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Perspectivas educativas y psicosociales de las conductas delictivas en la Escuela

Secundaria No. 129 Justo Sierra en San Martín de las Pirámides.

Problema

En la Escuela Secundaria No. 129 Justo Sierra, ubicada en San Martín de las
Pirámides, se ha detectado un incremento alarmante en las conductas delictivas
entre los estudiantes. Este fenómeno plantea un desafío significativo tanto para el
sistema educativo como para el bienestar psicosocial de los jóvenes involucrados.
Las conductas delictivas no solo afectan el rendimiento académico y la
convivencia escolar, sino que también reflejan problemas más profundos
relacionados con el entorno familiar y social de los estudiantes.

El problema central radica en identificar y comprender las causas y consecuencias


de estas conductas delictivas desde una doble perspectiva: educativa y
psicosocial. Desde el punto de vista educativo, es crucial analizar cómo estas
conductas interfieren con el proceso de enseñanza-aprendizaje y cuáles son los
factores escolares que pueden estar contribuyendo a su aparición y perpetuación.
Esto incluye la revisión de la gestión escolar, las prácticas pedagógicas y las
políticas de disciplina, así como la influencia del clima escolar en el
comportamiento de los estudiantes.

Desde la perspectiva psicosocial, es esencial explorar los factores externos e


internos que están llevando a los estudiantes a adoptar conductas delictivas. Esto
abarca el análisis de las dinámicas familiares, la influencia de los pares, el acceso
a recursos y apoyo emocional, y las condiciones socioeconómicas en las que
viven los jóvenes. Entender estos aspectos permitirá desarrollar intervenciones
más efectivas y contextualizadas que puedan abordar las raíces del problema en
lugar de sus síntomas superficiales.

Planteamiento del problema

La problemática de las conductas delictivas en entornos escolares es un


fenómeno multifacético que requiere una atención urgente y detallada,
especialmente en contextos vulnerables. En la Escuela Secundaria No. 129 Justo
Sierra, ubicada en San Martín de las Pirámides, se ha observado un incremento
en la incidencia de comportamientos delictivos entre los estudiantes. Esta
situación no solo afecta el ambiente educativo, sino que también tiene
repercusiones psicosociales significativas tanto para los alumnos como para la
comunidad educativa en general.

Desde una perspectiva educativa, las conductas delictivas interfieren directamente


con el proceso de enseñanza-aprendizaje. Los estudiantes involucrados en estas
conductas tienden a mostrar bajos rendimientos académicos, una mayor tasa de
deserción escolar y dificultades para integrarse en actividades escolares. Además,
estos comportamientos generan un ambiente de inseguridad y desconfianza entre
los estudiantes, los profesores y el personal administrativo, lo que deteriora la
calidad educativa y el bienestar general de la institución.

En el ámbito psicosocial, las conductas delictivas en la escuela pueden estar


relacionadas con diversos factores, tales como problemas familiares, falta de
apoyo emocional, influencia de pares y carencias económicas. Los estudiantes
que exhiben estos comportamientos a menudo provienen de entornos
desfavorables y carecen de modelos positivos a seguir. Esta situación puede
llevarlos a buscar reconocimiento y aceptación a través de acciones delictivas, lo
que perpetúa un ciclo de violencia y exclusión social.

El análisis de las perspectivas educativas y psicosociales de las conductas


delictivas en la Escuela Secundaria No. 129 Justo Sierra es crucial para
desarrollar estrategias de intervención efectivas. Es necesario comprender las
causas subyacentes de estos comportamientos y diseñar programas que
promuevan un entorno seguro y propicio para el aprendizaje. Asimismo, es
fundamental involucrar a padres, docentes y autoridades locales en la
implementación de iniciativas que fortalezcan la cohesión social y el apoyo a los
estudiantes en riesgo.

Preguntas de investigación
¿Cuáles son los factores educativos que contribuyen a la aparición y perpetuación
de conductas delictivas entre los estudiantes de la Escuela Secundaria No. 129
Justo Sierra en San Martín de las Pirámides?

¿Cómo afectan las prácticas pedagógicas y las políticas de disciplina escolar al


comportamiento de los estudiantes?

