trabajo de medicina legal

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Facultad de Ciencias Médicas Guantánamo

Trabajo Final de
Medicina Legal y Ética
Medica
Tema: Eutanasia.
Nombres y Apellidos:
Elina Fernández Horihuela.
Rene de la Cruz Soriano.
Anabel Frómeta López.
Dianet Milaydis Álvarez Lescaille.
Yakelin Ayán Laborí.
Leiser Antonio Gámez Borgues.
Ismayaxil Estévez Singh.
Roberto Carlos Frómeta Fuentes.
Gladis Lorena Guirola.
Enrique David Cantillo González.

Grupo: E3.
“Año 64 de la Revolución”

RESUMEN

La eutanasia no es un problema nuevo, sino que se ha tratado en cada momento


en dependencia de las circunstancias, ligada a diferencias políticas, culturales y
religiosas. Es la eutanasia uno de los debates éticos de mayor actualidad. La
literatura está llena de consideraciones a favor o en contra, en torno a la ética que
comprometen al médico y a la sociedad a aliviar el sufrimiento y el dolor,
particularmente en pacientes terminales cuando estos toman la decisión
consciente de finalizar sus vidas. El objetivo de este trabajo es profundizar en la
eutanasia y sus tendencias actuales. Se realizó una revisión bibliográfica para
profundizar más en este tema. En Cuba la práctica de la eutanasia es penalizada y
considerada un homicidio. En la cultura profesional del médico cubano no está
previsto ayudar o permitir morir a las personas; sin embargo, es un hecho que el
problema existe.

Palabras clave: Eutanasia, ética, autonomía.

ABSTRACT

Euthanasia is not a new problem, but it has been approached in each moment
depending on the circumstances, linked to political, cultural and religious
differences. Nowadays it is one of the more updated ethical debates. Literature is
plenty of considerations favoring or against around the ethical involving physician
and society to relief suffering and pain, particularly in patients with a terminal
illness when they take a conscious decision to put an end to life. The objective of
present paper is to deepen on euthanasia and its present trends. In Cuba, the
practice of the euthanasia is penalized and it is considered a murder. In the
professional culture of Cuban physician is not planned to help or to allow to dye to
persons; however, the fact is that the problem exists.
Key words: Euthanasia, ethics, autonomy.

INTRODUCCIÓN

“Cuando el hombre valora la dignidad de su vida, valorará también el derecho de


cada ser humano a morir con dignidad”. Sin embargo, a pesar de esta reflexión de
Dimitri Barreto Vaquero, se advierten posturas antagónicas en relación a la
aceptación de la eutanasia como instrumento para la concreción del derecho a
una muerte digna. Es cierto que hablar del fin de la vida crea siempre pavor por el
simple hecho de sabernos mortales, de saber que todo lo hermoso que se ha
vivido un día acabará. Un día inevitable para todo ser viviente. Por ello la
necesidad de que ese instante goce de la dignidad de aquellos vividos como
expresión del supremo valor de lo humano. Solo así será posible el cumplimiento
de la máxima de vivir y morir con dignidad.1

La eutanasia es uno de los problemas más complejos de enfrentar por la


conjugación a su alrededor de sentimientos, actitudes éticas y jurídicas que se
traducen en posturas encontradas. Como todos los asuntos, requiere para su
comprensión del estudio concienzudo de sus principales invariantes que permita la
fundamentación de propuestas legislativas a favor de su práctica y con ello la
protección de la dignidad humana. Desde un enfoque general Azzolini Bincaz la
define como el acto de dar muerte, dejar morir o ayudar a morir a otra persona
para su bien o en interés de ella. Y en esa misma dirección, pero desde un punto
de vista jurídico es la muerte provocada por propia voluntad y sin sufrimiento físico
en un enfermo incurable.1,2

Las razones de la complejidad del asunto, más allá de la inherente al acto de la


muerte para los seres humanos, está determinada por la multiplicidad de
supuestos asociados a la eutanasia. A ello se adiciona la inexistencia de consenso
en relación a las propuestas para su despenalización. Es un tema que repercute
en las fibras más íntimas del ser humano y como problema, enciende a quienes
sustentan tesis contrapuestas. En el contexto actual se promueven iniciativas
legislativas al amparo del controvertido derecho a una muerte digna. De su
resultado deviene la legalización de conductas eutanásicas y el suicidio
médicamente asistido por algunos países. Por ello los recurrentes debates de la
temática, a pesar de su antigüedad, en diferentes foros. También la vigente
presión a los gobiernos y parlamentos nacionales de aquellos sectores que
defienden estos procederes ante la posibilidad de una brecha de legitimación. Se
genera así una ingente contradicción y disyuntiva entre el deber de los estados de
la protección a la salud y vida humana y las exigencias de garantía de una muerte
digna. Esto último con mayor intensidad en el caso de los pacientes en estado
terminal.1

