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Escuela Diaconal Toribio Maya Sarmiento

II Parte – La Santidad

Presentado por Luis Fernando Fajardo Otero


Gracia, virtudes
y dones

Fuente Imágenes: Internet.


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La Gracia en la Biblia
En el Nuevo Testamento significa favor divino, benevolencia
Jaris Gratia
gratuita y misericordiosa de Dios hacia los hombres, que se nos ha
(griega) (latin)
manifestado y comunicado en Jesucristo.

 La sagrada Escritura es la revelación del amor de Dios a los hombres:


• Amor que se expresa en fidelidad, misericordia, promesa generosa (Sal 76,9-10).

 La gracia es un estado de vida, vida nueva y sobre natural

Recibida de Dios como don: el Nos libra del pecado y nos da la Energía divina (ilumina y mueve
Padre nos ha hecho «gratos en filiación divina. – hombre). Por ella podemos
su Amado» (Ef 1,5-6). (Rm 5,1-2). negar el pecado del mundo y
vivir santamente. (Tit 2,11-13).

Por ella Cristo nos asiste, En la gracia, nuestra debilidad Es también una energía estable
comunicándonos se hace fuerza que potencia para ciertas
sobreabundantemente su (2 Cor 12,9-10). misiones y ministerios (Rm 1,5).
Espíritu (Rm 5,20).
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La Gracia Santificante
La gracia es una cualidad sobrenatural inherente a nuestra alma que, en Cristo y por la
comunicación del Espíritu Santo, nos da una participación física y formal, aunque análoga y
accidental, de la misma naturaleza de Dios.

Algunos aspectos de este gran misterio

 La gracia increada es Dios mismo en cuanto que se nos autocomunica por amor, y habita
en nosotros como en un templo.

 La gracia creada: es un don creado, físico, permanente, que Dios nos concede, y que
sobrenaturaliza nuestra naturaleza humana.

La gracia increada, Dios en nosotros, es Sin la gracia creada, la inhabitación es


la fuente única de la gracia creada. imposible.

Expresa la liturgia: «Señor, tú que te complaces en habitar en los limpios y


sinceros de corazón, concédenos vivir de tal modo la vida de la gracia que
merezcamos tenerte siempre con nosotros»
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La Gracia Santificante
 La gracia es vida en Cristo
Tenemos acceso a la vida de la gracia si nos unimos a Cristo y permanecemos en él.
(1 Cor 12,12s) “Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para conocer las gracias que
Dios nos ha otorgado, de las cuales también hablamos, no con palabras aprendidas de sabiduría humana, sino aprendidas del
Espíritu, expresando realidades espirituales”.

Cristo, en cuanto hombre, está «lleno de gracia y de verdad; y de su plenitud recibimos


todos»
(Jn 1,14.16) “Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del
Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia”.

Santo Tomás enseña, la grandeza infinita de la sagrada humanidad de Jesucristo:

«Toda la humanidad de Cristo, tanto su alma como su cuerpo, influye en los hombres, en sus
almas y en sus cuerpos: principalmente en sus almas y secundariamente en sus cuerpos»
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La Gracia Santificante
 La gracia es un don creado, por el que Dios sana y eleva al hombre a una vida sobrenatural
Es gracia sanante, que cura al hombre del pecado, y elevante, que implica un cambio
cualitativo y ascendente, un paso de la vida meramente natural a la sobrenatural. Implica,
un cambio no sólo en el obrar, sino antes y también en el ser.

 La gracia santificante es inherente al alma


Renueva interiormente al hombre, destruyendo en él realmente el mal del pecado.
Dios no se ha limitado en Cristo a dar al hombre una capacidad de realizar actos semejantes
a los propios de la vida divina, sino que le ha comunicado su mismo Espíritu, le ha dado vida
divina, capacidad real de actos sobrenaturales, para introducirle realmente en su amistad.
Hay que creer, por tanto, de verdad que Dios por la gracia de Cristo ha hecho una «criatura
nueva» (2 Cor 5,17), ha recreado «hombres nuevos» (Col 3,10; Ef 2,15), «celestiales» (1 Cor 15,47),
que son los cristianos.

(2 Cor 5,17) “Por tanto, el que está en Cristo, es una nueva creación; pasó lo viejo, todo es nuevo”.
(Col 3,10) “y revestíos del hombre nuevo, que se va renovando hasta alcanzar un conocimiento perfecto, según la imagen de su
Creador”.
(1 Cor 15,47) “El primer hombre, salido de la tierra, es terreno; el segundo, viene del cielo”.
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La Gracia Santificante
 La gracia nos hace hijos de Dios
«Ved qué amor nos ha mostrado el Padre, que seamos llamados hijos de Dios, y lo seamos»
(1 Jn 3,1). El Padre, por Cristo, nos comunica el Espíritu Santo, que nos hace hijos en el Hijo. De
este modo nos es dado realmente volver a nacer, nacer de Dios, participar de la naturaleza
divina.

 La gracia nos hace capaces de mérito.


