Vilar_El empuje a la hiperdisciplina
Vilar_El empuje a la hiperdisciplina
Vilar_El empuje a la hiperdisciplina
"Si se puede simular el plus de goce, eso mantiene mucha gente entretenida"
Jacques Lacan
Quisiera compartir aquí una cita de Michel Foucault que me ha apelado especialmente: se
encuentra en la “Historia de la sexualidad “, Volumen 1 : “La voluntad de saber”; y allí se
plantea: “…en materia de ciencias sociales, aún no se ha guillotinado al Rey”.
Efectivamente, parece: el Rey ha sido decapitado, pero con sorpresa vemos surgir del tajo,
como si se tratara de la Hidra de Lerma, tres cabezas: El Mercado, La Ciencia y La Técnica. La
corona ha ido a parar, cual capirote, a la testa de una soberana bastante voluble y
desorientada: La Opinión Pública.
Con semejante Corte, es oportuno pensar en las características que toma en nuestros días el
ordenamiento que por vía del derecho positivo se hace de los discursos imperantes. Una
legalidad basada en evidencia, acumulación de pruebas que vía la digitalización, ya no
reconoce los límites de espacio y tiempo.
La transparencia, esa pasión de la sociedad contractual, gestionada por los medios masivos de
comunicación llega por exceso a invisibilizar.
Así la técnica, como política de forclusión de la política, nos presenta de la mano de las
ciencias y el mercado al saber como una mercancía más (obsolescencia programada incluida),
en el flujo incesante de los gadgets ofrecidos en la era del “capitalismo sin fricciones”.
El ordenamiento por el derecho de los discursos que se ocupan de la Salud Mental presenta en
esta época un rasgo particular que me interesa señalar: Se trata de las “buenas prácticas
standard”, basadas en evidencia calculable, mensurable, predecible, replicable.
Cada vez que concurrimos a una escuela para conversar con los maestros o con los
responsables de los equipos de orientación escolar, se firman actas, se contribuye a engrosar
un legajo, que a veces tiene la eficacia de un prontuario policial. Ex-esposos que disputan la
tenencia de los hijos solicitan pericias sobre los niños o las madres. Padres que “ejerciendo sus
derechos de usuarios” se dirigen a nosotros exigiendo solución a problemas en relación con
hijos sobre los cuales reconocen poca o ninguna responsabilidad, se dirigen al “docto
especialista” como si de un técnico en electrodomésticos se tratara, reclamando un “arreglo
garantizado”. Se acumulan informes, historias clínicas, diagnósticos multi-axiales, que
contribuyen a etiquetar a estos sujetos, y poco a poco, empujarlos a una adaptación
procustiana o a su segregación.
Durante buena parte del siglo XX, las reivindicaciones sociales de los sectores históricamente
más desfavorecidos, aun en el seno del llamado mundo capitalista, estuvieron orientadas por
el ideal de progreso y bienestar; podríamos situar en este contexto una serie de políticas cuyo
imperativo podría formularse del siguiente modo: “Si es necesario, deberá ser posible” .De allí
que surgieran, lo que podríamos llamar los dispositivos asistencialistas, cuya critica excede los
propósitos del presente trabajo. Solo me limitaré a resaltar que en la búsqueda de soluciones
“para todos”, muchas veces lo público avanzaba sobre lo privado (campañas obligatorias de
vacunación, programas compulsivos de control de la natalidad, barreras sanitarias,
penalización del consumo de sustancias, etc.)
Con el fin de la Guerra Fría y el predominio de las ideas neoliberales, el paulatino retroceso del
“estado de bienestar”, fue dando lugar a la caída de los marcos regulatorios, favoreciendo así
la desaparición de las fronteras entre lo público y lo privado, a expensas de lo “privatizado”.
De esta manera, muchas de las gestiones que los agentes del Estado fueron abandonando,
quedaron en manos de diferentes Fundaciones, ONGs, o programas de “Responsabilidad
Social” de las empresas, que de esa manera alivian su carga impositiva, a la vez que le dan un
cierto lustre de beneficencia a sus negocios.
