Final Negociación y Liderazgo
Final Negociación y Liderazgo
Final Negociación y Liderazgo
¿Qué es el liderazgo?
El liderazgo es la capacidad de ejercer influencia sobre otros, logrando que las personas
realicen los objetivos del líder voluntariamente y obtengan buenos resultados
Nuevo Paradigma:
1. Cambio y Manejo de Crisis: En lugar de estabilidad, el nuevo liderazgo se centra en
la capacidad de adaptarse al cambio y manejar crisis. El entorno actual,
caracterizado por la incertidumbre, exige flexibilidad y respuesta rápida.
2. Atribuir más facultades (Delegar): El control se reemplaza por la delegación de
poder. Los líderes actuales distribuyen responsabilidades, fomentando la autonomía
y el empoderamiento de los equipos.
3. Colaboración (Trabajo en equipo): En lugar de estructuras jerárquicas, se promueve
la colaboración. El trabajo en equipo es clave para alcanzar metas comunes,
destacando la interdependencia entre los miembros de la organización.
4. Diversidad (Singularidad): Se valora la diversidad de perspectivas y habilidades. La
singularidad de cada miembro del equipo enriquece la organización, impulsando la
innovación y la adaptabilidad.
5. Humildad (Realización común): El liderazgo ya no gira en torno al éxito individual,
sino a la consecución de objetivos colectivos. La humildad reemplaza el heroísmo,
con líderes que facilitan el crecimiento conjunto y priorizan el bienestar del equipo.
Estilos de liderazgo
1) Coercitivo: Este estilo es el menos efectivo en muchas situaciones, ya que las
decisiones extremas tomadas por el líder pueden sofocar nuevas ideas y desmotivar
a los empleados. La gente se siente menos respetada y el líder pierde una de las
herramientas clave del liderazgo: la capacidad de motivar mostrando cómo el trabajo
se ajusta a una visión y misión compartida. El estilo coercitivo debe usarse con
extrema cautela, solo en situaciones en las que sea absolutamente necesario, como
durante una reestructuración total o en emergencias genuinas (por ejemplo,
terremotos o incendios).
2) Directivo: Ideal para personas que recién comienzan, este estilo implica dar
directrices claras sobre lo que se debe hacer, maximizando el compromiso con los
objetivos y la estrategia de la empresa. El líder define estándares basados en la
visión, proporciona feedback sobre el desempeño y establece metas finales, dando a
los empleados libertad para innovar y asumir riesgos calculados. Es particularmente
efectivo cuando el negocio está desorientado y necesita un nuevo curso de acción.
Sin embargo, puede fallar cuando el líder trabaja con un equipo de expertos que
pueden ver al líder como poco experimentado o fuera de su alcance.
3) Afiliativo: Se centra en motivar a los empleados y fortalecer el equipo, priorizando a
las personas y sus emociones sobre las tareas y los objetivos. Este estilo busca
mantener a los empleados contentos y crear armonía, basado en la construcción de
fuertes lazos emocionales y ofreciendo feedback positivo. Es útil para generar
cohesión y elevar la moral, especialmente cuando se necesita mejorar la
comunicación y la armonía en el equipo. No obstante, utilizarlo en exclusiva puede
llevar a tolerar la mediocridad y a una baja en el rendimiento, ya que el enfoque en el
bienestar puede permitir que la performance no sea lo óptimo.
4) Marcapasos: Este estilo se centra en altos estándares de desempeño y la
búsqueda de la excelencia. El líder establece metas extremadamente altas y las
ejemplifica con su propio trabajo. La obsesión con la eficiencia y la rapidez puede
desmotivar a los empleados, llevándolos a sentirse abrumados y a una disminución
en la moral. Es más efectivo con profesionales altamente capacitados y
automotivados, como en grupos de investigación o equipos legales. Aunque puede
ser efectivo para cumplir objetivos a tiempo, el estilo marcapasos no debe usarse de
manera única debido a su impacto negativo en el clima laboral.