Actos meritorios, saludables o salvíficos, son aquellos que el hombre realiza bajo el influjo de
la gracia de Dios, y que por eso mismo son gratos a Dios.
Los actos buenos del pecador son imperfectamente salvíficos, y le disponen a recibir la
gracia santificante.
Los actos hechos por el hombre que está en gracia de Dios, merecen premio de vida eterna.
El hombre, hecho consorte de la naturaleza divina, es adoptado como hijo de Dios, al cual
se debe la herencia por el mismo derecho nacido de la adopción.

(Rm 8,17) “Y, si hijos, también herederos: herederos de Dios y coherederos de Cristo, ya que sufrimos con él, para ser también con él
glorificados.”.
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Gracia, Virtudes y Dones


La fe de la Iglesia nos enseña que la persona humana resulta de la unión sustancial de alma y
cuerpo.

El alma no es inmediatamente operativa; para obrar necesita las


potencias – razón y voluntad –

«Me parece que el alma es diferente cosa de las potencias, y que


no es todo una cosa; hay tantas y tan delicadas en lo interior, que
sería atrevimiento ponerme yo a declararlas»
Santa Teresa

«La gracia, en sí considerada, perfecciona la esencia del alma,


participándole cierta semejanza con el ser de Dios. Y así como de
la esencia del alma fluyen sus potencias, así de la gracia fluyen a
las potencias del alma ciertas perfecciones que llamamos
virtudes y dones, y así las potencias se perfeccionan en orden a
sus actos»
Santo Tomas
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Virtudes
 Las virtudes sobrenaturales son hábitos operativos infundidos por la gracia de Dios en las
potencias del alma
Las dispone a obrar según la razón iluminada por la fe y según la voluntad fortalecida por la
caridad.
Son como músculos espirituales, que Dios pone en el hombre, para que éste pueda realizar
los actos propios de la vida sobrenatural al «modo humano».

 Las virtudes sobrenaturales, infusas, se distinguen por su esencia de las virtudes naturales.
Pueden ser adquiridas por ejercicios meramente naturales, las sobrenaturales son infundidas
por Dios.
La regla de las virtudes naturales es la razón natural, la conformidad con el fin natural, las
sobrenaturales se rigen por la fe, y su norma es la conformidad con el fin sobrenatural.
Las virtudes naturales no dan la potencia para obrar, sino la facilidad; las sobrenaturales dan
la potencia para obrar, y normalmente la facilidad.
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Virtudes Teologales
Las virtudes teologales –fe, esperanza y caridad– son potencias operativas por las que el
hombre se ordena inmediatamente a Dios como a su fin último sobrenatural.

 Dios es en ellas objeto, causa, motivo, fin.


 La fe radica en el entendimiento,

 La esperanza y la caridad tienen su base natural en la voluntad


 Ellas son el fundamento constante y el vigor de la vida cristiana sobrenatural.

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La Fe
La fe cree, y creer es «acto del entendimiento, que asiente a las verdades divinas bajo el
impulso de la voluntad, movida por la gracia de Dios» .
Santo Tomas

El acto de la fe no es posible sin la gracia, y sin que la voluntad impere sobre el entendimiento
para que crea.
(Rm 10,10) “Con el Corazón se cree para alcanzar la justicia”.

 El cristiano es ante todo un creyente: «El justo vive de la fe» (Gál 3,11).
 La vida cristiana tiene su principio en la fe. «Sin fe es imposible agradar a Dios» (Heb 11,5-6).
 La fe es «columna y fundamento de la verdad» (1 Tim 3,15).
 La fe da fuerza para vencer al mundo. Ella es roca firmísima sobre la que el hombre ha de
edificar su casa, y no tiembla con ninguna duda.

 «Los que han recibido la fe bajo el magisterio de la Iglesia no pueden jamás tener causa
justa para cambiar o poner en duda esa misma fe» (Dz 3014).
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La Esperanza
Infundida por Dios en la voluntad, por la que confiamos con plena certeza alcanzar la vida
eterna y los medios necesarios para llegar a ella, apoyados en el auxilio omnipotente de Dios.

Pone en el hombre un deseo confiado, incesante, ardoroso, estimulado por la misma caridad;
no un deseo amargo, temeroso, desesperado, sino confiado en las promesas de Cristo, en el
amor misericordioso del Padre, en la omnipotencia benéfica del Espíritu Santo

 Nace de la fe; por eso sin fe no puede haber esperanza.


 La esperanza cristiana es sobrenatural por su objeto –Dios, la bienaventuranza, la santidad–,
por sus motivos –Cristo, sus promesas–, por sus medios de perseverancia y crecimiento –la
gracia, la oración–.

 La esperanza nos libra de la fascinación de las criaturas visibles, y nos levanta el corazón a
los bienes invisibles, que no son transitorios, sino eternos.

 Sin la esperanza la vida cristiana pierde todo vigor, más aún, se hace absurda.
 Un vida cristiana comprensible a los ojos de la naturaleza es sospechosa, es falsa, traiciona la
esperanza teologal.
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La Esperanza
 Los cristianos estamos en este mundo como «forasteros y peregrinos».
(1 Pe 2,11) “Queridos, os exhorto a que, como extranjeros y forasteros, os abstengáis de las apetencias carnales que combaten
contra el alma”.

