El Amor en El Matrimonio
El Amor en El Matrimonio
El Amor en El Matrimonio
1.
El amor es...
«Ustedes esposos tienen el don de la gracia del sacramento que puede hacerlos perfectos en el amor... ¡Así
que hablemos de este amor! El amor es paciente, es benévolo. El amor no tiene envidia de los demás, no se
jacta, no se hincha de orgullo.
«Esto se vive y se cultiva en medio de la vida que comparten todos los días los esposos,
entre sí y con sus hijos. Por eso es valioso detenerse a precisar el sentido de las expresiones de este texto,
para intentar una aplicación a la existencia concreta de cada familia». (90)
«Amar también es volverse amable (...) el amor no obra con rudeza, no actúa de modo
descortés, no es duro en el trato. Sus modos, sus palabras, sus gestos, son agradables y no ásperos ni rígidos.
Detesta hacer sufrir a los demás (...). Ser amable no es un estilo que un cristiano puede elegir o rechazar.
Como parte de las exigencias irrenunciables del amor, «todo ser humano está obligado a ser afable con los
que lo rodean» (99)
«Si no cultivamos la paciencia, siempre tendremos excusas para responder con ira, y finalmente nos
convertiremos en personas que no saben convivir, antisociales, incapaces de postergar los impulsos, y la
familia se volverá un campo de batalla». (92)
«Cada día, “entrar en la vida del otro, incluso cuando forma parte de nuestra vida, pide
la delicadeza de una actitud no invasiva, que renueve la confianza y el respeto”».( 99)
Invitación a la reflexión:
Amar significa hacer gestos de amor hacia alguien y, al mismo tiempo, hacernos
“amables”, es decir, reflexionar sobre nuestro comportamiento y facilitar que los
demás nos amen.
Dinámica en familia:
“El amor es...”. El Papa Francisco nos señala varias características del amor. Elegimos una y nos
comprometemos a intentar concretarla en nuestra familia.
Ofrecemos a las familias un tiempo de “retiro” para que puedan ser guiadas en la
relectura de sus relaciones a la luz del Himno a la Caridad (1 Co 13,4-7).
Oración
Señor, el amor es paciente,
concédeme saber esperar el tiempo de cada uno.
Señor, el amor es benevolente,
ayúdame a desear siempre el bien de los demás
antes que el mío, aunque me cueste.
Señor, el amor no es envidioso,
enséñame a alegrarme de los éxitos de los demás.
Señor, el amor no se jacta,
dame la humildad de reconocer tus dones.
Señor, el amor no es arrogante,
guíame para poner a los demás en el centro.
Señor, el amor no falta al respeto,
haz que pueda ver Tu rostro en el otro.
Señor, el amor no busca su propio interés,
hazme probar la alegría de la gratuidad.
Amén
EL AMOR EN EL MATRIMONIO
«El amor lo disculpa todo, lo cree todo, lo espera todo, lo soporta todo. ¡Todo!
¡Cualquier cosa! Es amor a pesar de todo. Amar significa alegrarse por el otro, por
sus éxitos. ¡Qué importante es enseñar a los niños a celebrar la alegría de los demás!
¡Un cumpleaños, un logro! ¡Porque es hermoso que la familia sea el lugar donde se
celebra la alegría!
«En todo el texto se ve que Pablo quiere insistir en que el amor no es solo un sentimiento, sino que se debe
entender en el sentido que tiene el verbo “amar” en hebreo: es “hacer el bien”. Como decía san Ignacio de
Loyola, “el amor se debe poner más en las obras que en las palabras”». (94)
«“Dios ama al que da con alegría” (2 Co 9,7). Nuestro Señor aprecia de manera especial
a quien se alegra con la felicidad del otro. Si no alimentamos nuestra capacidad de gozar
con el bien del otro y, sobre todo, nos concentramos en nuestras propias necesidades, nos condenamos a
vivir con poca alegría (...). La familia debe ser siempre el lugar donde alguien, que logra algo bueno en la
vida, sabe que allí lo van a celebrar con él». (110)
No importa si [el otro] es un estorbo para mí, si altera mis planes, si me molesta con su
modo de ser o con sus ideas, si no es todo lo que yo esperaba. El amor tiene siempre un
sentido de profunda compasión que lleva a aceptar al otro como parte de este mundo,
también cuando actúa de un modo diferente a lo que yo desearía». AL 92
«Los esposos que se aman y se pertenecen, hablan bien el uno del otro, intentan mostrar
el lado bueno del cónyuge más allá de sus debilidades y errores: no pretenden que su amor
sea perfecto para valorarlo. El amor convive con la imperfección, la disculpa, y sabe guardar silencio ante
los límites del ser amado». Cf. AL 113
Invitación a la reflexión:
Pienso en la diversidad entre los miembros de nuestra familia, en cómo cada
uno tiene diferentes dones y un camino diferente en la vida.