5) Coaching: Se basa en el desarrollo personal del individuo a través de preguntas que
fomentan la autorreflexión y la mejora continua. Este estilo se utiliza con menos
frecuencia porque muchos líderes sienten que no tienen tiempo para dedicar a este
enfoque. Sin embargo, su impacto en el clima y el desempeño es altamente positivo,
enfocándose en el crecimiento personal más que en tareas inmediatas. Es más
efectivo cuando los empleados están dispuestos y receptivos al cambio, pero resulta
menos útil cuando se enfrentan a resistencias al aprendizaje o al cambio.
6) Democrático: Promueve la participación de todos los empleados en la toma de
decisiones, fomenta el brainstorming y el planteamiento de objetivos a largo plazo.
Este estilo consultivo genera confianza, respeto y compromiso, y mantiene alta la
moral del grupo. Promueve la responsabilidad y la flexibilidad, siendo ideal cuando el
líder necesita nuevas ideas y la guía de empleados hábiles. Sin embargo, puede
llevar a encuentros interminables y a una toma de decisiones ineficiente si no se
gestiona adecuadamente, lo que resulta en una programación continua de más
reuniones sin llegar a un consenso claro.
El estudio del comportamiento del liderazgo de Ohio planteó que las actitudes de los líderes
podían evaluarse a través de dos ejes fundamentales:
❖ Eje de Consideración: Hace referencia al grado en que el líder es sensible a las
ideas y sentimientos de sus subordinados, generando una relación de confianza
mutua. Un líder con alta consideración fomenta un ambiente de trabajo cooperativo y
escucha activamente las necesidades del equipo, contribuyendo a una mayor
cohesión y satisfacción laboral.
❖ Eje de Estructura Inicial: Este eje se refiere a la orientación del líder hacia las tareas,
es decir, cómo dirige y organiza las actividades de los subordinados para lograr las
metas propuestas. Los líderes con una alta estructura inicial son directivos,
establecen objetivos claros y definen expectativas concretas sobre el desempeño del
equipo.
Para medir el comportamiento en estos dos ejes, se emplearon dos cuestionarios clave:
❖ LBDQ (Leader Behavior Description Questionnaire): Este cuestionario era
completado por los seguidores, compañeros y supervisores del líder evaluado, lo
que permitía obtener una visión externa sobre su comportamiento y efectividad como
líder.
❖ LOQ (Leader Opinion Questionnaire): En este caso, los propios líderes evaluaban su
estilo de liderazgo, brindando una perspectiva interna sobre cómo percibían su
propio comportamiento y desempeño.
Universidad de Michigan
En paralelo a los estudios de Ohio, la Universidad de Michigan desarrolló un enfoque
similar, pero centrado en dos ejes ligeramente diferentes:
1. Eje de orientación al empleado: Este eje medía el nivel en que el líder ponía énfasis
en las relaciones personales dentro del entorno laboral. Un líder con una alta
orientación al empleado se preocupaba por el bienestar de sus subordinados y
fomentaba un ambiente de apoyo y comprensión.
2. Eje de orientación a la producción: En contraste, este eje se enfocaba en los
aspectos técnicos del trabajo, donde el rol del empleado era visto principalmente
como un recurso para cumplir con las metas organizacionales. Los líderes
orientados a la producción priorizaban la eficiencia y la consecución de objetivos.
Herramienta que busca clasificar los estilos de liderazgo en función de dos variables clave:
la orientación a la tarea y la orientación a las personas.
En este marco teórico, la orientación a la tarea se refiere al énfasis que un líder pone en
lograr los objetivos de producción o en la eficiencia en el trabajo.
Por otro lado, la orientación a las personas está vinculada con la capacidad del líder para
establecer relaciones interpersonales positivas dentro del equipo. A partir de la combinación
de estos dos enfoques, la rejilla propone cinco estilos principales de liderazgo:
1. Liderazgo indiferente (no se preocupa de las personas ni tareas): Este estilo de
liderazgo tiene una baja orientación tanto a la tarea como a las personas. Los líderes
con este estilo evitan involucrarse en el trabajo y en el bienestar de su equipo, lo que
genera una organización desorganizada y poco productiva.
