Tema3-ArteRománico2024

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TEMA 3: EL ARTE ROMANICO

1. CONTEXTO HISTORICO.

La caída del Imperio Romano de Occidente (476) y la consiguiente invasión

de los pueblos germánicos aumentó la crisis social y económica que vivía el mundo

romano desde el siglo III. Estos pueblos germánicos, algunos de ellos bastante

romanizados por su contacto con el mundo romano, asimilaron diversos aspectos

de la cultura romana como la lengua latina, las formas del arte clásico y la

importancia del cristianismo (religión oficial del Imperio).

En este periodo se produce un proceso de regionalización o fragmentación

política (visigodos en España, francos en Francia, ostrogodos y lombardos en Italia,

etc.) que se traduce en el plano artístico en distintos estilos regionales y temporales

(arte visigodo, merovingio, ostrogodo, carolingio, asturiano, etc.) que son el

resultado de una fusión de elementos germánicos y romanos. Habitualmente

denominamos a estas manifestaciones artísticas como arte Prerrománico en el

sentido de que apuntan algunas de las soluciones técnicas y estéticas desarrolladas

en el arte Románico.

Otra característica importante de este periodo es la importancia de la

Iglesia, tanto desde el punto de vista político o económico como por su papel de

elemento cohesionador de la cultura europea, factor fundamental en el posterior

desarrollo de un estilo unitario como es el Románico.

Hacia el año 1000 se produce en Europa una nueva fase de su historia. Es

esta una época de vitalidad en Europa: crecimiento demográfico, roturación de

nuevas tierras de cultivo, desarrollo urbano, las monarquías feudales comienzan su

camino hacia la formación de los estados nacionales, Cruzadas… Dentro de la

sociedad feudal, la Iglesia es uno de los principales poderes de la época y será el

vínculo del periodo románico, extendiendo el arte a través de las órdenes

monásticas y las peregrinaciones. Además, su formidable poder económico y social

se manifiesta en la construcción y decoración de iglesias y monasterios que darán


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forma y extenderán la estética románica, unificando así la expresión artística de la

Europa cristiana por primera vez desde el final de la Antigüedad.

Además de la importancia de la Iglesia, históricamente destacan una serie

de factores de la época en que se desarrolló el arte Románico:

 Crecimiento demográfico: aumento de núcleos de población y de

construcciones religiosas en los mismos.

Sociedad feudal: una sociedad estamental en la que los grupos

privilegiados (nobleza y clero) son los principales clientes y mecenas

artísticos de un arte que, como veremos, era esencialmente religioso.

Expansión monástica: las órdenes religiosas alcanzan en este periodo un

gran poder y prestigio económico y político que les hace desarrollarse

por todo el continente extendiendo así las formas artísticas románicas.

Peregrinaciones: son otro fenómeno unificador y difusor del arte de esta

época a través de los caminos de peregrinación, especialmente el

Camino de Santiago.

En resumen, hacia el año 1000 Europa occidental tiene unos rasgos sociales

y culturales comunes como son el feudalismo, la importancia de la Iglesia y la

religión cristiana y el arte románico.

2. CONCEPTO Y CARACTERISTICAS.

El término Románico comenzó a utilizarse a principio del siglo XIX para

designar la arquitectura medieval supuestamente derivada de la romana. Este

concepto fue siendo superado desde mitad de ese siglo al considerarse que el arte

románico era fruto de diversas fuentes artísticas (arte romano, prerrománico,

bizantino) y exigencias sociales y culturales. El Románico alcanzó su reconocimiento

definitivo como plena manifestación artística (independiente de la Antigüedad) en

las primeras décadas del siglo XX. A este reconocimiento no fue ajeno el auge que

en Europa tuvieron entonces otras culturas (arte precolombino, arte íbero, arte
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africano, etc.) ni el carácter del propio arte contemporáneo, más preocupado por la

idea que por la mimesis (copia de la realidad).

El arte románico se desarrolla en Europa durante los siglos XI y XII, si bien

desde mediados de este último comienza a extenderse la arquitectura gótica y en

algunos lugares se mantienen las formas románicas durante parte del siglo XIII.