 Nuestra vida debe ser tal que sólo halle explicación en la esperanza de la vida eterna.
 La esperanza cristiana es audaz, se atreve a todo, transciende ampliamente los bienes de
este mundo y se lanza hacia el otro; es cierta, inalterable, sabe «esperar contra toda
esperanza»; es paciente, y todo lo supera; es gozosa, alegra la vida.

 Hay en el mundo hombres que «carecen de esperanza», que están «desconectados de


Cristo, ajenos a la sociedad, extraños a la alianza de la promesa, sin esperanza y sin Dios en
el mundo». En medio de ellos, los cristianos somos los hombres de la esperanza: hemos sido
convocados a «una sola esperanza» y vivimos «aguardando la bienaventurada esperanza y
la manifestación de la gloria del gran Dios y Salvador nuestro, Jesucristo».

 Nuestra esperanza es Jesús. Vivimos en «Cristo Jesús, nuestra esperanza».


(1 Tim 1,1) “Pablo, apóstol de Cristo Jesús, por mandato de Dios nuestro Salvador y de Cristo Jesús nuestra esperanza”.
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La Caridad
Infundida por Dios en la voluntad, por la cual amamos a Dios con todo el corazón y al prójimo
como a nosotros mismos.

(Mt 22,37-39) “El le dijo: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el mayor y el
primer mandamiento. El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.

 Así como por la fe participamos de la sabiduría divina, por la caridad participamos de la


fuerza y calidad del mismo amor de Dios.

(Rm 5,5) “Y la esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha
sido dado”.

 Entre las virtudes teologales «ella es la más excelente».

(1 Cor 13,13) “Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad, estas tres. Pero la mayor de todas ellas es la caridad”.
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Virtudes Morales
Las virtudes morales sobrenaturales son hábitos operativos infundidos por Dios en las potencias
del hombre para que todos los actos cuyo objeto no es Dios mismo, se vean iluminados por la
fe y movidos por la caridad, de modo que se ordenen siempre a Dios.

Estas virtudes, no tienen por objeto inmediato al mismo Dios (fin), sino al bien honesto (medio),
que conduce a Dios y de él procede, pero que es distinto de Dios.

La tradición judía y cristiana, como la filosofía natural de ciertos autores paganos, ha señalado
como principales cuatro virtudes cardinales.

La templanza La prudencia La justicia La fortaleza

 Son las virtudes más provechas para los hombres en la vida.


(Sab 8,7) “¿Amas la justicia? El fruto de sus esfuerzos son las virtudes, porque ella enseña la templanza y la prudencia, la justicia
y la fortaleza, y nada es más útil que esto para los hombres en la vida”.

 Estas cuatro virtudes regulan el ejercicio de todas las demás virtudes.


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Virtudes Morales
Cuatro potencias hay en el hombre que al revestirse del hábito bueno de estas cuatro virtudes,
quedan libres de las cuatro enfermedades que a causa del pecado sufren:

 La prudencia rige la actividad de la razón, asegurándola en la verdad y librándola del error y


de la ignorancia culpable.

 La justicia fortalece la voluntad en el bien, venciendo así toda malicia.


 La fortaleza asiste a la sensualidad irascible (apetito que pretende valientemente el bien
sensible arduo y difícil), protegiéndola de la debilidad nociva.

 La templanza regula la sensualidad concupiscible, liberándola de los excesos o defectos de


una inclinación sensible desordenada.
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La Prudencia
Virtud que Dios infunde en el entendimiento práctico para que, a la luz de la fe, discierna y
mande en cada caso concreto qué debe hacerse u omitirse en orden al fin último sobrenatural.

 Ella decide los medios mejores para un fin.


 Es la más preciosa de todas las virtudes morales, ya que debe guiar el ejercicio de todas
ellas, e incluso la actividad concreta de las virtudes teologales.

 Cristo nos quiere «prudentes como serpientes y sencillos como palomas». (Mt 10,16)
 San Pablo: «Esto pido en mi oración, que vuestra caridad crezca en conocimiento y en toda
discreción, para que sepáis discernir lo mejor». (Flp 1,9-10)

 Los espirituales antiguos apreciaban mucho la diácrisis, que permite al asceta guiarse a sí
mismo y aconsejar bien a otros.

“El prudente, por el contrario, es el hombre que por ser humilde anda en la verdad: estudia o consulta lo que ignora, aprende con la
experiencia, actúa con oportunidad y circunspección. Tiene sabiduría”.
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La Justicia
Virtud sobrenatural por la que Dios infunde a la voluntad, la inclinación constante y firme de dar
a cada uno lo que en derecho es suyo.
Santo Tomas

 Después de la prudencia, es la más excelente de las virtudes cardinales.


 Tiene un objeto más noble y necesario, y también más amplio, pues comprende el campo
entero de las relaciones del hombre con Dios y con los hombres.

 El cristiano por la justicia hace el bien (debido a Dios y al prójimo) y evita el mal (que ofende
a Dios o perjudica al hermano).

