Tema 7 Filosofía
Tema 7 Filosofía
Tema 7 Filosofía
1. La antropología filosófica.
La reflexión filosófica sobre el ser humano es casi tan antigua como la propia filosofía.
Sin embargo, la antropología filosófica no se convirtió en disciplina independiente hasta
finales del siglo XIX.
A partir de Aristóteles, algunos filósofos dedicaron una atención especial al alma
humana. De este modo, crearon una rama específica de la metafísica llamada psicología
racional.
A finales del siglo XIX, con la aparición de la psicología experimental y su rápida
aceptación como una ciencia más junto a la física o la biología, se abandonó la psicología
racional.
Durante el siglo XX, los cambios producidos en la filosofía, así como determinados
acontecimientos históricos como las dos grandes guerras, hicieron que el ser humano se
convirtiera en un problema filosófico fundamental y que la antropología filosófica concitara
un gran interés.
Hasta el Renacimiento, nos habíamos visto a nosotros mismos como seres superiores
hechos a la imagen de Dios. De ahí en adelante, el ser humano ha tenido que soportar
tres humillaciones que han tambaleado aquella seguridad y confianza.
El desconcierto provocado por esta triple humillación hizo surgir con más fuerza que
nunca la necesidad de responder a las preguntas: ¿Qué es el hombre? ¿Cuál es su
verdadera esencia? La respuesta es la tarea de la antropología filosófica.
Las ciencias tienen éxito porque limitan su campo de acción: parten de unos datos que
consideran últimos. Sin embargo, el mundo de lo humano no puede ser explicado tan
“fácilmente” porque el hombre es libre e inteligente:
• La libertad hace que las acciones humanas no estén sometidas a leyes
determinadas.
• La inteligencia nos permite interpretar la realidad y dotar nuestras acciones con un
sentido.
La antropología filosófica no aspira a explicar, sino a comprender todo aquello que es
específicamente humano. En la antropología filosófica no es posible la objetividad, sino la
conexión entre distintas subjetividades.
2.1 Sócrates
Aún cuando todos los seres humanos poseemos las tres partes del alma, en cada uno
predomina una de ellas. Este es el fundamento de una buena organización social, ta que
en toda sociedad hay tres necesidades básicas: de gobierno, de defensa y de
subsistencia.
Los individuos en lo que predomine la parte racional del alma deberán prepararse para
asumir las tareas del gobierno. Aquellos en los que impere la parte irascible deberán
hacerse cargo de las necesidades de defensa. Por último, quienes tengan más
desarrollada la parte apetitiva deberán asumir las tareas de producción de bienes
materiales como alimentos, casas, herramientas, etc.
Para Aristóteles, el ser humano es un ser natural y está sometido a cambios que se
orientan hacia la perfección de su naturaleza.
De acuerdo con este filósofo, las características principales de la esencia humana son
dos: la racional y la sociabilidad.
El alma es, para este pensador, aquello que da forma a la materia de la que está hecho
el cuerpo, que es informe e inerte. Esta concepción del alma implica su mortalidad: si el
alma es principio vital, es decir, lo que da vida al cuerpo, la muerte del ser humano implica
la muerte de su alma
2.4 El helenismo.
Hacia el final de la vida de Aristóteles, Alejandro Magno conquistó todo Grecia y puso
fin a las ciudades estado (polis). Los historiadores consideran que este hecho marca la
frontera entre periodos históricos: el helénico y el helenístico.
Los griegos, que hasta ahora habían visto la política como algo en lo que podían
participar activamente, se sintieron profundamente desorientados. En respuesta, se
produjo un giro hacia la vida interior del propio ser humano. La comunidad era ahora tan
grande que no resultaba fácil identificarse con ella.
En este contexto, varias escuelas de filosofía van a ofrecer una nueva visión del ser
humano, entre las más importantes el epicureísmo y el estoicismo.
Estoicos y epicúreos rechazaron la distinción platónica y aristotélica entre una parte
material y otra inmaterial en el ser humano. El alma, para ellos, es material como el
cuerpo. También coincidieron en sostener que su labor como filósofos consistía en ofrecer
una guía para alcanzar la felicidad. Su objetivo era conseguir la ataraxia (equilibrio
entre cuerpo y alma).
Precisamente, de su modo de entender esa felicidad se desprender una determinada
concepción del ser humano específica de cada escuela.
• Los epicúreos identificaron la felicidad con el placer. Para lograr esta felicidad, el
hombre se basta a sí mismo y, por tanto, debe apartarse de la vida pública.
• Los estoicos consideraron que la felicidad se logra viviendo según la naturaleza.
La naturaleza humana es esencialmente racional. Por tanto, la felicidad consiste en
vivir conforme a la razón.
Otras escuelas también existieron durante este periodo, como los cínicos, eclécticos
o los arenáicos.
4.2. El racionalismo.
Junto con el humanismo, el otro gran fenómeno cultural que se produjo durante el
Renacimiento fue el nacimiento de la ciencia moderna. El impulso que recibió el
conocimiento de la realidad influyó de manera decisiva en el pensamiento filosófico del
siglo XVII. Los filósofos de esta época pusieron todo su empeño en averiguar las causas
que habían hecho posible este gran avance de modo que pudiera hacerse extensivo a
otras áreas de conocimiento: surgieron así el racionalismo y el empirismo.
