Exploración de Los Rios Peruanos Apurim

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F
UC-NRLF
3423

S23
B 5 164 689
1
EXPLORACION

DE

LOS RIOS PERUANOS

APURIMAC , ENI , TAMBO, UCAYALI Y URUBAMBA

HECHA POR

JOSE B. SAMANEZ Y OCAMPO

EN 1883 Y 1884...

DIARIO DE LA EXPEDICION .

I
LIMA

IMP. DE «EL PAIS » , PLAZA DE BOLIVAR N, 203

DIRIGIDA POR MIGUEL MARISCA .

1885.
F3423
523

DIARIO

DE LA

EXPEDICION SAMANEZ Y OCAMPO .

937
DE muchos años atrás me preocupaba la idea del inmenso provecho que
reportaría al Perú una vía de comunicacion entre los Departamentos del in-
terior y el Ucayali , por medio del Apurimac .
El curso de este puede decirse que es enteramente desconocido desde el
punto en que recibe los rios Pachachaca y Pampas hasta su union con el
Perené . Allí recibe el nombre de Tambo, rio ya conocido y navegado por va-
rios misioneros y por el ingeniero señor Wertheman .
El deseo de poner por obra aquella idea, comenzando por una parcial ex-
ploracion , me hizo acometer una expedicion en el Apurimac en Diciembre de
1878. Tuvo ésta mal éxito ; pues sobrevino la estacion de aguas , con tal fuer-
za en aquelaño, que me ví obligado á regresar de Chinete, último terreno culti-
vado en la orilla izquierda de Apurimac, sito en el distrito de Chungui ( provin-
cia de Lamar) y fronterizo á la desembocadura del « Pampaconas» .
Mi punto de partida fué la hacienda «El Pasaje» .
En Junio del siguiente año 1879 , volví á expedicionar y llegué hasta el
rio «Anchihuay », que sirve de límite, por esa parte, entre las provincias de La-
mar y Huanta. Encontré que, desde tres ó cuatro leguas mas arriba , las pla-
yas ensanchan notablemente, asi como la hoya del rio ; el lecho de éste es me-
nos desigual; tiene menor cantidad de grandes piedras y la corriente del rio
es mas moderada, siendo las correntadas menos frecuentes y mui raras las cas-
cadas. Es yá navegable en canóas y balsas, como lo hacen los salvajes « cam-
pas» que habitan allí.
No habiendo estado preparado para ir mas léjos, regresé de dicho punto, con
propósito de volver el año siguiente hasta el Tambo, ó hasta el Ucayali ; lo que
no pude verificar, por haber sido llamado al servicio de la pátria ; primero, como
Subprefecto de la provincia de Andahuaylas y , en seguida, como Prefecto
del Departamento de Ayacucho, durante los años 1880 , 81 y parte del 82.
Desempeñando en Ayacucho este último cargo, comisioné , con acuerdo
del Supremo Gobierno, entónces existente en dicha ciudad ( 1881 ) , al Mayor
Pedro Fernandez Prada , enviándolo á las montañas de Huanta , para que hi-
ciese un reconocimiento del camino desde Huanta hasta el punto llamado Quim-
pitiriqui, situado á la orilla del « Apurimac» , hasta donde hay una mala senda ;
y que navegase el rio aguas abajo tanto como le fuese posible.
Dicho oficial desempeñó satisfactoriamente su comision , habiendo adelan-
tado hasta Chivóquirohuato, punto situado poco mas abajo de la union del
2

« Mantaro con el caudaloso « Apurimac», é informó que era fácil abrir un


buen camino desde Huanta hasta el embarcadero de Quimpitiriqui, y que ,
para la navegacion, no presentaba obstáculos considerables el rio , en toda la
parte por él reconocida. Su informe iba acompañado de un plano ; y elevados
ámbos por mí al Jefe del Estado, señor Piérola , á fines de Noviembre del 81 .
Con motivo de los sucesos políticos que tuvieron lugar poco despues, re-
nuncié la Prefectura de Ayacucho , volviendo á la vida privada .
De regreso á mi casa, pensé nuevamente en realizar el proyecto de toda
mi vida, que era, bajar por el « Apurimac », « Eui » y «Tamboo , hasta el « Uca-
yali» y regresar por el « Huillcamayo» ó « Urubamba » , reconociendo así am-
bas hoyas y tener datos prácticos positivos sobre las dos, que pueden ser mui
útiles, mas que nunca ahora que la guerra ha puesto en estado de completa
ruina á nuestra infortunada pátria ; ruina de la que solo la hoya amazónica
podrá levantarla.
Cierto es que la hoya del Eni , parece un territorio inexplorable, ó vía
tenebrosa, erizada de escollos y de las agudas flechas de los feroces campas
que asesinaron al Padre Chimini y otros ; pero el deseo de descubrir esta vía
que favorece á varios Departamentos y el interés de lo desconocido, me han
impulsado á llevar adelante mi proyecto.

Con aquel fin, he hecho los preparativos necesarios. Hé contratado los peo-
nes que deben acompañarme ; y he organizado la "ESPEDICION JOSÉ BENIG-
NO SAMANEZ Y COMPAÑIA" , asociándome con los señores: Santiago S. Olaza ·
bal,-Dionísio Truyenque, -Antonio Almanza, -Federico Pietrosanti,-Isaac
-
Velarde,― Adriel y Abel Montes, Daniel Truyenque, -Ildefonso Arellano, —
por quien va Luis Grippo, -Pedro Valle, y Luis A. Salas, -bajo la razon so-
cial de "José Benigno Samanez y Compañía". Su objeto es explorar el cur-
so de los rios Apurimac, Eni y Tambo y, de vuelta, el Urubamba ;
ver desde dónde es navegable el primero ( el último yá fué explorado por el
ingeniero Forbes y otros) , y saber si es posible abrir un camino de herradura
desde el último punto navegable de dichos rios á los Departamentos de Aya-
cucho, Apurimac y Cuzco. La Empresa se propone tambien explotar, si le es
posible, algunos productos de esa region, como caucho, maderas finas, resinas
etc. y adquirir todos los datos posibles relativos á la region que bañan el Uca-
yali y los caudalosos rios que lo forman.
Todos los gastos de la expedicion corren de cuenta y cargo de solo Sa-
manez.
El señor José Gregorio Prada con sus hijos, han querido tomar parte tam-
bien en esta empresa ; pero, en momentos casi de marcha, se han separado de
ella por no haber sido posible pouernos de acuerdo acerca de su participacion
y beneficios en la empresa .
Para facilitar la conduccion de las cargas siquiera en parte, he hecho com-
poner y tambien abrir un camino desde el Pasaje hasta Chontabamba, punto dis-
tante del primero 24 leguas .
Concluido este trabajo, emprendemos marcha, saliendo yo de mi hacienda
Pasaje , situada á la orilla izquierda del Apurimac y entre la confluencia de
les rios Pachachaca y Pampas con el primero, en la provincia de Anda-
huaylas, en la fecha en que comienzo este-
3
co

DIARIO DE LA EXPEDICION.

AGOSTO DE 1883 .

AG . 8. - Hemos llegado & Paccaipata, situado en la banda derecha del


Apurimac á 6 millas de El Pasaje, donde me esperaba yá parte de mis
compañeros ; pero quedan aún tres en El Pasaje, para venir con el restó de las
cargas.
AG . 13. - Chontabamba. - Hoi hemos llegado á este punto, situado en la
márgen derecha del rio, sin mas incidente que haberse desbarrancado , en la
falda del cerro San Cristóbal, dos mulas cargadas. Han salvado los peones,
las bestias y parte de la carga ; pero se ha perdido un bien surtido botiquín ,
una papelera y diversos útiles, que hacían un tercio, el cual voló á un abismo,
importando la pérdida algun dinero y quedándonos sin medicinas.
AG . 31.- Puerto- Osambre. - Desde que llegamos á Chontabamba nos ocu-
pamos, primero, en hacer continuar el camino de herradura hasta este punto,
que hemos elegido para embarcarnos ; y en seguida , en reunir y trasportar al
puerto toda la madera necesaria para las balsas. En el acarreo de la madera ,
que en parte se hacía por el rio mismo , se volcó una balsa con el jóven Isaac
Velarde y tres peones, que quedaron debajo de ella; pero lograron felizmente
salir del agua y montar otra vez la balsa así volcada, y salvar ilesos.
Reunida toda la madera , procedimos á la construccion de las balsas, sien-
do el encargado de esto Pedro Valle, que es carpintero y además mui enten-
dido en todo lo relativo á navegacion. Todos los compañeros trabajamos tam-
bien activamente en esta tarea.
Entre tanto han llegado los compañeros que faltaban y las cargas de
víveres, herramientas y equipaje, que, en número total son 60 de béstia, ó sea,
120, bien pesadas, para hombre.
Hasta este punto nos han acompañado los señores Cárlos Velarde, Isáac
Villagarcia, Julio Velarde y mi hijo David; y vinieron á visitarnos en él los se-
ñores Arellano , Emilio Montes y Luis Salas , sócio encargado de la continua-
cion á mi costa del trabajo del camino á Pampaconas y adelante.

SETIEMBRE DE 1883.

SET. 1 °.- Pailayoc. - Concluidas las balsas, y hechos todos los pre-
parativos , salimos hoi, pasando las cargas antes á la banda opuesta del rio y
llevándolas los peones á espaldas , por entre precipicios , hasta una milla abajo.
Las balsas van de vacío por tener que pasar dos correntadas peligrosas.
Los peones que llevamos son 19.
SET. 2. - Sombreroyoc. - Salimos del sitio anterior con las cargas embar-
cadas en cuatro balsas , una mui grande y tres de regular tamaño ; pero sobró
mucha carga , por la que vuelven las balsas menores tres veces .
Solo hemos podido avanzar, pues , 2 millas .
SET. 3. - Cinco- corrientes. - Paramos en este sitio , distante pocas cuadras
del anterior, por haber encontrado una cascada y cuatro correntadas seguidas
que chocan contra rocas ; y siendo imposible que las balsas pasen cargadas, há
sido preciso hacer una senda de á pié, por entre peñas y precipicios , para con-
ducir por allí las cargas, pasando las balsas vacías, con solo los remeros . La
balsa grande, es dirigida por Pedro Valle , mui entendido en el asunto , y le
ayudan tres de los sócios, todos con remos de tiro.
SET. 4. - Jerusalen . - Volvimos á embarcarnos con las cargas, marchando
yo siempre por delante, como explorador, en una balsa chica de tres palos, pa-
ra indicar los peligios . Navegamos , en un lindo remanso , solo dos millas, hasta
la horrorosa cascada llamada Jerusalen (nombre antiguo ) que se halla en la de-
sembocadura del riesito Challhuamayo , que entra por la izquierda y divide la
gigantezca hacienda de Chaupimayo de las tierras del distrito de Chungui ,
llamadas «Yungas de Chungui.»
Dicha cascada es una verdadera catarata; pues el agua salta como de cin-
co ó seis metros de altura y vá á estrellarse contra la base de una elevada roca
de la banda derecha.
En toda la márgen izquierda hai innumerables pedrones que forman saltos
parciales y remolinos: de manera que es imposible pasar las balsas aun halándo-
las vacías, y ha habido que desatarlas para trasladar los palos , uno á uno,
por la playa, hasta pasar esta cascada , y otra muy fuerte tambien , que está
tres cuadras mas abajo. Esta operacion , el penosísimo acarreo por entre enor-
mes piedras y la necesidad de volver á armar luego las balsas , nos hace perder
los dias 5 y 6 .
SET. 7. - Salto- del- Sapo . - Embarcados otra vez , ahora en siete balsas en
que convertimos las cuatro anteriores , hemos adelantado solo una milla hasta
esta playa, de donde regresan las balsas mas ligeras por la carga sobrante.
No es posible hacer mayor número de balsas, por ser nuestro personal in-
suficiente para manejarlas; ui es posible tampoco hacerlas mui grandes porque
no habría medio de gobernarlas en medio de tantas cascadas, piedras, remoli-
nos, etc. Por esta razon la misma balsa grande que trafamos la hemos conver
tido en dos menores .

SET. 8.- Osambre-grande. - Coutinuamos viajando de la misma manera'


parte por agua y parte por tierra. Pasamos á la banda derecha, á una orilla ro-
callosa y muy desigual , hasta la playa de Osambre , situada á la izquierda del
rio Pampaconas , sin que tampoco hayan podido llegar todas las cargas, que
han quedado diseminadas en el trayecto.
Hemos hecho 3 millas.
SET. 9. - Idem .- Se há traido el resto de las cargas por la mañana y des-
cansamos el resto del dia 9: es Domingo.
El rio Pampaconas es bastante caudaloso y desciende de los nevados de ld-
ma grande, Vilcabamba y Choqquesapra , tributando sus aguas al Apurimac ,
por la derecha. Quede consignado que este último recibe, desde El Pasaje
hasta aquí, los rios siguientes: Pintoce y Ranzapata, Mapillo, Huachae, Luc-
mabamba y Chontabamba , chicos ; y Pampaconas, grande, por la derecha ; y
por la izquierda , el Pachachaca y el Pampas, grandes, y los chicos : Chaupima
yo, Chapi, Limonnive, incoc, Challhnamayo y Chinchibamba.
Un episodio curioso nos aconteció en la tarde de este dia en Chinete , pre-
cioso llano situado frente á la boca del Pampaconas , y cultivado por tres ó
cuatro familias, lugar adonde fuí de paseo y con el fin de visitar á un hombre
hourado y trabajador que reside allí, llamado Pablo Rivas, en cuya casa me
alojé yá dos veces en mis expediciones anteriores.
Poco rato despues de llegar á su casa con algunos compañeros , llegaron
tambien cuatro índios de Chungui, quienes dijeron ser comisionados de las au-
toridades y del pueblo, al que dejaban, segun ellos , en una alarma extraordi-
naria. Mandábanlos á averiguar quienes éramos y lo que pretendíamos, pre-
viniéndonos,ademas , de que el pueblo estaba decidido á impediruos continuar,
y á atacarnos en gran número el dia siguiente, con cuyo objeto sc hallaba ya
reunido en las alturas.
No me sorprendió tal mensaje ; pues de antigua fecha sé que los habitan-
tes de los distritos de Chungui , Ancco é Iquicha tienen la costumbre de asal-
tar en masa, para asesinar y robar , á todo viajero que tiene la desgracia de cru-
zar por su territorio y caer en manos de estos infames , mucho peores que los
salvajes.
No hace un año aún que los de Ancco pusieron en estado de muerte al
señor José Gregorio Prada y sus dos hijos , acometiéndoles á pedradas y pa-
los entre mas de doscientos de estos bandidos , solo por que cruzaban su distri-
to. Es muy conocida por todos la historia de este crímen , que ha quedado im-
pune sin embargo.
Reprendí ásperamente á los mensajeros ; díjeles que de nada tenian que
pedirme cuenta, puesto que éramos conocidos, que viajábamos por el rio y por
tierras del Departamento del Cuzco , añadiéndoles que deseaba vinieran los
centenares de hombres, que me aseguraban estar reunidos en las alturas, para
hacer con ellos un buen escarmiento .
Dias antes supe tambien que los de Ancco se preparaban á asaltarnos mas
abajo de Sinquibeni. Informáronlo así tres espías suyos á mis peones, aconse-
jándoles fugar y dejarnos solos , con cuyo motivo di parte al Subprefecto de
Lamar, por un propio que mandé de Chontabamba , para que tomase la me-
didas convenientes y se evitase los desórdenos que podian ocasionar esos mal-
vados , estando nosotros resueltos á defendernos á todo trance y vender caras
nuestras vidas.
SET. 10. - Playa-de - los- Libres. - Hoi hemos pasado todas las cargas á la
orilla izquierda, por donde han sido trasportadas por los peones hasta el fin
de una larga y peligrosa correntada, con cascada al centro, ocasionada por la
desembocadura del torrentoso Pampaconas , que acarrea muchas piedras. Las
balsas han pasado con solo sus remeros , no sin grave riesgo , habiéndose vol-
cado una, cuyos remeros , que eran ties, se fueron al agua en un torbellino .
Tuvieron la fortuna de asirse á la balsa y salvar felizmente, auxiliados por las
otras balsas , algunas cuadras mas abajo, habiendo sí perdido los náufragos
sus remos.
Una vez carga y balsas bajo la correntada en la playa de Chinete , repasa-
mos el rio, viniendo á esta orilla de la derecha, lugar que hemos llamado Pla-
ya de los Libres; pues allí termina la jurisdiccion de todos aquellos miserables
que acabo de mencionar. Mas abajo no se encuentran ya sino algunos salvajes
y se respira el aire de la libertad, la moralidad y la independencia.
Avanzamos solo una milla.
SET. 11. - Remolino .-Seguimos embarcados en todas las balsas hasta la
playa llamada del Remolino, en la que tenemos que abandonar definitiva-
mente nuestras balsas ; pues aquí principia una série interminable de casca-
das, infranqueables y sin playa. Esto nos obliga á continuar la marcha
hasta Sinquibeni.
Recorreremos así una considerable distancia , cruzando todo el cerro de
Yunga por entre bosques casi impenetrables, cuestas pendientísimas , desfila-
deros y precipicios peligrosos, resignándonos á la lentitud de esta marcha ; len-
titud inevitable , pues es forzoso hacerla abriendo senda á machete, pico y lam-
pa, para el acarreo de mas de ciento veinte cargas, y ya con solo diez y seis
peones. De veintiuno que salieron con nosotros , dos quedaron enfermos ántes
de Chontabamba , uno de los cuales habia muerto, y de los diez y nueve res-
tantes, uno ha fugado y dcs han caido enfermos con tercianas .
Hecha la senda, se designará el sitio de parada y se trasladará allí las
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cargas, en siete, ocho ó mas viajes . Avanzamos á paso de tortuga , pero yen-
do adelante.
Tambien se ha declarado terciana en los compañeros Almanza y Velarde .
Hemos hecho dos millas.
SET. 12.-- La- Cueva. - Del anterior parage adelantamos hasta esta playa,
que en mi precedente viaje llamé La Cueva, por hallarse aqui una que sirve
de alojamiento. Atravesamos la hermosa pampa llamada Capiro.
SET. 13, 14 y 15. - Id.- Acarreo de cargas por los peones. Los sócios
nos hemos ocupado en exploraciones y en la apertura de senda .
En este sitio se han fugado dos peones. Con el anterior, son ya tres los
partidos.
De Remolino aquí hay tres millas.
Desde este lugar, abundan mucho los murciélagos.
SET. 16. Domingo: há sido consagrado al descanso .
SET. 17. -Sapacani . -Continuamos á Sapacani por la misma playa del
rio, midiendo , desde esta fecha, las distancias por pasos, en la marcha por tierra.
El 18 se acabó de trasladar las cargas, habiendo avanzado 4,400 pasos .
Los pasos los calculamos de 2 piés y medio.
SET. 19. - Cedropata .- Avanzamos hasta esta alturita, teniendo que su-
bir una cuesta, tan pendiente que hai que andar á gatas. Aquí principia la
cuesta de Yunga, que tanto temíamos.
De Sapacani á aquí hai 1,600 pasos.
SET. 20 , 21 , 22. -Id. - Acarreo de cargas.
SET. 23.- Mercedes. -Hoi nos hemos trasladado de Cedropata á la parte
alta de la cuesta , habiendo avanzado 4,200 pasos . Parte del camino es de cuesta
pendientísima y el resto se compone de faldas y pequeñas subidas y bajadas ,
hasta este punto en que termina la subida . Hemos llamado á este punto Mer-
cedes en memoria del dia de mañana.
SET. 24. - Id.- Nos quedamos aquí, mientras los peones trasladan las car-
gas á la jornada siguiente, que llamai émos las Dos- aguadas.
De Cedropata fueron en exploracion los compañeros Truyenque y Almanza
hasta la playa de Yunga. Volvieron á los tres dias , guiados por los salvajes Bi-
viano,y Luis, que viven en las alturas de Sapacani, de donde vinieron á visi-
tarnos. En su exploracion determinaron la direccion que debía llevar la sen-
da y los sitios de jornada.
En uno de los viajes que hacian los peones con las cargas, marché con ellos
y algunos compañeros , en interés de divisar, desde una cuchilla próxima , que
en mi anterior viaje llamé Mirador, la hermosa pampa de Sinquibeni.
Atravesábamos una falda pendientísima por la estrecha senda abierta poco
antes, cuando , al voltear una cuchilla, sentí la caida de álguien que se desbar-
rancaba . Momentos despues oí el estertor de la agonía de un hombre que se
ahoga. Apresuré la marcha y grité á D. Dionisio Truyenque ( quien se habia
lanzado ya tras el despeñado para socorrerlo) que aquel infeliz, uno de los peo-
nes, se ahogaba, y que se apresurase. Así lo hizo ; y llegó tan oportunamente ,
que pudo cortar á tiempo la cuerda de cuero con que el peon llevaba á cuestas
un cajon, el que, dando vueltas durante la caída, estaba ahorcando al infeliz y
solo le faltaban segundos para espirar. Hallábase , ademas , al borde de un bar-
ranco de inmensa altura y cortado á pico. Aquel pobre hombre salvó median-
te este oportuno auxilio.
Casi todas las marchas que tenemos que hacer son por parajes semejantes á
aquel y el mas pequeño descuido, ó una mala pisada, bastarian para ocasio-
nar una desgracia irreparable.
Tan penosa y cruel marcha nos vemos obligados á hacer por entre bosques
7

impenetrables y precipicios, cuya sola vista horripila , sin embargo de haber ca-
mino de herradura por la banda opuesta en el territorio de Ancco y Chungui, por
la razon ya indicada de que sus habitantes, mas feroces y malvados que los
salvages cashivos ó siriniris, se oponen á todo tránsito por sus tierras. Lásti-
ma nos dá ver á nuestros pobres peones escalar precipicios casi verticales , ó
deslizarse por desfiladeros , en una senda que no tiene una cuarta de ancho ,
con sus cargas de tres á cuatro arrobas de peso. Nosotros mismos , menos acos-
tubrados que ellos á llevar carga, tenemos á cuestas nuestros rifles, municio-
nes, remos y algunos chismes.
El 26 hicimos un viage a Dos-aguadas, llevando remos y otras cosas , para
aligerar la carga de los peones ; y regresamos.
SET. 26. - Don- Adriel. - Levantamos el campo y marchamos con intencion
de avanzar hasta la casa del salvage Valentin, antiguo amigo mio ; pero , ha-
biendo perdido tiempo por esperar nuestro equipaje, pasamos la noche en una
estrecha cuchilla, que hemos llamado Don - Adriel, por haberse enfermado
aquí mi sobrino Adriel Montes.
Hemos audado 6,000 pasos.
Tuvimos tormenta ; pero se disipó luego.
SET. 27.- Valentinoa.- Continuamos hasta la casa de Valentin , situada en
una hermosa falda del cerro de Yunga y como á dos millas del rio. Aqui pa-
raremos hasta que lleguen todas las cargas.
Hemos avanzado 3,600 pasos.
Valentin nos há recibido'mui bien. Su casa es un grupo compuesto de diez
ranchos , de los que nos há cedido cuatro. Como es mui trabajador , tiene gran-
des chacias de yuca, abundando, ademas , en ellas caña dulce, piña y mágona
(una especie de papa ) de todo lo que nos dá á discrecion para nosotros y los
peones. Yo le hago tambien buenos regalos. Su familia consta de él , su cuña-
do, Cabrero, otro pariente llamado Santos y sus mujeres , teniendo una sola ca-
da uno , contra la costumbre general de los salvages, que casi todos son polí-
gamos.
Del Pampaconas hasta aquí hai tres grupos pequeños de salvages campas:
el primero , en la falda del cerro Huaina- Osambre y playa derecha del Pam-
paconas, y se compone de Valeriano y su hijo , Casimiro, con varias mujeres,
ademas de otra familia nueva, que parece ser oriunda del valle de San Miguel ;
el segundo , en el cerro de Sapacani, compuesto del viejo Basilio , padre de Va-
lentin , su yerno Luis y su hijo Biviano, viviendo las tres familias en una sola
casa ( estos son polígamos ) ; el tercero, es el de Valentin y compañeros , que
tambien viven juntos, trabajando siempre asociados .
En el trayecto que hemos recorrido desde Sapacani , el rio hace una gran
vuelta, dirigiéndose desde dicho punto al O. , para torcer despues bruscamente
al E. y luego al N , en cuya direccion vá hasta Sinquibeni. En todo este tra-
yecto hai un pongo estrechísimo , completamente desconocido, que tiene como
cuatro millas de largo y , segun me aseguran los salvages, tiene cascadas y re-
molinos temibles . Basilio me há referido que dos de ellos intentaron explorar-
lo años atrás, y perecieron, sin duda , pues no volvieron á ser vistos mas .
En el vértice del ángulo que forma el rio al torcer del O. al E. , recibe , por
la izquierda, un rio de las montañas de Ancco ; por la banda derecha solo en-
tran en él el pequeño Sapacani y varias aguadas, siendo de notar, sí, que las
aguas de infiltracion fluyen en tanta cantidad que aumentan notablemente el
caudal del rio.
Desde la pampa de Capiro, que está á la derecha del rio y de la falda
de la cuchilla del cerro Huaina - Osambre, la vegetacion es soberbia, no-
tándose , sobre todo, la grande abundancia de elegantes palmeras de varias es-
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pecies, entre las que se distingue la bellísima y elevada Camona ó Huacra-


pona, tan útil para la construccion de casas.
Cuanto mas descendemos el rio, tanto mas sensible es el cambio en todo . El
horizonte se extiende ya bastante . Las montañas terminan en lomadas y coli-
nas de suave declive, dando lugar á hermosas llanuras en las orillas del rio.
En Valentinoa, nombre que hemos puesto á este sitio, en honor del buen
Valentin, nos hallamos casi frente á frente de las Yungas de Ancco. El rio tie-
ne todavia correntadas mui fuertes que hacen imposible la navegacion .
Aprovechando la parada en este punto , nos ocuparemos en sacar cascari-
lla para combatir las intermitentes, que principian á atacar á muchos de nues-
tra comitiva: hasta ahora han caído yá diez con ellas. La mejor quina que hai
aquí es la que en Santa Ana llaman verde- morada.

OCTUBRE DE 1883.

OCT. 6. - Mal-paso de Aguas-calientes. - Hasta hoi hemos tenido que per-


manecer en la jornada anterior, aguardando que lleguen todas las cargas. Hoi
nos hemos trasladado á esta playa, que en mi viaje anterior llamé con aquel
nombre á causa de un manantial de agua ferruginosa tibia, que nace en la
misma playa, debajo de unas rocas.
Hémos avanzado de Valentinoa aquí 2,800 pasos.
Se construirán dos balsas para pasar las cargas por el rio, en un trecho
en que este se arruina contra una peña ; pues llevarlas por la falda y por el bos ·
que nos obligaría á dar un gran rodeo. Sin embargo , he dispuesto que se haga
tambien un camino por la falda del cerro , para pasar en tiempo de aguas, en
el que el rio invade todas las playas, ó cuando no se pueda construir balsas .
Las faldas adyacentes al rio se prestan mucho para la apertura de un có-
modo camino de herradura, abierto el cual no habría mas que un dia de mar-
cha desde Chontabamba hasta Sinquibeni.
El 8 se ha acabado de hacer las balsas y se há pasado las cargas por deba-
jo de toda la peñolería que nos impidió el paso. Han desembarcado en el úni-
co pequeño puertecito que se ha encontrado en la misma banda derecha. Fe-
lizmente el rio es mui remanso en éste trayecto de seis ú ocho cuadras, siendo
mui fácil hacer repetidos viajes con las balsas.
OCT. 9.-- San- Dionisio. - Seguimos por la playa hasta el principio de la
pampa de Sinquibeni , y hémos acampado en la orilla del rio, poniendo á este
sitio el nombre de San- Dionisio, en recuerdo de mi finado señor padre, cuyo
cumple-años era hci.
De Mal- paso aquí hai 4.000 pasos.
OCT. 10. -Id. - Tomando por guia al salvaje Martin , recorrimos en va-
rias direcciones una parte de la pampa de Sinquibeni , rumbeando camino , sin
conseguir encontrar las casas de los salvajes que buscábamos ; porque Martin
se extravió .
OCT. 11.- Sinquibeni.— Con el mismo guia, volvimos al trabajo del dia
anterior , cruzando la pampa en busca de las casas de los infieles, que viven
mas abajo. Toda esta llanura está cubierta de un bosque tupido y elevadísimo,
siendo mui difícil distinguir las sendas, ni encontrar las casas, sin ser prác-
tico en su conocimiento . Fácil es perderse en estos bosques al menor descuido.
Habiéndome encaminado , con algunos compañeros, por la parte alta de la
pampa, mientras Truyenque, con los peones rozadores, iban por la baja , fui-
mos á dar casi todos á la vez á una casa de los infieles, á quienes buscábamos ,
9

inmediata al rio . Eu ella hallamos numerosa familia , y varios individuos de


ella me reconocieron inmediatamente , manifestando mucho placer al verme,
pues eran antiguos amigos mios .
Les pregunté si existía Inocencio (infiel que me sirvió de intérprete el
año 79 , por que sabe la quíchua ) y me dijeron que sí, yendo á llamarlo inme-
diatamente. Llegado que fué, regresamos con él al campamento de San- Dio-
nisio, y procedimos luego á abrir, bajo su direccion , una nueva senda hasta su
casa, situada en média pampa. Nosotros y parte de la carga, avanzamos este
dia hasta dicha casa de Inocencio.
El 12 hémos parado, mientras traen todas las cargas á la dicha casa.
OCT. 13 -Id. - Hice una exploracion hasta Parotoneca, por camino
abierto bajo la direccion de Inocencio. Me acompañaron Almanza, Velarde,
Adriel Montes, Daniel Truyenque, Grippo y todos los peones llevando carga .
Con nosotros vinieron , además , varios salvajes.
Hicimos entre todos un buen camino, la mayor parte en llanura, y esco-
gimos para nuestro campamento un bonito arenal , á la orilla del rio y al fin de
la pampa, al pié mismo del curioso peñon llamado Parotoncca, que parece
una gran torre truncada cubierta de vejetacion .
El nombre de Parotoncca lo debe este sitio al mismo peñon, casi redondo
y como de treinta varas de altura, que en lengua campa quiere decir piedra ra-
jada , ó llena de grietas.
En tiempo de creciente pasa el agua por detrás y forma del peñon una
preciosa isla. Allí dejamos las cargas, regresando todos á Sinquibeni .
De San-Dionisio á Sinquibeni hai 4,200 pasos.
OCT. 14. -Parotoncca . - Descansó la gente, por ser Domingo, y se que-
dó en Sinquibeni, adelantándome á este sitio con mis compañeros: Almanza,
Pietrosanti, Velarde, Grippo y Valle.
De Sinquibeni aquí hai 5,100 pasos.
OCT. 15. - Id.-- Continuúan los peones trayendo las cargas, y tan luego
como concluya este penoso acarreo, principiarémos á hacer las balsas en que
debemos continuar la marcha , y á toda fluvial.
El rio tiene aun muchas correntadas hasta aquí ; y dos cuadras mas arri-
ba del peñon está la terrible cascada que, por su inmediacion á él, lleva el
mismo nombre de Parotoncca.
Hé encontrado en ella un cámbio notabilísimo: el rio ha roto la peña que
le servía de lecho y le hacía dar un salto considerable, habiéndose convertido
en una furiosa y larga correntada lo que antes era una caída vertical, ó cata-
rata.
Entre las grietas de Parotoncca hai millares de vampiros.
Debe notarse que este rio es llamado Eni, que quiere decir el gran
rio, por todos los infieles que habitan sus orillas desde la desembocadura del
Pampaconas, nombre que conserva hasta el Perené. Los geógrafos solo le dan
este nombre desde su union con el Mantaro.
OCT. 18. -Id. -Ayer acabaron de llegar las cargas y desde hoi se princí-
pia á cortar y conducir palos de ochroma para hacer las balsas.
Sinquibeni es una llanura , situada á la derecha del rio, que tiene cuatro
millas de largo y de dos á tres de ancho , y está cubierta toda de bosques de
una hermosura incomparable. La atraviesa á lo ancho el rio Sinquibeni , bas-
tante caudaloso . Se halla frente á otra llanura, mui hermosa tambien, perte-
neciente al distrito de Ancco, cuyos habitantes tienen allí sus cocales y diver-
sas plantas.
En la pampa de Sinquibeni y en las faldas del cerro que la domina, habi-
tan varias familias de salvajes campas, los cuales hacen un pequeño co-
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10

mercio de cámbio con los indios de Ancco ; trocando cera negra , copaiba , loros
y monos por herramientas y sal. Los Auccos explotan como quieren, en estos
negocios, á los infieles ; y lo que es peor , les roban y asaltan , con el mayor des-
caro , sus chacras y casas , hallándose tan exasperados éstos, que se van alejan-
do de la llanura á los cerros inmediatos, á donde no alcanza la rapacidad de
aquellos bandidos.
OCT. 31 - Id.- Há concluido éste més , y aun no hemos terminado la
construccion de las balsas.
La madera para éstas se há traido del centro de la pampa de Sinquibeni y
de la fronteriza, que distan de aquí mas de dos millas, trasportando una parte
nuestros peones , por tierra. La otra parte há sido traída por agua, trabajo en el
que han sido mui útiles los salvajes que se han encargado de ella . Su destreza en
esta operacion es admirable: en ocasiones pasaban el rio de tres cuadras de
ancho y seguían una larga distancia aguas abajo , de pié sobre solo dos palos
de balsa atados uno á otro mui ligeramente por los extremos.
Uno de los dias en que fuí á la pampa de los Anccos , hablé con uno de
ellos, que acababa de llegar del pueblo de ese nombre y me dijo que el señor
Subprefecto de Lamar, don Pedro José Castro , había dado las órdenes mas
terminantes á toda la gente de ese salvaje y feroz distrito , para que no se nos
molestase absolutamente, auxiliándonos mas bien en lo que los necesitásemos.
Aprovecho de esta ocasion para manifestar al señor Castro mi profundo
reconocimiento.

