fares hispanismo mendocinos

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Dossier: El nacionalismo argentino durante la 2º mitad del siglo XX

Diferencias y convergencias en los hispanismos mendocinos. A


propósito del sesquicentenario1.

Fares María Celina


Mag. Prof. Inv. UNCuyo

A propósito del sesquicentenario


Como era de esperar la rememoración de los 150 años del nacimiento de la patria como solía
evocarse, constituyó una excelente oportunidad para que las diversas interpretaciones de la
historia, en sus versiones profesionales o militantes que circularon por diversos canales de
comunicación, abastecieran con actos, ritos y discursos, la contienda historiográfica de entonces.
Mientras que la gestualidad del gobierno intentaba sostener políticas que articularan pasado y
presente convocando a los profesionales de la historia, la producción académica mendocina
representada por reconocidos referentes locales, se preocupaba por vincularse a tradiciones
hispánicas, pegando un giro con respecto a las versiones canonizadas que denostaban el pasado
colonial, lo cual parecía ajeno a las preocupaciones del momento, e incluso contrastaba con la
militancia de otros intelectuales preocupados por encontrar en la historia las claves
interpretativas de la lucha política por el presente.
En efecto, se planteaba una especie de tercera vía como alternativa de las versiones
académicas vigentes. Por un lado las provenientes del viejo canon romántico que había acuñado a
Mayo como mito de los orígenes y que luego bajo la pluma de Mitre y sus seguidores de la Nueva
Escuela, le habían inscripto decididos contenidos liberales y democráticos. Por otro, se
enfrentaba con las versiones militantes, preocupadas por encontrar en la historia las claves

1 El presente trabajo presenta un avance parcial de un proyecto de investigación que se está desarrollando en
el marco de los estudios de posgrado en FFyLy Letras - SECyT., UNCuyo,
interpretativas de la lucha política por el presente, sobre todo de la mano de las nuevas izquierdas
que pretendían inscribirse dentro de la tradición nacional, haciendo una reinterpretación del
significado del peronismo.
Desde el gobierno central el Congreso de la Nación había aprobado la ley 15.930 conocida
como Etchepareborda, en honor al director de entonces del Archivo General de la Nación,
quien había promovido la publicación del fondo documental reunido por la Comisión del
Sesquicentenario que tomara el nombre Biblioteca de Mayo. Se reflejaba la preocupación por
profesionalizar la historia y salir de la polémica entre revisionismo/ liberalismo que tanto
preocupaba al historiador radical frondizista. Para Roberto Etchepareborda esto no significaba
reducir la historia a una cuestión académica, teórica y metodológica que olvidara la relación
existente entre la historia y la política, sino que, en sintonía con el proyecto desarrollista buscaba
superar las antinomias en pos de un proyecto nacional, por lo cual la historia científica debía
ayudar a construir una conciencia nacional que deje ser una entelequia para convertirse en fuerza actuante 2 .
Desde la Universidad de Buenos Aires, su Rector Risieri Frondizi3 fundaba la editorial
Eudeba y homenajeaba a Vicente Fidel López publicando como primer número de la Serie de
Siglo y Medio, La Gran Semana de Mayo. Crónica de la Revolución de Mayo recompuesta y arreglada por
cartas, según la posición y las opiniones de los promotores, publicada originariamente en 1896 y reeditada
por Ramos Mejía a principios del siglo XX. Tal vez con una intención prioritaria de pedagogía
patriótica4 y secundariamente historiográfica, pues a través de la correspondencia epistolar que
traía López, se hacía fácilmente accesible por su impronta ficcional, el sentido de la gesta patria.
Sin embargo, dicha publicación implicaba un desplazamiento del fundacional relato mitrista
centrado en el impulso nacional de la conciencia criolla, que actuaba como dispositivo
nacionalizador desde fines del siglo XIX, por la propagación de la versión de López, que
acentuaba la idea de Mayo como un fenómeno precipitado por la invasión francesa de la
península y la reacción protagónica de las burguesías porteñas, relativizando el significado
revolucionario democrático y republicano, lo cual tal vez tendía puentes de comunicación con las
inquietudes provenientes de los sectores más tradicionalistas.

2 Para ver el perfil de Roberto Etchepareborda, cfr. Rodríguez, Marta “Un historiador piensa la historia en los

‘60. ¿Cómo superar la vieja antinomia revisionismo liberalismo?” en Devoto, F. y Pagano, N., La historiografía
académica y la historiografía militante, Buenos Aires, Biblos, 2004.
3 Risieri FRONDIZI (1910-1983). Además de rector de la Universidad de Buenos Aires (1957-1962) creó la

Editorial Universitaria Eudeba (1960) que tanto prestigio alcanzó. Egresado como Master of Arts en Michigan, dictó
cátedra de filosofía en diferentes universidades argentinas. Entre sus obras destacadas: ¿Qué son valores? Introducción a
la axiología (1962). El hombre y los valores en la Filosofía Latinoamericana del siglo XX, (1975). "Introducción a los problemas
fundamentales del hombre", (1978). Se fue de Argentina en 1966 y se dedicó a la docencia en Estados Unidos, Caracas,
Puerto Rico y México.
4 Bertoni, Lilia Ana, Patriotas, cosmopolitas y nacionalistas. La construcción de la nacionalidad argentina a fines del siglo

XIX, Buenos Aires, FCE, 2001, recupera la importancia de la enseñanza patriótica como estrategia fundamental en
la construcción de la nacionalidad de sesgo culturalista y esencialista.

