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Jerónimo Bellido Pérez.

Psicólogo Clínico.
Especialista en Psicología Clínica por la Universidad de París.
Director
INSTITUTO WILHELM REICH
Centro de Formación e Investigación en:
- Psicoterapia Emocional de Integración Cuerpo-Mente.
- Sexología y Clínica Psicosomática.
- Psicoterapia de Pareja, de Grupo y Comunicación Humana.

COMUNICACIÓN:

EL SENTIDO DEL VACÍO EN LA PSICOTERAPIA REICHIANA

Hasta ahora se había relacionado la problemática del ser humano y su


sufrimiento en relación a una “exterioridad”. En cuanto que ser afectado
existencialmente por causas que venían dadas desde una realidad externa de
la cual él era el tributario directo pero atrapado en su inmanencia bien que con
una salida incierta.
La aparición de Freud y su obra, con el reconocimiento científico y
académico de la teoría del inconsciente (1890), sitúa al ser humano ante una
realidad psicológica y humana nueva y original acompañada del
reconocimiento de un espacio intra-psíqico, de acuerdo con su modelo de la
mente próximo al del Sistema Nervioso Central (S.N.C.), dimensión interna de
la cual sale fortalecido como sujeto pero mal herido una vez más por lo que
supone de sufrimiento psíquico y vital; la propia experiencia de la vida en suma,
por más que le permita enfrentarlo a la evidencia de una esencia humana lo
que se quiere frágil por antonomasia, lo que redunda en su condición y en su
destino siempre incierto.

.- La emergencia del “aparato psíquico”.

Freud en diferentes teorías a lo largo de su obra ha querido responder a


la pregunta del nacimiento psicológico del ser humano. La investigación clínica
con adultos le llevó a la conclusión de que dicho nacimiento se ubica en el
contexto interrelacional familiar y grupal haciendo hincapié en el vínculo
primordial madre-infans.
Desde Freud el interés de la literatura psicoanalítica se ha centrado en
esa relación temprana materno-infantil así como en la observación e
interpretación del comportamiento infantil dado que los fundamentos de
nuestra personalidad adulta se constituyen en los primeros meses y años de
vida.
Así pues Spitz será uno de los autores en centrar sus observaciones en
los primeros momentos de la vida del bebe, hablando de estadios del desarrollo
en la primera infancia: en el pasaje por los diferentes estadios observa la
aparición de comportamientos específicos en el niño a los que el autor
denomina “indicadores de la organización del psiquismo” bajo cuya
primacía el proceso de maduración y su desarrollo se integran en una “alianza”

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que facilitará la progresiva evolución hacia una integración de la personalidad
del niño.
Un primer estadio pre-objetal o no objetal que corresponde al narcisismo
primario de Freud se caracteriza por la “no diferenciación” para decir que el
recién nacido aún no está organizado en actividades como la percepción, la
actividad y el funcionamiento: lo psíquico y lo somático todavía no están
separados, ni tampoco el espacio circundante es percibido de ahí que aún no
observe la diferencia entre lo interno y lo externo; las partes del cuerpo no son
percibidas como diferentes por lo que no hay separación entre las pulsiones y
el objeto.
En los primeros días de la vida Spitz utiliza el término recepción para
hablar de la facultad de sentir, sensación que pertenece al organización
cenestésica.
La cavidad oral –cavidad primitiva- combinada con la mano es la fuente
de sensaciones es de experiencias que permitirán la constitución de uno de los
primeros núcleos del Yo. El bebe al amamantarse siente el pecho de su madre
y ve la cara de su madre. Estas dos percepciones simultáneas, en el contacto y
a distancia, son partes integrantes de una misma experiencia . El contacto
durante la lactancia puede interrumpirse pero no así la percepción a distancia
de la cara de la madre que permanece por lo tanto. Estas dos modalidades de
percepción “el contacto oral continuado” y “la percepción visual, segura,
continuada” son los que permiten el paso progresivo de la orientación por el
contacto hacia la orientación por la percepción a distancia. Es así como se
inicia la “constancia objetal” y la formación del objeto.
Desde la edad de los dos meses el precepto visual mejor reconocido por
el bebe es el rostro humano, al que puede responder con una sonrisa sea
familiar o no, dando a entender que gracias al desarrollo físico y su maduración
psíquica es lo que le permite utilizar su recurso somático para expresar una
experiencia psicológica.
En todo caso estaríamos aquí en el estadio precursor del objeto en el
sentido que el bebé aún no tiene la capacidad de distinguir un rostro concreto
en medio de otros.
En todo caso aquí el bebé ya tiene la capacidad de ir más allá del mero
reconocimiento de los estímulos internos y reconoce aquellos que le llegan del
exterior lo que le permite afirmar a este autor que la separación ante el Yo y el
Ello ya empieza a vislumbrarse, es un Yo rudimentario (el Yo-corporal de
Freud 1923) empieza a funcionar teniendo la madre la función de yo auxiliar.1
Esta organización en el seno de la estructura somato-psíquica es decir el
paso de lo somático a lo psíquico es un proceso continuado por “los prototipos
de los núcleos del Yo psíquico que necesitan ser reconocidos en las funciones
fisiológicas y en la actividad somática”
La unión madre-infante queda enriquecida por este primer organizador
del psiquismo que es la sonrisa, posibilitando entre los dos un grado de
comunicación intenso hasta el punto que para Spitz los actos conscientes de la
madre y las actitudes inconscientes ejercen sobre el niño un “refuerzo
primario”.
Es en el tercer trimestre de la vida (el clásico octavo mes) cuando el
bebé al tener bien desarrolladas las capacidades para poder hacer la

1
Spitz R. El primer año de la vida del niño. Fondo de Cultura Económica. Madrid. 1969

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diferencia diacrítica puede ante un desconocido, al comparar su rostro con las
huellas mnésicas del rostro conocido de su madre, reaccionar con un rechazo o
una negativa de contacto acompañado de un grado mayor o menor de
angustia. Para Spitz es la primera manifestación de angustia realmente que
denomina “la angustia del octavo mes” que se caracteriza por una sensación
de pérdida del objeto; el niño reacciona ante el rostro de un extraño de esta
manera porque se siente abandonado por su propia madre.
Esta manifestación de angustia es el signo concreto de la instauración
de una relación de objeto definitiva al convertirse la madre en el objeto
privilegiado, objeto libidinal, no solo de la vertiente visual sino del contrapunto
de todo el registro afectivo (el objeto total de M. Klein).
En términos de relación preobjetal o de satisfacción de necesidades
entiende también Mahler estos primeros momentos de la vida de un niño,
caracterizado por una estadio de “autismo normal” durante el cual no distingue
el lactante entre realidad interior y realidad exterior. Este va seguido por una
fase simbiótica, normal de interdependencia el cual aún no se han
diferenciado las representaciones intrapsíquicas de sí mismo y de la madre.
Estos primeros momentos se caracterizan por una relación de unidad dual
omnipotente dentro de un límite único y común (“la membrana simbiótica”) de la
cual ira saliendo progresivamente separándose física y psicológicamente de la
dependencia materna, momento en el que el papel paterno adquiere gran
importancia 2 para construir paulatinamente su propia identidad infantil.
La saturación de la necesidad simbiótica del infante le permite acometer
la diferenciación corporal y psíquica en la que juega un papel importante la
exploración visual y táctil. Al principio el niño está centrado sobre todo en las
percepciones sensoriales de su propio cuerpo pero a los siete-ocho meses
aproximadamente comienza el proceso de separación – individuación que
conduce durante el segundo año de vida del niño al final de dicho periodo
simbiótico.
Durante la citada fase, el yo del niño (con lo que alude a aquellos
procesos mentales que dan lugar a un sentimiento autónomo y realista de sí
mismo y de los demás) es forzosamente rudimentario ya que tan solo tiene un
oscuro atisbo del concepto de “si mismo” y de “otro”. Durante el proceso
separación-individualización el Yo del lactante se va desarrollando en cuanto la
madre apoya un deseo de autonomía y le presenta un modelo consistente y
realista del mundo de modo que el hijo no incurra en confusiones a cerca de
quien es él y quienes son los demás.
Aquí se orienta hacia el entorno, aumenta su alerta y se dirige hacia
fines. Observa entonces que la “pauta visual” de “verificación de la madre” es el
signo más importante y regular desde el comienzo de la diferenciación someto-
psíquica (…) parece ser la pauta normal más importante del desarrollo
cognitivo y emocional.3
El desarrollo motriz que se observa gateo y acceso a la postura vertical
es lo que facilita la separación física con la madre ayudándole a concebir
representaciones mentales objetales diferenciadas y separadas.
En estos momentos el niño vive con una gran intensidad narcisista el
investimiento de su propio cuerpo, los objetos y objetivos de su “realidad” en

2
Trudikünzli Joss y Toé López Raquel. “El ideal del Yo y sus patologías” en De Edipo a Narciso.
Biblioteca Nueva. Madrid 2004.
3
Ibid, obra citada.

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expansión (Mahler y Colds 1977)4. Son conquistas narcisistas que fortalecen
las funciones de su Yo pues le compensan de las amenazas de perdida de
objeto. Se podría decir que el niño aún cree desde su pensamiento mágico que
puede prescindir de su madre, porque no parece reconocerla como alguien
completamente separada y autónoma en su existencia, y su presencia
alentadora y consoladora siguen siendo necesaria para fortalecer su
sentimiento de seguridad. Necesita de su contacto corporal frecuente como si
pudiera “abastecerla de combustible”.
Al enfrentarse con la realidad exterior el infante se vuelve más sensible a
las frustraciones y necesita continuamente de la ayuda materna lo que le
provocará frecuentes heridas narcisistas, desilusiones, enfados y con
frecuencia agresivos.
Observamos aquí un aumento de la ansiedad de separación como
temor a la pérdida de objeto y más adelante como temor a la pérdida de su
amor.
Es el momento en que el infante pone a prueba su voluntad y expresa la
necesidad de ser reconocido como sujeto de deseo , la representación de sí
mismo adquiere autonomía respecto de la representación de objeto.
Este proceso de individuazación que avanza rápidamente está lleno de
contradicciones propias de un proceso marcado por las tensiones derivadas de
un comportamiento y un sentir que son drásticas y dolorosas en la medida que
el niño experimente mayor inseguridad en relación con su madre: su
autoestima se siente dañada si siente que no tiene poder sobre su madre y
mucho de lo que hace ( ir y venir, dejar a la madre para buscarla de nuevo en
su anhelo de unidad simbiótica) no asegura la ampliación de dicho poder.

.- La vida emocional del lactante.

