ACTIVIDAD 11. ESCRIBE UN ENSAYO ACADÉMICO

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universidad veracruzana

FACULTAD
LECTURA DE PEDAGOGIA
Y ESCRITURA DE TEXTOS ACADEMICOS
ACTIVIDAD 11. ESCRIBE UN ENSAYO ACADÉMICO

CATEDRATICO: YAMIRKA ARISBE AVALOS


GONZALEZ
EQUIPO:
BEATRIZ ALEJANDRA ARROYO RICAÑO
MARIA DE JESUS CRUZ MORALES
FLORENCIO MORALES SAN MARTIN
ANGEL LORENZO PEREZ
El Racismo como Problema Social
Es un fenómeno social profundamente arraigado en las sociedades de todo el
mundo. Es una forma de discriminación basada en la creencia de la superioridad
de una raza sobre otras, lo que lleva a la marginación, exclusión y opresión de
ciertos grupos étnicos. A pesar de los avances hacia la igualdad y los derechos
humanos, el racismo sigue siendo una realidad que afecta negativamente a
millones de personas, perpetuando desigualdades y tensiones sociales. Este
ensayo abordará las raíces históricas del racismo, sus manifestaciones
contemporáneas y las estrategias necesarias para combatirlo.
Afecta las sociedades en múltiples niveles lo que genera divisiones entre grupos,
creando una sociedad fragmentada en la que ciertos sectores son marginados y
excluidos. Estas divisiones dificultan la cohesión social, impidiendo que las
comunidades trabajen juntas para resolver problemas comunes.
El acceso a recursos, educación y empleo a menudo está condicionado por la
raza. En muchas partes del mundo, las personas racializadas enfrentan barreras
significativas para acceder a oportunidades que les permitan mejorar su calidad de
vida. En América Latina, por ejemplo, las comunidades indígenas y
afrodescendientes tienen tasas más altas de pobreza y menores niveles de
acceso a la educación en comparación con otros grupos.
El racismo perpetúa la idea de que ciertos grupos son menos merecedores de
derechos, lo que justifica actos de violencia y discriminación. Desde abusos
policiales hasta la falta de representación política, estas formas de exclusión
refuerzan un ciclo de opresión y desigualdad.
Tiene raíces en la historia de la humanidad. Desde las conquistas y colonizaciones
de Europa en los siglos XV y XVI, las ideas de superioridad racial fueron utilizadas
para justificar la esclavitud y la explotación de pueblos indígenas y africanos.
Estas estructuras coloniales no solo se basaron en la fuerza física, sino también
en la construcción de narrativas ideológicas que posicionaron a los colonizadores
como civilizados y a los pueblos sometidos como inferiores.
En el siglo XXI, el racismo se manifiesta de formas tanto visibles como sutiles.
Aunque las leyes contra la discriminación han progresado en muchas partes del
mundo, el racismo estructural sigue siendo un problema significativo. Este tipo de
racismo se refiere a cómo las instituciones y sistemas perpetúan desigualdades
basadas en la raza, afectando el acceso a la educación, la salud, el empleo y la
justicia.
En la actualidad, se manifiesta de diversas formas, desde actos de discriminación
explícita hasta prejuicios más sutiles. El racismo sistémico, por ejemplo, se refleja
en las políticas públicas y en las instituciones que perpetúan la desigualdad. Un
claro ejemplo es la sobrerrepresentación de personas de comunidades
minoritarias en los sistemas penitenciarios de muchos países, por otro lado, el
racismo cotidiano se manifiesta en actitudes y comportamientos individuales,
como los estereotipos o las microagresiones. Estas formas de discriminación,
aunque menos evidentes, tienen un impacto significativo en la autoestima, la salud
mental y las oportunidades de las personas afectadas. Además, el racismo se ha
intensificado en el espacio digital, donde los discursos de odio proliferan con
facilidad en redes sociales y plataformas en línea.
No solo afecta a las víctimas directas, sino también a la cohesión social y al
desarrollo de las comunidades. La discriminación racial perpetúa la pobreza, la
exclusión y el resentimiento, lo que puede derivar en tensiones sociales y
