Revista de Estudios, Nº 18, Agosto 2010

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de estudios

anlisis, reflexin y debate

revista

2010 Agosto

02 Rodolfo Benito

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A medida que se atacan los fundamentos del Estado del Bienestar, persiste una fuerte campaa contra los sindicatos
05 Joaqun Prez Rey

El sindicato en la diana
07 Marciano Snchez Bayle

Copagos, impuestos sobre la enfermedad


10 Elvira S. Llopis

Polticas de vejez: un reto social de importancia creciente


16 Confederacin Europea de Sindicatos

Memorandum Sindical a la Presidencia Belga de la Unin Europea

Fundacin 1 de Mayo | Centro Sindical de Estudios C/ Arenal, 11. 28013 Madrid. Tel.: 913640601. Fax: 913640838 www.1mayo.ccoo.es | 1mayo@1mayo.ccoo.es Revista de la Fundacin. ISSN: 1989-4724

18AGOSTO2010 REviStA dE lA FUndACin. AgoSto 2010

revista DE LA FUNDACIN

A medida que se atacan los fundamentos del Estado del Bienestar, persiste una fuerte campaa contra los sindicatos
Rodolfo Benito
SECREtARio ConFEdERAl dE EStUdioS y PRESidEntE dE lA FUndACin 1 dE MAyo.

a frmula del Estado Social y democrtico de derecho significa que adems de los derechos y libertades democrticas, forman igualmente parte sustancial del sistema poltico los derechos sociales que, en su conjunto configuran lo que conocemos como estado del bienestar. Espaa es, segn define su Constitucin, un Estado Social y democrtico de derecho. Por esta razn, la concepcin del sindicato como portador de intereses generales ha de enmarcarse en el artculo 1.1 de nuestra Carta Magna. igualmente en el artculo 7 el reconocimiento pleno del sindicato como organizacin de particular relevancia. Como consecuencia de tal configuracin constitucional, en Espaa los sindicatos defienden intereses del conjunto de los trabajadores y no nicamente de sus afiliados, y defienden intereses generales de los ciudadanos y las ciudadanas y no exclusivamente intereses profesionales. los intereses colectivos de la clase trabajadora se identifican con intereses generales de la ciudadana, y stos mismos, que lo son del conjunto de trabajadores, son intereses que los sindicatos, estn legitimados para defender. El sindicato, por lo tanto, se configura no solo como una organizacin que representa al trabajo asalariado para abordar y negociar las condiciones salariales, de empleo y de trabajo, sino que deviene en un actor social que representa la identidad global de los trabajadores en su conjunto y que, por consiguiente, se relaciona con el resto de actores sociales y polticos, como representacin de la ciudadana social. los sindicatos, son un pilar fundamental del Estado democrtico moderno; es decir, del Estado Social y democrtico de derecho. Pero a medida que persiste la crisis, se estn atacando derechos fundamentales, que no slo erosionan el Estado del Bienestar, sino que ponen en peligro aspectos relevantes de la propia Constitucin. En paralelo, persiste una agresiva campaa contra el sindicalismo confederal en Espaa. Una campaa emprendida desde ciertos sectores econmicos, de la derecha poltica y meditica. Una campaa que busca el debilitamiento de los sindicatos, de su poder contractual y de su legitimidad. Un intento que, de conseguirse, producira un cercenamiento de la democracia. Por su contenido, esta campaa no pretende un debate pblico sobre el papel de los agentes sociales, sino que simplemente se alimenta del peor de los populismos. En todo caso, se trata de una campaa que carece de precedentes en la historia reciente de la democracia en Espaa. Es decir, desde que la Constitucin de 1978 recogiese la figura de los sindicatos y de las organizaciones empresariales como componentes del propio sistema democrtico. Para encontrar paralelismos semejantes, tenemos que remontarnos en el tiempo a pocas en las que la democracia estaba destruida. Pero, a que responde esta campaa? Si nos fijamos, los mismos que la sostienen, son los que plantean la destruccin de los derechos que configuran el estado de bienestar. Como se viene planteando desde los sectores neoliberales, los derechos de proteccin social son perturbaciones del mercado. y ya se sabe lo que ha de hacerse con las perturbaciones. dicho de otro modo: quebrar el espinazo al sindicalismo confederal es un requisito previo para destruir los derechos sociales. Es por tanto una ligereza descontextualizada la propuesta del Partido Popular de limitar el derecho de huelga? En ningn caso. Es ante todo parte del socavamiento del modelo social que re-

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coge nuestra Constitucin, que se sustenta entre otras cosas, en tres conceptos vitales en materia de derechos y de calidad democrtica: libertad sindical, negociacin colectiva y derecho de huelga. Es una medida claramente anticonstitucional, promovida por quienes, haciendo una lectura torticera de la Constitucin, hacen de sta una simple arma poltica. Prohibir el derecho constitucional de huelga en el momento de la discusin de los convenios colectivos, se retrotrae nada menos que a 1962, cuando la dictadura franquista regul los llamados conflictos colectivos de trabajo. del mismo modo, tampoco estn descontextualizados los sistemticos y antidemocrticos ataques a los llamados liberados sindicales. Ataques que no son sino una agresin a las estructuras sindicales y a su capacidad para la accin, a la cultura de los derechos, base fundamental de la vertebracin de la sociedad y donde radica tambin el legtimo protagonismo del sindicalismo confederal. Ataques que se alientan desde determinados liberados polticos, de ideologa netamente ultraconservadora cuando no populista que asumen una visin totalizante de la vida poltica, social y econmica. Pues qu otra cosa, sino un liberado, es un parlamentario del Congreso o de un parlamento regional, un consejero de comunidad autnoma o un miembro del gobierno de la nacin? Al igual que los dirigentes polticos nos representan en tanto que ciudadanos y su legitimidad procede de las urnas, los llamados liberados sindicales son hombres y mujeres que, durante un periodo determinado, su trabajo consiste en representar a sus compaeros y compaeras asalariados. Su legitimidad tambin procede de las urnas, en las elecciones sindicales. Que gran desfachatez, por lo tanto, la de aquellos, que en materia democrtica, reclaman una doble vara de medir! Pero los sindicatos no son sujetos subsidiarios de nadie, tienen, como decimos, su propia fuente de legitimidad en las urnas, lo mismo que la poltica, unos a travs de las Elecciones Sindicales y otros, a travs de las generales, autonmicas y locales. los sindicatos no son considerados ms representativos, por el capricho de nadie, sino por la decisin democrtica de los trabajadores y trabajadoras, que cada cuatro aos estn llamados a las urnas, en cada empresa, en cada centro de trabajo, que teniendo ms de seis trabajadores, tiene derecho a promover elecciones sindicales y la libertad de elegir a las personas y sindicatos por quienes se quieren sentir representados. En materia de Representacin Sindical en la Empresa, la representacin de CCoo y Ugt supera el 75 por ciento del total. El dato es incuestionablemente democrtico y la afiliacin sindical en Espaa, segn la Encuesta de Calidad de vida en el trabajo, es del 19.9 por ciento del conjunto de los asalariados y asalariadas. Por lo que se refiere, finalmente, al anlisis de influencia de la intervencin sindical, conviene recordar que en el modelo espaol de relaciones laborales, los beneficios de la concertacin social, la negociacin colectiva e incluso, la intervencin de los representantes sindicales en la empresa, son de aplicacin general mientras que los costes son asumidos en exclusiva por las organizaciones sindicales, sus afiliados y afiliadas, as como por sus representantes. El sindicalismo ha jugado y juega un papel central en la extensin de los derechos de ciudadana. En primer lugar, la lucha del movimiento sindical result crucial para la conquista de los derechos polticos (derecho a la participacin poltica) y civiles (libertad de movimiento, equiparacin de las mujeres en derechos civiles, etctera), tras el franquismo. Una vez que estos derechos fueron recogidos en la Constitucin, cuando ha habido ataques a los mismos, el sindicalismo ha estado en la vanguardia de su defensa (como en los casos de defensa de la libertad de expresin, de rechazo al terrorismo y al golpismo, etc.). En segundo lugar, el sindicalismo ha sido y es un factor fundamental en la transformacin social y econmica de este pas y no slo juega un papel evidente en el logro de los derechos de proteccin del trabajo, a travs de la negociacin colectiva, sino que su accin se extiende al conjunto de los derechos, ms all del centro de trabajo. Realicemos el correspondiente anlisis de que es lo que ha ocurrido en los ltimos treinta aos

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en materia de derechos sociales y laborales. Analicemos el Estado de Bienestar existente a finales de los setenta y el existente hoy y el papel de los sindicatos en materia de acuerdos y tambin de conflictos, cuando estos han sido necesarios. del mismo modo, el sindicalismo desempea un papel importante en la lucha por la extensin de los derechos de tercera y cuarta generacin, como son los derechos medioambientales o los referidos a la seguridad alimentaria, por ejemplo. lo hacen precisamente con sus propuestas de cambio de modelo productivo. Estos derechos, no son, como en otros casos derechos laborales o sociales, sino derechos de ciudadana en general. Por otro lado, cuando decimos que los sindicatos forman parte del sistema constitucional o democrtico, queremos decir que, ms all de la defensa de los intereses legtimos de sus afiliados, representan a los trabajadores en general, pues el sistema de relaciones laborales espaol es de tipo fundamentalmente representativo. del mismo modo, los partidos polticos adems de a sus militantes representan a sus votantes. Por eso unos y otros acceden a recursos pblicos, pues de lo contrario slo los ms pudientes podran ocuparse de la cosa pblica, como ocurra en los sistemas liberales del siglo XiX. Esto quiere decir, en el contexto de la tradicin continental frente al sistema anglosajn, que los sindicatos no se conciben como organizaciones privadas que defienden intereses particulares. de hecho, mediante el dilogo y la concertacin social, sindicatos y patronales, contribuyen a disear las polticas econmicas, al menos parcialmente. As por ejemplo, ya sea mediante acuerdos sociales o a travs de la negociacin colectiva, lo que hacen los agentes sociales es definir polticas de renta. naturalmente, esto es posible porque los actores que se sientan en la mesa (el estado y los agentes sociales) creen que la negociacin no es un juego de suma cero. Como se sabe un juego de suma cero es aqul en el que para que gane un jugador debe perder el otro. Frente a esta idea, se concibe el dilogo social como un crculo virtuoso en el que ganan todos los jugadores. Este crculo virtuoso forma asimismo parte de la filosofa poltica y de la cultura del Estado Social y democrtico de derecho que define la Constitucin Espaola de 1978. y hoy desde esta experiencia atesorada, desde la conviccin de que el sindicalismo articula elementos de accin, que evitan el retroceso en materia de derechos y es constructor y portador de derechos sociales, convocamos la huelga general del 29 de Septiembre. Es una huelga a la que le sobran las razones para secundarla masivamente, porque es justa, porque es necesaria y porque es el instrumento constitucional para la defensa de los derechos de los trabajadores. Unos derechos que con la poltica econmica del gobierno, sus insostenibles argumentos por injustos e inaceptables y la irresponsabilidad interesada de la CEoE, estn claramente amenazados. El sindicato es, por tanto, impulsor de reformas sociales, para la paulatina transformacin de la sociedad hacia mayores cotas de justicia, libertad y democracia. Somos conscientes, eso si, de la limitacin del mbito de sus funciones, sin tentacin pansindicalista alguna, pero muy celosos de nuestra autonoma sindical frente a cualquier pretensin de subordinar nuestro papel a terceros. Contamos con un legitimo afn de primaca en la relacin democrtica del movimiento sindical con los trabajadores, alejados de, reitero, esa visin totalizante que de la poltica y las relaciones sociales se tiene desde distintos sectores conservadores. u