Es desde su trabajo analítico que Klein nos describe la vida emocional


del lactante. Desde su punto de vista el bebé posee un yo primitivo pero
inmaduro, con una falta de cohesión considerable lo que le sumerge fácilmente
en la angustia derivada del conflicto inicial entre pulsión de vida y pulsión de
muerte, con su correlato de pulsiones libidinales de amor y pulsiones agresivas,
destructivas. En Freud Thanatos tiene el estatus de una hipótesis, mientras que
en M. Klein ocupa un puesto central en su teoría.
Esta coexistencia, presente desde el nacimiento obliga a este Yo frágil
del lactante a gestionar la angustia generada por dicho conflicto. Dos tipos de
angustia es lo que observamos en los primeros meses de la vida bien que se
mantendrán activas durante toda la vida del individuo y podrán aparecer en los
casos de regresión. De la capacidad que tenga el Yo para negociar su angustia
tendrá que ver la manera de mantener el equilibrio adecuado entre las fuerzas
instintivas, estos tipos de angustia corresponden
- la posición esquizo-paranoide en donde la angustia de la angustia
de persecución es más activa predominando durante los tres-cuatro
primeros meses en la vida. Klein como dijimos introduce la hipótesis
de un yo rudimentario que para defenderse del conflicto nacido de la
lucha contra las pulsiones proyecta hacia el exterior la pulsión de

4
Ibid, obra citada

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muerte, es decir lo destructivo que hay en el yo. Igualmente parte de
la pulsión de vida es igualmente proyectada a fin de crear un “objeto
ideal”. En efecto como señalaba Hanna Segal 5 en 1935, en “una
contribución al estudio de la psicogénesis de los estados
maniacodepresivos” existe una relación entre el clivaje y las
relaciones de objetos parciales. El Yo en ese balanceo de proyección
introyección cliva el objeto seno estableciendo con él una relación
doble: bueno y malo, “buen pecho”, “pecho malo”. Bueno porque
satisface a la demanda, malo porque frustra. El clivaje es uno de los
primeros mecanismos de defensa utilizados por el Yo contra la
angustia y que le permitirá, paradójicamente organizarse.

- la posición depresiva viene después para activarse a los seis


meses de vida dominada por la angustia ante la pérdida del objeto.
Los mecanismos descritos facilitaran la organización del Yo lo que
le permitirá percibir progresivamente el exterior como diferente de sí
mismo.
Un movimiento paralelo hacia el objeto tiene también lugar porque desde
ahora el bebé se interesa por relaciones no ya con objetos parciales sino
que centra su interés en un objeto total que es la madre percibida en su
totalidad y no ya clivado.
El yo aquí aparece en un estado de integración como consecuencia del
desarrollo fisiológico y el objeto unificado. Klein denomina a esta
posición depresiva porque mientras en la posición anterior la angustia
de persecución tenía que ver con la destrucción del yo aquí aparece una
angustia depresiva hacia el objeto con el temor de la pérdida.
Para el bebé poder hacer la diferencia hacia la madre como una persona
total diferente de él implica reconocer la dependencia intrínseca que
establece con ella, lo que le llevará a establecer sentimientos agresivos
y sentimientos de amor porque la percibe también como fuente de
gratificaciones y de frustraciones.
La ambivalencia es el tipo de relación que se establece ahora con la
madre.
La angustia ante la pérdida del objeto está alimentada hoy con
fantasmas destructores del niño que cree pudo haber destruido al objeto
total. Inquietud del bebé hacia su madre alimentada por la realidad
externa porque sus ausencias son vividas como que desapareció
totalmente y las frustraciones recibidas devienen insoportables. Todo
ello dará lugar a un sentimiento de culpabilidad que será la primera
manifestación del Superyo arcaico6.
Para Freud la culpabilidad tiene su origen en el complejo de Edipo,
mientras que para Klein la culpabilidad aparece muy pronto en la vida
psíquica del infante como consecuencia del temor de haber destruido al
objeto amado.

Para M. Klein los procesos psíquicos aparecen en momentos muy


precoces del desarrollo psíquico del bebé ,( en los doce primeros meses),

5
Citado por Golse B. Le développement affectif et intellectuel de l’enfant. Masson. París. 1989.
6
Para algunos autores la presencia del padre a través de la madre es fundamental para constituir una
primera triangulación (arcaica) y favorecer la posterior socialización del infante.

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haciendo hincapié en la fantasía inconsciente, el Edipo temprano con su
Superyo arcaico, la fase álgida del sadismo y la posición depresiva que
determinarán la neurosis infantil clásica.
Mientras que para Freud el punto central del desarrollo es el complejo de
Edipo (llamado tardío por algunos autores) hacia los tres, cuatro años de vida
considerando las manifestaciones de tipo pregenital como regresiones a partir
del complejo de Edipo.
Lo que observamos en estas relaciones duales arcaicas es la fragilidad
emocional del ser humano y un estado de dependencia extrema de sus
progenitores durante un periodo de tiempo prolongado. Hablaríamos aquí de la
depresión anaclítica de Spitz como consecuencia del “hospitalismo”: síndrome
con el que este autor describió el grado de carencia afectiva en los niños
huérfanos de la segunda guerra mundial, recluidos durante largos periodos de
tiempo en hospitales, y del concepto de vínculo que Bowly desarrollo en los
años cincuenta como relación profunda del bebé con la madre a fin de asegurar
una evolución psicológica satisfactoria: estado originario de debilidad extrema,
fragilidad a la merced del Otro.
El sueño de una supuesta grandiosidad primordial, de una perfección en
la que todos nuestros deseos encuentran satisfacción se genera
principalmente en este primer periodo de nuestra vida. Cuando el infante aún
no tiene un Yo/self suficientemente estructurado y vive en la relación con el
objeto en la ilusión de una omnipotencia y autosuficiencia casi absolutas al
verse satisfechas todas sus necesidades y con la garantía del placer resultante.
Para Reich la tarea de “prevención en la relación madre-bebé será fundamental
a fin de poder asegurar por parte de la madre la función de suficientemente
buena”.(Winnicot)7
Freud8 sostenía en algunas textos la teoría de que la libido procede
primero de la carga sobre sí mismo y es después que pasará o podrá ser
transferida a los objetos al convertirse en carga objetal; la libido es pues al
principio libido narcisista. En el mito de Narciso, a lo que Freud recurre para
explicar el narcisismo, se omite el papel de la ninfa Eco. Narciso se ve bello en
el lago porque allí ve el arrobo con el que ella lo mira y lo contempla. El es bello
porque ella lo ve bello. Si en el mito Narciso es castigado por ese exaltado
amor de sí mismo, ella también lo es al ser el eco de la palabra del otro.
Narciso en el espejo no está solo, allí también está el Otro, el primer Otro,
aquel que lo señala como amable procurándole el aliento necesario para
mantener la vida, ese aliento a cuyo recuerdo va a tener que recurrir siempre
aún en los años maduros. Catectización y sobrevaloración yoica de donde el
sujeto va a recibir el engaño, el desmentido de su precariedad por más que al
principio sea una función necesaria.
Si el sujeto no quiere saber de sí podemos suponer que el fantasma
narcisista esconde en realidad una depresión profunda compensando a su
contrario, dando sentido así a un originario estadio de hundimiento; pero
también lo vemos en el recurso a la racionalización o a un enganche con un
“Yo grandioso”. Es como decir que el recurso al engrandecimiento de la imagen
para el sostenimiento del humano es universal o ¿puede que cultural? y el
fantasma narcisista resultante cumpla la función de falsa imagen del Yo.

7
Winnicott D.W. “Desarrollo emocional primitivo”.En Escritos Psiquiatría y Psicoanálisis. Ed. Laia:
Barcelona 1979.
8
Freud S. Tres ensayos para una teoría sexual.1905. Obras Completas. Biblioteca Nueva. Madrid. 1982.

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Si el sujeto contempla su propio fantasma narcisista es porque con
anterioridad ya la habían construido para él. Lo que se vislumbra en su función
materna es el narcisismo de la madre. En esa exaltación narcisista originaria
(¡tú lo puedes todo!; ¡tú lo vales todo!; ¡tú eres lo mejor del mundo!) hay trampa
en el sentido de que eso tiene un precio, que el sujeto tendrá que pagar. El
amor que se le otorga al sujeto no es siempre gratuito. En el ser humano el
gasto de amar es mayor que en otros animales debido al tiempo, a las energías
que son necesarias para sostener tanta precariedad originaria y debe ser
compensado9. Lo que el sujeto es en su fantasía narcisista o debe ser, lo es
para el Otro.
El espacio relacional no está vacío sino ocupado por un sujeto en
relación con Otro como escribía Lacan en el estadío del espejo, una imagen
asumida del Otro.

.- La 1ª Teoría de las pulsiones y Reich.

La teoría de Freud acerca del desarrollo se basaba en su experiencia


clínica con pacientes neuróticos y en su propio modelo de la mente humana.
En su carrera profesional se dio cuenta muy pronto de que un síntoma
neurótico, como, por ejemplo, un brazo paralizado que no tenía una causa
física, poseía un significado para el paciente y no era precisamente un
acontecimiento casual.
Al intentar esclarecer el significado de síntomas neuróticos, el
pensamiento de Freud se fue desarrollando y en algunos aspectos esenciales
cambió a través de los años. Así, su teoría acerca del desarrollo sólo puede
comprenderse si se la considera como parte de una concepción mucho más
general del funcionamiento mental. Aun cuando se consideraba que los
síntomas poseían un significado, estaba igualmente claro, al principio, que los
propios pacientes no sabían cual era. Sin embargo, durante el tratamiento, les
resultaba posible recordar ciertos acontecimientos del pasado que les permitían
ver el origen del síntoma, y esta comprensión conducía a la desaparición del
mismo. Así pues, sabían, de hecho, de qué se trataba, pero ignoraban que lo
sabían. A partir de ese dato, Freud afirmó que la mente posee un sistema
consciente y otro preconsciente, cuyos contenidos son recuperables mediante
la memoria, y un sistema inconsciente cuyos contenidos están ocultos, pero
que afectan inexplicablemente a la conducta cotidiana del sujeto, hasta que
devienen conscientes. Al mismo tiempo, Freud se pregunto por qué ciertos
acontecimientos e ideas se hallaban en el inconsciente, en lugar de en la
conciencia o el preconsciente. Su respuesta fue que habían sido “reprimidos” (y
no precisamente olvidados, de momento). Surgieron entonces cuatro
preguntas: (1) ¿qué estaba reprimido?; (2) ¿por qué estaba reprimido?; (3)
¿qué es lo que lo reprimía?, y (4) ¿por qué no permanecía reprimido? Al
intentar responder a estas preguntas, Freud desarrollo inicialmente una teoría
de la persona humana en la que ésta se hallaría motivada por el deseo de
liberarse de “energía”, ya que creía que la tensión era debida a una
acumulación de energía y tal tensión resultaba molesta para el organismo. Por
otra parte, consideró que las personas estaban primordialmente movidas por
9
García del Moral Mª Amparo. “Ensayos sobre las pulsiones”en Lo que el Psicoanálisis nos enseña.
Aletheia. Valencia 2003.