2
De hecho se desplegaban otras imágenes de la gesta patria, más desligadas del quehacer
histórico, que a propósito de la fecha apelaban a una retórica política de corte tradicionalista que
no eludía el espíritu de confrontación. Desde las filas católicas, el Rector de la recientemente
creada Universidad Católica, Monseñor Octavio Derisi propugnaba la necesidad de emprender una
cruzada frente a la campaña del laicismo anticatólico y comunista… si se pretendía que Argentina siga
siendo lo que quisieron los forjadores de nuestra nacionalidad. Su discurso apelaba al humanismo cristiano al
mismo tiempo que al integrismo de la verdad del conocimiento científico, filosófico y teológico, personificado
en el alma de la Patria, dando cuenta de la perdurabilidad discursiva de los contenidos de la nación
católica, en una versión más políticamente militante que historiográfica5.

Lecturas hispanistas mendocinas


Edmundo Correas: un hispanismo desde el conservadorismo liberal
Dentro del campo académico de la disciplina, un evento de importancia fue el “III
Congreso Internacional de Historia de América” realizado en Buenos Aires en octubre de 1960,
donde participaron historiadores mendocinos cuyas propuestas revelaban en parte
posicionamientos historiográficos que parecían alejarse en espacio y perspectivas de aquel
propósito integrador que se postulaba a futuro desde el proyecto desarrollista, para establecer
mejor sintonía con las propuestas que reivindicaban la lucha por el sostenimiento de la tradición,
aunque desde distintas posiciones.
Las palabras de un prestigioso intelectual, Edmundo Correas6, abogado, historiador,
ministro en gobiernos provinciales demócratas, y especialmente reconocido por ser el fundador y

5 Para completar el cuadro de publicaciones la UBA además de Mayo Documental cuyo primer tomo de 1961
fue precedido por un estudio de Ricardo Caillet-Bois, publicó una serie de libros, folletos y artículos bajo el título
Mayo en la bibliografía, que incluía los estudios del III Congreso Internacional de Historia de América con referencias
a tres trabajos: F. Eduardo Trusso: El derecho de la revolución en la emancipación americana, y las investigaciones de
Enrique Williams Alzaga: Martín de Alzaga y el 25 de mayo de 1810 y del presidente de la Academia, Ricardo Zorraquín
Becu: Los grupos sociales en la Revolución de Mayo. La Academia Nacional de la Historia de Buenos Aires, además de
imprimir los seis volúmenes de Actas del III Congreso Internacional de Historia de América, inició la publicación de
las "Obras (completas) de Ricardo Levene", con un estudio de Carlos Heras, y otros dos sobre la obra y biografía de
Levene. También la Academia publicó en edición facsimilar, las colecciones de periódicos como El Censor (1812), El
Grito del Sud (1812), El Sol de las Provincias Unidas (1814), El Independiente (1815-1816) y Los Amigos de la Patria y de la
Juventud (1815-1816), todos ellos precedidos por estudios del P. Guillermo Furlong S. J. y de Enrique de Gandía. El
Archivo General de la Nación de Buenos Aires publicó el Índice del Archivo de Gobierno de Buenos Aires, con el que
reinició la serie de catálogos, y trabajos dirigidos por el reorganizador del Archivo R. Etchepareborda, además de la
publicación de Política lusitana en el Río de la Plata y Diario de un Soldado editado por Ministerio del Interior.
6 Edmundo CORREAS Mendoza (1901 -1991). Estudió en la Escuela Sarmiento, en el Colegio Nacional

Agustín Álvarez, en la Universidad de Córdoba y la UBA, recibiéndose de abogado en 1925. Profesor de Literatura
en el Colegio Nacional, revela una temprana inclinación por las letras que prolongó luego en la cátedra de
Introducción a la Literatura en FFyLetras. Miembro del Partido Demócrata, fue Subsecretario de Hacienda durante
la gestión de Ricardo Videla(1932-35), legislador provincial durante la administración de Guillermo Cano (1935-
1937), y Ministro de Hacienda de Rodolfo Corominas Segura hasta 1939, en que fue designado por el PEN primer
Rector de la Universidad Nacional de Cuyo, considerándose fundador, organizador y además primer decano
normalizador de la Facultad de Filosofía y Letras hasta que fue sucedido por Manuel Lugones en 1943. En 1937
había organizado el Primer Congreso de la Historia de Cuyo en el que Ricardo Levene alcanzó gran protagonismo,

3
organizador de la Universidad Nacional de Cuyo7, reflejaban parte de la cosmovisión cultural y
política del conservadorismo liberal mendocino. En su discurso a propósito de la celebración del
día de la raza, reeditaba imágenes tradicionales del hispanismo donde la conquista de Indias era
considerada la última gran cruzada y la exaltación del sentido heroico y católico de la conquista con un
lenguaje que se acercaba a las formas literarias que habían tenido auge en los años posteriores a
la Guerra Civil Española, cuando se hizo de la hispanidad una forma superior de patria
supranacional, que fuera asumida por sus defensores como una preocupación cultural militante
y cristiana.
En la misma época Edmundo Correas, con un estilo contrastante, más cercano a la
erudición que con tanto énfasis defendiera en su actuación en la Junta de Estudios Históricos de
Mendoza, fijaba su perfil como historiador profesional, proveniente no de una carrera formal
sino, del reconocimiento que le proveyeron las redes de relaciones institucionales sostenidas por
la Nueva Escuela Histórica. En un artículo publicado por Los Andes, titulado “Mendoza se