¿De qué manera las influencias psicosociales, como las dinámicas familiares y la
influencia de los pares, inciden en las conductas delictivas de los estudiantes en la
Escuela Secundaria No. 129 Justo Sierra?

¿Cómo influyen las condiciones socioeconómicas y el entorno familiar en el


comportamiento delictivo de los estudiantes?

¿Qué tipo de apoyo emocional y psicológico reciben los estudiantes y cómo


impacta esto en sus conductas?

Objetivo General

Analizar las perspectivas educativas y psicosociales de las conductas delictivas en


la Escuela Secundaria No. 129 Justo Sierra en San Martín de las Pirámides, con el
fin de identificar las causas subyacentes y desarrollar estrategias integrales que
promuevan un entorno escolar seguro y favorable para el aprendizaje y el
desarrollo integral de los estudiantes.

Objetivos Específicos

Analizar los factores educativos que contribuyen a la aparición y perpetuación de


conductas delictivas entre los estudiantes de la Escuela Secundaria No. 129 Justo
Sierra.

Examinar las políticas de disciplina escolar y su efectividad en la prevención de


conductas delictivas.
Investigar el impacto del clima escolar en la incidencia de conductas delictivas
entre los alumnos.

Explorar las influencias psicosociales que inciden en las conductas delictivas de


los estudiantes de la Escuela Secundaria No. 129 Justo Sierra.

Investigar cómo las dinámicas familiares afectan el comportamiento delictivo de


los estudiantes.

Examinar la relación entre las condiciones socioeconómicas de los estudiantes y


la prevalencia de conductas delictivas.

Hipótesis

Las conductas delictivas en la Escuela Secundaria No. 129 Justo Sierra en San
Martín de las Pirámides están influidas por factores educativos y psicosociales.
Prácticas pedagógicas y disciplinarias inadecuadas, dinámicas familiares
disfuncionales y condiciones socioeconómicas adversas contribuyen a estos
comportamientos. Implementar estrategias integrales y multidisciplinarias puede
reducir las conductas delictivas y mejorar el clima escolar y el rendimiento
académico.
Marco Teórico

1. Introducción

El presente marco teórico tiene como objetivo abordar las perspectivas educativas
y psicosociales que influyen en las conductas delictivas en la Escuela Secundaria
No. 129 Justo Sierra en San Martín de las Pirámides. La comprensión de estos
factores es crucial para el desarrollo de estrategias efectivas que mejoren el clima
escolar y el rendimiento académico.

2. Perspectivas Educativas

2.1. Prácticas Pedagógicas y de Disciplina

Las prácticas pedagógicas y de disciplina en el ámbito escolar tienen un impacto


significativo en el comportamiento de los estudiantes. Según Rodríguez (2019),
"las metodologías educativas que promueven la participación activa y la reflexión
crítica pueden disminuir la incidencia de conductas delictivas" (Rodríguez 2019,
45).

La agresividad en los adolescentes es un fenómeno complejo que para su correcta


comprensión requiere la consideración de variables relativas al individuo, pero
también de variables educativas, culturales y sociales. En las últimas décadas ha
proliferado la investigación destinada al análisis de cómo la calidad de las
relaciones familiares se asocia con los problemas de ajuste de los adolescentes,
tales como la agresividad (Ang, 2006; Galambos, Barker y Almeida, 2003; Kapi,
Veltsista, Kavadias, Lekea y Bakoula, 2007; Muris, Meesters y Van Den Berg,
2003; Nishikawa, Sundbom y Hägglöf, 2010). Entre las variables familiares cabe
destacar la importancia de las prácticas educativas paternas, entendidas como
una serie de conductas que caracterizan la relación de los padres con sus hijos en
función de la situación presente en cada momento (Glasgow, Dornbusch, Troyer,
Steinberg y Ritter, 1997). (M. Cruz García-Linares 2014).
2.2. Clima Escolar

El clima escolar se refiere al ambiente general y a las experiencias de los


estudiantes dentro de la escuela. Estudios han demostrado que un clima escolar
positivo puede reducir las conductas disruptivas y delictivas (González 2018, 32).