 Se distinguen tres especies:

Conmutativa Distributiva Legal

“Regula los derechos y deberes “Reparte bienes y cargas, “Inclina al individuo a contribuir
de los ciudadanos entre sí, derechos y deberes entre los al bien común de la sociedad
dando o exigiendo a cada uno lo individuos”. como es debido”.
suyo”.
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La Fortaleza
Virtud infundida por Dios en el apetito irascible, vigorizándole para que no desista de procurar
el bien arduo, ni siquiera por los mayores peligros.

 Ataca y resiste, cohíbe los temores atacando y modera las audacias resistiendo.

 Asiste al apetito irascible en cuanto está sujeto a la voluntad, y asiste también a ésta por
redundancia.

 El acto máximo es el martirio, por el cual el cristiano confiesa a Cristo con cruz y con muerte.

 Inferior a la prudencia y justicia, es superior a la templanza, pues en el camino del bien es


más difícil superar peligros y sufrimientos que vencer atracciones placenteras.

 Es contraria a la cobardía y a la ambición, a la presunción y a la vanidad.

 Es potencia espiritual que da valor, decisión, aguante y constancia.


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La Templanza
Virtud sobrenatural infundida por Dios en el apetito concupiscible para moderar su inclinación
a los placeres.

 Refrena en el hombre la inclinación al placer sensitivo y sensual. Modera, pero no destruye


esa inclinación, la libra de la intemperancia desbordada, como de la insensibilidad excesiva.

 Su desarrollo es imprescindible, ya que el hombre no puede ejercitar sus virtudes más altas
en tanto sufre el lastre de una sensualidad desordenada.

 La purificación moderada del sentido es fase previa y necesaria para el vuelo del espíritu.

 Modera esa curiosidad ilimitada de noticias, conocimientos, experiencias, esa avidez de


impresiones, viajes, adquisiciones y gustos.
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La Templanza
 Otras virtudes derivadas:
Abstinencia y
Sobriedad
“Regulan en la fe el consumo de
comida y bebida”.
Clemencia Castidad

“Modera las reacciones de “Con la ayuda de la modestia y


crueldad y ferocidad”.. el pudor, ordena según Dios el
apetito genésico”.

Mansedumbre Humildad

“Da suavidad y paciencia al “Por respeto a Dios, cohíbe el


amor de la caridad, es una de las apetito desordenado de la
virtudes más altas”. propia excelencia”.

En Cristo se da en plenitud; los apóstoles Jesucristo, (muerte ignominiosa) supremo


exhortan a la mansedumbre, porque ella ejemplo, nos muestra por la resurrección el
configura al buen Jesús. premio: «El que se humilla será ensalzado».
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Dones del Espíritu Santo


Cristo, muerto y resucitado, da al hombre su luz y su fuerza por el Espíritu Santo El Padre
celestial, para hacernos «conformes con la imagen de su Hijo - ha enviado a nuestros
corazones el Espíritu de su Hijo», estableciéndonos en su gracia, obra por virtudes y dones.

 Son hábitos sobrenaturales infundidos por Dios en las potencias del alma
Para que la persona pueda recibir así con prontitud y facilidad las iluminaciones y mociones
del Espíritu Santo. Dice el Catecismo, «hacen a los fieles dóciles para obedecer con prontitud
a las inspiraciones divinas» .

 Los dones actúan desde el comienzo de la vida cristiana


Cuando el principiante resiste una tentación, realiza un acto de generosidad; en esa fase el
cristiano vive la vida sobrenatural en régimen habitual de virtudes, al modo humano.

 Sólo en la perfección los dones se ejercitan habitualmente


Es entonces cuando el Espíritu Santo domina plenamente sobre el cristiano, y le da la vida
sobrenatural al modo divino.

 La tradición reconoce siete dones del Espíritu


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Dones del Espíritu Santo


Para entender lo que favorece o
perjudica al proyecto de Dios

Sabiduría
Es la gracia de poder ver cada cosa
Nos mantiene en el debido respeto frente con los ojos de Dios. Nos ilumina para aceptar las verdades
a Dios y en la sumisión a su voluntad. reveladas por Dios

Temor de Dios Entendimiento


No consiste en tener miedo de Dios, es el Relacionado con la fe - Comprender las
abandono en la bondad de nuestro Padre enseñanzas de Jesús, el Evangelio y la Palabra.

Nos vuelve valientes para enfrentar las Nos ayuda a discernir los caminos y las
dificultades de la vida cristiana. Dones del opciones en nuestra vida.
Espíritu
Fortaleza Consejo
Santo
El don de fortaleza brilla, sobre todo, en la #1831 Nos conduce a dirigir nuestra mirada interior
vida de los mártires. hacia Jesús, como modelo de actuar

Nos permite estar abiertos a la voluntad Es el don de la ciencia de Dios, no de la


de Dios, actuando como Jesús. ciencia del mundo

Piedad Ciencia
Vínculo que da sentido a nuestra vida y Nos enseña a ver la belleza de la
nos mantiene firmes, en comunión con Él. creación de Dios.
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Diferencia entre
Dones Virtudes

 Son verdaderos hábitos.  Son hábitos sobrenaturales.


