Machado y Juan Ramón Jiménez 24-25 (5)

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Las trayectorias poéticas de Antonio Machado y

Juan Ramón Jiménez

Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez, escritores que nacen a la sombra del árbol del
Modernismo, son las figuras indiscutibles dentro del panorama poético español de los inicios
del siglo XX.

ANTONIO MACHADO
Notas biográficas: Nació en 1875 en Sevilla, estudia en la Institución Libre de Enseñanza y
buena parte de su vida ejerció como profesor de instituto de francés en diversas ciudades:
Soria, Baeza, Segovia. En la primera de ellas se casa con Leonor Izquierdo, que morirá muy
joven, lo que marcará su existencia posterior y su devenir poético. De clara filiación
republicana, fallece en Collioure (Francia), donde está enterrado, tras un penoso periplo al
término de la Guerra Civil intentando huir de la represión franquista.

De acuerdo con la cronología que abarcan sus tres principales poemarios:

a) Soledades, galería y otros poemas (1907)


b) Campos de Catilla (1912)
c) Nuevas Canciones (1924),

Machado es contemporáneo de las corrientes modernista y vanguardista sin pertenecer por


entero a ninguna de ellas. Del modernismo rechazó el decadentismo, la afectación, el exceso
ornamentalista, la embriaguez sensualista y los excesos del primer formalismo. Modernista
fue, pero dentro de un contenido intimismo. Pervive en él en este sentido la veta romántica y
el influjo del simbolismo francés, con el que tuvo contacto por sus estancias en París. Más
incómodo anduvo frente a las vanguardias por su hermetismo expresivo, el frío juego
intelectual, la obsesiva creación de novedosas metáforas y la dimensión puramente lúdica o
racional (no vital ni emotiva) de las mismas. Las raíces de su lírica estaban en la poesía
popular (romances, cantares, coplas…), en la literatura clásica más apegada a lo emotivo
(Manrique, Lope, Bécquer…) y en algunos de sus compañeros de generación (Azorín, Juan
Ramón Jiménez, Unamuno…), a los que se sentía unido por preocupaciones comunes, como la
meditación sobre el paisaje castellano o el tema de España.

En diferentes escritos, Machado nos ofrece su concepción de la poesía en general y de la suya


en particular. “Ni mármol duro y eterno, / ni música ni pintura, / sino palabra en el tiempo”.
Su objetivo es el de eternizar una visión esencial y plena de emoción de su propio fluir
temporal y del de la realidad que lo circunda. La nostalgia, el paso del tiempo, la evocación de
la infancia… serán ejes que vertebran toda su poesía, que adquiere así la densidad de una
búsqueda metafísica y existencial sobre el ser humano.

Machado se sintió muy influido por Rubén Darío en un primer momento. Pero más tarde fue
alejándose de los aspectos más decorativos del modernismo, aunque permanecen en toda su
obra ciertas resonancias formales como son la utilización frecuente de notas de color, el uso
de una adjetivación abundante, de un vocabulario rico, de sinestesias… En cambio, va
ahondando más en la expresión de estados de ánimo por medio de elementos de la
naturaleza, que tienen así un valor simbólico. El agua, el camino, la mañana, el atardecer, los
árboles, la sombra, la luz, el silencio, las galerías, la noria… son elementos que adquieren
siempre en su poesía connotaciones añadidas. Es habitual en la poesía de Machado, algunos
de los siguientes “sistemas” de construcción poemática:

- Diálogo de una voz con seres de la naturaleza (la fuente, el viento) o entidades
abstractas (la noche, el silencio, etc).
- Anécdota narrativa en la que el yo lírico se presenta paseando o visitando algún lugar y
con ello se mezclan reflexiones o canciones.
- Descripción objetiva o soñada de una realidad visible que se convierte en símbolo.
JUAN RAMÓN JIMÉNEZ
Notas biográficas: Nace en Moguer (Huelva) en 1881 y ya desde muy joven se da por entero a
la creación poética, dedicación en la que no desfallecerá hasta su muerte en Puerto Rico en
1958, lejos de su país natal, del que se exilia tras la guerra civil. En 1956 recibe el Premio Nobel
por el conjunto de su obra.

De personalidad controvertida (aislamiento, hiperestesia, obsesión por la “Obra” perfecta), es


un poeta de indiscutible influencia en la evolución de la lírica hispánica del siglo XX. Tal y como
él mismo dejó establecido, es posible compartimentar su trayectoria en tres etapas:

- Época sensitiva: desde sus comienzos hasta 1915.