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“instintos” o pulsiones biológicas, siendo la primera y más compulsiva de ellas
la “libido” o energía sexual (es decir: la búsqueda del placer mediante la
estimulación general del cuerpo, y no solamente por la de la zona genital). Así
pues, Freud pensó que la motivación principal del individuo era el intento de
descargar tensión libidinal. Se admitió que esta energía sexual poseía tanto un
“objeto” (algo atractivo, por ejemplo: el pecho) y un fin (el acto mediante el cual
se descarga la energía, por ejemplo: mamar). En 1910, Freud desarrollo la
noción de “pulsiones del Yo”, en las que se trataba primordialmente del hambre
y de la sed. Su finalidad era la autoconservación. Luego distinguió entre “libido”
(placer corporal mediante estimulación) y “pulsiones del Yo”. Por último, revisó
su teoría de las pulsiones una vez más y unió las pulsiones libidinales, junto
con las del Yo preservadoras de la vida, bajo el nombre de “pulsiones de vida”,
que opuso a la “pulsión de muerte”. Esta última, representa agresión dirigida
contra el sí-mismo, y fue considerada como tendente a descargar toda energía
y, por tanto, a suprimir totalmente la tensión, siendo así previa incluso a la
libido.
Freud llegó a la conclusión de que tenía lugar “represión” cuando existía
un conflicto entre las pulsiones y otros aspectos del funcionamiento psíquico.
Las pulsiones fueron consideradas como animadas por la finalidad de buscar
satisfacción para las necesidades básicas del organismo (Ello). La persona, sin
embargo, tiene que relacionarse también con el mundo exterior, con el mundo
de la realidad (Yo) e intentar vivir según estándares que han convertido en
propios (Super-yo). El conflicto entre las finalidades del Ello y las de los otros
dos sistemas conducirían a la represión. Freud consiguió así responder a sus
cuatro preguntas relativas a la represión, afirmando que si un deseo,
perteneciente al sistema del Ello, era incompatible con los otros sistemas, sería
“reprimido” al inconsciente, ya que su incompatibilidad ocasionaría a la persona
un sentimiento de angustia y ésta tan solo podría paliarse reprimiendo la idea
que la había causado, Sin embargo, y ya que la necesidad original no había
sido satisfecha, incluso reprimiéndola fuera del sistema consciente, continuaría
operando y buscando satisfacción a través de una vía indirecta.
A fin de explicar el significado de los síntomas neuróticos, Freud
desarrolló también la idea relativa a un punto del desarrollo en el que la “libido”
habría quedado fijada, de un punto de “fijación”. Normalmente, la libido se
desarrollaría encontrando su primera satisfacción en la zona de la boca, luego
en el ano y finalmente en los genitales, aunque sería posible para una persona
mantener, por ejemplo, el placer de la estimulación oral incluso a una edad en
la que encontraría más satisfacción en la estimulación genital. Desde luego, si
la libido queda fijada en una determinada fase, todos los periodos
subsiguientes quedarán afectados, al igual que el posterior funcionamiento del
individuo.
Una vez que hubo desarrollado las ideas anteriores, pudo afirmar que
una neurosis tendría lugar: 1) si se frustraba un impulso actual en la vida
adulta; 2) si dicha frustración actual era similar, en su naturaleza, a la represión
de una pulsión que hubiese tenido lugar anteriormente y que por tanto
reactivaría a ésta; 3) si el adulto frustrado busca satisfacción en el punto que
queda fijada la libido , y 4) si esta tentativa de hallar satisfacción no lograba
éxito debido a la represión original y se daba por tanto un conflicto entre la
tendencia de buscar satisfacción en el punto de fijación, por una parte, y el
sistema que reprimió originariamente a la pulsión para suprimir la primitiva

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angustia. El adulto tenía que crear, por tanto, un síntoma, de modo que pudiese
satisfacer parcialmente la pulsión actual, pero sin provocar la angustia original.
Así pues, a parte de su búsqueda del significado de los síntomas
neuróticos, Freud desarrolló un quíntuple modo de abordar la descripción del
funcionamiento psíquico. Cada uno de los puntos de vista ofrece un tipo distinto
de explicación y no pueden reducirse a una fórmula única. Han de ser
considerados, sin embargo, como complementarios. Estas cinco explicaciones
son las siguientes: 1) la dinámica, que considera a la conducta en términos de
conflicto o de mutuo juego de fuerzas mentales; 2) la económica, que se refiere
a la tensión y descarga de energía y se ocupa de la libido; 3) el punto de vista
topográfico, consistente en los sistemas consciente, preconsciente e
inconsciente; 4) el aspecto estructural, representado por el Ello, el Yo y el
Super Yo, y 5) el genético, según el cual las raíces de la conducta actual han
de ser buscadas en conflictos previos y en represiones y fijaciones anteriores.

.- Teoría freudiana del desarrollo psicosexual.

Freud realizó dos contribuciones principales a la teoría del desarrollo: la


primera fue su descripción de la “sexualidad infantil”, que comprendía el
desarrollo de la libido, y la segunda consistió en la teoría de las “relaciones
objetales”, que se refiere a la relación del niño con las personas de su entorno,
es decir: con personas tal como él las ve. Pero ello no equivale a “relaciones
interpersonales”, ya que esto último implica reciprocidad. Sin embargo, el modo
de percibir sus “objetos” por parte de un niño es probable que esté afectado por
la conducta real de éstos.
En la “sexualidad infantil” se trataba de una forma definida de sexualidad
y se refería a las tentativas, por parte del niño, de obtener gratificación corporal
mediante la estimulación de zonas o áreas sensibles. No había de ser
entendida puramente como satisfacción genital ni se hallaba limitada al instinto
de procreación. Estaría interesada por obtener placer a partir del uso de las
partes del cuerpo y no equivaldría al alivio logrado al satisfacer una necesidad
fisiológica. La idea de sexualidad infantil implicaba la noción de que la
gratificación pulsional conduce al placer corporal, más que a una mera
satisfacción de una necesidad básica. Así, por ejemplo, el acto de mamar tiene
una función física (somática), pero es placentero en sí. De modo similar,
aunque defecar es una necesidad biológica, el proceso, que estimula el ano,
puede ser también placentero. El ejemplo más evidente, en la vida adulta, es el
placer genital que con frecuencia es buscado por el individuo sexualmente
maduro, aunque no desee la procreación. Freud afirmaba que la libido
correspondiente a la pulsión sexual infantil tenía una finalidad: la de obtener
satisfacción al ser estimulada una de las zonas sensitivas (oral, anal o genital),
pero que no tendría, al principio, un objeto, de modo que la satisfacción
dependería del propio cuerpo del niño y sería por tanto “auto-erótica”.
Gradualmente, sin embargo, se irían reconociendo objetos exteriores y la
pulsión llegaría así a tener una dirección y un objeto. La primera fase del
desarrollo libidinal fue designada como fase “oral” y se hallaba centrada en la
boca, siendo el acto de mamar el medio de obtener satisfacción. El lactante no
establecería diferencia entre el acto de mamar y el objeto que era succionado.
Cuando aparecen los dientes, el niño obtiene placer mordiendo, al igual que

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succionando, y este segundo periodo de la fase oral podría asumir así también
un aspecto devorador, implicando una comprensión acerca de la existencia del
objeto que era mordido y hacia el cual sentiría el lactante no solo cariño, sino
también odio. El destete pone fin al predominio de la fase oral, aunque ninguna
etapa concluye por completo y en el transcurso futuro de la vida aparecen
reminiscencias de los diversos estadios del desarrollo libidinal, a pesar de que
no haya tenido lugar una “fijación”.
El estadio siguiente fue designado como “fase anal” y se pensó que
comenzaba cuando el niño era fisiológicamente capaz de controlar la emisión
de heces. Aquí Freud vino a unir entre sí dos ideas distintas: en primer lugar, la
relativa al placer sentido al defecar y, en segundo, el placer experimentado por
el niño al defecar cuando él quería y no cuando se lo exigían otros. Freud
afirmaba también que las heces infantiles eran consideradas por el niño como
algo que tiene un valor y que el posee. Este estadio fue dividido en dos
componentes: uno era el “erotismo anal” que expresaba el placer del niño al
retener sus heces o al evacuarlas, y un componente “sádico anal”, cuando el
niño expulsa agresivamente sus heces, su “posesión”, destruyéndola así. A la
fase anal sucedía la “fase fálica” durante la cual busca placer el niño mediante
estimulación genital. Esta etapa parece ser de índole diferente de las dos
anteriores, ya que los niños, de hecho, se alimentan y defecan como los
adultos y pueden buscar el placer al realizar un acto fisiológico necesario. Sin
embargo, no establecen relaciones sexuales y las primeras sensaciones
placenteras en la zona genital pueden despertarse durante el baño o al
cambiarle los pañales. No están por tanto directamente relacionados con la
función fisiológica de la zona correspondiente. Según Freud, por esta época
puede masturbarse el niño y mostrar un creciente interés por las diferencias
sexuales y las cuestiones sexuales en general. Freud pensaba que este interés
le llevaría a darse cuentas de que los niños tienen un pene y las niñas no. A
partir del material obtenido durante el análisis de adultos, Freud afirmó que los
niños explican esta diferencia creyendo que las niñas han sido castradas –
posiblemente por castigo- y que surgirían así “angustia de castración” en los
niños y “envidia de pene” en las niñas. Dentro de este contexto hay que
recordar que algunos niños son efectivamente amenazados con la castración
como castigo por masturbarse y que, además, el conocer la práctica de la
circuncisión puede ocasionar también ansiedad en el niño. La hipótesis de
Freud, sin embargo, fue que en general, los niños creen que el placer genital y
la curiosidad sexual pueden conducir a la castración. La fase final del desarrollo
libidinal fue designada como “fase edípica”, por estar dominada por el
“complejo de Edipo”, que resulta de los placeres y las tensiones provocados
una vez que el niño se considera a sí mismo como miembro de un grupo de
tres personas, consistente en un varón, una hembra, y el mismo.
La teoría de las “relaciones objetales” consideraba al desarrollo en
cuanto al objeto de las pulsiones durante las diversas fases, las cuales como
hemos visto, toman sus denominaciones a partir de las zonas corporales
primordialmente asociadas con gratificación. Así, la “sexualidad infantil” se
hallaba referida a la finalidad de una pulsión, las “relaciones objetales” a su
objeto.
El niño al nacer, no es capaz de considerarse a sí mismo como
separado de su madre. Ambos coexisten en un estado de unidad mutua que ha
sido designado por Benedek (1956) “simbiosis emocional” y por Mahler (1952)

