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Guía de lectura

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Salvo mi corazón, todo está bien Héctor Abad Faciolince

LA OBRA
Tras el fenómeno de El olvido que seremos, Héctor Abad Faciolince
regresa con una novela original sobre la familia, el matrimonio
y las oportunidades que se abren paso en un corazón enfermo.

Tras padecer problemas cardíacos duran- de separar y vive junto a sus dos hijos pe-
te años, el sacerdote Luis Córdoba está a queños, una empleada doméstica, Darlis,
la espera de un trasplante de corazón. Su y la hija de ella. Allí no tienen escaleras, y
vida depende de una muerte ajena, pero a cambio, hay cuidados, risas infantiles,
alto y gordo, por su tamaño no tiene comida y una acogedora sensación de
fácil encontrar un donante, ni siquiera hogar que fascinan al cura.
en un Medellín donde la violencia mul- Córdoba goza compartiendo sus co-
tiplica las defunciones. Para transitar la nocimientos de cine, que lo han conver-
espera, los médicos le aconsejan reposo y tido en un reputado crítico y docente, y
eliminar esfuerzos físicos como subir las su pasión por la ópera con sus nuevas
escaleras de la casa en la que, desde hace compañeras. Pronto, y al lado de estas
veinte años, vive en compañía de Aurelio mujeres sin esposo y sus niños, comien-
Sánchez, un cura que, al igual que él, ha za a desempeñar el papel de padre y a su
encontrado su lugar para practicar la fe cuerpo vuelve algo de la vitalidad perdi-
en los márgenes de las instituciones cató- da. Si la enfermedad desbarata la exis-
licas. Córdoba, como lo llaman muchos, tencia y lo acerca a la muerte, Córdoba,
se traslada entonces a la casa amarilla y con su optimismo inquebrantable y su
verde de su amiga Teresa, que se acaba apego a la vida, ve en la posibilidad de

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un trasplante la oportunidad para un El trasplante, sin embargo, no lle-


nuevo comienzo. La convivencia trae ga, y una arriesgada intervención qui-
así la fantasía de, pasada la cirugía, de- rúrgica marca el fin del sacerdote, que
jar los hábitos, casarse y formar una fa- muere dejando truncados sus sueños,
milia. Aurelio escucha atentamente las y un inmenso vacío en todos los que
palabras de su amigo que, confiesa, se lo conocieron. Del hombre bondadoso
debate entre la complicidad intelectual y culto que supo encontrar refugio en
que siente con Teresa, y la sensualidad y el cine, la música y la fe cristiana, y a
energía de Darlis, que masajea a diario su vez, en la compañía de una familia
los hinchados pies del cura, despertando atípica, queda la voluntad de honrar la
en él sensaciones desconocidas. Mien- vida buscando la felicidad allí donde
tras, Joaquín, el exmarido de Teresa, reside aquello que amamos, pero tam-
necesita huir lejos de aquella intimidad bién el conmovedor relato que Aurelio
doméstica que, precisamente, conquista Sánchez compone antes de enclaustrar-
el débil corazón de Córdoba. se en un monasterio.

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Salvo mi corazón, todo está bien Héctor Abad Faciolince

CLAVES DE LA NOVELA

A lo largo de su amplia trayectoria, Hé- En el centro, o mejor, el corazón de


ctor Abad Faciolince ha incursionado en esta novela encontramos a un sacerdo-
diversos registros siguiendo el hilo, en te fuera de lo común que, sin sotana y
más de una ocasión, de una memoria con una genuina bondad, practica la
personal y familiar que se inscribe en la fe desafiando muchas de las normas de
convulsa historia de Colombia. Literatu- la Iglesia que, a sus ojos, obliga a com-
ra, testimonio y recuerdo se entrelazan promisos, como el celibato, que pueden
en obras como El olvido que seremos, su producir peligrosos monstruos. En un
celebrada novela que fue llevada al cine mundo regido por jerarquías e intrigas
por Fernando Trueba, Lo que fue presente de poder, Córdoba y su colega Aurelio
o Traiciones de la memoria, que vuelven consiguen, increíblemente, encontrar los
la mirada sobre un pasado reciente, a la resquicios para situarse en los márgenes
par que arrojan luz sobre el acto mismo de la institución católica y desde allí ejer-
de evocar, donde vivencias e imagina- cer el sacerdocio, dar rienda suelta a su
ción casi siempre se confunden. Salvo pasión por el cine y la música, y hacer
mi corazón, todo está bien, su nueva no- de la amistad que los une una forma de
vela, se aproxima también al terreno de familia. Los años de convivencia de los
la memoria tras los pasos del cura Luis dos curas o la temporada que Córdoba
Alberto Córdoba, un personaje real que pasa en casa de Teresa son un retrato de
inspira una narración que transcurre en modelos de familia que trascienden las
aquel lugar donde los límites entre fic- definiciones tradicionales. Héctor Abad
ción y realidad se difuminan. Construi- Faciolince retoma así uno de los grandes
da con maestría, la novela se abre como temas de El olvido que seremos, y con su
un dispositivo de cajas chinas en el que historia de sacerdotes que sueñan con
Joaquín nos ofrece el relato que Aurelio casarse, hombres que desean a hom-
compone a partir de sus conversaciones bres, padres adoptivos, madres solteras,
con Córdoba, y en este juego de voces y maridos que se asfixian en las rutinas
las distinciones entre lo imaginado y lo conyugales, pone en valor la diversidad,
acontecido pronto dejan de importar. y a la familia no como una convención

