminencia de una violación,
de una amenaza contra su virilidad, sobre la que Freud puso todo el énfasis; ya
sea al final cuando se establece una efusión voluptuosa donde se supone que
Dios encuentra una satisfacción aún mayor que nuestro sujeto, el asunto es el
siguiente, lo más atroz es que lo van a dejar plantado.
.C
Es imposible no tener la impresión de que la relación global del sujeto con el
conjunto de los fenómenos de los que es presa consiste en esta relación
esencialmente ambivalente: cualquiera sea el carácter doloroso, pesado,
DD
inoportuno, insoportable de esos fenómenos, el mantenimiento de su relación
con ellos constituye una necesidad cuya ruptura le sería absolutamente
intolerable. Cuando ella se encarna, vale decir cada vez que pierde contacto con
ese Dios cada vez que se interrumpe la relación, que se produce el retiro de la
presencia divina, estallan toda suerte de fenómenos internos de desgarramiento,
LA
incluso que he vuelto a caer en la nada? Esto, empero, es lo que hace Dios, y
se aprovecha de ello para retirarse. Cada vez que esto se produce, me dedico a
una ocupación y manifiesto mi presencia. Para que Dios, a pesar de sus miles
de experiencias pueda creer esto, tiene que ser verdaderamente ineducable.
Schreber teólogo → Schreber hace sobre este punto desarrollos que están
lejos de ser tontos, emite hipótesis, argumentos, que no desentonarían en
una discusión estrictamente teológica. Siendo Dios perfecto e imperfectible,
la noción misma de un progreso a través de la experiencia adquirida es
totalmente impensable. El propio Schreber piensa, sin embargo, que este
argumento es un poco sofisticado, porque esa perfección irreductible es
completamente sorda a las cosas humanas. A diferencia del Dios que sondea
OM
del inconsciente, dando al término mártir su sentido: ser testigo. Se trata de un
testimonio abierto. El neurótico también es un testigo de la existencia del
inconsciente, da un testimonio encubierto que hay que descifrar. El psicótico, en
el sentido en que es, en una primera aproximación, testigo abierto, parece fijado,
inmovilizado, en una posición que lo deja incapacitado para restaurar
auténticamente el sentido de aquello de lo que da fe, y de compartirlo en el
.C
discurso de los otros.
Nuestro delirante, Schreber, luego de haber creído ser el sobreviviente único del
crepúsculo del mundo, se resigna a reconocer la existencia permanente de la
DD
realidad exterior. No puede justificar muy bien por qué la realidad está ahí, pero
debe reconocer que lo real efectivamente siempre está allí, que nada ha
cambiado notablemente.
2
LA
de hacerme notar de inmediato que tiene que ver conmigo, o incluso que
es mío. Por supuesto, estamos en un juego de espejismos, pero no es un
espejismo ordinario, ese Otro considerado como radicalmente ajeno, como
errante, que interviene para provocar una convergencia en el sujeto a la segunda
potencia, una intencionalización del mundo exterior, que el sujeto mismo, en
tanto se afirma como yo (je), rechaza con gran energía.
Como quien escucha el discurso en una lengua extranjera, habrá visto
perfectamente la frase, pero será una frase muerta, la frase sólo cobra vida a
partir del momento en que presenta una significación.
OM
presa de una ruptura con la única presencia en el mundo que aún existe en el
momento de su delirio, la de ese Otro absoluto, ese interlocutor que ha vaciado
el universo de toda presencia auténtica. ¿En qué se apoya la voluptuosidad
inefable, tonalidad fundamental de la vida del sujeto, que se liga a este discurso?
Schreber anota qué sucede cuando ese discurso, al que está suspendido
.C
dolorosamente, se detiene. Se producen fenómenos que difieren de los del
discurso continuo interior, enlentecimientos, suspensiones, interrupciones a las
que el sujeto se ve obligado a aportar un complemento. La retirada del Dios
DD
ambiguo y doble del que se trata, que habitualmente se presenta bajo su
forma llamada interior, se acompaña para el sujeto de sensaciones muy
dolorosas, pero sobre todo de cuatro connotaciones que son del orden del
lenguaje.
En primer lugar, tenemos lo que él llama el milagro del alarido. Le resulta
LA
palabra. Si hay algo mediante lo cual la palabra llega a combinarse con una
función vocal absolutamente a-significante, y que empero contiene todos los
significantes posibles, es precisamente lo que nos estremece en el alarido del
perro ante la luna.
OM
especies conocidas creados especialmente para él por la omnipotencia de la
palabra divina. Así, entre estos dos polos, el milagro del alarido y el llamado de
socorro, se produce una transición donde pueden verse las huellas del pasaje
del sujeto, absorbido en un vínculo indiscutiblemente erotizado. Las
connotaciones están presentes: es una relación femeninomasculino.
El fenómeno fundamental del delirio de Schreber se estabilizó en un campo
.C
Unsinnig, insensato, de significaciones erotizadas. Con el tiempo, el sujeto
terminó por neutralizar extremadamente el ejercicio al que se sometió, que
consiste en colmar las frases interrumpidas. Pues bien, cada vez que el
DD
sujeto sale de ese campo enigmático, cada vez que se instaura un estado cuya
llegada parecería debe anhelar cual un respiro, se produce una iluminación en
franja del mundo externo, que lo recorre con todos los elementos componentes
del lenguaje, en tanto disociados. Por un lado, la actividad vocal en su forma más
elemental, acompañada incluso por una suerte de sentimiento de desasosiego
LA
rodean su cabeza, para incidir en él por atrás. Todo permite pensar que este
fenómeno, que preludia la puesta en juego del discurso divino en cuanto tal, se
despliega en lo que podría llamarse un traes-espacio vinculado a la estructura
del significante y de la significación, especialización previa a toda dualización
OM
La cuestión del ego es de modo manifiesto primordial en las psicosis, ya que el
ego, en su función de relación con el mundo exterior, está en ellas puesto en
jaque. No deja pues de ser paradójico que se le quiera dar el poder de manejar
la relación con la realidad, de transformarla, con fines que se definen como de
defensa.
La fenomenología aparente de la psicosis indica que ese yo ideal habla. Es una
.C
fantasía, pero a diferencia de la fantasía, o del fantasma, que ponemos de
manifiesto en los fenómenos de la neurosis, es una fantasía que habla, o más
exactamente, es una fantasía hablada. Por eso mismo, ese personaje, que le
DD
hace eco a los pensamientos del sujeto, interviene, lo vigila, nombra a medida
que se suceden la serie de sus acciones, las prescribe, no se explica de modo
suficiente por la teoría de lo imaginario y del yo especular.
No hay pues ego sin ese mellizo, digamos, preñado de delirio. Nuestro paciente
LA
que de vez en cuando nos ofrece imágenes preciosas, en algún momento dice
ser un cadáver leproso que arrastra tras de sí a otro cadáver leproso. Bella
imagen del yo, en efecto, porque en el yo hay algo fundamentalmente muerto, y
siempre redoblado por ese mellizo que es el discurso. La pregunta que hacemos
es la siguiente: ese doble que hace que el yo nunca sea más que la mitad del
FI
OM
Antes de que el niño aprenda a articular el lenguaje, debemos suponer que
hay significantes que aparecen, que ya son del orden simbólico. Cuando
hablo de una aparición primitiva del significante, esto ya implica el
lenguaje.
Apunto exactamente, ahora en mi discurso, a este campo articulación
.C
simbólica, y allí es donde se produce la Verwerfung.