convirtiéndose en el principal inspirador y promotor del rector -fundador Correas -según E. Fontana-, quien también
advierte la influencia que tuvieron Ricardo Rojas y Coriolano Alberini (1994: 286-294). Como Rector fundador de la
Universidad, se destacó por incorporar reconocidos profesionales externos que le dieron el prestigio de las primeras
épocas. En 1943 a raíz de la intervención que sufre la Universidad por el gobierno de facto, renuncia y se ve
obligado a aceptar el ofrecimiento del Interventor de Salta Emilio Jofré, para ser director de Escuela de dicha
provincia. Luego por gestiones de Draghi Lucero sería reincorporado a la Universidad como Profesor de Derecho
Constitucional en la Facultad de Ciencias Económicas, viendo otra vez interrumpida nuevamente su labor entre
1953-1957 en que se reincorpora. Su relación con Draghi venía de tiempo atrás, cuando en 1934 como director del
matutino La Libertad lo convocara a colaborar junto con S. Semorile y F. Morales Guiñazú en las secciones sobre
historia. Desde su actividad periodística había comenzado a organizar las actividades de la Junta de Estudios
Históricos de Mendoza, de la que fue Presidente a partir de 1961 durante 28 años. En 1961 Correas presidió el
Segundo Congreso de la Historia de Cuyo. Organizó el Museo del pasado Cuyano y consiguió que el gobierno de
Ueltschi donara la casa de la familia Civit como sede de la J.EHM, así como subsidios para la publicación de la
Revista. Fue Director General de Escuelas entre 1961 y 1963 y en 1967 fue nombrado por el gobierno nacional
como integrante de la comisión que elabora el proyecto de Ley Universitaria. Miembro de número de la Academia
Nacional de la Historia y correspondiente de la Academia de Ciencias Sociales y Políticas y de otras academias como
la de España y Chile entre otras. Profesor de Historia en la Escuela Normal T. Godoy Cruz, de Literatura en el
Colegio Nacional Agustín Álvarez, y en la F.F.y L., de Derecho Administrativo y luego Constitucional en la Facultad
de Ciencias Económicas, y de Historia Institucional Argentina en la Facultad de Derecho de la Universidad de
Mendoza. Fue colaborador del diario Los Andes, donde publicó una serie de cuentos. Reeditó en dos tomos la obra
de D. Hudson, Recuerdos Históricos sobre la provincia de Cuyo, entre sus escritos numerosos artículos en las Revista de la
Junta Estudios Históricos de Mendoza como “Ensayo de historiografía cuyana” en RJEHM, T. II y “La Junta de
Estudios históricos de Mendoza”, “Historia de la fundación de la Universidad Nacional de Cuyo”. Obras como
Historia espiritual de Cuyo, Por la Hispanidad, Historia Económica de Mendoza, Sarmiento y los Estados Unidos, Influencia de la
constitución de los Estados Unidos en Argentina, Vida de Balbino Arizu, 80 años de la Constitución Argentina y documentos
mendocinos relativos a la Constitución de 1853, Vida del Doctor Manuel A. Saenz, Proyecto de Reforma de la Constitución Nacional,
, Sarmiento luchador, Sarmiento y las maestras norteamericanas que vinieron a Mendoza, Participa en los tomos publicados por
la Academia Nacional de la Historia sobre las historias provinciales “Mendoza 1822-1862” y otro sobre Mendoza
en el tomo de Argentina contemporánea. Cfr. Los Andes, 10 julio 1991.
7 Sobre la fundación de la Universidad Nacional de Cuyo Cfr. Pró, Diego “Origen y desarrollo de la

Facultad” en Memoria Histórica, 1939-1964, Facultad de Filosofía y Letras, Mendoza, 1965, pgs. 113-134; Fontana
Esteban, “Cómo se gestó la Universidad Nacional de Cuyo”, en Libro del Cincuentenario, Universidad Nacional de Cuyo,
Mendoza, EDIUNC, 1989, pgs 65-86; Coll, Jorge “Para la historia de la Universidad Nacional de Cuyo” en Revista de
la Junta de Estudios Históricos (RJEH) nº 7, t. II., Mendoza, 1972. La clase de Ricardo Rojas en el acto inaugural de la
UNC constituye un gesto significativo cuya impronta nacionalista moderada y ecuménica parecía querer ser el signo
que Correas eligiera para dicha casa de estudios.

4
pronuncia sobre la Revolución de Mayo”8, acudía a fuentes hispanas poco divulgadas a su
criterio, para la reconstrucción de los sucesos mendocinos en 1810. La recuperación de
testimonios inéditos a través de una denominada la primera versión de la revolución de José
María Pemán (1940)9 - obtenido según el autor gracias a su amistad con el Director del Instituto
de Cultura Hispánica de Madrid-, recogía las crónicas y memorias de de tres funcionarios
españoles que actuaron en Mendoza como contrarrevolucionarios y sus percepciones negativas
sobre la revolución porteña. Ello lo inducía a sostener la tesis de que fue el temor producido por
los fusilamientos del Tigre, lo que condujo a una aceptación unánime de la circular del 24 de mayo,
acallando los cuestionamientos de los contrarrevolucionarios que sospechaban que el discurso
antifrancés ocultaba las verdaderas razones del movimiento porteño ocultas … tras la máscara de
la monarquía.
Cubría en esta instancia un doble perfil: el del interés del historiador por los criterios
eruditos de indagación, al tiempo que sostenía un posicionamiento comprometido con lo que
juzgaba los valores tradicionales, combinación que sería compartida por una serie de historiadores
platenses y que revela las relaciones de Correas con Ricardo Levene10.