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social, sino como una forma de dar y los apuntes de anatomía, la obra incor-
recibir cuidados, y de construir lazos de pora registros y los conjuga hasta alcan-
afecto. El matrimonio, entre tanto, se zar el espesor necesario para sumergir al
erige, tal y como dice un viejo proverbio lector en el universo de los personajes. El
francés citado en la novela, como una goce artístico o el descubrimiento de la
fortaleza sitiada en la que los que están felicidad matrimonial forman parte de
dentro quieren salir, y los que están fue- un tramado de vivencias donde también
ra pugnan por entrar. irrumpe la enfermedad, un motivo al
La familia, a su vez, conduce al ho- que la literatura ha regresado una y otra
gar o la casa que, en unos maravillosos vez, buscando siempre los modos de na-
pasajes, se describe como un cuerpo en rrar una experiencia sobre la que planean
funcionamiento; un organismo vivo y muchos miedos y tabúes. A través de la
autónomo en donde es posible proyec- historia de un corazón enfermo, el es-
tar fantasías, sanar heridas, enfrentar te- critor colombiano indaga entonces en la
mores y, en definitiva, encontrar refugio. enfermedad como agente que desorga-
La casa, sin embargo, no es el único lu- niza la vida, y a su vez, como idioma del
gar de amparo en Salvo mi corazón, todo cuerpo. La enfermedad constituye un
está bien, una obra que habla del cine, quiebre, aparta al enfermo del mundo
la literatura o la música como bálsamos y exige paciencia, pero también se abre
y lenguajes donde buscar la belleza y la como una oportunidad para reconfigu-
plenitud. Repleta de citas literarias, y re- rar la existencia y comenzar de nuevo.
ferencias cinematográficas y operísticas, Héctor Abad Faciolince consigue ilumi-
que se pueden escuchar a través de códi- nar este doble cariz gracias al optimismo
gos QR, la novela ilustra el rico mundo que destila su protagonista, un hombre
cultural que, durante casi toda una vida, alto, gordo y bondadoso que, en medio
constituye el refugio de Córdoba. de un mundo hecho a menudo de vio-
De la poesía y el arte al léxico médico, lencia y crueldad, no renuncia jamás a la
pasando por las metáforas del corazón o capacidad de amar y a sus ganas de vivir.

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PERSONAJES PRINCIPALES

El padre Luis Córdoba


Luis, Córdoba o, para muchos, el Gordo, es un hombre alto, gordo, culto y
bondadoso que toma en su juventud el camino de la religión, renunciando
a muchas cosas, menos a su pasión por el cine y la ópera. La herencia de una
casa que había pertenecido a su familia le permite vivir suficientemente lejos
de las instituciones católicas como para continuar ejerciendo el sacerdocio y,
al mismo tiempo, impartir cursos de cine, convertirse en un reputado crítico,
y dejarse llevar por las arias, las composiciones barrocas o las vagas fantasías
con bellas actrices italianas. Un corazón, en un sentido anatómico, demasiado
grande va minando su salud y lo aboca a un probable fallo cardíaco que solo
puede evitarse mediante un trasplante. Córdoba, sin embargo, acaba optando
por un innovador método quirúrgico que, sin estar del todo probado, supone
su muerte en 1996, a los cincuenta años.

El padre Aurelio Sánchez


Aurelio, o Lelo, como lo llaman algunos, es un sacerdote y estudioso de la
Biblia que se ordena por vocación, y también, por la necesidad de contener, a
través del celibato, un deseo homosexual que ni su familia ni la sociedad pue-
den tolerar. El narrador de esta historia, sin embargo, no se siente cómodo en
una estructura eclesiástica que promueve los oscuros juegos de poder y silencia
pecados que deberían ser inadmisibles. Sus fricciones con algunos superiores lo
llevan a compartir hogar con Córdoba, con quien, como él mismo dice, forman
una perfecta unión célibe hasta que su amigo se traslada a casa de Teresa. Tras
la muerte de Córdoba, Aurelio reconstruye su vida, volcando en su relato las
confidencias que el cura le hizo durante los meses previos a su fallecimiento, y
una vez concluida su obra, se recluye en un monasterio.

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Joaquín Restrepo
Amigo de Córdoba y Aurelio, Joaquín da forma de novela al relato que el padre
Lelo le ofrece antes de guardar silencio y recluirse. La asfixia que le produce la
armónica vida conyugal con Teresa lo impulsan a dejarla por una mujer rica y
mucho más joven y superficial, al costado de la cual saca a relucir una frivolidad
que su exmujer no reconoce. Veinticinco años después de la muerte de Córdo-
ba, sus propios problemas cardíacos lo conducen a revisar no solo la historia de
su amigo, sino también sus elecciones del pasado.