NOVIEMBRE DE 1883

Nov. 9. - Idem.- Reunido todo el material en el campamento, procedi-


mos á la construccion de las balsas, dándoles toda la solidez posible y desea-
ble, para lo que les pusimos tres teleras, en unas, y dos , en otras , hechas del
fuerte y elástico palo-bálsamo ó estoraque, pasando dichas teleras por el cen-
tro de los palos, agujereados al efecto. Ademas, todos los palos han sido clava-
dos los unos contra los otros con largos clavos de chonta, teniendo ca-
da balsa de cuarenta á cincuenta clavos. De esta manera han quedado
tan sólidas como si fueran de una sola pieza. Se las ha provisto tambien de
una plataforma de bambú , conocido con el nombre de « caña de Guayaquil»
sobre armazon de palo de balsa , asi como de chumaceras para el apoyo de los
remos de tiro , con los que las manejaremos y que hemos fabricado, faltando
aún varios que se hará mas abajo. Entre los peones que han venido hai dos
carpinteros , los cuales, bajo la direccion de Valle, hacen todo lo que se nece-
sita; pues he traido un buen surtido de herramientas de carpintería.
Asi se han construido quince balsas de 8 metros de largo y poco menos de
2 de ancho, excepto dos menores que servirán de exploradoras. Estas han sido
construídas por Pedro Valle, ayudado por todos nosotros . Hemos hecho tam-
bien una canoa.
De las quince balsas llevaremos once y quedarán cuatro con sus remos y
cuerdas, con el fin de que vengan en ellas á nuestro alcance los conductores
de una nueva provision de víveres que mi esposa remitirá en El Pasaje.
Tres salvajes, contratados al efecto, servirán de guías á dichos conductores ,
siendo uno de ellos el intérprete Inocencio .
Se há contratado tambien varios salvajes para que nos guíen y acompa-
ñen hasta Acon, y sobre todo , para que nos pongan en relacion amistosa con
los de mas abajo. Su presencia nos servirá de garantía. Esta gente en gene-
ral es mui buena y dócil. La pereza es el único vicio que la domina, sin el
cual seria verdaderamente muy útil.
- 11

Nov. 10. - Idem. - Concluidos todos nuestros aprestos, hechos con la ma.
yor actividad y sin perder tiempo , hemos resuelto salir hoi precisamente, á la
hora que se pueda.
La marcha ha sido organizada como sigue: 1. Balsa- explorado-
ra, muy angosta y ligera, sin carga ninguna, en la que iré yo con mi
sobrino, Adriel Montes , y un muchacho listo, llevando solo dos armas, un an-
teojo y la bandera peruana , con la que se hará las señales necesarias á las de-
mas balsas, ya para que desvíen . hácia una ú otra banda del rio, ó para que
atraquen á la orilla mas inmediata, en caso de peligro ( las señales están con-
venidas ) ; 2.º Canoa , en la que irán el intérprete Inocencio y un sobrino suyo,
que van de acompañantes por dos ó tres dias y tambien con el objeto de reco-
nocer el rio , en sus malos pasos , para ir despues con la remesa ; 3.° Balsa -avi-
so, sin carga tambien , y los guías Silverio, Atanasio y un muchacho, pagados
para ir hasta Acon ; 4.° Balsa- capitana, con carga ; irán en ella los señores
Olazabal, Pedro Valle y el sirviente Barbarán ; 5. ° Las demas balsas, en las
cuales irán dos de los socios y uno ó dos peores en cada una, y solo peones en
otras.
En el manejo de nuestras embarcaciones casi todos tenemos bastante
práctica. Don Dionisio Truyenque, su hijo Daniel , yo, y casi todos mis peo-
nes, tenemos la ventaja de haber aprendido el manejo de las balsas y botes en
el balseadero de El Pasaje, sito en rio que es el Apurimac unido con el Pa-
chachaca, en el cual hemos hecho innumerables expediciones y pruebas, aguas
arriba, desafiando los mayores peligros; no menos que en el paso del rio , es-
tando crecido, por ser de tránsito constante á los valles de Santa Ana. Pie-
trozanti ha aprendido á remar en el mar. Mis sobrinos, los jóvenes Mon-
tes , se pusieron expeditos en mui pocos dias de este ejercicio, que comen-
zaron en El Pasaje, adiestrándose en Puerto - Osambre. En cuanto á Va-
lle, es casi anfibio y mui diestro en el manejo de toda clase de embarcacio-
nes. Los demas compañeros se adiestraron tambien en aquel puerto: de ma-
nera que no necesitamos, para la navegacion , de los salvajes, pudiendo salvar
de todo peligro sin ageno auxilio.
En esta confianza y arreglado todo como se há dicho, salimos hoi del puer-
to de Parotoncca, que convertimos en astillero. El número de expedicionarios
es 30: sócios 11 , sirvientes 3 y peones 16 , ademas de los salvajes cuyo número
aumenta o disminuye casi cada dia.
Urabiari. - Nos pusimos en marcha á las 5 p. m. y llegamos en media ho-
ra á Urabiari, avanzando tres millas.
Como á la mitad del trayecto hai un « rápido» suave, que se pasa por el
centro , y poco mas abajo desemboca, por la izquierda , el pequeño rio Chi-
quintirca.
Inmediatamente se descargaron todas las balsas, llevando las cargas á la
playa. Allí se aseguran, bajo de toldos; operacion que se verificará invariable-
mente en toda la marcha , para evitar los mil percances que han tenido que su-
frir muchos expedicionarios por dejar sus embarcaciones cargadas á flote . Pa-
ra mayor seguridad las balsas son tambien traídas á tierra. Exesivas parece-
rán nuestras precauciones ; pero no lo son en realidad ; pues el rio crece ó baja
a todas horas, inesperada y rápidamente , poniéndonos en mil apuros.
Nov. 11.- Inacione. La primera diligencia de hoi ha sido trasladar las
cargas por tierra hasta debajo de la mui fuerte correntada llamada Urabiari,
que tiene 400 varas de largo y es peligrosa por las muchas piedras que tiene
diseminadas en el centro.
¡ Tarde de negro recuerdo! Nos embarcamos , despues de cargar las bal-
sas , y, á las pocas cuadras, pasamos sin novedad la correntada llamada Ma-
12

champoroni, que es mui larga. Despues de un pequeño remanso , seguimos otra


corriente corta, llamada Obore, en la que hai una roca oculta casi en el cen-
tro del rio que ocasiona un fuerte salto, con reinolino debajo .
Por mas señas que hice con la bandera, para que se cargasen todas las bal-
sas á la izquierda, fué imposible evitar el que dos de ellas se dejasen arras-
trar por la corriente, pasando por sobre el pedron. Estas balsas eran , la que di-
rigian Almanza y Grippo , que pasó felizmente sin mas accidente que un zabu-
llon ; y la conducida por los peones Pereira y Naveros, manejada á pala y no á
remo . Esta última se atravezó , cayendo de costado ; y al remar Naveros , que
venia en la proa, un tumbo le cogió la pala, palanqueándolo y lanzándolo á la
voragine, que lo sepultó en sus ondas. Los otros dos compañeros escaparon fe-
lizmente, asiéndose á las chumaceras. Perdió las palas y solo se salvó la balsa
con el resto de sus tripulantes, auxiliada por las otras.
Esta terrible escena fué tan rápida, que nos dejó estupefectos . Sin poder
yá remediar tamaño mal , dei que solo podíamos sacar experiencia , continua-
mos entrando luego en la fuerte corriente de Pancoareni, en la que las balsas
pasaron cerca á la orilla, contenidas por sus cuerdas . Pasamos luego otra cor-
riente, igualmente fuerte, llamada Tirimemene, con igual precaucion.
En todos estos malos pasos sale la gente de las balsas á contenerlas con
las cuerdas, quedando solo uno ó dos, para evitar con sus botadores el que se
baren sobre las piedras, ó se vuelquen en los pequeños saltos de las orillas .
Vino en seguida un remanso casi de dos millas . Termina éste en un her-
moso rápido de 7 á 8 cuadras y una corriente , fuerte al fin , llamada Quienti-
roteni. Pasada esta, fuimos á desembarcar en una isla .
En ella nos visitó el salvaje Juanico, capitan de los infieles de la banda
izquierda. Es ya viejo y parece un buen hombre. Tiene numerosa familia y
allegados .
Haríamos cosa de 8 millas.
Nov. 12.- Sarviganis.- La noche última há sido pésima , pues ha llovido
toda ella. Nuestro alojamiento han sido las mismas balsas, colocando las cargas
ea un pedregal.
Como siguen las correntadas Inacione 1ª . y 2., que son peligrosas por tener
enormes piedras al centro, hé hecho acarrear las cargas por la orilla hasta de-
bajo de la segunda. Ahí cargamos de nuevo las balsas.
Seguimos navegando por algunas cuadras hasta la correntada de
Chirote. Divídese ésta en varios brazos. Pasamos por uno chico , llevando
casi arrastradas las embarcaciones, trabajo en el que nos ayudaron con la mayor
actividad y entusiasmo gran número de salvajes que se reunieron allí.
Salidos de este mal -paso, entramos en un remanso de algunas cuadras ,
que termina en un codo con un rápido violentísimo. No ofrece, sin embargo ,
peligro cargándose un poco á la derecha .
Continúa el rio en remanso por poco trecho, al que sigue un rápido tan
igual, cómodo y anchuroso, como largo. Tiene dos millas y termina en reman-
so dando la uuelta á un morrito, hasta este punto, llamado Sarviganis, eu el
cual hemos acampado.
En el trayecto solo entra, por la derecha, un rio pequeño, llamado Quin-
tiareni.
Nuestra marcha solo ha sido de 4 millas, por la demora en el trasporte de
cargas y el mal-paso de Chirote, en el que tardamos mucho. De dicho punto
se regresó Inocencio.
Esta tarde nos visitaron varios salvajes, dos de los cuales eran conocidos
mios .
Nov. 13.- Chirumpiari . --Salimos de Sarviganis á las 10 a. m. y navega-
13 -

mos hasta este punto, pasando tres rápidos, lagos y suaves, y tres correntadas,
bastante fuertes , pero sin piedras , llamadas: Mancoareni, Anchihuay y Manir-
huato. No ofrecen gran peligro; pero son mui violentas. Hai que pasarlas por ,
el centro .
Los rios que desembocan en el trayecto son: por la derecha, Chantimen-
quiare, Manitinquiari y Chirumpiari, pequeño el primero, y regulares los otros
dos; y, por la izquierda, el Anchihuay, bastante considerable.
Casi al concluir la marcha de hoi , sufrimos un verdadero diluvio , que nos
hizo perder una hora, mojándonos además completamente .
Pasado éste, hemos avanzado hasta aquí 15 millas .
Nos há detenido, á las 3 y media p . m. , la furiosa cascada de Chirum-
piari, que pasaremos mañana, haciendo trasladar las cargas por la playa y lar-
gando las balsas vacias al capricho de la cascada; pues es tan fuerte y mala,
que no sería posible llevarlas ni haladas, segun nos lo há revelado la explora-
cion inmediata que hemos hecho . Esta caída del rio es ocasionada por el amon-
tonamiento de piedras mui grandes y cascajo , que acarrea el rio Chirumpiari,
bastante considerable y mui torrentoso . Dicho rio recorre un precioso y extcn-
so valle.
Nos alojamos, como de costumbre , en la playa, cerca á la casa de dos cam-
pas llamados Marianos, uno de los cuales nos dice ser del rio Tambo, de don-
de se vino mui jóven . Poséen estos una buena canoa.
Nov. 14.-Id. -Todo este dia nos hemos ocupado en el acarreo de nues-
tras cargas por la playa y en el paso de las balsas , largándolas como se dijo
ayer, operacion que se ha concluido con el dia . Pasaremos la noche en el pun-
to en que debemos embarcarnos mañana .
Los citados Marianos me noticiaron que en este lugar, y á poca distancia
de aquí, residían muchos campas , y entre ellos , estaba radicado un huantino
llamado Mariano Soto , el cual , el año 1879, estuvo en Sinquibeni y me sirvió
de intérprete y compañero, junto con Inocencio , cuando vine hasta Anchihuay.
Le hice llamar esta mañana; pues lo necesitaba para intérprete: habla regu-
larmente el campa , ademas de la quichua, que es su idioma. Poco despues ,
se presentó éste, con una comitiva de cuarenta y tantas personas, compuesta
de hombres, mujeres y muchachos , á todos los que tuvimos que contentar, re-
galándoles chancaca y agujas .
Dicho Soto me refirió que, el año anterior, vino hasta este punto un reli-
gioso misionero, que se ocupaba en catequizarlos ; pero que, cuando mas ocu-
pado estaba en su mision, fué sorprendido por un violento ataque de los índios
Anccos, que se dicen cristianos, los cuales vinieron en persecucion suya é in-
tentaban victimarlo, salvando felizmente de sus garras, gracias á estos buenos
salvajes, que lo sacaron del lugar por sendas extraviadas , á travez de los
bosques .
Hé tenido que contratar aqui á los tres Marianos, para que vayan de
guías hasta Quimpitiriqui en su canoa ; pues los anteriores se han negado á
continuar, alegando mil pretextos , sin embargo de estar pagados hasta dicho
punto.
Un estraño incidente, nos sorprendió hoi , renovándo en la comitiva un
sentimiento bien doloroso: encontramos el cadáver de Calixto Naveros, desa-
parecido en el Obore cuatro dias antes, como en su fecha queda consignado .
Estaba barado , casi á la orilla misma del rio y conservaba todos sus vestidos ,
sin embargo de haber sido arrastrado por el agua 26 millas. Diríase que el
cadáver del infeliz Naveros nos há seguido demandando sepultura . Inmedia-
tamente lo hice levantar y enterrar debajo de un gran árbol , en paraje al cual
el rio, en su mayor creciente, no puede llegar.
- 14 ----

Nov. 15. - Chirantata. -La noche ha sido fatigosa . Lloviendo á cánta-


ros toda ella, el rio Chirumpiari entró de avenida, bramando espantosamen-
te ; y aumentó de tal modo el rio grande, que casi ganan sus aguas nuestro
campamento. A las dos de la mañana nos vimos obligados á transportar todas
las cargas y halar las balsas sobre las que dormíamos ; pues comenzaban yá á
flotar y corríamos riesgo de ser arrastrados por la corriente ,
Amaneció sin otra novedad; y despues de nuestro desayuno, cargamos las
balsas y continuamos la marcha. Fué ésta bastante rápida, porque casi todo el
curso del rio, en esta parte, es una cadena de correntadas y rápidos que se su-
ceden unos á otros, de tal manera que no se há terminado el paso de una cor-
rentada, cuando se oye ya el ruido de la siguiente .
Hoi hemos pasado las correntadas: Talancato, Chiroteplaya, Piriato, Cu-
bitüiguini, Malanquiato y Chirantata . Esta última, á la que llegamos á las 2
y 1/2 p. m. , nos há hecho perder el resto del dia. iemos tenido que pasar las
balsas una a una , arrastrándolas sobre un bajo de piedras y descargándolas
en parte , operacion que há terminado á las 5 p. m.
Cuanto mas se avanza aguas abajo , la hoya del rio se ensancha mas y
mas, divisándose á espacios un horizonte inmenso . El álveo del rio se extiende
tánto , que, en los rápidos moderados , su profundidad no pasa de 4 á 5 piés , y
es curioso de notar una especie de peine, en la correntada Cubitiiguini , que
no tendra mas de pié y medio de profundidad y de 5 á 6 cuadras de anchura.
La vegetacion es asombrosa , así como la riqueza del terreno que la man-
tiene. Considerables llanuras se extienden en ambas, bandas .
Los rios que hemos pasado son: por la derecha, Puquiare, Quintiroato y
Maniquiato; y por la izquierda , el Mantia y el Samogari, bastante considera-
ble. Los demas son pequeños .
Calculamos haber avanzado 12 millas.
La direccion general del rio es de S. á N.
Nov. 16.- Siviviriniqui. - Salimos de Chirantata á las 9 a. m., y nave-
gamos hasta las 4 y 1/2 p. m. , hora en que hicimos alto en la bonita playa lla-
mada Siviviriniqui, en la orilla oriental del rio .
Segun cálculo prudente, hemos adelantado unas 24 millas.
Nuestra marcha ha sido mui rápida ; pues , ademas de que la corriente del
rio es fuerte , por lo general, no hemos dejado de remar un momento
en 4 horas de navegacion. El resto del tiempo lo hemos empleado
en el paso de las dos largas y peligrosas correntadas, Mapitonoare y Careanon-
queronique. En la primera, Valle con un compañero , y luego otros mas , tuvie-
ron que pasar las balsas , una á una , solo con media carga ; y en la segunda,
hubo que llevarlas conteniéndolas con sus cuerdas desde la orilla, por mas de
10 cuadras. La primera se pasa por la derecha, y la segunda por la izquierda.
Al fin de esta última, se encuentra un remolino peligrosísimo, producido
por el choque del rio contra una peña. Este remolino há hecho varias vícti-
mas, segun nos lo han referido .
Además de esta correntada , hemos pasado , entre rápidos y corrientes , los
de Maquiti, Senquironchi, Comimpiare, Simáriva ( mui larga) Quipachíputini-
qui, Pachputini, Cuviripango, Malanquiato 2.º y Sivaiguiato de dos brazos, que
se pasa por el izquierdo , así como la de Simáriva y Pasiniato.
Felizmente no ha habido ningun incidente adverso, y el dia há terminado
de una manera feliz.
Nos han llamado la atencion hermosísimos llanos, en ambas bandas del
rio, cruzados casi todos por rios de bastante caudal ; y sobre todo, el lindo y
extenso valle de Simáriva en la banda occidental, regado por un rio considera-
ble y situado á ménos de 25 leguas de Ayacucho..
--- 15 -

Los rios que hemos visto tributar sus aguas al Apurimac y que es útil
consignar son: Maquite y Mapitonoare , por la derecha; y el Simáriva, bastan-
te caudaloso, por la izquierda. Los demás son pequeños riachuelos que no me-
recen mencionarse, y no pasan de 4 á 5.

Nov. 17.- Quimpitiriqui, en el distrito de Acon. - Salimos de Sivivirini-


qui, situado dos leguas mas abajo de la boca del Simáriva, á las 9 a. m. , y na-
vegamos rápidamente hasta la 1 h, 17 p. m. , hora en la que aterramos en esta
playa , situada á la izquierda , y perteneciente al distrito de Acon de la provin-
cia de Huanta, donde está la pequeña colonia de asiáticos establecidos aquí
hace algunos años .
Habiendo sido informado antes de emprender ésta expedicion, que, en es-
ta parte de la hoya del Apurimac, se encontraba yá el jebe, determinamos es-
tacionar aquí con el objeto de acopiar éste artículo hasta reunir una cantidad
suficiente y llevarla al Ucayali. Creímos necesario un mes ó dos de tiempo para
llenar tal propósito. En virtud de éste prévio acuerdo, dejé prevenido en casa
que, pasados dos meses de nuestra salida , nos remitiesen nueva provision de
víveres, para la continuacion de nuestro viaje, no queriendo contar con nada
precario.
Hemos elegido este sitio por su inmediacion al vallecito de Acon , cultiva-
do por cristianos. Esperamos conseguir allí algunos recursos, caso de faltarnos,
y aun peones para el trabajo. Aguardaremos, pues, en este punto la llegada
de dicha remesa . Si prosiguiésemos desde luego nuestro viaje , los conductores
de aquella no nos encontrarían , ni sabrían que hacer. Haya ó no caucho,
hemos resuelto, pues, hacer alto aquí.
En las 4 h. 17 , de navegacion perdimos 35 minutos, que paramos en casa
de unos salvajes.
El camino andado, será de 30 millas , atenta la velocidad con que hemos
navegado. Ninguna dificultad en el rio nos há obligado á descargar ó arrastrar
las balsas, como sucede frecuentemente mas arriba.
La corriente del rio, en general, es fuerte ; abundan mas los rápidos, que
los remansos ; pero no son peligrosos, porque no hai correntadas. Es , sí , indis-
pensable tener un práctico, por el riesgo que hai en las muchas ramificaciones
del rio de tomar algun brazo que tenga bajos, correntadas, ó palizadas . Es fre-
cuente que, en los lugares donde el rio se divide en brazos, haya unos cómodos
y seguros para navegar, y otros peligrosísimos.
Las corrientes que hemos pasado son: Quiémpire, que debe ser hecha por
la izquierda; Sintoriniqui, brazo derecho ; Sanita, centro ; Quichariqui, brazo
izquierdo; Ivaritote, brazo derecho ; Sampantoare, centro ; Omaya, tres brazos,
centro; otra mas abajo sin nombre , centro ; Pieni ó Poyeni, centro ; Pitzare, mui
larga y de tres brazos , derecho ; y Sivia 6 Sevea , centro ; mas el largo rápido
de Coloriato de dos brazos, que se pasa por el derecho.
Los rios que recibe el Eni en esta parte son: por la derecha, el Quiempire,
regular, Sampantoare, chico ; Omaya , regular ; Pitzare ó Pichari, bastante
grande; y por la izquierda , el Pieni ó Poyeni, frente al Omaya, regular, y el
Sivia 6 Sevea, pequeño .
El valle lateral que recorre el rio Omaya es uno de los mas interesantes
que tiene esta hoya, tanto por su extension , cuanto por la hermosura de sus
llanos , á una y otra orilla de dicho rio. Tambien el Pitzare recorre un extenso
valle.
Poco despues de haber parado, fuimos , algunos de los compañeros , á la
cólonia de los chinos, distante casi una legua del rio ; y allí supimos que este
lugar es el que se llama Quimpitiriqui, como nos lo habían dicho ya los prácti-
16 --

cos, y por otro nombre Miritopango, nombre mui citado en la relacion que de
sus correrías hace el mentiroso y farsante Juan Gastelú.
Esta colonia está reducida á mui pocos individuos, habiendo tenido ántes
como 60. Se han ido retirando, poco a poco , por temor á los malvados indios
iquichanos , que los hostilizan tenazmente y los amenazan de muerte . Así lo
han hecho ya con algunos, que han cogido en el camino de las alturas que lle-
vá á Huanta . Una vez en sus manos, los han asesinado. No quedan mas que
11 en la colonia, varios de los cuales tienen familia, y están mas amenazados
que nunca.
Su ocupacion es el cultivo del arroz . en el que son mui entendidos , ha-
biendo exportado muchos miles de quintales de este útil cereal á los mercados
de Hnanta y Ayacucho. Tienen aparatos mui ingeniosos y sencillos para pi-
lar el arroz .
Tambien comercian activamente con los salvajes, comprándoles cacao ,
vainilla, tejidos, loros, piémas, etc., trocados por herramientas , sal, espejos ,
agujas, pañuelos y otros artículos de esta clase, á que son mui aficionados los
salvajes. Estos chinos son mui activos y trabajadores.
Por ellos hé sabido que, á una milla de su colonia, reside un intérprete ,
Manuel Bellido, el cual habla mui bien el campa y está mui relacionado con
los salvajes. Me prometen traerlo á nuestro campamento; pues queremos con-
tratarlo para el viaje. Este mismo sirvió de intérprete y práctico al Mayor
Fernandez Prada, cuando lo mandé en comision de Ayacucho , en 1881 .
Nos han informado tambien que el vallecito de Acon dista de aquí tres
leguas ; y que hai allí varias haciendas pequeñas , cuyos dueños cultivan coca,
café y tabaco, artículos que se exportan á Huanta y Ayacucho. Uno de los
propietarios en esa localidad es el Teniente- Gobernador, llamado Francisco
Rondinelli .
Adquiridos todos estos datos , regresamos á nuestro campamento , donde no
tenemos aún otra casa que nuestras balsas, y toldos en la playa para nuestras
cargas.
Nov. 18.- Id.- Hoi han venido á visitarnos varios chinos , trayendo
consigo al intérprete Bellido , quien há convenido conmigo en servirnos de in-
térprete y de práctico hasta el punto llamado Cachingari, que calcula distará
de aquí mas de 40 leguas , por el pré de 20 soles.
Aprovechando del viaje á Acon , mañana, de uno de los chinos , hé escrito al
Teniente-Gobernador, noticiándole nuestro arribo á esta playa , de paso al
Ucayali ; el objeto de nuestra expedicion , y haciéndole presente las ventajas
que reportará el país y sobre todo el Departamento de Ayacucho , si descu-
brimos que el rio Eni es navegable y que los habitantes de su hoya son trata-
bles, y no tan feroces como los pintan .
Los datos que sobre este rio nos dán Bellido y los chinos, que aseguran
conocerlo hasta mas abajo de Cachingari, nos dejan en la mas grande duda
acerca de la navegabilidad de todo él. Cuentan que los salvajes les han dicho
que, mas abajo, el rio tiene precipicios y malos pasos infranqueables , y hasta
una catarata en que se lanza de una gran altura .
Les hé preguntado si tienen noticia del rio Perené, y me contestan que
no; pero que mui abajo hai dos rios , llamados Pancá, el uno , y Pareni el otro,
bastante considerables , los cuales tributan sus aguas al Eni , á la vez , no jun-
tándose sino en la playa misma del rio grande y al mezclarse con éste .
Bellido asegura conocerlos ; pero lo dudo, porque sú relacion respecto á
ellos tiene muchas contradicciones y fábulas de encantamientos , etc. Asegura
tambien que há oído decir á los salvajes que, mucho mas abajo del Pancá- Pa-
reni, entra el rio Chanchamayo, cuyas márgenes estàn pobladas por salvajes
17

que usan vestidos de seda y paño, ó , en otros términos, que están vestidos á la
europea.
Lo cierto es que ninguno de estos conoce todo el Eni; y aun los salvajes
que frecuentemente viajan rio abajo no saben dar razon del citado Perené.
Con este motivo y, teniendo á la vista el relato de don Juan Gastelú, in-
serto en la obra del señor Raymondi ; relato en el cual dicbo Gastelú asegura
haber navegado todo el Eni y aun algo del Tambo, y sabiendo, por otra parte,
por la misma relacion citada y por datos aquí adquiridos de Bellido , que éste
había sido intérprete y compañero de a uel en sus excursiones , le pregunté
de dónde y hasta qué punto había navegado Gastelú este rio. Contestóme que
solo desde Samogari hasta poco mas abajo de la confluencia del Mantaro
(Chivoqui ohuato ) y que nunca há ido mas arriba ni mas abajo de dichos pun-
tos, permaneciendo casi todo el tiempo que estuvo en estas montañas en la quebra-
da de Otare ( Simarsitato , segun Gastelú. )
En cuanto al viaje de este farsante por el Apurimac aguas arriba, desde
Miritopango hasta Choqquequirau, en su última expedicion , y hasta Osanguina-
ri, en la primera, es una fábula tan absurda y tan grosera que se necesita ver-
dadera temeridad para referirla , sobre todo, debiendo publicarse en una obra
tan importante y respetable, como lo es la Geografia del señor Raymondi.
El viaje que refiere Gastelú solo podrían hacerlo los cóndores y por agua
ni los peces, siendo preciso remontar mas de cien cascadas, casi verticales , que
tiene el rio en todo ese trayecto, en cuya mayor parte corre encerrado entre
pongos extrechísimos , formados por rocas verticales, y tan elevadas , que solo su
vista estremece .
Conozco el rio Apurimac desde poco mas abajo del puente de " La-Ban-
ca" hasta este punto, palmo á palmo, habiéndolo recorrido todo, y venciendo
los mayores obstáculos, cuando hice parte de la expedicion á Choqquequirau,
y en otras que hé hecho despues, particularmente, remontándolo desde mi ha-
cienda por algunas leguas y haciendo rodeos inmensos .
Como tengo dicho al principio de esta relacion, la casa de mi hacienda
está situada á la orilla del Apurimac , rio en el que tengo un balseadero mui trafi-
cado. Es imposible que nadie pase por allí sin conocimiento de los balseros ,
que nunca faltan ; á lo que puede añadirse que, 15 cuadras mas abajo, y á la
vista de la casa, hai una catarata encerrada entre dos peñascos, no solo verti-
cales, sino inclinados sobre el rio.
Hé sido sócio en la Expedicion á Choqqueqnirau, con cuyo motivo hé per
manecido 5 meses en esa parte de la hoya del Apurimac. Siendo director del
trabajo y habiendo conocido las ruinas de dicho pueblo, venciendo inmensos
obstáculos, adquirí la conviccion de ser imposible llegar a ese punto remon-
tando el rio . El señor Gastelú debió hacer parte de la precitada expedicion ,
para lo que se encaminó al lugar del trabajo á ponerse bajo mis órdenes , se-
gun me lo ofició el otro director , señor Ramos; pero se quedó á medio camino,
en Abancay, no llegando nunca á su destino. No pudiendo conocer entónces
Choqquequirau , lo há conocido despues fantasmagóricamente.
Siendo uno de los objetos de nuestra demora aquí buscar y extraer jebe ,
hé preguntado á Bellido si conoce dicho árbol y dónde abunda . Díceme que
no lo conoce; pero que sabe que lo hay en la próxima quebrada de Otare, y
que los salvajes nos lo mostraran .
Nov 21. - Id.- Antier marché á Otare, situado en la banda derecha, á
tres leguas de aquí, con mis compañeros: Almanza, Velarde y Abel Montes,
el intérprete y cuatro peones.
En la misma tarde llegamos á las últimas casas de los salvajes, situadas en
esa quebrada ; y al dia siguiente recorrimos las faldas del cerro inmediato,
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guiados por un salvaje llamado Echenique, conocedor del jebe , el cual , por un
cuchillo que se le dió en pago, ofreció mostrasnos dicho árbol . No encontramos
mas que tres piés de éste, que es mui escaso en estos parajes.
Hicimos diversas incisiones en dos de ellos y resultaron tener mui poca
leche. Difícil era extraer cantidad apreciable de jugo: daba apenas algunas
gotas y dejaba luego de fluir. El poquito de jebe que así hemos obtenido es,
sí, de mui buena calidad . Es de temer que no haga cuenta ocuparse de este
trabajo aquí. Recorreremos, sin embargo, otros bosques .
Nos restituimos hoi á este campamento . Mas, apenas llegamos á la orilla
opuesta del rio, encontramos á dos de los compañeros, que nos esperaban con
la extraña noticia de que 25. comisionados, armados de garrotes, habían venido
de Acon, mandados por el Teniente- Gobernador, á tomarnos presos y condu-
cirnos ante su autoridad.
Luego que pasamos el rio, hablé con estos ; y me presentaron una órden
del citado funcionario , por la que se dispone que yo, con todos mis sócios y peo-
nes, que en número total hacemos 29 , seamos capturados y conducidos ante su
autoridad.
Leí la órden que me presentaron , y les dije:
-"La órden es terminante, vean UU. modo de cumplirla.»
Risa daba ver á estos miserables que no hacian sino balbucear disculpas y
temblar; pues bien conocían la imposibidad de cumplir su comision , reducida
á que25 hombres, armados de palos, capturasen á 29 , 16 de los cuales teníamos
armas de fuego, traídas, como les dije , para defendernos de los feroces salvajes
del Eui y del Tambo.
Uno de los comisionados me reconoció inmediatamente, como yo á él, recor-
dando haberme visto en Ayacucho, cuando, como Prefecto de aquel Departamento
reabrí el colegio de San Ramon al que el tal comisionado pertenecía en esa
fecha. Reconvínelespor su indigna y torpe conducta, añadiendo que mas cuen-
ta me haría retirarme á vivir con los salvajes y vestir la curma de estos, que
pertenecer á esta sociedad , cuyos miembros se ocupan solo de dañarse entre
sí y perseguir á los que, haciendo toda clase de sacrificios , quieren hacerles
un bien incalculable con el descubrimiento de la vía que dará vida y gloria á
su Departamento.
Disculpáronse , asegurándome que la autoridad se había visto en la dura
necesidad de mandarlos con tan odioso encargo, cediendo á la presion de una
multitud de indios sublevados, que le obligaron á dar la citada órdende pri-
sion. Hoi mismo hé sabido, despues que partieron, que ellos mismos habían si-
do los del empeño. Seis de estos son hacendados de Acon.
Conformándome con sus ruegos ; pues , segun decian, necesitaban salvar su
responsabilidad, dirigí un memorial al Gobernador, haciéndole ver en él
la injusticia, torpeza y arbitrariedad de aquella órden .
Para evitar molestias con estos miserables, dignos vecinos del distrito de
Iquicha, hemos resuelto trasladarnos á la banda opuesta, perteneciente á la
provincia de la Convencion . En consecuencia , los peones levantarán mañana
un nuevo rancho, y dejaremos el que ya se había construido aquí.
Nov. 25.- Samaniato.-- Nos hemos trasladado hoi á este sitio, llamado
Samaniato, hermosa llanura cubierta, como todas, de lujosa vegetacion.
El Teniente-Gobernador de Acon que correspondió á mi carta con su cé-
lebre órden de prision , me contesta solo ahora por escrito, dándome mil excu-
sas.
Nos ocupamos en diversas exploraciones, en busca de jebe , árbol mui escaso ,
como lo he dicho antes ; y hemos mandado hacer remos de tiro, de madera de
bálsamo, que es mui fuerte y elástica. Se prepara tambien material para cu-
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biertas de las balsas, capaces de resistir las flechas y preservarnos de la intem-


perie. Muchos de los peones estan enfermos .

