Preguntas teoría FINAL
Preguntas teoría FINAL
Preguntas teoría FINAL
SOCIEDADES
1. Los enfoques más modernos del Derecho de sociedades lo caracterizan como una disciplina
que trata de poner solución a los conflictos entre los diferentes colectivos dentro de la sociedad.
El más importante de tales conflictos se plantea entre los socios y la administración/gestión de
una sociedad. ¿En qué consiste este conflicto y cómo ha evolucionado el ordenamiento
societario para tratar de corregirlo?
2. Explique el problema de agencia entre los socios y los acreedores sociales y señale en
qué situaciones el legislador español recurre al establecimiento de una obligación de
información (transparencia) como herramienta de prevención o tratamiento de aquél.
Indique si, en su opinión, dicho tratamiento es realmente útil para prevenir o tratar el
conflicto y qué otras medidas alternativas o complementarias resultan adecuadas.
Problema de agencia entre los socios y los terceros (acreedores sociales): se trata de uno de los
principales problemas que plantea Kraakman, así como los problemas con los socios
mayoritarios/minoritarios, y con los administradores. Los conflictos nacen a causa de la
responsabilidad limitada por las deudas de la sociedad. Se trata del poder de los accionistas para
modificar la responsabilidad limitada en perjuicio de los acreedores de manera que se toma el control
de la empresa cuando ésta ha incurrido en el incumplimiento de sus obligaciones. Esto provoca que
los acreedores cuentan con el derecho de exigir la ejecución de aquellos activos que le pertenecen
cuando la empresa incumple sus obligaciones pasando a ser los propietarios de los activos que
pertenecen a la sociedad. El incumplimiento de la empresa se da cuando el valor del patrimonio de
la sociedad está por debajo de las deudas sociales. En el momento en el que el patrimonio social de
la sociedad es menor a mas de ⅓ del capital social, la sociedad debe ampliar/reducir capital o
disolverse. En este caso, los responsables de las deudas que puedan surgir son los administradores.
Al no existir un acuerdo que permita adaptarse a los intereses de ambas partes, es cuando surge el
conflicto de agencia. Cuando esto ocurre, los acreedores y socios suelen presentar dificultades para
ponerse de acuerdo en función de sus intereses, provocando un problema de agencia entre socios y
acreedores, puesto que los acreedores buscan el cobro de sus créditos, mientras que los socios buscan
maximizar los beneficios de la sociedad.
Sin embargo, a mi parecer, si el legislador nacional solo hubiera previsto estas normas de
transparencia entre otros para proteger al acreedor de los intereses oportunistas de los socios, el
régimen de protección hubiera sido débil o limitado.
Por ello, a mi parecer son necesarias otras medidas alternativas o complementarias entre las que
destaco:
-En primer lugar, aumentando el nivel de riesgo de sus inversiones, esto se debe a que, si tienen deudas,
deberán obtener proyectos que reporten mayores beneficios, y esto incluye mayor riesgo de los mismos,
pudiendo conllevar mayor endeudamiento si no salen adelante y menor posibilidad de pagar las deudas
ya existentes.
-En segundo lugar, desviando activos a favor de los accionistas. Pueden reducir el patrimonio social,
quedando el capital social como garantía, o pueden reducir el capital social, perdiendo la garantía de
cobro de los accionistas y acarreando futuros problemas de solvencia.
-En tercer lugar, la infrainversión, la cual se da cuando una sociedad, que ya se encuentra endeudada,
tiene limitados los incentivos para realizar nuevas inversiones debido a que, si obtienen beneficios, solo
irán a pagar deudas. Esto crea un estado de inactividad, perdiendo de cierta manera el objetivo de
perdurar de la sociedad (que en términos generales busca lucrarse a través de una actividad).
-Por último, aumentar el endeudamiento de la sociedad, esto provoca una disminución del valor del
crédito de los acreedores, si aumenta el endeudamiento con otros acreedores distintos, aumenta el riesgo
de impago del primero
Para evitar esto, el Ordenamiento Jurídico ha regulado ciertos mecanismos de defensa para los
acreedores, habiendo establecido requisitos para formar el capital social, el cual representa aportaciones
de socios, y primera fuente de financiación de la propia sociedad. También, deben prestar información
a los acreedores y trasparencia de la empresa, además de someterse a controles y ciertas prohibiciones,
deben depositar las cuentas anuales en el registro mercantil por el administrador, como viene establecido
en el artículo 280.2 de la LSC, pudiendo ser consultados por un plazo de 6 años. Esto hace que los
acreedores, puedan comprobar el estado financiero de la empresa, así como su solvencia.
Con relación a las sociedades cotizadas, deben ser aun más transparentes estableciendo el artículo 124
de la LMV que “De acuerdo con las condiciones que se determinen reglamentariamente, el emisor y
sus administradores, serán responsables de todos los daños y perjuicios que hubiesen ocasionado a los
titulares de los valores como consecuencia de que la información no proporcione una imagen fiel del
emisor”.”Estas deben informar periódicamente de su situación.
En los grupos de sociedades, deben presentar las cuentas anuales de una manera consolidada, pudiendo
distinguir la responsabilidad de la sociedad dominante, los administradores, y la o las dominadas.
Existen leyes de contabilidad internacional a la que todas las sociedades están vinculadas, para permitir
que el acreedor, estando la sociedad o conjunto en diversos sitios, pueda acceder a la información de
manera transparente.
Se podrían haber añadido, ya que esta protección pudiera resultar limitada, que, si se llevaran a cabo
modificaciones estructurales en la sociedad, surgiera la responsabilidad solidaria de las deudas que
pudieran existir en dicho momento, o que los acreedores pudieran oponerse a estas modificaciones
estructurales. Para el caso de reducciones de capital, estarían más protegidos los acreedores puedan
oponerse hasta que se presten garantías de cobro de sus préstamos, presentando por ejemplo una fianza.
“El art. 217 TRLSC sigue regulando, como indica su título, la «remuneración de los
administradores», y su apartado primero exige que los estatutos sociales establezcan, si
no se quiere que el cargo sea gratuito, el carácter remunerado del mismo y determinen el
sistema de remuneración del «cargo de administrador». El precepto no distingue entre
distintas categorías de administradores o formas del órgano de administración. En
concreto, cuando se trata de un consejo de administración, no distingue entre consejeros
ejecutivos y no ejecutivos.
Por tanto, este precepto exige la constancia estatutaria del carácter retribuido del cargo
de administrador y del sistema de remuneración, cuestión objeto de este recurso, para
todo cargo de administrador, y no exclusivamente para una categoría de ellos.
La condición del administrador, como de forma reiterada ha declarado este tribunal (en
el mismo sentido se ha pronunciado la Sala de lo Social del Tribunal Supremo al
interpretar el art. 1.3.c del Estatuto de los Trabajadores), no se circunscribe al ejercicio
de facultades o funciones de carácter deliberativo o de supervisión, sino que son
inherentes a su cargo tanto las facultades deliberativas como las ejecutivas. De ahí que el
art. 209 TRLSC prevea, con carácter general, que «es competencia de los administradores
la gestión y la representación de la sociedad en los términos establecidos en esta ley».
Nuestro sistema de órgano de administración social es monista, no existe una distinción
entre un órgano ejecutivo y de representación y otro de supervisión, como en los sistemas
duales. Los administradores sociales, en su condición de tales, tienen facultades
deliberativas, representativas y ejecutivas.
No encontramos en la nueva redacción de la ley elementos que nos lleven a otra conclusión.
Que la ley permita la delegación de algunas de estas facultades (no todas, pues son
indelegables en todo caso las previstas en el actual art. 249.bis TRLSC, algunas de las
cuales no tienen un carácter propiamente deliberativo) no excluye que se trate de
facultades inherentes al cargo de administrador. Pueden ser delegadas justamente porque
se trata de funciones propias de los administradores delegantes, inherentes a su condición
de tal. Nemo dat quod non habet [nadie da lo que no tiene].
No es correcto, por tanto, circunscribir las facultades propias de los administradores «en
su condición de tales» a las que son indelegables en un consejo de administración.
6.- Por tanto, con la expresión «administradores en su condición de tales» se está haciendo
referencia al administrador en el ejercicio de su cargo, esto es, al cargo de administrador
que se menciona en el primer apartado del art. 217 TRLSC, y se contrapone a la utilización
del término «administradores» por preceptos como el art. 220 TRLSC, referido a las
sociedades de responsabilidad limitada, que hace referencia no al cargo, sino a la persona
que lo desempeña, pero en facetas ajenas a las propias del ejercicio del cargo de
administrador. Mientras que las remuneraciones por el primer concepto han de responder
a la exigencia de reserva o determinación estatutaria y a las demás exigencias que
establecen el art. 217 TRLSC y los preceptos que lo desarrollan, las remuneraciones (en
su sentido más amplio) que el administrador perciba de la sociedad, pero no «en su
condición de tal», han de ajustarse al art. 220 TRLSC en el caso de las sociedades de
responsabilidad limitada y a las normas reguladoras del conflicto de intereses, con
carácter general (en especial, arts. 229.1.a y. 230.2 TRLSC), pero no exigen previsión
estatutaria.
¿Cuál es el problema concreto que intenta resolver frente el TS? ¿Cómo se relaciona este
problema, asociado a la remuneración, con los problemas de agencia que estudiamos durante
el curso? ¿Le parece correcta la postura del TS desde un punto de vista de lege data? ¿Y de
lege ferenda?
La remuneración de los administradores viene regulada en el artículo 217 de la LSC. Si es cierto, que
el cargo como administrador de una sociedad es gratuito, aunque en los estatutos sociales se puede
establecer lo contrario, determinando entonces su sistema de remuneración. Este sistema, determinará
el o los conceptos por los cuales el o los administradores puedan percibir una remuneración por serlo,
pudiendo consistir en una asignación fija, dietas por asistencia, participación en los beneficios de la
sociedad, una retribución variable con indicadores o parámetros de referencia, entrega de acciones,
indemnización cuando cese de sus funciones etc. El importe máximo de dicha remuneración, anual del
conjunto de todos los administradores que tuviera la sociedad, debe ser aprobado por la junta general
de la misma, y permanecerá vigente hasta que se aprobase, si llega a hacerse, su modificación.
La distribución en caso de haber más de un administrador de la retribución se acordará entre los mismos,
si la junta no establece lo contrario, y de haber un consejo de administración, se tendrán en cuenta las
funciones de cada uno de los consejeros, así como las responsabilidades para establecer las
retribuciones. Esta remuneración, debe guardar una proporción razonable con la importancia que tenga
la sociedad, teniendo en cuenta la situación económica en cada periodo, los estándares del resto de
empresas del mercado etc. Este sistema, además, deberá orientarse siempre a promover la rentabilidad
de la empresa y los intereses de la sociedad como su sostenibilidad a largo plazo, pudiendo incorporar
cautelas evitando así asumir riesgos excesivos o una recompensa añadida aun con resultados
desfavorables.
La jurisprudencia, ha determinado una teoría dualista, por la cual se diferencian los administradores
como no ejecutivos, que son los denominados “como tales” en la ley, y, por otro lado, los consejeros
delegados y administradores ejecutivos, para los cuales la remuneración según establece el artículo 217
de la LSC no sirve, ha de regularse en el contrato que el Consejo de Administración apruebe por mayoría
de 2/3 (art. 249.2 LSC).
Este principio dualista supone que el denominado principio de reserva estatutaria de la retribución de
los administradores queda limitado a aquellos administradores que sus funciones no seas más que las
de actuar como tales. Frente a esta doctrina, tras una sentencia del Tribunal Supremo, nació la teoría
cumulativa, por la cual se especifica que el art. 217 se aplica a todos los administradores, y el 249 a
aquellos que son ejecutivos.