Teresa Albani
Nacida en Italia, Teresa llega a Medellín de la mano de Joaquín, su novio. Los
cursos de cine de Córdoba son para ella una puerta de entrada a la vida cul-
tural y social de la ciudad, y el inicio de su amistad con el cura. Mujer culta,
inteligente y dueña de un sentido práctico de la existencia, Teresa encuentra en
Córdoba a un compañero intelectual, pero también, un estímulo para avivar la
maquinaria de los cuidados y deshacerse de la tristeza que queda en su casa tras
la partida de Joaquín.

Darlis Garrido
Criada en el seno de una familia de campesinos pobres, Darlis es una sensual
mulata que, en casa de Teresa, reparte el tiempo entre las tareas de limpieza, la
cocina, cuidar a los niños y los masajes que al final del día ofrece a la familia.
Es ella quien le propone a Córdoba masajear sus pies hinchados para estimular
la circulación y sanar, con las técnicas aprendidas de su padre, el débil corazón
del cura. El problema cardíaco no se revierte, pero junto a esta mujer despierta
y vital, Córdoba comienza a fantasear con el matrimonio, con la pérdida de
la virginidad, y en definitiva, con una vida más allá de la cirugía en la que su
miedo a las mujeres por fin se desvanezca.

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EXTRACTOS POR TEMAS

EL CORAZÓN «Al colgar, yo me quedé repasando esa


Y SUS METÁFORAS misma idea de las cosas únicas o repeti-
das que tenemos en el cuerpo: es curioso
«Cualquier cosa que uno escriba sobre que los hombres tengamos dos testículos
el corazón se vuelve imagen y metáfora. y un solo pene. Un solo cerebro, aunque
Todo lo anterior, que en términos médi- partido en dos hemisferios con funciones
cos se llama cardiopatía dilatada, puede distintas, y una sola alma, según se nos
decirse también en palabras corrientes, enseña, indivisible e inmortal. Cinco de-
aunque no tan técnicas y precisas como dos en cada mano y en cada pie. Pero de
las de arriba, y con el agravante de que nada tenemos tres, ese número mágico
van a sonar sentimentales: Luis tenía que tanto nos atrae, y en ese sentido era
muy grande el corazón. Pero, al revés aún más extraña y más única la idea cris-
de lo que suele significar la expresión, tiana de la Santísima Trinidad. Le hablé
un corazón grande no anuncia nada a Luis de esto que había pensado cuando
bueno. Por mucho que Cervantes haya fui a visitarlo uno o dos días después, y
dicho que “el que tiene mayor corazón me dijo que él también había meditado
es dotado de mayor valentía del que le sobre el asunto y que incluso había lle-
tiene pequeño”, en realidad no es así. Un gado a la conclusión de que —en reali-
corazón grande es el prólogo de la falla dad— podría decirse que tenemos dos
cardíaca, pues significa que día tras día corazones.
sus músculos sufren más (crecen, se de- —¿Cómo así? —le pregunté yo.
ben esforzar, se endurecen, pierden elas- —Estuve mirando unas láminas so-
ticidad) para conseguir llevar a cabo su bre su funcionamiento y me di cuenta
función.» de que el corazón único, en últimas, son

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dos bombas netamente separadas por —Pues yo pienso que nadie debería
una pared. Esa pared no permite para dejarse esclavizar por el corazón —lo
nada la comunicación entre las dos mita- contradijo Darlis.
des. El corazón de la derecha recibe san- —El corazón no solo bombea sangre,
gre negra, sin oxígeno, de las dos venas Dar. La dictadura del amor uno la acepta
cavas, y luego expulsa esa misma sangre con mucho gusto.» (p. 122)
oscura hacia los pulmones. Y, de los pul-
mones, la sangre roja, fresca, brillante, «Si apoyamos la cabeza sobre el pecho de
oxigenada, entra en el corazón izquier- la persona amada (y este ha de ser uno de
do, primero a la aurícula, luego al ven- los actos humanos más antiguos), ade-
trículo izquierdo por la válvula mitral, más de la agradable sensación de la piel
y de ahí se expulsa a todo el cuerpo. Si y del calor, a pesar del aroma irrepetible
por casualidad hay alguna fuga, alguna que emana quien amamos, de repente se
comunicación entre el corazón derecho oyen esos latidos rítmicos, ese pequeño
y el izquierdo (algunos bebés nacen con motor que es la muestra de que estamos
malformaciones así), es el desastre, por- vivos. Nadie lo recuerda, pero sin duda la
que la sangre negra se mezcla con la roja, primera experiencia auditiva de todos los
y eso no es bueno para la oxigenación del vivíparos es esa misma palpitación grave,
cuerpo entero. Lo que son dos no se pue- oscura, doble, cavernosa. En la tibia pis-
de volver uno.» (pp. 76-77) cina del líquido amniótico, ese constante
tambor de carne tiene que producir so-
«—¿No le parece muy egoísta, don siego.
Luis, creer que todo está bien menos En estado de reposo, y si no tengo el
su corazón? A mí, por ejemplo, me nerviosismo de querer escribir sobre el
duele la espalda cuando barro, y eso corazón pensando en mi amigo Córdo-
tampoco está bien, ni está bien que en ba, o en el corazón enfermo de Joaquín,
mi pueblo no haya acueducto ni agua mi corazón marcha a un ritmo parejo de
potable. sesenta pulsaciones por minuto. Se dice
—Cuando uno está enamorado es así, que el minuto está dividido en sesenta
Darlis, el amor se convierte en el centro segundos porque la base sesenta es có-
del universo. moda. Es el primer número divisible por
—Será por eso que los enamorados me los primeros cinco dígitos: por uno, por
han parecido siempre tan bobos —dijo dos, por tres, por cuatro y por cinco. Y
Darlis. además por diez, doce, quince, veinte y
—Pero fíjate bien que, a lo mejor, treinta. Pero yo creo que cuando los se-
cuando el poeta dice que su corazón no gundos tuvieron algún sentido para me-
está bien, lo que está diciendo es que dir el tiempo (y eso solo ocurrió cuando
todo está mal, pues si está mal el cora- hubo relojes muy precisos), la elección
zón, nada puede estar bien, o por lo me- del número de segundos por minuto
nos no hay manera de aprovechar lo que pudo estar influida por el ritmo natural
esté bien. del corazón: sin taquicardia ni bradicar-