A propósito de la Verwerfung, Freud dice que el sujeto no quería saber nada
DD
de la castración, ni siquiera en el sentido de la represión. En efecto, en el
sentido de la represión, todavía sabe uno algo sobre eso mismo sobre lo que
nada quiere, de cierta manera, saber, y todo el análisis consiste en mostrar que
uno lo sabe muy bien. Si hay cosas sobre las que el paciente nada quiere saber,
incluso en el sentido de la represión, esto supone otro mecanismo.
LA
OM
el fenómeno de la memoria se excluyen.
Al comienzo del circuito de la aprehensión psíquica está la percepción. Esta
percepción implica la conciencia. Debe ser algo semejante a lo que muestra en
su famosa metáfora del bloc mágico.
Ese bloc mágico está hecho de una especie de sustancia de tipo pizarra sobre
.C
la que hay una laminilla de papel transparente. Escriben sobre la laminilla de
papel y, cuando la levantan, ya no queda nada, siempre permanece virgen. En
cambio, todo lo escrito encima aparece superpuesto en la sustancia ligeramente
DD
adherente, que permitió la inscripción de lo que escriben por el hecho de que la
punta del lápiz adhiere el papel a ese fondo que aparece momentáneamente
ennegreciéndolo un poco. Como saben, ésta es la metáfora funcional mediante
la que Freud explica cómo concibe el mecanismo del juego de la percepción en
sus relaciones con la memoria.
LA
OM
En el campo problemático de los fenómenos de la Verneinung, se producen
fenómenos que deben provenir de una caída de nivel, del paso de un registro al
otro, y que curiosamente se manifiestan con el carácter de lo negado y de lo no
reconocido: es postulado como no existente. Esta es una propiedad
primerísima del lenguaje, porque el símbolo es en cuanto tal connotación
.C
de la presencia y la ausencia
Freud admite formalmente en la carta 52 que la Verneinung primordial conlleva
una primera puesta en signos, Wahrnehmungzeichen. Admite la existencia de
DD
ese campo que llamo del significante primordial. Todo lo que dice a continuación
en esa carta sobre la dinámica de las tres grandes neuropsicosis a las que se
dedica, histeria, neurosis obsesiva, paranoia, supone la existencia de ese
estadio primordial que es el lugar elegido de lo que llamo para ustedes
Verwerfung.
LA
lenguaje. En otros términos, para hacer significar cualquier cosa hay que
tener ya el material significante. En el Hombre de los lobos, la impresión
primitiva de la famosa escena primordial quedó allí durante años, sin servir para
nada, ya significante empero, antes de poder decir su palabra en la historia del
OM
problemática?
DEL SIGNIFICANTE Y EL SIGNIFICADO
XII LA PREGUNTA HISTÉRICA
Llegamos a un punto en que el análisis del texto schreberiano nos condujo a
.C
enfatizar la importancia de los fenómenos de lenguaje en la economía de la
psicosis. En este sentido podemos hablar de estructuras freudianas de la
psicosis.
DD
1
¿Qué función tienen esos fenómenos de lenguaje en las psicosis? Sería
sorprendente que el psicoanálisis no aporte un nuevo modo de tratar la economía
del lenguaje en las psicosis, modo que en todo difiere del abordaje tradicional,
LA
cuya referencia eran las teorías psicológicas clásicas. Nuestra referencia es otra:
es nuestro esquema de la comunicación analítica (esquema L).
Entre S y A, la palabra fundamental que el análisis debe revelar, tenemos la
derivación del circuito imaginario, circuito que resiste a su paso. Los polos
FI
de lo que habla; a quién no sabe, puesto que tampoco sabe quién habla en él.
Final del análisis → El sujeto comienza hablando de él, no les habla a ustedes;
luego les habla a ustedes, más no habla de él; cuando les haya hablado de él —
que habrá cambiado sensiblemente en el intervalo— a ustedes, habremos
llegado al final del análisis.
Analista en el lugar del A → Si queremos colocar al analista en este esquema de
la palabra del sujeto, puede decirse que está en algún lado en A. Al menos, allí
debe estar. Si entra en el emparejamiento de la resistencia, lo que precisamente
le enseño a no hacer, habla entonces desde a', y se verá en el sujeto. Si no está
analizado, lo que cada tanto acontece, esto se produce con toda naturalidad, y
aún diría que, desde cierto ángulo, el analista nunca es completamente analista,
OM
La palabra se sitúa en el Otro → Quiero simplemente indicarles que la palabra
se sitúa en el Otro, por cuyo intermedio toda palabra plena se realiza, ese tú eres
en que el sujeto se sitúa y se reconoce.
En la psicosis hay exlusión del Otro → Pues bien, analizando la estructura del
delirio de Schreber en el momento en que se estabilizó en un sistema que vincula
.C
el yo del sujeto a ese otro imaginario, ese extraño Dios que nada comprende,
que no responde, que engaña al sujeto, supimos reconocer que hay, en la
psicosis, exclusión del Otro donde el ser se realiza en la palabra que confiesa.
DD
Los fenómenos en juego en la alucinación verbal, manifiestan en su estructura
misma la relación de eco interior en que está el sujeto respecto a su propio
discurso. Llegan a volverse más y más insensatos, como se expresa Schreber,
vaciados de sentido, puramente verbales, machacaderas, estribillos sin objeto.
LA
¿Qué es pues esta relación especial con la palabra? ¿Qué falta para que el
sujeto llegue a verse obligado a construir todo ese mundo imaginario? ¿Para que
padezca en su interior este automatismo de la función del discurso? El discurso
no sólo lo invade y lo parasita sino que él está suspendido de su presencia.
FI
2
El malentendido es el fundamento mismo del discurso interhumano.
Lo que constituye el campo analítico es idéntico a lo que constituye el fenómeno
analítico, a saber, el síntoma. Y también gran número de otros fenómenos
llamados normales o sub-normales, cuyo sentido no había sido elucidado hasta
el análisis, y que se extienden mucho más allá del discurso y de la palabra,
puesto que son cosas que le ocurren al sujeto en su vida cotidiana. Vienen luego
los lapsus, trastornos de la memoria, sueños, sumémosle la agudeza, la cual
tiene un valor esencial en el descubrimiento freudiano puesto que permite palpar
OM
lo que podemos denominar una Gestalt intramundana.
Si seguimos a Freud, por el contrario, resulta claro que ninguna exploración del
preconsciente, por profunda, por exhaustiva que sea, nos llevará jamás a un
fenómeno inconsciente en cuanto tal. Error tanto más grosero, por cuanto no hay
cosa sobre la que Freud insistiese más que sobre la diferencia radical entre
.C
inconsciente y preconsciente.
¿Qué es el inconsciente en relación al preconsciente tal como acabamos de
situarlo?
DD
Si digo que todo lo que pertenece a la comunicación analítica tiene estructura de
lenguaje, esto no quiere decir que el inconsciente se exprese en el discurso. La
Traumdeutung, la Psicopatología de la vida cotidiana y el Chiste lo
transparentan. Es imposible explicar nada en los rodeos de Freud si no es porque
LA
el fenómeno analítico en cuanto tal, cualquiera sea, tiene no que ser un lenguaje
en el sentido de un discurso — nunca dije que era un discurso— sino que tiene
que estar estructurado como un lenguaje. Este es el sentido en que podemos
decir que es una variedad fenoménica, y la más reveladora, de las relaciones del
hombre con el ámbito del lenguaje. Todo fenómeno analítico, todo fenómeno
FI
OM
en el plano del to be or not to be, en el plano de su ser.
Quiero ilustrárselos mediante un ejemplo, una vieja observación de histeria
traumática, sin huella alguna de elementos alucinatorios.