Geográficamente coincide con el área de expansión del feudalismo: norte de

Italia, norte de España (recordad que al sur del Duero estaba Al-Andalus), actual

Francia, Alemania y las Islas Británicas.

El Románico es un arte eminentemente religioso, como es lógico en una

época en la que la Iglesia era uno de los principales poderes y extendía su influencia

por toda la sociedad con una presencia abrumadora del poder absoluto de la

divinidad que angustiaba y aleccionaba al hombre medieval. Esto determina una

visión teocéntrica del mundo que condiciona la expresión artística, tanto desde el

punto de vista formal como iconográfico, pues no hay que olvidar que el arte

románico cumple también una importante función docente establecida por la

Iglesia y ejecutada por artesanos.

Este última cuestión nos acerca al concepto del artista en la época. En la

Edad Media no existe el concepto de artista, sino el de artesano o persona capaz de

ejecutar una obra de forma adecuada. Así, los artesanos son ejecutores de la obra

encargada por los clientes (nobles o Iglesia) y rara vez intervienen en el diseño

iconográfico de la misma. Son trabajadores que reciben un dinero o una donación

por su trabajo (construir, pintar o esculpir), pero no son reconocidos por su

capacidad de “inventar”.

3. ARQUITECTURA ROMANICA.

La arquitectura románica es fundamentalmente religiosa con escasos

edificios civiles. Las construcciones más destacadas son los monasterios y las

iglesias, tanto las pequeñas iglesias como las grandes iglesias de peregrinación.

No existe un único modelo de planta para todo el periodo ni para su amplia

difusión geográfica. En general, las iglesias pequeñas se realizan con planta


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basilical de una, tres o cinco naves cortadas o no por el transepto. También se

encuentran algunas iglesias de planta centralizada (circulares o poligonales), con

precedentes en el arte bizantino (San Vital de Rávena) o carolingio (capilla palatina

de Aquisgrán). En la Edad Media el círculo era considerado una forma perfecta y

divinaque simbolizaba la virtud suprema y la esperanza de la vida futura.

Para las grandes iglesias de peregrinación se utiliza la planta de cruz latina

Desde el punto de vista simbólico, representa la figura de Cristo crucificado. La

cabeza corresponde al ábside, los brazos en cruz al transepto y el resto del cuerpo

al resto del edificio. En la cabecera de la iglesia se sitúan uno o más ábsides. En

ocasiones los brazos del transepto se coronaban con absidiolos, en otras se

disponía un doble transepto. El auge del fenómeno de las peregrinaciones llevó al

desarrollo de la girola o deambulatorio y a la multiplicación de absidiolos.

El plano divino queda simbolizado por las formas circulares de la bóveda, la

cúpula, los arcos de medio punto y el ábside, mientras que el terrestre y humano lo

constituyen las formas poligonales (cuadrados y rectángulos). El crucero actúa de

unión entre el espacio destinado a los fieles y la zona sagrada del altar; es decir,

entre el espacio humano y el divino.


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Por

otra parte,

la iglesia

orienta su

cabecera

hacia el

este como

imagen de Dios iluminando el mundo. Esta simbología es reforzada por las pinturas

del ábside, hacia donde se atrae la atención de los fieles.

En alzado el arte románico destaca por el sistema de soportes y cubiertas

empleados para construir edificios más grandes y altos, pero más pesados, por lo

que se hace vital una buena estructura de sujeción. En su parte interior, la nave

central es la principal y destaca por ser más alta y ancha que las laterales, que

actúan como estructuras de descarga y que están separadas de la principal por

arcos de medio punto, uno de los elementos característicos del románico. En la

superficie mural comprendida entre los arcos de separación de las naves y el

arranque de la cubierta se abren las ventanas, que en algunas regiones y en épocas

avanzadas fueron sustituidas o completadas por el triforio o la tribuna.

En el primer Románico y en iglesias pequeñas se utilizaba la cubierta plana

de madera, pero la cubierta más característica del románico es la bóveda de cañón,

reforzada por arcos fajones que descansan sobre los arcos de medio punto del

piso inferior y en gruesos pilares que suelen llevar columnas o semicolumnas

(baquetones) adosadas en sus frentes. Estos pilares se corresponden en el exterior

con los contrafuertes.