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“fase simbiótica”10. Freud denominó a dicho estado “narcisismo primario”, ya
que el lactante sentiría placer o dolor, pero sin saber si se originan interna o
externamente. De un modo gradual llega a establecer la distinción entre interno
y externo, y al hacerlo así transferiría parte de sus sensaciones, en un principio
indiferenciadas, al objeto externo, oscuramente concebido, que satisface, o
bien frustra, sus necesidades. Así por ejemplo, la sensación interna de placer
que siente un lactante cuando recibe alimento se transformaría en amor hacia
el objeto que se lo proporciona, es decir: por el pecho. En este estadio, el
lactante se daría cuenta tan solo del pecho (el objeto parcial), sin saber aún
que es parte de la madre (el objeto total). El primer estadio de relaciones
objetales ha sido designado como “fase anaclítica”, ya que las pulsiones que
buscan placer (por ejemplo la de mamar) son satisfechas “apoyándose” en las
pulsiones conservadoras de la vida (por ejemplo la nutricia). Freud, en un
principio, creía que el pecho de la madre era el primer objeto amado y que, a
través del amor al pecho, el lactante llegaría a amar a la madre en su totalidad.
La relación con la madre proporcionadora de alimento es considerada
como la primera relación objetal auténtica.
Freud decía, como hemos visto, que el recién nacido es sobre todo un
“Yo-corporal” aunque entendía ese “Yo” como un yo fisiológico, y psíquico
virtual no integrado, que debía ser desarrollado e integrado después.
En “Las pulsiones y sus destinos” 11escribe “….la pulsión se nos muestra
como un represente psíquico de los estímulos procedentes del interior del
cuerpo que arriban al alma y como una magnitud de la exigencia de trabajo
impuesta a lo anímico a consecuencia de su conexión con lo somático” y más
adelante “… sí consideramos la vida anímica desde el punto de vista biológico
se nos muestra la pulsión como un concepto límite entre lo anímico y lo
somático…”
Podríamos decir que al origen solo existe un sentimiento de sí mismo y
un incipiente Yo, con una maduración neuronal inacabada. Las vivencias del
infante placenteras y displacenteras de esta época han dejado huellas inscritas
en lo corporal y huellas representacionales, pero no recuerdos propiamente
dichos. Huellas mnémicas que permanecen en los músculos de los cuales se
nutre la coraza muscular por más que escapen a la represión y permanezcan
como vestigio de la vivencia del sujeto en el inconsciente.
Es el “cuerpo” y su desarrollo sensori-motor el que ocupa en estas fases
precoces los momentos fundamentales de los signos vitales del niño.
Malher señala que la saturación de la necesidad simbiótica del infante
permite acometer la diferenciación corporal y psíquica en la que juega un
papel importante la exploración visual y táctil. A los 7/8 meses “ la pauta visual
de verificación de la madre es el signo más importante y bastante regular del
conocimiento de la diferenciación somatopsíquica. Este proceso de percepción
diferenciada de sí mismo respecto del otro se instala a partir del momento en
que el bebé ha establecido un vínculo específico con la figura de la madre,
empieza a interesarse con curiosidad y asombro hacia el “Otro que no es la
madre” acompañado con frecuencia por lo que se ha llamado desde Spitz “la
angustia ante el extraño”
Lo que Lacan, siguiendo a Wallon, llama el estadío del espejo.12

10
Turner J. El niño ante la vida. Morata. Madrid 1983.
11
Freud S. Las pulsiones y sus destinos 1915. Obras completas. Biblioteca Nueva. Madrid 1982.
12
Wallon H. La evolución psicológica del niño. Ed. Crítica. Barcelona 1984.

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También tendremos en cuenta la importancia de la postura vertical y la
marcha para el desarrollo emocional del niño. Según las teorías de Piaget
(1936) que consideraba la locomoción vertical libre, acompañada del desarrollo
cognitivo, como el inicio de la inteligencia representacional que culminará en
el juego simbólico y en el lenguaje.13
El acto motor implica y conlleva el descubrimiento del espacio (Wallon
1974).
El interés de Reich partiendo de esta premisa vendrá a centrar su teoría
del desarrollo de la personalidad siguiendo la primera teoría de pulsional de
Freud al poner el acento en el ámbito de la configuración caracterial del animal
humano en la realidad del propio cuerpo especialmente sensorial, muscular y
orgánico sin perder de vista el componente psíquico que le estructura como
una realidad biológica somato-psíquica.
La originalidad en la construcción epistemológica de su teoría radica en
el desplazamiento epistemológico que realiza respecto al modelo de Freud y
de la neurología de entonces (años 30) basada en el concepto de mente
cerebral como regular conductual del ser humano, para centrar la atención en
el Sistema Nervioso Vegetativo (poco estudiado entonces y aún ahora por la
ciencia médica), llave de la regulación energética y del equilibrio
homeostático del organismo, formulando en su recorrido dialéctico-pulsional
entre el deseo y su representación, un concepto de unidad funcional mente-
cuerpo desde un nuevo paradigma que se quiere bio-psico-social.14
El punto de partida era lo pulsional en lo que tiene de vivencia sensorio-
vegetativa cogida a la realidad corporal en la intensidad de la vivencia corporal
del recién nacido como paradigma expansivo de lo biológico según la lógica de
los seres vivos: la característica esencial del ser vivo es lo pulsátil, la
expansión, el fluir, el movimiento.15
Desde este punto de vista la vida intra-uterina y el nacimiento juegan un
papel importante en la configuración del psiquismo posterior en cuanto que, tal
como apunta Otto Rank discípulo de Freud, determina en gran medida el futuro
y permanecen con toda su carga patológica, en caso de trauma, en la memoria
del animal humano.16
Observamos en la clínica de la vegetoterapia reichiana por el acento
puesto en lo emocional y en las experiencias arcaicas, que dichas vivencias
perinatales dejan huellas inconscientes muy profundas que se manifiestan a
través de síntomas psicosomáticos (asma, alergias), una fragilidad
inmunológica que dificulta la curación definitiva de la enfermedad o del
malestar lo que denota un sufrimiento psíquico de base que dificulta la
mentalización ( inquietud térmica corporal ante los cambios de estación con
sensación de frío “subjetiva”, resfriados que se prolongan a lo largo del año,
afonías frecuentes, vómitos, narices obturadas, mucosidad). Cuando no
situaciones de inquietud intensa ante la vida, acompañada de estados de
ansiedad o depresión prolongados o reacciones cutáneas recurrentes como
sudor excesivo, mal olor corporal, palidez, prurito, piel (seca) o en escamas.

13
Piajet J. Psicología del niño. Morata. 1984.
14
Reich W. “El lenguaje expresivo de lo vivo. La función de la emoción”en Análisis del carácter. Paidos.
Buenos Aires 1978.
15
Capra Frigor. La trama de la vida: una nueva perspectiva de los sistemas vivos. Anagrama .Barcelona
1988.
16
Verny Thomas y Nelly John. La vida secreta del niño antes de nacer. Urano Barcelona 1981.

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En el conjunto de estos síntomas lo que se vislumbra es el trasfondo
existencial de una fragilidad emocional y psicológica de un ser humano
expuesto ante la prueba de realidad de una experiencia de vida, que siente
precipitada en una sensación de vacío, de indefensión yoíca del que no
siempre tiene palabras adecuadas, pero que se refieren en su sentir a
momentos muy precoces de su existencia.
El vínculo inicial madre-bebé necesita de una buena reciprocidad para
que el recién nacido se sienta recogido y protegido en su nueva realidad
sensorial, es decir, siente que la acción de la madre “suficientemente buena”
(Winnicott) satisface sus necesidades. Una de ellas, primordial, es la necesidad
de contacto y de interrelación cutánea entre la madre y el bebé durante el
tiempo de la lactancia principalmente. Las caricias, el tocarse recíproco
constituyen la calidad del vínculo afectivo con la madre y configuran un
estímulo inagotable de satisfacción emocional que al reforzar el reconocimiento
de autoestima y el investimiento narcisista resultarán esenciales para un
desarrollo físico y psicológico. 17
Para Reich, la estimulación del tacto a través de la piel cual organismo
sensorial que permite el contacto de las sensaciones internas con el mundo
externo es fundamental para asegurar en el animal humano la maduración
emocional vivenciando el concepto profundo de sí mismo con la sensación de
estar vivo y de existir en un mundo vinculado a un entorno relacional(Reich
1945).18
Las caricias y los mimos que se prodigan al bebé quedan almacenados
en la memoria de la piel por la “carga energética” del contacto produciendo
sensación de placer. Se podría decir que esa relación de contacto amoroso
producida en los primeros meses de la vida facilita el acceso a una sensación
subjetiva de existencia en donde el yo se siente con mayor conciencia de
existir gracias al amor “suficiente” del Otro, facilitando así la entrada adecuada
del padre en esta relación dual, con la carga de frustración y de exigencia que
conlleva en la evolución psicológica del infante. El hacer de la madre desde su
fantasía consciente pero particularmente la inconsciente respecto de su hijo así
como la figura paterna como pareja de la madre pero también como papel del
padre que colabora, obstaculiza o se muestra indiferente a la tarea del
maternaje son algunas de las variables que son de particular importancia en la
configuración, promoción u obstaculización de la adaptabilidad del niño, del
desarrollo de sus impulsos y de su Yo y un comienzo de estructuración de los
precursores del Superyo. 19
Actualmente, parece ser, existe un acuerdo según el cual “la salud
mental como la patología está determinada por 1) la dotación de cada niño y 2)
la interrelación y relación temprana madre-hijo y 3) eventos esenciales en el
proceso de crecimiento del niño” y añadiríamos 4) las experiencias peri-
natales, el grado de intensidad relacional o su ausencia. Las características de
estos factores complejos impiden un desarrollo lineal y un destino pre-
establecido. En la aparición y el tiempo de duración de cada fase no se pueden
determinar con precisión pero se ha podido observar como factor constante
una infinita combinación de factores individuales e influencias ambientales
tempranas. Muchos autores están convencidos de que existe un impulso

17
Montagu A. El sentido del tacto y comunicación humana a través de la piel. Aguilar. Barcelona 1981
18
Reich W. El asesinato de Cristo . Paidos . Buenos Aires 1981.
19
Mahler y col.citada por Trudikünzli Joss y Toé López Raquel. Obra citada pag. 116.