8 Los Andes, 26 de junio de 1960.


9
José María PEMÁN (1897-1981). Crítico de costumbres, se destacó como un activo orador
antirrepublicano, monárquico y tradicionalista, además de compositor de una letra no oficial del himno nacional
español, la Marcha Real y la inclusión del famoso segundo verso “alzad los brazos”, estuvo en Argentina en 1941.
Suelen distinguirse tres etapas en la vida de Pemán: en primer lugar como intelectual católico durante la dictadura de
Primo de Rivera, y luego a través de su activa participación en Acción Española durante la República, y con la
fundación en 1933 de Renovación Española, un partido político defensor de la restauración de Alfonso XIII. En un
segundo momento durante la Guerra Civil fue un propagandista de épica violenta al servicio de la causa nacional y
una vez instalado el régimen tuvo no sólo participación política en la depuración de cuadros docentes, sino que fue
uno de los ideólogos que ayudó a convertir la sublevación militar en una propuesta ideológica integral, sosteniendo
la enseñanza de la Historia como uno de los pilares del régimen. cfr. Zuleta Álvarez, “España y el nacionalismo
argentino” en España en América, (2000), Buenos Aires, Confluencia, pg. 320) Finalmente fue portavoz oficioso del
monarquismo: se comprometió en la sucesión del franquismo por monarquía, a lo que Franco se oponía. Presidió el
consejo privado de don Juan de Borbón conde de Barcelona, exilado en Estoril, Portugal entre 1960 y 1964. En
1981 el rey Juan Carlos le concedió un título nobiliario y fue reconocido en Sevilla «por ayudar a restaurar la Monarquía
en España».
10 Ricardo LEVENE, referente más notable de la Nueva Escuela Histórica. Decano electo de la Facultad de

Ciencias de la Educación de la Universidad reformista de La Plata procedió a la creación de la Facultad de


Humanidades y Ciencias de la Educación en 1921 y allí creo el Centro de Estudios Históricos. Su papel protagónico
se canalizó también a través de la Junta de Historia y Numismática, convertida en 1938 en la Academia Nacional de
la Historia, en el Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires de 1925, en las Juntas provinciales, y el Instituto
de Investigaciones Históricas F.F.y L. de la UBA (1921). Renunció a sus cátedras de la FFyL de la UBA y de la F.H.
e la UNLP en 1948 y murió en 1959.Entre sus obras Estudios económicos acerca del virreinato del Plata, Ensayo histórico sobre
la Revolución de Mayo y Mariano Moreno, Investigaciones acerca de la historia económica del virreinato del Río de la Plata, Historia del
Derecho Indiano, y director de los 10 tomos de la Historia de la Nación Argentina publicada por la Academia. Si bien
tributario de Mitre, se consideraba superador de la visión romántica y liberal encorsetada en una historia de luchas
políticas y logros constitucionales (Cfr. Devoto y Pagano, 2009:167), siendo el centro de los cuestionamientos
revisionistas a la “historia oficial”. La reivindicación del carácter republicano, federal y popular, así como de las
influencias ideológicas hispanas en detrimento de las anglosajonas, dan cauce a la versión que sostuvo el perfil
intelectual de la revolución por sobre el revolucionario, como lo señala Quatrocchi –Woisson (1995) en su
preocupación por negar la autoría de Moreno sobre el Plan de Operaciones a Moreno (Cfr. R. Fradkin y J. Gelman,
2009: 276) Para la relación entre Correas, la JEH y la NEH., cfr. Pelagatti, O., 2009:34-39 y para la relación con
Levene cfr. Fontana, E., 1994 285-294)

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Tomaban cuerpo las notas antiporteñas, al mismo tiempo que un acendrado criollismo, más
que folclórico, de corte federal, con el que Pérez Guilhou perfilara su posicionamiento
pragmático propio del conservadorismo local y de lo que denominara un revisionismo crítico,
aunque no rosista. En realidad más que una postura revisionista, se podía vislumbrar la influencia
de Ricardo Rojas, cuyas preocupaciones estaban ligadas a los efectos negativos de la inmigración
en la tradición criolla, e hispana nacional, y de una serie de valores trascendentes de matriz
espiritualista, sin que esto supusiera perder su perfil de liberal moderado, acuñado bajo la
influencia sarmientina11.
Este perfil ecléctico y moderado, matiza entonces el tono hispanista y espiritualista de quien
paradojalmente había sido desplazado de la conducción universitaria por la línea nacionalista12,
impuesta en la primera intervención de la UNCuyo realizada por el gobierno militar en 1943, bajo
el rectorado de Carlos Pithod, y que sería continuada durante el peronismo con el rectorado de
Ireneo Cruz13. Lo cual nos habla de alguna manera, de cómo el espiritualismo y el hispanismo
fueron notas más comunes que distintivas, entre los círculos intelectuales mendocinos, tanto
dentro del conservadorismo liberal, como en los nacionalistas reaccionarios o luego en los

11 Una semblanza de su vida y pensamiento en Pérez Guilhou, Dardo, “Edmundo Correas, pensamiento y
acción” en Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, Editorial Ad-Hoc, 2001.
12 Según testimonios de Draghi Lucero, Correas fue muy criticado por los grupos nacionalistas por su viaje a