2. Liderazgo en el Club Campestre (centrado en personas): En este estilo, el líder se
enfoca principalmente en las personas, buscando generar un ambiente agradable y
armonioso, pero descuida los objetivos de producción. Aunque las relaciones son
positivas, la falta de atención a las tareas afecta la eficiencia del grupo.
3. Liderazgo autoritario (centrado en tareas): El líder tiene una fuerte orientación a la
tarea, pero un bajo interés en las personas. Su enfoque está en lograr los objetivos y
cumplir con los plazos, sin preocuparse por las relaciones interpersonales. Esto
puede llevar a altos niveles de productividad a corto plazo, pero también a
insatisfacción entre los empleados y un aumento de la rotación laboral.
4. Liderazgo en Equipo (centrado en personas y tareas): Este es el estilo de liderazgo
ideal en la rejilla. El líder combina una alta orientación tanto a la tarea como a las
personas, logrando un equilibrio perfecto. Fomenta la colaboración y el compromiso
del equipo, lo que conduce a altos niveles de productividad y relaciones laborales
positivas. Los miembros del equipo se sienten valorados y participan activamente en
la consecución de los objetivos organizacionales.
Fiedler, tras analizar diversas situaciones y estilos de liderazgo, llegó a las siguientes
conclusiones sobre la efectividad del liderazgo:
1. Líderes orientados a las tareas: Estos líderes tienden a desempeñarse mejor en
situaciones que son muy favorables o muy desfavorables. En un contexto favorable,
donde las relaciones son buenas y la tarea está bien estructurada, estos líderes
pueden aprovechar su enfoque en los resultados para lograr metas efectivas. Por
otro lado, en situaciones desfavorables, donde la estructura de la tarea es baja y las
relaciones son malas, su estilo directo y orientado a tareas puede ayudar a
establecer claridad y dirección en un entorno caótico.
2. Líderes orientados a las relaciones personales: Estos líderes tienden a ser más
efectivos en situaciones medianamente favorables. En contextos donde hay un
equilibrio en la estructura de la tarea y las relaciones son razonablemente buenas,
los líderes orientados a las relaciones pueden fomentar la colaboración, motivar a
los miembros del equipo y mejorar la cohesión del grupo, lo que resulta en un
desempeño general más eficaz.
Ante cada situación, el líder evaluará una resolución positiva o negativa para cada
elemento. Dicha evaluación y resolución conducirán al líder a interactuar en distintos niveles
con sus seguidores. Estos niveles irán desde solamente obtener información de sus
seguidores y decidir luego la solución del problema, hasta compartir el problema con ellos y
generar juntos la solución.
Este modelo se define como un modelo de contingencia porque los posibles
comportamientos del líder dependen (o son contingentes) de la interacción de éste con su
grupo y de la evaluación que el líder haga de la situación (variables situacionales) al
momento de dar una respuesta a la organización.
La combinación de estos dos comportamientos (en una ponderación alta o baja para cada
uno de ellos) definirá el estilo de liderazgo que se exhibirá ante el grupo al que se esté
tratando de influir tal como puede observarse en el gráfico.
Liderazgo situacional
El liderazgo situacional se fundamenta en la interacción de varios factores clave:
1. Grado de conducción y dirección: Se refiere al comportamiento del líder en términos
de establecer tareas, objetivos y metas, y cómo guía al equipo en su cumplimiento.
2. Grado de apoyo social y emocional: Implica el comportamiento del líder en cuanto a
ofrecer apoyo interpersonal y emocional a los miembros del equipo, fomentando un
ambiente colaborativo.
3. Nivel de preparación de los seguidores: Considera la capacidad y disposición de los
seguidores para desempeñar tareas, funciones u objetivos específicos, lo que influye
en el enfoque del liderazgo.
Cada líder debe enfocarse en ser flexible, adaptando diferentes estilos a diferentes
personas y situaciones.
Además, el modelo considera los niveles de madurez de los colaboradores, que son
fundamentales para determinar el estilo más adecuado:
1. R1: Baja competencia y baja motivación; el seguidor ni quiere ni sabe hacer.
2. R2: Baja competencia pero alta motivación; el seguidor no tiene capacidad, pero
está motivado.