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dia, sin arritmias. Sesenta pulsaciones lamente en el confesionario. Los curas,


por minuto es un buen punto medio, al si nos casáramos, estaríamos dedicados
menos si uno se mide la frecuencia car- medio tiempo a rencillas conyugales, a
díaca al despertarse sin ningún sobresal- ridículas penas de amor, a líos del cora-
to.» (pp. 208-209) zón, a socorrer a los hijos en sus penas
y dificultades, en vez de dedicar todo el
tiempo disponible, como es nuestro de-
ber, a los asuntos de nuestros fieles y de
MATRIMONIOS Y FAMILIAS Nuestro Señor.» (p. 99)

«Después de depositar la televisión, con «—Mira, Gordo, el mejor negocio que


ayuda de Darlis, sobre el escritorio de la puede hacer un hombre es casarse con
biblioteca, ya no tengo pretextos para una mujer. Solo nosotras somos capaces
quedarme más tiempo. Quiero abrazar a de un sacrificio casi místico por amor.
Córdoba, que ya está sentado en el sillón Lo que tú has sacrificado por Dios, no-
que hay en su cuarto, antes de irme, pero sotras muchas veces lo hemos sacrifica-
me despido de él como siempre, desde el do por nuestros maridos. Tal vez esto no
umbral, sin tocarlo, con frases que care- vuelva a pasar en el futuro; así como las
cen de drama o siquiera de calidez, algo vocaciones sacerdotales están en crisis,
así como “hablamos más tarde” o “a la creo que también la vocación de esposa,
noche te llamo”, cualquier cosa que le de ese tipo de esposa que yo fui, está en-
reste importancia al hecho de que una trando o por lo menos debería entrar en
larga pareja de célibes se esté separando, crisis. Creo que algo así no me debe vol-
y no por motivo de un viaje circunscri- ver a pasar, ni a mí, ni a ninguna mujer.
to a unas fechas definidas, sino para una Y, sin embargo, a veces me doy cuenta
aventura extraña que ninguno de los dos de que, si me enamoro, no es imposible
sabe cómo va a terminar.» (p. 71) que yo caiga en la misma devoción, sí,
devoción, en algo parecido a la devoción
«Date cuenta —seguí— de que la vida de que le tuve a Joaquín. Si te gusta la vida
pareja, tras la satisfacción de los sentidos, familiar, y la compañía de una mujer, y
se convierte muchas veces en un marti- de niños, deberías aprovechar ahora. Yo
rio, en una cascada de resentimientos y creo que en el próximo siglo esto se va a
recriminaciones mutuas, en una cadena acabar.» (p. 130)
de celos y traiciones, de infidelidades
imperdonables y perdones parciales, de «Esa combinación tan especial, una niña
mezquindades por plata, por herencias, bonita a quien criar, Rosina, que hacía
porque se prefiere o se detesta a uno de soñar a Luis con la paternidad; una ma-
los hijos, por sospechas y verdades, sacri- dre soltera que lo cuidaba amorosamen-
ficios, adulterios, una montaña de líos, te, que lo tocaba y acariciaba con gusto,
exageraciones, abismos sentimentales que que era dulce y alegre en su trato, y muy
nosotros no conocemos o conocemos so- agradable de ver, de oler y de mirar, y con