Inglaterra y a los Estados Unidos con el objeto de conocer el desarrollo de las Universidades. La oposición se fue
agudizando, siempre de sentido político, con aristas antinorteamericanas. El Dr. Correas, que no ocultaba sus sentimientos liberales, fue
blanco de porfiada oposición que, finalmente lo obligaron a renunciar al cargo en julio de 1943. Cfr. Draghi Lucero, Juan “Doctor
Edmundo Correas” en J.E.H.M., Homenaje al Doctor Edmundo Correas, Mendoza, Ediciones Culturales 1994, p. 223-
224.
13 Ireneo CRUZ nació en Buenos Aires en 1903, y murió en Mendoza 1955. Estudió Profesorado en la UBA,

Residió y enseño en Paraná y fue Profesor de Lengua y Literatura Clásica en la F.F.y L. en la UBA (1939-40).
Invitado por Correas para trabajar como Profesor de Griego y de Historia Antigua en la recientemente creada
UNCuyo, se desempeñó como Inspector General de Enseñanza, Consejero y Vicedecano de F.F.y L., Fundó en
1943 el Instituto de Lenguas y Cultura Clásica de la Facultad, del cual fue director titular hasta su fallecimiento, cuya
publicación la Revista de Estudios Clásicos se dedicaría a la filología clásica y a las letras, estética y filosofía grecolatina.
En 1943 la intervención de la Universidad Nacional de Cuyo lo nombra Rector interino del recientemente creado
Colegio Universitario Central. En 1944 es nombrado Delegado Interventor en Filosofía y Letras, lo sucede el Pbro.
Juan R. Sepich en 1944 y en 1946 Guido Soaje Ramos, bajo cuya gestión se cesantea a los profesores que se habían
opuesto a la intervención de 1943. En septiembre de 1947 Cruz es designado Rector interventor de la UNCuyo. En
sus dos gestiones como Rector 1948-1951 y 1951-1954 fue designado por el PEN de acuerdo a la ley 13031. En
dicho periodo no sólo no existió la autonomía universitaria, sino que fueron impuestos los requisitos de adhesión al
gobierno (1946) y luego de afiliación partidaria que el gobierno nacional exigiera para cualquier cargo en la función
pública. De esta manera quedaron fuera de la Universidad, no sólo aquellos que habían sido cesanteados a partir de la
intervención de Carlos Pithod, sino todos los que se resistieron a firmar su adhesión al régimen. En la FFyL por
ejemplo fueron cesanteados Bernardo Blanco González, Salvador Canals Frau, Emilio Jofré, Manuel Lugones,
Néstor Meza Villalobos, Enrique Péndola Demarituni, Bruno Rosello, Juan Turrens, Julio Raffo de la Reta, Juan
Villaverde, Juan Corominas, Anastasio Mavridis, Rober Salmón (Res.nº2, enero 1956 de reincorporación). Durante
su gestión de Ireneo Cruz se creó el Instituto de Trabajo como extensión universitaria y el Departamento de
Investigaciones Científicas, que alcanzó un gran prestigio, sobre todo por el desarrollo de las ciencias duras y la
inclusión de reconocidos cientistas, gran parte de ellos, de origen alemán. También se creó la Escuela de Medicina, la
Escuela de Estudios Políticos, la Escuela Superior del Magisterio, el Profesorado de Ciencias Exactas, Físico
Naturales de San Luis, La Escuela Superior de Música y la Escuela Superior de Ingeniería en Combustibles de 1949.
Por otra parte la realización del Congreso Nacional de Filosofía de 1949, tuvo un alcance internacional que trascendió los
objetivos de legitimación de la doctrina peronista dentro de la filosofía del nacional catolicismo. Entre sus trabajos:
“Reflexiones sobre la poética de Aristóteles”, “La educación antigua en Atenas”, “La cuestión Homérica” etc.

6
peronistas, formando parte de un clima de época, aunque el significado de hispanismo
ciertamente no fuera el mismo para todos.

Juan Ramón Sepich y el hispanismo reaccionario


Ciertamente existían antecedentes en Mendoza que harían del hispanismo un proyecto
cultural. La presencia de la filosofía española tiene como hito fundante la visita de Ortega y
Gasset a Mendoza en 1916, así como la posterior influencia de la Revista de Occidente, y del
movimiento novecentista, que tendría una fuerte impronta sobre todo a través de Manuel
García Morente y Ramiro de Maeztu. Si bien a principios de los cuarenta Correas abría las puertas
de la novel universidad a prestigiosos profesores republicanos como el medievalista Claudio
Sánchez Albornoz, primaba en cambio la influencia del tomismo, reflejada en las célebres
jornadas del Congreso de Filosofía del ‘4914 y en la posterior presencia de filósofos Ángel
González Álvarez o Antonio Millán Puelles contratados por la gestión peronista.
Pero además existían en Mendoza precedentes de la existencia de un hispanismo que
trascendía el ámbito cultural, para convertirse en un estimulo para la acción política, sobre todo a
partir del impacto que tuvo la guerra civil española y de la instauración del franquismo,
celebrado como el movimiento político que superara los peligros del liberalismo y el marxismo.
Remedaron en Mendoza -como señala Zuleta (2000:321)- formaciones falangistas y
enfrentamientos violentos con el socialismo, que a fines de los años treinta tuvieran incluso su
propio mártir y se prolongaron en las décadas siguientes a través de redes de intelectuales
católicos, que se vincularían con figuras cordobesas como Nimio de Anquín, tucumanas como
Sixto Terán y con los emblemático Juan Carlos Goyeneche y Matías Sánchez Sorondo que por
entonces publicaban en Sol y Luna.
En el plano intelectual el hispanismo más reaccionario en Mendoza se refleja en un folleto
publicado en 1948 por el Instituto de Filosofía de la FFyL de la UNCuyo, dirigido y prologado
por uno de sus principales difusores y referentes Juan Ramón Sepich15, quien publicaba un

