La instrucción pública - Sarmiento

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La instrucción pública, es una institución puramente moderna, nacida de las

disensiones del cristianismo y convertida en derecho por el espíritu democrático


de la asociación actual. Tan absurdo habría parecido entonces sostener que todos
los hombres debían ser igualmente educados. Hay más todavía: los derechos
políticos, esto es, la acción individual aplicada al gobierno de la sociedad, se han
anticipado a la preparación intelectual que el uso de tales derechos supone. Nada
habría parecido más conforme a razón que preguntar al que va a expresar su
voluntad en la dirección de los negocios públicos. Pero los acontecimientos
históricos se han anticipado, y la ley no se atreve ya a poner por condición del
uso del derecho que pertenece al hombre, Hasta no hace un año, podría decirse
que existían entre los pueblos civilizados dos derechos civiles distintos: uno que
se refería a la propiedad, otro a la persona; aquella como garante de la
inteligencia de la otra. Esta diferencia sin embargo va a desaparecer con la última
revolución de Europa, que dará por resultado final el derecho de todos los
hombres a ser reputados suficientemente inteligentes para la gestión de los
negocios públicos. Y esta igualdad de derechos acordada a todos los hombres, es
en las repúblicas un hecho que sirve de base a la organización social. De este
principio imprescriptible hoy nace la obligación de todo gobierno de proveer de
educación a las generaciones venideras, La condición social de los hombres
depende muchas veces de circunstancias ajenas de la voluntad. Un padre pobre
no puede ser responsable de la educación de sus hijos; pero la sociedad en masa
tiene interés vital en asegurarse de que todos los individuos que han de venir con
el tiempo a formar la nación se hayan, por la educación recibida en su infancia,
preparado suficientemente para desempeñar las funciones sociales a que serán
llamados.

La dignidad del Estado, no pueden ya cifrarse, pues, sino en la dignidad de


condición de sus súbditos; y esta dignidad no puede obtenerse sino elevando el
carácter moral, desarrollando la inteligencia y predisponiéndola a la acción
ordenada y legítima de todas las facultades del hombre. España y sus
descendientes se presentan hoy en el teatro del mundo moderno destituidos de
todas las dotes que la vida de nuestra época requiere. Carecen de medios de
acción, por su falta radical de aquellos conocimientos en las ciencias naturales o
físicas, que en los demás países de Europa han creado una poderosa industria
que da ocupación a todos los individuos de la sociedad, y si la educación no
prepara a las venideras generaciones para esta necesaria adaptación de los
medios de trabajo, el resultado será la pobreza y oscuridad nacional, Otro riesgo
nacional y no menos inminente es el que resulta de la inmigración de la industria
extraña que puede y debe fatalmente aclimatarse entre nosotros. La industria
emigra de unas naciones a otras con los individuos que se expatrian buscando en
suelo extraño mayores ventajas. Nuestros esfuerzos deben ser mayores para
educar completamente a las generaciones próximas, Todas las colonizaciones que
en estos tres últimos siglos han hecho las naciones europeas han arrollado
delante de sí a los salvajes que poblaban la tierra que venían a ocupar. Los
ingleses, franceses y holandeses en Norteamérica no establecieron
mancomunidad ninguna con los aborígenes y, cuando con el lapso del tiempo sus
descendientes fueron llamados a formar estados independientes, se encontraron
compuestos de las razas europeas puras, con sus tradiciones de civilización
cristiana y europea intactas, los pueblos descendientes de las naciones que
colonizaron el norte de América han marchado de progreso en progreso hasta ser
hoy la admiración de los pueblos mismos de Europa, De muy distinto modo
procedió la colonización española en el resto de América. Sin ser más humana
que la del Norte, por aprovecharse del trabajo de las razas indígenas
esclavizadas, acaso por encontrarlas más dóciles también, incorporó en su seno a
los salvajes; dejando para los tiempos futuros una progenie bastarda, rebelde a la
cultura y sin aquellas tradiciones de ciencia, arte e industria que hacen que los
deportados a la Nueva Holanda reproduzcan la riqueza, la libertad y la industria
inglesa en un corto número de años. Pero el movimiento que hoy precipita a las
naciones cristianas a una organización social cuyas bases, por anchurosas y
grandes, no nos es dado ni alcanzar a medir con la vista, ni menos abarcar en sus
detalles, nos impone, so pena de perecer bajo los escombros de las ya usadas
formas sociales.

Todos los grandes acontecimientos del mundo han de ser de hoy más preparados
por la inteligencia, y la grandeza de las naciones menos ha de estribar ya en las
fuerzas materiales que en las intelectuales y productivas de que puedan
disponer.