Si la elegí es porque pone en su juego en primer plano ese fantasma de
embarazo y procreación que es dominante en la historia del presidente Schreber,
.C
ya que su delirio culmina del siguiente modo: una nueva humanidad de espíritu
schreberiano deberá ser engendrada por él.
DD
La manifestación sintomática del sujeto está dominada por elementos
relacionales que colorean sus relaciones con los objetos, de modo imaginario.
Se puede reconocer en ellas la relación anal, u homosexual, o esto o lo otro,
pero estos elementos mismos están incluidos en la pregunta que hace: ¿Soy o
no capaz de procrear? Esta pregunta se sitúa evidentemente a nivel del
LA
OM
identidad de su propio sexo, en cuanto a su sexualización como tal, se convierte
en la histeria en una ventaja, gracias a su identificación imaginaria al padre, que
le es perfectamente accesible, debido especialmente a su lugar en la
composición del Edipo. Para el hombre, en cambio, el camino será más
complejo.
XIII LA PREGUNTA HISTÉRICA (II): «¿QUÉ ES UNA MUJER?»
.C 1
¿Cuál es el sentido de lo que introdujo Freud con su nueva tópica cuando
DD
acentuó el carácter imaginario de la función del yo? Precisamente la estructura
de la neurosis.
Freud coloca al yo en relación con el carácter fantasmático del objeto. Cuando
escribe que el yo tiene el privilegio del ejercicio de la prueba de la realidad, que
LA
De esta tópica se desprende cuál es, en las neurosis típicas, el lugar del yo.
El yo en su estructuración imaginaria es como uno de sus elementos para
el sujeto. El neurótico hace su pregunta neurótica, su pregunta secreta y
amordazada, con su yo.
OM
sentido definitivo.
Explicación del síntoma de la afonía → La afonía de Dora se produce durante
las ausencias del señor K., y Freud lo explica de un modo bastante bonito: ella
ya no necesita hablar si él no está, sólo queda escribir. Esto de todos modos nos
deja algo pensativos. Si ella se calla así, se debe de hecho a que el modo de
.C
objetivación no está puesto en ningún otro lado. La afonía aparece porque Dora
es dejada directamente en presencia de la señora K. Todo lo que pudo escuchar
acerca de las relaciones de ésta con su padre gira en torno a la fellatio, y esto
DD
es algo infinitamente más significativo para comprender la intervención de los
síntomas orales.
La identificación de Dora con el señor K. es lo que sostiene esta situación hasta
el momento de la descompensación neurótica. Si se queja de esa situación, eso
también forma parte de la situación, ya que se queja en tanto identificada al señor
LA
K.
¿Qué dice Dora mediante su neurosis? ¿Qué dice la histérica-mujer? Su
pregunta es la siguiente: ¿Qué es ser una mujer?
FI
dirán, pero Freud estaba aún lejos de haber llegado a eso en la época en que
comenzaba a ordenar los hechos que constataba en la experiencia. Evoca, entre
otros, el elemento anatómico, que hace que para la mujer los dos sexos sean
idénticos. ¿Pero es ésta sin más la razón de la disimetría?
Diferencia sexual = diferencia significante → Tan sólo que la razón de la
disimetría se sitúa esencialmente a nivel simbólico, que se debe al
significante.
Hablando estrictamente no hay, diremos, simbolización del sexo de la
mujer en cuanto tal. En todos los casos, la simbolización no es la misma, no
tiene la misma fuente, el mismo modo de acceso que la simbolización del sexo
OM
Si tanto para la hembra como para el varón el complejo de castración adquiere
un valor-pivote en la realización del Edipo, es muy precisamente en función del
padre, porque el falo es un símbolo que no tiene correspondiente ni equivalente.
Lo que está en juego es una disimetría en el significante. Esta disimetría
significante determina las vías por donde pasará el complejo de Edipo.
Ambas vías llevan por el mismo sendero: el sendero de la castración.
.C
La experiencia muestra, empero, una diferencia llamativa: uno de los sexos
necesita tomar como base de identificación la imagen del otro sexo. Que las
DD
cosas sean así no puede considerarse como una mera extravagancia de la
naturaleza. El hecho sólo puede interpretarse en la perspectiva en que el
ordenamiento simbólico todo lo regula.
Donde no hay material simbólico, hay obstáculo, defecto para la realización de
la identificación esencial para la realización de la sexualidad del sujeto. Este
LA
aparezca.
La pregunta no está vinculada simplemente al material, a la tienda de
accesorios del significante, sino a la relación del sujeto con el significante
en su conjunto, con aquello a lo cual el significante puede responder.
2
Consideremos las paradojas resultantes de determinados entrecruzamientos
funcionales entre los dos planos de lo simbólico y lo imaginario.
Parecería, por una parte, que lo simbólico es lo que nos brinda todo el
sistema del mundo. Porque el hombre tiene palabras conoce cosas. El número
de cosas que conoce corresponde al número de cosas que puede nombrar. No
hay dudas al respecto. Por otra parte, tampoco hay dudas acerca de que la
relación imaginaria está ligada a la etología, a la psicología animal. La relación
sexual implica la captura por la imagen del otro. En otras palabras, uno de los
dominios se presenta abierto a la neutralidad del orden del conocimiento
OM
arrancada al dominio de lo imaginario para ser situada en el dominio de lo
simbólico, es que se realiza toda posición sexual normal, acabada. La
realización genital está sometida, como a una exigencia esencial, a la
simbolización: que el hombre se virilice, que la mujer acepte
verdaderamente su función femenina.
Inversamente, cosa no menos paradójica, la relación de identificación a partir de
.C
la cual el objeto se realiza como objeto de rivalidad está situada en el orden
imaginario. El dominio del conocimiento está inserto fundamentalmente en la
primitiva dialéctica paranoica de la identificación al semejante. De ahí parte la
DD
primera apertura de identificación al otro, a saber un objeto. Un objeto se aísla,
se neutraliza, y se erotiza particularmente en cuanto tal. Esto hace entrar en el
campo del deseo humano infinitamente más objetos materiales que los que
entran en la experiencia animal.
LA
OM
Lo simbólico da una forma en la que se inserta el sujeto a nivel de su ser.
Él se reconoce como siendo esto o lo otro a partir del significante. La
cadena de los significantes tiene un valor explicativo fundamental, y la noción
misma de causalidad no es otra cosa.
Existe de todos modos una cosa que escapa a la trama simbólica, la procreación
.C
en su raíz esencial: que un ser nazca de otro. La procreación está cubierta, en
el orden de lo simbólico, por el orden instaurado de esa sucesión entre los seres.
Pero nada explica en lo simbólico el hecho de su individuación, el hecho de que
DD
un ser sale de un ser. Todo el simbolismo está allí para afirmar que la criatura no
engendra a la criatura, que la criatura es impensable sin una fundamental
creación. Nada explica en lo simbólico la creación.
La cuestión de saber qué liga dos seres en la aparición de la vida sólo se plantea
para el sujeto a partir del momento en que está en lo simbólico, realizado como
LA
OM
simple, que es plural, múltiple, registrada bajo diversas formas.
Freud subraya que esas diferentes etapas se caracterizan por la pluralidad de
las inscripciones mnésicas.
Primero está la Wahrnehmung, la percepción. Es una posición primera,
primordial, que permanece hipotética, puesto que de algún modo no sale a la luz
.C
en el sujeto. Después está la Bewusstsein, la conciencia. Conciencia y memoria
en cuanto tales se excluyen.
DD
La etapa Wahrnehmung está ahí para indicar que hay que suponer algo simple
en el origen de la memoria, concebida como formada por una pluralidad de
registros. El primer registro de las percepciones, también inaccesible a la
conciencia, está ordenado por asociaciones de simultaneidad.