Como muchos de estos programas sociales son financiados por organismos multilaterales de
crédito, y otras veces mediante el “fundraising”, deben garantizar el éxito y la replicabilidad
de sus acciones, sometiéndolas al control de comités de evaluación, paneles de consenso de
“expertos”, y sostener a su vez políticas de fidelización a través de asociaciones de usuarios,
que muchas veces ofician de lobbystas ante los poderes públicos.
A menudo encontramos en la gestión pública que diversas áreas se han “tercerizado“; las
consecuencias son idénticas.
Este cambio en los modelos de gestión invierte el paradigma anterior: En el mundo globalizado
ya no se trata de “si es necesario será posible”; hoy, lo que es posible, debe ser necesario… ya
que los programas y soluciones para todos se rigen según las reglas del mercado, y los
derechos se han transformado en derechos del consumidor.
Como bien postula la Teoría General de los Sistemas, todo sistema se auto regula; el problema
es que esa auto regulación, deja por fuera lo contingente, arrasa con lo particular, y en su
movimiento centrifugo expulsa a todo quien no se adapte. Esto rige tanto para los asistidos
como para los profesionales intervinientes.
En una experiencia reciente, en el sur de la Provincia de Buenos Aires, junto con Beatriz
Udenio, fuimos consultados por los responsables de la articulación de programas nacionales,
provinciales y municipales destinados a la reinserción social de menores judicializados.
En uno de los casos puestos al trabajo, sobre una chica de 16 años, había 18 equipos
interviniendo. Por supuesto que más allá de algún dato anecdótico, la niña en cuestión no
dejaba de ser un dato estadístico, una presentación en Power Point: El caso 1, una
superposición de etiquetas policiales, judiciales, psicológicas, sociológicas, morales, etc.
Si bien habíamos sido convocados y presentados como “expertos”, la apuesta fue “incluirnos
afuera” de esa etiqueta lo que nos permitió abrir una conversación.
Aunque se trataba de un grupo muy grande y muy diverso de participantes, algo de lo que
llamamos la practica entre varios pudo pasar, ubicar que hay lo incurable, lo ineducable, lo
ingobernable; produjo cierto alivio en las tensiones imaginarias y un relanzamiento del
trabajo.
Agujerearnos, esta vez jugando con el oxímoron “Me incluyo desde ahuera”, el precipitado de
una preciosa experiencia del CIEN Brasilero, permite ilustrar de qué fecunda manera cada uno
de nuestros encuentros nos deja “un poco cambiados”.
La época nos empuja a un saber trans, hiperdisciplinar, un saber experto y garantizable, que se
pueda probar como “la verdad, toda la verdad, y nada más que la verdad”; los psicoanalistas
estamos advertidos de “que por la verdad se dan de a palos”, que siempre es no-toda; y que el
saber es lo que cada uno puede inventar con su síntoma.
Ante a esta banda de Möebius que lía en un sin fin posibilidad y necesidad; el desafío cada vez
es hacer lugar a lo imposible y saber plegarse a la contingencia.
3- ¿Quiere Usted ser Hipernormal? “La bella indiferencia” de los especialistas…
Durante el VIII Congreso de la AMP en Buenos Aires, en Abril de 2012, Adolfo León Ruiz, un
colega de la NEL a quien agradezco haber sido lector de mi presentación, me señaló de modo
muy certero que hablar de “adaptación procustiana o segregación” tal vez no fuese muy
acertado, ya que el lecho de Procusto, además de un caprichoso intento de “calibrar” a los
desdichados que caían en manos del tirano, es el prototipo de una maquina de segregación:
Subnormalidad : por déficit o por exceso: “Si no das la talla: te estiramos en el Potro; si te
excedes, eliminamos lo que sobra”.
A la medida del Amo antiguo, se disciplinaba a las poblaciones; de Esparta a Prusia, de allí a la
Francia napoleónica, y así hasta bien entrado el siglo XX; el asunto era “dar la talla”: En las
sociedades disciplinarias se trataba de los cuerpos.
Me voy a servir del recorte de una experiencia extraída del Fórum 3 “Lo que la evaluación
silencia, la infancia bajo control “, al que tuve oportunidad de asistir en Junio de 2012, en
Sevilla, España.