 Se ejercitan por la acción del Espíritu Santo.  Se rigen por la razón y la fe.
 Nos hacen participar de la vida sobrenatural  Nos hacen participar de la vida sobrenatural
de Cristo «al modo divino». de Cristo «al modo humano».
 En la actividad el alma se experimenta como  Ejercitándolas el alma se sabe «activa», se
«pasiva», tiene conciencia de que su acción conoce a sí misma como causa motora
–orar, trabajar, perdonar– tiene a Dios como principal de sus propios actos –orar, trabajar,
causa principal única, siendo el alma causa perdonar–, que puede prolongar, intensificar
instrumental de la misma. o suprimir.
 La oración, se verá elevada por el Espíritu a  La oración, es discursiva y laboriosa, con
formas quietas y contemplativas, sencilla, que mediación de muchas imágenes, conceptos
transcienden los modos del entendimiento. y palabras.
 La acción –por ejemplo, un perdón– ya no  La acción –por ejemplo, perdonar una
requiere tiempo, reflexión, apaciguamiento ofensa– es lenta e imperfecta, exige tiempo
gradual de las pasiones, sino que se de motivación en la fe, una acomodación
producirá simple, rápido y perfecto. gradual de emociones.
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Gracias Actuales
Son cualidades fluidas y transeúntes causadas por Dios en las potencias para que obren o
reciban algo en orden a la vida eterna.

La gracia santificante sana al hombre, lo La gracia actual es cierto auxilio


eleva a participar de la naturaleza divina, lo sobrenatural que asiste a ciertos actos del
introduce en la amistad filial con Dios. entendimiento o de la voluntad del hombre.

 La teología señala importantes distinciones entre las gracias actuales


La gracia cooperante activa las virtudes, la gracia operante es propia de los dones del
Espíritu Santo.

La gracia suficiente nos mueve a obrar, y sin ella no podríamos nada, pero podemos
resistirla; en cambio la gracia eficaz mueve de tal modo a la acción nuestras facultades que
infaliblemente se produce el acto querido por Dios.

Hay gracias internas, por las que Dios actúa en el alma o en la actividad de sus potencias, y
gracias externas, como libros, predicaciones, ejemplos, a través de las cuales influye Dios en
el hombre.
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El Crecimiento de la Vida en Cristo


 Crecer en gracia –y en virtudes y dones– es crecer en Cristo
Participar cada vez más plenamente de su Espíritu.
(Ef 4,12-13) “para el recto ordenamiento de los santos en orden a las funciones del ministerio, para edificación del Cuerpo de Cristo,
hasta que lleguemos todos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto, a la madurez
de la plenitud de Cristo”.

 Es preciso «crecer en la gracia» de nuestro Señor Jesucristo


Una vida espiritual fijada en una determinada fase de su desarrollo es una anomalía
morbosa. La gracia es vida, y exige crecimiento.
(1 Pe 2,2) “Como niños recién nacidos, desead la leche espiritual pura, a fin de que, por ella, crezcáis para la salvación”.

 «Es Dios quien da el crecimiento»


La vida de la gracia es gracia, y sólo Dios puede darla, sólo él puede ser causa eficiente de
su crecimiento (Santo Tomas). Todo crecimiento en gracia viene potenciado por la misma
gracia.
(1 Cor 15,10) “Mas, por la gracia de Dios, soy lo que soy; y la gracia de Dios no ha sido estéril en mí. Antes bien, he trabajado más
que todos ellos. Pero no yo, sino la gracia de Dios que está conmigo”.
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Crecimiento y Penitencia
Quitar el pecado es lo primero para crecer en la gracia de Dios.
Para crecer en la gracia, lo primero es quitar el pecado, en el hay culpa, pena eterna y pena
temporal. Logrado el perdón se quita la culpa, la pena eterna, pero queda la pena temporal;
las consecuencias de pecado, debilitamientos morales, malas inclinaciones, dolores, tristezas.
Para crecer en gracia es preciso librarse no sólo de las culpas, sino también de las
consecuencias del pecado que dificultan, a veces ese crecimiento deseado.

Crecimiento y Oración de Petición


La eficacia sobrenatural de la oración de petición puede ser considerada en tres aspectos.
 Valor meritorio: como obra buena; reclama la gracia en justicia.
 Satisfactorio: como obra penitencial; abre el alma a la gracia, quitando obstáculos
 Impetratorio: va mucho más allá que la satisfacción o que el mérito: ella no se dirige a la
justicia divina, se arroja simplemente en la infinita misericordia de Dios.
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Crecimiento y Obras Meritorias


 El mérito procede de actos libres realizados bajo la moción de la gracia de Dios (Sto. Tomas)
Si no fueran libres, no serían meritorios, y tampoco serían meritorios si sólo fueran acciones
naturales.

 Sólo es meritoria la obra impulsada por la caridad


El mérito de la vida eterna pertenece en primer lugar a la caridad, y a las otras virtudes
laboriosidad, paciencia, castidad, etc. secundariamente, en cuanto que sus actos son
dominados por la caridad.