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El sindicato en la diana
Joaqun Prez Rey
PRoFESoR dE dERECHo dEl tRABAJo dE lA UnivERSidAd dE CAStillA-lA MAnCHA

igmoslo sin ambages: es el sindicalismo de clase el nico actor de peso que asume la defensa del modelo social europeo. Es una tarea que desarrolla en incmoda soledad, dada la debilidad parlamentaria de la izquierda real y la renuncia de los partidos socialdemcratas a adoptar salidas a la crisis distintas de las propugnadas por el neoliberalismo. Slo el movimiento obrero entiende, al margen de la situacin de crisis, que los derechos sociales son un fundamento irrenunciable de la democracia y del bienestar de los ciudadanos. Esta condicin de llanero solitario tiene, naturalmente, graves consecuencias. El sindicato, escollera ltima en la que golpean las reformas regresivas de la legislacin social, se convierte en un objetivo a batir. lejos ya los tiempos de la legislacin promocional y de su consideracin como pieza clave de unas relaciones laborales democrticas y presididas por la paz social. la ofensiva contra el sindicato, que adems ste no puede contrarrestar de forma eficaz privado como est del acceso a los principales medios de comunicacin, se estructura bsicamente en torno a dos estrategias. la primera consiste en deslegitimarlo poniendo en duda su honradez e independencia; la segunda, de tintes ms estructurales, pasa por atacar sus instrumentos de accin, fundamentalmente la negociacin colectiva y la huelga mediante reformas jurdicas y comportamientos autoritarios. la deslegitimacin del sindicato es un hecho evidente. Un batalln de mass media se emplean a fondo en alimentar sospechas sobre la financiacin de las organizaciones sindicales, ponen en duda la actuacin de sus liberados cuando no los criminalizan directamente, niegan su independencia del poder poltico, las acusan de beneficiarse de los despidos, de ser

insensibles al desempleo o las condenan al ostracismo informativo. la lista podra ser tan interminable como exenta de fundamento. Es llamativo que ninguno de estos juicios pueda encontrar apoyo en noticias veraces y que, a diferencia del universo de la poltica, el sindicalismo confederal no se vea afectado por escndalos de corrupcin. Pero adems del intento de crear un estado de opinin desfavorable para el sindicalismo de clase, la ofensiva a la que nos referimos se afana tambin en privar a las organizaciones sindicales de los mecanismos de accin que les son propios por vas que, cuando menos, se sitan en la frontera de la Constitucin. Conviene precisar que se da aqu un salto cualitativo, no es ya que la actividad sindical busque ser debilitada por frmulas de ingeniera jurdica (las estrategias de organizacin empresarial vienen trabajando en este sentido desde hace dcadas), sino que el poder pblico pone en jaque directamente los instrumentos que conforman la autonoma colectiva. El ataque a la negociacin colectiva no tiene precedentes. la rebaja salarial en el empleo pblico, escandalosa por s misma, lo es todava ms si se tienen en cuenta sus formas, que pasan por dejar en letra muerta centenares de convenios y acuerdos colectivos tantos de funcionarios, como de personal laboral o de empresas pblicas. Con ello la fuerza vinculante del convenio de la que habla el art. 37.1 CE no slo parece una broma pesada, sino que la posicin institucional del sindicato queda extremadamente debilitada, dando alas al discurso que lo considera intil una vez que los acuerdos a los que llega de nada sirven. Algo similar sucede con la negociacin colectiva en la empresa privada, donde la huida del convenio sectorial mediante acuerdos de empresa que aqul no puede condicionar ni administrar, dejan fuertemente debilitada la figura del con-

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venio como principal norma sectorial, insistiendo en abrir vas de agua que, reiteramos, no generan exclusivamente una minusvaloracin de lo negociado sino tambin del negociador. El conflicto colectivo en general y la huelga en particular no escapan, antes al contrario, a esta embestida al poder sindical. Junto con los excesos del lenguaje (huelga salvaje, huelga insolidaria, huelga como mera maniobra poltica; maquinacin) la respuesta a los paros de trabajadores es profundamente autoritaria y no slo, que tambin, mediante la clsica va del abuso en la imposicin de servicios mnimos. de la mano de los intentos de hacer irrelevante el cese productivo mediante la imposicin de un mnimo desproporcionado de actividad, caminan la amenaza nada velada del slo conseguirn acabar en la calle y la advertencia de que se tomarn todos los medios para acabar con el paro, desde la militarizacin del serel conflicto como un ejercicio de insolidaridad y a sus promotores como manipuladores. y en este caldo de cultivo se avanzan incluso propuestas para acometer el desarrollo legal de la huelga en trminos limitativos, aun cuando el rgimen jurdico actual, en buena medida preconstitucional, ofrezca ya amplias posibilidades de restriccin del conflicto. y ah no acaban las cosas. El debilitamiento de la estabilidad en el empleo y el aumento del poder empresarial de despido, objetivos de la ltima reforma laboral, permiten a la arbitrariedad y la represalia instalarse con comodidad en el seno de las empresas, afectando, claro es, a las posibilidades de expresin democrtica y al ejercicio de la libertad sindical en los centros de trabajo. Adems la facilitacin del despido, que transita por la va de banalizar sus causas y sus formas e impedir su control judicial, repercute muy negativamente en el seguimiento sindical de los despidos en la empresa (significativo es en este sentido la extensin de la improcedencia en detrimento de la nulidad a los despidos objetivos con carencias formales, entre ellas la informacin a los representantes de los trabajadores) y en las estrategias sindicales, muy exitosas en ocasiones, de juridificacin de los conflictos. As, por lo que a este segundo aspecto se refiere, el carcter testimonial (cuando no contraproducente) del control judicial de los despidos rpidos o express, en los que abunda la reforma, expulsa al sindicato y sus instrumentos jurdicos del proceso y los convierte en testigos mudos de la arbitrariedad patronal, impidindoles compensar en el terreno judicial las dificultades de la accin sindical de la empresa. Sera, para concluir, insensato no advertir que este ataque al sindicalismo constituye uno de los efectos ms severos de la crisis econmica, y del que slo cabe esperar un abundamiento en el empobrecimiento democrtico al que asistimos. El reino de los mercados no parece dispuesto a dejar pasar la oportunidad de debilitar el poder sindical, consciente, como es, de que con ello los cascotes de la crisis caern sobre los trabajadores. u

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Sera insensato no advertir que este ataque al sindicalismo constituye uno de los efectos ms severos de la crisis econmica, y del que slo cabe esperar un abundamiento en el empobrecimiento democrtico al que asistimos. El reino de los mercados no parece dispuesto a dejar pasar la oportunidad de debilitar el poder sindical, consciente, como es, de que con ello los cascotes de la crisis caern sobre los trabajadores.
vicio a su privatizacin. Es difcil concebir una actuacin ms antidemocrtica y reaccionaria, ms alejada de la consideracin de la huelga como un derecho fundamental y ms despreciativa con los sindicatos convocantes que, en numerosas ocasiones, no piden otra cosa que el cumplimiento de los convenios colectivos vigentes. la crisis se usa como moralina que condena todo conato de resistencia a los sacrificios que se imponen a los trabajadores, reputando

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Copagos, impuestos sobre la enfermedad


Marciano Snchez Bayle
PRESidEntE dE lA intERnAtionAl ASSoCiAtion oF HEAltH PoliCy, diRECtoR dEl oBSERvAtoRio dE PolitiCAS dE SAlUd dE lA FUndACin 1 dE MAyo y PoRtAvoz dE lA FEdERACin dE ASoCiACionES PARA lA dEFEnSA dE lA SAnidAd PBliCA

ecientemente y al rebufo de la crisis econmica se ha vuelto a activar la polmica sobre el copago, polmica que en realidad esta abierta en Espaa desde 1991, fecha en la que se aprob el conocido como informe Abril que lo propugnaba. Como suele suceder y dado que es bien conocido que la mayora de la poblacin lo rechaza, se utilizan eufemismos como los de que hay que reflexionar, debe moderarse la utilizacin inapropiada de los servicios o hay que hacer consciente a la poblacin del coste de los servicios sanitarios, etc. la palabra copago, que no esta en el diccionario de la real Academia, se utiliza habitualmente para aquellas situaciones en las que las personas abonan alguna cantidad para tener acceso al servicio sanitario. En Espaa existen ya algunos copagos, como el que soportan los trabajadores activos para el acceso a los medicamentos, pero en general son poco relevantes. En Europa existen en muchos pases con modelos y cuantas variables. los argumentos que se suelen utilizar para propugnarlos tienen que ver con que se considera que el gasto sanitario es excesivo, que existe un exceso de utilizacin, que es necesario generar entre los ciudadanos conciencia del coste de los servicios y por fin, y este es un asunto generalmente no expresado en pblico, que puede ser una fuente de ingresos relevante. Sobre todo ello convendra hacer algunas reflexiones.

es tambin modesto (2,7% en los ltimos 10 aos frente al 4,1% de promedio oCdE) y con una eficiencia notable ya que estamos situados claramente por encima de la regresin que relaciona la esperanza de vida con gasto sanitario, o lo que es lo mismo, los espaoles tenemos 3 aos mas de esperanza de vida de lo que se correspondera con nuestro gasto sanitario. Por otro lado no se debera olvidar que un 10,7% de la poblacin tiene adems un seguro privado (obviamente los que tienen mas recursos) por lo que ya esta contribuyendo al gasto sanitario por esta via y lo que tambin explica que el gasto sanitario pblico sea solo el 71,8%, muy por debajo de la media de los pases de la UE. la segunda cuestin a reflexionar es cual es la capacidad de la poblacin para asumir nuevos costes en la atencin sanitaria. En Espaa en abril de 2010 segn el inE existan 8.644.000 pensionistas con un importe medio total de sus pensiones de 776,44 (570,49 en el caso de viudedad y 349,69 en las de orfandad) y aunque la distribucin de las cuantas de las mismas es amplia no llegan al 1% los que tienen pensiones superiores a 1.900 /mes. Adems hay que tener en cuenta que mas del 80% de los pensionistas tiene una o varias enfermedades crnicas y que su consumo de frmacos es alto (no por gusto sino por prescripcin de los mdicos) y que la mayora estn polimedicados. otro aspecto que debe de considerarse es que en ese mismo mes (inE, abril 2010) existan 4.612.700 parados, y que 1.298.300 hogares tenan a todos sus miembros en paro, y que el 57% de los trabajadores con empleo cobran menos de 1.000 al mes. de todo ello se deduce que la mayora de la poblacin, muy especialmente los que mas utilizan los servicios sanitarios pblicos, que son los mayores de 65 aos, lo que suele coincidir

Gasto sanitario y barreras al acceso El primer argumento se cae por si solo. El gasto sanitario espaol es bastante modesto: 2.671 / habitante y ao de gasto total (1.917,7 de gasto pblico) frente a 3.040 (2.254 de gasto pblico) de la oCdE (oCdE Health data 2009) y el crecimiento de este gasto sanitario

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con los jubilados, tienen unos recursos muy limitados a lo que se ha sumado la poblacin en desempleo que es previsible no se reduzca a corto plazo y tambin que vaya agotando su derecho a la prestacin del desempleo con lo que su situacin econmica se deteriorara an mas. los estudios que se han realizado sobre los efectos del copago son todos coincidentes y concluyen en que la eficacia en la contencin del gasto sanitario es mnima o irrelevante, las cuotas de participacin son un impedimento de importancia en el acceso a los servicios para los pobres y los ancianos que viven con bajos ingresos, que retrasan o impiden el uso de servicios sanitarios necesarios y que no se ha demostrado su capacidad para contener la demanda, que incluso, en algn caso se ha incrementado (department of national Health Welfare , Canada 1991; national Health Strategy Unit, Australia 1991; Escola de Saude de que tuviramos una utilizacin adecuada y los otros pases inapropiadamente baja, lo que es pudiera explicar que estemos en las cifras mas elevadas de esperanza de vida. En todo caso es evidente que en Espaa existen muchas consultas que son de carcter burocrtico y claramente evitables (seguimiento de las bajas laborales, recogida de recetas en casos de largo tratamiento, certificados, etc) que podran ahorrarse, y de hecho ya estn empezando a evitarse con sistemas informticos apropiados, y que el papel de la enfermera en atencin primaria no esta racionalmente utilizado de manera que muchos problemas que utilizan una consulta mdica podran perfectamente ser resueltos en las consultas de estos profesionales. Por ltimo tambin hay que tener en cuenta que las nicas consultas que deciden los ciudadanos son las que se producen a demanda ante un problema agudo, pero a partir de esa primera demanda la decisin esta en manos de los profesionales (revisiones, controles, derivaciones a especialistas, etc) y el hecho de que en las cifras antes citadas todos los pases (excepto Espaa) que estn situadas por encima de la media tienen implantados sistemas de copago. Es decir el exceso de utilizacin inapropiada no esta establecido, pero en todo caso haya algunos factores de la organizacin de nuestro sistema que favorece un exceso de carga burocrtica en las consultas y una gran parte de las consultas (mas del 70%) son decididas por los profesionales y no por los ciudadanos.

