CUANDO EL MAR ES MÚSICA
CUANDO EL MAR ES MÚSICA
CUANDO EL MAR ES MÚSICA
Muchos han tratado de escribir su partitura, hacerlo sonar; pero aún nadie ha conseguido igualar el
misterioso, adormecedor, inquietante, necesario, bravo, dulce, melancólico, potente, sonido del mar. La
enorme masa de agua en movimiento que cubre más de las tres cuartas partes de la superficie que
habitamos ofrece a nuestros oídos múltiples sonoridades.
UN CANTO AL MAR
Desde la Antigüedad los marineros han confundido los sonidos de las ballenas con
los de las sirenas y al igual que Ulises –personaje principal de la Odisea de
Homero–, pensaban que podían quedar hechizados por sus cantos.
Aunque las sirenas nacieron de la imaginación de poetas de la Antigua Grecia, la
tradición que éstas inspiraron se transformó y desarrolló con el paso del tiempo.
Marineros y pescadores de todos los tiempos han contado historias en las que
aparecen estos seres durante siglos. Las primeras observaciones fueron hechas en
Asiria alrededor del año 1.000 a.C. Hay leyendas irlandesas e inglesas que hacen
referencia a la presencia de sirenas a lo largo de sus costas, Cristóbal Colón dijo
haber divisado tres de estas criaturas frente a las Antillas y otros expertos
navegantes y exploradores como Henry Hudson hace referencia a estos seres en
sus cuadernos de bitácora.
Aparecen también en algunos cuentos de Las Mil y una noches como en el titulado
La ciudad de bronce donde las describen como “maravillosas criaturas de largos
cabellos ondulados como las olas, de cara de luna y de senos admirables, redondos
y duros cual guijarros marinos; pero desde el ombligo su cuerpo era sustituido por el
del pez que se movía a derecha y a izquierda, de la misma manera que las mujeres
cuando advierten que a su paso llaman la atención”.
Sea como fuere, el canto de las sirenas ha acompañado e hipnotizado a marineros y
pescadores a lo largo de los tiempos, un canto enigmático proveniente de las
profundidades del océano, un canto que nos atrapa y nos acerca a nuestra esencia,
el lugar del que todos venimos, el espacio en el que se inició la vida, el mar.
El sonido del mar nos arrastra a nuestro origen, al útero materno, al canto de
nuestros antepasados. Es por ello que el ser humano no se cansa de evocarlo,
porque evocar el mar es evocar lo más profundo de las emociones humanas.
María Larumbe
Licenciada en estudios superiores de violín
y diplomada en educación musical, desarrolla proyectos
pedagógicos con diversas orquestas sinfónicas y
es autora de libros didácticos para la editorial Santillana.