La LSC por su parte establece también una serie de contenidos en cuanto a la retribución de los
administradores: será necesario que la forma de retribución se indique en los estatutos; además, cuando
la retribución no tenga como base una participación en los beneficios de la sociedad, esta debe ser fijada
para cada ejercicio; el cargo será gratuito salvo que los estatutos dispongan lo contrario… Además la
LSC distingue también entre la remuneración de administradores en las S.L y las S.A. Por ejemplo en
las S.L, la remuneración que consista en participación en los beneficios no podrá sobrepasar el 10% de
los mismos. Entre las diferentes formas de retribución podemos distinguir la remuneración mediante
entrega de acciones o opciones sobre acciones, participación en los beneficios, según la Dirección
General de los Registros y del Notario..
1. Salvo en los supuestos en los que la ley o estos Estatutos Sociales exijan una mayoría
superior, la Junta General de Accionistas adoptará sus acuerdos por mayoría simple de los
votos de los accionistas presentes o representados, entendiéndose adoptado un acuerdo cuando
obtenga más votos a favor que en contra. Cada acción con derecho de voto presente o
representada en la Junta General de Accionistas dará derecho a un voto.
2. Ningún accionista podrá emitir un número de votos superior a los que correspondan a
acciones que representen un porcentaje del diez por ciento (10%) del capital social, aun
cuando el número de acciones que posea exceda de dicho porcentaje de capital social. Esta
limitación no afecta a los votos correspondientes a las acciones respecto de las cuales un
accionista ostenta la representación como consecuencia de lo previsto en el artículo 23
anterior, si bien, en relación con el número de votos correspondientes a las acciones de cada
accionista representado, será también de aplicación la limitación antes establecida.
3. La limitación establecida en el apartado anterior será también de aplicación al número de
votos que, como máximo, podrán emitir, sea conjuntamente, sea por separado, dos o más
entidades o sociedades accionistas pertenecientes a un mismo grupo. Dicha limitación será
igualmente aplicable al número de votos que podrán emitir, sea conjuntamente o por separado,
una persona física y la entidad, entidades o sociedades controladas por dicha persona física.
Se entenderá que existe grupo cuando concurran las circunstancias establecidas en la ley y,
asimismo, cuando una persona controle una o varias entidades o sociedades.
4. Las acciones que, por aplicación de lo dispuesto en los apartados precedentes, queden
privadas del derecho de voto, se deducirán de las acciones asistentes a la Junta General de
Accionistas a los efectos de determinar el número de acciones sobre el que se computarán las
mayorías necesarias para la adopción de los acuerdos que se sometan a la Junta General de
Accionistas.
[…]
“La prohibición de voto a los accionistas afectados por conflictos de interés establecida en el
artículo 28 anterior y la limitación del número máximo de votos que puede emitir un solo
accionista contenida en los apartados 2 a 4 del artículo 29 anterior quedarán sin efecto cuando
concurran las siguientes circunstancias:
a. que la Sociedad haya sido objeto de una oferta pública de adquisición (OPA) dirigida a la
totalidad del capital social; y
¿Qué problemas tratan de resolver las cláusulas anteriores? ¿Qué riesgos presentan?
¿Serían posibles y tendrían sentido en el caso de tratarse de una sociedad de
responsabilidad limitada o de una sociedad anónima no cotizada? ¿Qué régimen deja más
margen a la libertad de las partes y cuál menos? ¿A qué cree que se debe? ¿Qué otros
mecanismos pueden emplearse para resolver dichos problemas?
En primer lugar, existen problemas a la hora de tratar de resolver las cláusulas expuestas, como el
problema de agencia. Este está caracterizado por la situación de unos socios frente a otros (minoritarios
vs mayoritarios), entre administradores y los socios o entre los socios y los acreedores. Estos, pueden
darse en todo tipo de sociedades, es comprensible que, en todos los tipos, puedan establecer estas
cláusulas para proteger los derechos de los socios minoritarios y evitar diferencias de poder.
Existen ocasiones en las que los minoritarios pueden acarrear desventajas frente a los mayoritarios,
cuando estos actúan de manera abusiva sobre los primeros. Por ello, el ordenamiento jurídico ha
establecido distintos mecanismos para paliar esta abusividad, asegurando la existencia de herramientas
para evitar la expropiación de los minoritarios por parte de los mayoritarios.
Existen herramientas en sede de la junta general, para proteger a los socios minoritarios, como que se
reconoce en términos generales la regla del 5% para ciertas funciones como pudiera ser convocar a la
junta o incluir nuevos puntos del día. Al ser un porcentaje bajo, se persigue que los minoritarios puedan
efectuar esas funciones, pudiendo agruparse hasta conseguir ese 5%.
En el caso XXXXX, existe una limitación denominada cláusula de blindaje donde ningún accionista
puede emitir un número de votos superior al XXXXX % del capital social. Es una práctica común, que
se utiliza para evitar la posibilidad de que algunos socios actúen contra la propia sociedad o en contra
de los socios minoritarios, por ejemplo, si un socio tuviese el 45% de la empresa, su voto solo contará
como si tuviese el XX %. Estas cláusulas se permiten en todas las sociedades, pudiendo en ocasiones
estas cláusulas perjudicar a los mayoritarios.
La limitación del derecho a voto viene establecida en el artículo 188 de la Ley de Sociedades de
Capital. En esta, en su apartado tercero, se permite la posibilidad de limitar el número máximo de votos
que pueden emitir los distintos accionistas para el caso de las sociedades anónimas (que en muchos
casos tienen incontables socios, como el Banco Santander).
Por otro lado, con respecto a las sociedades limitadas, en el apartado primero se establece que cada
participación, le otorgará a su titular el derecho a emitir un voto, aunque cabe la posibilidad de que los
Estatutos Sociales se pacte lo contrario. El artículo 527 de la LSC, con respecto a las sociedades
anónimas cotizadas, se establece una limitación a la propia cláusula del voto, puede necesitar un %
mínimo, pero por ello pueden hacer alianzas de socios minoritarios y así llegar a ese % establecido.
Esta quedará sin efecto si tras una OPA, el que ofertaba adquiere un % igual o superior al 70% de las
acciones con derecho a voto del capital social. Los socios minoritarios tienen derecho de información
y transparencia de la sociedad, y si los administradores se negasen a otorgar esta información, si el 25%
exige que se de, deben hacerlo, pudiendo no otorgarla si su divulgación fuese en contra del interés
social.
Con Respecto a los métodos de protección para estos colectivos, teniendo en cuenta, que la posibilidad
de que los socios mayoritarios actúen en su propio interés es elevada, se pueden destacar varios. En
primer lugar, por parte de la junta, la manera que lleva a cabo la sociedad a la hora de nombrar el/los
administradores, así, se consigue que los socios minoritarios también tengan representación en las
sociedades. Otros ejemplos son los establecidos en los artículos 189 de la LSC sobre la asistencia y voto
en las sociedades anónimas o los artículos 346 y siguientes de la LSC que regulan el derecho de
separación, siendo un mecanismo de defensa a posteriori que impugnan acuerdos si son contrarios a la
ley, afectan negativamente al interés social o a los Estatutos de las propias Sociedades. Esto protege a
los minoritarios, debido a que el interés común afecta también a los socios minoritarios además de a los
mayoritarios. También se encuentra la posibilidad de impugnar acuerdos de la Junta, si estos fuesen
contrarios a la ley o al interés social (incluyendo en este el interés de los socios).
Es importante definir el interés social, ya que éste es el interés de TODOS los socios, incluyendo así el
de los minoritarios y debiendo tener en cuenta sus preferencias (protección al minoritario). También se
protege al minoritario cuando se ha de requerir consentimiento de todos los afectados si se van a alterar
sus derechos.
En primer lugar, debemos comenzar comentando los problemas que tratan de resolver las
cláusulas expuestas anteriormente. Se trata del problema del problema de agencia
caracterizado por la situación de los socios minoritarios frente a los mayoritarios en una
sociedad.
En ocasiones, los socios minoritarios pueden verse en una situación de desventaja con respecto
a los socios mayoritarios actuando estos últimos de forma abusiva sobre aquellos. Es por ello,
por lo que el ordenamiento jurídico establece distintas medidas
que se pueden adoptar para la protección de los socios minoritarios, el objetivo, por tanto,
radica en asegurar mediante herramientas de protección, que los socios minoritarios no sean
expropiados indebidamente por los socios mayoritarios quienes, como ya se ha mencionado,
pueden comportarse de manera oportunista y abusiva frente a aquellos.
En relación a la excepción que se plantea a la cláusula limitativa del voto para los casos en los
que se establezca una Oferta Pública de Adquisición (OPA), se pretende dar solución al
problema que pudiese surgir en caso de que se hiciera una OPA eficiente y ésta no pudiese
llevarse a cabo como consecuencia de los derechos políticos. Esto se debe a que, normalmente,
cuando el adquiriente se plantea llevar a cabo una OPA, se hace con el objetivo de obtener una
participación de control de la sociedad, a través de los derechos de votos que se asocian a las
acciones. Por ello se establece esta cláusula, ya que, si a pesar de la compra de acciones que
permitan el acceso al control de la sociedad, su poder de decisión en la misma se ve limitado
de alguna manera, el adquiriente se verá desincentivado para llevar a cabo tal operación.
La limitación del derecho a voto viene regulada en el artículo 188 de la Ley de Sociedades
de Capital, en el cual, en su apartado tercero, establece la posibilidad de limitar el numero
máximo de votos que puede emitir un accionista para el caso de las sociedades anónimas
Sin embargo, si atendemos al apartado primero de dicho artículo, se regula el derecho a voto
en las sociedades limitadas, y se establece que cada participación concede a su titular el derecho
a emitir un voto, salvo que en los Estatutos sociales se pacte lo contrario. De este artículo por
tanto se puede concluir que esta cláusula también tiene cabida en las sociedades de
responsabilidad limitada.
En lo que a sociedades anónimas cotizadas se refiere, debemos acudir al artículo 527 LSC
el cual establece una limitación a la propia cláusula de limitación del voto. Se establece así,
que la cláusula quedará sin efecto alguno en el caso de que tras una OPA, el oferente haya
adquirido un porcentaje igual o superior al 70% de las acciones con derecho a voto del capital
social.
Dado que los problemas de agencia que mencionábamos anteriormente pueden suceder en
cualquier tipo de sociedad, es lógico pensar, que tanto la sociedad anónima (incluyendo la
cotizada) como la sociedad de responsabilidad limitada puedan establecer este tipo de cláusulas
para proteger así los derechos de los socios minoritarios frente a un posible abuso por parte de
los mayoritarios.
Por otro lado, nuestro ordenamiento ofrece numerosos medios de protección para este tipo de
colectivos, puesto que el riesgo de que el socio mayoritario tenga tentación de actuar de manera
oportunista anteponiendo sus propios intereses es muy elevado. Entre estos mecanismos de
protección podemos destacar por parte de la junta, el sistema proporciona de nombramiento de
los administradores. Mediante este mecanismo se logra que incluso los socios minoritarios
tengan representantes en la administración de la sociedad.
Otro medio de protección que establece nuestro ordenamiento jurídico es el derecho de
separación recogido en los artículos 346 y siguientes de la LSC para determinados supuestos,
así como el derecho de agrupación de voto recogido en el artículo 189 LSC para el caso de
asistencia y voto en las sociedades anónimas.