La altura de la nave y el empleo de la pesada bóveda de cañón obliga

también a aumentar el grosor de los muros y a reducir las ventanas, produciendo

así el aspecto oscuro y macizo de las construcciones románicas.

Para cubrir los espacios cuadrados (naves laterales, brazos del transepto) se

adoptaron soluciones más simples como la bóveda de arista, surgida de la


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intersección de dos medios cañones. Para cubrir el crucero se adoptó la cúpula

semiesférica abierta en su cúspide por una linterna y apoyada sobre pechinas o

trompas, de origen oriental, elementos que facilitan el tránsito entre una zona

semiesférica superior y el espacio cuadrado de la planta. En el exterior aparece

como una torre circular o poligonal, el cimborrio.

El aspecto exterior de las iglesias románicas se corresponde con el espacio

interior. Suelen ser de aspecto recio y macizo, con gruesos muros horizontales de

los que sobresale la torre o campanario, de planta cuadrada u octogonal, que

puede alzarse aislado del cuerpo de la iglesia, flanquear uno o los dos lados de la

fachada o disponerse un uno o ambos brazos del transepto. En toda la superficie de

la iglesia adquieren gran importancia las escasas ventanas, no sólo por oponerse a

la plenitud mural, sino como lugares donde la decoración se expresa en plenitud.

Otro elemento característico son los contrafuertes que recogen el empuje lateral del

edificio. También destaca el cimborrio que se eleva sobre el crucero.

Las fachadas son las partes más cuidadas y significativas del exterior de la

iglesia románica. La fachada, como la zona absidal, suele reflejar la distribución del

espacio interior de la iglesia (número de naves, divisiones en altura, etc.). Encima de

la portada occidental (la del oeste, que da acceso a la Iglesia), en la mitad superior

de la fachada, suele abrirse un óculo circular o una ventana.

Las fachadas presentan una gran variedad decorativa y en ellas los

escultores desarrollan toda su fuerza creativa. En el pórtico principal (formado por


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un tímpano apoyado sobre una columna parteluz, y que constituye el acceso a la

iglesia, salvando el muro mediante un abocinamiento) es donde se desarrolla

principalmente la decoración escultórica, tanto en las arquivoltas, como en el

tímpano, en las jambas o en los dinteles. A partir del siglo XII las jambas se hicieron

más frecuentes las decoraciones de sus columnas por estatuas-columnas (a modo

de cariátides). El trabajo escultórico monumental tuvo también en los capiteles un

lugar privilegiado.

3.1 Las iglesias de peregrinación.

Un caso especial dentro del Románico son las iglesias de peregrinación,

llamadas así porque se encontraban en los puntos principales de las rutas de

peregrinaje, especialmente en las rutas hacia Santiago de Compostela.

El Camino de Santiago fue el más famoso y transitado a lo largo de estos

siglos. Su origen está en el descubrimiento de la supuesta tumba del apóstol

Santiago en tiempos del rey Alfonso II de Asturias. La difusión de esta noticia por el

territorio cristiano (lo que se denomina la Cristiandad) tuvo una enorme repercusión

y animó a muchas personas a visitar el santo lugar, creándose una vía de

comunicación entre el norte de España y Europa por la que se difundieron las

novedades culturales. De Francia venían varias rutas que confluían en los Pirineos

en dos, Somport y Roncesvalles, que luego se unían en Puente de la Reina.

Desde el punto de vista artístico destaca el gran número de iglesias

construidas a lo largo de la ruta (tanto en Francia como en España) y el

establecimiento de una tipología común en algunas de ellas, las llamadas iglesias

de peregrinación. Este tipo de iglesias se caracteriza por sus grandes dimensiones

que permitían acoger y transitar a un gran número de fieles en su interior.

En planta suelen ser iglesias de cruz latina con tres o cinco naves, transeptos

amplios (a veces de tres naves), girola y absidiolos y capillas radiales en el transepto.