3. Perspectivas Psicosociales

3.1. Dinámicas Familiares

Las dinámicas familiares juegan un papel crucial en el desarrollo de conductas


delictivas en adolescentes. Familias disfuncionales, caracterizadas por altos
niveles de conflicto y baja cohesión, pueden aumentar la probabilidad de
comportamientos delictivos (López 2020, 87).

3.2. Condiciones Socioeconómicas

Las condiciones socioeconómicas adversas, como la pobreza y la falta de acceso


a recursos educativos, también son factores determinantes en la aparición de
conductas delictivas en los jóvenes (Martínez 2017, 53).

4. Estrategias de Intervención

4.1. Enfoques Multidisciplinarios

La implementación de enfoques multidisciplinarios que integren aspectos


educativos y psicosociales ha demostrado ser efectiva en la reducción de
conductas delictivas. Estos enfoques incluyen la participación de psicólogos,
trabajadores sociales y educadores en el diseño de intervenciones (Pérez 2021,
66).
desde la multidisciplinariedad, radica en explicar de una manera más profunda y
desde diversas disciplinas, tanto de lo social como fuera de este, la problemática
de la criminalidad en relación a las violencias estructurales, con perspectiva de
género y de grupos vulnerables, así como la participación del Estado como
regulador del control social.

Los temas aquí planteados, nacen de resultados de proyectos de investigación


que se realizaron y plasman la realidad socio-jurídica penal-criminológica nacional
e internacional. Apuntando a la necesidad de la prevención, con propuestas de
desmenuzar y analizar los actuales modelos, para generar un cambio, tal vez
radical, que cubran los reclamos de la sociedad en riesgo constante de violencia,
el tema de seguridad pública y políticas criminales y públicas.

Se considera que el punto de partida de una conducta negativa como la criminal,


proviene de la violencia, por ello se pone énfasis en ésta, en cómo se adquiere
mediante el aprendizaje, resultante posible de la agresividad inherente en los
seres humanos, por ejemplo. De igual manera, la importancia del contexto donde
se desarrolla la vida de una persona, con la familia, amigos, educación, zonas de
riesgo donde se vive desde la niñez; así como las enseñanzas de los valores y
herramientas útiles para evitar participar en conductas delictivas.( Martha
Fabiola García Alvarez , Pedro Piedrahíta Bustamante 2022).

La detección en la escuela de alumnado con posible Trastorno de la Conducta


(TC) surge, generalmente, como consecuencia de conductas disruptivas en el
centro escolar y, frecuentemente, la solicitud de intervención a los EOEP o a los
Servicios de Orientación del centro se propone en los momentos y estados de
conflicto que generan estas situaciones en la dinámica de aprendizaje y
convivencia.
Estos conflictos derivados de situaciones graves de agresión, falta de respeto
grave a la autoridad de un adulto, daño físico grave, etc. requieren la adopción de
una medida inmediata. En estos últimos años se han elaborado diversos
documentos y guías de actuación (Fernández, 2002; Torrego y Moreno, 2003,
Torrego, 2008) que proponen medidas encaminadas a que los centros gestionen
los conflictos dentro del marco de convivencia y de régimen interno que tengan
diseñados. Son protocolos de actuación que presentan secuencias ordenadas de
actuaciones encaminadas a la resolución colectiva de los conflictos. Estos
documentos orientativos necesitan ser contextualizados y adaptados a los
centros y su entorno, promoviendo un tratamiento integrado y global de la
convivencia y precisan de la corresponsabilidad de la comunidad educativa en la
gestión de los conflictos y la adopción de medidas preventivas que mejoren el
clima general del centro.
Sin embargo, este tipo de actuaciones necesarias para que el centro escolar
pueda desarrollar su labor educativa con todos los alumnos, no incide en las
variables que mantienen la alteración conductual. Como se destacaba en la
introducción, las intervenciones en los problemas de conducta requieren de un
trabajo coordinado y conjunto de todos los agentes implicados en el desarrollo
psicosocial del niño. Para realizar con eficacia su intervención en los problemas de
conducta, la escuela tiene que adoptar una estrategia de intervención que permita
trabajar conjuntamente con otros estamentos y especialistas a la hora de abordar
una problemática tan compleja, preocupante y retadora de la convivencia escolar.
En el Protocolo elaborado por los autores de esta guía se propone una manera de
intervenir centrada en el contexto escolar en la que a través de la implicación de
todo el centro -Equipo Directivo, Comisión de Coordinación Pedagógica, Equipos
Docentes y Servicio de Orientación- se actúe de forma conjunta con la familia y los
Servicios Externos.