La Bewusstsein es del orden de los recuerdos conceptuales.
LA
La noción de relación causal aparece ahí en cuanto tal por vez primera. Es el
momento en que el significante, una vez constituido, se ordena secundariamente
respecto a algo distinto que es la aparición del significado.
FI
OM
La noción de estructura es ya en sí misma una manifestación del
significado. La noción de estructura y la de significante se presentan como
inseparables.
Significante → Nuestro punto de partida, el punto al que siempre volvemos,
pues siempre estaremos en el punto de partida, es que todo verdadero
.C
significante es, en tanto tal, un significante que no significa nada.
2
DD
La experiencia lo prueba: mientras más no significa nada, más indestructible es
el significante.
Incluso cuando en el interior de un organismo, viviente o no, se producen
transmisiones fundadas en la efectividad del todo o nada, aún cuando, debido a
la existencia de un umbral, por ejemplo, hay algo que no llega a cierto nivel, y
LA
OM
Pasemos ahora a las psicosis. ¿Qué quieren decir? ¿Cuál es la función de
las relaciones del sujeto con el significante en la psicosis?
3
Les señalé que debía haber algo que no se había realizado, en determinado
momento, en el dominio del significante, que había sido Verworfen. Lo que así
.C
fue objeto de una Verwerfung reaparece en lo real. Este mecanismo es
diferente a todo lo que por otra parte conocemos de la experiencia, en cuanto a
las relaciones de lo imaginario, lo simbólico y lo real.
DD
Freud articuló enérgicamente, incluso en el texto sobre el presidente Schreber
que estamos trabajando, la radical distinción que existe entre convicción pasional
y convicción delirante. La primera surge de la proyección intencional: por
ejemplo, los celos que hacen que esté celoso en el otro de mis propios
LA
OM
Compensación imaginaria → Es un mecanismo de compensación
imaginario —verificarán la utilidad de la distinción de los tres registros—,
compensación imaginaria del Edipo ausente, que le hubiera dado la
virilidad bajo la forma, no de la imagen paterna, sino del significante, del
nombre-del-padre.
.C
Cuando la psicosis estalla, el sujeto se comportará como antes, como
homosexual inconsciente. Ninguna significación profunda diferente a la del
período prepsicótico emerge. Todo su comportamiento en relación al amigo que
DD
es el elemento piloto de su tentativa de estructuración en el momento de la
pubertad, reaparece en su delirio. ¿A partir de qué momento delira? A partir del
momento en que dice que su padre le persigue para matarlo, para robarlo, para
castrarlo. Todos los contenidos implícitos en las significaciones neuróticas están
ahí.
LA
quiere significarlo.
En el fondo, se trata en las psicosis, de un impasse, de una perplejidad
respecto al significante. Todo transcurre cual si el sujeto reaccionase a él
OM
leyes que le son propias. Sin duda, son sumamente difíciles de aislar, porque
siempre ponemos en juego al significante en significaciones. El significante
tiene, independientemente del significado, sus leyes propias.
2
Las significaciones primordiales están sometidas, en su sucesión e instauración
.C
mismas, a leyes que son las del significante.
Tanto el significante-hombre como el significante-mujer son algo diferente a la
actitud pasiva y a la actitud activa, a la actitud agresiva y a la actitud de ceder,
DD
son algo más que comportamientos. Hay ahí detrás, sin duda alguna, un
significante oculto, que, por supuesto, no puede encarnarse en ningún lado, pero
a pesar de ello está encarnado en la medida de lo posible en la existencia de la
palabra hombre y de la palabra mujer.
LA
Si estos registros del ser están en algún lado, a fin de cuentas están en la
palabras.
El complejo de Edipo es esencial para que el ser humano pueda acceder a
una estructura humanizada de lo real.
FI
Para que haya realidad, para que el acceso a la realidad sea suficiente, para
que el sentimiento de realidad sea un justo guía, para que la realidad no
sea lo que es en la psicosis, es necesario que el complejo de Edipo haya
sido vivido. Sin embargo sólo podemos articular este complejo, su cristalización
OM
Se distingue por no tener en sí mismo significación propia.
Falta esencial de un significante → ¿No es acaso concebible, en los sujetos
inmediatamente asequibles que son los psicóticos, considerar las
consecuencias de la falta esencial de un significante?
Psicosis consiste en un agujero → Formulo simplemente de manera clara lo que
.C
está implícito en nuestro discurso cuando hablamos de complejo de Edipo. No
existe neurosis sin Edipo. Admitimos sin problemas que en una psicosis algo
no funcionó, que esencialmente algo no se completó en el Edipo. La
DD
psicosis consiste en un agujero, en una falta a nivel del significante.
3
Hay otra forma de defensa además de la provocada por una tendencia o
significación prohibida. Esa defensa consiste en no acercarse al lugar donde no
LA
No hay pregunta para un sujeto sin que haya otro a quien se la haya hecho.
También es posible que la pregunta se haya hecho primero, que no sea el sujeto
quien la haya hecho. Como mostré en mis presentaciones de enfermo, lo que
OM
lleva necesariamente al sujeto a poner en tela de juicio el conjunto del
significante.
Esta es la clave fundamental del problema de la entrada en la psicosis, de la
sucesión de sus etapas, y de su significación.
¿Qué ocurre cuando la verdad de la cosa falta, cuando ya no hay nada para
ausente?
.C
representarla en su verdad, cuando, por ejemplo, el registro del padre está
El padre pudo efectivamente tener cierto modo de relación como para que el hijo
realmente adopte una posición femenina, pero no es por temor a la castración.
Todos conocimos esos hijos delincuentes o psicóticos que proliferan a la sombra
de una personalidad paterna de carácter excepcional, de uno de esos monstruos
sociales que se dicen sagrados. Personajes a menudo marcados por un estilo
FI
OM
compensación deberá asumir, largamente, en su vida, a través de una serie
de identificaciones puramente conformistas a personajes que le darán la
impresión de qué hay que hacer para ser hombre.
Muletas imaginarias →Así es como la situación puede sostenerse largo
tiempo; como los psicóticos viven compensados, tienen aparentemente
comportamientos ordinarios considerados como normalmente viriles, y, de
.C
golpe, Dios sabe por qué, se descompensan. ¿Qué vuelve súbitamente
insuficiente las muletas imaginarias que permitían al sujeto compensar la
ausencia del significante? ¿Cómo vuelve el significante en cuanto tal a
DD
formular sus exigencias? ¿Cómo interroga e interviene lo que faltó?
Cómo se manifiesta la aparición de la pregunta formulada por la falta del
significante. Se manifiesta por fenómenos de franja donde el conjunto del
significante está puesto en juego. Una gran perturbación del discurso
LA
OM
alienado, sino todo sujeto humano.
Metodológicamente, tenemos el derecho de aceptar entonces el testimonio del
alienado sobre su posición respecto al lenguaje, y tenemos que tomarlo en
cuenta en el análisis del conjunto de las relaciones del sujeto con el lenguaje.
2
.C
Schreber mismo nos indica que algo en él, en un momento dado, se vio
profundamente perturbado. Cierta fisura apareció en el orden de sus relaciones
con el otro, a la que misteriosamente llama asesinato de alma.
DD
Este queda en la penumbra, nuestra experiencia de las categorías analíticas nos
permite, empero, situarnos al respecto. Se trata de algo que esencialmente está
en relación con los orígenes del yo, con lo que para el sujeto es la elipse de su
ser, con esa imagen en la que se refleja bajo el nombre de yo.