En alzado destaca la utilización de tribunas para favorecer los desplazamientos de

los fieles. Las más destacadas son San Saturnino de Toulouse, San Esteban de
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Nevers, San Martín de Tours, Santa Fé de Conques y la catedral de Santiago de

Compostela.

3.2 Las escuelas regionales.

De la arquitectura francesa destacan la iglesia del monasterio de Cluny (sin

triforio), la iglesia de la Magdalena de Vezelay (sin triforio y con bóveda de arista sin

refuerzos, no de cañón, separada por arcos fajones con dovelas blancas y negras);

las iglesias con cúpulas sobre trompas o pechinas que denotan la influencia

bizantina como la catedral de Puy o Saint Front de Perigueaux. Un último grupo,

vinculado a Bretaña y Normandía, se caracteriza por un mayor desarrollo en altura,

la ausencia de elementos decorativos y la bóveda de crucería reforzada

(antecedente de la bóveda gótica), como en San Estaban y la Trinidad de Caen.

En Italia, desde finales del siglo X y durante la primera mitad del XI se

desarrolla en Lombardia el románico lombardo del que destacan San Abundio de

Como y San Ambrosio de Pavía. El románico italiano tiene un carácter clasicista

relacionado con la tradición paleocristiana y los restos de la antigüedad romana.

Entre las características de la arquitectura románica italiana está la separación de

las construcciones arquitectónicas (iglesia, campanario, baptisterio), y el uso de

cornisas de arquillos (canecillos) y pilastras planas (bandas lombardas o lesenas) en

el exterior, que también aparecen en numerosos edificios de Francia, Alemania y

España. Entre las principales construcciones están la catedral, campanile y baptisterio

de Pisa. En el siglo XII encontramos en Toscana algunas iglesias que se caracterizan

por el uso de elementos clásicos y mármoles polícromos (San Miniato al Monte,

baptisterio de Florencia). En la parte sur se desarrolla el arte sículo-normando, que

reúne elementos normandos, bizantinos y musulmanes (capilla palatina del castillo

de Palermo, catedral de Monreale, San Cataldo de Palermo).

La arquitectura románica alemana origina un tipo de iglesia de grandes

dimensiones caracterizado por las plantas de tres naves, dos cruceros, capiteles

cúbicos, bicromía (rojo y blanco), torres flanqueando los ábsides, tejados poliédricos

y galerías exteriores (columnillas y arcos) a modo de triforio externo que reciben el


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nombre de galerías enanas. Las principales iglesias son San Miguel de Hildesheim y

las catedrales de Maguncia, Spira y Worms.

El románico inglés comienza a desarrollarse a partir de la conquista

normanda en 1066. La arquitectura anglonormanda se caracteriza por el gran

tamaño de los edificios, las cabeceras planas, crucero cubierto con torre-linterna

cúbica y el temprano uso de la bóveda de crucería. Los principales edificios son la

catedral de Durham y la de Winchester.

3.3 Arquitectura románica en España

En España el Románico se localiza especialmente en los Pirineos y la

región al norte del río Duero, que era la frontera entre los reinos cristianos del norte

y Al-Andalus. A lo largo del siglo XII se extendió hasta el río Tajo.

El Románico penetró en España por dos vías: el Camino de Santiago, que

sería una de las principales vías de difusión del románico en Castilla, y por Cataluña.

En la arquitectura románica española se combinan las influencias francesa y

lombarda con las tradiciones autóctonas visigoda, mozárabe, asturiana y carolingia.

Se caracteriza también por la gran cantidad de construcciones de distinta

importancia (desde grandes catedrales como la de Santiago de Compostela a

pequeñas iglesias centralizadas en numerosos pueblos).

Las primeras construcciones del románico español se producen desde

principio del siglo XI en Cataluña, donde el románico recibe de forma decisiva la

influencia de la arquitectura lombarda (norte de Italia): iglesia y campanario

separados, canecillos, bandas lombardas. Entre las principales manifestaciones

están los monasterios de Sant Pere de Roda, el de Santa María de Ripoll, los de San

Miguel de Cuixà y San Martí de Canigó, el de Sant Joan de les Abadesses, la catedral de

la Seu d’Urgell y las iglesias de San Clemente y Santa María de Tahull.