DICIEMBRE DE 1883

DIC.- Id.- Los de Acon y los Iquichanos se han propuesto mortificarnos


siquiera indirectamente. Han mandado nueva comision, con una órdeu de no
sé que índio iquichano , que se titula Coronel, para que sean capturados y con-
ducidos presos mi intérprete y todos los chinos.
Preciso me há sido pasar á la otra banda , con cuatro de los compañeros, y
hemos impedido que aquellos malvadas cumpliesen la absurda órden de un índio
que ni castellano sabe, ménos leer y escribir, y cuyo mandamiento escrito no
era sino un conjunto de disparates. Garanticé á Bellido y los chinos ; y des-
paché á los doce comisionados.
Hemos sabido despues que los iquichanos estaban reunidos , en conside-
rable número, en las alturas y que se empeñaban en que les llevasen al intér-
prete y los chinos para victimarlos , por el grave delito de no haberse mostra-
do hostiles contra nosotros.
Entristece verdaderamente el ánimo el ver que , desde el principio de esta
expedicion , los distritos de Chungui, Ancco é Iquicha, que por desgracia son
dueños de toda la márgen izquierda del rio, se manifiesten tan enemigos de
una empresa cuyo buen éxito les traerá inmensos beneficios ; y al ver esto no
causa ya extrañeza el que una region tan inmensamente rica y expléndida,
asi como tan inmediata á Ayacucho , se halle inculta y en estado salvaje , des-
de que tiene cancerberos táles para perpetuarla así.
Por mi parte, me creería recompensado, con usura, de mis trabajos y dis-
gustos, si los ayacuchanos, saliendo de su inexplicable, de su incomprensible
apatía , redujesen al órden á estos miserables ; y viniesen á gozar de este pa-
raíso, que no es otra cosa su montaña.
No vemos la hora de que llegue el propio que esperamos, para poder
continuar.
Como no hai trabajo por falta de cancha, y los peones , además de no te-
ner qué hacer, principian á enfermar, despacho á 9 de éstos á El Pasaje , los
cuales marcharáu hoi por tierra, tomando la orilla derecha, por entre los bos-
ques, para evitar el ser asesinados por los índios de que hé hablado.
Estos mismos, segun he sabido aquí, fueron los que intentaron el año
1852 asesinar á los padres Chimini y Narvaes , procurando lograr que volcase
la canoa en que navegaban. Mas, si entónces no consiguieron su inícuo inten-
to, lograron realizarlo, en otra forma , el mismo año , al regreso de dicho Padre,
el cual, con sus compañeros, el P. Morentin y el H. Bertona, fueron asesina-
dos por los salvajes. Indujéronles á cometer este crímen , asegurándoles que
dichos padres llevaban el intento de matarlos para apoderarse de sus mujeres
é hijos.
Igual invencion han hecho circular respecto á nosotros; y sé que todos
los salvajes de abajo, 6 queringas , como se llaman , están fabricando muchas
flechas para esperarnos. Varias veces han venido bajo el pretexto de ver á los
chinos ; pero con el intento real de expiarnos. Así nos lo han confesado algu-
nos que nos han visitado ; y como hemos logrado inspirarles confianza , nos han
declarado terminantemente que se preparan contra nosotros , por creernos ene-
migos mortales , noticia que, dicen, la tienen de la parte de mas arriba .
Entre estos , han venido tambien dos chinos, de quienes ya tuvimos noti-
cia. Estos se han radicado entre los salvajes, mas abajo del Mantaro, desde ha-
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ce cuatro años , el uno, y dos , el otro, adoptando su manera de vivir. Uno de


ellos , llamado Francisco , sabe el campa.
Los he contratado como intérpretes y prácticos hasta el Tambo, y parece
que seguirán con nosotros hasta el Ucayali; pues no están contentos aquí.
Tal acontece tambien con otros dos de Quimpitiríqui, que se van conmigo, por
temor á los iquichanos. Los demás de la colonia quieren hacer lo mismo: los
retiene solo el tener mui próxima su cosecha de arroz, que es considerable .
Aseguran que nos seguirán luego que recojan esta. A instancias suyas , les dejo
dos armas para su defensa en el Tambo, cuyos salvajes son mui feroces y te-
mibles, segun el decir de todos.
DIC. 24. — Id.— Llegó por fin la remesa de víveres conducida por mi so-
brino, don Gerardo Almanza, y cuatro peones, con el buen Inocencio Mulai-
to por guia. Há sido esta llegada para nosotros una feliz víspera de Páscua .
Nuestras familias quedan bien , gracias á la Divina Providencia ; pero nos
aflije saber que el país civilizado está en un estado lastimoso , haciéndose en
él la anarquía general . Vemos mas necesaria cada dia la continuacion y con-
clusion de nuestra empresa , para poder ofrecer, en estas vírgenes regiones ,
asilo seguro á todos los hombres honrados y amantes del trabajo y de la paz
que quieran huir de ese caos infernal.
DIC. 26.- Id. - Hé despachado hoi á Inocencio, con uno de los peones
enviados por mi esposa , quedando tres que continuarán con nosotros . Nues-
tras familias tendrán, al menos , el consuelo de saber que estamos bien.
Hemos determinado salir el 29 .
DIC. 29. - Mayapo.- Salimos de Samaniato hoi á la 1 h. 40 p . m. , y lle-
gamos aquí á las 5 y 1/2 p.m. , habiendo perdido en el camino hora y media, por
aguardar las balsas que se atrasaban en los remolinos, ó se baraban en los ba-
jos . Son estos mui frecuentes, pues el rio se divide en tres , cuatro y mas bra-
zos. En este trayecto los rápidos son muchos; pero no ofrecen peligro alguno,
por no haber correntadas.
Los rios que entran son: por la derecha, Otare, chico ; Sanguatiari, id.; y
por la izquierda, Acon, regular; Lloqqehua , como de 30 varas de ancho y mui
rápido , y el Mayapo, en cuya desembocadura estamos y que mas bien es un
arroyo ó torrentera, que un rio.
Calculamos haber avanzado 18 millas.
DIC. 30.- Quimalopitare. - En Mayapo , pésimamente alojados en la boca
misma de esa peligrosa torrentera, que amenazaba enterrarnos ó arrastrarnos
al rio grande, sufrimos una lluvia incesante y sostenida desde las 3 a . m. , has-
ta la 1 h. 50 m' p . m. , hora en la que salimos, avanzando hasta este punto 18
millas.
A las 6 millas de marcha encontramos el caudaloso Mantaro .
El único rio notable que hemos encontrado hoi es éste, que entra por la
izquierda y por tres bocas diversas . Su caudal es algo mayor que el del Apu-
rímac en el puente de Curahuasi á La- Banca; pero no aquí, en donde tiene tri-
ple caudal que el Mantaro. El volúmen total de agua de ambos rios, ya uni-
dos, aumenta tánto y es tán imponente, que, sin duda por esto , los geógrafos
han convenido en darle nombre diverso desde este punto, sin embargo de que
el Apurimac, como acaba de decirse , tiene triple caudal que el otro, y tampo-
co varía su direccion, que sigue recta de S. á N. , en tanto que el Mantaro vie-
ne de O. á E. , perdiendo su direccion en su confluencia con aquel .
Llegamos á esta á las 3 de la tarde en punto, dando principio á la nave-
gacion del Eni de los geógrafos, tan descada y soñada por nosotros.
El carácter del rio varía completamente en el trayecto que hemos hecho
hoi. Su corriente es mucho mas moderada ; los rápidos escasos ; así como su
-- 21 - •

division en brazos, sobre todo desde una legua ántes de su union con el Man-
taro.
De las 18 millas andadas hoi, 12 pertenecen yá al Eni.
La direccion del rio cámbia incesantemente de E. á O. , describiendo infi-
nitas curvas . De Quimolopitare al O. , y á gran distancia, se vé un nevado, que
me dicen ser de las montañas del Pangoa.
En este punto residen los chinos Francisco y Andrés, que se han resuelto
á marchar con nosotros hasta el Ucayali. El primero servirá de intérprete y
tambien de práctico, hasta donde alcancen sus conocimientos.
DIC. 31. - Manitipango . — Por la estrechez del sitio anterior , que no tiene
playa, para el arreglo de las balsas , y por consejo de Francisco , nos traslada-
mos á Manitipango, que está una milla mas abajo en la banda izquierda , De-
partamento de Junin.
En dicho punto se fabricarán los pamacaris , ó cubiertas, para las balsas ,
á cuyo fin hemos traído el material preparado de Samaniato. Añadiremos dos
palos á cada balsa , para que queden mas anchas y seguras. Aquí tambien nos
darán alcance los dos chinos de Quimpitiríqui, llamados Fernando y Camilo,
que quedaron arriba por hacer sus arreglos.

ENERO DE 1884.

EN. 13.- Maldito - fango . - Hasta hoi nos hemos ocupado en el arreglo de
balsas , quedando estas de dos metros de ancho. Los pamacaris son de un teji-
do mui fuerte de caña-brava raspada ; cubren toda la plataforma, y podrán ga-
rantirnos contra las flechas de los salvajes, asi como del sol y de las lluvias .
Este lugarejo ha sido fatal para nosotros, á causa de su clima, mal sano
como el peor que se puede imaginar. Hemos caído con terciana mui fuerte casi
todos, además de dos que la trajerou de Samaniato, y fueron : Adriel Montes y
Grippo. Los atacados aquí hemos sido: Abel Montes, Gerardo Almanza, Pe-
dro Valle, los tres sirvientes, cinco peones , y, por último, yo, que, en el se-
gundo acceso, casi muero, por estar la fiebre complicada con vómitos violen-
tísimos y fuerte irritacion. Felizmente hai un poco de quinina, que me man-
daron últimamente, y vomitivos . Con estos dos remedios, y con la inestimable
yerba, llamada ratarata , conseguimos, si no curarnos radicalmente , al menos
mejorarnos y poder andar, para alistar nuestra marcha.
Nuestra situacion ha sido de las mas apuradas y críticas , sobre todo
cuando hemos sabido que este sitio es temido de los salvajes mismos, quienes
aseguran que basta dormir aquí una noche, para enfermar. Por esto le hemos
cambiado el nombre de Manitipango, que quiere decir lugar de tigres , por el
de Maldito-fango.
El rio ha principiado á crecer considerablemente por lo incesante de
las lluvias .
ID.- Cuririqui- Tarde. - Hoi hemos avanzado hasta este lugar 18 millas ,
habiendo salido de Maldito-fango á las 2 p m. y navegado hasta las 5 p. m.
Hemos sufrido el sensible percance de haber naufragado toda nuestra ba-
tería de cocina, que formaba un bulto separado. En un violento choque de la
balsa que la traía contra otra balsa, en una corriente, cayó al agua, librándo
felizmente de volcarse la balsa misma.
Por la derecha no recibe afluente alguno el rio. Por la izquierda entran :
el Yaviro, algo caudaloso y mui rápido, y los pequeños Caninquirore y Cu-
riri.
El Eni sigue describiendo muchas curvas de E. á O. , siendo las mas lar-
gas las que se dirijen al O. Tiene tambien infinitas divisiones en brazos , que
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forman innumerables islas, grandes muchas, casi todas con vegetacion , habi-
tadas algunas.
Aquí nos hemos provisto de ollas de barro, que parecen trompos , y tam
bien de mates, que nos servirán de platos.
EN. 14. - Tritopango . - Hémos ad ·lantado hasta aquí 42 millas, habiendo
salido de la anterior parada á las 10 a. m. y llegado á ésta isla á las 4 p. m.
Pasamos por la boca del Quimbire grande que vivamente deseábamos co-
nocer. Hémos navegado hoi rápidamente ; pues no hai obstáculos para la na-
vegacion, sin embargo de que las divisiones en brazos son en mayor número,
llegando el rio en algunos puntos a tener 6 y 7 , que forman islas mui grandes
cubiertas de tupido bosque y habitadas.
En esta parte hai muchísimos salvajes ; pues , por lo que hemos visto y se-
gun los datos que nos han dado, la poblacion de esta comarca es de algunos
centenares de familias. Parecen de buena condicion en su mayoría, pero hai
entre ellos no pocos malvados y traidores , como nos lo probó el hecho de ata-
carnos cinco de éstos, por dos veces , alevosamente emboscados. En la primera
vez, aprovecharon la circunstancia de haberse quedado algo rezagada la balsa
que montaban mi sobrino Adriel Montes y el jóven Pietrosanti , á la que dis-
pararon cinco flechas, que felizmente no hicieron daño .
Mientras los demas compañeros esperábamos en nuestras balsas á que
aquella nos alcanzase , y mientras, reunidos todos, hablábamos de los pormeno-
res del ataque, habían tomado los mismos cinco otro brazo para adelautarsenos
y aguardarnos emboscados en lugar seguro . Al continuar la marcha, tomamos
un brazo de la izquierda ; pero la balsa de don Dionisio Truyenque fué arras-
trada por la corriente al brazo derecho, que los agresores habian tomado sin
que los viésemos ; y como acechaban ocultos en el bosque, le dispararon á man-
salva varias flechas, dos de las cuales se clavaron en la balsa, una á la dere-
cha y otra á la izquierda de Truyenque, estando éste de pié al centro de la
popa, haciendo de timonel . El otro compañero que iba en la balsa , Isaac Ve-
larde, contestó disparando dos ó tres tiros á la ventura : pues la balsa se aleja-
ba rapidísimamente, por hallarse en una corriente bien fuerte. Los salvajes no
recibieron daño ninguno .
Al oir los tiros , parámos , acercándonos á la orilla derecha, y tan luego
como se nos unieron dichos compañeros , desembarcamos , para aguardar y aún
buscar á los salvajes, á quienes llegamos á ver, en efecto, á la distancia . Hi-
cimos en la direccion en que se hallaban algunos disparos al aire . Ellos se
ocultaron inmediatamente.
Los rios que entran son: por la izquierda, Pachiri, chico ; Sumareni, id ;
Chapoqui, id; Curiripango, id , y Anapati, regular ; y, por la derecha, el Quim-
bire-grande, bastante caudaloso, cuyo curso es paralelo al del Apurimac desde
mucha distancia , siendo navegable, aguas arba, por seis ú ocho dias ; Cutivi-
rini, regular ; Mamire, id ; Cusirini, chico ; Tamapo , id ; Tianate , id ; y Pamo-
reni, id.
Juzgo que el Quimbire-grande, así por su caudal tan considerable, como
por su direccion Ꭹ la distancia de donde viene, sea el rio del valle de San Mi-
guel , situado detrás del pueblo de Lucma en la provincia de la Convencion .
EN. 15. - Capasiarqui.- Del punto anterior se ha regresado el intérprete
Bellido, con permiso mio, aprovechando la oportunidad que le ofreció una ca-
nóa de campas, que remontaba el rio.
Anoche nos alojamos en una isla , que ofrecía toda seguridad contra cual-
quier ataque. Antes de salir de dicha isla, pasaron por el rio, con mucha ve-
locidad, cinco salvajes en una canóa. Por el intérprete sé que son los mismos
que nos atacaron mas arriba.
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Apenas hemos adelantado hoi 9 millas.


Se há perdido toda la mañana, casi hasta médio dia, en razon de un vio-
lento aguacero que empezó á las 6 a. m. Pasado éste, principiamos á nave-
gar, y, á las 6 millas, nos detuvo el perverso mal- paso llamado Cachingari, el
cual, además de la fuerte gradiente que determina una poderosa correntada,
tiene diseminadas enormes piedras en todo su cauce , en una extension de 2 á
3 cuadras. Para pasar esta verdadera trampa, hubo que parar todas las bal-
sas y hacer un reconocimiento , con la canóa de Francisco , por ámbas bandas .
Resultó de él ser imposible el paso por la banda derecha, por impedirlo la fu-
riosa corriente del rio Cachingari, causa de este mal-paso, siendo posible pasar
por la izquierda , aunque teniendo mucho cuidado para evitar los pedrones y
los tumbos con reventazon que hai allí.
Remontamos algunas cuadras para ganar la izquierda, y en seguida pasa-
ron las balsas con toda su tripulacion y carga, una á una, obedeciendo en sus
movimientos y direccion á las señales que, con la bandera, les hacía yo , situa-
do en punto conveniente, á cuyo fin me adelauté en la balsa-capitana, que
monto desde Maldito- fango, donde abandonamos la exploradora y otras mas.
Terminó nuestro pasc por esta peligrosa correntada con toda felicidad, aunque
no sin perder en él mucho tiempo .
Este mal-paso, que seria siempre un obstáculo insuperable para la navega-
cion á vapor, puede componerse fácilmente, con solo volar algunas de las pie-
dras con dinamita.
Continuamos navegando 3 millas mas hasta este lugar, que ofrece una
bonita playa para pasar la noche.
El único rio que entra al Eni en el trayecto de hoi es el Cachingari, bas-
tante considerable y mui correntoso, siendo éste el que causa el mal- paso , por
la inmensa cantidad de piedras que amontona en el rio grande. Entra por la
derecha .
EN. 16.- Saoreni. - Hémos salido del sitio anterior á las 10 a. m. y na-
vegado hasta las 4 p. m. , perdiendo poco tiempo en el camino.
Distancia recorrida, 42 millas, merced á la corriente del rio, y á que no
hemos cesado de remar.
Las divisiones en brazos son mui pocas , y llama extraordinariamente la
atencion el lindo pongo de Pacchapango, en el que el rio se estrecha entre dos
peñas rojas y amarillas, que se levantan desde la orilla del rio, formando las
mas caprichosas figuras: escaleras, columnas , torres, altares , etc. , hasta una al-
tura enorme. Todo el largo del pongo es de una milla y su anchura varía de
50 á 100 varas. Antes y despues del pongo , el rio tiene constantemente de 4 á
5 cuadras de ancho y, en partes, hasta 6 y 8.
La corriente es bastante fuerte; pero debe tenerse en cuenta que el rio
está de creciente. Desde el pongo hacia abajo , el paisaje cambia por entero:
grandes montañas avanzan por ambos lados y la hoya se estrecha notable-
mente.
Los rios colaterales son pocos y mui chicos: Quiteni, Chiquireni y Piqui-
chiare, por la derecha : y Quimabeni, por la izquierda.
Malos-pasos de peligro no los hai.
Los salvajes son en menor número ; pero hemos tenido que estar mui pre-
venidos ; porque hemos sabido que los cinco, que nos pasaron mas arriba, ha-
bían venido á alborotar y levantar á los de abajo, para que nos esperen arma-
dos, en el remolino de Saoreni y otros puntos parecidos, y nos flechasen . Fe-
lizmente nada ha ocurrido.
Varios grupos de éstos se presentaron , delante de sus casas, á llamarnos
á gritos; pero seguimos de largo . De uno de estos grupos salicron 7 ú 8 y, to-
21 -

mando sus canoas, nos dieron alcance. Todo su empeño era conocernos y ha-
blar con nosotros: uno de estos, que me había visto en Sinquibeni, hace cuatro
años, me reconoció luego .
Otro tanto há sucedido en varios otros lugares: lo que nos há sido mui
útil , porque estos decian á los demáas que yo era amigo y que no seríamos ca-
paces de hacerles mal. Estos mismos nos han referido que nadie hizo caso a los
cinco alborotadores que vinieron dia ántes .
Hémos acampado en una pequeña playa, márgen derecha, léjos de toda
habitacion salvaje.
Casi todos estamos convalecientes, ó enfermos ; y solo esforzándonos infini-
to podemos hacer frente a este rudo trabajo .
EN. 17. -Playa del Pancá- Pareni. - Salimos de Saoreni á las 9 a . m .
y poco despues entramos en un largo estrecho de cerros mui elevados. Tiene
éste como tres leguas de largo ; y tanto la estrechez del cauce, cuanto la
fuerte creciente , hacen que el rio corra rápidamente, pudiendo calcularse su
velocidad de 6 á 7 millas por hora.
Hai en esta parte tres correntadas , notables aunque cortas, y que pue-
den ser vencidas á vapor, siendo mui fuerte solo una , llamada Saoreni, que tie-
ne tambien un buen remolino. A las 15 millas de marcha, la corriente casi de-
saparece, siguiendo el rio mui remanso. Su direccion general es al Norte .
A las 12 del dia, fuimos sorprendidos por la entrada de un gran rio, cuya
boca tiene mas de 3 cuadras de ancho y bastante corriente . Entra por la iz-
quierda y viene del N.O.
Este caudaloso rio , mncho mayor que el Mantaro , se forma del Pancá y
del Pareni, que se unen diez ó doce millas antes de su confluencia con el Eni ,
segun me lo han asegurado los salvajes. Llámanle éstos Pancá por la már-
gen derecha y Pareni por la izquierda , no teniendo el rio un nombre comun .
En esta parte la hoya se ensancha y tiene un inmenso horizonte , especial
mente por el lado del Pancá- Pareni , que parece correr en un grande y hermo-
so valle.

Yo creo, é insisto en que éste sea el Perené ó rio de Chanchamayo ; y así


lo dije á mis compañeros , quienes creen lo mismo ; pero dos salvajes, que
encontramos en su orilla y que me han acompañado todo el dia , me aseguran
que el rio que viene de Chanchamayo está mas abajo y que llegaremos á su
desembocadura mañana á las 2 ó 3 de la tarde , siendo su caudal de agua igual
al de éste ó mayor.
Dichos salvajes , á quienes hémos tenido la buena suerte de encontrar en la
desembocadura del Pareni , uno de los que se llama Manuel Caninahuante , han
accedido á servirnos de guias y prácticos, yendo en su misma canoa hasta el
rio Chanchamayo, en cuya existencia insisten ellos, por mas que yo les porfío
que no puede ser otro que el en que estamos. Hé tenido pues que aceptarlo,
contra mi opinion ; tanto mas cuanto que este problema quedará resuelto ma-
ñana .
Estamos, en tal caso, cerca del soñado y temido Tambo. Entre tanto
reflexiono acerca de cómo podría haberse escapado al conocimiento de los
geógrafos y de los misioneros la existencia de un rio tán grande .
Manuel Caninahuante se obliga á guiarnos ; pero á condicion de que sal-
dremos mañana de aquí , haciéndonos perder con ello medio dia. Mas, en cám-
bio, nos lleva en su canoa á hacer una escursion aguas arriba del Pancá- Pa-
reni, hasta una legua mas ó méuos , así con el fin de conocerlo, como con el de
proveernos de yucas.
ΕΙ pasco principió (tomando parte en él señor el Olazabal, Daniel Truyen-
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que y yo, mas el chino Francisco y dos peones ) por hacer una visita á la casa
del mismo y su compañero, situada en la orilla derecha del Pancá.
Presentáronnos en ella á toda su famalia, en grupo. Constaba ésta de 6
mujeres, 4 de Caninahuante y 2 del otro, y 16 muchachitos, de los cuales el
mayor no tendría mas de 12 á 13 años, todos ellos fruto de estos célebres, má-
trimonios. Quedaron todos mui contentos con los regalos que les hice , sal ,
chancaca y agujas.
Continuamos aguas arriba, admirando la belleza de este valle tan grande ,
como cubierto de una vegetacion gigantezca. Su terreno manifiesta una fera-
cidad sin igual.
Paramos, una legua arriba, en casa de otro salvaje , que nos recibió con
la mayor buena voluntad ; y nos dió , por un cuchillo de 5 pulgadas y un peda-
zo de sal, una gran cantidad de yucas, insistiendo en darnos mas todavía cuan-
do ya nosotros rehusábamos recibir.
Vemos , pues , que esta gente ( á la que los de arriba ó catongos, llaman
queringas ó queringasates ) es mui distinta de lo que nos la pintaron, suponién-
dola intratable y feroz como fieras . Es, por el contrario, no solo mui tratable,
sino buena y generosa .
Por Caninahuante y otros de arriba, sé que este valle está bastante po-
blado; y no puede concebirse otra cosa, siendo tan hermoso y situado entre
rios navegables.
Cuando les propuse que me llevasen hasta el Chanchamayo , que aseguran
veremos mañana, se negaron obstinadamente á servirnos de guías, alegando
dos motivos: primero, que no podrían dejar sola su familia, por el riesgo de los
tigres que dicen abundan mucho aquí. En efecto, sus casas estan rodeadas de
una reja de palos, mui bien entretejida y fuerte y tienen ademas hermosos per-
ros mui bravos. Decían , en segundo lugar, que mas abajo venían con frecuen-
cia hombres vestidos con pantalon y armados de escopetas, á los que temen mu-
cho; porque, despues de encarnizados combates, les quitan sus mujeres é hijos
y se los llevan.
No podemos calcular qué gente séa ésta. Ignoramos que los piros ó sí-
mirinchis usen pantalon y manejen armas de fuego. Mas tarde lo sabremos.
Entretanto, á fuerza de instancias y pagándoles bien, hé logrado redu-
cir á los dos á ir con nosotros. Tambien han charlado largamente con el chino
Francisco, y parece que le han dado algunos datos respecto al rio y los habi-
tantes de abajo.
Camino hecho, 24 millas.
Ex . 18.- Isla- empalizada.- Los salvajes que contraté ayer para que
nos sirviesen de guías hasta el Perené, segun ellos, ó Chanchamayo, y á quie-
nes pagué adelantado una hacha y dos cuchillos , además de varios regalos, se
presentaron por la mañana en su canoa ; y mientras cargábamos nuestras bal-
sas, se adelantaron, pretextando tener que ver un amigo poco mas abajo y dán-
donos la seguridad de que nos aguardarían allí . No los hemos vuelto a ver mas,
quedando, en consecuencia , sin prácticos.
Esto nos há expuesto á alguna desgracia en la formidable correntada lla-
maea Tingólo, en la que nos vimos lanzados cuando ménos lo esperabamos.
Dicha correntada está como a 24 millas del Pancá - Pareni y en ella se
precipita la enorme masa de agua de este gran rio, de una altura de 8 á 10
métros . Felizmente no cae el agua verticalmente , sino formando un inmenso
peine ó chiflon sobre un plano inclinado, que levanta al pié tumbos tan elevados
como los del mar en borrasca. Hémos tenido la felicidad de pasarlo sin nove-
dad, merced al tamaño y gran solidez de nuestras balsas.
Con pequeñas excepciones, en la distancia hecha hoi corre el rio entre ele-
4
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vados cerros, casi sin playas y formando, á espacios, una especie de pongos, con
peñas verticales por uno ú otro lado. El álveo es , sí, bastante ancho , teniendo
siempre de 400 a 500 métros .
Además del citado Tingolo, hai diez rápidos , que no ofrecen peligro algu
no; pero que abrevian la marcha, que es mui velóz .
Hémos acampado en una isla, cubierta de palizadas traídas por el rio; y
descansamos á las 2 y 1/2 p. m. , habiendo salido á las 9 a. m . de la boca del
Pareni. Há sido necesario parar tan temprano, á fiu de tener tiempo de aco-
modar bien nuestras balsas ; estar expeditos para la defensa , en caso de ataque
por los salvajes, y secarnos, haciendo fogata ; pues estamos calados de agna
hasta los huesos, por haber sufiido, durante la mitad de la marcha, una fuerte
tormenta.
El rio se dirige al principio al N. E. , despues al E. , luego al S. E.; y en
seguida , al S. Tuerce de nuevo al N. E. , volviendo á formar las mismas cur-
vas, y corre en el sitio en que estamos con direccion S. E.
Lo cruel y aflictivo, para . nosotros, es estar casi todos enfermos, y so-
lo haciendo esfuerzos inauditos, logramos conducir cada balsa con solo dos re-
meros. Fuerza es, luego, cargar y descargar todos los dias , y sacar tan pesadas
balsas á la playa.
Hoi hemos avanzado 36 millas.
En la banda derecha , frente á la isla en que estamos, hai muchos salva-
jes campas, que parece estan bailando. Los llamamos, pero sin conseguir que
vengan.
La noche se acerca amenazadora, y hasta el paisaje mismo se presenta
triste. Hai que añadir que Francisco me dice haberle asegurado Caninahuan-
te que el remolino de Magereni, que pasaremos mañana, es peor y mucho mas
peligroso que el Tingolo. Las causas anteriores y la impresion que esta noti-
cia ha hecho en nosotros, nos tiene algo abatidos.
Esta noche haremos centinela; pues nos aseguran que los habitantes de
ésta comarca son mui bravos.
Al anochecer, principia de nuevo la lluvia; y aun esta relacion la conti-
núo haciéndome improvisar abrigo con un poncho.
EN°. 19.- Isla- anegada.- La noche há pasado sin mas novedad que la
mortificante insistencia de una lluvia fina y un frio glacial ; pero el rio no há
crecido mucho y no hemos tenido trabajos con las balsas, como otras noches.
Salimos de la Isla- empalizada a las 8 h. 40 a. m. y paramos en esta islita
á las 4 y 1/2 p. m. , habiendo navegado 48 millas sin la menor novedad.
Desde médio dia hemos adquirido la certidumbre de que navegamos el
Tambo. Fuímos inducidos á error por los salvajes que debieron servirnos de
prácticos , los cuales nos prometieron traernos hasta la boca del Chanchamayo
ayer mismo, como se ha referido yá. Pero al ver que ayer y hoi hemos nave-
gado una distancia mucho mayor de la eu que ellos colocaban su Chanchama-
yo ó Perené, sin que éste apareciese , y tomando en cuenta la mala pasada
que nos hicieron al perderse, conocimos su engaño y nos convencimos de que
estábamos en el tan deseado Tambo , que navegamos desde ayer, sin saberlo ,
aunque sospechándolo.
Para confirmar mi sospecha , ví el curso de los rios Perené y Tambo, en
el mapa del señor Wertheman , inserto en la obra del señor Raymondi
que tengo á la mano, y la comparacion de él con lo que veíamos, me sacó de
toda duda. El famoso Tingolo, es el chiflon de Wertheman ; la peña y el remo-
lino los hemos visto y pasado tambien y nos llamaron mucho la atencion , sien-
do el remolino el tan mentado Magereni de los salvajes, que pasamos felizmen-
te y á todo remo .
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Hemos pasado igualmente por entre los salvajes que atacaron al citado
señor Wertheman, sin sospechar siquiera que eran éstos los de aquel ataque .
En ese mismo sitio salieron á nuestro alcance tres canoas, montadas por
varios salvajes , las cuales se metieron entre nuestras balsas, aprovechando de
la parada que hicimos para aguardar una de éstas que se retrasó . No traían
armas los salvajes y todo su interés era saber de donde éramos y á donde íba-
mos.
Tambien aquí me reconoció uno de ellos y me dijo que me había visto án-
tes, en Anchihuay , donde yo le había regalado un cuchillo y agujas , como se
lo comunicó á sus compañeros. Dijímosles que mas tarde les traeríamos herra-
mientas de abajo y que el objeto de nuestro viaje era reconocer el camino . A
tal respuesta se retiraron mui conformes y pacíficamente .
Mediante la divina Providencia, quo nos ha protegido tan visiblemente ,
nos hallamos al concluir el Tambo.
ENº. 20.— Santa - Rosa ó Supani. - Anoche la pasamos en esta islita so-
bre nuestras balsas cargadas, porque esta se inundaba con la creciente del
rio. Siguió subiendo éste durante toda la noche , de manera que amanecimos
flotando ; pero sin riesgo , porque estábamos anclados.
No hago mencion de los rios que en el trayecto entran al Tambo , sin em-
bargo de que hemos visto varios y algunos de bastante caudal de agua. No
teniendo práctico , no sabemos sus nombres. Y además de esto, en la fuerte cre-
ciente del rio grande , no se puede ver la desembocadura de los mas , que queda
oculta entre los bosques inundados por el rio principal: otros quedan desaper
cibidos, por la mucha distancia que hai á las orillas desde el centro del rio, ó
las muchas islas que los ocultan.
Desde 25 6 30 millas mas arriba de este sitio , el rio sale de entre cerros y
recorre un terreno completamente llano , explayándose sin obstáculo alguno.
Su anchura es de 10 á 12 cuadras y , en partes , mucho mas ,
A las 6 a . m . salimos de la Isla- auegada y á las 7 pasamos frente á una
casa de piros, que nos llamaban á gritos. Como pasamos por uno de los bra-
zos en que se divide el rio en esa parte, habiéndonos obligado la corriente á
tomar ese brazo , y la isla se interpusiese entre nosotros y la casa, los dichos
salvajes montaron en sus canoas y salieron á darnos alcance por el otro brazo,
que era el derecho.
Detuvimos nuestras balsas mas abajo, en el punto en que ambos brazos
se juntan , y les aguardamos . Luego que se reunieron con nosotros , entraron
en nuestras balsas con el mayor desembarazo y confianza, hablándonos en piro,
en campa, en mal quéchua y hasta en castellano.
Gente alegre y amistosa, entró luego en relaciones con nosotros. Por ellos
supimos que estábamos como á 2 millas del hermoso rio Villcamaya 6 Uru-
bamba, y que en Santa Rosa no existe ya la mision que allí había ; pero que
cerca está establecido un italiano rescatador de caucho (jebe ) . Ellos mismos
se dirigían á aquel punto , llevando algunas planchas de dicho caucho para él,
y nos acompañaron , sirviéndonos de guías, sin lo cual nunca hubiéramos dado
con éste sitio, por las innumerables ramificaciones del rio , que forma tántas is-
las y tál laberinto de brazos , que no se sabe cuál seguir.
Llegados á éste punto , situado á la izquierda de un brazo del rio y á 5 ó
6 cuadras mas abajo del abandonado convento de SantaRosa , nos recibió el
italiano don Fernando Franchini con generosa y cordial hospitalidad.
Hoi hemos navegado 21 millas , 9 de la Isla-anegada á la boca del Vill-
camayo y 12 de allí este punto, al que hemos llegado á las 10 a. m. No hai
peligro alguno, pues el rio es un inmenso lago que convida á la navegacion .
No hay palabras para describir los sentimientos de gratitud á la divina
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Providencia, de alegria, de triunfo y del mas loco entusiasmo , que se apode