3. R3: Alta competencia pero baja motivación; el seguidor tiene la capacidad, pero se
siente desmotivado o inseguro.
4. R4: Alta competencia y alta motivación; el seguidor quiere y sabe hacer.
Los estilos de liderazgo apropiados varían según el nivel de preparación de los seguidores,
lo que implica que el líder debe adaptar su enfoque para maximizar la efectividad del
equipo. A continuación, se describen los niveles de preparación y los estilos de liderazgo
1. R1: Escasa preparación (incapaz e indispuesto o inseguro). En este nivel, los
seguidores carecen de habilidades y se sienten inseguros. El estilo de liderazgo
apropiado es S1 (Decir, Dirigir), que se caracteriza por una alta conducta de tarea y
baja conducta de relación. El líder debe definir claramente las tareas y roles,
supervisando de cerca el progreso para brindar la estructura necesaria que ayude a
los seguidores a ganar confianza y habilidades.
2. R2: Moderada preparación (Incapaz pero dispuesto o confiado). Aquí, los
seguidores tienen una motivación pero carecen de las competencias necesarias
para realizar la tarea. El estilo adecuado es S2 (Persuadir, Aclarar), que combina
una alta conducta de tarea y alta conducta de relación. El líder no solo debe seguir
definiendo roles, sino también ofrecer apoyo emocional y motivación, ayudando a los
seguidores a adquirir las habilidades necesarias mientras mantienen su confianza.
3. R3: Buena preparación (Capaz pero indispuesto o inseguro). En este nivel, los
seguidores tienen las habilidades necesarias pero pueden sentirse desmotivados o
inseguros. El estilo más efectivo es S3 (Participar, Facultar), que se caracteriza por
baja conducta de tarea y alta conducta de relación. En este caso, el líder facilita y
apoya a los seguidores, permitiéndoles participar en la toma de decisiones. Esto
ayuda a restaurar su confianza y motivación, al tiempo que se les reconoce por su
competencia.
4. R4: Elevada preparación (Capaz y dispuesto). Los seguidores en este nivel
poseen tanto las habilidades como la motivación necesarias para llevar a cabo las
tareas. El estilo apropiado es S4 (Delegar, Confiar), que se define por baja
conducta de tarea y baja conducta de relación. En este caso, el líder delega
responsabilidades y confía en los seguidores para que tomen decisiones. Esto no
solo refuerza su capacidad, sino que también fomenta un sentido de autonomía y
responsabilidad en el equipo.
Liderazgo Corporal
El liderazgo corporal hace referencia a la capacidad de un individuo para dominar y utilizar
su cuerpo de manera precisa y consciente, lo cual está vinculado a la inteligencia corporal.
Esta inteligencia no se trata solo de la destreza física, sino de cómo el cuerpo puede ser
una herramienta clave para lograr nuestros objetivos personales y profesionales. Es
importante también que los líderes cuiden su lenguaje no verbal y estén al tanto de estas
señales a través del cuerpo ya sea por los ojos, boca, torso y piernas.Tener un dominio total
del cuerpo implica una conexión profunda entre mente y cuerpo, donde las acciones físicas
responden de manera eficiente a las intenciones y objetivos que nos proponemos.
A través de este dominio, el cuerpo se convierte en un vehículo para la ejecución efectiva
de nuestras metas, proporcionando el impulso y la dirección necesarios para convertir la
intención en acción. Este tipo de liderazgo reconoce que el cuerpo no es solo un receptor
pasivo de órdenes mentales, sino un actor activo en el proceso de toma de decisiones y
ejecución de tareas. La postura, el lenguaje corporal, la energía y la presencia física de una
persona pueden influir significativamente en cómo se perciben sus habilidades de liderazgo
y en cómo se relaciona con los demás en un entorno profesional o personal.
Frases limitantes
➔ Los resultados son inaceptables
➔ Estoy completamente en desacuerdo
➔ Tus recomendaciones son inútiles
➔ No estás cumpliendo con tus obligaciones
➔ ¿Ahora me lo decis?