LA
OM
convertido en su universo. En cambio, al mismo tiempo, las presencias
accesorias de su medio se ven afectadas de irrealidad, y se vuelven hombres
hechos en un dos por tres. Las presencias que cuentan se han vuelto
esencialmente verbales, y la suma de esas presencias verbales es idéntica para
él a la presencia divina, la sola y única presencia que es su correlato y su garante.
.C
La cuestión es saber cuánto vale el testimonio del sujeto. Pues bien, nos da su
experiencia, que se impone como la estructura misma de la realidad para él.
El quinto capítulo concierne particularmente a la lengua llamada
DD
fundamental, de la que, ya les dije, según el testimonio del sujeto, está
hecha de una especie de viejo alemán particularmente sabroso, y
entremezclado de expresiones arcaicas emanadas de las subyacencias
etimológicas de esa lengua.
LA
3
No es que Schreber en ese momento estuviese en conflicto con su padre, quien
había desaparecido hacía ya largo tiempo. No es que estuviese en un momento
de fracaso en el acceso a funciones paternas, puesto que al contrario había
FI
sentimiento de fracaso.
Daré, por mi parte, tres respuestas acerca de la función del padre.
Normalmente, la conquista de la realización edípica la integración y la
introyección de la imagen edípica, se hace a través de la relación agresiva. En
otros términos, la integración simbólica se realiza a través de un conflicto
imaginario.
Hay una vía de otra índole. La experiencia etnológica muestra la importancia, por
más residual que sea, del fenómeno de la couvade: en este caso la realización
imaginaria se hace por la puesta en juego simbólica de la conducta.
OM
generación.
Pero, curiosamente, en el delirio, vemos surgir, en forma imaginaria, la función
real del padre en la generación, al menos si admitimos la identificación que hacen
los analistas entre los hombrecitos y los espermatozoides.
XVII METÁFORA Y METONIMIA (I): «SU GAVILLA NO ERA NI AVARA
NI ODIOSA»
.C 1
DD
El delirante, el psicótico se aferra a su delirio como a algo que es él mismo.
La parte plena de la frase, donde están las palabras-núcleo, como se expresa el
lingüista, que dan el sentido de la frase, no es vivida como alucinatoria. Al
contrario, la voz se detiene para obligar al sujeto a proferir la significación en
juego en la frase.
LA
OM
los diversos escalones de ese mundo fantasmático, formado por dos pisos de la
realidad divina, el reino anterior de Dios y el reino posterior, y de todo tipo de
entidades que están en vías de una reabsorción más o menos avanzada en esa
realidad divina.
Esas entidades, que son las almas, van en sentido opuesto a lo que llama el
orden del universo, noción fundamental en la estructuración de su delirio. En
.C
lugar de tomar el camino de reintegrarse en el Otro absoluto, toman, en cambio,
el de vincularse con Schreber mismo, de acuerdo a formas que varían en el curso
de la evolución del delirio. En el origen, vemos expresado con claridad, en su
DD
experiencia vivida, el fenómeno de la introyección, cuando dice que el alma de
Flechsig le entra de ese modo, y que se asemeja a filamentos de una telaraña,
suficientemente gruesa como para serle inasimilable, que vuelve a salir por su
boca.
LA
De hecho, Schreber estará cada vez más y más integrado a esa palabra ambigua
con la que hace cuerpo y a la que responde con todo su ser. La ama, literalmente,
como a sí mismo. Este fenómeno apenas puede calificarse de diálogo interior,
pues la significación de la preeminencia del juego del significante, cada vez más
vaciado de significación, gira precisamente en torno a la existencia del otro.
FI
OM
Jakobson sostiene que la distribución de determinados trastornos denominados
afasias, debe reverse a la luz de la oposición entre, por una parte, las relaciones
de similitud, o de sustitución, o de elección y también de selección o de
competencia, en suma, de todo lo que es del orden del sinónimo y, por otra, las
relaciones de contigüidad, de alineación, de articulación significante, de
coordinación sintáctica.
.C
Todos conocen la afasia de Wernicke. El afásico encadena una serie de frases
de carácter gramatical extraordinariamente desarrollado. Dirá: Sí, comprendo.
Ayer, cuando estaba allá arriba, ya dijo, y quería, le dije, no es eso, la fecha, no
DD
exactamente, no esa…
El sujeto muestra así un completo dominio de todo lo que es articulación,
organización, subordinación y estructuración de la frase, pero queda siempre al
margen de lo que quiere decir. Ni por un instante se puede dudar que lo que
LA
quiere decir está presente, pero no alcanza a dar una encarnación verbal de
aquello hacia lo que la frase apunta. Si lo enfrentan a ese uso del lenguaje que
la lógica llama metalenguaje, o lenguaje sobre el lenguaje, está perdido.
No se trata de hacer la menor comparación entre un trastorno de este tipo y lo
FI
que sucede en nuestros psicóticos. Pero, cuando Schreber escucha Factum est,
y eso se detiene, es, sin duda alguna, un fenómeno que se manifiesta a nivel de
las relaciones de contigüidad. Las relaciones de contigüidad dominan, como
consecuencia de la ausencia o de una deficiencia de la función de equivalencia
OM
análisis, porque es, ciertamente, lo más seductor, y lo que, en un primer
abordaje, parece ser la dimensión propia de la investigación simbólica del
psicoanálisis. Pero, desconociendo el papel mediador primordial del significante,
desconociendo que el elemento guía es en realidad el significante, no sólo
desequilibramos la comprensión original de los fenómenos neuróticos, la
interpretación misma de los sueños, sino que nos volvemos absolutamente
.C
incapaces de comprender qué sucede en las psicosis.
Metonimia → La forma retórica que se opone a la metáfora tiene un nombre: se
llama metonimia. Designa la sustitución de algo que se trata de nombrar:
DD
estamos en efecto a nivel del nombre. Se nombra una cosa mediante otra que
es su continente, o una parte de ella, o que está en conexión con ella.
Lo que Freud llama condensación en retórica se llama metáfora; lo que llama
desplazamiento, es la metonimia. La estructuración, la existencia lexical del
LA
OM
que traduzca, de un sinónimo, que repita la misma frase, aún la que acaba de
decir, será incapaz de hacerlo. Puede encadenar, sobre vuestro discurso o el
suyo, pero tiene las mayores dificultades para comentar un discurso.
Afasia motora → Junto a la afasia sensorial, existe la que burdamente se llama
motora. Comienza con los trastornos del agramatismo, bien conocidos ahora, y
.C
llega a una extrema reducción del stock verbal; en la imagen inmortalizada, es el
famoso lápiz que ya no puede sacar. Se ve perturbada la contigüidad.
La noción ingenua querría que hubiese superposición, un calco entre el orden de
DD
las cosas y el orden de las palabras. Se cree haber dado un gran paso diciendo
que el significado nunca alcanza su meta sino por intermedio de otro significado,
remitiendo a otra significación: es sólo el primer paso, y no se ve que sea
necesario dar otro. Hay que percatarse de que sin la estructuración del
significante, ninguna transferencia de sentido sería posible.
LA
2
Vinculo posicional → Primero el vínculo posicional, que es el fundamento del
vínculo que hace poco llamé proposicional. En una determinada lengua, instaura
FI
esa dimensión esencial que es el orden de las palabras. Para que lo comprendan
basta recordarles que Pedro pega a Pablo no es equivalente a Pablo pega a
Pedro.
