UNIDAD 6. ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA - Introducción y Griegos.
UNIDAD 6. ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA - Introducción y Griegos.
UNIDAD 6. ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA - Introducción y Griegos.
En la Ilíada y la Odisea, Homero nos presenta a un ser humano concebido como un héroe
capaz de afrontar todo tipo de riesgos y de liderar a los suyos con determinación. El
objetivo al que aspira este hombre mitológico es el éxito en aquello que emprende y,
como consecuencia, concitar la admiración de los demás. El mérito y el reconocimiento
son los valores supremos del modelo de ser humano propuesto por la mitología de
Homero.
Cuando la filosofía inicia su interés por el ser humano, este es concebido como parte de
una unidad mayor, es decir, como parte de una sociedad. Sócrates, Platón o Aristóteles,
por poner tres de los ejemplos más significativos, no intentan comprender al ser humano
individual, aislado de los demás. Su interés se centra en el ciudadano, en el miembro de
la polis que se pregunta por el papel que debe desempeñar en la sociedad a la que
pertenece.
Sócrates
Fue el primero en centrar su reflexión en el propio ser humano. Antes, los filósofos
griegos se habían ocupado de reflexionar sobre la naturaleza en su conjunto, pero para
Sócrates, en cambio, el único universo que merece atención es el humano.
Sócrates hace suya la máxima que podía leerse a la entrada del templo de Apolo, en
Delfos: «Conócete a ti mismo». No se trata de proponer modelos humanos, como hacía
la mitología: no hay que ir fuera a buscar el objeto de estudio, porque este se encuentra
en uno mismo. Al conocernos a nosotros mismos, descubrimos lo humano que hay en
nuestro interior y, con ello, podemos conocer al ser humano en general.
Sócrates centró el interés de la filosofía en el ser humano. Por un lado, nos mostró que la
verdad se encuentra en nuestro interior y, por otro, nos enseñó a buscarla por medio del
diálogo.
Ya solo resta que Sócrates nos regale el resultado de sus investigaciones y nos responda
a la pregunta sobre qué es el hombre. Sin embargo, ahí es donde nos defrauda. Él solo se
propone ayudarnos a encauzar nuestra investigación por la senda que conduce al
conocimiento, pero se declara incapaz de recorrer ese camino con éxito.
Platón
Para Platón, los seres humanos somos un compuesto de alma y cuerpo. El alma tiene
naturaleza racional y es inmortal; el cuerpo, en cambio, es material y mortal.
El destino de las almas humanas es, por tanto, un mundo perfecto e inmaterial al que
llegan tras su estancia temporal y provisional en el mundo sensible.
Platón considera que el alma humana está dividida en tres partes: la razón, el ánimo y el
apetito.
- Razón: es la encargada del conocimiento y del gobierno de las otras dos partes. Es
inmortal y reside en la cabeza.
- Ánimo: es fuente de pasiones nobles, puede ser la aliada de la razón y es mortal.
- Apetito: Es fuente de pasiones innobles, debe ser controlada por la razón y es
mortal.
Aun cuando todos los seres humanos poseemos las tres partes del alma, en cada uno
predomina una de ellas. Este es el fundamento de una buena organización social, ya que
en toda sociedad hay tres necesidades básicas: de gobierno, de defensa y de subsistencia.
Los individuos en los que predomine la parte racional del alma deberán prepararse para
asumir las tareas de gobierno. Aquellos en los que impere el ánimo deberán hacerse
cargo de las necesidades de defensa. Por último, quienes tengan más desarrollada la
parte apetitiva deberán asumir las tareas de producción de bienes materiales como
alimentos, casas, herramientas, etc.
Aristóteles
Para Aristóteles, el ser humano es un ser natural y está sometido a cambios que se
orientan hacia la perfección de su naturaleza. Esta perfección consiste en la plena
realización de su esencia.
De acuerdo con este filósofo, las características principales de la esencia humana son
dos: la racionalidad y la sociabilidad.
Aristóteles aceptó la distinción platónica entre una parte material y otra inmaterial en el
ser humano, pero rechazó la idea de que existan por separado.
El alma es, para este pensador, aquello que da forma a la materia de la que está hecho el
cuerpo, que es informe e inerte. Esta concepción del alma implica su mortalidad: si el
alma es principio vital, es decir, lo que da vida al cuerpo, la muerte del ser humano
implica la muerte de su alma.