➔ ¿No puedes hacer el trabajo?
➔ ¿Ya terminaste?
➔ Nunca; siempre
➔ No se puede hacer siempre
➔ Realmente lo complicaste todo
➔ Estás mintiendo
➔ Estoy seguro de que tengo razón
➔ Es problema tuyo
➔ No me molestes
Frases asertivas
➔ Enfoquemos el problema desde otro punto de vista
➔ Entiendo tu punto de vista pero no me parece lo mejor
➔ Esperaba que tus recomendaciones fueran más útiles
➔ Todos los miembros del equipo deben trabajar igual
➔ ¿Por qué no lo mencionaste antes?
➔ ¿Necesitas ayuda?
➔ ¿Cuándo crees que estará listo?
➔ A veces; generalmente
➔ Puede ser muy difícil
➔ Quizás puedo brindarte algo más de información
➔ ¿Puedes decirme lo que pasó?
➔ Parece que hay una diferencia de opinión sobre lo que sucedió
➔ Creo que tengo razón
➔ Creo que tenemos un problema
➔ ¿Podemos hablar más tarde?
Importancia de la credibilidad
La credibilidad es el principio fundamental y la primera ley del liderazgo. Por encima de
todo, los líderes deben ser creíbles. Esto significa que sus palabras deben ser confiables, su
entusiasmo debe ser auténtico, y deben poseer los conocimientos y habilidades necesarios
para guiar a su equipo. Las personas están dispuestas a seguir a aquellos líderes en
quienes confían, ya que la credibilidad es el cimiento sobre el cual se construyen las
relaciones y el éxito del equipo.
Un líder creíble demuestra ciertas conductas que refuerzan su posición:
❖ Se sienten orgullosos de pertenecer a la organización, reflejando su compromiso y
alineación con los valores de la misma.
❖ Sus principios están en consonancia con los de la organización, lo que refuerza la
coherencia entre sus acciones y sus palabras.
❖ Experimentan un profundo compromiso con el éxito de la organización, como si
fuese parte de su propia identidad.
❖ Ven a la organización como algo propio, lo que fomenta un sentido de pertenencia y
responsabilidad personal.
Por el contrario, un líder con baja credibilidad muestra conductas que debilitan su posición y
su capacidad de liderazgo:
❖ Solo rinden cuando están bajo supervisión constante, lo que refleja una falta de
motivación intrínseca.
❖ Su motivación principal es el interés propio, lo que los aleja de la misión colectiva.
❖ Suelen hablar mal de la organización en privado, lo que socava la moral y la
confianza del equipo.
❖ No sienten el apoyo del equipo o enfrentan desafíos constantes, lo que los aísla y
disminuye su capacidad de liderar efectivamente.
Este enfoque se basa en la teoría del liderazgo fundamentado en principios, donde cada
individuo tiene la capacidad de ser el arquitecto de su propio destino. Al llevar una vida
centrada en valores fundamentales como la justicia, la integridad y la dignidad humana, se
pueden disfrutar de los beneficios de una existencia significativa y efectiva. Los 7 Hábitos de
la Gente Altamente Efectiva, escritos por Stephen R. Covey, promueven esta filosofía,
enfatizando que el desarrollo personal y el liderazgo efectivo son el resultado de vivir de
acuerdo con estos principios universales.
1. Ser proactivo: Este hábito destaca la importancia de asumir la responsabilidad de
nuestras acciones y decisiones. Las personas proactivas no culpan a su entorno o a
circunstancias externas; en cambio, eligen sus respuestas y actitudes. Reconocer el
"Círculo de Influencia" permite a los líderes concentrarse en lo que pueden controlar,
mejorando así su efectividad.
2. Comenzar con el fin en mente: Se centra en la visualización y la definición de
metas personales. Cada acción debe alinearse con un propósito claro y significativo.
La creación de un enunciado de misión personal ayuda a establecer una dirección y
a liderar con integridad, asegurando que nuestras decisiones se basen en nuestros
valores fundamentales.