 Las obras hechas con más amor son las más libres y meritorias
Lo que hacemos por amor lo hacemos con la máxima voluntariedad.

 El mérito de la obra no está en función de su penalidad, sino del grado de caridad


«Lo que más cuesta es lo que más mérito tiene» no es del todo exacto, pues precisamente
las obras hechas con más amor son las que menos cuestan, y las que más mérito tienen.
«Importa más para el mérito y la virtud lo bueno que lo difícil. No siempre lo más difícil es lo
más meritorio; es preciso que sea también lo mejor» (Sto. Tomas)
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El Crecimiento de las Virtudes


El crecimiento en las virtudes –que es crecimiento en Cristo– consiste en que el cristiano asume
en sí mismo cada vez más profundamente esos hábitos sobrenaturales, inherentes y operativos.

1. Las virtudes crecen por actos intensos, y no por actos remisos


Por eso las situaciones de prueba que la Providencia dispone no deben ser temidas, sino
agradecidas, y en cierto modo buscadas: las necesitamos para crecer en Cristo.
Hábito-costumbre, se adquiere por repetición de actos, se contrae sin claras motivaciones
conscientes, se pierde fácilmente cuando cambian las circunstancias, e incluso puede
restringir la libertad de la persona (necesito leer un rato antes de dormir).
Hábito-virtud, no se contrae sin empeño de la persona, o casi inadvertidamente, sino que
puede adquirirse por actos intensos, conscientes y voluntarios. Creciendo en la virtud, el
hombre es cada vez más libre, más dueño de sus actos.
Los actos intensos son personales y conscientemente motivados. Estos son los actos que
forman y acrecientan virtudes, y desarraigan vicios.
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El Crecimiento de las Virtudes

2. Un solo acto puede acrecentar una virtud, si es suficientemente intenso


Normalmente, la virtud se elabora en repetición de actos buenos, algunos son intensos. Pero
a veces un solo acto intenso puede vencer un vicio y desarraigarlo, formar una virtud o
acrecentarla notablemente.
La inmensa importancia que ciertas gracias actuales pueden tener en la vida espiritual de
un cristiano: un sacramento, un retiro, una lectura, un encuentro, una peregrinación... Y de
ahí la necesidad de pedir a Dios esas gracias que son capaces de arrancar bruscamente un
vicio, instaurando prontamente la virtud deseada.

3. Las virtudes crecen todas juntamente


Radicadas en la gracia, y formadas e imperadas por la caridad, cuando una crece por el
ejercicio más intenso de su acto propio, aumenta gracia y caridad, y a su vez este
crecimiento redunda necesariamente en aumento de los hábitos de virtudes y dones.
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El Crecimiento de las Virtudes


4. No se identifica el grado de una virtud como hábito y el grado de su capacidad de
ejercitarse en actos
Puede fortalecerse una virtud sin que necesariamente aumente la facilidad para ejercitarla
en actos. Un hombre acrecentó la virtud de la paciencia estando enfermo durante años en
un hospital, habrá fortalecido también el hábito de la prudencia, pero quizá, después de
tantos años, no tenga expedita esta virtud por falta de información y de experiencia.

«Uno que tiene un hábito encuentra dificultad en el obrar y, por consiguiente, no siente
deleite ni complacencia en ejercitarlo, a causa de algún impedimento de origen accidental
–el que posee un hábito de ciencia y padece dificultad en entender, por somnolencia o
alguna enfermedad–. (Santo Tomas).

Identificar sin más grado de virtud y grado de ejercicio en obras trae perturbaciones en la
vida espiritual, (discernimientos erróneos, exhortaciones vanas, correcciones inoportunas).
Ej. un hombre con gran espíritu de oración (virtud como hábito), que por lo que sea tiene
muy poca capacidad para ejercitarla en actos concretos (ratos largos de oración), puede,
«atormentar el alma a lo que no puede» (Santa Teresa).

«Hay muchas almas que piensan no tienen oración y tienen muy mucha, y otras que tienen
mucha y es poco más que nada» (San Juan de la Cruz).
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El Crecimiento de las Virtudes


5. Las virtudes infusas no pueden alcanzar la perfección sino en los dones del Espíritu Santo
«Por más que el principiante en mortificar en sí ejercite todas sus acciones y pasiones (al
modo humano), nunca del todo ni con mucho puede (llegar a la unión perfecta con Dios),
hasta que Dios lo hace en él (al modo divino), habiéndose él pasivamente». (San Juan de la
Cruz).

Por lo demás, esta doctrina va siendo tan comúnmente recibida, que la Iglesia la integra hoy
en su Catecismo. En él enseña, en efecto, que los dones del Espíritu Santo «completan y
llevan a su perfección las virtudes de quienes los reciben» (n.1831).

Crecimiento y Sacramentos
La fe de la Iglesia nos enseña que los sacramentos «contienen la gracia que significan» con sus
ritos sensibles, y «confieren la misma gracia a los que no ponen óbice».