Vinculada al movimiento modernista, tanto en su vertiente más íntima (Arias


tristes) como en la más ornamental y sensorial (La soledad sonora). Los temas
basculan entre el simbolismo paisajístico, la infructuosa búsqueda amorosa o
la amenazante presencia de la muerte.

- Época intelectual: desde la publicación de un libro clave, Diario de un poeta recién


casado, en 1916, hasta su salida hacia el exilio en 1936.

Da un vuelco hacia una poesía más exigente intelectualmente y de mayor


concentración conceptual, que huye del sentimentalismo y deja aparte todo
posible exceso de adjetivación y sonoridad, apostando por la búsqueda
esencial de la palabra exacta y la liberación del verso libre. El sentido de la
inmensidad, la infinitud, la eternidad, marcarán temáticamente estos años.

- Época suficiente o verdadera: etapa final.

Se llega a la máxima innovación: junto al versolibrismo aparecen los largos


poemas en prosa; se recurre al neologismo o la propia creación lingüística; los
poemas se vuelven herméticos por la inefabilidad de la experiencia que se
pretende transmitir (pseudomisticismo panteísta: el poeta se siente unido a
un “dios” que para él es la Naturaleza, la belleza y su propio espacio interior).
TEXTOS DE ANTONIO MACHADO: que un ardiente sol lucía
dentro de mi corazón.
I. De Soledades, galerías y otros poemas Era ardiente porque daba
calores de rojo hogar,
Yo voy soñando caminos
y era sol porque alumbraba
de la tarde. ¡Las colinas
doradas, los verdes pinos, y porque hacía llorar.
las polvorientas encinas!... Anoche cuando dormía
¿Adónde el camino irá? soñé, ¡bendita ilusión!,
Yo voy cantando, viajero que era Dios lo que tenía
a lo largo del sendero... dentro de mi corazón.
-la tarde cayendo está-.
"En el corazón tenía
la espina de una pasión;
logré arrancármela un día:
II. De Campos de Castilla
ya no siento el corazón".
A JOSÉ MARÍA PALACIO
Y todo el campo un momento
se queda, mudo y sombrío,
meditando. Suena el viento Palacio, buen amigo,
en los álamos del río. ¿está la primavera
vistiendo ya las ramas de los chopos
La tarde más se oscurece; del río y los caminos? En la estepa
y el camino que serpea del alto Duero, Primavera tarda,
y débilmente blanquea ¡pero es tan bella y dulce cuando llega!…
se enturbia y desaparece. ¿Tienen los viejos olmos
algunas hojas nuevas?
Mi cantar vuelve a plañir: Aún las acacias estarán desnudas
"Aguda espina dorada, y nevados los montes de las sierras.
quién te pudiera sentir ¡Oh mole del Moncayo blanca y rosa,
en el corazón clavada". allá, en el cielo de Aragón, tan bella!
¿Hay zarzas florecidas
entre las grises peñas,
*
y blancas margaritas
entre la fina hierba?
Anoche cuando dormía Por esos campanarios
soñé, ¡bendita ilusión!, ya habrán ido llegando las cigüeñas.
que una fontana fluía Habrá trigales verdes,
dentro de mi corazón. y mulas pardas en las sementeras,
Di, ¿por qué acequia escondida, y labriegos que siembran los tardíos
agua, vienes hasta mí, con las lluvias de abril. Ya las abejas
libarán del tomillo y el romero.
manantial de nueva vida
¿Hay ciruelos en flor? ¿Quedan violetas?
de donde nunca bebí? Furtivos cazadores, los reclamos
Anoche cuando dormía de la perdiz bajo las capas luengas,
soñé, ¡bendita ilusión!, no faltarán. Palacio, buen amigo,
que una colmena tenía ¿tienen ya ruiseñores las riberas?
dentro de mi corazón; Con los primeros lirios
y las primeras rosas de las huertas,
y las doradas abejas
en una tarde azul, sube al Espino,
iban fabricando en él,
al alto Espino donde está su tierra…
con las amarguras viejas,
blanca cera y dulce miel.
Anoche cuando dormía *
soñé, ¡bendita ilusión!,
Allá, en las tierras altas, también, hacia la luz y hacia la vida,
por donde traza el Duero otro milagro de la primavera.
su curva de ballesta
en torno a Soria, entre plomizos cerros
y manchas de raídos encinares, RETRATO
mi corazón está vagando, en sueños...
¿No ves, Leonor, los álamos del río Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
con sus ramajes yertos? y un huerto claro donde madura el limonero;
Mira el Moncayo azul y blanco; dame mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
tu mano y paseemos.
Por estos campos de la tierra mía,
Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido
bordados de olivares polvorientos, -ya conocéis mi torpe aliño indumentario-,
voy caminando solo, mas recibí la flecha que me asignó Cupido,
triste, cansado, pensativo y viejo. y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.

* Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,


pero mi verso brota de manantial sereno;
A UN OLMO SECO y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.
Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido, Adoro la hermosura, y en la moderna estética
con las lluvias de abril y el sol de mayo. corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
algunas hojas nuevas le han salido. mas no amo los afeites de la actual cosmética,
¡El olmo centenario en la colina ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina Desdeño las romanzas de los tenores huecos
al tronco carcomido y polvoriento. y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
No será, cual los álamos cantores
y escucho solamente, entre las voces, una.
que guardan el camino y la ribera.
habitado de pardos ruiseñores. ¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera
Ejército de hormigas en hilera mi verso, como deja el capitán su espada:
va trepando por él, y en sus entrañas famosa por la mano viril que la blandiera,
urden sus telas grises las arañas, no por el docto oficio del forjador preciada.
Antes que te derribe, olmo del Duero.
con su hacha el leñador, y el carpintero Converso con el hombre que siempre va conmigo
te convierta en melena de campaña. (quien habla solo espera hablar a Dios un día);
mi soliloquio es plática con ese buen amigo
lanza de carro o yugo de carreta:
que me enseñó el secreto de la filantropía.
antes que rojo en el hogar, mañana.
ardas de alguna mísera caseta,
Y al cabo, nada os debo; debeisme cuanto he escrito.
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino. A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
y tronche el soplo de las sierras blancas; el traje que me cubre y la mansión que habito,
antes que el río hasta la mar te empuje el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.
por valles y barrancas,
olmo quiero anotar en mi cartera Y cuando llegue el día del último viaje,
la gracia de tu rama verdecida. y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
Mi corazón espera
casi desnudo, como los hijos de la mar.
TEXTOS DE JUAN RAMÓN JIMÉNEZ: creada por mi alma nuevamente.
Que por mí vayan todos
I. De Poemas agrestes los que no las conocen, a las cosas;
que por mí vayan todos
El viaje definitivo los que ya las olvidan, a las cosas;
Que por mí vayan todos
Los mismos que las aman, a las cosas…
… Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros
¡Intelijencia, dame
cantando;
el nombre exacto, y tuyo
y se quedará mi huerto, con su verde árbol,
y suyo, y mío, de las cosas!
y con su pozo blanco.

Todas las tardes, el cielo será azul y plácido;


*
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.
Vino, primero, pura,
Se morirán aquellos que me amaron; vestida de inocencia;
y el pueblo se hará nuevo cada año; y la amé como un niño.
y en el rincón aquel de mi huerto florido y
encalado, Luego se fue vistiendo
mi espíritu errará nostáljico… de no sé qué ropajes;
y la fui odiando, sin saberlo.
Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco, Llegó a ser una reina,
sin cielo azul y plácido… fastuosa de tesoros...
Y se quedarán los pájaros cantando. ¡Qué iracundia de yel y sin sentido!

... Mas se fue desnudando.


Y yo le sonreía.
II. De Diario de un poeta recién casado
Se quedó con la túnica
Soledad de su inocencia antigua.
Creí de nuevo en ella.
En ti estás todo, mar, y sin embargo,
¡qué sin ti estás, qué solo, Y se quitó la túnica,
qué lejos, siempre, de ti mismo y apareció desnuda toda...
Abierto en mil heridas, cada instante, ¡Oh pasión de mi vida, poesía
cual mi frente, desnuda, mía para siempre!
tus olas van, como mis pensamientos,
y vienen, van y vienen,
besándose, apartándose,
con un eterno conocerse,
mar, y desconocerse.
Eres tú, y no lo sabes,
tu corazón te late y no lo sientes...
¡Qué plenitud de soledad, mar solo!.

III. De Eternidades

¡Intelijencia, dame
el nombre exacto de las cosas!
… Que mi palabra sea
la cosa misma
POSIBLES RASGOS
ANTONIO MACHADO:

- Abundancia de símbolos (predominantemente naturales o paisajísticos)


- Léxico más o menos sencillo
- Adjetivación colorista de origen modernista
- Tono melancólico
- Insistencia en el tema del paso del tiempo y la pérdida

JUAN RAMÓN JIMÉNEZ

En la primera etapa, rasgos típicos del estilo modernista: selección léxica, abundancia de
adjetivos, tono melancólico (vid. Rubén Darío)

A partir de 1916:

- Contenido más reflexivo o filosófico (desaparición de lo sentimental)


- Uso restringido de la adjetivación puramente ornamental
- Verso libre

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