De esta forma se aprecia que, en la sociedad moderna, sellada por los influjos de
la revolución científico técnica, en la que son mayores las posibilidades de
curación y vida, la eutanasia continúa generando importantes discusiones en
todas las esferas sociales y profesionales. Sin dudas constituye un tema sensible,
del cual todos y en ocasiones el más humilde tiene un criterio que expresar,
porque sus efectos alcanzan a la sociedad en su conjunto. Ciertamente no se
puede decir que existen en este sentido pocos aportes, pero sí que casi todos
introducen en sus marcos investigativos diferencias que conduce a la inexistencia
de consenso. También concurren reconocidos autores que defienden el derecho a
una buena muerte. Entre ellos se destaca Barreto Vaquero quien sostiene que “El
acto de morir debe ser asumido como un momento trascendente en la vida de la
persona, la familia y el grupo socia .2

Otro de los referentes es Zamora Etcharren quien en sus argumentos expresa que
“debe legalizarse la práctica de la eutanasia u otorgar a la autoridad judicial la
facultad del perdón judicial en estos casos. En esta línea de pensamiento los
autores reflexionan sobre la necesidad de reducir las reservas de Cuba respecto a
la eutanasia, ya que la legislación del país sanciona tal práctica en cualquiera de
sus supuestos. El ejemplo más ilustrativo lo constituye la tipificación delictiva del
auxilio al suicidio que junto a otras tipicidades, cuyo objeto de tutela es la vida y la
integridad corporal de los seres humanos, conminan a transitar por el engorroso
camino de su despenalización. Ello si realmente se quiere hablar de un futuro
promisorio en aras de la materialización del controvertido derecho a una buena
muerte.3

A esta realidad se incluye un restringido tratamiento doctrinal del tema en Cuba


desde la perspectiva que se propone en esta investigación. También el dilema en
que se debaten los médicos cuando se encuentran en la obligación de contrariar la
voluntad de los enfermos en su fase terminal, aun conscientes de la inexistencia
de cura. Situación que no solo limita el derecho de estos a tener una muerte digna,
sino que desconoce el principio de la autonomía de la voluntad, de sólidas bases
bioéticas y jurídicas. A pesar de las contradicciones teóricas entorno a la
eutanasia y de su no regulación en el sistema jurídico cubano, existe la necesidad
de llevarla a la praxis en aras de su incorporación en el marco legal como
expresión del derecho de los pacientes terminales a una muerte digna.2

En tal sentido, la eutanasia se ha convertido en uno de los problemas éticos y


socio jurídicos más difíciles de resolver en nuestros días, generando a su
alrededor posturas y sentimientos encontrados. Médicos, juristas y otros
profesionales destacan por su preocupación y apasionamiento sobre este tema
que nos alcanza a todos. Para una primera aproximación se considera
imprescindible la sistematización de las diferentes posturas teóricas,
contradictorias e iconoclastas, relacionadas con su definición, clasificaciones,
relación con el derecho de los pacientes terminales a una muerte digna. 2

El objetivo de este trabajo fue profundizar en el conocimiento de la eutanasia y


sus tendencias actuales en el mundo y en Cuba, haciendo mención del
comportamiento de la eutanasia en la edad pediátrica, la que considera un
problema que no es solo del mundo desarrollado, sino que está llegando a todos
los lugares; que la cultura médica cubana no está preparada para enfrentarlo y
que hay que hallarle una solución desde la realidad y el contexto actual.
DESARROLLO

La palabra eutanasia viene del griego así: eu= bueno, thanatos= muerte. "Buena
muerte", término que ha evolucionado y actualmente hace referencia al acto de
acabar con la vida de otra persona, a petición suya, con el fin de minimizar su
sufrimiento. La eutanasia es un problema persistente en la historia de la
humanidad en el que se enfrentan ideologías diversas. No planteaba problemas
morales en la antigua Grecia: la concepción de la vida era diferente. Una mala
vida no era digna de ser vivida y por tanto ni el eugenismo, ni la eutanasia,
complicaban a las personas. Hipócrates representa una notable excepción: él
prohíbe a los médicos la eutanasia activa y la ayuda para cometer suicidio.3