Por último, debemos mencionar el mecanismo de protección a posteriori que ofrece nuestro
derecho societario basado en la impugnación de acuerdos que sean contrarios a la ley, a los
estatutos o que lesionen el interés social. Es en este ultimo aspecto donde se protege a los
minoritarios, puesto que el interés social se considera el interés común de todos los socios,
incluyendo por supuesto, el de los socios minoritarios.
BASE LEGAL del art.29 de los estatutos de iberdrola: art.188.3 LSC: “En la sociedad anónima, los
estatutos podrán fijar con carácter general el número máximo de votos que pueden emitir un mismo
accionista, las sociedades pertenecientes a un mismo grupo o quienes
actúen de forma concertada con los anteriores, sin perjuicio de la aplicación a las sociedades
cotizadas de lo establecido en el artículo 527”.
Argumento patriótico (evitar que empresas extranjeras se hagan con el control de empresas nacionales
importantes). ley Volkswagen, la cual establecía que ningún accionista podría emitir más del 20% de
los derechos de voto, independientemente del porcentaje del capital social de Volkswagen que
ostentase. La STJCE – Comisión c Alemania de 23 de octubre de 2007 declaró nula dicha cláusula,
porque esta venía impuesta por la ley y no por los Estatutos, lo que constituía una restricción
considerable a la libre circulación de capitales entre Estados miembros.
En SA cotizadas: finalidad de proteger y consolidar los grupos de control que dirigen la sociedad,
evitando las injerencias de nuevos accionistas. Con ello se pretende impedir, o al menos, dificultar las
OPAs hostiles, pues la mera existencia de una cláusula estatutaria de blindaje desincentiva cualquier
intento de un tercero de hacerse con el control de la sociedad puesto que, aun cuando consiguiera
hacerse con un número suficiente de acciones para controlar la Junta, dicha cláusula le impediría
aprovecharse de esa capacidad.
PELIGRO: efectos contrarios a los intereses de los accionistas minoritarios: la existencia de una
cláusula de blindaje puede constituir un obstáculo para la transmisión de las acciones, en la medida en
que los potenciales inversores pueden ver con malos ojos la limitación del número máximo de votos,
quedando de esta manera blindados frente a los cambios de control.
De ahí que, el art.527 LSC haga una puntualización respecto a la aplicación de las cláusulas estatutarias
limitativas del derecho de voto en las sociedades anónimas cotizadas, las cuales “quedarán sin efecto
cuando tras una oferta pública de adquisición, el oferente haya alcanzado un porcentaje igual o
superior al 70 por ciento del capital que confiera derechos de voto, salvo que dicho oferente no
estuviera sujeto a medidas de neutralización equivalentes o no las hubiera adoptado”. Referencia al
art.135.1.b LMV: medidas de neutralización A esto se refiere el art.50 de los estatutos de iberdrola.
PARA TODAS LAS SOCIEDADES DE CAPITAL: Las cláusulas limitativas del derecho de voto
constituyen una excepción a la regla de la proporcionalidad entre la participación en el capital y el
derecho de voto que rige en las sociedades anónimas. Sin embargo, esta regla no es aplicable a las
sociedades de responsabilidad limitada, en las que lo único que se exige es que
cada participación social conceda a su titular el derecho a emitir un voto, salvo disposición contraria
de los estatutos sociales (art.188.1 LSC). Esta previsión abre la puerta a todo tipo de fórmulas
estatutarias que rompan la proporcionalidad entre el capital y el voto (e.g. voto plural) y, por ende,
también a las cláusulas de blindaje. De ahí que podamos afirmar que, siendo posible el uso de cláusulas
estatutarias que limitan el derecho de voto en todas las sociedades de capital: el régimen relativo al
derecho de voto es más flexible en las sociedades de responsabilidad limitada que en las sociedades
anónimas. razon? SL más dificil transmitir participaciones.
Teniendo en cuenta el propósito de las cláusulas de blindaje, tiene sentido su introducción en los
Estatutos de cualquier tipo de sociedad anónima, pues es un mecanismo de tutela de los socios
minoritarios. PERO parece que el legislador prevé este tipo de cláusulas principalmente para las
sociedades anónimas en las que hay un socio mayoritario, con el fin de evitar que pueda ir a la Junta y
con su mayoría aprobar sistemáticamente todos los acuerdos, pues a través de dicha cláusula se le
obliga a negociar con los socios minoritarios para llegar a un acuerdo. En cualquier caso, las cláusulas
de blindaje tienen especial éxito en las sociedades cotizadas como una medida anti-OPA. Se dificultan
OPAs hostiles.
Mencionar que la validez de las cláusulas de blindaje ha sido objeto de varias reformas. “Cláusula
Florentino”.
ALTERNATIVAS:
● Para proteger el derecho de voto de minoritarios: aplicación del principio de igualdad de trato
especialmente en lo relativo al derecho de voto (art. 97 sobre los derechos del socio y art.514
LSC para las sociedades anónimas cotizadas). Este principio ha de entenderse como que, en
igualdad de circunstancias, los derechos y obligaciones del socio deben ser iguales. De ahí que
se permita que las acciones pertenecientes a distintas clases puedan otorgar derechos
diferentes, lo que abre la. puerta a la existencia de acciones privilegiadas, que confieren a sus
titulares no solo los derechos otorgados por las acciones ordinarias, sino también otros
adicionales propios de su “privilegio”. A menudo la concesión de estas acciones privilegiadas
se combina con la supresión de alguno de los derechos propios de las acciones ordinarias,
como ocurre precisamente con las acciones sin voto.
● Para frenar OPAs hostiles: incorporación de cláusulas estatutarias que dificulten el control
del órgano de administración o la venta de activos estratégicos (crown jewels), búsqueda de
ofertas competitivas, la adquisición de la participación del oferente en la sociedad o la oferta
dirigida a la sociedad oferente.
Grupos de sociedades.
En la Sentencia del Tribunal Supremo de 12 de abril de 2007 (RJ 2007/2410), caso Carbónica
Murciana un socio impugna la decisión del consejo consistente en cesarle como director
general, debido a su negativa al plan de reconversión del grupo, cuya consecuencia para la
sociedad (filial) sería la venta de su activo más relevante (una planta embotelladora), el cese
de su actividad industrial, y su transformación en delegación comercial. El Tribunal Supremo
da la razón al socio-director general, afirmando que:
La denuncia unilateral de la relación entre la sociedad y quien, como director general, ejercía
funciones de administrador no necesitaba de justa causa para ser eficaz, como se dijo antes;
tanto más si el cesado no compartía la justificación y oportunidad de las decisiones del órgano
colegiado que conservaba la competencia estatutaria en dicho ámbito.
De otro lado, la integración de una sociedad en un grupo puede ser beneficiosa para la misma,
en el sentido de favorecer su actuación concurrencial la agrupación de esfuerzos, la
organización de medios y la planificación de objetivos comunes o coordinados que, como
regla, aquel genera.
Sin embargo, la ratio de la sentencia recurrida no es otra que la realidad de un conflicto entre
los intereses de los socios que controlaban el grupo con los de Carbónica Murciana, SA y un
sacrificio de éstos en beneficio de aquellos, producido con una actuación que se inició con el
cese del demandante y que estaba dirigida a hacer efectiva la dirección externa por medio del
órgano gestor de la subordinada, en el que tenían la mayoría los socios portadores del interés
triunfante, finalmente satisfecho con la venta de sus acciones representativas del capital de
todas las sociedades del grupo.
¿Está de acuerdo con la decisión del Tribunal Supremo? ¿Existiría alguna solución, o
interpretación, alternativa del conflicto? En su opinión, ¿afronta el Derecho español de
una forma adecuada el fenómeno de los grupos de sociedades?
Este caso, del que versa la Sentencia del Tribunal Supremo de 12 de abril de 2007 (RJ
2007/2410), que enfrentó a la filial Carbónica Murciana contra su matriz Grupo La Casera,
tuvo bastante repercusión en la disciplina del derecho mercantil y societario.
A mi parecer, estoy totalmente de acuerdo con los fundamentos jurídicos y el fallo alcanzado
por el Tribunal Supremo. En este caso nos encontramos ante un problema de agencia entre
socios minoritarios, el principal (Carbonica Murciana) y los socios mayoritarios, el agente
(Grupo La Casera).
Debemos partir en primer lugar de una conceptualización adecuada del interés social. Abogando
por una teoría contractualista (defendida por el Catedrático Jesús Alfaro o el profesor Reinier
Kraakman, y contenida en la jurisprudencia del Tribunal Supremo) frente a la no empleada
institucionalista-corporativista, debemos entender el ‘interés social’ como el interés colectivo
de todos los socios. Así lo refleja también el art. 1665 del Código Civil, el cual estipula que el
fin común de una agrupación de personas (en este caso, una sociedad), lo es sólo de los
miembros del grupo, es decir de los socios, excluyendo por lo tanto a trabajadores, acreedores,
clientes y otros terceros (como propone la institucionalista).
Por lo tanto, volviendo al caso que nos incumbe soy bastante certero en afirmar que el interés
del grupo no debe prevalecer sobre el interés social de la filial, porque de ser así y apoyándonos
en la teoría contractualista, se estaría produciendo una modificación total de la causa del
contrato societario en la sociedad filial.
Además debemos recordar que la jurisprudencia del Tribunal Supremo ha expuesto en múltiples
ocasiones la lesión para el interés social que resulta de un acuerdo del órgano correspondiente
no tiene porque ser actual para poder ser impugnado, basta con que sea potencial.
También, para finalizar este apartado, recordamos que la jurisprudencia cita tres requisitos
claves para que se estime una impugnación por lesión del interés social:
a. Que se trate de un acuerdo formalmente correcto
b. Que sea lesivo o contrario a los intereses de la sociedad (volvemos a reincidir que por
mucho que un interés sea legítimo y digno de ser alcanzado por algunos socios, no lo
será si está desligado de los otros socios, o si exclusivamente el de los socios
mayoritarios)
c. Que su adopción beneficie a uno o varios accionistas o a cualquier tercero, sea de forma
directa o interpuesta (como beneficio, no nos limitamos solo a beneficios económicos,
pudiendo estos ser beneficios de índole política, social, profesional o cualquier otra)
d. Que entre la lesión del interés social producida por la adopción del acuerdo y el beneficio
experimentado por uno o varios accionistas exista una relación de causalidad.
Dado que concurren todos los requisitos mencionados en el caso presente, coincidimos con el
Tribunal Supremo en defender la impugnación del acuerdo lesivo en aras de la protección del
interés social del grupo (que no es otro que el de todos sus socios).
En lo referido a soluciones alternativas, la doctrina (encabezada por la Profesora Mónica
Fuentes) ha venido abogando en los últimos años por validar actos como este a través de
indemnizaciones de la matriz a la filial en contraprestación por su acto lesivo (teoría de las
ventajas compensatorias).
A pesar de que podría llegar a ser justo al restituir el daño causado al socio minoritario, la misma
podría volver a incidir en un privilegio de unos socios mayoritarios sobre socios minoritarios
sin justificación aparente, además de incumplir el deber de lealtad y fidelidad de los
administradores de proteger el interés social de la sociedad, ante todo. Sin embargo, a día de
hoy este escenario no se encuentra contemplado en nuestro ordenamiento ya que llevaría entre
otras consecuencias a disociar temporalmente la noción de interés social para producir un daño
que a pesar de que se indemnice dejaría sin causa el objeto del contrato societario.
