Distorsiones cognitivas

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Pensamientos
distorsionados,
¿qué son?,
¿cómo te
perjudican?

¿De donde surgen los pensamientos distorsionados?. Al


igual que la sangre, nuestros pensamientos están
fluyendo continuamente, y también como ella, se
deslizan sin que la mayor parte de las veces, seamos
conscientes de su presencia. Algunos llaman a esta
corriente «diálogo interno», porque es una
conversación que mantenemos con nosotros mismos,
pasando ésta totalmente desapercibida la mayor parte
de las veces.

A menudo, se trata de pensamientos automáticos,


breves e incontrolables si no somos conscientes de
ellos. El estilo de nuestro pensamiento se podría
denominar telegráfico, una simple palabra, o incluso un
fragmento de una palabra son parte de él. Surgen de
pronto, y cruzan nuestra mente como un relámpago,
sin que nos sea muy fácil detectarlos ni comprobar su
adecuación a la realidad o su carácter exagerado.

Pensamientos
distorsionados: ¿cómo se
desencadenan los
pensamientos
distorsionados?
Nuestros sentimientos y nuestras emociones están
desencadenados por ese diálogo interno, por los
pensamientos automáticos que se producen segundo a
segundo por nuestra mente. Ahora bien, esos
pensamientos pueden ser perfectamente adecuados a
la realidad del entorno que nos está afectando, o
pueden resultar, una vez expuestos en evidencia,
distorsionados: exageraciones, falsos razonamientos,
etc.

Es en este caso, es cuando se movilizan nuestros


sentimientos más dolorosos o perturbadores,
ocasionando a menudo ansiedad, estado de ánimo
deprimido, cólera…

Muchas de las distorsiones a través de las que estamos


enfocando continuamente los diversos
acontecimientos de nuestra vida, las hemos
incorporado a nuestro estilo de pensar a través de la
educación que hemos recibido durante la infancia, de
nuestros padres, los medios de comunicación, modelos
de identificación del mundo del deporte, del arte o la
política…

Sea cual fuere el modo de asimilación de estas


distorsiones cognitivas, el primer paso para empezar a
caminar hacia una vida emocional más plena y
equilibrada es sacarlas a la luz; reconocer los
principales errores de pensamiento que solemos
utilizar en nuestros diálogos internos.

A continuación vamos a hacer un breve recorrido por


15 de los pensamientos distorsionados más
frecuentemente utilizados.

15 PENSAMIENTOS
DISTORSIONADOS.
1. Filtraje
Consiste en centrarnos en un detalle negativo de una
determinada situación y focalizar sobre éste toda
nuestra atención, obviando el resto de detalles en un
contexto determinado.

Un ejemplo sería aquel sujeto que tras su regreso de


un viaje, les informa a sus amigos sobre su experiencia
más o menos con estas palabras:

Fue horrible la experiencia, lo he pasado fatal. La


comida era malísima, no había prácticamente
variedad en el menú.

¿Pero y la escalada qué tal? sí estuvo bien,


conocimos a mucha gente, se presentó un buen día
soleado y la experiencia fantástica, pero la maldita
comida nos arruinó el viaje.

2. Polarización
Es el clásico pensamiento «todo o nada» ; la tendencia
a considerar que las cosas sólo pueden ser blancas o
negras, buenas o malas, sin admitir matices
intermedios.

Este tipo de pensamiento está en la raíz del


perfeccionismo: uno ha de ser perfecto o es un
fracasado… Y como en este mundo nadie es perfecto
en nada, quien mantiene tal tipo de creencias termina
sumido en la desesperación.

Antonio, un joven médico aficionado al tenis… cuando


ganaba los partidos, pero tan mal perdedor que
cuando era derrotado, se sumía en tal tristeza que le
duraba varios días.

3. Sobregeneralización
Consiste en sacar una conclusión general de un
simple incidente: si ha ocurrido algo negativo en una
ocasión, hay que esperar que volverá a suceder una y
otra vez.

Si un joven es rechazado por una chica, puede


sobregeneralizar pensando que todas las mujeres lo
rechazarán en el futuro.

Sobregeneralizamos cuando afirmamos


categóricamente: «nadie me quiere», «nunca podré
confiar en nadie», «siempre estaré triste», «nunca
volveré a tener otra oportunidad» o bien cuando
sentenciamos simplemente: «todas las mujeres son
unas indeseables», «ningún político es honrado»…

Cuando nos sorpendemos a nosotros mismos


pensando en términos tan absolutistas, debemos
ponernos en guardia ante una muy posible distorsión
en nuestro pensamiento.

4. Interpretación del pensamiento


Caemos en esta distorsión del pensamiento cuando
creemos adivinar lo que los demás están pensando, o
cuando conocemos perfectamente sus motivos e
intenciones más ocultas…

En realidad, detrás de este estilo de pensamientos se


oculta con frecuencia un mecanismo de defensa
denominado «proyección» por el que cada uno
imagina que la gente siente y reacciona de la misma
forma que uno mismo. Es como si nos colocásemos en
el lugar de los demás y les atribuyéramos los mismos
pensamientos y conductas que nosotros tendríamos si
fuésemos ellos.

«Piensa el ladrón que todos son de su misma


condición».

5. Catastrofismo
Tendencia a esperar siempre lo peor. En lugar de
evaluar objetivamente las probabilidades de que
suceda una u otra cosa, nos inclinamos a priori por la
más horrenda de las posibilidades: si un hijo va a
realizar un viaje de estudios, automáticamente nos
viene a la mente alguna reciente noticia sobre un
accidente de algún autobús. Cuando nos aqueja algún
dolor interno, surge el temor de que se trate de un
tumor.