Durante la Edad Media se produjeron cambios frente a la muerte y al acto de


morir. La eutanasia, el suicidio y el aborto bajo la óptica de creencias religiosas
cristianas son considerados como "pecado", puesto que la persona no puede
disponer libremente sobre la vida, que le fue dada por Dios. La llegada de la
modernidad rompe con el pensamiento medieval; la perspectiva cristiana deja de
ser la única y se conocen y se discuten las ideas de la antigüedad clásica. La
salud puede ser alcanzada con el apoyo de la técnica, de las ciencias naturales y
de la medicina.4

Hay pensadores que justifican el término activo de la vida, condenado durante la


Edad Media. El filósofo inglés Francis Bacon, en 1623, es el primero en retomar el
antiguo nombre de eutanasia. Para Bacon, el deseo del enfermo es un requisito
decisivo de la eutanasia activa; la eutanasia no puede tener lugar contra la
voluntad del enfermo o sin aclaración. El darwinismo social y la eugenesia son
temas que también comienzan a debatirse. En numerosos países europeos se
fundan, a comienzos del siglo XX, sociedades para la eutanasia y se promulgan
informes para una legalización de la eutanasia activa. La escasez económica en
tiempos de la primera guerra mundial sustenta la matanza de lisiados y enfermos
mentales. Ante la realidad de los crímenes médicos durante el régimen nazi, en
los Juicios de Nuremberg (1946-1947) se juzgó como criminal e inmoral toda
forma de eutanasia activa y, además, se estableció que era ilegal todo tipo de
terapia y examen médico llevado a efecto sin aclaración y consentimiento o en
contra de la voluntad de los pacientes afectados.4

Coincidimos en que en la actualidad se sustentan diferentes opiniones sobre la


eutanasia y son variadas las prácticas médicas y las legalidades en los distintos
países del mundo. En general en los hospitales los profesionales de medicina
paliativa trabajan por la humanización en el trato con los moribundos y quieren
contribuir a superar la distancia entre la vida, la muerte y las prácticas médicas. 5-
8,12,13
La eutanasia es clasificada de diferentes formas:

 Según su finalidad la eutanasia es clasificada en:

 Eutanasia eugenésica: por razones de “higiene racial”, libera a la sociedad de


los enfermos que son una carga;
 Eutanasia piadosa: es la que se practica con el fin de aliviar los dolores y
sufrimientos a un enfermo;
 Eutanasia negativa: el agente deja de hacer algo que permite proseguir con
la vida del paciente;
 Eutanasia directa: cuando en la intención del agente existe el deseo de
provocar la muerte directamente del enfermo;
 Eutanasia indirecta: consiste en la muerte no querida en su intención que
sobreviene a causa de los efectos secundarios del tratamiento paliativo del
dolor;
 Eutanasia lenitiva: para indicar el empleo de fármacos con el fin de aliviar el
dolor causado por una enfermedad terminal y puede causar la mengua de la
vida.
 Su voluntariedad (desde el punto de vista de la víctima)

 Eutanasia o deficientes, a enfermos terminales, a afectados de lesiones


cerebrales, irreversibles o ancianos voluntaria: es la que solicita el
paciente de palabra o por escrito;
 Eutanasia involuntaria: es la que se aplica a los pacientes sin su
consentimiento;
 Eutanasia perinatal, agónica, psíquica o social: según se aplique a recién
nacidos deformes u otras personas retenidas socialmente como improductivas
o gravosas.

 Desde el punto de vista de quien la practica

 Eutanasia autónoma o suicida: cuando es el mismo sujeto quien recurre al


uso de medios letales para suprimir o acortar su propia vida;
 Eutanasia heterónoma o suicida: cuando la muerte se produce como
resultado de la participación de otra u otras personas, en cuyo caso se pueden
observar tres modalidades: el homicidio piadoso, el social y el eugenésico.