Es por ello, que aunque se pretenda reequilibrar la desventaja sufrida (tal como se observa en la
doctrina alemana de las ventajas compensatorias), el perjuicio sigue estando y opera al límite de
la legalidad española. A pesar de que en el derecho comparado lo veamos más que presente en
países como Italia, Francia o Alemania, en nuestro Código Civil en el artículo 1686 se estipula
que está prohibida la compensación del daño con el beneficio. Es por ello que a día de hoy no
se puede contemplar de iure este criterio de valoración alternativo pero dado el respaldo del
derecho comparado europeo occidental y la doctrina no cabe descartar que en años próximos
el legislador haga las correspondientes reformas para su posterior puesta en prácticas por parte
del poder judicial.
Finalmente, resulta obvio que la actual legislación mercantil y societaria de los grupos de
sociedades no resulta suficiente, por no decir inexistente. Sin embargo, a través de la doctrina
especializada se pueden instaurar corrientes interpretativas que de forma análoga realicen una
transposición de los derechos de protección de los socios minoritarios al contexto de los grupos
de sociedades entendiéndose por la tal las sociedades dominadas o filiales. De dicha forma se
podría proteger a estas sociedades minoritarias al amparo de artículos como los arts. 243
(Sistema de Representación Proporcional), 251 (Impugnación de Acuerdos contrarios al Interés
Social), 347 (Derecho de Separación) o 527 (Blindaje de Voto)
IDEAS BÁSICAS:
En particular: (a) enumere las posibles vías mediante las cuales el socio mayoritario puede tratar
de abusar de su posición y los mecanismos mediante los cuales el socio minoritario (externo)
podría protegerse y controlar la actividad del socio mayoritario, y (b) exprese su opinión sobre la
decisión del Tribunal Supremo, su adecuación a los problemas que plantean los grupos de
sociedades y la regulación del Derecho español de los mismos.
Dentro de las sociedades hay distintos tipos de socios, y por lo tanto en ocasiones se dan abusos de unos
sobre otros, aunque existen mecanismos de “defensa” por parte de los minoritarios. Como tipos de
abuso de los socios mayoritarios, estos buscan la obtención de ventajas o beneficios, por otro lado, las
minorías pueden tratar de conseguir crear daños a la sociedad. Uno de los casos más claros, es cuando
adoptan medidas a la hora de decidir sobre los asuntos, quedando al margen los socios minoritarios de
las decisiones, sobre las cuales ellos sí se verán afectados. Esto produce que los socios mayoritarios,
pueden ejercer una presión sobre los minoritarios a los cuales han dejado sin capacidad para poder
participar en la cuestión. Los socios mayoritarios tienen más poder de decisión sobre la empresa, ya que
pueden participar en la Asamblea General de accionistas, mientras que los minoritarios no. Además, los
socios mayoritarios deliberan sobre las estrategias a seguir de la empresa, ya que no quieren perder el
control que tienen sobre la sociedad. Las minorías, tratan de conseguir crecimientos rápidos de la
empresa, y no a largo plazo, para así recuperar sus inversiones.
La propia LSC ostenta la protección de los socios minoritarios, los cuales ostentan derechos como la
obtención de beneficios y ganancias sociales, a la suscripción preferente a nuevas acciones,
participación en las juntas mediante voto (aunque a veces en los estatutos, como en el ejemplo de la
pregunta 3, se pueden establecer excepciones dependiendo de la cantidad de acciones que se tengan,
como se explicó en clase sobre el caso del Banco Santander). Y también ostentan el derecho a la
información sobre la empresa.
Existen mecanismos como el voto unificado, donde los socios minoristas pueden o votar de forma
individual, a elegir a un representante, teniendo que notificar de estas “alianzas de socios”. Otro
mecanismo de defensa, para aquellos que ostentan el 5% al menos de la empresa, es poder pedir un
auditor para el control de las cuentas o la solicitud de un acta notarial a la hora de llevar a cabo acuerdos
o deliberaciones realizadas por la Junta. En los casos de ampliaciones de capital, deben tener la
posibilidad de ejercitar su derecho de preferencia para poder mantener su participación en la empresa.
Los grupos de sociedades se dan cuando el control o dirección de la sociedad se hace de manera externa
por una sociedad, quedando una sociedad dominante a otra. Todo el grupo forma una unidad, teniendo
que responder frente a terceros como tal.
Los socios internos, tratan de maximizar el beneficio del grupo y los externos solo de las sociedades en
las cuales ellos han invertido.
La manera más eficiente de maximizar beneficios es hacerlo individualmente en cada una de las
sociedades, pero en muchos casos para ellos a veces se llega a acuerdos que son lesivos para alguna de
las sociedades filiales. Si es verdad, que hay una protección de los acreedores, debido a que frente a
estos responden todas las sociedades y normalmente la dominante, creando una seguridad de
“devolución” más elevada que de una sociedad individual.
Los grupos de sociedades pueden traer problemas como el planteado, donde un administrador actúa de
cierta manera alegando que es lo que le han pedido que haga, sabiendo que aquello podría producir un
perjuicio para la sociedad. Por ello, las sociedades que quedan como filiadas, siguen manteniendo su
estructura, sus objetivos y responsabilidades, quedando así los administradores de la misma con las
mismas responsabilidades que antes. Por lo que, si la “sede de control” ordenara algo que causase
perjuicio, el administrador que lo llevase a cabo sería responsable de la misma, debido a la no pérdida
de esa responsabilidad por se un grupo de sociedades. En resumen, el Tribunal Supremo viene a
desarrollar la posición del administrador filial que con sus actuaciones conlleva un perjuicio para los
socios externos, siendo el responsable de los mismos. Todas las acciones deben estas justificadas y
verificadas, para así, poder librar de responsabilidad y ser del grupo de sociedades, y no del
administrador. Para ello deben cumplir con todos sus deberes como deber de informarse, de lealtad y
de diligencia en sus actuaciones.
También es verdad, que la responsabilidad no debería recaer sobre el administrador al 100%, debido a
que este se puede ver forzado a actuar de determinada manera por si situación personal (por ejemplo,
tener una familia a cargo o una deuda y ver su puesto peligrar si no obedece). Aun así, existen
mecanismos de protección ante tales posibilidades, y por ello, se debe actuar con responsabilidad, y
sabiendo que si las acciones de mi sociedad pueden afectar a los socios externos, se deben llegar a
acuerdos entre los posibles afectados para reducir los mismo, y demostrar que en términos generales es
mejor para el grupo y no solo les favorece a ellos, quedando probada la aprovechamiento de la situación
de la filial para con el grupo de sociedades. El administrador, es quien debe gestionar y supervisar este
tipo de acciones, tratando de evitar que surjan, y siendo responsable en caso de que finalmente se den
acciones perjudiciales para otros terceros.
En su sentencia de 17 de enero de 2012 (RJ 2012/4981) el Tribunal Supremo español decide un caso
donde la sociedad matriz de un grupo (Acciona) incluye su logo en los buques de una de sus filiales,
junto al logo de dicha filial (Transmediterránea). Uno de los socios minoritarios de la filial impugna
esta decisión, por entender que la sociedad matriz está obteniendo un beneficio sin compensar
económicamente a la filial, y que esto es contrario al interés de la filial. El Tribunal Supremo afirma
que:
"[e]l interés social que defiende el artículo 115.1 no es, efectivamente, el de los accionistas
individualmente considerados (sentencias de 29 de noviembre de 2002 y 20 de febrero de 2003), sino
el común a todos ellos (sentencias de 11 de noviembre de 1983, 19 de febrero de 1991, 30 de enero
de 2001 (RJ 2001, 1683) y 29 de noviembre de 2002 (RJ 2002, 10400), el cual, a modo de cláusula
general, permitirá integrar la relación contractual para resolver los conflictos en cada caso
concreto", dando a entender que, dentro del respeto a la sociedad institución, se permite la
heterointegración del pacto societario, de conformidad con lo previsto en el artículo 1258 del Código
Civil ( LEG 1889, 27 ), que veta comportamientos contrarios a la buena fe.
61. Por ello, la sentencia 1086/2002, de 18 de noviembre (RJ 2002, 9768) , se refiere a la "proyección
consecuente a la defensa de los participantes minoritarios" y, la referida sentencia 873/2011, de 7 de
diciembre (RJ 2012, 3521) , a que "los acuerdos de la mayoría que no persiguen razonablemente el
interés del conjunto de los accionistas desde la perspectiva contractual, ni los de la sociedad, desde
la perspectiva institucional, y perjudican a los minoritarios, revelándose abusivos -tanto si se califica
el ejercicio del voto como abuso de derecho, como si se entiende que constituye un abuso de poder
deben entenderse contrarios a los intereses de la sociedad, cuyo regular funcionamiento exige
también el respeto razonable de los intereses de la minoría, de tal forma que, aunque el artículo
115.1 de la Ley de Sociedades Anónimas (RCL 1989, 2737 y RCL 1990, 206), aplicable para la
decisión del recurso por razones temporales -hoy 204.1 de la Ley de Sociedades de Capital (RCL
2010, 1792, 2400) - silencia el "abuso de derecho" y el "abuso de poder", ello no constituye un
obstáculo insuperable para la anulación de los acuerdos sociales en tales supuestos, ya que, a tenor
del artículo 7 del Código Civil (LEG 1889, 27), son contrarios a la ley -en este sentido apuntan las
sentencias de 10 de febrero de 1.992, 1136/2008, de 10 de diciembre (RJ 2009, 17), y 770/2011 (RJ
2012, 1372), de 10 de noviembre- .
Y concluye que:
La aplicación al presente caso de las reglas expuestas es determinante de la desestimación de ambos
motivos, ya que la sentencia de la segunda instancia:
1) Declara probada la existencia de lesión a la sociedad que, sin recibir nada a cambio, permite que
ACCIONA obtenga ventajas a expensas de TRASMEDITERRÁNEA, a lo que se añade, la vinculación
incondicional a otra marca ajena, sin la previsión de garantías que tutelen el derecho de la
COMPAÑÍA TRANSMEDITERRÁNEA SA.
2) Tiene por demostrada la obtención de ventajas por ACCIONA de forma claramente
discriminatoria en relación con los demás socios -así afirma que se adoptó "en manifiesto provecho
exclusivo del mayoritario".
3) Finalmente, declara que "[l]as reflexiones precedentes evidencian también la existencia de
relación de causalidad entre la lesión del interés social y el beneficio del accionista mayoritario
pues ACCIONA obtiene, (...) una ventaja a costa de la entidad TRASMEDITERRÁNEA".
Los grupos de sociedades son un fenómeno cada vez más extendido, y plantean un conflicto entre
el interés del grupo y el interés de las sociedades que lo componen. ¿Cuál es la postura que adopta
el Tribunal Supremo español en relación con este fenómeno? ¿Qué problemas puede plantear?
¿Cuál podría ser una visión alternativa, y qué problemas plantearía a su vez?
“Escisión y sucesión universal “la escisión parcial, como traspaso en bloque de una o
varias partes del patrimonio de una sociedad a otra o a varias de nueva creación o ya
existentes, se caracteriza por no provocar la extinción de la sociedad segregante, que
mantiene invariable su personalidad jurídica; por generar una sucesión universal bien
que limitada a los elementos patrimoniales que forman la unidad económica escindida;
y, finalmente, por convertir a los socios de la sociedad aportante en socios de la
beneficiaria de la aportación”. […]la parte del patrimonio social que se divida o
segregue con la escisión parcial debe formar una unidad económica, respecto de la que
se produce el mencionado
efecto de la sucesión universal.