3. Poner lo primero: Este hábito enfatiza la gestión del tiempo y las prioridades,
alineando nuestras acciones con lo que realmente importa. Se trata de implementar
una disciplina diaria que asegure que los valores establecidos en el Hábito 2 se
traduzcan en acciones concretas, priorizando lo más importante sobre lo urgente.
4. Pensar Ganar-Ganar: Promueve una mentalidad de cooperación en lugar de
competencia. Este enfoque busca soluciones que beneficien a todas las partes
involucradas, fomentando relaciones de confianza y colaboración. Implica un
equilibrio entre la empatía y la confianza en uno mismo, creando un entorno donde
todos pueden prosperar.
5. Comprende para ser comprendido: Este hábito destaca la importancia de la
escucha activa. En lugar de prepararse para responder mientras el otro habla, se
trata de comprender verdaderamente el punto de vista del interlocutor. Esta
habilidad de escucha profunda es crucial para construir relaciones efectivas y
fomentar un diálogo significativo.
6. Sinergizar: Se refiere a la colaboración creativa, donde la combinación de diferentes
perspectivas y talentos genera resultados superiores a los que se podrían lograr
individualmente. Valorar las diferencias y trabajar en equipo permite descubrir
nuevas soluciones y potenciar el aprendizaje colectivo.
7. Alimentar cuerpo, mente y alma (afilar la sierra): Este hábito enfatiza la
importancia de la auto-renovación en cuatro áreas clave: física, social/emocional,
mental y espiritual. Mantener un equilibrio en estas áreas es esencial para un
crecimiento sostenible y para enfrentar los desafíos de manera efectiva. La
renovación constante asegura que un individuo se mantenga fresco y capaz de
aplicar los otros seis hábitos con éxito.
SEGUNDA PARTE
Unidad 7: Efectividad Gerencial
Clase 8/10
¿Qué es la efectividad gerencial?
La efectividad gerencial es la capacidad de un gerente para lograr resultados,
independientemente de sus características personales. La efectividad se define por el
producto o el logro, no por el esfuerzo o el insumo, lo que significa que un gerente efectivo
se evalúa en función de lo que consigue, más que por lo que hace o cómo lo hace.
Menos efectivos:
1. Estilo de Transición (Dedicado menos efectivo): Líder indeciso, que cede
fácilmente ante las presiones del entorno y evita enfrentarse a problemas
inmediatos, lo que afecta su capacidad para maximizar resultados a largo plazo.
❖ Indicadores: Uso excesivo de participación, toma de decisiones débil,
decisiones amorfas, destaca tareas y relaciones en momentos inapropiados.
2. Estilo Autócrata (Integrado menos efectivo): Muestra una fuerte desconfianza hacia
su equipo, toma todas las decisiones de forma unilateral y exige obediencia sin
considerar las relaciones personales. Es conocido por su autoritarismo y enfoque en
la obtención de resultados inmediatos.
❖ Indicadores: Crítica constante, toma de decisiones unilateral, exigencia de
obediencia, suprime conflictos, comunicación descendente, enfoque en la
acción inmediata.
3. Estilo Misionero (Relacionado menos efectivo): Busca armonía y evita los
conflictos. Su enfoque es dependiente de la aceptación de los demás y evita la
confrontación, lo que puede llevarlo a ser pasivo y evitar tomar decisiones o iniciar
cambios.
❖ Indicadores: Evita el conflicto, actitud agradable, búsqueda de aceptación,
dependencia, falta de iniciativa.
4. Estilo Desertor (Separado menos efectivo): El líder desertor es pasivo, evasivo y
desconectado de las responsabilidades. Cumple con lo mínimo necesario y evita
involucrarse en la toma de decisiones o en las actividades de equipo.
❖ Indicadores: Trabajo mínimo, evasión de responsabilidades, falta de
compromiso, carencia de creatividad, obstrucción del trabajo de los demás,
resistencia al cambio.
Michael West, plantea que la razón primordial por la que la gente trabaja en equipo es la de
compartir un objetivo o propósito común, en la creencia de que éste se alcanzará con mayor
éxito si colaboran juntos que si lo hacen individualmente. Esta noción de propósito
compartido o visión compartida constituye el elemento definidor del equipo en el trabajo.