 Según se provoque la muerte

 Eutanasia activa: consiste en proporcionar conscientemente la muerte a una


persona gravemente enferma, por medio de una acción positiva, como una
inyección de sustancias letales. Implica obrar de modo considerado directo y
lleva a la toma de una conducta activa para producir la muerte;
 Eutanasia pasiva: consiste en provocar la muerte mediante la omisión
deliberada de un cuidado necesario para la supervivencia. Es no proporcionar
a una persona en estado terminal una terapia que prolongue su vida. Es dejar
de utilizar cualquier método específico para seguir manteniendo la vida de una
persona irrecuperable.4
LA AUTONOMÍA DEL PACIENTE. CONCEPTO, PRINCIPIOS Y
FUNDAMENTOS TEÓRICOS

Es necesario que se entienda en la sociedad la importancia que tiene la


aplicabilidad del consentimiento informado en las relaciones entre los médicos y
sus pacientes. Ello se debe a que como institución se fundamenta y legaliza a
través del principio de autonomía de la voluntad exaltado por la Bioética médica.
Principio este que se desarrolla en función de garantizarle a la sociedad su
derecho de decidir con autonomía sobre su estado de salud y tratamientos a
realizar. Son estas las razones que propician el análisis de tres elementos que se
interrelacionan con esta institución: la ética médica, el principio de autonomía de la
voluntad y el derecho a la información sanitaria.5,6

El ser humano es persona y por tanto tiene personalidad jurídica. Persona es un


concepto filosófico que remite al sujeto humano único, irrepetible y que así se
siente a lo largo de toda su existencia. Los médicos actuaban tradicionalmente con
todo su saber, prestigio y humanidad a favor de los pacientes, y estos tomaban
una posición pasiva, limitándose a cumplir las exigencias del primero, pues tenían
un mismo fin: acabar con la enfermedad, el dolor y evitar la muerte. Actualmente
se pasa de una relación paternalista y vertical, hacia una visión plural y
participativa de los pacientes. Afirmación que se fundamenta por la actual
evidencia, de mayores acciones de exigencia de responsabilidad a los médicos
por los pacientes o sus familiares, frente a un resultado adverso. Además, se
encuentra la necesidad urgente de proporcionarle una protección adecuada a los
enfermos, por considerarse estos el lado más débil de la relación.5

Como consecuencia, de todo lo planteado anteriormente, se comprende que los


profesionales médicos deben admitir el respeto de la dignidad humana de sus
pacientes, y por tanto no le pueden imponer tratamientos médicos no autorizados
por él. Estas ideas se fundamentan precisamente en la Bioética, que se percibe
como la ciencia que estudia los principios éticos que se relacionan con la
actuación adecuada del ser humano sobre la vida. Pero de manera más
específica, se corresponden con la ética médica, constituida en principios que
rigen la conducta de los médicos.6

El médico por su propia profesión se encuentra en la obligación de que su


actuación se fundamente siempre en hacerle el bien a sus pacientes (principio de
beneficencia). El paciente del presente hace valer cada día más su autonomía. Y
la sociedad debe encontrar una respuesta, una interpretación a la calidad de estas
nuevas relaciones para poder cumplir con éxito el principio de la justicia social. Es
precisamente la Bioética Médica la que pretende cumplir el encargo de equilibrar
estos tres principios (beneficencia, autonomía y justicia social) que no son
complementarios sino, la mayoría de las veces, conflictivos.6

Esta ciencia juzga los actos médicos con base en cuatro principios fundamentales:
justicia, no maleficencia, beneficencia y autonomía. El primero advierte la
disminución de situaciones de desigualdad ideológica, social, cultural, económica,
entre otras, que puedan existir entre los pacientes. Representa la actuación de los
médicos sin distinción entre los enfermos que atienden, ni cambiar el trato
profesional por las características divergentes que puedan tener estos.6

El principio de no maleficencia se refiere a la obligación que debe tener el


profesional de la medicina de abstenerse intencionadamente a realizar acciones
que puedan causar daños innecesarios a sus pacientes. Se emplea el término
innecesario, porque en la actuación médica en varias ocasiones, se deben realizar
procederes dañinos de medio a fin, para obtener un bien mayor. Ello se afirma
porque existen casos como la patología de la diabetes, en los que es necesario,
para salvar la vida de los que la padecen, amputarle el pie o una pierna. Lo cual
significa que en la enfermedad de “pie diabético” al no ser tratado con tiempo, y no
tomarse este riesgo menor, podría obtenerse un daño mayor (la muerte).6,7