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maduracional dado e innato de gran fuerza que empuja al infante hacia la
individuación. Perturbaciones temporales pueden provocar comportamientos
precoces o retrasos en algunas de las áreas psicosomáticas, que pueden
igualmente recuperar y reequilibrarse en fases posteriores. Si el ambiente
materno y familiar es favorable. Un aspecto puesto de relieve por estos autores
es la gran capacidad de adaptación del infante en esta etapa inicial. Se habla
también de flexibilidad mental. Reich habla de regulación homeostásica o
autorregulación infantil. En todo caso son conceptos que quieren señalar la
plasticidad adaptativa del animal humano que le permite avanzar aún en
ambientes adversos. Cyrulnik utiliza el término “resiliencia” para enfatizar la
capacidad reparadora del niño que ante una infancia dolorosa o terrible, logra
de alguna manera, escapar a la adversidad construyendo en la edad adulta un
proyecto de vida personal y autónomo.20
Las huellas del traumatismo sufrido en esos momentos primerísimos,
(exceso de represión), por más que tengan la apariencia de que no existieron
porque la memoria consciente lo olvido queda sin embargo la huella inscrita en
la estructura muscular, de modo que la podemos percibir fácilmente
observando las tensiones corporales en ciertas zonas del cuerpo; también
observando ciertas actitudes o posturas corporales, la forma de estar del sujeto
en el espacio, si presenta mayor o menor rigidez en la relación con el otro. La
lectura corporal es también una herramienta terapéutica que nos facilita el
reconocimiento de las tensiones ancladas en lo corporal.21

.- El cuerpo, reflejo del inconsciente.-

Lo vivido traumático queda reflejado en la “coraza muscular” dando


cuenta, a través de las tensiones, de la historia del sujeto y de la configuración
subjetiva de su propia existencia. El sujeto es lo que ha vivido. Para Reich el
acceso al inconsciente, no es tan solo posible a través de lo mental, como
proponía el psicoanálisis clásico, sino también a través del cuerpo, entendiendo
entonces la realidad somática como capaz de producir un lenguaje: “un
lenguaje corporal”.
Al reconocer a sus pacientes Wilhelm Reich descubrió que “llevaban”
sus inhibiciones y que estaban inscritos en su cuerpo bajo la forma de anillos o
segmentos a los que llamó “coraza”22. Se dio cuenta de que la coraza actúa
como un anillo que mantiene la tensión lo que dificulta la flexibilidad corporal y
dificulta el paso de la expansión de la expresión de la emoción, inhibiendo la
función orgásmica de la vida.
Sus investigaciones y observaciones le llevaron a descubrir siete anillos
que empiezan a formarse en los primeros meses de vida y se desarrollan hasta
los 5/6 años aproximadamente (fecha de la resolución del Edipo). Los brazos y
manos están relacionados con la coraza torácica y las piernas y pies con la
pélvica. Aunque parezca extraño estos siete anillos o segmentos corresponden
a los siete centros de energía (llamados chacras en sánscrito) recogidos por la
medicina energética. (ver recuadro 1)

20
Cyruinik B. Los patítos feos .Gedisa . Barcelona 2003
21
Reich W. “Careácter y estasis sexual” en Análisis del carácter Obra citada.
22
Reich W. Análisis del carácter. Paidos Buenos Aires 1978.

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- Primer segmento ocular que comprende la frente, los ojos y las glándulas lacrimógenas.
- Segundo segmento oral que comprende los músculos del mentón, de los labios y de la
garganta.
- Tercer segmento del cuello que comprende los músculos profundos del cuello y de la
lengua.
- Cuarto segmento torácico que comprende el tórax y sus músculos (intercostales,
pectorales y del toides), los órganos del tórax (corazón, pulmones) y por extensión los
brazos.
- Quinto segmento diafragmático: abarca el diafragma y sus órganos (hígado, vesícula,
estómago, páncreas, bazo)
- Sexto segmento abdominal que comprende los músculos abdominales, los transversales (
el cuadro de la zona lumbar y los órganos internos como las vísceras, los riñones y las
glándulas suprarrenales y se desarrolla a la misma edad que la coraza diafragmática y la
pélvica).
- Séptimo segmento pélvico que comprende los músculos de la pelvis y los órganos
genitales, el ano, el perineo y los músculos de las piernas.

Así es como describe Reich estos siete segmentos o corazas en su


“Análisis del carácter”.23

.- El contenido emocional de cada segmento:

- La coraza ocular oculta en su expresión afectiva el temor, el rechazo a ver o a manifestar


con la mirada la imposibilidad de mirar a los ojos; todos los problemas oculares relacionados
con la miopía, el estrabismo, etc. Es la primera coraza que aparece después de nacer en
cuanto el niño busca con su mirada el contacto con los ojos de la madre.
- La coraza oral oculta las ganas de llorar, de chupar, de morder, de vociferar, de gesticular
junto con las emociones vinculadas a todo esto. Es la segunda coraza que se desarrolla
desde que es un niño de pecho hasta que empieza a tomar comidas sólidas. Está
relacionada con lo que hay en juego con el comer, la sed y el hambre. Es una coraza que
oculta las emociones vinculadas con la tristeza profunda, el enfado, la desesperación, la
cólera y la frustración.
- La coraza del cuello, esta coraza oculta en su expresión afectiva la retención de los
sentimientos, los llantos, la cólera y el reflejo de “tragarse las emociones”. Es la tercera
que se desarrolla y corresponde a la expresión afectiva de la nutrición, a las necesidades no
satisfechas con la comunicación, cuando el niño balbucea, sonríe y establece la relación con
los demás.
- La coraza torácica, esta coraza oculta los problemas cardiacos, la angustia, el recelo, el
control, la inmovilidad, la incomodidad, el decaimiento, la falta de expresión en los brazos y
las manos, la dureza, la inaccesibilidad, la incapacidad para aceptar. Las emociones
relacionadas con esta coraza son la tristeza profunda, la desesperación la angustia, el llanto,
la ira, la impresión de que se tiene un nudo en el pecho. Es la cuarta que se desar5rolla y
corresponde a la edad en que el niño conoce el recuerdo traumatizante de los malos tratos,
el desengaño, la sensación de pérdida, de abandono y de rechazo. Para W. Reich, esta
coraza es el centro de los segmentos acorazados, su parte central.
- La coraza diafragmática, esta coraza comprende en su expresión afectiva la angustia, el
rechazo del placer, la división, la separación de lo de arriba y lo de abajo. Se forma en edad
más avanzada y está relacionada en su desarrollo con las primeras experiencias que se
sienten por las olas de placer que vienen de la zona pélvica y de los órganos genitales.
- La coraza abdominal esta relacionada con el rechazo del placer, el vacío, la necesidad de
controlar la vida, de conservar, de no eliminar, de estar dispuesto a responder a las
necesidades de los padres, a la compulsión, al miedo, al corte de cordón umbilical, a la
angustia de la separación.
- La coraza pélvica en su expresión afectiva, expresa la asexualidad, la cólera, la angustia, la
ira destructiva y la desesperación, la tristeza. Es la última coraza que se forma y lo hace a la
misma edad que las corazas diafragmática y abdominal.

23
Reich W. Obra citada

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Bien que describimos una configuración lineal al referirnos a la coraza,
diremos que la coraza es autónoma en el sentido que no está relacionada con
un músculo en concreto sino con todo un conjunto: el grupo de músculos de la
zona, los órganos internos, el tejido conjuntivo, los huesos, la linfa, la columna
vertebral. Tampoco está asociada a una emoción sino a un conjunto llamado
afecto que vincula emociones, pensamientos, imágenes e impresiones.
La coraza está viva y puede tener expresión y memoria. Hablamos de
una unidad de todo el cuerpo.
Junto a la coraza muscular Reich habla de la coraza caracterial que se
nutre de los contenidos psicológicos de las vivencias traumáticas que no se
focalizaron o anclaron en lo muscular pero que tienen su vigencia en el
psiquismo bien que fuera del campo de la conciencia.
La psique para Reich engancha siguiendo su concepto la relación
funcional, con lo somático.
Las estructuraciones caracteriales tendrán que ver con la forma en la
que el Yo del sujeto configura las propias organizaciones defensivas
recurriendo a un funcionamiento mental determinado que acompañaría también
un modo de hacerse rígido y constituir la propia coraza. En vegetoterapia
trabajamos en una doble dirección: en lo mental donde aparecen los aspectos
psicológicos del funcionamiento caracterial y en lo corporal disolviendo el
exceso de tensión corporal lo que facilita la integración cuerpo-mente en una
unidad funcional psico-somática.
El carácter es la entidad del Yo que se construye de los contenidos
caracterológicos de la coraza muscular y de la coraza caracterial, funcionando
como un sí-mismo protector y defensivo frente a las represiones, las
frustraciones y las exigencias del propio mundo interno como de las exigencias
externas: “el carácter es el modo típico en que reacciona el Yo frente al Ello y
al mundo exterior” {…} “el carácter es principalmente y en esencia un
mecanismo de protección narcisista”.24
De lo que se protege el sujeto es del temor a la vida, del temor a asumir
las exigencias del vivir acompañado de sensaciones de angustias profundas,
ansiedades arcaicas, temores antiguos incrustados en la coraza: heridas
narcisistas que “sangran” con frecuencia, sufrimientos psíquicos que no logran
dinamizar la necesaria integración de las pérdidas afectivas arcaicas, duelos
que no se resuelven al dificultar la integración de estas pérdidas, imposibilidad
de situarse en el acto de asumir con el vigor necesario los posibles nuevos
encuentros: es como si de una “falta básica” (Balint) 25 se tratase que no llega
a suturarse con un pensar adecuado. Tampoco hay aquí tiempo psíquico para
“volver a pensar” (Bion).26 En los pacientes llamados estados límites y/o
27
personalidades narcisistas (Kout) en donde se vislumbra una fragilidad
emocional que se expresa por una actitud de incertidumbre en los límites,
dificultad de separar dentro/fuera, en la falta de palabras apropiadas para
expresar los afectos, una sensación de dolor psíquico “a flor de piel”. La clínica
nos ilustra sobre la falla de una ausencia; de una confianza necesaria para

24
Reich W. “El carácter genital y el carácter neurótico” en Análisis del carácter. Obra citada.
25
Balint M. La falta básica. Paidos. Buenos Aires. 1982.
26
Bion W.R. Volviendo a pensar. Hormé. Buenos Aires 1990.
27
Kout y “su Psicología del narcisismo. Examen crítico”en Desarrollos contemporáneos recientes en
Psicoanálisis. Paidos. Buenos Aires. 1978.