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Es evidente que en Espaa existen muchas consultas que son de carcter burocrtico y claramente evitables (seguimiento de las bajas laborales, recogida de recetas en casos de largo tratamiento, certificados, etc) que podran ahorrarse, y de hecho ya estn empezando a evitarse con sistemas informticos apropiados
Publica , Portugal 1990) .Es mas, la organizacin Mundial de la Salud en Europa sealaba en 2003 (Social determinants of Health: the Solid Facts. WHo Europe 2003) que Hay que abolir las barreras a la asistencia medica , cualquier tasa por pequea que sea tiene un efecto negativo sobre la salud de los sectores socialmente mas desfavorecidos

Los ciudadanos no tienen conciencia de coste? desde hace aos la Sanidad se financia dentro del sistema de financiacin de las CCAA mediante los impuestos. Una parte de la ciudadana sin embargo piensa que lo hace con las cuotas de la Seguridad Social (el 46,2% segn el ltimo Barmetro sanitario de 2009), pero en todo caso tiene claro que se paga por la va impositiva (solo un 10,8% dice no saber como se produce la financiacin), o sea que la inmensa mayora sabe que no es gratis y que cuesta un dinero que sale del conjunto de la poblacin. detrs de este argumento hay una falacia evidente, la de que se utilizan mal y no se valora lo que es, o parece, gratis. Si esto fuera cierto la poblacin intentara compulsivamente au-

Hay exceso de utilizacin? otro argumento utilizado es que en Espaa se da una sobreutilizacin de los servicios sanitarios y la base para decirlo es que, tambin sobre la base de los informes de la oCdE, en 2006 haba en Espaa 8,1 visitas al mdico por habitante y ao, mientras que el promedio de la UE-15 estaba en 5,8. obviamente lo primero que habra que saber es si la utilizacin era o no apropiada porque podra darse el caso

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mentar el numero de respiraciones por minuto para consumir la mayor cantidad posible de aire, ya que de momento es gratis, o solo valorara como satisfactorias las relaciones sexuales de pago y se tendra mas afecto por sus hijos si ha tenido que pagar por el parto. todos sabemos, mal que les pese a los neoliberales, que la inmensa mayora de la poblacin, tenemos afectos y satisfacciones sin que medie coste alguno, y yo dira mas, estas son las mejores y las que mas nos ennoblecen. Si lo que se trata es de recordar a los olvidadizos que sus impuestos pagan la sanidad y que esta tiene un coste elevado nada mas fcil que colocar a la puerta de los centros sanitarios un cartel con sus presupuesto anuales o de algunos costes de actividad bien conocidos, aunque tampoco estara de mas que se incluyeran los gastos en propaganda y autobombo que hacen nuestras autoridades sanitarias. considere la problemtica concreta de cada cual, mediante exenciones, tramos por renta, etc, lo que estamos diciendo es que vamos a necesitar un sistema de recaudacin cada vez mas caro. Ahora bien, si no queremos que el impacto sobre la poblacin sea dramtica (ya hemos visto que la situacin econmica de la poblacin no da para muchas alegras) los niveles de copago tendrn que ser necesariamente bajos (se hablo de un euro por consulta) y su efecto recaudatorio nulo o negativo (es previsible que incluso el sistema gaste mas que lo que recaude). Por otro lado es bien conocido que los pases con mas sistemas de copago tienen un mayor gasto sanitario, por lo que si lo que buscamos es una contencin del gasto no parece que esta sea una buena va para avanzar. Por otro lado el copago puede tener costes indirectos no considerados inicialmente. En un reciente estudio (new England 2010) el efecto de aumentar el copago fue una disminucin del numero de consultas, pero a la vez un aumento de los ingresos con un resultado final de un aumento de los costes en 24.000 $/ao por 100 personas, de lo que parece deducirse que lo que se produjeron es menos visitas necesarias con un empeoramiento de las enfermedades que acabaron produciendo ingresos que podran haberse evitado. Conviene no olvidar que Espaa es uno de los pases de la UE con menor numero de estancias hospitalarias por habitante y ao (10,72 frente a 15,92 de la UE-15) lo que tambin puede ser una causa (o un efecto) de la mayor frecuentacin en las consultas. En resumen el copago es injusto e insolidario, favorece la inequidad ya que penaliza a las personas mas pobres y mas enfermas y desde luego es incomprensible que se proponga en un momento de grave crisis econmica. nuestro sistema sanitario se basa en la solidaridad de las personas con ms recursos y mas sanas, con las que estn mas enfermas y tienen peor situacin econmica, adems de una elevada accesibilidad a los servicios. la implantacin de copagos rompera estos principios y pondra en cuestin precisamente aquello que le ha hecho universalmente apreciado. u

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El copago puede tener costes indirectos no considerados inicialmente. En un reciente estudio (new England 2010) el efecto de aumentar el copago fue una disminucin del numero de consultas, pero a la vez un aumento de los ingresos con un resultado final de un aumento de los costes en 24.000 dlares/ao por 100 personas, de lo que parece deducirse que lo que se produjeron es menos visitas necesarias con un empeoramiento de las enfermedades que acabaron produciendo ingresos que podran haberse evitado.

Genera ingresos adicionales? desde luego no lo parece. Establecer un sistema de copagos precisa necesariamente de unos costes de implantacin y mantenimiento que pueden ser muy amplios y que sern mayores cuanto mayor sea la complejidad del sistema, o sea que cuando se dice queremos poner en marcha un sistema muy justo que

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Polticas de vejez: un reto social de importancia creciente


Elvira S. llopis
viCEPRESidEntA dE lA FUndACin 1 dE MAyo

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l envejecimiento no es sino un reflejo del xito del proceso de desarrollo humano, resultado de una menor mortalidad (combinada con una reduccin de la fertilidad) y una mayor longevidad, tal y como se recoge en el informe sobre desarrollo en un mundo que envejece, de naciones Unidas. Efectivamente, en el mundo desarrollado, pero tambin en muchas partes del mundo en desarrollo, la proporcin de personas mayores en la poblacin aumenta rpidamente, y se espera que este aumento sea sostenido, con una incidencia adems muy acusada de los que se viene denominando gran ancianidad, esto es, las personas mayores de 80 aos. Esto supone un incremento del ndice de dependencia, es decir, de la relacin entre las personas que no trabajan y dependen de los ingresos generados por otras personas en relacin con el nmero de personas que trabajan y generan ingresos. Pero adems de esta consecuencia, el progresivo envejecimiento de la poblacin comporta otras de carcter social y sanitario, en la medida en que el compromiso de la sociedad con sus grupos de poblacin ms vulnerables no debe quedarse reducido a garantizar su suficiencia econmica, con ser sta de suma importancia, sino tambin a garantizar su suficiencia social, para lo que es de especial relevancia mantener la autonoma y la independencia de las personas mayores, as como establecer distintos mecanismos de inclusin social. En el caso del envejecimiento poblacional contamos, adems, con una ventaja, como es el hecho, sealado en el citado informe de naciones Unidas, de que los cambios en la estructura de edad de la poblacin que se avecinan se conocen bien, lo que hace posible actuar con anticipacin, adoptando con antelacin aquellas

polticas que permitan adaptarse a tales cambios demogrficos y adoptar las medidas necesarias para hacer frente a todos los retos que plantean. Estas medidas, no obstante, deben partir del hecho de que tanto la vejez como la juventud van mucho ms all de un mero dato cronolgico; antes bien, son fundamentalmente una construccin social, que determina, a partir de ciertas capacidades instrumentales y funcionales para mantener la autonoma e independencia, quienes pertenecen o no al colectivo de personas mayores (o de personas jvenes). Con todo, esa construccin social as definida opera bajo la lgica de la exclusin, en la medida en implica una construccin de la vejez aquella condicin que se configura a partir de carencias de todo tipoi: de carcter econmico, es la falta de ingresos derivada del hecho de no participar en el trabajo productivo; carencias de carcter fsico, derivadas de la merma de autonoma y de la existencia de algn tipo de discapacidad a causa de la edad; de carcter social, derivadas de la ausencia de roles socialmente relevantes. desde esta ptica reduccionista, la vejez no puede sino ser, en el mejor de los casos, objeto de proteccin, y ha sido desde esta ptica desde la que se han construido gran parte de las polticas de vejez en los ltimos aos. Pero, evidentemente, la autonoma e independencia tanto fsica como social de las personas tiene no poco que ver con su entorno social, con aquellas actividades de la vida cotidiana que se consideran bsicas, y socialmente relevantes, el modo en que se supone que deben ser realizadas y los medios de que se dispone para ello, incluyendo los medios tecnolgicos. o, si se prefiere, si se abandona el enfoque individual en el que esas carencias se verifican, y se adopta un enfoque social, en el que esas ca-

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rencias deben ser socialmente compensadas (lo que implica la accin positiva de los poderes pblicos y de la sociedad en general) a fin de garantizar derechos de carcter social como son el derecho al trabajo, a la asistencia, al estudio, a la proteccin de la salud, a estar libres de enfermedad, de pobreza y de soledad, entonces la vejez deja de ser meramente objeto de proteccin para ser sujeto de derechosii Un enfoque al que subyace el paradigma de la calidad de vida en la medida que tiene como finalidad garantizar una situacin de certidumbre, es decir, procurar condiciones para un desarrollo integral y asegurar en un concreto contexto social, la realizacin de la propia personalidad, garantizando que cada individuo o cada colectividad desarrolle su capacidad para hacer valer ante instancias de decisin las condiciones inherentes a su dignidad y que en un plano de justicia pueda cubrir sus necesidades bsicas y que, en definitiva, contribuyan a erramento continuo de la poblacin mayor de 65 aos con relacin al total poblacional desde 1900 hasta 2001, periodo en el que pasa de suponer apenas algo ms del 5 por ciento de la poblacin, a significar el 17 por ciento. A partir de esta fecha, el envejecimiento de la poblacin experiment un breve estancamiento que, sin embargo, se saldar con un repunte mayor a partir de 2010. A partir de ah, las previsiones demogrficas apuntan hacia un incremento muy acelerado del porcentaje de poblacin mayor de 65 aos desde 2020 hasta 2050, superando el 30 por ciento del total de la poblacin. la composicin por edad de las proyecciones de poblacin nos habla de un incremento ms significativo en el grupo de mayor edad. As, si en 1900 los mayores de 80 aos representaban el 0,6 por ciento de la poblacin espaola, en tanto el grupo de edades comprendidas entre los 65 y los 79 aos suponan el 4,6 por ciento de la poblacin, en la actualidad, el peso porcentual de quienes tienen 80 aos o ms se ha elevado hasta el 4,5 por ciento, correspondiendo a quienes cuentan con entre 65 y 79 aos el 12,1 por ciento. la estimacin para 2060 es que las personas con una edad comprendida entre los 65 aos y los 79 supongan el 16,7 por ciento, en tanto los que cuenten con 80 aos o ms supondran el 13,1 por ciento, lo que significa prcticamente la mitad de la poblacin mayor. Hay que recordar que ms de la tercera parte de las personas mayores de 65 aos precisan ayuda para las actividades cotidianas de la vida diaria, porcentaje que, en el caso de quienes cuentan con ms de 85 aos se eleva a las tres cuartas partes de la poblacin de dicha edad. Este porcentaje se reduce a un 5 por ciento en el resto de la poblacin. todo parece apuntar, por tanto, hacia la necesidad de una intensificacin en los cuidados a mayores y a que stos se irn orientando, paulatinamente, hacia los cuidados de larga duracin, dada la mayor longevidad que se manifiesta en la evolucin reciente de la poblacin mayor, y a la disminucin de la poblacin ms joven que ha venido dispensando, en general, este tipo de cuidados en el entorno familiar. Sin embargo los datos nos dicen que el gasto en proteccin social en Espaa, dentro de la que se incluyen las polticas de vejez, es muy es-

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Hay que recordar que ms de la tercera parte de las personas mayores de 65 aos precisan ayuda para las actividades cotidianas de la vida diaria, porcentaje que, en el caso de quienes cuentan con ms de 85 aos se eleva a las tres cuartas partes de la poblacin de dicha edad.
dicar conductas o ideas inconsistentes con el respeto de aquella dignidadiii. En nuestro pas la ley 39/2006 de 14 de diciembre, de Promocin de la Autonoma Personal y Atencin a las personas en situacin de dependencia, avanza en este ltimo enfoque, en la medida en que asume, en su Exposicin de Motivos, que El reto no es otro que atender las necesidades de aquellas personas que, por encontrarse en situacin de especial vulnerabilidad, requieren apoyos para desarrollar las actividades esenciales de la vida diaria, alcanzar una mayor autonoma personal y poder ejercer plenamente sus derechos de ciudadana. Un reto, por tanto, de ndole cualitativa, pero que debe afrontar, adems, un segundo reto de carcter cuantitativo, como es el hecho de que, en el caso de Espaa, la conjuncin de una mayor esperanza de vida y una menor tasa de fertilidad, ha puesto de manifiesto un incre-

