TEMA 4 CONDICIONES QUE PUEDEN AFECTAR A LA SALUD MENTAL
TEMA 4 CONDICIONES QUE PUEDEN AFECTAR A LA SALUD MENTAL
TEMA 4 CONDICIONES QUE PUEDEN AFECTAR A LA SALUD MENTAL
4.1. Estrés
El estrés es la forma como el cerebro y el cuerpo responden a cualquier demanda; a
ciertos niveles puede afectar la salud, por lo que es importante prestar atención a la
forma en que se afrontan los acontecimientos estresores de menor y de mayor
importancia (National Institutes of Health, s.f.). Visto desde un enfoque biopsicosocial
se aborda como un proceso que incorpora factores psicosociales estresantes,
respuestas fisiológicas, cognitivas, emocionales y conductuales, y como factor clave
la interacción de la persona en su entorno (Lazarus & Folkman, 1984).
Hay diferentes tipos de estrés y todos originan riesgos para la salud física y mental.
Algunos ejemplos son el estrés de rutina relacionado con las presiones del trabajo,
la escuela, la familia y otras responsabilidades diarias; el estrés provocado por un
cambio negativo repentino, como la pérdida del trabajo, el divorcio o una
enfermedad, y el estrés secundario a trauma que se experimenta en un
acontecimiento como un accidente grave, la guerra, vivir algún tipo de violencia
(familiar, institucional, laboral, de género, en el noviazgo, etc.), o una catástrofe
natural en el que las personas pueden estar en peligro de sufrir heridas graves o
morir. Las personas que tienen estrés postraumático pueden mostrar síntomas
emocionales y físicos temporales muy angustiantes, pero la mayoría se recupera
naturalmente poco después (National Institutes of Health, s.f.).
Los síntomas del estrés pueden afectar al cuerpo, los pensamientos, sentimientos y
al comportamiento. Es importante saber reconocer los síntomas comunes de estrés,
ya que esto puede ayudar a controlarlos (Mayo Clinic, 2019). Algunos efectos comunes
del estrés son los siguientes:
Dolor de cabeza
Tensión o dolor muscular
Dolor en el pecho
Fatiga
Cambios en el deseo sexual
Malestares estomacales (colitis, gastritis, intestino irritable)
Problemas de sueño
Ansiedad
Inquietud
Falta de motivación o enfoque
Sentirse abrumada/o
Irritabilidad o enojo
Tristeza o depresión
Consumo de comida en exceso o por debajo de lo normal
Consumo excesivo de alcohol, tabaco u drogas ilegales
Aislamiento social
Práctica de ejercicio con menos frecuencia
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sangre y la frecuencia cardíaca (MedlinePlus, 2020). Además, cuando una persona
se estresa es más propensa a mantener hábitos perjudiciales para el corazón, como
fumar, beber demasiado o comer alimentos ricos en grasa, azúcar y sal
(MedlinePlus, 2020).
Los trastornos por ansiedad y depresión son causados en un 90% por el estrés
laboral, emocional, económico o social, y a su vez provocan en el organismo
consecuencias graves como alteraciones metabólicas: pérdida o aumento excesivo
del apetito y periodos de diarrea o estreñimiento, asimismo pueden presentarse
crisis de pánico y problemas de sueño, entre otros (Federación Mexicana de
Diabetes, 2015).
Así, podemos ver que el estrés afecta de múltiples maneras a nuestro organismo,
aunque existe una gran diferencia entre el estrés temporal, el cual ocasiona que los
efectos físicos sean de corta duración, al estrés crónico, con efectos sostenidos y
cuyo impacto será mayor. Mientras más tiempo se experimente estrés, el sistema
de reacciones físicas se mantendrá más activado, ocasionando mayores problemas
de salud (American Psychological Association, s.f.).
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La enseñanza es una carrera muy satisfactoria, sin embargo, el estrés asociado al
cuidado de las y los estudiantes, la comunicación con las familias, los trámites
administrativos, la planificación de actividades académicas y la carga de trabajo,
entre otras cosas, puede ejercer una presión importante sobre las y los profesionales
de esta área e influir sobre su salud mental y bienestar. Estos altos niveles de estrés
pueden conducir al agotamiento o burnout del profesorado (Gastaldi et al., 2014).
Cuando una persona tiene burnout, el riesgo de tener insomnio como síntoma aislado
es mayor (Armon, 2008). La depresión es frecuente en personas con burnout leve
(20.3%) y más cuando es grave (52.9%). El riesgo de tener un trastorno depresivo mayor
es 29 veces más alto en hombres y 10 veces mayor en mujeres si se tiene burnout grave
(Ahola et al., 2005).