La no maleficencia se relaciona mucho con el principio de beneficencia. Este alude


al deber del médico de actuar siempre en beneficio de los enfermos atendidos por
él, promoviendo sus legítimos intereses y suprimiendo prejuicios. La aplicabilidad
de este principio supone la promoción del mejor interés de los pacientes, sin tener
en cuenta su opinión. Ello se debe a que se entiende que el médico posee
conocimientos de los que el paciente carece, y por tanto aquél sabe y decide, lo
más conveniente para éste.7

Claramente se puede apreciar como estos dos principios de la bioética médica,


vulneran el derecho de autonomía de los pacientes. Lo cual se debe a que se
entiende a los médicos como aquellas personas que tienen los conocimientos
necesarios para salvar vidas. Y que por su ética profesional se espera que los
mismos no provoquen daños a sus pacientes, pues se cree que van siempre a
actuar en beneficio de estos. Razón que permite comprender como innecesaria
cualquier pregunta que se les pueda realizar a los enfermos, ya que podrían
confiar ciegamente en los médicos.7

Realmente no se puede creer a ciencia cierta en lo que comprenden estos


principios. Nada elimina el hecho de que el médico no esté actuando realmente de
buena fe. Se espera que esa sea siempre su prioridad, pero nada ni nadie lo
comprueba ni lo puede asegurar. Es por ello que se le atribuye gran importancia al
principio de autonomía de la voluntad. Los profesionales de la medicina están
realizando un proceder sanitario sobre un cuerpo ajeno al suyo, y de quien
depende si someterse o no a determinado tratamiento médico.7

El principio de autonomía, es el principio supremo ante el cual deben ceder los


demás principios. Ello es así, por cuanto la dignidad de la persona humana es el
valor que se halla en la cúspide de la jerarquía axiológica (jerarquía de valores).
Este principio es un desplazamiento conceptual o la materialización misma del
derecho a la libertad de elección y el respeto a la dignidad humana como
principios universales. En el ámbito de la medicina es el presupuesto jurídico, que
les permite a los pacientes determinar libremente sobre su estado de salud. Es un
derecho que le garantiza a la sociedad, la capacidad de poder determinar como un
ser totalmente autónomo y libre sobre el tratamiento correspondiente a su
patología. La autonomía de la voluntad como derecho, se sustenta en el
reconocimiento de la libertad y dignidad humana consagrados en la Declaración
Universal de los Derechos del Hombre de 1948.7,8
El principio de autonomía de la voluntad, sufre actualmente de garantía jurídica y
social en algunos países del mundo como Bolivia y Guatemala, precisamente por
el paternalismo que caracteriza la normal relación médico-paciente. Ello se debe a
que los profesionales de la medicina no acostumbran tener en cuenta la opinión de
los pacientes que atienden, y mucho menos esperar por la decisión de los mismos
para determinar si proceder o no en función de su propio bienestar. Este principio
presupone el derecho a la información y el respeto a las decisiones tomadas por
los pacientes. Razón que permite determinar como elemento necesario para el
otorgamiento del consentimiento informado a través de la voluntad autónoma de
los pacientes, la garantía y el respeto a su derecho a la información. Ello supone
que se le pueda explicar a los mismos todo cuanto puedan conocer sobre su
estado de salud, tratamiento correspondiente y posibles riesgos y beneficios al
respecto. También comprende este derecho la decisión del enfermo de no ser
informado sobre determinada enfermedad.7

La información debe ofrecerse de manera verbal y dejar constancia escrita de ese


acto. Sobre ello, se estima conveniente que la información ofrecida por el médico
a sus pacientes se anexe al documento del consentimiento informado como
documento que asegura la materialidad del acto. En otro orden, al ser informado el
paciente, también se puede informar a sus familiares, pero el propio titular de este
derecho puede decidir no informarle a la familia sobre la realidad sanitaria a
resolver.8

Como se estima, la correcta aplicabilidad del consentimiento informado en las


relaciones médico pacientes, depende necesariamente de cómo los médicos
entienden a los enfermos, en dicha relación. Deben comprenderlos como seres
humanos que pueden decidir sobre determinadas cuestiones relacionadas con su
vida. Esa necesidad se encuentra en la argumentación de los principios de la
Bioética Médica, específicamente en el de autonomía de la voluntad.8