Todo lenguaje implica un metalenguaje, es ya metalenguaje por su propio
OM
Voy a dar otro ejemplo. Conocen esas famosas equivalencias que el delirante
Schreber dice son formuladas por los pájaros del cielo, desfilando en el
crepúsculo. Encontramos en ellas las asonancias: Santiago o Cartago,
Chinesenthum o Jesus-Christum. ¿Es simplemente lo absurdo lo que podemos
retener ahí? El hecho que impacta a Schreber es que los pájaros del cielo no
tienen cerebro. Freud no tiene dudas al respecto: son jovencitas.
.C
Pero lo importante no es la asonancia sino la correspondencia término a término
de elementos de discriminación muy cercanos, que sólo tienen alcance, para un
políglota como Schreber, dentro del sistema lingüístico alemán.
DD
Lo buscado es del orden del significante, es decir de la coordinación fonemática.
La promoción del significante en cuanto tal, la puesta en claro de esa sub-
estructura siempre oculta que es la metonimia, es la condición de toda
investigación posible de los trastornos funcionales del lenguaje en la neurosis y
LA
la psicosis.
XIX CONFERENCIA: FREUD EN EL SIGLO
¿Cómo pudo omitirse el papel fundamental de la estructura del significante?
FI
OM
el inconsciente es esencialmente palabra, palabra del otro, y sólo puede ser
reconocida cuando el otro se la devuelve a uno.
. Freud personalmente sólo se formuló una única pregunta: ¿cómo ese sistema
del significante sin el cual no hay encarnación posible, ni de la verdad, ni de la
justicia, cómo ese logos literal puede tener influencia sobre un animal que ni sabe
qué hacer con él, ni puede curarse de él?, ya que en grado alguno interesa sus
.C
necesidades. Es, sin embargo, precisamente esto lo que hace el sufrimiento
neurótico.
DD
El hombre está poseído efectivamente por el discurso de la ley, y con él se
castiga, en nombre de esa deuda simbólica que no cesa de pagar cada vez más
en su neurosis.
¿Cómo puede establecerse esta captura, cómo entra el hombre en esa ley,
que le es ajena, con la que, como animal, nada tiene que ver? Para
LA
OM
1
La noción que tenemos de la realidad como aquello en torno a lo cual giran los
fracasos y tropiezos de la neurosis, no debe desviarnos de observar que la
realidad con que nos enfrentamos está sostenida, tramada, constituida por
una trenza de significantes. Para saber qué decimos cuando decimos, por
ejemplo, que en la psicosis algo llega a faltar en la relación del sujeto con la
.C
realidad, debemos delimitar la perspectiva, el plano, la dimensión propia de la
relación del sujeto con el significante. Se trata, en efecto, de una realidad
estructurada por la presencia de cierto significante que es heredado,
DD
tradicional, transmitido: ¿cómo? Por supuesto, por el hecho de que
alrededor del sujeto, se habla.
Si admitimos ahora, como un hecho corriente en la experiencia, que no haber
atravesado la prueba del Edipo, no haber visto abrirse ante sí sus conflictos y
LA
sus impases, no haberlos resuelto, deja al sujeto con cierto defecto, con cierta
impotencia para precisar esas justas distancias que se llaman realidad humana,
es ciertamente porque creemos que la realidad implica la integración del
sujeto a determinado juego de significantes.
FI
OM
polivocal. Su estructura merece que nos detengamos a preguntarnos por qué
está hecha así.
En el orden de los fenómenos es algo que inmediatamente se presenta
como estructurado. A los fenómenos elementales es mas fecundo
concebirlos en términos de estructura interna del lenguaje.
.C
Es preciso vincular el núcleo de la psicosis con una relación del sujeto con
el significante en su aspecto más formal, en su aspecto de puro
significante, y que todo lo que se construye a su alrededor no son más que
DD
reacciones de afecto al fenómeno primero, la relación con el significante.
“Tomar la palabra” → ¿No palpamos ahí en nuestra experiencia misma, y sin
tener que buscar demasiado lejos, lo que está en el centro de la entrada en la
psicosis? Es lo más arduo que puede proponérsele a un hombre, y a lo que su
ser en el mundo no lo enfrenta tan a menudo: es lo que se llama tomar la palabra,
LA
quiero decir la suya, justo lo contrario a decirle sí, sí, sí a la del vecino. Esto no
se expresa forzosamente en palabras. La clínica muestra que es justamente en
ese momento, si se sabe detectarlo en niveles muy diversos, cuando se declara
la psicosis.
FI
2
La noción de Verwerfung indica que previamente ya debe haber algo que
falta en la relación con el significante, en la primera introducción a los
significantes fundamentales.
Esta es, evidentemente, una ausencia irreparable para toda búsqueda
experimental. No hay ningún medio de captar, en el momento en que falta, algo
que falta. En el caso del presidente Schreber sería la ausencia del significante
masculino primordial, al que pudo parecer igualarse durante años: parecía
sostener su papel de hombre, y ser alguien, igual a todo el mundo. La virilidad
también significa algo para él, porque también es objeto de sus vivas protestas
OM
sólo puede ser la mujer de un Dios universal. Por otra, no olvidemos que este
hombre parecía saber en su discurso común, hasta la época crítica de su
existencia, como todo el mundo, que era un hombre, y lo que en algún lado llama
su honor de hombre clama a voz en cuello, cuando de golpe llega a ser
cosquilleado con cierta fuerza por la entrada en juego del enigma del Otro
absoluto, quien surge con las primeras campanadas de delirio.
.C
Otro con minúscula / Otro absoluto → El primero, el otro con a minúscula, es
el otro imaginario, la alteridad en espejo, que nos hace depender de la
forma de nuestro semejante. El segundo, el Otro absoluto, es aquel al que
DD
nos dirigimos más allá de ese semejante, aquel que estamos obligados a
admitir más allá de la relación de espejismo, aquel que frente a nosotros
acepta o rechaza, aquel que en ocasiones nos engaña, del que nunca
podemos saber si no nos engaña, aquel a quien siempre nos dirigimos. Su
existencia es tal que el hecho de dirigirse a él, de tener un lenguaje con él,
LA
es más importante que todo lo que puede estar en juego entre él y nosotros.
En efecto, hay una discordancia patente entre la posición freudiana según la cual
el recién nacido, a su entrada al mundo, está en una relación llamada
autoerótica, o sea una relación en la que el objeto no existe, y la observación
FI
clínica de que desde el inicio de la vida, sin duda, tenemos todos los signos de
que toda clase de objetos existen para el recién nacido. Esta dificultad sólo
puede solucionarse distinguiendo el otro imaginario, en tanto estructuralmente
es la forma originaria del campo en que se estructura para el recién nacido
OM
3
Desde el origen, subrayé la intrusión de lo que Schreber llama la lengua
fundamental, que es afirmada como una especie de significante
particularmente pleno.
Ese viejo alemán, dice, está lleno de resonancias por su nobleza y sencillez. Hay
.C
pasajes donde las cosas llegan mucho más lejos: Schreber atribuye el
malentendido con Dios al hecho de que éste no sabe distinguir entre lo que
expresa los verdaderos sentimientos de las almitas, y por lo tanto, del sujeto, y
DD
el discurso en que se expresa comúnmente en el curso de sus relaciones con
los otros. Traza así, literalmente, la distinción entre el discurso inconsciente que
el sujeto expresa con todo su ser y el discurso común.
Freud lo dice en algún lado: hay más verdad psicológica en el delirio de Schreber
LA
OM
aparentemente no parece haber cambiado tanto desde el inicio de su crisis:
retorno de cierto sentimiento sin duda problemático, de la realidad.
Tratándose de la evolución del delirio, conviene señalar que primero se producen
las manifestaciones plenas de la palabra, las cuales le resultan satisfactorias.