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en él, sino que afirman de manera categórica su incomodidad y su incapacidad
fisiológica y emocional para seguir adelante por las circunstancias que se dan y que
se concretan en el desarrollo diario de su labor, en un entorno específico que en
nada contribuye a liberar o evitar la presión existente (Bosqued, 2006).
Tomando en cuenta que la docencia es una actividad que puede ser una fuente
generadora de estrés, es importante que el personal preste atención a sus necesidades
y a sus sentimientos, participe en actividades que disfrute y encuentre relajantes, para
cuidar de sí, ya que esto favorece el mantener la mente y el cuerpo preparados para
enfrentar situaciones que requieren resistencia.
4.3. Violencia
Para abordar el tema de “la violencia” o “las violencias”, nos encontramos frente a
un sinnúmero de manifestaciones de conducta de personas o grupos sociales, que
podemos observar en cualquiera de los círculos sociales a los que pertenecemos o
frecuentamos y/o reconocer en nosotras/os mismas/os.
Tipos de violencia
Esta clasificación tiene también en cuenta la naturaleza de los actos violentos, que
pueden ser físicos, sexuales o psíquicos, o basados en las privaciones o el abandono, así
como la importancia del entorno en el que se producen, la relación entre quien la emite
y quien la recibe, y en el caso de la violencia colectiva, sus posibles motivos (OMS, 2002).
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muchas mujeres a nivel mundial (Solizko, 2013). El Fondo de las Naciones Unidas
para la Infancia (UNICEF), define a la violencia de género como el término que se
utiliza para poner de relieve la vulnerabilidad de las mujeres y las niñas a las diversas
formas de violencia en los lugares donde son víctimas de la discriminación por el
solo hecho de ser mujeres (UNICEF, s.f.).
De acuerdo con lo señalado en la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida
Libre de Violencia (2007), los 6 tipos de violencia que se ejercen en México contra
las mujeres son:
Este término se utiliza para nombrar a los asesinatos de mujeres que expresan la
violencia de género y es una alternativa al tipo criminal homicidio, cuya neutralidad
es muy cuestionable (Solyizko, 2013). El feminicidio ocurre cuando “las condiciones
históricas generan prácticas sociales agresivas y hostiles que atentan contra la
integridad, el desarrollo, la salud, las libertades y la vida de las mujeres” (Lagarde,
2005, p 151), es decir, su designación tiene como marco no solo el asesinato de una
mujer por el hecho de serlo, sino también la impunidad que regularmente
obstaculiza o impide que se resuelvan este tipo de delitos (Lagarde, 2005; Solyizko,
2013).
En el contexto educativo, una de las formas de violencia que se presenta con mayor
recurrencia es el acoso escolar, el cual se entiende como aquellas conductas de
intimidación, hostigamiento y acoso físico o psicológico, ejercidas de forma
intencional por un/a escolar contra otro/a. A diferencia de una relación conflictiva
entre compañeros/as, en el acoso la relación entre quien ejerce la violencia y quien
la recibe, es asimétrica, y las conductas de hostigamiento son continuas (Fernández
Alonso & Herrero Velázquez, 2014). Las y los estudiantes que viven acoso escolar no
suelen defenderse, al principio creen que ignorando a quienes les acosan, el acoso
se detendrá. Tampoco suelen decir a sus familias y docentes que están viviendo
acoso por temor. Por ello es necesario generar tanto en la escuela como en la familia
apertura para que niñas, niños y adolescentes platiquen lo que ocurre en la escuela
y se pueda intervenir para detenerlo (Fernández Alonso & Herrero Velázquez, 2014).
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Ciberacoso: acoso a través de las nuevas tecnologías de la información y
comunicación (mandar mensajes insultantes, fotografías, acoso a través de
chats, de la Red o del teléfono). El anonimato de quien emite la violencia y la
amplificación de sus efectos al enviar los mensajes a un elevado número de
personas hacen de esta forma de acoso, quizás la más nueva y potencialmente
peligrosa, la de más difícil intervención (Perren, 2011; Schenk & Fremouw, 2012;
Vazsonyi, 2012; Przybylski, 2017).
La violencia supone una enorme carga para las economías nacionales, con un costo
para los países de miles de millones de dólares anuales en atención sanitaria,
vigilancia del cumplimiento de la ley y pérdida de productividad. En México, la
creciente presencia en la vida cotidiana de las diferentes formas y manifestaciones
de violencia y su liga con la delincuencia han sido una constante preocupación de
la sociedad en las últimas décadas y este aumento manifiesto en las estadísticas
oficiales muestra que la violencia se extiende a nivel nacional. De acuerdo con el
Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), se estima que en México,
durante el año 2017, hubo aproximadamente 25.4% de víctimas en edades de 18
años y más (INEGI, 2018), siendo la población joven el grupo social cuyo crecimiento
ha sido el más significativo, ya sea como emisor/a o como receptor/a de violencia.