TENDENCIAS ACTUALES EN EL MUNDO Y EN CUBA

La Asociación Médica Mundial se considera contrarios a la ética y condena tanto


el suicidio con ayuda médica como la eutanasia. Sin embargo, la Organización
Médica Colegial de España opina que “la petición individual de la eutanasia o el
suicidio asistido deben ser considerados”. Holanda, por su parte, se convirtió en el
2002 en el primer país en el mundo en legalizar la práctica de eutanasia.3 De
hecho un grupo civil en Holanda impulsa una iniciativa para que se conceda a los
ancianos que lo deseen el derecho a un suicidio asistido a partir de los 70 años de
edad.3,9 Desde entonces la despenalización de la eutanasia se ha extendido a
Bélgica, Suiza y a estados norteamericanos como Oregón, Washington.9,10

Las iglesias cristianas son contrarias a la eutanasia y al suicidio asistido: es el


caso de la Iglesia Católica Romana y de las Iglesias evangélicas y pentecostales.
Las iglesias luteranas y metodistas y anglicana se oponen en principio, pero dan
espacio para la decisión individual caso a caso. Por otro lado, varias iglesias han
optado por no pronunciarse a este respecto y enfatizar el valor de la conciencia
individual en cuestiones éticas, es el caso de las iglesias católicas afiliadas a la
Unión de Utrecht, y algunas Iglesias presbiterianas, entre otras.9

La óptica judía sobre eutanasia dice que se debe hacer todo lo que esté a nuestro
alcance para poder conservar y prolongar la vida, sin tener en cuenta lo conocido
como "calidad". Sin embargo, una vez que una persona esté agonizando ya no
hay obligación de prolongar la vida de esa persona; hacer algo que acorte la vida
es un asesinato.

En América Latina y el Caribe las particularidades del contexto socioeconómico y


cultural hacen que el problema fundamental no sea cómo se muere, sino cómo se
vive. La carencia de recursos hace que un enfermo terminal sea una carga para la
familia, por lo que la ayuda a morir es una opción.9

Eutanasia en Cuba: ¿homicidio o muerte digna?


El domingo 11 de diciembre fue presentado en Cuba el Anteproyecto de Ley de
Salud Pública ante los diputados al Parlamento. Uno de los temas más novedosos
—y controversiales— es el reconocimiento de la eutanasia como “derecho de las
personas a una muerte digna y como una forma de atención y cuidado sanitario”.
No obstante, para su implementación requiere de una disposición jurídica de rango
superior, acotó el Dr. José Ángel Portal Miranda, Ministro de Salud Pública, quien
estuvo a cargo de presentar la propuesta. La noticia ha abierto un amplio debate
en el país sobre temas tan sensibles como el significado de la vida, la muerte y el
sentido de la práctica médica.10,11

De aprobarse la norma, Cuba se convertiría en el octavo país del mundo donde el


procedimiento es legal; los siete en los que ya lo es son: Holanda, Bélgica,
Luxemburgo, España, Canadá, Colombia y Nueva Zelanda; cada uno con matices
propios.

La eutanasia ha encontrado fuertes detractores dentro del gremio médico. De


hecho, la Asociación Médica Mundial ha reiterado que tanto “el suicidio con ayuda
médica, como la eutanasia, es contrario a la ética y debe ser condenado por la
profesión médica”, debido a que entra en conflicto con los “principios éticos
básicos”, al tiempo que insta “enfáticamente” a las asociaciones médicas
nacionales y los médicos a no participar en la eutanasia, “incluso si está permitida
por la legislación nacional o despenalizada”.10

No es un tema menor; existen razones fundadas para estar a favor o en contra del
proceder y la ley —cubana— debería reconocer el derecho a los médicos y el
resto del personal a ejercer su profesión sin violar sus principios. Sin embargo, la
justicia ha dejado claro que la objeción de consciencia no es un “derecho
fundamental” ni está por encima del cumplimiento de la ley y el derecho a acceder
a una muerte digna. No es “un cheque en blanco” ni se puede utilizar por grupos
políticos, religiosos o de otro tipo para impedir la aplicación de una norma, como
ha sucedido en España y otros países con el aborto.10