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caso, situndose en el puesto catorce en el conjunto de la UE-27, por debajo de la media del gasto en proteccin social de la Unin Europea, y por debajo tambin del correspondiente a pases como italia, irlanda y grecia. As, si el gasto anual por persona en proteccin social en la UE-15 es de 6.738 (corregidos en trminos de paridad de compra), en la UE-25 es de 6.127 y en la UE-27 de 5.858 , en el caso de nuestro pas el gasto anual por persona en proteccin social se reduce a 4.664 . Pero es que, adems, la funcin vejez supone en nuestro pas un 38,7 por ciento del total del gasto social, 2,7 puntos menos que en la UE, en que esta funcin consume el 41,4 por ciento del gasto social. Con todo, est claro que lo que autnticamente nos debe servir de referencia es la relacin entre el esfuerzo que se realiza en proteccin a la vejez y el ndice de envejecimiento de la poblacin. cialmente significativo en el caso de irlanda, que es el pas de la Unin Europea con un porcentaje menor de poblacin mayor, con lo que, en principio, resultara ms fcil contar con un gasto ms ajustado a esa realidad. Espaa, con una razn de 0,5 que comparte con Finlandia y Portugal, est muy por debajo de la media de la Unin Europea, ocupando la dcimo octava posicin, a pesar de contar con una tasa de envejecimiento ligeramente superior a la media europea: 16,8 en nuestro pas frente a 16,6 como media de la UE, lo que la sita en la sptima posicin en cuanto a envejecimiento poblacional en el mbito europeo. El Plan de Accin internacional sobre el Envejecimiento adoptado por naciones Unidas en 2002 se fijaba, entre otros objetivos el de El envejecimiento en condiciones de seguridad, lo que entraa reafirmar el objetivo de la eliminacin de la pobreza en la vejez sobre la base de los Principios de las naciones Unidas en favor de las personas de edad. A pesar de ello, constatamos un menor nivel de renta de las personas mayores en el conjunto de los pases desarrollados, e incluso en el propio seno de la Unin Europea. la renta de las personas mayores experimenta, y esto es un hecho generalizado en el conjunto de la Unin Europea, una significativa merma con respecto a la renta de las personas menores de 65 aos. En el caso de nuestro pas este dato aporta un resultado del 73 por ciento de los ingresos entre los mayores de 65 aos como porcentaje de los ingresos de los menores de esta edad, por debajo de pases como grecia y Portugal, y a gran distancia de, por ejemplo, Austria, Alemania, italia o Francia. El informe la Pobreza de las personas mayores en la Europa de los 25, remitido a la Comisin Europea, afirma que En los primeros aos del siglo XXi, aproximadamente 13 millones de personas mayores se encuentran en riesgo de caer en la pobreza en los 25 Estados miembros de la Unin Europea.; dicha cantidad equivale a uno de cada seis mayores de los 74 millones que viven en la Unin Europea. Estos resultados se calculan utilizando el 60 por ciento de los ingresos medios que suponen el umbral de la pobreza para los respectivos pases. Chipre, irlanda, Espaa, Portugal, grecia e inglaterra se identifican como los pases con el mayor riesgo de pobreza para la poblacin mayor. los nuevos Estados miembros son pases

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El informe la Pobreza de las personas mayores en la Europa de los 25, remitido a la Comisin Europea, afirma que En los primeros aos del siglo XXi, aproximadamente 13 millones de personas mayores se encuentran en riesgo de caer en la pobreza en los 25 Estados miembros de la Unin Europea.; dicha cantidad equivale a uno de cada seis mayores de los 74 millones que viven en la Unin Europea.

la media de la Unin Europea seala que a un porcentaje de poblacin mayor de 65 aos del 16,6 por ciento se corresponde un esfuerzo en proteccin a la vejez que sita este gasto en el 10,9 por ciento del PiB, esto es, una razn de 0,7 dnde el porcentaje del PiB es el numerador y el porcentaje de poblacin mayor de 65 aos el denominador. Segn este criterio, Polonia y Austria, con una razn de 0,8, son los pases en que el esfuerzo en proteccin social a la vejez es ms consistente con el porcentaje de poblacin mayor, en tanto pases como Estonia, irlanda o letonia, con una razn de 0,3 tienen un desequilibrio entre ambos factores mayor, lo cual es espe-

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cuya poblacin mayor presenta muy bajo riesgo de caer en la pobreza - el promedio de riesgo de pobreza para los mayores de la Europa de los 15 (19 %) es ms del doble del observado para los mayores de los nMS 10 (9%) . Efectivamente la tasa de pobreza para la poblacin menor de 65 aos en la UE-15 es del 16 por ciento, en tanto ese porcentaje se eleva al 20 por ciento para los mayores de 65 aos, lo que implica un diferencial de cuatro puntos porcentuales entre ambas tasas de pobreza. En este contexto, nuestro pas es el que mayor diferencia presenta en la tasa de pobreza por edad: una tasa del 20 por ciento entre la poblacin con una edad inferior a los 65 aos y que entre los mayores de 65 aos se eleva al 31 por ciento, lo que supone 11 puntos de diferencia entre ambos grupos. En la mayora de los pases, segn el ya citado informe sobre vejez y pobreza en la Europa de yor de 65 aos no puede permitirse algunos gastos bsicos, como son los derivados del hecho de mantener la vivienda con una temperatura adecuada o el comer carne, pollo o pescado al menos cada dos das. Pero es ante todo la capacidad para afrontar gastos imprevistos (como puede ser, por ejemplo una reparacin domstica) en la que la diferencia el mayor: el 33,5 por ciento de los hogares en que la persona de referencia es mayor de 65 aos no pueden hacerlo, porcentaje que, en general supone el 28 por ciento. En todos los casos la situacin de las mujeres es peor que la de los varones. Esta situacin de mayor empobrecimiento y precariedad econmica puede acentuarse en el futuro inmediato en la medida en que, previsiblemente, las redes familiares de apoyo econmico se estn haciendo tambin ms dbiles; hay que pensar que en la situacin actual muchas veces son los ingresos de las personas mayores los que constituyen la fuente de ingresos ms persistente y segura de los hogares de los que forman parte. la declaracin Poltica de la ii Asamblea Mundial sobre envejecimiento de naciones Unidas, celebrada en Madrid en Abril de 2002, expresa en su artculo 12 lo siguiente: las expectativas de las personas de edad y las necesidades econmicas de la sociedad exigen que las personas de edad puedan participar en la vida econmica, poltica, social y cultural de sus sociedades. las personas de edad deben tener la oportunidad de trabajar hasta que quieran y sean capaces de hacerlo, en el desempeo de trabajos satisfactorios y productivos, y de seguir teniendo acceso a la educacin y a los programas de capacitacin. la habilitacin de las personas de edad y la promocin de su plena participacin son elementos imprescindibles para un envejecimiento activo. Es necesario ofrecer sistemas adecuados y sostenibles de apoyo social a las personas de edad. la puesta en marcha del Sistema para la Autonoma Personal y Atencin a la dependencia (SAAd) esta siendo lenta en relacin al calendario previsto tras la aprobacin de la ley, ya que a pesar de que se estn dando pasos importantes en este mbito, la implantacin del sistema no se est desarrollando de forma homognea, existiendo notables diferencias territoriales entre las distintas Comunidades Autnomas con respecto a la transposicin del

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Algo ms del 40 por ciento de los hogares en que la persona de referencia es mayor de 65 aos no puede permitirse algunos gastos bsicos, como son los derivados del hecho de mantener la vivienda con una temperatura adecuada o el comer carne, pollo o pescado al menos cada dos das.
los 25, el riesgo de pobreza es claramente ms alto para las mujeres mayores que para los hombres de edad avanzada y que las mujeres de ms de 75 aos de edad presentan el mayor ndice de riesgo de pobreza. la tasa de pobreza en nuestro pas, no obstante, se corrige notablemente despus de las transferencias sociales, en concreto, 12 puntos porcentuales, si bien hay que decir que dicha correccin mantiene las desigualdades en funcin del sexo. A pesar de ello, en el caso de los hogares en que la persona de referencia es mayor de 65 aos, constatamos que ms de la cuarta parte de dichos hogares cuentan con unos ingresos anuales inferiores a 9.000 euros, un porcentaje que en el caso del total de hogares se reduce al 12,6 por ciento, esto es, prcticamente la mitad. de este modo, algo ms del 40 por ciento de los hogares en que la persona de referencia es ma-

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desarrollo normativo, la valoracin de la dependencia y la recepcin de las solicitudes. A 1 de Junio de 2009iv constatabamos dos cuestiones muy significativas: en primer lugar, el hecho de que en seis Comunidades Autnomas la lista de espera para la identificacin de la situacin de dependencia supera el 50 por ciento de las solicitudes. Estas Comunidades son Baleares, Canarias, Catalua, Extremadura, Madrid y Murcia. En segundo lugar, el hecho, constante en todas ellas excepto en Madrid, Canarias y Extremadura, si bien que con distinta intensidad, de que ms de la cuarta parte de las prestaciones se verifican a travs de los cuidados familiares, indudablemente con mucho menor coste pero que no cumplen estrictamente con la funcin que estas prestaciones deben tener, y que nicamente puede contar con alguna justificacin en el caso de las ciudades autnomas de Ceuta y Melilla. jecen est cambiando con rapidez creciente: el tamao de las familias se reduce, el papel de la familia ampliada se desvanece y las percepciones con respecto al apoyo intergeneracional y la atencin de las personas mayores cambian rpidamente. Adems se trata de una opcin poco compatible, de manera generalizada, con la elevada tasa de soledad de las personas mayores en nuestro pas y que, afectando ms a las mujeres que a los varones, constituye un elevado porcentaje de la poblacin mayor para todos los grupos de edad. A ello hay que aadir el hecho de que gran parte de las personas mayores que manifiestan no vivir solas conviven con personas de una edad tambin superior a los 65 aos. Recordemos que la ley plantea dos supuestos bsicos. Uno, al que considera el criterio general, que es el de la prestacin de servicios. Esta prestacin de servicios puede ser directamente prestado por la Administracin, bien a travs de un servicio pblico, bien a travs de un servicio concertado, o, con carcter excepcional, nicamente cuando no sea posible el acceso a un servicio pblico o concertado de atencin y cuidado, mediante una prestacin econmica de carcter finalista, cuyo objetivo es la compra de dicho servicio. El segundo supuesto, que considera excepcional, supone una prestacin econmica para cuidados en el entorno familiar1, condicionada a una serie de circunstancias que se establecen en el artculo 14. tambin se prev la prestacin econmica para contribuir a la contratacin de asistencia personal, en los trminos que establece el artculo 19. El cuidado familiar de las personas en situacin de dependencia debe quedar reducido a la estricta situacin de excepcionalidad que establece su artculo 18, realizando un esfuerzo que impida la dualizacin del sistema en funcin del tipo de entorno geogrfico o econmico en el que vivan los distintos titulares del derecho. En el mismo sentido, es preciso que se promueva la iniciativa pblica en materia de servicios de atencin a las personas en situacin de dependencia, invirtiendo el carcter subsidiario de la titularidad pblica en este tipo de servicios, para as garantizar que la equidad

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El gasto en cuidados de larga duracin por persona de edad superior a los 85 aos en nuestro pas es de tan slo 6.083 euros, lo que significa la cuarta parte de lo que se destina por este concepto en Blgica o los Pases Bajos, la tercera parte de lo que se destina en Alemania o la mitad de lo que se destina en Francia.
Correlativamente, la Ayuda a domicilio cuenta con muy baja intensidad entre las distintas prestaciones, excepto en los casos de Andaluca, Pas vasco y Rioja, nicas Comunidades en que esta modalidad de prestacin supera el 10 por ciento de las existentes. Sin embargo, desde el punto de vista del mantenimiento de la integracin social de las personas mayores la ayuda a domicilio y cualesquiera otras medidas alternativas a la institucionalizacin no slo son ms deseables, sino que adems suponen un plus de autonoma e independencia que son el autntico objetivo de este tipo de servicios. Pero, si bien el mantenimiento del domicilio es deseable, la opcin por los cuidados familiares para atender a la dependencia de las personas mayores parece no tener en consideracin que el entorno social en el que las personas enve-

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que sirve como principio a la ley est presente no slo desde el punto de vista cuantitativo, sino tambin desde el punto de vista cualitativo, evitando con ello vacos en la provisin de servicios en aquellos lugares en los que las empresas privadas no acuden por no ser atractivos desde el punto de vista de las perspectivas de negocio. Por ltimo, sealar que el gasto en cuidados de larga duracin por persona de edad superior a los 85 aos en nuestro pas es de tan slo 6.083 euros, lo que significa la cuarta parte de lo que se destina por este concepto en Blgica o los Pases Bajos, la tercera parte de lo que se destina en Alemania o la mitad de lo que se destina en Francia. Sin embargo, el incremento de la longevidad, as como los distintos estilos de vida y de convivencia, harn de este gasto una prioridad en los prximos aos, prioridad para la que es necesario no slo incrementar el gasto, sino hacerlo en forma de inversiones pblicas que garanticen el cuidado y la atencin tanto dentro como fuera del domicilio, prestado a travs de personal especializado, y garantizando su cobertura como un derecho independientemente de las voluntades polticas de los distintos gobiernos y administraciones. u

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NOTAS
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El artculo 1 del Rd 615/2007 ampla el concepto de cuidador no profesional a vecinos siempre que se den determinados supuestos. Sandra Huenchua: Polticas de vejez como mecanismo de promocin de los derechos de las personas mayores: algunos acercamientos terico-conceptuales. RBCEH - Revista Brasileira de Cincias do Envelhecimento Humano, Passo Fundo, 52-60 jul./dez. 2006 id. id. ltimo dato homogneo. Ministerio de Sanidad y Servicios Sociales.