Los cambios sociales de valores y normas se producen actualmente a una


velocidad vertiginosa. Están en alza el individualismo y la consecución del
bienestar inmediato y permanente mientras que el esfuerzo y el trabajo a largo
plazo están claramente a la baja. Como consecuencia, suele aparecer una
escasa resistencia a la frustración que puede desencadenar conductas de
descontrol en el ámbito familiar, escolar y social. Esta situación es uno de los
factores que está generando un incremento constante de alumnado con
problemas de conducta o emocionales que interfieren en su desarrollo educativo
afectando de manera relevante al profesorado y a sus propios compañeros.

Por otra parte, la gravedad o intensidad de los problemas de conducta es amplia y


va desde problemas cotidianos más o menos intensos o incómodos hasta los
desórdenes del comportamiento recogidos en las clasificaciones internacionales.
Gran parte de estos problemas se presenta ya desde la infancia y en muchos de
ellos puede observarse la progresión de su gravedad. Por tanto, las pautas
educativas y los momentos de intervención son un elemento importante en la
prevención o desarrollo de dichos problemas. Esta guía está diseñada para
abordar estos problemas.( Gobierno de Aragón. Departamento de Educación,
Cultura y Deporte.2011)

4.2. Programas de Prevención

Los programas de prevención que se centran en la educación emocional y el


desarrollo de habilidades sociales pueden ayudar a los estudiantes a manejar
mejor sus emociones y reducir comportamientos delictivos (García 2016, 40).

la aplicación de programas de educación emocional en los centros educativos que


reúnan una serie de requisitos:

Estén bien diseñados y promuevan de forma sistemática la competencia social y


emocional de los estudiantes, ofreciendo oportunidades para la práctica y que
cuenten con una programación multianual.

Ofrezcan alta calidad en la formación de los educadores que lo impartan y un


apoyo permanente a los mismos que garantice una aplicación correcta del
programa.

Estén basados en la evidencia y cuenten con una base empírica de su eficacia,


con al menos una evaluación que documente los impactos positivos en el
comportamiento del estudiante y/o su rendimiento académico.
Esta evaluación debe incluir un grupo de control además de contar con pretest y
postest que valoren las habilidades socio-emocionales incluidas en el programa
y/o otras conductas relacionadas del estudiante.

Conveniencia de que los programas se integren plenamente en el currículo, con


sesiones que expliciten de forma clara las habilidades a desarrollar y la formación
requerida por los educadores para llevarlas a cabo. (Juan Carlos De Soroa
González-Cavada,2015)

Los programas de habilidades sociales (PHS) agrupan un conjunto de conductas


cuyo objetivo final es favorecer la normalización e integración de los sujetos en su
comunidad. Para ello, se entrenan distintas habilidades dirigidas a aumentar la
competencia social y la adaptación al medio (Verdugo, 1996).

Este programa se ha elaborado tratando de tener en cuenta las diversidad de las


características, intereses, necesidades y motivaciones de los alumnos a los que
va dirigido el programa; igualmente los contextos, situaciones y escenarios en los
que se desenvuelven y variedad de habilidades y

repertorios de conducta necesarios desarrollar. Es decir; pretende abarcar la


mayoría de las habilidades sociales necesarias para que nuestros alumnos
puedan desenvolverse de un modo lo más competente posible en las
situaciones cotidianas

El programa va dirigido a un amplio espectro de alumnado, son alumnos con


necesidades educativas permanentes de diferentes niveles cognitivos (desde
severos hasta límites) y con edades comprendidas entre los 6 y los 18 años,
escolarizados en un Centro de Educación Especial.

Las sesiones de trabajo se llevarán a cabo por lo tutores semanalmente (una o


dos sesiones), en colaboración con la Orientadora del centro. Además del trabajo
continuo y coordinado con el resto de los profesionales (ATEs, fisioterapeutas,
educadoras,…) que atienden a los alumnos en otras situaciones de su día a día,
para reforzar las habilidades trabajadas y favorecer su generalización a otros
contextos.(Eduardo Fernández Rodríguez ,2012.)
5. Impacto en el Rendimiento Académico

La relación entre conductas delictivas y rendimiento académico es bidireccional.