Datos de INEGI (2018), señalan que en 2016 del total de las defunciones por homicidios,
36% fue en adolescentes y jóvenes en un rango de edad de 15 a 29 años, lo que
representa más de un tercio de las muertes del país; 89% de las personas asesinadas
pertenecientes a este grupo poblacional, víctimas de asesinato en 2018 eran hombres
y 11% mujeres. Además, 41% contaba con educación secundaria y sólo 19% con
licenciatura. 80% tenían un empleo formal. Por otra parte, 48% de las jóvenes fueron
asesinadas en la calle; en el caso de los hombres se verifica en 60%. A 19% de ellas las
asesinaron en el interior del hogar; 8% en el caso de ellos.
Seis de cada diez NNA entre 1 y 14 años han experimentado algún método
violento de disciplina infantil en sus hogares (jalones de orejas, bofetadas,
manotazos o golpes fuertes, privaciones alimenticias, encierros); la mitad ha
sufrido algún tipo de agresión psicológica por alguien de la familia (UNICEF, 2019).
Durante 2015 se registraron 1,057 homicidios de NNA, es decir, 2.8 homicidios
diarios. El mayor porcentaje en menores de 18 años ocurre en el grupo
poblacional de 15 a 17 años (INEGI, 2016).
En México, en 2016 se registraron 11,808 nacimientos en niñas de 10 a 14 años.
Los embarazos en niñas y adolescentes habitualmente están vinculados a
abuso sexual (Consejo Nacional de Población, 2018).
Arciniega (2005), habla sobre el concepto clínico de acoso moral del que afirma que
tiene ciertas características:
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el elemento objetivo correspondiente a la conducta acosadora,
comportamientos hostiles reiterados en un periodo de tiempo, y
la relación asimétrica, es decir, el desequilibrio de poder entre las dos partes
involucradas en el fenómeno.
Para que una conducta sea considerada como acoso laboral se deben tomar en
cuenta varios criterios (Farrington, 1993, citado por Ireland & Snowden, 2002):
Los motivos por los cuales una persona realiza mobbing varían. Para Verona Martel
(2014), la causa por la que una persona ocasiona a otra un daño tan grave como el
asociado al acoso psicológico es simple: quien acosa descubre a una persona que
cumple con características que le incomodan en su medio laboral, estas conductas
en un ambiente laboral “sano” serían consideradas como “buenas personas”.
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así encontramos a las estimulantes (cocaína, anfetaminas, tabaco); depresoras (alcohol,
inhalables, opiáceos) y alucinógenas (mariguana, LSD, peyote).
Los efectos a corto y mediano plazo del consumo de sustancias psicoactivas pueden
ser distintos según la persona, la sustancia que se consume, así como la frecuencia.
Lo que es un hecho es que todas ellas tienen la capacidad de modificar la función y
estructura de algunas áreas del cerebro que son necesarias para planear, tomar
decisiones, regular nuestras emociones, socializar, entre otras.
Por otra parte, también existen algunos trastornos del comportamiento que son
conocidos como “adicciones comportamentales” y que afectan de manera
importante a las personas, por ejemplo, uso compulsivo de los videojuegos, de
internet, sexo, compras, entre otras.
De acuerdo con las cifras que mostró la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas,
Alcohol y Tabaco –ENCODAT- 2016-2017 (CONADIC, 2017), se puede aseverar que las
intervenciones para la prevención de las adicciones más costo-efectivas son las que se
desarrollan desde la promoción de la salud antes del inicio de consumo de sustancias
adictivas, o bien, desde la prevención universal o selectiva, cuando el consumo es
experimental u ocasional (Martín del Campo, 2019). La población en general de una u
otra forma tiene o ha tenido conocimiento acerca de las sustancias psicoactivas, tanto
legales como el alcohol o tabaco, como otras ilegales, ya sea por contacto directo, por
parte de alguna experiencia familiar o social, o bien por los medios de comunicación,
de manera que resulta imposible ser ajenos al tema.
Pese a este panorama, podemos decir con entusiasmo que la mayoría de las
personas en nuestro país no consume sustancias psicoactivas ilegales y una gran
parte de quienes deciden hacerlo, sobre todo adolescentes, no presentan aún un
trastorno por su consumo. De la población total que ha estado expuesta a la
prevención antes de consumir drogas, 5.1% consume cualquier droga (8.1%
hombres, 3.2% mujeres). En contraste, los porcentajes de consumo se duplican
(12.3% población total; 18.4% hombres. 5.6% mujeres) para quienes no han sido
expuestos a prevención. Específicamente, de la población entre 12 y 17 años que ha
participado en alguna actividad para prevenir el consumo de drogas, 3.3% reporta
consumo de cualquier droga alguna vez (3.5% hombres y 3.1% mujeres). El
porcentaje crece 3 veces (10.3%) en quienes no se han expuesto a programas de
prevención (10.1% en hombres y 10.6% en mujeres).