A priori, y con carácter general, resulta difícil precisar qué debe entenderse por “unidad
económica”, pues no necesariamente tendría que tener, previamente, vida propia, ni
tiene porque coincidir con una empresa, unidad productiva, establecimiento o negocio,
de modo que podría ser meramente funcional.[…]
Levantamiento del velo Este carácter excepcional del levantamiento del velo exige que
se acrediten aquellas circunstancias que ponen en evidencia de forma clara el abuso de
la personalidad de la sociedad. Estas circunstancias pueden ser muy variadas, lo que
ha dado lugar en la práctica a una tipología de supuestos muy amplia que justificarían
el levantamiento del velo, sin que tampoco constituyan numerus clausus. En cualquier
caso, no pueden mezclarse un tipo de supuestos con otro, pues en la práctica cada una
de ellos requiere sus propios presupuestos y, además, pueden conllevar distintas
consecuencias. Por ejemplo, no es lo mismo la confusión de patrimonio y de
personalidades, habitualmente entre sociedades de un mismo grupo o entre la sociedad
y sus socios, que los casos de sucesión empresarial o de empleo abusivo de la
personalidad jurídica de la sociedad por quien la controla para defraudar a terceros.
Aparte del propio entramado de sociedades, hay circunstancias muy significativas que
conducen a concluir que ha existido un fraude de ley: […]La importancia del crédito
reclamado y la sucesión en el tiempo de la reclamación del crédito y el comienzo de estas
operaciones societarias, conducen a pensar que su finalidad era distraer la unidad
económica de la que había surgido el crédito de la sociedad originariamente deudora,
para que sus activos presentes y futuros no respondieran de aquella deuda, a la vez que
se provocaba la quiebra de la deudora originaria, para remitir a ella al acreedor; y, al
mismo tiempo, los continuos cambios de denominaciones sociales y la segunda escisión
todavía generaban mayor confusión a la hora de seguir la pista de la sociedad
beneficiaria.
Antes de hacer referencia al caso, debemos comentar los aspectos del levantamiento de velo. Este surge
como un método de reacción judicial contra los abusos que pudiera cometer una sociedad con respecto
a sus funciones y razón de ser una sociedad. Esto es, cuando los fines u objetivos son fraudulentos y la
atribución jurídica a la sociedad por el mero hecho de cumplir con los requisitos formales expuestos en
la constitución le sirven para alcanzarlos de una manera directa o indirecta. Esta “técnica” se utiliza
cuando las acciones de la sociedad van en contra del interés social, de los propios socios, son fines en
contra de la ley, debiendo existir entonces una responsabilidad ilimitada en vez de limitada. (Aunque si
se diera el caso de que los propios socios son administradores, ahí no sería necesario levantamiento de
velo, debido a que sí se podría ir contra ellos).
Este levantamiento del velo se traduce como eliminar la personalidad jurídica propia de la sociedad,
imponiendo así a los socios las responsabilidades y consecuencias de los actos de la sociedad, derivadas
de aquella o aquellas normas que quisieran eludir, pasando la responsabilidad limitada por llevar a cabo
un abuso de derecho a ilimitada, o por fraude de ley, pudiendo “atacar” el patrimonio privado de los
socios. Al no existir una disposición normativa que otorgue a las autoridades este poder, se fundamenta
en dos principios, o fraude de ley o abuso de derecho. Esto se produce cuando se ha llevado a cabo un
acto al amparo de una norma como ley de cobertura y además, se haya perseguido un resultado por
medio del ordenamiento jurídico contrario a la ley o que se haya defraudado. Es una infracción
encubierta de la ley, realizada de manera que parece lícita.
Este fin fraudulento puede darse tanto en la constitución de la sociedad como en el futuro.
Existen diversos casos para llevar a cabo el levantamiento de velo, pudiendo organizarlos en 4 grupos,
siendo todos ellos considerados abusos de la personalidad jurídica otorgada por ser una sociedad:
La Sentencia 29/06/2006, sobre el levantamiento del velo, viene a determinar que su objetivo es evitar
el abuso de la personalidad jurídica de las sociedades, cuando estas tratan de perjudicar intereses, ya
fueran públicos o privados, causen daño a alguno de los socios o a un tercero o trate de burlar la ley o
los derechos de otros. Trata de evitar que se utilice esa personalidad jurídica otorgada como instrumento
o medio para defraudar o seguir un fin fraudulento, como por ejemplo eludir responsabilidades
personales. Tiene en cuenta la sentencia que este levantamiento del velo es de doctrina excepcional,
debiendo ponderar su uso y restringirlo.
En el procedimiento de escisión recogido en la LME ARTS 73 y ss. Ell artículo 80 LME establece un
régimen de responsabilidad por las obligaciones asumidas por un cesionario cuando resulten
incumplidas; responden solidariamente durante un plazo de cinco años los demás cesionarios (hasta el
límite del activo neto atribuido a cada uno), los socios de la cedente (hasta el límite de lo percibido
como contraprestación) y la propia sociedad cedente que no se hubiera extinguido (por la totalidad).
En este caso al encontrarnos ante una escisión y sucesión universal las cesionarias responden
solidariamente de las obligaciones incumplidas de la cedente. Además, se contempla que en caso de
no haber sido atribuido algún elemento del pasivo corresponderá solidariamente a las sociedades
beneficiarias.
¿Está de acuerdo con el razonamiento de la sentencia? ¿Deben o no entrar a valorar los tribunales
el contenido de las decisiones empresariales de los administradores (pros y contras)? ¿Cómo
afectaría ello al contenido y apreciación de los deberes de los administradores de acuerdo con la
ley de sociedades de capital (especialmente al deber de diligencia)
En primer lugar, y a modo introductorio debemos comenzar mencionando los deberes que
caracterizan la condición de administrador de una sociedad. En cuanto a las tareas que
desempeñan los administradores de gobierno gestión y administración, poseen para el ejercicio
de sus actividades, deberes a los cuales están sometidos.
Por un lado, el deber de diligencia recogido en el artículo 225 LSC se refiere a que el
administrador debe actuar “con la diligencia de un ordenado empresario” ejerciendo el cago
debidamente con los correspondientes deberes de vigilancia y supervisión, así como de adquirir
la información necesaria que le permita desempeñar sus tareas adecuadamente.
Por otro lado, nos encontramos con el deber de lealtad del administrador (art. 227 LSC) el cual
se fundamente en la imperante necesidad de que el administrador ejerza su cargo siempre
teniendo en cuenta el interés social y nunca anteponiendo sus propios intereses al de ésta.
Por ultimo, y centrándonos en el supuesto que verdaderamente se debate en este caso, nos
encontramos con el deber de protección de la discrecionalidad empresarial recogido en el
artículo 226 LSC. Lo que en este caso se pretende es mantener la discrecionalidad empresarial
en el ámbito de las decisiones estratégicas y de negocio, de modo que, el administrador es libre
de actuar con tal discrecionalidad, siempre y cuando conserve la diligencia debida.
En este sentido, se entiende que el administrador ha actuado con la diligencia necesaria y, por
tanto, exigible cuando este actúe de buena fe, en interés de la sociedad (requisito esencial puesto
que, en caso contrario, también estaría incumpliendo con el deber de lealtad) y, por su puesto,
después de haberse informado y haber adoptado las medidas necesarias para el correcto
ejercicio de la actividad o toma de decisión.
Por tanto, estoy de acuerdo con el razonamiento que establece la sentencia anterior, puesto que,
como en el propio supuesto se indica, el consejo de administrador se ha reunido con frecuencia
para llevar a cabo la toma de decisiones y en todo momento ha informado de las acciones que
llevaba a cabo.
Por otro lado, y a modo de conclusión, debemos destacar que el deber de los administradores
en este sentido, es una obligación de medios y no de resultados. En este sentido, les es exigible
a los administradores la diligencia necesaria a la hora de actuar, pero no se le debe exigir un
resultado concreto. Por todo ello, no consideraría muy acertado que los tribunales entrasen a
valorar en este sentido, pues que, como ya se ha explicado, se les debe otorgar discrecionalidad
para actuar y tomar decisiones siempre que se emplee la diligencia necesaria y que su conducta
venga motivada por el respeto a los intereses de la sociedad.
Este es la decisión de un empresario en el ámbito de su gestión, por lo que debemos introducir los
deberes que tiene el administrador de una sociedad. En cuanto a las relacionadas con la administración
y la gestión de gobierno, donde poseen deberes que deben cumplir.
Siguiendo los artículos de la LSC, en primer lugar, nos encontramos con el artículo 225, donde viene
establecido el deber de diligencia, diciendo que el administrador debe actuar “con la diligencia de un
ordenado empresario”. Esto incluye deberes de vigilancia y supervisión que han de ser llevados a cabo
de una manera efectiva. También, deben de estar cualificados e informarse de lo necesario para llevar
su labor a cabo de una manera adecuada y que sus acciones sean las más beneficiosas para la sociedad.
Teniendo en cuenta que el consejo se ha reunido activamente para conocer de la situación de la empresa
y se ha informado a la hora de tomar las decisiones, debiendo en estos casos proteger la discrecionalidad
llevada a cabo, por lo que estoy de acuerdo con la sentencia y lo que establecen.
Al hilo de la sentencia, responda a las siguientes preguntas: ¿Pueden impugnarse los acuerdos de
una sociedad por vulnerar los intereses de los minoritarios? ¿En qué consiste el concepto de
“interés social” y cómo puede utilizarse para resolver conflictos? ¿Cómo afecta el ánimo de lucro
a las sociedades de capital?
- Que se modifique por los estatutos de la sociedad, sin poder llegar a establecer la necesidad de
unanimidad.
- Mayoría absoluta, cuando sea uno de los acuerdos especiales (artículo 194 LSC) y al menos
acuda la representación del 50% del capital.
- Cuando concurran accionistas que representen menos del 50% del capital, se necesitarán 2/3 de
los votos para aprobar los acuerdos.
Estos acuerdos, pueden impugnarse, esto ocurre cuando hay accionistas que no están de acuerdo con lo
que se ha llegado a establecer en las negociaciones, por estimar que favorecen a la mayoría o que son
ilegales; es por ello que existe la posibilidad de acudir a un juez para que los anule. Existen acuerdos
impugnables de 3 tipos, regulados en el artículo 204.1 de la LSC, siendo estos aquellos contrarios a la
ley, los que se opongan a los estatutos de la sociedad o aquellos que lesionen los intereses de la propia
sociedad a favor de uno o varios accionistas o terceros. Este artículo dice que no se puede impugnar un
acuerdo por cualquier incumplimiento de una obligación, siendo eso un derecho legal, como puede ser
la no información a los pequeños socios o accionistas.
Este régimen se creó para que los socios minoristas pudiesen tener alguna acción para controlar los
posibles abusos de los socios mayoritarios (entre otras herramientas). Este régimen de impugnación es
entre socios (minoritarios y mayoritarios) y tiene de plazo de caducidad de un año y sin prescripción.
Si fuese el acuerdo impugnado contrario al orden público, ni caduca ni prescribe.
Están legitimados para llevar a cabo la impugnación cualquier administrador de la sociedad, tercero que
pueda acreditar el interés legítimo y cualquier socio que hubiese adquirido esa condición antes del
acuerdo, y que represente como mínimo el 1% del capital de la sociedad.
Este acuerdo, puede ser suspendido por el juez, no existiendo hasta que el juez o juzgado dictase
sentencia firme sobre la impugnación. El interés social, hace referencia a la protección del interés de la
empresa, conservando las limitaciones de poder que pudieran tener las mayorías. Por ello, va más
enfocado a proteger los intereses comunes de todos los socios, aunque el objetivo que debe seguir una
sociedad ha sido objeto de debate en numerosas ocasiones, pudiendo:
- Tener como objetivo la maximización del valor de la empresa social y que se atienda
únicamente el interés de los socios.