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quien además podía conversar como con prichos absurdos de su patrona, que no le
una amiga íntima, y una cocina que avi- pedía que hiciera ningún oficio, sino ma-
vaba en el Gordo su más antigua fuente labarismos y milagros. Córdoba se veía a
de placer corporal fueron, pienso yo, los gatas para calmarlas a las dos, para hacer-
motivos que enloquecieron a mi amigo las desistir de una u otra locura. En los
de amor y de ganas de vivir una vez más. últimos días, el hogar armonioso de las
Todo muy físico, muy palpable y muy primeras semanas se les estaba volviendo
real, que junto se le convirtió en una ob- un enredo al estar ambas, sin decírselo,
sesión espiritual.» (p. 161) compitiendo por él. ¿Te das cuenta?, me
preguntaba, se están peleando por un
«Hay un viejo proverbio francés que des- cura gordo y moribundo que ni siquiera
cribe muy bien lo que estaba ocurriendo se acuesta con ellas. Más que pecar con
en la casa de Laureles: “El matrimonio ellas, estoy sintiendo que mi pecado es la
es como una fortaleza sitiada. Los que discordia que, sin querer, siembro entre
están afuera quieren entrar y los que es- las dos.» (p. 229)
tán adentro quieren salir”. Joaquín había
dicho una y otra vez que se aburría con «Nunca me había dado cuenta de que
Teresa, que lo agobiaba la paternidad, y la verdadera dicha es una familia, vivir
que en su casa se sentía tan encarcela- en familia. La Iglesia nos prohíbe expe-
do como el corazón tras los barrotes de rimentar una familia, precisamente por-
las costillas. “¿No es eso el matrimonio, que sabe que no hay nada más maravi-
una cárcel para el corazón?”, se pregun- lloso que esto, nada tan fuerte, nada que
taba. cree lazos más estrechos, costumbres más
No sé si esto dependa de la castidad, firmes, apegos más sólidos. Con los rabi-
de la calidad, de la bondad, o del mismo nos no es así, entre los judíos ni siquiera
hombre con el que conviví tantos años, hay monjes; en la iglesia oriental no obli-
pero debo decir que yo no me aburrí ni gan a sus sacerdotes a estos sacrificios; los
un solo día de mi vida con Córdoba. Los pastores protestantes se casan si quieren,
curas podemos tener matrimonios así de los ayatolas ni se diga, con varias muje-
extraños, así de perfectos. A veces pien- res. La comida juntos, los juegos, la hora
so que es el sexo el que todo lo baraja de acostarse, los ruidos al despertar, el
y complica. El sexo, por ejemplo, es un desayuno tibio, las despedidas por unas
gran generador de celos. Casi todos los cuantas horas, los regresos diarios.» (pp.
celos de los hombres son sexuales.» (p. 285-286)
217)
«Alcé la voz para decir que a todas esas
«Teresa, incluso, había ya insinuado que familias que parecían raras pero estaban
tenía ganas de despedir a Darlis, que era unidas por el amor las bendecía Jesús
muy terca y hacía solamente lo que le exactamente con el mismo amor que
daba la bendita gana, y Darlis hablaba de siempre demostró. Bendecía incluso a las
renunciar, porque no soportaba los ca- familias rotas, pero no sin amor, que se-

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guían vivas a pesar de las rupturas, y aquí sino que tampoco lo siento, ni lo nece-
miré a Joaquín, pero Joaquín no me es- sito para explicar las cosas que existen.
taba prestando atención. Luego añadí las —Sí, doña Natividad a veces me
frases más heréticas que he dicho en mi ha mencionado ese asunto —contestó
vida en una misa, pero que al parecer na- Luis—. Yo le he dicho que no es ne-
die, por fortuna, notó: “Recuerden que cesario que la gente crea en Dios para
todo, hasta la muerte de un amigo muy salvarse. Basta que sea buena y que se
querido, puede ser el comienzo de una porte bien. He conocido ateos que son
nueva religión. Una religión mucho más mejores personas que muchos creyen-
amable que la más amable de las religio- tes.» (p. 84)
nes. Una religión reformada en la que no
se juzga a los demás por el tipo de familia «—Para mí la música de Bach, sus can-
que quieran construir”» (pp. 344-345) tatas, o algunas melodías de Mozart, o la
existencia de seres humanos como estos
niños, o la belleza de algunos cuadros
pintados por hombres, o de algunos
LA FE EN LOS MÁRGENES DE LA versos escritos por místicas son la de-
IGLESIA mostración de la existencia de Dios. No
voy mucho más allá. El arte, la belleza
«—Sabes, Luis, yo siempre he sido un son una guerra declarada a la brutalidad
ateo manso, muy poco militante. No y al desamor, y por lo tanto son el re-
me interesa que nadie se convierta al flejo del amor, que es la manifestación
ateísmo. ¿Sabes por qué? En buena me- más clara y palpable de la existencia de
dida es para no ofender a mi mamá, que Dios. Lo verdaderamente misterioso no
sufre con mi ateísmo. Por eso última- es la enfermedad ni el mal, sino la salud,
mente, cuando me preguntan en pú- la bondad y la belleza. En cuanto al big
blico si creo en Dios, yo he optado por bang y a la evolución, si son como los
esta respuesta: “Yo creo que mi madre plantea la ciencia, siempre podré decir
cree en Dios”. Lo hago para que ella no que Dios creó tanto el big bang como
sufra. Pero yo no creo en nada de eso, la evolución. Nada me impide pensar
y lo mismo les digo a los niños si me lo que esto forme parte del ingenio infi-
preguntan. En vez de Dios, prefiero ha- nito o de la sabiduría infinita de Dios.
blarles del big bang, del origen del uni- También pienso que Dios creó la mente
verso, del origen de la vida en la Tierra humana de manera que en ella hubie-
y de la evolución de las especies. Tengo ra ciertas creencias que brotan de for-
una visión del mundo, digámoslo así, ma natural en todas las culturas: la fe,
científica y no teológica. No creo tam- la esperanza, la caridad. ¿No te parece
poco en la vida después de la muerte, extraño que la evolución haya creado
pues pienso que nos morimos del todo el concepto mismo (dejemos de lado
y para siempre, igual que los mosquitos la existencia), tan solo el concepto de
y las vacas. Y no solo no creo en Dios, Dios?» (p. 85)