conflictos interétnicos. Además, el racismo contribuye a una percepción limitada de
la humanidad, impidiendo la creación de sociedades verdaderamente inclusivas y
equitativas.
El comercio transatlántico de esclavos es un ejemplo claro de cómo el racismo se
institucionalizó en sistemas económicos y sociales. Millones de africanos fueron
forzados a vivir como esclavos, siendo despojados de su identidad cultural y
tratados como mercancías. Estas prácticas racistas dejaron cicatrices profundas
en las sociedades modernas, consolidando desigualdades que persisten hasta el
día de hoy.
Por ejemplo, en los Estados Unidos, los afroamericanos enfrentan tasas
desproporcionadamente altas de encarcelamiento, pobreza y mortalidad materna.
Este fenómeno no es exclusivo de Estados Unidos; en América Latina, las
comunidades indígenas y afrodescendientes también experimentan altos niveles
de exclusión y pobreza. Estos problemas no son meramente económicos, sino que
reflejan la persistencia de prejuicios raciales en las políticas y actitudes sociales.
Además del racismo estructural, el racismo cotidiano sigue siendo una experiencia
común para muchas personas. Las microagresiones, comentarios o acciones
aparentemente inofensivas pero cargadas de prejuicio, son una forma frecuente
de racismo. Estas interacciones refuerzan estereotipos y contribuyen a la
deshumanización de los grupos racializados.
Un ejemplo típico es asumir que una persona no es competente debido al color de
su piel o cuestionar su lugar en un espacio determinado. Aunque estas acciones
pueden parecer menores, tienen un impacto acumulativo significativo en la
autoestima y el bienestar de quienes las sufren.
Los medios de comunicación desempeñan un papel crucial en la perpetuación o
desmantelamiento del racismo. Históricamente, los medios han reforzado
estereotipos raciales al representar a ciertos grupos como peligrosos, incultos o
inferiores. Estas representaciones no solo moldean las percepciones públicas,
sino que también justifican políticas discriminatorias.
Sin embargo, los medios también tienen el potencial de ser herramientas de
cambio. En los últimos años, hemos visto un aumento en las narrativas que
celebran la diversidad y exponen las injusticias raciales. Movimientos como Black
Lives Matter han utilizado plataformas digitales para amplificar voces marginadas y
movilizar a millones de personas en todo el mundo.
El racismo no solo afecta a las personas directamente discriminadas, sino que
también debilita a la sociedad en su conjunto. Las sociedades que toleran el
racismo suelen experimentar divisiones profundas, tensiones sociales y conflictos.
Además, la exclusión de ciertos grupos limita el potencial colectivo,
desperdiciando talentos y recursos humanos.
Desde una perspectiva económica, la discriminación racial también perpetúa la
desigualdad y reduce la cohesión social. Por ejemplo, los estudios han
demostrado que las empresas que promueven la diversidad tienden a ser más
innovadoras y exitosas. Por lo tanto, abordar el racismo no solo es una cuestión
moral, sino también un imperativo práctico.
Tiene un impacto profundo en la salud mental de quienes lo experimentan. La
discriminación constante genera estrés crónico, que está vinculado a problemas
de salud mental como la ansiedad, la depresión y el trastorno de estrés
postraumático. Además, las microagresiones diarias, aunque pequeñas en
apariencia, tienen un efecto acumulativo devastador en la autoestima y el
bienestar emocional de las personas.
Las comunidades racializadas también enfrentan barreras para acceder a
servicios de salud adecuados. Esto no solo se traduce en un deterioro de su
bienestar físico y mental, sino que perpetúa un ciclo de exclusión que afecta a
generaciones enteras.
Para erradicar el racismo, es fundamental abordar tanto las actitudes individuales
como las estructuras institucionales. A nivel personal, la educación y la
sensibilización son herramientas clave. Esto implica no solo enseñar historia y