14 Suelen señalarse dos tendencias dentro del Congreso: la vinculada a la escolástica representada por
Octavio Nicolás Derisi, Guido Soaje Ramos, Nimio de Anquín con la presencia de españoles como González
Álvarez, entre los que se destacaba la pedagogía del espiritualismo nacionalista representada por Juan Emilio Cassani,
y la otra vinculada al existencialismo con figuras como Coriolano Alberini, Carlos Astrada, Rodolfo Agoglia así como
la presencia de Gabriel Marcel o Hans Gadamer. Entre los que no asistieron denunciando la obsecuente adhesión al
régimen: Francisco Romero y Vicente Fatone entre otros. Cfr. Mastrángelo, Fabiana, La configuración político ideológica
de la gestión académica y las prácticas educativas en la UNCuyo (1947-1954) Universidad Tecnológica, tesis de Maestría en
docencia Universitaria, 2008 Mimeo.
15 Juan Ramón SEPICH LANGE nació en Buenos Aires 1906 y murió en Alemania 1979. De origen croata,

estudió en la Facultad de Filosofía y Ciencias del Seminario Pontificio de Buenos Aires, donde fue compañero de
Octavio Nicolás Derisi y Julio Meinvieille, doctorándose en Filosofía. Becado en la Universidad Gregoriana de
Roma, a su regreso se doctoraría luego en Teología. Ordenado sacerdote a fines de 1930, se doctoró en 1936 en
Teología en el Seminario Pontificio dependiente de la Universidad Gregoriana, donde también se desempeñó como
profesor de Filosofía. Fue uno de los fundadores y colaborador de los Cursos de Cultura Católica entre 1932 y1935.

7
opúsculo bajo el título “La hispanidad como problema y destino”, y donde escribían también
Otto Burgos, Julio Soler Miralles y Toribio Lucero. Allí la argumentación de Sepich pasaba por
negar la validez de la leyenda negra, reconocer el mestizaje entre lo hispano e indio, y proyectar
la realización histórica de la cristiandad en la historia de los pueblos hispánicos. Se trataba de que
América se reencontrase con la línea europea, imperial y cristiana que marcaba un destino más
que un pasado.
Las ideas hispanistas de Sepich tuvieron difusión en España, no sólo a través de su
presencia directa en presentaciones o publicaciones16, sino en toda Hispanoamérica a través de
otras obras que difundían su pensamiento como por ejemplo la de Julio Ycaza Tigerino,
Originalidad de Hispanoamérica de 195217, cuyas versiones preliminares publicadas en Chile y Madrid
en 1948, enunciaba el propósito claramente restaurador en la idea de Hispanidad, invirtiendo el
sentido conservador que hasta entonces había tenido. Su lectura antimodernista entendía que la
“emancipación hispanoamericana de Europa se refiere no a las raíces europeas de su Cultura, sino a la actual
orientación europea de la Cultura. En ese sentido España misma es original frente a Europa, porque separándose
de la modernidad europea, se mantiene fiel a los orígenes y raíces de la cultura cristiana que dio a Europa unidad y
universalidad” (p.10).
Se nutria en realidad de los argumentos de Sepich, para quien las nacionalidades
hispanoamericanas, integradas a España y a la civilización cristiana a través de una vinculación

Entre 1943-1944 y 1947-1948 fue profesor en Universidad Nacional de Cuyo en Historia de las Religiones,
Metafísica y Gnoseología, Historia de la Filosofía Griega e Historia de la Filosofía Medieval, donde ejerció un gran
influjo. Fue fundador y primer director del Instituto de Filosofía en FFyL de la UNC y desde allí promovió la
organización del Primer Congreso Nacional de Filosofía, aunque la puja entre el perfil nacional falangista que quería darle,
se oponía al influjo peronista que terminó otorgándole el Rector Ireneo Cruz. Director de la revista Philosophia,
colaboró con Sapientia. En 1944 Rector del Colegio Universitario San Carlos (nominación que en 1944 le da la
intervención universitaria al Colegio Nacional de Buenos Aires) y profesor adjunto de Historia de la Filosofía
Antigua y Medieval en la Universidad de Buenos Aires. Fue capellán de instituciones públicas de menores y director
general de Enseñanza Religiosa del Ministerio de Justicia e Instrucción Pública. Luego profesor en la Universidad de
La Plata entre 1955-1957. Impartió cursos en España y Alemania y sus artículos circularon en revistas europeas.
Posteriormente asistió a la tercera sesión del Concilio Vaticano II. Colaboró con artículos en las revistas Sol y Luna,
Ortodoxia, Criterio e Infancia y juventud. En su estadía de diez años en Alemania profundizó su estudio sobre Martín
Heidegger que se reflejan en «Ubicación histórica de Martín Heidegger», en la revista Humanitas, y La filosofía de Ser y
Tiempo de Martín Heidegger (1954). Esto significó un giro en su pensamiento católico aristotélico tomista hacia la
hermenéutica existencial que se reflejó en sus cátedras en F.F.y L. de la Universidad Nacional de Cuyo retomadas
desde 1967.
16 Sepich se radicó un tiempo en España y allí publicó La misión de los pueblos hispánicos antes de regresar a

Mendoza. En 1946 en el XIX Congreso Mundial de Pax Romana en España, expuso “El universo católico ante los
problemas del Estado Moderno”, siendo uno de los principales referentes junto con Mario Amadeo, Ignacio
Anzoátegui, J.C. Goyeneche y César Pico en las políticas de hispanidad sostenida por el franquismo a través de
Instituto de Cultura Hispánica creado ese mismo año. Sepich además colaboró con la revista Alférez (1946-1949) y
con Itinerario de Hispanoamérica.
17 Cfr. Tigerino, Julio Ycaza, Originalidad de Hispanoamérica, Madrid, Ediciones de Cultura Hispánica, 1952.