Para los racionalistas, la clave se encontraba en el correcto uso de la razón. Para los
empiristas, en cambio, lo fundamental era no traspasar los límites de la experiencia. De
estos dos enfoques nacerán dos concepciones contrapuestas, no solo del conocimiento,
sino también del ser humano en general.
El reconocimiento de la importancia de la razón llevó a René Descartes a concebir al
ser humano como un compuesto de dos realidades heterogéneas: el alma y el cuerpo.
Esta distinción no era nueva, pero la radicalidad con la que este filósofo francés la
planteó, sí lo fue.
El cuerpo (Res extensa) es una máquina sometida a leyes mecánicas que determinan
todas sus acciones. El alma (Res Cognitans) es pensamiento que se despliega de forma
autónoma e independiente. Su punto de unión es la glándula pineal
La distinción radical entre el cuerpo y el alma sirvió a Descartes para solucionar un
problema, pero, al mismo tiempo, le generó otro nuevo.
4.3 El empirismo.
Los principales representantes del empirismo de los siglos XVII y XVIII fueron Jhon
Locke y David Hume.
Los empiristas rehuyeron dar una respuesta a la pregunta teórica sobre la esencia del
ser humano. En su lugar, trataron de resolver el problema práctico de determinar las
posibilidades y los límites de nuestro conocimiento de la realidad, y de nuestra acción
moral y política.
El principal interés de Hobbes fue hallar la forma de gobierno más adecuada para las
sociedades humanas. Esto lo llevó a preguntarse por cómo eran los seres humanos antes
de vivir en sociedad. Hobbes llegó a la conclusión de que si no se nos ponen trabas,
somos unos seres egoístas y violentos. La vida de los seres humanos anterior a su
integración den la sociedad es extremadamente peligrosa: una especie de lucha de todos
contra todos (Homo homini lupus: el hombre es un lobo para el hombre)
Locke, al igual que Descartes, estuvo especialmente interesado en el problema de la
libertad humana, pero su enfoque fue completamente diferente. A él le interesaron las
condiciones en las que se desarrollan la libertad moral y la libertad política, y no el
problema metafísico de la existencia del libre albedrío.
• En términos morales, el ser humano es libre y puede decidir cumplir sus deseos o
contenerlos tras examinar las consecuencias negativas que, en determinadas
circunstancias, puede acarrear darles cumplimiento.
• En términos políticos, Locke defiende la necesidad de que el individuo no
renuncie a la libertad que le corresponde por naturaleza. La única parcela de
libertad que considera que debe ser cedida a la sociedad se corresponde con la
capacidad de defender los propios derechos cuando son violados.
Hume persiguió un objetivo diferente del que había guiado a Locke. Su empeño
consistió en elaborar una ciencia sobre la naturaleza humana, del mismo modo que
Newton había edificado la ciencia sobre la naturaleza general.
Hume llegó a la conclusión de que en el ser humano tienen mayor importancia los
elementos irracionales que los racionales. Esto se pone de manifiesto tanto en el ámbito
del como en el de la acción.
5. Obras y autores.
6. Vocabulario.
Filósofo pesimista, habló del dolor y del sufrimiento de este mundo, influido sin duda
por el pensamiento oriental. ¿Cómo podemos escapar del dolor de la existencia? ¿En qué
consiste este mundo en el que vivimos anhelando cosas que no llegan y nos hacen sufrir
y cuando llegan nos sacian y nos hastían y nos proyectan hacia otros deseos? Estas
preguntas conforman el núcleo del pensamiento de Schopenhauer.
La mayoría de los pensadores tienden a plantear que el mundo en su conjunto es
bueno y racional, y que los malos somos los seres humanos, que nos dejamos arrastrar
por las pasiones. El pensamiento de Schpenhauer es precisamente lo opuesto. Nosotros
somos las víctimas, y el mundo es lo malo, lo siniestro, lo poseído por un afán incansable
de oposición.
Los individuos, naturalmente, estamos contagiados por ese mal, pero al menos
podemos intentar escapar de él por vía de la razón, que tiene una función práctica:
librarnos de los males del mundo. Quien se deja llevar por la pasión, por el deseo, o por la
voluntad está condenado a sufrir por no tener, o a tener y por lo tanto sufrir por hastiarse
de tener. La razón es la que nos puede mostrar las cosas tal como son al verlas, renunciar
a esa voluntad que nos constituye. La voluntad lo que desea es querer siempre más.
Por lo tanto, el sentimiento más propio por el que saboreamos la voluntad es el dolor.
No sufrimos por desviarnos del dictado de la voluntad, sino por someternos ciegamente a
ella. Sólo oponiéndonos a la voluntad, aboliendo su ímpetu, podemos suspender el dolor y
el mal.
Corremos detrás de diferentes objetos sólo para jamás alcanzarlos o, si los
alcanzamos, para enseguida hartarnos de ellos. Nuestra vida es, por eso, permanente
sufrimiento.
Para escapar de este dolor provocado por la voluntad de vivir, a esta especie de
maldición, hay tres vías de escape. La primera es la contemplación estética, porque
aunque sea por pocos instantes, en ella la voluntad se aquieta, se suaviza. Las otras dos
vías son el ascetismo y la compasión.