Hay tradiciones de raza que obran todavía poderosamente sobre nosotros y


perpetúan los males de que creíamos habernos librado por sólo el acto de
desligarnos de España. Yo no desapruebo la existencia de ejércitos permanentes,
condenados forzosamente a la ociosidad en América, pero el ejército satisface
una necesidad de previsión del Estado; como la educación pública satisface otra
más imperiosa, menos prescindible. No es del todo probado que, sin ejércitos
permanentes, pero es muy seguro que, no educando a las generaciones nuevas,
todos los defectos de que nuestra organización actual adolece continuarán
existiendo y, tomando proporciones más colosales, a medida que la vida política
desenvuelve mayores estímulos de acción.

Todos estamos de acuerdo sobre la ineptitud industrial de nuestras masas,


producida por la falta de tradiciones de trabajo, y de la adquisición de muchas de
aquellas prácticas, la insuperable dificultad que a los progresos de la industria
oponen la incapacidad natural de nuestras gentes. también la imposibilidad de
establecer las más simples fabricaciones por la ineptitud de los trabajadores del
país, para poner en movimiento y mantener en buen estado de conservación los
más simples aparatos. Mil datos preciosos han colectado ya la estadística inglesa
y francesa sobre la influencia que en la aptitud fabril e industrial ejerce tan solo
un rudimento de instrucción; pero no haré mérito sino de las declaraciones
obtenidas oficialmente en los Estados Unidos de los fabricantes interrogados al
efecto.

Las opiniones que he formado de los efectos de la educación dada en las


escuelas primarias sobre nuestra población manufacturera son el resultado de mi
observación personal y confirmadas por el testimonio de los agentes y directores
que están en contacto inmediato con los trabajadores. De ellas resulta:

» 1º: Que los rudimentos de una educación en las escuelas primarias son
esenciales para adquirir destreza y habilidad como trabajadores, o consideración
y respeto en las relaciones sociales y civiles de la vida.

» 2º: Que los pocos que no han gozado de las ventajas de una educación primaria
jamás salen de la última clase de operarios, y que el trabajo de esta clase es
improductivo, cuando se lo emplea en operaciones fabriles, que requieran el más
mínimo grado de destreza mental o manual.

No puedo imaginar situación alguna en que la falta de una buena educación


primaria sea más severamente sentida o acompañada de consecuencias peores
que en nuestras villas manufactureras. Mr. Crane, empresario de caminos de
hierro, suministra los siguientes datos: habiendo tenido bajo mi dirección como
3.000 hombres en todo, de los cuales podían leer y escribir 1 por cada 8:
independientemente de sus dotes naturales, los que podían leer y escribir, y
tenían algún conocimiento en aritmética, han mostrado constantemente gran
prontitud en aprender lo que de ellos se exigía, y saber ejecutarlo.

Mr. H. Bartlett: Me he ocupado durante diez años en manufacturas y he estado a


cargo de 400 a 900 personas. he encontrado que los más bien educados son los
que más obra producen. Una sola respuesta puede darse a esto. La falta de
ejercicio y de educación del cerebro obstruye el juego de los poderes mentales;
es débil, y pronto se fatiga.

puedo asegurar que en los países donde el sistema prusiano de educación ha


estado en fuerza por veinte o treinta años, hay palpablemente una actividad
mental más grande y mayor capacidad de mejora en las más ínfimas clases del
pueblo, que no solamente sabe más, sino que es más capaz de aprender. en una
palabra, el alemán no educado es hoy semejante al montañés de Escocia, al
paisano de Irlanda y al labrador de Dorsetshire, no solamente ignorante sino débil
de espíritu; mientras que el alemán que ha pasado por la educación e instrucción
de las escuelas prusianas se aproxima mucho más a la condición de nuestros
educados, inteligentes y enérgicos operarios de Manchester y Birmingham.
Bastará observar lo que en los ejércitos y en las fábricas se nota, que los que
saber leer visten con más aseo, y tienen más orden y método en todas sus
acciones, y una constante aspiración a mejorar de condición. Se ha pretendido –
dice M. Allard– que los crímenes y los delitos aumentaban al mismo tiempo que la
instrucción, Según los cuadros estadísticos publicados anualmente por el ministro
de Justicia, sobre 10.000 acusados cuyo grado de instrucción ha sido
comprobado, se encuentran 4.359 solamente que saben al menos leer, y 5.641
que son completamente iletrados.

Volviendo a lo que dice sarmiento: No es posible sin duda darse una idea de la
influencia civilizadora que tal práctica ejerce sobre la masa popular, sino
apreciando lo que ignora el hombre que no sabe leer, de aquello mismo que lo
rodea, y sirviera para satisfacer sus necesidades, a tener noticia de su existencia.
Sucede otro tanto con los vestidos. los individuos que saben leer visten de
ordinario con más arreglo y aseo, tienden a adoptar el traje que pertenece a las
clases superiores que ha llegado a ser hoy el distintivo sine qua non de los
pueblos culto. Pag 57.

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