Pero a medida que su mundo se reconstruye en el plano imaginario, el sentido
.C
retrocede a otros lugares. La palabra se produce primero en lo que llama los
reinos de Dios anterior, adelante. Luego, Dios retrocede en el espacio,
alejamiento, y lo que corresponde a las primeras grandes intuiciones delirantes
DD
se escabulle cada vez más. A medida que reconstruye su mundo, lo que está
cerca de él, y con lo que tiene que enfrentarse, la palabra de ese Dios interior
con el que tiene esa singular relación que es una imagen de la copulación, como
lo muestra el primer sueño de invasión de la psicosis, ese Dios entra en el
universo del machaque, del estribillo, del sentido vacío y de la objetivación.
LA
el registro me, te, le, el pronombre personal es pasible de ser elidido, en el otro,
yo (moi), tú (toi), él (lui), no se eliden.
¿Ven la diferencia? Yo lo quiero (je le veux) o yo quiero a él (je veux fui) o a ella
(je veux elle), no son lo mismo.
XXI EL PUNTO DE ALMOHADILLADO
1
Les recuerdo que al final del período en que se disuelve para él el mundo exterior,
y arraigándose en ese período, aparece en Schreber una estructuración de las
OM
palabras, dice, aprendidas de memoria, machacadas por quienes se las repiten,
pájaros del cielo que no saben lo que dicen. Este término de pájaro conduce a la
cotorra; se trata de la transmisión de algo vacío que deja al sujeto hastiado y
agotado. Estos fenómenos se sitúan en su nacimiento en el limite de la
significación, pero rápidamente se vuelven todo lo contrario: residuos, desechos,
cuerpos vacíos.
.C
Frases interrumpidas → Estas frases detenidas están suspendidas en
general en el momento en que la palabra plena que les daría su sentido aún
DD
falta, pero está implícita.
Lo que primero se manifiesta, al inicio del delirio, como un modo de expresión
inefable y sabroso, se aleja, se vuelve enigmático, pasa a los reinos posteriores
de Dios, a cuyo nivel se multiplican las voces inoportunas y absurdas. Detrás
todavía de esas voces, hay ahí otras voces que se expresan con fórmulas
LA
OM
cierta dinámica que sólo se explica en el plano del significante en tanto este es
estructurante.
El significante no sólo da la envoltura, el recipiente de la significación, la polariza,
la estructura, la instala en la existencia.
2
.C
El punto de almohadillado es la palabra temor, con todas sus connotaciones
trans-significativas. Alrededor de ese significante, todo se irradia y se organiza,
cual si fuesen pequeñas líneas de fuerza formadas en la superficie de una trama
DD
por el punto de almohadillado. Es el punto de convergencia que permite situar
retroactivamente y prospectivamente todo lo que sucede en ese discurso.
3
El esquema del punto de almohadillado es esencial en la experiencia
LA
humana.
¿Por qué ese esquema mínimo de la experiencia humana, que Freud nos dio en
el complejo de Edipo, conserva para nosotros su valor irreductible y sin embargo
enigmático? ¿Y, por qué este privilegio del complejo de Edipo? ¿Por qué quiere
FI
siempre Freud, con tanta insistencia, encontrarlo por doquier? ¿Por qué es ese
un nudo que le parece tan esencial que no puede abandonarlo en la más mínima
observación particular? Porque la noción del padre, muy cercana a la del
temor de Dios, le da el elemento más sensible de la experiencia de lo que
OM
que habla con el que escucha. Digo esto luego de algunos comentarios sobre el
hecho de que siempre hay un Otro más allá de todo diálogo concreto, de todo
juego interpsicológico. Decir que el Otro es el lugar donde se constituye el
que habla con el que escucha es algo muy diferente que partir de la idea de
que el otro es un ser.
.C
Se nos hace ver que el dominio del tú y del yo (je) no es adquirido de inmediato
por el niño, adquisición que se resume para el niño a fin de cuentas, en poder
decir yo (je) cuando le dijeron tú, en comprender que cuando se le dice tú vas a
DD
hacer esto, él debe decir en su registro yo voy a hacer esto.
Tomemos nuestro caso Schreber, para quien toda la humanidad pasó un tiempo
en estado de sombras hechas a la ligera; pues bien, hay claramente un otro para
él, un otro singularmente acentuado, un Otro absoluto, un Otro totalmente
radical, un Otro que no es ni un lugar, ni un esquema, un Otro de quien afirma
LA
tal que permanece ajeno a las cosas vivientes, y sobre todo desprovisto de toda
comprensión respecto a las necesidades vitales de nuestro Schreber.
Que hay para Schreber un otro que es uno, ya lo indica el inicio singularmente
picante, humorístico, de uno de los capítulos de sus Memorias, donde dice que
OM
Nada es menos sospechoso que lo que se nos presenta por intermedio de este
tú.
Es increíble que podamos olvidar esa arista primera que nuestra experiencia
analítica manifiesta: el tú está ahí como un cuerpo extraño.
Cuando el sentimiento de extrañeza afecta en algún lado, nunca es por el lado
.C
del superyó; es siempre el yo quien se siente perdido, es el yo quien pasa al
estado tú, es el yo quien se cree en estado de doble, es decir expulsado de
casa, mientras el tú queda dueño de las cosas.
DD
Si ella surge, si ella nace, es siempre a causa de un modo de aparición de la
palabra que podemos llamar de diferentes modos, la misión, el mandato, la
delegación, o incluso por referencia a Heidegger, la devolución. Es el
fundamento o la palabra fundante: Tú eres esto, mi mujer, mi amo, mil otras
cosas. Ese tú eres esto, cuando lo recibo, me hace en la palabra otro que lo
LA
que soy.
¿Quién lo pronuncia? ¿Ese tú es el mismo que el tú que navega libremente en
los ejemplos que di? ¿Esta misión es respecto a la pregunta, fenoménicamente,
primitiva o secundaria?
FI
soy?, ¿qué soy para serlo si es que lo soy? Ese lo no es el amo tomado como
objeto, es la enunciación total de la frase que dice soy tu amo, como si tu amo
tuviese sentido por el sólo homenaje que de el recibo. ¿Qué soy para ser lo que
tú acabas de decir?
4
¿Qué sucede cuando el significante que está en juego, el centro
organizador, el punto de convergencia significativa que constituye, es
evocado, pero falta?
Basta situar nuestra fórmula sobre el esquema que di como siendo el de la
palabra. Tú eres el que me seguirá por doquier. Naturalmente el S y el A son
OM
detienen justamente en el punto en que va a surgir un significante que
permanece problemático, cargado de una significación cierta, pero no se sabe
cuál. Significación irrisoria, que indica la hiancia, el agujero, donde nada
significante puede responder en el sujeto.
Justamente en la medida en que ese significante es llamado, evocado,
interesado, surge a su alrededor el puro y simple aparato de la relación al otro,
.C
el farfulleo vacío: Tú eres el que me… El tipo mismo de la frase interrumpida del
presidente Schreber produce, obviamente, una presencia del otro tanto más
radical, tanto más radicalmente otra, puesto que no hay nada que la sitúe a nivel
DD
significante, con lo cual el sujeto podría de algún modo coordinarse. Schreber
lo dice: si por un instante el Otro lo abandona, lo deja caer, se produce una
verdadera descomposición. Esta descomposición del significante se
produce alrededor de un punto de llamado constituido por la falta, la
desaparición, la ausencia de determinado significante en tanto que en un
LA
OM
carretera principal es un paraje, en torno al cual no sólo se aglomeran todo
tipo de habitaciones, de lugares de residencia, sino que también polariza,
en tanto significante, las significaciones.