En Cuba la eutanasia no es admitida en ninguna de sus variantes. Desde el punto


de vista legal no existe en el código penal ninguna figura delictiva que tipifique
específicamente esta conducta, o sea, la del trabajador de la salud que por
compasión ponga fin a la vida de un paciente; en caso de hacerlo estaría
cometiendo un delito de homicidio, un asesinato y como tal es sancionado por el
código civil y por la Ley 41 de la Salud Pública y sus reglamentos.11
La ética clínica cubana admite el rechazo al tratamiento y el respeto a sus
decisiones; sin embargo, también practica el principio de veracidad soportable, de
acuerdo con nuestros patrones culturales, lo cual hace que el paciente no tenga a
la mano toda la información que le permita tomar decisiones sobre terminar o no
con su vida. En Cuba es excepcional que un paciente solicite poner fin a su vida y
esa problemática no es frecuente entre los profesionales de la salud; sin embargo,
sí es una realidad en el caso de pacientes moribundos donde su calidad de vida y
los sufrimientos son un conflicto para familiares y profesionales de la salud, los
cuales hacen el mayor esfuerzo por minimizarlos y tratar que se respete su
dignidad como persona. La existencia del plan del médico de la familia con su
enfoque multidisciplinario que permite, entre otros aspectos, el ingreso en el hogar
de estos pacientes está brindando una solución momentánea, pero no debemos
olvidar lo que ocurre en el mundo actualmente, para lo cual debemos estar
preparados.11

La salud pública cubana, como parte de la sociedad, debe moverse en el sentido


de garantizar el mayor número posible de derechos para todas las personas. Creo
firmemente en la autonomía, en que las personas deben tener una vida digna y,
por supuesto, la posibilidad de morir con dignidad, siempre que sea su deseo.La
eutanasia, como parte de la nueva Ley de Salud Pública cubana, es uno de los
temas que seguramente darán lugar a un amplio y profundo debate en la cada vez
más diversa y plural sociedad cubana. Así debe ser, porque se trata de asuntos
que nos conciernen a todos. Por ello informar sobre estos temas constituye una
obligación.11

EUTANASIA EN LA EDAD PEDIÁTRICA

Aunque desde el año 2002 en Holanda se aplica de forma legal la eutanasia en


niños menores de doce años, no parece ser que progrese al menos por ahora, ya
que muchos pediatras han encontrado resistencia al Protocolo de Groningen, pues
es un dilema ético que nadie quiere asumir. El Monseñor Elio Sgreccia,
Vicepresidente de la Academia Pontificia para la Vida, señala en sus reflexiones
sobre la eutanasia en Holanda para niños menores de doce años que: Se puede
pensar seriamente que se está cayendo en un darwinismo social, que pretende
facilitar la eliminación de los seres humanos marcados por el sufrimiento y por
defectos, “para anestesiar” a la sociedad entera.12

El niño o recién nacido que, “como dicen los pediatras”, sufre menos que el adulto,
no es capaz de valorar o definir insoportable su sufrimiento. Quien lo valora, según
las normas holandesas, es el médico; y los que consienten y deciden son los
parientes. ¿No se trata, acaso, de su propio sufrimiento? Además, sabemos que
nuestra época ya ha hecho casi totalmente “curable” el dolor. ¿Acaso el dolor y el
sufrimiento se curan con la violencia de la muerte anticipada?

La eutanasia con niños deficientes es, probablemente, el punto donde con más
claridad puede comenzar a experimentarse hoy el “efecto de ruptura de dique” en
la pérdida de valoración de la vida humana, como consecuencia de la aceptación
legal de la supresión del embarazo. Se habla en este artículo de fetos abortados
en etapas tardías del embarazo y que “nacieron” con vida y en condiciones de
seguir viviendo si se les hubiesen aplicado los procedimientos médicos existentes
para casos de parto prematuro, por lo que se puede hablar no únicamente de
aborto, sino de infanticidio (o de eutanasia, ya que a veces tales fetos/niños nacen
con lesiones provocadas por la misma técnica abortiva). El tema de cuáles son
las atenciones que deben prestarse al recién nacido con anomalías o
malformaciones está hoy sometido a un debate creciente, ya que es un tema
complejo, porque dentro de él existen situaciones diversas de diferente
gravedad.12,13