También durante el siglo XI el románico penetró por la ruta de Santiago y se

construyeron diversos edificios que preceden la gran eclosión constructiva del siglo

XII en Castilla, León, Navarra y Aragón. Esta vía tiene una mayor influencia de la

arquitectura francesa. Las principales construcciones del siglo XI son la catedral de


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Jaca, la iglesia de San Martín de Fromista, el monasterio de Santo Domingo de Silos, la

iglesia de San Isidoro de León y, sobre todo, la catedral de Santiago de Compostela.

El siglo XII es el de la plenitud de la difusión del románico por Castilla y

León, caracterizado por el gran número de iglesias rurales, la construcción de

claustros y pórticos en monasterios e iglesias y la extensión de las construcciones

lejos ya del Camino de Santiago. Los principales edificios son las iglesias de San

Vicente en Avila, las murallas de esta ciudad, las iglesias de San Esteban, San Millán y

San Martín en Segovia, San Esteban de Gormaz, monasterio de San Juan de Duero,

Santo Domingo de Soria, iglesia de la Vera Cruz en Segovia, la catedral de Zamora, la

colegiata de Toro, la catedral vieja de Salamanca, y las iglesias de Eunate y Torre del Río.

4. ESCULTURA.

El Románico se distingue entre otras cosas por la importancia que tuvieron

las artes figurativas en relación con los siglos anteriores. Al contrario que en los

primeros siglos de la Edad Media, la escultura y también la pintura, adquieren en el

Románico una gran importancia y desarrollo.

Se trata de una escultura con un carácter eminentemente didáctico que

responde a unos programas iconográficos dictados por la Iglesia que generalmente

tienen un significado simbólico o alegórico para destacar la idea de pecado, el

temor a la condenación y la necesidad de arrepentimiento. De acuerdo con esta

concepción, la iconografía más habitual es la Majestad del Señor o Pantócrator

(Maiestas Domini), que aparece rodeada de los símbolos de los cuatro evangelistas

(Tetramorfos: águila, toro, león y ángel) y los veinticuatro ancianos del Apocalipsis; el

Juicio Final; recreaciones de la vida, milagros y muerte de santos e imágenes

simbólicas del pecado y del demonio, que aparecen bajo formas repelentes o

ridículas (animales fantásticos o monstruos tomados del bestiario). En las escasas

esculturas exentas hay dos temas fundamentales: Cristo crucificado y la Virgen

como trono de Cristo (Maiestas Mariae).


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Otra de las características principales de la escultura románica es su

subordinación al marco arquitectónico. La escultura se concentra principalmente

en las portadas de las fachadas y también en los capiteles de las columnas. Las

formas escultóricas deben adaptarse al espacio arquitectónico que cubren, la

llamada ley del marco que hace que, por ejemplo, las figuras sean alargadas en las

jambas y queden achatadas en las dovelas de las arquivoltas.

La disposición de las figuras sigue dos principios fundamentales: el

predominio del primer término y el principio de jerarquía, por el que los

personajes aparecen con mayor o menor tamaño en función de su importancia

jerárquica dentro del contexto que se representa. También hay que destacar el

horror vacuii.

De estas consideraciones iconográficas y formales se deriva que la escultura

románica es un arte poco realista, más preocupado por la expresión que por la

belleza formal (entendida como imitación de la realidad). Esto se observa en el

hieratismo de las figuras, la desproporción y ausencia de perspectiva y referencias

al paisaje, la geometrización de las formas y la ausencia de individualización de las

figuras. Sin embargo, eso no debe verse como fruto de la incapacidad, la

decadencia o el primitivismo creativo porque las formas románicas son claras y

responden a un estilo de plenitud plástica que se aleja de lo cotidiano y se preocupa

por los caracteres esenciales que pretende mostrar.


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4.1 Escultura románica en Francia e Italia.

