Mark Fischer
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La impotencia reflexiva conlleva una hace falta», pero no se piensa que este
visión de las cosas tácita, muy común disfrute misterioso y faltante solo po-
entre los jóvenes británicos y a la vez dría encontrarse más allá del princi-
correlacionada con las patologías más pio del placer. En buena medida, este
difundidas. Muchos de los alumnos fenómeno es consecuencia de la am-
con los que me tocó trabajar en el ter- bigua posición estructural de los estu-
ciario presentaban problemas de salud diantes, que se divide entre su antiguo
mental o de aprendizaje. La depresión rol como sujetos de las instituciones
entre ellos es endémica. Y es la enfer- disciplinarias y su nuevo estatus como
medad más recurrente en el sistema consumidores de servicios. En uno
público de salud, que castiga, además, de sus ensayos más cruciales, «Post-
a franjas de la población cada vez más scriptum sobre las sociedades de con-
jóvenes. El número de los estudiantes trol», Deleuze distingue entre las
que padecen alguna variante de dis- sociedades disciplinarias organiza-
lexia también es sorprendente. No es das alrededor de espacios estancos
una exageración afirmar que ser «ado- que había descripto Foucault, como
lescente británico» en la actual etapa la fábrica, la escuela y la prisión, y las
del capitalismo tardío casi podría ser nuevas sociedades de control en las
sinónimo de enfermedad. Esta pato- que todas las instituciones se incrus-
logización en sí misma ya ocluye toda tan en una especie de corporación
posibilidad de politización. Al privati- dispersa. Deleuze está en lo cierto
zar los problemas de la salud mental y al afirmar que Kafka es el profeta
tratarlos solo como si los causaran los del poder cibernético distribuido, tí-
desbarajustes químicos en la neurolo- pico de las sociedades de control. En
gía del individuo o los conflictos de su El juicio, Kafka distingue de forma
contexto familiar, queda fuera de dis- clarificadora entre los dos tipos de
cusión cualquier esbozo sistémico de absolución que podría alcanzar el
fundamentación social. acusado. La absolución definitiva ya
no es posible, si es que alguna vez lo
Muchos de los jóvenes a los que he fue. («Solo existen relatos legenda-
enseñado se encontraban en lo que rios sobre antiguos casos que resul-
llamaría un estado de hedonia depre- taron en una absolución»).
siva. Usualmente, la depresión se ca-
racteriza por la anhedonia, mientras Las dos opciones que quedan son, en
que el cuadro al que me refiero no se primer lugar, la «absolución ostensi-
constituye tanto por la incapacidad ble», en la que el acusado es absuelto
para sentir placer como por la incapa- para todo fin práctico, pero puede en
cidad para hacer cualquier cosa que el futuro, y aparentemente sin causa,
no sea buscar placer. Queda la sensa- afrontar los cargos que se le han le-
ción de que efectivamente «algo más vantado; segundo, la «postergación
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palabras, a una serie de presentes pu- la red, el celular y la tv. «La escritura
ros en el tiempo, desconectados en- nunca fue algo propio del capitalismo.
tre sí». Jameson escribía a mediados El capitalismo, de hecho, es intrínseca-
de la década de 1980, en la que nacie- mente iletrado», afirmaron Deleuze y
ron muchos de los estudiantes de mis Guattari en El anti-Edipo. «El lenguaje
clases. Nos enfrentamos, en las aulas, electrónico no funciona a través de
con una generación que se acunó en la voz o la escritura; los datos se pro-
esa cultura rápida, ahistórica y antim- cesan perfectamente en ausencia de
nemónica, una generación para la cual ambas». De ahí que tantos empresa-
el tiempo siempre vino cortado en mi- rios exitosos sean en efecto disléxicos,
crorrodajas digitales predigeridas. aunque no sepamos si su eficacia pos-
léxica es la consecuencia, o la causa,
Si el trabajador-preso es el protago- de su triunfo.