Distingue dos grandes corrientes de ideas sobre cómo se constituye la identidad americana: la que prioriza la
imitación europea, donde incluye al cosmopolitismo, el latinoamericanismo y el españolismo, este último concibe a
América como un mero reflejo y prolongación de España (cita a Laín Entralgo, E. Palacio, o Miguel Sánchez Maza).
Dentro de la segunda corriente denominada autoctonista, distingue las formas telúricas, geopolíticas, raciales o
indigenistas, e hispanistas o de mestizaje. Esta última es el que reconoce como verdadera línea que configura la
identidad hispanoamericana.

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imperial de religión, lengua, política, cultura; debían seguir un proyecto político, que era la
realización de la Cristiandad en América. Ésta era definida por su ortodoxia católica integrista en
oposición a la Nueva Cristiandad de Jacques Maritain que pretendía conciliar modernidad con
cristianismo, prolongando así el error del humanismo que separaba la esfera política de la
religiosa. Se acudía también a los argumentos de otro argentino Julio Meinvieille para combatir
esta propuesta como incompatible con el carácter sacral y subordinado del orden temporal dentro
del integrismo católico y su proyecto de Cristiandad Universal que España supo encarnar.
Finalmente convocaba a combatir el peligro nacionalista, como doctrina de estado y el peligro
marxista cristiano, como llamaba al socialcristianismo, pues agredían el sentido de comunidad
cultural supranacional hispana, en la cual se encarnaba la única forma capaz de enfrentar al
imperialismo norteamericano y soviético.

Otra vez Correas


Es evidente que el hispanismo de Edmundo Correas se había definido en otras
coordenadas, que tenían que ver con afianzar el proyecto de modernización pero dentro de un
orden tradicional que lo filiaba con el primer nacionalismo de corte cultural. Cuando a fines de
los años treinta priorizaba reivindicar el propósito de civilizar y nacionalizar la cultura argentina,
articulaba el decimonónico proyecto nacional de la generación romántica del ‘37, con una serie
de temores y preocupaciones propias del nacionalismo del siglo XX, que lo llevaban a rescatar la
virtualidad identitaria del pasado hispánico.
En la primera parte de su discurso inaugural de la UNCuyo, la reconstrucción genealógica
del campo universitario ensalzaba aquella gloriosa edad de oro de la intelectualidad argentina
identificada bajo los nombres de Joaquín V. González, Avellaneda, Gorostiaga, Alsina, V. Fidel López,
Argerich, Gutiérrez, Vélez Sársfield, Tejedor, Cané -que se habían preocupado por la integridad
nacional desde perspectivas civilizatorias en contraposición a los años de incultura del leviatán
rosista, y a la debilidad de los claustros coloniales, en los que las lecturas ocultas de los iconclastas
suscitaron en la juventud ensueños y amargas decepciones. Se trataba de una genealogía que rescataba
un itinerario nacional, de aquellos que se preocuparon por la pedagogía patriótica desde matrices
liberales y románticas, y en expresa oposición tanto a la seducción operada por una tradición
ajena a la hispana, implicando a la francesa jacobina, como a la barbarie propia, en clara alusión
a la dicotomía sarmientina y su crítica a Rosas.
En un segundo momento apelaba a valores humanistas, espiritualistas y patrióticos para hacer
frente a las amenazas a la cultura de la civilización occidental que provoca la modernidad. Remitía a otro
ilustre jurista, Jorge Eduardo Coll, Ministro del Presidente Roberto Ortiz que había patrocinado

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la fundación de la Universidad Nacional de Cuyo, quien expresaba sin tapujos los temores del
campo político conservador, donde el motivo nacionalista de desintegración cultural producido
por el fenómeno inmigratorio, se unía el temor tradicionalista de corte elitista y etnicista frente a
la sociedad de masas, que en nombre de la igualdad suprimía las diferencias culturales18. Este
diagnóstico lo llevaba a propiciar una reacción, reivindicando un humanismo espiritualista que se
estigmatizaría en el lema que regía en la nueva casa de estudios: in spiritus remigio vita, convocando
a los hijos de estas tierras descendientes del linaje de los Sarmiento, Rawson, Fray Justo, Llerena,
Lafinur, Pringles, Pedernera, Saez, Godoy Cruz, D. Hudson, M. Zapata y A. Álvarez, con lo que
pretendía crear una tradición intelectual local, que preservara linajes familiares frente al
pragmatismo reinante o a los liderazgos populistas de causas y caudillos, en clara alusión a los
gobiernos radicales, justificando la restauración liberal conservadora.
Estas matrices intelectuales se habían reflejado a través de su actuación política en los
famosos debates legislativos19 en los que desplegara los argumentos conservadores que en los
años treinta habían absorbido los temores con que el nacionalismo percibía las amenazas
activadas por la modernidad, sobre todo a través de la democratización de las instituciones
públicas que favorecían el peligro comunista.
Lejos de aplacarse con el tiempo las preocupaciones que en los treinta motivaron la
expansión de los valores del nacionalismo, se reavivaron en el Sesquicentenario sin lugar a dudas
como reacción frente al temor que provocaba la expansión del marxismo, lo cual ayudaba a que
confluyeran en lo que parecía un desgañitado hispanismo, tanto las voces del reaccionarismo
tradicionalista como las perspectivas del conservadorismo liberal, reagrupándose nuevamente en
una lectura que pretendía rescatar una interpretación de Mayo muy poco revolucionaria y con
escaso sentido emancipador, que tenderá a perpetuarse en el ámbito académico mendocino.