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Salvo mi corazón, todo está bien Héctor Abad Faciolince

«Un cónclave de sumos sacerdotes pone a delincuencia, a trabajar como mulas de


prueba a dos jóvenes de veinte años para los narcos o a venderse como sicarios a
saber cuál de ellos es más casto y cuál de sueldo de la mafia. Ellos lo entendían y
ellos más apto para el sacerdocio. A uno en muchos casos lo habrían podido evi-
lo encierran en un harem de hermosas y tar, si los hubieran dejado en su lugar,
desnudas mujeres jóvenes; al otro (el pre- pastores de su rebaño, en aquel sitio que
ferido por el más sumo de los sumos sa- amaban y donde eran amados, al lado de
cerdotes), en un asilo de ancianas a pun- sus pobres. Pero de ahí, por fanatismo o
to de morir por decrepitud. El segundo por envidia, los había desterrado el car-
sale invicto y al primero se lo acusa de denal.» (pp. 169-170)
ser un lascivo, un lujurioso. ¿Es justo el
veredicto del jurado? No voy a contestar «Uno sigue siendo cura hasta la muerte,
estas preguntas, que son muy obvias para sí, y yo no dejaré de serlo, porque amo y
un heterosexual, pero que para mí resul- creo profundamente en mi religión, pero
tan más complejas y abstrusas. De todos no la voy a vivir como me lo han im-
modos me he permitido apuntarlas aquí puesto unas normas despiadadas de con-
porque no creo que estén completamen- cilios antiguos que ya no puedo soportar,
te fuera de lugar y porque a veces en la que no comparto en la teoría y que me
religión que profeso les pedimos mucho, voy a dedicar a combatir en la práctica,
quizá más de lo que pueden dar, a estos si sobrevivo, aun fuera del sacerdocio,
dos conceptos: el libre albedrío y la vo- con esa dispensa con la que me pienso
luntad.» (p. 68) salir y casar y formar al fin esa familia
con la que siempre soñé. Es raro que algo
«Siempre se habla del daño que hizo tan tradicional, una familia, sea una re-
Pablo Escobar y en general el narcotrá- volución para mí, y una liberación, no
fico en Medellín. Siempre se dice que la un lazo ni un nudo más. De hecho, yo
mezcla de mafia, guerrilla, paramilitares, ya he formado, con Aurelio, una familia
delincuencia común convirtió a Mede- atípica, una familia de célibes que con-
llín, en los años ochenta y noventa, en vivió en calma y armonía durante veinte
la ciudad más violenta del mundo. Esos años.» (p. 318)
factores son fundamentales, sí. Lo que
no se cuenta es que el arzobispo cató-
lico de la ciudad más católica del país,
por esos mismos años, destruyó el tejido CON GANAS DE VIVIR
religioso de los barrios más pobres, re-
tirando a los párrocos más comprome- «Hay que tener en cuenta que cualquier
tidos con sus propias comunidades. A relato, cualquier película o cualquier
los que conocían las familias, las penas, novela, si se alarga lo suficiente, termi-
las angustias de la pobreza. Ellos sabían naría siempre de la misma manera, con
qué era lo que llevaba a algunos, deses- la muerte de sus protagonistas e incluso
perados, a entrar en grupos y bandas de de su mismo narrador. En ese sentido,

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el futuro es más inmutable y se conoce puede corregir ni borrar. Quisiera tener


