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La Edad Media: Origen, Desarrollo y Características

La Edad Media es un extenso periodo histórico que abarca desde la


caída del Imperio Romano de Occidente en el año 476 d.C. hasta el
descubrimiento de América por Cristóbal Colón en 1492 d.C.. Este
lapso de aproximadamente mil años fue testigo de profundas
transformaciones sociales, religiosas, políticas y culturales que
sentaron las bases de la civilización europea y dieron forma a la
transición hacia la Edad Moderna. A lo largo de la Edad Media, el
poder se fragmentó y reorganizó, y surgieron nuevas instituciones
que moldearon la historia de Occidente.

División de la Edad Media

Para estudiar mejor este extenso período, la Edad Media se divide


generalmente en tres fases:

Alta Edad Media (siglos V al X): Tras la caída de Roma, Europa sufrió
un período de inestabilidad y fragmentación. Los antiguos territorios
romanos fueron invadidos por pueblos germánicos, como los francos,
visigodos, sajones y lombardos, quienes crearon sus propios reinos en
el continente europeo. Estos siglos de inestabilidad política y social
también vieron el inicio de la cristianización, con figuras clave como
San Benito de Nursia, que fundó la orden benedictina y ayudó a
expandir el cristianismo mediante la construcción de monasterios.

Plena Edad Media (siglos XI al XIII): Este fue el apogeo del feudalismo
y un periodo de crecimiento demográfico y económico. La sociedad se
estructuró en un sistema jerárquico que consolidó el poder de la
nobleza y la Iglesia, mientras las ciudades comenzaban a
desarrollarse como centros de comercio. La Cruzada fue uno de los
fenómenos más distintivos de esta fase, ya que promovió no solo la
expansión de la fe cristiana, sino también el intercambio cultural y
comercial con el mundo islámico.
Baja Edad Media (siglos XIV y XV): Esta etapa final estuvo marcada
por conflictos y crisis, como la Guerra de los Cien Años entre
Inglaterra y Francia y la llegada de la Peste Negra, que diezmó la
población europea y generó grandes cambios en la sociedad. A pesar
de estos desafíos, la Baja Edad Media también fue testigo de avances
importantes en la educación, con la fundación de universidades, y en
el arte, que empezaba a mostrar los primeros indicios del
Renacimiento.

Sociedad Medieval y Feudalismo

En la Edad Media, la sociedad estaba organizada bajo un sistema


conocido como feudalismo, que era tanto una estructura política
como económica. Este sistema surgió en respuesta a la necesidad de
seguridad y protección en un tiempo de conflictos e invasiones. En
este modelo, el rey cedía tierras, conocidas como feudos, a los
señores feudales (nobles) a cambio de su lealtad y apoyo militar.
Estos señores, a su vez, podían otorgar partes de sus tierras a los
caballeros y vasallos, quienes se comprometían a servir en sus
ejércitos.

La sociedad feudal se dividía en tres grandes estamentos o clases:

1. La nobleza: Constituida por reyes, duques, condes y caballeros.


La nobleza poseía la tierra y ejercía autoridad sobre sus
territorios y la población. A cambio de la tierra que recibían del
rey, la nobleza debía jurar lealtad y apoyar militarmente al
monarca.

2. El clero: Incluía a los miembros de la Iglesia, desde el Papa y los


obispos hasta los monjes y sacerdotes. El clero tenía una gran
influencia en la sociedad medieval y se ocupaba no solo de las
necesidades espirituales de la población, sino también de la
educación y el cuidado de los pobres. Los monasterios eran
centros de conocimiento y preservación cultural, en los que los
monjes copiaban manuscritos antiguos y transmitían la
enseñanza.

3. Los campesinos y siervos: Constituían la gran mayoría de la


población medieval. Trabajaban la tierra y entregaban tributos
al señor feudal a cambio de protección. La vida de los
campesinos era extremadamente dura y estaba marcada por
largas jornadas de trabajo en el campo. Vivían en condiciones
muy modestas y sus actividades se regían por las estaciones y
los festivales religiosos.

La Iglesia y la Religión

La Iglesia Católica tuvo una influencia profunda en todos los aspectos


de la vida medieval. No solo era el centro de la vida espiritual, sino
también la institución más poderosa, que determinaba el
comportamiento moral, social y político de los habitantes de Europa.
La Iglesia controlaba la educación, promovía la fe y dictaba las
normas que regían la vida cotidiana. Los monasterios y catedrales
servían como centros educativos y culturales, y los monjes y clérigos
fueron quienes preservaron muchos de los textos clásicos de la
antigüedad.