nista de la disciplina, el deudor-adicto
es el personaje del control. El capital Hoy en día los profesores soportan
ciberespacial funciona en el momento una presión intolerable: la de me-
en que sus usuarios se vuelven adic- diar entre la subjetividad posliteraria
tos. William Gibson lo reconoce en del capitalismo tardío y las deman-
Neuromante, cuando Case y el resto de das propias del régimen disciplinario
los cowboys del ciberespacio se des- (como los exámenes). En este sentido,
conectan de la matrix y sienten insec- y lejos de ser una torre de marfil que
tos bajo la piel. (La afición de Case a se mantiene a salvo del mundo real,
las anfetaminas no es más que el sus- la educación es más bien el motor
tituto de su adicción a una velocidad de la reproducción de la realidad so-
mucho más abstracta). Si algo como el cial, el espacio donde las incoherencias
desorden de déficit de atención e hipe- del campo social capitalista se con-
ractividad es una patología, entonces frontan en directo. Los profesores
es una patología del capitalismo tar- debemos ser facilitadores del entre-
dío: una consecuencia de estar conec- tenimiento y, al mismo tiempo, dis-
tado a circuitos de entretenimiento y ciplinadores autoritarios. Deseamos
control hipermediados por la cul- ayudar a los alumnos a pasar los exá-
tura de consumo. Del mismo modo, menes, y ellos desean tenernos como
lo que se conoce como dislexia puede figuras de autoridad, capaces de decir-
no ser otra cosa que una suerte de pos- les qué hacer. Pero esta interpelación
lexia. Los adolescentes tienen la capa- del profesor como figura de autoridad
cidad de procesar los datos cargados es justamente lo que exacerba el pro-
de imágenes del capital sin ninguna blema del «aburrimiento»: ¿o existe
necesidad de leer: el simple recono- algo cuya raíz esté en la autoridad que
cimiento de eslóganes es suficiente no sea, de entrada, aburrido? Irónica-
para navegar el plano informativo de mente, a los educadores se les exige el
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«Realismo capitalista» y nuevas subjetividades
rol del disciplinador justo cuando las hay que decir que la nostalgia por el
estructuras disciplinarias colapsan. contexto en el que operaban las prác-
ticas de viejo tipo es completamente
Con las familias agotadas por la pre- inútil. Esa es la razón por la cual los
sión del capitalismo que les exige a estudiantes franceses y sus protestas
ambos padres trabajar todo lo que no constituyen, en el fondo, una alter-
puedan, los profesores debemos ac- nativa a la impotencia reflexiva de sus
tuar ahora como padres sustitutos ca- pares británicos. Que una publicación
paces de instalar los protocolos de liberal como The Economist despre-
conducta más básicos, y proveer cie toda forma de oposición al capita-
apoyo pastoral y emocional a los ado- lismo no sorprende; pero su postura
lescentes que, en algunos casos, están burlona frente a la llamada «inmovili-
mínimamente socializados. Insisto en zación» francesa contenía algo de ver-
el hecho de que ninguno de mis estu- dad. «En realidad los estudiantes que
diantes tenía la menor obligación de protagonizaron las últimas protestas
presentarse a clase. De hecho, dispo- parecían convencidos de estar actua-
nían de toda la libertad de irse si lo lizando los reclamos que sus padres le
deseaban. Pero la falta de oportunida- hicieron a Charles de Gaulle en mayo
des de empleo junto con el incentivo de 1968», decía su artículo de tapa del
cínico procedente del gobierno hace 30 de marzo de 2006:
que seguir en la escuela parezca la op-
Les habían robado hasta los eslóganes
ción más segura, y también la más fá-
(«debajo del asfalto, la arena de playa») y los
cil. Deleuze dice que las sociedades de símbolos (como la Sorbona). En este senti-
control se basan en la deuda más que do, la revuelta parece no ser más que la
en el encierro. Sin embargo, el sistema secuela natural de los desmanes que ocu-
educativo de la actualidad hace que el rrieron en los suburbios [de París, en 2005]
estudiante se endeude y, en simultá- y que llevaron al gobierno a declarar el
neo, lo encierra. Según esta melodía, estado de emergencia. En ese momento
eran los jóvenes desempleados, extranjeros
uno debe pagar por su propia explota-
de las clases bajas, los que se rebelaban con-
ción, endeudarse y estudiar para po-
tra un sistema efectivamente capaz de
der conseguir el mismo «McEmpleo» excluirlos. En cambio lo más llamativo
que habría conseguido si hubiera de- de las últimas protestas es que esta vez las
jado la escuela a los 16. fuerzas rebeldes están del lado del conser-
vadurismo. A diferencia de sus coetáneos
De acuerdo con Jameson, «de repente de la banlieue, los estudiantes y los sindica-
el colapso de la temporalidad libera al tos que los acompañan solamente quieren
evitar el cambio y mantener el estado de
presente de todo el tendido de activi-
cosas presente en Francia.1
dades e intencionalidades que podrían
ponerlo en foco y convertirlo en un es- 1. «France Faces the Future» en The Economist,
pacio de trabajo». Al mismo tiempo, 30/3/2006.
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Uno de los temas más importantes será a aquellos a los que deberán servir, así
sin duda la ineficacia de los sindicatos: como sus padres descubrieron, no sin
intrínsecamente unidos por su historia de dificultad, el telos de la disciplina.
lucha contra la disciplina que se ejercía en
espacios de encierro, ¿serán capaces de
adaptarse o solamente dejarán lugar a Lo que hay que descubrir es una salida
nuevas formas de resistencia contra la del par de opuestos motivación-des-
sociedad del control? ¿Podemos ya hoy en motivación, de manera que la no iden-
día percibir los trazos gruesos de las for- tificación con el programa del control
mas futuras de resistencia, aquellas pueda ser algo más que una apatía des-
capaces de amenazar la algarabía del
corazonada. Una estrategia sería mo-
marketing? Muchos jóvenes extraña-
mente se ufanan de estar «motivados»; de
ver la agenda de la política de izquierda
esta forma vuelven a requerir continua- del foco tradicional del sindicalismo, el
mente del aprendizaje y el entrenamiento salario, a reclamos más propiamente
perpetuos. Les tocará descubrir a su turno específicos del posfordismo.
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