mejor que el pasado. Un final feliz, según la misma vida, pero aprovecharla hasta lo
el famoso epigrama de Orson Welles, es último. La vida es la posibilidad de estar
simplemente un final prematuro. El ma- al lado de otros seres con amor. El amor
trimonio de los novios que hacen valer al es la base fundamental de la existencia.
fin unos amores a los que todos se opo- Las carencias de alguien hacen que otra
nen ¿es un final feliz? El matrimonio, en persona tenga una vida plena, con sen-
realidad, es el comienzo de otro tipo de tido. Si no hubiera enfermos, no habría
contrariedades que deben ser contadas médicos. Si los niños no fueran peque-
en otra película. ños y frágiles, no habría maternidad ni
Pensándolo más despacio, sin embar- paternidad. Si todos fuéramos perfectos,
go, creo que el final malogrado de una nadie necesitaría a nadie. Cada carencia
vida consiste en que esta se termine an- implica que alguien suple esa carencia y
tes de tiempo, antes de alcanzar —por la mejora y la hace menos honda.» (p.
ejemplo— el logro más alto que nos he- 213)
mos propuesto. El fin que llega sin poder
aferrar la aspiración más seria de nuestra «—No será científico, pero yo lo pue-
existencia: tener un hijo, cultivar un jar- do ver, lo puedo tocar: usted está me-
dín, ganar una batalla, escribir un libro.» jor del cuerpo, y si se lo pudiera tocar,
(p. 20) le diría que también está mucho mejor
del corazón. Está más delgado, camina
«No puedo ser otro completamente dis- mejor, respira mejor. Es que usted ya ni
tinto aunque reciba un corazón ajeno. se acuerda del señor gordo y lento que
He disfrutado mucho la vida y creo que entró a esta casa hace cinco meses, olien-
no tengo quejas. Siempre me ha gusta- do a hospital y a sacristía, pero yo sí me
do lo bello, lo amable: el arte, el espíri- acuerdo perfectamente. Usted ya es otro,
tu, el pensamiento. En este sentido, me Luis. Y el corazón no es una máquina,
gustaría seguir buscando lo mismo. El no diga eso. Su noble corazón ha respon-
pasado está ahí, mi pasado de sacerdo- dido con amor desde que llegó aquí. Ói-
te, por ejemplo. Yo soy eso, y esto no se gase su corazón y créale, Luis.» (p. 295)

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Salvo mi corazón, todo está bien Héctor Abad Faciolince

PREGUNTAS PARA
LA CONVERSACIÓN
1. es una novela inspirada en la vida de un
personaje real. Aun así, si bien el autor nos va dando algunas pistas de ello,
no hay una necesidad de trazar distinciones entre ficción y realidad. ¿Por
qué pensáis que Héctor Abad Faciolince escoge escribir desde esta zona
ambigua donde lo imaginado y lo real forman un único relato? ¿Cómo
influye en vuestra lectura saber que el protagonista existió realmente?

2. La familia es uno de los temas más reconocibles en la narrativa de Abad


Faciolince, como se puede observar en su celebrada
¿Qué idea de la familia traslucen las novelas del autor?

3. El corazón es un órgano vital que, desde los mitos de la antigedad hasta


nuestros días, ha ido adquiriendo infinidad de significados y se ha revesti-
do de metáforas. ¿Qué significados se despliegan en la novela en torno a un
corazón sano y un corazón enfermo?, ¿qué metáforas contiene la novela?

4. Luis Córdoba es sacerdote, pero rara vez viste o actúa de acuerdo a la


imagen preconcebida que tenemos de los religiosos. ¿Cómo definiríais su
relación con la Iglesia?

5. Al igual que Luis, Aurelio es una figura atípica en el mundo eclesiástico:


ambos defienden unos valores que no suelen estar presentes en el discurso
de la Iglesia católica. ¿Qué une a estos dos personajes?, ¿cómo es su rela-
ción?

6. es una novela que ahonda en el matrimo-


nio y la familia, pero además retrata relaciones de profunda amistad que
se prolongan durante décadas. ¿Cómo son los vínculos de amistad que se
describen? ¿Pensáis que la novela traza una distinción entre el amor y la
amistad?

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Salvo mi corazón, todo está bien Héctor Abad Faciolince

7. Matrimonios, amistades, convivencias... ¿Cuáles son los modelos de re-


laciones que la novela nos muestra?, ¿tienen elementos en común o pri-
ma la diferencia?

8. La novela rescata un viejo proverbio francés que dice: «El matrimonio es


como una fortaleza sitiada. Los que están afuera quieren entrar y los que
están adentro quieren salir». A partir de esta frase, ¿cómo se relaciona
cada personaje con el matrimonio?, ¿qué supone para ellos este tipo de
unión?

9. La estancia de Córdoba en casa de Teresa es una suerte de educación


sentimental donde los personajes se asoman al amor, al deseo, a la nece-
sidad de compartir, pero también, a los celos. ¿Quiénes se ven expuestos
a los celos a lo largo de la novela?, ¿cuáles son los detonantes de este
sentimiento?

10. Para Córdoba, la renuncia a la paternidad es el coste más elevado del


sacerdocio. ¿Qué lo atrae de la infancia y la compañía de los niños? ¿Por
qué pesan más fantasías como la de adoptar a Rosina y tener también
hijos propios que las del sexo o el matrimonio?

11. Las descripciones de las diferentes casas en las que vive el protagonista
ocupan varias páginas de la novela. ¿Cuál es la importancia de las casas?,
¿qué significados tienen estos espacios?, ¿por qué pensáis que el autor
describe la casa de Teresa como un cuerpo con sus órganos en funciona-
miento?

12. Además de precisas descripciones anatómicas y notas sacadas de tratados


de medicina e historias clínicas, la novela contiene una gran cantidad
y variedad de referencias literarias, cinematográficas y musicales. ¿Qué
efecto va produciendo en la lectura la introducción de estas referencias?
Según la novela, ¿qué papel desempeña el arte en nuestras vidas?