- Que los votantes dentro de la sociedad, administradores y socios deban tener en cuenta también
los intereses de otros grupos.
En España, la idea que prevalece es la primera, contenida además en la LSC. Un acuerdo será lesivo
entonces, cuando aun siendo formalmente correcto los intereses u objetivos son fraudulentos (pudiendo
llevar a cabo también levantamiento del velo), que sea contrario a la sociedad, que se hagan en beneficio
de uno o varios accionistas en concreto, sin perder la noción de que uno de los fines principales de
cualquier sociedad es el ánimo de lucro de la misma, siendo algo necesario para su creación.
También la recomendación 7 del Código Unificado de Buen Gobierno de las Sociedades Cotizadas [...]
opta por una interpretacióncontractualista que pone énfasis "en el interés común de los accionistas o, si
se prefiere, en el interés del accionista común" que responde mejor a las expectativas de los inversores
dirigida a "la maximización, de forma sostenida, del valor económico de la empresa". 36. Desde esta
perspectiva, en conexión con la causa lucrativa que constituye la causa de negocio societario, los
acuerdos de la mayoría que no persiguen razonablemente el interés del conjunto de los accionistas desde
la perspectiva contractual, ni los de la sociedad, desde la perspectiva institucional, y perjudican a los
minoritarios, revelándose abusivos -tanto si se califica el ejercicio del voto como abuso de derecho,
como si se entiende que constituye un abuso de poder- deben entenderse contrarios a los intereses de la
sociedad, cuyo regular funcionamiento exige también el respeto razonable de los intereses de la minoría,
de tal forma que, aunque el artículo 115.1 de la Ley de Sociedades Anónimasaplicable para la decisión
del recurso por razones temporales -hoy 204.1 de la Ley de Sociedades de Capital- silencia el "abuso
de derecho" y el "abuso de poder",
PACTOS PARASOCIALES
En la Sentencia del Tribunal Supremo, de 6 de marzo de 2009 (RJ 2009/2793) se impugna un
acuerdo aprobado por la sociedad por ser contrario al contenido de un pacto previo suscrito por
todos los socios. El Tribunal Supremo razona:
El único motivo del recurso de casación interpuesto por el demandante, don Lorenzo , contra la
sentencia que, en la segunda instancia, desestimó su demanda de impugnación de dos acuerdos
adoptados por el consejo de administración de la sociedad demandada, Camanchaca, SL, plantea la
cuestión de decidir sobre la eficacia que, frente a la sociedad, debe atribuirse a un convenio
parasocial celebrado anteriormente por todos los socios y, más en concreto, sobre si el alegado
incumplimiento del mismo ha de considerarse causa bastante para anular los acuerdos
impugnados.
El pacto de que se trata lo perfeccionaron, presentes o representados, todos los socios sin haberse
constituido en órgano social. La causa concreta del mismo fue la conveniencia sentida de evitar los
conflictos surgidos entre aquellos como consecuencia de estar integrados en dos grupos familiares,
con unas participaciones desiguales en el capital de la sociedad. Buscaron mediante el convenio
establecer un sistema de cogestión relativa, al dotar al órgano colegiado de administración de una
composición que hiciera necesario el voto de un miembro del grupo minoritario.
[…]
Lo que el recurso plantea es la necesidad de decidir si los dos acuerdos sociales impugnados pueden
ser declarados nulos o anulados por contravenir, si es que lo hacen, lo pactado por los socios en
aquella ocasión.
La impugnación de los acuerdos del consejo de administración de las sociedades de responsabilidad
limitada, clase a la que pertenece la demandada, se rige por las normas reguladoras de la de los
acuerdos de la junta general de accionistas en el texto refundido de la Ley de sociedades anónimas -
artículo 70, apartado 2, de la Ley 2/1.995 - y, entre ellas, por la del artículo 115, apartado 1, de dicho
texto, que condiciona el éxito de la impugnación a que los acuerdos sean contrarios a la ley, se
opongan a los estatutos o lesionen, en beneficio de uno o varios accionistas o de terceros, los
intereses de la sociedad.
De la literalidad del referido precepto resulta como consecuencia que la mera infracción de un
convenio parasocial no baste, por sí sola, para la anulación de un acuerdo social - sentencia de 10
de diciembre de 2.008 -. Lo que, en el supuesto que se enjuicia, caracterizado porque los acuerdos
son plenamente conformes con los estatutos y no se han impugnado por lesionar los intereses
sociales, implica la necesidad de averiguar si infringieron, además de o junto al pacto, alguna
norma jurídica. Sin embargo, en la sentencia de la AP Madrid, de 16 de noviembre de 2012, la AP
desestima la demanda de impugnación de acuerdos sociales interpuesta por el socio minoritario.
Aunque los estatutos exigían una mayoría más elevada, el socio minoritario y el mayoritario habían
suscrito un pacto parasocial por el que el minoritario reconocía al mayoritario (que tenía el 65%)
el derecho a adoptar determinadas decisiones (acuerdo que aún no se había reflejado en una
modificación de
estatutos). El tribunal razonó lo siguiente: ““Consideramos que la actuación de aquél que,
habiéndose antes comprometido, como todos los demás socios, a plegarse a unas nuevas reglas de
funcionamiento de una sociedad, emprende luego, lo que entraña una paradoja, una acción de
impugnación de acuerdos sociales mediante la que denuncia, exclusivamente, la aplicación de
aquellas novedades convenidas para la adopción de decisiones en el seno de la junta general, por
ser diferentes a las estatutarias, entraña el ejercicio de un derecho de forma contraria a las
exigencias de la buena fe, lo que contraviene la previsión del nº 1 del artículo 7 del C. Civil y su
proyección procesal contemplada en los artículos 11 de la LOPJ y 247 de la LEC ; es más, podría
incluso llegar a ser considerado su comportamiento como un intento de abuso de derecho, figura
ésta proscrita por el nº 2 del artículo 7 del C. Civil ”
¿Cuál es el fundamento de la decisión del Tribunal Supremo? ¿Cuál podría haber sido un
razonamiento alternativo? ¿Existiría alguna forma de hacer valer los pactos parasociales?
En lo relativo a la impugnación me remito al artículo 204 LSC, por el cual se establece que
serán impugnables los acuerdos contrarios a la ley, estatutos o el reglamento de la sociedad,
o aquellos que lesionen el interés social de esta en beneficio de los socios o terceros. Este
precepto puesto en conexión con la doctrina que defiende que los pactos parasociales
representan el interés común, nos lleva a considerar la posible impugnación de los acuerdos
contrarios a los pactos parasociales, al partir de la teoría contractualista que prima en la
doctrina actual por la cual el interés común de los socios representa el interés social. Lo que
significa que los acuerdos que contrariasen dichos pactos serían susceptibles de impugnación,
dotando a los pactos parasociales omnilaterales de una especial protección, e incluso rango,
dentro del contexto de los pactos entre socios.
- El modo de hacer valer los pactos parasociales se basa principalmente en la publicidad de dicho
acuerdo. La ley actual rechaza la oponibilidad de los pactos secretos o reservados entre socios
(art 29 LSC), para ser oponible el pacto debe ser público.
Permitiendo igualmente que sea vinculante y oponible a la sociedad aquel pacto firmado por
todos los socios puesto que se considera que es conocido por la totalidad de los miembros de
la mercantil, asumiendo que de tal forma el pacto es conocido por todos los socios, sin
necesidad de publicidad.
Otro modo de lograr una solución, sería si los pactos entre socios fuesen incluídos en los
propios estatutos de la sociedad como solución definitiva a la oponibilidad de acuerdo con
lo establecido en el art 28 LSC “la escritura y en los estatutos se podrán incluir, además,
todos los pactos y condiciones que los socios fundadores juzguen conveniente establecer,
siempre que no se opongan a las leyes ni contradigan los principios configuradores del tipo
social elegido”.
Los pactos parasociales en términos generales son acuerdos alcanzados entre algunos o todos los socios.
Viene regulado en el artículo 28 y 29 de la LSC, siendo un contrato entre algunos o todos los socios
que, dependiendo de su contenido, afectan más o menos a la vida de la sociedad. Aunque estos pactos
tengan como objeto la sociedad, no se basa en el ordenamiento de la misma, quedando fuera del margen
social y regulando los pactos por el derecho de obligaciones. Son considerados en ocasiones como
contratos de sociedad interna, corroboran la existencia del principio de autonomía de la voluntad;
existiendo distintos tipos.
- Pactos de atribución, que son aquellos mediante los cuales los socios que los firmen asumen
obligaciones presentes o futuras, como por ejemplo una financiación adicional a la sociedad.
- Pactos de relación, que son aquellos mediante los firmantes regulan sus relaciones de manera
que queden sin afectar a la sociedad. Pueden ser por ejemplo relativos a posibles pérdidas y
ganancias, con respecto a los derechos de adquisión de acciones (compraventa de estos) entre
otros.
- Pactos de organización, mediante los cuales se regula el comportamiento de los socios firmantes
dentro de la propia organización. Estos son los más relevantes de los tres, debido a que cambian
las maneras de actuar. Se instrumentan mediante convenios y sindicatos de voto, y un ejemplo
sería firmar que los votantes han de votar lo mismo (como una forma de obtener fuerza en las
decisiones).
Su validez radica en ciertos requisitos esenciales, que coinciden con la validez de los contratos en
general, es decir, consentimiento, objeto y causa, sin poder vulnerar límites generales de los principios
de autonomía de la voluntad (no caben vicios de consentimiento, por ejemplo), morales y de orden
público. Se añaden ciertos límites, como los límites que se derivan de las obligaciones que contraigan
las partes y los límites derivados del derecho de sociedades.
Sus efectos vienen regulados en el artículo 29 de la LSC, donde establece que “los pactos que se
mantengan reservados entre los socios no serán oponibles frente a la sociedad”. Esto produce que, los
pactos no estatutarios pueden ser ocultos, y son inoponibles, la sociedad no podrá hacer efectivos los
pactos a los socios ni viceversa. Estos pactos no vinculan entonces a los administradores, solo a aquellos
socios que firman, además las obligaciones que deriven del mismo no se transmiten al enajenar acciones
o participaciones (intransmisibilidad), no pueden hacerse valer frente a terceros ni tampoco
aprovecharse de los instrumentos que otorga el derecho de sociedades para llegar a sancionar su
incumplimiento. Solo podrá ser oponible a la sociedad si presenta una ventaja o derecho a la misma.
Los pactos pueden no ser ocultos y hacerse públicos.
Así, estos pactos pueden ser estatutarios y extraestatutarios (parasociales). Los primeros, son oponibles
frente a la sociedad, cuando la sociedad por ejemplo los suscribe a la misma y son conocidos por todos,
son establecidos en la constitución de la sociedad. Los segundos, no se fijan en los estatutos, solo por
algunos socios, pudiendo ser privados y ocultos, por lo que no son oponibles a la sociedad, tampoco
tienen efecto frente a la misma. Hay una posibilidad de que sea oponible a la sociedad, y esta es cuando
todos los socios de la misma son firmantes del pacto, por lo que todos son conocedores, por la tanto aun
no siendo estatutario, no sería reservado frente a la sociedad, y sí sería oponible, pero no frente a terceros
debido a que no estaría inscrito en el Registro Mercantil. Con que solo uno de los socios no sea firmante,
no podrá ser oponible a la sociedad.