Dinámica en familia:
Los que lo deseen pueden compartir una característica del amor, descrita en el
Himno a la Caridad, que les haya impresionado más y en la que encuentren más
afinidad o dificultad.
Oración
Señor, el amor no se enfada,
quita de mis labios las palabras que puedan herir.
Señor, el amor no tiene en cuenta el mal recibido,
dame una mirada de amor.
Señor, el amor no disfruta de la injusticia,
abre mi corazón a las necesidades de mis hermanos.
Señor, el amor se regocija en la verdad,
guía nuestros pasos hacia Ti.
Señor, danos la alegría de sentirnos amados por ti
con un amor que lo disculpa todo, lo cree todo,
lo espera todo, lo soporta todo.
Solo así podremos desear dar
tu amor a cada hermano.
Amén
EL AMOR EN EL MATRIMONIO
«Es la fuerza del amor la que supera toda amenaza, la que nos hace resistir y nos hace
firmes y confiables. El amor permite a los niños decir de sus padres: ¡Sé que mamá
y papá siempre estarán ahí, puedo contar con ellos y puedo confiar en su amor!».
«El amor “disculpa todo, cree todo, espera todo, soporta todo. De este modo, se remarca
con fuerza el dinamismo contracultural del amor, capaz de hacerle frente a cualquier cosa
que pueda amenazarlo”». AL 111
«Cuando uno sabe que los demás confían en él y valoran la bondad básica de su ser,
entonces sí se muestra tal cual es, sin ocultamientos. (...) Una familia donde reina una
básica y cariñosa confianza, y donde siempre se vuelve a confiar a pesar de todo, permite
que brote la verdadera identidad de sus miembros, y hace que espontáneamente se rechacen el engaño, la
falsedad o la mentira». AL 115
Invitación a la reflexión:
Reflexionemos sobre cómo el Señor es, en mi vida y en la de nuestra familia, una
presencia firme y fiable.
Dinámica en familia:
Recordemos juntos cuando hemos confiado unos en otros; cuando hemos sido
capaces de admitir nuestra propia dificultad o de acoger con amor la dificultad
de otro.
Oración
Dichosa la familia que camina
en la presencia del Señor.
Dichosa la familia fundada en el amor,
que piensa, habla y actúa con amor.
Dichosa la familia que reza unida
para alabar al Señor, para darle gracias,
para confiarle a Él toda preocupación,
para pedirle que los guíe
en las pequeñas y grandes elecciones.
Dichosa la familia en la que los contrastes
no son un drama,
sino un espacio para aprender a crecer en el diálogo,
en el respeto, en la acogida,
en la escucha, en el perdón.
Amén.
EL AMOR FAMILIAR:
VOCACIÓN Y CAMINO DE SANTIDAD
Padre Santo,
estamos aquí ante Ti
para alabarte y agradecerte el gran don de la familia.
Te pedimos por las familias
consagradas en el sacramento del matrimonio,
para que redescubran cada día la gracia recibida y,
como pequeñas Iglesias domésticas,
sepan dar testimonio de tu Presencia
y del amor con el que Cristo ama a la Iglesia.
Te pedimos por las familias que pasan dificultades y sufrimientos,
por la enfermedad, o los aprietos que sólo tú conoces:
Sostenlas y hazlas conscientes
del camino de la santificación al que las llamas,
para que puedan experimentar Tu infinita misericordia
y encontrar nuevas formas de crecer en el amor.
Te pedimos por los hijos y los jóvenes,
para que puedan encontrarte
y responder con alegría a la vocación que has pensado para ellos;
y por sus padres y abuelos,
para que sean conscientes
de su ser signo de la paternidad y maternidad de Dios:
En el cuidado de los hijos que, en la carne y en el espíritu,
Tú les encomiendas, así como en la experiencia de fraternidad
que la familia puede dar al mundo.
Señor, haz que cada familia
pueda vivir su propia vocación a la santidad en la Iglesia
como una llamada a ser protagonista de la evangelización,
al servicio de la vida y de la paz,
en comunión con los sacerdotes y todo estado de vida.