La Iglesia, quiere que los fieles «en la recepción de los sacramentos, crezcan en la gracia».
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Crecimiento y Gracias Externas


A veces Dios da su gracia interior actuando directamente en el alma del hombre sin conexión
alguna con realidades externas.
Dios quiere conectar su gracia interna a ciertas gracias externas, como una predicación, la
lectura de un buen libro, una enfermedad, etc. Todo, en este sentido, puede ser gracia.
(Rm 8,28) “Por lo demás, sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman; de aquellos que han sido
llamados según su designio”.

Las gracias externas más ciertas y eficaces son los sacramentos, la predicación de la palabra
de Dios, y en general todas las cosas dispuestas en la vida de la Iglesia con una ordenación
más inmediata a la santificación, (catequesis, dirección espiritual, grupos de formación, etc.).

1. Nadie vea disminuida su posibilidades de santificación por la ausencia de gracias externas


Cuando tal carencia sea involuntaria. Si el Santo quiere santificarnos, ninguna carencia
circunstancial puede impedírselo, aunque falten personas, libros, ambientes o lo que sea.

2. Busquemos la gracia interna en aquellas gracias externas que Dios ha establecido


En su providencia ha puesto a nuestra mano. Esto, que es tan evidente, con frecuencia lo
ignoramos o no lo llevamos a sus últimas consecuencias.
La Santidad

Fuente Imágenes: Internet.


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La santidad en la Biblia
Sólo Dios es santo La sagrada Escritura afirma reiteradas veces que la santidad, esa condición
espiritual, majestuosa y eterna, es exclusiva de Dios, tiene los rasgos ontológicos propios de la
naturaleza divina. Dios es santo, sólo él es santo. (Lev 11,44; Is 6,3; 40,25; Sal 98)

 La santidad es sobrenatural, y por tanto sobrehumana


Excede no sólo la posibilidad humana de obrar, sino la misma posibilidad de su ser.

 Dios Santo puede santificar al hombre


Es su imagen, haciéndole participar por gracia de la vida divina. Y así lo confesamos en la
misa: «Santo eres, Señor, fuente de toda santidad»; tú, «con la fuerza del Espíritu Santo, das
vida y santificas todo»

 Jesús es el santo entre los hombres


Cristo es el que santifica a los hombres, por su pasión y resurrección, por su ascensión y por la
comunicación del Espíritu Santo.

(Jn 17,19) “Y por ellos me santifico a mí mismo, para que ellos también sean santificados en la verdad”.
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Elevación ontológica
La santificación instaurada por la fe en Cristo consiste primariamente en una elevación
ontológica los cristianos somos realmente «hombres nuevos», «nuevas criaturas», «hombres
celestiales», «nacidos de Dios», «nacidos de lo alto», «nacidos del Espíritu».

La santificación obrada por la gracia de Cristo no produce, pues, en el hombre un cambio


accidental, no es algo que afecte sólo al obrar, sino que es ante todo una transformación
ontológica, que afecta al mismo ser del hombre, a su naturaleza.

 El hombre el viejo el terrenal, el que fracasó por el pecado


Fue creado así al comienzo del mundo: «Formó Yavé Dios al hombre del polvo de la tierra, y
le inspiró en el rostro aliento de vida, y fue el hombre ser animado» (Gén 2,7).

 Y el hombre nuevo, el celestial, en la plenitud de los tiempos


fue formado así por Jesucristo, el segundo Adán: «Sopló sobre ellos y les dijo: Recibid el
Espíritu Santo» (Jn 20,22).
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Deificación
Jesucristo santifica al hombre deificándole verdaderamente por la comunicación del Espíritu
Santo y de su gracia. «Lo que nace de la carne es carne, pero lo que nace del Espíritu es
espíritu» (Jn 3,6).

Nosotros somos hijos de Dios porque en Cristo hemos renacido verdaderamente «del agua y
del Espíritu».

Sólo Dios puede deificar al hombre, sólo el Santo puede santificar.

«Es necesario que sólo Dios deifique, comunicando el consorcio en la naturaleza divina por
cierta participación de semejanza» (Santo Tomas).

Cristo «se hizo Hijo del hombre por nosotros, y nosotros somos hijos de Dios por él»

«El descendió para que nosotros ascendiéramos. Permaneciendo en su naturaleza, se hizo


participante de la nuestra, para que nosotros, permaneciendo en nuestra naturaleza, fuéramos
hechos participantes de la naturaleza suya». (San Agustín).
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Espiritualización
La santificación del hombre implica un dominio del alma sobre el cuerpo pero principalmente
consiste en el dominio del Espíritu Santo sobre el hombre, en alma y cuerpo. .
 Alma y Cuerpo
La razón y la fe conocen que hay en el hombre una dualidad entre alma y cuerpo (soma y
psykhé). El hombre es la unión substancial de dos coprincipios, uno espiritual y otro material.;
para designar este elemento (espiritual) la Iglesia emplea la palabra alma, consagrada por
el uso de la Sagrada Escritura y de la tradición.