raron de nosotros desde el momento que hablamos con los alegres y simpáti
cos piros ; sentimientos que se avivaron aún , cuando de improviso nos encontra-
mos con el caudaloso Villeamayo, que une sus tranquilas aguas á las del
Tambo, en un sitio encantador. No haciamos mas que repetir sin cesar : -Es-
tamos por fin en el Ucayali!!
Indescriptible es la hermosura y esplendidéz de esta region y sobre todo
la del punto de confluencia de los dos hermosos rios cuya union forma el Uca-
yali, el cual, en esta parte, tiene una anchura de 15 á 20 cuadras. La de Tam-
bo y el Villcamayo, antes de unirse , es de 10 à 12 cuadras para cada uno. El
Tambo marcha rectamente de S. á N. y el Villcamayo viene de E. á O. cam-
biando de direccion al unirse con el otro, que es mayor.
Hémos resuelto descansar en este punto , Sapani, algunos dias, á fin de
que los enfermos podamos rêstablecernos algo siquiera. De 28 que es nuestro to-
tal número , 17 estamos enfermos , algunos gravemente , y los 11 restantes en es-
tado de dudosa sanidad. En seguida nos trasladarémos á la boca del Tambo.
EN. 23. -Id. - Ayer nos llevó don Fernando Franchini á una pequeña
eminencia, en la falda de Sapani, que domina la llanura y el rio hacia el N. y
el E. La atmósfera estaba felizmente algo despejada y gozamos del panorama
mas expléndido que se puede idear.
Teníamos delante, cubierta de bosques colosales , una llanura inmensa que
se confunde en el horizonte, produciendo el mismo efecto que el Océano. En
medio de este océano de bosques , el Ucayali serpentea dando interminables
vueltas y dividiéndose en muchos brazos, que forman bellísimas islas , cubiertas
de lujosa vegetacion .
Por el O. corre paralela al rio una gran cadena de cerros , que , partiendo
desde la union del Perené con el Eni , vá á morir en la confiuencia del Pachitea
con el Ucuyali y forma el mas bello contraste con esa inmensa superficie pla-
na que nos rodea por todas partes. Lo que hemos visto sobrepasa ciertamente
en mucho á cuanto de mas exagerado habiamos imaginado ántes , con relacion
á ésta preciosa parte del Perú.
Hémos tenido , pues, la felicidad de navegar todo el desconocido y miste-
rioso Eni, tan importante como temido ; pues cuantos intentaron explorarlo , ó
han perecido en el, ó han tenido que abandonar su empresa sin darle cima.
La Providencia nos há protegido tan visiblemente, que nos há sido dado
coronar con felíz éxito nuestro arriesgado empeño , cuyo mas importante resul-
do es haber descubierto que todo el Eni es navegable por lanchas á vapor, has-
ta 60 millas mas arriba de la confluencia del Mantaro con el Apurimac ; es
decir, hasta Simariva, y tenemos la gloria de ofrecer á nuestra desventurada
patria el descubrimiento de una vía, corta y segura, para comunicarse con el
Amazonas y el Atlántico .
Si tanto hemos sufrido con las fiebres y con mil dificultades de nuestra
marcha, há sido por falta de camino en la primera seccion y en seguida por
nuestra demora de tanto tiempo en los lugares mas pantanosos é infestados, y
en la peor estacion . Nuestra marcha de cinco meses puede hacerse en lá ó 20
dias hasta este punto, que , sin temor de equivocarme , es tal vez el mas impor-
tante del Perú.
El rio Eni, que, como se há dicho , nadie pudo reconocer y se creía inna-
vegable, tiene 150 millas de largo, mas ó ménos ; y aun que su corriente en
partes es bastante fuerte, no es tal que pueda impedir la navegacion de vapo-
res apropiados, siendo uno solo el mal -paso casi invencible por ahora, la corren-
tada que llaman Cachingare, de tres cuadras de largo.
Dicha correntada, no mui fuerte, tiene muchas piedras diseminadas en
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todo el cauce del rio, que en esa parte es de mas de 200 métros de anchura .
Puede componerse este mal-paso haciendo volar algunas piedras, que están
descubiertas, cerca de la orilla izquierda ; con solo lo cual se formaría un canal
cómodo y seguro
En la actualidad , las canoas pasan ésta correntada , tanto de bajada como
de subida, sin descargar, bastándoles tener cuidado de arrimarse á la márgen
derecha . Nosotros la hemos pasado sin descargar nuestras balsas ; pero por la
orilla opuesta, que tiene mas espacio y una estensa playa. Me aseguran que
en la vaciante del rio se descubren muchas mas piedras de las que hemos vis-
to . Sería esa la época mas oportuna para destruirlas.
Otro mal paso que se encuentra en el Eni está mui cerca de su orígen ,
unas tres millas mas arriba de la boca del Mantaro, en el sitio llamado Impo-
quirohuato. Consiste en un bajo de cascajo , en un lugar en que el rio se rami-
fica en 5 ó 6 brazos . La profundidad de dicho bajo es cuando mas de dos pies ;
pero en una estension que no pasa de 4 á 6 métros, formando como un lomo
que atraviesa el rio. Sería facilísimo canalizarlo.
El caudal total de agua es mui grande aun desde mucho mas arriba, y
su profnudidad siempre mayor de 4 métros.
Las márgenes del Eni, generalmente mui abiertas y con hermosos y estensos
llanos , estan bastantes pobladas, pudiéndose calcular el número de sus habi-
tantes en dos ó tres mil.
El rio Quimbiri-grande, que desemboca en el Eni por la banda oriental ,
50 millas mas abajo del Mantaro, forma un estenso valle bastante poblado
tambien . Corre paralelo al Apurimac y al Eni desde mucha distancia, y pa-
rece tomar su orígen en los nevados de Vilcabamba . Es de mui apacible cor-
riente, pudiéndosele remontar en canóas por 6 ú 8 dias. Los geógrafos no lo
conocen.
Algunas leguas mas abajo del Quimbiri-grande, llamado tambien Masita-
lo, el Eni corre entre elevados cerros , que tampoco estrechan su cauce , excep-
to solo en el lindo y admirable pongo de Pacchapango, que no tiene mas de
una milla de largo. En seguida vuelve á ensancharse su hoya, y en su union
con el Perené es mui abierta , especialmente por la parte de este último rio. Mas
abajo el Tambo se encajona entre elevados cerros hasta las dos tercias partes
de su curso ; esto es, como 60 millas. Las últimas 30 son de terreno llano .
Para la mejor inteligencia de este diario, es de advertir que hasta Maldi-
to-fango, 12 millas abajo del Mantaro, hemos navegado estando el rio de va-
ciante . Desde ese punto en adelante , lo hemos recorrido en fuerte creciente
ya, tanto que, cuando nos hallamos en el Tambo , éste estaba lleno , lo que au-
mentaba mucho su corriente hasta duplicarla. Es mui natural que, en la época
de secas ó vaciante , sufra grandes variaciones .

Salvajes campas .

Los salvajes que habitan en las márgenes de este gran rio, desde donde
solo es Apurimac hasta donde se convierte en Tambo, pertenecen á la tríbu de
los campas, y están dividos en dos grandes secciones: los catongos ó catongosates,
que principian desde el rio Pampaconas y terminan antes del Quimbiri- gran-
de, y los cam'íticas, llamados mas comunmente entre ellos queringasates , de la
voz queringa que quiere decir abajo , asi como la de catongo significa arriba.
Cada una de estas secciones tiene un dialecto distinto , derivado de la misma
lengua madre. Los catongos hablan casi con voz natural , mientras los querin-
gas parece que cantaran al hablar.
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Todos estos salvajes son mui trabajadores y aficionados al comercio. Se


ocupan constantemente en extraer cacao y vainilla de sus montañas, así como
pájaros de diversas clases, y conducirlos hasta el distrito de Acon , donde tie-
nen sus negocios entablados con varios comerciantes y hacendados de ese lu
gar. Los catongos, que estan mucho m is arriba de Acon, tienen relaciones cou
los cristianos de Simáriva y de Aucco.
Las plantas que cultivan son la yuca , el maíz , el plátano, el camote , el
maní, un poco de coca, mrgonr, uncucha ( que son dos tuberculosas que equi-
valen á nuestras papas ) , piñas, paparas, frejoles, algo de cañas , de las tres
variedades que conocemos, y, por último, tienen gran variedad de frutas silves-
tres, cocos , palmitos , etc.
Una gran parte de la yuca y todo el maíz que cosechan lo destinan á
chicha, á la que son mui aficionados . Hacen gran consumo de coca, que tie-
nen abundante y expontánea en sus bosques, y la mascan mezclándola con la
corteza de una sarmentosa llamada chamairo, y con una pasta de ceniza de
plantas mui alcalinas . Añádenle tambien cal y nicotina , que extraen " con este
objeto del tabaco abundante en sus montañas .
La pesca, abundantísima en el rio grande y sus tributarios, la hacen , en su
mayor parte , envenenando el agua con la raíz de una planta mui venenosa lla-
mada cubi , que cultivan al efecto . Pescan tambien con anzuelos , ó desvian-
do el curso de los brazos pequeños y los rios menores .
Son mui aficionados á la caza ; y para ella emplean la flecha , en cuyo ma-
nejo son mui diestros , y toda clase de trampas mui ingeniosas. La caza con-
siste en: dantas, chanchos ( pecari ) , vena los , ronsocos , sihuairos , gran variedad
de monos y muchos cuadrúpedos menores. De aves , tienen varias espécies de
perdices y pavos. En el rio abundan mucho las aves de ribera .
Las costumbres de estos salvajes son mas o menos parecidas á las de los
de otras tríbus . Tienen una idea mui confusa de la Divinidad, á la que llaman
Genoquenire, y creen en un ser malo , á quien temen mucho y que designan con
el nombre de Camagari. Creen ciegamente en la brujería . Son poígamos
siendo de notar que los jóvenes rara vez tienen mas de una mujer, mientras
que los hombres maduros tienen varias : y cuanto mas van envejeciendo , van
agregando mas mujeres, á las que tratan con el mayor despotismo, despidién-
dolas ó regalándolas á otros, cuando se fastidian de ellas. Toman indistintamen-
te por mujeres á parientes mui inmediatas suyas , ó que lo son entre sí. Quie-
ren mucho á sus hijos y los crían en una absoluta libertad. Su vestido consiste
en un saco largo, hasta los tobillos ó hasta el suelo , hecho de una tela tejida
por las mujeres .
Aunque el carácter en general de los campas es de una desconfianza ili-
mitada , que los lleva á veces hasta la traicion , están lejos de ser malvados co-
mo se les há creído . Sabiendo tratarlos con sagacidad, se les podrá civilizar
pronto. La mayor parte de los crímenes que han cometido algunas veces han
sido sugeridos por los llamados cristianos, ó civilizados , de Ancco é Iquicha, y
entristece ver que los que tienen trato con aquellos se han hecho malos , mien-
tras que los que ni siquiera los conocen, son buenos .
Revélanse mui diestros todos en el manejo de las pequeñas embarcaciones
que usan en el rio , que son balsas y canóas .
Sus habitaciones varían mucho en su construccion, siendo unas grandes y
espaciosas ; otras, estrechas é incómodas. En mui pocas se vé paredes de caña
tejida, siendo las mas compuestas de solo techo sostenido por pilares de chon-
ta, y provistos de muchos travesaños á altura proporcionada, que les sirven de
armeros y de guarda-chismes. En general tienen aseadas sus casas.
No usan mas cama que esteras de palma, que tienden en el suelo , colo-
- 31

candolas al rededor de una fogata á la que dirigen los piés , arrimándolos tanto
al fuego, que están expuestos á quemarse . Cuidan mucho de mantener encen-
dida la fogata durante toda la noche.
Duermen dentro de las casas solo cuando llueve. En caso contrario, su
dormitorio favorito es el pátio.
Cuando mueren, son enterrados en la misma casa, que es abandonada en
seguida; ó se echa el cadáver al rio.
En medicina están mui atrasados ; sin embargo de conocer algunas plantas
medicinales. La enfermedad que mas estragos hace entre ellos es el catarro;
tanto por la manera bárbara de curárselo, cuanto por la absoluta falta de abri-
go. Conocen tambien, entre sus plantas, algunos narcóticos, de que gustan
mucho, siendo digno de notarse el camalampi. Hacen de éste una tintura , que
beben para narcotizarse en las ocasiones en que tienen que resolver algun gra-
ve asunto .
No hemos podido adquirir mas datos que los referidos ; pues , ignorando su
lengua , solo obtuvimos los pocos que, por los intérpretes, nos dabar .

Traslacion .

EN. 23. Id. ( Sapani) .- Hémos resuelto trasladarnos á la punta de la


península formada por los rios Tambo y Villcamayo, por parecernos buen sitio
para establecernos. Por el italiano en cuya casa estamos hemos sabido que
hai allí una chacia de plátanos y algo de yucas, con tres casitas viejas , aban-
donadas en la actualidad por sus dueños ; y nos asegura que éstos nos la ven-
derán de mui buena voluntad.
Por él mismo conseguimos bogas piros que nos lleven allá en sus canóas ;
pues las balsas no sirven para remontar los rios , si son grandes y pesadas , co-
mo las nuestras . La traslacion será lenta por que los pocos piros con quienes se
puede contar no tienen mas que tres ó cuatro canóas chicas, y viven á 15 mi-
ilas de distancia de este punto .
Hoi mismo debíamos haber ido á reconocer el sitio . Nos lo há impedido
un fuerte aguacero y la gran creciente del rio, que ha invadido hasta los bos-
ques.
EN. 25. - Habiendo conseguido hoi tres canóas con sus bogas, principia-
mos nuestra traslacion á la mencionada punta ; pero hemos tenido un dia per-
verso . Apénas habiamos remontado una milla , comenzó á llover á torrentes ; el
rio crecía mas y mas por momentos , siendo preciso surcar tan pegados á la ori-
lla que íbamos por entre el bosque ; y como todas las playas están invadidas
por el agua, nuestra ' marcha era penosísima, escurriéndonos entre los árboles,
agazapándonos dentro de la canóa para no ser barridos de ella por las ramas,
y luchando, además, con una fuerte corriente, los remolinos y las palizadas
que traía el rio.
El resultado final del viaje fué que parte de los viajeros tuvimos que re-
gresar, despues de un trabajo ímprobo de 4 horas. Solo pasaron , en dos canóas,
á las que añadimos dos bogas de la nuestra, Truyenque, Valle, cuatro chinos
y la carga que iba en ellas. Nos volvimos cuatro compañeros y dos peones.
En esta vuelta, sin embargo de estar calados de agua hasta los huesos y
casi sin poder mover los miembros entumecidos por la mojada y el frio, visita-
mos las ruinas de la mision de Santa-Rosa-de- los- Piros , abandonada hace dos
años . Profunda impresion de tristeza nos causaron estas ruinas .
Una institucion , destinada á traer á estos salvajes la moralidad y la civili-
zacion, habia desaparecido tan pronto, dejando solo un triste recuerdo en las
32

ruinas de su iglesia y convento, edificios construidos sólida y elegantemeute


con los materiales que estos bosques proporcionan en abundancia
Ignoro las causas que hayan motivado éste abandono . Presumo que ha-
yan influido en él la inconstancia y versatilidad de los piros, que gustan
la vida ambulante, sin fijarse nunca en parte alguna ; así como la hostilidad
á los misioneros de algunos negociantes , á quienes conviene que los salvajes
mantengan sus repugnantes costumbres y su absoluta ignorancia.
EN. 30. - Sigue la traslacion, pero despacio ; porque todos los enfermos ,
estan lo mismo. Contribuye tambien á que sea tan lenta la fuerza de las llu-
vias.
Jamás hé visto llover tánto ni tán recio como aquí: los aguaceros son ver-
daderos diluvios y duran horas y horas con la misma intensidad , siendo acom-
pañados de descargas eléctricas que atruenan sin cesar mientras llueve. Esto
sucede á todas horas.

FEBRERO DE 1884.

FEB. 2. - Providencia . Por fin, hoi hemos acabado de trasladarnos á este


lugar, al que hemos puesto por nombre Providencia.
Nada hai comparable á la belleza de esta península, situada en medio de
los dos caudalosos ríos , cuya union forma el hermoso é imponente Ucayali.
Estamos, pues , en el centro de tres grandes ríos navegables: al Oriente , el Vill-
camayo, Urubamba 6 Yami; al Poniente, el Tambo y al Norte , el Ucayali
(Paro de los conivos , Yami de los piros ) . Nos hallamos rodeados, por decirlo
así, de un gran lago de aguas de apacible corriente.
Toda la parte extrema de esta hermosa península es llana y está á tres ó cua-
tro métros de altura sobre el nivel de ambos ríos , en su mayor creciente ; de
manera que se halla á cubierto de inundaciones .
Su vegetaciou es inmejorable y su horizonte inmenso .
Parece ser mui sana, segun informes que hé tenido. Es , por fin, lugar que
bien merecia ser bautizado con el nombre de Providencia, para manifestar
siquiera de este modo nnestra gratitud al Ser Supremo, que, salvándonos de
todo peligro, nos há conducido como por la mano á este paraíso.
Hé comprado la chacra y casitas viejas de los piros, de que hablé en la re-
lacion anterior. El frente dá sobie la margen izquierda del Villcamayo, á orilla
misma del rio y á 9 cuadras de la boca del Tambo , y forma un precioso mira-
dor con vista al Oriente. Delante corre el rio tán manso , que apenas se mueve
el agua, teniendo en esta parte como 12 cuadras de anchura, la misma que el
Tambo.
Todo es grande , magnífico y por demas espléndido aquí. Seríamos felices,
si no fuese por el pesar que incesantemente nos causa el recuerdo de nuestras
familias, que ignoran si estamos vivos y tal vez creen que hémos perecido en
medio de los grandes peligros que hemos tenido que afrontar. Lo peor de todo
es la imposibilidad en que, por la creciente de los rios, nos hallamos de hacerles
saber que hémos salido libres y salvos de esta gran contienda con los elementos
y con una naturaleza vírgen , gigante y salvaje, consiguiendo coronar nuestro
propósito felizmente .
No menos vivo es nuestro pesar recordando la infortunada patria , que deja-
mos agonizante, al sepultarnos en estas montañas con el objeto de poderla ofie-
cer algo que la repare de sus desgracias ¡ Ojalá que el resultado de esta expe-
dicion sea medio de rehabilitacion para ella! Felices, si podemos verla apro-
vechando de la senda abierta por nosotros!
88

MARZO DE 1884,

MAR. 7.-Los enfermos siguen mal . Especialmente mis sobrinos , Antonio


Almansa y Adriel Montes, sa han puesto en tal estado que su vida peligra.
Prévio acuerdo entre todos, hemos determinado que seis de los compañeros ,
cuatro enfermos y dos sanos, con dos sirvientes, vayan á la mision de Callaria
á curarse y convalecer.
Aquí no tenemos medicinas de ninguna clase, ni elementos como para en-
fermos. Aprovechando de una especial recomendacion de los R. R. P. P. de
la Recoleta del Cuzco para sus hermanos del Ucayali y contando con la nun-
ca desmentida bondad de éstos, hemos resuelto aquel viaje.
En consecuencia, marcharon hoi para Callaria los S. S. Santiago. S. Ola-
zabal, Antonio Almansa , Adriel Montes , Federico Pietrosanti é Isaac Ve-
larde , con los sirvientes , Victor y Aroni.
Cuando sea tiempo iré por ellos á Callaria.

ABRIL DE 1884.

El 17 de Marzo vino el señor José García, español, radicado hace dos


años en Cumaria, unas 100 millas aguas abajo de este punto, el cual tiene al-
gunos negocios pendientes con los piros de aquí arriba, así como con Franchi-
ni, habilitado suyo, y tuvo la amabilidad de visitarnos acompañado de éste.
Habiéndome invitado á hacer un paseo hasta su casa, acepté; y sali-
mos el 18 de dicho mes, yendo ese dia solo á Sapani, residencia de Franchini.
El 19 seguimos los tres, perdiendo algunas horas en Unini, y una en Có-
chua, lugares en los que el señor García tenía sus asuntos, y llegamos á Cuma-
ria á las 3 de la mañana del dia 20.
Cumacia es un hermoso llano & la orilla derecha del rio. En esta parte y
desde 9 millas arriba , corre éste en un solo cuerpo , teniendo de 15 á 20 cua-
dras de anchura , casi ninguna corriente y mucha profundidad .
La casa de D. José García, grande y cómoda, está construida con la palmera
chonta, que aquí llaman tarapoto ( clorisia ventricosa) . Tiene todas las como-
didades necesarias y agua potable limpia, no tomada del rio. Hai en ella un
almacen bien surtido , en el que me proveí de algunos artículos que nos
ya indispensables , como víveres, herramientas y algunos otros ; pues con tan
larga expedicion ya todo nos faltaba.
Este almacen se surte directamente de Europa y , á veces, de la plaza de
Iquitos, por medio del vapor Napo que comanda el señor Antonio García , her-
mano de D. José , el cual hace frecuentes viajes á este punto, trayendo merca-
derías y, de retorno, lleva carga de caucho y salado, artículos que constituyen
el negocio universal de esta hoya.
Por el mismo señor Garcia y por Franchini , hé adquirido estensos detalles
respecto á la gran hoya del Ucayali y del Amazonas peruano. Por esos datos veo
que esta region se halla en vía de rápido progreso, siendo el civilizador el cau-
cho, en cuya extraccion y rescate se ocupan todos, civilizados y salvajes , ob-
teniendo éstos últimos , en cámbio, toda clase de herramientas, mercaderías , es-
copetas y hasta conservas y licores. De manera que , desde Cumária hacia
adelante, se encuentran yá, á cortas distancias, diversos establecimientos de co-
mercio con idéntico objeto que el de los señores Garcia.
5
34

Piros.

Tambien me han dado minuciosos detalles respecto á les piros, entre los
cuales nos hemos establecido . Segun ellos y lo que personalmente hemos obser-
vado , ésta tríbu es la mas adelantada del alto Ucayali .
Los piros, por lo general, son alegres , comunicativos y mui negociantes.
Son los mejores pescadores y cazadores del Ucayali , teniendo por estos ejerci
cios una pasion decidida. Revelan gran habilidad para todo y actividad en to-
do trabajo cuando quieren, sobre todo si se relaciona con la navegacion , en la
que no tienen rival en estos rios.
Muéstranse tan amantes de su libertad é independencia , que jamás toleran
ser reducidos á esclavitud ó servicio prolongado, condicion á que se someten
los campas, amahuacas y otros , hasta los mismos feroces cashivos . Es regla en-
tre ellos que un piro nunca puede ser « muchacho», nombre que dan á los sir-
vientes que se compran y venden, como acostumbran hacerlo con los que apre-
san en sus correrías.
En general, son valientes y serenos en el combate. En sus correrías entre
los campas, los atacan con la mayor osadía , casi siempre en número mui inferior,
siendo cosa corriente el que 8 ó 10 piros, y aun menos, ataquen y pongan en
vergonzosa fuga á 30 ó 40 campas, y se apoderen de sus mujeres é hijos para
venderlos , ó servirse de ellos como esclavos. Tratan á éstos de ordinario con
cariño y llaneza: de manera que los campas reducidos á servidumbre acompa-
ñan contentos á sus patrones durante toda su vida.
A cambio del caucho obtienen herramientas y ropa, no solo para su uso,
sino para negociarlos , conservando ademas una reserva en sus cofres. Visten
pantalon y camisa, ó camiseta de punto ; y usan sombrero de paja, ó gorra, que
les traen los comerciantes . Usan tambien el saco, su traje primitivo , que les
acomoda mas cuando trabajan como bogas , por la facilidad de desnudarse, ya
para halar las canóas en las corrientes ó para bañarse , lo que hacen cuatro ó
cinco veces al dia.
Las mujeres no tienen mas vestido que la pampanilla , especie de tonelete
que les cubre por delante , desde debajo del ombligo hasta media pierna y por
detrás de la cintura á las corbas. Eu lugar de la mantita que acostumbraban
ántes para cubrirse la espalda y los costados , llevan ahora un saquito ó camisa,
que apenas les llega á la cintura y encima del ombligo. Un gran cinturon de
innumerables hilos de chaquira blanca y collares de granates, ó avalorios de di-
versos colores, combinados con gusto, completan su sencillo vestido .
Tambien los hombres llevan por corbata, sayuelos de chaquira fina de
diversos colores , mui bien tejidos, trabajo que hacen las mujeres. La costumbre
de pintarse la cara, manos y piernas, es universal, desplegando en ello rara ha-
bilidad: dibujan á pulso adornos del mejor gusto y adinirable simetría. El tin-
te de que se sirven es el del fruto del huito , que dá un color negro azulado .
Solo en caso de guerra se pintan de rojo, usando para ello achiote.
Desgraciadamente las buenas cualidades de los piros están contrariadas
por tres defectos capitales: 1. ° son mui holgazanes; 2. sumamente inconstan-
tes y versátiles, no residiendo nunca en ninguna parte de manera estable, ra-
zon por la cual sus casas y chacras están hechas mui á la lijera ; y 3.º mui in-
formales en sus tratos ; algo mas, de mala fé y amigos del engaño y de la tram-
pa ; con no pocas y honrosas excepciones, sin embargo. Los piros podrían ser
Ilamados los gitanos del Ucayali.
La mujer es la que sobrelleva todo el peso del trabajo y de la vida. Sir-
ven de bogas; hacen leña para cocinar,fsiembran, tejen ; se pintan á sí mismas
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y pintan á los hombres ; ayudan á estos en el trabajo del caucho ; extraen la cera
trabajo casi exclusivo suyo y aun andan rebuscando plátanos en todas las islas
y chacras abandonadas , ó purmas .
Los piros sou polígamos, como casi todos los salvajes, teniendo cada uno
tantas mujeres cuantas puede negociar y mantener. No obstante esta plurali-
dad , viven en la mas perfecta armonía y se tratan de la manera mas cordial.
Piro hai que tiene tres, y aun mas : habiendo yo conocido en el Caco, á uno ,
llamado Urbano , que contaba diez.
Cuando muere un piro , entiérranle dentro de su casa : y sobre su sepulcro
queman todos sus vestidos y objetos combustibles ; rompen los frangibles ; ar-
rojan al rio sus herramientas y armas, y matan sus animales de cría . Nada de
lo que perteneció al finado puede subsistir ; y si este deja deudas, la viuda y
los hijos, ó los parientes , las pagan .
Practicada la ceremonia de destruccion, colocan sobre el sepulcro una
pequeña vasija llena de masato (chieha de yuca en pasta ) y se retiran todos
los dé la casa á algunas millas de distancia. De cuando en cuando vuelven á
observar el sepulcro. Si sobre él y al rededor del masato descubren huellas de
animales feroces, como tigres ú otros, creen que há visitado la tumba el espíritu
maligno y abandonan para siempre la casa ; pero, si las huellas que encuentran
son de animales tímidos , como conejos, ratas ó aves que no sean de rapiña , vuel-
ven á habitarla; y entonces el fogon de la viuda principal, ó mamá , (por que
cada mujer tiene su fogon aparte) há de instalarse precisamente sobre el se-
pulcro y en direccion de la cabeza del muerto, viniendo el lecho en seguida.
Los piros creen en la existencia de un Ser Supremo, creador del Universo .
y bueno, al que llaman Huyacali, y en un ser malo, llamado Saminchi, á quien
temen muchísimo , creyendo que interviene en sus asuntos .
Sonmui dados á la brujería , teniendo fama de hechiceros entre todas las otras
tríbus que, por tal causa, les temen y respetan , recibiéndolos en todas partes
con atencion y agasajo. Los doctores en este arte se llaman cajonchis, y me
han referido que los que quieren obtener aquel carácter en toda regla , se so-
meten á un sin número de pruebas terribles, que consisten en retirarse á las
selvas mas temidas y sombrías, en las cuales se entregan á prolongados ayu-
nos y severas disciplinas, evocando sin cesar al formidable Saminchi, quien, á
fuerza de ruegos , lágrimas y ásperas penitencias del pretendiente , se le pre-
senta por fin y le inícia en los misterios de la ciencia y en el arte de curar. Los
cajonchis, como es consiguiente, salen esqueletizados de la selva á recibir los
honores y el homenaje de todos , dedicándose luego á la medicina , que para ellos
consiste en extraer la chonta, chupándo el cuerpo al enfermo por diversas
partes con mil extravagantes ceremónias. Se hacen pagar mui bien.
Cuando haga mi viaje hasta Callaria recogeré datos respecto á los conivos,
sipivos y otras tríbus, y los consignaré en el diario de dicho viaje.