La registrabilidad en los pactos parasociales, no depende de la forma, ya que hay libertad de la misma,
pudiendo darse por documento público y privado, además de poder hacerlo de manera oral y escrita.
Los pactos estatutarios, precisan de registro en el Registro Mercantil, mientras el extraestatutario
(parasociales) no lo precisa. Por otro lado, las obligaciones derivadas de los estatutos sí que se
transmiten a la acción o participación, pero en cambio, en los parasociales esto no ocurre, quedando
solo vinculados los firmantes, y requieren de cesión del pacto parasocial para su transmisión. Son pactos
autónomos, dependientes del funcionamiento del contrato de la sociedad, ya que regula las relaciones
societarias.
Estos pactos, tienes que ser publicados si la sociedad fuese a salir a bolsa, teniendo que incorporarlo al
boletín de información
Problemas entre socios y administradores. ¿Cuáles son los deberes definitorios de la responsabilidad
de los administradores en el Derecho de Sociedades español? ¿Cuáles son las principales dificultades
a la hora de articular dicha responsabilidad? ¿Mediante qué tipo de acciones puede ejercitarse dicha
responsabilidad y qué elementos las caracterizan? ¿Qué diferencias existen con regímenes semejantes
del Derecho comparado? ¿Qué diferencias existen con el régimen de responsabilidad de los
administradores por deudas de la sociedad en casos de ausencia de disolución y desequilibrio
patrimonial? (la objetividad vs. subjetividad del régimen)
STJCE 18-12-2008
26. No obstante, es preciso señalar que, si bien el derecho preferente de suscripción reconocido en
favor de los accionistas no admite más excepción que la prevista en dicho artículo 29, apartado 4
(véase la sentencia Syndesmos Melon tis Eleftheras Evangelikis Ekklisias y otros [ TJCE 1992, 72] ,
antes citada, apartado 40), no es menos cierto que la Segunda Directiva ( LCEur 1977, 15) , como se
desprende de su segundo considerando y de la sentencia Siemens ( TJCE 1996, 217) , antes citada,
establece unas exigencias mínimas en materia de protección de los accionistas y de los acreedores de
las sociedades anónimas, ya que deja a los Estados miembros la libertad de adoptar disposiciones que
les sean más favorables, mediante, en particular, condiciones más restrictivas para la supresión de
dicho derecho preferente.
27. Pues bien, en el presente asunto, sólo cabe constatar que la normativa nacional tiene precisamente
el efecto de reforzar la protección que el artículo 29, apartado 4, de la Segunda Directiva ( LCEur
1977, 15) ofrece a los accionistas de las sociedades anónimas.
28. Por una parte, el artículo 159, apartado 1, letra b), párrafo primero, de la LSA ( RCL 1989, 2737
y RCL 1990, 206) exige, en el supuesto de que se suprima total o parcialmente el derecho de
suscripción preferente, que se elabore no sólo el informe al que se refiere el artículo 29, apartado
4, de la Segunda Directiva ( LCEur 1977, 15) , sino también un segundo informe sobre el valor
razonable de las acciones de la sociedad, el valor teórico de los derechos de suscripción preferente
cuyo ejercicio se propone suprimir y sobre la razonabilidad de los datos contenidos en el informe de
los administradores. A tenor de dicha norma nacional, este segundo informe debe haber sido
elaborado por un auditor de cuentas distinto del auditor de las cuentas de la sociedad, nombrado a
estos efectos por el Registro mercantil.
29. Por otra parte, si bien el artículo 29, apartado 4, de la Segunda Directiva ( LCEur 1977, 15) se
limita a exigir que el órgano de dirección o de administración de la sociedad justifique en su informe
el precio de emisión de las nuevas acciones, y no fija ningún límite mínimo al respecto, el artículo
159, apartado 1, letra c), párrafo segundo, de la LSA ( RCL 1989, 2737 y RCL 1990, 206) define,
respecto a las sociedades que cotizan en Bolsa, un precio mínimo de emisión de las nuevas
acciones, ya que exige que este precio sea, independientemente de las conclusiones recogidas en ese
informe, superior al valor neto patrimonial de las acciones de que se trate.
30. Además, no puede poner en entredicho esta apreciación de la normativa nacional el argumento
de la Comisión según el cual la fijación del precio de emisión de las nuevas acciones a un nivel inferior
a su valor de mercado, como permite el artículo 159 de la LSA ( RCL 1989, 2737 y RCL 1990, 206)
, puede llegar a crear una desigualdad de trato, en el sentido del artículo 42 de la Segunda Directiva
( LCEur 1977, 15) , entre los antiguos y los nuevos accionistas.
31. En efecto, procede señalar, por un lado, que la Comisión no ha aportado elemento alguno con el
que se demuestre, como exige dicho artículo 42, que estas dos categorías de accionistas se encuentran
en condiciones idénticas, de modo que la LSA ( RCL 1989, 2737 y RCL 1990, 206) debiera
garantizarles un trato de igualdad.
32. Por otro, la interpretación que invoca la Comisión tendría como consecuencia privar al artículo
29, apartado 4, de la Segunda Directiva ( LCEur 1977, 15) , de su efecto útil, en la medida en que
esta disposición establece que el precio de emisión debe justificarse en el informe de los
administradores, sin exigir, no obstante, que se fije obligatoriamente en relación con el valor de
mercado de las acciones de que se trate.
33. Pues bien, exigir que el precio de emisión de las nuevas acciones no sea inferior a su valor de
mercado tendría como consecuencia que, aun cuando ese precio estuviera justificado en el informe
de los administradores, la junta general no podría aplicarlo sin infringir el principio de igualdad de
trato del artículo 42 de la Segunda Directiva ( LCEur 1977, 15) .
34. En vista de todas las consideraciones precedentes, se ha de desestimar por infundado el primer
motivo invocado por la Comisión en apoyo de su recurso.
STS de 19-2-1991
El último inciso del párrafo primero del art. 67 de la Ley de Anónimas, autoriza la impugnación
de los acuerdos sociales... «que lesionen, en beneficio de uno o varios accionistas, los intereses
de la Sociedad», estando acertada la Sala de apelación en admitir formalmente la impugnación por
este específico cauce, abandonando la tesis del Juzgado, que usaba la vía de la falta de un «quorum
especial» que no figuraba en los Estatutos. La doctrina científica y jurisprudencial exige, para la
viabilidad de esta impugnación, los siguientes requisitos: 1.º Un acuerdo que lesione los intereses
de la sociedad, y 2.º Que la aprobación de dicho acuerdo beneficie a uno o varios socios. En torno a
la idea o concepto del interés social existen dos teorías completamente opuestas: la
institucionalista, que considera a la Sociedad Anónima como una «institución-corporación», en la
que el interés social que allí se persigue, es distinto del de sus socios, viniendo a coincidir con los
intereses de los componentes de la empresa (accionistas, administradores, acreedores, trabajadores,
etc.); y la teoría contractualista, consagrada en nuestra legislación, según la cual el interés social
no es otro que la
suma de los intereses particulares de sus socios, de forma que cualquier daño producido en el interés
común del reparto de beneficios, o en cualquier otra ventaja comunitaria, supone una lesión al interés
social. Ahora bien, este daño o lesión no es necesario que efectivamente se haya producido, para
deducir la pretensión impugnatoria, la doctrina de esta Sala tiene declarado «que es suficiente para
acudir al proceso especial impugnatorio que exista el peligro potencial de que dicho daño se
produzca, sin tener el demandante que esperar a que la lesión ocurra, para poder ejercitar la acción»
-sentencias de 2-7-1963 ( RJ 1963\3514); 11-5-1968 ( RJ 1968\4538); 11-11-1980 ( RJ 1980\4132)-
. El requisito del beneficio de uno o varios socios, no hay que entenderlo exclusivamente en el sentido
de puro interés económico, sino que también puede consistir en cualquier ventaja de carácter político-
social o profesional: exigiéndose que el beneficiado sea accionista, aunque la utilidad la reciba a
través de una persona interpuesta; debiendo existir finalmente la relación de causalidad entre la lesión
del interés social, producida por el acuerdo, y el beneficio experimentado por el socio -sentencias de
23-6-1962 ( RJ 1962\3021); 23-11-1970 ( RJ 1970\4885); 4-3-1967 ( RJ 1967\1349); 11-5-1968 ( RJ
1968\4538)-.
Esto está perfectamente explicado en las páginas 229 a 231 del compendio, y 236 a 239
Básicamente:
- El art 308 permite la supresión del derecho de suscripción preferente en los casos de aumento
de capital bajo la observancia de determinados requisitos materiales y formales (para que no
se abuse de este instrumento).
- El TJCE nos dice que nuestra normativa es lo suficientemente protectora en virtud del art. 159
LSA, hoy 308 LSC, al exigir segundo informe del auditor de cuentas y que el valor nominal
de las acciones más la prima de emisión se corresponda con el valor razonable de las acciones
que resulte del informe elaborado por el auditor de cuentas.
- Y en todo caso ha de atenderse al interés social, que la sentencia del enunciado de 1991 resume
magníficamente bien (teorías contractualistas vs. institucionalistas, requisitos, etc). Sobre
esto las pgs 237 y ss. se pronuncian al hablar de cuándo el interés social puede invocarse para
suprimir el derecho de suscripción preferente y proporciona algunos ejemplos (en el marco
de las obligaciones convertibles, pero es lo mismo).
OPAs y control concertado. ¿Por qué se dice que el propósito primordial de la Directiva
2004/25/CE sobre OPAs es el de proteger a los accionistas minoritarios? ¿Cuáles son las bases
del sistema de protección? ¿En qué medida pueden resultar relevantes los pactos parasociales
a la hora de fijar el umbral de control? ¿Cuál es el enfoque del ordenamiento español hacia
este tipo de pactos?
El enfoque adoptado por la Directiva 2004/25/CE, de 21 de abril, relativa a las ofertas públicas de
adquisición de acciones (“Directiva de OPAS”) es la existencia de una OPA a posteriori y a precio
equitativo sobre la totalidad de los valores de la sociedad afectada cuando se alcance el umbral de
control determinado por la legislación de cada Estado miembro, en España el sistema actual de OPA
obligatoria (trasposición de la citada Directiva) lo encontramos en el Real Decreto Legislativo 4/2015,
de 23 de octubre, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley de Mercado de Valores y en el
Real Decreto 1066/2007, de 27 de julio, sobre el régimen de las ofertas publicas de adquisición de
valores (RDOPA).
NOVEDADES:
● Sustitución de OPA previa por OPA a posteriori.
● Prohibición de OPA obligatoria parcial.
art.4 RDOPA: se entenderá que una persona física o jurídica tiene, individualmente o de forma
conjunta con las personas que actúen en concierto con ella, una participación de control de una
sociedad cuando alcance, directa o indirectamente, un porcentaje de derechos de voto igual o superior
al 30%; o cuando haya aun habiendo alcanzado un porcentaje de derechos de voto inferior, designe
en los dos años siguientes un número de consejeros que,unidos, en su caso, a los que ya hubiera
designado, representen más de la mitad de los miembros del órgano de administración de la sociedad.
BASES DE LA PROTECCION
art. 3 RDOPA establece que “quedará obligado a formular una oferta pública de adquisición por la
totalidad de los valores y dirigida a todos sus titulares a un precio equitativo quien alcance el control
de una sociedad cotizada”. De este artículo se desprenden las bases de esta protección a los
minoritarios: OPA por la totalidad de las acciones a precio equitativo.
● precio equitativo = precio que, como mínimo, sea igual al precio más elevado que el oferente
o aquellas personas que hubieran, en su caso, actuado de forma concertada con él, hubieran
pagado por las acciones de la sociedad afectada durante los doce meses previos al anuncio
de la oferta.