Un joven ingeniero de Barcelona, padre de un niño de cuatro años, es quien toma la palabra en
la mesa “La medicalización de la infancia”, lo acompañan el Defensor del Pueblo y del Menor
de Andalucía, el coordinador del programa de pediatría social del Hospital Valme, de Sevilla, y
anima el debate un psicoanalista de Madrid, quien es a la sazón Presidente de la Plataforma
Internacional contra la medicalización de la infancia.
El relato de este joven padre no hace sino “refrescar” en la memoria de quienes trabajamos
con niños, una historia tristemente reiterada: Por indicación de la escuela, el niño es derivado
a un neurólogo, quien lo diagnostica como TDAH, y le prescribe Metilfenidato y Risperidona,
mientras dice a los padres -” No se preocupen, es TDAH”- y les da la expresa indicación de no
leer el prospecto. Pasan los meses, y el niño curioso, inquieto y alegre se presenta cada vez
mas retraído y además, ha perdido el apetito y el gusto por jugar; en una revisación con la
pediatra, esta se manifiesta preocupada porque el niño “no da la talla” esperada para su edad;
y lo atribuye a la medicación, en ese momento los padres se sienten autorizados a dudar de las
indicaciones del neurólogo; quien por toda respuesta a su inquietud plantea que son “efectos
colaterales esperables.”
Esta historia continua con la consulta a una psicoanalista y el cambio de escuela, una nueva
oportunidad para este niño que “no da la talla” y para sus padres a quienes las etiquetas y
prescripciones no adormecieron en su responsabilidad.
La respuesta que obtuve del pediatra me dejo perplejo- “Hay abundante evidencia estadística
y muy buenos resultados en el tratamiento de esas patologías, aunque de todos modos no se
preocupe, yo no prescribo esas drogas, esos casos los derivo a neurología”.
Este orden de cosas, como hemos tenido oportunidad de constatar no solo en el Fórum sino
en cada encuentro con profesionales de las más diversas disciplinas, es fuente de intensa
frustración y malestar, que muchas veces subyace enmascarada como una aparentemente
cómoda sumisión, como una “bella indiferencia”.
El ascenso al cenit del objeto se verifica en el paradigma del déficit: a cada uno la prótesis o
molécula que lo complete, a cada uno su etiqueta y su perfil de consumo…
Lacan nos invitaba a “estar a la altura de la época”, lo que no significa “dar la talla” adaptando
nuestras prácticas a este empuje a una hiperdisciplina que todo lo abarque, sino sostener la
dignidad de la falta, de aquello que cojea, por más que se le pongan patas biónicas; por eso la
importancia de sostener ese pequeño signo (-) cuando hablamos de inter-disciplina en el CIEN.
El guion como indicador de una operación de sustracción, como intervalo, como espacio, como
vacio de saber operando, es lo que posibilita la conversación con otros saberes disciplinares, la
practica entre varios.
El guion, es preciso recordar: también puede ser un conjunto de notas, referencias, que
ayudan a veces a tejer una trama.
(1) Fragmento del trabajo homónimo leído durante el VII Congreso de la AMP en Buenos
Aires
Bibliografía:
Giorgio Agambem: “Medios sin Fin” Biblioteca de Filosofía Editora Nacional Madrid 2002
Michel Foucault: “Historia de la sexualidad 1 - La voluntad de Saber” Ed. Siglo XXI 1977
Eric Laurent: “La vergüenza y el odio de si” Freudiana 39 – Paidós Barcelona 2004
Jacques Lacan: El Seminario Libro XVII “El Reverso del Psicoanálisis” Paidós Buenos Aires 1992
Mauricio Lazzarato “Políticas del acontecimiento” Tinta limón Buenos Aires 2005
Manzotti, Nicoletti, Udenio y Vilar: “Impossible is Nothing – Quo Vadis?” EnterCIEN Buenos Aires 2008
Jacques Alain Miller: “Punto Cenit /, Política, Religión y el Psicoanálisis “ Colección Diva Buenos Aires 2012
Luis Darío Salamone “Alcohol, tabaco y otros vicios” Grama, Buenos Aires 2012.
Hernán Vilar: “Las ropas nuevas del Amo” El Niño 11 Nueva Serie – Buenos Aires 2009
Slavoj Zizek: “A propósito de Lenin- Política y subjetividad en el capitalismo tardío” Atuel/Parusía Buenos Aires 2004