Existen situaciones diferentes a la hora de valorar a los recién nacidos con


discapacidad; no sería igual la presencia de anencefalia que un niño portador del
síndrome de Down, ya que este último en un futuro poseerá capacidades de
desarrollo en la esfera afectiva y lazos interpersonales muy fuertes. Al mismo
tiempo son numerosos los padres que, una vez pasado el primer mal trago de la
impresión, van a aceptar y asumir positivamente la presencia de un niño cuya
existencia puede gestar en la familia importantes cauces de humanización que no
existían con anterioridad. Esta mentalidad eugenésica ya está aplicada con la
práctica del aborto. Si hubiera habido un diagnóstico que descubriera la
enfermedad durante el embarazo, probablemente el niño nunca habría nacido.
Como ha escapado a ese control, entonces se practica la eutanasia después del
nacimiento. Se trata de una práctica con la que son eliminados los seres humanos
considerados "no válidos". Exactamente una práctica eugenésica de eliminación
de lo que algunos valoran como “defectuosos”.12

Los presupuestos a tenerse en cuenta en el momento de redactar una


posible norma que implemente la eutanasia en su modalidad voluntaria
activa son los siguientes:

1. Principio de Legalidad: Se considera que la legislación que normalice todo lo


concerniente a la buena muerte sea una ley, de carácter permisiva que pueda
autorizar, permitir a los pacientes terminales a disponer de sus vidas.

2. Voluntariedad del paciente: Que la eutanasia sólo será practicada a petición


expresa del paciente de forma voluntaria y no por ninguna inducción de terceras
personas.

3. Autonomía de la voluntad: Justifica a los pacientes terminales en auto


determinar, disponer, de manera absoluta, de su propia vida, con los medios y
formas que él decrete.

4. Consentimiento informado: Es el procedimiento mediante el cual se garantiza


que el paciente terminal ha expresado voluntariamente su intención de privarle su
vida, después de haber comprendido la información que se le ha dado, acerca de
su estado de su enfermedad, los beneficios, las molestias, los posibles riesgos, las
alternativas, sus derechos y responsabilidades.

5. Excepcionalidad: Solamente serán sometidos a la aplicación de la eutanasia


aquellas personas que han sido diagnosticadas como pacientes terminales por
motivos de su enfermedad y que la misma les genere dolores insoportables.

6. Especialidad: Es el medico la única persona facultada para las practicas


eutanásicas.
7. Comisión Médica: La existencia de un conjunto de médicos que mediante un
proceso de revisión confirmen lo presentado por el medico encargado del caso,
así como el cumplimiento de los requisitos que autorizan la aplicación de la
eutanasia, garantizando que no se le avale la buena muerte a personas que
poseen rasgo de suicida.13

CONCLUSIONES

 La eutanasia no es un problema nuevo, sino que se ha tratado en cada


momento de la historia en dependencia de las circunstancias, muy ligada a las
diferentes corrientes políticas, culturales y religiosas, aunque es cierto que en
los últimos años ha tomado un mayor auge.
 Es la eutanasia uno de los debates éticos en la profesión médica de mayor
actualidad porque aborda dos circunstancias extremas: la vida y la muerte. La
discusión va desde aliviar el sufrimiento, finalizando con la vida, y tomando
como principio la autonomía del sujeto, que tendría derecho a disponer de su
propia vida, hasta la prohibición de la participación del médico y otros
profesionales de la medicina en el control de una vida, que intervienen solo
para aliviar el dolor o mantener funciones vitales, sin importar cuan inútiles
puedan resultar esas acciones.
 Existen países que llevan la delantera en cuestiones de eutanasia, aunque
cada vez se van sumando otros. El debate continúa y hay muchas opiniones a
nivel mundial.
 La literatura médica está llena de consideraciones a favor o en contra, pero
sobre todo esta discusión gira en torno a la ética que comprometen al médico y
a la sociedad a aliviar el sufrimiento y el dolor, particularmente en pacientes
terminales cuando estos toman la decisión consciente de finalizar sus vidas.
 En Cuba la práctica de la eutanasia es penalizada, considerada un homicidio.
Además, los profesionales de la medicina cubana no están preparados para
enfrentar la vida y la muerte de una manera diferente a como fueron formados:
la medicina hipocrática, medicina para salvar. Es necesario darse cuenta de
que es un problema que no es solo del mundo desarrollado, sino que está
llegando a todos los lugares; que la cultura médica cubana no está preparada
para enfrentarlo y que hay que hallarle una solución desde la realidad y
contexto actual.

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

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[actualizado 9 diciembre 2010
ANEXOS

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