En Francia destacan la portada de la Magdalena de Vezelay, San Lázaro de

Autun y el claustro y la iglesia de San Pedro de Moissac, aunque la obra más

importante de la escultura románica francesa es el Pórtico Real de Chartres, de

mediados del siglo XII que se puede considerar casi gótico por su naturalismo y la

importancia que alcanza el bulto. En esta portada destacan las estatuas-columna de

las jambas. Hay que destacar también el foco de la Provenza, desarrollado en la

segunda mitad del siglo XII, por su clasicismo y naturalismo (San Trófimo de Arlés,

iglesia de Saint Gilles du Gard).

La escultura italiana tiene un marcado sentido ornamental. Hacia final del

siglo XII destaca Benedetto Antelami, que inicia el tránsito hacia un mayor

clasicismo y naturalismo (Descendimiento de la catedral de Parma).

4.2 Escultura románica en España.

España es una de las zonas que más tempranamente presenta actividad

escultórica. Ya desde principio del siglo XI encontramos obras importantes como la

portada de la catedral de Jaca, el monasterio de Silos (las obras continúan allí durante

el siglo XII) o San Isidoro de León (hacia final de siglo).

Durante el siglo XII se producen algunas de las obras más excepcionales de

la escultura románica española: la fachada del monasterio de Santa María de Ripoll, la

puerta de Platerías de la catedral de Santiago de Compostela, el claustro de Sant Joan

de les Abadesses o el de San Juan de la Peña. En el último tercio del siglo aparecen las

tres personalidades más destacadas del Románico español, que suponen la

transición hacia las formas góticas: el maestro de la Cámara Santa de Oviedo, el de

San Vicente de Avila y el maestro Mateo, autor del Pórtico de la Gloria de la catedral

de Santiago, la obra cumbre de la escultura románica española.

Hay que destacar también la existencia de una escultura exenta,

generalmente de madera policromada, de la que destacan obras como la Majestad


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Batlló (un Cristo crucificado), las vírgenes con Niño (Virgen de Montserrat) o el

Descendimiento de Sant Joan de les Abadesses.

5. PINTURA.

Las características formales y simbólicas de la pintura románica son las

mismas que las mencionadas para la escultura, aunque hay que añadir algunos

aspectos propios del arte pictórico.

La pintura se presenta en tres variedades:

a) mural, en la que se utiliza predominantemente el fresco para decorar las

paredes de las iglesias;

b) sobre tabla, sobre todo en los frontales de altar (antipendio), precedente de

los retablos góticos;

c) y las miniaturas que decoran muchos libros de la época.

La pintura románica se desarrolla a partir de influencias prerrománicas y de

la pintura bizantina, que llega a occidente a través de Italia. Entre sus

características podemos destacar que se trata de una pintura frontal y

bidimensional, carente de volumen, con colores planos aplicados sin gradaciones

tonales y sin responder necesariamente a los colores de la naturaleza, fondos lisos y

las líneas de los contornos de las figuras muy marcadas. El antinaturalismo de las

figuras se compensa con una gran expresividad de las mismas que se manifiesta a

través de los gestos y las miradas.

Existen dos corrientes: la italiana y la francesa. La italiana tiene una

marcada influencia bizantina que se aprecia en los vestidos lujosos y la abundancia

de tono azules. La corriente francesa utiliza colores ocres y marrones, atuendos más

sencillos y tiene un carácter más narrativo.

5.1 Pintura románica en España.


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España cuenta con una importante muestra de pintura románica, tanto en

calidad como en cantidad y en pintura mural y sobre tabla. En Cataluña, la pintura

alcanza un gran desarrollo bajo la influencia italo-bizantina, de la que son muestra

los frescos de San Climent (fundamental) y los de Santa María de Taüll, San Quirze de

Pedret, Santa María de Esterri d’Aneu o los frontales de altar de la Seu d’Urgell y Aviá.

En Castilla se desarrolla en torno al Camino de Santiago un grupo de influencia

francesa cuyas obras más importantes son los frescos del Panteón Real de San Isidoro

de León (otra de las obras fundamentales) y la iglesia de la Vera Cruz de Maderuelo

(Segovia).

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