 Espíritu y Carne
La más importante la dualidad que hay en el cristiano entre carne y espíritu (sarx y pneuma).
El cuerpo debe ser conducido por el alma. Pero la vocación cristiana lleva a una altura
mayor: a que el hombre entero, en alma y cuerpo, sea conducido por el Espíritu Santo.
El cristiano perfecto es hombre espiritual, ya que «el que se une al Señor se hace un solo
espíritu con él» (1 Cor 6,17).
Dios santifica al hombre para que supere sus límites de pecador, su condición de criatura. El
conflicto principal en la vida ascética, la docilidad del hombre al Espíritu divino. El hombre
carnal se niega a ser hombre espiritual. El hombre-humano se resiste a ser hombre-divino.
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Santidad Ontológica
 El cristiano es santo porque ha nacido de Dios, que es Santo.
El Padre, por la generación, comunica al hijo su propia vida, que es santa.
Los hijos de Dios son santos, caritativos, fuertes, porque Dios es santo, es caridad, es fuerte. Si
luego el cristiano vive «según el Espíritu, y no según la carne» vive según su ser; pero si vive
según la carne, es decir, «a lo humano» (1 Cor 3,3), se degrada y corrompe.

 Dios, fuente de vida, comunica en la creación (por naturaleza) diversos niveles de vida,
Vegetativa, animal, humana. La vida humana integra las otras, y lo hace en una síntesis
cualitativamente superior, caracterizada por la razón y el querer libre de la voluntad. Lo
humano perfecciona lo animal y vegetativo, no lo destruye.

 Dios, fuente de vida, comunica en la redención (por gracia) al hombre


Una nueva participación en la vida divina, caracterizada por un nuevo conocimiento, la fe, y
una nueva capacidad de amar, la caridad. Y esta vida ha de integrar los otros niveles de
vida, perfeccionándolos, elevándolos, sin destruirlos.
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Santidad Psicológica y Moral


 El hombre niño es racional, pero todavía no tiene uso de razón
La espontaneidad habitual del niño no es la que corresponde al ser humano, sino la que
procede del alma animal. Es hombre, es animal racional, y desde muy pequeño tiene la
capacidad de ser conducido por personas adultas hacia conductas propiamente humanas.
 El hombre adulto, por el contrario, vive movido habitualmente por el alma humana
Tiene uso de razón, piensa de modo racional, se mueve por libres decisiones. Su conducta
espontánea, sin necesidad de apremios normativos o de exhortaciones de otros adultos.
 El cristiano carnal, es aún niño en Cristo, vive a lo humano
Su espontaneidad no procede del Espíritu Santo, sino del alma humana. En estos comienzos
de la vida espiritual su alma funciona más como humana que como propiamente cristiana.
 El cristiano espiritual, adulto en Cristo, vive habitualmente movido por el Espíritu Santo
tiene uso de fe, y la caridad impulsa sus actos. Su conducta espontánea es ya cristiana,
procede de la gracia, de Dios que habita en él.

La santificación ontológica del cristiano ha de producir en él una progresiva santificación psicológica y moral. Esto es
crecer en la gracia, crecer en Cristo.
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Menosprecio de la santidad
Hay numerosos errores sobre la naturaleza verdadera de la santidad cristiana, y un
menosprecio generalizado hacia la misma. Cualquier cosa interesa más a los hombres.

 Ignorar la gracia santificante, la dimensión ontológica de la santidad cristiana.


La santidad sería la misma ética natural llevada por el hombre, con su fuerza e iniciativa, al
extremo. No se ve la santidad como cualidad sobrenatural exclusivamente divina, como don
que sólo Dios puede conferir al hombre por su gracia.

 La dramatización de los males presentes individuales o colectivos.


No es cosa de trivializar los males presentes, pues sería contrario a la caridad; pero hay sin
duda una forma de dramatizarlos que implica un verdadero menosprecio de la santidad y
de la vida eterna, es decir, de Dios mismo.

El pecado es la forma principal de despreciar la santidad. ¿En qué tiene la gracia de Dios el cristiano que peca?... Así dice
San León Magno: «¡Reconoce, cristiano, tu dignidad! y, hecho participante de la naturaleza divina, no quieras degradarte
con una conducta indigna y volver a la antigua vileza. ¡Recuerda quién es tu cabeza y de qué cuerpo eres miembro!» .
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Amor a la Santidad
 Daríamos por plenamente realizada la vida de un científico que, tras muchos años de
trabajo, lograra hacer de un mono, de uno solo, un hombre.

 Toda la vida de un sacerdote merece la pena con que un hombre se haga cristiano.

 Toda la vida de un padre de familia es una maravilla si da el fruto de un hijo cristiano.

 la vida de gracia de cualquier cristiano, aunque no diera fruto alguno en otros –cosa
imposible–, es una existencia indeciblemente valiosa, le vaya en este mundo como le vaya.

Santo Tomás enseña que «la obra de la justificación de un pecador, puesto que produce el bien eterno de la
participación divina, es mayor que la creación del cielo y de la tierra, que son bienes de naturaleza,
mudables.

El bien de gracia de uno solo es mayor que el bien de naturaleza de todo el universo».
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MUCHAS GRACIAS

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