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investir un espacio de relación afectiva, “un espacio emocional”, “un espacio de
pensamiento” por el temor a “vaciarse” por los orificios.
El infante adquiere la percepción de la piel como superficie por las
experiencias del contacto de su cuerpo con el cuerpo de la madre y dentro del
cuadro de una relación aseguradora de apego a ella. Se llega así a la noción
de límite entre exterior e interior y también a tener la confianza necesaria para
el control progresivo de los orificios porque no se puede sentir confianza si no
se posee un sentimiento básico que garantice la integridad de su envoltura
corporal, que produzca la sensación de superficie y volumen. 28 Bion (1962) ha
teorizado este concepto con la noción de “continente psíquico”,29 dando a
entender que los peligros de despersonalización están ligados a la imagen de
una envoltura perforable y a la angustia primera según Bion, de un derrame de
sustancia vital por los agujeros, angustia no de fraccionamiento sino de
vaciamiento (algunos pacientes dicen que se les va el alma por-los-poros-de-
la-piel de tan poca fuerza que sienten y lo abatidos vitalmente que se
encuentran).
Lowen habla de la contención somática reguladora del tono muscular a
través del concepto de enraizamiento,30 a través de posiciones dinámicas que
facilitan el flujo de la energía hacia la parte inferior del cuerpo y de los pies.
Pero enraizarse no es solo estar de pie para sostenernos sobre nuestra base.
Hay otras maneras de enraizamiento. El recién nacido descubre muchos
enraizamientos. Está tendido sobre el abdomen de la madre y se enraiza sobre
la superficie de su cuerpo, percibiendo los mismos ritmos y latidos que antes
experimentaba en el útero. Es sostenido y se aferra. Cuando mama se puede
decir que está enraizando su boca. Cuando mira el rostro de la madre, está
enraizando los ojos. En el flujo del lenguaje en desarrollo empieza a enraizar
sus ideas. En los progresivos movimientos aprende –según la confianza de su
entorno- a asegurarse un buen o pobre contacto con una base física.
El enraizamiento tiene que ver con lo que sucede cuando la energía
fluye hacia la superficie del cuerpo y con el tipo de contacto que encuentra ahí.
En el reflejo del nacimiento encontramos su función básica del
organismo que determina la capacidad más o menos acertada del sujeto en el
enraizamiento sobre su propia vida. Boadella31 señala que este reflejo puede
recuperarse y volver a experimentarse en la vida adulta con mucha facilidad,
haciendo que el sujeto yacente se repliegue sobre sí mismo y sienta una
presión firme sobre la cabeza y en los pies. Un procedimiento de este orden es
utilizado regularmente por Frank Lake pionero en Inglaterra del nacimiento
relax.
Muchas de las tensiones corporales están organizadas en torno del
miedo a caer. A quien no le resulte fácil caer le resultará difícil “caer en el
enamoramiento”, es decir enamorarse. Reich relacionaba el miedo a caer con
la angustia ante el orgasmo puesto que ambos se basan en una contracción,
contra una corriente agradable.
“Como lo he demostrado clínicamente, la angustia de orgasmo se basa
siempre en la angustia de caída; la convulsión rápida y extrema del orgasmo es

28
Anzien Didier El Yo piel. Biblioteca Nueva . Madrid 1987.
29
Bion W.R. Aprendiendo de la experiencia.Paidos. Buenos Aires 1966.
30
Lowen A. La depresión y el cuerpo. Alianza . Madrid 1972.
31
Boadella David. Corrientes de vida. Paidos. Buenos Aires 1993.

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experimentada como caída si no puede seguir libremente su curso. En cambio
la convulsión libre, no inhibida, transmite sensación de flotar o volar”.32
Encontramos en pacientes que experimentan en la terapia fuertes
corrientes internas de excitación que no habían sentido desde la niñez,
corrientes agradables que van del centro del cuerpo hacia las extremidades.
Las corrientes de excitación son idénticas a las sensaciones de “montaña rusa”
que se tienen sobre todo de niño, cuando se columpian y que están
relacionadas muy estrechamente con las corrientes de energía que fluyen
libremente, que es lo que ocurre cuando el sujeto se deja llevar al abandono
completo del orgasmo.
Reich al integrar las teorías de M. Klein sobre la emoción y las teorías de
la escuela inglesa del psicoanálisis sobre la importancia de los momentos
relacionales arcaicos en la estructuración “definitiva” del carácter, sitúa la
necesidad de expresar la emoción como paradigma de liberación de la
represión excesiva a fin de configurarse las ganas de vivir, la regulación vital
necesaria para asegurar la existencia y la salud. La energía de la emoción es la
energía de la pulsión que deviene energía básica de la vida misma.
La coraza, por el contrario, retiene, inhibe los movimientos involuntarios
presentes en el reflejo del orgasmo: está segmentada como lo vemos en los
gusanos y en la columna vertebral y se halla construida por tanto de contenidos
emocionales retenidos, fijados o perturbados como temor al abandono, miedo
al dejarse caer, angustia al vacío, temor al movimiento, inquietud desmedurada
al dejarse llevar, al fluir.
Desde un punto de vista de la medicina psicosomática Pierre
Marty hablará de la “depresión esencial” (1966) 33cuando nos encontramos con
una serie de obstáculos que dificultan la expresión psíquica o conportamental
de las emociones provocan una serie de disfunciones somáticas por vías
neurovegetativas. Para Marty la depresión esencial se caracteriza por una
pérdida del tono vital, lo que corresponde a una pérdida de la libido tanto
narcisista como objetal. El fenómeno global de esta depresión esencial está
atravesado por la presencia del instinto de muerte (Reich rechazó desde el
principio el concepto de instinto de muerte como inherente a la naturaleza
humana, tal como proponía la ortodoxia freudiana para formularlo como una
formación secundaria debido a la represión del instinto sexual).

.- La expresión de lo vivo.-

Reich publicó en 1927 su”Dier Funktion des orgasmus” (La función del
orgasmo)34 queriendo establecer ante Freud y la ortodoxia psicoanalítica el
estrecho vínculo entre la neurosis y la perturbación de la genitalidad para
centrarlo en función-clave de la sexualidad y de la vida.
La energía sexual no descargada completamente durante el acto sexual
se acumula en el cuerpo, en los órganos y da lugar a un estasis libidinal que
constituye el núcleo somático de la neurosis. Este fenómeno de estasis
(bloqueo, fijación, paralización) a la actividad del sistema vegetativo: (en la

32
Reich W. “Corrientes vegetativas” en Análisis del carácter. Obra citada.
33
Marty P. Movimientos individuales de vida y muerte. Paidos .Bueno Aires.1980.
34
Este libro ha sido publicado con le título Premiers écrits Vol.II. La genitalité. Payot. París 1976.

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lógica del vegetativo expansión/contracción aquí tendríamos un estado de
contracción).
Una de las características de esta sexualidad orgástica es la satisfacción
sexual que define como “reflujo completo a la excitación de todo el cuerpo” y
descarga completa de la libido concentrada en el aparato genital. Lo que
conlleva la noción de actividad genital plena traducida en el concepto de
potencia orgástica que se caracteriza por la presencia de contracciones
involuntarias y la descarga completa de la excitación. Lo que implica la
capacidad de entregarse sin inhibición a los flujos de la energía biológica.
La fórmula del orgasmo tensión-carga-descarga-relajación es la
fórmula de la vida. Lo vemos en una ameba y lo vemos en los órganos
digestivos. El cuerpo maduro funciona en el orgasmo sexual como los
movimientos peristálticos del intestino y como los movimientos pulsantes de la
medusa. A través de estos movimientos involuntarios y pulsantes de
expansión-contracción de todo el organismo se regula energéticamente y su
movimiento es la base del funcionamiento de todo ser vivo.35
A través de la abreacción neuromuscular- emocional se facilita en
terapia la descarga involuntaria de energía al permitirse al sujeto la liberación
emocional de rabia, de dolor, de angustia, lo que facilita en un segundo
momento la armonización o distribución de la energía a otras áreas del cuerpo
pero ahora desde una experiencia de corte reguladora o homeostásica que
tiene incidencia tanto en la piel, como en la coraza muscular porque facilita el
desbloqueo de ciertas zonas al facilitar la recuperación de la flexibilidad en los
órganos internos: los pacientes verbalizan que los síntomas psicosomáticos se
alivian o remiten en gran medida; también percibimos un cambio en el
funcionamiento mental pues la forma de verbalizar los afectos recobra un
pensar mucho más psicodinámico, en el sentido que el sujeto toma mayor
conciencia de su realidad yoica.
Expresar las emociones es un proceso terapéutico básico en la
vegetoterapia porque recubre el funcionamiento lógico y básico de la vida de
los procesos mentales. Según observa Reich directamente en la estimulación
de la ameba y los biólogos llevan su interés desde el núcleo de la célula a la
membrana en la que descubren una relación activa de iones entre el
protoplasma y el exterior.36
“Literalmente “emoción” significa “moverse hacia fuera”, “sobresalir”
{…}.Básicamente la emoción es un movimiento protoplasmático
expresivo”
En este sentido diremos que trabajamos con funciones, movimientos y
excitaciones plasmáticas favoreciendo su expresión y su desarrollo en el
organismo. La expresión protoplasmática por excelencia en el organismo sería
la emoción que engloba el contenido expansivo del movimiento
protoplasmático hacia el exterior (del centro a la periferia) acompañado de
sensaciones placenteras y el contenido contráctil, cuando los estímulos
desagradables son los que predominan provocando una “remoción” desde la
periferia al centro.
En términos psicosomáticos hablaríamos de un sistema protoplasmático
que se manifiesta a través de impulsos vegetativos desde el centro (el Yo, si-
mismo) hacia la periferia (la piel, los músculos y los órganos) acompañado de
35
Reich W. “El lenguaje expresivo de lo vivo” en Análisis del carácter. Obra citada.
36
Reich W. “ La función de la emoción” (1937) en Análisis del carácter. Obra citada.