18 Cita a Jorge Eduardo COLL (1882-1967), destacado penalista y profesor de la UBA Ministro de

Instrucción Pública y Justicia de Ortiz: “… los males que afligen a nuestros días al romperse para siempre la continuidad de
clase que perfilaba nuestra nacionalidad, por la mezcla de elementos contradictorios provenientes de corrientes inmigratorias de razas que
antes eran desconocidas”… “Las sociedades han ido ni nivelado un tipo humano, cada vez más distanciado del modelo antiguo, el
gentleman del siglo XIX”. Cfr. “Discurso del Rector en la inauguración de la UNC Edmundo Correas” en UNCuyo,
Libro del cincuentenario, Mendoza, EDIUNC, 1989.
19 En el célebre debate en la Legislatura provincial en 1936 con al dirigente comunista Benito Marianetti,

donde si bien como humanista había defendido los principios de la Escuela Activa, justificaba las medidas represivas
del gobierno que sindicaba a Florencia Fossati y al movimiento reformista de promover prácticas pro soviéticas,
haciéndose eco de las denuncias nacionalistas sobre complot internacional comunista, contrarios a la patria e intereses de la
familia. Cfr. Lacoste, Pablo, El socialismo en Mendoza y en la Argentina, t.2, Buenos Aires, CEAL, 1993. En otro debate
en junio de 1936 cuestionó la Ley Saenz Peña por consagrar el sufragio universal y secreto y defendiendo el sufragio
calificado. Sin embargo luego de la caída del peronismo se observaría un giro hacia el democratismo y la aceptación
de los derechos sociales, al igual que lo hicieron otros sectores conservadores y nacionalistas del conglomerado
antiperonista. Cfr. Pérez Guilhou, D., Ob. Cit., 2001:504 y ss.

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Bibliografía sumaria

Abellán, J. L. y Monclús, A. (1989) El pensamiento español contemporáneo y la idea de


América, Tomo I, El pensamiento en España desde 1939, Barcelona, Anthropos.
Bertoni, Lilia Ana, (2001) Patriotas, cosmopolitas y nacionalistas. La construcción de la
nacionalidad argentina a fines del siglo XIX, Buenos Aires, FCE.
Botti, Alfonso (2008) Cielo y dinero. El nacional catolicismo en España (1881-1975)
Madrid, Alianza.
Coll, Jorge “Para la historia de la Universidad Nacional de Cuyo” en Revista de la Junta
de Estudios Históricos (RJEH) nº 7, t. II., Mendoza, 1972.
Devoto, Fernando y Pagano, Nora (2009) Historia de la historiografía argentina, Buenos
Aires, Sudamericana.
Fontana, Esteban, “Cómo se gestó la Universidad Nacional de Cuyo”, en Libro del
Cincuentenario, Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, EDIUNC, 1989, pgs 65-86
Fontana, Esteban, ¿Fue el doctor Edmundo Correas el rector fundador de la
Universidad bien dosificada entre lo humanístico y lo técnico? en J.E.H.M.
(1994) Homenaje al Dr. Edmundo Correas, Mendoza.
Halperín Donghi, Tulio (1985) Tradición política española e ideología revolucionaria de mayo,
Buenos Aires, CEAL. (1°ed. 1961).
Halperín Donghi, Tulio (2003) La Argentina y la tormenta del mundo, Ideas e ideologías entre
1930 y 1935, Buenos Aires, Siglo XXI.
Hualde de Pérez Guilhou, Margarita (1962) Contribución a una bibliografía histórica de
Mendoza, Biblioteca Gral. San Martín.
J.E.H.M., (1994) Homenaje al Doctor Edmundo Correas, Mendoza, Ediciones Culturales.
Publicación dirigida por Pedro Santos Martínez
Monclús, A. (1989) El pensamiento español contemporáneo y la idea de América, t.1, El
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Pelagatti, Oriana Inés (1999) Una historia de la historia, La escritura de la historiografía en
Mendoza entre los años ‘20 y ‘50. Mendoza, FFyL., UNCuyo, Mimeo Tesis de
Licenciatura.
Pérez Guilhou, Dardo, “Edmundo Correas, pensamiento y acción” en Comunicación
en Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, Editorial Ad-Hoc, 2001.
Rodríguez, Marta “Un historiador piensa la historia en los 60. ¿Cómo superar la vieja
antinomia revisionismo liberalismo?” en Devoto, F y otros (2004) .La
historiografía académica y la historiografía militante, Buenos Aires, Biblos.
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Nacional del Centro, Tandil.
Zuleta Álvarez, Enrique (2000) España en América. Estudios sobre la historia de las ideas en
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