Las conductas delictivas pueden llevar a un bajo rendimiento académico, y a su
vez, el bajo rendimiento puede aumentar la probabilidad de conductas delictivas
(Fernández 2015, 29).

La violencia constituye un desafío social que incide directamente en el adecuado


progreso de los alumnos. El propósito de esta revisión sistemática es analizar el
impacto de la violencia en el desempeño académico en niveles de educación
primaria y secundaria. Se llevaron a cabo dos búsquedas bibliográficas: una
centrada en estudiantes de primaria y otra en estudiantes de secundaria. Se
consultaron las bases de datos de Web of Science y Scopus, recopilando un total
de 20 estudios en conjunto. Los resultados resaltan que todos los jóvenes que
enfrentan o son testigos de episodios violentos experimentan repercusiones
negativas en su rendimiento académico, evidenciándose calificaciones inferiores
en comparación con aquellos que no se ven expuestos a la violencia. Esto suscita
una reflexión acerca de la imperiosa necesidad de abordar este problema con
recursos educativos adecuados para mitigar tanto la violencia en sí como sus
secuelas en la vida de los jóvenes.(María del Mar Molero Jurado,2023.)

Dado que la violencia es un tema que trae mucha polémica, visto como un
problema sociocultural, podemos ver que todos estamos inmersos en el mundo de
la violencia, debido a que se encuentra en nuestras calles, colonias, ciudades,
países y en el mundo entero. La preocupación por el desarrollo y el aprendizaje en
los niños se ha incrementado, especialmente en las escuelas; la mayoría de las
veces, el principal foco de alarma se encuentra en los hogares.

Es un tema amplio que abarca un gran campo para la investigación. En este caso
nos detendremos un poco en observar ¿cómo afecta la violencia en el aprendizaje
de los niños? Principalmente en los escolarizados y en su desempeño académico.
Es la sociedad que los espera, el mundo que los adultos estamos dejando para
ellos.

La palabra violencia no es fácil de definir, existen diversas posturas entre los


autores:
Para H. L. Niburg, la violencia consiste en una acción directa o indirecta, destinada
a limitar, herir o destruir a las personas o a los bienes (1996).
La preocupación por el desarrollo y el aprendizaje en los niños se ha incrementado
especialmente en las escuelas a las que acuden diariamente; el bajo rendimiento
en los niños es notorio, alarmante y manifestado por conductas anormales.

La violencia infantil crece constantemente de manera silenciosa, ciertamente los


casos han aumentado en nuestro país, las víctimas son cada vez más pequeñas.
Sin duda es una población vulnerable. Dentro de las cifras registradas por
violencia, se ha detectado un alarmante aumento en maltrato psicológico, acoso
escolar o maltrato físico, lo más sorprendente es que más del 60% de los casos se
producen en el entorno familiar de los pequeños.

Diferentes estudios informan que los episodios de agresión y/o violencia en las
escuelas producen en los niños daños físicos y emocionales, estrés,
desmotivación, ausentismo, e incluso efectos negativos en el rendimiento escolar
por estrés postraumático en los afectados” (Gumpel y Meadan 2000; Verlinde et
al., 2000; Henao, 2005; Smith y Thomas, 2000).
Muchas de las veces las conductas agresivas o violentas entre los niños pueden
pasar desapercibidas por los profesores o tutores, considerándolas propias de su
edad, principalmente cuando existe el problema del pacto de silencio entre agresor
y la víctima (amenazas). Este acontecimiento es torturante para el niño que es
violentado; las conductas agresivas y torturantes alteran el ambiente escolar,
repercutiendo de manera negativa en su aprendizaje.
La agresión y violencia son conflictos no resueltos, no tanto entre compañeros,
más bien son problemas que los niños vivencian desde su propio hogar y que se
hacen manifiestos en las aulas de clases entre compañeros.
Para Oteros (2006), “la conducta agresiva es socialmente inaceptable ya que
puede llevar a dañar física o psicológica a otra persona, la agresividad en la etapa
escolar puede aplicarse a acciones agresivas, bajos estados de ánimo”, etcétera.
Pintus (2005) conceptualiza la violencia escolar como una manifestación que se
da en el espacio de las relaciones humanas en el contexto de las instituciones
educativas.
Algunos estudios revelan características personales de los niños, como, por
ejemplo, los niños menores de siete años de edad obedecen más a los adultos, no
suelen cuestionar las reglas, a partir de los once años desarrollan el razonamiento
moral, son capaces de cuestionar, las reglas se modifican y las aplican en para su
propio beneficio. Desgraciadamente los adultos han confundido la interacción
agresiva con juegos propios de su edad, por lo que no se ha dado la debida
atención; los efectos de la violencia familiar sobre el niño se pueden expresar en
distintos ámbitos, a corto o a largo plazo, y estas consecuencias pueden ser
acumulativas para el niño.