La carretera principal es así un ejemplo particularmente sensible de lo que
digo cuando hablo de la función del significante en tanto que polariza,
.C
aferra, agrupa en un haz a las significaciones. Hay una verdadera antinomia
entre la función del significante y la inducción que ejerce sobre el
agrupamiento de las significaciones. El significante es polarizante. El
DD
significante crea el campo de las significaciones.
¿Qué sucede cuando no la tenemos a ella, la carretera principal, y nos vemos
obligados, para ir de un punto a otro, a sumar senderos entre sí, modos más o
menos divididos de agrupamientos de significación? Para ir de tal a cual punto,
podremos elegir entre distintos elementos de la red, y podremos hacer nuestra
LA
OM
de un punto a otro? Siguen los indicadores colocados a orillas de la carretera.
Es decir que cuando el significante no funciona, ello se pone a hablar a orillas de
la carretera principal. Cuando no está la carretera, aparecen carteles con
palabras escritas. Acaso sea esa la función de las alucinaciones auditivas
verbales de nuestros alucinados: son los carteles a orillas de sus caminos.
.C
Los significantes se ponen a hablar, a cantar solos. El murmullo continuo de esas
frases, de esos comentarios, no es más que la infinitud de los caminitos
XXIV «TÚ ERES»
DD
2
El asunto es que el otro sea reconocido como tal. ¿Qué es pues necesario para
que el otro sea reconocido como tal? ¿Qué es ese otro? Es, a fin de cuentas, el
otro en tanto que figura en la frase de mandato. Aquí tenemos que detenernos
LA
un instante.
El reconocimiento del otro no constituye un paso inaccesible, pues vimos antes
que la alteridad evanescente de la identificación imaginaria del yo, sólo
encuentra al tú en un momento límite en que ninguno de los dos podrá subsistir
FI
junto con el otro. El Otro con mayúscula es necesario que sea reconocido más
allá de esa relación, aún recíproca, de exclusión, es necesario que en esta
relación evanescente, sea reconocido como tan inasible como yo. En otras
palabras, ha de ser invocado como lo que no conoce de él mismo. Este es el
OM
radical del registro mismo de la agresividad.
Pero no necesitamos nada más para comprender que el registro del tú debe
pasar obligatoriamente por la mera relación imaginaria, en el momento en que
es evocado, invocado, llamado desde el Otro, desde el campo del Otro, por el
surgimiento de un significante primordial, pero excluido para el sujeto. Ese
significante, lo nombré la última vez: tú eres el que es, o el que será, padre.
.C
Como significante, en ningún caso puede ser aceptado, en tanto que el
significante representa un soporte indeterminado en torno al cual se agrupan y
se condensan cierto número, ni siquiera de significaciones, sino de series de
DD
significaciones, que convergen por y a partir de la existencia de ese significante.
Observen ese momento crucial con cuidado, y podrán distinguir este paso en
toda entrada en la psicosis: es el momento en que desde el otro como tal,
desde el campo del otro, llega el llamado de un significante esencial que
LA
OM
La relación de procreación está implicada, en efecto, en la relación del
sujeto con la muerte.
XXV «EL FALO Y EL METEORO»
1
El delirio puede ser considerado como una perturbación de la relación con el
.C
otro, y está ligado entonces a un mecanismo transferencial.
Para Freud, se nos dice, el delirio de Schreber está ligado a una irrupción de la
DD
tendencia homosexual. El sujeto la niega, se defiende contra ella. En su caso,
que no es el de un neurótico, esta negación culmina en lo que podríamos llamar
una erotomanía divina.
Saben cómo reparte Freud las diversas denegaciones de la tendencia
homosexual. Parte de una frase que simboliza la situación: yo lo amo a él, un
LA
OM
megalomanía representa aquello mediante lo que se expresa el temor narcisista.
El agrandamiento del yo del sujeto a las dimensiones del mundo es un hecho de
economía libidinal que se halla aparentemente por entero en el plano imaginario.
Haciéndose objeto de amor del ser supremo el sujeto puede entonces abandonar
lo que en primera instancia le parecía lo más precioso de lo que debía salvar, a
saber, la marca de su virilidad.
.C
Es la castración la que condiciona el temor narcisístico. La aceptación de
la castración es el duro precio que el sujeto debe pagar por este
reordenamiento de la realidad.
DD
Pero en su obra, el objeto fálico tiene un lugar central dentro de la economía
libidinal, tanto en el hombre como en la mujer. La prevalencia del centro
fálico nunca fue modificada.
El análisis de Freud hace girar toda la dinámica del sujeto Schreber en
LA
entonces esto no tenía ningún sentido, para que el delirio llegue a su punto de
culminación, de equilibrio. La prevalencia, en toda la evolución de la psicosis de
Schreber, de personajes paternos que se sustituyen unos a otros, hasta
identificarse con el propio Padre divino, con la divinidad marcada con el aspecto
OM
afectivos, imaginarios, entre madre e hijo, lo que la convierte en el elemento
esencial de la coaptación intersubjetiva, el padre, en la dialéctica freudiana, tiene
el suyo, eso es todo, ni lo cambia, ni lo dona. No hay ninguna circulación. La
única función del padre en el trío es representar el portador, el que detenta
el falo. El padre en tanto padre tiene el falo: y más nada.
3
.C
Esto es tan fundamental que si intentamos situar en un esquema lo que mantiene
en pie la concepción freudiana del complejo de Edipo, lo que está ahí en juego
DD
no es un triángulo padre-madre-hijo, sino un triángulo (padre)-falo-madre-hijo.
¿Dónde esta el padre ahí dentro? Está en el anillo que permite que todo se
mantenga unido.
La noción de padre sólo se supone provista de toda una serie de connotaciones
significantes que le dan su existencia y su consistencia.
LA
entrada en la psicosis.
Vean en qué momento de su vida se declara la psicosis del presidente Schreber.
En más de una ocasión estuvo a punto de esperar llegar a ser padre. De golpe
se encuentra investido de una función social considerable, y que tiene para
él mucho valor: se vuelve presidente de la Corte de apelaciones. Diría que
en la estructura administrativa de la que se trata, se trata de algo que se
parece al Consejo de Estado. Helo aquí introducido en la cumbre de la
jerarquía legislativa, entre los hombres que hacen las leyes y que son todos
veinte años mayores que él: perturbación del orden de las generaciones.
¿A raíz de qué? De un llamado expreso de los ministros. Esa promoción de
su existencia nominal exige de él una integración renovadora. Se trataba de
OM
bien, les propongo adoptar definitivamente esta traducción que creo la
mejor: la forclusióni.
Resulta de ello un proceso cuya primera etapa llamamos cataclismo
imaginario, a saber, ya nada de la relación mortal que es en sí misma la
relación al otro imaginario puede ser dado en concesión. Luego,
despliegue separado y puesta en juego de todo el aparato significante:
.C
disociación, fragmentación, movilización del significante en tanto palabra,
palabra jaculatoria, insignificante o demasiado significante, plena de
insignificancia, descomposición del discurso interior, que marca toda la
DD
estructura de la psicosis. Después del encuentro, la colisión, con el
significante inasimilable, se trata de reconstituirlo, porque ese padre no
puede ser simplemente un padre, un padre a secas, el anillo de recién, el
padre que es el padre para todo el mundo. Y el presidente Schreber, en
efecto, lo reconstituye.
LA
i
1. En derecho: Vencimiento de una facultad o derecho no ejercido en los plazos prescritos.
2. Figurativamente: exclusión forzada, imposibilidad de entrar, de participar.
3. Psicoanálisis: mecanismo que está en el origen de los estados psicóticos.
FI