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ii iii iv

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Memorandum Sindical a la Presidencia Belga de la Unin Europa


Confederacin Europea de Sindicatos
JUlio / diCiEMBRE 2010

1. INTRODUCCIN la Presidencia belga se enfrentar a una serie de grandes desafos, sobre todo por el rpido aumento del desempleo y la ola de medidas de austeridad nefastas para la recuperacin de la economa en un intento desesperado por convencer a los mercados. El perodo ms importante ser el principio del otoo y el invierno cuando la gente perciba la magnitud de la disminucin de los salarios y de las pensiones y la cada en el nmero de puestos de trabajo. Esto tambin podra llegar a ser un tema candente, sobre todo durante la Jornada de Accin Europea organizada por la CES en septiembre. los trabajadores que pagan el precio de la crisis estn cada vez ms enojados, un enfado perfectamente justificado. las condiciones impuestas por la Unin Europea (UE) a grecia para ayudarle a salir de su crisis presupuestaria son demasiado estrictas. Sus posibilidades de xito son escasas debido a estas restricciones que van mucho ms all de las recomendaciones del Fondo Monetario Europeo (FMi). la solucin del problema griego no es favorable a Europa. Ms bien al contrario. El hecho de que la oCdE, el FMi y el g20 fomenten una reduccin y la retirada de cualquier otro plan de recuperacin tiene un impacto negativo en estas instituciones. En 2007/2008, los lderes mundiales no siguieron el ejemplo del presidente Hoover y de los dirigentes de la poca en 1931. no impusieron reducciones simultneas en el gasto pblico que hubieran originado un retorno de la gran depresin. Hace dos aos, se rescat a los bancos, se mantuvo el nivel de gastos y, en algunos casos, se establecieron planes de recuperacin. Se aplicaron de manera ejemplar los principios keynesianos. Hoy, con la excepcin de Estados Unidos, los lderes actan como el Presidente Hoover en 1931 y los mercados ejercen una gran influencia en la poltica econmica. Si la UE quiere salir del estancamiento econmico en el que se encuentra actualmente, debe mostrar determinacin y situar el crecimiento en el primer puesto de la lista de objetivos. En la actualidad, la CES considera que no se ve ninguna estrategia en este mbito. Su planteamiento parece al contrario enteramente basado en esta premisa: alentar a los Estados Miembros a que paguen sus deudas. la CES espera que la Presidencia belga haga del crecimiento una de sus prioridades. la Estrategia 2020 se ha convertido en el nuevo buque insignia de la iniciativa de la Comisin y la CES est convencida de que esto es un error. los problemas inmediatos deberan ser prioritarios, sobre todo medidas para crear puestos de trabajo, especialmente para los jvenes, una gobernanza econmica europea, una regulacin financiera eficaz para revertir la tendencia de la especulacin de alto riesgo y la transicin a una economa baja en carbono. la Estrategia 2020 de la UE no ofrece ninguna respuesta para resolver la crisis y falta claramente una lnea de ataque para promover un retorno al crecimiento econmico. la UE y la zona euro deben desarrollar una estrategia para el crecimiento, opuesta al enfoque actual de reduccin significativa del presupuesto que podra derivar en una recesin. Esto es exactamente lo que ocurri en 1931. Reducir el gasto

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en un perodo de bajo crecimiento y alto desempleo, fue la eleccin de los lderes mundiales en 1931. Esto nicamente servir para fortalecer el estancamiento econmico y aumentar el desempleo. Por otra parte no mejorar las perspectivas presupuestarias ya que una economa debilitada conlleva una menor recaudacin fiscal y termina con los ahorros realizados tras la reduccin de los gastos pblicos. la CES se muestra decepcionada por la postura adoptada por el Consejo de la UE en marzo a propsito de la Estrategia 2020: segn este documento, la crisis y sus consecuencias son temporales y poco a poco se ir volviendo a la normalidad gracias a la desregulacin y a una mayor flexibilidad del mercado. Rechazamos este enfoque y en su lugar pedimos la elaboracin de un plan europeo de recuperacin, unido a un new deal social y ecolgico que represente el 1% del PiB de la Unin Europea para impulsar el empleo, la inversin y el crecimiento. la adopcin de medidas de austeridad, presentadas como un electroshock que permitir a Europa salir de la crisis, constituye una verdadera amenaza para el crecimiento y el poder adquisitivo. Estas medidas darn lugar tambin a una reduccin de la proteccin social, el ltimo baluarte contra la exclusin social y no harn ms que agravar una precariedad ya extendida. El rigor presupuestario acabar con cualquier esperanza de recuperacin. la CES espera que la Presidencia belga se centre en el crecimiento, el empleo y el desarrollo sostenible e industrial. los lderes europeos pueden y deben hacerlo mejor. la CES expresa su preocupacin por el impacto de las recientes decisiones del tribunal de Justicia Europeo, que han situado la libre circulacin ms all del cumplimiento de los convenios colectivos y ha permitido la existencia de un salario reducido y desigual. Para conservar el apoyo de los trabajadores, la UE debe, con urgencia, revisar los objetivos sociales de las normas del mercado interior. la CES espera que la Presidencia belga ponga fin al actual silencio de la Comisin a travs de la promocin de acciones en este campo. - En primer lugar, la CES insta a la Presidencia a hacer todo lo posible para promover la adopcin de un protocolo de progreso social1 para orientar al tribunal de Justicia en cuanto a la necesidad de respetar los derechos sociales fundamentales en el mercado nico. Este protocolo debera adjuntarse a los tratados, tener el estatuto jurdico y la autoridad necesarios para una interpretacin clara de los artculos de los tratados. la prxima oportunidad para adoptar tal Protocolo tendr lugar en las prximas ampliaciones. - En segundo lugar, la CES insta a la Presidencia belga a adoptar todas las medidas necesarias para revisar la directiva sobre desplazamiento de trabajadores. de lo contrario, la presin que empuja a los sindicatos en contra del mercado nico se va a intensicar, sumndose a las dicultades de la crisis actual. En la crisis econmica actual, los partidos polticos de extrema derecha y/o los partidos nacionalistas han ganado terreno. Estos partidos tienen un comportamiento nacionalista, racista y xenfobo contra los trabajadores migrantes. Ah est un ejemplo reciente: en los Pases Bajos, el partido de extrema derecha se ha convertido en el tercer partido del pas y, al mismo tiempo, ha disminuido a la mitad el nmero de escaos demcrata Cristianos. En Blgica, el partido nacionalista flamenco n-vA ha tenido un cierto xito. El paisaje poltico europeo ha experimentado profundos cambios en detrimento de Europa. Europa debe responder formalmente y aplacar las preocupaciones de los ciudadanos y del movimiento sindical europeo. Asimismo, es necesario aclarar las responsabilidades institucionales en el seno de la UE tras la adopcin del tratado de lisboa. tal vez era comprensible que la Presidencia espaola deseara mantener su programa de actividades, pero, en este momento crucial, parece existir cierta confusin entre la Presidencia de turno, el Presidente del Consejo y el Presidente de la Comisin y sus diferentes campos de accin. la Presidencia belga est bien situada para poner fin a esta confusin.

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2. IMPACTO DE LA CRISIS FINANCIERA, ECONMICA Y SOCIAL debido a la crisis econmica y financiera, la presin creciente en favor de un retorno prematuro al saneamiento de las finanzas pblicas es contraproducente. Si tal decisin se adopta, los Estados miembros no podrn beneficiarse de una posible recuperacin econmica y esto perjudicar

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a los servicios pblicos. En estos tiempos de crisis, la poltica social y los servicios pblicos en toda Europa deben ser preservados y reforzados, no debilitados por una aplicacin rgida del Pacto de Estabilidad, imponiendo importantes recortes prematuros y significativos de los dficits presupuestarios a partir de la aparicin de los primeros signos de recuperacin econmica. Europa debe invertir en los prximos tres aos el 1% de su PiB anual para crear ms empleos y de mejor calidad, promover la innovacin, la investigacin, el desarrollo y el empleo en sectores clave, invertir en tecnologas verdes, innovadoras y sostenibles, mantener servicios pblicos de calidad, proporcionar a los trabajadores cualificaciones necesarias para una tecnologa ecolgica y con un futuro respetuoso con el medio ambiente y mejores puestos de trabajo cualificados. 4 millones de empleos se han perdido en la UE desde el comienzo de la crisis, aunque sus consecuencias se han atenuado ligeramente gracias a sistemas de desempleo parcial y otros. A pesar de ser importantes, estas medidas a corto plazo no son en s suficientes para garantizar un final exitoso a la crisis. las polticas de empleo deben centrarse en preparar la transicin hacia una economa baja en carbono. los jvenes sufren las consecuencias de la contraccin en el empleo. Casi 25 millones de ellos estn desempleados en la UE y su nmero seguir aumentando. Sin embargo, la regulacin financiera no ser suficiente para restablecer la justicia social. los responsables de la crisis, nacida de un comportamiento colectivo irresponsable, deben llevar una gran parte de la carga que pesar sobre nuestras sociedades en el futuro. la CES pide la aplicacin del principio de "quien contamina paga a los mercados financieros y pide a la Presidencia belga que comience a elaborara un modelo de ley de tasa a las transacciones financieras (ttF) aplicable a nivel europeo, incluso ms all, sobre la base de las propuestas del WiFo2 y de Spahn3. El impuesto europeo sobre las transacciones financieras sera aplicable a todos los operadores y no a los pases y, como tal, sera independiente de la ubicacin geogrfica de las principales bolsas de valores. Al mismo tiempo podra generar ingresos fiscales significativos que podran ser utilizados para apoyar una poltica social a nivel europeo cuando la crisis haya terminado. la CES est convencida de que hay que hacer ms a nivel europeo para poner fin a los parasos fiscales, evitar la evasin fiscal y restaurar la equidad fiscal entre capital y trabajo, entre ricos y pobres. la Presidencia belga contribuir sustancialmente a una fiscalidad transfronteriza eficaz haciendo avanzar los trabajos sobre una directiva relativa a la tributacin de los rendimientos del ahorro que tendra por objeto colmar las lagunas existentes y prevenir la evasin fiscal y se aplicara a todos los implicados, a todas las formas de rentas del capital y ms all de las fronteras europeas. En el mbito de la fiscalidad de las empresas, la Presidencia belga debera: - apoyar una nueva propuesta de la Comisin Europea a favor de una directiva sobre la base imponible comn consolidada del impuesto de sociedades (ACCiS)4; - reforzar el Cdigo deontolgico vigente de la fiscalidad de las empresas; - y trabajar para mejorar las normas contables que abarcaran toda la base imponible para el impuesto de sociedades mediante la creacin de un sistema de informacin europeo aplicable a las empresas multinacionales pas por pas. En la actualidad, el nfasis de las autoridades europeas est en el saneamiento de las finanzas pblicas, como ya ocurri en 1931 bajo el impulso de todos los gobiernos. la CES est convencida de que las economas ms fuertes deben desarrollar nuevos planes de estmulo y que Europa en su conjunto debera disponer de instrumentos como el Fondo de recuperacin para los sectores ms respetuosos con el medioambiente y ms sostenibles. la CES prev que las olas de protestas, huelgas y manifestaciones en grecia y otros pases irn en aumento. la CES tendr la oportunidad de insistir en sus prioridades durante la manifestacin europea que organiza el 29 de septiembre en Bruselas. Cada pas tiene sus propias tradiciones y su forma de ejercer presin y es esencial que todos tomen medidas para evitar que hechos como los acaecidos en 1931 vuelvan a ocurrir, a saber, el establecimiento de reducciones en todas las economas. la CES espera que la Presidencia belga proponga al g20 adoptar un impuesto sobre las transacciones financieras y regulaciones estrictas para los bancos, fondos especulativos y otros animales salvajes de la selva financiera de Wall Street.