Es impactante ver que la violencia se va normalizando, y cada vez se le da menos


importancia a las conductas provocativas en los niños, ya que les son atribuidas y
justificadas por su edad; sin embargo, en el área educativa nos damos cuenta que
los niños piden ayuda urgentemente a través de sus actitudes y rebeldías, y por
qué no decir, en el propio juego, no podemos quedarnos tranquilos ante conductas
desafiantes y permanecer de brazos cruzado, mientras nuestros niños pasan de
ser víctimas a victimarios, desquitando su enojo y frustración dentro del campo
escolar entre sus compañeros. Ninguna actitud de violencia contra los niños es
justificada, y todo tipo de violencia puede ser prevenida, debemos poner más
atención en nuestra sociedad y educar con amor, ya que los niños son el futuro de
nuestra sociedad y la esperanza está puesta en ellos. No podemos ser ajenos y
huir de la realidad, las instituciones necesitan estar más atentas y tornarse un
lugar seguro, en el cual se fomenten los valores del respeto, la dignidad,
tolerancia, promover la paz, entre otros. Ya que las escuelas desempeñan un rol
en la transformación de la sociedad, y se centra de manera individual en cada
niño, brindando confianza en sí mismo, se debe tener cuidado en el desarrollo
emocional e integral de cada uno, así como de las familias .( María Alicia Zavala

García,2020.)
6. Conclusiones

El análisis de las perspectivas educativas y psicosociales proporciona una


comprensión integral de los factores que influyen en las conductas delictivas en la
Escuela Secundaria No. 129 Justo Sierra. La implementación de estrategias
integrales y multidisciplinarias es esencial para abordar estas problemáticas y
mejorar el clima escolar y el rendimiento académico.

Referencias

Fernández, Juan. 2015. La relación entre rendimiento académico y conductas


delictivas. Madrid: Editorial Académica.

García, Ana. 2016. "Programas de prevención y su impacto en la conducta


juvenil." Revista de Psicología Educativa 25, no. 2: 39-52.

González, Marta. 2018. El clima escolar y su influencia en la conducta estudiantil.


Barcelona: Ediciones Educativas.

López, María. 2020. "Dinámicas familiares y su relación con la delincuencia


juvenil." Estudios Psicosociales 18, no. 1: 85-98.

Martha Fabiola García Alvarez , Pedro Piedrahíta Bustamante 2022.Enfoques


multidisciplinarios de la criminalidadviolencias estructurales.

Gobierno de Aragón. Departamento de Educación, Cultura y


Deporte.2011.Trastorno de la conducta.

Juan Carlos De Soroa González-Cavada,2015. Programas de educación


emocional.

Eduardo Fernández Rodríguez ,2012. Educación emocional y habilidades


sociales.
María del Mar Molero Jurado,2023. Relación de la violencia en el rendimiento
académico.

María Alicia Zavala García,2020. Cómo afecta la violencia en el


aprendizaje de los niños.

Martínez, Carlos. 2017. Factores socioeconómicos y conducta delictiva en


adolescentes. Valencia: Universidad de Valencia.

Pérez, Laura. 2021. "Enfoques multidisciplinarios en la prevención de la


delincuencia juvenil." Psicología y Educación 30, no. 3: 65-78.

Rodríguez, Pablo. 2019. Metodologías educativas y comportamiento delictivo.


Sevilla: Editorial Pedagógica.

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