El que en determinado supuestos exista la obligación de formular una OPA en los términos citados
no impide que se puedan formular OPAs voluntarias por un número inferior al total de acciones,
siempre que se dirijan a todos los titulares de los valores de la sociedad afectada siguiendo las mismas
reglas de procedimiento que las OPAs obligatorias. SE PUEDE CITAR AQUI EL ART.8. F) RDOPA
OTRA NOVEDAD:
art.3 RDOPA, el cual obliga a formular una OPA por la totalidad de los valores dirigida a todos sus
titulares a un precio equitativo a quien alcance el control de una sociedad cotizada mediante:
a) la adquisición de acciones u otros valores que confieran, directa o indirectamente,
el derecho a la suscripción o adquisición de acciones con derechos de voto en
dicha sociedad;
b) mediante pactos parasociales con otros titulares de valores; o
Pregunta de teoría 1:
¿Es el capital social una medida adecuada para proteger a los acreedores? ¿debe esta medida ser
impuesta por el Legislador? ¿Qué alternativa/s propone?
Aquí Alfaro lo explica muy bien (está copiado en el compendio al principio del tema 6):
https://almacendederecho.org/la-doctrina-del-capital-social-derecho-sociedades-mecanismo
proteccion-los-acreedores (me da pereza resumirlo).
Básicamente:
- La doctrina del capital social introduce multitud de normas para proteger a los acreedores, sobre
todo ex ante (control de legalidad en escritura pública y registro, capital social mínimo,
prohibiciones a la asistencia financier, restricciones al reparto de dividendos, limitaciones a
acciones en autocartera y derecho de oposición de acreedores, legitimación de los acreedores
en acciones de responsabilidad, y transparencia a través de las cuentas anuales y su régimen
legal)
- NO está nada claro que tantas normas sean eficaces (Alfaro y sus coleguis piensan que son
demasiadas)
- El derecho concursal y contractual es más eficaz: Limita la intervención al momento en
el que se necesita proteger a los acreedores, en lugar de regular permanentemente las
sociedades sin necesidad. Además, aunque sus normas actúan ex post – cuando se ha
producido la insolvencia -, sus efectos ex ante son indudables. El Derecho Concursal
protege a los acreedores imponiendo la obligación de solicitar el concurso cuando la
sociedad no puede hacer frente a sus obligaciones definiendo con mucha mayor
precisión el riesgo de que continúen actuando en el tráfico empresas insolventes (v.,
art. 5 LC); subordina los créditos de las personas especialmente relacionadas con el
deudor para desincentivar las “resurrecciones” artificiales de empresas insolventes a
base de créditos concedidos por los socios (art. 92.5 LC) y declara la responsabilidad
de los administradores y socios de control por el déficit concursal en caso de concurso
culpable (art. 164 LSC), además de los efectos protectores de las acciones
revocatorias.
- En los Derechos donde se abandonó la doctrina del capital, las normas de protección de
acreedores se limitan a condicionar los repartos o distribuciones a los socios en
forma de dividendos o mediante la recompra de acciones a que se cumpla el
llamado “test de solvencia”, es decir, a asegurar que el reparto proyectado no pone
en peligro la solvencia o la liquidez de la sociedad, solución, nuevamente, más
ajustada a la ponderación de los intereses de accionistas y acreedores que la de limitar
rígidamente el reparto de dividendos en función de la contabilidad (como hace el art.
273.2 LSC siguiendo la 2ª Directiva – patrimonio
neto superior al capital social -) respecto de la cual el margen de discrecionalidad de
los administradores y la posibilidad de su manipulación es notable.
- EL régimen imperativo del capital social tiene muchos costes tanto para la sociedad
(que en ocasiones se ve obligada a rechazar operaciones de cierto riesgo) como para
acreedores (Alfaro cita bastantes).
- Pero el coste principal del régimen del capital social deriva de su carácter
estatutario. Al constituir la cifra del capital una mención esencial de los estatutos,
cualquier modificación de ésta obliga a modificar los estatutos e incurrir en los costes
de “verificación” correspondientes, esto es, a la formalización de los acuerdos
sociales, a su elevación a escritura pública y a su inscripción en el Registro. Además
de cumplir con normas muy onerosas en tiempo y esfuerzo como son las de
verificación del desembolso de las aportaciones y su valoración por un experto
independient
- Alternativas:
- La aplicación del test de solvencia y la flexibilización del capital social, eliminando la
mayoría de normas ex ante.
- Quienes critican el test de solvencia dicen que
(https://derechomercantilespana.blogspot.com/2014/01/la-doctrina-del-capital
social.html#more) : (i) el “test de solvencia” no es eficaz porque son los
administradores los que deciden que el reparto no pondrá en peligro la solvencia de la
sociedad y, por tanto, es una valoración subjetiva; (ii) si se usan valores de mercado,
existe el riesgo de que se haga una valoración “optimista” de los activos sociales por
parte de los administradores. Frente a ambos inconvenientes, el principio de prudencia
y de coste de adquisición como criterios contables de valoración de activos garantizan
la inmunidad del capital social frente a ambos defectos.
- En realidad, tales defectos no existen, al menos, en la comparación entre el test de
solvencia y el del capital social. Porque los administradores – que son más aversos al
riesgo que los accionistas – no tienen incentivos para poner en peligro la solvencia de
la sociedad ya que con la quiebra de ésta perderían su empleo, al margen de que la
decisión sobre la distribución la ha de tomar finalmente la Junta de Accionistas y que
tal decisión ha de ir acompañada de la verificación por parte de expertos auditores. Por
otra parte, el criterio de valoración por el coste de adquisición o de producción puede
no ser conservador en caso de que un activo se haya depreciado sustancialmente.
Pregunta de teoría 2: ¿En qué consiste el sistema de representación proporcional y agrupación del
voto? ¿Por qué se dice que favorece a los socios minoritarios?
¿Es la remoción de los administradores (por la junta) libre o sujeta a condiciones? ¿Qué
problema trata de abordar el Tribunal Supremo sujetando esta posibilidad a
restricciones? ¿En qué consisten esas restricciones? ¿Le parece adecuada la
interpretación del Tribunal desde un punto de vista de lege ferenda? ¿Y desde un punto
de vista de lege data?
Asistencia financiera.
En el auto de la AP de Madrid, de 9 de enero de 2007 (AC 2007/1160) se decide sobre la
solicitud de anulación, por parte de la empresa Endesa, de los acuerdos de compraventa de
activos suscritos entre Gas Natural e Iberdrola. El contexto era la OPA de Gas Natural sobre
Endesa. El consejo de administración de Endesa alegaba que el propósito de la oferente era el
de utilizar el patrimonio de Endesa para garantizar los préstamos obtenidos para lanzar la OPA,
algo que, según el consejo de Endesa, infringía la prohibición de asistencia financiera. La AP
de Madrid rechazó la pretensión afirmando que:
El examen de las desinversiones pone de manifiesto que no tienen por finalidad prestar
asistencia financiera a la adquisición, sino ofrecer una solución a los efectos negativos que
tiene la operación de concentración sobre la competencia. Ya se ha destacado que lo relevante
en el análisis de los compromisos (en lo que aquí nos ocupa) no es el método de venta o el
ofrecimiento o no de un comprador (acuerdo previo supeditado a la adquisición y autorización
de la adquisición y de la venta) sino que vienen ordenados a cumplir los referidos fines, y esto
excluye la aplicación al caso de la prohibición contemplada en el artículo 81 TRLSA ( RCL
1989, 2737 y RCL 1990, 206) .
Otro aspecto a destacar es la relación entre el Acuerdo suscrito entre GAS NATURAL e
IBERDROLA y la adquisición por parte de GAS NATURAL de una participación mayoritaria
en ENDESA. El Acuerdo está sujeto a dicha adquisición y se encuentra condicionado por las
decisiones que adopten las autoridades, tanto sobre los requisitos que puedan imponer para
la adquisición como por el examen independiente del Acuerdo (estipulación segunda). Sin
embargo no ocurre lo contrario, el Acuerdo no condiciona la Oferta, lo que desvincula a aquel
de su consideración como mero instrumento de financiación de la adquisición. No se presenta
prima facie como un cauce para asistir financieramente a GAS NATURAL. En realidad esto
sucede porque la finalidad del Acuerdo es otra bien distinta, al margen de cualquier otro efecto
añadido (de existir tal
efecto). Esta situación tampoco aparece comprendida en la prohibición del artículo 81 TRLSA
( RCL 1989, 2737 y RCL 1990, 206) , precepto que debe ser interpretado restrictivamente y
que requiere que la asistencia se preste específicamente para la adquisición de acciones, como
motivo determinante de la operación. Si la finalidad financiera no existe o no es esencial, y
prevalece otra, ya no puede afirmarse que se incurra en la prohibición.
[…]
Aún cabría pensar en una hipotética fusión entre GAS NATURAL y ENDESA, pero esa hipótesis
no justifica la aplicación del artículo 81 TRLSA ( RCL 1989, 2737 y RCL 1990, 206) porque
se trata de un proceso que ya contempla garantías específicas para acreedores y socios
minoritarios. Al margen de ello el Crédito tampoco impone la fusión. En el referido folleto
explicativo presentado a la CNMV se excluye que la Financiación dependa de una eventual
fusión con Endesa:
¿Está de acuerdo con el auto? ¿Cabría, a la luz de lo que indica, anular en algún caso las
transacciones conducentes a una compraventa apalancada (LBO) con posterior fusión?
¿Supuso algún cambio la posterior aprobación de la Ley de Modificaciones Estructurales
y su artículo 35 (ley de 2009, auto de 2007)?
“15. En el caso enjuiciado, un negocio jurídico como es aportar la mayor parte del
patrimonio inmobiliario de la sociedad, 23 de los 26 locales que pertenecían a FINCAS
REVEMAT, a otras sociedades, que inicialmente no formaban parte del mismo grupo, a
cambio de participaciones sociales que representan la mayoría del capital social de dichas
otras sociedades, podría ser inocua, pero en todo caso tiene que estar justificada por los
intereses de la sociedad. Por lo tanto, el administrador, que por su propia autoridad, toma
la decisión, ha de estar en condiciones de justificar el interés de FINCAS REVEMAT en
participar en esas operaciones de ampliación de capital mediante la aportación de sus
inmuebles.
17. Ninguno de esos argumentos se ha justificado, pero es que además las alegaciones son
poco verosímiles. En primer lugar, la "gran recesión" que, como es notorio en España
había empezado en el año 2007, era como mínimo anterior en tres años a las aportaciones
que se hicieron todas en julio de 2011. En segundo lugar, tampoco se ha justificado que
los locales hubieran quedado vacíos, que hubiera dificultades de tesorería para el pago
de los
préstamos hipotecarios y que el administrador tuviera que hacer préstamos a la sociedad
con esa finalidad.
18. Por el contrario, la operación se realiza a los pocos meses de que en primera instancia
se dictase una sentencia en la que se reconocía el carácter ganancial de la mayor parte
de los bienes aportados inicialmente a la sociedad por los cónyuges, lo que varía
sustancialmente la participación de los dos socios en el capital social. En segundo lugar,
un dato determinante, es que el resultado de la actividad de la sociedad Fincas Revemat
pasa de unos benéficios de 371.032'47 euros en el 2011 a pérdidas de -574'99 euros, -
34.509 euros, -44.331'65 euros, -42.119'03 euros y -22.827'53 euros, respectivamente en
los ejercicios 2012 a 2016.”