La expresión «y si…» es la manifestación característica


del catastrofismo («¿y si salgo a la calle y me
atracan?»).

6. Ilusión de control
Quien siente que su vida está dirigida por factores
externos a él mismo, es víctima de la ilusión de
control.

Ejemplo de ello sería el fumador que está


profundamente convencido de que no tiene control
alguno sobre su hábito, o el estudiante que asegura
que la nota que conseguirá en el exámen va a
depender fundamentalmente del profesor .

Igualmente, imaginarse que uno es responsable del


sufrimiento o la felicidad de los demás es una forma
de ilusión de control.

7. Demanda de justicia
Cada uno de nosotros tiene su particular código de
justicia, y en cada momento conoce lo que «debería» y
«no debería»ser y por tanto nos empeñamos en creer
que las cosas deberían de ser de una determinada
manera bajo nuestro punto de vista.

Mi código personal dice que los domingos por la tarde,


un padre tiene derecho a echar una cabezadita ante el
televisor; el código de unos hijos parece indicarles que
en tales días tienen derecho a jugar o divertirse.

Pero lo cierto es que la Justicia, si bien es un ideal


humano muy digno de ser perseguido, en realidad no
existe.

¿Es justo que tengamos que morirnos?, o ¿que se


enfaden con nosotros?, ¿es justo que seamos
imperfectos?.

Las cosas simplemente son; están ahí, somos nosotros


quienes nos empeñamos en asignarles una etiqueta de
«justo» o «injusto» según nuestra propia conveniencia,
provocándonos así un profundo sentimiento de cólera
e indignación cuando los otros no comparten nuestras
mismas opiniones.

8. Razonamiento emocional.
El razonamiento emocional sería cuando tomamos las
propias emociones como prueba de la verdad, a falta
de datos objetivos. Sin embargo, una cosa es lo que
sentimos, y otra es lo que en realidad es. Si nos
empeñamos en ignorar realidades y continuamos
guiándonos por estados internos, al ser éstos
dolorosos, cada vez acumularemos más dolor.

Un ejecutivo deprimido se consideraba un inútil porque


se sentía inútil, sin embargo éste se sentía así debido a
su depresión .

9. Falacia del cambio.


Quien adopta este tipo de pensamiento, se imagina
que puede llegar a influir decisivamente en los otros
si los presiona fuertemente o los halaga lo suficiente.
Sin embargo la única persona sobre la que podemos
estar relativamente seguros de poder cambiar en algún
aspecto es a nosotros mismos.

10. Personalización
Utilizamos esta forma de distorsión cuando nos
consideramos el centro del universo y creemos que lo
que la gente hace o dice es una forma de reacción
hacia nosotros.

Cuando un chico en clase está mirando a una chica y en


ese mismo momento su compañera le hace un
comentario gracioso y ésta se ríe. Automáticamente el
chico piensa que se están riendo de él considerándolo
un rechazo hacia su persona y se siente por tanto muy
dolido toda la mañana.

11. Etiquetaje
Consiste en definir de modo simplista y rígido a los
demás o a uno mismo a partir de un detalle aislado o
por un aspecto parcial de su comportamiento , es decir,
poner etiquetas a partir de un aspecto concreto

12. Culpabilización
Esta distorsión del pensamiento consiste en la actitud
de empeñarse en buscar culpables cuando las cosas
no van como estaba previsto.

Empeñarse en considerar que otra persona es culpable


del sufrimiento que experimentamos en un momento
dado, no va a mitigar nuestro dolor, ni tampoco va a
cambiar mucho las cosas el atormentarnos
moralmente cargando con la culpa de los problemas
ajenos.

13. Debería…
Utilizamos los deberías para intentar alejarnos de la
realidad, para negar lo que ocurre, al mismo tiempo
que despertamos en nosotros sentimientos de intensa
frustración por no querer admitir esa realidad que
tenemos delante.

Pensar que las cosas deberían ser de otro modo, o


deberían ser como nosotros consideramos en ese
determinado momento sólo nos lleva al fracaso
absoluto y a despertar en nosotros sentimientos que
más que permitirnos avanzar nos limitan.

Este tipo de pensamiento distorsionado estaría


relacionado con la falacia de justicia.

14. Tener razón


Esta forma de pensamiento es característica del
individuo que se mantiene constantemente a la
defensiva y necesita probar continuamente que su
punto de vista es el correcto.

Es una forma de pensar tan inútil como la


«culpabilización» ya que no añade soluciones positivas.

La persona empeñada en demostrar continuamente


que tiene razón, no está interesada en colocarse en el
lugar de su oponente y tratar de considerar sus puntos
de vista, lo que lleva a una conducta excesivamente
agresiva, distante, con muchas discusiones y el
consiguiente deterioro de relaciones interpersonales.

15. Falacia de la recompensa divina


Esto es, creer que todo el sacrificio y el esfuerzo será
recompensado en algún momento de nuestra
vida. Este tipo de pensamiento está totalmente
vinculado a personas con creencias religiosas o con una
educación muy rígida.

Esta actitud ante la vida, nos lleva a ser fatalistas y


cuando menos masoquistas.

Psicólogos Málaga

Psicóloga Dessirée Urbano

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DICIEMBRE 21, 2015 /

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