Es importante señalar que, si bien es cierto que una persona no desarrolla adicción
con el primer consumo de alguna sustancia psicoactiva, esto no quiere decir que
no represente un daño a la salud. El consumo de cualquier sustancia psicoactiva
representa riesgos a la salud para cualquier persona, y puede generar
consecuencias negativas en el estado de salud física y mental.
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finalmente puede llegar a la dependencia o adicción, es decir, cuando la persona no
deja de consumir pese a las consecuencias negativas.
En este último punto, las personas principalmente consumen para no sentirse mal,
ya que experimentan “abstinencia”, que es el malestar físico y psicológico que una
persona sufre al no tener la sustancia psicoactiva en su cuerpo. Cuando se
evoluciona a un trastorno, puede imposibilitar a la persona o separarle de sus
actividades cotidianas al afectar sus relaciones personales, sociales o disminuir su
capacidad económica, cosa que afecta directamente la salud mental y física de la
población, incidiendo en sus desempeños laborales y escolares (NIDA, 2020).
Se puede asegurar que la familia, la escuela y las comunidades, son escenarios muy
valiosos para la promoción de la salud y la prevención del consumo de sustancias
psicoactivas y otras conductas adictivas. Es indispensable fomentar ambientes
saludables, donde las personas y sobre todo las más jóvenes, tengan oportunidades
de fortalecer sus habilidades sociales, los vínculos entre amistades positivas, teniendo
la oportunidad de expandir sus redes de apoyo, de construir sueños, visualizar un
proyecto de vida, todo esto considerando valores a favor de la paz y el sentido
comunitario donde todas las personas son corresponsables del bienestar integral.
Hoy en día es muy probable que la mayoría de las personas seamos plenamente
conscientes de la ansiedad y los desajustes emocionales que nos provoca la pérdida
de alguien a quien queremos, y podemos hablar de la profunda y prolongada pena
que nos aqueja por un tiempo indefinido. En ocasiones se ha pensado que el paso
por este momento debe de ser lo más rápido posible, pues llega a considerarse
como algo “patológico” y, por lo tanto, no deseado. Sin embargo, esto es un proceso
natural y esperado, por lo que no se debe considerar como algo “enfermo” y debe
promoverse la expresión y entendimiento de las emociones que inevitablemente
son consecuencia de la pérdida.
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embargo, con el tiempo irá disminuyendo permitiendo así la externalización de las
emociones que son normales e incluso favorables para el manejo de la pérdida.
Fase 2: Rituales alternativos para trabajar las emociones durante el duelo. Es muy
relevante indagar el contexto sociocultural y conocer cuáles han sido los rituales o
tradiciones ante la pérdida de familiares y/o amistades ya que estos son un acto
simbólico que nos permite procesar un evento psicológico en la realidad. Otra de
las funciones de un ritual es verlo como “la despedida” que ayudará a expresar las
emociones ante una pérdida favoreciendo el proceso de duelo mediante el
acompañamiento de los otros, aliviando el dolor emocional.
De acuerdo con Buckman (citado en Osiris, 2020), hay entornos culturales que
favorecen la expresión y exteriorización de sentimientos en relación a la pérdida,
mientras que otros los inhiben, exigiendo una actitud estoica y valiente, de ahí la
importancia de conocer el contexto cultural, incluso el lenguaje que se emplea para
hablar de la pérdida, donde se recurre a diferentes eufemismos para no decir lo que
realmente pasa.
Se tiene que hacer una identificación de los recursos que ha aprendido durante este
proceso con el fin de fortalecer su experiencia de vida. Algunas personas al final del
proceso podrán incluso establecer alguna meta realista la cual buscarán emprender
derivado de esta pérdida en sus vidas.
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Ross, 1992). Para ello, es importante conocer las distintas formas en la que NNA
entienden el concepto de la muerte y las formas de respuesta habituales.
Las y los adolescentes, entre los 12 y los 16 años, ya tienen un concepto muy similar
al de las personas adultas sobre la muerte. Está ligada a la globalidad de la pérdida
por eso pueden angustiarse ante la idea de cómo continuar la vida. Pueden adoptar
conductas muy protectoras con las personas a su alrededor y buscar no hablar
sobre lo sucedido para no causar mayor pena a familiares. En este tenor, buscan
hablar y encontrar eco a sus ideas en compañeras/os de clase, así como amistades
de su edad, docentes, etc., más que hablarlo con personas cercanas. Por ello, el rol
de las y los docentes para acompañar el duelo es fundamental en esta etapa.
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