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Salvo mi corazón, todo está bien Héctor Abad Faciolince

13. A lo largo de la novela, la dicotomía entre el bien y el mal está muy presen-
te. Tanto Córdoba como Aurelio son hombres bondadosos que pregonan
el bien en un mundo, demasiado a menudo, violento y cruel. Uno y otro,
a lo largo de sus carreras, se topan con personajes que encarnan el mal, y
otros que, inocentes y luminosos, tiene un aura angelical. ¿A través de qué
elementos y personajes se va construyendo esta distinción?, ¿por qué la
historia de Córdoba abre camino a esta reflexión de orden ético?

14. Siguiendo con la dicotomía entre el bien y el mal, a raíz de sus conflictos
con algunos altos cargos de la Iglesia, Aurelio cita una frase de una novela
de Juan Villoro donde el demonio dice «Soy esa fuerza que siempre quiere
hacer el mal y acaba provocando el bien». ¿Qué opináis de esta frase y
cómo la relacionáis con la novela de Abad Faciolince?

15. Durante la misa del funeral de Córdoba, Aurelio se toma la libertad de


desafiar a la Iglesia para bendecir, con frases que rozan lo herético, a las
familias en toda su diversidad. ¿Por qué el cura reúne en ese momento la
fuerza necesaria para defender en voz alta aquello que, en la práctica, ha
sido uno de sus valores?

16. Los fragmentos del sermón de Aurelio que la novela recoge hacia el final
describen a Córdoba como una poderosa fuente de inspiración. ¿Estáis
de acuerdo con las palabras de Aurelio? ¿Os quedáis con algo del legado
humano de Córdoba?

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Salvo mi corazón, todo está bien Héctor Abad Faciolince

© Ruven Afanador
EL AUTOR

Héctor Abad Faciolince nació en Me- Sebastián, y ganadora del Goya 2021 a
dellín (Colombia), en 1958. Estudió la mejor película iberoamericana y de
Lenguas y Literaturas Modernas en la cinco de los principales premios Platino
Universidad de Turín (Italia). Además 2021; La Oculta (Alfaguara, 2015) y Lo
de ensayos, traducciones y críticas lite- que fue presente (Alfaguara, 2020). Con
rarias, ha publicado, entre otros libros, su tercera novela, Basura (2000), obtuvo
Asuntos de un hidalgo disoluto (Alfaguara, en España el I Premio Casa de América
1994), Tratado de culinaria para mujeres de Narrativa Innovadora. Ha publicado
tristes (Alfaguara, 1997), Fragmentos de también un libro de poemas, Testamento
amor furtivo (Alfaguara, 1998), Angos- involuntario (2011); uno de ensayos, Las
ta (2003), El olvido que seremos (2006; formas de la pereza (2007), y otro de rela-
Alfaguara, 2017), que fue llevada al cine tos, Traiciones de la memoria (Alfaguara,
en 2020 por Fernando Trueba, recono- 2009). Sus libros han sido traducidos a
cida por los festivales de Cannes y San más de quince idiomas.

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Salvo mi corazón, todo está bien Héctor Abad Faciolince

LA CRÍTICA
HA DICHO
SOBRE EL AUTOR

«Lo que voy leyendo de Héctor Abad Fa- «Uno de los autores más venerados y exi-
ciolince lo voy guardando como migas tosos de América Latina».
de pan muy esféricas, pulidas, lumino- The Guardian
sas, para cuando tenga que atravesar el
gran bosque de la noche».
Manuel Rivas

SOBRE EL OLVIDO QUE SEREMOS

«La más apasionante experiencia de lec- «No sé si un libro puede cambiar la vida,
tor de mis últimos años». pero sí que puede alterar tu reloj bioló-
Mario Vargas Llosa gico. [...] Me mantuvo en vigilia toda la
noche. Es un libro con boca. La boca in-
«Un libro tremendo y necesario, de un olvidable de la gran literatura que ha so-
coraje y una honestidad arrasadores. Por brevivido a la extinción de las palabras».
momentos me he preguntado cómo ha Manuel Rivas
tenido la valentía de escribirlo».
Javier Cercas «Una historia de amor inspiradora y ma-
ravillosa entre un padre y su hijo. Amor
«Un libro hermoso, auténtico y conmo- en tiempos duros de zozobra y de muer-
vedor». te».
Rosa Montero Antonio de la Torre

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«Una memoria apasionada escrita con «Un libro testimonial, plagado de me-
amor y sangre». moria y nostalgia. Una suerte de bio-
The New York Times grafía afectiva del padre perdido para
siempre y recuperado eternamente en la
«Un libro sagrado. Una certera excep- bruma de unos recuerdos puestos en ne-
ción sobre la bondad, el idealismo más gro sobre blanco».
práctico, sobre la inconveniente conve- Ricardo Baixeras, El Periódico de Catalu-
niencia de alzar la voz a riesgo de que te ña
arranquen la vida».
Jesús Ruiz Mantilla, El País

www.penguinclubdelectura.com

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