cultura en las escuelas, sino también fomentar la empatía y la comprensión
intercultural ya que la educación es una herramienta clave para erradicar el
racismo. Incluir la historia y las contribuciones de los grupos racializados en los
currículos escolares ayuda a romper estereotipos y a fomentar el respeto por la
diversidad.
Es esencial implementar políticas que reduzcan las brechas raciales en el acceso
a la educación, la salud y el empleo. Esto incluye programas de acción afirmativa y
reformas que garanticen la igualdad de oportunidades.
También es necesario implementar políticas inclusivas que promuevan la igualdad
de oportunidades. Esto incluye programas de acción afirmativa, reformas en el
sistema de justicia penal y medidas para garantizar el acceso equitativo a servicios
básicos como la salud y la educación.
Además, la lucha contra el racismo requiere un esfuerzo colectivo. Las
comunidades deben unirse para desafiar los prejuicios y crear espacios seguros
para el diálogo y la reflexión. Esto implica reconocer los privilegios raciales y
utilizar ese reconocimiento para promover cambios positivos.
La legislación desempeña un papel crucial en la lucha contra el racismo.
Instrumentos como la Declaración Universal de los Derechos Humanos y la
Convención Internacional sobre la Eliminación de Todas las Formas de
Discriminación Racial establecen estándares globales para combatir el racismo.
Sin embargo, la implementación efectiva de estas leyes depende del compromiso
de los gobiernos y la sociedad civil.
Los organismos internacionales también tienen la responsabilidad de monitorear y
denunciar violaciones a los derechos humanos relacionados con el racismo. A
través de la cooperación global, se pueden compartir buenas prácticas y recursos
para abordar este problema de manera más efectiva.
En conclusión, el racismo es un problema social complejo que requiere un enfoque
multidimensional para su solución. Aunque sus raíces históricas son profundas y
sus manifestaciones contemporáneas son diversas, es posible avanzar hacia una
sociedad más justa e inclusiva. Esto requiere el compromiso de individuos,
instituciones y gobiernos, así como una voluntad colectiva para enfrentar y
desmantelar las estructuras de opresión.
Al final, la lucha contra el racismo no solo beneficia a las comunidades
directamente afectadas, sino que también fortalece a la humanidad en su
conjunto, promoviendo la igualdad, la justicia y la dignidad para todos, afecta a
individuos, comunidades y sociedades en su conjunto. Su impacto se refleja en
desigualdades económicas, educativas y de salud, así como en la fragmentación
social y la exclusión.
Sin embargo, es posible combatir el racismo mediante la educación, la
implementación de políticas inclusivas y la promoción de valores como la empatía
y el respeto. El reto es grande, pero la construcción de una sociedad más
equitativa e inclusiva no solo beneficia a los grupos directamente afectados, sino
que fortalece a la humanidad en su conjunto.
En última instancia, la lucha contra el racismo es una lucha por la dignidad y la
igualdad, principios fundamentales que deben guiar cualquier sociedad que aspire
a la justicia y la paz
REFERENCIAS:
https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/blog/historia/articulo/que-es-el-
racismo-tipos-y-significados/#:~:text=El%20racismo%20y%20la%20discriminaci
%C3%B3n,pr%C3%A1cticas%20discriminatorias%20o%20persecuciones
%20sociales.

https://ciencia.unam.mx/leer/441/
racismo_causa_de_sufrimiento_de_millones_de_personas

https://www.copred.cdmx.gob.mx/agenda-internacional/racismo

https://www.unicef.org/mexico/comunicados-prensa/unicef-el-racismo-y-la-
discriminaci%C3%B3n-contra-la-ni%C3%B1ez-y-adolescencia-persisten-y
Quijano, Aníbal. Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina. CLACSO,
2000.
Coates, Ta-Nehisi. Entre el mundo y yo. Seix Barral, 2016.

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