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3. LA EUROPA SOCIAL Y LA DIMENSIN SOCIAL DEL MERCADO

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Estas son las propuestas que a la CES le gustara ver incluidas y ampliadas durante la presidencia belga de la Unin Europea.

Hacia un nuevo impulso para una estrategia ms equilibrada del mercado interior la CES acoge con satisfaccin el informe del ex comisario europeo Mario Monti, sobre la manera en que la UE debera relanzar su mercado nico y las medidas para completar un mercado nico actualmente desequilibrado. Monti entiende que el mercado nico se encuentra en un punto de inflexin porque se aaden el cansancio de la integracin" y el "cansancio del mercado", mientras que el apoyo poltico y social se erosiona dejando lugar a la sospecha y la abierta hostilidad. los esfuerzos de Monti para hacer frente a los desafos planteados por los casos presentados ante el tribunal de Justicia son tiles si la Comisin quiere evitar cualquier avance. la CES acoge con especial satisfaccin el hecho de que "solo cabra esperar una aclaracin sobre estos temas en favor de posibles recursos" y que "las fuerzas polticas deben buscar una solucin coherente, de acuerdo con el objetivo del tratado de instaurar una economa social de mercado. Uno de los mensajes centrales de este informe es que hay que reducir las tensiones entre la integracin del mercado y los objetivos sociales. Estas recomendaciones no aparecen por mero accidente: el Profesor Monti es el autor de la famosa "clusula Monti" en el marco del Reglamento Monti (1999 n 2679/98), que confirm el derecho de huelga en el marco de la libre circulacin de mercancas (e inspir la propuesta de la CES sobre la inclusin de un Protocolo de progreso social en los tratados). la coordinacin fiscal es otra de las propuestas del informe que ser seguida por la Presidencia Belga. Si el mercado nico es visto como una herramienta para la supresin de los derechos sociales y como una herramienta para la competencia desleal y el dumping social, la base de consenso sobre la integracin europea se va a desgastar rpidamente. tratar este informe es un ejercicio particularmente difcil. la CES apoya las recomendaciones del Sr. Monti que pretende que se calmen las preocupaciones de forma proactiva y que se modifiquen las normas que regulan el mercado nico para que sean sostenibles y compatibles con los derechos fundamentales. Se solicita a la Presidencia belga que presente propuestas para reforzar los derechos de los trabajadores, la coordinacin fiscal, servicios pblicos de calidad, accesibles y asequibles que garanticen una mayor seguridad jurdica que permitira crear misiones sostenibles de servicios pblicos y garantizar los derechos fundamentales. la CES pide una evaluacin crtica exhaustiva de las liberalizaciones y privatizaciones anteriores con la participacin de todos los actores principales y mantiene su peticin de una moratoria para las liberalizaciones. la CES pide en particular a la Comisin que declare que no tiene intencin de presentar propuestas para liberalizar el agua o los residuos as como el transporte ferroviario nacional de pasajeros y que respetar esta declaracin. la CES espera que el futuro paquete "Altmark" sobre las ayudas y las iniciativas gubernamentales en materia de partenariados pblico-privado institucionalizados, de concesiones y de mercados pblicos, tendr en cuenta las disposiciones del nuevo tratado. la CES pide una evaluacin a fondo de los Partenariados Pblico-Privado (PPP). no es aceptable que la Comisin exija, sin una evaluacin crtica de los problemas y fracasos, una ampliacin del mbito de los PPP y que ejerza unilateralmente presin para que el sector privado tenga un papel ms importante. la Comisin considera que la afirmacin de que los PPP mejoran la eficacia y reducen las cargas sobre los presupuestos pblicos es evidente, aunque esto es puesto en duda por muchos investigadores. los PPP deberan ser evaluados de manera independiente y las consecuencias jurdicas, econmicas y sociales de los contratos y subcontratos de los PPP deberan ser mucho ms transparentes. los poderes pblicos competentes deberan disponer de suficientes fondos pblicos para financiar los servicios pblicos. los requisitos contables sobre los dficits pblicos no deben llevar promover indirectamente los PPP. desde hace ms de seis aos, la CES exige un manual sobre las compras pblicas sociales que explique cmo incluir consideraciones sociales y ticas, as como cuestiones relativas al empleo, en

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los procesos de adjudicacin de contratos, que van desde el suministro de informacin al respeto de la proteccin del empleo, las condiciones de trabajo, pasando por el respeto de los convenios oit y los convenios colectivos.

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Los servicios pblicos los servicios pblicos juegan un papel clave en la actual crisis financiera debido a que garantizan la cohesin social y territorial, atenuando al mismo tiempo los efectos de la crisis y hasta podran jugar un papel an ms importante. incluso los neoliberales han reconocido que los servicios pblicos son a la vez "estabilizadores automticos" econmicos y sociales. la CES insiste en que la financiacin de los servicios pblicos debe basarse en medidas fiscales apropiadas, incluida la introduccin de sistemas de tributacin progresiva y ms equitativa (por ejemplo, la fiscalidad de las transacciones financieras), as como la mejora de la eficacia en la recaudacin de impuestos. Se deben planificar a medio y largo plazo las estrategias de salida y el ajuste de las finanzas pblicas. los servicios pblicos se enfrentan hoy a un doble reto: la peor crisis desde 1930 y la actual poltica de las instituciones europeas que aboga por establecer medidas de austeridad. El sector pblico se ha convertido en el ltimo medio para compensar los dficits presupuestarios generados por el rescate de bancos en quiebra. varios gobiernos nacionales han impuesto recortes drsticos del gasto pblico amenazando seriamente la justicia y la integracin social. la Comisin Europea coloca a los Estados miembros bajo presin, dando prioridad absoluta al saneamiento de las finanzas pblicas a expensas del crecimiento. Esto no har sino agravar la recesin y dar lugar a un aumento del desempleo. la CES est convencida de que el nuevo artculo 14 del tFUE asociado con el nuevo protocolo 26, supone una obligacin de actuar. Es inaceptable que la Comisin siga rechazando cualquier accin. la CES pide a la Presidencia belga que haga presin sobre la Comisin para que elabore una propuesta legislativa sobre la base de este nuevo artculo 14. la anterior demanda de "directiva marco", que estaba basada en las normas del mercado interior (artculo 114 del tFUE) se sustituye a partir de ahora por la nueva demanda de reglamento(s). El contenido de dicha regulacin debera reforzar la misin de "servicio pblico" de los servicios pblicos y estipular que (1) el poder de definicin corresponde a las autoridades pblicas competentes a nivel local, regional y nacional, (2) el ejercicio de esta discrecionalidad no debera poder ser cuestionado en el marco de un procedimiento judicial, excepto en los casos de error manifiesto, y (3) la carga de la prueba debe recaer en la Comisin Europea o en cualquier otro querellante y no en la autoridad local, regional o nacional. Es posible considerar ms disposiciones. las normas de la subsidiariedad son esenciales para crear un equilibrio entre servicios pblicos creados a nivel nacional y las reglas europeas sobre la competencia y el mercado interior. Adems de los reglamentos, los Estados miembros y los poderes pblicos regionales y locales pueden (al nivel adecuado) establecer un registro de los servicios de inters general no econmico, que estn excluidos de la aplicacin de las normas que rigen la prestacin de servicios, la competencia y las ayudas gubernamentales. Este nuevo enfoque dualista tiene la ventaja de permitir tomar totalmente en cuenta la diversidad de tradiciones, culturas y valores nacionales, etc. y un Estado miembro con una definicin ambiciosa de los servicios pblicos puede plantear una lista ms larga que un Estado miembro menos ambicioso. las directrices sectoriales existentes deberan ser revisadas y mejoradas a la luz de las nuevas disposiciones del tratado y completadas en particular por la clusula Monti (Reg. CE 2679/98) y una clusula social. El propsito de esta clusula es anclar los derechos fundamentales en toda la legislacin referente al mercado interior. la clusula garantizara que la aplicacin de las libertades econmicas fundamentales del mercado interior no sea un obstculo para los derechos a la negociacin colectiva y al derecho de huelga tal como se define en la legislacin nacional.

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Servicios sociales

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la CES apoya los esfuerzos del Parlamento Europeo y la Presidencia belga para mejorar la seguridad, la calidad y la disponibilidad de los servicios sociales de inters general. los servicios sociales son parte de una "zona gris" que perjudica la realizacin de las misiones que le son encomendadas. Se enfrentan a un creciente nivel de inseguridad, incertidumbre y litigios jurdicos. los reglamentos sobre los servicios de salud y los servicios sociales, por tanto, deben tener plenamente en cuenta las nuevas disposiciones del tratado. Una excepcin a las normas del mercado interior debe ser aplicada en virtud del art. 86, prrafo 2 CE, siempre que el desarrollo del comercio no se vea realmente afectado5. Hay que frenar la precarizacin larvada de los servicios pblicos. la decisin de la Comisin contra los Pases Bajos en materia de vivienda social, que establece un lmite de ingresos (de 33.000) y evita que se mezclen personas de diferentes clases sociales, constituye una clara violacin de las normas de subsidiariedad y debera ser puesto en duda. la CES se muestra escptica en relacin con los marcos voluntarios sobre la calidad de los servicios sociales. la calidad del trabajo, el dilogo social y la financiacin garantizada son elementos estratgicos esenciales destinados a promover servicios pblicos de calidad.

Servicios de salud En cuanto a los servicios de salud, la CES ha tomado buena nota de la propuesta de directiva respecto a los servicios de salud transfronterizos del 2 de julio 2008 y de las mejoras que se hicieron en abril pasado, cuando fue aprobado en primera lectura por el Parlamento europeo. la pelota est ahora en el campo del Consejo. Por lo tanto, la CES espera sobre todo que la Presidencia belga confirme los avances nacidos de los debates en el Parlamento, especialmente en cuanto a: la confirmacin de las competencias de los Estados miembros para organizar sus sistema de salud y de definicin y puesta en marcha de las condiciones de acceso a los servicios de salud; la limitacin de la movilidad transfronteriza a la de los pacientes; la exigencia de igualdad de trato entre pacientes nacionales y pacientes inmigrantes. Estas mejoras en realidad pueden fortalecer y proteger los sistemas nacionales de salud y permitir, al mismo tiempo, a los pacientes utilizar su derecho a circular libremente y garantizarles servicios de salud ptimos. Sin embargo, la CES tiene la intencin de asegurarse de que se introduzcan dos mejoras importantes: (i) la primera se refiere a la cuestin de la autorizacin previa. la CES est convencida de que esta debe seguir siendo la norma cuando sea necesario, porque es un instrumento legtimo que permite regular el acceso a los sistemas nacionales de salud manteniendo su estabilidad financiera. En otras palabras, la CES reclama que la redaccin del Artculo 8, prrafo 3 del proyecto de ley sea revisada, (ii) la segunda mejora planteada por la CES se refiere al fundamento jurdico de la directiva que, creemos, debera completarse con una referencia al Artculo 168 del tratado de Funcionamiento de la Unin Europea, lo que consolidara de manera inequvoca la dimensin social intrnseca a los sistemas de salud, no limitndolos nicamente a las consideraciones del mercado interior.

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Reglamentacin inteligente A la espera de la Comunicacin de la Comisin sobre una reglamentacin inteligente, prevista para este otoo, la CES exhorta a la Presidencia belga a garantizar que esta nueva iniciativa constituir un verdadero esfuerzo de mejora de la legislacin y no una reduccin de sta. Para mejorar la legislacin existente, la Comisin debera preguntarse si las acciones jurdicas cumplen sus objetivos. Sin embargo, hasta ahora, el objetivo de la Comisin ha sido reducir los procedimientos administrativos de las empresas sin estudiar las consecuencias sociales de este

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paso. la CES est preocupada por los balances de calidad y los ejercicios piloto anunciados por la Comisin en los mbitos de medio ambiente, transporte, polticas sociales, polticas industriales y polticas en materia de empleo, para identificar las cargas excesivas. la CES pide a la Presidencia belga que se asegure de que se consulta adecuadamente a los interlocutores sociales. Cualquier revisin de la legislacin que gobierna las polticas sociales y de empleo debe implicar a los agentes sociales. Adems, las medidas destinadas a mejorar la legislacin no deben contrarrestar el objetivo del acto jurdico en cuestin, por ejemplo, rebajando las normas.