La Iglesia también fue una gran fuerza unificadora en un tiempo de


fragmentación política, ya que la fe cristiana y la autoridad del Papa
crearon un sentido de identidad común entre los europeos. Además,
el Papa y otros líderes eclesiásticos tuvieron una fuerte influencia en
los asuntos políticos, y en algunos casos llegaron a controlar vastos
territorios, como los Estados Pontificios en Italia.

A pesar de la hegemonía del cristianismo, otras religiones también


coexistieron en la Edad Media. En la península ibérica, por ejemplo,
existió una convivencia relativa entre cristianos, judíos y musulmanes
en los territorios de Al-Ándalus, aunque esta armonía se interrumpió
frecuentemente debido a las campañas de la Reconquista y a los
conflictos religiosos. En la Baja Edad Media, la Inquisición y la
persecución de herejías también ilustraron la creciente intolerancia de
la Iglesia hacia quienes se apartaban de su doctrina.

Economía y Comercio

Durante gran parte de la Edad Media, la economía fue


fundamentalmente agraria y de subsistencia. Cada feudo producía lo
necesario para su propio consumo, y el comercio entre feudos era
limitado. Sin embargo, con el crecimiento demográfico y la estabilidad
que trajo el feudalismo, surgieron las primeras ciudades, que se
convirtieron en centros comerciales y de artesanía.

Entre los siglos XII y XIII, el comercio comenzó a expandirse, y se


desarrollaron importantes rutas comerciales. Por ejemplo, la Ruta de
la Seda conectaba Europa con Asia, y ciudades como Venecia, Génova
y Florencia se convirtieron en potencias comerciales gracias a sus
conexiones con el Mediterráneo. El aumento del comercio y el
intercambio de bienes promovió el surgimiento de una clase
emergente de comerciantes y artesanos: la burguesía. Los gremios,
organizaciones que regulaban los oficios y las prácticas comerciales,
jugaron un papel importante en las ciudades, protegiendo los
intereses de los comerciantes y promoviendo la calidad de los
productos.

Este florecimiento económico también condujo al desarrollo de


instituciones financieras como las casas de cambio y las primeras
formas de banca, que facilitaron el préstamo de dinero y la
financiación de las expediciones comerciales.

Las Cruzadas

Uno de los eventos más significativos de la Edad Media fueron las


Cruzadas, una serie de campañas militares promovidas por la Iglesia
Católica que comenzaron en 1095 y se prolongaron hasta el siglo XIII.
El objetivo principal de las Cruzadas era liberar Tierra Santa, y en
particular Jerusalén, de manos musulmanas y asegurar el acceso de
los cristianos a los lugares sagrados. Sin embargo, las Cruzadas
también tuvieron motivos económicos y políticos, ya que muchos
caballeros y nobles veían en estas expediciones la oportunidad de
adquirir tierras y riquezas.

Las Cruzadas no solo afectaron la historia de Europa, sino que


también generaron un intercambio cultural y comercial significativo
con el mundo islámico. A través de estas expediciones, los europeos
conocieron productos exóticos, como especias, perfumes y seda, que
se convirtieron en bienes muy valorados en el mercado europeo.
Asimismo, los cruzados trajeron conocimientos sobre matemáticas,
astronomía y medicina que expandieron el saber europeo y sentaron
las bases para el desarrollo científico de la Edad Moderna.

La Cultura y el Conocimiento

La Edad Media fue una época de contrastes en términos de


conocimiento y cultura. Durante los primeros siglos, la Iglesia fue la
principal guardiana del conocimiento, y los monasterios eran los
centros de enseñanza y preservación de textos antiguos. La
educación estaba reservada a un grupo reducido de personas, y el
latín era la lengua de instrucción y escritura. A través de los
monasterios y la labor de copiado de manuscritos, se preservaron
obras importantes de la antigüedad, como las de Aristóteles y
Cicerón.

A partir del siglo XII, surgieron las primeras universidades en Europa,


en ciudades como Bolonia, París y Oxford. Estas instituciones
introdujeron un sistema más estructurado de enseñanza y permitieron
el estudio de disciplinas como la teología, el derecho, la medicina y
las artes. Durante la Plena Edad Media, figuras como Tomás de Aquino
y San Anselmo de Canterbury trataron de reconciliar la fe cristiana
con la razón, lo que dio lugar a una corriente filosófica

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