El rol del líder es fomentar los comportamientos positivos y reducir los negativos. Para ello
debe trabajar en tres aspectos clave:
1) Reconocer el aporte de los integrantes: Es vital que todos los miembros se sientan
valorados y comprendan que sus contribuciones son significativas. El líder debe
promover la participación abierta, el respeto mutuo y una comunicación efectiva.
2) Promover la motivación: El líder debe identificar estas diferencias en las formas de
motivarse y trabajar para mantener un nivel alto de motivación, lo que fortalecerá la
confianza, la comunicación y el espíritu de equipo.
3) Celebrar los logros: Reconocer y festejar los logros, tanto individuales como
grupales, fomenta la cohesión y aumenta la moral del equipo.
¿Qué es la negociación?
La negociación es un proceso de comunicación esencial para alcanzar una decisión
conjunta entre dos o más partes. Sin comunicación, no puede existir negociación, ya que es
a través del diálogo que las partes exploran sus intereses, identifican puntos comunes y
equilibran las diferencias para llegar a un acuerdo.
Este proceso requiere habilidades clave como la comunicación efectiva, la escucha activa y
la disposición al compromiso cuando sea necesario. La negociación permite gestionar
intereses compartidos y opuestos de manera adecuada, facilitando soluciones mutuamente
aceptables. De este modo, no solo se logran acuerdos satisfactorios para todas las partes,
sino que también se promueven relaciones positivas y colaborativas a largo plazo.
Tipos de conflictos
A. Según la teoría de los estímulos:
1. Atracción-Atracción: La persona debe elegir entre dos opciones igualmente
atractivas pero incompatibles.
2. Evasión-Evasión: La persona enfrenta dos o más opciones igualmente
desagradables o indeseables.
3. Atracción-Evasión: Un mismo objeto o situación presenta tanto aspectos atractivos
como desagradables.
Características de la negociación
La negociación es un proceso continuo que se integra en todos los aspectos de nuestra vida
diaria. Negociar eficazmente requiere tiempo, aprendizaje y experiencia para comprender
las causas de los problemas, así como cómo los factores ambientales, culturales y
psicológicos influyen en la negociación, tanto propia como ajena. El objetivo es alcanzar una
solución "ideal".
Según Mac Call y Warrington, una negociación es un proceso de comunicación verbal y/o
escrita en el que dos o más partes, con intereses comunes o antagónicos, exploran y
valoran una acción conjunta compatible con sus objetivos particulares, con el fin de
establecer o definir los términos de su relación.
Naturaleza de la negociación
La naturaleza fundamental de la negociación es un medio clave para obtener lo que uno
desea de los demás. Se trata de un proceso comunicativo diseñado para alcanzar un
acuerdo cuando las partes tienen intereses comunes y, al mismo tiempo, intereses opuestos
(Fisher y Ury).
Conductas en la negociación
Las conductas en la negociación se caracterizan por la existencia de diferentes tipos de
acuerdos, la comunicación verbal y escrita entre las partes, y la negociación periódica para
renovar o adaptar los acuerdos a nuevas condiciones. No todas las negociaciones terminan
en acuerdo, y la cultura influye en todo el proceso de negociación.
El lenguaje en la negociación
El uso adecuado del lenguaje facilita el desarrollo de la negociación a lo largo de sus tres
etapas principales. En la discusión distributiva, el lenguaje es crucial para expresar las
demandas y restricciones de cada parte. En la discusión integrativa el lenguaje juega un
papel esencial para explorar alternativas y generar confianza. Finalmente, en la toma de
decisiones y cierre/acuerdo, el lenguaje se utiliza para concretar los términos del acuerdo
final, asegurando que las propuestas de cada parte sean comprendidas de manera precisa
y que la negociación avance hacia un resultado satisfactorio para todos los involucrados.