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manifestaciones emocionales más o menos intensas favorecedoras de un
equilibrio regulador . Por el contra el predominio de una coraza excesivamente
rígida dificultará la pulsación adecuada del sistema nervioso autónomo lo que
favorecería la perturbación de las funciones plasmáticas dando lugar a
patologías graves y enfermedades cardiovasculares, diabetes, algunas formas
de cáncer. “Biopatias” es el término utilizado por Reich para describir este tipo
de enfermedades: enfermedades del núcleo biológico..37
Expresar las emociones es para Reich entrar en la capacidad vital de
todo ser vivo, capacidad de poder entrar en el registro del fluir, de tener la
capacidad y el poder de dejarse llevar a los movimientos internos,
protoplasmáticos que facilitan la expansión vegetativa y sensorial tal como la
encontramos en la fórmula del orgasmo. Poder que introduce la capacidad de
estar en el mundo desde el manejo de un equilibrio somato-psíquico que facilita
en el sujeto la posibilidad de encontrar un equilibrio vital entre sí-mismo
(carácter) y el mundo exterior que le permita darle un sentido creativo a su
existencia.
En “Die Funktion des Orgasmus” (1927) hablando de la economía sexual
de la angustia refutando la teoría de Freud (“Inhibición, síntoma y angustia
1926) de que habría una “conversión sexual en angustia” cuando la excitación
somática sexual no es percibida ni descargada, llega a la conclusión desde la
clínica que en realidad no hay “conversión” sino que la misma excitación que
aparece en el genital como placer, se manifiesta como angustia si miramos el
sistema cardiovascular. Es decir que se manifiesta como “exactamente” lo
opuesto al placer.38
En el desarrollo conceptual de la teoría sexo-económica, sacada de la
experiencia clínica del análisis del carácter, primero se había centrado en la
antítesis placer-angustia tomando como referente los contenidos psíquicos
pero dándole un apoyo fisiológico recurriendo al sistema nervioso autónomo
que a través de sus dos ejes centrales simpático-parasimpático, regulan la
expansión-contracción de la musculatura y los órganos del cuerpo. Para llegar
a la fórmula del orgasmo tensión-relajación como la dinámica básica de la que
se nutre todo ser vivo. Y punto de partida de la función reguladora de la
“energía vital” en el orgasmo.
(ver recuadro 2)
Movimiento oscilatorio que se acompaña por la relación centro-periferia
poniendo el placer del orgasmo en la periferia (en los genitales y en la piel
principalmente) produciéndose dicha sensación por la expansión vegetativa. En
el caso del predominio de la angustia tendríamos la oscilación contraria que
estaría determinada por la vuelta de la periferia al centro “siendo la sede de la
sensación de angustia la región cardiaca y diafragmática”.39
Los vasos periféricos se dilatan en el momento de la expansión
(excitación sexual) y se contraen cuando predomina la angustia.
La necesidad de Reich por darle un contenido científico a sus
formulaciones teóricas clínicas le llevaron a desarrollar una serie de
experimentos sobre la carga eléctrica de la piel y de las zonas erógenas del
cuerpo a fin de determinar si los órganos sexuales en estado de excitación

37
Reich W. La Biopatía del cancer. Ediciones Nueva Visión. Buenos Aires.
38
Reich W. La función del Orgasmo. Paidos. Buenos Aires. Traducción del libro The function of the
orgasmus (1945) Nueva York
39
Reich W. “Economía sexual de la angustia” en The funtion of the Orgasmus (1945). Obra citada.

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presentaban un aumento de la carga bioeléctrica. En los “Resultados
experimentales sobre la función eléctrica de la sexualidad y de la angustia”40
Sexpol Verlag. Copenhague, Praga, Zurich (1937), llevados a cabo en
Escandinavia le sirvieron para afianzar su teoría de la antítesis sexo-
económica.41
Llegó a algunas conclusiones significativas, como que algunas zonas del
cuerpo presentaban un comportamiento eléctrico diferente del resto de la
superficie corporal que eran las zonas erógenas: labios, ano, pezones, pene.
Que el potencial eléctrico de las zonas erógenas no aumenta si no se
produce en ellas una sensación agradable. Un aumento de dicho potencial va
acompañado siempre de placer local y viceversa. También descubrió que el
aumento del potencial de las zonas erógenas aumenta proporcionalmente a la
“suavidad” del estímulo: las caricias, el tacto suave facilitan el aumento del
potencial en la piel.
La actitud del sujeto también es determinante para el incremento del
potencial.
Observó que con la misma regularidad que pasa con el placer lo mismo
ocurre con las sensaciones de angustia y de dolor que van acompañadas de
una disminución del potencial. Las personas con bloqueo emocional o
vegetativamente rígidas no muestran ninguna reacción bioeléctrica frente a los
estímulos o tan solo una reacción mínima. La frustración, la angustia y el hábito
aparecen como elementos negativos para el aumento del potencial.
Muy importantes resultarán las observaciones realizadas con el fin de
verificar sus hipótesis de trabajo sobre la relación entre excitabilidad sexual y
mobilidad energética del orgasmo partiendo de su nueva técnica que ahora
estaba desarrollando y que denominó vegetoterapia caractero-analítica.42
Reich observó que si se invitaba a un sujeto a inspirar profundamente o
a poner en tensión los músculos abdominales el electrodo aplicado sobre la piel
del abdomen indicaba una caída del potencial de superficie, que volvía a subir
con el relajamiento de la musculación y la espiración.
En la clínica de la vegetoterapia ya había observado que la inspiración
reducía las emociones y lo había relacionado con el culto militar al “pecho
fuera” que facilita la contención abdominal al dificultar la espiración y por lo
tanto la expansión corporal y la relajación somática.
Lo mismo ocurría con las variaciones del potencial que disminuía
cuando la presión era ejercida desde el interior, ósea mediante presión que el
diafragma ejerce sobre los órganos abdominales cuando desciende, tal como
sucede en la inspiración.
Estos hechos constituían la confirmación de una hipótesis acerca de la
existencia de un campo energético continuo entre el centro y la periferia del
organismo y del cuerpo percibido como un ser vivo, pulsátil recorrido por
corrientes bioeléctricas-energéticas.
Confirmó sobre todo la hipótesis vegetoterapeútica que el placer y la
angustia eran dos emociones fundamentales de la sustancia viva en torno a las
que gravita el organismo en su totalidad. El placer era la única emoción capaz

40
Las obras completas de Reich W. no están publicadas en su totalidad, gran parte de su obra fue
depositada microfilmada en la biblioteca de Ste. Genéviéve de París , donada generosamente por su hija
Eva, para que el pensamiento de su padre, pudiendo ser estudiado, permanezca.
41
Marchi Luigi de. Wilhelm Reich. Biografía de una idea. Península. Barcelona 1974.
42
Vegetoterapia viene de “vegetativo”.

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de aumentar la carga bioeléctrica de la piel, atestiguando la presencia del flujo
energético del centro a la periferia, mientras que la angustia, el malestar, el
dolor, la presión mecánica, la depresión psíquica y la muerte determinaban una
caída de dicha carga (retroacción de la energía de la periferia al centro en
contracción).
En cierta medida encontraríamos también una correlación entre estos
fenómenos psicológicos, somáticos y sociológicos porque los efectos de la
frustración, de la angustia y del hábito están en correlación con la perdida de
vitalidad del organismo en general a causa de factores sociales y culturales en
donde prima el principio de la represión de los contenidos afectivos y
relaciónales.
El sujeto acorazado teme dejarse llevar entrando en contacto a través de
la respiración con los aspectos más profundos de su Yo-cuerpo porque a causa
del exceso de boqueo-rigidez sólo engancha con la angustia; no consigue
darle a la expansión la dimensión de placer. Aquí tenemos un efecto
paradójico porque donde tendría que haber placer (por el efecto inherente que
se desprende del componente expansivo) nos encontramos, debido a la
incapacidad-imposibilidad del animal humano a expandirse, con una sensación
de angustia profunda.
Observamos pues una tensión intensa entre placer y angustia que lo
sitúan del lado de la angustia (por el balanceo dialéctico que se produce a nivel
intra-psíquico como consecuencia de la excesiva represión primaria) por lo
tanto del lado de la contracción emocional (simpaticotonía), que hace
predominar en su funcionamiento interno una actitud rígida lo que dará lugar al
mantenimiento de una contracción caracterial fijada en funcionamientos de
contención con el predominio del bloqueo de los afectos, y de las emociones
haciendo resurgir la angustia en la coraza como sentimiento predominante de
la existencia. (Recuadro 3)
La expansión es vivida como angustia y el animal humano necesita
refugiarse en actitudes rígidas, inhibitorias, a fin de protegerse de lo que teme
que es la expansión, produciendo mayor cantidad de rigidez, siendo la
contracción y el bloqueo muscular mecanismos defensivos ante la expansión.

.- El vacío existencial: miedo a la vida.

Cada vez más, el mayor número de pacientes que acuden a psicoterapia


está formado por lo que se llama estados límites. Etimológicamente se trata
de estados límite entre la neurosis y la psicosis y que reúnen rasgos que
proceden de estas dos categorías tradicionales, bien que predominan
funcionamientos mentales y emocionales que son del orden del funcionamiento
“esquizo” como es el caso del pensamiento mental escindido por más que
presenten una “cobertura” neurótica (neurosis obsesiva u histérica).43
Son pacientes que presentan una problemática crónica no resuelta lo
que da la apariencia de una cierta fragilidad afectiva reenviando a una dificultad
para cerrar adecuadamente los aspectos fundamentales de su personalidad y
permanecen en constante estado de precariedad afectivo-emocional y
psicológica. Las “fallas” narcisistas del Yo quedan demasiado a la vista lo que
43
Reich W. es el primer psicoanalista en utilizar el término “estados límites” en su libro “El carácter
impulsivo” (1925). Publicado en Reich. Premiers ecrits vol.1. Payot. París 1976.

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evidencia de modo claro una sensación de sufrimiento psíquico importante
como también la de un vacío existencial profundo que dan cuenta de la
dificultad del sujeto para estar en el mundo.
Reconocemos un conjunto de rasgos “subjetivos” que no consiguen
poner nombre. Son pacientes que sufren de falta de límites: se ve en la
dificultad para poner el Yo psíquico y el Yo corporal, diferenciar el Yo realidad
del Yo ideal, (sensación de vaciamiento, de falta de consistencia: el cuerpo no
es percibido como una entidad somática que tiene un “peso” específico, una
realidad tangible y objetiva sino que se desliza en los vaivenes de las
percepciones aleatorias como son la confusión de las experiencias agradables
y dolorosas o la indiferenciación de las zonas erógenas o la confusión pulsional
que hace sentir el aumento de una pulsión como violencia y no como deseo),
confusión dentro-fuera como ocurre en el caso de la sensación de angustia o
malestar difusos sin localización precisa; desorientación espacio-temporal y
confusión entre lo que depende de sí mismo y lo que depende de los demás,
que se traduce en dificultades en el momento de integrar las frustraciones
cotidianas lo que le lleva aun estado inquietante con fluctuaciones bruscas que
se acompañan de caídas en depresión lo que pone en evidencia la
vulnerabilidad de la herida narcisista a causa de la fragilidad psicológica.
Son rasgos caracteriales que denotan fallas importantes en el “aparato”
mental, lo que dificulta la construcción de una dimensión psíquica de
contención o envoltorio psíquico que facilite la “mentalización”.
La capacidad de pensar también está perturbada por la dificultad para
discriminar el pensar de la carga emocional que lo represente lo que le
conduce a un estar “pegado” a la sensación corporal sin llegar a tomar la
distancia necesaria para pensar adecuadamente y poder construir un discurso
propio y coherente. El decir no es fluido, trenzado en una lógica dinámica sino
que se halla invadido por “huecos” porque faltan palabras precisas que den
sentido a lo que se pretende decir (habría una falla en el encadenamiento de
los significantes).
Desde una “lectura corporal” observamos que estos pacientes
presentan una fisiología corporal caracterizada por la presencia de una mirada
lejana (bloqueo ocular) ojos retraídos. Los hombros decaídos; en las mujeres
tendencia a “envolver” sus pechos con sus propios hombros. Respiración floja
o poco vigorosa, cortada a la altura del diafragma. El pecho plano; abdominales
rígidos o flácidos, lo que dificulta la respiración profunda. La piel blanquecina,
en “escamas” y con una percepción global de decaimiento que va
acompañada de dolores musculares a veces intensos y con somatizaciones
que no curan con el paso del tiempo (asma, alergias, problemas intestinales,
disfunciones sexuales) lo que nos señala la dificultad de investir su propio
cuerpo como una realidad narcisista del sí mismo y se configura como
“síntoma” de una falta de arraigo en el mundo y una dificultad a la hora de
“cerrar” la herida narcisista de la infancia temprana.
En Reich predomina esa visión del animal humano entrampado en una
angustia interna hasta el punto que introduce como forma de vida, una falta de
estímulo como pánico a engancharse con la vida, con el compromiso del vivir
quedándose en meros espectadores de su propia existencia.
Esa “fijación” en la coraza es un refugio caracterial, una defensa frente a
las manifestaciones vitales de la propia existencia que el sujeto en su fragilidad
emocional no tiene la capacidad de estar en contacto con ellas, un