Despues de haber permanecido cuatro dias en casa del señor Garcia, que
nos trató con suma amabilidad , emprendí mi marcha de regreso con don Fer-
nando Franchini, quien , como habilitado de la casa Garcia y C.ª , fué á pro-
veerse de mercaderías.
Las personas que no conocen ésta clase de viajes difícilmente se forma-
rían cabal idea de cuán penoso y lleno de peligros es remontar estos
36

rios en frágiles canóas cargadas , estando el rio de creciente. Menester es na-


vegar mui pegado á la orilla, donde la corriente tiene menos fuerza y á fin de
poder apoyar los botadores en el piso , donde lo hai, ó en las ramas de los árbo-
les en las cuales los bogas apoyan sus palos de orqueta con rara habilidad y
destreza. Hai que cruzar por entre grandes ramas de árboles barados, con-
tra los que el agua choca y forma remolinos , contra- corrientes , caídas, etc. A
través de estos obstáculos la canóa tiene que deslizarse como una culebra,
Pero el peligro mas grave y temible consiste en la caída de los árboles de
las orillas . Socavado por el agua el terreno en que están arraigados y cayendo
casi siempre en gran número al mismo tiempo y con toda la fuerza de su peso,
producen gran estrépito y una espantosa revolucion en el rio. Desgraciada la
canóa á la que coja debajo, ó tan solo cerca, este ordinario cataclismo : perecerá
sin remedio. Varias veces nos hemos encontrado al surcar el rio en los mayo-
res apuros, viendo venirse abajo muchos árboles, tan cerca que nos creíamos
perdidos.
En estos y otros casos, la salvacion depeade de la incomparable destreza
y serenidad de los salvajes que, de un rápido golpe de vista , conocen de ante-
mano el peligro y se dan maña á evitarlo.
En la vaciante de los rios desaparecen la mayor parte de estas dificulta-
des ; pues hai grandes playas y el agua pierde la mayor parte de su fuerza y
rapidéz.
Baste decir, en conclusion , que el viaje que hicimos en dos dias y medio,
nos demoró de subida 10 dias en incesante lucha con el rio.

MAYO, JUNIO Y JULIO DE 1884.

Desde que nos trasladamos aquí , y durante todo el tiempo de nuestra per-
manencia en éste lugar, no nos ha faltado ocupacion. La primera tarea era la
de limpiar y arreglar bien nuestra huerta, único recurso seguro de subsisten-
cia; pues los víveres traídos de arriba se acabaron .
En seguida buscamos caucho en todo el contorno , teniendo la mala suerte
de no encontrarlo: los piros habian dado fin con él, y hubo que buscarlo bien
léjos, Tambo arriba, sin encontrarlo sino á 27 millas de la boca de dicho rio.
Allá se fué, con los pocos peones convalecientes que teníamos , don Dionisio
Truyenque á extraer el escaso caucho encontrado . Todas las semanas proveía-
se á estos de una canóa de plátanos , en la cual iba yo mismo ó uno de los com-
pañeros, don Daniel Truyenque . Los piros conduc'ores de la remesa tenían
tambien el encargo de cazar y pescar para los trabajadores.
Séa por nuestra impericia en este trabajo, séa por el poco número de peo-
nes, casi siempre enfermos, es lo cierto que sacamos mui poco caucho, cos-
tándonos el duplo de su précio en los mercados del Ucayali.
El árbol del caucho que se explota aquí es el sifocánfilus caucha, mui
diverso del pao-siringa ó seringueira que encontramos en la quebrada de Otare.
La extraccion de éste es mui diversa tambien de la del caucho, y nunca ha-
bríamos podido sacar provecho de él, necesitándose mucho tiempo para obtener
el jugo, mientras que el caucho rinde todo su producto en pocos dias .
En cuanto á los compañeros que permanecemos aquí, estamos siempre mui
ocupados en la caza y la pesca, que felizmente son abundantísimas , habiendo
una vez cazado á fusil, desde la puerta misma de nuestra casa , trece hermosos
chanchos que pasaban el rio en tropa dirigiéndose á uuestra huerta. Son tam-
bien mui abundantes los pavos de varias especies, los loros huacamayos é in-
37 ----

finidad de cuadrúmanos, de todos los que sacábamos provecho , siendo notable ,


entre estos últimos, el Maquisapa 6 Marimonda ( Ateles ater. Cuv. ): tiene una
carne exquisita.
La pesca abunda de manera extraordinaria ; y es tan variada que satisfa-
ce a todos los gustos. Frecuentemente cogemos peces que apenas bastan dos
hombres para meterlos á la canóa, y casi todos los dias tenemos que devolver
al rio pesca sobrante .
Cuando se limpió la huerta , en Febrero, plantamos un cuartel de caña
dulce como de cien metros por lado, rebuscando planta en la misma huerta y
comprándola á los piros. Ya estamos aprovechando de nuestra caña, chupán-
dola: su crecimiento , lozanía y abundante jugo nada dejan que desear. No
necesita mas cultivo que el quitarle la maleza una sola vez.
Todas las plantas se reproducen aquí admirablemente y en mui poco
tiempo , bastando un poco de industria para tener abundantes frutos . El pláta-
no, por ejemplo, empieza á dar al año ; la yuca desde los seis meses ; en tres ,
maduran el maíz y el maní; en dos , dá el frejol ; la caña solo necesita de seis á
ocho meses ; el cacao es expontáneo en todos los bosques. No acabaría si tra-
tase de especificar todas las producciones que aquí se puede tener . Nunca
se riegan las plantas, porque no lo necesitan, y todo el cultivo consiste en
limpiarlas de yerba .
Los animales nocivos al hombre no son abundantes. En seis meses, recor-
riendo casi todos los dias los bosques con motivo de caza, nunca hé visto un
tigre. Sé que los hai ; pero que casi nunca atacan al hombre. Culebras he vis-
to mui pocas , lo mismo que arañas. Atribuyo la escasés de insectos pernicio-
sos á la gran abundancia de los útiles polícianos llamados chacos, hormigas que ,
en ejércitos de millones , recorren los bosques , chacras y casas , dando fin á
cuanto reptil é insecto cae bajo sus garras y tijeras, sin escaparse de ellas las
culebras ni los sapos. Solo la plaga de los zancudos y la manta blanca moles-
ta algo en ciertas épocas del año. El número de éstos es, sin embargo , infinita-
mente menor que el que me dicen hai en todo el bajo Ucayali .
Aunque el clima es mui ardiente y á veces el calor se hace casi insopor-
table , tenemos el recurso del baño, que es mui agradable é inofensivo por la
temperatura del agua, casi tibia. Refrescan tambien mucho la atmósfera las
brisas del N. y del O. , las últimas de las cuales descienden de la cadena de cer-
ros situada al poniente del Tambo .
Estamos, pues , tan entretenidos y contentos, que no pensaríamos en salir
de aquí si no fuese por nuestras familias.
Tiene este punto la ventaja de que cuantos pasan aguas arriba ó aguas
abajo, por cualquiera de los dos rios , se alojan aquí, proporcionándonos noti-
cias y facilidad de hacer negocios.

AGOSTO DE 1884.

AG . 1. -Siendo ya tiempo de emprender el viaje de regreso al punto de


nuestra partida, por la via del rio Villcamayo ó Urubamba , que tambien nos
habiamos propuesto reconocer ; así para adquirir sobre su hoya todos los da-
tos que puedan ser útiles á la comunicacion entre el Ucayali y el departamen-
to del Cuzco, como para inquirir la posibilidad de poner en comunicacion este
importante departamento con el grande y hermoso rio Punís que se comunica
con éste por medio del Sepahua , me es preciso ir á Callaria á traer á mis com-
pañeros á fin de emprender juntos el enunciado viaje.
38 -

Mi compañero de excursion es D. Dionisio Truyenque. Vamos en dos ca-


nóas pequeñas , llevando un sirviente y tres bogas.
Con este motivo salimos de Providencia hoi á medio dia, y llegamos á la
playa de Sinipe á las 6 p . m, habiendo avanzado 42 millas poco mas o menos.
En este trayecto se encuentran 6 6 7 rapidos bastante fuertes y en espe-
cial el de Sinipe , temible y peligroso, aun para las canoas, por las innumera-
bles palizadas fijas que se halian diseminadas en todo el cauce del rio. Obligan
éstas á las embarcaciones á pasar haciendo zetas , á fin de evitar un choque
contra los palos; y como en esta parte el rio se , divide en cinco brazos , tiene
mui poco fondo. Sería, á mijuicio, mui dificil el paso de una lancha de vapor, en
tiempo de secas ó vaciante, si no se remueve el obstáculo de las palizadas . No
es esto dificil, teniendo en cuenta, ademas, que basta hacer este trabajo en la
madre ó brazo principal para que sus ramales se reunan en un cuerpo, for-
mando un cauce fijo y profuudo .
Todas estas dificultades desaparecen en la época de creciente ; época en
que se eleva tanto el agua que pueden navegar, sin el menor embarazo , los
mas grandes vapores de rio. Tal es el dictámen de personas entendidas en la
materia.
Pocas cuadras mas abajo está la célebre Vuelta del Diablo del Conde de
Castelnau, sitio llamado por los piros Casiririgerere. Ese paraje, que es una
vuelta forzada con remolino, no ofrece abora las dificultades y peligros que
encontró en él el Almirante Tucker ; pues , desde que pasó por aquí, el rio ha
mejorado su curso, desgastando parte de una isla que hai frente al remolino.
Hasta aquí las palizadas abundan tan extraordinariamente que hacen pe-
ligrosa la navegacion de bajada , dificil y penosa la de subida.
AG. 2. - Salimos de dicha playa á las 7 a. m. y llegamos á las 10 id . á Co-
chua , situado á la derecha del rio. Aquí estan establecidas tres familias de
moyobambinos , ocupados en el trabajo y rescate del caucho. Hai regulares
casas y buenos sembríos. Demoramos aquí hasta las 4 p. m, y continuando la
marcha, llegamos á Capsulhá, que está en la cabecera de la hermosa isla Su-
nuchinia, donde nos hospedó cariñosamente el piro Ventura, tio de uno de mis
bogas. 7
Avanzamos de 25 á 30 millas .
En la marcha de hoi no se encuentra mas que dos ó tres rápidos suaves,
abundando sí las palizadas y las ramificaciones del rio, que dán lugar á la for-
macion de muchísimas islas, cuyo número pasa de ciento desde Providencia
aquí.
AG. 3. - Emprendimos marcha á las 7 a . m . y llegamos á Cumaria, á las 9
de la noche.
Navegamos de 48 à 50 millas.
Desde medio camino de hoi desaparecen todas las dificultades: la corrien-
te del rio es casi insensible y hai pocas islas y palizadas. Desde algo mas arri-
ba de Cumaria desaparecen por completo las piedras , siendo imposible encon-
trar una sola de ningun tamaño: todas las playas estan formadas por inmensos
arenales , ó terrenos arcillosos .
En Cumaria no está ahora D. José García , que se marchó al Pachitea ,
para beneficiar caucho . Está, sí, su hermano D. Antonio, á quien tuve ya el
gusto de conocer en Providencia habiendo tenido la amabilidad de ir á visitar-
me á fines de Mayo .
El dia 4 lo pasé en Cumaria.
AG . 5. -Continuamos el viaje , saliendo a las 10 a. m. Llegamos á Chessea
á las 9 p. m. , no habiendo adelantado mas de 45 á 48 millas ; porque la corrien-
te del rio no pasa de dos millas por hora , y se avanza mui poco.
39

En Chessea, situado á la orilla derecha del rio grande y del Chessea, rio
regular que tambien es navegable , nos alojamos en casa del asiatico D. Manuel
Doza, hombre industrioso y estimable que nos recibió con mucho aprecio. Ya
le habiamos conocido en Providencia , donde há estado cuatro veces. Este sitio
es uno de los mas bellos del alto Ucayali.
El 6 nos quedamos aquí por intancias de Doza, quien tuvo tambien la fi-
neza de prestarme su canoa grande para todo nuestro viaje. Le déjo mis dos
canoas chicas.
AG . 7.- Salimos del sitio anterior álas 8 a. m. acompañándonos el tarapote-
ño Hermógenes Arévalo, que vá hasta Puca-allpa ó mas abajo. Su compañía
me será mui útil por los datos que me proporcione respecto á esta region , en
la que está radicado desde hace muchos años .
Descansamos en la playa Anaquiria , habiendo avanzado cuando mas 50
millas .
Nada nuevo ni notable ofrecen ya el rio, ni sus orillas; pues el primero
es un lago continuado , y las orillas estan pobladas invariablemente de inmensos
bosques de vegetacion colosal.
A la izquierda del rio y paralela á éste, corre una gran cadena de cerros
que divide esta hoya de la del Pichis. No tiene nombre especial: yo le llamo
cordillera del Pichis.
El Ucayali en sus inmensas é innumerables vueltas , se aproxima en par-
tes á esa cadena , alejandose en otras tanto que casi se le pierde de vista. La
banda oriental y norte es una llanura que no tiene límites.
Hé sabido que casi ninguno de estos terrenos está espuesto á inundacio-
nes, como lo están los del bajo Ucayali.
A las 5 p. m. pasamos por el Caco y encontramos en esta playa mas de cien
piros saladores de paichi. Estos, en la estacion de la pesca, que es la de secas,
forman una especie de poblacioncitas en las grandes playas del rio, y sobre to-
do en las orillas de los lagos ó cochas, como les llaman en el Ucayali, y se ocu-
pan en esta útil industria, que proporciona al departamento de Loreto una en-
trada fuerte y segura y un gran recurso.
La mayor parte del salado, que se hace en el Ucayali, se exporta al Bra-
sil. El précio de este artículo varía desde 20 hasta 30 soles por el centenar de
piezas, en el Perú. Cada paichi dá de seis á ocho piezas. El tamaño de este
pez es de dos metros , y aun mas , y su peso de 120 á 130 kilógramos .
AG. 8. - Nos pusimos en marcha un poco antes de las 5 a. m. y parámos
un rato en Iparia mientras hacían el almuerzo . Aquí está establecido el cha-
chapoyano D. Bernabé Choquepiondo , cuya industria consiste en hacer prepa-
rar el salado en cantidad considerable y tambien en el rescate del caucho,
ocupacion universal de todos los habitantes del Ucayali.
Despues de una hora de paráda, continuamos navegando .
A las 7. p. m. encontramos , frente a la boca del Tabacoa , la canoa del •
moyobambino Lopez, uno de los radicados en Cochua , que remontaba el rio.
En ella iban mi sobrino Gerardo Almansa y dos sirvientes, de Callaria á Pro-
videncia. Grande gusto me procuró este encuentro ; pues , por mi sobrino, tuve
noticias exactas de los otros compañeros. El señor Olazabal y mi sobrino Adriel
Montes permanecian en Callaria, buenos ; D Federico Pietrosanti se habia
marchado, en el mes de Junio , á Iquitos, donde estaba bien colocado ; D.
Isaac Velarde se habia venido ántes al Pachitea, donde permanece hasta aho
ra, bien colocado con un cauchero; D. Antonio Almanza remontó el rio hasta
Providencia , por Junio, y allá queda , bueno, con los demás. En cuanto á Ve-
larde, díjome mi sobrino que pensaba bajar en este més à la boca del Pachitea
á esperarme allí.
40

Despues de una hora de conversacion, nos despedimos hasta mi regreso y


continuamos la marcha durante toda la noche. Amanecimos á medio camino
entre Iparia y la boca del Pachitea.
Desde esta fecha no hago ya cálculo de distancias ; pues navegamos dia
y noche, durmiendo tranquilos en la canóa dejada á discresion en el rio, por
no ofrecer este el mas pequeño peligro. No podemos , pues, calcular lo que
avanzamos.
AG. 9. - A medio dia llegamos á la boca del Pachitea y nos alojamos en
casa del español Fernandez, que tiene su almacen de mercaderías en la orilla
derecha del Ucayali, frente á frente á la boca del Pachitea.
Aquí he tenido el gusto de encontrar al coronel Pereira , quien , en el mes
de Junio, nos proj orcionó una agradable sorpresa con su llegada á Providen-
cia, partiendo de Santa Ana . Infórmame que continuará su marcha hasta Iqui-
tos , persiguiendo el mismo fin que yo: facilitar los medios de comunicacion
entre el interior del país y esta region.
El Pachitea es un hermoso rio, cuyo caudal de agua , igual al del Tambo ,
es navegable, por vapores apropiados , hasta el puerto del Mairo. Su hoya, una
de las mas ricas de esta region , ha llegado á ser emporio de industria y comer-
cio, por la inmensa cantidad de caucho y otros productos que en ella se há
encontrado.
Esto ha hecho afluir allí mas de mil quinientos industriales, los cuales han
rechazado por completo á los feroces y antropófagos cashivos, obligándolos á
remontarse á valles y montañas lejanas, despues de perder muchos entre
muertos y prisioneros, en sus encuentros con los caucheros.
Es la ocasion de decir que, segun multiplicados datos que me han dado,
esta tríbu há sido y es tán feroz y malvada que se hizo el blanco del ódio y
persecucion de todas las circunvecinas. Se la acusa de antropofagismo , per-
petrado no solo en sus enemigos , sino hasta en sus propios hijos y ancianos. Tal
vez haya en esto exageracion ; pero , séa de ello lo que fuere, lo cierto es que
aún los cashivos separados de su tríbu han manifestado condicion tan rebelde
y sanguinaria que son justamente execrados y temidos.
En la boca del Pachitea encontramos el vapor « Mayo» , llegado esa ma-
ñana y perteneciente á la casa comercial Mourraille , Brito y C. , establecida
en Iquitos. Encontrábase tambien la lancha á vapor « Melisandra » , pertene-
ciente á una sociedad alemana.
Sé que, ademas de éstos , hai otros cuatro vapores pequeños, de particu-
lares, que hacen entre este punto é Iquitos la exportacion de caucho y salado ,
á cámbio de mercaderías, por cuenta propia ó de los fletadores. No extienden
sus viajes mas arriba por no tener objeto ; pero tan luego como algunos indus-
triales establezcan su residencia y negocios á todo lo largo del alto Ucayali,
los vapores remontarán inmediatamente el rio para traficar con ellos .
Un poco de industria de nuestra parte, y el aliento vivificador del vapor
vendrá en auxilio nuestro en la explotacion de estas ricas montañas , que nos
brindan todos sus tesoros.
Baste decir, en comprobacion , que hace dos años no venía un solo vapor
á la boca del Pachitea, y ahora que hai establecidas aquí solo tres ó cuatro
casas de comercio , hai ya seis vapores haciendo este importante tráfico.
Desde este punto principia el bajo Ucayali , llamándosele alto desde Pro-
videncia acá.
AG. 10. - Salimos de la boca del Pachitea á medio dia y continnamos an-
vegando todo el resto de él y la noche. El nuevo dia nos tomó en Abujao .
Desde que recibe el Pachitea , el Ucayali cámbia notablemente: su cor-
riente es mucho menor y su anchura varía entre quince, veinte, y aún mas ,
--- 41

cuadras. El calor es demasiado intenso y la abundancia de zancudos intole


rable.
AG 11. - A las 7 p. m. hicimos alto en Puca-allpa, alejándonos en casa
de un señor Brito, brasilero. En Puca- allpa hai establecidas, en ambas orillas,
varias familias de comerciantes peruanos y extranjeros , cuyo comercio es siem-
pre trueque de mercaderías por salado y caucho.
AG. 12. -Al cabo de un corto trecho de navegacion , desembarcamos en
la banda izquierda delante de un grupo de casas pertenecientes á varios vecinos
notables. Uno de éstos es un señor Vasquez , cultivador de caña de azúcar,
que beneficia en un ingenioso trapiche de madera, movido por hombres:
el ganado vacuno y caballar todavía no ha llegado hasta estos parajes.
A las 4 p. m. continuamos nuestro viaje . Mas, á poco , tuvimos que hacer
alto en una casa de conivos, en vista de una fuerte tormenta que se preparaba.
Terribles son aquí las tempestades, que llaman turbonadas, y frecuentes en
los meses de Agosto y Setiembre. El oleaje que levanta el viento es tan fuer-
te que hace zozobrar las canóas , ó las vuelca, y soplan huracanes que las arro-
jan contra las márjenes.
AG. 13.- Salimos de casa de los conivos á las 4 a. m . , y llegamos, ántes
del medio dia, á la boca del rio Callaria, por el cual debemos remontar hasta
la mision de este nombre, que está á 25 millas del Ucayali.
El rio Callaria viene de Oriente á Poniente, tributando sus aguas al
Ucayali , por la derecha. Su curso es demasiado tortuoso ; y como tiene poca
agua, no se le puede surcar en la vaciante en canóas grandes , como la nues-
tra ; pues á cada paso hai que arrastrarlas por sobre las palizadas que, en oca-
siones, cruzan el rio de una banda á otra.
Informado de todo esto, tuve que negociar allí dos canóas chicas , quedán-
dose con la grande mi compañero don Dionisio Truyenque en esta playa, dou-
de hai varios saladores .
Contraté como práctico á un ex-salvaje de Callaria que encontré allí; y
continué mi marcha guiado por él . Fulgencio, que así se llama, es cristiano:
hombre de raras ocurrencias y de un incomparable
incomparable y no interrumpido buen
humor. Desempeñaba conmigo el papel de cicerone, haciéndome explicaciones,
raras y extravagantes sobre algunas cosas, y mui razonables y juiciosas sobre
otras.
Despues de haber surcado rápidamente el Callaria desde las 3 p. m. , des-
cansamos en esta pequeña playa , habiendo hecho las dos terceras partes de la
distancia que debiamos recorrer .
AG. 14.- Callaria.- Fulgencio nos hize levantar el campo á las 3 a. m., y
continuando viage con igual velocidad que ayer tarde , hemos llegado á esta
Mision á las 7 a. m.
Encontré en buena salud ya á mis compañeros , señor Olazabal y Adriel
Montes, únicos que quedaban en este lugar.
No hai mas religioso aquí, por ahora, que el hermano lego frai José de
Jesus Maria Magret, quien me recibió con bondadosa y franca hospitalidad .
El R. P. Prefecto de las misiones del Ucayali, como lo supe en el Pachitea, se
habia marchado, algunos dias ántes, á la nueva mision de Occhapampa, funda-
da en las cabeceras del Pachitea.
Mui sensible me há sido la ausencia del P. Prefecto Pallás ; pues deseaba
conocerlo y tratarlo por el crédito de que goza en todo el Ucayali, como hom-
bre de eminente virtud, gran saber y sagacidad, cualidades reconocidas uni-
versalmente aún por los enemigos de las misiones , que son los mas, en el Uca-
yali, conviniéndoles que los salvajes solo se ocupen en la explotacion del cau-
cho y el salado, y no en civilizarse.
6
- 42

Deseaba, así mismo , manifestar á dicho R. P. mi profundo reconocimiento


por la cariñosa hospitalidad que prestó á mis compañeros enfermos , que vinie-
ron á esta como á lugar único en que pudiesen recobrar la salud; y conseguir
que me ilustrase con los numerosos datos que sé posée respecto á toda la region
del Ucayali, en cuanto se relaciona con sus moradores, industria, progresos y
medios de alcanzarlos.
La mision de Callaria es un pequeño pueblo que á lo mas tiene de veinte
á veinte y cinco familias , ya cristianas y civilizadas, traídas, años atrás, por las
misioneros desde mucho mas abajo, para fundar este pueblo.
Las costumbres de estas familias son inmejorables, haciendo extraordinario
contraste con las de la mayor parte de los habitantes de esta hoya.
A instancias del buen hermano F. José, permaneceré aquí mañana y pa-
sado.
AG . 17. - Salimos de Callaria los tres compañeros á médio dia, y llegamos
á esta playa del Ucayali al anochecer, donde nos esperaba Truyenque.
AG . 18. - Del 18 hasta al 26 inclusive hicimos la marcha hasta la boca del
Pachitea, adelantando mui poco cada dia por el escaso número de bogas
y por los dias excesivamente calurosos , que obligan á éstos á paralizar la mar-
cha cuatro ó cinco veces en la jornada, para bañarse. Tambien se pierde tiempo
entrando á la casa de los salvajes á comprar víveres, consistentes en plátano
y yucas, y en las paradas para pescar. Este es el único médio de alimentarse
acostumbrado en los viajes por esta region.
En el trayecto conocí la boca del rio Tamaya, que no pudimos ver de
bajada, por haber pasado á media noche. Dicho rio, bastante grande , merece
particular atencion, por dos motivos: 1. porque es tán manso , que se le nave-
ga con igual facilidad de subida que de bajada, hasta su orígen, que está en un
lago; del mismo que, por la parte opuesta, sale otro rio que corre al oriente y vá
probablemente á unirse al Yuruá, constituyendo un canal cómodo para comu-
nicarse del Ucayali con aquel hermoso tributario del Amazonas: y 2.° porque
éste rio tiene diez lagos que se comunican con él por medio de caños, y tanto el
rio como los lagos están llenos de una cantidad asombrosa de peces , sobre todo
de Paichi y Vaca-marina. Este último es un gran pez mamífero, esclusiva-
mente herbívoro y cuya carne no difiere absolutamente de la de rés, rindiendo
además una gran cantidad de manteca, mui superior á la de puerco, por ser
mui sana y de un sabor parecido á la manteca de vaca . El rio Tamaya cons-
tituye, pues, por sí solo, una fuente inagotable de riqueza.
Desgraciadamente ésta, que es comun á la mayor parte del Ucayali y sus
numerosos tributarios, está expuesta á desaparecer en mui pocos años sin pro-
vecho alguno ; pues, entregada á los salvajes y á negociantes codiciosos é igno-
rantes, que no miran el porvenir, se está destruyendo con el despilfarro mas
escandaloso. Matan una ó varias vacas-marinas para aprovechar solo una pe-
queña parte de la grasa y un poco de carne, y botan todo lo demas, pudiendo
decirse que pescan casi por solo el placer de matar y destruir.
En cuanto al paichi, las órdenes de las Municipalidades, que prohiben su
pesca en la época de la reproduccion , no se observan, destruyéndose así este
utilísimo pez , sin que nada lo excuse ; pues en dicha época, que es la de aguas,
no hai posibilidad de salarlo . Mátase, por lo tanto, un paichi para sacar de
él unas cuantas libras de carue y arrojar seis ú ocho arrobas.
Otro tanto sucede con las charapas , que abundan extraordinariamente en
este rio y sus lagos , sucediendo que el que necesita 20 ó 30, vuelca 60 ú 80.
Aprovecha las que necesita , dejando volcadas, en esos ardientes arenales , to-
das las demas, que perecen inmediatamente.
Lo dicho respecto á este importante rio acontece en todo el bajo Ucayali ,
43

No falta buenas disposiciones de parte de las autoridades ; pero desgraciada-


mente son desobedecidas escandalosamente. En esta vírgen y hermosa region,
el desórden, el despilfarro y el desprecio á las leyes, han establecido ya su fu-
nestísimo dominio.
AG . 27.-Parámos este dia en casa del comerciante aleman señor Cárlos
Ganz, persona mui digna y estimable, que se hace apreciar de todos .
Hasta aquí, la plaga de los zancudos, que infesta las playas, es tan abun-
dante que desespera. Dia y noche los zancudos persiguen á , sus víctimas en
tan crecido número que no dejan hacer nada.
Para dormir es indispensable un tupido mosquitero, y durante el dia hai
que estarlos espantando sin çesar con un pañuelo, ó un abanico . Felizmente, á
medida que avanzamos aguas arriba, vá disminuyendo esta odiosa plaga. En
Providencia ya los hai solo para no olvidar que estamos en la tierra.
Aquí me proveí de las mercaderías necesarias para el pago de los bogas
que deben conducirnos en nuestra larga y penosa orzada hasta el valle de San-
ta Ana. Con este motivo la canóa vá excesivamente cargada y el viaje se ha-
ce mas lento, no habiendo podido añadir tampoco sino un boga.
El señor Olazabal resolvió quedarse en este lugar, para irse en seguida á
Iquitos con intencion de regresar á su casa al año entrante.
Contra lo que esperaba, no hé encontrado aquí á Velarde. No há bajado aún,
sin duda por falta de oportunidad. Está casi á las cabeceras del Pachitea, á
12 dias de subida de aquí.
Desde esta fecha hasta el 19 de Setiembre en que llegamos á Providen-
cia, continuamos nuestro viaje con menos padecimientos por haber podido con-
seguir mas bogas ; pero hemos sufrido retardos por los frecuentes aguaceros,
que nos mojaban completamente, así como nuestros equipajes y carga.

Conivos y Sipivos.