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Derecho de sociedades la CES ha expresado, en numerosas ocasiones, una seria preocupacin sobre la propuesta de la Comisin respecto al Estatuto de la Sociedad Privada Europea. Mientras que la CES anima las iniciativas que mejoran las condiciones del mercado para las empresas, y se felicita de cualquier propuesta que pretenda mejorar los resultados de las PyME en el mercado, es imperativo que su flexibilidad no sea reforzada en detrimento del derecho que tienen los trabajadores de sentarse en el Consejo de Administracin de su empresa. Es necesario, por tanto, un replanteamiento profundo del Estatuto de la SPE. Es particularmente importante que este estatuto vaya acompaado de reglas que gobiernen las normas mnimas sobre la participacin de los trabajadores. Es igualmente esencial que la SPE no ponga bajo presin las formas jurdicas nacionales, as como los derechos de participacin que les estn vinculados. Una dimensin transfronteriza y exigencias mnimas en materia de fondos propios son, por tanto, condiciones previas esenciales a la creacin de una SPE. los debates relativos al Estatuto de SPE propuesto han sacado a la luz de nuevo la necesidad de velar por que las empresas no abusen de las posibilidades ofrecidas por el mercado interior para escapar a las obligaciones legales que les seran aplicables de otra forma en virtud del derecho nacional. Por tanto, la CES renueva su peticin de un debate abierto con los interlocutores sociales respecto a una 14 directiva derecho de sociedades sobre la transferencia transfronteriza de la sede estatutaria de las sociedades de capitales para evitar la creacin de empresas buzn. Una iniciativa de este tipo constituye una condicin previa indispensable para cualquier avance posterior del derecho europeo de sociedades, incluyendo en particular la adopcin del Estatuto de SPE. globalmente, la CES recomienda un enfoque ms sostenible respecto a la participacin de los trabajadores en el derecho europeo de sociedades. las empresas son cada vez ms internacionales y la Unin debe preguntarse si es posible conseguir una racionalizacin, a nivel europeo, de las disposiciones que regulan la participacin de los empleados y, en ese caso, de qu manera. Esta reflexin no debe orientarse hacia una disminucin de las disposiciones nacionales existentes sino que debe estudiar sobre todo de qu manera podra la Unin promover formas de sociedades europeas competitivas y socialmente responsables. la CES pide a la Presidencia belga que estimule este debate con los interlocutores sociales europeos.

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Desplazamiento de trabajadores las sentencias del tJCE mencionadas anteriormente han planteado preguntas importantes en cuanto a la manera en la que los Estados miembros y los sindicatos de toda Europa estarn autorizados a establecer y defender normas laborales en la era de la mundializacin. Es fundamental que los Estados miembros estn autorizados a poner en marcha la directivasobre desplazamiento de trabajadores, no solo en conformidad con sus tradiciones nacionales, sino tambin respondiendo a sus objetivos iniciales, es decir, reforzar la proteccin de los trabajadores en el mercado nico y garantizar un clima de competencia leal. la CES pide con insistencia a la Presidencia belga de la UE que lance la revisin de la directiva so-

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bre desplazamiento de los trabajadores para restaurar sus objetivos iniciales. la CES contribuir activamente a este debate. Adems, ha formulado recientemente recomendaciones concretas de cara a su revisin. Para la CES, no hay ninguna duda de que, aunque esta directiva haya sido adoptada por amplia mayora en el seno del Parlamento europeo y del Consejo para evitar claramente la competencia desleal con respecto al salario y las condiciones de trabajo (dumping social), las recientes sentencias del tJCE contradicen las intenciones iniciales del legislador europeo.

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Subcontratacin la CES urge a las instituciones de la UE a adoptar todas las medidas necesarias para clarificar los derechos y las obligaciones de las partes implicadas en las cadenas de subcontratacin, para evitar privar a los trabajadores de su capacidad de hacer valer eficazmente sus derechos, especialmente en los casos de subcontratacin transfronteriza. la CES renueva por tanto su llamamiento a la creacin de un instrumento europeo que regule la responsabilidad conjunta y solidaria de los empresarios principales y los intermediarios, al menos en lo relativo al pago de los impuestos, las cotizaciones sociales y los salarios, y pide el apoyo de la Presidencia belga.

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Inclusin activa la CES pide la puesta en marcha en el seno de la Unin Europea de polticas ambiciosas en materia de inclusin activa, que integren objetivos cuantitativos de cara a reducir la pobreza. la inclusin activa es todava ms importante porque la crisis ha dado lugar a nuevas formas de exclusin y ha expuesto a un gran nmero de trabajadores al riesgo de caer en la pobreza. En consecuencia, la CES desea que la Presidencia belga se comprometa a supervisar estrechamente los progresos realizados en materia de reduccin de la pobreza, situando a las personas y las cuestiones sociales en el ncleo de las medidas de lucha contra la pobreza y a dar prioridad a los sistemas pblicos de seguridad social basados en la solidaridad.

Negociaciones colectivas transnacionales la negociacin colectiva transnacional se ha desarrollado considerablemente en los ltimos aos, debido a la mayor movilidad de los grupos multinacionales en la nueva dimensin del comercio mundial. la crisis econmica actual ha acelerado an ms esta movilidad, como lo demuestra la nueva ola de fusiones, de reestructuraciones y de deslocalizaciones en casi todos los mbitos de la industria europea: el sector automovilstico en particular y, de manera ms general, la industria metalrgica, pero tambin el sector bancario, la construccin y el textil. los problemas que se plantean para la agenda de las negociaciones afectan a la dificultad de asegurar un seguimiento correcto a nivel nacional, porque los acuerdos en cuestin carecen de un estatus jurdico europeo. Adems, ni los procedimientos implicados en el lanzamiento de este proceso de negociacin a este nivel, ni la identidad y la representatividad de los actores para conseguir un mandato y concluir un convenio transnacional estn claros. Hasta ahora, solo la FEM y la FSESP han adoptado reglas internas respecto a las negociaciones de empresa que estipulan las reglas de procedimiento y los mandatos de negociacin. los procedimientos de reclamacin en caso de no-respeto del acuerdo transnacional no estn claros. la Comisin inscribi esta cuestin en su Agenda social de 2005, con la idea de dotar a estos acuerdos de un estatus jurdico opcional, si los interlocutores sociales lo pedan. Pero desde entonces ha dejado a un lado algunos de estos objetivos, como su voluntad de crear un grupo de expertos. la CES considera que esta iniciativa es til, pero considera al mismo tiempo que es inadecuada si tenemos en cuenta el valor estratgico de este tema y los cambios que estn teniendo lugar en este terreno. la CES cree que es necesaria una iniciativa poltica fuerte para volver a poner las cosas en marcha en este sentido.

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Directiva de Tiempo de Trabajo

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despus del fracaso de 2009 de la conciliacin entre el Parlamento Europeo y el Consejo, la directiva de tiempo de trabajo ha vuelto al punto en el que estaba en 2003. la pelota est otra vez en el tejado de la Comisin. En opinin de la CES, la Comisin debera en primer lugar tomar medidas (despus de haber rechazado asumir sus responsabilidades durante 9 aos) para poner en marcha y hacer respetar la directiva actual tal como la interpreta el tJCE. El tribunal, en efecto, ha confirmado en una serie de decisiones desde el ao 2000, que el tiempo de atencin continuada en el propio lugar de trabajo debe ser considerado como tiempo de trabajo y el descanso compensatorio debe tomarse inmediatamente despus del trabajo de atencin continuada: esto debe aplicarse por todos los medios disponibles. Recientemente, la Comisin ha consultado a los interlocutores sociales europeos sobre las nuevas iniciativas de revisin de esta directiva sugiriendo que debe actualizarse a las necesidades modernas de las empresas y los trabajadores. En opinin de la CES, cualquier nueva iniciativa debera garantizar al menos que se suprimir el opt-out individual y que se desarrollarn soluciones equilibradas para tratar el tiempo de atencin continuada en el lugar de trabajo respetando las decisiones del tJCE. la dtt debera reforzarse para abordar los nuevos riesgos en la organizacin del trabajo y del tiempo de trabajo. Adems, es fundamental que la dtt sea capaz de hacer frente a los desafos del siglo XXi, incluyendo la mayor participacin de las mujeres en el mercado laboral y el envejecimiento demogrfico, as como la necesidad de adaptar los acuerdos sobre la jornada laboral a las necesidades de los trabajadores con responsabilidades familiares y de los trabajadores de ms edad. la directiva sobre tiempo de trabajo constituye un pilar de la Europa social, pero es tambin, en el siglo XXi, un instrumento clave para la proteccin de los trabajadores frente a los riesgos de salud y seguridad derivados de los horarios largos e irregulares. Esta directiva no debe convertirse en un instrumento que favorezca la competencia entre los regmenes de los diferentes Estados miembros, sino que debe por el contrario- garantizar normas mnimas creando condiciones justas de competencia en el seno de la UE. la Presidencia belga deber jugar un papel determinante para vigilar que no se proponga ninguna solucin simplista, desequilibrada o parcial.

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Directiva sobre la portabilidad de los derechos de pensin complementaria En las dos presidencias anteriores de la UE no se ha tomado ninguna iniciativa en este terreno. Sin embargo, los problemas subsisten y necesitan soluciones rpidas si queremos una movilidad eficaz de los trabajadores en el seno de la Unin Europea. Segn la CES, las soluciones en cuestin deberan cubrir al menos tres puntos: (i) una revisin a la baja de las disposiciones que rigen los periodos mnimos de adquisicin de derechos (a saber, un periodo mximo de dos aos), (ii) la edad de inclusin en los regmenes (menos de 21 aos), y (iii) facilitar la implicacin de los interlocutores sociales en el seguimiento de los regmenes de pensin profesional (con independencia del rgano que las gestione).

Conciliacin de la vida laboral, privada y familiar El tema de la conciliacin de la vida laboral, privada y familiar es de gran importancia en el contexto de los desafos demogrficos y econmicos a los que se enfrenta la UE. Se urge ala Presidencia belga a que juegue un papel proactivo, en lnea con su amplia experiencia y logros en esta rea, para apoyar polticas y medidas fuertes para mejorar el equilibrio trabajo-vida para hombres y mujeres. la CES est siguiendo atentamente los avances relativos a la revisin de la legislacin de proteccin a la maternidad. la CES es consciente de que algunas proposiciones del PE en el seno del Consejo implican problemas importantes. la Presidencia belga debera apoyar el proceso legislativo y ayudar a encontrar soluciones apropiadas cuando sea necesario, teniendo en cuenta la necesidad de una puesta en marcha efectiva del derecho social fundamental

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para conciliar vida familiar y vida profesional, previsto en el artculo 32, prrafo 2 de la Carta europea de los derechos Fundamentales. En otros mbitos de las polticas de conciliacin, como la atencin de nios y el cuidado de las personas mayores, la Comisin y los interlocutores sociales estn de acuerdo en que son necesarias medidas complementarias a nivel europeo y nacional, y que stas deberan ser apoyadas por el Consejo. las inversiones en las infraestructuras de atencin y cuidado son especialmente importantes en este periodo de crisis econmica, para preservar los empleos de las mujeres en los servicios pblicos y privados y de seguir ayudando a los padres que trabajan a conciliar trabajo y cuidados.

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No-discriminacin fuera del mercado de trabajo El proyecto de directiva orientado a prevenir y combatir la discriminacin fuera del mercado de trabajo, incluyendo la discriminacin por razn de edad, de orientacin sexual y de religin est siendo debatido actualmente por las instituciones de la UE. la CES apoya esta iniciativa porque permitir evitar la existencia de reglas diferentes que regulan diferentes motivos de discriminacin, lo que podra dar lugar a incoherencias jurdicas y prcticas o podra resultar problemtico en caso de discriminaciones mltiples. Una amplia directiva que cubra todos los motivos mencionados en el artculo 19 del tratado sobre el funcionamiento de la Unin Europea representara un mensaje fuerte dirigido a los Estados miembros y a sus ciudadanos, segn el cual no podemos construir una sociedad moderna e integrada sobre la discriminacin. Con el envejecimiento de la poblacin, la diversidad creciente de nuestras sociedades en trminos de origen tnico y de religin y la intolerancia en aumento frente a las personas, basada en su orientacin sexual diferente, un objetivo prioritario deberan ser sistemas legislativos coherentes que protejan a todos nuestros ciudadanos de la discriminacin, en cualquier lugar de la UE en el que se encuentren. la CES est en total desacuerdo con aquellos, por ejemplo los empresarios, que declaran que esta directiva es un lujo que las empresas no se pueden permitir debido a la crisis econmica. la igualdad y la diversidad no son solo un coste o una carga administrativa, constituyen tambin un activo en potencia, que permite a las empresas mantenerse o convertirse en ms duraderas y competitivas. la Presidencia belga debera aumentar los esfuerzos para conseguir el apoyo de los Estados miembros en este terreno.