Fase 5: Pos-Negociación
Después del acuerdo, es esencial formalizar los términos mediante un contrato o
documento que refleje lo pactado. Durante esta fase se debe revisar el acuerdo para prever
posibles cambios o ajustes futuros y asegurar que ambas partes estén alineadas en la
interpretación de los términos. Esta etapa es clave para fortalecer la relación entre las
partes y garantizar la implementación exitosa de lo acordado.
Acuerdo Posible
El acuerdo posible consiste en definir de manera clara y alcanzable el objetivo final de la
negociación. Su propósito es clarificar el rumbo de las acciones, establecer avances y
minimizar posibles desacuerdos a futuro.
Para ser efectivo, debe cumplir con tres indicadores clave: compromisos claros y concisos,
con términos específicos que eviten ambigüedades o malentendidos; realismo, asegurando
que sea alcanzable dentro de las capacidades y recursos de ambas partes; y un carácter
operativo, traducido en acciones concretas con responsabilidades definidas para garantizar
su implementación exitosa.
El debate en la negociación
1. Primeros momentos: Este es un periodo de observación mutua donde las partes
analizan señales emitidas voluntaria o involuntariamente por el otro negociador.
Estos detalles establecen la identidad y predisposición del interlocutor, sentando las
bases para el resto del proceso.
2. Argumentación: Durante toda la negociación, las partes argumentan para persuadir
a la contraparte de aceptar su posición. Un buen argumento combina información
clara con una comunicación efectiva. La escucha activa es esencial para interpretar
correctamente las intenciones y responder con argumentos sólidos.
3. Concesiones y señales: En una negociación, las concesiones no deben darse sin
un intercambio; cada una implica una acción recíproca. Es fundamental conocer los
propios límites para determinar qué se está dispuesto a ceder y qué se espera
obtener a cambio. Por otro lado, las señales son mensajes que indican la disposición
para negociar sobre un tema específico, pero sin comprometerse directamente.
Estas señales, cuando se transmiten correctamente, facilitan el avance del proceso
negociador y están estrechamente vinculadas a una preparación adecuada y una
observación atenta de las intenciones de la otra parte.
4. Emisión de señales: El lenguaje de las señales debe ser claro y referirse a
cuestiones específicas de la negociación. Expresiones como "¿Qué le parece esta
sugerencia?" introducen temas de manera abierta y no definitiva, manteniendo el
diálogo y la flexibilidad.
5. Propuestas y paquetes: Las propuestas son el resultado de las señales
transmitidas previamente. Las primeras propuestas deben ser exploratorias y no
comprometerse demasiado, dejando un lenguaje más específico para las etapas
más avanzadas. Al presentar una propuesta, debe hacerse de manera clara,
atractiva y con seguridad, evitando justificaciones largas que puedan desviar la
atención. Finalmente, el paquete es la fase en la que se agrupan las propuestas
acordadas en un conjunto interrelacionado. Este paquete unifica las variables
discutidas y presenta las opciones finales basadas en los objetivos del negociador,
sin introducir nuevas concesiones.
Momentos difíciles
Los momentos difíciles en una negociación son aquellos en los que se presentan tácticas
que buscan desestabilizar o manipular el proceso. Estos momentos incluyen:
1. Las mentiras: Algunos negociadores recurren a la mentira como táctica, creyendo
que engañar a la otra parte les dará ventaja. Sin embargo, esta estrategia solo es
efectiva con negociadores poco astutos y puede ser contraproducente con quienes
tienen mayor experiencia o percepción.
2. Propuestas inconsistentes: Son ofertas que parecen atractivas, pero que en realidad
son engañosas o irreales, diseñadas para distraer al negociador y atraer su
atención, sin la intención de ser cumplidas.
3. Agresiones: Ataques verbales o amenazas, se emplean para sorprender y
desestabilizar al adversario, buscando crear confusión y vulnerabilidad que facilite
tomar decisiones en favor de quien agresiona.
4. Consultas "obligadas": Se presentan cuando una de las partes afirma necesitar
consultar con superiores antes de tomar una decisión final. Esta estrategia retrasa el
acuerdo, iniciando una renegociación innecesaria que puede frustrar el avance de la
negociación.