En mi viaje hasta Callaria hé cruzado las dos tríbus de conivos y sipivos,


cuya identidad de costumbres é idioma hace que se les considere como una so-
la. Me ocuparé, en consecuencia, de ambas á la vez, advirtiendo que la de los
sipivos constituye una fraccion mui pequeña de la otra.
La residencia de los conivos principia en Sevonya, como 90 millas aguas
abajo de aquí, y se extiende sin interrupcion hasta Puca-allpa. Sé que hai
conivos hasta la boca del Marañon ; pero mezclados ya con otras tríbus.
De Puca-allpa, á la boca del Callaria , que es hasta donde conozco, están
los sipivos.
Estos y los conivos son de estatura mediana, generalmente mui robustos
y de color mucho mas oscuro que los piros. Hombres y mujeres son feos de
ordinario, teniendo todos, ademas, la cabeza aplastada, á causa de la bárbara
costumbre que tienen de comprimirla á los recien nacidos, por varios dias , en-
tre dos tablillas puestas una en la frente y la otra detrás hasta conseguir su
objeto. Segun me han contado, tal costumbre tiene por objeto endurecer la
cabeza para lograr que resista los golpes que descargan con sus formidables
maccanas, construidas de chonta y otras maderas fuertes, y provistas de filos.
Esta es su manera de guerrear y de ventilar sus querellas individuales.
Por carácter y hábito son mui circunspectos y apegados á los usos tradi-
cionales. Son vanos y orgullosos , creyéndose los mas industriosos y valientes
moradores del Ucayali.
En lo primero, tienen razon y sobrada ; pues, segun he visto , sus chacras
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son grandes y bien cultivadas, teniendo de sobra todo lo necesario para su sub-
sistencia. Sus casas son grandes : hé medido algunas que tienen 24 metros de
largo por 15 á 16 de ancho, con techo mui elevado y construidas con gran soli-
dez. Las tienen mui aseadas y dan habitacion á tres, cuatro ó mas familias en
cada una . Las casas grandes están casi siempre aisladas, siendo raro encon-
trarlas en grupos .
Al derredor de cada una de las casas, tienen chocitas pequeñas, destina-
das á guardar chismes, sobre todo innumerables vasijas, platos y ollas , de cuya
fabricacion se ocupan exclusivamente las mujeres con gran perfeccion .
Sus armas son las mismas que las de los piros . La que mas usan es la
cerbatana ó pucuna, mui preferible á las otras, en los bosques , para la caza de
aves y monos ; pues, no haciendo ruido , no los ahuyenta
En el rio son mui buenos remeros ; pero distan mucho de competir en des-
treza con los piros en el manejo del botador, ni tienen tampoco el arrojo de és-
tos en los malos pasos.
Su vestido es el saco ó cusma, de color café ó negro ; y aun cuando algu-
nos usan pantalon , llevan siempre el saco encima. Las mujeres usan pampani-
lla, como las piras, y una mantita en la parte superior del cuerpo, que casi
siempre recogen al hombro ó al brazo, llevando así esta parte del cuerpo
casi siempre desnuda. En ella se ceban los zancudos , que tanto abundan entre
estas gentes , siendo curioso de notar que en sus casas los hai cien veces mas que
en ninguna ota parte. Tienen, en consecuencia, la piel tan maltratada y rugo-
sa que mas bien parece corteza de yuca ó de árbol, que piel humana .
Lo que mas particularmente nos ha llamado la atencion, entre los conivos ,
es la rara y extraña costumbre de circuncidar á la mujer apenas llega á la
pubertad, sin que puedan librarse de esta terrible costumbre ni aún las jóve-
nes que hayan tenido algun desliz .
Para practicar esta ceremonia , á la que procuran dar solemnidad ex-
traordinaria, se preparan desde uno ó dos años antes, fabricando una gran ca-
sa, si no la tienen ; plantando inmensos yúcales , y procurando teuer para el
momento elegido todos los víveres necesarios á manteuer, durante dos ó tres
meses , á 200 á 300 convidados. Fabrican , al mismo tiempo , treinta ó cuarenta
grandes vasijas para hacer inmensa cantidad de masato, destinado á servir de
alimento y bebida á todos los convidados.
Al aproximarse el tiempo fijado para la ceremonia, se invita á todos los
parientes, amigos y vecinos, convocándolos desde largas distancias y procu-
rando que no falten las mas ancianas matronas , que desempeñan el principal
papel. Entonces se precisa el dia de la reunion.
Hecho esto , y mientras todas las mujeres se ocupan en preparar el masa-
to, los hombres se dispersan en todas direcciones con el fin de hacer una inmen-
sa cantidad de caza y pesca, que al llegar á la casa ahuman inmediatamente .
Reunidos los convidados, empieza la gran comilona y borrachera que solo
termina al cabo de uno, dos y aún tres meses , segun la solemnidad de la fiesta
y la cantidad de las provisiones. Poco ántes de terminar ésta, tiene lugar la
circuncision, embriagando préviamente á la que es objeto de ella de la mane-
ra mas bárbara y procurando que llegue á perder la sensibilidad ……………………….
En médio de éstas borracheras tienen lugar las mas grandes reyertas en-
tre los hombres , entregándose á duelos , unas veces á golpe de maccana, en los
que esas cabezas en forma de disco prueban su resistencia, y mas comunmente
rajándose la piel que cubre el cráneo, con unos pequeños corbitos que nunca
les falta.
Concluido el masato y los víveres, todo el mundo se dispersa .
Otra ceremonia importante entre los conivos, es la del banquete fúnebre,
- 4°

que tiene lugar cuando vuelven de sus correrías, si en ellas há habido muertos.
de parte del enemigo. Reúnense entonces todos los actores del sangriento dra-
ma con sus parientes y amigos, para aplacar, mediante el banquete, los manes
de los muertos, que, en caso contrario, vendrían á hacerles mal.
En los meses de Julio , Agosto y Setiembre , los conivos salen todos de cor-
rería, no quedando alma viviente en sus casas ; pues embarcan en sus canóas ,
no solo todos los individuos de la familia, sino tambien sus perros y demas
animales de cría, si los tienen . Generalmente se dirigen Ucayali arriba, y lue-
go toman el Urubamba, de preferencia al Tambo (algunas veces entran tam-
bien á éste) ; y remontando todas las quebradas laterales que tienen rios na-
vegables, hacen una especie de revista de todos los grupos de casas habitadas
que encuentran al paso; se apoderan de cuantos víveres encuentran en las cha-
cras y en las casas, y sobre todo asaltan las mujeres y los muchachos . Como
van en tan gran número, pocas veces encuentran resistencia ; pero cuando la
hai , se traban reñidos combates , en los que algunas veces salen derrotados.
La tríbu que generalmente sufre las correrías de los conivos es la de los
amahuacas .
De regreso á sus casas, venden á los prisioneros , si no quieren quedarse con
ellos para su servicio .
Ahora se avergüenzan ya de dichas correrías ; y las disfrazan bajo el pre-
texto de expediciones en busca de caucho .
Estando yo de bajada á Callaria , encontré en el camino dos grandes par-
tidas de estos salvajes que remontaban el rio, y todos me dijeron que iban por
caucho á los rios tributarios del Villcamayo. A mi regreso , volví á encontrar-
los , ya de vuelta tambien: iban mas de 50 ó 60 canóas , sin caucho ni prisione .
ros, que huían precipitadamente por no sé qué sangrienta trajédia que tuvieron
ea el rio Inuya.
Créo excusado añadir que las casas por ellos visitadas quedan limpias de
cuanto puede ser útil .
El número total de canóas conivas que sale todos los años de correría pa-
sa de ciento .
Desde que estamos establecidos en este importante punto , no há pasado
una sola canóa de conivos al Tambo. Un dia en que surcaban el Urubamba
frente á nuestra casa tres ó cuatro canóas, un piro me dijo:
-Aquellos son conivos que venian á hacer correría al Tambo ; pero han
cambiado de propósito y se ván por el Yami ; porque han sabido que tú y tus
compañeros son enemigos de las correrías.
Aprovechando de esta ocasion, le contesté que, no solo desaprobábamos las
correrías de conivos , sino las suyas tambien, aconsejándole que se abstuviese
de cometer tal iniquidad.
Como nosotros hemos bajado por el Tambo, los salvajes creen que este
rio nos pertenece .
Otra costumbre de los conivos , que olvidaba consignar, es la del infantici-
dio, que dia a dia vá diezmando ésta tríbu. Cuando llegan á matar á uno
de sus recien nacidos, tienen que continuar victimando á todos los que nacen
despues de la misma mujer. Si la víctima há sido, pues , el primogénito , mue-
ren todos ; pero si fué el segundo ó tercero , etc. , respetan los anteriores. El
modo de matarlos es enterrarlos vivos apenas nacidos.
Como todos los salvajes , los conivos son polígamos.
Es digno tambien de notarse que , por lo general, son los mas forma-
les y honrados en sus tratos.
Otra tríbu que tenemos mui vecina es la de los amahuacas ó hipetineris,
Ocupa una inmensa extension de territorio, comprendido, á lo largo, entre los
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rios Pacria, tributario del Urubamba, y el Tamaya, que se une al bajo Uca-
yali; y á lo ancho , desde la hoya del Ucayali hasta la de los rios Purús y Yu-
ruá, poblando las dos faldas de una larga cadena de cerros bajos que divide
ambas hoyas , y de preferencia las quebradas y rios laterales.
Esta tríbu, en su mayor parte, se halla todavía en estado completamente
salvaje. Créese que los amahuacas son dóciles y fáciles de acostumbrarse al
trabajo.
Los que habitan en las inmediaciones del Ucayali, se prestan sin
dificultad á servir de bogas á los viajeros de esa region ; no ménos que á la
explotacion del caucho, industrias que les están proporcionando la ventaja de
darles vestido ; pues ántes andaban completamente desnudos, lo que sucede aún
con todos los que están lejanos. Asegúranme que son repugnantes en la ma-
nera de alimentarse, teniendo la asquerosa costumbre de dejar podrir la caza
y comérla con todos sus intestinos , que no lavan siquiera, sacándole las plu-
mas ó el pelo solo por la dificultad de engullirla de otra manera .
Desgraciadamente, ésta gran tríbu , que solo á la de los campas cede en nú-
mero, es siempre víctima favorita de las correrías de los conivos , piros y otros ,
que causan en ella grandes estragos .
Las armas de que sus miembros hacen uso son las primitivas ; esto es , la
flecha y la cerbatana. No tienen escopeta como los piros y conivos, quienes las
manejan con suma destreza y de preferencia á sus otras armas.
Los amahuacas, designados tambien con el nombre de hipetineris 6 hipetes ,
derivado del nombre piro del ronsoco , en señal del desprecio que les tienen las
otras tríbus, podrían fácilmente civilizarse. Así lo comprueba la prontitud con
que los prisioneros, vendidos por sus enemigos, aprenden lo que se les enseña,
manifestando inteligencia y docilidad.
Son poco aficionados á la vida fluvial. Prefieren quedar en sus tierras ,
ocupados del cultivo de sus chacras y de la caza.
Los campas del Ucayali, mui diversos en sus hábitos y dialecto á los del
Eni y Tambo, ocupan las quebradas de Sapani, Unini, Chicosa y otras, parti-
cipan yá mucho de los hábitos de las otras tríbus ribereñas de este rio , si bien
conservan siempre ódio y enemistad por ellas.
Estos son los que mas frecuentes y encarnizadas correrías hacen entre los
campas del Pajonal, á quienes arrebatan, por mayor, mujeres y muchachos ,
combatiendo con ellos unas veces, asaltándolos de improviso otras .
Suelen tambien adquirirlos pacíficamente , por compra, obteniendo mu-
jeres y muchachos á cámbio de mercaderías y herramientas.
Para hacer estas correrías no tienen mas que cruzar la cordillera del Pi-
chis.
Se nos há asegurado de la manera mas formal y positiva que en el Pajo-
nal existe gran cantidad de ganado vacuno, cerreño ó salvaje. Son tántos y
táles los testimonios recogidos, que no dejan ya duda alguna de la existencia
de dicho ganado .

SETIEMBRE DE 1884

SET. 26.-Hechos nuestros preparativos para el viaje de subida por el


rio Villcamayo ó Urubamba, hémos resuelto salir de aquí mañana.
Los viajeros seremos catorce: siete compañeros, y siete entre sirvientes y
peones.
De doce compañeros que vinimos, tres han quedado entre el Pachite a é
Iquitos, como queda consignado en su lugar ; á mi ahijado Pedro Valle lo des-
paché, el 1. de Mayo, á la provincia de Andahuaylas, con cartas para mi (fa-
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milia y amigos, á fin de que supiesen que estábamos vivos y habíamos vencido
la mayor parte de nuestra empresa; y mi administrador y compañero, don Dio-
nisio Truyenque , se queda aquí , con cuatro peones y un sirviente, al cuidado
de algunos cultivos que dejamos como base de alimentacion Atrabajo, para mi
regreso y el de los compañeros que quieran volver conmigo.
Tiene tambien encargo de hacer construir una casa en la punta misma de
la península, entre los dos rios: trabajo que harán en su mayor parte los piros ,
mui entendidos en ello. Mi propósito es traer á mi familia á este punto , y oja-
lá que mis parientes y amigos se resuelvan tambien á venir para compartir
las ventajas que proporciona este paraíso .
Hé contratado catorce bogas piros, los cuales se consideran ya como peo-
nes nuestros, habiéndose trasladado de los sitios en que residian á éste y cons-
truido casas y chacras al derredor de la nuestra. Nos llevarán éstos hasta Ma-
lanquiato.
Dichos bogas han tenido la original ocurrencia de hacer el viaje con sus
respectivas familias , chismes y hasta perros, de donde há resultado que los
viajeros seremos sesenta y tantos, distribuidos en nueve canóas. Felizmente la
mitad de estas tiene por bogas á las mismas mujeres, que en tal oficio, si no
aventajan, compiten con los hombres por su destreza y resistencia.
Aflíjeme el saber que mas arriba no se encuentra ya víveres ; y como en
estos viajes, no tienen los salvajes y sus patrones otros que los que rebuscan ,
sufriremos mucho en tán gran número.
SET. 27.- Virhuar-hapa .-De Providencia salimos á medio dia, y, á las
tres horas de camino, ( 3 p . m. ) , parámos en este punto no queriendo continuar
los bogas la marcha por ocuparse el resto del dia en fabricar para las canóas
cobertores (almayares ) hechos de palmera tejida ; pues es seguro que tendre .
mos que sufrir muchas lluvias. Hemos tenido la primera hoi: un chaparron di-
luvial.
El rio tiene corriente mui tranquila y anchura constante de 8 á 10 cua-
dras, abundando sí con exceso las palizadas.
Consisten éstas en enormes árboles, de madera mui pesada, que el rio ar-
rastra en la creciente y quedan barados en los lugares de poco fondo, 6 donde
encuentran algun obstáculo. Acontece esto sobre todo á lo largo de las orillas ,
que es por donde hai que surcar, ocasionando remolinos y otros mil embarazos,
que hacen mui penosa, á la vez que expuesta, la navegacion: todas las averías
de canóas son causadas por dichos palos.
Avanzamos 6 millas.
SET. 28.- Pirantone.- Anoche llovió mucho y quedamos todos calados de
agua.
Nos embarcamos á las 7 a. m.
Al médio dia tuvimos que hacer una larga paráda , para secar los equipa-
jes. Poco mas tarde otra paráda de dos horas, por un fuerte aguacero que nos
inundaba las canóas. Pasada esta descarga, continuamos, llegando á las 3 p .
m. á este punto, donde terminamos la jornada.
En el trayecto recorrido hoi, tiene el rio varios rápidos y muchas divisio-
nes en brazos.
Se há adelantado 12 millas.
SET. 29.- Cerhale 6 Isla-Napo.- Marchamos de Pirantone á las 7 a. m.:
tiempo cerradísimo y amenazando lluvia.
A las 2 p. m. otro diluvio de agua, que nos dejó empapados ; con la venta-
ja, sí, de que no parámos , y cuanto mas arreciába la lluvia, mas apuraban los
bogas.
Llegamos a las 6 p. m. á esta isla, llamada Napo por ser el último punto
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hasta donde llegó el vapor de éste nombre, en la primera expedicion que hizo
el Almirante Tucker por estos rios.
Siguen frecuentes rápidos y divisiones en muchos brazos. La corriente
del rio, escepto en esos cortos trechos, es mui moderada.
Pasamos frente á la boca del rio Inuya, que entra por la derecha y es
bastante considerable, pudiéndosele remontar en canóas por 12 6 15 dias .
Las márgenes de este rio están habitadas por los salvajes amahuacas.
Hémos navegado 15 millas.
SET. 30.- Mapuya. -A las 8 a. m. nos pusimos en marcha , tomando un
brazo de la izquierda por evitar el principal, que es peligroso . Extiéndese éste
inmensamente: por manera que tiene poco fondo, fijándose en él , por conse-
cuencia, centenares de enormes palos y árboles enteros que obstruyen com-
pletamente el paso ; á tál extremo que hasta las canóas pasan con riesgo.
Para evitar ese escollo, tomamos el ya indicado brazo que hace un gran
rodeo y tiene tambien rápidos fuertes , pero vencibles por su escaso caudal.
Aquellos obstáculos fueron los que impidieron, al vapor Napo en Octu-
bre de 1868, el continuar aguas arriba hasta mucho mas adelante Уу tal vez, si
no hasta el lugar que deberá ser el puerto del departamento del Cuzco, por lo
menos hasta la boca del Sepahua, pudiendo así reconocer este importante rio,
que pronto, quizá , será la vía de comunicacion entre ésta hoya y la del Purús.
A las 11 a. m. tuvimos que parar aquí, y perdimos casi todo el resto del
dia, ocupándome en hacer vários arreglos con con don José García y el italiano
Franchini , ambos de regreso de Sepahua, relativos á mis bogas piros , algunos
de los cuales eran deudores de estos señores. Esos arreglos terminaron por
cambiar algunos de mis bogas y pagar yo la deuda de los otros.
En seguida avanzamos un corto trecho, quedándonos á dormir frente á
la boca del pequeño rio Mapuya.
El mal paso de que he hablado ántes se llama Mapalha.
Avanzamos 6 millas.

OCTUBRE DE 1884.

OCT. 1.° -Hiarpuyo.- Salimos á las 8 a. m. , y. á las 2 millas hicimos al-


to, para almorzar, en la boca del pequeño rio Cumaria.
Continuando la marcha en seguida, sufrimos un aguacero , violentísimo du-
rante dos horas y suave el resto del dia.
Descansamos frente a la boca del rio Hiarpuyo, que es pequeño y éntra
por la derecha.
Pasamos tambien por la boca de otro rio, llamado Sipa, de regular cau-
dal, navegable por tres ó cuatro dias: entra por la izquierda.
Mui pocos rápidos hemos atravesado hoi: el rio es menos extendido , tiene
mucho fondo y es cómodamente navegable.
Hémos avanzado 15 millas.
OCT. 2.- Pacchahá.- Salimos de Hiarpuyo á las 7 a. m. , haciendo jorna-
da en una playa á la derecha del rio , poco mas arriba de la boca del pequeño
rio Cipria, que éntra por la derecha, y frente á la boca de otro rio , pequeño
tambien, que éntra por la izquierda, llamado Pacchahá.
Hémos encontrado varios rápidos, que ofrecen poca dificultad y ningun
peligro.
Avanzamos 15 millas.
OCT. 3.- Pahuya.- Levantámos el campo ántes de las 7 a. m. , y nave-
gamos hasta las 4 p. m. , hora en que parámos en este sitio.
No hemos tenido mas que un corto mal paso, siendo todo lo demás del rio
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inmejorable y hermosísimo: corriente suave é igual , cauce cerrado y ningun


bajo.
Navegamos 18 millas.
OCT. 4. - Sepahua.- Salimos del sitio anterior á las 7 a. m. y llegamos á
las 3 y 1/2 p. m. á la boca del rio Sepahua, punto en el cual están estableci-
dos los señores Rodriguez y Suarez, comerciantes españoles, rescatadores de
caucho.
Tienen su casa- almacen en la desembocadura misma de dicho rio, y en
su orilla izquierda.
Con dichos señores teníamos amistad, habiéndolos conocido en los viajes
que hacían á Cumaria para proveerse de mercaderías, con cuyo motivo se han
alojado algunas veces en nuestra casa de Providencia. Nos recibieron con la
mayor cordialidad.
Don Benito Rodriguez es cuñado de los señores García, y está asociado
en sus negocios con don José Suarez.
El rio Sepahua, que desemboca por la derecha con mas de 40 metros de
anchura y una corriente insensible , mas bien que rio parece un lindo canal ar-
tificial. Segun datos que me han dado varios peruanos, el señor Rodriguez,
el italiano Franchini y los piros, continúa el río hasta por cuatro dias de subi-
da como en su desembocadura , presentando el fenómeno, raro en estos rios de
montaña , de no tener palizada alguna , ni arrastrarla tampoco. Su navegacion
puede considerarse mas bien como un agradable paseo que como viaje. Este
lindo canal parece haber sido destinado por la naturaleza para ponernos en
fácil y cómoda y comunicacion con el grande y hermoso rio Purús, navegado 4
ahora mismo casi hasta su orígen por vapores brasileros.
Segun datos que tocan ya en evidencia, hé sabido que, despues de remon-
tar el Sepahua por cuatro dias, se llega á un lugar que llaman El-baradero.
De éste punto hai que trasmontar, durante un dia, una eminencia poco consi-
derable, al término de cuya opuesta falda se halla un rio pequeño , pero nave-
gable, llamado Cuja, por el cual se desciende en canóa por pocas millas hasta
un rio grande , que es el Purús.
Un cauchero del Brasil, llamado Pompeyo, há venido de su país al Uca- .
yali por esta vía; y en la actualidad residen en Sepahua varios piros del Pu-
rús, que se vinieron por la misma, debiendo añadir que hacen frecuentes via-
jes á dicho rio, á ver á sus familias, y aseguran que el viaje es corto y cómodo.
Hémos hablado ahora mismo con uno de estos piros, llamado Curaca, que
marcha con nosotros hasta Malanquiato, como boga del señor Rodriguez : éste
nos hace las descripciones mas animadas de los vapores que há visto en el
Purús, que él llama Yavarí.
Estamos , pues , penetrados de que, entre todas las vías que pueda buscar
el importante departamento del Cuzco para comunicarse con el Atlántico , no
hai otra mas fácil, cómoda, recta y segura, que ésta.
Tanto los piros que vienen de las cabeceras del rio Purús, como los del
Ucayali y casi todos los habitantes de este último, llaman Yavarí al Purús.
Llaman asi «piros del Yavari» á los que vienen del Purús por los rios Cuja y
Sepahua .
Viene ésto , á mi entender, ó de una equivocacion , ó de que el alto Purús
tenga realmente aquel nombre entre sus habitantes. No es raro que los salva-
jes dén el mismo nombre ávarios rios. Así lo estamos palpando diariamente
en nuestro viaje.
Es imposible confundir el rio Yavarí con el Purús. Cosa averiguada es
ya que el primero nace á los 7° de latitud S. y el segundo á los 11º, mas ó me-
Los.
7
50

Por otra parte, basta echar una ojeada al mapa de límites del señor Ray-
mondi , para notar la inmediacion del orígen del Purús á la hoya del Urubam-
ba, que recorre el corto espacio intermedio. El rio Sepahua no está es cierto
marcado en dicho mapa ; pero es, sin duda, porque en él solo están trazados los
grandes rios por falta de espácio para los menores .
Creo, pues, de mi deber llamar la atencion de los habitantes del Cuzco y,
en particular, la de los entusiastas hacendados del valle de Santa-Ana, sobre
esta vía que la naturaleza les tiene preparada.
OCT. 5.- Id.- Nos quedamos aquí hoi dia, por una fuerte lluvia que no
cesa .
El señor Rodríguez marchará con nosotros hasta Ticumpinia, 6 mas ade-
lante, con motivo de recibir caucho con que se le aguarda mas arriba del pongo
del Mainiqui.
Como, para recibir carga, lleva su canóa vacía, há tenido la amabilidad
de franqueárnosla. Distribuidos nuestros pasajeros y equipajes, la marcha se
aligera.
OCT. 6.- Miaria. - Salimos de Sepahua á las 8 a. m. , habiendo perdido la
mañana en despachar una canóa con algunas mujeres y niños que han resuel-
to regresarse, atenta la dificultad de conseguir víveres en el camino.
A medio dia pasamos por la boca del rio Misiahua, que éntra por la de-
recha con igual ó mayor caudal de agua que el Sepahua y es navegable tam-
bien por varios dias, aunque lleno de palizadas.
Del primero al segundo hai 9 millas.
Por la tarde descansamos en una playa de la izquierda, cerca del rio Miaría.
El rio vuelve á tener ya varios rápidos y muchas palizadas cerca de las
orillas.
Anoche y esta mañana há crecido extraordinariamente ; pero empieza á
bajar desde medio dia.
Hémos adelantado hoi 18 millas.
OCT. 7- Pacria. - Amaneció sin lluvia y salimos á las 6 a. m.
Hicimos bien rápida a marcha , pues el rio no ofrece inconvenientes , y
navegamos hasta las 6 y 1/2 p. m.
De noche ya, nos alojamos en unas casitas abandonadas, situadas frente á
la boca del Pacria, que éntra por la derecha con un caudal considerable de
agua. Entran ademas por la izquierda dos rios de regular caudal , el Miaría y
el Sensa.
Desde una hora ántes de terminar la jornada , sufrimos un aguacero tan
copioso que nos mojó de nuevo completamente.
El rio se llevó anoche una canóa, mal amarrada, de los piros , con todos
sus chismes. Por esta causa se há regresado de aquí el boga Cipriano, con sus
dos mujeres y sus hijos, en una canoíta chica, en persecucion de la fujitiva.
Hoi hémos adelantado 21 milas.
OCT. 8.- Yamehua.- De Pacria nos pusimos en marcha á las 9 a. m. y
parámos en una playa de la izquierda, poco mas abajo de la boca del riesito
Yamehua, que entra por la derecha.
Pásase dos rápidos bien fuertes y dos pequeños rios, Tahuaya, por la de-
recha, y Piuya, por la izquierda.
Hémos navegado mui despácio y parado temprano, por cazar y pescar;
pues casi no tenemos que comer. La caza y pesca, de que abundantemente
nos proveían nuestros bogas, empieza á escasear.
OCT. 9.-Hauramehua.- Salimos á las 7 a. m. del sitio anterior.
De 10 á 11 a. m. pasámos por la boca del rio Vitiricaya , que éntra por la
izquierda y es de regular tamaño.
51

Paramos á las 2 p . m. en este puuto , que es una isla, con motivo de haber
cazado una danta , que urgía aprovechar, porque bien la necesitábamos todos .
El rio es ya rápido casi todo , y se nota en él gran disminucion de agua,
por falta de los afluentes que recibe mas abajo.
Desde ayer hemos visto una cadena de cerros al S. O. Causónos grande
alegría, pareciéndonos cosa rara el ver montañas elevadas, acostumbrados co-
mo estamos ya á tan interminables llanuras .
Apenas hemos avanzado hoi 6 millas .
OCT. 10.- Boca-del- Picha.- Nos pusimos en marcha á las 8 a. m.; y á
medio dia parámos tres horas, por secar todo nuestro equipaje, que estaba
mojado.
Continuando la marcha, pasámos por la boca del rio Huipaya, bastante
considerable, que éntra por la izquierda.
A las 5 p. m. hicimos alto en una bonita playa , frente á la boca del rio Pi-
cha, bien caudaloso y tal vez el mayor entre los tributarios del Villcamayo, en
el cual desemboca por la márgen izquierda , teniendo curso mui tortuoso y lar-
go, casi paralelo al de este último .
No será de mas anotar que, remontando el Picha por cuatro dias, se llega
á un lugar de la llanura, desde donde al pongo de Mainiqui dista solo, por
tierra, un dia y poco mas.
Hémos pasado hoi una pequeña correntada. Las márgenes del rio princi-
pian ya á ser altas y rocallosas , abundando en las orillas, peñas y grandes pie-
dras , que ocasionan remolinos y hervideros peligrosos .
OCT. 11.- Yarhuanete. - Salimos de Picha á las 6 y 1/2 a. m.: tiempo
bueno . El rio decrece.
Llegamos á las 5 y 1/2 p. m. á una playa de la izquierda , llamada Yar-
huanete.
Se há avanzado poco por la mucha corriente del rio y por un fuerte y
largo rápido, que nos detuvo mucho tiempo.
Mi sobrino Abel Montes cazó una danta, que ha venido mui á tiempo ;
porque casi no hai plátanos en las playas y la pesca escasea mucho .
Desde el punto en que dejamos el rio Picha, quéda éste ya mui reducido
y su corriente aumenta mas y mas. Su caudal me parece aquí menor que el
del Eni.
Hoi se há avanzado 12 millas .
OCT. 12. - Huatashahapa. - De Yarhuanete salimos á las 6 a. m. , y pará-
mos á las 3 p . m. en este punto, cerca, segun me dicen, de la boca del rio Ca-
misea.
El rio tiene un curso mui sinuoso , fielmente trazado por el señor capitan
Carrasco en su plano del curso del Urubamba .
Siguen los rápidos en mayor número y mas fuertes .
Hémos avanzado 15 millas.
OCT. 13.-Playa- sin - nombre.- Del sitio anterior salimos casi á las 9 a. m. ,
demorándonos el despacho de la mayor parte de las mujeres y muchachos que
con nosotros venían : quedan aún otros.
Anoche se nos fugaron dos bogas, los que me dió Franchini en Mapalha
en cambio de un deudor suyo, que le devolví yo.
A las 11 a. m. pasámos cerca de la boca del rio Camisca, bastante cauda-
loso y mui manso. Entra por la derecha, viniendo del E. S. E. Su caudal, igual
6 menor que el del Picha, es mui inferior al que los señores Conde de Castel-
nau y capitan Carrasco creyeron tenía. Engañólos , sin duda, el enorme ensan-
che que recibe, formando una gran poza, al ser rechazado por el Urubamba,
El territorio de los piros, propiamente dicho , termina en el Camisea, sien-
52

do su otro punto extremo el lugar llamado Sebonya (6 Sibulla, mal pronuncia-


do), en que principia el de los conivos. Encuéntrase, no obstante , grupos de
piros en el Caco, en Iparía, en la boca del Pachítea y hasta en Santa-María,
mas abajo de Sarayaco: de manera que esta tribu errante recorre casi todo el
Ucayali y gran parte del Urubamba.
Sabiendo que es opinion generalmente admitida, la de que este rio es el
mismo Mapacho que pasa por la poblacion de Paucartambo, hé hecho las mas
prolijas averiguaciones respecto á su orígen y tenido la buena suerte de hablar
con tres personas sensatas que lo han remontado por cinco dias. Ellas me han
asegurado que á esa distancia se divide en tres ramas , que son: los rios Ca-
misea, Ksuteri-hapa y Serhapa, los cuales, unidos, siguen engrosando en la lia-
nura con infinitas aguadas y riachuelos, que afluyen por ambos lados, hasta
formar el caudal de agua visto por nosotros ; pero que , antes de su reunion, son
rios pequeños que descienden por quebradas de mucha gradiente , que arran-
can de las faldas de una montaña.
Hé sabido, ademas, que, subiendo á la cumbre de dicha montaña, cuya
direccion general es de S. á N. , se desciende por la falda opuesta , en un solo
dia, hasta encontrar un pequeño rio , que los piros mascos llaman Mano-pequeño,
por el que se puede bajar, en pequeñas canóas, hasta su desembocadura en un
rio mui grande, llamado Mano.
Segun esos salvajes, dicho rio se une á otro mayor, que viene de los valles
de Paucartambo y que no puede ser otro que aquel que los tarapoteños Mal-
donado y compañeros vieron entrar, por la izquierda , al Madre-de- Dios, con
dos cuadras de anchura en su boca y al que, el 8 de Febrero 1861 , pusieron
por nombre « Rio- del- combate» , en la desgraciada expedicion que hicieron por
el « Madre-de- Dios» , yendo á dar al rio Madera, en el cual perecieron cuatro
de ellos.
Otra prueba de que el Mapacho, Mano ó Rio-de-combate es uno mismo y
que se une al Madre-de-Dios , es la de haber sabido los piros mascos por esa
vía la catástrofe ocurrida con los salvajes siriniris al Coronel La- Torre, Prefec-
to del Cuzco , en el valle de Paucartambo. Estos vinieron á anunciarla poco
despues á los piros de este lado, ó sea del Camisea , por la vía terrestre de que
hé hablado.
El trabajo del caucho, de que ya se ocupan los mascos para hacer sus ne-
gocios con los del Camisea, há hecho que sea ya frecuente la relacion de los
salvajes de ambas hoyas, aclarándose así muchas cuestiones por los datos que
aquellos suministran á éstos. Ahora mismo se explota ya el caucho en esa ho-
ya, y quizá en la del Madre-de- Dios, para trasportarlo al Urubamba y por él
hasta Iquitos.
Los cuzqueños podrían aprovechar tambien de esta vía, para penetrar
con mas facilidad en la riquísima hoya del Madre-de- Dios , sin tener que temer
la oposicion de los feroces y tan temidos salvajes de Paucartambo.
Continuamos la marcha hasta las 5 y 1/2 p. m., no encontrando en el res-
to del dia mas que dos rápidos, poco fuertes. El resto, aunque algo rápido, es
igual y de cauce profundo. Corre encajonado entre bordes bastante elevados ,
de corte tan igual y perpendicular que parece un muro artificial, con altura que
varía entre veinte y treinta métros. Sus playas son pequeñas y mui raras.
Los bordes están enteramente cubiertos de tupida vegetacion, de trecho
en trecho de la cual aparecen cerritos cónicos de poca elevacion .
Descansamos en esta playa sin nombre, en la márgen izquierda , habiendo
avanzado 15 millas.
OCT. 14. - Capanashi.- De la playa anterior hemos salido á las 6 a. m.
No hai casi nada que comer.
58 -