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Migracin A nivel de la UE, la CES est a favor de una poltica global de migracin, de integracin y de desarrollo, que ofrezca canales legales de migracin aplicando y haciendo respetar rigurosamente las normas laborales y garantizando una igualdad de trato con los trabajadores locales. El plan de accin del programa de Estocolmo que se adoptar bajo la Presidencia belga, establecer las prioridades para las polticas migratorias de los cinco prximos aos. El nuevo marco institucional puesto en marcha por el tratado de lisboa puede ofrecer los instrumentos necesarios para la elaboracin de una poltica migratoria justa y ambiciosa. la CES solicita insistentemente a la Presidencia belga que promueva una poltica migratoriacomunitaria a la vez ambiciosa y coherente que incluya especialmente los siguientes elementos: el cdigo de inmigracin propuesto debera ofrecer la posibilidad de reevaluar los resultados actuales, para reforzarlos y completarlos. la CES est a favor de un nivel uniforme de derechos para todas las categoras de migrantes. Una simple codificacin de los instrumentos existentes no sera satisfactoria, porque reforzara el enfoque actual a dos velocidades en materia de poltica migratoria. la CES lamentara vivamente que la puesta en marcha de la agenda de Estocolmo se centre en medidas represivas respecto a la inmigracin clandestina, y descuide la elaboracin de polticas migratorias proactivas que propongan vas legales de migracin y estimulen polticas de integracin adecuadas.

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4. CAMBIO CLIMTICO Y ENERGA

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Poltica de la UE en materia de cambio climtico la CES reitera su apoyo a una poltica climtica europea ambiciosa desde un punto de vista medioambiental y socialmente sostenible que contribuya a una reduccin que podra alcanzar el 30% de las emisiones de aqu a 2020. El paquete Cambio Climtico de la UE representa un avance significativo. Sin embargo, sern necesarias nuevas medidas sociales y profesionales para llegar al pleno empleo y a beneficios sociales positivos. la CES pide a la Presidencia belga de la UE que estudie la posibilidad de unir el Paquete Cambio Climtico a un paquete de transicin hacia un empleo justo que podra incluir: un libro blanco sobre el cambio climtico, las competencias y los empleos, que proponga soluciones prcticas para promover una accin coordinada de los Estados miembros, con vistas a apoyar la formacin sobre nuevas competencias en sectores como la eficacia energtica y las energas renovables y en todos los dems sectores importantes afectados por el cambio climtico (y las polticas anexas) y/o que contribuya a la reduccin de emisiones, lo que incluira el transporte, la construccin, la agricultura y la industria. la creacin de un fondo europeo de ajuste a una economa baja en carbono, de cara al paso a una economa respetuosa con el medio ambiente, para crear medidas que apoyen los ajustes a los que deberan proceder los trabajadores afectados por las medidas vinculadas al cambio climtico. Este fondo sera financiado en parte por los ingresos obtenidos de la subasta de derechos. Una evaluacin global del impacto del Paquete Cambio Climtico sobre los precios de la energa y sobre el empleo, sector por sector, prestando una atencin particular a las categoras ms vulnerables de trabajadores y hogares. la creacin de un instrumento permanente destinado a garantizar la anticipacin de la transicin socio-econmica, para coordinar los instrumentos existentes, como los consejos sectoriales, y reforzar el dilogo entre los interlocutores sociales y las autoridades pblicas. la creacin de instrumentos de negociacin, en particular a nivel territorial, que permitan concebir nuevas polticas industriales que contribuyan a una economa baja en carbono.

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Conferencias de la CMNUCC6 la CES exhorta a la Presidencia belga, y a la futura Presidencia hngara de la UE, a que trabajen intensamente para llegar a un acuerdo justo, ambicioso, vinculante e inclusivo que permita una reduccin, de aqu a 2050, del 85% de las emisiones mundiales (con respecto a 1990). los pases desarrollados deben dar ejemplo en materia de reduccin de emisiones y fijar los objetivos reduciendo, de aqu a 2020, entre el 25 y el 40% las emisiones con respecto al nivel de 1990, de acuerdo con las recomendaciones del iPCC7. los pases emergentes que estn consiguiendo un desarrollo ms rpido deberan comprometerse a controlar sus emisiones. Adems, los pases industrializados deberan comprometerse a aportar fondos, tecnologas limpias y formacin para ayudar a los pases en vas de desarrollo a cumplir estos nuevos compromisos. El nuevo acuerdo mundial debe elaborar explcitamente medidas de transicin justa una inversin en nuevas tecnologas con emisiones dbiles de carbono y empleos decentes y respetuosos con el medio ambiente (indemnizacin, subsidios desempleo, proteccin social y derechos laborales), inversiones en una estrategia de formacin activa en materia de emisiones bajas, una economa eficaz en trminos de recursos (formacin, reconversin, formacin a lo largo de la vida), inversiones en dilogo social que permitan facilitar el proceso de transicin y reconocer que son esenciales para la realizacin de los objetivos fijados. debe tener lugar una reorientacin fiscal en el marco de un sistema fiscal justo de redistribucin, para asegurar un desarrollo sostenible y proponer financiacin para las estrategias de adaptacin y atenuacin de los efectos del cambio climtico.

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Adaptacin al cambio climtico

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Europa necesita una estrategia de adaptacin a los efectos inevitables de los cambios climticos. la Presidencia belga debera exhortar a la Comisin europea a formular propuestas fuertes de ayuda a la adaptacin, incluyndolas en todas las polticas y programas europeos, incluso en los planes de recuperacin. necesitamos planes sociales a nivel sectorial para manejar la inevitable perturbacin que supondr para muchos trabajadores, planes en los que los interlocutores sociales estn plenamente informados.

La Poltica energtica europea Se han realizado pocos progresos para hacer avanzar la poltica energtica europea. la CES recuerda una vez ms que la energa no debe dejarse solo a las fuerzas del mercado. Es necesaria una verdadera poltica energtica industrial europea. Estimulara la inversin en una infraestructura de distribucin inteligente, garantizara empleos de alta calidad, protegera a los consumidores vulnerables contra la pobreza energtica y garantizara la participacin democrtica de los actores a los reguladores internacionales y a la Agencia deCooperacin de los Reguladores de Energa (ACRE).

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5. AMPLIACIN, RELACIONES COMERCIALES Y EXTERIORES la CES apoya las negociaciones actuales en relacin con la ampliacin de la UE y las considera una oportunidad nica para difundir nuestros valores. Sin embargo, esto no debe tener como consecuencia daar nuestro modelo social, y exigimos el respeto total de las leyes y las prcticas de la Unin Europea, en especial en el mbito del dilogo social. los pases candidatos deben satisfacer los criterios de adhesin que son el respeto de la democracia y los derechos del hombre, as como el respeto y la proteccin de las minoras. la CES espera tambin que se le consulte en la apertura del captulo social de las negociaciones. Queremos destacar que, en lo que concierne a turqua, la evaluacin de la Comisin ha sealado que debe ponerse fin a las graves violaciones de los derechos sindicales si turqua quiere adherirse a la Unin Europea. la CES considera que las polticas comercial y de relaciones exteriores de la Unin Europea deberan contribuir, en todo el mundo, al crecimiento sostenible, al desarrollo del partenariado social y del trabajo decente, a la promocin de valores como los enunciados en la Carta europea de derechos Fundamentales y al respeto universal de los convenios internacionales, especialmente los adoptados por la oit. la Presidencia de la UE debe reaccionar rpidamente y firmemente, en nombre de todos nosotros, frente a todas las violaciones de los derechos humanos y de los derechos sindicales sea cual sea el pas. la entrada en vigor del tratado de lisboa tiene implicaciones importantes para la poltica exterior de la Unin Europea. la creacin del puesto de Alto Representante para Asuntos Exteriores as como de una representacin diplomtica importante en el extranjero mediante el Servicio Europeo de Accin Exterior (SEAE) ofrece posibilidades para hacer avanzar los objetivos de la CES. En los debates relativos al papel del Alto Representante y del SEAE, y su relacin con la Comisin y el Consejo, la CES quiere sealar que estas innovaciones deben servir a la Unin Europea en su conjunto, y no deben reflejar los enfoques intergubernamentales. la CES pide de manera particular la inclusin de consejeros en materia de trabajo y de empleo, procedentes especialmente de las filas de los interlocutores sociales, en el seno de las principales representaciones de la Unin Europea en el mundo, que debern rendir cuentas a la Comisin. El tratado de lisboa sita la poltica comercial en el mismo captulo de accin exterior de la UE que el resto de elementos de la poltica exterior europea, y amplia de manera significativa los nuevos poderes conferidos al Parlamento Europeo en el mbito del comercio. Estos avances debe-

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ran mejorar la coherencia de las polticas comercial, exterior, de desarrollo y de empleo de la Unin Europea, para lograr nuestros objetivos ms amplios, especialmente la incorporacin de captulos fuertes en materia de desarrollo sostenible, incluidas las normas sociales y medioambientales, en el conjunto de los acuerdos comerciales y de asociacin de la Unin Europea, con disposiciones eficaces destinadas a asegurar su puesta en marcha as como la participacin de los interlocutores sociales. la CES apoya la promocin de la integracin regional, vinculada a garantas sociales, en los acuerdos de asociacin, especialmente con Amrica central y la Comunidad andina. Estamos preocupados por el hecho de que, en este ltimo caso, las negociaciones bilaterales de cara a los acuerdos de libre cambio han sido emprendidas despus del fracaso de las negociaciones unificadas con la Comunidad. Seguiremos oponindonos firmemente a la conclusin de un acuerdo con Colombia al menos mientras las violaciones de los derechos humanos y sindicales no sean objeto de un estudio en profundidad. Esperamos que la Unin Europea profundice y ample sus relaciones con la administracin americana, intentando especialmente elaborar posiciones slidas en materia de cambio climtico, y en el contexto de la crisis financiera. nos felicitamos por las medidas adoptadas recientemente para dotar a la CES y a AFl-Cio (American Federation of labor-Congress of industrial organizations) de un estatus equivalente al que disfrutan los empresarios en el marco del Consejo Econmico transatlntico, cuya agenda debe ampliarse y revestir un carcter ms estratgico. la CES, junto con el Congreso del trabajo de Canad (CtC), insiste en que se le informe y consulte sobre las discusiones mantenidas actualmente respecto a un partenariado econmico ms estrecho. Esperamos ser consultados en el marco de las reuniones oficiales del Foro Europa-Asia (ASEM) durante este periodo. Si las negociaciones de la Ronda de doha se reinician, insistimos para que la declaracin ministerial final de la oMC mencione un programa de trabajo de seguimiento sobre el tema del comercio y el empleo, que incluira las relaciones entre el comercio, el trabajo decente, las normas fundamentales del trabajo y el desarrollo y que se instaurara bajo la supervisin de un comit o un grupo de trabajo de la oMC. u

revista DE LA FUNDACIN
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NOTAS:
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texto disponible en la siguiente direccin: http://www.etuc.org/a/5176 WiFo: instituto austriaco de investigacin en economa.

Profesor SPAHn que replantea la tasa toBin con un sistema que tasa a doble nivel las transacciones financieras teniendo en cuenta las situaciones de inestabilidad financiera.
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grupo de trabajo de la Comisin europea con representantes de los 27UE y expertos de la Comisin, y cuyo principal objetivo es estudiar desde un punto de vista tcnico una base imponible comn consolidada para las sociedades que operen en la UE. (en el caso de los servicios sociales: sin criterio de rentabilidad, servicios de proximidad: artculo 106,2 tFUE: "el desarrollo de los intercambios no deber quedar afectado en forma contraria a los intereses de la Unin ", funcionamiento sobre la base del principio de solidaridad) Convencin Marco de las naciones Unidas sobre el Cambio Climtico grupo intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climtico (siglas en ingls, iPCC)

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