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encapsulamiento yoico. El vacío en este sentido no existe: es lo que percibe el
sujeto o su propia sensación ante las manifestaciones energéticas, pulsátiles
que, preso de pánico, traduce en inquietantes sensaciones de displacer,
angustia, hastío o temor. El vacío no existe lo que existe son sensaciones de
estrés emocional que de fin de mundo lleva al sujeto a percibir el mundo
externo y sus sensaciones internas desde una mirada catastrófica.
Lo que percibe el animal humano en nuestra sociedad Moderna cada
vez más mecanizada y alejada de la verdadera naturaleza humana es el
“horror a las fuerzas de la vida que él es incapaz de sentir en sí mismo”44 lo que
traduce en autorrepresiones de sus propias funciones naturales como son la
sensación de estar vivo, en plenitud llevándole a bloquear la expresión de la
vida en el propio organismo como es el percibir como horroroso las corrientes
plasmáticas por todo el cuerpo, el dejarse llevar a los movimientos
involuntarios, pulsátiles y a la negativa por tanto de permitirse una prueba de
vitalidad determinante como es el de asegurarse el bienestar de la respiración
profunda.
La formación reactiva elegida con la aceptación cultural consensuada a
causa del bloqueo emocional temprano en consonancia con la educación
represiva infantil es la resignación y el masoquismo correspondiente en su
estructuración caracterial lo que se traduce para los humanos en una angustia
permanente, una inquietud intensa ante la vida que cobra la paradoja del sentir
existencial en la Modernidad: estamos destinados a la vida cuando nacemos
gozando de las ilusiones que nos generará el progreso. Pero nos encontramos
con una cultura que necesita de la destrucción y de la muerte para perpetuarse.

.- Angustiados de existir

En “El carácter Masoquista”45 Reich escribe “…rasgos típicos del


carácter masoquista son los siguientes: subjetivamente una sensación crónica
de sufrimiento que aparece objetivamente como una tendencia a
lamentarse; tendencia crónica a dañarse a sí mismo y el automenosprecio
(masoquismo moral) y una compulsión a torturar a los demás…” con una
actitud provocativa “…tras la provocación existe una profunda decepción
amorosa…” provocación como estrategia inconsciente contra “…aquellos
objetos que ocasionaron una decepción es decir {…} que fueron queridos
intensamente y que realmente decepcionaron al paciente …” posteriormente.
La provocación viene a decir Reich, es una forma de pedir cariño. Y se pide
cariño para evitar la angustia.
La excesiva demanda de cariño se basa en el temor a ser abandonado
“…temor que el masoquista experimentó intensamente en la muy temprana
infancia…”.
Lo que traduce en un miedo de estar solo o “separado”. De la búsqueda
de la seguridad esencial para el niño penderá el anhelo del amor por la madre y
la angustia concomitante que será la sensación de haber perdido un amor y de
ser rechazado.

44
Reich W. Análisis del carácter. Obra citada.
45
Reich W. Análisis del carácter. Obra citada.

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Teme perder el amor de su madre con sus travesuras, que son
afirmaciones de su propia autonomía y se siente amenazado a perder ese
cariño, al mismo tiempo que pierde toda seguridad en sí mismo. Someterse es
la salida “adecuada” es decir: hacer lo posible para agradar a su madre,
someterse a todas las voluntades, reprimir determinadas emociones como el
odio o la hostilidad.
Lo que hay en juego es el temor al abandono que se traduce en rabia
contenida, hostilidad manifiesta, rivalidad reprimida, temor al expresar su
verdadero Yo lo que se traduce en una estructuración del carácter encaminada
hacia formas rígidas de ser perdiendo toda expresión de espontaneidad
natural: conductas estereotipadas en donde predomina la amabilidad, la rigidez
en las exigencias, la resignación hacia “su propio destino”, necesidad de
someterse a “padres todopoderosos”, los otros con sus exigencias cotidianas
se interiorizan como esos padres todopoderosos . Es el falso self. Lo que
prima como observamos es un exceso de amabilidad y de adaptación sobre
las formas expansivas y creativas de la existencia que se traduce en
sensaciones de no ser nada en la vida o de ser poca cosa. Nos encontramos
con pacientes que tienen la impresión de no hallarse en su sitio, en ninguna
parte. Viven con una sensación permanente de angustia o de temores
profundos, incapaces de amar porque no toleran al mismo tiempo ser amados y
por lo tanto la posibilidad de ser reconocidos y valorados (fobia a las vínculos).
Lo que se traduce en sensaciones permanentes de ahogo (asma, alergias,
dificultades respiratorias), de ansiedades difusas, angustia ante la vida y los
retos que conlleva.
La coraza tiene la función de fijar todos los contenidos
psicológicos provenientes del mundo interno y externo. Lo que se traduce en
un aumento de estasis y una retroalimentación de la propia angustia fijada en
ella. La cronicidad de la rigidez esta en proporción a la patología resultante de
las experiencias arcaicas infantiles y adolescentes como a la flexibilidad propia
del sujeto a la hora de elaborar dichas experiencias.
El sentido de organización que encontramos en el paciente esquizoide
(M.Klein) se asemeja al concepto de carácter masoquista aquí descrito en
cuanto que representan una forma de cohesión psicológica basada en
relaciones objetales internas pero rígidas. Sin embargo Reich atribuye a las
relaciones tempranas del carácter masoquista un conjunto de vivencias
subjetivas determinadas por sensaciones corporales de relación, mientras que
Klein al hablar de “posiciones” se refiere a formas mentales de administrar las
ansiedades tempranas.
En la técnica de la vegetoterapia la respiración profunda diafragmática
tiene un peso específico porque por sus características incide de manera
singular en las configuraciones profundas de la patología y en las emociones
reprimidas que la sustentan así como en los contenidos psíquicos, vivencias
traumáticas y experiencias frustrantes del mundo arcaico. El restablecimiento
del equilibrio de la energía emocional y de la elaboración mental
correspondiente está en relación directa con el restablecimiento del equilibrio
de la respiración.
La respiración tiene un ritmo semejante al del mar. Vemos las olas
ascendiendo y sumergiéndose en el pecho y en el abdomen.

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En la inspiración el tronco de expande y un impulso de alargamiento
recorre la zona intercostal hasta recorrer la columna vertebral. En la espiración
el sujeto se empequeñece, suelta lo retenido.
Sentimos nuestro centro emocional en el corazón y el centro energético
en la región abdominal. Sí el diafragme está relajado esos dos centros están
conectados y se sienten unificados; si por el contrario el diafragma está tenso,
la conexión se interrumpe. Entonces es posible conectarse con el corazón bien
que no tiene el soporte de la energía de la unidad inferior del cuerpo. Se
produce un corte que lo observamos también en un funcionamiento mental
escindido y un temor a la movilización corporal. Del mismo modo al contrario,
se puede sentir vitalidad en el abdomen pero el corte dificulta la conexión con
el plexo solar que permanece contraído; aquí observamos el pecho plano con
sensaciones epidérmicas frecuentes de frío de estar destemplado piel
blanquecina y desvitalizada que se acompaña con una percepción vital de
vacío con carencia notoria de consistencia existencia (dificultad en el arraigo.
La tendencia a la sobrecontención en el abdomen suele encontrase en
personas que han aprendido a tragar y a reprimir los sentimientos (actitudes
propias del carácter masoquista) generando una presión abdominal fuerte a fin
de retener e impedir la expresión de sus sentimientos hostiles (la rabia, el odio,
que se traduce en temor a reconocer los conflictos psicológicos ligados a la
hostilidad hacia el otro).
Situaciones del mismo orden las encontramos en los pacientes
carenciales o dependientes (propias de las estructuraciones del carácter oral)
que se traducen en una dificultad considerable a la hora de coger aire que va
acompañado con un cansancio continuado al esfuerzo que supone coger aire
para hinchar el tórax. El paciente se siente vació, blando, desvitalizado,
cabizbajo con una sensación de debilidad física y fragilidad emocional que
traduce una sensación de carencia nutricional. Estas sensaciones van
acompañadas de muy poca capacidad de inhalación en el pecho y en el vientre
lo que produce una sensación generalizada de inconsistencia del ser.
A través de la dinámica corporal tomando en cuenta el trabajo
diafragmático y su relación con los ejercicios de los ojos 46 (Navarro
diferenciaba el bloqueo primero-diafragmático-del principal-ojos) proponemos
una metodología en donde el sujeto pueda elaborar las vivencias y sus
contenidos psíquicos desde las sensaciones somáticas ya que al principio no
las puede nombrar por lo que las expresa o las siente desde una excesiva
sensorialidad.
En este trabajo de oscilación, de vaivén respiratorio hacia la relajación
partiendo de la propia lógica de contención terapéutica nos encontramos con la
rigidez y el temor también a las aperturas corporales y emocionales de cuya
dinámica el sujeto aprende progresivamente. De lo que se trata es de llenar
con contenidos afectivos, psicológicos y simbólicos su sensación de vacío
recurriendo entre otros al poder de discriminar las sensaciones corporales que
vividas en un principio como extrañas a sí mismo las puede integrar en un
segundo momento dándole sentido así a algunas experiencias de su vida
pasada facilitando con ello el trabajo de verbalización de modo que el
imaginario puesto en lo corporal vaya recubriéndose con lo simbólico del
pensar, del acto mismo del pensar, eso es de la posibilidad de crear mente

46
Navarro Federico. Un autre regard sur le patologie: la somatopsuchodynamique. Edit. EPI. Paris 1985.

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para que el sentir primigenio enganche con la capacidad de pensar de la forma
más adecuada y propicia para el sujeto facilitando pues que entre los dos
momentos psicodinámicos se intercambie la expresión (abreacción emocional)
que es la que ayuda a disolver la rigidez de la coraza, por la expansión
vegetativa puesta en la lógica del sentido someto-psíquico.

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