Anoche llovió algo y hoi hemos sufrido un fuerte aguacero hasta medio
dia. Cesó la lluvia por un rato ; pero ha llovido de nuevo hasta la tarde , en
que paramos en este sitio, llamado Capanashi, nombre de un rio pequeñito que
éntra por la izquierda.
Hémos pasado tres rápidos , el segundo de los cuales es mui fuerte.
Continúa la muralla de rocas que encierra el rio por ambos lados , dificul-
tando mucho la navegacion de subida.
Entran por la izquierda varios rios chicos.
En la tarde tuvimos abundante pesca , consistente en dos enormes peces
que los piros llaman huacahua y se parecen en la forma al bagre, y tambien
plátanos silvestres.
Encuéntrase con frecuencia plátano, generalmente el llamado guineo , en
todas las playas é islas. No es extraño: el rio en las fuertes crecientes invade
los cultivos, arranca plantas que transporta en su curso y deja semi- enterra-
das en otras playas. En esta region basta que una planta toque por un lado
tierra, para que se reproduzca en vigorosos vástagos: tal es su feracidad .
Adelantamos 9 millas.
OCT. 15. - Hutua- hapa. - De Capanashi nos pusimos en marcha á las 6 y
media a. m.
Parámos á las 4 p. m., frente á la boca del riesito Hutua-hapa, que éntra
por la izquierda.
Hoi hemos pasado ocho rápidos , algunos mui fuertes: uno de ellos larguí-
simo. Ademas pasamos por la desembocadura de seis riachuelos, que éntran
por la izquierda. La navegacion se hace ya difícil, por haber varias vueltas
forzadas.
El dia ha sido bueno y se há avanzado 12 millas.
OCT. 16.— Timpia y Sihuanero.- Hémos salido tarde ( 8 a. m. ) , por ha-
ber llovido desde antes de amanecer. Salimos y empezó á llover otra vez. El
rio grande sigue bajo, pero el Hutua-hapa estaba crecidísimo.
A las 5 y 1/2 p. m. descansamos en una playa de la derecha, pocas cua-
dras mas abajo de la boca del importante rio Timpia, que recibe al pequeño
Sihuanero, casi al desembocar en el Urubamba.
Yo no sé por que han puesto á este sitio el nombre de Sihuanero, que tan-
to figura en periódicos, proyectos y decretos, imponiendo así al todo el nombre
de una parte. El Timpia es hasta navegable, mientras que el otro apenas es
un arroyo.
En el trayecto recorrido hoi, el rio sigue encerrado en una especie de pon-
go de rocas bajas , perpendiculares unas, é inclinados otras sobre el rio ; rocas de
formas caprichosas que avanzan picos y muros aislados dentro del agua, ocasio- .
nan otros tantos senos, en los que se forman remolinos y hervideros peligrosí-
simos, que hacen mui difícil la navegacion de canóas , é imposible la de va-
pores.
Los rápidos aumentan en número y fuerza, tanto que principian ya los
tumbos y por consiguiente las correntadas. Hai cuatro ó cinco vueltas forzadas
temibles.
En el dia hémos pasado diez rápidos , dos de ellos tan malos que son verda-
deras correntadas , obligándonos á pasar y repasar el rio diez veces. Encuéntra-
se á cada paso remolinos y vueltas forzados.
Debe consignarse aquí que, desde Sepahua hasta Capanashi , el rio es in-
mejorable y preferible á la seccion de Sepahua abajo. En Capanashi debe ter-
minar, pues, la navegacion á vapor: mas arriba hai inconvenientes insuperables.
El Capanashi es el mismo que el capitan Carrasco llama Canapachiri, en
su mapa del rio Urubamba.
54

Con mucho trabajo hémos adelantado 9 millas .


OCT. 17.-Quimariato. - Dejamos esta playa a las 7 a. m., pasando inme-
diatamente despues por la boca del Timpia y Sihuanero , que éntran por la de-
recha , viniendo el primero del E. N. E. y el segundo del E. S. E. Antes de
esta desembocadura, hai una correntada y, poco mas arriba , otra, ambas diabó
licas. Dejamos luego la desembocadura del rio Simateni, que éntra por la iz-
quierda.
A las 5 p. m. hicimos alto en esta isla, frente á Quimariato, lugar en que
está la quina ya podrida de los señores Valverde y Ca.
El dia de hoi há sido mui penoso, por las fuertes correntadas y rápidos,
que se siguen unos á otros formando una cadena: las mas peligrosas terminan
en vueltas forzadas, chocando contra peñas .
Estamos frente á frente y cerca de la cadena de cerros que , corriendo de
E. á O. , se abre por el médio, formando una gran portada, para dar salida al
rio por el ponderado pongo de Mainiqui ó Megantone. Aquí termina la pam pa
y principian los cerros y cascadas del rio.
Con triple trabajo del empleado otros dias para avanzar el doble , hémos
navegado hoi 9 millas.
OCT. 18. -Ticumpinía.- Desde media noche há llovido y continúa ca-
yendo agua en el momento de partir ( 8 a.m.): todo está mojado .
A medio dia hemos llegado á estos ranchitos del campa Pancho, situados
casi frente á la boca del rio Ticumpinía , que éntra por la derecha , dando su
nombre á todo este lugar. Aquí encontramos á los tarapoteños Murrieta y
Chapalvay y al jóven Morales, hermano de don Pedro.
El aguacero cesa solo ahora, y tenemos todo empapado y pudriéndose:
puede decirse que hacemos el viaje entre dos aguas.
Correntadas, seis . Camino hecho , 6 millas.
Debiendo quedar aquí el señor Rodriguez , por haber encontrado á los ta-
rapoteños con el caucho que tenian que entregarle, nos presta su hermosa ca-
nóa. Murrieta hace lo mismo con la suya , que tambien es buena . De las nues-
tras, solo seguirá una, por ser las otras inadecuadas para el paso del pongo.
En acondicionar de nuevo las cargás y secar los equipajes, se empleó el
resto del dia.
Estamos á poca distancia del pongo, cuyos elevados cerros hacen bello
contraste con la inmensa llanura que acabamos de recorrer.
Hé contratado al campa Pancho y á su suegro Miguel , que son prácticos
mui diestros, para el paso del peligroso Mainiqui .
De mano de los tarapoteños hé recibido cartas de mi familia, despues de
tán largo tiempo: ésto me ha llenado de la mas viva satisfaccion y nos há rea-
nimado á todos para continuar con valor una marcha que es verdadera vía
dolorosa.
OCT. 19. - Chibuguni.- Salimos de Ticumpinía á las 8 y 1/2 a. m. y pasa-
mos luego por la boca del rio de éste nombre.
Parámos á hacer almuerzo á la entrada del pongo, habiendo avanzado
hasta aquí 4 millas y pasado 6 correntadas mui peligrosas , que no son sino el
preludio de las terribles cascadas que nos aguardan.
En éste sitio están enterrados los huesos del pobre Vasquez , muerto el
año pasado, por Mayo, en la cascada Sintulini: el cadáver fué arrojado aquí
por el rio.
La salida del rio, del estrecho pongo á la inmensa llanura en que se pasea
libre, describiendo las mas caprichosas é interminables vueltas, es tan brusca
y grandiosa á la vez, que merece ser reproducida por un gran pincel ó descrita
por un gran poeta.
55

La cadena de cerros que corta el rio se dirige de oriente á poniente, cor-


riendo éste de sur á norte.
A las 6 p. m. descansamos en un estrecho recodito , mui pendiente y
lleno de piedras . En él pasaremos la noche acurrucados y con la bramado-
ra é ingrata música del rio, que ruje espantosamente en este callejon sin seme-
jante .
No hai palabras para describir éste extraordinario pongo, en el que se
amontonan bruscamente las bellezas mas sublimes y encantadoras, con horro-
res y peligros que hielan la sangre de espanto.
Inmediatamente que se éntra en el pongo por la gran portada llamada
Tonquini, se principia á recorrer una galería como de una milla de largo y an-
chura que varía de 30 á 40 metros, á lo mas .
Las paredes de ésta galería son constituidas por rocas perpen diculares de
formas las mas caprichosas y sorprendentes, de corte simétrico y perfectamen-
te artístico las unas, y de agreste y salvaje belleza otras.
De lo alto de estas rocas y adaptándose á sus formas, descienden innume-
rables caídas de agua cristalina, formando graciosas cataratas, chorros cilín-
dricos descargados por embudos naturales de estalactitas caprichosísimas:
grandes cortinas se suspenden fantásticas á la entrada de cuevas escavadas por
el rio.
Hai que pasar por debajo mismo de estos juegos de aguas, recibiendo un
involuntario, pero mágico , baño de lluvia.
El rio es mui remanso . Apenas termina la galeria, se encuentra de im-
proviso la formidable y justamente ponderada y temida cascada de Megantone
(Macanapero de los piros ), llamada Chibucuni en el diario del señor capitan
Carrasco y mas arriba, el gran remolino de Chibuguni, en el que todo el rio
no llega á 14 varas de ancho.
En la cascada, las canóas han pasado una á una, casi por el aire, siendo ha-
ladas por todos con muchas cuerdas por sobre palos que pusimos , á guisa de
puente, entre la orilla y pedrones del rio próximos á ella: era imposible pasar-
las por el agua. Las cargas fueron trasportadas á hombro, por entre peñascos
peligrosísimos.
Felizmente en el punto en que termina la galeria alta, se abre un poco la
orilla rocallosa del rio , dejando un estrecho espacio , donde hai que descargar
en medio de un oleaje tan fuerte que hace bailar terriblemente las canoas , di-
ficultando muchísimo el desembarque. Las cargas se trasladan luego por en-
tre precipicios estrechísimos y tan resbalosos como el jabon , ocasionando caídas
que pueden terminar en el agua mui fácilmente.
Trasportadas las canoas, vuélveselas á cargar, y se continúa por largo
trecho, semi-remanso, hasta debajo del remolino de Chibuguni, por cuyo borde
inferior se cruza el rio. Siguiendo pegados á las rocas que forman la orilla, lle-
gamos á este punto, situado en la márgen izquierda.
Hoi hemos hecho 6 millas.
OCT. 20.- Mapirontoni. - Hémos pasado una noche infernal , con aguacero
desde la 1 a. m. y cuidando todos, por turno, las canoas, por temor de que el
rio, arrancando las amarras , se las llevase.
Entre tanta penuria, amaneció por fin ; pero arreció el aguacero . Empren-
dimos no obstante nueva batalla con la formidable cascada de Challhuancani
(la rompe- canóas ) á las 7 a. m.
Challhuancani, dígno prólogo del pongo, es una série de cinco cascadas
parciales, unidas unas á otras por correntadas de una velocidad vertiginosa ,
que marchan haciendo zetas y chocando contra las peñas.
No hai en ellas, mas que dos sitios mui estrechos en los que hai que descar-
56 -

gar las canoas, para volverlas á cargar inmediatamente y pasar por agua de-
bajo de un pico saliente. No hai paso por tierra. Fuerza es descargar segunda
vez, para volver á cargar algunas cuadras mas arriba. Y todo esto con la ma-
yor ligereza, serenidad y cuidado, en lucha incesante con el rio, hasta salvar
un largo espacio de mas de ocho cuadras.
La pésima noche que habíamos pasado; lo copioso de la lluvia que nos
tenía empapados ; un frio glacial ; las frecuentes caidas que dábamos en las ro-
cas tán resbalosas ; expuestos, como estábamos, á caer en los remolinos que bra-
maban á nuestros piés ; la terrible lucha, en suma, que tenemos que sostener ,
han producido en nuestros espíritus honda sensacion . En los repetidos viajes
que hacíamos, de los sitios de descarga á los de carga, para acarrear nuestros
chismes y halar las canoas, nos mirábamos atolondrados, sin saber qué de-
cirnos.
Vencida esta cascada y á las pocas cuadras , sigue otra sin nombre, que
tambien nos hizo padecer mucho. Hai allí un rápido, como de dos millas , con
muchos mal-pasos hasta Mapirontoni, punto en el que pasaremos la noche.
Descargadas las canóas y para ganar tiempo, las pasamos halándolas so-
bre palos, por la orilla. Salvada esta última cascada, digna compañera de las
otras, y trasladados los equipages, cargamos de nuevo las canóas y haladas al-
gunas cuadras arriba, las dejamos amarradas en sitio seguro, encomendando
su cuidado á los dos campas. Nosotros regresamos á dormir al lado de la cas-
cada, único sitio donde encontramos un arenalito. Hai una playa de pedro-
nes, por la cual seguiremos mañana por la orilla durante algunas cuadras.
No hémos adelantado hoi mas que 3 millas ; pero dejamos vencidos tres
grandes obstáculos.
OCT. 21. - Malanquiato. - Amaneció como lo deseábamos, sin lluvia y ha-
biendo bajado el nivel del rio durante la noche un métro. La Providencia nos
protege visiblemente y todo vá bien.
Salimos á las 8 a. m., teniendo adelantado el paso de la cascada, como se
há dicho ayer tarde.
Mapirontoni es cascada de descarga forzosa ; pues es malísima, con enor-
mes piedras y sumideros al centro.
A inmediaciones de ella y en la misma playa del rio hai dos grandes ve-
tas de carbon de piedra, que en lengua pira se llama mapiruri , y hé pensado
que tal vez à éstas vetas debe la cascada el nombre que tiene .
Desde muchas millas mas abajo del pongo, hémos encontrado, en las pla-
yas , diversos trozos de tán útil combustible, arrastrados por el rio y dejados
por el agua en sus orillas. Diríase que el rio al ver que nosotros, los decidio-
sos peruanos, no pensamos en aprovecharlo, quiere darnos el ejemplo llevándolo
hasta donde pueda servir de combustible á los vapores. Mucho me temo que
el mismo rio, aprovechando de la inmensa cantidad de mineral de hierro que
tiene en sus orillas, del carbon y del magnífico maderamen que arrastra, Île-
gue un dia á construir un buque de vapor, y que éste venga á despertarnos, á
proazos , del profundo letargo en que vivimos.
Despues de un largo trecho , rápido, pasamos una corta cascada, llamada
por el campa Pancho Padre-sipi, que quiere decir Mata-fraile; porque en ella
pereció, el año de 1847 , el venerable padre misionero frai Ramon Bousquet,
en el viaje que hacía, aguas abajo, acompañando á las comisiones francesa y
peruana encabezadas por los señores Conde de Castelnau y Capitan de Fraga-
ta D. Francisco Carrasco.
A esta cascada sigue una fuerte correntada. Crúzase el rio , de derecha á
izquierda, debajo mismo de la tremenda Sintulini que ha ocasionado muchas
desgracias, siendo precisamente ésta la que lanzó la canóa del padre Bousquet
57

y compañeros á la siguiente, de que ya se há hablado. El año último mató al


riojano Vasquez.
Es imposible surcar el rio por una ú otra orilla, sin cruzarlo en éste per-
verso sitio. Nosotros pasamos á pié, por la rivera, con los peones y parte de la
carga. Solo mi sobrino Abel Montes tuvo que seguir en la canóa ; porque te-
nia maltratados los piés y no podía hacer la marcha por tierra.
Pasada esta trampa, sigue la de Saneriato, no mui peligrosa ; y de sobre
ella continúa un rápido hasta Malanquiato, lugar situado en la márgen izquier-
da del rio. Allí está radicado don Samuel Ugarte, a cuya casa llegamos á
medio dia, recibiéndonos dicho señor con la mejor buena voluntad y aprecio.
Avanzamos 3 millas.
Del pongo aquí, hemos pasado por la boca de los rios siguientes : Llu-
llato y Saneriato, por la derecha; y por la izquierda, Pomoreni, Chinguríato y
Malanquiato, todos chicos.
Poco rato despues que llegamos aquí, se fueron todos mis bogas piros , lle-
vando las dos canoas que me prestaron en Ticumpinía.
OCT. 22.-Id.- Mediante el favor y empeño de D. Samuel Ugarte, he-
mos conseguido mandar hoi dos propios campas, en una canoita pequeña, á Ro-
salina, dirigidos al señor Pedro Morales. Escribo á éste, suplicándole nos man-
de las dos hermosas canoas con 14 bogas que tiene, para sacarnos de la ratone-
ra en que estamos metidos y expuestos á quedarnos sin poder avanzar, ni re-
troceder, y faltos de recursos, si el favor de este amigo no nos salva.

NOVIEMBRE DE 1884.

Nov. 5.-Desde el 22 del próximo pasado hasta esta fecha , hémos espera-
do con la mayor ansiedad la venida de las canóas. Han llegado, por fin, con
17 bogas, á las 2 p. m. de hoi. Saldremos, pues , mañana.
Quince dias de espera nos tenían ya preocupados y afligidos. La estacion
de lluvias avanza y por poco que el rio crezca , estábamos expuestos á quedar
prisioneros, sin poder pasar adelante, ni regresar al Ucayali; pues el paso del
formidable pongo es imposible , aun de bajada, aumentando las aguas del rio.
Nuestra situacion há sido de lo mas penoso y excepcional . Esperábamos, sí , en
la divina Providencia, como esperamos firmemente, nos permita concluir el
viaje con felicidad. Há sido, pues, éste , un dia de alegría para nosotros. En
el señor Morales hemos hallado nuestro amparo: le quedamos mui reconocidos.
Me es mui grato así mismo manifestar, á nombre de mis compañeros y el
mio, nuestra gratitud á mi estimable amigo D. Samuel Ugarte, quien, en los
17 dias que hemos permanecido en su casa, nos ha tratado con la mayor ama-
balidad, prodigándonos todos los recursos con que contaba y esforzándose cuan-
to le era posible por hacer llevadera nuestra difícil situacion.
Nov. 6.-Quedamos hoi aquí: los bogas, alegando mil pretextos, no quie-
ren marchar.
Nov. 7.- Compirusqui. — Hémos salido de Malanquiato á las 10 a. m. y
descansamos en este punto , que es una playa sin habitantes.
El rio es temible, por su cauce lleno de piedras y su excesiva gradiente.
Se há vencido cuatro correntadas; una cascada, llamada Quimancaruna, mui
peligrosa, y el paso por la boca del fuerte rio Mantalo, que nos obligó á pasar
á la banda opuesta por entre elevados tumbos.
Los rios que éntran son: por la izquierda, el Mantalo , como á 6 millas de
8
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Malanquiato ; y por la derecha, el Yavero, dos millas mas arriba del anterior.
Ambos son bastante considerables , algo mayor el segundo, y se les remonta en
canóas, sin embargo de ser mui rápidos .
Se me asegura que lus quebradas recorridas por éstos rios están bastante
pobladas por campas, los cuales se ocupan ya de la explotacion del caucho ,
negociándolo con varios tarapoteños que residen en Malanquiato, quienes les
proveen de herramientas y mercaderías.
Ademas de las correntadas de que se há hecho mencion , casi todo el rio
es rápido, no habiendo sino dos remansos, de dos millas de extension, próxima-
mente, cada uno.
El jefe de los bogas, Mariano Galdo, se comporta mui bien .
Hémos adelantado hoi 12 millas.

Nov. 8.- Pachiri.- Salimos de Compirusqui á las 7 a. m. Há llovido ano-


che poco; pero el rio há crecido algo.
Despues de avanzar 6 millas, paramos en Pachiri para el almuerzo. Ea-
tre tanto, el rio creció excesivamente, obligándonos á quedar aquí ; pues los
bogas no se atreven a pasar.
6 p. m. El rio principia á bajar y, segun esté al amanecer, resolveremos
lo conveniente. Con este motivo hé vuelto á hacer aquí nuevas y prolijas ave-
riguaciones respecto á la vía terrestre cuya senda se abrió, por las alturas, has-
ta esta quebrada. Mas ántes recogí tambien diversos datos. De todos ellos me
ocuparé en la conclusion de este diario. Baste decir, por ahora, que, aun cuan-
do la creciente del rio nos impidiese surcarlo, no podriamos hacer la marcha
por tierra.
Nov. 9.- Pisquiatini.--Aunque el rio há bajado mui poco, continuamos
la marcha fluvial , saliendo del anterior sitio á las 8 a. m. Desde que salinios
hemos sufrido lluvia , hasta medio dia. En el trayecto recorrido hasta esa hora,
el rio es mejor: pocas correntadas y aunque todo rápido, no es violento.
Entramos luego en la larga y peligrosa correntada llamada Palomani, que
pasamos con felicidad. Despues de una vuelta, nos encontramos con la desem-
bocadura, por la izquierda, del rio Manugati, de regular caudal .
Algo mas arriba descansamos en éste sitio , habiendo adelantado en todo
el dia 12 millas.
Nov. 10.- Id. - Anoche há crecido mucho el rio y es imposible continuar
la marcha. Nos quedamos en ésta playa de la derecha.
Nov. 11.- Sangururhuato. -Al anochecer de ayer el rio decrecía ; pero á
media noche volvió á subir de nuevo fuertemente: casi me desaloja del sitio en
que acampaba. Felizmente con el alba principió á bajar, y a las 6 y 1/2 a. m..
emprendimos marcha. A las 11 a. m. nos detuvimos para el almuerzo en Ma-
chunchulipangochi ( casa de leon ) . Continuamos luego surcando hasta este lugar,
poco mas arriba de Yomentone. Uno y otro punto están habitados; pero los due-
ños de las casas huyeron al bosque al aproximarnos: no encontramos á nadie.
El rio, enteramente desprovisto de playas, corre entre cerros mui elevados
y pendientes en todo este trayecto, que no es sino un callejon tortuoso , lleno
de peñas y piedras.
La vegetacion es hermosa, pero inútil ; pues todos son precipicios casi ver-
ticales y quebradas inaccesibles.
No hai mas rios que el pequeño Mangurriali, que éntra por la izquierda,
y varias aguadas.
Avanzamos 12 millas.
Nov. 12.- Compirusato. -Amaneció estando el rio en creciente, y espe-
ramos que cesase ésta para ponernos en camino .
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Terminó á las 11 a. m. y continuamos la marcha hasta este punto, en el


que descansamos á las 4 p. m.
La surcada de todo el dia no há sido sino continuada batalla con el rio,
que corre mui rápido y comprimido en un cauce de rocas, con centenares de re-
molinos y hervideros que obligan á cruzarlo á toda hora, con peligro grave
El menor descuido puede ocasionar una terrible desgracia .
Las temibles chimbadas (permítaseme este término mui usado y casi téc
nico en el Ucayali y todos los rios de esta region ) que hemos hecho hoi , son las
de Compirusato é Incantone. El rio Compirusato , frente á cuya boca hemos
acampado, es bastante considerable y, aunque correntoso , se navega en canóas
por 8 6 10 dias. Generalmente le llaman Comberciato, por mala pronunciacion
de su nombre.
Las márgenes de este rio están bastante pobladas por campas.
Hémos avanzado 9 millas.
Nov. 13.- Quiteni. - A las 7 a. m. nos pusimos en marcha.
Anoche creció un poco el rio ; pero al amanecer cesa la creciente.
De 11 á 12 m. parámos en la boca del rio Quiteni , que está 10 6 12 cua-
dras mas arriba de la del Cusirini, algo caudaloso , siendo pequeño el otro: am-
bos éntran por la izquierda.
Hémos tenido la buena suerte de salvar bien en varias chimbadas mui pe-
ligrosas y, sobre todo, en la perversa , renombrada y mui temida Huillcani,
que es verdaderamente uua trampa infernal. El rio se lanza, con gran veloci-
dad, contra rocas , las que lo rechazan con igual fuerza y vá á dar contra otras
que están casi en frente . En este sitio precisamente ; es decir, en el pequeño
espacio que média entre ambos choques, hai que pasar el rio aprovechando de
los remolinos , hervideros y contra-corrientes ; porque el agua parece estar en
ebullicion , siendo lo peor que, al chimbar, hai que ganar contra la corriente:
si se perdiese un solo metro, la embarcacion iría á estrellarse contra las rocas.
Sigue el rio encerrado en un cajon de peñas. La vegetacion se presenta
raquítica.
Sin embargo de haber llegado aquí tan temprano y estar el tiempo bue-
no, perdemos medio dia por imposicion de los salvajes que nos sirven. A su
paso por aquí, de bajada, habian tenido la ocurrencia de disponer les tuviesen
preparada, en una casa que está á la izquierda del Cusirini, para su regreso ,
chicha, que dicen tienen que beber hasta darle fin .
No ha habido mas remedio que resignarse á ello.
Nov. 14.-Id- Anoche ha llovido mucho y el rio há crecido bastante. Si-
gue lloviendo aún y el tiempo está mui cerrado.
Los bogas antis ó campas, que se quedaron á dormir en la casa donde te-
nian la chicha, no parecen. No hai como traerlos ; porque están en la otra ban-
da del rio Cusirini , teniendo consigo la única canóa semi-vacía que llevaron
para su paso ; y ese rio está furioso . Así perdemos el tiempo y el rio grande
crece entre tanto , más y más .
Medio dia: sigue lloviendo y la creciente es tán fuerté que el agua nos há
desalojado de nuestro campamento, apoderándose de él. Perdemos un dia
mas.
Nov. 15 - Sangobatea. - Bajó anoche el rio y salimos de Quiteni , con
buen tiempo, á las 8 a. m. Se han agregado & nuestras canóas no pocas muje-
res, chismes y perros , mas una canóa de Galdo .
A las 4 p . m. llegamos á Sangobatea. El rio , peor y peor: cada paso que
se avanza es un nuevo peligro, mas grave que el anterior.
Hémos vencido otra chimbada malísima en el mal-paso llamado Quiote :
no hai un metro de remanso . El cauce del rio se há convertido en escalera de
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cascadas. Entre estas, la de Sangobatea es digna de menoion , por ser enorme.


Hoi hémos avanzado 12 millas.
Nov. 16. Sirialo.- Anoche no há llovido y el rio bajó un poco.
Hémos dormido en una casa , sita en la orilla derecha del precioso riesito
Sangobatea, que éntra al grande por ese lado, viniendo del E.
Anoche los campas habian tomado camalampi en tintura , el cual dicen
que produce en ellos un efecto parecido al del ópio ó, mas bien , al del ha-
chick. Cantaron toda la noche en un tono extraño y fúnebre, haciendo coro con
ellos las mujeres: no desafinaban ciertamente. Hacía cabeza en esta funcion, al
principio, el dueño de la casa y despues el boga Cristóbal, que venia de popero
ea mi canóa: es personaje mui caracterizado entre estos campas.
A las 8 a. m. fuimos á embarcarnos en nuestras canóas, teniendo para ello
que pasar ántes á vado el rio Sangobatea.
En el momento de entrar en las embarcaciones , oímos agudos gritos de
mujer en la otra banda del riesito . El campa Mérida , popero de una de mis
canóas, y el dueño de la casa, traían arrastrada per los cabellos á una mujer.
Así la hicieron pasar el vado, siempre arrastrada y gritando. Momentos des-
pues que llegaron al lado de las canóas, soltaron á la mujer, y empezaron en-
tre sí una lucha reducida á cogerse uno á otro de sus largos mechones de pelo
y sacudirse reciamente, terminando por que el dueño de la casa, que lo era
tambien de la mujer, fuese arrojado al agua, en el rio grande. La muger se le-
vantó mui ligero y se metió en la canóa del boga Mérida, que acababa de lu-
char con su marido, quedando en ella mui tranquila y conforme.
Los contendientes se me acercaron á hacerme, en campa, una larga rela-
cion , de la que no entendí una jota. Mas el intérprete Gregorio, campa tam-
bien, me la explicó , haciéndome saber que, no teniendo Mérida mujer ninguna,
por haber perdido las que tuvo, huyendo de la persecucion que antes de ahora
le habia hecho su adversario, que tenia tres, habian resuelto en la noche, en
consejo que podremos llamar del camalampi, se quitase al dueño de la casa una
de sus tres mujeres la cual sería adjudicada al otro. Naturalmente Cristóbal
fué el gran juez en esta cuestion .
Despues que el intérprete me tradujo la exposicion de los contendientes ,
por medio del mismo contestéles que todo estaba perfectamente, y quedaron
mui contentos. El arrastrar á la mujer y la lucha entre los dos hombres, no
era sino el ceremonial obligado é indispensable para legalizar estos originales
matrimonios, siendo en él lo mas importante que el que adquiere la mujer éche
al agua al que la pierde.
Concluída esta célebre ceremonia, nos pusimos en marcha á las 8 a. m. y
á las 3 p. m. hacemos alto en unas casuchas de Cristóbal, situadas en la már-
gen derecha del rio, pocas cuadras mas arriba de la boca del Sirialo, de bas-
tante caudal, que éntra por la izquierda.
En 7 horas de contínua lucha con una série interminable de cascadas,
mayores que cuantas hémos vencido de Malanquiato á esta parte, apenas hé-
mos adelantado 3 millas .
Las cascadas vencidas hoi son: dos, llamadas Erimuqui, una Sarhuantari-
qui y tres Sirialo, las cuales nos pusieron en los mayores apuros , obligándonos ,
por último, á descargar las canóas y trasladar su carga, á larga distancia, por
una playa estrecha y llena de enormes pedrones , que termina en la boca del
rio Sírialo.
Entre tanto las canóas tuvieron que pasar á la banda derecha mas abajo
de los últimos tumbos de Sirialo, que son enormes y los mayores de todo el
Urubamba, inclusos los del pongo.
Eu este mismo perverso lugar, la corriente del rio arrebató la canóa del
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pobre Galdo, arrancando la cuerda con que los bogas la halaban desde la orilla:
imposible recobrarla.
La hoya sigue estrecha y la vegetacion es mui inferior a la de rio abajo.
Desde aquí y al cabo de mucho tiempo , hémos visto yá pajonales, causándonos
sumo placer el verlos. De la boca del Sirialo hacia arriba se nota ya un cám-
bio considerable en el rio , mejorando.
Nov. 17.-Palo-santo .- Salimos de la casa de Cristóbal á las 9 a. m. con
tiempo bueno: el caudal del rio disminuía.
Todo cámbia completamente: la corriente del rio es igual y suave ; reman-
sos continuados y largos , rápidos moderados y correntadas mui pocas y sin pe-
ligro.
A las 3 p. m. llegamos á Palo-santo, donde tuvimos el placer inexplicable
de encontrar á mi sobrino político , señor Campero, que, en compañia del señor
Urquidi, amígo suyo, del jóven Alejandro Winfilde y del Teniente Goberna-
dor don Tomás Gonzalez, habian tenido la bondad de venir a nuestro encuen-
tro desde dias antes y nos esperaban ya aquí.
Solo los que hayan sufrido nuestra vida de destierro durante un año y
cuatro meses , sin tener noticia de parientes y amigos en diez, obligados por
otra parte á luchar en esta larga expedicion con todo género de inconvenientes
y peligros, sufriendo mil y mil privaciones y amarguras, podrán comprender
el placer puro que dilataba nuestros corazones al abrazar á estos dignos ami-
gos.
Profundamente reconocidos , hemos dirijido nuestros votos de gratitud á
la divina Providencia que nos ha conducido como por la mano en toda esta larga
expedicion, cuyo mas grande resultado para nosotros sería el que nuestra
infortunada patria pudiese aprovechar de la inmensa hoya de los rios Tambo,
Urubamba y Ucayali, que bien merece llamarse El Paraiso del Perú.
El único rio por cuya desembocadura pasamos hoi es el pequeño Coribeni,
que éntra por la izquierda.
Hémos avanzado 12 millas.
Nov. 18.- Chacanares. - Salimos de Palosanto á las 8 y llegamos á este
punto á las 2 p. m. , sin experimentar dificultad de ninguna clase.
Nos hospeda en su casa don Tomás Gonzalez con sinceras muestras de
aprecio. Al fin estamos entre cristianos y amigos.
La corriente del rio es, en general , algo fuerte ; pero sin ningun peligro:
los rápidos y dos ó tres pequeñas correntadas que hemos pasado hoi no mere-
cen mencionarse. La hoya es un poco- ancha, con algunas llanuritas , á uno y
otro lado, y hermosos pastales en las faldas circunvecinas. Grandes cerros y
cadenas de montañas se divisan en todas direcciones.
En el trayecto dejamos la boca del Chapo, río bastante fuerte que éntra
por la derecha, y me aseguran ser el mismo del valle de Lacco.
Hémos avanzado 12 millas.
Nov. 19.- Id.- Anoche llovió á cántaros: quedamos aquí hoi.
Por la turde há venido el señor Morales , que acababa de llegar del Reti-
ro, teniendo la amabilidad de pasar inmediatamente á vernos. Se regresó á
Rosalina, en donde nos aguarda mañana.
Nov. 20. - Rosalina.-Llegamos á Rosalina en dos horas de navegacion ,
avanzando 4 millas.
En el camino hai tres correntadas sin peligro, que se evitan tomando el
lado opuesto del rio, y varios rápidos suaves. Entra el rio Chirumbia por la
derecha.
El señor Morales nos recibe en su casa con el mas fraternal cariño y nos
llena de atenciones y favores, despues de habernos salvado de la difícil situa-
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cion en que nos encontrábamos en Malanquiato . La creciente del rio habia


empezado con tal fuerza que los bogas enviados por éste caballero á traernos
se negaban tenazmente à partir , por temor al rio que creian imposible ya sur-
car de subida: su energía y actividad dominó la situacion. Aprovecho con mu-
cho gusto de esta oportunidad para manifestar á dicho señor Morales mi reço-
nocimiento sin límites.
Aquí termina nuestra penosa marcha fluvial, que, si bien nos cuesta ratos
amargos y de terrible apuro, tambien nos há proporcionado sensaciones de pla-
cer y admiracion indefinibles.
A instancias de don Pedro Morales , y mientras nos lleguen las béstias que
nos mandan los señores hacendados de este valle para trasladarnos hasta la ha-
cienda de Chinche, donde encontraremos probablemente las que de Malan-
quiato pedí á casa , nos quedamos en ésta , descansando de nuestras fatigas y
gozando de la amable hospitalidad de nuestro inmejorable huésped .
Nov. 30.-Chinche. -De Rosalina salimos el 24 , gracias á los medios de
trasporte terrestre que los Sres. hacendados de este valle y el mismo Sr. Mora-
les tuvieron la bondad de proporcionarnos . Ese mismo dia llegamos á la hacien-
da Retiro; el siguiente pasamos á Icharate, donde el señor Polo nos instó á que-
dar el 26 , y el 27 llegamos á esta hacienda , en compañia ya del señor Sub- pre-
fecto don Juan Benigno Samanéz , su cuñado, don Carlos Fry, y el jóven se-
ñor Arsubialde , que fueron á nuestro encuentro hasta Icharate.
Encontramos aquí á los enviados de nuestras familias, llegados hoi mismo,
trayéndonos béstias para terminar nuestra larga peregrinaciou .
De Rosalina á Icharate calculo 30 millas, y de este punto á Chinche 36 .
No encuentro palabras bastaute expresivas para manifestar mi gratitud
á los señores hacendados en cuya casa hemos , estado en nuestro tránsito, y á
los que nos han honrado visitándonos en esta hacienda. Nos han colmado de
aplausos y honores, haciéndonos olvidar los amargos dias y las negras horas que
hemos pasado al remontar esta peligrosa hoya, en la que, desde Capanachi ar-
riba, nos hémos hallado, sin cesar, bajo la espada de Damocles.
Básteme decir que, en el pongo, hice mil propósitos y casi juré no volver
mas por esta hoya ; pero al llegar aquí, no solo he olvidado aquellos propósitos ,
sino que mas bien los hé hecho contrarios , y mui especialmente el de ayudar,
en cuanto me sea posible, á este digno vecindario en la apertura de un camino
que lo ponga en comunicacion con el punto que se escoja para puerto.
Yo elegí la vía del caudaloso é histórico Apurimac por las razones que
tengo expuestas al principio de este diario ; pues dicha vía favorece á varios
Departamentos, el Cuzco incluso, poniéndole ademas en posesion de los inmen-
sos y hermosísimos terrenos que tiene esta provincia, en la banda derecha de
aquel río, hasta casi el fin del Eni. Con tal propósito, emprendí la apertura
del camino que me propuse llegase hasta el punto de aquel río desde el cual
se puede navegar sin riesgo (frente á Simáriva) . Al efecto , dejé instruccio-
nes á mi esposa para que continuase esa obra, cuya direccion quedó á car-
go del sócio don Luis Salas.
Aquí hé sabido que el trabajo prosiguió y avanzó bastante, estando al
frente de él: D. Cárlos Velarde, el indicado señor Salas, mi sobrino don Luis
E. Almanza, y mi hijo David, con cerca de 40 peones . Los gastos todos fueron
hechos por mí, sin que nadie contribuyese á ellos con un solo centavo . Las
cuatro personas indicadas se encargaron de ese trabajo sin otro interés que
el del país .
Tambien hé sido informado aquí de que mi ahijado el asiático Valle , &
quien despaché de Providencia á la provincia de Andahuaylas, habia resuelto
entrar otra vez, solo con dos peones, hasta Cachingare, con el objeto de estu-
63

diar detenidamente este mal paso en la vaciante y la manera de destruir las


piedras , causa del peligro, á fin de que , en mi segunda entrada, lleváŝemos el
material necesario al intento. Había resuelto tambien pasar adelante en al-
cance nuestro con el fin de averiguar qué era de nosotros y reuaírsenos para la
vuelta .
Desgraciadamente, apénas llegó á Sinquibeni , fué atacado por los índios
de Ancco que, en número de seis ú ocho, habian ido á ese punto con el
criminal propósito de matarle y robarle.
No le hallaron, felizmente, en la casa de Inocencio Muláito, en que se
había alojado . Encontrábase á la sazon en el bosque buscando caucho.
Los salvajes que estaban en la casa, se dieron prisa á esconder todo el equipa-
je y herramientas de Valle ; pero no pudieron hacer lo mismo con un rifle
Winchester, de mi propiedad , que se llevaron los asaltantes .
Como le siguiesen buscando, tuvo que permanecer oculto en los bosques
por seis dias, al cabo de los cuales logró escaparse guiado por los salvajes , sin
cuyo auxilio habria sido victimado. Hé allí los civilizados ! Hé aquí los sal-
vajes!
Esto , añadido á la cruda y obstinada persecucion que sufrimos desde Chi-
nete hasta Quimbiri, donde hicieron servir álos pobres salvajes de instrumento
de su iniquidad, y el horrible crímeu perpetrado en los señores Prada, han
muerto mi entusiasmo y decision por esa hermosa vía , en la que la naturaleza
parece haberse esmerado en allanar todos los obstáculos naturales . Pero ahí
están los chunguis, anccos y famosos iquichanos . Volvería por allí, tomando
las mismas precauciones que antes hé tomado ; pero me vería obligado á abrir-
me paso quizá por medio de sangre, lo que me repugna y nos perjudicaría
mucho en el ánimo con los salvajes .
Dios sabe hasta cuándo permanecerá esto así ! Los ayacuchanos, únicos
que podrían allanar tal obstáculo, parecen ignorar aún que á 87 millas de la
capital de su departamento existe un hermoso rio navegable, y que ahora
mismo tienen dos caminos de herradura , uno por Simáriva y otro por Acon,
que terminan en la playa misma en que debe situarse el puerto. De Quimpiti-
ríqui, que es el puerto á que me refiero, á Providencia hai 264 millas de rio
navegable, y de Ayacucho á aquel punto solo 87.
El mismo departamento de Apurimac de donde parte mi camino vió , no
solo con indiferencia , sinó con desprecio mi expedicion , tratándome los mas de
visionario y loco . Pero esto es natural: cerca de 1,900 años há que el Salva-
dor del mundo há hecho observar que nadie es profeta en su país.
Probablemente tendré que abandonar mi trabajo , sin embargo de haber gas-
tado en él no pequeña suma de soles de plata y estar vencido lo mas difícil.
Es verdaderamente curioso y digno de notar que la lei de las compensa-
ciones haya alcanzado hasta estas hoyas. La del Apurimac, tán fácil y hermo-
sa, cómoda y llena de recursos , está , por desgracia, habitada por aquellas fieras
en figura humana (no los salvajes ) que impiden toda comunicacion ; y esta ho-
ya del Urubamba, que, desde el Mainique hasta Sirialo, no es mas que una ca-
deua do obstáculos y precipicios , lo está por personas tán buenas, dignas y en-
tusiastas, que hacen olvidar las dificultades de su rio.
Por mi parte, prefiero luchar con los obstáculos materiales y no
con los creados por los hombres. El vencer los primeros , abrir vía segura en-
tre rocas destrozadas , árboles derribados, etc. , engendra la pura satisfaccion
del triunfo de la inteligencia sobre la materia ; para vencer los otros , hai que
sostener luchas encarnizadas ; estar alerta incesantemente ; devorar zozobras y
disgustos, sin saber en qué momento, ni en qué lugar se verá uno alevosamente
atacado y asesinado ; ó tener que allanar su camino sobre cadáveres: espectácu-
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lo cuya prevision aterra al que no es malvado, é inclina el espíritu á tristes


ideas sobre esta desdichada humanidad.
Si los vecinos de Santa- Ana y Lares persisten en su entusiasmo y propó-
sitos de abrir esa vía, que es su única salvacion en el naufragio horroroso que
ha sufrido el Perú , ye les ayudaré gustoso , proporcionándoles para la obra
la gente necesaria, y gente que es buena y está acostumbrada á ese género
de trabajos. Grato me sería demostrar así á esta provincia y al departamento
mi gratitud hácia sus habitantes , tán dignos de éntrar en posesion de la inmen-
sa hoya llena de riqueza y porvenir que tienen á un paso.

CONCLUSION .

Expondré brevemeute ahora los datos prácticos que en esta expedicion hé


adquirido respecto á caminos , colonizacion y nuevos descubrimientos que pue-
de hacerse, reasumiendo todo lo ya dicho en diversas partes de este diario.

CAMINOS.

El Apurimac,

Poco hai que hacer y decir en cuanto á la vía de este importante rio: es
mui corta la extension de caminos por abrir ó componer, siendo por lo demas
el Apurimac navegable por 300 millas, desde Providencia hasta Simáriva.
El puerto de Quimpitiríqui ( Bolognesi segun la lei expedida por la
Asamblea de Ayacucho en 1881 ) tiene su camino por Acon hasta dicha ciudad.
Simáriva está á 36 millas mas arriba y de allí hai una mala senda, de 50
á 60 millas, á la hacienda de Ninabamba-grande; y de ésta al puente del Pam-
pas, en el camino del Cuzco á Ayacucho, hai de 24 á 26 millas.
Esos dos caminos pueden componerse á mui poca costa y en bieve tiempo.
Respecto al primero, véase el « Registro Oficial» de Ayacucho , número
correspondiente al 8 de Diciembre de 1881 .
El camino que hice principiar el año pasado y se continuó en el presente
( 1884 ) párte de la quebrada de Huarancalqui y debía terminar en Simáriva:
el trabajo se há llevado hasta cerca de Yunga.
Saliendo por esa vía hasta Huarancalqui , preséntase la ventaja de poder
tomar en este importante punto , la direccion que se quiera, al Cuzco , Aban-
cay, Andahuaylas ó Chala: de allí hai caminos á todos estos puntos.
Dicha vía há quedado mui adelantada, habiéndose vencido lo mas difícil
de ella.

Hoya del rio Urubamba ó Santa-Ana.

Partiendo de Providencia, el punto mas alto del Ucayali, hai 219 millas
navegables , sin obstáculos mayores en el rio hasta Capanashi ( ó Capanachiri) .
En este lugar principia la parte no navegable para lanchas de vapor ; y, por con-
siguiente, tiene que ser éste el punto de partida de la vía terrestre.
Capanashi dista del pongo 36 millas por el rio , que hace rodeos los mas
caprichosos ; por tierra, casi toda llana, habría cuando mas 24.
Del pongo á Sangobatea hai 81 millas y es la seccion mas accidentada y
tortuosa de toda la vía. Enderezando algunos codos , podría reducirse á 60 .
65 ---

De Sangobatea á Rosalina há existido camino de herradura, que supongo


sería bastante bueno; pues por él se há trasportado cargas de cascarilla, que
son mui voluminosas. Bastaría, pues, rehacer este camino.
De Rosalina aquí ya es vía comun , necesitando solo mejorarla.
La seccion del centro es, pues, la que debe ocuparnos de preferencia.
Proyectóse, segun mis noticias , abrir camino por las alturas, y aun se
rozó la senda destinada á evitar el inmenso ángulo agudo que el rio forma y
cuyo vértice está en Compirusato. Mas, por los datos que hé adquirido de las
dos personas que mas han recorrido esta hoya y la conocen mucho, los señores
Morales y Ugarte, y por lo que yo mismo hé observado, aquella vía no es con-
veniente: por evitar el rodeo que hace el rio, se tendría que hacer otro mucho
mayor, subiendo y bajando las vertientes de muchísimas quebradas que éntran
á la hoya principal, quebradas tanto mas abiertas, cuanto mas se alejan de su
fin. Se alargaría, pues, la distancia y sería incómodo el camino.
Nuestro sistema há sido siempre hacer rodeos, optando por subir y bajar
enormes cuestas , por no darnos el trabajo mucho menor de romper algunas ro-
cas. Ademas este camino, por su excesiva gradiente, nunca podría ser carrete-
ro. En las alturas, por otra parte, no hai recurso alguno y abundan extraordi-
nariamente las fieras.
En mi humilde sentir, el camino debe seguir lo mas cerca posible del rio :
tendrá así gradiente mas igual, pudiendo ser despues carretero y aun de fierro.
Hai tambien la ventaja de que, en muchos puntos, se puede evitar las exajera-
das vueltas del rio, aprovechando de algunos llanitos y faldas tendidas, que se
prestan mui bien á ello.
Lo cierto es que esta parte, bien dirigida, no tendría mas de 60 á 66 mi-
llas ; distancia mui corta si se calcula las inmensas ventajas que traerá esta vía,
por mui costosa que fuese su apertura.
Con 130 á 150,000 soles á lo mas, podria tenerse un camino bastante bue-
no, con sus respectivos puentes sobre los varios rios que hai que atravesar. Uno
de esos puentes estaría nada menos que sobre el pongo del Mainique, á fin de
evitar otros dos y grandes que necesitarian los rios Ticumpinia y Timpía y tal
vez el Sihuanero, si el camino continuase por la banda derecha.
Con 200,000 soles se haría un buen camino carretero. Bastaría no obstan-
te el primero por ahora.
El único medio de obtener estos fondos sería el de una suscricion general
de los habitantes del departamento. No es posible ni pensar en desembolsos
fiscales, hallándose el tesoro nacional en la mas cabal ruina por la pérdida de
sus principales rentas antiguas. Tampoco es posible apelar á la alcabala de la
coca: no sabemos si esta pobre renta será por fin devuelta a su primitivo obje-
to; y aun cuando lo fuera, necesitaríase 30 ó 40 años para concluir la seccion
de 30 millas de camino de Piri á Chahuillay, que está inconcluso.
El único medio, repito, de teuer fondos para abrir esta gran vía, es hacer
una suscricion general en todo el departamento, hasta reunir la suma necesa-
ria.
Pero se me dirá:
-Reunir ciento cincuenta ó doscientos mil soles ! Absurdo, imposible!
Ni lo uno, ni lo otro . Posible es y aun mui fácil, si hai voluntad séria de
ejecutarlo.
No quisiera hablar de mí mismo ; pero me veo obligado á ello para disipar
desalientos que solo nacen de falta de voluntad resuelta.
Previendo, como cualquiera pudo hacerlo, el estado de cabal ruina y pos-
tracion en que el país quedaria despues de la guerra , sin otro medio eficaz de
levantarse que el de abrirse paso á la region amazónica y por ella al Atlán-
9
66 -

tico , hallando así fuentes inagotables de riqueza y comercio, me propuse llevar


á cabo, á costa de cualesquier sacrificio y sin otro auxiliar que ésta fé, la ex-
pedicion que hacía años proyectaba.
En las peores condiciones de fortuna ; escaso de recursos y sin hallar na-
die que quisiese ayudarme con ellos ; hé podido , en compañia de mis intrépidos
y abnegados compañeros, llevar á cabo mi empresa , costándome toda la expe-
dicion algo mas de 4,000 soles, sin contar por supuesto lo gastado en la obra
del camino de que antes he hablado.
¿Cuál há sido el resultado? Todos los dias bendigo la hora en que puse
en práctica mi propósito : pues , dejando un verdadero purgatorio, hé ido á en-
contrar un paraíso lleno de promesas que nada tienen de imaginarias cierta-
mente. Tanto es así, que hé resuelto trasladar allí toda mi familia , aun cuan-
do su traslacion, por las condiciones en que vá á ser hecha, me cueste trabajos
sin cuento.
Doi, pues, por mui bien gastaḍa esa suma de cerca de 5,000 soles ; porque,
mediante ella: primero, creo haber prestado un servicio importante á mi país ; y
segundo, si logro irme al Ucayali, mis gastos y trabajos serán recompensados
centuplicadamente.
Si esto sucede con un individuo , con mas razon há de suceder á todo un
departamento y á varios.
Nada tengo que decir respecto á mis compañeros: los unos han quedado
mui contentos allá, y todos los que han vuelto están locos por tornar á la tierra
de la paz, del trabajo bien compensado y del porvenir.
Ahora bien: ¿faltaría en el departamento del Cuzco , al que especialmen-
te me dirijo, no solo cientos , sino aun miles de personas que, sin gran sacrificio ,
pudiesen gastar una cantidad mayor que yo y que entre todas reuniesen una
respetable suma?
No, sin duda. Cierto estoi de que, con la mitad ó cuarta parte de la fé y
entusiasmo que hémos tenido, mis compañeros y yó, habría fondos hasta para
un ferrocarril. Contentémonos, sin embargo, por ahora, con un buen camino
de herradura, y él traerá mui luego, como resultado necesario, lo demas, vapo-
res, ferrocarriles, factorías, etc.
Por salvar de una grave enfermedad , cualquiera sacrificaría la mitad de su
fortuna ó toda ella; por escapar á la muerte la daria toda sin trepidar .
Nosotros estamos, si no muertos, agonizando, y aquella region nos dará
vida nueva, fuerte , robusta, exhuberante. No hai sacrificio demasiado costoso
para obtenerla.

COLONIZACION.

Esta inmensa y bendecida region está invitando á acometerla sin tardan


za: todo en ella la facilita y estimula.
El aterrador fantasma de los salvajes feroces há desaparecido en toda la
hoya del Ucayali , á la que especialmente me refiero. Los blancos viajan allí
solos, casi siempre con los salvajes que les sirven de bogas y no hai quebrada
ó rio lateral donde no entren y permanezcan semanas y meses, ocupados en
sus negocios , sirviéndoles de peones los mismos salvajes para toda clase de tra-
bajos. Cuando encuentran un sitio que les acomoda , se establecen allí, sin te-
mor alguno de ser inquietados por nádie. Los crímenes son mui raros, y cuan-
do tienen lugar no es sino entre los salvajes mismos . El hombre civilizado es
temido y generalmente respetado por éstos. Hai que añadir que la poblacion
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salvaje es mui escasa, no habiendo en todo el alto Ucayali y en la parte del


bajo que yo conozco, una sola agrupacion que merezca el nombre ni de aldea.
Doquiera que se fija la planta, hállase bellísimos y amenos sitios de fe-
racidad incomparable.
El terreno no permite que se riegue planta ninguna ; ni se conoce otro cul-
tivo que el de quitar la mala yerba . Las cosechas de toda clase de frutos se
obtienen en la mitad del tiempo que en los otros parages del Perú .
Para sembrar, no se acostumbra remover la tierra: basta rozar el bosque ;
quemar el roce, y sembrar ó plantar inmediatamente. Para dar un ejemplo, di-
ré que la caña dulce , cuyo cultivo nos cuesta grandes dispendios , cogido allí
un trozo de ella de 12 ó 15 pulgadas de largo, se mete, sin agujerearla , en tie-
rra hasta la mitad, un poco inclinada , á guisa de estaca ; y á los 6 ú 8 meses,
esta estaca se ha convertido en una inmensa planta ó grupo de 15 6 20 hermo-
sos vástagos de 3 á 4 metros de largo y de un jugo abundante y superior.
La caza y pesca son abundantisimas, constituyendo mas de la mitad de la
alimentacion, bastando para completarla una buena huerta con yucas , pláta-
nos, etc.
Los animales de corral, cerdos y aves prosperan prodigiosamente . El ga-
nado vacuno, que há probado mui bien en el bajo Ucayali, se puede tener en
maguíficas condiciones, así como el lanar y caballar tan luego como pueda tras-
Lortársele.
Hállase profusamente toda clase de materiales de construccion para habi-
taciones ; así como arcillas de superior calidad para tejas, ladrillos y toda espe-
cie de artefactos de alfarería.
Los primeros colonizadores tendrán abundante cosecha de los innumera-
bles productos naturales que ahí hai, bastando darse el trabajo de extraerlos
y mandarlos á los mercados de aguas abajo, ó venderlos allí mismo á los nego-
ciantes que recorren el rio , mientras obtienen productos de la agricultura ó de
las artes y el comercio; pues supongo que los que se decidan á ir llevarán in-
tencion de trabajar, teniendo la anticipada seguridad de que el trabajo produ-
ce en esas tierras y en todo órden el ciento por uno.
Es, si , indispensable llevar para el trabajo brazos, sin los que no se pue-
de prosperar, ni hacer nada. Los salvajes, ademas de ser mui pocos, son ene-
migos capitales de la agricultura: solo son útiles como bogas, caucheros, pes-
cadores y saladores.
Los que lleven capitales , mas o menos fuertes, los decuplicarán en po-
quísimo tiempo .
Para mayor comodidad y breve adelanto , puédese elegir por lo pronto sí-
tios sanos y de importancia conocida en los que se forme agrupaciones, que
serán la base de grandes pueblos futuros: la boca del Camisea, por ejemplo,
Misiahua, Sipahua, Providencia, Cokua, etc.
Lesde poco mas arriba de Providencia ya no hai zancudos , que son la pla-
ga del Ucayali. Por lo demas, donde quiera que uno se establezca encontrará
que la naturaleza le prodiga sus dones.
Las vías de comunicacion consisten en sus apacibles ríos, navegables to-
dos desde el mas grande hasta el mas pequeño; y para las pequeñas travesías
por tierra, todo el trabajo de caminos está reducido á rozar los arbustos y
yerbas que hai en los bosques ; pues el piso es completamente igual .
Estas y otras ventajas son aliciente sobrado para acometer, confiadamente
y sin recelo alguno, la colonizacion de aquella grande y feracísima hoya.
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NUEVOS DESCUBRIMIENTOS POR HACER .

Abierta la vía de Santa-Ana hasta donde lleguen vapores, mui fácil será
organizar expediciones nuevas y de la mayor importancia. Las primeras se-
rían dos: tendria una por objeto remontar el Camisea hasta su origen, y, tras-
montando la cadena de cerros que separa esta hoya de la del Madre-de- Dios ,
á lo que se crée la mas feráz y rica del Perú, entrar en posesion de ella y ex-
plotarla inmediatamente; la otra surcaría el Sepahua, para pasar á la hoya
peruana del soñado Purús ó Cucsihuara por el Cuja, hoya en la que el Perú
tiene un inmenso y riquísimo territorio que ahora mismo están explotando los
brasileros y que indudablemente se perderá, si continúa el abandono de nues-
tra parte. Ese rio es la vía mas corta y cómoda que puede tener el departa-
mento del Cuzco para salir al Atlántico.
Cada una de estas exploraciones nos traerá ventajas incalculables.
Sacudamos por fin, nuestra inercia, nuestra vergonzosa apatía ; despren-
dámonos del egoismo que mata todo lo bueno, y emprendamos esta gran obra
de rehabilitacion; hagamos ver á las demas naciones que, aunque desgraciados
y caídos hasta un abismo, podemos y queremos levantarnos y rehabilitarnos .
Manos á la obra , y que no aguarde las generaciones futuras , quedando la
nuestra sepultada en el oprobio y la vergüenza!
En cierto lugar, un señor de alta sociedad y mui distinguido por sus co-
nocimientos y fortuna me dijo:
-Amigo mio; ustedes han hecho grandes descubrimientos y prestado un
importante servicio al país. Pero esto solo será aprovechado mas tarde: obra
para nuestros descendientes.
Nada quise contestarle: semejantes ideas no merecen respuesta.
¿Hasta cuándo hemos de ser, los peruanos, siempre los mismos !

Concluyo esta relacion suplicando, á los que la lean, disimulen las mu-
chas faltas, vacíos, é incorrecciones de que está llena y atiendan solo á la rec-
titud del intento y al vehemente deseo que me animan de ser útil á mis conciu-
dadanos. No soi hombre de ciencia, ni literato ; y si me he animado á publicar
este diario, es porque me creo en el deber de informar á todos de los impor-
tantes datos que, casi á costa de nuestra vida, hemos adquirido . Lo principal
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de esta relacion contiene cuanto hémos visto , observado ó averiguado prolija-


mente. Los errores en que pueda haber incurrido en ella son del todo involun-
tarios.
No terminaré este relato sin referir un sueño que tuve en las sombrías
selvas del Ucayali ; selvas que, á la vez que encantan, aterran á veces é incli-
nan la imaginacion á cosas extraordinarias. Dejó honda impresion en mi espíri-
tu y vuelve vivo á mi recuerdo al cerrar este diario.
De caza, un dia, en el bosque y despues de haber andado mucho, me
senté á descansar, arrimado al pié de un árbol, cerca á la orilla del rio.
Sólo, en medio de esta naturaleza gigante y rodeado del profundo y ater-
rador silencio de las selvas vírgenes, mi mente se entregó á mil recuerdos é
ideas melancólicas. Al mirar el rio que corria á mis piés, pensaba en qué esa
gran masa de aguas , estaba formada por innumerables corrientes, muchas de
las cuales pasaban por nuestros hogares y habian sido vistas, sin duda, con inte-
rés y como mensajeros, por nuestras familias, parientes y amigos , por
nuestros compatriotas en fin ; é insensiblemente mi imaginacion seguía remon-
tando el curso de estas aguas que venian del centro de mi país, a donde mi
pensamiento llegaba . Y no poder ver nada de cuanto mas caro habíamos de-
jado allí!
Fijóse, por último, en mi mente el recuerdo del tristísimo estado en que
se hallaba mi pobre patria al lanzarme en estas soledades. Hé aquí el remedio
para los males del pobre Perú, decia yo - ésta region; y no hai otro.
Pero un recuerdo, tan penoso como los anteriores, me sumió de nuevo en
ideas igualmente tristes , ó mas aún, si cabe. Habia oído decir en esta hoya á va-
rios civilizados que la anexion del departamento fluvial de Loreto al Imperio ve-
cino, era mui conveniente y que tal era la opinion de muchos de abajo, alegan-
do la solicitud que el gobierno brasilero muestra por todo lo que se relaciona
con la hoya del Amazonas y sus tributarios .....
Dominado por tan penosas ideas me quedé dormido. Ví luego, en sueño,
una numerosa familia rica, mui rica, que entre un mundo de bienes, poseía un
banco, en el que tenía hacinados incalculables tesoros, millones en oro y plata.
Poseía, ademas , muchas y grandes haciendas de todo género de cultivo ; y en-
tre ellas, una en estado inculto todavía, cuya riqueza excedía al tesoro haci-
nado. Esta familia que había heredado tántos tesoros, y sin trabajo alguno los
gozaba, se ocupaba solo en despilfarrarlos sin tino ni medida.
En medio de desórden tal, una fuerte partida de bandoleros cayó sobre
aquella desconcertada gente y se apoderó del tesoro acumulado. Sus dueños ,
aunque alevosamente sorprendidos , se defendieron cuanto pudieron, muriendo
muchos de ellos en la lucha. Todo fué inútil por desgracia: los ladrones triun-
faron tan completamente, que con el mayor descaro tomaron posesion , no solo
del banco, sino de otros bienes y continuaron todavía ensañándose cruelmente
contra sus víctimas.
Profundamente angustiado, miraba yo á lo lejos esta horrible escena, que
pareció por fin llegar á su término.
-Los bandoleros se marchan á gozar de su presa, me decía á mi mismo.
Y mi ánimo comenzaba á reposarse .
Súbito, terrible ruído de nuevo combate y encarnizada lucha viene á he-
rirme. No eran ya los bandoleros: los hermanos mismos, víctimas del asalto,
luchaban entre sí, recriminándose mútuamente , echándose en cara los unos á
los otros la culpa de su desgracia ; y su sangrienta y fratricida pelea no te-
nía fin.
Encarnizados en ella, no pensaban en resarcirse de sus pérdidas, consa-
grándose al cuidado de sus otros intereses y menos aun de aquella gran ha-
70

cienda que habría bastado sola para compensarlo todo : dejábanla antes bien
expuesta á excitar la codicia de sus vecinos.
Abrumado por este espectáculo, volvía la mirada á todas partes, cuando
tras de mí y hacia el E. diviso un enorme tigre que atisbaba por el lado en que
se halla la gran hacienda .
Despavorido á la presencia de la fiera, dí un salto para huir y salvarme ;
el terror me despertó. Repuesto de él y sentado allí mismo, teniendo á mis
piés el magestuoso Ucayali, cuyas aguas se deslizaban en silencio , púseme á
pensar en tan extraño y alegórico sueño, exclamando á pesar mio :
-¿No es ésta la imágen de mi pobre patria !
Y ardientes lágrimas surcaban mis mejillas.
Profundamente conmovido me retiré del bosque.

José Benigno Samanez


.

-FIN-
AYALI Y URUBAMBA

CAMPO

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